Jorge López Quiroga: Más allá de la \'madina\': Los \'husun\' ¿una forma mayoritaria de ocupación rural en al-Andalus? (Beyond the \'madina\'. The \'husun\' a predominant form of rural settlement in al-Andalus?, Madrid, 2009.

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Descripción

CAPITULO III. Más allá de la madina: los husun ¿una forma mayoritaria de ocupación rural en al-andalus?

“Raisonner uniquement en termes de ‘systèmes de défense’, de ‘réseau castral’ intégré, donc de stratégies des appareils d’État conduit parfois l’historien à une déformation volontaire du ‘paysage’ historico-archéologique et des données de la documentation » (BAZZANA, 1992, 266-267).

Los trabajos desarrollados por André Bazzana, Patrice Cressier y Pierre Guichard en el sur y sureste de la Península a partir de mediados de los setenta pueden considerarse, sin duda ninguna, hitos que cambiaron radicalmente nuestra visión sobre el mundo rural en las áreas geográficas peninsulares bajo domino musulmán. En efecto, a una imagen de al-Andalus condicionada por el fenómeno urbano dominado por la minoría dirigente árabo-berereber, consensuada por la mayor parte de los arabistas españoles, la arqueología (una arqueología definida como ‘espacial’ o ‘extensiva’) pasó a ofrecer un panorama mucho más diverso y complejo, especialmente para el ámbito rural, que el que tradicionalmente se venía considerando

. Fig. 54: Elementos que configuran una qarya medieval (Villahermosa del Río, Valencia: BAZZANA, 1992, Fig. 155).

En ello tuvo mucho que ver, y de forma positiva visto ahora con cierta distancia, la labor desarrollada desde la Casa de Velázquez (Escuela de Altos Estudios Hispánicos) con la introducción de una metodología y una concepción del mundo islámico en Occidente muy alejada de la dialéctica de oposición y enfrentamiento entre dos formaciones socio-económicas (como bien definió en su momento Reyna Pastor), supuestamente antagónicas, que convivían y compartían un mismo espacio y, en muchos casos, intereses socio-políticos no muy diferentes.

Fig. 55: Paisaje, poblamiento y territorio en el valle de Gallinera (Alicante) (BAZZANA, 1992, Fig. 157).

La aplicación, por primera vez, en la Península Ibérica de una ‘arqueología sin excavación’, la denominada como ‘arqueología extensiva o espacial’, que había sido empleada con éxito diverso en Italia en años precedentes (NOYÉ, ed., 1988) evidenció un paisaje rural inmerso plenamente en la dinámica evolutiva de una sociedad islámica peninsular más allá de las madinas y en la que las qurà (aldeas) (Fig. 54) y los husun (recintos fortificados) (Fig. 58, 59, 63), que

conforman los ‘distritos castrales’ (Fig. 60), adquieren un protagonismo singular. Llegándose a hablar ya, en este sentido y para el ámbito rural, de un ‘país de husun’ en relación a al-Andalus (ACIÉN, 1989, 137-150; 2002, 59-75). Un territorio vertebrado a través de áreas de residencia (alquerías), de trabajo (espacios irrigados) y de refugio (fortalezas) (BAZZANA-CRESSIERGUICHARD, 1988) (Fig. 56). Aunque puesta en práctica, como hemos indicado, en Italia desde inicios de los setenta por arqueólogos franceses e ingleses, la ‘arqueología extensiva o espacial’ fue empleada y exprimida al máximo por un maestro de maestros: el Profesor Walter Janssen. Su modélico estudio de la región del Eiffel, en la cuenca del Rin (JANSSEN, 1979), evidenció la potencialidad y posibilidades de una metodología para el análisis arqueológico del territorio que como última etapa de investigación, y no siempre necesaria, planteaba la excavación en sentido estricto. La publicación sobre las ‘fortificaciones rurales de al-Andalus’ (BAZZANA, CRESSIER, GUICHARD, 1988) marca un antes y un después en el estudio e interpretación de las sociedades islámicas en Occidente (como lo supuso, en su momento, el magistral trabajo de GUICHARD) y, concretamente, en el Sharq-al-Andalus, el territorio correspondiente al que será en el siglo XIII, con la conquista cristiana, el Reino de Valencia, en el sureste peninsular. Esta obra, clave en la historiografía de al-Andalus, cambia radicalmente la visión profundamente arraigada en la investigación sobre las fortificaciones que se centran casi exclusivamente en una visión de la misma desde un punto de vista estrictamente monumental-arquitectural y evenemencial como escenarios de episodios bélicos o residencias de personajes ilustres (SARTHOU CARRERES, 1952; LAYNA SERRANO, 1962; DALMAU, 1967-1973; GUITART APARICIO, 1976), sin ninguna preocupación por el contexto socio-político y/o socio-económico en el que se incardinan y que los explica1; en definitiva, con una imagen de la fortificación en clave militar. Esta obra, de referencia obligada para todo aquel que se dedica a Arqueología Medieval en la Península Ibérica, marca un punto de inflexión no sólo en la historia de al-Andalus, sino en el nacimiento de una Arqueología Medieval que                                                                                                                         1

