Jesuitas y la ciencia moderna

July 10, 2017 | Autor: S. Castellote Cub... | Categoría: Ciencia, Jesuitas
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¿BUSCAN LOS JESUITAS PRACTICAR EN LA CIENCIAUN “ETHOS AMBIGUO” A FAVOR DE LA RELIGIÓN ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE LA INFLUENCIA DE LOS JESUITAS EN LA CIENCIA MODERNA Hay que reconocer a Edward Grant1 y a Cees Leijenhorst sus modernos estudios sobre la influencia que la noción jesuítica de “espacio imaginario” tuvo en la obra de Thomas Hobbes,2 así como el estudio que, como editor, ha publicado el jesuita Mordechai Feingold sobre la influencia de los jesuitas en la nueva ciencia de Galileo y Newton,3 pero sin olvidar que han sido varios los filósofos anteriores o posteriores a Suárez los que se han ocupado de este tema. MORDECHAI FEINGOLD. En 2003 apareció su excelente libro, The New Science and the Jesuit Science: Seventeenth Century Perspectives (Archimedes, vol. 6), Kluwer Academic Publishers, Dordrecht / Boston / London, 2003, 270 pp., en el que se discute, en 6 artículos, las relaciones entre los jesuitas y Galileo, aclarando puntos que han sido discutidos –no siempre a favor de los jesuitas– sobre la cosmología y el instrumental utilizado en los diversos talleres. El Prefacio del mismo Feingold ya nos advierte: “On cannot talk about mathematics in the 16th and 17th centuries without seeing a Jesuit at every corner” (p. vii). Fue George Sarton (1940), aunque no el primero, quien “reconoció la desproporcionada representación de miembros de la Compañía de Jesús en la empresa científica del periodo de la primera modernidad” (Ib.). El desprecio de la actividad científica de los jesuitas, tratándolos de oscurantistas, ha sido modernamente desmentido con nuevas aportaciones archivísticas y con nuevos textos. Striking in this reassessment is a more nuanced appreciation of the Jesuits’ interaction with ‘modernity’ and a far greater recognition of the Jesuit contribution to the two poles of modern science: the mathematization of natural philosophy and experimental science. (p. vii). Sobre Suárez, nos advierte que el General de los jesuitas, Acquaviva (1581-1615), animó a Suárez a seguir escribiendo, aunque cuidando de no permitir que aumentase el número de escritores jesuiticos” (Ib. 15). Sobre la independencia de los jesuitas escribe: Indeed, my research indicates that while scholarships often served partisan goals in the charged religious atmosphere of the early modern period, Jesuit scientific practitioners as

1 GRANT, E., Much Ado about Nothing. Theories of space and vacuum from the Middle Ages to the Scientific Revolution, Cambridge 1981 (cfr. Digitally printed version, 2008). Ya en su introducción comenta Grant: “Despite a great awakening interest in the history of science in this century, only a few significant studies have appeared to shape our understanding of earlier spatial conceptions. Howewer much these works may differ from each other, they share one common feature: Medieval and early modern scholastic contributions are excluded from serious consideration, and in most cases mentioned not at all... As this study should make clear, the history of spacial theory to Newton cannot be properly understood without inclusion of the Scholastic tradition, a tradition that has thus far been ignored.” (pp. xi-xii). Hay un apartado (a) dentro del capítulo 2 (In Defense of God’ Omnipresence in extracosmic, infinte Space), dedicado a F. Suárez, de quien dice que ha alcanzado, como ninguno, un alto nivel de lucidez y de análisis inteligente. Ib. pp. 153-157. Id., Medieval Science and Natural Philosophy, en: Medieval Studies (ed. James M. Powell), Syracuse-New York 19922. 2 Cfr. LEIJENHORST, C., “Jesuit Concepts of ‘spatium imaginarium’…, pp. 367-373. 3 The New Science and Jesuit Science: Seventeenth Century Perspectives (Archimedes, vol. 6), Dordrecht / Boston / London 2003, 270 pp. Cfr. Id (ed.), Jesuit Science and the Republic of Letters, London 2003. Entre otros articulistas, cfr. W. A. Wallace, V. Navarro, Roger Ariew, sobre las relaciones entre Descartes y los jesuitas. Cfr. Bibliografía B.

