Israel: Los mizrajíes frente a las urnas

July 4, 2017 | Autor: María Tardín | Categoría: Israel Studies, Ethnicity, Israel, Arab-Israeli conflict
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Descripción

Israel: Los mizrajíes frente a las urnas

Por María Tardín Periodista y doctoranda en Ciencia Política, especialista en Oriente Medio.

Israel, crisol de culturas, como suele definirse habitualmente desde la fundación de su Estado, no es una sociedad cohesionada aún. Como país formado a base de olas de inmigración, las diferencias culturales enriquecen a una sociedad que vive dividida, pero no sólo entre judíos y la minoría no judía -que representa casi un 25%-, sino una sociedad judía dividida según el origen de su población y el grado de religiosidad que esta ostenta. Dentro de estas diferencias existen grupos que han destacado por encima de otros y, sobre todo, que han dominado las instituciones en detrimento del resto según el contexto histórico y político del país. Ante unas elecciones centradas sorprendentemente por el debate socioeconómico, resulta oportuno analizar cómo reacciona ante las urnas el grupo que, tras los palestinos, ha sufrido más la marginación económica, cultural y social, cuyo origen se remonta a los principios de la configuración del nacionalismo israelí. La brecha ashkenazí-mizrají El proyecto sionista de Herzl que derivaría en la creación del Estado de Israel, fue un proyecto de origen y objetivos claros. Se trataba de resolver la “cuestión judía” originada en Europa a lo largo de los siglos. Hartos de la persecución de los judíos en países como Francia, Alemania o Rusia, se organizó un movimiento de redención que buscaba volver a la tierra prometida llevando allí de nuevo la gloria de la cultura Occidental. Un movimiento nacionalista de tipo orientalista que comenzó a establecerse en forma de colonias a finales del siglo XIX y que terminaría con la consecución de la

independencia en 1948. El sionismo es un movimiento, por tanto, creado en Europa y con una fuerte y clara perspectiva ashkenazí.1 Los ashkenazíes son los judíos que han vivido durante siglos en el viejo continente, sobre todo en Europa central y del este, y representan hoy en día un 80% de los judíos que habitan en todo el mundo2. Sin embargo, y aunque ante los ojos de la mayoría sean la representación del judío estándar, son muchas las comunidades judías que durante siglos y siglos de historia han vivido en Oriente Medio y el norte de África3 y que en su mayoría siguen el rito sefardí.4 A todos estos judíos, que llegaron en olas de inmigración masivas entre los años 50 y 60, se les ha denominado como judíos orientales, o por su nombre en hebreo, mizrajíes. Pese a que tan solo representen el 15% de la población judía mundial, 2/3 partes viven en Israel, configurando la mayoría de población, alrededor de un 60%. El término mizrají es un tanto confuso y controvertido, pero admitido socialmente dentro de Israel e introducido sobre todo por la academia y los medios de comunicación para designar a aquellos judíos de origen sefardí y oriental. Claro que no define a un grupo homogéneo, sino que genéricamente agrupa a aquellos que provienen de culturas similares y se han enfrentado a situaciones parecidas a su llegada a Israel, y ya que poseen características comunes, se acuñó este término para referirse a ellos de manera global. Puesto que el Estado se fundó bajo la ideología del sionismo, y el sionismo ya hemos dicho que es un movimiento de perspectiva ashkenazí, rápidamente los descendientes europeos entraron en todas las instituciones políticas y sociales, pasando 1

SMOOHA, Sammy, Israel: Pluralism and Conflict. Berkeley, University of California Press, 1978, pag 51. 2

Se estima que la población judía en el mundo es alrededor de 13.8 millones de personas. De ellas 6 millones viven en Israel, y 5.5 en Estados Unidos. 3

Los mizrajíes tienen su origen en dos áreas geográficas y culturales muy diferenciadas. Primero de Oriente Medio, principalmente Irak y Yemen, y en segundo lugar, del norte de África, principalmente Marruecos. Puesto que también entran en esta categoría los sefardíes, en ocasiones se les hace alusión a los judíos originarios de los Balcanes y en una definición más amplia, algunas comunidades de India o China. 4

