INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA DE UNA VILLA ROMANA DE LA BASE NAVAL DE ROTA (CADIZ).

June 14, 2017 | Autor: M. Reinoso del Río | Categoría: Roman Villae, Villas Romanas
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Descripción

III ACTIVIDADES DE URGENCIA Volumen 1

ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA / 2000

ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA 2000 ACTIVIDADES DE URGENCIA INFORMES Y MEMORIAS Volumen 1

Dirección General de Bienes Culturales

ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA 2000. III-1 Abreviatura: AAA’2000.III-1 Coordinación de la edición: Dirección General de Bienes Culturales Servicio de Investigación y Difusión del Patrimonio Histórico. C/. Levies, 27 41071 Sevilla Telf. 955036900 Fax: 955036943 Gestión de la producción: Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales. Área de Programas de Cooperación Cultural y de Difusión e Instituciones del Patrimonio Histórico. © de la edición: Junta de Andalucía. Consejería de Cultura. © de los textos y fotos: sus autores. Edita: Junta de Andalucía. Consejería de Cultura. Impresión: RC Impresores, S.C.A. ISBN de la obra completa: 84-8266-330-5 ISBN del volumen III-1: 84-8266-333-X Depósito Legal: SE-59-2003-III-1

INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA DE UNA VILLA ROMANA DE LA BASE NAVAL DE ROTA (CADIZ). MURRAY C. McCLELLAN MARÍA CRISTINA REINOSO DEL RÍO JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ LÓPEZ MICHAEL MACKINNON

Resumen: Durante la prospección de la Base Naval de Rota en 1996, se identificaron restos arqueológicos en dos áreas que estaban en potencial peligro de destrucción por la erosión y las actividades habituales de la Base. El segundo yacimiento (Yacimiento A) consiste en los restos de una villa romana, donde la casi totalidad de sus huellas arqueológicas fueron seriamente destruidas durante la construcción de la pista de la Base en 1956. El objetivo de esta excavación de urgencia era recuperar un registro lo más completo posible. Abstract: During the 1996 survey of NAVSTA Rota, archaeological remains in two areas were identified as being in potential danger of further disruption from erosion and the normal activities of the Base. The second site (Site A) consists of the remains of a Roman villa, almost all archaeological traces of which were seriously disrupted during the construction of the base runway in 1956. The goal of this rescue excavation was to recover as complete a record as possible. INTRODUCCIÓN. UN REPASO GENERAL A LA ARQUEOLOGÍA DE LA BASE NAVAL DE ROTA Algunos yacimientos arqueológicos de la zona han sido investigados hasta la fecha. Durante la construcción de la Base Naval se descubrieron testimonios de época histórica1 , junto a estructuras subterráneas calcolíticas, cerca de la desembocadura del río Salado. Allí mismo se han emprendido otras excavaciones de urgencia entre los años 1982 y 1987 que han aportado igualmente registro correspondiente a este periodo2 . En 1996, como parte del acatamiento de las últimas normas de reglamentación para la Base Naval de Rota, la Marina de los Estados Unidos se comprometió a asumir un estudio cultural y ambiental de la Base. Una parte de este estudio consistió en una prospección arqueológica que se realizó durante dos semanas. No se han encontrado materiales de los siglos II y I a.C. en los alrededores inmediatos a la Base Naval de Rota. No es hasta el siglo I d.C., cuando parece que el área se vuelve de nuevo a utilizar. Un sólido asentamiento del periodo imperial se ha hallado en el Rancho Machaca, al este de la Base (Yacimiento 16) y la villa romana, ubicada a pocos metros de la pista de la Base Naval y fechada entre el siglo I y el VI d.C., que ha sido explorada durante este Proyecto (Yacimiento A). Un depósito de ánforas asociado con una factoría de salazones fue descubierto durante la construcción de una carretera al exterior de la entrada a la Base desde El Puerto. Se ha fechado en el siglo III d.C.3 , aunque el tipo de ánfora encontrado sugiere que el deposito debería ser fechado en el siglo I d.C. 146

