Itinerarios y cartografías históricas de Norpatagonia

July 4, 2017 | Autor: Samanta Guiñazu | Categoría: Patagonia, Cartografia, Estado, Itinerarios
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Descripción

Mesa: Imágenes y lenguajes cartográficos en laHistoria Social de la Patagonia Cristina Beatriz Massera. UNGS Edda Lía Crespo. UNPSJB/UNPA

Itinerarios y cartografías históricas de Norpatagonia Walter Delrio, Pablo Arias, Florencia Bechis, Marcia Bianchi, Lorena Cañuqueo, Samanta Guiñazú, Celeste de Micco, María Emilia Sabatella y Valentina Stella.

Resumen Esta ponencia presenta algunas discusiones mantenidas en el marco del proyecto transdisciplinar “Cartografías históricas de Norpatagonia” (PI UNRN 40-B-227), que venimos desarrollando desde el año 2010 distintos investigadores y becarios de los campos de la historia, la antropología, la arqueología, la geología y la paleontología. Este proyecto surgió con el propósito de abordar la relación entre los procesos de territorialización estatal y los sentidos que adquiere el territorio en la memoria social de los grupos indígenas en el área de Norpatagonia (sur de Neuquén y Río Negro, centro y norte de Chubut) entre fines del siglo XVIII y el presente. Buscamos desde allí reconstruir las cartografías significativas para distintos sujetos, colectivos y agencias estatales y privadas, y de los grupos mapuche y tehuelche-, así como las relaciones sociales que en esta elaboración se inscriben. En la consecución de este propósito, en una primera instancia del proyecto iniciamos la confección de una base de datos georreferenciados, con el fin de traducir en cartografías diferentes relatos de fines del siglo XIX elaborados por viajeros, militares, ingenieros y personas indígenas. La construcción de este instrumento nos permitió reconocer dificultades y preguntas distintas a las asumidas como punto de partida. Las mismas, principalmente, aludían a un presupuesto ontológico, históricamente condicionado, sobre el espacio y la memoria narrada sobre el transitar/habitar en él. Este presupuesto, en esta práctica particular de traducción cartográfica, epitomizaba en “itinerarios” dichas memorias y experiencias sociales. Así su georreferenciamiento podría forzar un marco común de interpretación. El “itinerario” no sólo se constituiría como un modo particular de desplazamiento en el espacio/tiempo sino como una perspectiva o expectativa de análisis que unificara y estructurara estos relatos. La producción de estos sentidos históricos particulares diversos, en tensión, conflicto y/o relación forman parte de nuestro objeto. Esta tensión nos posibilitó nuevas perspectivas de análisis. Siendo nuestro objetivo reflexionar sobre esta construcción histórica descubriendo las relaciones entre marcos de interpretación y territorialidades, nos proponemos aquí desnaturalizar los principios de organización espacio-temporal sedimentados en los relatos que conforman el corpus de crónicas disponibles sobra las últimas décadas de siglo XIX y principios del XX.

Introducción Desde 2010 se fue conformando en nuestro espacio de trabajo, el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (UNRN/CONICET), un equipo de trabajo transdisciplinar que en la actualidad está reunido por el proyecto “Cartografías históricas de Norpatagonia” (PI UNRN 40-B-227). El mismo está formado por distintos investigadores y becarios de los campos de la historia, la antropología, la arqueología, la geología y la paleontología. El proyecto propone abordar la relación entre los procesos de territorialización estatal y los sentidos que adquiere el territorio en la memoria social, especialmente de los grupos indígenas, en el espacio comprendido por la línea sur rionegrina y la meseta norte chubutense. Dicho proyecto es una continuidad de otro desarrollado en 2011, dentro del cual se tomó la decisión de confeccionar un instrumento trans-disciplinar que proponemos desde entonces profundizar y perfeccionar en su puesta en marcha. Este consiste en una base de datos georreferenciados (provenientes del trabajo de campo etnográfico y arqueológico, fuentes literarias y documentos de archivo) la cual reúne las sucesivas y simultáneas construcciones sociales del espacio. El objetivo, por lo tanto, consistía en reconstruir las cartografías significativas tanto para distintos sujetos, colectivos y agencias estatales y privadas como para los grupos mapuche y tehuelche. Esta reconstrucción de mapas históricos –o una cartografía de capas superpuestas— nos permitiría no sólo identificar los sitios físicos devenidos en lugares sociales, las conexiones entre distintos puntos del paisaje y las líneas de movilidad que los interceptan; sino también atender a las complejidades de esta relación/configuración. Partimos de la premisa que a través de diferentes etapas históricas se constituyó un mapa de territorializaciones que fue fijando tanto los lugares sociales de detención como las movilidades estructuradas para los diferentes sujetos y colectivos. Este proceso se caracterizó por progresivos desplazamientos, resultado del sometimiento e incorporación de los pueblos originarios a la conformación territorial del estado nacional. Desde entonces se materializaron relaciones de desigualdad en la organización y representación del espacio social y de los posibles desplazamientos en él. Como resultado, en este proceso, los sujetos y colectivos “étnicos” han sido situados diferencialmente en relación con los espacios de producción, distribución y consumo, y los espacios públicos y privados (Alonso 1994). En esta dirección otra premisa del proyecto propone la posibilidad de un ejercicio de triangulación o -a los efectos de lo que nos interesa exponer en este trabajo- de traducción en lenguaje cartográfico de la información disponible.Para esto fuenecesario trabajar en diversas etapas metodológicas correspondientes por un lado, a la selección del corpus a trabajar –rango temporo/espacial, tipo de documentos, géneros narrativos.Por otro, el desarrollo del instrumento cartográfico.Con respecto al recorte del corpus –siempre pensando en una primera etapa de trabajo, de carácter más experimental- se decidió, para avanzar con la propuesta, establecer un recorte temporal y espacial: Norpatagonia(sur de Neuquén, Rio Negro y centro y norte de Chubut) entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Esta decisión fue tomada desde una perspectiva de análisis que concebía a dicho espacio de tiempo como significativo en los procesos de (des)territorialización en la región, en un proceso de su

