Iván Vélez, Sobre la Leyenda Negra, Madrid, Encuentro, 2014, 327 pp.

June 12, 2017 | Autor: Antonio Sánchez | Categoría: History of Historiography, Contemporary History of Spain
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Descripción

VÉLEZ, IVÁN, Sobre la Leyenda Negra, Madrid, Encuentro, 2014, 327 pp. Este es uno de esos libros cuyo título puede parecer desconcertante para el lector familiarizado con la vasta literatura producida en varios países e idiomas sobre la llamada Leyenda Negra ‘antiespañola’, pues produce a priori algún hartazgo y cierta desazón. Sin embargo, se trata de un libro muy apetecible, bastante lucido y elegantemente escrito. Cada palabra está elaborada con mucho tiento. El lector se encontrará con un libro que intenta hilar fino, muy fino, como todos aquellos textos confeccionados por quienes procuran un uso filosófico de la historia. El autor domina el registro histórico y el filosófico. No por ello, y a pesar de sus deseos de proporcionalidad sobre una problemática tan controvertida y subjetiva, su aproximación elude el debate y la confrontación. Más bien al contrario, el autor alimenta, como es lógico, la discusión y la lleva en varias ocasiones hacia derroteros inexplorados, originales, atractivos y ciertamente relevantes para comprender la idiosincrasia de la historia de España e, incluso, del mundo ibérico diría yo. No podía ser de otra forma para alguien que suscribe y aplica el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno, siempre provocador. Con más de una treintena de estudios de caso – tantos como capítulos -, el autor consigue avivar esta antigua leyenda, y además lo hace en muy buena hora. Me explico. Sobre la Leyenda Negra es un libro poliédrico y, por tanto, sometido a varias lecturas, no todas indulgentes. Iván Vélez, el autor, sabe esto mejor que nadie. De partida, sostiene sin reservas y contra la tendencia negacionista representada por autores como Ricardo García Cárcel la existencia de la Leyenda Negra y “su capacidad de influencia en el presente en forma de ideología” (p. 279). Considera igualmente que el imperio español – cuyo origen sitúa “en los pequeños reinos norteños que resistieron el empuje islámico durante el siglo VIII” (p. 19) - fue un imperio generador en el sentido en el que “en la actualidad existe en el continente americano una veintena de naciones soberanas con importantes nexos culturales y políticos, con una gran implantación de las instituciones españolas, algo impensable en los imperios – depredadores – coetáneos del español: Inglaterra y Holanda principalmente” (p. 20-21). Así tratado, este es un tema muy delicado y lo es porque – al margen de su complejo proceso historiográfico, que Veléz conoce muy bien - en el fondo existe un intento por reconstruir la identidad, que podríamos llamar emocional – y también ideológica -, de la historia de España. Así lo deja entrever el autor del prólogo, Pedro Insua Rodríguez, con una prosa más incisiva y exquisita que la de esta reseña. Y tratándose de España, la tarea se antoja colosal. Vélez se enfrenta a los demonios de esta historia con valentía y sin titubeos, desde los rincones más espurios de la España Imperial – primera parte del libro – hasta una profunda exégesis sobre la aparición del rótulo ‹‹Leyenda Negra›› – segunda parte. Este no es solo un libro sobre los problemas internos de España como nación, ni de la visión que el resto de Europa tiene de España, ni siquiera de la difícil relación entre España y su pasado islámico, sino sobretodo un libro sobre España en el Nuevo Mundo o, mejor aún, sobre España en el mundo. Vélez recorre con sutileza lo que él llama las cuestiones negrolegendarias más emblemáticas y también las más etéreas, esto es, la conformación histórica de las estructuras hispanófobas – por decirlo en palabras del autor – que dieron lugar a la leyenda. Este es un estudio sobre cómo se ha construido históricamente una imagen negativa de España, desde el clásico Saco de Roma de 1527 hasta la considerada destrucción de la civilización musulmana o el indigenismo americano pasando por la cuestión catalana, la Inquisición, la expulsión de los judíos, la expansión marítima y el proyecto imperial español, el carácter sanguinario y codicioso de los españoles – al tiempo que católico e irracional -, la imagen imperturbable del Emperador Carlos V y la idea demoníaca y de