Es la manera de entender la Halacha o ley judía. Los dos ritos más importantes son el ashkenazí y el mizrají.

a dominar los círculos más importantes de poder. Y así ha sido hasta hoy. Los ashkenazíes representan la mayoría de la clase media acomodada que vive en el centro de las principales ciudades, mientras que los mizrajíes han formado tradicionalmente la mayor masa de la clase trabajadora, asentándose en campamentos a su llegada al país, creando más tarde los núcleos de población periféricos. Pese a que la ley del Retorno les otorgaba los mismos derechos como ciudadanos, su experiencia como olim5 fue distinta a la de los judíos europeos, y en ocasiones incluso traumática. Y si bien su estatus dentro de la sociedad ha ido mejorando con los años, la brecha económica ha ido suavizándose, y están cada vez más representados tanto en la política como en los mandos militares, la desigualdad aún es notable. Según el Informe Social para 2013 del centro de análisis ADVA, los ashkenazíes a día de hoy siguen obteniendo un salario un 30% superior al de los mizrajíes, siguen copando la mayoría de los puestos en las esferas de poder y están sobre-representados en la educación superior y universitaria.6 Pero la marginación no solo ha sido socioeconómica, sino también cultural. Su aportación a la historia del judaísmo ha vivido oculta dentro de la narrativa nacional del país escrita por los judíos europeos. Esta se ha jactado de los logros de los padres fundadores, se ha centrado en el Holocausto, y ha alabado la cultura occidental sobre todo contraponiéndola a la de los árabes, que pronto se convertirían en el enemigo. Aquí parece no tener cabida la historia de las tribus de Israel que quedaron en Oriente Medio y el norte de África y que contribuyeron a la gloria de muchos de estos países. Tampoco se les ha reconocido, hasta hace unos años, su aportación a la cultura israelí, y lo que es peor, no se le ha dado espacio público a algunas de las injusticias7 que se cometieron contra ellos desde las instituciones creadas por el Yishuv8.

5

El término olim en hebreo se refiere a la nueva inmigración judía que llega al país y amparada por la Ley del Retorno se establecen como ciudadanos de pleno derecho en Israel. 6

Los ashkenazíes también ostentan un salario superior al de los árabes en un 61%. Ver informe aquí: http://www.adva.org/uploaded/social-Eng-1.pdfpg 14 7

Injusticias como el caso de los Niños de Yemen, niños que fueron robados a sus familias para darlos en adopción a familias de ashkenazíes. 8

Se denomina Yishuv a la colonización judía anterior al estado de Israel. De su organización nacieron las nuevas instituciones del Estado una vez declarada la independencia.

Orientación del voto mizrají Resulta paradójico el hecho de que un gran número de población perteneciente a la clase trabajadora suela ser el nicho de votantes de los partidos de derecha, en cuyas políticas prima el gasto hacia la seguridad y el liberalismo económico por encima de la inversión en servicios sociales. Cabría esperar, y según una visión marxista, que hubiesen desarrollado una mayor conciencia de clase, lo que les habría acercado más a la izquierda o a los palestinos. Pero, por el contrario, los mizrajíes por diversas razones han adoptado una ideología más de carácter etnonacionalista, apoyando de manera vehemente el carácter judío del Estado. Es por ello que, pese a las adversidades, en su mayoría la nueva generación de inmigrantes decidiese adherirse a la cultura dominante y adoptar tanto sus costumbres como su ideología, tratando de integrarse en sus instituciones. No sería hasta la llegada de la segunda generación cuando las cosas comenzasen a cambiar y se pusiese sobre la mesa “la cuestión oriental”, como veremos más adelante. Son muchos los sociólogos que han tratado de estudiar las razones por las que el voto de esta comunidad vira en la mayoría de los casos hacia la derecha. Eliezer BenRafael, de la Universidad de Tel Aviv, y Stephen Sharot, de la Universidad de Michigan, coinciden en señalar cinco razones que explican este fenómeno9: En primer lugar, hay una razón fundamental en forma de voto protesta contra el laborismo y la izquierda israelí en general por haberles sumido en el ostracismo sociocultural, económico y político durante muchos años. En segundo lugar, desde una perspectiva de clases, parece que es más lógico votar a la derecha ya que la izquierda israelí tradicionalmente ha representado los intereses de las clases medias por mucho discurso socialista del que partiese. Los partidos de la “tribu blanca”, de centroizquierda, han velado siempre por los intereses de las clases acomodadas. Atendiendo a factores culturales puede hablarse de otros dos aspectos. Por un lado, la actitud de desconfianza que mantienen con respecto a los árabes y musulmanes tras haber convivido tantos años con ellos, y su deseo de desmarcarse de ellos por temor 9

