Jorge López Quiroga: Monasterios altomedievales hispanos: lugares de emplazamiento y ordenación de sus espacios, Aguilar de Campoo, 2016, 66-99.

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Descripción

Monasterios altomedievales hispanos. Lugares de emplazamiento y ordenación de sus espacios Jorge López Quiroga Universidad Autónoma de Madrid Los monasterios medievales en sus emplazamientos: lugares de memoria de lo sagrado, Aguilar de Campoo, 2016

A

frontaremos el análisis de los lugares de emplazamiento y la organización espacial interna de los monasterios altomedievales hispanos no desde un punto de vista estrictamente cronológico, pues consideramos que en lo que al estudio del monacato se refiere la tradicional cesura que se establece en el 711 no es operativa, ni tampoco parece razonable que los acontecimientos ligados a esa fecha hayan condicionado la evolución del fenómeno monástico entre los siglos v y x. Al contrario, pensamos que ese arco cronológico debe ser abordado de forma unitaria hasta la verdadera ruptura que supuso la implantación de claros modelos foráneos a partir del siglo xi, en el marco de las profundas reformas y transformaciones de las que fue objeto el estamento eclesiástico en Europa (con la reforma gregoriana, entre otras) y, en lo que respecta al tema que nos ocupa, el monacato (con los movimientos monásticos cisterciense y cluniacense). Nuestro criterio expositivo estará pues marcado por el tipo de fuentes que nos permiten acercarnos al conocimiento de la implantación y organización espacial del monasterio: los textos, en primer lugar, como referencia ineludible para conocer la composición y disposición internas de los diferentes ámbitos monásticos (a través, esencialmente, de las reglas monásticas y, concretamente, las de san Isidoro de Sevilla y san Fructuoso de Braga, además de la Regula Commnunis); y el registro arqueológico, en segundo lugar, para visibilizar si lo estipulado en dichas normas de vida comunitaria tiene su correspondencia, o no, con la evidencia material. Es necesario subrayar desde el comienzo que poco, realmente muy poco, es lo que el registro arqueológico ha permitido avanzar respecto a la visión normativa 67

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contenida en las reglas monásticas1, por diversas razones que iremos explicitando, y que se resumen en la inexistencia de una verdadera ‘arqueología monástica’2 en la Península Ibérica, como la que podemos encontrar en otros países de nuestro entorno3 y, especialmente, en Inglaterra (pionera en este campo de estudio)4, Italia5 (lugar al que acudiremos para encontrar un significativo y paradigmático ejemplo de monasterio benedictino altomedieval en Occidente) y, sobre todo, en Oriente,  e ha insistido en ello, ya desde hace muchos años, en lo que no es sino la constatación de una triste realidad: S la del retraso conceptual y metodológico, difícilmente recuperable en nuestra opinión, respecto a la investigación europea en la materia: Martínez Tejera, A. M., “La realidad material de los monasterios y cenobios rupestres hispanos (siglos v-x)”, en Monjes y monasterios Hispanos en la Alta Edad Media, Aguilar de Campoo, 2006, pp. 59-97; Ibid., “El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania: Organización y dependencias de un espacio elitista en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media (siglos v-x)”, en López Quiroga, J., Morín de Pablos, J. y Martínez Tejera, A. M. (eds.), Monasteria et Territoria. Élites, edilicia y territorio en el Mediterráneo Medieval (Archaeological Studies on Late Antiquity and Early Medieval Europe, 400-1000 AD., Proceedings 2), Oxford, 2007, pp. 19-76; Moreno Martín, F. J., “La configuración arquitectónica del monasterio hispano entre la tardoantigüedad y el alto medievo. Balance historiográfico y nuevas perspectivas”, en Cien años de investigación sobre arquitectura medieval española, Madrid, 2009, pp. 199-217. 2 Algo que se constata en el último trabajo publicado sobre el monacato hispano altomedieval en su conjunto, obra que, a pesar del loable esfuerzo de síntesis por parte del autor, evidencia un caótico acopio de información que no logra aportar sustanciales novedades respecto a trabajos previos sobre la cuestión: Moreno Martín, F. J., La Arquitectura Monástica Hispana entre la tardo-antigüedad y la Alta Edad Media (British Archaeological Reports, International Series, 2287), Oxford, 2011. 3 Y que se evidencia en la práctica ausencia de investigaciones sobre España en los recientes congresos internacionales de temática monástica: Rubeis, F. de y Marazzi, F. (eds.), Monasteri in Europa occidentale (secoli viii-xi): topografia e strutture (Atti del Convegno Internazionale Museo Archeologico di Castel San Vincenzo, 23-26 settembre 2004), Viella, 2008; Lauwers, M. (ed.), Monastères et espace social. Genèse et transformation d’un système de lieux dans l’Occident médiéval, Turnhout, 2014. 4 Una bibliografía de referencia, sin ánimo de exhaustividad: Gilchrist, R. y Mytum, H., The Archaeology of Rural Monasteries, Oxford, 1989; Morris, R., Churches in the Landscape, Londres, 1989; Coppack, G., Abbeys and Priories, Londres, 1990; Blair, J. y Pyrah, C. (eds.), Church Archaeology: Research Directions for the Future, York, 1996; Aston, M., Monasteries in the Landscape, Stroud, 2000; Cassidy-Welch, M., Monastic Spaces and their Meanings: Thirteenth-Century English Cistercian Monasteries, Tournhout, 2001; Keevil, G., Aston, M. y Hall, T. (eds.), Monastic Archaeology: Papers on the Study of Medieval Monasteries, Oxford, 2001; bond, J., Monastic Landscapes, Stroud, 2004; Pestell, T., Landscapes of Monastic Foundation: The Establishment of Religious Houses in East Anglia, c. 650-1200, Woodbridge, 2004; Blair, J., The Church in Anglo-Saxon Society, Oxford, 2005; Rodwell, W. J., The Archaeology of Churches, Stroud, 2005; Turner, S., Making a Christian Landscape: The Countryside in Early-Medieval Cornwall, Devon and Wessex, Exeter, 2006; Edwards, N. (ed.), The Archaeology of the Early Medieval Celtic Churches, Londres, 2009. 5 Como para el ámbito británico, en el caso de Italia las investigaciones sobre el monacato a partir de la excavación de diferentes complejos monásticos, particularmente de origen altomedieval, se ha incrementado notablemente como consecuencia del extraordinario despegue de la Arqueología Medieval italiana desde comienzos de la década de los setenta del pasado siglo; trabajos destacados, entre un gran número de estudios de enorme calidad técnica y metodológica, son: Pantoni, A., L’acropoli di Montecasino e il primitivo monastero di San Benedetto (Miscellanea Cassinese, 53), Montecassino, 1980; Pani Ermini, L., “Testimonianze archeologiche di monasteri a Roma nell’Alto Medioevo”, Archivio della Società Romana di Storia Patria, 104 (1981), pp. 25-45; Mcclendon, Ch. B., The Imperial Abbey of Farfa. Architectural currents of the Early Middle Ages, New Haven-Londres, 1987; Cantino Wataghin, G., “Monasteri di età longobarda: spunti per una ricerca”, en XXXVI Corsi di Cultura sull’Arte Ravennate e Bizantina, Ravenna, 1989, pp. 73-100; Hodges, R. y Marazzi, F., San Vicenzo al Volturno. Sintesi di Storia e Archeologia, Roma, 1995; Hodges, R., Light in the Dark Ages. 1

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donde la arquitectura y organización espacial de los diversos ámbitos espaciales que configuran un monasterio ofrece numerosos y paradigmáticos ejemplos que constituyen un testimonio inexcusable para cualquiera que quiera acometer el estudio del monacato tardo-antiguo y altomedieval6. La visión del monasterio y sus diversos ámbitos espaciales a partir de los textos

En los orígenes y configuración espacial del monacato tardo-antiguo hispano es necesario mencionar a tres personajes fundamentales: en primer lugar, san Martín de Dumio (510/505-579/580)7, activo promotor de una evangelización8 eminentemente rural con apoyo de la jerarquía católica y de la monarquía militar sueva

The Rise and Fall of San Vincenzo al Volturno, Londres, 1997; Hodges, R., Gibson, S. y Mitchell, J., “The Making of a Monastic City. The Architecture of San Vincenzo al Volturno in the ninth century”, Papers of the British School at Rome, LXV (1997), pp. 233-286; Gelichi, S. y Librenti, M. (eds.), Nonantola I. Ricerche Archeologiche su una grande abadia del alto medioevo italiano, Florencia, 2005; Fentress, E., Goodson, C. J. y Laird, M. I. (eds.), Walls and Memory. The Abbey of San Sebastiano at Alatri (Lazio) from Late Roman Monastery to Renaissance villa and Beyond (Disciplina Monastica, 2), Turnhout, 2005; Valenti, M., “Il complesso abbaziale”, en Farfa. Storia di una fabbrica abbaziale, Fara Sabina, 2006, pp. 33-76; marazzi, F. (ed.), San Vincenzo al Volturno. La vita quotidiana di un monastero medievali vista attraverso il suo reperti, Ripalimosani, 2006; Marazzi, F. y Luciano, A., Iuxta flumen Vulturnum. Gli scavi lungo il fronte fluviale di San Vincenzo al Volturno, Volturnia Edicioni, 2015. 6 La bibliografía sobre monacato en Oriente es vastísima, mencionamos aquí tan sólo algunas obras de referencia con carácter de síntesis: Walters, C. C., Monastic Archaeology in Egypt, Warminster, 1974; Janin, R., Les églises et les monastères des grands centres byzantins. Bithynie, Hellespont, Latros, Galèsios, Trébizonde, Athènes, Thessalonique, París, 1975; Palmer, A. N., Monk and Mason on the Tigris Frontier: The Early History of Tur’Abdin (Cambridge Oriental Publications, 39), Cambridge, 1990; Hirschfeld, Y., The Judean Desert Monasteries in the Byzantine Period, New Haven-Londres, 1992; Meinardus, O. F. A., Monks and Monasteries of the Egyptian Desert, El Cairo, 1992; Bakirtzis, CH., “Byzantine monasteries in Eastern Macedonia and Thrace (Synaxis, Mt Papikion, St John Prodromos Monastery)”, en Mount Athos and Byzantine Monasticism (Papers from the Twenty-eighth Spring Symposium of Byzantine Studies, Birmingham, March 1994), Newcastle, 1996, pp. 48-54; Binns, J., Ascetics and Ambassadors of Christ. The Monasteries of Palestina 314-631, Oxford, 1996; Ward-Perkins, J. B. y Goodchild, R. G., Christian monuments of Cyrenaica, Hertford, 2003; Hull, D., The Archaeology of Monasticism: Society, Landscape and Politics in Late Antiquity Syria, York, 2006. 7 También conocido como Martín de Braga, nació en Panonia (Hungría) y falleció en la ciudad de la que fue obispo metropolitano, la antigua Bracara Augusta. Sobre Martín de Braga siguen siendo fundamentales: Costa, A. J., S. Martinho de Dume (XIV Centenário da sua chegada à Península), Braga, 1950; Fontán, A., “Martín de Braga, un testigo de la tradición clásica y cristiana”, Anuario de Estudios Medievales, 9 (1979), pp. 331-341; López Carreira, A., Martiño de Dumio. A creación d’un reino, Vigo, 2000; Ribeiro Soares, L., A linhagem cultural de S. Martinho de Dume, Lisboa, 1997. 8 Sobre la labor evangelizadora de Martín de Braga: Ferreiro, A., “The Missionary labours of St. Martin of Braga in 6th century Galicia”, Studia Monastica 22 (1981), pp. 11-26; también: López Quiroga, J. y Rodríguez Lovelle, M., “Aux origines monastiques de la Galice intérieure”, Histoire Médiévale et Archéologie, 5 (1992), París, pp. 265-271; Ibid,, “Reflexiones sobre la evolución de la organización diocesana y parroquial en el Norte de Portugal”, Revista Portuguesa de História, 31 (1996), Coimbra, pp. 19-63; López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia. La transformación de las estructuras de poblamiento entre Miño y Duero, A Coruña, 2004; Ibid., “La vertebración eclesiástica del territorio en el Occidente de ‘Hispania’ a partir de la

