Jácaras en pliegos sueltos de los s. XVI y XVII

August 14, 2017 | Autor: Laura Puerto Moro | Categoría: Popular Culture, Pliegos sueltos, Jácaras
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Descripción

María Luisa Lobato y Alain Bègue (eds.)

LITERATURA Y MÚSICA DEL HAMPA EN LOS SIGLOS DE ORO

en los Siglos de Oro

ISBN 978-84-9895-157-8

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Literatura y música del hampa

La música característica de la jácara profana invadió también templos y conventos en algunas de sus festividades principales, adaptando poemas y melodías a un ámbito muy distinto, como fue el caso de Lope de Vega, de Cáncer, de León Merchante, de Pérez de Montoro o de sor Juana Inés de la Cruz en lo relativo a los textos, y de maestros de capilla que incorporaron estrofas musicadas llamadas ‘jácaras’ en sus villancicos festivos, como hicieron Gómez Camargo, Bazara, Gómez de Zaragoza, Medina o Ruiz de Samaniego. Este libro presenta el trabajo reunido de especialistas de diversas áreas de conocimiento, con el propósito de presentar una visión lo más amplia posible de las manifestaciones artísticas que tuvieron como tema el mundo del hampa y sus personajes, observados desde la perspectiva de la literatura, la lengua, la música y la historia de las mentalidades, en cuanto que se trató de un fenómeno de interés antropológico. El volumen trata en cada capítulo uno de esos acercamientos posibles, con el fin de establecer un estado de la cuestión y explora la evolución que se observa en el sistema de convenciones con los que los poetas, músicos, prosistas y dramaturgos estructuran los distintos tipos de jácara durante los siglos XVI y XVII, su evolución y el horizonte de expectativas del espectador de aquel tiempo. Se añaden en anexos el análisis del género del Marco en el Brasil posterior, así como la primera traducción al francés de una jácara teatral. Se trata de la titulada El Mellado de Calderón de la Barca. Confiamos que el trabajo reunido de varios autores en el volumen despierte la curiosidad por estas manifestaciones literarias y musicales que tienen sus propios héroes.

María Luisa Lobato y Alain Bègue (eds.)

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VISOR LIBROS

Es la primera monografía colectiva sobre literatura y música del hampa en los Siglos de Oro (siglos XVI y XVII) en la que se trata de las obras literarias, tanto poéticas como dramáticas y en prosa, que tienen entre sus personajes y temas a tipos marginales de la sociedad de su tiempo, jaques y daifas, hombres y mujeres que constituyeron una micro-sociedad en los barrios periféricos de las grandes ciudades, en especial Sevilla, Madrid y Valencia. De forma paralela a su existencia real, la literatura y la música crearon para ellos un mundo de ficción, en el que se presentan sus enfrentamientos con la justicia, los castigos que reciben e incluso sus últimos momentos. También forma parte del interés de los creadores de su tiempo el mundo prostibulario en el que a menudo se insertan o con el que tienen fuertes connivencias. Las obras tienen un lenguaje característico, más o menos críptico según épocas y autores. Baste traer como recordatorio los inicios de Reinosa y los autores reunidos por Hidalgo en los Romances de Germanía (1609) o aquellos otros que entraron a formar parte de las colecciones de Romances varios (1621-1688) hasta alcanzar la plenitud en las creaciones de Quevedo con su Escarramán y la Méndez, al que siguieron Cáncer, Alfay y buen número de poetas anónimos que nos dejaron su legado en pliegos sueltos de mitad del siglo XVII. La fuerza de estos personajes llevó como desarrollo natural a su presencia en los corrales de comedias avanzado el tiempo y algunos de nuestros mejores dramaturgos compusieron jácaras entremesadas, con un fuerte componente musical, como fue el caso de Quiñones de Benavente, Calderón, Moreto, Vélez de Guevara y Rojas Zorrilla, entre otros nombres.

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LITERATURA Y MÚSICA DEL HAMPA EN LOS SIGLOS DE ORO

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MARÍA LUISA LOBATO y ALAIN BÈGUE (eds.) ÁLVARO BUSTOS TÁULER ELENA DI PINTO REVUELTA (eds.)

LITERATURA Y MÚSICA DEL HAMPA EN LOS SIGLOS DE ORO

VISOR LIBROS

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BIBLIOTECA FILOLÓGICA HISPANA/157

© Los autores © Visor Libros Isaac Peral, 18 - 28015 Madrid www.visor-libros.com ISBN: 978-84-9895-157-8 Depósito Legal: M-20627-2014 Impreso en España - Printed in Spain Gráficas Muriel. C/ Investigación, n.º 9. P. I. Los Olivos - 28906 Getafe (Madrid) Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (http://www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

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ÍNDICE PRÓLOGO. María Luisa Lobato y Alain Bègue ..................................

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LA LENGUA DE LA JÁCARA César HERNÁNDEZ ALONSO: Introducción a la lengua de las jácaras ....

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JÁCARAS POÉTICAS Laura PUERTO MORO: Jácaras en pliegos sueltos de los siglos XVI y XVII ..........................................................................................

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Antonio CARREIRA: Las jácaras de Quevedo: un subgénero conflictivo ........................................................................................

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JÁCARAS TEATRALES Ted L. L. BERGMAN: La criminalidad como diversión pública y las jácaras entremesadas ...................................................................

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TIPOS Y SITUACIONES DE JÁCARA EN LA PROSA María Augusta DA COSTA VIEIRA: Tratamiento de tipos y situaciones del hampa en la producción cervantina .......................................

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Luc TORRES: Huellas de la jácara y del mundo hampesco (campo léxico de la jácara, antropónimos y términos cazurros) en el vocabulario de germanía de La pícara Justina de Francisco López de Úbeda (1605) .............................................................................

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JÁCARAS Y MÚSICA Alain BÈGUE: La jácara en los villancicos áureos ................................

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ÍNDICE

Álvaro TORRENTE: ¿Cómo se cantaba al «tono de jácara»? ................

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Gerardo ARRIAGA: La jácara instrumental en la música española del Barroco .......................................................................................

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JÁCARA Y SOCIEDAD DEL HAMPA Elena DI PINTO: El mundo del hampa en el siglo XVII y su reflejo en la jácara: ¿realidad o ficción literaria? ...........................................

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ANEXOS Paulo TEIXEIRA IUMATTI: Anexo I: Violência e criação: considerações sobre o Marco e o cangaço na literatura de folhetos brasileira entre finais do século XIX e as primeiras década do século XX ...........

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María Luisa LOBATO: Anexo II: Les «romances en argot des voleurs» a la fin de l’áge Baroque espagnol (1664-1700): de la poèsie a la scéne. Avec l’edition de la jacara L’Édenté / El Mellado de Calderón ....

