Investigaciones en la meditacion 2. EL INCALCULABLE VALOR DE LA RESPIRACION. Por Guillem Catala

June 9, 2017 | Autor: Guillem Català | Categoría: Yoga Meditation, Meditation, Mindfulness Meditation, Vipassana Meditation
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Descripción

EL INAPRECIABLE VALOR DE LA RESPIRACION por Guillem Català

La respiración es el hecho básico de la existencia, pues en cuanto no respiro muero. También de la conciencia si volvemos a respirar conscientemente. Para reconciliarnos con la Vida lo primero es respirarla. La puerta a la calma mental es el aire fresco en los pulmones que disipa pensamientos importunos y emociones degenerativas. Con el aliento y la calma mental empieza una reunificación del organismo, evitando la escisión de cuerpo, mente y entorno, una armonización que acaso nos lleve lejos. Es la respiración el instrumento para reunirlos de nuevo en la unidad original. En lo que sea, el primer paso es siempre respirar a conciencia.

Respirar es un continuo que define nuestra vida, y es el más asequible a la voluntad. Hay otros continuos vitales, la función digestiva, el palpitar del corazón, el flujo nervioso, el metabolismo. De todos ellos de lo único que podemos ser conscientes de manera natural es de la respiración, y así podemos influir en ella. O según como sea la respiración - cuando es automática -, ésta influir en nosotros, en particular en nuestro estado de ánimo. Por ello es el hecho básico de la conciencia. En cualquier práctica de cultivo personal conviene empezar por la respiración. O es el primer paso, o es el segundo. Si se demora más, no es buena práctica.

Tanto es así, que con la primera respiración nacemos y nos abrimos a ser. Y morimos con un último suspiro. No sobrevivimos más de tres minutos sin respirar. Esto suele olvidarse, tal que todos tenemos la sensación de ser una entidad independiente lanzada a luchar en un mundo hostil. Así expresado es una ilusión - de la mente. Cada minuto respiramos varias veces, lo que nos recuerda que dependemos estrictamente del ambiente y somos uno con él. La idea de ser una parte totalmente separada es contradicha cada minuto varias veces, si lo deseamos percibir - en caso contrario la respiración es automática. Somos autónomos en un medio ambiente, con una relativa capacidad de movernos por nosotros mismos - pero en dependencia del medio. Estamos vivos porque estamos conectados con el medio, la atmosfera, la Tierra y el Universo. La respiración es la constatación directa de esto que, si se reflexiona, cae por su propio peso. Es una trivialidad que a la mayor parte de la gente le puede resultar chocante. Porque la mente piensa otra cosa, pero ese es un pensamiento falso. La mente abandonada a sí misma, nos cautiva y arrastra a su busca de la supremacía, y se instala en la omnipotencia, esto es se piensa separada y en conflicto con el entorno para conquistarlo. Como necesita afirmarse en esta falsedad nos hace ser inconscientes de la respiración y de la posición humilde a que nos obligar el respirar. La mente se siente separada y desamparada, y nos lo contagia. Pero estamos vivos porque la Vida nos ampara cada vez que respiramos. Todo en el Universo fluye y vibra. Mi yo autónomo fluye sobre la respiración, ésta es lo que nos hace fluir en todos los aspecto que podamos imaginar. Pero, a su vez, es una peculiar vibración del tórax. Que tenga una frecuencia de más o menos 15 ciclos por minuto no deja de ser una vibración. Fluir y vibrar se hacen uno en la respiración.

Nuestra capacidad de concentración es limitada. Por ello conviene establecer prioridades. La idea es que deberíamos concentrarnos en lo más importante, y dejar de lado lo accesorio. Para establecer su dominio la mente vuelve del revés todo esto. Así hace que nos concentremos en los pensamientos erráticos que continuamente nos involucran, nos atraen y