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galaica, de tipo claramente ortodoxo; los edificios que conformarían este tipo de monasterios se caracterizarían generalmente por el aprovechamiento de estructuras habitacionales y de explotación preexistentes9, como en el caso de Dumio10, en el suburbium de Braga, en estrecha relación con la propiedad de bienes y personas; en segundo lugar san Fructuoso de Braga11, quien impulsó igualmente una evangelización rural, pero en este caso mayoritariamente en ‘nuevos espacios’12, marcada por una fuerte heterodoxia; los monasterios impulsados por san Fructuoso no neimagen ofrecida por el ‘Parroquial Suevo”, en Brandt, O., Cresci, S., López Quiroga, J. y Pappalardo, C. (eds.), Ciuitas, Episcopus, Territorium (Acta XV Congressvs Internationalis Archaeologicae Christianae, Studi di Antichità Cristiana LXV), Ciudad del Vaticano, 2013, pp. 463-482. 9 Para la Galia, y muy útil para Hispania, continúa siendo una referencia: Percival, J., “Villas and Monasteries in Late Roman Gaul”, Journal of Ecclesiastical History, 48/1 (1997), pp. 1-21; también: Lewit, T., “Vanishing villas: what happened to élite rural habitation in the West in the 5th-6th c?”, Journal of Roman Archaeology, 16 (2003), pp. 260-274; Knight, J., “From Villa to Monastery: Llandough in Context”, MA, 49 (2005), pp. 93-107; Bowes, K., “Building Sacred Landscapes: Villas and Cult”, en Villas Tardo-antiguas en el Mediterráneo Occidental (Anejos de AEspA, XXXIX), Madrid, 2006, pp. 73-95. Una visión hipercrítica, no carente de razón en su momento para el contexto historiográfico hispano, respecto a la cuestión del reaprovechamiento de antiguos asentamientos rurales romanos para la construcción de edificios y complejos cultuales cristianos en: Arce, J., “Las villae romanas no son monasterios”, Archivo Español de Arqueología, 65 (1992), pp. 323-330. 10 D umio constituye un caso singular en el monacato hispano, pues aunque no se aparta sustancialmente de otros monasterios en lo que a su lugar de emplazamiento se refiere (sobre los restos de un antiguo asentamiento rural romano tipo villae), sí en lo referente a su status, ya que además de monasterio (se han excavado los restos de un edificio de culto, de considerables dimensiones, del siglo vi, reedificado a fundamentis y ampliado en época altomedieval –siglo x– bajo la actual iglesia parroquial y extendiéndose por su atrio, monasterio del que fue monje y luego abad san Martín de Dumio) ostentó también la condición de obispado, siendo el propio san Martín obispo-abad del mismo (al tiempo que obispo metropolitano de la sede bracarense). Para la síntesis de las evidencias arqueológicas más recientes sobre el monasterio de Dumio: Fontes, L. O., A Basílica Sueva de Dume e o túmulo dito de São Martinho, Braga-Dumio, 2006; Ibid., “A Igreja Sueva de São Martinho de Dume. Arquitetura cristã antiga de Braga e da Antiguidade Tardia do noroeste de Portugal”, en O Mosaico na Antiguidade Tardia (Revista de História da Arte, 6, 2008), Braga, pp. 163-183. Véase también: López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…, op. cit. 11 Se ignora su fecha exacta de nacimiento que se sitúa entre finales del siglo vi y comienzos del vii, su muerte tuvo lugar el 16 de abril del 665 en la ciudad de Braga, de la que, como en el caso de Martín de Dumio, fue obispo metropolitano. Sobre su vida, actividad monástica y episcopal son de obligada consulta y referencia: Martins, M., O Monacato de São Frutuoso de Braga, Coimbra, 1950; Díaz Y Díaz, M. C., La vida de San Fructuoso de Braga (estudio y edición crítica), Braga, 1974. 12 Sobre las formas de ocupación y las características de los asentamientos que podrían asimilarse a este tipo de poblamiento en áreas y sectores no ocupados anteriormente y al margen del sistema de poblamiento ‘tradicional’, es decir, el heredado de época romana y aún vigente prácticamente durante toda la tardoantigüedad en Hispania: López Quiroga, J. y Rodríguez Lovelle, M., “Un modelo de análisis del poblamiento rural en el valle del Duero entre los siglos viii-xi a partir de un espacio macro-regional: las tierras gallego-portuguesas”, Anuario de Estudios Medievales, 27/2 (1997), pp. 687-748; López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…., op. cit; Ibid., “Después del ‘final’ de las villae entre el Miño y el Duero (siglos vii-x): ‘comunidades fructuosianas’, hábitat rupestre y aldeas”, en López Quiroga, J., Lopes, M. C. y Fernández Ochoa, C. (coords.), Formas de ocupación rural en la ‘Gallaecia’ y en la ‘Lusitana’ durante la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media (Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 31-32, 2005-2006), pp. 219-246. También: Díaz Martínez, P. C., “Comunidades monásticas y comunidades campesinas en la España visigoda”, en Los Visigodos. Historia y civilización (Antigüedad y Cristianismo III), Murcia, 1987, pp. 189-196.

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cesariamente se implantarían sobre asentamientos previos, situándose por tanto al margen de la red de poblamiento existente13; y, por último, san Isidoro de Sevilla (circa 556-636)14, inspirador de una estricta uniformidad, en la ortodoxia, con la instauración de una regla de fuerte implantación urbana y rural, bajo la égida de la jerarquía católica y la monarquía goda hispana; la regla isidoriana, aunque aplicable a monasterios fundados ex novo, se supone que influiría igualmente en la reforma y/o transformación de no pocos de los ya existentes, adaptando su arquitectura a la misma15. En los tres casos estamos en presencia de lo que podríamos denominar ‘obispos-constructores’16, no en la ciudad sino en el suburbium y el territorium, obviamente no siempre de una forma directa, pero que con sus reglas, su actividad episcopal y, en el caso de Martín de Dumio y Fructuoso de Braga, evangelizadora han promovido e instigado la construcción de numerosos monasterios en amplios sectores de la geografía peninsular17.  on la clara excepción de la primera de las fundaciones de san Fructuoso, el monasterio de Compludo, en El C Bierzo, en terrenos propiedad del propio Fructuoso o de su familia, concretamente de su padre, que había sido dux de dicha región: López Quiroga, J., “Actividad monástica y acción política en Fructuoso de Braga”, Hispania Sacra , vol. 54, nº 109 (2002), pp. 7-22. Sobre el monasterio de Compludo: López Quiroga, J. y martínez tejera, A. M., “Un ‘monasterium’ fructuosiano por descubrir: el de Compludo, en El Bierzo (prov. de León)”, Argutorio, Año 9, 18 (2007), pp. 43-47. 14 Respecto al conocido como santo hispalense (que fue arzobispo de Sevilla entre el 599 y el 636), y aunque pudo haber sido originario de Cartagena, de donde procedía en todo caso su familia (se postula su ascendencia hispano-goda, hispano-romano por parte de padre y godo por su madre, a quien se emparenta lejanamente con la realeza goda) la bibliografía es inmensa, entre la misma cabe señalar: Madoz, J., San Isidoro de Sevilla, semblanza de su personalidad literaria, León, 1960; Pérez De Urbel, F. J., San Isidoro de Sevilla: su vida, su obra y su tiempo, León, 1995; Fontaine, J., Isidoro de Sevilla: génesis y originalidad de la cultura hispánica en tiempo de los visigodos, Turnhout, 2000. 15 Ello a pesar de que los monasterios hispanos no se regirían por una única regla común hasta el siglo xi, siéndolo hasta ese momento el Codex Regularum. 16 ‘Obispos-constructores’ y ‘reconstructores’, como lo fue san Genadio, en El Bierzo, heredero directo de san Fructuoso y Valerio, pues los tres están vinculados al monasterio de san Pedro de Montes, siendo además fundador del de Santiago de Peñalba. Sobre san Genadio: Martínez Tejera, A. M., “San Genadio: cenobita, obispo de Astorga y anacoreta (¿865-936?)”, Argutorio (2003), pp. 20-22; Ibid., La ecclesia de Santiago de Peñalba (El Bierzo, León). Arquitectura de Fusión del siglo X en el antiguo reino de León, Madrid 2010, pp. 27-49. 17 En relación a la intervención del obispo en la construcción de conjuntos monumentales en el suburbium y con carácter general para Occidente: Fiocchi Nicolai, V., “Interventi monumentali dei vescovi nelle aree suburbane delle città dell’Occidente (iii-vi secolo)”, en Brand, O., Cresci, S., López Quiroga, J. y Pappalardo, C. (eds.), Ciuitas, Episcopus, Territorium…, op.cit., 2013, pp. 213-235; en lo que respecta al territorium en Occidente: Cantino Watagin, G., “Vescovi e territorio: l’Occidente tra iv e vi secolo”, en Brand, O., Cresci, S., López Quiroga, J. y Pappalardo, C. (eds.), Ciuitas, Episcopus, Territorium…op.cit., 2013, pp. 431-463; para Hispania: López Quiroga, J., “La vertebración eclesiástica del territorio en el Occidente de ‘Hispania’…”, op. cit., 2013, pp. 463-482. Para la relación entre obispo y monacato en Oriente: Zanini, E., “Vescovi e monaci nell’Oriente tardoantico e protobizantino: una riflessione metodologica”, en Brand, O., Cresci, S., López Quiroga, J. y Pappalardo, C. (eds.), Ciuitas, Episcopus, Territorium…op.cit., 2013, pp. 1063-1080; para Hispania: Martínez Tejera, A. M., “Obispo y Monasterios en Hispania durante la Antigüedad Tardía (siglos iv-vii). Huellas documentales y arqueológicas de una relación”, en Brand, O., Cresci, S., López Quiroga, J. y Pappalardo, C. (eds.), Ciuitas, Episcopus, Territorium…op.cit., 2013, pp. 1109-1140. 13

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Veamos ahora, brevemente, cómo san Isidoro y san Fructuoso describen la organización espacial interna de lo que ellos consideran un espacio monástico en el siglo vii18. En la Regula Monachorum de san Isidoro de Sevilla (cuya fecha de elaboración se sitúa entre el 615 y 619)19 se hace referencia: al aislamiento del recinto monástico con un muro o cerca (en piedra o de madera) con una única puerta para acceder al huerto, que también estaría dentro del recinto; se menciona la existencia de un dormitorio para los monjes junto a la iglesia estrictamente monástica (con la sacristía anexa, aunque conformando otro ámbito espacial destinado a la custodia de los ornamentos litúrgicos, libros y otros objetos de valor), una despensa al lado del refectorio (espacio destinado a servir de comedor, con mesas ocupadas por 10 monjes, y su probable lugar de reunión 3 veces por semana), la enfermería alejada del dormitorio común de los monjes, formando parte de un espacio en el que también estaría el abad, un edificio destinado a almacén (donde se guardarían los víveres necesarios para el sustento de la comunidad monástica), junto a la cocina (espacio donde se fabricaba el pan con la harina proporcionada por los siervos encargados de moler el grano). Fuera del recinto monástico cercado (exteriorum claustrorum) señala san Isidoro que se ubicarían diversos edificios habitacionales y productivos destinados a los laicos (los siervos de la comunidad), además de un albergue u hospicio (lugar de actividad de los conversos antes de entrar a formar parte de la comunidad). Es de suponer que existirían dos áreas funerarias perfectamente delimitadas y separadas20: la de los monjes y la correspondiente a los laicos  ropuestas, relativamente recientes, intentando acomodar lo descrito en las Reglas a la realidad arquitectónica P que evidencian estos edificios en: Maciel, M. J., As “Regulae Monachorum” e a Arquitetura dos Mosteiros na Antiguidade Tardia, Oporto, 1998; Martínez Tejera, A. M., “Los monasterios hispanos (siglos v-vii). Una aproximación a su arquitectura a través de las fuentes literarias”, en I Jornadas Internacionales “Los Visigodos y su mundo” (Ateneo de Madrid, Sección de Ciencias Históricas, 1990) (Arqueología, Paleontología y Etnografía nº 4), Madrid 1997, pp. 117-125; Bango Torviso, I. G., “El monasterio hispano. Los textos como aproximación a su topografía y a la función de sus dependencias”, en Lacarra, M. C. (coord.), Los monasterios aragoneses, Zaragoza, 1999, pp. 7-24. 19 Ediciones y traducciones de la Regula Monachorum en: Holstenius, L. y Brockie, M., Codex Regularum, Ausburgo, 1759, pp. 188-197; Patrologia Latina, vol. 83, col. 867-894; Campos Ruiz, J. San Leandro, San Isidoro, San Fructuoso. Reglas monásticas de la España visigoda, Madrid, 1971, pp. 79-125; Karl Suso, F. Hispanische Klosterregeln. Leander von Sevilla: Brief und Regel für Florentina, Isidor von Sevilla: Mönchsregel, St. Ottilien, 2011. 20 Suposición que deriva del hecho de que en las propias reglas se hace mención de espacios separados para monjes, conversos (en el caso de la regla fructuosiana) y laicos. Otra cosa muy diferente es la realidad de aplicación de dicha norma, pues las áreas funerarias evidencian en el registro arqueológico una aparente ausencia de separación en lo que al enterramiento se refiere. Algo por otra parte frecuente, como se verifica en el sistemático incumplimiento del canon XVIII del I Concilio de Braga (561): Martínez Tejera, A. M., “De nuevo sobre áreas ceremoniales y espacios arquitectónicos intermedios en los edificios hispanos (ss. iv-x): atrio y pórtico”, Boletín de Arqueología Medieval, 7 (1993), pp. 163-215; López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M., “De corporibus defunctorum. Lectura histórico-arqueológica del canon XVIII del I Concilio de Braga (561) y su re18