Unas quince tumbas de una necrópolis romana tardía (IV a V siglo d.C.) descubiertas en 1986 durante la construcción del área de Viviendas Españolas de la Base4 , se pueden asociar con el poblado de Rancho Machaca o con la villa romana de la Base, o tal vez con ambas. Una considerable cantidad de cerámicas andalusíes pertenecientes a los siglos XII a XIII ha sido recuperada en esta zona; una concentración importante en Rancho Quirós, que podría pertenecer a la alquería de «Flayna» anotada en el Libro del Repartimiento de Alfonso X en 1262. Las cerámicas desde el siglo XVI hasta el presente se encuentran por toda la región, atestiguando el rápido crecimiento de Rota y El Puerto de Santa María que sigue al descubrimiento del Nuevo Mundo. Los campos agrícolas alrededor de Rota y El Puerto fueron intensamente utilizados para la producción del aceite de oliva y el vino necesarios para la nueva población de América. Objetivos y metodología del Proyecto Durante 1996, en la prospección de la Base Naval de Rota se identificaron restos arqueológicos en dos áreas que estaban en peligro potencial de destrucción. Uno de estos yacimientos (Yacimiento A) consiste en restos de una villa romana, donde casi la totalidad de sus huellas arqueológicas fueron seriamente truncadas durante la construcción de la pista de aterrizaje de la Base en 1956. En 1996, los únicos restos arquitectónicos preservados de esta villa se encontraron en el lado norte de la pista, en una área que repetidamente ha sido aplanada y sufre la continua erosión del agua. Las actividades actuales en el área del Yacimiento A, que incluían la excavación de una zanja para cables de comunicación en el lado norte de la pista, representaban una amenaza mucho más seria e inmediata. Nuestro objetivo fue recuperar un registro completo de los datos arqueológicos. Con la pertinente autorización de la Dirección General de BB.CC. de la Junta de Andalucía, la intervención arqueológica de urgencia se inicio el viernes día 16 de junio del 2000 con la dirección de Murray C. Mc Clellan y María Cristina Reinoso del Río, finalizando el miércoles 19 de julio de ese mismo año. La investigación inicial de esta zona consistió en la excavación de una serie de sondeos comprobatorios, poco profundos, de 0,5 m de profundidad, a lo largo de una sección de este a oeste, donde estaba prevista la zanja para cables de comunicación. Estos sondeos comprobatorios indicaron que la parte más baja, estaba constituida por arena estéril y que

no había ningún resto arquitectónico. Esta conclusión inicial fue confirmada cuando la zanja fue excavada, mostrando la arena estéril y la ausencia de restos arquitectónicos romanos. Siguiendo con esta investigación inicial, se estableció un sistema de cuadriculas de 20 por 20 m de norte a sur del yacimiento A. La esquina noroeste de la cuadricula fue denominada A0. Cada una de las cuadriculas siguientes de 20 por 20 m de la línea A, empezando desde el norte, fueron denominadas A1, A2, A3, etc. Este mismo sistema se aplicó a las otras dos líneas de cuadrantes del sur de 20 m de ancho, líneas B y C. Este sistema de cuadriculas fue utilizado para el estudio intensivo de la superficie y para la localización de las unidades de excavación. Era evidente que los restos existentes en la villa romana habían sido seriamente alterados en las últimas décadas. La prospección del yacimiento A se organizó en grandes unidades de 20 por 100 m de largo (A0-4, A5-9, etc.). Cada cuadrante de 20 por 20 m fue subdividido en dieciséis unidades de 5 por 5 m, siendo la subdivisión noroeste denominada «a», la unidad de 5 por 5 inmediatamente al sur denominada «b», la unidad de 5 por 5 m inmediatamente al oeste de «a», denominada «e» y la unidad de 5 por 5 m del sur, inmediatamente de «e», nombrada «f», etc. En el cuadrante B4, por ejemplo, la unidad de excavación B4n está hacia el sur de B4m y hacia el oeste de B4j. La decisión de cual de las unidades de 5 por 5 m debía ser excavada, vino determinada por la presencia de piedra arenisca visible en la superficie erosionada. Lo que fue asumido en un primer momento terminó siendo correcto, ya que estas concentraciones de bloques de arenisca representaban la base de los muros. Toda la excavación se realizó siguiendo la estratigrafía natural del yacimiento que resultó ser extremadamente simple. La única capa significativa -un deposito de arcilla negra que contenía una densa concentración de materiales romanos- fue tamizada en una criba metálica de 20 mm. Todos los materiales no cerámicos y la cerámica clasificable (bordes, asas, bases) fueron recogidos en cada una de estas unidades y procesados en el laboratorio de la excavación, posteriormente registrados en la base de datos, y una selección representativa de los mismos fue dibujada y fotografiada. El sistema de registro empleado en la excavación del yacimiento siguió el sistema Harris5 , dándole características a cada nuevo depósito y un número diferente cuando se modificaban éstas. El sistema de numeración de los depósitos empezó con el 001 en la primera zona excavada, y pasó a la siguiente centena en la siguiente zona excavada; la unidad 100 fue el primer depósito encontrado en la segunda zona excavada, la unidad 101 fue el segundo depósito encontrado en B8b, la unidad 200 el primer depósito encontrado en la tercera zona excavada. En la práctica hubo varios temas logísticos que tuvieron que ser resueltos al tener que excavar a pocos metros de una pista militar activa, no el menos importante la necesidad de utilizar protecciones auriculares. La ayuda ofrecida por el Departamento de Trabajos Públicos y Control del Tráfico Aéreo fue imprescindible ya que permitió nuestros estudios en el yacimiento. La