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parricida que rodeó a Felipe II, la naturaleza ilegítima que Bartolomé de las Casas atribuye al imperio en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, la propaganda luterana antiespañola, las acusaciones de Montesquieu en sus Cartas persas y en su Del espíritu de las leyes o la crítica del ilustrado francés Nicolas Masson de Morvilliers a la ciencia española, entre muchos otros. Vélez desmonta y contextualiza con datos cada uno de estos tópicos, a sabiendas de que será difícil volver a “posiciones más sensatas y ajustadas a la realidad histórica que emana de la documentación que hoy se conserva” (p. 64). La denuncia al tratamiento injusto y propositado de las fuentes será un lugar común a lo largo de toda la obra. También encontrará el lector aspectos menos conocidos, pero igualmente vinculados a la Leyenda Negra, o mejor, que han contribuido a la creación de la Leyenda Negra, tales como la impureza sexual que los italianos atribuían a los españoles desde finales del siglo XV, las críticas internas y la propaganda hispanófoba que generaron eventos como el V Centenario del Descubrimiento de América – celebrado en Sevilla en 1992 con motivo de la Exposición Universal -, el papel estratégico desempeñado por Guillermo de Orange contra El Prudente, el carácter civilizador de las plazas de armas y la naturaleza jurídica de la picota, las vírgenes nacionales – la Virgen de Monserrat o la Virgen del Pilar - como elementos nacionalizadores, las arremetidas del cartógrafo flamenco Gerard Mercator contra el carácter hispano, las consecuencias de la Guerra de Sucesión que desembocó en el cambio dinástico de los Austrias por los Borbones, las réplicas de José Cadalso a la carta persa número 78 de Montesquieu, la historia del vocablo ‘españolista’, la publicación de obras como el Antijovio (1567) de Gonzalo Jiménez de Quesada, la España defendida (1609) de Quevedo, el Epítome Cronológico o Idea General del Perú del criollo José Eusebio de Llano Zapata, la Historia filosófica y política de los establecimientos en las dos Indias del abad Guillermo Tomás Raynal o la obra crítica de Juan Valera. El repertorio es casi inagotable y a pesar de su heterogeneidad los distintos temas aparecen ante el lector como una secuencia muy bien hilvanada. No obstante, se hace inevitable valorar algunos libros por lo que dejan fuera. Y en ese sentido, se echa en falta un tema muy cercano: Portugal y la abundante literatura - que podríamos llamar de la decadencia - que nuestro país vecino generó a partir de la segunda mitad del siglo XIX, desde Antero de Quental hasta Jaime Cortesão, no sólo como reflejo de la Leyenda Negra, sino también como promotora de una visión negativa del imperio de los Felipes que tiene como epicentro la Restauración de Portugal. Echamos igualmente de menos un análisis de los términos en los que se está planteando el debate hoy en día en determinados círculos anglosajones y que podemos leer en los trabajos de William S. Maltby, Ruth MacKay, Juan Francisco Maura o Philip Wayne Powell, entre otros. Después de todo, no podemos condenar al autor por estas ausencias. Su abanico aún es muy amplio. No satisfecho con desmenuzar esta larga tradición de propaganda hispanófoba, Vélez rastrea también los orígenes de la expresión ‘Leyenda Negra’ con el objetivo de “ofrecer alternativas razonadas a la negativa imagen que se tiene de España y que a menudo nutre ideológicamente a muchos de los que amenazan su unidad política” (p. 320). Para ello, Vélez parte de la crítica de Emilia Pardo Bazán a la autocomplacencia española y al consiguiente sentimiento de decadencia, origen de todos los males de la nación española desde finales del siglo XIX. Sigue con la influencia que el llamado Compromiso de Caspe y su interpretación por parte de Cayetano Soler tuvieron en el separatismo catalán. Nos encontramos también con la visión de Blasco Ibáñez sobre el papel amparador desempeñado por el imperio católico español en América. El autor rescata para la causa el fusilamiento de Francisco Ferrer y Guardia en 1909. Siguiendo

