\"Investigación y psicoterapia psicodélica: pasado, presente y futuro\"

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Descripción

Primera edición Abril 2017 © 2017 Iker Puente © 2017 de esta edición La Liebre de Marzo, S. L. Diseño gráfico y maquetación Xavier Vidal y Laia Pascual Fotografía de la portada © MAPS Sesión de integración del estudio de psicoterapia asistida con MDMA Impresión y encuadernación Service Point F. M. I., S. A. Impreso en España Depósito legal B-8503-2017 ISBN 978-84-92470-44-0 La Liebre de Marzo, S. L. www.liebremarzo.com [email protected]

A mis padres, por haberme permitido y respetado que siguiera mi camino, y por vuestro apoyo incondicional durante todos estos años. A los investigadores y psicoterapeutas pioneros que han dedicado su tiempo y energía a estudiar, comprender y reintegrar las sustancias psicodélicas en la sociedad occidental. A pesar de todas las dificultades, incomprensión y falta de apoyo a la que han tenido que hacer frente durante las últimas décadas, se han mantenido firmes en la creencia y la esperanza de que estas herramientas pueden jugar un rol muy importante en nuestra sociedad, y contribuir a mejorar la vida de muchas personas y a aliviar su sufrimiento.

Índice Agradecimientos ....................................................................................................... ix Prólogo ........................................................................................................................ xi Introducción .............................................................................................................xxi Stanislav Grof ..............................................................................................................1 Claudio Naranjo .......................................................................................................27 James Fadiman ..........................................................................................................47 William Richards .....................................................................................................69 David Nichols ...........................................................................................................93 Rick Doblin .............................................................................................................123 Amanda Feilding ....................................................................................................147 Torsten Passie ..........................................................................................................173 Jordi Riba .................................................................................................................193 Roland Griffiths .....................................................................................................223 José Carlos Bouso ..................................................................................................243 Michael y Ann Mithoefer ....................................................................................267 Alicia Danforth ......................................................................................................287 Robin Carhart-Harris ...........................................................................................309 Jeffrey Guss .............................................................................................................331 «Archie» ...................................................................................................................353 Bibliografía .............................................................................................................. 371 Índice alfabético ...................................................................................................... 375

«Hace algunos años yo mismo realicé algunas experiencias sobre este aspecto de la intoxicación por óxido nitroso, y escribí un informe en el que una conclusión tomaba cuerpo, ya en aquel tiempo, y cuya impresión siempre ha permanecido firme. Se trata de que nuestra consciencia despierta normal, la consciencia que llamamos racional, solo es un tipo particular de consciencia, mientras que por encima de ella, separada por una pantalla transparente, existen formas potenciales de consciencia completamente diferentes. Podemos pasar la vida sin sospechar de su existencia, pero si aplicamos el estímulo requerido, con un simple toque, aparecen en toda su plenitud tipos de mentalidad determinados que probablemente tienen en algún lugar su campo de aplicación y de adaptación. Ninguna explicación del universo es definitiva si descuida estas otras formas de consciencia. La cuestión es cómo han de considerarse siendo como son tan diferentes de la consciencia ordinaria. Sin embargo, pueden determinar actitudes aunque no sean de fácil formulación, y asimismo pueden descubrir una región aunque fracasen en ofrecer un mapa. En cualquier caso, impiden ajustar prematuramente las cuentas entre nosotros y la realidad. Recordando mis propias experiencias, todas convergen en un tipo de penetración al que no puedo evitar atribuirle algún género de significado metafísico; su nota dominante es invariablemente una reconciliación; es como si los antagonismos del mundo, que con sus contrariedades y conflictos crean nuestras dificultades y problemas, se fundiesen en la unidad». William James Las variedades de la experiencia religiosa (1902)