BEN-RAFAEL, Eliezer, SHAROT, Stephen, “Ethnicity, religión and class in Israel society”1991.pg 177-191

al rechazo social, resulta en una postura extrapolable a la de los políticos más halcones hacia los palestinos. Y por otro lado, y siguiendo con el factor cultural, es la distancia entre la religiosidad, característica de la comunidad oriental, con los principios seculares socialistas de la izquierda. El énfasis de la religión y la tradición de algunos líderes y partidos de la derecha atraen sin duda a este electorado. El último motivo, algo controvertido, tiene que ver con la herencia de la cultura política de tintes autoritarios de los países de los que provenían, que explica el porqué del voto a partidos en los que la autoridad es una característica. Pero vamos a ver cómo ha ido evolucionando el voto en función de estos factores.

La lucha mizrají por su propia identidad y derechos Con tan solo pequeños y frustrados intentos de organizarse como grupo diferenciado para las elecciones, hasta 1973 alrededor de un 50% votaba al partido Laborista en sus diferentes formas, uniones o manifestaciones. Esto reflejaba el deseo de identificarse e integrarse en la clase política dominante ashkenazí, como ya hemos visto. Sin embargo, una segunda generación, hijos de los primeros inmigrantes, más comprometida políticamente y consciente de su situación como ciudadanos de segunda categoría, consiguió que la “cuestión oriental” se situase sobre el centro de la agenda política entre los años 60 y 70. Primero fue la “revolución” de Wadi Salib en Haifa en 1959, que no fue tal revolución sino manifestaciones con algún incidente que se extendieron a otras ciudades como Tiberias o Bersrheva, de mayoría mizrají, y que reivindicaban la discriminación con las que se les trataba en favor de los nuevos inmigrantes ashkenazíes. Una década más tarde e inspirados por los Panteras Negras de Estados Unidos, nacería el grupo de los Panteras Negras israelíes que se habían criado en el barrio marginal jerosolomitano de Musrara. Estos lograron mucha más visibilidad que los anteriores. Tras haberles negado la policía varias veces el permiso a manifestarse, el 18 de mayo de 1971, en la “noche de las Panteras” se concentraron alrededor de unas 7.000 personas en la plaza Sión de Jerusalén quejándose contra la discriminación racial a la que estaban sometidos. La concentración fue disuelta violentamente. Golda Meir llegó a declarar que “los

panteras no son buena gente”10. Pese a que no fuesen movimientos extendidos consiguieron calar en la prensa y dejar constancia del problema de discriminación que existía en el país. Pero tras la guerra del Yom Kippur el debate volvió a centrarse en la seguridad, dejando la cuestión social perdida en el fondo de un cajón.