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(hombres, mujeres y niños) que servían a la comunidad monástica. Del mismo modo debemos sospechar la existencia de, al menos, dos iglesias21: la destinada únicamente a los monjes y la dedicada a la cura animarum (para los laicos dependientes del monasterio). En lo que respecta a la Regula Communis redactada por san Fructuoso en torno al 64622, fecha de la fundación del monasterio berciano de Compludo, y escrita precisamente para dicho complejo monástico, se menciona también la existencia de un espacio acotado y delimitado por una cerca, muro o empalizada (pétrea o de madera). En el interior de este recinto se ubicaría la iglesia monástica, próximos a ella los dormitorios de los monjes, distribuidos en decanías (para cada diez monjes), a cierta distancias unos de otros (estaríamos por tanto en presencia de diversos edificios), y un ámbito específico destinado a los monjes ancianos (que conformaría otro edificio diferente), un refectorio común, también organizado en decanías, y con lugar central para el monje dedicado a la lectura, habría igualmente edificios de almacenamiento (apenas descritos por san Fructuoso, pues se hace mención únicamente a depósitos para guardar los útiles de trabajo y la ropa), y existirían además espacios de reclusión (ergastula) para los monjes que no cumplan la regla (donde podrían permanecen por un período de hasta seis meses). Fuera del recinto tendríamos el huerto y el jardín (a los que el monje accede con permiso expreso del abad), los edificios para los huéspedes y los viajeros (espacios a donde podía acudir el abad), las celdas para los conversos (en donde podían permanecer durante un año, tiempo de preparación previo a su integración en la comunidad de monjes), los establos y los corrales para el ganado, así como las viviendas para los siervos del monasterio. Como en la regla isidoriana, no se habla de diferentes centros de culto (para monjes y laicos), pero debemos presumir su existencia, al igual que la de espacios funerarios distintos para ambos colectivos. A partir de la imagen proporcionada por las reglas monásticas23 se han hecho algunas propuestas meramente hipotéticas, sobre cómo podría ser un monasterio percusión en la arquitectura hispana de la Antigüedad Tardía”, en López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M. (eds.), Morir en el Mediterráneo Medieval (Archaeological Studies on Late Antiquity and Early Medieval Europe, 400-1000 AD, Proceedings 3), Oxford, 2009, pp. 153-182. 21 Ibid. En lo que respecta a los edificios cultuales es necesario recordar, no obstante, que los textos conciliares y monásticos hablan del espacio extra chorus como un lugar para los fieles y que, incluso, la Regula Communis habla de iglesias con dos coros: Martínez Tejera, A. M., “El contraábside en la ‘Arquitectura de Repoblación: el grupo castellano-leonés’”, en III Curso de Cultura Medieval, “Repoblación y Reconquista”, Aguilar de Campoo, 1993, pp. 149-161. 22 Ediciones y traducciones de la Regula Communis en: Patrologia Latina, vol. 87, col. 1109- 1109D-1127A; Lucas Holstenius, Codex Regularum monasticarum, Augsburgo, 1759, pp. 208-219; Barlow, C. W., Iberian Fathers, vol. 2 (The Fathers of the Church, vol. 63), Washington DC , 1969, pp. 176-206; Campos Ruiz, J. San Leandro, San Isidoro, San Fructuoso. Reglas monásticas de la España visigoda, Madrid, 1971, pp. 172-208.

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altomedieval24. Se trata de imágenes idealizadas que intentan recrear lo descrito en las reglas25, aunque sin contar con apoyo material que las sustente y de escasa operatividad tanto en un plano teórico como práctico26. Mucho más real, pues se basa en los datos proporcionados por el registro arqueológico, y en lo que respecta al ámbito hispano, es la reconstrucción propuesta para el monasterio de Santa María de Melque (sobre el que volveremos) (Fig. 1), y en lo referente a la relación del edificio cultual con las áreas funerarias, para la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media, la propuesta de Martínez Tejera (Fig. 2)27.

Fig. 1. Santa María de Melque (Toledo). Fase 1B: reconstrucción de la iglesia con la posible torre, muros divisorios y muralla, según L. Caballero Zoreda y F. J. Moreno Martín

Ateniéndonos a las menciones documentales de monasterios en los textos de los siglos vi y vii se observa una disminución en su número según autores y su contexto historiográfico (Fig. 3). Vemos así que en

Una visión general, aunque de gran utilidad, sobre las posibilidades de las reglas monásticas occidentales en relación a la topografía de estos complejos en: Bonnerue, “Éléments de topographie historiques dans les règles monastiques occidentales”, Studia Monastica, 37 (1995), pp. 55-77. 24 Bango Torviso, I. G., “La imagen del monasterio hispano. Algunas reflexiones sobre su estructura y significado”, en El monacato en los Reinos de León y Castilla (siglos vii-xiii) (Actas del X Congreso de Estudios Medievales, León, 26-29 septiembre 2005), León, 2007, pp. 175-212. 25 Y la información contenida en las Actas Conciliares, como intentó Puertas Tricas en un trabajo pionero para la época: Puertas, R., “Terminología arqueológica en los concilios hispano-romanos y visigodos”, en Actas de la I Reunión de Arqueología Paleocristiana Hispana (Vitoria, 1966), Vitoria, 1967, pp. 1999-221. Véase más recientemente: Martínez Tejera, A. M., “Los monasterios hispanos (siglos v-vii). Una aproximación a su arquitectura a través de las fuentes literarias”…, op. cit., Ibid., “La realidad material de los monasterios y cenobios rupestres hispanos…”, op. cit.; Ibid., “El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania: organización y dependencias…”, op. cit.; López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M., “De corporibus defunctorum. Lectura histórico-arqueológica del canon XVIII del I Concilio de Braga…”, op. cit. 26 En el caso, entre otras propuestas, del denominado ‘monasterio-atrio’ hispano: Bango Torviso, I. G., Arte prerrománico hispano. El arte en la España cristiana de los siglos vi al xi (Summa Artis. Historia general del Arte), vol. VIII-II, Madrid, 2001, p. 212. 27 Martínez Tejera, A. M., La ecclesia de Santiago de Peñalba…, op. cit., Fig. 27. 23

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Fig. 2. El edificio tardoantiguo y altomedieval y su relación con los enterramientos, según A. M. Martínez Tejera

Fig. 3. Monasterios mencionados en los textos entre los siglos vi y vii, según Pérez de Urbel, Linage Conde y Puertas Tricas

los años treinta del siglo pasado se hacia referencia a más de una cuarentena de monasterios para el conjunto de Hispania, mientras que en la primera mitad de los años setenta del siglo xx esta cifra desciende a prácticamente la mitad, situándose en torno a una veintena de monasterios. Debemos tener en cuenta a la hora de valorar estas cifras, y ello no es baladí, que Linage Conde se centró en el estudio del monacato benedictino en la Península Ibérica28, y Puertas Tricas focalizó su atención en un tipo de edilicia monástica muy concreta29, mientras que Pérez de Urbel hablaba de todo tipo de monasterios30.  inage Conde, A., Los orígenes del monacato benedictino en la Península Ibérica. Monasticon Hispanum (398L 1109), León, 1973. 29 Puertas Tricas, R., Iglesias hispánicas (siglos iv al viii). Testimonios literarios, Madrid, 1975. 30 Pérez De Urbel, J., Los monjes españoles en la Edad Media, Madrid, 1933. Véase también: Ibid., El monasterio en la vida española de la Edad Media, Barcelona, 1942. 28

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Algo más de una veintena, concretamente 27, son los monasterios que ubicamos geográficamente, en un trabajo conjunto con Martínez Tejera, entre los siglos v y x a partir de la documentación escrita (Fig. 4)31. Corresponden el mayor número de ellos a la Gallaecia (8), seguida por la Cartaginense (7), la Tarraconense (5), la Lusitania (4) y la Betica (4). Cifras que la evidencia arqueológica confirma en no pocos casos (especialmente en lo referente a ámbitos urbanos episcopales) y se incrementan notablemente en otros, como es el caso de la Lusitania y las Islas Baleares, aunque ello no sea obviamente el resultado de una realidad histórica, sino tan sólo el reflejo de la intensidad de la actividad arqueológica en unas zonas y su escasez o inexistencia en otras. Algo que es igualmente válido, en lo que respecta a la evidencia material, para los siglos viii al x, a lo que se añadiría la sinonimia que la documentación altomedieval aplica a los términos monasterium y ecclessia, lo que sin duda escondería una diferenciación sustancial de tipo jurídico (ligada a la propiedad del propio edificio y los espacios circundantes, más o menos próximos),

Fig. 4. Espacios monásticos y/o cenobíticos en Hispania (siglos V-X), según A. M. Martínez Tejera y J. L. Quiroga

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Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Más allá de ciudades y villas en la Antigüedad Tardía hispana. Monasteria et coenobia (siglos v-vii)”, en López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M., “Otro ladrillo en el muro”. Estudios sobre la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media en Hispania, Madrid, en prensa.