naturaleza de los restos extremadamente alterados que encontramos en el yacimiento A (ninguno de los cuales era de valor significativo para emprender la preservación permanente del mismo), permitió investigar relativamente deprisa y con una mínima interrupción de las operaciones militares en la Base. EL YACIMIENTO A. LA VILLA ROMANA. El foco de este Proyecto fue registrar tanta información como fuera posible acerca de la villa romana localizada a lo largo del lado norte de la pista de aterrizaje de la Base Naval de Rota. Aunque está claro que muchos datos de este yacimiento romano se perdieron durante la construcción de la pista en 1956, la estratigrafía extremadamente simple y la mínima arquitectura conservada en el Yacimiento A nos ha permitido alcanzar nuestros objetivos sin interrumpir seriamente las actividades militares en la Base. Aunque por una parte, ha habido una virtual ausencia de cualquier detalle sobre su trazado arquitectónico, por otra, hemos sido extremadamente afortunados al registrar en nuestra excavación de la villa romana un rico conjunto de artefactos que nos permiten reconstruir su historia con un alto grado de precisión. La estratigrafía del Yacimiento A Las excavaciones en el Yacimiento A se concentraron sobre tres áreas separadas donde se preservaban trazas de la cimentación de piedra arenisca (Cuadrículas B8b-c y B8f-g; B6b y B6f; y B4i-j-m-n). En cada una de estas tres áreas se registró un estrato de tierra estéril muy cerca de la superficie. En muchos sitios un delgado nivel de arcilla oscura reposaba inmediatamente encima de esta arena estéril, sobremontada en algunas áreas por una cobertera marrón contenida por la escasa vegetación. La evidencia estratigráfica de la construcción de la villa romana fue detectada solamente en pocos lugares y no se había preservado ningún estrato directamente asociado con su uso. En el Cuadro B6f, se reveló un estrecho nivel de tierra grisácea (303) asociado con el muro de cimentación 310. Encima de este nivel había un estrato (302) de tierra ligeramente marrón conteniendo gravilla que puede ser asociada con la construcción de la moderna pista. Por encima de ambos, tanto del nivel 302, como del muro preservado de cimentación 310, había una arcilla negra (301) que contenía una densa concentración de artefactos romanos y restos de gravilla moderna. Finalmente, toda la cuadrícula fue cubierta por un delgado nivel de arenas móviles. Por lo que parece, la construcción en 1956 de la pista de la Base removió todos los depósitos estratigráficos directamente asociados con las fases de uso y abandono de la villa romana, dejando intactos solo unos pocos depósitos asociados con el inicio de la construcción de los muros. Después del abandono de la villa, ningún nivel de pavimento que pudiera haberse preservado ha sobrevivido a los movimientos de tierra para la construcción de la pista. El material relacionado con el uso y abandono de la villa parece haber 147

