Irán y la bomba que no existe

July 25, 2017 | Autor: S. Aguirre Gamboa | Categoría: Nuclear Weapons, Iran, International Nuclear Politics
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Descripción

Irán y la bomba que no existe 1 abril, 2013

La mayoría de los encabezados en la prensa occidental sobre el programa nuclear de Irán reportan que el régimen iraní continúa con su enriquecimiento de uranio y que ello representa que ese país se aproxima cada vez más a la posibilidad de construir una bomba nuclear. Esto ha permeado en cómo Estados Unidos (bajo la constante presión política de Israel y del lobby israelí en Washington) lidia con el programa nuclear iraní. Las bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki obtuvieron su energía de la fisión de uranio y plutonio, respectivamente. Por ello la adquisición de uranio y de plutonio en formas y cantidades apropiadas es el mayor reto para cualquiera que busque adquirir armas nucleares. El uranio existe en la naturaleza, pero las armas nucleares no pueden hacerse con “uranio natural”: la concentración del isótopo fisible uranio-235 (0.7%) es muy baja, y la de uranio-238 (99%) muy alta. El uranio tiene que estar enriquecido en uranio-235 (es decir que la proporción tiene que incrementarse de 0.7% a más de 80%) para ser útil militarmente en armas de fisión. Al uranio enriquecido a más de 20% U235 se le llama en general Uranio Altamente Enriquecido (UAE). No hay norma internacional que prohíba el enriquecimiento de uranio per se. De hecho, Japón, Alemania, Brasil y Argentina, entre otros, enriquecen uranio a “bajos niveles” (UBN) para combustible en sus reactores nucleares civiles. El UBN no puede utilizarse en bombas: contiene habitualmente de 3% a 4% U-235. Sin embargo, si un Estado adquiere grandes cantidades de UBN y cuenta con la capacidad tecnológica para producirlo se ha acercado mucho más 1

a la posesión de UAE. En 2002 se reveló la existencia de dos instalaciones nucleares clandestinas en Irán: ese país no había estado proporcionando información completa al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) en violación de su Acuerdo de Salvaguardias. El OIEA solicitó a Irán un informe sobre dichas instalaciones y lo instó a suspender el enriquecimiento de uranio, medida para fortalecer la confianza y demostrar las intenciones pacíficas de su programa nuclear.1 Irán tiene en efecto un programa acelerado, pero su prioridad no es la construcción de un arma nuclear, como por ejemplo Pakistán en la década de los setenta. Esto dificulta la capacidad para predecir con algún grado de precisión cuándo es que Irán estará en posición de construir un arma nuclear. Hay otra dificultad mayor: no existe prueba alguna para afirmar que el liderazgo iraní tomó ya la decisión de construir un arma nuclear, sin importar las consecuencias. Si Irán quisiera producir material fisible para construir un arma nuclear cuanto antes, pudo actuar de manera más expedita. De hecho, en años recientes ha disminuido el número de centrífugas de gas activas en el país, debido al deterioro por uso, el pobre mantenimiento, la falta de repuestos y la materia prima impura.2 Se añade que el 21 de enero de 2012 el propio director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, James R. Clapper, declaró en un testimonio ante el Senado que ninguna evidencia permitía afirmar que Irán había tomado la decisión de construir un arma nuclear.3 Un punto fundamental a considerarse: la posibilidad de convertirse en un Estado con armas nucleares es más una decisión política que un umbral tecnológico, y hasta ahora en el caso de Irán ninguna prueba sustenta que ya se tomó tal decisión política. La ecuación está incompleta si no se considera la vertiente política, el elemento más importante: alrededor de 40 países hoy en día cuentan con programas nucleares, y con la capacidad suficiente para construir bombas de manera más o menos rápida. 2