El ascenso del Likud El movimiento de los Panteras Negras creó una base importante de activistas, que sin embargo acabarían diluyéndose en distintos grupos y partidos, desde el nuevo Hadash hasta el Tami, Shas o el Likud11. Pero sin duda estos sucesos, junto a otros cambios ideológicos y estructurales, fueron claves para el futuro ascenso del Likud, que llegaría por primera vez al poder en 1977 acabando con el trono laborista y reemplazando de manera gradual el sistema socialista económico original. Entre 1973 y 1996 la mitad de los votantes mizrajíes concedieron su voto a este partido. Menachem Begin

supo identificar el gran potencial electoral que tenía el

sentimiento de aislamiento social de los mizrajíes y por primera vez hizo uso de “la carta étnica” en su campaña electoral, haciendo un llamamiento al voto mizrají, que obtuvo una gran respuesta. El ascenso de la derecha supuso también el ascenso de este estrato de la población perteneciente a la clase media, a quienes dio mayor visibilidad dentro de las instituciones, pese a que nunca llevaran a un judío de origen oriental como cabeza de lista. Pero el discurso, con fines electoralistas, nunca se materializó en una mejora de la situación socioeconómica de la clase desfavorecida. Por el contrario, la liberalización económica haría saltar los niveles de desigualdad en el país. De sus filas saldrían personajes destacados como David Levy, que ostentaría, entre otras carteras, la de Exteriores en varias legislaturas; David Magem, ministro sin cartera y ministro de Economía; o Yitzhak Mordechai y Shaul Mofaz que estuvieron al

10

“The Panthers are not nice people”. Para más información: http://www.archives.gov.il/ NR/exeres/1FD2BB02-3566-41EE-93A7-2C8A24078BE4,frameless.htm?NRMODE=Publishedck %20panthers%20israel 11

Tanto en la derecha como en la extrema izquierda, como con Hasash, de origen comunista.

frente de Defensa con Netanyahu y Sharon respectivamente. Todos acabarían fuera del partido colaborando con otras formaciones o creando otras nuevas.

La nueva redefinición del mizrají de la mano de Shas En los 80 se formó un nuevo partido político que obedecía a una redefinición del sentimiento mizrají12. Con el nombre de Shas (Los guardianes de la Torá Sefardí), este nuevo partido nació con el objetivo de contrarrestar el poder de los partidos haredi de origen ashkenazi (ultraortodoxos), que hasta ese momento eran la única representación de los Haredim en la política. El gran éxito del Shas desde su fundación ha sido su enorme estabilidad, gracias al voto de los ultraortodoxos de rito sefardí y de los votantes mizrajíes tradicionalistas. Ha sido el único partido que mediante sus instituciones ha buscado la mejora de la situación social entre las clases más desfavorecidas de los ciudadanos mizrajíes y que mantiene un discurso étnico integrador. Shas ha buscado desde sus inicios no enfrentarse a los ashkenazíes, sino reemplazar el sionismo secular con un judaísmo religioso como ideología hegemónica dentro del estado. Más que negar el nacionalismo judío israelí, trató de redefinirlo. Dado que su mensaje no es particularista y que la mayoría de sus votantes no son religiosos ortodoxos, lo que atrae el voto de los judíos orientales no puede explicarse tan solo por una razón cultural, si no socio-demográfica. Han invertido mucho esfuerzo en construir su base en las comunidades más pobres sustituyendo el rol del estado como garante de los servicios básicos esenciales Su mayor éxito llegó en 1999 en el que consiguieron 17 asientos en la Knesset formando la tercera fuerza política del país. En el resto de elecciones se han mantenido con una cifra regular alrededor de los 11 escaños. Pese al esfuerzo, con el Likud en el poder la clase trabajadora ha sufrido mucho más, y el Shas tampoco ha contribuido a que se garanticen los derechos sociales por ley.

12SHALOM

CHETRIT, Sami, Intra-Jewish Conflict in Israel: White jews, black jews, Oxon, Routledge, 2010.

