ITALIANOS AL SERVICIO DEL REY DE ESPAÑA EN EL EJERCITO DE AMÉRICA. 1740-1815

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ITALIANOS AL SERVICIO DEL REY DE ESPAÑA EN EL EJERCITO DE AMÉRICA. 1740-1815 Dr. Juan Marchena F. Univ. Pablo de Olavide. Sevilla. I.- Italia en la conformación de la primitiva estructura militar española. El papel de las guerras en la construcción y el desarrollo de la Europa Moderna ha venido a constituir un tópico historiográfico durante los últimos años, hasta el punto de haberse acuñado el término Military Revolution para explicar el conjunto de transformaciones que estos conflictos ocasionaron en Europa durante los siglos XVI al XVIII. Un tema y un término que han suscitado un interesante debate1. El estudio de los ejércitos de la modernidad, su composición, estructura, financiación, tecnologías; el análisis de los militares, profesionales o no, en el contexto de las mutantes y diversas sociedades europeas, desde sus roles económicos, sociales o familiares hasta sus actuaciones en el terreno de lo político; el impacto de sus movimientos por los distintos escenarios de las guerras, dada la internacionalización permanente de las mismas... todo ello ha sido objeto de importantes trabajos que sin duda han servido para obtener un mejor conocimiento de la época2. Muchas de estas cuestiones han sido comentadas principalmente en lo que se refiere a Italia durante este periodo, y no solo por autores italianos sino también por especialistas internacionales, en la medida que, desde principios del siglo XVI 3, Italia 1

- CH. M. DUFFY, The Military Revolution and the State, 1500-1800, Exeter, 1980; J. BLACK, A Military Revolution? Military Change and European Society. 1550-1800, Londres, 1991; C. J. ROGGERS (ed.) The Military Revolution Debate; Transformation of Early Modern Europe, Boulder, 1995; D. ELTIS, The Military Revolution in Sixteenth Century Europe, Londres, 1995; G. PARKER, La revolución militar. Las innovaciones militares y el apogeo de Occidente, 1500-1800, Barcelona, 1990. 2 - C.M. CIPOLLA, Guns, Sails and Empire: Technological Innovations and the Early Phases of European Expansion, 1400-1700, Nueva York, 1965; A. CORVISIER, Armies and Societies in Europe, 1494-1789, Bloomington, 1979 (ed. franc., Vendôme, 1976); J. CHILDS, Armies and Warfare in Europe, 1648-1789, Manchester, 1982; J.S. LEVI, War in the Modern Great Power System, 1495-1975, Lexington, 1983; CH. M. DUFFY, The Military Experience in the Age of Reason, Londres, 1987; M.S. ANDERSON, War and Society in Europe of the Old Regime, New York, 1988; M.S. ANDERSON, Guerra y sociedad en la Europa del Antiguo régimen, Madrid, 1990; J. BLACK, European Warfare, 1660-1815, New Haven, 1994; CH. ARCHER, J.R. FERRIS, H.H. HERWIG, T.E. TRAVERS, World History of Warfare, Lincoln, 2002; una excelente revisión historiográfica en D. MAFFI, Ejército y sociedad civil en la Europa de la Edad Moderna. Nuevas perspectivas historiográficas, en Actas del Congreso sobre Irlandeses en los Ejércitos españoles, Madrid, 2007. 3 - Entre otros, J.R. HALE, The Early Development of the Bastion: an Italian Chronology, 1450-1534, en J.R. HALE, J.R.HIGHFIELD y B. SMALLEY, Europe in the Later Middle Age, Londres, 1965; M. MALLET, Mercenaries and Their Master: Warfare in Renaissance Italy, Londres, 1974; J. F. GUILMARTIN, Gunpowder and Galleys: Changing Technology and Mediterranean Warfare in the Sixteenth Century, Londres, 1974; J.R. HALE, Renaissance War Studies, Londres, 1983; J. R. HALE, y M. MALLET, The Military Organization in a Renaissance State: Venice, 1400-1617, Cambridge, 1984. 1

fue uno de los principales escenarios donde se produjeron estos enfrentamientos. Pero Italia no solo fue el espacio geográfico de estas hostilidades, sino también un espacio político sobre el que actuaron y jugaron su destino las distintas monarquías europeas; y, fundamentalmente, un espacio social en el cual los diferentes ejércitos extranjeros aquí enfrentados a lo largo de tres siglos (franceses, austriacos y especialmente españoles) ejercieron una notable influencia, afectando a grandes sectores de población que abarcaron desde el campesinado, los multifacéticos y siempre bullentes grupos urbanos, hasta las élites regionales y locales, compitiendo entre sí en un complejo haz de intereses familiares y rivalidades económicas o mercantiles. Pero a su vez, la “cuestión italiana” fue determinante en los procesos de construcción de los estados modernos en Europa, y aquí, y una vez más, la guerra actuó como un activo catalizador. Más en concreto, cualquier análisis que pueda realizarse sobre la monarquía española en el periodo necesita examinar sus intervenciones en Italia, y, consecuentemente, considerar la política que aplicó en este territorio, en cuanto (por razones que oscilaron desde la geoestrategia de Estado a los más descarnados intereses dinásticos) la corona española estimó que era ese el mejor modo de defender lo que consideraba su inalienable patrimonio familiar. Una política que tuvo, en la mayor parte de las veces, al uso de la fuerza y a la dominación militar como primera y última ratio regium. La presencia masiva y ubicua de las tropas del rey de España en las guerras europeas vino a representar la columna vertebral de sus actuaciones políticas e ideológicas en el continente, pero, a la larga, acarreó la imposibilidad de que la monarquía española pudiera desarrollarse como un Estado Moderno, eficaz más que enérgico, efectivo más que vigoroso, poderoso más que crecido; contando para ello, como pudo contar, con los fabulosos recursos metalíferos aportados por la fiscalidad del mundo americano y del comercio trasatlántico. Esta presencia permanente de las tropas españolas en la práctica totalidad de las guerras europeas de la Edad Moderna, como han señalado los especialistas, por su altísimo coste económico y demográfico, y por el desgaste político tanto interno como externo que ocasionó, constituyó la raíz y el detonante (aunque de efectos muy prolongados en el tiempo) de la crisis de la monarquía hispánica. E Italia jugó en ésta un papel trascendental4. 4

- I.A.A. THOMPSON, Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, 1560-1620, Madrid, 1981; R.A. STRADLING, Europa y el declive del sistema imperial español, 1580-1720, Madrid, 1983; E. STRAUB, Pax et Imperium. Spaniens Kampf un Seine Friedensordnung in Europa Zwishe 1617-1635, Paderborn, 1980; H. G. KOENIGSBERGER, The Practice of Empire, Nueva York, 1969; G. PARKER, La Guerra de los Treinta Años, Barcelona, 1988; R. ROMANO, Opposte congiunture. La crisi del Seicento in Europa e in America, Venecia, 1992; R. VALLADARES, Portugal desde Italia. Módena y la crisis de la monarquía hispánica (1629-1659), “Boletín de la Real Academia de la Historia”, CXCV, 1998. Para la crisis en general, J.H. ELLIOT, El Conde Duque de Olivares. Un político en una época de decadencia, Barcelona, 1990; R. VALLADARES, La rebelión de Portugal. 1640-1680. Guerra, conflicto y poderes en la monarquía hispánica, Valladolid, 1998; R.A. STRADLING, Felipe IV y el gobierno de España, 1621-1665, Madrid, 1989. Sobre las repercusiones en América, J.C. GARAVAGLIA Y J. MARCHENA F., América Latina, de los orígenes a la independencia, Vol.I, Barcelona, 2005. 2

En primer lugar porque fue en Italia donde se produjeron los más tempranos enfrentamientos bélicos de esta modernidad, ya en la primera década del siglo XVI. Guerras que fueron las inaugurales manifestaciones de fuerza de estos Estados europeos en formación, en busca de una hegemonía si no todavía continental sí al menos extraterritorial5. Y Estados que, para lograrla, necesitaron instituir y mantener poderosos ejércitos, capaces de ser operativos a larga distancia de sus bases, y tan ambiciosos en sus objetivos como contundentes en sus actuaciones. La monarquía española logró realizar en estos años una de las más importantes demostraciones de fuerza de la época, con la puesta en marcha de una nueva maquinaria de guerra y una renovación casi completa de la técnica militar. Su pieza fundamental fueron los Tercios, que tuvieron en Italia el primer teatro de operaciones, constituyendo una sólida estructura de combate y de presión política sobre amplias jurisdicciones, que luego tendría larga pervivencia en el tiempo 6. Todo ello al servicio de una guerra, o mejor dicho, de una nueva forma de hacer la guerra, en la que el militar en general y el soldado en particular sufrieron profundas mutaciones respecto al mundo tardomedieval, afectando a sus características socioeconómicas y a sus actitudes personales y colectivas; incluso a sus representaciones sociales, dadas las inéditas oportunidades que la pertenencia a los ejércitos del rey se ofrecían ahora para amplios sectores de población. La nueva carrera de las armas constituyó en este periodo no solo un medio de vida sino un modo de vivirla, creándose un estereotipo del soldado plenamente inserto en la mentalidad y los comportamientos del universo barroco. Y fue en Italia donde estas transformaciones tuvieron lugar antes que en cualquier otro espacio europeo: en palabras de Raffaele Puddu, fue aquí y en estas décadas donde y cuando surgió el soldado gentilhombre7, y con él un nuevo modo de participación de múltiples sectores sociales en las cruentas, innumerables y continuas guerras europeas. Nuevos actores y nuevos gestores para una nueva forma de hacer la guerra8. - J.A. MARAVALL, Ejército y Estado en el Renacimiento, en “Revista de Estudios Políticos”, n.117-118, 1961. 6 - R. QUATREFAGES, Los tercios españoles (1567-77), Madrid, 1979; L. RIBOT GARCIA, El ejército de los Austrias, en Temas de Historia Militar, Vol.I, Zaragoza, 1982; R. QUATREFAGES, Le système militaire des Habsbourg, en CH. HERMANN (comp.), Le premier âge de l’état en Espagne (1450-1700), París, 1989; M. FERNANDEZ ALVAREZ, Don Gonzalo Fernández de Córdoba y la guerra de sucesión de Mantua y del Monferrato, 1627-1629, Madrid, 1975; R. QUATREFAGES, L’influence suisse dans la genèse du tercio, en Actes du Symposium du Centre d’histoire et de prospective militaires de Lausanne, Lausanne, 1982; J. ALCALA ZAMORA, España, Flandes y el mar del norte (1618-1639). La última ofensiva europea de los Austrias madrileños, Barcelona, 1975; G. Parker, El ejército de Flandes y el camino español, 1567-1659, Madrid, 2000. Cambios que también afectaron a las marinas europeas: F.F. OLESA MUÑIDO, La organización naval de los estados mediterráneos y en especial de España durante los siglos XVI y XVII, Madrid, 1968; D. GOODMAN, Spanish Naval Power, 1589-1665, Cambridge, 1997. Y todo ello con fuerte influencia en el mundo americano desde el S.XVI: J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Flandes en la Institución Militar de España e Indias, en “Revista de Historia Militar”, n.58. 1985. 7 - R. PUDDU, Il soldato gentiluomo, Bolonia, 1982. 8 - Gestores, muchos de ellos españoles, que produjeron en la Italia de la época un sin fin de tratados militares, que han pasado a considerarse clásicos de la literatura bélica de la 5