embriagan a pesar de que son banales y superficiales, inútiles y con frecuencia estúpidos. Lo accesorio e irrelevante, los gustos puntuales, y los aspectos ornamentales han pasado a primer plano – dominados como estamos por la mente. Para sustraerse a esta esclavitud del instrumento mental el primer paso, el más importante y el decisivo, es concentrarse en lo prioritario y más importante: se comienza por la respiración. Que no sea automática, sino consciente. Nada más natural, todo el organismo psico-físico invita a hacerlo. Y lo hace porque fue diseñado para ello, y así era como procedíamos cuando éramos niños. No se trata pues de desarrollar una destreza insólita, sólo recuperar lo que ya tuvimos y el organismo sabe hacer. En la medida en que nos concentramos en la respiración, el bombardeo mental se atenúa. Puesto que la concentración en la respiración evita que toda la energía psíquica se malgaste, de la cual vive la mente y el bombardeo. La energía psíquica que se invierte en concentrarse en la respiración y en el organismo como un todo se sustrae al despilfarro que de ella hace la mente. Con menos combustible se atenúan las ínfulas que suele gastar, y redunda en más calma mental. Nada más fácil que comenzar por concentrarse en la respiración, por ser natural. En la medida en que nos sea difícil tenemos una idea del real dominio de la mente sobre nosotros. A veces no aguantamos ni cinco bocanadas en la concentración en la respiración. Dirá el lector: vale, voy a intentarlo. De entrada ¿qué pasará? Pues que me siento, me centro en la respiración, e inmediatamente quedó asediado, literalmente avasallado por una inundación de pensamientos, emociones y sensaciones que pueden conmigo. No ha pasado ni un minuto y ya estoy embriagado o agobiado por este asalto de la mente errática y reactiva. Imposible olvidarme en este momento de los agravios recibidos. No hay manera de dejar de lado las apremiantes preocupaciones. Desfila por mi mente la lista de la compra, las facturas por pagar, recuerdo a ese chico o chica que me gusta, resuena en mis oídos la canción de moda, aparece el dolor de cabeza… esto o aquello o lo de más allá… pronto todo yo me lleno de ruidos. Además, se produce un ataque de nervios, picores y tensiones, que aparecen por todas partes, y no hay manera de dejar de rascarse. En fin, ¿les suena familiar esto? Todos hemos pasado por esa situación. Y cuando estamos en una situación difícil, por muy maduros que seamos, podemos recaer en ella. Nadie es ajeno a la mente indisciplinada. Pues, ¿qué produce todo este terremoto mental? Sucede que han aflorado a la conciencia los movimientos conscientes (pero fuera de control) e inconscientes que realmente están teniendo lugar en la mente. Ni siquiera todos, sólo una pequeña parte y ya se ve cuan abultada es la charlatanería mental, repetitiva y son valor alguno. Esto es lo que normalmente nos retumba en la mente, nos esclaviza a ella y consume inútilmente nuestras energías. No es de extrañar que quede poca energía para resolver los problemas y pensar con claridad. Así poco a poco la salud física y psíquica se va deteriorando. Esta es la situación que en algo hay que disolver, mediante la calma mental, a la cual se empieza a acceder al concentrarnos en la respiración. Es sólo el primer paso, pero el más importante. La experiencia de centrarse en la respiración y ser zarandeado por dicha diarrea mental es el mejor test que podemos realizar para conocer nuestro real estado. En una vivencia, la que sea, pero más si es conflictiva, solo estaremos bien centrados y no dejándonos llevar por la pasión (egoica, mental) si nos centramos en nosotros mismos, esto es, en nuestra respiración. Prueben a hacerlo en la próxima discusión o pelea, y verán como en cuanto se centran en respirar la tendencia a reaccionar contra el otro se atenúa y el asunto se vuelve más manejable, y lo es porque retomamos un poco la disciplina emocional que la mente subvierte. Cuando hay problemas o estamos estresados la concentración en la respiración calma la mente y ayuda a tomarse la situación de manera serena, sin agravar las cosas con nuevas cargas emocionales. La mente es reactiva, esto es, responde inmediata y directamente a las provocaciones. Al centrarnos en la respiración creamos un poco de serenidad. Aparece algo de espacio entre el

estímulo externo y la reacción. Dejamos de ser tan reactivos, pues en ese espacio maduramos la respuesta. Podemos responder nosotros, y no la mente, que se alimenta de la lucha por la supremacía y a la que le encanta agravar los conflictos, que reafirman su poder. El centrarse en la respiración es útil cuando nos sentimos mal emocional o físicamente. O cuando se ha de tomar una decisión o abordar un tema nuevo. Da buen resultado porque en vez de reaccionar de inmediato, creamos un espacio donde diluir el sufrimiento, o donde puede cristalizar una respuesta creativa. El aspecto reactivo inmediato de la mente es la peor de las triquiñuelas paradas para hacernos caer en sus redes. Es importante tomar conciencia de que la mente, la individual o la social, inventa tabús y prohibiciones para que no nos apartemos del dominio mental, cerebral y racional. No sujetarse a él está mal visto, a uno lo toman por imbécil, o lo evitan por majareta. Curiosas estas estrategias mentales para no ceder su poder sobre los individuos y los grupos. Estos tabús se ha de aprender a cuestionarlos y disolverlos - no a dominarlos, lo que sería mental y se nos colaría por detrás la mente sin ser advertida. Es la mente quien domina, y se trata simplemente de volverla a ponerla a nuestro servicio, como era originalmente, puesto que sólo es el instrumento para interpretar la realidad – modesto instrumento, vale decir. El camino para esto pasa por la respiración, aunque va a exigir más cuando el proceso madure.