Se aprecia en estos trabajos, encomiables por lo exhaustivo de su inventario, una ausencia de criterios de clasificación e inexistencia de interpretación más allá del simple catalogación, alfabética en muchos casos, y dando importancia casi exclusiva a la condición social del propietario del castillo, su papel militar o la cronología, evidenciando un total desconocimiento arqueológico de los mismos.

se inscribe, de una vez por todas, en el contexto conceptual y metodológico europeo.

Fig. 56: Esquema funcional de territorios asociados a un hisn a partir de la arqueología (BAZZANA, 1992, Fig. 158).

Por las mismas fechas de la publicación de la obra colectiva sobre las ‘fortificaciones rurales en al-Andalus’ aparece en 1989 el libro de Miquel Barceló sobre ‘Arqueología Medieval. En las ‘afueras’ del medievalismo’ (BARCELÓ, 1989); toda una declaración de intenciones desde el mismo título que nos abrió los ojos al estudio del paisaje y a los sistemas de irrigación complejos peninsulares introducidos por el Islam y que constituyen la otra cara de la moneda del paisaje rural de amplios conjuntos hispanos bajo dominio islámico. Pero no será, en esta ocasión, el estudio del paisaje, a través de la denominada ‘arqueología hidráulica’ (BARCELÓ), nuestro objeto de atención. Nuestro gran angular se centrará en la configuración y estructuración de las unidades de poblamiento rural y de los territorios que gestionan y/o explotan a través del hisn como ‘patrón básico del sistema de poblamiento rural’ en alAndalus (Fig. 56). Los textos árabes hacen referencia a los husun, término derivado del árabe hasana, que tiene una significación vinculada con la fortificación, y que en su interpretación ha dado lugar a un apasionado y fructífero debate, llegado

incluso a ser calificado como ‘polémicas levantinas’ (AZUAR, 1989), a partir de la publicación antes mencionada de Bazzana, Cressier y Guichard en 1988. La divergencia se establece en torno a su lectura en un sentido institucional (AZUAR, 1982; EPALZA, 1984), el poder ejercido por un representante del poder central, o su adecuación a una realidad material concreta como ‘refugio defensivo’ con un papel central en la vertebración del territorio, en una organización social de tipo ‘segmentario’, y de las comunidades rurales islámicas, dotadas de cierta ‘autonomía’, en la Península (BAZZANA, CRESSIER, GUICHARD, 1988). Ambas interpretaciones no evidencian, en nuestra opinión, una contradicción aparente pudiendo coexistir o predominar una u otra función en función del contexto socio-político y el ámbito territorial del que estemos hablando, si bien el carácter polifuncional de los husun parece a todas luces evidente (AZUAR, 1982)2 (Fig. 60).

Fig. 57: Torre y recinto de Aledua (Llombay, Valencia) (BAZZANA, 1992, Fig. 188)                                                                                                                         2

La interpretación propuesta hace algunos años por Azuar de una línea fortificada de husun en torno a la vía Augusta en el valle del Vinalopó desde el siglo IX (y que algunos han querido ver en la misma una continuación de un sistema de defensa lineal de ‘epoca visigoda’: RUBIERA, 1985) se ha modificado sustancialmente a partir de la revisión de los materiales que han permitido evidenciar una cronología posterior para estos asentamientos más propia de época califal o taifa y obedeciendo a causas diferentes a las inicialmente apuntadas (AZUAR, ed., 1991).

