INVESTIGADORES \"CÉLEBRES\", INVENTADOS POR LA DICTADURA MILITAR: EL CASO DE JOSÉ FERNANDO BONAPARTE

June 23, 2017 | Autor: Carlos Bompa | Categoría: Universidad, Biografías, Dictadura Militar Argentina, José Fernando Bonaparte
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INVESTIGADORES "CÉLEBRES", INVENTADOS POR LA DICTADURA MILITAR: EL CASO DE JOSÉ FERNANDO BONAPARTE Carlos Bompa Facta Non Verba

La última Dictadura Militar provocó una degradación sistemática de las instituciones científicas y académicas argentinas. Desde el año 1976 hasta 1982 tanto las Universidades Nacionales, como el propio CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) fueron el objetivo de un ataque sistemático: en tanto que se echaba de sus cargos y se enviaba al exilio a los buenos docentes e investigadores, se promovió a los mediocres y a los cómplices de la dictadura. Durante esos años se creó el "mito" de grandes "genios", algunos de los cuales aún persisten, pero es claro que de no haber sido por la expulsión de una generación completa de investigadores, la mayoría de estos "genios" difícilmente se hubieran destacado en sus disciplinas. Tal es el caso de José Fernando Bonaparte. José Fernando Bonaparte nació en la ciudad de Rosario en el año 1928, y a las 13 años se instala con su familia en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires. Allí realizó sus primeras incursiones en la paleontología junto a un grupo de amigos, que fundan el actual Museo Municipal de Ciencias Naturales Carlos Ameghino de esa ciudad. De familia humilde, descubrió desde muy joven que debía relacionarse con personas vinculadas al poder político y económico en todas sus esferas para poder satisfacer sus caprichos personales, y así actuó a lo largo de toda su vida. Con personas de bajos recursos también se ha vinculado, pero sólo cuando las encuentra útil como fuerza de choque o como mano de obra barata. Novias, amigos y conocidos de aquellos tiempos y a lo largo de toda su vida hasta el presente, cumplen estos requisitos, o son desechados sin ningún miramiento. Como es el caso de José Antonio Mignone, quien capacitó a Bonaparte en el estudio de la estratigrafía pampeana durante sus incursiones tempranas por el río Luján sobre la base de la obra de Florentino Ameghino; también Osvaldo Reig, Martin Vince, y sigue la lista…. En el año 1959 Bonaparte abandona a su grupo de amigos de Mercedes con el pretexto de "salir de la mediocridad de sus amigos" y se radica en Tucumán, donde había conseguido un trabajo como técnico en la Universidad Nacional de Tucumán. En la convulsionada provincia de Tucumán de la década de de 1960 y 1970 se produce su "ascenso académico". En el año 1976, con las autoridades académicas de la Universidad Nacional de Tucumán ya intervenidas por la Dictadura Militar, esa universidad le concede el título de "Doctor Honoris Causa" por el hallazgo de numerosos fósiles de dinosaurios. Vale recordar que “sus” más famosos hallazgos en Patagonia, San Juan y La Rioja, fueron producto de los contactos políticos y del uso y abuso de la infraestructura militar: tanto vehículos, carpas viandas y todo el recurso humano militar fue puesto a disposición del "amigo Bonaparte". En tanto, los científicos de carrera padecían persecución ideológica directa o indirecta, con la reducción o limitación de recursos financieros para otras investigaciones, amén de los despidos compulsivos y exilios antes descriptos. Tal es el caso incluso de quien contrató a Bonaparte en 1959 por primera vez, el Dr. Osvaldo Reig, que fue declarado “prescindible” por el Estado Nacional y a quien Bonaparte reemplazó en Tucumán. A diferencia de Bonaparte, a Reig se lo recuerda por su fuerte compromiso social en la aplicación de la ciencia, tuvo que exiliarse y regresar al país recién en 1983. Los tucumanos hasta el día de hoy indican que Bonaparte no podría haber hallado nada importante de no ser por los numerosos colaboradores, a los que hostigaba y maltrataba sistemáticamente, y a quienes se encargaba de descalificar permanentemente, para aparecer luego él mismo como el único “descubridor”. Tal el caso de ni más ni menos de Martin Vince, por sólo nombrar alguno de los tucumanos con los que trabajó Bonaparte en aquellos años, y quienes quiso “comprar” luego poniéndole el nombre de algún hallazgo. Poco se difunde de este período oscuro de la vida de Bonaparte, período que él mismo evita mencionar en sus abundantes y pomposas autobiografías. Sus contactos, sus prácticas fraudulentas y sus arreglos irregulares se mantienen cuidadosamente escondidos, pero en la memoria de todos sus colaboradores que, a la distancia, ya se sienten seguros de poder contar a triste y violenta realidad vivida a causa de José F. Bonaparte. Todos coinciden en definirlo como “violento”, “autoritario”, “arbitrario” y “caprichoso”. Pero veamos algunos datos más que Bonaparte esconde cuidadosamente: su desempeño en la docencia universitaria. Bonaparte ingresó a la docencia universitaria sin ningún tipo de concurso