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PRÓLOGO

Las páginas que siguen son el primer estudio monográfico escrito en colaboración entre varios autores sobre el género de la jácara observada en sus diversas modalidades. Este volumen dialoga con el titulado La jácara en el Siglo de Oro. Literatura de los márgenes1. Mientras el primero realiza un estudio diacrónico sobre el género y se detiene, en especial, en sus manifestaciones literarias y musicales, en el que aquí se presenta el tema se enfoca desde diversos campos de conocimiento: el literario y el musical, por supuesto, pero también el lingüístico, el historiográfico, amén de atender a otros géneros contiguos que comparten, en cierto modo, parte de su espíritu con éste, aunque se den en lugares bien distintos y en época posterior, como es el caso del Brasil de los siglos XIX y XX. La jácara, nacida a fines del siglo XV como expresión poética escrita en forma métrica romance, la protagonizaron tipos y situaciones del hampa. Estos personajes marcaron una nueva forma de «heroicidad» con sus palabras y sus hechos, vinculada a las clases marginales de la España de los llamados Siglos de Oro. Subvertido el héroe caballeresco, jaques y daifas poblaron este nuevo mundo abigarrado de personajes y sucesos, tratados por escritores de primer nivel, entre los que están Reinosa, Quevedo, Lope de Vega, Quiñones de Benavente, Calderón y Moreto. Como si sus protagonistas fueran héroes de leyenda, contaron con una magnífica recepción, tanto en su expresión poética como en la teatralizada, que llegó en un periodo algo posterior. La fuerza con que los mejores autores dibujaron a los personajes que protagonizaban estas obras —Escarramán, Añasco, Crespo, Requena, Gambalúa, El Zurdo, Coscolina, la Chaves, la Méndez y tan1 Lobato, María Luisa, La jácara en el Siglo de Oro. Literatura de los márgenes, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, Colección «Escena Clásica», 2014.

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tos otros— hizo que se trasladaran de los textos poéticos a las tablas escénicas. El empuje de su lenguaje, de sus tipos y de las situaciones en que se vieron inmersos llevaron, como deriva natural, a su subida a los tablados de comedias a principios del siglo XVI. Entreveradas en la fiesta teatral, el público las reclamaba una y otra vez acompañadas de música, en especial en los teatros. De la misma manera, podía contar con sus protagonistas vertidos «a lo divino» en las coplas de los villancicos que se cantaron durante el mismo periodo en iglesias y conventos. Aunque la música de estos villancicos con jácaras se ha conservado hasta nuestros días, no ha sucedido lo mismo con la que acompañaba a las jácaras poéticas y a las entremesadas. Por ello, nos alegramos especialmente de que uno de los autores de este libro, Álvaro Torrente, haya compuesto una partitura que recrea la música que pudo acompañar a la jácara de Escarramán de Quevedo2. Es nuestro interés, pues, no sólo dar a conocer la jácara poética, la entremesada y la musical, sino realizar también una recuperación de este patrimonio que caracteriza a la cultura española y que dibuja bien las luces y las sombras de una época principal de nuestra cultura. La mayor parte de los autores de este libro tuvieron ocasión de intercambiar sus ideas en una reunión celebrada en Burgos en octubre de 2012 con el título Violencia y fatalismo en la literatura española: la jácara, coordinada por quienes suscriben estas líneas, reunión que puede considerarse el germen de esta publicación. Así, pues, contribuyen a este libro especialistas españoles y extranjeros, tanto europeos como americanos. Entre los asuntos tratados está la lengua de la jácara (César Hernández), el análisis del género en pliegos sueltos poéticos de ese periodo (Laura Puerto Moro) y, en especial, en la estupenda producción de Quevedo (Antonio Carreira). A continuación, de la jácara poética se pasa a examinar la teatral, relacionándola con la criminalidad de su época (Ted Bergman y Elena Di Pinto), y, después, la presencia de sus personajes y situaciones en la prosa áurea, tanto en la obra de Cervantes (Maria Augusta Da Costa 2

El grupo de música La Galanía y su soprano, Raquel Andueza, estrenaron esta pieza en Barcelona en noviembre de 2013 y, con enorme éxito, se cantó en el mes de marzo de 2014 en el concierto que dieron en París. Esta obrita, que sigue de forma literal el texto de Quevedo, formará parte de su nuevo CD, Yo soy la locura, II, que se graba en estos momentos.

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PRÓLOGO

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Vieira) como en la novela picaresca (Luc Torres). Son también objeto de estudio el tono de jácara y la jácara instrumental durante el Barroco (Álvaro Torrente y Gerardo Arriaga), así como la presencia de jácaras en villancicos de este periodo (Alain Bègue). Se incluye en Anexo I el análisis del género del Marco o «cangaço» del Brasil posterior (Paulo Teixeira Iumati), en el que se aprecian algunos elementos que es posible relacionar con la tradición española. El volumen incorpora también en Anexo II la traducción para el público francés de una de las mejores jácaras entremesadas del Siglo de Oro español, la titulada El Mellado, escrita por Calderón de la Barca a mediados del siglo XVII. Antecede al texto traducido la presentación del género en francés, de modo que los interesados de esa lengua tengan acceso a un género muy desconocido en el país vecino y quienes quieran probar a representarla puedan contar con un texto apropiado (María Luisa Lobato. Traducción de Josée Gallégo Chin). Valga este volumen para presentar de forma breve a la que fue, sin duda, una de las manifestaciones artísticas más específicas y polivalentes del Siglo de Oro español: la jácara, todavía muy desconocida por el gran público y que esperamos encuentre aquí una nueva guía de lectura que le aproxime a este mundo particular de héroes bien distintos de aquéllos a los que nos tiene acostumbrada la literatura más ortodoxa. Burgos-Poitiers, 31 de marzo de 2014 MARÍA LUISA LOBATO ALAIN BÈGUE

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Jácaras en pliegos sueltos de los siglos XVI y XVII* Laura Puerto Moro Universidad Complutense de Madrid

Desde la temprana circulación en pliegos del siglo XVI de los versos germanescos de un Rodrigo de Reinosa, hasta el inaugural asomo en este medio del Escarramán de Quevedo, sobra insistir en el específico lugar que el universo del pliego suelto poético ocupa para la historiografía áurea de la jácara; espacio crítico, sin embargo, tan escurridizo como tradicionalmente falto de atención global y sistemática, una carencia que el presente trabajo tratará de suplir en la medida de nuestras posibilidades1. * Este trabajo se enmarca en un contrato de investigación postdoctoral «Juan de la Cierva» subvencionado por el Ministerio de Economía y Competitividad del gobierno de España y desarrollado en el Departamento de Filología Española II de la Universidad Complutense de Madrid. 1 Sobra recordar que la composición de Rodrigo de Reinosa recogida en RMND 473 (ca. 1505-1510), bajo la rúbrica de «Comienza un razonamiento por coplas en el que se contrahaze la jermanía e fieros de los rufianes e las mugeres del partido: e de un rufián llamado Cortaviento: y ella Catalina Torres-Altas. Fechas por Rodrigo de Reynosa», con la que Hill, 1945, abre su clásica antología, constituye el testimonio más temprano de versos germanescos en la literatura española —aludiré siempre bajo las siglas RMND al magno catálogo de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI de Rodríguez-Moñino, 1970, en su ampliación por Askins e Infantes, 1997, de acuerdo con la abreviatura convencional entre los especialistas—. En cuanto al Escarramán de Quevedo, es también sabido que su circulación más temprana se encuentra registrada en un pliego de 1613, sacado a la luz en Barcelona, en casa de la viuda de Dotil: «Aquí se contiene la adversa fortuna del valiente Escarramán, natural de Sevilla, al cual prendieron por muchos delitos