El determinismo tecnológico que decreta al liderazgo iraní como un ente homogéneo e irracional que no cesará hasta conseguir una bomba nuclear (a menos que fuerzas externas: la imposición de sanciones económicas o un ataque militar se lo impidan) no es nuevo, y ya generó en el pasado una serie de predicciones erróneas. En la década de los noventa algunos políticos estadunidenses e israelíes advirtieron de manera repetida sobre los peligros de una bomba nuclear iraní para el año 2000. Cuando eso no sucedió, advirtieron sobre una bomba en 2005. Luego dijeron que Irán la construiría en 2010. Ahora se ha dicho que una bomba nuclear iraní podría ser una realidad entre 2013 y 2015, o antes.4 Pero si no se ha tomado la decisión de construir un arma nuclear en Irán, ¿por qué este país continúa comportándose de manera errática en las negociaciones sobre su programa nuclear, y sigue sin otorgar todas las garantías de transparencia para asegurar que dicho programa tiene fines pacíficos? Michael Axworthy, autor de A History of Iran: Empire of the Mind y antiguo jefe de la oficina encargada de Irán en el Ministerio de Relaciones Exteriores británico, considera que “la posesión de la capacidad para producir un arma nuclear (y no una arma nuclear en sí) sería casi tan deseable para el régimen iraní como un arma, dado que ello representaría casi por completo el efecto disuasivo de un arma nuclear real”.5 De modo similar, la especialista en proliferación nuclear, Etel Solingen, cree que “Irán obtendría una ventaja política contando con una capacidad avanzada para construir un arma nuclear que le trajera tanto prestigio como disuasión”.6 La posesión de dichas armas sirve precisamente para disuadir cualquier ataque en contra del país que cuente con ellas, por miedo a una represalia destructiva. La utilidad de la disuasión en el contexto de la política de las armas nucleares fue elaborada de modo notable por el estratega militar estadunidense Bernard Brodie en la célebre obra The Absolute Weapon: Atomic Power and World 3

Order (1946). Brodie destacó: “hasta ahora el propósito principal de nuestra tradición militar ha sido el de ganar guerras. De ahora en adelante su propósito principal debe ser el de evitarlas. Casi no puede tener otro propósito útil”. En esta lógica, los países buscan armas nucleares para impedir que otros Estados puedan atacarlos. Ahora imaginemos por un momento cómo se ve el mundo desde los rincones de Teherán y si tendría sentido, o no, que el régimen actual buscara algún tipo de seguro para que no lo atacaran. Desde el siglo XIX Irán sufrió de los embates imperialistas de Gran Bretaña y Rusia, que acabaron por invadirlo en 1941. En 1953, la CIA organizó un golpe de Estado en contra del primer ministro democráticamente electo de Irán, Dr. Mohammad Mossaddeq, e impuso al shah Reza Pahlevi. En 1980 Irán fue invadido por el régimen de Saddam Hussein. En ese conflicto que se extendió durante ocho violentos años, Hussein utilizó armas químicas contra la población civil de ese país, en clara violación de las normas de derecho internacional humanitario. Estados Unidos ha amenazado militarmente a dicho país desde la revolución Iraní de 1979. Durante los meses finales de la guerra entre Irán e Iraq, un buque de guerra estadunidense denominado USS Vincennes, enviado al Golfo Pérsico para proteger el comercio marítimo en aguas internacionales, derribó accidentalmente a un avión iraní comercial en el que viajaban 290 personas civiles. No hubo acción disciplinaria alguna contra los tripulantes y el entonces vicepresidente George Bush mencionó con relación a la responsabilidad estadunidense en dicho suceso: “nunca me disculparé por los Estados Unidos. No me importa cuáles hayan sido los hechos”.7 El 29 de enero de 2002 George W. Bush incluyó a Irán en el “Eje del mal”. En febrero de 2003 el subsecretario de Estado para Control de Armas, John Bolton, declaró que Irán era el blanco favorito para que Estados Unidos “lidiara” luego de concluida la inminente guerra con Iraq.8 De manera más reciente, Barack 4

Obama ha declarado que no quitará “ninguna opción de la mesa”, en clara alusión a que no se ha descartado un ataque militar en contra de Irán, además de los numerosos llamados del gobierno de Israel para que se contemple seriamente un ataque militar en contra de las instalaciones nucleares de Irán.9 Las preocupaciones israelíes provienen en gran medida de las declaraciones públicas del régimen clerical en Irán, en particular por el actual presidente Mahmoud Ahmadinejad, quien ha negado de manera constante el derecho de Israel a existir. Sin embargo, los iraníes no ven a las armas nucleares como un valor militar útil. Si Irán tuviera control sobre algunas armas podría devastar Israel, pero Irán sería aniquilado en respuesta. Los iraníes hablan de manera agresiva, pero históricamente han actuado de manera cautelosa. Hoy las armas nucleares valen más como una amenaza y una ficha de negociación que como un arma a utilizar. Además, la evidencia histórica indica que las armas nucleares han conferido un fuerte sentido de moderación a todos los países poseedores.10 Tomando en cuenta que las armas nucleares no tienen ningún uso militar ofensivo, pareciera que Irán busca contar con la capacidad para construir un arma nuclear (capacidad con la que cuentan también otros países y que, desde la perspectiva iraní, se les ha negado injustamente) a fin de disuadir un ataque y elevar su estatus a nivel regional. Este cálculo, que se origina por la visión muy particular que Irán tiene del mundo y de las armas nucleares, ha incentivado a su vez las amenazas militares por parte de Estados Unidos y de Israel. La dificultad radica en que tal postura de amenaza militar conlleva una trampa inherente. Incurre en el riesgo de incitar al mismo comportamiento que busca evitarse: en este caso, los esfuerzos de Irán para adquirir una disuasión nuclear en defensa propia y la unificación nacional alrededor de dicho objetivo. 5

