José Pedro Varela, Una contextualización histórica

June 28, 2017 | Autor: S. Ribeiro Pontet | Categoría: História
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Descripción


Sergio Ribeiro Pontet

José Pedro Varela. Una contextualización histórica de su vida, su obra y su circunstancia epocal

"Al encarar la figura de Varela tuvimos la
intuición de que... los hechos no parecían
corresponder estrictamente con las
valoraciones que se hacían de aquella.
Intuimos que existía… cierto esquema
descriptivo e interpretativo... que parecía
constituir algo así como un mito de
nuestra historia." Jorge Bralich

A modo de introducción

El epígrafe alude al prólogo de la obra que cita, en la cual el autor expone los orígenes de la intuición también allí referida, y cómo terminó convenciéndose de que, "al margen del fenómeno cultural, existe un mito -la 'Reforma Vareliana'-, cuyos componentes fundamentales son un protagonista absoluto -José P. Varela- y la construcción de un sistema educativo en condiciones adversas". Esta conclusión cumplía con las condiciones de una hipótesis científica, y como tal resultó tener su proceso de verificación. El mismo consistió en "revisar la bibliografía ya utilizada por los ensayistas e historiadores de la educación, y al mismo tiempo a bucear en otros materiales poco frecuentados, tales como la correspondencia privada de Varela y la prensa de su época". Finalizada esta suerte de falsación también científica, Bralich concluyó que "Varela no fue una figura monolítica. Por el contrario, fue una personalidad compleja, con ciertas incongruencias, cuya vida y obra permiten ser leídas de diverso modo. A lo que todos parecen resistirse es a renunciar a su figura como estandarte, a destruir el mito".
Como botón de muestra adelanto un par de esas resistencias a "destruir el mito"; prevalentemente laudatorias, además. "[José Pedro Varela] no se limitó a planificar su célebre reforma escolar; por el contrario, y especialmente en 'La legislación escolar', consideró necesario un examen profundizado de la realidad nacional en que esa reforma había de inscribirse. Las páginas que a ello dedicó en 1876 lo han convertido en el primero y el más eminente de nuestros pensadores sociales, con muchos planteos que hasta nuestros días conservan su validez." De todos modos, cabe destacar que esta cita es también un botón de muestra de la valoración que hace su autor de la preocupación contextualizadora del reformador, lo cual obliga a reconocer que, efectivamente, pudo haber sido uno de los primeros y más eminentes "de nuestros pensadors sociales".
Arturo Ardao, por su parte, escribió que "la deslumbrante acción de Varela en el campo de la enseñanza escolar ha perjudicado hasta ahora la justa valoración de otros aspectos de su personalidad intelectual. Cuando se le sigue de cerca se llega facilmente a la conclusión de que fue la mentalidad uruguaya más original y revolucionaria de su tiempo. Ha de reconocerse que no hay exageración en lo dicho si se piensa que le correspondió el singular destino de iniciar en persona todas las grandes corrientes espirituales de renovación que tuvieron lugar en el país en la segunda mitad del siglo XIX. Fue, desde luego, el iniciador, en 1868, del gran movimiento educacional... que él ligó a un sentido económico y social de la democracia como no se había conocido tan avanzado entre nosotros. Pero fue, además, el verdadero iniciador, en 1865, del liberalismo racionalista..., el verdadero iniciador, al regreso de su viaje, de la influencia sajona que revitalizó todos los aspectos de nuestra cultura en el último cuarto de siglo, el verdadero iniciador, en sus dos libros fundamentales, del movimiento de reforma universitaria..., el verdadero iniciador, en fin, del modo de pensamiento y del tipo de acción emanados de la filosofía positivista, que iban a caracterizar a las próximas generaciones". La autoridad intelectual de don Arturo no permite poner en duda los datos que presenta en este fragmento de su Espiritualismo y Positivismo en el Uruguay, pero tampoco impide señalar lo laudatorio del tono que emplea, colaborando así con la construcción y la supervivencia del mito vareliano.
A estos respectos pienso que la "resistencia a destruir el mito" se puede explicar por la necesidad de "crear" héroes, asumida consciente e inconscientemente por la intelectualidad montevideana de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, en procura de fortalecer -si no crear- la conciencia nacional o sentimiendo de nacionalidad casi ausente en aquel estado nacido de un fórceps aplicado por nacionales y extranjeros a una sociedad inficionada por el caudillismo y las guerras civiles, y con alta proporción de inmigrantes extracontinentales en su población. Según la misma línea explicativa, la persistencia del fenómeno obedecería a la necesidad de mantener vivo el culto de aquellos "héroes" militares, sociales e intelectuales, a los que se fueron sumando otros, como los del fútbol y sus estrellas, por ejemplo, ya a partir del 900.
A la Historia, ya se la considere construcción o reconstrucción de la historia, le es necesaria la contextualización. Ciertamente también la objetividad, claro está, entendida como visión crítica de los insumos de esa construcción o reconstrucción, por más relativa que la gnoseología "posmoderna" la considere, y que en cierto grado realmente es. En efecto, la contextualización es la forma de tener siempre presente el bosque de las sociedades humanas al que pertenece el objeto particular investigado, sin perder de vista tampoco, al mismo tiempo, cada uno de sus árboles y demás componentes de dicha compleja formación natural. En pocas palabras, la contextualización consiste en no perder nunca de vista las condiciones generales y particulares de tiempo y lugar del objeto investigado. Contextualizar es hacer Historia Total.
"La cabal comprensión de la reforma escolar... solo puede lograrse con la previa y precisa ubicación del momento histórico en que aquel trascendente acontecimiento transcurre. El hecho histórico... requiere el análisis de la peripecia vital del personaje, las influencias que se ejercieron sobre su pensamiento, las circunstancias que lo impresionaron o conmovieron, su particular manera de ver la realidad circundante; pero también, y casi diría en mayor medida, las tensiones sociales, las fuerzas económicas, las instituciones, la problemática entera que lo rodeaba y sutilmente penetraba en su conciencia."