Agradecimientos Mi agradecimiento a la revista Cáñamo por su apoyo y por publicar la primera entrevista que realicé a Stanislav Grof y que fue el germen de este libro, y por publicar posteriormente una versión resumida de las entrevistas que realicé a Michael Mithoefer y a William Richards. Agradezco también a Fernando Pardo, editor de la Liebre de Marzo, por aceptar la propuesta de publicar este libro, por el interés y el apoyo mostrado durante el proceso, y por las conversaciones que hemos mantenido durante estos meses y los últimos años. Y a la Liebre de Marzo, por ser un referente en la publicación de libros sobre el tema de las sustancias psicodélicas. A Stanislav Grof, por escribir el prólogo para este libro, por su apoyo y guía en mi proceso personal, profesional e intelectual, y por haber sido fuente constante de inspiración con su trabajo, su calidad humana y con su ejemplo. A Rick Doblin, por su incansable trabajo para conseguir que la MDMA y otras sustancias psicodélicas vuelvan a ser fármacos y medicinas legales que puedan emplearse en contextos psicoterapéuticos, por animarme a seguir este camino y por invitarme a participar en la formación de psicoterapia asistida con MDMA que se realizó en Tyrinhan Hall en diciembre del 2014. A Josep Maria Fericgla por haber sido un pionero en el campo de la investigación y psicoterapia con psicodélicos en la península ibérica, y por su gran labor de divulgación y enseñanza, escribiendo libros, y organizando congresos, conferencias y 14 ediciones del seminario «Estados modificados de consciencia, desarrollo personal y psicoterapia», punto de encuentro de las personas interesadas en este campo. A Jordi Riba y José Carlos Bouso, por servirme de inspiración y mostrarme que es posible dedicarse el campo de la investigación y la psicoterapia con sustancias psicodélicas, y por ayudarme con la revisión y traducción de algunos términos técnicos que aparecieron en las entrevistas al castellano. A tod@s l@s entrevistad@s del libro, por acceder amablemente a ser entrevistados, dedicarme su tiempo y, en muchos casos, revisar y editar personalmente la transcripción de la entrevista que les realicé, y por ser un ejemplo de calidad humana, profesionalidad y coherencia. Gracias a todas las personas que de una u otra forma han contribuido para que la gestación y publicación de este libro haya sido posible: Quim Tarinas,

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Victor M. Hidalgo, Anna Lloret, Xavier Vidal, Laia Pascual, Igor Domsac, Guillermo Miralta, Macarena Perez Chacón, David Barba, Rosalind Stone, Román Gonzalvo, Antonio Aguilar, Stan Grof, Claudio Naranjo, Jim Fadiman, William Richards, David Nichols, Rick Doblin, Amanda Feilding, Torsten Passie, Jordi Riba, Roland Griffiths, José Carlos Bouso, Michael y Ann Mithoefer, Alicia Danforth, Robin Carhart-Harris y Jeffrey Guss. Y agradezco a la vida por haberme dado la oportunidad de conocer y formar parte de esta comunidad de investigadores, psicoterapeutas y de personas interesadas en las sustancias psicodélicas, y que forman una comunidad vibrante y muy especial. El autor ha hecho todo el esfuerzo posible por encontrar la propiedad de todo el material con copyrigth y citado que aquí se presenta. En el caso de que surja alguna cuestión en relación con el uso de una selección, ofrece por anticipado sus disculpas por cualquier error u omisión, y hará las correcciones necesarias en ediciones futuras. Debo expresar mi agradecimiento por el material gráfico a las siguientes personas, fundaciones y asociaciones: MAPS, Beckley Foundation, ICCERS, OPEN Foundation, Sebastian Troncoso, Fernando Pardo, Hans Gerd, Raquel Dias (foto Claudio Naranjo), William Ricahrds, David Nichols, Natacha Elmir (fotos seminario William Richard), Jordi Riba, Jerod Harris (foto Roland Griffiths para TEDMED), José Carlos Bouso, Michael y Ann Mithoefer, Rachel Hope, Alicia Danforth, Robin Carhart-Harris, Jeroen Stapper (foto ponentes ICPR), Open Foundation, Jonathan Greet (foto participantes Breaking Convention 2015) y el equipo de Breaking Convention.