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Para el análisis de las jácaras recogidas en pliegos de los siglos XVI y XVII, hemos tomado como punto de partida, primeramente, el Nuevo diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI de Rodríguez Moñino (con Askins e Infantes)2, más el conjunto de catálogos de pliegos castellanos del XVII hasta ahora publicados: los correspondientes a la Biblioteca Nacional de España (BNE)3, la British Library4, la Biblioteca de Cataluña5, Bibliotecas de Portugal6, Biblioteca de don Antonio Rodríguez Moñino7 y la de Copenhague8; conjunto al que hemos de unir los ejemplares editados por Gallardo y recogidos por Hill en Poesías germanescas9, más los inventariados por Rodríguez Moñino en su antológico artículo «Archivo de un jacarista»10. En total, alcanzamos a computar en nuestro corpus 47 pliegos, donde se contienen 52 obras —obviando repeticiones y contrahechos a lo divino— bien de temática claramente germanesca, bien marcadas como «xácaras» sin que esa presentación, sin embargo, nos lleve siempre al mundo hampesco. En este sentido, el conjunto inicialmente rastreado se complica y enrevesa en un heterogéneo laberinto de contenidos que nos obliga, para no perdernos, a buscar el hilo conductor de la «xácara» literaria stricto sensu. Empecemos, pues, con la ya clásica definición de «xácara» dada por Alonso Hernández, quien nos enfrenta, como marcas del género, con: a) protagonistas marginales —universo delictivo—, b) lenguaje especial —críptico o semi-críptico— y c) una veta de comicidad; caracteque cometió. Cuéntase el trato de otros camaradas suyos, y el fin de todos, y lo que con ellos le sucedió en la cárcel estando presos, y el castigo y fin de Escarramán»; impreso al que, no obstante, debieron anteceder otros sobre el mismo asunto, según argumenta Astrana, 1932, p. 209, en su edición de las obras completas de Quevedo. Volveremos sobre estos impresos. 2 Rodríguez-Moñino, Askins e Infantes, 1997. 3 García de Enterría y Martín Abad, 1998. 4 García de Enterría, 1977. 5 Cordón Mesa, 2001. 6 García de Enterría y Rodríguez de León, 2000. 7 Campo, Infantes y Rubio Árquez, 1995. 8 Gigas, 1885. 9 Hill, 1945. 10 Rodríguez-Moñino, 1968.

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rísticas literarias a las que añade el general acompañamiento de estas piezas con «música alborotada, cuando no desapacible»11. Puntualicemos que el último rasgo, el acompañamiento con música, poco tiene que ver con el inicial anclaje dramático del género en un Rodrigo de Reinosa, por ejemplo, aunque sí se halla presente, desde sus inicios, en la composición rufianesca de cariz poético y verso romanceado —lo comprobaremos—. Cabe recordar, por otra parte, que esa interpretación melódica fue ganando en autonomía al margen de izas y jaques hasta hacer de la «xácara» término de identificación para una exitosa tipología rítmica y musical de contenidos muy diversos y temática generalmente desenfadada —aunque no siempre—, según verificaremos en toda una serie de pliegos fechados, fundamentalmente, a mediados del siglo XVII, en coincidencia cronológica con el despegue en sueltas de la jácara de temas rufianescos. En otro orden, es señalable que, hacia los años 70 y 80 del Seiscientos, los motivos de aquellas famosas composiciones de jayanes, sus hazañas y fechorías conocieron una evolución hacia terrenos cada vez más moralizantes, que habrían de acabar fusionándose con la truculenta Relación de sucesos, según ha estudiado en los últimos tiempos Elena Di Pinto12. Pues bien, toda esta diversidad de contenidos —sin agotar ahí la nómina— acoge el corpus acotado de 47 pliegos en los que aquí nos centraremos; con privilegiada atención hacia aquéllos idiosincráticamente germanescos —sea en su modalidad poética o dramática—. Hablamos, en este caso, de cinco pliegos quinientistas —la totalidad de los registrados para el siglo XVI—, más aproximadamente una decena de ejemplares del siglo XVII, sin que las isoglosas literarias puedan delinearse con exactitud para esta segunda centuria. Por último, sobra recordar, antes de adentrarnos en los pliegos de germanía del siglo XVI, que la nomenclatura de «xácara» está ausente de todos ellos. Sobre el término es ya clásico aludir a su registro, por primera vez, en el cervantino Coloquio de los perros —publicado en 1613 y de cronología claramente anterior13—. Sin embargo, a todas luces, por estas fechas todavía no se ligaría con una determinada composición literaria, si es que tenemos en cuenta la circulación del Esca11 12 13

Alonso Hernández, 1989, p. 605. Di Pinto, 2010. Nos remitimos a lo resumido a este respecto por Di Pinto, 2010, pp. 217-219.

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rramán en el mismo año de 1613 bajo la rúbrica de «Aquí se contiene la adversa fortuna del valiente Escarramán, natural de Sevilla…», seguida de una «Carta del Escarramán a la Méndez»14. Por nuestra parte, conseguimos registrar el término, por primera vez, en un cuaderno de romances impreso «en Valladolid, por la viuda de Francisco de Cordova» del que localizo edición de 1632 conservada en la Biblioteca Nacional de Copenhague; conocíamos de él otra publicación de 1636 «en Madrid, por María de Quiñones», de la que toma Hill el texto que reproduce en su compilación15. La rúbrica del pliego en cuestión versa así: Contiene este pliego seis Romances muy curiosos. Los dos primeros, de los sentimientos de la muerte del Infante don Carlos. El tercero, con sus trapos Inesilla. El quarto, vna Xacara famosa de vnos valientes Xacos de Madrid [subrayamos]. El quinto, las virtudes de la noche. El sexto, vna Letrilla al cabo. Compuestos por el Licenciado Juan de Gamarra, natural de Valladolid16.

Todavía en 1644 la Carta del Escarramán circulaba bajo la arcaica y fosilizada rúbrica de «Aquí se contiene la adversa fortuna...»17; sin embargo, sólo cuatro años más tarde, en 1648, González de Salas la publica entre las jácaras de Quevedo, señalando al presentarnos esta sección de la obra del poeta, que «muchas jácaras rudas y desabridas le habían precedido»; una advertencia que, en su alcance cronológico, habremos de reafirmar por nuestra parte18. 14

Ver lo ya expuesto sobre este pliego en nota anterior. Se trata del núm. CI de Hill, 1945, edición en pp. 213-214. 16 Es el núm. IV del catálogo de Gigas, 1885, p. 162. 17 Así, en el pliego preservado en la Biblioteca de don Antonio Rodríguez Moñino (Campo, Infantes y Rubio Árquez, 1995, núm. 22), publicado «en Barcelona, en casa de Lorenço Déu, delante del Palacio del Rey. Año 1644» (Campo, Infantes y Rubio Árquez, p. 54); que remite, de nuevo, a la fecha de 1613 en la que datamos el pliego más antiguo con versos del Escarramán, según se deduce de la rúbrica inicial de ese impreso de 1644: «Compuesto por don Francisco de Quevedo. Año 1613». 18 González Salas, en la disertación que antepone a la Musa V, afirma exactamente: «Muchas jácaras rudas y desabridas le habían precedido entre la torpeza del vulgo; pero de las ingeniosas y de donairosa propiedad y capricho, él [Francisco de Quevedo] fue el primero descubridor, sin duda, y, como imagino, el «Escarramán» la que al nuevo sabor y cultura dio principio» (Blecua, 1999, vol. III, p. 261). 15