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serio que probara sus “méritos”. Fue nuevamente la intervenida Universidad Nacional de Tucumán la que le dio cobijo, regalándole un cargo de Profesor Titular, que ejerció hasta el año 1982. Felizmente, el retorno a la democracia y la regularización de las Universidades fue suficiente para impedirle seguir ejerciendo la docencia sin méritos reales. Eventualmente alguna universidad ingenua igualmente lo contrató luego como Profesor Invitado o Visitante para dar algún curso aislado, pero pronto descubrían la falta de conocimientos académicos y humildad necesaria para estar al frente una clase con alumnos. En la Universidad Nacional de La Rioja, en el año 2005, recuerdan que tuvieron que echarlo de la institución por los malos tratos y violencia que ejercía con los empleados, so pretexto de ser él “el investigador famoso” a quien debían someterse incondicionalmente. Es importante tomar conciencia que de no haber sido por el título de “Doctor Honoris Causa” con el cual lo premió la Dictadura (que más que un premio parece un "regalo"), Bonaparte no hubiera podido ingresar a la carrera de Investigador Científico del CONICET, debido a que estos cargos sólo pueden acceder los profesionales con título académico. Vale recordar también que el propio CONICET también estuvo intervenido y durante los años de la Dictadura Militar se perdió todo el sistema de ingresos transparente y meritorio que siempre caracterizó a esta institución, y los cargos se repartían por “acomodo”. Fue en plena Dictadura Militar, en el año 1979, que Bonaparte ingresa a CONICET como investigador, y se muda a la ciudad de Buenos Aires, a trabajar como Jefe de la División Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Del mismo cargo del cual se jubila en el año 2003. Pero no le quitaremos méritos tampoco: Bonaparte se destaca, sí, por haber hallado muchas nuevas especies de dinosaurios. Solamente eso. Y con eso simplemente inventó una gran, gran cortina de humo, que se encargó de dispersar por todo el país y también el mundo, a fuerza de contactos y autopropaganda. Su experticia se ha limitado al hallazgo de dinosaurios, sí, y ha tergiversado permanentemente esta realidad, cuando se presenta como “Investigador del CONICET” haciendo creer a sus ingenuos interlocutores –que no lo conocen- que es un “experto en todo”. Cómo si el hecho de haber sido "investigador del CONICET" fuera una carta blanca para bastardear cualquier otra disciplina científica sobre las que Bonaparte mantiene una perfecta ignorancia, como por ejemplo: biología, historia, arqueología, medicina, hidráulica, ciencia política, administración pública…. Qué no tienen nada que ver con la paleontología de dinosaurios… Pues Bonaparte se ha vendido como “investigador”, sin aclarar que es experto solamente en dinosaurios… y son más que frecuentes los casos en que Bonaparte exige hacer cosas que los verdaderos expertos de las distintas disciplinas como las mencionadas, jamás recomendarían. A partir de su cargo de Investigador, y ya perdidos los contactos políticos con la Dictadura Militar en 1983, sobrevino una vida completa de autopromoción: no hay una sola persona que conociera Bonaparte, a quien no le aclara que él es "Doctor honoris causa, laureados por las mejores universidades", sin mencionar, por supuesto, los pormenores reales de tal fraudulenta distinción y su carrera posterior. Así, todo el mundo fue creyendo la historia de un supuesto hombre trabajador y “sabio”. Pero los abusos se reiteraron con quienes iban trabajando con él en nuevas instituciones y, aunque no ya en el ámbito universitario, sí dentro de CONICET, institución en donde Bonaparte fue por un tiempo dueño de "bajar el pulgar" a los jóvenes paleontólogos que podían opacarlo, hasta su jubilación definitiva en el año 2003. Felizmente tampoco CONICET renovó su contrato, ni siquiera bajo la modalidad Ad Honorem, mérito éste que se reserva para aquellos investigadores que aún cumpliendo los requisitos de edad, hacen honor al cargo de Investigador (como por ejemplo, el Dr. Jorge Morello). Pero Bonaparte tampoco se hizo querer dentro de CONICET, simplemente por sus prácticas autoritarias, violentas y caprichosas, que contrastan con la ciencia pacífica y útil para la sociedad, que promueve el CONICET. Por sólo mencionar algún ejemplo: durante sus últimos años de trabajo como Jefe de la División Paleontología de Vertebrados en el Museo Bernardino Rivadavia de Buenos Aires (muy a su pesar, nunca llegó al cargo de Director del Museo) quiso provocar un golpe institucional contra las autoridades para posicionarse como futuro Director, promoviendo un escándalo mediático sobre la venta de calcos de fósiles (que por supuesto, era legal para la institución y no paso a mayores). El por qué: quería quedarse con el dinero de las ventas de calcos fósiles. Los empleados más viejos del Museo Rivadavia todavía recuerdan los malos tratos por parte de Bonaparte y como se debían esconder entre los armarios para que este no los viera y así evitar malos momentos laborales ante