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Prólogo El libro de entrevistas del Dr. Iker Puente Investigación y psicoterapia psicodélica: Pasado, presente y futuro es un completo recorrido por el trabajo que se está realizando actualmente en este campo, recogiendo las aportaciones de numerosos investigadores y psicoterapeutas que están protagonizando el retorno a este tipo de investigación, así como las aportaciones y el trabajo realizado a lo largo de las décadas de 1960 y 1970 por una serie de investigadores, entre los que se incluyen Jim Fadiman, Claudio Naranjo, William Richards, David Nichols y yo mismo. El libro del Dr. Puente se edita además en un momento muy apropiado. Su publicación, dirigida tanto a la comunidad científica y profesional como a un público general con un menor conocimiento sobre este campo, coincide con un momento en el que estamos experimentando un notable renacimiento a nivel internacional del interés en la investigación científica de las sustancias psicodélicas. Este es un cambio inesperado y sorprendente que se produce después de cuatro décadas durante las cuales el trabajo científico y clínico sancionado legalmente fue casi imposible, debido a una legislación muy restrictiva que respondía al uso masivo no supervisado de estas sustancias realizado por las jóvenes generaciones de la década de 1960 en EE. UU., y por la histeria nacional generada a raíz de ese uso, fomentada además por periodistas y medios de comunicación en búsqueda de noticias sensacionalistas. En la actualidad se están realizando nuevas investigaciones con diversas sustancias psicodélicas en varias universidades estadounidenses y europeas, incluyendo la Universidad de Harvard, la Universidad Johns Hopkins, la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), la Universidad de Nueva York (NYU), la Universidad de California San Francisco, el Imperial College de Londres y la Universidad Autónoma de Barcelona, entre otras. De especial interés es la investigación innovadora de la psicoterapia asistida con MDMA en personas que sufren trastorno de estrés postraumático (TEPT) encabezada por Michael y Ann Mithoefer en Carolina del Sur. Debido a los inmensos problemas médicos, económicos y políticos asociados con este peligroso desorden, muy resistente a las formas tradicionales de terapia, el éxito que está demostrando este proyecto podría abrir la puerta para el uso de estas sustancias en la psiquiatría convencional. Recientemente se han concluido los ensayos

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clínicos de Fase 2 de psicoterapia asistida para el tratamiento del TEPT que se han llevado a cabo en EE. UU., Suiza, Canadá e Israel y, hace tan solo un mes, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. ha dado el permiso para iniciar los ensayos clínicos de Fase 3, última etapa antes de poder conseguir los permisos para que la MDMA se convierta en un fármaco legal para el tratamiento de este trastorno. Por otra parte, se han iniciado por todo el mundo nuevos proyectos de investigación con psilocibina, ibogaína, ketamina y otras sustancias psicodélicas. Me complace también la presencia en este campo de investigadores como José Carlos Bouso y Jordi Riba, que están en la vanguardia de estos estudios. No tengo ninguna duda de que el Estado español será un lugar importante en el renacimiento de la investigación con estas sustancias. Para entender la importancia del libro del Dr. Puente, es importante situarlo en un contexto histórico más amplio. El uso de las sustancias psicodélicas es milenario. Plantas que contienen poderosos compuestos que expanden la consciencia se han utilizado en distintas partes del mundo, en diferentes rituales y contextos, para inducir estados no ordinarios de consciencia. Dichas plantas han tenido un papel muy importante en las prácticas chamánicas, en las ceremonias aborígenes de sanación, los ritos de paso, los misterios de muerte y renacimiento, así como en diversas tradiciones espirituales. Las culturas antiguas y nativas que utilizan materiales psicodélicos les tienen gran respeto y estima, y los consideran como sacramentos. Además, las experiencias psicodélicas han servido como fuente importante de inspiración artística, proporcionando ideas para rituales, pinturas, esculturas y canciones. En la historia de la medicina china los informes sobres sustancias psicodélicas se remontan a 3.000 años atrás. La legendaria poción divina conocida como haoma en el antiguo Zend Avesta persa y como soma en los Vedas indios fue utilizada hace milenios por las tribus indoiranias. Los estados místicos de consciencia producidos por el soma probablemente fueron la fuente principal de las religiones védica e hindú. El uso ceremonial de distintas sustancias psicodélicas tiene también una larga historia en América Central. Diferentes plantas modificadoras de la consciencia eran conocidas y empleadas en distintas culturas indias precolombinas, entre ellas, los aztecas, los mayas y los olmecas. Las más conocidas son el cactus del peyote mexicano (Anhalonium lewinii), el hongo sagrado teonanácatl (Psilocybe mexicana) y el ololiuqui, o semillas del dondiego de día (Rivea corymbosa). Dichos materiales se han utilizado como sacramentos hasta el día de hoy por distintas tribus de indios mexicanos (huicholes, mazatecas, los cora y otros), así como por la Iglesia Nativa Americana. El conocido yagé sudamericano o ayahuasca es una infusión hecha a partir de una liana de la selva (Banisteriopsis caapi) a la que se le añaden otras plantas.