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Pero también hay que considerar que los territorios italianos no fueron solo un escenario pasivo en estos conflictos. La Historia Moderna de Italia muestra reinos, ducados, repúblicas, principados y estados sobre los cuales estas guerras originaron profundas y a veces drásticas modificaciones en sus estructuras internas de poder y de gobierno, y en sus fronteras políticas, a la vez que se vieron sometidos a complejas transformaciones sociales, en un prolongado tránsito (que algunos autores han enfatizado) entre el feudalismo y la modernidad, mediando todo un racimo de batallas, ocupaciones y repartos territoriales. Modificaciones y transformaciones en las cuales la presencia de las tropas del rey de España tuvieron bastante que ver. La parte de Italia vinculada a la monarquía española durante estas décadas (un mosaico de territorios más o menos enlazados o conectados9) sirvió como plataforma para el establecimiento de guarniciones permanentes de tropas a sueldo del rey, a fin de garantizar la dominación y la permanencia de dichos territorios en el seno de la monarquía hispánica, o para ser usada como “camino” de los Tercios hacia Europa del norte o como punta de lanza contra los estados vecinos. La acumulación de guarniciones conllevó que las poblaciones locales sirvieran como fuente de reclutas para estas tropas, tanto para su actuación en los propios escenarios bélicos italianos como para los del Mediterráneo en general, Flandes o incluso el Atlántico. Guarniciones y ocupaciones que, a su vez, originaron no pocos disturbios al interior de estas sociedades10, necesitándose modernidad. Sirvan como ejemplos: L. COLLADO, Práctica manual de artillería, Milán, 1592; B. BARRORO, Teórica, práctica y exemplos del arte militar, Milán, 1597; C. LECHUGA, Discurso en que trata del cargo de Maestro de Campo General y de todo lo que de derecho le toca en el escército, Milán, 1603; G. GALLI, Reglas militares sobre el gobierno de la caballería, Milán, 1619; L. MELZO, Reglas militares, Milán, 1619; F. LANARIO DE ARAGÓN, Tratado del Príncipe y de la guerra, Palermo, 1624; P.A.R. FOLCH DE CARDONA, Geometría militar, Nápoles, 1671; F. PIETRA SANTA, Compendio de arquitectura militar, Messina, 1697; M. DE LEGANÉS, Escuela de Palas o curso matemático, Milán, 1693. 9 - R. QUAZZA, Storia politica d’Italia. Preponderanza Spagnola, 1559-1700, Milán, 1950; H.G. KOENIGSBERGER, The Government of Sicily Under Philip II of Spain, Londres, 1951; G. MARONE, L’economia siciliana e le finanze spagnole nel Seicento, Caltanissetta, 1976; A. MUSSI, Finanze e politica della Napoli del’600: Bartolome d’Aquino, Nápoles, 1976; D. SELLA, Crisis and Continuity. The Economy of Spanish Lombardy in the 17th Century, Cambridge, 1979; G. MUTTO, Le finanze pubbliche napoletane tra riforme e restaurazione, 1520-1634, Nápoles, 1980; J.H. BENTLEY, Politics and Culture in Renaissance Naples, Princeton, 1987; G. MUTTO, Il Regno de Napoli sotto la dominazione spagnola, en Storia della società italiana, Vol.XI, Milán, 1989; A. MUSSI, Mezzogiorno spagnolo. La via napolitana allo Stato moderno, Nápoles, 1991; A.CALABRIA, The Cost of Empire. The Finances of the Kingdom of Naples in the Time of Spanish, Cambridge, 1991; T. ASTARITA, The Continuity of Feudal Power. The Caracciolo di Brienza in Spanish Naples, Cambridge, 1992. 10 - H.G. KOENIGSBERGER, The Revolt of Palermo in 1647, en Estates and Revolutions, Londres, 1971; R. VILLARI, La revuelta antiespañola de Nápoles. Los orígenes (1585-1647), Madrid, 1979; G. GALASSO, Napoli Spagnola dopo Masaniello, Florencia, 1982; L. RIBOT GARCIA, La revuelta antiespañola de Messina : causas y antecedentes, 1591-1674, Valladolid, 1982; A. MUSSI, La rivolta di Masaniello nella scena política barocca, Nápoles, 1989; B. ANATRA, Una società inquieta: sommosse e rivolte, en R. ROMANO (ed.), L’Italia como modello, Milán, 1989; W. THOMAS y B.DE GROOFS (eds.) Rebelión y resistencia en el mundo hispánico, Leuven, 1992. 4

incrementar los efectivos para sofocarlos, con lo que fue forzoso realizar nuevas levas: una especie de conflicto dentro del conflicto que demuestra la extraordinaria dinamicidad de todo el proceso. Es decir, también desde fechas muy tempranas, los diversos sectores de la sociedad italiana participaron, mediante su pertenencia o su vinculación a las tropas del monarca español, en esta revolución militar de la modernidad. Los llamados Tercios Italianos fueron así parte importante del ejército del rey de España desde bien antiguo. Después de las campañas italianas de Gonzalo Fernández de Córdoba, recién inaugurado el siglo XVI, estas unidades fueron conocidas como Tercios Viejos de Italia, Lombardía, Nápoles y Sicilia, con abundante tropa local, reformados y modernizados en 1534 y vueltos a reestructurar un siglo después con la Ordenanza de 163211. La recluta realizada en Italia para estas unidades crearía una tradición que duraría siglos, alcanzando como veremos a la segunda mitad del siglo XVIII y al mundo americano. Todavía a fines del siglo XVII la antigua estructura seguía en pie, y formaba parte de la más rancia tradición militar española; los cuerpos italianos seguramente poseían el mayor historial de todo el ejército 12. Los cinco Tercios Viejos de Italia recibían entonces el nombre de sus maestres de campo: Visconti, por Juan Bautista Visconti; Ribera, por Conde de la Ribera; Garófalo, por Pedro de Garófalo; Aragón por Luis Cayetano de Aragón; y Spínola por Francisco Spínola. Además, en Flandes operaban otros tres tercios de origen italiano: los de Grimaldi, por Marcelo Grimaldi y Antonio Grimaldi, y el Magno, por Pablo Magno. Entre los tercios llamados “alemanes” figuraban dos italianos, el Milán, por el Conde de Milán, y el Spinola por el Príncipe de Spínola13. Y en Italia permanecían de guarnición el Tercio de Lombardía, al mando del Conde de Aguilar, asignándosele una antigüedad de 1537; el Tercio de Mar de Nápoles, del marqués de Siruela, también de 1537; el de Saboya, del marqués de Mirabel, igualmente de 1537; el de Mandeli, del conde Galeazzo Mandeli; el de Cigogna, del conde de Cigogna; el de Caracciolo, de Charlotti Caracciolo. En Nápoles se hallaban el Tercio español Fijo de Nápoles, al mando de Juan Montenegro, de 1536; y los de Mariconda, de José de Mariconda, el de Bonesana, de Diego Bonesana, más del Tercio Grisón, llamado Albertino por Jácome Albertino. En Sicilia permanecía acantonado el Tercio español Fijo de Sicilia, de Nicolás Chovén. Y aún se crearon cuatro tercios más a fines del siglo XVII con motivo de la nueva guerra: el del Conde de Moriani en Lombardía y los de Frey Tomás de Caracciolo, de Domingo Recco y del Príncipe del

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- S.M. DE SOTTO, CONDE DE CLONARD, Historia orgánica de las Armas de Infantería y Caballería españolas desde la creación del ejército permanente hasta el día, Madrid, 1851-1859, T.III, pág.156. 12 - J. FERRER, Álbum del ejército. Historia militar desde los primitivos tiempos hasta nuestros días, Madrid, 1846; F. BARADO Y FONT, Museo Militar. Historia, indumentaria, armas, sistemas de combate, instituciones, organización del ejército español, Madrid, 1883. 13 - M. GÓMEZ RUIZ y V. ALONSO JUANOLA, El Ejército de los Borbones. Organización, uniformidad, divisas y armamento, Madrid, 1989-1991, Vol. I., págs. 20 y ss.

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Valle, en Nápoles14. Un despliegue que parece impresionante pero que en realidad no era tal, pues entre los seis tercios acantonados en Nápoles no sumaban sino seis compañías, y ni siquiera éstas se hallaban al completo15. Sin embargo, a principios del siglo XVIII y después de doscientos años de actividad, la antigua estructura militar demostró ser poco efectiva en la guerra de Sucesión al trono de España, por más gloria y laureles que pudieran acopiar sus viejas banderas16. Como consecuencia de sus continuas derrotas, las pérdidas territoriales de la monarquía fueron cuantiosas entre 1700 y 1715, especialmente en Italia; territorios que pasaron a manos del emperador Carlos de Austria 17. Pero muy pronto los resultados de Utrecht quedaron obsoletos, y fue común en las diferentes cortes europeas augurar que Italia continuaría siendo durante muchos años un escenario de confrontación, sobre todo porque la corona española, ahora asentada sobre la dinastía borbónica con Felipe V, no aceptó el resultado de los tratados de paz ni renunció a la pérdida de su antiguas posesiones en Nápoles, Sicilia, Milán y Cerdeña; especialmente cuando el monarca español casó en segundas nupcias con Isabel de Farnesio, sobrina del Duque de Parma y heredera de este ducado y de los de Piacenza y Toscana; y cuando sus principales ministros, entre ellos varios italianos como Julio Alberoni, tomaron las riendas del poder político de la monarquía, comenzando lo que muchos autores han denominado “la política italiana”18, que algunos testigos contemporáneos calificaron como de “satisfacción de las ambiciones de la reina” 19.

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- Ibídem, págs 23 y ss.; F. D. SOLANO Y PEREZ LILA, Los orígenes de los reales ejércitos. Reformismo y planificación, en Historia social de las fuerzas armadas españolas, Vol. I, Madrid, 1986, págs, 50-51. 15 - GÓMEZ RUIZ y ALONSO JUANOLA, El Ejército de los Borbones, cit., pág. 24. 16 - H. KAMEN, La Guerra de Sucesión en España, 1700-1715, Barcelona, 1974; H. HARGREAVES-MAWDSLEY, Eighteenth Century Spain, 1700-1788, Londres, 1979. 17 - CH. PETRIE, Algunos aspectos diplomáticos y militares de la Guerra de Sucesión española, Madrid, 1955. 18 - P. CASTAGNOLI, Il cardinale Giulio Alberoni, Piacenza - Roma, 1929-1932; S. HARCOURT-SMITH, Alberoni and the Spanish Conspiracy, Londres, 1943; D. OZANAM, La diplomacia de los primeros borbones (1714-1759), en “Cuadernos de Investigación Histórica”, n.6, 1982; A. BETHENCOURT, Las aventuras italianas de Felipe V, en V. PALACIO ATARD (comp.) España y el mar en el siglo de Carlos III, Madrid, 1989; J.M. JOVER ZAMORA, Política mediterránea y política atlántica en la España de Feijoo, Oviedo, 1956. Para conocer en qué medida esta política difería de la tradicional española, más volcada hacia el Atlántico, A.J. KUETHE, El fin del monopolio: los borbones y el consulado andaluz, en E. VILA VILAR y A.J. KUETHE (comp.), Relaciones de poder y comercio colonial, Sevilla, 1999. 19 - Ver al respecto las memorias de dos contemporáneos: del marqués de San Felipe, intimo colaborador del rey y nacido en Cerdeña: V. BACALLAR Y SANNA, Comentarios de la guerra de España e historia de su rey Felipe V el animoso, Biblioteca de Autores Españoles (BAE), n.99, Madrid, 1957 (Comentario preliminar de C. SECO SERRANO); y del duque de Saint-Simon, L.NORTON, (ed.) Historical Memoirs of the Duc de Saint-Simón, Londres, 1967-1972; así como el más que clásico trabajo de W. COSE, Memoirs of the Kings of Spain of the House of Bourbon, Londres, 1815.