incorporación y transformación como territorio nacional. De esta forma, a priori, dicho corpus estaría fundamentalmente compuesto por crónicas de viajeros, documentación hemerográfica y de archivo como así también por los relatos de la memoria social. Un primer paso fue entonces, comenzar por las crónicas de viajeros, editas en su mayor parte.

Metodología de trabajo Con respecto al instrumento cartográfico, éste fue trabajadoen un proceso de constante evaluación entre la instancia de identificación y descripción de lugares sociales, sus conexiones y las líneas de movilidad relevados en las fuentes, así como también en relación con las posibilidades de su georreferenciamiento. Así, elaboramos una herramienta que integra un sistema de información geográfica con el relevamiento etnográfico, que denominamos SIEGe(Sistema de Información Etnográfica Georreferenciado). El “SIEGe” se compone de fases: por un lado la base de datos que permite el ingreso de los registros realizadosen nuestra lectura de las fuentes y, por otra, el diseño de un sistema de información geográfica (SIG) que integra estos datos en una cartografía digital, a partir de su georreferenciación (localización en el espacio mediante coordenadas geográficas). De esta manera, los distintos registros pueden ser incorporados en el SIG en forma de capas que se pueden superponer y combinar de acuerdo a los requerimientos de cada análisis propuesto. Esto permite una rápida visualización de una gran cantidad y variedad de registros y evaluar relaciones espaciales a partir de su distribución en un mapa. Tanto la base de datos como el SIGpermitenla búsqueda de datosdesde múltiples variables así como segmentando el conjunto de registros según criterios temporales, espaciales, etc. Ahora bien, la elaboración del SIEGe implicó una constante evaluación de cuáles eran las variables que se iban a definir en el relevamiento del corpus, de cómo construirlas para permitir su registro en una base de datos estandarizada -la cual debía a su vez, ser volcada en un sistema de información geográfico. Esto se resolvió por medio de la constante discusión dentro del proyecto en relación con qué se seleccionaba y cómo se recortaba y normalizaba –nos referimos a la definición de consensos sobre qué se iba a registrar así como qué variables se usarían para estandarizar dichoregistro. En este sentido, la puesta en común del equipo de carácter interdisciplinario así como la diversidad misma del corpus aportó una profunda complejidad a la mirada sobre este trabajo cartográfico. Así, fuimos problematizando este “gesto de traducción” que era –y es- revisado en todas y cada una de las instancias de trabajo.Esta traducción se realiza en diversos niveles: primero y principal, en la tensión de “traducir” relatos en territorialidades, es decir, en cómo seleccionar hechos sociales que consideramos significativos para diferentes concepciones de territorio y procesos de territorialización; en segundo lugar, cómo representar espacialmente esos registros en la nueva cartografía; tercero, ya a nivel del instrumento SIEGe, estandarizar los registros y volcarlos en el SIG; cuarto, elaborar un SIG que permita ver, comparar y recortar el universo de registros para ser utilizadode manera dinámica y versátil en diversas investigaciones.