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El área del Amazonas es también conocida por su gran variedad de rapés psicodélicos (Virola calophylla, Piptadenia peregrina). Las preparaciones a partir de la corteza del arbusto de la iboga (Tabernanthe iboga) han sido utilizadas por tribus africanas en dosis bajas como estimulante durante la caza de leones y largos viajes en canoa y en dosis altas como sacramento ritual. La lista citada representa solo una pequeña fracción de los compuestos psicodélicos que han sido utilizados a lo largo de muchos siglos en distintas regiones del mundo. El impacto que las experiencias vividas en dichos estados han tenido sobre la vida cultural y espiritual de las sociedades preindustriales ha sido enorme. La larga historia del uso ritual de las plantas psicodélicas contrasta mucho con la relativamente corta historia de los esfuerzos científicos para identificar sus alcaloides psicoactivos, prepararlos en forma pura y estudiar sus efectos. La primera sustancia psicodélica que fue sintetizada en su forma química pura y sistemáticamente explorada en condiciones de laboratorio fue la mescalina, el alcaloide activo del cactus del peyote. Los experimentos clínicos llevados a cabo con dicha sustancia en las primeras tres décadas del siglo xx se centraron en la fenomenología de la experiencia de la mescalina y sus interesantes efectos en la percepción artística y la expresión creativa. Tras estos experimentos clínicos pioneros, se hizo muy poca investigación sobre esta área, hasta el descubrimiento casual del químico suizo Albert Hofmann de los efectos psicodélicos de la LSD-25 o dietilamida del ácido lisérgico. Tras la publicación del primer artículo clínico sobre la LSD a cargo de Werner A. Stoll a finales de los años cuarenta, este nuevo derivado semisintético del ergot, activo en cantidades increíblemente minúsculas, microgramos o gammas (millonésimas de gramo), se convirtió en una sensación en el mundo científico de un día para otro. El descubrimiento de los potentes efectos psicoactivos de la LSD inició lo que se ha conocido como la «edad de oro de la psicofarmacología». En un periodo relativamente corto de tiempo, el trabajo conjunto de bioquímicos, farmacólogos, neurofisiólogos, psiquiatras y psicólogos tuvo éxito a la hora de fijar las bases de una nueva disciplina científica que podríamos denominar «farmacología de la consciencia» o «investigación moderna de la consciencia». Las sustancias activas de otras plantas psicodélicas también fueron identificadas químicamente. Tras el descubrimiento de los efectos psicodélicos de la LSD-25, Albert Hofmann identificó el principio activo de los hongos mágicos mexicanos (Psilocybe mexicana), la psilocibina y la psilocina, y los del ololiuqui o semillas del dondiego de día (Ipomoea violacea), que resultó ser la monoetilamida de ácido lisérgico (LAE-32), muy relacionada con la LSD-25. El arsenal de sustancias psicodélicas fue posteriormente enriquecido con derivados psicoactivos de la triptamina, DMT (dimetiltriptamina), DET (dietiltriptamina) y DPT (dipropiltriptamina), sintetizados y estudiados por