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El objetivo fundamental de esta política fue “la restitución de lo perdido”20, y para llevarla adelante resultaba ineludible construir un nuevo aparato militar, más efectivo y moderno, capaz de enfrentarse a los nuevos requerimientos de una guerra europea cada vez más tecnificada. Los peritos y expertos en el arte militar, entre ellos el propio Alberoni, los hermanos milaneses José y Baltasar Patiño21, el príncipe de Masserano, Juan Carrillo de Albornoz, duque de Montemar, o el marqués de Santa Cruz de Mercenado22, se pusieron a ello, y de nuevo Italia y las tropas italianas volvieron a tener un papel determinante en los enfrentamientos que siguieron. 2.- Los regimientos italianos en el nuevo ejército del rey. La estructura militar de la monarquía española se vio así sujeta a cambios considerables entre 1700 y 1720, imponiéndose el modelo francés aunque enseguida fue muy matizado por la experiencia italiana 23. Los viejos tercios fueron extinguidos y sustituidos por regimientos de infantería y caballería24, manteniendo no obstante sus nombres tradicionales. Los llamados Cuerpos Italianos fueron renombrados como regimientos de Nápoles25, Parma26, Milán27, Cerdeña28 y Sicilia29, intentando que permanecieran unidos los soldados y oficiales de una misma procedencia “para evitar los embarazos que habían existido en los ejércitos de Italia y España por las diferentes naciones que en ellos servían”30. Otros fueron refundidos con distintas unidades, o 20

- D. OZANAM, La política exterior de España en tiempos de Felipe V y de Fernando VI. Los instrumentos de la política exterior. La diplomacia. La marina. El ejército, en Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, T.XXICX, Vol.I., Madrid, 1985; J.A. ARMILLAS VICENTE, La política exterior de los primeros borbones, en C.E. CORONA y J.A. ARMILLAS (coord.) La España de las reformas hasta el final del reinado de Carlos IV. Historia General de España y América, Vol.X-2, Madrid, 1984. 21 - Los dos, militares de amplia experiencia. José fue ministro de Felipe V e intendente de ejército y armada. Baltasar, uno de los más importantes generales de la guerra de Italia. V A. RODRÍGUEZ VILA, Patiño y Campillo: reseña histórico-biográfica de los ministros de Felipe V, Madrid, 1882; A. BETHENCOURT MASSIEU, Patiño en la política internacional de Felipe V, Valladolid, 1954. 22 - Es bien significativo que las obras de estos últimos, los más interesantes tratados militares de la época, se editaran precisamente en Italia, por la larga experiencia que ambos habían acumulado allí: J. CARRILLO DE ALBORNOZ, Avisos militares sobre el servicio de la infantería en guarnición y en campaña, Florencia, 1735; A. NAVIA Y OSSORIO, Reflexiones militares del mariscal de campo D. Álvaro Navia y Ossorio, Vizconde del Puerto o Marqués de Santa Cruz de Mercenado, Turín, 1724-1727. Ésta última obra fue traducida al italiano por Mariano Frezza y publicada en Nápoles en 1752, con el título Lo Scuadronista, o sía, Táctica Militare. 23 - F.. REDONDO DIAZ, El ejército, en C.E. CORONA y J.A. ARMILLAS (coord.) La España de las reformas... cit. 24 - J.A. PORTUGUÉS, Recopilación de Ordenanzas Militares, Madrid, 1764 , T.I. págs 317 y ss. 25 - Al mando del coronel Andrés de Aflito. Los datos de las unidades que siguen en GÓMEZ RUIZ y ALONSO JUANOLA, El Ejército de los Borbones, cit., págs. 42 y ss; y S.M. DE SOTTO, Historia orgánica... cit., T.IV, pág.140 a 144. 26 - Su coronel, Alejandro Lettiero 27 - Su coronel, Francisco de Éboli. 28 - Su coronel, José Masones. 29 - Su coronel, Luis Mayoni 30 - S.M. DE SOTTO, Historia orgánica... cit., T.V. pág 123. 7

cambiaron de nombre, ubicación y lugares de recluta, como el de Mar de Nápoles 31, el de Piamonte32, el Fijo de Sicilia33 o el de Lombardía34. Estas tropas, tras su salida precipitada de Italia con motivo de las derrotas en la guerra de Sucesión, quedaron por unos años de guarnición en Cataluña, hasta que las hostilidades volvieron a reanudarse. El todopoderoso Alberoni, siguiendo instrucciones de Isabel de Farnesio y a sus propias convicciones sobre la que debería ser la geoestrategia de la monarquía española, consideró oportuno hacer notar al resto de las coronas europeas que España no consentiría los resultados de Utrecht en lo referente a Italia, y que su recuperación, en palabras textuales de la reina, se haría “a como diera lugar”35. Para ello se organizó una expedición con las tropas que permanecían acantonadas en Cataluña, desembarcándolas en Cerdeña en 1717 y en Sicilia al año siguiente36, y realizando nuevas levas de voluntarios para llenar los batallones recién creados en Messina, Palermo, Toscana, Liguria, Valdesmara, Valdenoto y Cerdeña 37. Pero los resultados de esta nueva guerra en otros frentes, incluida la propia España, pésimos para Felipe V, obligaron al rey a firmar una nueva paz frente a la Cuádruple Alianza, constituida por Francia, el Imperio, Inglaterra y Holanda con el fin de contener los nuevos intentos hegemónicos españoles. Por este nuevo tratado, Felipe debió renunciar oficial y definitivamente, además de a los Países Bajos, al Milanesado, Cerdeña y Nápoles, que fueron entregados a Austria 38, y a Sicilia, concedida a Víctor Manuel de Saboya 39, quedando para Isabel de Farnesio los ducados de Parma, Piacenza, Guastalla y Toscana, que fueron adjudicados al jovencísimo hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, el infante Don Carlos, aunque debió permanecer en adelante protegido por 6.000 soldados de infantería hispano-italiana. Los malos resultados de este primer intento de recuperación, aparte de costarle el puesto a Alberoni, no hicieron sino 31

- Pasó a llamarse de La Corona en 1718. GÓMEZ RUIZ y ALONSO JUANOLA, El Ejército de los Borbones, cit., pág. 42 . 32 - Fundido en el Fijo de Sicilia en 1715. Idem. 33 - El Fijo de Sicilia, al mando de Pedro Guafardo, pasó a llamarse regimiento de África en 1718. Idem. 34 - Mantuvo el nombre pero quedó como un regimiento básicamente español, al mando del marqués de Villahermosa, en 1718. Idem. 35 - Una detallada explicación de la política de Isabel de Farnesio y Alberoni, en el contexto del desquiciado reinado de Felipe V, en J. LYNCH, El siglo XVIII, Barcelona, 1991, págs. 69 y ss. 36 - Una excelente descripción de estas campañas italianas puede encontrarse en las memorias de Santa Cruz de Mercenado, Álvaro de Navia y Ossorio, Reflexiones militares... ya citadas. Fue uno de los jefes de la expedición a Cerdeña y Sicilia, gobernador de Cagliari y luego rehén en Turín del rey Víctor Amadeo II durante diez años por un asunto trivial que la corte española no quiso solucionar. Allí escribió y publicó las referidas Reflexiones. Un buen estudio sobre el personaje en F. MURILLO RIBIERA, Santa Cruz de Mercenado, un militar ilustrado, Madrid, 1984. 37 - C. ALCAZAR, España y Cerdeña en la política internacional desde 1729 a la guerra contra Inglaterra, en Atti del V Congreso Internazionale di Studi Sardi, Cagliari, 1954. 38 - P. VOLTES BOU, Aportaciones a la historia de Cerdeña y Nápoles durante el dominio del Archiduque Carlos de Austria, en “Estudios de Historia Moderna”, Barcelona, 1951. 39 - Luego trocada por Cerdeña, de donde alcanzó el título de rey junto con el Piamonte. 8

acrecentar el enconado deseo de la reina Isabel por lograr sus objetivos, esperando una nueva oportunidad. Ésta llegó al firmarse el primer Pacto de Familia entre España y Francia (1733), a fin de establecer una alianza y declarar la guerra contra Austria en el conflicto por la sucesión de Polonia. En los acuerdo previos, la recuperación para la casa española de los territorios italianos en poder del emperador Carlos VI constituyeron la base de los mismos: ya no sólo se trataba, por parte de la reina, de afianzar una herencia para sus hijos, sino más bien de asegurarse personalmente un patrimonio en Italia (el de los Farnesio en Parma y el de los Médicis en Toscana) para el caso en que tuviera que salir de España si el rey Felipe muriese, lo que podía suceder en cualquier momento dado su cada vez más alarmante estado de demencia y decrepitud física. España entró entonces en la guerra contra Austria y preparó una nueva invasión de Italia. Ese mismo año se ordenó realizar un desembarco de tropas españolas (ocho regimientos remitidos desde Cataluña) en el puerto toscano de Livorno, que emprendieron el camino del sur junto con los demás regimientos italianos de Parma y Toscana, todos al mando del duque de Montemar, Carrillo de Albornoz40 y el propio infante don Carlos. Tras las batallas de Bitonto, Pescara, Gaeta y Capua, donde fueron vencidos los austriacos, se produjo la tan ansiada por la corona española reconquista del reino de Nápoles. También fue ocupada Sicilia por las tropas al mando del marqués de Gracia Real 41. En estas campañas participaron los regimientos que había en Italia, más el de Parma, que estaba en Cádiz al mando de su coronel el príncipe de Yachi, y el de Córcega, formado por voluntarios italianos llegados desde Livorno a Barcelona para su instrucción42. Aunque con mayores dificultades, también siguió siendo efectiva la recluta de voluntarios en Génova y en la Liguria en general43. Al establecerse la paz en el tratado de Viena (1738), el reconquistado reino de las Dos Sicilias fue otorgado por Felipe V a su hijo Carlos, intitulado Carlos VII (quien sería el futuro Carlos III de España), mientras los ducados patrimoniales de Isabel de Farnesio (Parma y Toscana) pasaban al emperador. Pero enseguida, la guerra por la Sucesión de Austria (1742) fue motivo de un nuevo conflicto en Italia, y otra vez la corona española, en un intento de recuperar el Milanesado y los Ducados perdidos en la guerra anterior, se sumergió en ella por entero. Varios regimientos fueron enviados al norte de Italia al mando del marqués de la Mina,

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- Campañas descritas en su obra ya citada, y publicadas en Florencia dos años después. 41 - C. BORREGUERO BELTRÁN, Los soldados españoles en Italia (1734), en El Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones en España, Sevilla, 1997, págs. 700 y ss; C. BORREGUERO BELTRÁN y A. RETORTILLO ATIENZA, Problemas logísticos y estratégicos del ejército español en Italia en 1734, en El Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones en España, Sevilla, 1997, págs, 721 y ss. 42 - J.A. SAMANIEGO. Disertación sobre la antigüedad de los regimientos de Infantería, Caballería y Dragones de España, Madrid, 1738. 43 - Reclutas y actuaciones de estas tropas que generaron problemas en varias localidades. G. TROISI, Nuove fonti sul tumulti romani del 1736, “Studi Romani”, n. XX, 1972. 9

autor de una interesante obra sobre esta campaña44, junto con el propio infante Felipe de Borbón, duque de Parma. De nuevo las tropas hispano-italianas se enfrentaron con éxito a los soldados imperiales en Camposanto, Velletri, Madonna del Olmo y Bassignana. Pero después de 1746, la ofensiva austriaca fue determinante, y tras la batalla de Piacenza se obligó a la retirada de las tropas españolas de la cuenca del Po y de la Toscana, incluidas las unidades italianas, que fueron embarcadas rumbo a Cataluña, Valencia y Cartagena45. Fue una retirada inmediata, siguiendo órdenes del recién entronizado nuevo rey español Fernando VI46 al morir Felipe V (ese mismo año de 1746, y a los pocos días de la batalla de Piacenza). Nuevo monarca que, nada más llegar al trono, afirmó abominar de la política de su madrastra, deseando poner fin a la interminable guerra de Italia47, cada vez más impopular en una España fiscalmente en bancarrota48. A partir de 1746, con el inicio por parte de Fernando VI de una política de contención internacional más que de imposición49, se llevó a cabo otra reforma en profundidad del ejército, en buena medida motivada por el fracaso en Italia de las tropas españolas50, y por la necesidad de mantenerlas en una posición más defensiva que 44