Monasterios altomedievales hispanos. Lugares de emplazamiento y ordenación de sus espacios

pero que en lo referente a su materialidad, arquitectura y organización espacial interna no ofrecería significativas diferencias32. La realidad material de los espacios monásticos hispanos a partir de la arqueología

Abordemos ahora los datos proporcionados por el registro arqueológico, aunque lo haremos únicamente a través de algunos ejemplos seleccionados, no solamente por su ejemplaridad, sino por los interrogantes y problemas de diverso tipo que nos plantean, debiendo hacerlo por razones de espacio de forma forzosamente breve, a pesar de que cada uno de ellos daría para abordarlo de forma monográfica, como así ha sido realizado en su momento por parte de diversos autores. El Bovalar (Lérida), en la provincia Tarraconense (Fig. 5)33, muestra para finales del siglo v e inicios del vi una configuración espacial con diversos ambientes habitacionales y productivos (se han documentado restos de un molino de vid o aceite de uso comunal) esencialmente al Sureste (y en menor medida al noroeste) de un espacio cultual, todo ello englobado dentro de un recinto (del que hay evidencias al Sureste del conjunto), que recuerda, en disposición formal y estructura organizativa, a lo que se observa en muchos monasterios orientales, particularmente en la provincia de Palestina Tertia y en la Arabia bizantina (territorio de la actual Jordania) y que se denominan como ‘monasterios-agrícolas’34. El elemento religioso, en este caso de carácter monástico, es el que daría unidad al conjunto y aglutinaría a una comunidad no sólo compuesta de monjes, sino también de laicos dependientes y vinculados con los primeros, que conforma un asentamiento que no estaría muy lejos de lo que también conocemos para la vecina Siria, como es el caso de Deir Déhès (siglo vi)35, donde se constata igualmente la existencia de un molino de uso  ara la visión, y las limitaciones, que los textos nos ofrecen respecto a la arquitectura monástica: Martínez P Tejera, A. M., “Los monasterios hispanos (siglos v-vii). Una aproximación a su arquitectura a través de las fuentes literarias”…, op. cit.; véase con carácter más general: Dey, H., “Building worlds apart. Walls and the construction of communal monasticism from Augustine trough Benedict”, Antiquite Tardive, 11 (2005), pp. 357-371. 33 Palol Salellas, P. de, “Las excavaciones del conjunto de ‘El Bovalar’, Serós (Segrià, Lérida) y el reino de Akhila”, en Los Visigodos. Historia y Civilización (Antigüedad y Cristianismo, III), Murcia, 1986, pp. 513-525; Ibid, El Bovalar (Serós, Segrià). Conjunt d’època paleocristiana y visigótica, Lérida, 1989; Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”, en López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M., “Otro ladrillo en el muro”. Estudios sobre la Antigüedad Tardía y la alta Edad Media…, op. cit. 34 Hamarneh, B., Topografia cristiana ed insediamenti rurali nel territorio dell’odierna Giordania nelle epoche bizantina ed islamica: v-ix secolo, Ciudad del Vaticano, 2003; Ibid., “Monasteries in Rural Context in Byzantine Arabia and Palestina Tertia: A Reassessment”, en Christ is Here (Studies in Biblical and Christian Archaeology in Memory of Fr. Michele Piccirillo), Jerusalén, 2012, pp. 257-296. 35 Biscop, J. L., Deir Déhès. Monastère d’Antiochène. Étude Architecturale, Beirut, 1997. 32

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Fig. 5. Planta del complejo cultual cristiano y asentamiento rural del Bovalar (Seròs, Lérida), según P. de Palol Salellas

comunitario. A este carácter de ‘monasterio-agrícola’, y sin ser en absoluto excluyente, se uniría el de probable lugar de peregrinación, como así parecen indicarlo la riqueza de su mobiliario litúrgico y la presencia de enterramientos privilegiados en la cámara sur de la ecclessia, junto al sanctuarium altaris36. Añadamos que ‘El Bovalar’, aunque lejos de la Gallaecia, podría conformar un tipo de asentamiento monástico y complejo cultual cristiano, como los que san Martín de Dumio promovió y fundó en esta provincia; comenzando por el que construyó en tierras de su propiedad, en el suburbium de Braga, y concretamente en la actual localidad de Dumio37. Por tanto, no se trataría de fundaciones ex novo, sino de construcciones que aprovechan y readaptan estructuras previas.  alol Salellas, P. de, El Bovalar (Serós, Segrià)..., op. cit.; véase también: Martínez Tejera, A. M. y López P Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”…, op. cit. 37 Fontes, L. O., A Basílica Sueva de Dume..., op. cit.; Ibid., “A Igreja Sueva de São Martinho de Dume...”, op. cit.; López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…, op. cit. 36

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Hablábamos al comienzo de tres personajes claves en el origen y desarrollo del monacato tardo-antiguo y altomedieval hispano y, precisamente, el tipo de monacato impulsado por uno de ellos, san Fructuoso de Braga, podría explicar la realidad material, comenzando por el propio lugar de emplazamiento y continuando por su organización espacial, de lugares tradicionalmente vinculados con lo que se ha venido denominando tradicionalmente como ‘eremitismo rupestre’38. Muchos son los estereotipos y tópicos existentes sobre el fenómeno eremítico que no podemos abordar aquí, uno de ellos la necesaria, y a menudo mal tratada, cuestión del carácter monástico o cenobítico de estos singulares conjuntos39. En propiedad, y como es bien sabido, lo monástico hace referencia a la experiencia monástica individual, mientras que lo cenobítico se refiere a la vida monástica en común, para la que se establecen reglas de convivencia y otras disposiciones que atañen a la vida cotidiana de sus miembros40. Se trata generalmente de espacios monásticos de carácter individual y sencillos en su arquitectura, aunque la ausencia de complejidad constructiva no sea un indicativo de simpleza o marginalidad (como en ocasiones se ha defendido), caso del de Cueva Andrés’ (en Quintanar de la Sierra, Burgos) (Fig. 6)41: un espacio de culto individual y anexo al mismo un ámbito habitacional y doméstico del mismo tipo, que ha sido interpretado como una celda-oratorio42; o el de ‘Las Gobas’ (en la cuenca de Treviño, Álava) (Fig. 7)43, que muestra una configuración espacial no muy diferente, un complejo formado por 13 cuevas, con funcionalidades diversas: dos destinadas a espacios cultuales (con contra-ábside), nueve para uso individual (probables celdas, alguna de tan sólo seis metros cuadrados), una cueva-nicho y  ópez Quiroga, J. y Rodríguez Lovelle, M. “Un modelo de análisis del poblamiento rural en el valle del L Duero entre los siglos viii-xi…”, op. cit.; López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…, op.cit; Ibid., “Después del ‘final’ de las villae entre el Miño y el Duero…”, op. cit. 39 V  éase fundamentalmente: Martínez Tejera, A. M., “El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania: Organización y dependencias de un espacio elitista en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media…”, op. cit.; también: Díaz Martínez, P. C., “Ascesis y monacato en la Península Ibérica antes del siglo vi”, en Actas del Primer Congreso Peninsular de Historia Antigua, Santiago de Compostela, 1988, pp. 205-225; y como referencia ineludible: Díaz y Díaz, M. C., “El eremitismo en la España visigótica”, Revista Portuguesa de História, VI (1955), pp. 217-237; Ibid., “La vida eremítica en el Reino Visigodo”, en España Eremítica (Actas de la VI Semana de Estudios Monásticos, Abadía de San Salvador de Leyre, 1963), 1970, Pamplona, pp. 49-62. 40 Martínez Tejera, A. M., “El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania…, op. cit. 41 Padilla Lapuente, J. I., Yacimiento Arqueológico de Cuyacabras: Despoblado, Iglesia y necrópolis; Eremitorio de Cueva Andrés: Quintanar de la Sierra (Burgos), Barcelona, 2003; Padilla Lapuente, J. I. y Rueda, K. A., “El despoblado altomedieval de Cuyacabras (Burgos): realidad, principios y argumentos”, Acta Historia et Archaeologica Mediaevalia, 29 (2008), pp. 575-604. 42 M  artínez Tejera, A. M., “La realidad material de los monasterios y cenobios rupestres hispanos (siglos v-x)”, en Monjes y monasterios Hispanos en la Alta Edad Media, Aguilar de Campoo, 2006, pp. 59-97. 43 Azkárate Garai-Olaún, A. y Solaún Bustinza, J. L., “Excavaciones arqueológicas en el exterior de los conjuntos rupestres de Las Gobas (Laño, Burgos)”, Archivo Español de Arqueología, 81 (2008), pp. 133-149. 38

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Fig. 6. Reconstrucción del eremitorio de Cueva Andrés (Quintanar de la Sierra, Burgos), según J. I. Padilla Lapuente

Fig. 7. Conjunto rupestre de ‘Las Gobas’ (Álava), según A. Azkárate Garai-Olaún y J. L. Solaún Bustinza

otra cueva-almacén o refugio, fechándose alguno de esos espacios entre finales del siglo vi y finales del vii. Pero no olvidemos que, con independencia de la presencia de un lugar de culto, que sin duda cohesiona todo el conjunto, estamos hablando de asentamientos, de comunidades rurales que no están compuestas única y exclusivamente por monjes en sentido estricto, estamos en presencia de ‘comunidades aldeanas’44. Sirva como ejemplo de que no estamos únicamente en presencia de monjes en sentido estricto el enterramiento de un bebé hallado, precisamente, en el nivel de uso de uno de los espacios cultuales de ‘Las Gobas’45; o el localizado justo delante de la capilla central excavada en la roca en San Pedro de Rocas (en Esgos, Ourense)46, en el extremo occidental de Hispania, en la Gallaecia. Comunidades  studio pionero en su momento, para Hispania, en lo que a una visión renovada del monacato se refiere la enE contramos en la obra de: Díaz Martínez, P. C., Formas económica y sociales en el monacato visigodo, Salamanca, 1987; también: Ibid., “Monacato y sociedad en la Hispania Visigoda”, Codex Aqvilarensis, 2 (1989), pp. 47-64. Véase también: López Quiroga, J. y Rodríguez Lovelle, M., “Un modelo de análisis del poblamiento rural en el valle del Duero entre los siglos viii-xi…”, op. cit.; Ibid., “L’habitat dispersé de la Galice et du Nord du Portugal entre le ve et le xe siècle: essaie d’interprétation à partir de l’analyse micro et macro-régional”, en Cursente, B. (ed.), L’habitat dispersée dans l’Europe Médiévale et Moderne, Toulouse, 1999, pp. 97-119; López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…, op.cit; Ibid., “Después del ‘final’ de las villae entre el Miño y el Duero…”, op. cit.; Álvaro, K. y Padilla, J. I., “Arquitectura religiosa y necrópolis rupestres entre el alto Arlanza y la cabecera del Duero (siglos ix-xi)”, Hortus, Artium Medievalium, 18/2 (2012), pp. 445-458. 45 Azkárate Garai-Olaun, A. y Solaún Bustinza, J. L., “Excavaciones arqueológicas en el exterior de los conjuntos rupestres de Las Gobas…”, op. cit. 46 López Quiroga, J., Arqueología del mundo funerario en la Península Ibérica, Madrid, 2010. 44

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mixtas, coexistiendo y compartiendo ámbitos habitacionales, productivos y cultuales, ‘comunidades aldeanas’ en definitiva47. El emplazamientos topográfico es, en lo referente a los denominados como espacios cultuales cristianos rupestres, muy característico en lo que respecta al aprovechamiento al límite de la orografía montañosa y los roquedos, pero no se definen por su ‘asilamiento’ o la ‘huida al desierto’, como se ha señalado equivocadamente en no pocas ocasiones, puesto que se ubican no en espacios incomunicados, al margen de cualquier vía de comunicación, sino más bien lo contrario48. Como en el caso de ‘Cueva Andrés’ o en ‘Las Gobas’, la existencia de un espacio monástico individual puede dar lugar, o ser el punto de arranque, de la configuración de un ambiente cenobítico de tipo comunitario sometido a una normativa escrita y a una autoridad49, es el caso de San Millán de Suso (La Rioja)50, conformando en el siglo vi un conjunto de espacios de trabajo, vivienda y culto de carácter individual, y transformándose en el siglo x (la iglesia es consagrada en el 984) en un cenobio de vida monástica comunitaria; o el primer conjunto monástico de Arcavica (Segovia)51, el Servitano, surgido igualmente a partir de un espacio monástico individual52 configurado por el norteafricano Donato, con un pequeño oratorium (utilizado como iglesia y sala de reuniones) en torno al cual, tras su muerte entre el 580-584, se acabaría desarrollando un área funeraria ad sanctos, y posteriormente, ya a mediados o finales del siglo vii, tendría lugar la construcción, no en el mismo lugar sino a unos metros de distancia y en un terreno donado por una noble goda, de un conjunto de edificios, ahora de carácter monumental, con  ópez Quiroga, J. y Rodríguez Lovelle, M. “Un modelo de análisis del poblamiento rural en el valle del L Duero entre los siglos viii-xi…”, op. cit.; Ibid., “L’habitat dispersé de la Galice et du Nord du Portugal entre le ve et le xe siècle …”, op. cit., López Quiroga, J., El final de la Antigüedad en la Gallaecia…, op. cit; Ibid., “Después del ‘final’ de las villae entre el Miño y el Duero…”, op. cit. 48 Sobre la edilicia de tipo rupestre en la Península Ibérica con reflexiones metodológicas, propuestas interpretativas y una amplia bibliografía véase: López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M., “La edilicia rupestre en la Península Ibérica (siglos vi-xi): Observaciones sobre cuestiones de metodología, interpretación y líneas de investigación”, en López Quiroga, J. y Martínez Tejera, A. M. (eds.), In concavis petrarum habitaverunt. La edilicia rupestre en el Mediterráneo Medieval. De la investigación a la puesta en valor (Archaeological Studies on Late Antiquity and Early Medieval Europe, 400-1000 AD, Proceedings 4), Oxford, 2004, pp. 6-17. 49 En la versión fructuosiana estricta originaria o posteriormente en su más laxa adaptación recogida en la Regula Communis y el denominado ‘pactualismo monástico’, prolijamente reflejado en la documentación altomedieval hispana. 50 Monreal Jimeno, L. A., “San Millán de Suso. Aportaciones sobre las primeras etapas del cenobio emilianense”, Príncipe de Viana, 49/183 (1988), pp. 70-96. 51 Morín de Pablos, J. y Barroso Cabrera, R., “El monasterio Servitano. Auge y caída de un cenobio visigodo”, Codex Aquilarensis, 19 (2003), pp. 9-25; López Quiroga, J., Arqueología funeraria en la Península Ibérica…, op. cit. 52 No queremos dejar de mencionar, aunque sea brevemente, a san Victoriano (siglo vi), pues el eremitorio por él construido en Asán (Huesca), en la Tarraconense, luego convertido en cenobio surge a su alrededor al tratarse de un eremita. 47