sido redepositado sobre los niveles aportados por la construcción de la pista, creando una «estratigrafía invertida», donde el material antiguo, romano, queda sobre el más reciente, los depósitos modernos. Esta interpretación de la estratigrafía del Yacimiento A ha sido confirmada por los análisis de una muestra del depósito de arcilla negra (006) de la Cuadricula B6b. Se observa que este material estaba compuesto de cuarzo, arena y limo, con bolsas de ceniza, hueso alterado, granos calcáreos aislados y otros fragmentos de conchas y tejidos vegetales, y que la arcilla orgánica gris oscura/marrón formaba capas o cubiertas alrededor de los granos. La muy heterogénea mezcla de componentes de los sedimentos de las muestras indica que no están formados in situ. El hecho de que el material orgánico esté convertido en humus sugiere que la arcilla originalmente había estado formada en un medio inundado o pantanoso. No es irracional sugerir que el depósito de arcilla negra, que fue encontrado sobrepuesto a lo más bajo de los muros de cimentación detectados en la excavación, y que proporcionó tanto material romano como el encontrado en superficie, originalmente habría sido formado después del abandono de la villa, cuando el área pasó a quedar bajo un área encharcada salitrosa. Después de haber sido removida y redepositada por la construcción de la pista, la arcilla negra junto a los materiales romanos, y partes de moderna gravilla calcárea que se había incrustado en ella fácilmente, podrían haberse adherido alrededor de los bloques de arenisca de la cimentación en la posición en la que lo registramos.

LÁM. I. Zona Oeste del yacimiento.

toscos bloques de arenisca local, existiendo un afloramiento en la cercanía inmediata de la villa. Otros detalles arquitectónicos pueden ser determinados del material de construcción visible en superficie: bloques de sillares, ladrillos, fragmentos marmóreos de revestimiento y tejas. En la Cuadricula más oriental, B8f-g, dos muros de cimentación (1310 y 1311) forman la esquina de una estructura. Inmediatamente a su oeste, en la Cuadricula B8b-c, otras dos cimentaciones se unen en ángulo recto (110 y 111). Los muros

El delgado depósito de tierra marrón oscura encontrado en las depresiones superficiales, que seguía el curso de los muros de cimentación, indudablemente estaba datando la construcción de la villa. Desgraciadamente, sólo uno de los depósitos de fundación excavados (014 en la Cuadricula B6b) aportó algún artefacto, un único fragmento no diagnóstico del cuerpo de una cerámica común romana. La arena estéril infrapuesta que claramente predataba el establecimiento de la villa romana, pertenece en su mayoría al mismo periodo responsable de la formación de dunas eólicas del estrato superior del Yacimiento B, a unos 500 m. hacia el oeste. Borja y otros6 han correlacionado este periodo de formación de dunas (su D1) con el primer milenio a.C. Los numerosos artefactos líticos del Neolítico Final/Calcolítico encontrados en el Yacimiento A, como aquellos de la superficie del Arroyo Occidental, podrían haber pertenecido a un nivel ocupacional que habría sido enterrado por el sistema dunar D1, habiendo llegado a la superficie por la moderna actividad agrícola. La arquitectura del Yacimiento A Los únicos restos supervivientes de la arquitectura original de la villa romana son cortos tramos de los muros de cimentación que han sido descubiertos en tres áreas separadas del Yacimiento A, espaciados cada uno alrededor de 40 metros. (Lám. I) Estos muros de cimentación están compuestos de 148

LÁM. II. Cuadros B8c y B8g.

FIG. 1. Planta B8b-B8c y B8f-B8g.

de cimentación de ambas están compuestos de piedras particularmente grandes, apropiadas para el peso extra que tendrían que haber soportado. Al norte de la esquina formada por las cimentaciones 110 y 111 en la Cuadricula B8b-c, se descubrió una depresión superficial rellena con un depósito de arcilla negra (101), aparentemente restos de un muro (115) que originalmente lindaba con la esquina. En conjunto, las dos cimentaciones de esquina reveladas en las Cuadriculas B8f-g y B8bc, comparten un idéntico alineamiento y deben haber formado parte de una única estructura. (Fig. 1) (Lám. II) Una segunda serie de cimentaciones fue descubierta a unos 40 metros al oeste de B8f-g y B8b-c. En la Cuadricula B6f, un muro ligeramente curvado en la actualidad (310), puede haber sido el soporte de otra esquina. Como las esquinas 110/ 111 y 1310/1311 del este, el muro de cimentación 310 está compuesto de piedras mayores de lo normal. Inmediatamente al oeste, en la Cuadricula B6b, otra cimentación (010) corre aproximadamente paralela al muro 310. Tomadas en conjunto, los cimientos 310 y 010 aparecerían como pertene-