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Pero comencemos por el principio de la vida impresa —y conservada— de estas piezas rufianescas, para lo que nos retrotraemos al pequeño conjunto de composiciones de ese tipo datado en el siglo XVI, el que inaugura la publicación de Reinosa de hacia 1505-1510. En estas fechas saldría a la luz, en pliego de dos hojas, el «Razonamiento por coplas en que se contrahace la germanía y fieros de los rufianes y las mujeres del partido, y de un rufián llamado Cortaviento, y ella Catalina Torres Altas» (RMND 473 [ca. 1505-1510] y 474 [¿mediados del siglo XVI?])19: 140 versos, en los que, bajo las alternancias didascálicas de «él» / «ella» se nos presenta un diálogo entre el rufián Cortaviento y la ramera Catalina Torres-Altas de marcada impronta teatral, explícita desde el tecnicismo de «razonamiento» que lo precede hasta la utilización de la copla real o doble quintilla, profusamente cultivada en la escena del siglo XVI. En él se despliega una pormenorizada —y caricaturesca— descripción del mundo de la germanía en su vestimenta, costumbres, jerarquización y código del honor, así como habla específica y enclave argumental en la venganza de la prostituta por parte del rufián20. Llama particularmente la atención el extremo cripticismo de esta obra, con más de sesenta términos jergales —muchos de ellos cultismos— acumulados en poco más de cien versos; particularidad sobre la que ya nos advierte la rúbrica —«Razonamiento en que se contrahace [es decir, se remeda jocosamente] la germanía»—. Ello podría enlazarse con el expresionismo lingüístico de nuestro primer teatro, inseparable de su efecto contrapuntístico —desde el dialecto literario mismo— ante un receptor refinado y, cuando menos, urbano, que disfrutaría particularmente de lo irrisorio de estos «deformes muñecos sacados a la pública vergüenza», en palabras de Márquez Villanueva21. De hecho, Márquez Villanueva, refiriéndose al particular universo hampesco reflejado por lo que él denomina la germanía clásica —la 19

Una descripción de estos pliegos, incluyendo las fechas de publicación estimadas por la crítica puede consultarse en Puerto Moro, 2010a, núms. II y XXV del Apéndice. La edición, en Hill, 1945, pp. 3-7; Cabrales, 1980, pp. 109-113; Chamorro, 1988, pp. 63-71 y Puerto Moro, 2010a, pp. 179-190, con profusa anotación lingüística. 20 El estudio pormenorizado de esta composición lo realizamos en Puerto Moro, 2010a, pp. 51-62. 21 Márquez Villanueva, 2001, p. 11.

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que va de Reinosa al Romancero de Juan Hidalgo—, afirma: «Nada […] más alejado del […] reflejo directo del hampa, que habrá que ir a buscar a otras partes»22. En fin, un ridículo mundo prostibulario el de Reinosa que, en su vertiente escénica y extrema hilaridad, cabría enlazar con las jácaras entremesadas del siglo XVII. Mucho más nítida aún es la carga teatral del «Gracioso razonamiento [tecnicismo dramático, de nuevo] en que se introducen dos rufianes, el uno preguntando, el otro respondiendo en germanía de sus vidas e arte de bivir», recogido en pliego de cuatro hojas (RMND 897 [ca. 1518-1519] y 898 [ca. 1540])23; con gran abundancia, igualmente, de términos germanescos, aunque sin llegar a los extremos reinosianos. Nos encontramos, ahora, ante 248 versos distribuidos en paródicas coplas de arte mayor, a los que Menéndez y Pelayo llegó a atribuir un carácter «netamente dramático»24. Se construye esta obrita sobre la narración que un rufián realiza a otro de sus habilidades, más la huida de ambos de la justicia y refugio en la gualtería, donde se desarrolla la solicitud de venganza de la prostituta con respecto al cliente que la ha afrentado, un pastor, en este caso, cuya «confesión» final ante el rufo omitió Hill en su edición, probablemente por su altísima carga de escabrosidad25. Sin llegar a esas cotas de humor grueso, no menos hilarante es el diálogo que mantienen jayán y prostituta en las «Coplas hechas por Álvaro de Solana, en que cuenta cómo en Zamora vido hazer a un rufián con una puta los fieros siguientes» (tercera composición de los pliegos RMND 790 [ca. 1511-1515] y 792 [ca. 1515-19])26; si bien en este caso, frente al diálogo de Reinosa, la carga dramática se halla empañada por la mayor irregularidad en la distribución de las intervenciones y por el asomo del autor en la parte final. Nos situamos, ahora, ante 169 versos en coplas mixtas (quintilla más redondilla), en los que la jocosidad se asegura por toda una retahíla de hazañas y bra22

Márquez Villanueva, 2001, p. 9. Puerto Moro, 2010a, núms. XXXII y XXXVII del Apéndice. 24 Menéndez y Pelayo, 1943 [1905-1915], vol. IV, p. 20. 25 El Gracioso razonamiento es transcrito por Hill, 1945, pp. 7-12, con la excepción de «La confession del Pastor», censurada por el crítico. Sí tenemos una reproducción completa de la composición en Cabrales, 1980, pp. 172-183 y en Chamorro, 1988, pp. 72-87. 26 Edición de Hill, 1945, pp. 13-17. 23

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vuconadas del rufián anunciadas desde la rúbrica y descubiertas en su fondo cobarde al tornarse, finalmente, sólo contra la propia ramera. Lingüísticamente cabe destacar entre los irrisorios juramentos, el «reniego de Jasón» o «reniego del verberado» que asomasen ya en Cortaviento y que habrán de tener una amplia descendencia en la escena rufianesca27. Hay que apuntar, sin embargo, que apenas conoce esta obra el léxico jergal. Tampoco se halla presente la germanía en los «Fieros que haze un rufián llamando Mendoça contra otro que se dezía Pardo, porque le requería a su amiga de amores» (pieza de remate en los pliegos RMND 846 [+847] [ca. 1530-1535] y 1046 [ca. 1564])28, sustentada —como la anterior— desde su presentación, sobre bravatas y amenazas del jaque; un rufián que, en este caso, protagoniza una obra de 84 versos en coplas de pie quebrado calificable de pequeño monólogo teatral, si es que atendemos al dominio de la primera persona y a su expresividad lingüística. Los juramentos se repiten y enlazan con los anteriores, dentro del que resulta despliegue verbal inseparable de los que serían desaforados gestos. Frente a la vinculación dramática de estas composiciones, la que bajo la rúbrica de «Éste es un consejo que dio un rufián a unas donzellas», que hallamos en los pliegos RMND 872 y 873 (ca. 15351539)29, posee ya eminente carácter narrativo-descriptivo, con una larga tirada de 257 pareados hexasilábicos (más quintilla inicial y cuarteta final) en los que los prototípicos consejos del rufián a su iza —en la órbita de motivos de los romances germanescos— se articulan bajo la minuciosa pintura del Valladolid y Medina de la época. Desde estos contenidos, se entiende que el léxico jergal no sea especialmente profuso, aunque tampoco inexistente; en cuanto a la comicidad de la pieza, queda asegurada por un cierre en el que nos encontramos con las prostitutas estafadas por su rufo y buscando sustento. El balance de obras germanescas conservadas en pliegos del siglo XVI arrostra, en definitiva, una nómina de cinco piezas ligadas a im27

Ver Puerto Moro, 2010a, p. 58. Puerto Moro, 2010a, núms. XXXV y XXXVIII del Apéndice. Edición en Hill, 1945, pp. 17-20 y Cabrales, 1980, pp. 196-199. 29 Puerto Moro, 2010a, núms. XIX y XX del Apéndice. Edición en Hill, 1945, pp. 22-29. 28