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la estela, no podía faltar a su cita con algunos de los representantes más insignes de la Generación del 98, caso de Ángel Ganivet o Ramiro de Maeztu; y tampoco con Julián Juderías y su minuciosa reconstrucción histórica del problema, cita obligada. Preocupado por averiguar cuál era la imagen que se quería dar de España y aquella que se deseaba acallar, Vélez transita de las dos a las diecisiete Españas y lo hace acompañado de figuras como Larra, Miguel Hernández, Julián Marías o Laín Entralgo. Hay espacio también en este libro para voces lejanas y antiespañolas como el bolivarianismo y el indigenismo, y otras no tan lejanas, como la islamofilia. Si al margen de lo que ya se ha mencionado tuviéramos que hacer algún otro juicio de valor, negativo o positivo, sobre el presente estudio comenzaríamos por el primero. A pesar de las advertencias del autor por huir de un intento por “ejercitar la nostalgia sobre un pasado glorioso que hubiera de ser restaurado” (p. 320) es cierto que este libro queda expuesto a opiniones que le acusarían precisamente de eso. Habrá quienes tachen la obra de conservadora, patriótica o esencialista, e incluso habrá quienes digan que se trata de un libro de justicia histórica, de una justicia muy sesgada. No todo el mundo estará de acuerdo en admitir que para la configuración de un proyecto unionista sea necesario que nos remitamos al único precedente conocido, el proyecto imperial hispano (p. 288). Los problemas de España o de la Leyenda Negra, si se quiere, son irreversibles y una afirmación tan denostada solo podría empeorar las cosas y generar más Leyenda Negra. La posición del autor respecto de Cataluña, de algunos países latinoamericanos y de la restauración de Al Ándalus resultan poco amigables para quien parte de presupuestos contrarios. Aún así, nada de esto resta valor al trabajo de Vélez. El debate está servido. Por otro lado, son varios los aspectos positivos de este trabajo. Destacaré tan solo uno de ellos, el que me parece más interesante de cara a la labor futura de los investigadores. Se trata de aquellos casos negrolegendarios que han sucedido en otros lugares y que lejos de formar parte de algo parecido a la Leyenda Negra han sido hábilmente desplazados por la historiografía hacia aguas menos turbias, pero que en el fondo no dejan de albergar tantas o más tinieblas que el caso español. Comparables o no a los sucesos horrendos que rodearon al Santo Oficio o a la conquista de América, lo cierto es que “Enrique VIII y Martín Lutero, en Inglaterra y Alemania, con sus respectivas reformas religiosas, traerán nuevas oleadas de violencia y muerte” (p. 50), por no mencionar las “indiscriminadas matanzas de católicos” (p. 83) a manos de protestantes holandeses. El caso de Enrique VIII resulta sobresaliente por otro motivo. Si bien el comportamiento poco ético de Felipe II afectó a la reputación del pueblo español, nunca ocurrió algo semejante con el segundo monarca de los Tudor. Esta es una crítica muy necesaria, especialmente en el contexto historiográfico anglosajón. “Basta pensar en la conducta marital del rey inglés para constatar hasta qué punto el tratamiento de ambos monarcas es distinto, e incluso el contagio que de la moral del monarca español hacia la imagen de España no tiene su correlato en Inglaterra” (p. 85). Según el autor, tampoco parece que Portugal haya visto afectada su reputación a pesar de haber pertenecido a la Corona española durante sesenta años y a pesar de que las acciones de su imperio fueron – de acuerdo con Vélez – tan depredadoras como las de ingleses y holandeses, una afirmación sin duda discutible. Vélez resalta también la falta de memoria de Masson de Morvilliers cuando denunciando el subdesarrollo tecnológico español y la censura se olvida por completo de la Policía del Libro francesa, que afectó a algunos de los colaboradores del símbolo de la razón ilustrada: l’Encyclopédie. En resumen, no cabe duda de que “la Leyenda Negra incide negativamente sobre el juicio de las acciones españolas en distinta medida a como se tratan hechos análogos en los

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que están involucradas otras naciones” (p. 101). No hay la menor duda, Spain is different! En resumen, Sobre la Leyenda Negra es un libro milagro, en el sentido en el que ha resucitado si no a un muerto, sí a un monstruo aparentemente dormido. Y lo hace avisándonos de que la Leyenda Negra sigue hoy presente en muchos discursos y en varios registros, y que siempre lo ha estado. La Leyenda Negra parece estar por todos lados, incluso donde menos imaginamos. Al fin y al cabo, ¿qué es España sin la Leyenda Negra? ¿Acaso es posible entender este país sin dicha leyenda? Tal vez no. Ciertamente, el título está más que justificado.

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