cientes a un único espacio estructural de aproximadamente 5 metros de ancho. (Fig. 2) Otros cuarenta metros al oeste de B6f y B6b, se reveló la tercera y más complicada serie de muros de cimentación. Sobre la zona oeste de este complejo, la excavación puso al descubierto una línea recta de arcilla marrón (405/702) que corría entre un muro absidal (412) y los escasos restos de otros muros (710). Este deposito de arcilla resultó haber rellenado superficialmente una cavidad, ligeramente irregular, con un ángulo más puntiagudo en el lado sur evidencia de como había sido excavado originalmente en las margas verdosas de los alrededores. Como no había ninguna relación estratigráfica directa entre esta cavidad 405/702 y los muros 412 y 710, y el depósito de arcilla marrón que lo rellenaba no contenía artefactos, existen posibilidades de que este rasgo sea el resultado de actividad moderna, quizá de la construcción de la pista en 1956 o de trabajos agrícolas previos. Por otro lado, la forma en que la cavidad fue cortada, sugiere que había sido realiza149

FIG. 2. Planta B6b y B6f.

da por una herramienta manual. El hecho de que corra directamente entre dos cimientos romanos, hace probable que ésta sea también de época romana. Si es así, podría haber sido el lecho para un desagüe, ya que fueron recuperados en superficie varios fragmentos pequeños de tuberías de plomo. Hacia el sur, un conjunto de cimientos cortos y curvados definen tres pequeños espacios. El situado más al norte de los tres, unido por los muros 510, 610, 611 y 615, al que se ingresaría desde el oeste, con una porción de un sillar de arenisca a modo de umbral que permanecía prácticamente in situ. En todo el lado este del espacio, existe un nicho pequeño formado por el curvamiento del muro 611 y por el umbral (612). Otro espacio, definido por los cimientos 615, 616 y 614, con ingreso por el oeste y este, también tenía un pequeño nicho formado por la intersección oblicua de las paredes 616 y 614. La forma exacta del tercer espacio, compuesto por los muros 614 y 613, no puede ser determinada porque su parte este no se ha preservado. Presumiblemente su acceso se practicaría por el este. (Fig. 3) (Lám. III) Aunque los tres espacios descubiertos en la Cuadricula B4n son las únicas porciones del complejo romano coherentemente preservadas, sólo podemos adivinar las funciones para las que estaban destinadas. En contraste con lo que 150

LÁM. III. Cuadros B4i y B4j.

parece ser un gran espacio al norte -si consideramos que la distancia de casi diez metros entre los muros 412 y 710/711, era un único espacio cerrado- los espacios pequeños irregulares de B4n parecerían impropios para cualquier función asociada con las domus urbanas. Sería más probable que estos espacios sirvieran para una función industrial o de almacenamiento. Entonces, tal vez no sea coincidencia que dos fragmentos de mortero se encontraran en esta cuadricula.

FIG. 3. Planta del complejo de muros en B4i, B4j, B4m y B4n.

151

En contraste con la naturaleza poco expresiva de la arquitectura conservada, el registro artefactual del yacimiento demuestra que esta villa romana era suntuosa y rica. Aunque no fue hallada intacta ninguna superficie de suelo, varios fragmentos de mortero rosado con la superficie lisa y pulida fueron recuperados en la prospección de superficie, y es posible que este material fuese usado en el pavimento de las estructuras más utilitarias del recinto. No se encontraron fragmentos de mosaico, pero las losas de mármol pudieron ser empleadas como opus sectile. El mármol también pudo ser utilizado en la villa como revestimiento de la pared, ya que se recuperó un fragmento de moldura decorativa esculpida en mármol blanco. La mayoría de los mármoles son de origen ibérico, aunque también los encontramos procedentes de Quíos7 , pudiendo haber sido adquiridos por un negociador y vendidos de nuevo al dueño de la villa cuando esta fue construida. Del resto del complejo de estructuras domésticas, agrícolas e industriales que componían la villa, las únicas pruebas conservadas, son las tejas y un pequeño fragmento de estuco que de alguna manera sobrevivió durante siglos al abandono de la villa y al posterior aplanamiento del yacimiento en 1956. El pequeño fragmento de estuco sólo conservaba restos de pintura roja. De los sistemas de cubierta sólo han sobrevivido las tejas, constante testimonio en el yacimiento. Un fragmento de tégula lleva la huella de la pata de un perro al pasar sobre las tejas que se secaban al sol antes de ser cocidas en el horno. Estos ecos de la vida cotidiana se han grabado también en otros yacimientos romanos8 . Cerámicas romanas El registro cerámico nos resulta crucial para poder interpretar la villa de la Base Naval de Rota. Sin embargo la ausencia de una estratigrafía significativa hace que los materiales sean relevantes para determinar los parámetros cronológicos generales de la construcción y posterior abandono de la villa, además de proporcionarnos información sobre la vida económica de la villa. La mayor parte del material recuperado durante la limpieza y posterior excavación de la villa romana, son cerámicas, en un total de 509 fragmentos identificables que se reparten de la siguiente manera: BORDES BASES GALBOS DECORADOS ASAS CARENAS PIVOTES CUELLOS PIQUERAS