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diversos espacios que se han interpretado como celdas individuales de monjes en la más pura tradición oriental importada por el propio Donato a Hispania (Fig. 8)53. Si los ejemplos anteriores nos ofrecían emplazamientos característicos aprovechando grandes roquedos, encaramados en lo alto utilizando y reaprovechando cuevas naturales y la propia roca como material de construcción, adaptándolas a espacios de uso cultual, habitacional y funerario, en el caso del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)54 nos encontramos ante una topografía no menos singular y espectacular, que ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones y explicaciones: un cerro con una orografía imponente, una amplia visibilidad territorial y, en ello se insiste, estratégicamente situado55. No en vano una parte de dicho cerro, conocida como la acrópolis, ha sido ocupado en época ibérica y romana, siendo objeto de

Fig. 8. Planta del monasterio Servitano (en su segunda fase), según J. Morín de Pablos y R. Barroso Cabrera

Morín De Pablos, J. y Barroso Cabrera, R., “El monasterio Servitano…”, op. cit. Gutiérrez Lloret, S. y Sarabia Bautista, J., “L’episcopio del Tolmo de Minateda (Albacete, España). Architettura e funzione degli ambiente tra la fine del vi e l’inizio dell’viii secolo”, en Pensabene, P. y Sfameni, C. (a cura di), La villa restaurata e i nuovi studi sull’edilizia residenziali tardoantica, Bari, 2014, pp. 213-225; Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”,…, op. cit. 55 Gutiérrez Lloret, S. y Grau Mira, I., “El territorio tardo-antiguo y altomedieval en el sureste de Hispania: Eio-Yyyuh como caso de estudio”, en Caballero Zoreda, L., Mateos Cruz, P. y Cordero Ruiz, T. (eds.), Visigodos y Omeyas. El territorio (Anejos de AEspA, LXI), Mérida, 2012, pp. 171-198. 56 Gutiérrez Lloret, S. y Abad Casal, L., “Fortificaciones urbanas altomedievales en El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)”, en Mil anos de fortificações na Península Ibérica e no Magreb (500-1500), Lisboa, 2000, pp. 133-144. 53 54

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amurallamiento en ambos períodos y posteriormente en época altomedieval56. En un extremo del cerro, y en un sector no ocupado anteriormente, se construyó a comienzos del siglo vii un imponente conjunto cultual cristiano con diversos ámbitos espaciales de uso y funcionalidad diferente (entre ellos destacan la propia basílica y el palacio episcopal anexo) que se han interpretado como un complejo episcopal, (correspondiente a la sede de Elo)57, aunque la identificación entre las estructuras excavadas en ‘El Tolmo de Minateda’ y la Elo conocida a través de la documentación escrita está aún sujeta a controversia y, en nuestra modesta opinión, quizás objeto de una explicación y argumentación demasiado forzadas58. Debido, justamente, a su identificación con la sede episcopal de Elo los diversos ámbitos espaciales evidenciados por el registro arqueológico se han adecuado a los diferentes elementos que compondrían un complejo episcopal: una iglesia episcopal (compuesta por un ábside, tres naves, dotada con baptisterio –de tres fases sucesivas en el mismo siglo vii– a los pies, además de una pequeña sacristía al sur, conectada con la nave a la altura del altar), lógicamente, una residencia o palacio episcopal anexa a la misma, comunicada con la iglesia por un acceso situado al Norte, a la altura de la cabecera, conformada por diversas unidades constructivas funcionando como espacios abiertos, patios, unidades residenciales, en torno a un edifico central interpretado como almacén y sala de representación (Fig. 9)59. Si recordamos lo indicado tanto en la regla isidoriana como en la fructuosiana en relación a los espacios que componen un monasterio, podemos reconocer, sin gran dificultad, muchos de los elementos que lo conforman, incluso la disposición de los mismos y la relación de circulación entre ellos, aunque sea posible discrepar en lo que respecta a la funcionalidad atribuida en ‘El Tolmo de Minateda’ a algunos ambientes60. El área funeraria excavada en ‘El Tolmo de Minateda’ (Fig. 10), formada por tumbas excavadas en la roca natural, está situada mayoritariamente en torno a la cabecera de la misma y con los enterramientos orientados al este, aunque hay algunas inhumaciones que no se ajustan a esta topografía funeraria: una tumba priGutiérrez Lloret, S., “La identificación de Madînat Iylh y la relación con la sede episcopal elotana: Nuevas perspectivas sobre viejos problemas”, en Scripta in honorem Enrique A. Llobregat Conessa, 2000, pp. 481-502; Gutiérrez Lloret, S., Abad Casal, L. y Gamo Parras, B., “’Elo’, ‘Iyyuh’ y El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete): de sede episcopal a ‘madina’ islámica”, en Gurt i Esparraguera, J. M. y Ribera I Lacomba, A. (eds.), VI Reunió d’Arqueologia Cristiana Hispànica, Valencia, 2005, pp. 345-370. 58 Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”…, op. cit. 59 Gutiérrez Lloret, S. y Sarabia Bautista, J., “L’episcopio del Tolmo de Minateda (Albacete, España)…”, op. cit. 60 Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”…, op. cit. 57

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Fig. 9. Planta e interpretación funcional del complejo cultual del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), según S. Gutiérrez Lloret y J. Sarabia Bautista

vilegiada situada en la sacristía61; un espacio funerario al Oeste de la iglesia, próximo al baptisterio, perfectamente delimitado y reservado para los enterramientos infantiles (lo que se conoce como el ‘paraíso’); 4 tumbas situadas próximas a las dos entradas laterales, al Norte y al Sur de la iglesia (aunque 3 de ellas están dentro y una de ellas fuera), en el acceso a la misma; y un conjunto de 5 enterramientos que se relacionan entre sí por estar situados junto a los muros perimetrales de la iglesia y el episcopium o ‘residencia episcopal’, y ello a pesar de la diferente orientación que evidencian, pues dos de ellas, situadas al Sur del baptisterio, presentan la misma orientación, hacia el este, que el resto de inhumaciones, mientras que las tres situadas en lo que sería el patio (por tanto, un espacio abierto) de la ‘residencia episcopal’ están orientadas al Norte62. El complejo cultual cristiano del Tolmo de Minateda evidencia una secuencia ocupacional circunscrita al siglo vii63, pues hacia el 725 se constata una radical  na construcción, como las reglas indican, independiente de la iglesia, pero con acceso a la misma y también U directamente desde el exterior. 62 Gutiérrez Lloret, S. y Sarabia Bautista, J., “L’episcopio del Tolmo de Minateda (Albacete, España)…”, op. cit.; Ibid., “The Episcopal Complex of Eio-El Tolmo de Minateda (Hellínn, Albacete, Spain). Architecture and Spatial Organization. 7th to 8th Centuries AD”, Hortus Artium Medievalium, 19 (2013), pp. 267-300. 63 Ibid. Recordemos que, además, con un baptisterio que es objeto de tres reformas constructivas importantes a lo largo de dicho siglo. 61

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Fig. 10. Planta del área funeraria del complejo cultual del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), según S. Gutiérrez Lloret y J. Sarabia Bautista

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transformación funcional de tipo doméstico, amortizando, en gran parte, el previo uso cultual de dicho espacio, con la presencia de diversas unidades habitacionales tanto en el interior de la iglesia como en diversos sectores de lo que se interpreta como residencia episcopal, dando lugar a una actividad de spolia de diversos elementos que conformaban el complejo cultual con la presencia de numerosos silos y edilicia en materiales perecederos; hacia el 800 se configura en este sector un barrio islámico amortizando completamente el uso cultual originario y ampliando, además, el área de ocupación de esta zona del cerro del Tolmo de Minateda; el área se abandonó completamente hacia finales del siglo ix64. Como señalábamos en líneas precedentes, muchos de los ejemplos que comentamos podrían ser objeto de estudio monográfico, y ‘El Tolmo de Minateda’ no es una excepción, todo lo contrario, no pudiendo extendernos aquí en los numerosos interrogantes y problemas que esta excavación, por otra parte modélica por su minuciosidad y rigor metodológico, nos plantea. Destacaremos tan sólo dos aspectos: uno, referente a la interpretación del conjunto cultual, cuestionando en este sentido que pueda ser taxativamente relacionado como la iglesia y residencia episcopales correspondientes a la sede de Elo y planteando, como hipótesis evidentemente, que ‘El Tolmo de Minateda’ pudiera haber sido un monasterio con funciones de evangelización (la presencia del baptisterio sería indicativa en este sentido) para un amplio territorio, situado en los confines de una provincia limítrofe entre el reino visigodo y el área de ocupación bizantina en Hispania; es decir, perteneciente al Imperio romano de Oriente65; el otro aspecto que queremos comentar, relacionado con el anterior, aunque en este caso de tipo conceptual, y que nos permite introducir la problemática que abordaremos a continuación, está relacionado con un planteamiento de investigación, muy frecuente, por desgracia, entre muchos arqueólogos, consistente en ‘pretender encontrar siempre lo que se busca’, pues en el caso del Tolmo de Minateda, prácticamente desde el comienzo del proyecto arqueológico (encomiable y modélico en innumerables aspectos, no nos cansaremos de insistir en ello) las estructuras cultuales que se iban evidenciando se relacionaron con las correspondientes a la sede episcopal de Elo, rechazándose cualquier otra posibilidad alternativa (como, por ejemplo, la que hemos comentado respecto a su posible identificación como un gran conjunto monástico con funciones de evangelización para un amplio territorio) y, es más, adecuándose la interpretación de los diversos espacios y estructuras excavadas a los correspondientes con la iglesia episcopal y el episcopium66. Gutiérrez Lloret, S. y Sarabia Bautista, J., “The Episcopal Complex of Eio-El Tolmo de Minateda (Hellínn, Albacete, Spain)…”, op. cit. 65 Martínez Tejera, A. M. y López Quiroga, J., “Edilicia cristiana no episcopal en Hispania: significado y función”…, op. cit. 66 Gutiérrez Lloret, S. y Sarabia Bautista, J., “L’episcopio del Tolmo de Minateda (Albacete, España)…”, op. cit.; Ibid., “The Episcopal Complex of Eio-El Tolmo de Minateda (Hellínn, Albacete, Spain)…”, op. cit. 64

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El nuevo paradigma explicativo de la arquitectura religiosa hispana tardo-antigua y altomedieval Como queda reflejado en la tabla (Fig. 11), edificios cultuales cristianos de prácticamente toda la geografía peninsular67 han sido objeto de análisis e interpretación en el marco del paradigma interpretativo configurado por Luis Caballero Zoreda68 que postula un ‘canal de transmisión omeya’ como generador