Nacimos en la calma mental y la conservamos de niños, luego la perdemos por los sucesos de la vida, a más tardar en la adolescencia y la emergencia del erotismo, las ambiciones y el ego (que es la personalización de la mente). Para resolver esta patraña hay que rebobinar, desandar lo mal andado, y reconocer con humildad que el primer paso para reconciliarnos con la Vida, y con nosotros mismos, pasa por la calma mental, que deviene de la concentración en la respiración. Este es nuestro primer instrumento de vida y del pensamiento – también de pensamiento, aunque no lo parezca, pero esto sólo se ve claro cuando la mente deja de ser tan indisciplinada. La cuestión es mantenerte consciente y observar. Observar la respiración es el primer paso para observar conscientemente nuestra vida y nuestra mente, y así ponerla a nuestro servicio. Todos estamos capacitados para hacerlo. Aunque cuesta tiempo desprogramar los malos hábitos adquiridos y substituirlos por los originales. Todo lo dicho es natural. Nada tiene de forzado, religioso o místico. Aunque la mente juzgue con desagrado, aterrorizada por perder su poder sobre nosotros, que todo este discurso es irreal, fantasmagórico o banal. Su miedo nos lo contagia y nos paraliza, sin salir del círculo cerrado de lo mental. Inadvertidamente, los individuos y la sociedad, vivimos fanatizados por la mente. Conviene escuchar a nuestro sentido común, que nos va a sugerir que lo dicho es simple, certero y llano. En el fondo es obvio. Si es así, ¿cómo es que en nuestra vida cotidiana lo tenemos absolutamente olvidado? En este punto, hace falta hablar de las trampas de la mente. Pero este es un tema que nos llevaría lejos, y quede para otra ocasión. Tampoco es la respiración un tema religioso o místico. Es un tema vital. Sin embargo, un pensamiento religioso maduro, y una práctica mística profunda, pasan necesariamente por la respiración en un momento u otro. ¿Suena chocante? Pues no lo es. La religión (religare) es una expresión del vínculo con la transcendencia, igual que la mística. En ellas se trata de armonizar nuestra vida con la transcendencia. Da igual que pensemos en términos de una creencia u otra, la continuidad de la Vida o del Cosmos, de los dioses o de Dios, o de otro Absoluto. Dicho vínculo pasa, entre otras cosas, por respirar la vida, o la gracia divina, o la fuerza vital – u otro nombre que usemos. También suele pasar por la comunión con la naturaleza, y esta se produce como sentimiento y hecho físico. Y el hecho físico es que las plantas respiran, los animales respiran gracias a ellas y conjuntamente formamos la Vida. Lo que yo respiro es resultado del esfuerzo de las algas y los árboles, con los cuales lo sepa o no