317 90 51 39 5 4 2 1

62’2 17’6 10 7’6 0’9 0’7 0’3 0’1

% % % % % % % %

El material cerámico recuperado y objeto de este estudio se encuentra fragmentado en restos de pequeñas dimensiones, sin haberse recuperado ninguna pieza completa. Por otro lado, las superficies de las cerámicas se encuentran alteradas, tanto por sales como por la acción humana. 152

La cerámica identificada (sin contar determinados tipos de asas y galbos) es aproximadamente de 426 fragmentos, y se divide en varios grupos: CERÁMICA MODERNA CERÁMICA MEDIEVAL CERÁMICA ROMANA

24 2 400

5’6% 0’5% 93’9%

Los fragmentos de cerámica romana se estudian dividiéndolos en 4 categorías diferentes, dependiendo del uso de los mismos: CERÁMICA FINA DE MESA ELEMENTOS DE ILUMINACIÓN CERÁMICA DE ALMACENAMIENTO Y TRANSPORTE CERÁMICA DE COCINA

127 3

31’7 % 0’7 %

21 249

5’2 % 62’2 %

- Cerámica fina de mesa CAMPANIENSE A T. SIGILLATA ITÁLICA T. SIGILLATA GÁLICA T. SIGILLATA HISPÁNICA PAREDES FINAS AFRICAN RED SLIP WARE LATE ROMAN C

7 2 7 1 12 86 9

5’5% 1’5% 5’5% 0’8% 9’4% 67’7% 7’1%

Cerámica campaniense A. Pocos son los fragmentos recogidos (1 borde, 1 galbo decorado y 5 galbos informes, pero que conservaban barniz). El único borde no pudo clasificarse dadas las escasas dimensiones del mismo. Problema diferente se nos planteó con el fragmento de galbo de un vaso globular que presentaba una decoración de líneas a buril, pero que se encontraba bastante alterado por las sales que aparecían sobre la superficie del mismo. Su cronología puede abarcar desde el último cuarto del siglo III a. C. hasta mediados del siglo I a.C., considerándose como producto residual a partir de esta fecha. Terra Sigillata Itálica. Tan sólo dos fragmentos de galbo de reducidas dimensiones cuya única información es poder apuntar su presencia. Esta cerámica alcanza su mayor desarrollo entre mediados del siglo I a.C. y mediados del I d.C., se considera por ello como augustea. Terra Sigillata Gálica. Se han podido clasificar dos bordes que corresponden a las formas: Dragendorff 18/31 y Dragendorff 27. Son dos de los tipos más comunes de época romana, junto a otros 3 ó 4 tipos más, prueba de la estandarización de estas cerámicas. Estos talleres empiezan a fabricar cerámicas en el último cuarto del siglo I a. C, pero alcanzan su mayor difusión en época de Tiberio (15-20 d.C), perdurando hasta la primera mitad del s.II d.C9 .

Terra Sigillata Hispánica. Tan sólo pudo ser identificado como procedente del taller de Andujar un fragmento de galbo, gracias a las peculiares características que presenta la pasta. Su periodo de mayor desarrollo hay que situarlo hacia mediados del siglo I10 . Paredes finas. En este caso hemos podido identificar tipológicamente: Asimilable a la forma Mayet II. Presenta engobe quemado exterior e interior, lo que nos lleva a pensar en una forma tardía (posterior a Augusto), momento en que esta forma ha desaparecido de los mercados. Mayet IIIB. Se encuadraría en el tipo debido a su pasta grisácea, carencia de engobe y decoración a buril, que hacen pensar en un producto del área balear o catalana, que mantienen la tradición de fabricar cerámicas en pastas grises11 . Mayet XXXIV “cascara de huevo”. Ampliamente representado en la Península Ibérica y en parte del Imperio, se desconoce su centro de producción, pero en función de sus áreas de difusión, Mayet lo sitúa en la zona de Cádiz12 . Mayet XXXVII-XXXVIII. Se desconoce el área de producción, aunque en función de los mapas de difusión se localiza en torno al Valle del Guadalquivir13 .