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los caprichos más increíbles de Bonaparte… como por ejemplo hacer subir a las empleadas y estudiantes mujeres por las escaleras a bajar cajas de las estanterías, solamente para mirarles la cola en complicidad con los estudiantes varones…. Y también esconder pornografía entre las revistas. También son muy terribles las historias de campaña: es famoso que Bonaparte ponía bajo llave la comida en los viajes de campo y que sólo comían los estudiantes y colaboradores a los que él consideraba que trabajaron suficiente ese día… demás está decir que la falta de alimento es uno de los factores que contribuyen al bajo rendimiento físico… También hay registros de abandono de persona durante las campañas a Patagonia: autoritario y caprichoso hasta la ridiculez con las más triviales esferas de la vida, Bonaparte se enojaba frecuentemente y tomaba “de punto” a alguno de sus colaboradores y los abandonaba -literalmente- a su suerte en medio de la meseta patagónica, sin agua y sin comida. La excusa: le inculca a sus alumnos que si no sobreviven, es porque no son aptos. El mismo justificativo que utilizó para justificar la desaparición de estudiantes y sus compañeros docentes durante el Proceso. En su haber también recae culpa por la desaparición física del joven paleontólogo Enrique Ortega Hinojosa cuando salía de la Universidad de Tucumán y que luego en el año 1972 fue declarado muerto en Bolivia, en un “intento de fuga”. Las personas saben que quien "vendió" a este joven paleontólogo, muy conocido de Bonaparte, fue él mismo. Podría haber intercedido ante un supuesto error de secuestro, pero no lo hizo. Su modalidad para alcanzar sus objetivos laborales han sido siempre la amenaza y la extorsión: a sus subordinados (becarios, estudiantes y empleados a su cargo) los extorsionaba y amenazaba con que perderían sus empleos. A sus superiores los amenazaba y extorsionaba con posibles escándalos mediáticos. Abuso de autoridad en las clases, las evaluaciones y promociones dentro de CONICET, maltrato de género y acoso sexual a sus alumnas mujeres, por montones se mantienen en la memoria de quienes lo tuvieron cerca en alguna instancia. Hoy en día Bonaparte parece se presenta a sí mismo como un "abuelito bueno", pero basta tratarlo por un rato para descubrir que conserva el autoritarismo y el resentimiento social que siempre lo ha caracterizado, auto-justificado por sus antecedentes de “gran investigador”. “Gran investigador” efímero, inventado por la Dictadura Militar para sus personas fieles, que crecieron bajo su sombra, y continuaron calladitos tras el regreso a la democracia. El mito de "sabio internacional” ha caído.

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