Ningún partido trabaja para que realmente haya una transformación social que permita la integración de los mizrajíes más pobres. 13

Los mizrajíes frente al proceso de paz Para entender la posición de los mizrají frente al proceso de paz con los palestinos hay que tener en cuenta el punto de vista etnonacionalista, su temprana identificación con el proyecto sionista, la visión religiosa del “Gran Israel” y el intento a la desesperada de diferenciarse de los árabes considerados como enemigos. Es por ello que han estado tradicionalmente del lado del mantenimiento de la ocupación y la construcción de asentamientos, compartiendo el argumento ultranacionalista de la derecha israelí. Pero lo curioso aparece cuando lo analizamos desde el punto de vista de la lucha de clases, tal y como apuntábamos al principio. Es evidente que la sociedad israelí sufre económicamente las consecuencias de la ocupación, y que los que más sufren son las clases más bajas. Mientras que no haya paz y se mantenga un gasto tan elevado en seguridad, habrá menos dinero para gasto social, lo que repercute directamente en las clases desfavorecidas14. ¿Por qué mantenerla entonces mediante el voto a la derecha? En primer lugar, las clases bajas judías se benefician de las peores condiciones laborales de los palestinos15, lo que les ha permitido acceder a puestos de trabajo más dignos. Y en segundo lugar, en una sociedad organizada entre dominadores y dominados, pertenecer al lado de los dominadores mediante el mantenimiento de la ocupación les dota de un beneficio en forma de capital social o estatus. Gracias a los palestinos, no son ellos los que ocupan el último peldaño en la escala de los sometidos. Esto es a lo

13

SHAFIR, G, PELED, Y. Being Israeli. The dynamics of multiple citizenship. Nueva York, Cambridge University Press, 2002. 14SWIRSKI,

Shlomo, “Israel: A Social Report 2013”, Adva Center, enero 2014. En línea: http:// www.adva.org/uploaded/social-Eng-1.pdf 15

Sobre todo después de la apertura del mercado laboral a raíz de la ocupación de los Territorios Palestinos en 1967. Actualmente, sobre todo tras la construcción del muro, que ha propiciado un control de la entrada de la mano de obra a Israel, los nuevos inmigrantes africanos sin papeles han pasado a ocupar los puestos de trabajo más precarios.

que Shir Hever ha denominado “la anomalía israelí”16, y podría explicar por qué no se unen a los palestinos como clase en la lucha por los derechos sociales en Israel. Aún siendo esta la tónica general, hay muchos activistas que han reconocido esta lucha, y que además se han visto reflejados en ella. Es el caso de organizaciones árabesjudías como Keshet o Tarabut-Hithabrut17, que han combinado su lucha junto con la de los palestinos para alcanzar la paz y una ciudadanía plena dentro del Estado de Israel. En forma de partido político en los años 70 nació Hadash, fruto de la unión del Partido Comunista con miembros, entre otros, de algunos de los Panteras Negras, pero finalmente hoy es un partido que da más voz a los árabes israelíes obviando los intereses de los mizrajíes. Sin duda, ahondar en estas reivindicaciones comunes y beneficiarse del entendimiento fruto de una cultura común podría ser muy beneficioso para alcanzar la paz.

Nuevas formaciones que pudieran atraer el voto mizrají en las elecciones de 2015 De cara a las elecciones del próximo 17 de marzo, en las que el discurso socioeconómico parece estar por encima de los temas internacionales o el proceso de paz, hay algunos cambios en lo que la representación mizrají se refiere. Por un lado, la escisión del Shas de Aryeh Deri, resultante en una nueva formación liderada por Eli Yishai, antiguo líder del partido, bajo el nombre de Yachad-Ha’amItanu (Juntos- La nación está con nosotros) y que según las encuestas arrebataría 4 escaños al partido originario debilitándolo por primera vez. Por otro lado, se espera que parte del voto continúe yendo hacia el Likud de Netanyahu, aunque en los últimos años su comité central haya cambiado dando paso cada vez más a representantes de las colonias y, por lo tanto, dicha cuestión haya estado mucho más presente en su agenda política. Como ya apuntábamos, muchos de los líderes mizrajíes del Likud se han ido del partido creando nuevas formaciones, y este