Esta complejidad interna del “gesto de traducción” fue presentándonos dificultades y obstáculos. Aquí el trabajo interdisciplinario,en lugar de limitarnos, nos permitió repensarlos como “sesgos productivos”: entender a dichos desfasajes, tensiones e imprecisiones como espacios de producción de orden epistemológico y no reducirlos a recortes ontológicos del corpus que sólo disminuirían el espacio y potencialidad de trabajo del proyecto.

La imposibilidad de traducir como una posibilidad de ver Lasdificultades y problemas para llevar adelante dicha traducción nos permitieron identificar y enfocar hacia nuestro segundo objetivo: ver los modos, históricamente situados, en que diferentes ontologías/miradas/marcos de interpretación entran en relación, en qué lugares lo hacen y de qué forma se expresan éstos, en sus diferencias y en las similitudes formales. Y el referirnos a "históricamente situados" implica contemplar dichas tensiones generadas tanto en los contextos de producción y circulación de los relatos que constituyen nuestro corpus como también en las generadas en la aplicación de nuestra propia herramienta de trabajo. En esta dirección el sesgo que la conformación del corpus produjonos permitió ver los modos, por un lado, en que se define la movilidad en un género específico como las crónicas y, por otro, en que dicho género opera -a través de agentes concretos como veremos- homogeneizando y haciendo visibles memorias disponibles. Las crónicas, a priori, articulan una relación determinada entre espacio y tiempo de la cual podría darse cuenta a través del lenguaje cartográfico como un "itinerario". El itinerario ideal sería visualizado como una secuencia de puntos y eventos georreferenciables, al mismo tiempo, cronológicamente secuenciados y fundamentalmente orientados, direccionados hacia un destino.1 Idea frente a la cual cada crónica podría reordenarse, clasificarse como más o menos precisa o poseedora de baches, errores o imprecisiones. El itinerario funciona aquí como modelo de organización del conocimiento, pero al mismo tiempo, y en este punto nos detendremos, funciona como constructor del sentido delos espacios, los lugares y las movilidades. Así, pensar en un itinerario es antes que nada un presupuesto ontológico, históricamente condicionado, sobre el espacio y la memoria narrada sobre el transitar/habitar en él. Este presupuesto, en nuestra práctica particular de traducción cartográfica, transformaba en “itinerarios” dichas memorias y experiencias sociales. Así su georreferenciamiento forzabala aplicación de un marco común de interpretación. El “itinerario” no sólo se constituía como un modo particular de desplazamiento en el espacio/tiempo sino como una perspectiva o expectativa de análisis que unificaba y estructuraba estos relatosperformativamente. En efecto, si nos remitimos a los procesos históricos de más larga duración en los cuales se ha producido conocimiento sobre el ámbito denominado como Patagonia, observamos que el itinerario como elemento discursivo, y la crónica como género, han sido fundamentales. El norte de la Patagonia ha sido pensado como espacio marginal 1

El itinerario, entendido en su definición estandarizada,es definido como relativo al camino, o la  dirección hacia un destino en la que predominan la descripción de las características, lugares, accidentes  y paradas (Diccionario de la RAE 2001). 