- M.de la

MINA, Dictamen sobre la reforma del Ejército de España en la retirada de Italia, en “Semanario Erudito de Valladares”, T.12, pág. 222. 45 - M.C. MELANDRERAS GIMENO, Las campañas de Italia durante los años 17431748, Murcia, 1987; M.S. ANDERSON, Eighteenth Century Europe, 1713-1789, Londres, 1961, págs 20 y ss. 46 - Hijo del primer matrimonio del rey Felipe V con María Luisa de Saboya, muerta en 1714. 47 - El nuevo monarca escribió a su embajador Macanaz sobre los errores de su padre en la política italiana: “Todos los ajustes hechos, todas las expediciones, tuvieron por objeto un fin contrario al bien de mis dominios, de suerte que para manejarlos hoy, según las obligaciones de rey y padre de mis vasallos, es preciso mudar directamente la política”. Citado por A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Sociedad y Estado en el S.XVIII español, Madrid, 1976, pág. 281. 48 - “No haya más listas, no haya más levas, basta de sangre. Más ventajas suele alcanzar una prudente política que un ejército poderoso”, podía leerse en un anónimo español contra la guerra en Italia y contra la reina Isabel de Farnesio. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Sociedad y estado... cit., pág.280. El mismo autor señala (pág.73) que los gastos de la guerra de Italia consumían la totalidad de los ingresos ordinarios de la Real Hacienda, y que el ministro del ramo se vio obligado en 1739 a declarar una suspensión de pagos. A ello se sumaban los ingentes y millonarios subsidios al imperio austriaco decretados por la reina Isabel para mantener las alianzas. J. LYNCH, El siglo XVIII.. cit., págs. 121 y ss. 49 - Por la paz de Aix-la-Chapelle y Aquisgrán (1748) y luego por el tratado de Aranjuez (1754), los borbones españoles recuperaron los ducados de Parma y Piacenza, que quedaron para el segundo hijo de Isabel de Farnesio, Felipe, y afianzaron su posición en el reino de Nápoles y Sicilia donde siguió reinando Carlos, mientras el emperador mantenía el Milanesado y añadía la Toscana, y el duque de Saboya permanecía con el Piamonte (Turín) y Cerdeña. A la vez se decidía la boda de la princesa española María Antonia con Victorio Amadeo de Saboya, rey de Córcega. Después de todo, el proyecto de Isabel de Farnesio se había cumplido, y sus dos hijos, Felipe y Carlos, estaban establecidos en Italia, uno en Parma y el otro en Nápoles. C. BAUMI DI VESME, La Spagna all’epoca de Ferdinando VI e il matrimonio spagnolo di Vittorio Amadeo III (1749), en “Bolletino Storico Bibliografico Subalpino”, Turín, 1953. 50 - D. OZANAM, Representación del Marqués de la Ensenada a Fernando VI (1751), en “Cuadernos de Investigación Histórica”, n.4, 1980. 10

ofensiva. Como el resto de las demás unidades militares, los tradicionales regimientos italianos fueron reorganizados, y en adelante y durante décadas sus destinos no serían las regiones italianas, sino el resto de los territorios de la monarquía, incluidos los americanos. Los cuerpos italianos quedaron reducidos, a partir de 174951, a dos regimientos de infantería, los de Nápoles y Milán, al mando de sus respectivos coroneles, el marqués de Tripuzzi, y el conde Borromeo52, con dos batallones cada uno; y dos regimientos de caballería, el de Milán y el de Dragones de Pavía 53. El antiguo regimiento de Parma fue disuelto. Otra de las unidades italianas tradicionales, el regimiento de Lombardía, contemporáneo de los Tercios Viejos de Saboya y Nápoles, que reclutaba en Nápoles y en España, pasó a convertirse en un regimiento netamente español, sin tropa ni oficiales italianos, cambiando su denominación por regimiento del Príncipe. En otros regimientos, como el de Bruselas (conocido como de Guardia Walona), el Inmemorial del Rey, el de Portugal, o los irlandeses de Irlanda e Hibernia, fueron colocados los oficiales italianos remanentes y parte de las tropas dislocadas de las unidades que ahora desaparecieron o se refundieron. Así por ejemplo, en el regimiento de Bruselas había sicilianos, napolitanos, romanos, venecianos, parmesanos, genoveses, milaneses, placentinos, florentinos, sardos, cremoneses y toscanos54. Precisamente de finales de estos años 40 data el álbum anónimo de Uniformes del Ejército Real de Fernando VI, perteneciente a la Anne Brown Military Collection, conservado en la Brown University Library, Providence55. En él aparecen los dos regimientos de infantería italiana que permanecieron en activo:

51

- Archivo General de Simancas, Sección Guerra Moderna, Leg.7301. y ALONSO JUANOLA, El Ejército de los Borbones, cit., págs. 50. 53 - Idem, pág. 116. 54 - Según la revista de 1753 (Archivo General de Simancas, sec.Guerra Moderna, 2761) el regimiento tenía 98 piamonteses y 165 italianos en general, más 19 sargentos de la misma procedencia. 55 - Publicado en A. VALDÉS SÁNCHEZ, (ed.) Uniformes del Ejército de Fernando VI. (Láminas de la Anne Brown Military Collection, Brown University Library) Madrid, 1993. 52

- GÓMEZ RUIZ

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El de Nápoles, heredero del Tercio Viejo del Mar de Don Juan de Austria. Había participado en la primera guerra de Italia, en la toma de Messina (1718) y defensa de Palermo (1720); también en la segunda guerra italiana, batallas de Lunegiana, Naza y Venza (1731), en la de Bitonto y en la rendición de Mirándola (1735); y también en la tercera, batallas de Velletri y Madonna del Olmo (1744), y en Piacenza, siendo retirado de Italia en 1746 con el resto del ejercito. En 1754 se hallaba de guarnición en Zaragoza, en el castillo de la Aljafería56. Según el álbum citado, en su banderas aparece el escudo del reino de Nápoles, con las flores de lis, y el de la ciudad napolitana, con su famoso caballo negro.

Y el regimiento de infantería de Milán57, heredero del Tercio Viejo de Milán. Fue reformado en Nápoles en 1704, y participó como el anterior en todas las guerras italianas: desembarco de Córcega de 1717, defensa de Sicilia, desembarco de Livorno en 1733, toma de Nápoles, nueva guerra italiana de 1742 y retirada de 1746. En 1751 quedó de guarnición en Badajoz, y al regreso de Italia perdió por deserción más de 300 soldados en año y medio58. En su bandera figura el escudo de la ciudad de Milán, una culebra verde devorando a un sarraceno. Aparte estos dos regimientos de infantería, permanecieron en el ejército otros dos regimientos de caballería: el de Caballería de Milán y el de Dragones de Pavía. Participaron en las tres guerras italianas de del XVIII (batallas de Carpi, Luzzara, Turín, Niza, Mirándola, Cassato, Calcinato, Bitonto, Palermo, Castigliolo, Madonna del Olmo, Basagnana, Codogno, Tedone...) El de Pavía fue prácticamente deshecho en Piacenza (1746). Fueron retirados a España y estaban de guarnición en Logroño en 1755 59. El de Milán llevaba en su banderín, según el álbum, el escudo de la ciudad, y el de Pavía un

56 57 58

- Ibidem, pág. 124. - Ibídem, pág.126. - Archivo General de Simancas, Sección Guerra Moderna, 3860. 59 - A. VALDÉS SÁNCHEZ, (ed.) Uniformes del Ejército... cit, págs.170 y 224. 12

escudo que contenía una columna jónica batida por los cuatro vientos con la inscripción “INMOBILIS”, el toisón y la Cruz de Cristo60. Estos cuatro regimientos, no obstante quedar destinados en España, siguieron reclutando en Italia, obteniendo para ello permiso de las autoridades del lugar, con la prohibición de acoger en sus filas a desertores locales 61. Durante muchos años mantuvieron a sus oficiales italianos, como luego se verá, y continuaron siendo considerados como cuerpos de élite. Sus soldados, al alistarse, pasaban a ser súbditos del rey de España, por lo que el juramento de lealtad lo realizaban al monarca y no a sus oficiales, empresarios o reclutadores, como se hacía en los Tercios Viejos, aunque muchos de ellos consideraron el real servicio una profesión de por vida, como podremos demostrar. Estaban sujetos a los mismos reglamentos, ordenanzas, leyes y fueros que el resto de los soldados españoles62. No obstante, a partir de la década de los 70 y 80, para mantener las compañías al completo, se aceptaron también reclutas españoles, del mismo modo que se admitieron oficiales procedentes de otros regimientos63. Oficiales que, en general y para las décadas de los 50 y 60 del siglo XVIII, todavía procedían de la nobleza local italiana en los territorios relacionados directa o indirectamente con la corona española64, o eran antiguos suboficiales que habían ido ascendiendo por sus muchos años de servicio y méritos alcanzados en combate a lo largo de las guerras de la primera mitad de la centuria. Una nobleza y unos profesionales que imprimieron un carácter particular a estas unidades. En el contexto de la oficialidad militar en España y durante la segunda mitad del XVIII, según el estudio de Francisco Andujar Castillo65, los italianos representaban el 2,77% del total, el porcentaje más elevado entre los extranjeros (irlandeses 0,22%, flamencos 1,72%), y aparecen divididos entre italianos en general (0,8%), sicilianos 60

- Otras láminas con los uniformes de la unidades italianas, aunque cincuenta años después, en J.M. BUENO COREA (ed.) Colección de cien estampas que demuestra todas las nuevas divisas del Ejército de España según el último reglamento de este año de 1805 Madrid, 1986. 61 - F. REDONDO, El ejército... cit, pág. 176. 62 - A. VALLECILLO, Legislación militar de España antigua y moderna, Madrid, 1853. 63 - J.M. GÁRATE CÓRDOBA, Las Ordenanzas de Carlos III. Estructura social de los ejércitos, en Historia social de las fuerzas armadas españolas, Vol. I, Madrid, 1986. 64 - H. ACTON, The Bourbons of Naples, 1734-1825, Londres, 1965; A. SINISI, Il Buon Governo degli uomini e delle risorse. Gestione di un stato feudale e governo del territorio nel Mezzogiorno fra Settecento e Ottocento, Nápoles, 1996. Para la nobleza italiana en le época, y entre otros muchos trabajos, G. MUTO, The Structure of Aristocratic Patrimonies in the Kingdom of Naples: Management Strategies and Regional Economics Development, en P. JANSSENS y B. YUN-CASALILLA (eds.) European Aristocracies and Colonial Elites. Patrimonial Management Strategies and Economic Development, 15th – 18th Centuries, Londres/Burlington, 2005; B. DONATI, The Italian Nobilities in the 17th and 18th Centuries, en H.E. SCOTT (ed.), The European Nobilities in the 17th and 18th Centuries, Vol. I, Cambridge, 1995 ; M. AYMARD, Une famille de l’aristocratie sicilienne aux XVIe et XVIIe siècles : les ducs de Terranova. Un bel exemple d’ascension seigneuriale, en « Revue Historique », n.501, 1972. 65 - F. ANDUJAR CASTILLO Los militares en la España del S.XVIII, un estudio social, Granada, 1991, pág.315. 13

