Joaquín Sánchez Garrido, alcalde de Toledo en 1986: «El Ayuntamiento trabajó por la Declaración de Patrimonio de la Humanidad completamente solo, sin ninguna ayuda de la Junta de Comunidades»

June 14, 2017 | Autor: A. De Mingo Lorente | Categoría: Unesco, Toledo, ICOMOS
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16VIVIR TOLEDO

LA TRIBUNA DE TOLEDO DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE DE 2011

ANIVERSARIOS | XXV AÑOS DESDE LA DECLARACIÓN DE CIUDAD PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD (II)

Alcalde de Toledo en 1986

Joaquín Sánchez Garrido

Joaquín Sánchez Garrido estuvo al frente del Ayuntamiento de Toledo durante la legislatura 1983-1987. No solamente fue el alcalde que recibió la Declaración Patrimonio de la Humanidad, sino el responsable de la mayor parte de los trámites. Veinticinco años después, es consciente de lo mucho que el reconocimiento internacional trajo consigo para la ciudad, a pesar del desentendimiento de la Administración autonómica.

«El Ayuntamiento trabajó por la Declaración completamente solo»

El abogado Joaquín Sánchez Garrido fue alcalde de Toledo en dos ocasiones, entre 1983 y 1987 y entre 1991 y 1995. /VÍCTOR BALLESTEROS

A. DE MINGO /TOLEDO

J

oaquín Sánchez Garrido nos recibe en su despacho de abogados, próximo al Alcázar de Toledo, cuando se cumplen veinticinco años desde la decisión de Unesco de incluir a la capital de Castilla-La Mancha dentro de la lista de ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad. Reconoce que recuerda el largo proceso burocrático hasta obtener el ansiado reconocimiento como «algo bastante laborioso, que exigió un gran esfuerzo a quienes estuvimos volcados en esa labor». ¿Tan complicado fue? Más que complicado, como le decía, resultó muy laborioso. Ésa es la palabra. Tenga en cuenta que corresponde al Gobierno de España presentar las candidaturas ante la Unesco, por lo que lo primero -antes de pelear con las instituciones internacionales- era convencer al ministro de Cultura, que era Javier Solana. Eso lo conseguí pronto, aunque con algún esfuerzo, porque no le voy a negar que existía entonces cierta pugna con otras ciudades a la hora de obtener el reconocimiento. Después tocó dirigirse a Unesco, Icomos y demás instituciones internacionales para que fuesen favorables. Por último, vino lo que sin lugar a dudas fue lo más importante: presentar un buen expediente que recogiera los méritos que tenía la ciudad. ¿Quiénes fueron los principales responsables de esa tarea?

4 NEGOCIÓ CON ICOMOS-ESPAÑA QUE SU SEDE VINIESE A TOLEDO EN LOS OCHENTA

«Habría sido magnífico para la ciudad: una publicidad impresionante, reuniones seguras, avales y certificaciones para solicitar ayudas... No sé qué fue de las negociaciones cuando me fui del Ayuntamiento» Mire, me acuerdo fundamentalmente del arquitecto municipal, Ignacio Álvarez Ahedo, que estaba familiarizado con ese tipo de documentación. Recuerdo que el Ayuntamiento tenía material procedente de la Dirección General de Bellas Artes, que fue uno de nuestros punto de partida. También me acuerdo de la labor del ingeniero Juan Suardíaz y de dos personas excelentes, ya fallecidas, que fueron Agustín Jiménez y Blas Sánchez Castro. También había otros vinculados al departamento de Alcaldía, como Lucía Arroyo, que todavía sigue allí, y Rosario de Paz. Si me olvido de alguien no es mi intención-, que me perdone. Recuerdo que andábamos sobrados de entusiasmo e interés, teníamos poco dinero y sobre todo mucho amor a la ciudad. Ah, quiero recordar también, fuera de Toledo, al arquitecto Antón Capitel, que me ayudó muchísimo con la elaboración de la memoria. Lo que no destacaron precisamente entonces medios como ABC y YA fue la colaboración de la Junta de Comunidades. Ni de la Junta ni de su consejero de Cultura en aquel entonces, que era José María Barreda

Fontes. Siempre que hablo de este asunto, la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, lo hago en primera persona, porque me vi absolutamente solo. Nadie ayudó al Ayuntamiento. Nadie. No tuvimos ni el menor apoyo de quienes se consideraban paradigmas de la cultura. Tuve que ser yo quien impulsó todas las gestiones y quien trajo a Icomos a Toledo. Y no creo que hiciera falta haber estudiado en Harvard como para intuir la importancia que tendría para la ciudad un reconocimiento de esta naturaleza, ¿no cree? ¿Y fue finalmente así? ¿Trajo consigo esa ‘maleta llena de esperanza’ que apareció en algún titular de prensa? Recuerdo aquello. Fue durante la rueda de prensa, a la vuelta de París, cuando ya teníamos la declaración. Una periodista me preguntó si había traído conmigo los millones que hacían falta a la ciudad, y yo le respondí que lo que traía era la esperanza de que gracias a esto llegasen a Toledo muchos miles de millones. Y creo que ha sido así, efectivamente. Desde el año 1986 se han hecho muchísimas cosas en la ciudad.

Se han recuperado la mayor parte de los edificios del Casco, tanto civiles como religiosos, se arreglaron las riberas del Tajo con ayuda de la Unión Europea, se hizo la circunvalación en tiempos de Borrell, se obtuvo financiación para las Escaleras Mecánicas (que, quiero recordar, inicié yo, continuó Agustín Conde e inauguró José Manuel Molina)... En fin, muchísima inversión. Y todavía queda mucho por hacer, porque una ciudad es algo que está siempre en continuo desarrollo, siempre necesitada de servicios. ¿Es cierto que Icomos-España pudo haber instalado entonces su sede nacional en Toledo? Sí. Tenga en cuenta que yo dejé el Ayuntamiento en 1987, porque no me presenté a las siguientes elecciones, pero me marché con las conversaciones iniciadas y tras haberles mostrado propuestas como el interior de la Puerta de Bisagra. No tengo ni idea de por qué no continuó el asunto, pero habría sido magnífico para la ciudad, por mucha inversión que hubiera supuesto. Tener a Icomos-España en Toledo habría sido una publicidad impresionante, reuniones

seguras, avales y certificaciones para solicitar ayudas de organismos internacionales... ¿Pensaban entonces más en obtener cuantas ayudas a corto plazo fueran posibles o en la rentabilidad turística que la Declaración de Ciudad Patrimonio podría traer más a la larga? En ambas cosas, sinceramente. Tenga en cuenta que Toledo estaba a las puertas de una nueva etapa. Acababa de ser elegida capital de la región pocos años antes. Antes de 1986 había turistas, desde luego, pero en aquel momento empezamos a darnos cuenta de que para asegurarnos un buen turismo era necesario mostrar una ciudad en condiciones, con calles paseables, con fachadas arregladas, alumbrado en condiciones y edificios públicos y museos presentables. ¿Sabe cómo me encontré el Ayuntamiento cuando llegué por primera vez? Aquello era una verdadera pocilga. Desde luego, para conseguir cambiar las cosas hacía falta dinero, un dinero que Italia tuvo después de la Segunda Guerra Mundial al beneficiarse del Plan Marshall. Así consiguió reconstruir sus maravillas destruidas por la contienda. En España no tuvimos tanta suerte. Sobrevino una larga travesía del desierto, con grandes penurias económicas. Afortunadamente, por ese orden, llegaron la Democracia, el Estado de las Autonomías y la Declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

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