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presos de la primera mitad de la centuria —fundamentalmente—, con una heterogeneidad métrica tan obvia como claro es el anclaje teatral o parateatral de su mayoría; y evidente la continuidad del universo literario que reflejan protagonistas, motivos y expresionismo verbal. Universo que bien puede calificarse de esencialmente bufonesco, si es que atendemos a la irrisoria dimensión contrapuntística de comportamientos, hablas y vestimentas con respecto a un auditorio evidentemente distanciado de la figura de la que hace su objeto de burla. Sobre el tema hemos insistido en otras ocasiones en relación con el trazado del primitivo teatro profano, en evidente línea discontinua con la jácara entremesada del siglo XVII30. Ahora bien, no termina en ese listado el conjunto de pliegos germanescos del XVI de los que, cuando menos, tenemos noticia. Conocemos, a través de Rodríguez-Moñino, una sexta obra transmitida en menudencias de comienzos de siglo que, sin embargo, pasó inadvertida a Hill: se trata de la más temprana alusión al Romance de Perotudo —el que abre el Romancero de Juan Hidalgo (1609)—, del que sabemos a través de la entrada n.º 12369 del Abecedarium colombino: «Salvador Rodríguez. Arenga llamada la ron en coplas», cuyo íncipit es el siguiente: «En la ciudad de Toledo / donde flor de bayles son», coincidente con los dos versos de apertura del Perotudo (RMND 493). El testimonio es recogido en un artículo de 1962 de don Antonio, «Cinco notas sobre romances», sin excesiva fortuna crítica; artículo en el que, rastreando la huella del texto, nos transportaba el extremeño desde el Abecedarium de Colón, pasando por su reflejo en la Comedia Vidriana (ca.1525), hasta la parodia a lo divino en una pieza musical recogida por Mateo Flecha (antes de 1557, por tanto)31. La presencia del estribillo musical «la ron ron ron ron ron» en todos esos casos, más titulación como «arenga» bajo la firma de Salvador Rodríguez, nos impulsa a deducir no sólo el complemento musical de la pieza, sino su 30

En Puerto Moro, 2010a, incidíamos, a partir del análisis de las figuras más idiosincráticas de un Rodrigo de Reinosa, en la dimensión esencialmente bufonesca y contrapuntística que sustenta nuestras figuras teatrales más primitivas (pastores, negros, rufianes, comadres...), desde su habla y aspecto hasta su comportamiento inapropiado; lo que las convierte en hazmerreír y blanco de mofa de un público socialmente distanciado (palaciegos, universitarios, artesanado urbano…). Volvemos parcialmente sobre el tema en Puerto Moro, 2010b y en Puerto Moro, 2013. 31 Rodríguez-Moñino, 1962, pp. 21-25.

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clara interpretación con el tipo de «música alborotada» que mencionase Alonso Hernández como general acompañamiento para las composiciones estudiadas32. Si añadimos a todo ello, por fin, el metro octosilábico del Perotudo y la evidente ligazón de este verso con la jácara musical, creemos no equivocarnos al afirmar que el género o los preludios del género literario y musical de la jácara estaban ya servidos a principios del siglo XVI. En la lectura de la versión del Perotudo de 1609 hallamos, por lo demás, toda la tópica temática que habrá de inundar el Romancero de germanía: genealogía del rufián, oficios, habilidades y lugares recorridos, izas a su cargo, vestimentas y armas, consejos a la prostituta, robos, traición por parte de la ramera, más prendimiento por la justicia y horca final, sin que ello represente moralización alguna33. A partir de los testimonios aquí aportados, no podemos corroborar, bien es cierto, el que «este romance [...fuese] el primero que se compuso en esta lengua», tal y como afirma Juan Hidalgo en la presentación del Perotudo34; pero sí el que era sentido como composición vieja cuando en 1609 se publican sus Romances de germanía35. Sabemos, por lo demás, que de esta compilación hubo publicaciones anteriores, si es que atendemos a unas interesantísimas palabras de Jiménez Patón de 1604, que refuerzan, por otra parte, el filtro culto impuesto a esas piezas en su tránsito a la memoria escrita: Por este pestilencial abuso casi se introdujera una bastarda lengua en las escuelas de Salamanca, que llamavan Junciana, y no sé que más o menos tiene este modo de hablar que es el que llaman, entre la gente de la vida mala Gerigonça, del cual lenguaje se podrán ver algunos romances que ni lo son ni Latines. De que hay un librillo con su diccionario que dizen de lengua Germana, y todo es barbara lexia, raçón bár32

Ver lo expuesto anteriormente sobre la caracterización de la jácara. La composición que —repetimos— abre los Romances de germanía de Juan Hidalgo (1609) puede leerse en Hill, 1945, pp. 55-61. 34 «Este romance es el primero que se compuso en esta lengua, y advierta el Letor que se llama Bayle, porque trata del Ladrón, que ahorcaron» (Hill, 1945, p. 55). 35 Una transcripción completa de los «Romances de germanía de varios autores con su Bocabulario al cabo por la orden del a, b, c, para declaración de sus términos y lengua. Compuesto por Juan Hidalgo» es realizada por Hill, 1945, pp. 53-124. 33

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bara o falta de ella y de su discurso, al qual vizio llaman los Griegos Soroysmo o Koynismo36.

Por lo que se refiere a este filtro culto, sumamente significativo resulta el poema con el que se abre la segunda parte de los Romances de germanía, aquél encabezado por la rúbrica «Estos seis romances son de un autor, y el que recopiló el Bocabulario de la Germanía»: la pieza en cuestión, dedicada al dios Marte, nos presenta las composiciones que siguen como explícito motivo de recreo y prueba de ingenio para el escritor y lector instruidos: Tú, dios Marte, a quien dedica mi musa aqueste trabajo, pues eres de la braveza, el dios que invocan los bravos, defiende aquestos romances, que van puestos a tu cargo […]. Y advierte a los que leyeren que ha sido escribir triscando, para prueba del ingenio en este lenguaje estraño, y que por curiosidad el más honesto y más sabio, sin tenerlo en menos precio se puede ocupar un rato en leer de aquesta gente sus términos y vocablos37.

Desde estos supuestos, es decir, desde la entrada de la jácara en el mundo impreso a partir de plumas cultivadas, nada más lejos de la casualidad el que fuese una pieza quevediana, la sobradamente conocida «Carta del Escarramán», la primera de este tipo conservada en pliegos del siglo XVII; concretamente, en un cuaderno de cuatro hojas de 1613 —señalábamos anteriormente—; que, sin duda, no supuso su primera puesta en circulación, puesto que, como bien notase ya Luis Astra36 Bartolomé Jiménez Patón, Elocuencia española en Arte (Toledo, Thomas de Guzmán, 1604), fol. 10 (apud Hill, 1945, p. VII). La cursiva es nuestra. 37 Hill, 1945, p. 67. La cursiva es nuestra.