(1,04%), napolitanos (0,51%) y milaneses (0,42%). En la medida que algunas de estas unidades militares, especialmente el regimiento de Nápoles66, y otras como los regimientos de Portugal, Saboya o Bruselas, o el irlandés de Hibernia, donde existían un buen número de oficiales italianos, pasaron a América a realizar operaciones militares o a reforzar determinadas guarniciones, estos oficiales aparecieron encuadrados en las unidades del ejército de América, y como a tales pasamos a estudiarlos67. 3.- Al otro lado del mar. En la tabla anexa situada al final de este trabajo se aportan los datos de los 131 oficiales italianos cuyas hojas de servicios han podido ser localizadas en los archivos europeos y latinoamericanos, pertenecientes a las unidades del ejército de América, entre 1746 (al finalizar la guerra de Italia) y 1815 (guerras de independencia americanas)68. Del total de extranjeros en el ejército colonial (588 oficiales69) los italianos poseen el porcentaje más elevado70 (35,1%), seguido por franceses (26,1%), portugueses (10,8%), irlandeses (10,2%) y flamencos (5,8%). Pero analizando la tabla final, puede deducirse que la presencia de italianos en el ejército colonial no fue, como en el caso de otras colectividades extranjeras en América, producto de que previamente a su encuadramiento en el ejército estuvieran ya radicados en el nuevo mundo, dedicados a actividades económicas o mercantiles; sino que fue el ejército veterano y de origen europeo, estas unidades italianas a las que hemos visto reformarse tras las guerras de Italia, el origen de su presencia en Ultramar. Y ello a pesar de que, como han señalado numerosos autores, la italiana fue una colonia muy importante en los grandes centros de decisión del comercio americano en España y América. Pero no fue este su origen. Porque la existencia en América de estos oficiales, y su ubicación en el tiempo, Oficiales Italianos por décadas: 1740-1749: 5 1750-1759: 1 1760-1769: 13 1770-1779: 35

66 67

1780-1789: 1790-1799: 1800-1809: 1810-1815:

21 41 13 2

- No así el de Milán, que nunca cruzó el Atlántico. - Un estudio social del total de la oficialidad del ejercito americano durante el siglo XVIII en J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Ejército y Milicias en el mundo colonial americano, Madrid, 1992. 68 - Hojas de servicio que pueden ser consultadas en el banco de datos editado por la Fundación Mapfre Tavera, J. MARCHENA FERNÁNDEZ (coord.), G. CABALLERO GÓMEZ Y D. TORRES ARRIAZA, El Ejército de América antes de la Independencia. Ejército regular y milicias americanas, 1750-1815. Hojas de servicios, uniformes y estudios histórico, Madrid, 2005. 69 - De un total de 21.247, lo que representa el 2,7%, según las hojas de servicio del banco de datos arriba citado. 70 - Estos 131 oficiales y sargentos italianos aparecen en 211 hojas de servicio, ya que, al confeccionarse dichas hojas cada diez años, un mismo oficial puede poseer varias de ellas. En la tabla anexa se ha situado la primera que aparece en el tiempo, y en las notas correspondientes se han ido referenciando las demás. 14

se corresponde exactamente con la llegada a América del regimiento de Nápoles (a Portobelo, Panamá y Quito en 1765, a La Habana en 1780 y a Puerto Rico en 1784 71) y con las remisiones a Ultramar de otras unidades calificadas como “de infantería extranjera”, en las cuales el número de italianos era elevado: así, el regimiento de Portugal y las Compañías de Refuerzo, remitidos a la isla de Cuba a fines de los 40; el regimiento de América, destinado a Veracruz en 1765, formado por piquetes extraídos de los regimientos de Saboya, Lisboa, Irlanda, Hibernia, Irlanda, Nápoles, Milán y Bruselas72, con muchos italianos entre sus oficiales; el de Saboya, enviado en 1768 a Veracruz, en 1770 a Cartagena de Indias y en 1776 a Montevideo; el de Lisboa, remitido en 1768 a La Habana; el de Hibernia, embarcado en 1776 para Montevideo y en 1780 a La Habana; el de Bruselas (guardia Walona) enviado en 1776 a Puerto Rico; el Inmemorial del Rey, trasladado a La Habana en 1780; y el de Flandes, destinado a Panamá en 1769 y a La Habana en 178073. Como consecuencia de la toma por los británicos de la plaza de La Habana en 74 1762 (una verdadera humillación para el orgullo español) todo el ejercito americano fue reformado, y se incrementó el número de unidades veteranas allí destinadas, trasladando para ello a América temporalmente a buena parte del ejército peninsular. Además se crearon los cuerpos de Milicias Disciplinadas, que debían ayudar en la defensa de las costas y poblaciones, en las que quedaban encuadrados los vecinos de cada una de las ciudades y jurisdicciones americanas, separados en unidades de Blancos y Pardos, en un principio al mando de oficiales veteranos. El propósito de estos envíos masivos de tropas españolas a partir de esta fecha, según los encargados de la reforma del ejército (O’Reily, Ricla o Villaba), no era exclusivamente reforzar a las guarniciones y plazas fuertes, sino favorecer, mediante ascensos y otras ayudas, que algunos de estos oficiales europeos pasasen a las unidades locales, quedándose definitivamente en América y no regresando a España con sus regimientos de origen. Con ello pretendían incrementar el número de oficiales con experiencia en las guerras europeas entre las tropas americanas, y evitar así (lo que desde luego no lograron) que las unidades locales estuvieran compuestas en su mayor parte por oficiales criollos75. Y no solo ofrecieron a los oficiales europeos el traslado al ejército regular, sino que también les ofertaron ser transferidos a las Milicias, a fin de que se encargaran de las instrucción de las mismas. Por tanto, en las hojas de servicio que ahora analizamos y que aparecen reseñadas en la tabla al final de este trabajo, hallaremos oficiales italianos tanto en las unidades veteranas como en las milicianas, aunque en un número desparejo.

71 72

- J. MARCHENA F, Ejército y milicias… cit. págs.118-199. - Expediente de 1754 sobre la conformación de esta unidad en Archivo General de Indias, México, Leg.2429. 73 - Listado completo de las unidades españolas y extranjeras remitidas a América como refuerzos en J.MARCHENA F., Oficiales y soldados en el ejército de América, Sevilla, 1983, págs. 56 y ss. 74 - A.J.KUETHE, Cuba, 1753-1815. Crown, Military and Society, Knoxville, 1986, págs. 24 y ss. 75 - J. MARCHENA F., Ejército y milicias... cit., págs 134 y ss. 15

Total oficiales italianos en el ejercito americano....................... 131 Oficiales italianos en el ejercito regular: 82 (62.5 %) En las unidades americanas de dotación: 73 (89 %) En las unidades españolas de refuerzo: 9 (11 %) Quedaron luego en América: 2 Regresaron: 7 Oficiales italianos en las milicias: 49 (37.4) Procedían del ejército veterano: 35 (71.4 %) Accedieron directamente a las milicias: 14 (28.5 %) Efectivamente, analizando en la tabla final la variable “unidades por las que han pasado”, la mayor parte de estos oficiales (el 87.7%) se trasladaron al ejército regular americano de las unidades enviadas desde España. 115 de ellos estuvieron en unidades europeas trasladas a América, pero solo regresaron 7; y tan solo 16 oficiales (el 12.3%) ingresaron al ejército directamente en América (14 en las milicias y 2 en las unidades regulares de dotación) porque residían allí. Como puede observarse en la tabla final, los 5 oficiales que aparecen en los hojas de servicio de la década del 40 procedían del refuerzo peninsular, formado por piquetes de varias unidades y del regimiento de Portugal; todos quedaron en la isla de Cuba, tanto en Santiago como en La Habana. De los 13 de la década del 60, todos proceden también del ejército veterano peninsular: 5 quedaron en las unidades regulares americanas (4 oficiales del de Nápoles, remitido a Panamá vía Cartagena, que quedaron en el Fijo de Cartagena y en el Estado Mayor de la plaza de Panamá) y uno (un músico) que quedó en de Dragones de España en México, procedente del regimiento de América76; los otros 8 oficiales de la década ya aparecen destinados en unidades de milicias, procedentes de los regimientos de Saboya y Lisboa. En la década de los 70, de los 35 oficiales italianos, 4 estaban en las unidades españolas del refuerzo (en el regimiento de Bruselas destinado temporalmente a Puerto Rico) aunque ninguno de ellos quedó en América; pero otros 19 procedentes de ésta y otras unidades (regimientos de Lisboa, Saboya y Flandes, destinados a México y Cuba) sí pasaron al ejercito regular americano, a Nueva España y Luisiana y, en general, a todo el marco del Caribe, La Habana, Santo Domingo, Caracas y Cartagena. La llegada de una expedición al Río de la Plata en 1776 hizo que algunos italianos quedasen también allí, ya en esta década y en las siguientes, procedentes de los regimientos de Saboya e Hibernia. Mención especial merece en esta década el papel del regimiento de Nápoles como redistribuidor de oficiales italianos por el ámbito del Pacifico, al ser enviado de refuerzo a Panamá, permaneciendo allí durante varios años: 11 oficiales italianos del regimiento de Nápoles quedaron en Panamá, 6 en el Fijo de la ciudad y 5 76

- Curiosamente, este músico, Juan Bautista Copee, nacido en Villarotta, Tambor Mayor del regimiento, tiene una anotación en su hoja firmada por su coronel: “Este tambor no es de los más diestros en su oficio”. Archivo General de Indias, Sec. México 2430. 16

en las milicias de Natá; uno quedó en Quito (donde había sido enviada una compañía del regimiento en 1765 para sofocar la sublevación de sus barrios 77) y dos en Lima (donde se destacó otro piquete del de Nápoles para apoyar la tropa del virrey). La década de los 80 es la última en que encontramos unidades europeas remitidas desde España (a partir de 1790 estos envíos prácticamente desaparecieron a causa de los conflictos en Europa). Con motivo de la participación de las tropas españolas en la guerra de independencia de los Estados Unidos, varias unidades fueron enviadas a Luisiana, Panzacola y Mobila, usando La Habana como base de operaciones (entre otros, los regimientos de Hibernia, Inmemorial y Flandes) así como el de Nápoles a La Habana en 1780 y a Puerto Rico en 1784, donde quedó de guarnición. Otras se remitieron al Río de la Plata (Saboya) y a Lima (Portugal y Extremadura). Por tanto es en estos lugares donde encontraremos a los oficiales italianos: México, el Caribe, Lima y el Río de la Plata. En la década de los 90 se alcanza el número más alto de oficiales italianos incorporados a las unidades americanas, como resultado del regreso de las tropas enviadas en los 80. Muchos decidieron entonces quedarse, especialmente en Puerto Rico, 14 de ellos del regimiento de Nápoles. También es significativo el número de italianos encargados de las milicias provinciales en México, en la sierra peruana y en el Río de la Plata; características que se mantienen a lo largo de la década de 18001810. Es decir, una dispersión por toda América aparentemente grande pero que, como hemos observado, estuvo sujeta a los destinos de sus unidades de origen.