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un grupo de químicos de Budapest dirigidos por Stephen Szara. Los principios activos del arbusto africano Tabernanthe iboga, la ibogaína, y los alcaloides de los ingredientes básicos de la ayahuasca Banisteriopsis caapi, conocidos bajo los nombres de harmalina, yageína y telepatina, ya se habían aislado e identificado químicamente a principios del siglo xx. En la década de los años cincuenta, estaban a disposición de los investigadores una amplia gama de alcaloides psicodélicos. Ahora se hacía posible estudiar sus propiedades en el laboratorio y explorar la fenomenología de sus efectos clínicos y su potencial terapéutico. La revolución desencadenada por el descubrimiento de Albert Hofmann estaba en marcha. A lo largo de esta excitante época, la LSD siguió siendo el centro de atención de los investigadores. Nunca antes una única sustancia había prometido tanto en tal variedad de campos de interés. Para los farmacólogos y los neuropsicólogos, el descubrimiento de la LSD significó el principio de una edad de oro de la investigación que prometía resolver muchas incógnitas relacionadas con los neurorreceptores, los neurotransmisores, los antagonistas químicos y las intrincadas relaciones bioquímicas que subyacían a los procesos cerebrales. Los psiquiatras experimentales vieron en la LSD un medio único para crear un modelo de laboratorio para las psicosis funcionales que se producen de forma natural o endógena. Tenían la esperanza de que la psicosis experimental producida por minúsculas dosis de esta sustancia podría proporcionar intuiciones profundas desconocidas hasta el momento sobre la naturaleza de estos misteriosos trastornos y abrir nuevas posibilidades para su tratamiento. De repente se podía concebir que el cerebro u otras partes del cuerpo podían, bajo ciertas circunstancias, producir pequeñas cantidades de una sustancia con efectos semejantes a la LSD. Lo que significaba que trastornos como la esquizofrenia tal vez no fueran enfermedades mentales, sino desequilibrios metabólicos que podrían ser contrarrestados con intervenciones químicas específicas. La promesa de una investigación de esta naturaleza era nada menos que cumplir con el sueño de los clínicos orientados biológicamente, el Santo Grial de la psiquiatría: una cura en tubo de ensayo para la esquizofrenia. Los psicoterapeutas hallaron que la LSD era una herramienta con un potencial único para profundizar y acelerar el proceso terapéutico, ampliando la gama de aplicación de la psicoterapia a categorías de pacientes a los que hasta entonces había sido muy difícil o imposible acceder: alcohólicos, adictos a diferentes narcóticos y criminales reincidentes entre otros. Particularmente valiosos y prometedores fueron los estudios pioneros dirigidos a aliviar el dolor físico y el malestar emocional en pacientes terminales de cáncer. Esta investigación, que se está replicando actualmente, mostró que la LSD era útil para aliviar dolores físicos y diversos síntomas emocionales y psicosomáticos,

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Prólogo

como la depresión, la tensión general y el insomnio, la angustia del miedo a la muerte, y para aumentar la calidad de vida en los días que les quedaban y transformar positivamente la experiencia del morir. La LSD fue también recomendada como un extraordinario, aunque poco convencional, instrumento de enseñanza que haría posible que los psiquiatras, psicólogos clínicos, estudiantes de medicina y enfermeras se pasaran unas horas en un mundo semejante al de sus pacientes y, a resultas de ello, comprenderlos mejor, ser capaces de comunicarse con ellos de un modo más eficaz y, con suerte, tener más éxito a la hora de tratarlos. Miles de profesionales de la salud mental aprovecharon esta oportunidad única. Estos experimentos tuvieron resultados sorprendentes. No solo proporcionaron profundas intuiciones sobre el mundo de los pacientes psiquiátricos, sino que además revolucionaron la comprensión de la naturaleza y las dimensiones de la psique y la consciencia humana. Para los historiadores y críticos de arte, los experimentos con LSD proporcionaron nuevas y extraordinarias intuiciones sobre la psicología y psicopatología del arte, en particular de las pinturas y esculturas de diversas culturas denominadas «primitivas» y de pacientes psiquiátricos, así como de diversos movimientos modernos como el abstraccionismo, el impresionismo, el cubismo, el surrealismo y el realismo fantástico. En el caso de pintores profesionales que participaron en ensayos con LSD, la sesión psicodélica a menudo marcaba un cambio radical en su expresión artística. La experimentación con LSD también aportó observaciones fascinantes de gran interés a los maestros espirituales y a los estudiosos de las religiones comparadas. Las experiencias místicas que se observaban con frecuencia en las sesiones con LSD y psilocibina ofrecieron una nueva comprensión en el campo de la psicología de la religión y de una amplia gama de fenómenos del ámbito espiritual, incluyendo el chamanismo, los ritos de paso, los antiguos misterios de muerte y renacimiento, las religiones y filosofías orientales y las tradiciones místicas del mundo. El hecho de que la LSD y otras sustancias psicodélicas fueran capaces de inducir una amplia gama de experiencias espirituales se convirtió en el centro de un acalorado debate científico que giraba en torno a la naturaleza, el valor y la autenticidad de este misticismo «instantáneo» o «químico». Como demostró el Dr. Walter Pahnke en su famoso experimento del Viernes Santo, las experiencias místicas producidas por los psicodélicos no se distinguen de las descritas en la literatura mística. Este descubrimiento, que fue confirmado recientemente por un estudio meticuloso realizado por el equipo de Roland Griffiths y William Richards en la Universidad Johns Hopkins, tiene importantes consecuencias. La investigación con LSD, psilocibina y otras sustancias psicodélicas parecía estar en camino de satisfacer todas estas promesas y expectativas, hasta