estoy íntimamente vinculado. Reconocer esto y agradecerlo es un paso decisivo en la vía religiosa o mística – con independencia de la religión o la creencia, e incluso sin tenerlas. Podemos ir incluso un poco más allá si practicamos una disciplina o cultivo personal, sea meditación, yoga, tai chi, o similares. Todas ellas son una forma de incorporar la fuerza vital – llamada también la gracia, prana, qi o ki, pneuma, y otros nombres según la cultura. Es la presencia primaria que fluye y vibra en el Universo, concretada en materia, vida y conciencia, la fuerza que nos anima como seres vivos, y cuya falta leve es enfermedad y la grave es muerte. La fuerza vital penetra por la piel y por la respiración. Al respirar inhalamos aire y fuerza vital, que nos tonifica, limpia y sana, nos fortalece con vigor y da optimismo y coraje, ganas de vivir y hacer cosas. Al exhalar, la fuerza vital degenerada y las toxinas nos abandonan. El organismo psico-físico necesita limpiarse de continuo de las toxinas químicas y psíquicas que su funcionamiento produce, o nos envenenaríamos rápido. La eliminación se realiza vía el sudor, la orina, las heces, y la respiración. La manera menos agresiva de hacerlo es por la respiración y por el sudor, por tener muchos alveolos y poros. Por ello en periodos de fuerte limpieza, como enfermedades, la menstruación, o la meditación, es frecuente tener mal aliento y sudar copiosamente, y es bueno sea así. La limpieza más suave es la respiración. Centrarse en ella la vuelve más pausada y lenta, y elimina mejor las toxinas y las emociones perniciosas o los subproductos tóxicos que se producen cuando limpiamos una emoción negativa y se rompen las proteínas que la fijan a las neuronas. Una respiración consciente es la más inocua de las limpiezas, el cuerpo se oxigena mejor, se optimiza el riego sanguíneo y se reduce el metabolismo basal, con menor producción de toxinas y menos estrés corporal. La terapia más sencilla es la de respirar bien. Es el procedimiento más elemental para una vida sana. Para respirar bien no hay nada mejor que ser risueño y reír – lo que implica estados de ánimos positivos. Las terapias de la risa son la forma de sanación más inmediata, y económica, y la más natural. No hace falta ni terapeuta. Sobre todo si tenemos la más excelsa de las virtudes: la de saber reírse de uno mismo. Como dijo Erasmo: “¡Qué suerte tienen los que saben reírse de ellos mismos, porque siempre estarán divertidos!”. La respiración sucede en el ahora. No se respira en el pasado ni en el futuro. Como dice Eckhart Tolle, la concentración en la respiración es la más eficaz manera de instalarse en una vivencia del ahora y del aquí, no egoica ni mental, sin ansiedades por el futuro ni angustias por el pasado. Saborear el presente, contento y alegre de ser quien soy, es la bendición de la vida. Es el paso firme para la calma mental y poner al ego en el modesto lugar que le corresponde. La respiración es el territorio de frontera en que todo esto confluye: vida, salud, voluntad, cultivo, religión y misticismo – o cualquiera otra que sea nuestra creencia. Para que todo esto sea realidad hace falta más, pero no se avanza sin la habilidad de concentrarnos en respirar, paso firme y seguro para que la persona se estabilice, sane y tenga otras perspectivas.

¿Se entiende ahora por qué yo planteo una meditación que parte de la concentración en la respiración? Yo he pasado por todo lo que he explicado. Por ejemplo, en la foto 1 y 2 me he sentado y quedo presa de mis pensamientos. Se me ve mala cara. En la foto 3 estoy entrando en concentrarme en la respiración. La diferencia con la foto anterior es obvia. Se refleja cierta calma mental, aun poca porque apenas llevó un par de minutos. Cuando la concentración en la respiración se profundiza uno puede abrir los ojos y seguir en ella – foto 4. Puede mirar o solo posar la mirada (sin fijarse en nada). Así ya se ha entrado en una leve meditación de calma mental, centrado y relajado, oxigenando bien el organismo. Luego esto puede hacerse al pasear, trabajar, cocinar o en cualquier actividad. Ojos abiertos, se puede seguir concentrado en la respiración y poner la atención en la actividad, precisamente porque hay calma mental.

Atrapado por los pensamientos erráticos y las preocupaciones

Ojos abiertos o cerrados, concentrado en la respiración, algo de calma mental - el primer paso en la meditación

Lo dicho vale para cualquier práctica para recentrarse. Sea meditación, sea oración - la oración es también respiratoria -, o en un ritual colectivo - donde en algo se produce una respiración conjunta-. En todos los casos, poco a poco, según la concentración en la respiración unifique nuestro organismo (o sea, vuelva a la condición original) aparece calma mental. Y surge la confianza de que no estamos solos, permanecemos conectados con el entorno, con la Vida, con la atmosfera del planeta, con el cosmos. De muchas maneras. Pero de manera explícita cada minuto nos recuerda la respiración que esto está sucediendo. El primer paso de la meditación es concentrarse en la respiración; el segundo es observarla. En mi creencia, todo respira. Además es una creencia arcaica, de todas las culturas. Se asimila la vida a aliento. Y las palabras para significar el poder personal o la fuerza vital es aliento. Es lo que significa, en sus respectivas lenguas, las palabras espíritu (viene de espirar), pneuma, prana, qi, ki, roah, etc. La respiración es la trama de la Vida.

Respiro hondo. Inhalo aire y la fuerza de la Vida. Exhalo gratitud. Un largo y silencioso ¡GRACIAS! (y la Vida me responde en los pequeños hechos en los que nunca acostumbro a fijarme) Respirar a conciencia da paz, y la lucidez y el ansia de buscar la armonía.

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