16HEVER,

Shir, The Political Economy of the Ocupation. Represion Beyond Explotation, Nueva York, Pluto Press, 2010. Pg. 149. 17Ver

más información en su página web: http://www.tarabut.info/en/home/

año la sorpresa podría darla Moshe Kahlon con su nuevo partido Kulanu (Todos Nosotros). Podría convertirse en el Yesh Atid18 de los mizrajíes, partido de centro preocupado por las cuestiones económicas, que aunque no haga alusión al discurso étnico, puede atraer el voto en masa de la clase media que representa 1/3 de esta comunidad.19 Sin embargo, activistas sociales como Reuven Abergel, con una larga trayectoria en la lucha de los derechos de los mizrajíes, han llamado al boicot de las elecciones20 ya que ningún partido ha tomado en serio las reivindicaciones de las clases sociales de origen oriental, que, publicadas en forma de decálogo21, incluyen cuestiones como la mejora de la situación de la vivienda, la educación, de servicios sociales como la sanidad, o estrechar la brecha social y promover una mayor representación y visibilidad en la esfera pública.

Conclusiones Apartados de la élite ashkenazí a nivel social, económico y cultural, la mayoría de los mizrajíes o judíos de origen oriental pronto se desencantaron con los principios de la izquierda que velaba tan solo por los intereses de la clase media de origen europeo. En vez de desarrollar una conciencia de clase que podría asociarles con el otro grupo más desfavorecido, los palestinos, se adhirieron enérgicamente al discurso etnonacionalista en la versión de la derecha de la mano del Likud, remarcando así su conexión con la ideología sionista que al mismo tiempo les dejaba en el margen social, 18

Partido de centro que representa a la clase media ashkenazí y que se presentó por primera vez a las elecciones de 2013 siendo el gran partido revelación obteniendo 19 asientos que le colocaron como segunda fuerza. 19

LEON, Nissim, “Moshe Kahlon and the Politics of the Mizrahi Middle Class in Israel” Institue of Israel Studies, nº14, enero de 2015. En línea: http://israelstudies.umd.edu/Nissim%20Leon %20Research%20Paper%20-%20January%202015.pdf 20 ABERGEL,

Reuven,”Israeli Black Panther: Mizrahimmustboycotttheelections”, +972 Magazine, 20 de febrero de 2015. En línea: http://972mag.com/mizrahim-its-time-toboycott-the-elections/102980/ 21GRUFI,

Roi, “What Mizrahi activists really want: A ten-point program”, Haokets, 14 de febrero de 2015. En línea: http://eng.haokets.org/2015/02/14/what-mizrahi-activists-reallywant-a-ten-point-program/

sobre todo a las clases más bajas. Más tarde redefinirían su identidad con la creación del Shas y su versión religiosa de los valores del Estado, quienes, además, acogerían en su seno a las clases más desfavorecidas. El Shas ha sido el único partido que se ha identificado étnicamente con esta comunidad, aunque de manera abierta. Acudir al discurso étnico en Israel puede resultar un juego muy peligroso. En la mayoría de las ocasiones trata de evitarse e incluso de negarse por el temor de ser acusados de utilizar la baza étnica en su propio beneficio, y porque aunque pueda atraer al voto mizrají, alejaría de la misma manera al ashkenazí, que huye de las segregaciones. Es por ello que no hayan encontrado voz ni siquiera entre los pocos líderes mizrajíes que han pasado por los partidos mayoritarios. Por lo tanto, sus necesidades siguen sin cubrirse ya que ninguna formación ha hecho nada para forzar el cambio que origine la transformación social y que acabe con la discriminación, que no solo se origina desde el Estado hacia los palestinos, sino que también existe entre los judíos. A las puertas de unas elecciones marcadas por el debate socioeconómico, no parece posible que la clase trabajadora mizrají vea sus reivindicaciones sociales satisfechas por los nuevos líderes políticos que salgan de las urnas, que continuarán gobernando previsiblemente en favor de los privilegios de las élites. ¿Les queda resignarse, o tal vez reinventarse?

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