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que fue repentinamente interrumpida a causa del uso masivo no supervisado de estas sustancias por las jóvenes generaciones de la década de 1960 y la contracultura, tanto en EE. UU. como en otros países occidentales. Las medidas administrativas, legales y políticas fueron efectivas únicamente a la hora de detener las investigaciones científicas legítimas que se estaban realizando, pero tuvieron muy poco efecto y fracasaron en el intento de reducir el uso recreativo de la LSD y otros psicodélicos. Estas medidas dieron lugar a la aparición de un mercado negro con productos de dudosa calidad y dosis desconocidas, y crearon una situación absurda en la que los adolescentes tenían un mayor acceso e información sobre estas sustancias que los psicólogos y psiquiatras convencionales. En 1966 Robert Kennedy, cuya esposa se había beneficiado de la experiencia de haber sido tratada con LSD, cuestionó a los funcionarios de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y del Instituto Nacional de Salud Mental durante su intervención en la subcomisión sobre LSD. Quería saber por qué estaban siendo interrumpidos la mayoría de proyectos de investigación con LSD que se estaban realizando en aquel momento en EE. UU. Robert argumentó: «Hemos dado tanto énfasis y atención al hecho de que esta sustancia puede ser peligrosa y dañar a un individuo que la use, que tal vez hemos perdido de vista el hecho de que puede ser muy útil en nuestra sociedad si se usa correctamente». Defendió la investigación de la LSD, señalando que era extraño detener la investigación científica con sustancias psicodélicas precisamente en un momento en el que millones de estadounidenses las estaban usando. De hecho, esta situación debería haber hecho imperativo el adquirir la mayor cantidad de información posible sobre estas sustancias. La legislación draconiana que interrumpió la investigación legítima de las sustancias psicodélicas durante cuatro décadas no estaba basada en ninguna evidencia científica y, de hecho, ignoraba los datos clínicos que existían en aquel momento. La seguridad de la terapia psicodélica cuando se lleva a cabo en un entorno clínico fue demostrada por el estudio de Sidney Cohen publicado en 1960 basado en información extraída de más de 25.000 sesiones psicodélicas, en el que mostraba que los problemas asociados a estas sustancias, como flashbacks, reacciones psicóticas o intentos de suicidio, eran mínimos. Cohen llegó a la conclusión de que la terapia con LSD parecía ser mucho más segura que otros procedimientos utilizados rutinariamente en los tratamientos psiquiátricos, como la terapia de electroshock, la terapia por coma insulínico (para ambas un 1% de mortalidad era considerado un riesgo médico aceptable) y, particularmente, la lobotomía prefrontal desarrollada por el ganador del premio Nobel Egas Moniz, que causaba daños irreversibles en el tejido cerebral y que fue ampliamente utilizada en la primera mitad del siglo xx.