desde la administración colonial, a lo largo del proceso de formación y consolidación de la matriz estado-nación-territorio, pero también a lo largo de su devenir como "territorios nacionales" y luego como provincias argentinas de la región patagónica. En cada uno de estos casos la producción de conocimiento sobre dicho ámbito ameritó y provino de un desplazamiento en él, como una necesidad constante de estriar un espacio plano y liso, desconocido, salvaje, improductivo, desértico. La Patagonia a lo largo del tiempo, de diferentes formas de acuerdo a cada contexto y diferentes agentes, fue construida como un espacio imaginado y practicado como marginal. Así, el estudio de su pasado histórico ha sido circunscripto en gran medida a las formas de moverse en él por determinados agentes estatales, o viajeros, que se aventuran por un tipo de territorio que amerita formas particulares de desplazamiento.El diario, la crónica, el relato de viaje o el informe, son los modos en que se construye también un espacio, al recordarlo, hablarlo, narrarlo, describirlo por parte de científicos, militares, funcionarios y misioneros. Estos construyen un espacio marginal al desplazarse en él y al referirlo. En este punto encontramos sugerente la idea de VeenaDaas y Deborah Poole(2004) con respecto a los márgenes del estado como necesarios al estado-como-idea. Los márgenes son, en términos de estas autoras, “supuestos necesarios del estado”. Es en los márgenes donde el estado encuentra su razón de ser ya que éstos le permiten enunciarse y legitimarse permanentemente. En este sentido, encontramos tendencias contradictorias, totalizantes e individualizantes. El margen es aquello que le falta al estado para completar su dominación, es una latencia de peligro e inestabilidad que le permite reafirmar la necesidad de su poder para mantener el orden y aspirar al bien común. Se entiende por márgenes no sólo al espacio social sino también a aquellas personas que deben ser educadas en el marco de la ley y, finalmente, al territorio mismo por sobre el que se ejerce el poder soberano. Los márgenes dan sentido y justifican el tiempo y modo en que se construye y mistifica el “estado como idea”. Entonces, resulta imprescindible analizar cómo se vive el estado nacional en los márgenes, desde una perspectiva que los entienda como partes del mismo y no por fuera (Delrio y Pérez 2010). Al mismo tiempo la Patagonia es pensada como un espacio liso y estriado (Deleuze y Guattari: 1988) en el cual ambas formas de construirlo, el movimiento y el relato, producen y reproducen estriamientos.GillesDeleuze y Félix Guattari (1988) explican que el espacio liso es “un espacio abierto en el que se distribuyen las cosas-flujo” (Deleuze y Guattari 1988: 368), un espacio no marcado donde lo que prevalece es el movimiento más que su marcación. Mientras que el espacio estriado es un espacio “cerrado, para cosas lineales y sólidas”, un espacio diferenciado, codificado, marcado, en el que lo que prevalece es, más que el movimiento, los puntos que van marcando posibilidades de movimientos. Es decir, como concluyen los autores, en el espacio liso “se ocupa el espacio sin medirlo” y en el estriado “se mide para ocuparlo” (Deleuze y Guattari 1988:368). De este modo, los cronistas al identificar cada uno de los puntos de sus recorridos fueron constituyendo tanto un estriamiento como la imagen de un espacio marginal y exotizado–liso- que necesita no sólo ser explorado sino ordenado e intervenido por el estado, el cual construye y reconstruye estriamientos. Siendo también que el mecanismo de exotización constituyó también un modo de estriamiento. Las crónicas se constituyen así en un relato autorizado en sí, desde donde conformar espacialmente a la Patagonia,

pero principalmente los relatos desde donde se ha constituido distintos proyectos políticos, económicos, migratorios, y sobre el que se cimentó el estado-nación argentino. Por lo tanto, lejos de ser simples itinerarios despolitizados—tal como se presentan dentro de estos proyectos—estos relatos operancomo “mapas de territorialización” constituyendo simbólica y socialmente este espacio y a los sujetos que lo habitan, pero a la vez, condicionando sus posibilidades de habitarlo y circularlo.Por ejemplo, en el caso de la Patagonia, fue concebida como un espacio desértico y salvaje cuyas características se extendían también a quienes la habitaban. Para clarificar la idea de “mapas de territorialización”retomamos a LawrenceGrossberg (1992) quiénlosdefine como regímenes de verdad en los cuales se condicionan los desplazamientos de los sujetos en el espacio de acuerdo a la operación de un sistema de diferencia social e identidadesy a regímenes de poder o jurisdicción que emplazan o ubican los lugares o espacios, las estabilidades y movilidades de la vida cotidiana.2 De acuerdo a este autor se codifican así tanto la dinámica de la vida cotidiana, en función de las líneas que distribuyen, ubican y conectan las prácticas culturales y los individuos sociales, como las estructuras de acceso diferencial que tienen los grupos a determinados conjuntos de prácticas.3Grossberg define, entonces, como movilidad estructurada al cruce estratégico entre líneas de articulación (territorialización) y líneas de fuga (desterritorialización), las que ponen en acto y posibilitan formas especificas de estabilidad (identidad) y movimiento (cambio), habilitando, así, determinados modos de acción y agencias. Por consiguiente, los mapas y sus líneas determinan qué tipos de lugares la gente puede ocupar, cómo los ocupa, cuánto espacio tiene para moverse y cómo puede hacerlo. En ciertos momentos históricos esas líneas de movilidad se vuelven también objeto de disputa.4 La eficacia de estos mapas de territorialización radica,por ejemplo para el caso de las crónicas, en que aun cuando éstas parecen haber tenido efectos solamente sobre el pasado, las mismas siguen teniéndolos en la construcción de los espacios simbólicos y sociales a partir de los cuales se condicionan y constituyen los sujetos en el presente. Por lo tanto, todas estas cuestiones nos llevan a preguntarnos sobre la conveniencia de considerar a los itinerarios presentados en las fuentes como un concepto analítico o como un instrumento descriptivo. Pero, fundamentalmente, nos lleva a pensar en qué clase de relación existe entre los diferentes tipos de desplazamientos, movilidades y el poder. Pensar en si diferentes formas de movilidad no son controladas por el itinerario como efecto narrativo. En definitiva, abordar la misma idea de itinerario desde su politicidad en los procesos de construcción de un espacio marginal dentro de un proceso de construcción de estado. Veamos entonces un ejemplo encontrado en nuestro trabajo.