Finalmente, Acién Almansa, considera el término de hisn como un mero concepto utilizado en las fuentes árabes para contrastarlo con el ‘castillo feudal’ y diferenciando, en este sentido, una tipología de husun desde el ámbito urbano (la propia Alicante, por citar un ejemplo, es un asentamiento de este tipo en su origen: el hisn Laqant) al mundo rural (ACIÉN, 1989). Una característica común, desde el punto de vista estrictamente espacial es su topografía en altura aprovechando al límite los promontorios rocosos con una visibilidad amplia sobre el territorio, constituyendo, en cierta medida, el punto límite de ocupación del espacio en lo que a red de poblamiento se refiere (Fig. 58). Tanto si nos situamos en territorios del Sarq al-Andalus (en el sureste peninsular), en el Garb-al-Andalus (en el suroeste peninsular) o en la ‘marca superior’ al norte del Ebro, los husun configuran igualmente límites espaciales con significación geopolítica en la ordenación interna y externa del espacio bajo dominación musulmana en la Península Ibérica.

Fig. 58: El hisn de Vélez (Vélez Rubio, Málaga): 1. Recinto trapezoidal; 2. Recinto del asentamiento; 3. Cisterna del asentamiento o del albacar; 4. Área irrigada (BAZZANA, Fig. 197).

Por otra parte, las propias fuentes árabes hacen referencia con el término hisn tanto al lugar ‘fortificado’ o de ‘refugio defensivo’ materializado en una estructura fortificada, con diversas tipologías que veremos a continuación, como a territorios más o menos amplios (que pueden llegar al centenar de kilómetros cuadrados) en los que se inscriben otros elementos que configuran la red de poblamiento (como las almunias y las qura) (Fig. 59, 60). Una configuración interna, dentro del recinto que engloba la plataforma rocosa sobre la que se asienta, que se repite en los husun, es la presencia de cisternas y silos que evidencian, además de la función de ‘refugio’ en caso de necesidad, su empleo como graneros colectivos para las comunidades rurales de su entorno. Además, los husun se asocian casi sistemáticamente a un hábitat de carácter permanente situado al pié del hisn (el rabad, en la marca superior, y la qarya en el sur peninsular) (Fig. 59).

Fig. 59: El hisn castral de Corbera (Valencia). 1. Torre albarrana; 2. Espacio no construido dentro del recinto poligonal que se adapta al relieve; 3. Restos de la celoquía; 4. Camino de acceso (BAZZANA, 1992, Fig. 207, 208).

Es probable, como ha señalado Philippe Sénac, que cuanto más al norte, y especialmente en la marca superior, sea más marcado el carácter defensivo y con una fuerte connotación de carácter administrativo acompañada de una fuerte presencia del Estado Islámico en la gestión y uso de estos husun (SÉNAC, 2000). Quizás, en nuestra opinión, esta lectura pueda estar algo influida por la visión del incastellamento toubertiano al otorgar un papel esencial al poder en la concentración de la red de poblamiento en torno a los husun e, incluso, en la propia construcción de los mismos, lo que constituiría una notable diferencia respecto a las propuestas realizadas para el Sharq alAndalus (BAZZANA, CRESSIER, GUICHARD, 1988). Se llega atribuir al hisn, de nuevo como en el ‘modelo toubertiano’ (contestado por la realidad arqueológica, al menos en Toscana: vid. supra), una ‘ruptur en el sistema de poblamiento como consecuencia de la conquista islámica al pasar de un tipo de hábitat disperso en la llanura a uno concentrado en altura al pié de los husun (SÉNAC, 2000, 231). Ya en 1982, precisamente en uno de los renombrados coloquios sobre ‘castellología medieval’, André Bazzana propuso una tipología de la fortificación para al-Andalus en lo que es una clasificación meramente funcional (BAZZANA, 1982), puesta al día y completada en la obra colectiva publicada en 1988 (BAZZANA, CRESSIER, GUICHARD, 1988). Se diferencian siete grupos principales de fortificaciones: 1. La ciudadela urbana, o qasaba, asociada a la madina, la ciudad por excelencia. 2. El castillo ubicado en una zona de frontera o de paso, asociado a una aglomeración con netas funciones administrativas, militares y comerciales. 3. El ‘castillo-caserna’, un fortín o puesto de vigilancia de una frontera o un área conflictiva, con vocación claramente militar. En este grupo se podrían incluir las ‘fortalezas-palacio’, con un papel tanto político como militar. 4. El castillo vinculado a un hábitat rural de carácter permanente. 5. El castillo-refugio, aislado del hábitat. 6. La torre asociada a un pequeño núcleo o aldea.