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na, existen fragmentos allí recogidos evidentemente malentendidos e incorrectos38. La «Carta del Escarramán» en pliego se publicó conjuntamente con una «Respuesta que la mujer invió a Escarramán», absolutamente divergente de la «Respuesta de la Méndez a Escarramán» de González Salas; más un «Romance del testamento que hizo Escarramán» tampoco presente en la compilación de 164839. En su menor calidad literaria, supresión de juegos conceptistas y prácticamente ausencia total de términos jergales, podemos afirmar que la fusión en el pliego de estas piezas junto con la quevediana creación o reelaboración del Escarramán son buena muestra del camino de popularización y normalización lingüística que la poesía germanesca vivirá a medida que avance el siglo XVII y amplíe su público; dentro de un proceso no muy divergente del conocido por el sayagués o el «habla de negros» en su paso del auditorio palaciego a un público cada vez mayor40. Claro está que Quevedo no inventa nada, aunque sí supone un auténtico punto de inflexión en una tradición de profundas raíces que, en la forma romanceada que inunda el siglo XVII, hemos visto asomar ya en los inicios del XVI a través de los testimonios indirectos del romance de Perotudo. Al hilo del estudio del pliego del Escarramán —y de su proceso de reelaboración de esa tradición más que de innovación—, cabe añadir tan sólo que la utilización de la forma epistolar 38 Nótese, además, que el Escarramán figura ya vuelto a lo divino en un pliego de Gaspar Serato impreso en Málaga en 1612: «Relación berdadera que se sacó del libro donde están escritos los milagros de Nuestra Señora de la Caridad de San Lúcar de Barrameda», donde nos encontramos un «Romance nuevo a la pasión de Christo buelto por el de “Escarramán”», y otro «Romance de Escarramán buelto a la pasión de Cristo». Me remito a las valiosas aportaciones de Astrana, 1932, pp. 209-211. 39 Edición en Astrana, 1932, pp. 212-215. 40 En este sentido, recordaba Lihani, 1958, 166: «As the drama reached a wider segment of the public, no single regional type like the Leonese pastor was any longer deemed so necessary, or indeed so proper, as he had been previously when his speech was intended to evoke laughter from a limited, aristocratic audience [la cursiva es nuestra]». Recordamos, asimismo, el proceso de normalización lingüística al que los impresores someten las églogas carnavalescas de Juan del Encina en su edición en pliegos (Pérez Priego, 1996, 28). Para un análisis más profundo de este fenómeno, nos remitimos a Puerto Moro, 2010a, en relación con el estudio del habla de las figuras escénicas de pastores, negros, rufianes o comadres.

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—usada en las tres obras del cuaderno— se halla profusamente registrada en el Quinientos en romanceros y manuscritos. Rastreamos la epístola en cuatro piezas germanescas más conservadas en pliegos del siglo XVII, todas ellas en forma de romance y sin apenas léxico de germanía. A la de impresión más temprana entre las posteriores a Quevedo, la de 1632, nos hemos referido ya anteriormente, al documentar el primer pliego en el que registrábamos la palabra «xácara»: la «Xácara famosa de unos valientes xacos de Madrid», rematada por una carta que reciben los huidos protagonistas a Sevilla de sus rameras en Madrid41. Fechable en 1630 a partir de sus versos finales es, por otra parte, la amorosa «Xácara muy famosa, que escrivió un Xaque de Granada a su marca la Méndez, que estava en Sevilla», aunque se encuentra recogida en pliego publicado en 168142. También bajo la nomenclatura de carta, sin fecha en esta ocasión, se nos presenta el «Donairoso traslado de una graciosa, entretenida carta que ha escrito de su letra, por mano de un amigo el famoso Brincatapias, ladrón de bien y gato de vergüenza, a su más cicatero camarada el insigne Mellado de Antequera [...]», con prototípico relato de las hazañas de un rufián, más su transporte al cadalso, siempre en tono cómico43. Nuestra cuarta epístola, construida sobre la queja del rufián a la daifa porque «no le acude», está publicada en pliego de 1650; emparejada con una segunda jácara a la que sustenta el diálogo y riña entre rufo y prostituta, y de la que, significativamente, se nos explicita que 41

«Luego aquel martes siguiente / recibieron una carta / de las que en Madrid quedaron, / Marcela, Luisa y doña Ana. / Lo que la carta dezía / en las primeras palabras: / “No podrán vivir los cuerpos, / estando ausentes las almas…”» (vv. 5562 [Hill, 1945, p. 213]). 42 La composición en cuestión termina así: «Fecha en Sevilla a los quince / del mes de Octubre, que cuentan / sobre seiscientos y mil, / con más número de treinta. / Garrancho tu amada prenda» (vv. 125-129 [Hill, 1959, p. 47]). El pliego que la incluye lleva por rúbrica: «Esta obra contiene dos letras famosas y nuevas, de mucho gusto, entretenimiento y donayre. La primera, del bayle de las Damas de Madrid orillas del Mançanares. La segunda, entre los sueltos cauallos, glossado; y una Xácara muy famosa, que escrivió un Xaque de Granada a su Marca la Méndez, que estava en Sevilla. Lleva al cabo una canción nueua pastoril, A costa de Lucas Martin de Hermosa, Mercader de Libros. [Colofón:] En Sevilla, por Iuan Vejarano, Impressor de Libros en calle de Genova, Año de 1681» (Hill, 1959, p. 43. La cursiva es nuestra). 43 La obra puede leerse en Hill, 1945, pp. 180-182 (núm. LXXIII).

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ha sido cantada en comedias. El pliego en cuestión es bien conocido por los especialistas: Aquí se contienen dos famosas xácaras curiosas y entretenidas. La primera es la de Periquillo el de Madrid que se ha cantado ahora nuevamente en las comedias. La segunda de un valentón al uso, que, contando su vida a su dama en breve, se quexa de que no le acude. Con unas seguidillas por postre, a varios asumptos. Con licencia. En Madrid, por Alonso Paredes, año de 165044.

Igualmente explícita es la interpretación en comedias de las piezas recogidas en el pliego que principia «Aquí se contienen dos xácaras, una del mulato de Andúxar, que se ha cantado en la comedia, otra del desafío que tuvo Periquillo el de Baeza con Periquillo el de Madrid»45. Desconocemos la datación del impreso, pero probablemente no erremos al situarlo en la década de los 50, como el anterior, al que se aproxima en su rúbrica y en el protagonismo —en la segunda obra— de Periquillo el de Madrid, figura a la que suponemos de moda en estos años. También en los 50, más concretamente en 1652, se fecha el pliego que principia «Xácara en troba de entre los sueltos caballos. Compuesta por Francisco de Yepes, natural de la ciudad de Valladolid», cuya segunda composición, la presentada como «Xácara nueva» nos sitúa ante el diálogo de un rufo con su iza camino de galeras, condena que se diluiría en la fiesta y algarabía plasmadas en los últimos versos: «Esto dijo y se acogieron / con Perotudo y Camacho, / que con Marica a la fiesta / avían sido convidados» (vv. 125-128)46. Por fin, otras dos jácaras de contenidos netamente germanescos recoge el pliego «Aquí se contienen dos xácaras nuevas de dos jaques campanudos, y ambos de un oficio. La primera, de Portillo el de Alcalá. Y la segunda de Sancho el de el Campillo; con un romance a una dama muy hermosa»47. En la segunda pieza se cita vivo a Felipe IV48, por lo que cabe deducir su adscripción, como muy tarde, a los inicios 44

Hill, 1945, núms. LVI y XCI. Los textos en pp. 164-165 y 201-202. Hill, 1945, núms. LXX y XC. Los textos en pp. 177-178 y 200-201. 46 Hill, 1945, núm. LXXX. La reproducción del texto, en las pp. 188-190. 47 Hill, 1945, núms. XCVI y CIII. Los textos son editados en las pp. 209-210 y 215-216. 48 «Mas ay del que se suena, / pues dizen que voy forçado; / si Lucrecia de Tarquino, / yo voy de Felipe Quarto» (vv. 45-48 [Hill, 1945, p. 215]). 45