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Lawrence Grossberg (1992)-siguiendo la idea de regímenes de verdad y de poder de Foucault-denomina lo primero como maquinarias diferenciadoras y lo segundo como maquinariasterritorializadoras. Grossberg sostiene que estos son los dos modos al menos por los cuales los sistemas de identificación y pertenencia son producidos, estructurados y usados en la formación social. 3 Ese mapa de territorialización presta atención a cómo la implementación material de prácticas culturales y sus economías de valor construyen el espacio dentro del cual la gente vive sus vidas, y a cómo la vida cotidiana es articulada por formaciones y aparatos de prácticas culturales específicos. 4 Grossberg considera que este concepto da lugar para analizar cómo la gente pude comprometerse en distintas articulaciones, ya que las posiciones no son fijas, ni tampoco los itinerarios están predefinidos. Sólo se trata de una condición de posibilidad de movilidad, pero también de estabilidad. (Grossberg 1992: 106-111).

Los itinerarios en tensión. En este sentido es que un primer ruido o tensión en el intento de traducción cartográfico se produjo conuna de las fuentes elegidas: el testimonio de Catrïlaf, sobreviviente de las llamadas campañas al desierto, recogido por el antropólogo Roberto LehmannNitscheen los primeros años del siglo XX. La fuente es el resultado de diferentes entrevistas que el antropólogo alemán realizó en la ciudad de La Plata en ocasión de su trabajo realizado en el Museo de Historia Natural. Dichas entrevistas son transcriptas por el investigador y luego traducidas al castellano por Marisa Malvestitti en colaboración con María Coña y Pablo Cañumil (documento aún sin publicar). De esta interacción no tenemos las preguntas que realizara el científico ni referencias a cómo fue respondiendo Catrïlaf, los silencios, las pausas, las partes recortadas de sus testimonios. Solo es posible, señala Malvestitti, suponer los diferentes días en que se realizaron las entrevistas por los saltos en el registro. El resultado de este proceso es un documento archivado en elInstituto Íbero-Americano de Berlin y que guarda formalmente las características de una historia de vida, en la cual quien testimonia recuerda cronológicamente y espacialmente diferentes momentos de su vida. Frente a la posibilidad de incorporar a nuestro corpus un testimonio indígena, una crónica indígena sobre el mismo periodo y área geográfica de referencia elegimos el documento. No obstante, el intento de georreferenciar de forma cronológica esta crónica de hechos nos presentó una serie de problemas e imposibilidades. En la crónica de Catrïlaf el desplazamiento es en el tiempo y no en el espacio. Es decir la línea del relato traza vínculos entre momentos (y lugares) donde se detiene, para describir situaciones, estados de ánimo, relaciones sociales, angustias, etc.La marcha, el movimiento entre ellos, se desvanece si intentamos pensar o rastrear un recorrido geográfico. La marcha, la conexión entre estos momentos/espacios está dada por el cambio. La vinculación entre éstos es precisamente el cambio y la diferencia que hay entre un mismo lugar y ese mismo lugar luego de lo que denomina como la "novedad"lo que tentativamente podríamos traducir como "momento de las campañas militares"-, o entre dos lugares distintos, que se transitaban antes y después de la "novedad". En la continuidad del relato Catrïlaf no viaja sólo de un sitio a otro sino a otro momento, hacia atrás en el tiempo y a veces al mismo sitio en otro tiempo. Así, el relato, si bien incluye episodios de un breve período, y que a priori permitirían suponer la posibilidad de establecer un itinerario fechado y georreferenciable en un marco temporal acotado, es en realidad un relato de vida estructurado desde el cambio y la novedad. No es un itinerario de marcha sino una reflexión sobre la novedad, sobre aquello que permite explicar porqué los lugares se transforman y porqué se transita por nuevos lugares en la vida de las personas. En esta crónica -si podemos seguir denominándola así- el itinerario constituye un molde que formatea la memoria y esto nos dice de la relación de poder entre el antropólogo y Catrïlaf. Al mismo tiempo que se nos desvanece como instrumento descriptivo, sí nos aparece en cambio como marco de interpretación en la producción de territorio. Así, más allá de nuestro propio intento de triangulación y traducción, ya existe una relación entre este documento con los otros que forman parte de nuestro corpus. Como