7. La torre de vigilancia, o almenara, situada fuera de la aglomeración y eventualmente integrada en una red de vigilancia (Fig. 57).

Fig. 60: Esquema tipo de relación entre un ‘sistema castral’ y el hábitat en alAndalus. A: Esquema clásico de un ‘burgo castral’ con celoquía dispuesta en el interior de un recinto-refugio (albacar) y hábitat asociado defendido por su propia muralla. B: Como el anterior limitándose aquí la celoquía a un espacio dedicado a granero o cisterna de tipo comunitario. C: Idéntico al precedente pero asociado a un hábitat abierto. D: Esquema completo de hisn, tenga o no un hábitat asociado, fortificado o no y con qura dispersas por la llanura o el valle (BAZZANA, 1992, Fig. 286).

Este elenco tipológico nos permite apreciar la polisemia del término hisn en lo que respecta a la Península Ibérica puesto que hace referencia tanto a pequeñas ciudades como a fortificaciones rurales, designando simultáneamente el propio enclave defensivo (asociado o no a la presencia permanente de elites vinculadas al poder central), el hábitat (bien concentrado

alrededor de la fortificación o disperso en varios núcleos rurales, las qura) y, al mismo tiempo, el territorio, el área de influencia y aprovechamiento de recursos de la comunidad campesina correspondiente.

Fig. 61: Plano del ‘burgo castral’ de Chivert (Alcalá de Chivert, Castellón). 1. Estructuras y muros conservados; 2. Trazado hipotético de los muros; 3. Estructuras derruidas; 4. Cisterna; 5. Límite del hábitat (BAZZANA, 1992, Fig. 343).

En sentido restringido el hisn designa al lugar defensivo y estructuras habitacionales asociadas, mientras que en un sentido amplio, como veremos, el del territorio, estaríamos hablando de ‘redes castrales’ (Fig. 61, 62, 63). Esta asociación entre fortificación y hábitat anexo a lo largo de las laderas del recinto es la forma más común de lo que se ha definido como ‘hábitat castral’. No son pocos los núcleos rurales del sur peninsular, e incluso en el alto Ebro y marca superior, que tienen su origen en esta característica configuración topográfica como patrón de asentamiento definitorio.

Fig. 62: El ‘burgo castral’ de Chivert (Alcalá de Chivert, Castellón). Tres partes: 1, el recinto musulmán; 2, el castillo cristiano; 3, celoquía musulmana. El hábitat se desarrolla en la pendiente (BAZZANA, 1992, Fig. 344).

La fortificación rural, en sus variantes tipológicas y morfológicas indicadas, constituye en cierta medida la clave del arco del sistema de poblamiento rural en al-Andalus. Es el elemento morfogenético que configura una red de asentamientos de tipo concentrado muy similar, incluso diríamos que demasiado, al encellulement característico del incastellamento toubertiano. Al igual que en otras áreas del mediterráneo occidental, en torno al siglo X, y con unos comienzos todavía difíciles de vislumbrar con claridad a través de la evidencia material por un aún deficitario conocimiento de la cerámica de los ‘primeros momentos’, cristaliza una red de poblamiento en torno a los husun que, a diferencia del ‘modelo toubertiano’, sería más fruto de una espontánea iniciativa de las comunidades rurales que de una deliberada voluntad de una autoridad de tipo estatal y centralizadora (más presente en el territorio en época almorávide y almohade). El territorio castral, las redes castrales, que en los textos también se denominan husun, modela el paisaje rural en al-Andalus, conformando un espacio que se engloba en los límites naturales que conforman las montañas o un valle (Fig. 60). Territorios con extensiones que cubren una superficie media entre 50 a 100 kilómetros cuadrados y que han sido la base de la configuración

de las redes señoriales tras la conquista cristiana y el germen de muchos municipios en época moderna.

Fig. 63: Hisn de Jumilla (www.jumilla.org).  

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