La historia reciente arroja una lección importante en este sentido. En 1981 Israel atacó el reactor nuclear Tammuz de Iraq por considerar que la previsible aparición de un competidor con armas nucleares en la región representaba un casus belli. Si bien este ataque militar (ilegal, condenado incluso por el Consejo de Seguridad de la ONU)11retrasó de manera exitosa el programa nuclear de Saddam Hussein, no lo detuvo por completo, y en realidad terminó por propiciar su expansión clandestina, como se reveló años después por la presencia estadunidense en ese país en la guerra del Golfo Pérsico de 1991. Tiempo después, uno de los argumentos principales de la administración de George W. Bush para justificar la invasión a Iraq de 2003, fue que el régimen iraquí contaba con armas de destrucción masiva, una aseveración falsa. Reconocer que Irán tiene preocupaciones legítimas de seguridad como cualquier otro país en una región convulsa, donde por lo demás India, Pakistán, China, Israel12 y Rusia tienen armas nucleares, en vez de seguir con las continuas amenazas de un ataque militar y los análisis catastróficos del programa nuclear como una amenaza inminente, podría ser el primer paso rumbo al cambio del paradigma imperante para lidiar con el programa nuclear de Irán, aunque el ambiente actual indica todo lo contrario. Sergio Aguirre. Maestro en estudios de seguridad internacional por la Universidad de St. Andrews. 1 El 18 de noviembre pasado, la Junta de Gobernadores del OIEA adoptó una resolución sobre Irán que expresa “una preocupación profunda y creciente por las cuestiones pendientes relativas al programa nuclear de Irán, comprendidas las que deben aclararse para excluir la existencia de posibles

dimensiones

militares”.

2 Hymans, Jacques E.C., “Crying wolf about an Iranian nuclear bomb”, Bulletin of the Atomic Scientists, enero 17, 2012. http://www.thebulletin.org/web-edition/op-eds/crying-wolf-about-iraniannuclear-bomb 3 Clapper, James R., “US Intelligence Community Worldwide Threat Assessment Statement fort he

6

Record”,

US

Senate

Select

Committee

http://intelligence.senate.gov/120131/clapper.pdf. 4 Hymans,

Jacques

on

Intelligence,

Consultado

el

9

E.C.,

enero de

31,

agosto

op.

de

2012. 2012. cit.

5 Axworthy, Michael, Empire of the Mind: a History of Iran, Hurst and Company, Londres, 2007, p. 296. 6 Solingen, Etel, “Domestic Models of Political Survival”, en Potter, William C. y Gaukhar Mukhatzhanova (eds), Forecasting Nuclear Proliferation in the 21st Century: The Role of Theory, volumen

1,

Stanford

University

Press,

Stanford,

2010,

pp.

38-57.

7 Perkovich, George, Dealing with Iran’s Nuclear Challenge, Carnegie Endowment, abril, 2003. http://www.carnegieendowment.org/2003/04/27/dealing-with-iran-s-nuclear-challenge/8zq 8 Howard, Roger, Iran in Crisis? Nuclear Ambitions and the American Response, Zed Books, Londres, 9 Aquí

2004, un

ejemplo

reciente:

p.19.

http://www.reuters.com/article/2012/10/30/us-israel-iran-

idUSBRE89T19120121030 10 Ver Gavin, Francis, Same As It Ever Was: Nuclear Alarmism, Proliferation and theCold War, International

Security,

34:4,

2010.

11 http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=S/RES/487(1981) 12 Israel mantiene una política oficial de ambigüedad en torno a su programa nuclear, aunque existe documentación seria que confirma que dicho país cuenta con un importante arsenal nuclear. Ver Cohen, Avner, Israel and the Bomb, Columbia University Press, Nueva York, 1998 .

7

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