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de los sesenta (antes de 1665); siendo más que tentadora la datación, como las inmediatamente anteriores, en los años 50. Hasta aquí, pues, y por lo que al siglo XVII se refiere, un grupo relativamente homogéneo de trece obras, recogidas en ocho pliegos in-4.º, con rufianes como protagonistas, escasez de léxico jergal, veta cómica trazada antes desde la irónica altivez con que reciben sus penas que desde la burla desgarrada de sus bravatas y cobardía —tal y como se hacía en la centuria anterior—, forma romanceada, promedio de unos 100 versos —con oscilación comprendida entre los 64 de cuatro obritas hasta la «anómala» longitud de 224 de la más larga49—, y una modulación discursiva que acoge desde la epistolar primera persona (siete piezas), pasando por el dominio del monólogo (una pieza) o el de la 3ª persona (una composición, la de 224 versos), hasta la alternancia entre narrador y diálogo en las cuatro obras restantes, forma ésta que las aproxima a la carga de teatralidad y dramaticidad del romancero. En fin, constatamos su interpretación en comedias, recogida a posteriori en pliegos, desde lo explícito de la rúbrica de, al menos, dos impresos; siendo fechable una parte considerable del subconjunto en los años 50, de donde cabría deducir cierta moda de la jácara en el mercado del pliego por estos años, según adelantábamos al principio de este estudio. Fuera de ese grupo homogéneo, pero en sus lindes, se encontraría la jácara de García de la Iglesia que acompaña al Entremés del hambriento y los ciegos, en pliego in-8º de 1659, con una composición sin léxico alguno de germanía y sustentada sobre un curioso tema: los consejos dados por un rufián a su hijo, sin aptitudes para la continuación del oficio50. Igualmente, quedan fuera del conjunto y características antes enumeradas otras dos obras en cuadernos del Seiscientos protagonizadas por cómicos rufos. La primera se halla recogida en un pliego de Cristóbal Bravo publicado en 1632, pero que, por su autoría, hay que retrotraer, con toda seguridad, al siglo XVI, en la estela del tipo de bravatas que, por su extrema hilaridad y explotación de la cobardía mal disimulada, estudiábamos como propias de esa centuria: Obra muy graciosa para reír, y passar tiempo. La qual se llama Testamento del Gallo. Va por estilo muy galano. Y al fin de la obra van unas 49 50

Hill, 1945, núm. LXXIII. Se conserva en la BNE, signatura: R/31254 (3).

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brabatas, y desgarros de un rufián largo de lengua, y cobarde de manos. Compuesto por Christóval Bravo, privado de la vista, y natural de Córdova51.

La segunda obra, transmitida en pliego sin fecha, se inscribe, por el contrario, plenamente en el siglo XVII desde sus evidentes conexiones con la novela picaresca: es relato en primera persona, donde un rufián cornudo narra desventuras desde la cuna para terminar solicitando al destinatario —su «señor»— que le devuelva a su daifa. El pliego en cuestión lleva por rúbrica: «Refiere su vida y hazañas un Xaque de parola, contando sus empleos, y sus progresos»52. De los años 50 del siglo XVII es, por otro lado, un nuevo subcorpus de pliegos bastante compacto: se trata, en esta ocasión, de seis cuadernos (siete obras), con un llamativo formato in-16º, principiados siempre como «xácara». La jácara remite, ahora, a composiciones octosilábicas de rima arromanzada —de entre 52 y 112 versos, con una media de 70-80—, donde suelen abandonarse los contenidos propios de la germanía para acoger motivos carnavalescos que van desde las desavenencias de una suegra con su yerno53 hasta la sátira de las medias de pelo54, pasando por una grotesca pelea de lavanderas en el Manzanares55. En fin, temática particularmente apropiada para el alborotado género de la jácara que da paso, en tres de los pliegos, a unas seguidillas56. 51 Gigas, 1885, núm. VII. La cursiva es nuestra. Cristóbal Bravo es autor del siglo XVI (a él pertenecen los pliegos RMND 64.5-72). 52 BNE, signatura: VE/131-34. 53 «Aquí se contienen unas siguidillas y xácara nueva de lo que sucedió a una suegra con su hierno; y cómo siendo perseguido de muger y cuñadas, se desembarazó de ellas a muy poca costa. Compuestas por Manuel Díaz de la Plaça. Con licencia. [Colofón:] Con licencia. En Madrid. Por Domingo García Morrás. Año de 1657» (BNE, signatura: VE/46-85). 54 «Aquí se contiene una xácara curiossa, sobre las medias de pelo. Compuesta por Diego Gonçález. [Colofón:] Con licencia en Madrid. Por Gregorio Rodríguez» (BNE, signatura: VE/46-86). 55 «Aquí se contiene una xácara entretenida, de la sangrienta batalla que tuvieron trescientas labanderas en el río Mançanares entrando a meter paz quarenta esportilleros. Compuesto por Diego Gonçález. [Colofón:] Con licencia, en Madrid por Julián de Paredes, año 1654» (BNE, signatura: VE/46-88). 56 Así, en las citadas «Xácara de lo que sucedió a una suegra con su hierno», «La sangrienta batalla que tuvieron trescientas labanderas» y la «Xácara sobre las medias de pelo».

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La modalidad discursiva es predominantemente en tercera persona; sin que, desde aspectos puramente formales, nos sea posible establecer la distancia con respecto al «romance-jácara» tal vez recitado, no cantado, por ciegos; aquél que reflejaría la obra que principia así: «Escúcheme todo jaque / todo curioso me asista, / que también los ciegos tienen / su poco de xacarilla» (vv. 1-4)57. Es éste el grupo de jácaras al que se adscriben, en su mayoría, las recogidas por don Antonio en su artículo «Archivo de un jacarista» (1654-1659)58. Dentro de «Archivo de un jacarista», y con revisión de impresión de 1654, nos encontramos con una «Xácara a la despedida que hizo un hijo de vezino de Madrid con unas siguidillas muy gratiosas por Domingo Iglesias»59, donde se recoge la que es, en realidad, una loa de alabanza de ciudades que hallábamos ya en un impreso publicado en 1640 como «El ingenioso Entremés de la Visita graciosa, que representó Amarilis en la villa de Madrid [...]. Lleva al cabo una Xácara muy famosa nueva»60. La jácara en cuestión no es otra que la nuestra, continuada por las mismas seguidillas, desde donde cabe comprobar, de primera mano, el trasvase de estas composiciones desde la representación escénica hasta el universo del pliego de cordel. Como marca de adscripción métrica —¿y musical?—, no temática, habría que aprehender, igualmente, la nomenclatura de «xácara» en otros tres pliegos tempranos de los años 40, aproximadamente; el que principia «Aquí se contienen dos famosas xácaras, y un romance muy gracioso, de lo que ha sucedido en el sitio de Fuente-Rabia» —del que sólo conservamos el romance— (1638)61; la «Xácara al Rendimiento de Perpiñán», publicada en 164262; y la «Jácara a un suceso notable que aconteció en el Pirú» (ca. 1648)63. 57

«Aquí se contienen dos xácaras famosas. La una, de las quexas que le da un tío a su sobrino, entrambos verdugos en Valladolid, después de averle açotado. La otra, sobre lo que vulgarmente suena en Madrid por los chascos de la Margaritona. Compuesta por Antonio de Sante Loy. Con licencia. En Madrid. Por Andrés García. Año 1656» (BNE, signatura: VE/46-89). 58 Rodríguez-Moñino, 1968. 59 Rodríguez-Moñino, 1968, núm. I. 60 BNE, signatura: 1072.g.25 (6). 61 Citado por Díaz Noci, 2004, p. 82. 62 Cordón Mesa, 2001, núm. 42. 63 «Iacara a vn suseso [sic] notable que aconteció en el Piru: dedicase a quantos la leyeren, o escucharen / escríuela vn poeta que anocheció en este mundo, y