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Prólogo

No solo fue la cultura en su conjunto la que no estaba preparada para la experiencia psicodélica; lo mismo ocurrió con las profesiones relacionadas con la salud. Para la mayoría de psiquiatras y psicólogos, la psicoterapia significaba diálogos cara a cara o la libre asociación en el diván. Las emociones intensas y las manifestaciones físicas dramáticas de las sesiones psicodélicas les parecían muy cercanas a las que solían asociar con la psicopatología. Les costaba imaginar que dichos estados pudieran ser curativos y transformadores. A causa de ello, no confiaban en los informes sobre el extraordinario poder de la psicoterapia con psicodélicos que provenían de colegas que habían tenido el suficiente valor de hacer este tipo de terapia ni en las valoraciones positivas de sus pacientes. En uno de mis primeros libros sugerí que el potencial de la LSD y otros psicodélicos era, para la psiquiatría y la psicología, comparable al valor que había tenido el microscopio para la biología y la medicina o el telescopio para la astronomía. Mi posterior experiencia con los psicodélicos no hizo más que confirmar esta impresión inicial. Dichas sustancias funcionan como amplificadores no específicos que aumentan la catexis (carga energética) asociada con los profundos contenidos inconscientes de la psique y los hace disponibles para su procesamiento consciente. Esta singular propiedad de los psicodélicos hace posible estudiar las profundas corrientes psicológicas que gobiernan nuestras experiencias y comportamientos a una profundidad que no puede ser igualada por ningún otro método o herramienta disponible para la psiquiatría y psicología convencionales. Además, ofrece oportunidades únicas para sanar los trastornos emocionales y psicosomáticos, para la transformación positiva de la personalidad y para la evolución de la consciencia. Naturalmente, las herramientas con este poder poseen mayor riesgo que las herramientas más conservadoras y menos eficaces aceptadas y utilizadas por la psiquiatría convencional, como la psicoterapia verbal o la medicación mediante tranquilizantes. Pero la investigación clínica ha demostrado que dichos riesgos pueden minimizarse mediante un uso responsable y un control cuidadoso del set (que incluye el estado mental y emocional, las motivaciones, intenciones y expectativas del sujeto respecto a la sesión; la preparación para la sesión y y el concepto de la naturaleza de la experiencia con psicodélicos que tiene el terapeuta o guía, entre otros elementos) y el setting (que se refiere al contexto o ambiente, tanto físico como interpersonal, y a las circunstancias concretas bajo las que se administra la sustancia). Para todos aquellos que tuvimos la oportunidad y el privilegio de explorar y experimentar el extraordinario potencial de los psicodélicos, su prohibición fue una pérdida trágica para la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia. Tuvimos la sensación de que estos desarrollos desafortunados acabaron con la que

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probablemente fue la mayor oportunidad en la historia de dichas disciplinas. Si hubiera sido posible evitar la innecesaria histeria de masas y seguir con una investigación responsable de los psicodélicos, sin duda habrían transformado radicalmente la teoría y la práctica de la psiquiatría. Considero que las observaciones hechas a partir de estas investigaciones tienen el potencial de iniciar una revolución en la comprensión de la psique y consciencia humanas comparable al profundo cambio conceptual que la física moderna experimentó en las primeras tres décadas del siglo xx en relación con sus teorías referentes a la materia. Este nuevo conocimiento podría convertirse en una parte integral de un amplio y nuevo paradigma científico del siglo xxi. En la actualidad, cuando han pasado más de cuatro décadas desde que terminara oficialmente la investigación con los psicodélicos, puedo intentar valorar la historia pasada de estas sustancias y ver un poco su futuro. Tras haber conducido personalmente, a lo largo de los últimos cincuenta años, más de cuatro mil sesiones psicodélicas, he desarrollado una gran reverencia y respeto por dichos compuestos y su enorme potencial, tanto negativo como positivo. Son poderosas herramientas y, como cualquier herramienta, pueden utilizarse hábilmente, ineptamente o destructivamente. El resultado dependerá críticamente del set y el setting. La pregunta de si la LSD es una medicina extraordinaria o una droga diabólica tiene tan poco sentido como una pregunta semejante sobre el potencial positivo o negativo de un cuchillo. Naturalmente, tendremos un informe distinto de un cirujano que basa su juicio en operaciones con éxito o del jefe de policía que investiga asesinatos cometidos con cuchillos en los callejones de Nueva York. Un ama de casa lo considerará básicamente como un útil instrumento de cocina y un artista lo empleará para tallar esculturas de madera. Tendría poco sentido juzgar la utilidad y peligro de los cuchillos observando a niños que juegan con ellos sin la madurez y habilidad adecuadas. Hasta que comprendamos claramente que los resultados de la administración de los psicodélicos se ven críticamente influenciados por los factores del set y el setting, no hay esperanza de decisiones racionales en relación con las políticas sobre las sustancias psicodélicas. Creo firmemente que los psicodélicos pueden utilizarse de tal modo que los beneficios superen a los riesgos. El hecho de que los psicodélicos regresen o no a la psiquiatría y vuelvan a formar parte del arsenal terapéutico es un problema complejo y su solución probablemente se vea determinada no solo por los resultados de las investigaciones científicas, sino por factores políticos, legales, económicos y de psicología de masas. Sin embargo, considero que la sociedad occidental está en la actualidad mucho mejor preparada para aceptar y asimilar estas sustancias de lo que lo estaba en la década de los años cincuenta del siglo pasado. En la época en que los psiquiatras y psicólogos empezaron a experimentar con