Fig. 11. Edificios cultuales cristianos hispanos tardo-antiguos y altomedievales objeto de análisis a partir de la Arqueología de la Arquitectura

Caballero Zoreda, L., “Arquitectura Tardoantigua y Altomedieval en Extremadura”, en Repertorio de Arquitectura Cristiana en Extremadura: Época Tardoantigua y Altomedieval (Anejos de AEspA, XXIX), Madrid, 2003, pp. 143-176; Ibid. (coord.), La iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora), Zamora, 2004; Ibid., “La iglesia de San Millán de la Cogolla de Suso. Lectura de paramentos 2002”, en Arte medieval en La Rioja: Prerrománico y románico (VIII Jornadas de arte y patrimonio regional), Logroño, 2004, pp. 13-65; Ibid., La iglesia de Santo Adriano de Tuñón (Asturias). Lectura de paramentos, Madrid, 2008; Caballero, L., Arce, F. y Utrero, M. A., “São Gião de Nazaré (Portugal). Un tipo original de iglesia”, AA, 2 (2003), pp. 75-79; Ibid., “La iglesia de San Torcuato de Santa Comba de Bande (Orense)”, Archivo Español de Arqueología, 77 (2004), pp. 273-318; Caballero, L. y Arce, F., “La iglesia de San Pedro de La Nave (Zamora). Arqueología de la Arquitectura”, Archivo Español de Arqueeología, 70 (1997), pp. 221-274; Caballero, L. y Sáez Lara, F., La iglesia mozárabe de Santa Lucía del Trampal, Alcuéscar (Cáceres). Arqueología y Arquitectura (Memorias de Arqueología Extremeña, 2), Mérida, 1999; Utrero Agudo, M. A., Iglesias tardoantiguas y altomedievales en la Península Ibérica. Análisis arqueológico y sistemas de abovedamiento (Anejos de AEspA, XL), Madrid, 2006. 68 A partir del reestudio de Santa María de Melque, motivado por el breve artículo sobre dicho edificio de la historiadora del arte norteamericana Sally Garen: garen, S., “Santa María de Melque and Church Construction under Muslim Rule”, Journal of the Society of Architectural Historians, 51/3 (1992), pp. 288-306. 67

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de la arquitectura y programa decorativo de numerosas iglesias tardo-antiguas hispanas y, particularmente, de aquellas que se consideraba como construidas en el siglo vii69. Sin duda uno de los aspectos más positivos, y no es ni mucho menos el único, del nuevo enfoque en el estudio de la edilicia religiosa cristiana tardo-antigua y altomedieval hispana lo encontramos en las excavaciones del monasterio de Santa María de Melque (Toledo), realizada inicialmente ya hace 35 años por Caballero y Latorre (1980)70, pues es posible afirmar que por primera vez se excava no sólo en el interior del edificio sino sobre todo su entorno, lo que permite entender el monasterio no como una única construcción aislada sino en su relación e imbricación con el territorio circundante, algo llevado a cabo concretamente en las excavaciones realizadas entre 1994 y 200271. La prospección en el entorno del complejo cultual y la localización de diversos canales, sistemas de conducción de agua, y hasta cinco presas configurando amplias zonas de cultivo, todo ello en el interior de un amplio recinto cercado, da una buena idea del área de explotación del territorio y de la transformación de la que este es objeto como consecuencia de la construcción y actividad del monasterio de Melque (Fig. 12)72. La cerca, que delimita todo el conjunto, estaba construida en mampuesto de cal y encerraba un espacio rectangular de 650 x 400 m, área a la que se accedía, desde el Norte, por un camino que, tras utilizar el dique de la presa norte superior como puente, se dirigía hacia la fachada de la residencia monástica, ubicada en la ladera sur del embalse (vid. supra: Fig. 1)73. El conjunto cultual y residencial de Melque, que en su primera fase se fecharía entre el siglo vii y el viii, a su vez englobado en una cerca, seguiría un esquema constructivo y de organización espacial interna (añadido al complejo productivo cercado que hemos comentado) que se adapta a lo indicado en la regla de San Isidoro: compartimentación interna de la iglesia, con delimitación entre la zona del La respuesta al referido artículo de Sally Garen en: caballero zoreda, L., “Un canal de transmisión de lo clásico en la Alta Edad Media española. Arquitectura y escultura de influjo omeya en la Península Ibérica entre mediados del siglo viii e inicios del siglo x”, (I), Al-Qantara, XV (1994), pp. 321-348; (II) Al-Qantara, XVI (1995), pp. 107-124. 70 Luis Caballero Zoreda dirigió las excavaciones entre 1970 y 1973 en el exterior del monasterio e interior de la iglesia. Ya en los años ochenta se efectuaron varias restauraciones dirigidas por J. L. Latorre y L. Cámara. Caballero Zoreda, L. y Latorre Macarrón, J. L., La iglesia y el monasterio visigodo de Santa María de Melque (Toledo). Arqueología y arquitectura. San Pedro de la Mata (Toledo) y Santa Comba de Bande (Orense) (Excavaciones Arqueológicas en España), Madrid, 1980. 71 C  aballero Zoreda, L., “Excavaciones arqueológicas en el lugar de Melque. San Martín de Montalbán (Toledo)”, en Investigaciones arqueológicas en Castilla-La Mancha. 1996-2002, Toledo, 2004, pp. 345-363. 72 Caballero Zoreda, L. y Fernández Mier, M., “Notas sobre el complejo productivo de Melque (Toledo). Prospección del territorio y análisis del Carbono 14, polínicos, carpológicos y antracológicos y de morteros”, Archivo Español de Arqueología, 72 (1999), pp. 199-239. 73 Caballero Zoreda, L. y Murillo Fragero, J. I., “Notas sobre las cercas y murallas de Santa María de Melque”, en Espacios fortificados en la provincia de Toledo, Toledo, 2005, pp. 255-291. 69

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Fig. 12. Planta del monasterio de Santa María de Melque (Toledo) con su cerca y los embalses ubicados en su área de explotación agraria, según L. Caballero Zoreda y F. J. Moreno Martín

Fig. 13. Interior de la iglesia de Santa María de Melque (Toledo) con el coro, el paso meridional y la habitación delantera norte, según L. Caballero Zoreda y F. J. Moreno Martín

coro y la nave, además de accesos directos e independientes a la zona del transepto (Fig. 13)74. El área funeraria del complejo monástico se localiza al costado norte del pórtico occidental desaparecido. Se documentaron allí tres filas de sepulcros tallados en roca, que estarían cubiertos con losas graníticas. El cementerio, incompleto y sistemáticamente reutilizado, se interpreta como el lugar de enterramiento de los monjes, con espacios reservados para miembros destacados de la comunidad. La localización y excavación de este cementerio llevó a considerar, como acabamos de mencionar, que sería el único existente en Melque, rechazando la propuesta realizada por Gómez-Moreno respecto al destino funerario de los arcos situados en la denominada ‘habitación trasera’, que es considerada como claustro. Proposición que según Martínez Tejera, y acertadamente en nuestra opinión, no excluiría el uso funerario de los referidos arcos, precisamente para miembros destacados de la comunidad monástica, disponiendo de paralelos similares en Oriente y, concre74

 e trata de una iglesia de planta cruciforme con ábside de herradura al interior y recto al exterior. Posee un S pórtico occidental y capillas angulares. Los muros son de doble hoja de sillería de granito, como las bóvedas, todas ellas de cañón, y con una falsa cúpula sobre medias columnas en el crucero. Caballero Zoreda, L., “El monasterio de Balatalmelc, Melque (San Martín de Montalbán, Toledo). En el centenario de su descubrimiento”, en López Quiroga, J., Morín De Pablos, J. y Martínez Tejera, A. M., Monasteria y Territoria. Élites, edilicia y territorio en el Mediterráneo Medieval (siglos v-xi) (Archaeological Studies on Late Antiquity and Early Medieval Europe, 400-1000 AD, Proceedings, 2), Oxford, 2007, pp. 91-119.

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tamente, en Siria75. A comienzos del siglo ix se sitúa la construcción de una muralla en el ángulo suroeste exterior de la iglesia, además de la compartimentación interna mediante muros del patio del recinto superior, unido a la construcción de una torre en la esquina noreste76. La muralla estaba formada por dos muros paralelos, con una puerta a 6 m de su arranque, de 1 m de ancho, flanqueada por un torreón rectangular en su jamba oriental, con una escalera de acceso a la muralla. La construcción de esta estructura de carácter defensivo coincide con una serie de alteraciones, sin duda consecuencia de ello, en el interior de la iglesia que son incompatibles con su uso litúrgico, iniciándose así lentamente la transformación del complejo monástico hacia su uso residencial (vid. supra: Fig. 1)77. Hasta 1992 Melque era considerado un monasterio de época visigoda78, de la segunda mitad del siglo vii, con una implantación topográfica y organización espacial interna que reflejaba fielmente lo indicado en las reglas monásticas al respecto y concretamente en la isidoriana. Tras la publicación en esa fecha del trabajo de Sally Garen79 tiene lugar una reinterpretación completa de Melque, situando desde ese momento su construcción en el siglo viii (naturalmente después del 711), como consecuencia de la llegada de tradiciones constructivas y decorativas que en ese momento llegarían de Oriente y que no existirían previamente en la Península Ibérica80. Es el ‘acta de nacimiento’ del ‘canal de transmisión omeya’ que, a partir del reestudio completo de Melque para situarlo cronológicamente post 711, arrastrará la práctica totalidad de edificios cultuales cristianos (monasterios y/o iglesias) que hasta entonces se consideraban construidos en el siglo vii81. No podemos aquí extendernos en todas las implicaciones que dicho paradigma explicativo conlleva (y no sólo en lo que se refiere a la arquitectura religiosa), pero sí queremos subrayar,  artínez Tejera, A. M., “El jardín monástico medieval (siglos iv-xi)”, Codex Aquilarensis, 7 (1992), pp. 117M 156 (especialmente p. 146, nota 47); Ibid.,“El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania…, op. cit. 76 Caballero Zoreda, L. y Murillo Fragero, J. I., “Notas sobre las cercas y murallas de Santa María de Melque”…, op. cit. Véase también un análisis detallado en lo que respecta a la estructura defensiva: Moreno Martín, F. J., “Amenaza exterior y respuesta constructiva en el seno de una comunidad protegida. El caso de Santa María de Melque en el siglo ix”, en Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval, Madrid, 2009, pp. 41-53. 77 Ibid. 78 Caballero Zoreda, L. y Latorre Macarrón, J. L., La iglesia y el monasterio visigodo de Santa María de Melque (Toledo)..., op. cit. 79 Sally Garen propone una cronología del siglo viii para la iglesia, basándose en la similitud con motivos orientales de los pilares y la escultura. Garen, S., “Santa María de Melque and Church Construction under Muslim Rule…”, op. cit. 80 Caballero Zoreda, L., “Un canal de transmisión de lo clásico en la Alta Edad Media española…”, op. cit. 81 Caballero Zoreda, L., “Arquitectura visigótica y musulmana. ¿Continuidad, concurrencia o innovación”, en Ruptura o continuidad. Pervivencias preislámicas en Al-andalus (Cuadernos emeritenses, 15), Mérida, 1998, pp. 143-176; Ibid., “La arquitectura denominada de época visigoda ¿Es realmente tardorromana o prerrománica?”, en Visigodos y Omeyas. Un debate entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media (Anejos de AEspA, XXIIII), Madrid, 2000, pp. 207-247. 75