se mencionó anteriormente, la "historia de vida de Catrïlaf" como testimonio de un mundo que se acaba, recogida por Lehmann-Nitsche configura junto a las crónicas de Musters, Moreno, Bejarano, etc. particulares mapas de territorialización ligados a específicas marcos de interpretación desde los cuales se hace visible las relaciones de poder existentes en todas estas. A partir de las reflexiones de este trabajo nos interesa pensar en cómo podemos a través de la dificultades encontradas en el proceso de traducción cartográfica identificar precisamente esas tensiones entre estabilidades y movimientos. Así, no comprendemos a las territorialidades como fenómenos esencializados de determinada entidad u ontología cultural. Proponemos observar el proceso histórico por el cual se establecen movilidades estructuradas en tanto relaciones de poder, las cuales podemos ver en los ruidos generados a través de nuestro propio sesgo productivo.

Territorializaciones y desterritorializaciones: pensando los “itinerarios” Desde la perspectiva de la Geografía Política y la Geografía Critica se han venido realizando aportes sustanciales a la noción de territorialidad/es vinculada a la proyección espacial del poder que confluyen con lecturas antropológicas sobre el espacio. Desde ese punto de partida, se han formulado algunas aproximaciones sobre cómo abordar la movilidad de diversos agentes en el espacio. Partiendo de la crítica a lo que denominaba “geografía unidimensional”, fue el geógrafo Claude Raffestin quien instaló la discusión sobre la definición de territorio pensado desde otras configuraciones que no estaban definidas exclusivamente en torno a la configuración de los modernos estados nacionales (Raffestin 1993). Raffestin colocará la dimensión del poder,expresado de múltiples maneras, como operando también en contextos regionales y locales. Será la circulación de información de signos y significados, así como el grado de accesibilidad a ellos, los que operarán territorializando, desterritorializando o reterritorializando, es decir, creando, eliminando y reconstruyendo territorios (Schneider y PeyréTartaruga 2006). Una de las formas de construir, canalizar y disputar poder en la operacionalizaciónterritorializadora serán las cartografías, a través de las cuales circulandeterminados tipos de información con mayor o menor grado de legitimidad en la arena donde se disputan signos y significados proyectados sobre un espacio. Retomando aquella perspectiva, Robert Sack(1986) definirá la territorialización como un proceso de dominio y ejercicio del poder que se basa en el intento de afectar, influenciar o controlar personas, fenómenos, relaciones a través de la delimitación y afirmación del control sobre un área geográfica denominada territorio. Esas relaciones no sólo involucran a los actores localizados dentro de ese territorio, sino que también puede ser ejercida a través otros ubicados por fuera. Además, especifica que la territorialidad también tiene la capacidad performativa de “hacer".Otro importante aporte para pensar la cuestión del poder y la movilidad en la construcción del territorio, es aquel que especifica que si bien la territorialización de un área tiende a fijar una noción de espacio y sus límites, también es cierto que de acuerdo a las condiciones históricas pueden producirse cambios y un territorio configurado como tal puede perder sus caracterizaciones. Es decir, que para sostener la construcción de un territorio y garantizar un tipo de territorialidad, es necesario que se refuercen sus límites y contornos permanentemente.