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Prólogo

LSD, la psicoterapia se limitaba a los intercambios verbales entre terapeutas y clientes. Las emociones intensas y el comportamiento activo se denominaban acting-out (una suerte de expresión dramática) y se consideraban una violación de las normas terapéuticas básicas. Las sesiones psicodélicas estaban en el otro lado del espectro y evocaban emociones dramáticas, excitación psicomotora e intensos cambios perceptivos. Por lo tanto, parecían estados semejantes a los que los psiquiatras consideraban patológicos e intentaban reprimir por todos los medios, más que condiciones a las que se podía atribuir un potencial terapéutico. Lo cual se vio reflejado en los términos «alucinógenos», «delirógenos», «psicotomiméticos» y «psicosis experimentales», utilizados inicialmente para referirse a los psicodélicos y los estados producidos por ellos. Las últimas décadas han aportado muchos cambios revolucionarios que han influido profundamente en el mundo de la psicoterapia. La psicología humanista y la psicología transpersonal han desarrollado poderosas técnicas experienciales que acentúan las regresiones profundas, la expresión directa de emociones intensas y el trabajo corporal que conduce a liberar energías físicas. Entre estos nuevos enfoques de autoexploración están la Gestalt, la bioenergética y otros métodos neorreichianos, la terapia primal, el rebirthing y la respiración holotrópica. Las experiencias internas y las manifestaciones externas de estas terapias, así como sus estrategias terapéuticas, tienen una gran similitud con las observadas en las sesiones psicodélicas. Estas estrategias terapéuticas, sin el uso de sustancias, implican no solo un espectro de experiencias semejantes, sino también desafíos conceptuales similares. El resultado es que, para los terapeutas que practiquen en esta línea, la introducción de los psicodélicos representaría el siguiente paso lógico, más que un cambio dramático en su práctica. Incluso más alentadora que los cambios en la cosmovisión científica, que en el pasado era un serio obstáculo a la hora de aceptar los descubrimientos de la investigación psicodélica, es la relajación de las cortapisas administrativas y legales que en el pasado impedían la experimentación con psicodélicos. Actualmente, no solo asistimos a un renacimiento significativo del interés por las sustancias psicodélicas en los círculos académicos, sino a la emergencia en todo el mundo de nuevas investigaciones clínicas y programas de investigación de laboratorio que exploran los efectos de estas notables sustancias. Estas novedades engendran esperanzas de que en un futuro los psicodélicos regresarán a manos de terapeutas y experimentadores responsables. El libro del Dr. Iker Puente repasa tanto las investigaciones realizadas en las décadas de 1960 y 1970, como el momento y los motivos que llevaron a detener los estudios que se estaban realizando y a la prohibición de estas sustancias, hasta llegar al retorno de esta investigación a finales de la década de

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1990 y principios del milenio; así como el renacimiento de la investigación que se está produciendo actualmente. Y lo hace de la mano de sus protagonistas: los/as investigadores/as, psiquiatras y psicólogos/as que han estudiado y estudian actualmente el potencial de estas sustancias para el tratamiento de diferentes trastornos psicológicos y emocionales, para la creatividad y la resolución de problemas y para inducir experiencias místicas, entre otros usos. El libro describe con detalle el momento en el que se encuentra esta investigación en la actualidad, y apunta hacia el futuro de este floreciente y prometedor campo de estudio. La rica y completa información contenida en el libro puede resultar muy beneficiosa para el futuro de la investigación y la psicoterapia con sustancias psicodélicas, al hacer accesible con un lenguaje ameno y sencillo este conocimiento a un público amplio que desee informarse sobre este campo. Stansilav Grof Mill Valley, California, febrero de 2017

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