77

- De los 50 soldados y oficiales del regimiento de Nápoles enviados a Quito, 2 quedaron allí, 2 permanecieron en el hospital de Guayaquil, 5 murieron, 25 desertaron y solo 16 regresaron a Panamá. Archivo General de Indias, Sec. Panamá, 359. 17

Conocidos sus destinos, veamos sus orígenes. Según las hojas de servicios, estos 131 oficiales habían nacido en prácticamente todas las regiones de Italia, pero con una especial concentración en aquellos lugares donde la presencia española había sido, tradicionalmente, más prolongada en el tiempo, y donde se seguían realizando las reclutas para las unidades italianas. Acceglio, 1 Albenga, 1 Aquilea, 1 Ariccia, 1 Bolonia, 1 Brescia, 1 Burgio, 1 Centenal, Piamonte, 1 Cerdeña (gral.), 2 Ferrara, 1 Florencia, 2 Frascati, 1 Genisaro, Siracusa, 2 Génova, 25 Italia en general, 14 Lerici, 1 Livorno, 3 Mantua 2 Massa de Carrara 1 Messina, 2 Milán, 5 Módena, 1 Moncorvino, 1 Monferrato, 1

Montecchio, 1 Nápoles, 7 Novi, Piamonte,1 Palermo, 5 Pavía, 1 Pescara, 1 Piamonte en general, 12 Rímini, 1 Roma, 3 Salerno 2 San Mauricio, 1 Sicilia (gral.), 1 Siena, 1 Sorrento, 1 Sperate, Cerdeña,1 Taggia, 1 Trapani 1 Trento, 1 Turín, 11 Venecia, 1 Varenna, 1 Verona, 1 Vicenza, 1 Villarotta, 1 18

Basta una mirada al mapa para deducir que de los oficiales italianos que sirvieron en América fueron muchos más los que procedían de las regiones del norte; aunque ya no pertenecieran ni tuvieran relación directa con la monarquía española después de 1746, y algunas de ellas desde mucho antes. El Piamonte (y junto con él Cerdeña), más Génova, el Milanesado y el Véneto suman el 62.3% del total de las procedencias 78. En cambio, el reino de Nápoles aportó solo el 19.6%, y la Toscana y Parma el 12.8%. Pero la situación muestra unos interesantes rasgos evolutivos.

Para ello hemos dividido las ocho décadas de estudio en dos periodos: uno desde 1740 a 1779, y otro desde 1780 a 1815. 1740-1779- Oficiales nacidos en el norte: Oficiales nacidos en Nápoles-Sicilia y Parma-Toscana: Oficiales nacidos en otras localidades: 1780-1815: Oficiales nacidos en el norte: Oficiales nacidos en Nápoles-Sicilia y Parma-Toscana: Oficiales nacidos en otras localidades:

44% 43% 13% 60% 22% 18%

Efectivamente, este predominio de las localidades del norte se acentúa a partir de 1780, cuando por edad y años de servicio se habían retirado o habían fallecido los 78

- Descontando los 14 de procedencia italiana en general, que no han sido contabilizados en los porcentajes de distribución regional, y los naturales de otras localidades no comprendidas en estas regiones. 19

oficiales de las guerras de Italia, y cuando las reclutas tradicionales que continuaron haciéndose en estas regiones del norte superaron a las del sur. Los nuevos oficiales pertenecieron entonces a otra generación, y piamonteses, genoveses y milaneses, conformaron la mayoría de ellos. Ahora bien ¿alcanzaron los mismos grados militares?. GRADO

TO

%

1740-79

%

%TO Norte Nap-Par 1780-15

%

%TO Norte Nap-Par

CORON TTE.CO SGT.MA CAPITA AYUDA TENIEN SUBTE ALFÉR. SARGE TAMBO

3 2 2 14 8 27 14 7 53 1

2.2 1.5 1.5 10.6 6.1 20.6 10.6 5.3 40.4 0.7

3 1 7 2 12 5 2 21 1

5.5 1.8 12.9 3.7 22.2 9.2 3.7 38.8 1.8

100 50 50 25 44.4 35.7 28.5 39.6 100

1.2 2.5 9 7.7 19.4 11.6 6.4 41.5 -

50 100 50 75 55.6 64.3 71.5 60.4 -

1 1 6 2 14 -

3 6 2 4 2 2 6 1

1 2 7 6 15 9 5 32 -

1 1 4 1 12 3 4 20 -

Los datos muestran, en el total, un elevado número de sargentos, que casi alcanza a la mitad del colectivo, creciendo en número (de 21 a 32) durante el segundo periodo, lo que genera una distorsión interesante de los datos. Y ello tiene importancia en la medida que los sargentos habían llegado a tales desde la clase de soldado; es decir, no realizaban la misma carrera militar que los oficiales, ni por supuesto gozaban del mismo prestigio, y rara vez alcanzaban, sino después de muchos años y en escasísimas ocasiones, el grado de capitán; no digamos otros grados superiores. Y el porcentaje de sargentos sobre el total del colectivo se eleva en el segundo periodo estudiado (60.4% frente a 38.8% del primero). Más significativo aún resulta comprobar que de los 53 sargentos, 34 (el 64.1% del total de éstos) era originario de las regiones del norte. En cambio, la mayor parte de la alta oficialidad (de coroneles a sargentos mayores) se ubica en el primer periodo y proceden de las zonas tradicionalmente españolas (Nápoles-Sicilia y Parma y Toscana). Los capitanes, por su parte, también son mayoritariamente de estas mismas zonas, mientras la situación cambia (menores grados y procedencias del norte) conforme se va descendiendo en el escalafón. Los alféreces, equivalentes a los subtenientes en la caballería, proceden todos del norte porque allí reclutaban las unidades montadas de Parma y Milán, y aunque éstas nunca fueron a América, algunos de sus oficiales que aquí hemos encontrado sí se remitieron a ultramar como instructores de las milicias de caballería a partir de 1780, y así aparecen en las hojas de servicio. Como resumen del cuadro anterior, hallamos mayores grados en las primeras décadas estudiadas, con procedencias tradicionales, mientras aparecen grados inferiores y procedencias del norte conforme avanzamos en el tiempo: nos encontramos primero una oficialidad más al antiguo modo, heredera todavía de las tradiciones de las guerras italianas de 1717-1746, naturales de los estados borbónicos italianos; y una más moderna después, producto de las reclutas realizadas en el norte de Italia en la segunda mitad del siglo, cuando ingresaron fundamentalmente soldados que comenzaron a ascender poco a poco, más sargentos y porcentualmente menos oficiales: ningún coronel, los capitanes pasaron del 12 al 9% y los tenientes del 22 al 19%.

20

1 2 2 2 3 6 -

Y ello se corrobora analizando la procedencia de esta oficialidad, según hubieran ingresado en el ejército desde soldados o desde la clase de cadetes (reservadas para determinados grupos sociales, bien “nobles”, de familias “distinguidas” o para hijos de militares). (Variable I en la tabla final) PROCEDEN TOTAL %TOT De cadetes 45 35% De soldados 83 65% Sin datos 3

1740-79 1780-1815 Norte Napo-Parm Otras zon. 17 28 23 18 4 33 50 45 18 20

Ese decir, de los oficiales que encontramos en América habían ingresado al ejército como soldados un altísimo número, 83, el 65% del total, casi el doble que como cadetes (35%); y más en el segundo periodo que en el primero; y más del norte que de los territorios tradicionales del centro y del sur. En números absolutos, Nápoles, Toscana y Parma produjeron tantos cadetes como soldados, mientras en el norte se dobló el número de soldados sobre el de cadetes. Lo que puede llevarnos a la existencia de una tradición para ser oficial del ejército del rey de España fijada en los territorios del centro-sur y en el primer periodo (de los 17 cadetes, 10 eran de Nápoles y Sicilia), que llegarían a ser altos mandos de las unidades con cierta rapidez; mientras en el norte, la carrera de las armas era considerada mayoritariamente como un modo de vida, más al estilo “soldado de fortuna”, en la que se ingresaba como soldado profesional y se ascendía con lentitud, alcanzando el grado de sargento casi como máximo nivel de posibilidades. Lo cual no impide que existieran también, aunque en menor número (23, es decir, el 17.5% del total de los oficiales) cadetes procedentes de estas regiones del norte. El nivel de ascensos estuvo determinado por este origen militar, como se demuestra en la correlación entre las variables acceso y grado militar: GRADO

TOTAL

DE CADETE

DE SOLDADO

1740-1779

1780-1815

CAD-SOL

CAD-SOL

CORONEL

3

3 – 100 %

-

3

-

-

-

TTE.CORONEL

2

2 – 100 %

-

1

-

1

-

SGTO.MAYOR

2

2 - 100 %

-

-

-

2

-

CAPITAN

14

12 -

85.7%

2-

14.3 %

6

1

6

1

8

5-

62.5%

3-

37.5 %

1

1

4

2

AYUDANTE TENIENTE

27

11 - 40.7%

16 -

59.3 %

4

8

7

8

SUBTENIENTE

14

8 - 57.1%

6-

42.9 %

4

1

4

5

5 - 71.4

2-

28,6 %

2

-

3

2

53

-

53-

100 %

-

21

-

32

1

?

-

-

-

-

ALFÉREZ SARGENTO TAMB.MAYOR

7

-

?

21

Ningún oficial procedente de la clase de soldado logró ascender a cotas altas del escalafón, y el techo máximo alcanzado fue el de capitán, al que solo llegaron dos: Carlos Gallo, procedente del regimiento de Nápoles y transferido al Estado Mayor de la plaza de Panamá en los años 60, con 54 años de edad y 37 de servicio, natural de en San Mauricio, en el Piamonte, que había ingresado al ejército con 17 años; y Pedro Caliani o Galiani, también del regimiento de Nápoles, transferido al Fijo de Puerto Rico en los 90, con 47 años de edad y 28 de servicios, natural de Italia (sin más especificaciones), que ingresó con 19 años y que una década después, en 1804, seguía sin ascender. En todo caso, de los 83 oficiales que procedían de la tropa solo 16 (19%) llegaron a ser tenientes, y ello después de más de 20 años de servicio; mientras que el 64% no pasó de sargento, y de una forma más marcada en el segundo periodo. Es decir, las diferencias ya señaladas entre la primera y la segunda mitad del ciclo estudiado en cuanto al origen geográfico de estos militares, y como luego veremos también por sus orígenes sociales, quedan recalcadas en este tema de los ascensos en el escalafón. Ascensos en el escalafón que deben ser relacionados con edades, años de ingreso y años de servicio, a partir del estudio de las variables correspondientes en la tabla final: EDAD MEDIA DE LA OFICIALIDAD: 40.9 años. Distribución: -Menos de 20 años: 0 -Entre 20 y 29 : 13 Dato menor: 21 años. Sargento. Natural de Turín. 1815 -Entre 30 y 39 : 50 -Entre 40 y 49 : 50 -50 años o más : 18 Dato mayor: 67 años. Capitán. Natural de Cerdeña. 1760 Es decir, nos hallamos ante un cuerpo de oficiales del que, dados los muchos individuos que tenían grados por debajo del de capitán (el 83% del total), debían poseer una edad media muy inferior. Pero hay que señalar que la edad media de los que ingresaron como soldados se sitúa muy por encima de los que habían ingresado como cadetes, que ascendieron mucho más rápidamente; a lo que se suma que los sargentos seguían cumpliendo años en ese grado y rara vez ascendían, con lo que su edad media subía década a década. Los numerosos tenientes y subtenientes que procedían de la clase de tropa (59.3% y 42.9%, como observamos en la tabla anterior) y que en ese grado quedaban sin ascender, mantuvieron edades elevadas que hacen subir considerablemente la media total. AÑOS DE SERVICIOS MEDIOS DE LA OFICIALIDAD: 17.5 Distribución: -Menos de 10 años: 27 -Entre 10 y 19 : 59 -Entre 20 y 29 : 32 -Entre 30 y 39 : 7 -40 años o más : 3 Dato mayor: 42 años. Coronel. Natural de Livorno. 1760 42 años. Coronel. Natural de Trapani. 1760. 22