La noción expresada por RogérioHaesbaert refuerza esta definición de territorialización, al argumentar que comprende una perspectiva geográfica integradora entre un proceso de dominio político-económico y una apropiación simbólico-cultural del espacio por parte de los grupos humanos (Haesbaert 2007). De acuerdo al énfasis en el abordaje, el territorio puede especificarse a partir de una tipología jurídico-política, simbólicocultural o económica. Haesbaert cuestiona la idea de la des-territorialización ya que, según su argumento, cada vez que se destruye un territorio se está al mismo tiempo construyendo otro. Desde la perspectiva de estos autores, el territorio constituido a partir de relaciones sociales de poder, pueden desaparecer, moverse y mutar. Es decir, que un espacio puede contener diferentes territorios, puede ser disputado por diferentes territorializaciones o puede contener territorialidades flexibles. En su trabajo “El retorno al territorio”,Milton Santos hace una crítica a la noción de territorio heredada de la Modernidad y define que es el uso del territorio y no la categoría en sí la que define el análisis social (Santos 1994: 255).Será ese territorio usado donde Santos definirá dos tipos de recortes: las horizontalidades y las verticalidades. Mientras la horizontalidad es para el autor, el dominio de la contigüidad, “de aquellos lugares vecinos reunidos por una continuidad territorial”, la verticalidad sería el opuesto, formada por “puntos distantes unos de otros, ligados por todas las formas y procesos sociales” (Santos op. cit.: 256). El territorio estaría así conteniendo funcionalidades diferentes, es decir, operando como un híbrido constituido por lugares continuos y lugares en red. El geógrafo brasilero opone a los espacios continuos y contiguos–el “espacio banal” o“territorio de todos” definido a partir de una vecindad solidaria—a los territorios en red, cuyas formas y normas de regulación están técnicamente formuladas a favor de contener a pocos. Esta diferenciación, si bien está contextualizada en el marco de las discusiones sobre la fragmentación territorializada que significaría la globalización, es útil a los fines de este trabajo para pensar la noción de contigüidad, continuidad y red –en tanto puntos distantes entre sí, pero conectados— que remite a la idea de itinerario. Como dijimos arriba, el itinerario, entendido en su definición estandarizada,es relativo al camino, o la dirección hacia un destino en la que predominan la descripción de las características, lugares, accidentes y paradas. Entendiendo que la territorialización de los espacios es, ante todo, una práctica de poder que espacializa, distribuye y estructura movilidades. Que, lejos de ser una forma de esencializar pertenencias, se trata de relaciones en constante definición que configuran diferentes territorios (yuxtapuestos, móviles) que se disputan un tipo de fijación –al menos para el caso de la configuración hegemónica de los estados-nación modernos—, es que el itinerario se nos presenta como instrumento descriptivo, pero también como concepto analítico y marco de interpretación. Retomando los aportes de los geógrafos, podemos intentar una definición propia de itinerario que contenga a la vez las disputas de poder por el control de la espacialización del tiempo y la temporalización de las movilidades expresadas espacialmente. Por un lado, es Raffestin quien nos brinda la posibilidad de pensar que un territorio puede ser definido a partir de múltiplespoderes, incluyendo el control estatal que,aunque operan desigualmente,expresa diferentes territorializaciones. Algunas de ellas se imponen como predominantes, pero sin terminar eliminando a otras, sino como expresa Sack, re-territorializandoaunque de manera menos visible. Es el itinerario operando al mismo tiempo como contigüidad o como red –o ambas—el que puede llegar a describir un recorrido que reconstruye diferentes continuidades territoriales, como el caso de los

relatos de Catrïlaf. De la misma manera, otras crónicas –decididamente asídefinidas en tanto género—tampoco describen una única territorialidad, sino diferentes programas políticos que se diseñaron para operar en los “márgenes” de norpatagonia(no siempre coincidentes entre sí), estableciendo los actores que se debían incluir y a los que se debían excluir, las disputas o coincidencias por establecer los signos del límite entre el centro y la periferia, así como los diferentes centros y periferias internas, así como las formas de control sobre el acceso a los flujos, personas y objetos, tal como especifica Sack.Retomando a Haesbaert, el énfasis de lectura colocado para definir los términos de construcción de territorialidad –jurídico-política, simbólico-cultural o económica— también definirá qué tipo de rasgo se resalta en la construcción del itinerario del cronista y en el análisis de esos itinerarios o, trayendo la definición de Santos, será en la funcionalidad o uso del territorio donde radicará la significación del tipo de itinerario reconstruido. Es aquí donde una definición de itinerario que incorpore la dimensión territorializada del espacio podría complejizar un tipo de georreferenciamientomultiescalar que permita aproximarse a evidenciar cómo ciertos territorios permanecen o han sido invisibilizados pese a que,en tanto forma, el espaciocontinúe siendo similar o inalterado. Sin embargo, aun potenciando las capacidades performativas del “itinerario” como una perspectiva o expectativa de análisis, es aún complejo historizar cartográficamente a partir de una idea de movilidad que sólo reconoce la conexión y continuidad territorial a partir de la unión entre puntos cartográficamente ubicables. Es necesario, entonces, incorporar una idea de trayectoria que permita incorporar en la reflexión las diferentes formas de construir, habitar y transitar un territorio, analizando cómo las diferentes imposiciones estatales y sus resignificaciones habilitan la construcción de formaciones espaciales complejas. Siguiendo los aportes teóricos de Massey (2000; 2005), el espacio y el lugar deben ser entendidos como constantemente producidos por las personas que habitan y viven su cotidianeidad en este espacio-lugar. Desde esta perspectiva el individuo es un agente activo en esta continua reconfiguración y reconstrucción (Massey 2005). Asimismo, el espacio se va construyendo como una configuración (simultánea) de múltiples trayectorias las cuales se resignifican en el transitar de las personas (Massey 2000). Estamos en presencia, por lo tanto, de espacios que dan cuenta de una doble construcción que implica, por un lado, la construcción física y material del espacio, y por otro, la construcción de las interpretaciones, percepciones y sentimientos que sobre ese espacio se despliegan.Es decir que los lugares son tales en tanto son habitados, transitados y significados; en la medida en que internalizan historias, memorias, identidades (Gieryn 2000). El espacio debe ser entendido, entonces, como construido culturalmente, como practicado por quienes lo habitan, y como performativo de quienes lo habitan. Estos espacios pueden ser flexibles y cambiantes en relación a diferentes condiciones sociales, culturales e históricas, pueden ser también, siguiendo a Gieryn (2000), impugnados, cuestionados y resistidos, o re-territorializados. En oposición a la fijeza expuesta en los mapas y la supuesta neutralidad y legitimidad de las diferentes crónicas, para problematizar el sesgo en nuestro “gesto de traducción” es que proponemos adoptar una manera diferente de abordar el espacio y los mapas, intentando echar luz sobre los procesos históricos e ideológicos que los produjeron. Si entendemos los “lugares” como sitios de luchas de poder con historias de anexión, incorporación y resistencia (Feld y Basso 1996:4), se torna necesario intentar comprender el “sentido de lugar”, la percepción y la experiencia de/sobre lugares particulares, las formas en que se llenan de significados esos lugares, así como también, las relaciones sociales que los producen. Desde esta perspectiva el lugar es “a la vez