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Por último, a finales de siglo, en los años 70 y 80 fundamentalmente, nos situamos ante otro homogéneo grupo de pliegos que, aunque protagonizado, de nuevo, por valientes, se halla muy distante de todo el universo cómico asociado con el mundo de la germanía en las décadas anteriores —comenzando por la ausencia de su léxico característico—, para adquirir, por el contrario, tintes moralizadores; llegando a fusionarse con los parámetros temáticos y formales de la noticiera y truculenta Relación de sucesos, en su extensión, tópica y retórica. Se trata de pliegos in-4º donde se recoge una única obra de 200250 versos en romance en la que, en tercera persona —generalmente— se nos narran fechorías y castigos, sintetizados ya desde el título; ello, al uso de las Relaciones, en cuya «retórica menor» —en conceptualización de García de Enterría64— se enmarcan tanto el prototípico exordio inicial como la exegética lectura final de tono ejemplarizante. A ciencia cierta, compuestas para ser recitadas. No me detengo más sobre un corpus magníficamente estudiado por Elena Di Pinto en fechas recientes, y me limito a señalar que, de acuerdo con nuestro cómputo, entran dentro de este grupo doce obras65, que van desde la narración de los hechos delictivos y castigo del valiente —así la «Famosa xácara en que se da cuenta de la prisión, delitos y muertes de Alonso de Mena...»66— hasta el suceso truculento desvinculado ya del mundo de la germanía —de esta manera, la amaneció en el otro» (BNE, signatura: VE/119/74). Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII): http://www.bidiso.es/fotogramas Relaciones/GE_4_10_2_3_2_3_4_27/digitizedPages/ge-10.3.3-27.pdf [consulta: 8 de marzo de 2013]. La datación ha de fijarse hacia mediados de siglo, ya que el texto menciona a Antonio de Toledo, hijo del virrey del Perú, Pedro de Toledo, que fue sucedido en 1648 por el conde de Salvatierra: «El de Saluatierra dizen / que me sucede en el cargo» (h. 3v). 64 García de Enterría, 1987-1988. 65 Di Pinto, 2010, establece en 16 el conjunto de las «jácaras de sucesos», donde incluye las «jácaras de sucesos falsas, cuya denominación jácara está usada como mero reclamo publicitario y editorial; no tienen ninguna característica de las jácaras, ni tan siquiera la de tratar hechos delictivos, pero sin embargo lucen como marbete en su título dicha palabra» (p. 234); modalidad ésta que queda fuera de nuestro subcorpus. 66 BNE, signatura: VE/113/20. Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII): http://www.bidiso.es/fotogramasRelaciones/GE_4_10_ 2_3_2_3_4_02/digitizedPages/ge-10.3.3-02.pdf [consulta: 8 de marzo de 2013].

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«Famosa xácara nueva, en que se da cuenta y declara el más fiero delito [...] el cual cometió un Negro que andava en esta Corte vailando el zarambeque [...] y fue que encontrando en un camino a una hermosa labradora la forçó [...]»—67. Hay que pensar, por fin, que la continuidad de este universo noticiero y el reclamo publicitario de la nomenclatura «jácara» provocó el trasvase del término a la rúbrica en obras tales que la «Xácara aora nuevamente compuesta: su motivo fue por el nuevo sucesso de auer salido de la villa de Madrid el Regimiento de la Guardia de su Magestad, que Dios guarde, a veinte y dos de Enero de mil y seiscientos y setenta y siete», con idénticas características materiales y formales al del grupo de jácaras de los años 70, y con la misma cronología68. Nos restaría, para terminar, alguna jácara «extravagante», si es que nos autoriza a emplear esta terminología el hecho de que no case con ninguno de los sub-corpus delimitados en este estudio; así, la que comienza «A la salud de sus magestades, la Musa Terpsichore en festiva alusión a la pendencia mosquito que escrivió Don Francisco de Quevedo, la pinta con tiento y haze la razón con medida en esta xácara», contrahecho de la jácara quevediana en la que, con similar agudeza, se celebra la recuperación de la salud de Carlos II69. * * * Centrándonos en aquellas obras de contenidos germanescos en sentido estricto, las cifras arrostran —decíamos— cinco pliegos del siglo XVI y no más de una decena del siglo XVII, porcentajes claramente bajos con respecto a la acogida de versos de rufianes en romanceros y manuscritos, de acuerdo con el corpus de Hill. Este hecho habría que conectarlo no sólo con los estragos causados por el paso del tiempo sobre nuestros cuadernos, sino con la tardía compilación en «sueltas» del 67

BNE, signatura: VE/114/20. Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII): http://www.bidiso.es/fotogramasRelaciones/GE_4_ 10_2_3_2_3_4_05/digitizedPages/ge-10.3.3-05.pdf [consulta: 8 de marzo de 2013]. 68 BNE, signatura: VE/114/8. Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII): http://www.bidiso.es/fotogramasRelaciones/GE_4_10_ 2_3_2_3_4_26/digitizedPages/ge-10.3.3-26.pdf [consulta: 8 de marzo de 2013]. 69 BNE, signatura: R/37898 (14).

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universo de la jácara —por lo que al siglo XVII se refiere, al menos—, tal y como ya Cotarelo pusiese de manifiesto70. Operamos, en cualquier caso, sobre la punta del iceberg (impreso) de un inmenso océano del que nos hacíamos una idea al rastrear modulaciones sobre el Perotudo ya en (perdidos) pliegos poéticos de principios del siglo XVI. Al margen de ello, el estudio de nuestro corpus ha permitido apreciar —entre otras cosas— el diferente tipo de humor con que se enfoca el mundo de la germanía en los siglos XVI y XVII; o la multiplicidad de contenidos que llega a albergar el término «xácara» en los pliegos del Seiscientos, tan amplia como más o menos sujeta a la taxonomización desde la lupa analítica. Un desbroce, en fin, que esperamos que sirva de acicate para futuros estudios. BIBLIOGRAFÍA Alonso Hernández, J. L., «Los lenguajes de la jácara en su metamorfosis», en El teatro español a fines del XVII. Historia, cultura y teatro en la España de Carlos II, eds. J. Huerta Calvo, H. den Boer y F. Sierra Martínez, Diálogos hispánicos de Amsterdam, 8, vol. II, 1989, pp. 603-622. Astrana, L., Obras completas de Francisco de Quevedo y Villegas. Obras en verso, Madrid, Aguilar, 1932. Blecua, J. M. (ed.), F. de Quevedo, Obra poética, Madrid, Castalia, 1999 [1971], vol. III. Cabrales Arteaga, J. M., La poesía de Rodrigo de Reinosa, Santander, Institución Cultural de Cantabria / Diputación Provincial de Santander, 1980. Campo, V., Infantes, V. y M. Rubio Árquez (eds.), Catálogo de los pliegos sueltos poéticos del siglo XVII de la Biblioteca de Antonio Rodríguez-Moñino, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1995. Catálogo y Biblioteca Digital de Relaciones de Sucesos (siglos XVI-XVIII) [Consulta: 8 de marzo de 2013]. Chamorro, M. I., Poesías de germanía, Madrid, Visor, 1988. Cordón Mesa, A. (ed.), Catálogo de los pliegos sueltos poéticos en castellano del siglo XVII de la Biblioteca de Catalunya, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 2001. Cotarelo y Mori, E., Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines del siglo XVI a mediados del XVIII. Estudio preliminar e índices por J. L. Suárez y A. Madroñal, Granada, Universidad de Granada, 2000 70

Cotarelo y Mori, 2000 [1911], vol. I, pp. CCLXXXI.

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