Y estas mismas circunstancias hallamos en el análisis de los años de servicios, donde se producen idénticos fenómenos. Por tanto, ascender era una cuestión más de estatus en origen, menos de méritos en la carrera, y muy poco se relacionaba con la antigüedad. EDAD DE INGRESO AL EJERCITO. MEDIA: 24,8 años. Distribución: - Menos 20 años: 54 Dato menor: 11 años. Tte. coronel. Nat. de Turín. 1800 - Entre 20 y 29 : 52 - 30 años o más : 22 Dato mayor: 38 años. Teniente de Milicias. Ingresado por ser vecino de Huancavelica, en el Perú. Natural de Génova. 1790. De los 54 oficiales que ingresaron antes de cumplir 20 años, el 80% lo hizo como cadete, y 25 (casi la mitad) tenían menos de 18 años cuando se alistaron, para lo que debían ser dispensados de la minoría de edad, lo que solo se lograba mediando una noble ascendencia o por ser hijo de militar. El resto y la mayoría, que ingresó al ejército desde la clase de soldado, lo hizo con edades comprendidas entre los 20 y los 25 años. Los que ingresaron con más de 30 lo fue normalmente en las milicias, porque ya eran vecinos de las respectivas ciudades americanas y fueron encuadrados en estas unidades cuando se crearon. De todo lo anterior sirvan como ejemplos los casos de los sargentos Lucas Oreza, destinado en Campeche, natural de Génova, con 47 años de edad, de calidad humilde, 22 años de servicio en unidades europeas, e ingresado al ejército como soldado en 1750 con 25 años de edad; Antonio Prati, destinado en Panamá, natural del Piamonte, con 38 años de edad, de calidad “soldado de fortuna”, 20 años de servicio en unidades europeas, que ingresó al ejército como soldado en 1753 con 18 años de edad; o Francisco Canapari, destinado en La Habana en 1790, natural de Burgio en Sicilia, con 46 años de edad, 29 años de servicio y que ingresó en Nápoles en 1761. Una variable fundamental para nuestro estudio es la calidad social que consta en la hoja de servicios de estos 131 oficiales, a partir de los datos contenidos en la tabla final: CALIDAD SOCIAL

TOTAL

1740-1779

1780-1815

TITULO NOBILIARIO

2

1

1

ILUSTRE

1

1

-

25

9

16

DISTINGUIDA

3

1

2

HIJO DE MILITAR

6

5

1

HIDALGO

3

-

3

CONOCIDA

9

6

3

20

6

14

DECENTE

4

3

1

LABRADOR

4

3

1

NOBLE

BUENA

23

COMERCIANTE

1

1

-

HONRADA

9

1

8

BLANCO

1

1

-

PLEBEYO

1

1

-

HUMILDE

15

4

11

1

1

-

22

6

16

ORDINARIA SOLDADO DE FORTUNA Sin datos

4

Realizando ahora una clasificación más restringida de los datos, para obtener mayor significación: 1740-1779 CALIDADES TOTAL

%

1780-1815

PARCIA % PARCI % TOT PARCIA % PARCI % TOT

NOBLES

40

31.4 %

17

34 %

42.5 %

23

29.8 %

57.5 %

BUENAS

29

23 %

12

24 %

41.3 %

17

22.1 %

58.7 %

HUMILDES

58

45.6 %

21

42 %

41.6 %

37

48.1 %

58.4 %

Sin datos

4

Y desglosando los datos de los “soldados de fortuna”, arriba incluidos en el grupo de calidad “humilde”: 1740-1779 CALIDADES

TOTAL

SOLD.FORTUNA

22

1780-1815

% PARCIA % PARCI % TOT PARCIA % PARCI % TOT 17.3

6

12 %

27.2 %

16

20.7 %

72.8 %

Correlacionando ahora la variable calidad social con los orígenes regionales: 1740- -1779

1780- -1815

CALIDADES REGION. TOTA % GRUPO Nº PARCI % PARCI Nº PARCI % PARCI NOBLES

BUENAS

HUMILDES

NORTE

22

55 %

8

36.3 %

14

63.7 %

NAP-PAR

14

35 %

8

57.1 %

6

42.9 %

OTRAS

4

10 %

1

25 %

3

75 %

NORTE

11

38 %

-

11

100 %

NAP-PAR

13

45 %

10

77 %

3

23 %

OTRAS

5

17 %

2

40 %

3

60 %

NORTE

38

65.6 %

14

NAP-PAR

10

17.2 %

5

50 %

5

50 %

OTRAS

10

17.2 %

2

20 %

8

80 %

-

36.8 %

24

Desglosando del grupo de calidades “humilde”a los soldados de fortuna:

24

63.2 %

1740- -1779 CALIDADES REGION. TOTA % GRUPO Nº PARCI SOLD.FORT

1780-

-1815

% PARCI Nº PARCI % PARCI

NORTE

17

77.2 %

5

83 %

12

75 %

NAP-PAR

2

9%

1

17 %

1

6%

OTRAS

3

13.7 %

-

3

19 %

-

Correlacionando la calidad social con el modo de acceso al ejército: ACCESO

CALIDADES

DESDE CADETES

CAL.NOBLE

DESDE SOLDADOS

1740-1779

%

1780-1815

%

12

70.5

20

71

CAL.BUENA

4

23.5

5

18

CAL.HONRADA

1

7

3

11

CAL.NOBLE

3

10

3

6

CAL.BUENA

8

27

12

25

19

63

33

69

CAL.HONRADA

Y con el grado militar: GRADO

CALIDADES

ALTOS MANDOS

NOBLES

7

4

3

BUENAS

-

-

-

HUMILDES

-

-

-

SOLD.FORTUNA

-

-

-

NOBLES

7

4

3

BUENAS

6

2

4

HUMILDES

-

-

-

SOLD.FORTUNA

1

1

-

NOBLES

26

9

17

BUENAS

13

7

6

HUMILDES

12

3

9

SOLD.FORTUNA

3

-

3

NOBLES

1

-

1

BUENAS

10

3

7

HUMILDES

23

11

12

SOLD.FORTUNA

16

5

11

1

1

-

CAPITANES

GRADOS MEDIOS

SARGENTOS

TAMBOR MAYOR

Nº TOTAL

HUMILDE

Nº 1740-1779

Nº 1780-1815

Podemos concluir que los nobles en general (sumando “títulos nobiliarios”, “ilustres”, “distinguidos”, hidalgos e hijos de militar, puesto que a estos se les otorgaba automáticamente en el ejército el estatus de “nobleza genérica”) conformaban uno de cada tres oficiales en el primer periodo, descendiendo un poco en el segundo (del 35 al 29%). Pero el grupo mayoritario estuvo compuesto por los de calidad “humilde” (en una

25

gama bien amplia, desde “ordinaria”, “decente”, “honrada” hasta “plebeyo” o simplemente “blanco”), y aún ascendieron en el segundo periodo (del 42 al 48% del total), debido sobre todo al aumento espectacular de los denominados “soldados de fortuna” (que pasaron de ser el 12% de toda la oficialidad en el primer periodo al 20.7% en el segundo); es decir aquellos que se alistaban en el ejército para vivir de la paga y honra que el real servicio proporcionaba, e ir “dondequiera”, como se decía en la época, “que les llevase la guerra”. Soldados de fortuna que, salvo en contadas ocasiones, no lograron ascender mucho en el escalafón: de los 22, solo uno llegó a capitán (y en el primer periodo, es decir, todavía en el sistema antiguo de ascensos por las guerras europeas, el piamontés Carlos Gallo, al que ya nos referimos antes, con 37 años de servicios); y tres más que lo hicieron a grados intermedios, todos en el segundo periodo: el subteniente Juan Domingo Bianqui, piamontés, destinado en Buenos Aires, con 31 años de servicios; el ayudante José Palevesino, romano, destinado también en Buenos Aires, con 32 años de servicios; y el genovés Lorenzo Manzanero, teniente en Lima y algo más joven que los otros. Los demás (18) no pasaron de sargentos. Una profesionalidad que, desde luego, era muy diferente a la de los oficiales de “superior calidad”. De los que ingresaron de cadetes, algo más del 70% eran de origen “noble”, y nobles eran la totalidad de los altos mandos, y la mayoría de los capitanes y aún de los grados intermedios. Nobles que disminuyeron en porcentaje del primero al segundo periodo (del 34 al 29,8%), siendo este descenso porcentual mucho más acusado entre los originarios del sur (del 47% del total de los nobles al 26%). En el norte en cambio, y en lo referente a calidades, el gran aumento del segundo periodo fue protagonizado por los sectores “humildes”, del 36 al 63%, de 14 a 24 individuos; y por los de calidad “buena” (calidades “buena” y “conocida”). Los 24 “humildes” naturales del norte representan casi el 20 % del total de todos los oficiales. En las regiones de Nápoles-Sicilia, Parma y Toscana, los descensos entre el primer y el segundo periodo fueron generalizados, incluidos los sectores “humildes” y los “soldados de fortuna”, que casi no se dieron (2 casos). La recluta para estos regimientos debió tener allí mucha menor fuerza entre la población, así como entre la nobleza local, que solo se mantuvo en las unidades que fueron a América en los mandos medios, con una sola capitanía, puesto que las demás estaban ya en manos de “nobles” del norte y de oficiales procedentes de calidades “conocidas”. Estas unidades ya no eran, al parecer, un destino de lustre para ellos. No fue así en cambio para la nobleza del norte: dos de los tres mandos superiores del segundo periodo (un teniente coronel y un sargento mayor, todos nobles) habían nacido en el norte, en Génova y el Piamonte. Las últimas variables por estudiar arrojan resultados que reafirman lo anteriormente expuesto. En cuanto al desarrollo de su carrera profesional, 80 de estos oficiales (el 62%) habían logrado sus grados militares en el ejercito veterano; 35 (el 27%) lo habían hecho tanto en unidades regulares como en las milicias, y actualmente estaban destinados en unidades milicianas, una cuestión más propia del segundo periodo; y otros 16 solo habían estado en una única unidad americana: dos en el ejército regular (porque habían ingresado en ella allí, es decir, no procedían del refuerzo europeo), uno en el Fijo de Caracas en los 50, y otro en el Fijo de Luisiana en los 90.

26

Pero los otros 14 eran milicianos; y éstos (apenas el 10% del total de los oficiales) muestran a los únicos italianos que no llegaron a América con el ejército regular ni eran militares profesionales, sino que ya estaban establecidos allí por su cuenta, realizando actividades particulares, siendo encuadrados en las milicias como tales vecinos de sus localidades de residencia: 4 en los 80, 8 en los 90 y 2 después de 1800; 2 en Nueva España (Guadalajara y Nueva Galicia), uno en Caracas, 2 en la costa norte del Perú (Ferreñafe y Pacasmayo), 2 en Lima (eran hermanos), 3 en la sierra peruana (2 en Huanta y uno en Huancavelica), 2 en la costa sur del Pacífico (Arica y Valparaíso), y otros 2 en el Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo); 5 de ellos aparecen como “nobles” y el resto como de calidad “honrada” o “decente”79. En cuanto a la variable “campañas y acciones de guerra en que han participado”, aparecen de nuevo las diferencias. El segundo periodo, y a partir de 1770, fue ocasión de que muchas de las unidades a las que pertenecieron entraran en combate, durante las abundantes guerras del reinado de Carlos III, y tanto en Europa como en América. Durante el primer periodo su experiencia se limitaba a los que habían estado en las guerras de Italia antes de 1746 o en su extensión americana hasta 1748 (combates en Portobelo, Cartagena, Santiago de Cuba, la Guaira o la Florida). CAMPAÑAS



1740-1779

1780-1815

EN EUROPA Y AMERICA

31

9

22

SOLO EN AMERICA

24

10

14

SOLO EN EUROPA

8

3

5

ESCARAMUZAS EN AMERICA.