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y no creo ser el único que así piensa82, los problemas que esta propuesta interpretativa genera y sigue generando. Las contradicciones de este paradigma explicativo son más que evidentes, y ello no escapa en absoluto a sus inspiradores. La secuencia ocupacional y fases cronológicas propuestas para Melque no son sino un ejemplo, entre otros muchos edificios cultuales que han sido objeto de revisión, de los condicionantes existentes para el estudio del monacato tardo-antiguo y altomedieval hispano. Lo referíamos cuando hablábamos de ‘El Tolmo de Minateda’, lo observamos de nuevo en Santa María de Melque: siempre, en arqueología, se encuentra lo que se busca. El nuevo paradigma explicativo se inscribe en un determinismo ideológico que rechaza cualquier propuesta alternativa que pueda contradecir sus postulados. Las fuentes escritas se utilizan así a conveniencia83, la secuencia estratigráfica resultado de la excavación siempre confirma la lectura estratigráfica de las fases constructivas del edificio visibles en sus estructuras murarias, las dataciones provenientes del laboratorio son excelentes si corroboran el paradigma propuesto, erróneas si lo contradicen84. En Melque, la horquilla cronológica más probable para la construcción del monasterio (por las dataciones de C14, pero sobre todo debido al hallazgo de la moneda de Egica-Vitiza (695-702) y la cerámica clara D-H-105 –finales del vi a finales del vii) sería la segunda mitad del siglo vii, no obstante éste se sitúa con posterioridad al 711 en función de su arquitectura y programa decorativo85. ¿Es incompatible la fundación de Melque en la segunda mitad del siglo vii con la existencia de diversas fases constructivas en la evolución del complejo monástico y posteriormente residencia civil islámica? ¿No hay actividad constructiva ex novo en el siglo vii en lo que a edilicia religiosa, y en este caso, monástica, se refiere?86  rbeiter, A., “Alegato por la riqueza del inventario monumental hispanovisigodo”, en Caballero, L. y A Mateos, P. (eds.), Visigodos y Omeyas. Un debate entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media (Anejos de AEspA, XXIII), Madrid, 2000, pp. 249-263. 83 Si contradicen el paradigma se rechazan por su parquedad, falsedad o ambigüedad, como ocurre en el caso de Santa Comba de Bande (Ourense), con el documento contenido en el Tumbo de Celanova, que hace referencia a la existencia de una iglesia construida doscientos años antes de la fecha del propio documento: Caballero, L., Arce, F. y Utrero, M. A., “La iglesia de San Torcuato de Santa Comba de Bande …”, op. cit. 84 Es el caso de la termoluminiscencia en Santa Comba de Bande (Ourense): Caballero, L., Arce, F. y Utrero, M. A., “La iglesia de San Torcuato de Santa Comba de Bande …”, op. cit.; de la dendrocronología en San Pedro de la Nave (Zamora): Caballero Zoreda, L., La Iglesia de San Pedro de la Nave…, op. cit.; Caballero, L. y Arce, F., “La iglesia de San Pedro de La Nave…”, op. cit.; o del C14 en Santa María de Melque (Toledo): Caballero Zoreda, L. y Moreno Martín, F. J., “Balatalmelc, Santa María de Melque. Un monasterio del siglo viii en territorio toledano”, en Ballestín, X. y Pastor, E. (eds), Lo que vino de Oriente. Horizontes, praxis y dimensión material de los sistemas de dominación fiscal en Al-Andalus (siglos vii-ix), Oxford, 2013, pp. 182-204. 85 Ibid. La horquilla cronológica propuesta se sitúa entre el 680 y el 770. 86 ¿Invisibilidad material o miopía galopante?: Moreno Martín, F. J., “Arquitectura y usos monásticos en el siglo vii. De la recreación virtual a la invisibilidad material”, El siglo vii frente al siglo vii: Arquitectura (Anejos de AEspA, LI), Madrid, 2009, pp. 275-307. 82

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¿No debemos dar crédito entonces, por ejemplo, a san Fructuoso cuando habla de la fundación de Compludo en terrenos de su propiedad en El Bierzo? Melque podría ser, y probablemente lo fue, un ejemplo singular de arquitectura monástica de la segunda mitad del siglo vii, pero si realmente queremos conocer esa edilicia y la organización espacial interna de los complejos monásticos tardo-antiguos y altomedievales hispanos debemos hacerlo sin determinismos ideológicos, ni sujetos a modas o paradigmas interpretativos previos al proceso de investigación, y sobre todo es necesario aderezar todo ello con infinitas dosis de sentido común. La Arqueología monástica y la realidad material del monasterio tardo-antiguo y altomedieval fuera de Hispania Fuera de la Península, y particularmente en Oriente, son numerosos los monasterios que permiten visualizar esa arquitectura y organización espacial del monasterio tardo-antiguo y altomedieval, aunque los registros estratigráficos completos que nos informen sobre la vida cotidiana vinculada a los complejos monásticos, en lo que respecta a Oriente medio, incluyendo análisis del paisaje y territorio junto con estudios bioarqueológicos y bioantropológicos, no son muy numerosos87. Un caso paradigmático, en este sentido, lo constituye el monasterio de Aghios Lot (en Jordania), construido entre el 605 y el 607, localizado en 1986 al Sureste del Mar Muerto, e identificado con el santuario de San Lot88. Las primeras estructuras descubiertas evidenciaron un gran depósito de agua de 7 m de profundidad, cubierto por troncos de palma (algunos de ellos preservados in situ) conformado por un complejo sistema de captación de agua completado con tanques y canales de conducción internos (vid. infra: Fig. 15). La profundidad del depósito permitió recoger una gran cantidad de restos botánicos (carbones y semillas de diversas especies vegetales) y de animales domésticos y salvajes (así como cerámica) evidenciando  ara Oriente Medio, las mejores estratigrafías, particularmente en lo que respecta a los ámbitos vinculados a P actividades productivas y artesanales, corresponden, sin ninguna duda, a Egipto y en particular, y ello a pesar de los años transcurridos desde su excavación, al monasterio de Epiphanius, cerca de Tebas, que constituye hasta la fecha la publicación arqueológica más completa: se han excavado varios basureros, documentado herramientas agrícolas y de manufactura, residuos de producción y numerosos papiros: Winlok, H. E., Crum, W. E. y White, H. G. E., The Monastery of Epiphanius at Tebas, 2 vols., Nueva York, 1926. Es necesario mencionar también el monasterio de Kelia, donde los niveles de abandono han proporcionado excelentes datos sobre la vida cotidiana y actividades artesanales. Así como el monasterio de Deir-el-Bachit que cuenta con un granero y evidencias de producción textil. En el monasterio de Aaron, cerca de Petra, se han documentado depósitos de basura y huesos de pescado que podrían corresponder al nivel de abandono del lugar. En general, para Oriente próximo, los registros estratigráficos respecto a la vida cotidiana monástica no son muy frecuentes, y las estructuras documentadas lo han sido en contexto de prospecciones o excavaciones centradas en los aspectos monumentales de estos complejos. 88 P  olitis, K. D., “The Monastery of Aghios Lot at Deir ‘Ain ‘Abata in Jordan”, en Daim, F. y Drauschke, J. (eds.), Byzanz – das Römerreich im Mittelalter, Mainz, 2010, pp. 1-24. 87

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que la comunidad monástica gozaba de una variada y rica dieta de vegetales, animales y pescado, algunos de ellos importados del Mediterráneo o incluso del Mar Rojo. A pesar de su ubicación, literalmente en el desierto, no estamos ante una comunidad aislada, sí alejada del mundo, en soledad, pero viviendo en él y de él. Esta comunidad acogía, además, a visitantes temporales, probablemente peregrinos atraídos por la santidad de Lot, como así lo evidencia una inscripción invocando al santo realizada por tres monjes que vivían en el monasterio89. En una de las cisternas en desuso se halló una cámara funeraria común que contenía los restos de 32 individuos (28 adultos masculinos, 1 adulto femenino y 3 niños), la mayor parte de ellos, aunque no todos, serían monjes. El análisis de los restos óseos reveló que muchos de estos individuos sufrieron severas enfermedades, pudiendo también servir el monasterio como un hospital para la comunidad allí asentada. Junto a este enterramiento comunal se localizaron varias cistas funerarias excavadas en la roca que contenía 4 jóvenes, un feto y un recién nacido90. ¿Pertenecían a los laicos dependientes del monasterio y, por ello, se les permitió inhumarse cerca del lugar de enterramiento común de los monjes? Al Norte del depósito de agua se documentó una iglesia basilical de triple ábside, en muy buen estado de conservación, que no evidencia signo alguno de abandono o destrucción violenta, lo que ha permitido plantear con bastante seguridad su reconstrucción hipotética (Fig. 14)91. Una inscripción fechada en el 691, con ocasión de la reforma del edificio, y ubicada en el mosaico de la nave central, además de mencionar a diversos miembros de la comunidad monástica y su función, se refiere a la iglesia como basílica y al complejo como un lugar santo (Aghios Topos), lo que explica las considerables dimensiones de la iglesia, funcionando como lugar de peregrinación92. La fecha de 691 tiene enorme importancia, pues nos encontramos en esta zona ya bajo el dominio de la dinastía Omeya (636-750), lo que evidencia la existencia de activas comunidades cristianas en el marco de una política religiosa de tolerancia, algo confirmado en otros monasterios y complejos cultuales de la zona, como el de san Esteban en Umm er-Rasas (el antiguo Kastrom Mefa) o en el propio Monte Nebo. ¿Debemos extraer alguna enseñanza de ello respecto a la situación que observamos en la Península Ibérica en el siglo viii? Sin duda, la respuesta no puede ser más que afirmativa, pues la dinastía omeya no se caracteriza precisamente por su actividad constructiva de

Otra inscripción hecha por los constructores de la iglesia y localizada en el ábside sur invoca también a Lot. Politis, K. D., “The Monastery of Aghios Lot…”, op. cit. 91 La basílica se pavimentó con cuatro mosaicos, en uno de ellos hay una inscripción de consagración compuesta de cuatro líneas, inscrita en una tabula ansata, con la fecha de fundación del monasterio (en Abril del 605607) y mencionando al obispo Lakovos y al abad Sozomenos como partícipes en dicho acto de consagración. 92 Politis, K. D., “The Monastery of Aghios Lot…”, op. cit. 89 90

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Fig. 14. Fotografía cenital de la iglesia basilical de triple ábside con los pavimentos de mosaicos del monasterio de san Lot ( Jordania), según K. D. Politis

iglesias y monasterios cristianos, pero sí probablemente por su tolerancia respecto a otros credos religiosos93. La localización y excavación del único complejo conocido dedicado a Lot, pone en evidencia toda la riqueza y complejidad de un monasterio tardo-antiguo, los condicionantes que la geografía y la orografía del terreno imponen94, su organización espacial95, además de un sistema de cultivo en terrazas que proveería in situ a la comunidad de los recursos alimenticios necesarios, a los que se añadían aquellos que importaba de otras zonas. Véase: Levtzion, N., “Conversion to Islam in Syria and Palestine and the Survival of Christian Communities”, en Conversion and continuity. Indigenous Christian Communities in Islamic Lands Eighth to Eighteenth Centuries, Toronto, 1990, pp. 289-305; Anawati, G., “The Christian Communities in Egypt in the Middle Ages”, Conversion and continuity…, op. cit., 1990, pp. 237-251; Schick, R., The Christian communities of Palestine from Byzantine to Islamic rule. A historical and archaeological study, Princeton, 1995; Key Fowden, E., “Christian Monasteries and Umayyad residences in Late Antique Syria”, en Sacralidad y Arqueología (Antigüedad y Cristianismo, XXI), Murcia, 2004, pp. 565-581. 94 Pues el depósito de agua, y más en estas latitudes, constituye el punto focal en torno al cual gira todo el complejo monástico. 95 Basílica preparada para acoger visitantes y peregrinos, un área funeraria común específica, los lugares de habitación de la comunidad, el refectorio, la existencia de un hospital para peregrinos –indicado en una inscripción por su propio constructor–, etc. 93