Título: Varela, Una contextualización histórica
Creación: 16 de octubre de 2015
Autor: Sergio Ribeiro Pontet



Inicio del documento.
A modo de introducción.


Este ensayo se llamó primero "José Pedro Varela. Su época, su vida y su obra", pero al mostrarse demasiado ambicioso y extenso lo limité a una contextualización histórica de la persona y el quehacer del "reformador". Su obra, precisamente, es el objeto de la mayoría de lo escrito sobre él; por las mejores plumas de nuestra intelectualidad, además. Así que mi intención es –me animo a decir- la de aportar una visión más abarcativa y más objetiva sobre una temática de por sí compleja. Compleja, digo, por la multiplicidad de elementos que la componen y de factores y condiciones que la suscitaron. Para ello he apelado a los criterios epistemológicos de la historia nacional, regional y mundial que informaron a Les Annales y su descendencia.
Jorge Bralich, José Pedro Varela, Sociedad burguesa y reforma educacional. Montevideo, Eds. del Nuevo Mundo, 1989.
El contexto de la obra de Bralich me sugiere que la misma no emplea el término "mito" en forma peyorativa, sino tal como lo define el DRAE, o sea como una "persona o cosa rodeada de extraordinaria estima", y/o como una "persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen" (3ª y 4ª acepciones).
Una hipótesis científica es una suposición fundada. El proceso de fundación es pues una condición previa a su formulación, y consiste en una investigación, la primera requerida por el método científico. La falsación o contrastación es la etapa siguiente, y tiene por objeto aceptar o rechazar la suposición primero fundada y luego formulada y convertida en hipótesis (científica). Si la falsación resulta en aceptación, se está en condiciones de abordar la última etapa de la investigación (científica), o sea la explicación (científica). Las verdades así obtenidas no son infalibles –simplemente porque la infalibilidad no existe-, pero tampoco relativas. Son parciales (y acumulativas), y la propia ciencia, como modo del conocimiento, es falible pero no relativa. Es de aclarar que la aceptación de esta gnoseología no es universal, pues responde a una concepción particular de la epistemología, la de la Unified Science, de (lejanos) antecedentes en el Círculo de Viena.
Carlos Real de Azúa, Acápite a Diagnóstico del país, de José Pedro Varela. En El Uruguay y sus problemas en el siglo XIX, Antología. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968, 55. Obsérvese que este autor destaca aquí la preocupación contextualizadora de Varela, tan importante en todos los campos de la teoría y la acción de los humanos.
Pienso que, entre tales hacedores de "héroes", se puede citar a Francisco Bauzá (1849-1899), Isidoro de María (1815-1906), Setembrino Pereda (1859-1940), Andrés Lamas (1817-1891), Eduardo Acevedo Vásquez (1857-1948), Orestes Araújo (1853-1915, colaborador de José Pedro Varela y de su hermano Jacobo), Juan Zorrilla de San Martín (1851-1935), Clemente Fregeiro (1853-1923), Pablo Blanco Acevedo (1880-1935) y Luis Alberto de Herrera (1873-1959), "héroes" ellos mismos, y en algunos casos sin comillas.
Como es sabido, la gnoseología "posmoderna" relativiza las posibilidades del conocimiento, llegando incluso, en algunos teóricos del posestructuralismo, a establecer el lenguaje como única entidad onticamente admisible.
Oscar Bruschera, Momento histórico de la reforma escolar. Conferencia pronunciada el 14 de noviembre de 1968.




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