8

2

6

MISIONES SIN TRASCENDENCIA EN AMERICA

1

-

1

56

27

29

NINGUNA Sin datos

3

En general no era una oficialidad muy experimentada: el 44% nunca había entrado en combate, y si le sumamos los que participaron solo en alguna escaramuza, normalmente contra contrabandistas o en persecución del bandidaje, tenemos incluida a la mitad de los oficiales. Idénticos porcentajes se obtienen al analizar la variable “valor”: la mitad mantienen en sus hojas la calificación “se le supone” porque no han podido o tenido ocasión de acreditarlo. En otras calificaciones también se notan diferencias entre el primer y el segundo periodo. Por ejemplo, las que reflejan la “capacidad”, “aplicación” y “conducta” de los oficiales: son peores en el primero que en el segundo, pero ello obedece, en general, a causas externas a los propios oficiales, y se hallan en la idiosincrasia del ejército colonial en esos años. Como ya demostramos para otros grupos de oficiales

79

- Ver en la tabla final, en el orden en que aparecen, en los 80 a Ferreriro, los dos Bacarresa, y Bosa; en los 90 a Macali, Dapelo, Hostas, Masa, Raverto, Gandolfo, Calandre y Traponi; y en 1800 a Bustamante y a de los Santos.

27

extranjeros80, las primeras unidades del refuerzo llegadas a América en los años 40-60 fueron mal acogidas por las guarniciones locales, en la suposición de que con su fama y prestigio de europeos ascenderían más rápidamente que los oficiales locales; por eso, los sargentos mayores de las plazas (que eran normalmente los que ponían las calificaciones en las hojas de servicio de los oficiales a su cuidado) anotaban sus malas apreciaciones sobre todo aquel que viniera “de nuevas” a la ciudad y guarnición. Efectivamente, en el primer periodo, solo 14 oficiales obtuvieron un “bien” en estas tres calificaciones (apenas el 25%) mientras casi el 50% obtenía algún “regular” o algún “mal”, y otro 25% (14 oficiales) tres rotundos “regulares”: 4 oficiales del Fijo de Panamá y 3 del refuerzo europeo, por las razones alegadas; y otros 7 de las milicias de Panamá, especialmente en las del distrito de Natá, porque fueron enviados allí para reprimir el contrabando, acabando por contrabandear ellos también, lo cual ocasionó la pérdida del negocio para los que se dedicaban a esta actividad, que además contaban con importantes cómplices entre la guarnición panameña antigua. Una historia de bandidos. En cambio en el segundo periodo, con la situación normalizada en cuanto a presencia en las guarniciones de militares procedentes del refuerzo europeo, el número de oficiales italianos con todas las calificaciones “buenas” asciende ya a 21 (27.2% del total del periodo) Pero lo que es más significativo, solo 2 oficiales tienen “regular” en las tres variables, y solo 4 poseen “mala” en alguna de ellas (de éstos, tres eran milicianos, y fueron mal calificados por cuestiones civiles ajenas al servicio. Una cuestión de rencillas familiares). Pero se trató de un cambio radical, que demuestra acaso no una mejoría en las características de estos oficiales sino una mayor inserción (o una mayor adaptación) en la realidad americana. Queda, para finalizar, el análisis del estado civil de estos oficiales. 1740- -1779

1780- -1815

ESTADO CIVIL



%



%



%

CASADOS

51

42 %

15

32 %

36

49 %

SOLTEROS

66

54.5 %

29

62 %

37

50 %

VIUDOS

4

3.5 %

3

6%

1

1%

Sin datos

10

7

10

Lo que comentábamos anteriormente en cuanto a la inserción de estos oficiales en la sociedad americana conforme transcurre el periodo vuelve a observarse a través de estos datos. Su estabilidad en las guarniciones americanas, en la medida que quedaron allí acantonados y sin regreso posible a Europa, llevó a muchos de estos oficiales a casarse en las ciudades donde realizaban el servicio. Los solteros disminuyeron y los casados aumentaron. En cambio, los que pertenecían a unidades de refuerzo (9 casos) y

80

- J. MARCHENA F., Los oficiales militares irlandeses en el Ejército de América, en Actas del Congreso sobre Irlandeses en los Ejércitos españoles, Madrid, 2007. 28

sabían que tarde o temprano regresarían a Europa, siguieron solteros prácticamente todos, menos un casado, y éste lo era en España. En otros trabajos hemos podido caracterizar a las esposas de los militares americanos81, y de nuevo encontramos en este caso concreto de los oficiales italianos grandes diferencias entre ellos. Los oficiales superiores y medios debían solicitar autorización a Madrid para contraer matrimonio, enviando toda la información requerida sobre la esposa elegida: familia, dote, rentas, propiedades, limpieza de sangre, etc... hasta asegurar que la calidad de la contrayente no originaría desdoro alguno en la fama y “estimación social y económica” del oficial. De modo que debían elegir entre candidatas que reunieran estas características. A esto se unía el interés y el juego de estrategias matrimoniales desarrolladas por la mayor parte de las familias de las elites americanas, criollas en buena parte de los casos, que deseaban emparentar con europeos usando para ello a las hijas casaderas, a fin de garantizarse un mejor estatus social y político en la competitiva sociedad tardocolonial. De modo que los matrimonios entre oficiales militares de distinguida calidad con miembros de las principales familias americanas, fueron corrientes. De ahí que los oficiales de origen “noble” que estamos estudiando casasen con relativa facilidad con descollantes figuras femeninas del patriciado local (por su posición económica y social, tanto como hijas y herederas de grandes propietarios o de acaudalados comerciantes) en las ciudades donde estaban de guarnición, y donde permanecerían muchos años más. Se identificaban y reunían así rango militar, estatus social y poder económico y político. Estos oficiales pasaban entonces a formar parte de lo más notable de la sociedad local. En el caso de los oficiales no-nobles, esta vía les quedaba vedada por no ser ellos mismos buenos partidos, debiendo optar, con menos pretensiones, por el matrimonio con miembros de otras familias de menor alcurnia y poder, normalmente hijas de empleados de la administración, de otros militares, o herederas de los muy prósperos económicamente pero menos ilustres maestros del artesanado o tenderos del comercio al por menor. Y para los sargentos, el listón social de sus esposas aún descendía más, de modo que algunos lo hicieron con “mujeres de la tierra”, en situaciones en las cuales lo racial impregnaba las más de las veces la condición social, o quedaban las virtudes de la contrayente al arbitrio de la “opinión general del vecindario”. Otros sargentos optaron por no casarse y vivir una vida personal al margen del matrimonio, con mujeres seguramente más a su gusto pero de imposible aceptación por las estrictas autoridades militares en esta materia82. De muchos de estos matrimonios nacieron hijos e hijas. De los de alcurnia, algunos continuaron la carrera de las armas, siguiendo la tradición paterna y las facilidades que se les concedían: ingreso al ejército con dispensa de la minoría de edad, grado de cadete, consideración social de nobleza, fuero militar, privilegios sociales, prestigio del uniforme, rango de autoridad... Obviamente estos jóvenes oficiales hijos de italianos no figuran como tales en sus hojas de servicio, sino como nacidos en las 81 82

- J.MARCHENA F. Ejército y Milicias en el mundo colonial... cit., págs. 161 y ss. - Ibidem, pág. 211 y ss. Cap.IV “La vida de guarnición y la vida cotidiana en las ciudades”. 29

ciudades respectivas donde sus padres estaban de guarnición. Hemos podido rastrear algunos, a fin de que sirvan como ejemplo: así, el capitán Nicolás de Zubiría, que llegó a Cartagena de Indias procedente del regimiento de Nápoles en los años 60 para integrarse en el regimiento Fijo local, casó allí con una destacada dama cartagenera y dos hijos suyos aparecen ya en los años 80 como subtenientes en dicha unidad: Francisco Zubiría, nacido en Cartagena, hijo de militar, que ingresó como cadete y a los cuatro años ya había ascendido, y José Ángel Zubiría, del mismo origen y que siguió idéntico camino. En su calidad social ambos figuran como “nobles” 83. Aún en nuestros días los Zubiría forman parte de la élite cartagenera. Otro caso es el de Angel Chiari, llegado a Panamá también con el regimiento de Nápoles como teniente e integrado al Fijo de esa ciudad. Era florentino, tenía 44 años y estaba soltero. Así permaneció más de una década hasta que ascendió a capitán, casándose finalmente ya con una cierta edad. En 1806 aparecen en las hojas de servicio del Fijo de Panamá el cadete Pedro Chiari, natural de Panamá e hijo de militar; y el subteniente José María Chiari, de idéntica procedencia. Su padre, el teniente Chiari que llegó casi cuarenta años atrás, era en origen de calidad “conocida”; sus hijos aparecen ahora como de calidad “noble”84. Podemos citar también al cadete Carlos Manuel Oresqui, hijo del sargento del mismo nombre nacido en Turín y llegado a Lima en los 80, luego ascendido a capitán y trasladado a Chiloé en los 90. El cadete había nacido en Lima pero ahora estaba en Chiloé con el padre y tenía 17 años de edad. Aunque éste era en origen de calidad “humilde”, ahora figuraba en Chiloé como “hidalgo” y su hijo como “noble” 85. O el caso del también cadete Joan José Bianqui, natural de Montevideo, hijo del subteniente Juan Domingo Bianqui, destinado en el Fijo de Buenos Aires de guarnición en Montevideo. Su padre era de calidad social “soldado de fortuna” y tenía 31 años de servicios; pero José estaba ahora en la misma unidad, tenía 15 años de edad en los años 90, y 23 en la década de 1800, y en tan solo seis años ya había ascendido a subteniente, alcanzando el mismo grado que al padre le había costado casi cuarenta; pero su calidad social era ahora “noble” y “distinguida” 86. En la América del siglo XVIII el ejército en verdad cambiaba las cosas. A buena parte de estos oficiales debió agarrarles con fuerza el vendaval de las guerras de independencia en América. El rastro de la mayoría de ellos se pierde a partir de 1810 cuando dejan de producirse las hojas de servicio, al menos de una manera seriada como había sido hasta entonces. Quizás a alguno se le ocurriera a volver a Europa ante los fogonazos de la guerra o ante un destino sin certeza; quizás, lo más probable y lo más habitual, es que quedasen en América; aquella tierra, después de treinta o cuarenta años de residir allí, era ya también su patria. 83

- Para el padre véase la tabla final, y para los datos sobre el hijo, el banco de datos de hojas de servicio ya citado. También losd expedientes sobre estos oficiales cartageneros en el Archivo General de Indias, Secs. Santa Fe, leg. 1156, y Chile leg. 438. 84 - Id. Para el padre, véase la tabla final. Para el hijo, expediente en Archivo General de Simancas, Sec. Guerra Moderna, Leg. 7282. 85 - Id. Expediente en Archivo General de Simancas, Sec. Guerra Moderna, Leg. 7287. 86 - Id. Expediente en Archivo General de Simancas, Sec. Guerra Moderna, Leg. 7258. 30

Mientras, los antaño orgullosos regimientos a los que habían pertenecido, en los que fueron reclutados en la lejana Italia, en los que sirvieron durante años o en los que incluso algunos pelearon antes de pasar a las unidades americanas, fueron también devorados por el tiempo y la guerra en Europa contra Napoleón. El regimiento de Nápoles tuvo que acoger los restos del de Flandes en 1791, y el de Hibernia, tradicional de los irlandeses, al de Milán, ya casi sin italianos. En 1818 el mismo regimiento de Nápoles fue extinguido por orden de Fernando VII, cuando hacer la recluta en Italia se había vuelto imposible87. Quedaron seguramente sus banderas, guardadas en algún museo, y su nombre, inscrito en los historiales militares. Pero quedaron también unos pocos apellidos italianos dispersos por toda América, firmemente identificados con la vieja historia americana, testigos de que allá lejos y hace tiempo, unos oficiales italianos pasearon sus blanquirojos uniformes por las calles y las plazas de sus ciudades, por los baluartes de alguna vetusta fortificación, sirviendo a un rey tan ausente y remoto como su propia tierra, mientras construían una nueva vida.

87

- F. REDONDO, El Ejército... cit, pag.170. 31

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