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En definitiva, el registro arqueológico nos permite visualizar, a partir de datos seguros, un coenobium, un monasterio del siglo vii, que acogía una comunidad de monjes, a la vez que servía de lugar de recepción, en un espacio habilitado a tal efecto, para peregrinos atraídos por la santidad de Lot. Un fiel reflejo, aunque con las adaptaciones impuestas por el contexto social y político del momento, de lo que las reglas indican al respecto de este tipo de construcciones (Fig. 15). Para época altomedieval, y en lo que al occidente europeo se refiere, el peso e influencia del monacato benedictino, particularmente en el ámbito carolingio, es indudable y omnipresente. En este sentido el archiconocido plano de San Gall constituye un referente inexcusable, una fuente primordial para conocer el modelo arquetípico de monasterio benedictino, aunque luego la realidad material permita múltiples variantes respecto a este ideal monástico. En dicho plano96 es posible observar los diversos ámbitos espaciales del monasterio en relación a su funcionalidad: la iglesia monástica y sus anexos (con el claustro); las zonas dedicadas a sanidad y medicina; los espacios dedicados a la acogida de peregrinos y pobres; a la educación y a los novicios; a la agricultura y estabulación de animales; así como las zonas de los trabajadores, con los hornos y molinos97. Quizás actualmente uno de los mejores ejemplos a los que podamos recurrir para conocer la realidad material, a través de la arqueología, de un monasterio benedictino (aunque fuera del territorio dominado por el Imperio carolingio, o en sus límites diríamos mejor) es el de San Vincenzo ad Volturno, en el Sur de Italia, a 180 km al Sur de Roma, que en el momento de su fundación, a comienzos del siglo viii, se situaba en el límite de los ducados lombardos de Spoleto y Benevento, bajo el patrocinio inicialmente de los duques de Benevento98. Ya en el marco de la influencia carolingia, aunque no dentro de sus dominios, el monasterio alcanzaría su apogeo, particularmente cuando Carlomagno (que sigue muy de cerca el control de la elección de los abades) consigue imponer a un monje franco, Josué, al frente de la abadía (792-817), pues es en ese momento en el que San Vincenzo adquiere un desarrollo espectacular. De hecho, desde el 786 el monasterio estuvo directamente vinculado a Carlomagno, quien lo dotó de privilegios y exenciones fiscales,  partir de la reciente interpretación realizada por: KrüGer, K., Ordini eligiosi e monasteri. 2000 anni di arte A e cultura cristiana, Milán, 2007. 97 Horn, W. y Born, E., The Plan of St. Gall. A Study of the architecture and economy and life in a paradigmatic Carolingian monastery, Berkley-Los Ángeles-Londres, 1979; más recientemente: Schedl, B., “Der St. Galler Klosterplan – Ein materialisierter Diskurs”, en Sitar, G., Kroker, M. y Kempkens, H. (dirs.), Macht des Wortes. Benedektinisches Mönchtum im Spiegel Europas, 1, Regensburg, 2009, pp. 135-147. 98 Un recorrido por la evolución del monasterio a partir de la documentación conservada en: Marazzi, F., San Vincenzo al Volturno. L’Abbazia e il suo territorium fra viii e xii secolo, Montecasino, 2012. Una síntesis, óptima para su fecha de redacción y por ello mismo modélica en lo que a Arqueología monástica se refiere, en: Hodges, R. y Marazzi, F., San Vicenzo al Volturno…, op. cit. 96

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Fig. 15. Reconstrucción del monasterio de San Lot ( Jordania), según K. D. Politis

del mismo modo que las grandes abadías situadas en el corazón del Imperio, entre Loira y Rin99. Los vestigios actualmente visibles en elevación datan esencialmente de la fase de desarrollo monástico en época carolingia (Fig. 16). Se trata de un complejo que ocupaba más de seis hectáreas, contaba con nueve iglesias, y en donde vivirían unos trescientos monjes, sin contar siervos y artesanos. Se estima que en el momento de apogeo del monasterio, en la primera mitad del siglo ix, habría una población de unas mil personas100. En el primer período de expansión, tercer cuarto del siglo viii, se edifica el complejo monástico sobre las ruinas de la antigua explotación agrícola romana, construyendo el refectorio y la cocina cerca del río, y unos 100 m al Sur se construyen una serie de edificios para acoger actividades de producción101. Muy poco se conoce de las condiciones materiales de vida del monasterio en los cinco o seis primeros decenios de su existencia. Sabemos que los primeros monjes que llegan se instalan, reaprovechándolas (y como en el caso de otras abadías como Marazzi, F., San Vincenzo al Volturno…, op. cit.  arazzi, F., “La règle et le projet. Réflexions sur la topographie du monastère de Saint-Vincent au Volturne M à l’époque carolingienne”, en Lauwers, M. (ed.), Monastères et espace social…, op. cit., pp. 227-253. 101 Marazzi, F. (ed.), San Vincenzo al Volturno. La vita quotidiana di un monastero medievali…, op. cit. 99

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Monasterios altomedievales hispanos. Lugares de emplazamiento y ordenación de sus espacios

Fig. 16. Planta general de los complejos monásticos de San Vincenzo al Volturno (Italia), según F. Marazzi

Subiaco o Farfa), sobre las ruinas de una antigua residencia y explotación rural romana (una villa), que poseía también en época tardo-antigua una iglesia102. Las excavaciones han documentado dos de las seis iglesias que menciona el Chronicon Vulturnense (del siglo xii) entre el último cuarto del siglo viii y primera mitad del ix: la iglesia tardo-antigua, reconstruida por el abad Epifanio, y la iglesia meridional adyacente103. Delante de la iglesia de San Vicente Mayor104 se ha localizado un área artesanal dedicada a la producción de vidrio, metal y materiales de construcción como tejas, que es coetánea a la construcción y uso de la iglesia, necesaria para la construcción y reparación de la misma y de otros edificios anexos, lo que obligó a los arquitectos a hacer coexistir las dos actividades (la cultual y la artesanal) y a reorganizar y delimitar el complejo artesanal105. Los dos sectores (donde se ubican las dos iglesias principales de San Vicente Mayor y Menor) fueron unidos en la segunda mitad del siglo viii por una larga vía al pie de la colina. En este mismo Hodges, R. y Marazzi, F., San Vicenzo al Volturno…, op. cit. Marazzi, F., “La règle et le projet. Réflexions sur la topographie du monastère de Saint-Vincent au Volturne…”, op. cit. 104 La arqueología ha permitido documentar que la orientación de la basílica de San Vicente Mayor no es coincidente con la de los edificios anteriores (donde se ubican la iglesia de San Vicente Menor y los edificios anexos como el refectorio, cocinas, sala de reuniones, vestíbulo, el patio-jardín interior, etc.) pues su eje diverge 25 grados al Norte. Marazzi, F., “La règle et le projet. Réflexions sur la topographie du monastère de Saint-Vincent au Volturne…”, op. cit. 105 Marazzi, F. (ed.), San Vincenzo al Volturno. La vita quotidiana di un monastero medievali…, op. cit.; Marazzi, F. y Gobbi, A. (eds.), Il lavoro nella regola. L’approvvigionamento alimentario e il cantiere edile di San Vincenzo al Volturno fra ix e xi secolo, Nápoles, 2007. 102 103

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Jorge López Quiroga

momento, a finales del siglo viii-inicios del ix, la parte norte del complejo fue remodelada y agrandada con la construcción de un nuevo refectorio más amplio, nuevas cocinas, un vestíbulo ricamente decorado, otra iglesia al Sur de donde se ubicaba la de la Antigüedad Tardía, así como un gran jardín adoptando la forma de un peristilo romano106. Nuevas

metodologías, nuevas perspectivas en el estudio del monasterio

altomedieval

En los últimos veinticinco años, aunque su conocimiento y aplicación es anterior, nuevas técnicas analíticas han permitido, y permitirán sin duda en el futuro, abordar aspectos antes impensables respecto a la vida cotidiana, salud, dieta y otras cuestiones de enorme interés para el estudio del monacato. Tan sólo a modo de ejemplo respecto a las enormes posibilidades que se abren ante nosotros en este campo, presentamos brevemente los datos obtenidos del estudio arquezoológico realizado en la canaleta de evacuación de la cocina y refectorio del monasterio italiano de San Vincenzo al Volturno y, aprovechando el marco en el que se desarrolla este trabajo y aunque sobrepasemos el arco cronológico del mismo, el estudio de las patologías dentales de 67 individuos inhumados en el subsuelo de la iglesia de Santa María la Real entre los siglos xi y el xv.

Fig. 17. Resultados, por especies, del análisis arqueozoológico efectuado en la canaleta de evacuación de la cocina de San Vincenzo al Volturno (Italia), según F. Marazzi y A. Carannante

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El análisis arqueozoológico de los restos hallados en la canaleta de evacuación de San Vincenzo ad Volturno, para finales del siglo ix (Fig. 17), muestra el escrupuloso respeto, en lo que respecta a la dieta, de la Regla Benedictina por parte de la comunidad monástica; se observa una diferenciación social interna en lo que al consumo se refiere (el pescado marino se reserva para la ‘élite’ monástica); se cons-

 spacio que servía para acoger a los visitantes que entraban al monasterio después de haber atravesado el río. E Marazzi, F., “La règle et le projet. Réflexions sur la topographie du monastère de Saint-Vincent au Volturne…”, op. cit.; Para el espacio reservado al hortus en los primeros monasterios hispanos: Martínez Tejera, A. M., “El Jardín monástico Medieval (siglos iv-xi)”, op. cit.

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tata un enorme consumo de especies procedentes de ambiente lacustre, lo que no es sino una confirmación de lo indicado en el Chronicon Vulturnense respecto a las numerosas pesquerías que poseía el monasterio en diversos lagos y que formaban parte de su dominio territorial107. El estudio de las patologías dentales de 67 de los individuos inhumados en Santa María la Real, entre los siglos xi y xv (Fig. 18), nos Fig. 18. Patologías dentales de los individuos indica una presencia mayoritaria de adultos inhumados en el interior de la iglesia del monasterio de Santa María la Real (Aguilar de masculinos en torno a 40 años de edad (que Campoo, Palencia), según I. Grueso, se vincula, precisamente, con el contexto ‘moM. Martínez Ávila, B. Robledo y G. J. Trancho nacal’ de dicha población), aunque hay también mujeres y niños enterrados en ese lugar, lo que evidencia la existencia de una comunidad mixta, compuesta no únicamente de monjes o religiosos108; se observa igualmente una salud dental muy deficiente, en comparación con otras muestras cronológicamente similares en la Península Ibérica, predominando las caries y las pérdidas dentarias ante mortem109, lo que nos permite deducir que la alimentación no destacaba precisamente por su calidad. El estudio bioantropológico y bioarqueológico de los individuos inhumados en las áreas funerarias, el análisis de los restos de actividades de consumo y producción contenidos en las estructuras destinadas a tales labores, junto con la excavación arqueológica, incluyendo el estudio del territorio y el paisaje, de los complejos monásticos permitirá, si se acomete de forma sistemática, seria y rigurosa, un conocimiento global del monasterio, más allá de las cuestiones religiosas y arquitectónicas, que resalte toda la complejidad de su dimensión social. Carannante, A., Chilardi, S., Fiorentino, G., Pecci, A. y Solinas, F., “Le cucine di San Vincenzo al Volturno. Ricostruzione funzionale in base ai dati, topografici, strutturale, bioarcheologici e chimici”, en Rubeis, F. de y Marazzi, F. (eds.), Monasteri in Europa occidentale (secoli viii-xi): topografia e strutture…, op. cit., pp. 489-507; Marazzi, F. y Carannante, A., “Dal mare ai monti: l’approvvigionamento ittico nelle cucine del monastero de San Vincenzo al Volturno nel ix secolo”, en Volpe, G., Buglione, A. y Venuto, G. de (eds.), Vie degli animali, Vie degli Uomi. Transumanza e altri spostamenti di animali nell’Europa tardoantica e medievali, Bari, 2010, pp. 107-118. 108 Como vimos que se constataba en el monasterio de Aghios Lot ( Jordania), algo que más que una excepción debió de ser la norma en las áreas funerarias asociadas a complejos monásticos tanto en Oriente como en Occidente: la existencia de comunidades mixtas de monjes y laicos compartiendo diversos ámbitos espaciales, y ello a pesar de lo indicado al respecto en algunas reglas monásticas. 109 Grueso, I., Martínez Ávila, M., Robledo, B. y Trancho, G. J., “Salud dental en la población medieval de Santa María la Real (Palencia)”, en González Martín, A. et alii (eds.), Paleopatología: ciencia multidisciplinar, Madrid, 2011, pp. 537-550. 107

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