a group seem to have resisted the temptation to yoke science to other ends as well as did practitioners of any other religious denomination.” (p. 2) El primer artículo de MICHAEL JOHN GORMAN, –con mucho el más extenso de los otros cinco– insiste en la modestia (modesty) con que los jesuitas, atentos a las exigencias morales expuestas en los Ejercicios Espirituales de su fundador, Ignacio de Loyola, trabajaron con autoabnegación, humildad y modestia en la exposición de los resultados obtenidos, sobre todo, en el departamento de investigación (cubiculum), que el Colegio Romano de los jesuitas tenía dispuesto para estos menesteres, y del que Clavius era el jefe. Nos propone Gorman el ejemplo de Cristóbal Grinberger, cuyo Manuscrito edita en su versión latina autógrafa original (aunque con bastantes errores tipográficos), en: APUG Fondo Curia 2052 VIII 67r-70v, quien muestra en su obra Problemata una singular combinación entre su rechazo a la vanagloria y su exaltación de las capacidades científicas de muchos matemáticos sobre el conocimiento del mundo natural, dando la primacía a las matemáticas (p. 30), como la clave más adecuada para describirlo y conocerlo, incluso contradiciendo la cosmología del Estagirita. Sus relaciones con Galileo fueron muchas, constantes y elogiosas desde 1611 (p. 23). Intenta Gorman aludir a los ingredientes necesarios para contextualizar las investigaciones cosmológicas: These include the need to recognize that what motivated many Jesuit savants to pursue science was not altogether different from what motivated secular practitioners, and that such motivation rarely involved considerations of extending by others means the religious aims of the Order (p. 123). Subraya el articulista que, si analizamos los hechos y colocamos en su debido lugar la contribución de los jesuitas, “we begin to discern the contribution of the Order to the growth and dissemination of scientific knowledge” (p. 123). El artículo de Gorman dispone de numerosas notas pie de página, en las que acredita sus investigaciones. FRANCESCO PAULO DE CEGLIA nos muestra en su artículo a un Giuseppe Biancani como lector de Galileo en un texto censurado e inédito, en el que éste se manifiesta como un admirador de Galileo. En un apartado (pp. 172-174) nos da a conocer el articulista las reacciones romanas con su carácter de censuras. CARLA RITA PALMERINO nos ofrece las respuestas de dos jesuitas a la ciencia galileana sobre el movimiento: Honore Fabri y Pierre la Cazre. Ya en la introducción hace la autora hincapié sobre la comisión abierta en la novena Congregación General de los jesuitas, en la que se decide sobre las “propositiones, quae in scholis societatis non sunt docendae”, y que han de ser incluidas en la Ordinatio pro Studiis Superioribus: 1. El continuo sucesivo y la intensio de las cualidades están compuestos sólo de indivisibles. 2. Hay puntos infinitos con los que se constituye el continuo. 3. Una infinidad en número y magnitud debe estar contenida entre dos unidades o dos puntos (p. 187). Describe pormenorizadamente y con figuras en las páginas siguientes las respuestas de estos dos jesuitas. El portugués HENRIQUE LAITÂO nos ofrece en su artículo el contexto portugués sobre el tema general del libro. Siendo verdad que la Compañía de Jesús mostraba un gran interés por la ortodoxia, nuevas investigaciones han demostrado que entre los jesuitas existían diferentes tradiciones intelectuales dignas de ser debatidas. Así, por ejemplo, el historiador jesuita Domingos Mauricio protesta contra la entonces común acusación, según la cual los jesuitas eran los responsables de la sofocación de la práctica de las Valentin Stansel, en Brasil. En su obra Uranophilus caelestis Peregrinus intenta discutir el estado en que se encontraba entonces la astronomía (p. 238), haciendo alusión, entre otros, a Tomás de Aquino y al mismo Suárez, con respecto a que “la concurrencia divina en el mundo natural resulta de la colaboración entre las causas naturales creadas y una concurrencia genérica divina”. Esta cooperación aparece, según el articulista, en la hipótesis suareciana, un siglo antes, de que, según el Apocalipsis, son las musas las que oscurecen el sol, no necesitando Dios suspender su concurrencia para que el sol deje de iluminar. Él sólo tiene que dejar que las causas naturales actúen. Señal ésta –dice Stansel– de que ya los teólogos jesuitas llegaron a la conclusión de que este oscurecimiento del sol no necesitaba de una intervención divina directa (p. 262).

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