espacial y temporal, personal y político, [pues] se trata de historia sedimentada en una localidad, repleta de relatos y memorias […] se trata de mirar las conexiones, lo que lo rodea, aquello que le ha dado forma, lo que allí sucedió y lo que habrá de suceder” (citado por Cresswell 2004:40). A esa noción de lugar, se suma la propuesta de Timothy Oakes (1997) a favor de definir “lugar” como el espacio local de la actividad o de la acción inmediata de un agente, por un lado, y el espacio local de las identidades significativas, por otro. Así expresado, la noción de lugar nos permite un abordaje analítico del espacio como vinculado a las vivencias y convivencias definidas localmente por lo cotidiano. De esta manera, el territorio tendría como referencia el lugar, sin perder de vista las relaciones de poder que operan territorializando, aunque con límites más o menos visibles y permanentes. Siguiendo la perspectiva propuesta por Virginia Manzanal y su equipo (Manzanal 2007) para abordar los procesos sociales rurales, podría pensarse en un análisis comparado de fuentes documentadas en el género de la crónica –o relatos como el de Catrïlaf—como espacios multiterritorializados donde emergen diferentes territorios-zona o territoriosred, con múltiples escalas y formas de articulación (Haesbaert 2010). Más que fijar la experiencia en el itinerario –aún en su versión complejizada—, sería abordar la experiencia de construcción de lugar y territorialización donde ingresan diferentes marcos de interpretación y convivencia en la disputa por el control y el acceso de un territorio.

Palabras finales Habiendo definido como objeto de nuestro esfuerzo colectivo el dar cuenta de los procesos de (des)territorialización en el norte de la Patagonia a lo largo del tiempo a través de la elaboración de una triangulación de información de corpus múltiples, se procedió a la elaboración de una base de datos georreferenciados. La construcción de un instrumento de trabajo como el SIEGenos permitió reconocer dificultades y preguntas distintas a las asumidas como punto de partida para nuestra investigación. Las mismas, principalmente, nos colocaron de frente a un presupuesto ontológico, históricamente condicionado, sobre el espacio y la memoria narrada sobre el transitar/habitar en él. Este presupuesto, en esta práctica particular de traducción cartográfica, epitomizaba en “itinerarios” las memorias y experiencias sociales disponibles y que formaban parte de nuestro corpus ampliado. Así su georreferenciamientopuede interpretarse como un forzamiento desde la aplicación de un marco común de interpretación. Desde el cual pensar en “itinerarios” no sólo implica concebir un único modo particular de desplazamiento en el espacio/tiempo sino que constituye una perspectiva o expectativa de análisis que unifica y estructura estos relatos y colabora hacia la construcción de un espacio como marginal. Este, la Patagonia norte, es conocido y construido desde desplazamientos, desde avances del progreso o desde momentos apocalípticos para ciertas formas de vida y de pensar el espacio. En el desarrollo de nuestro proyecto, la aplicación de nuestra herramienta de trabajo se detiene, traba y enfoca en la producción de estos sentidos históricos particulares diversos, en tensión, conflicto y/o relación. Por lo tanto, nos permite avanzar en el abordaje deesta relación entre el poder y las diferentes formas de construir sentido social de un espacio, parte sustancial de nuestro objeto de investigación.

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