FIG. 4. African Red Slip Ware.

La excavación nos ha proporcionado procedencias diversas como puede ser el fragmento de origen catalán y lo que es más normal, fragmentos de cerámicas béticas. Ambos tipos tienen una cronología similar, ya que los talleres locales empiezan a asentarse entre finales de Tiberio y comienzos de Claudio, momento en que Italia pierde el monopolio de la fabricación de cerámicas. African Red Slip Ware. (Fig. 4; Fig. 5; Fig. 6) Su cronología es amplia, puesto que comienza la producción a mediados del siglo II d.C., llegando hasta el VII d.C. Esta cerámica representa la mayor parte de los fragmentos de cerámica fina recogidos en la excavación de la villa romana. De estos, aproximadamente la mitad han podido ser catalogados tipológicamente. Formas BORDES BASES CARENAS GALBOS FONDOS 1 HAYES 4 HAYES 9 A 1 HAYES 10 A 1 HAYES 28 2 HAYES 50 A y B 13 7 HAYES 57 2 HAYES 61 A 2 HAYES 67 4 HAYES 91 A/B ó 92 1 HAYES 99 A/B 3 HAYES 104 A 4 ESTAMPADA 2

FIG. 5. African Red Slip Ware.

153

Hayes 4 . Cronología de mediados del siglo I a mediados del II d.C. Su presencia tan escasa no es rara si tomamos como referencia el yacimiento de Baelo Claudia14 . (Fig. 4. 1) Hayes 9 A. Presenta decoración burilada en el borde. Es uno de los tipos más representados en Baelo Claudia15 , en un momento temprano de la fabricación de este tipo de cerámicas, principios-mediados del siglo II d.C. (Fig. 4. 2) Hayes 10 A . Incluido en la variante A por la forma y la decoración a buril. Su cronología es de principios del siglo II d.C. (Fig. 4. 3) Hayes 28. Cronología de principios del siglo III d.C. (Fig. 4. 4-5) Hayes 50. Se encuentran las dos variantes en el yacimiento. Esta forma esta ampliamente representada en los yacimientos de la costa Mediterránea, en Mérida y en Conimbriga, Baelo Claudia16 , y ejemplares de la excavación de urgencia de Calle Luna, en el Puerto de Santa María17 . Cronología de la forma 50 A 230-325 d.C. Forma 50 B 350-400 d.C. (Fig. 4. 6-7; Fig. 5. 1-3) Hayes 57. Es una forma poco representada en la Península Ibérica, quizá por su parecido con la forma Hayes 58. Cronología 325-400 d.C. (Fig. 5. 4) Hayes 61 A. Abundante dentro de yacimientos como Ostia, Cartago y Sao Cucufate, y Baelo Claudia, donde aparece asociada a la forma Hayes 5018 . También aparece en el Puerto de Santa María, en Plaza Peral19 y Calle Luna20 . Cronología 325-400/420 d.C. (Fig. 5. 5-6) Hayes 67 . Cronología entre 360-470 d.C. Aparece medianamente representada en Baelo Claudia21 , también en las excavaciones del Puerto de Santa María22 . (Fig. 5. 7-8) Hayes 91 A/B ó Hayes 92 . No podemos precisar a cual de las dos formas pertenece, así como tampoco de que variante de 91. Cronología de mediados y finales del siglo V d.C, para la variante A, y entre el 450-530 para la variante B. Forma ampliamente representada en Baelo Claudia, donde la cronología se retrasa hasta el s. IV (370-385)23 . También aparece en las excavaciones de Plaza Peral24 . (Fig. 6. 1-3) Hayes 99 A/B. Imposible determinar a que variante corresponden, ya que carecemos de cuerpo y base. Cronológicamente se sitúa 510-580 d.C. Esta forma aparece abundantemente en Baelo Claudia25 , y en el Puerto de Santa María26 . (Fig. 6. 4-5) Hayes 104 A. Presenta grandes similitudes con la forma Hayes 105, por lo que suele aparecer como Hayes 104/105, para el caso de Baelo Claudia, Plaza Peral y Calle Luna27 . En ambos casos son las cerámicas más numerosas. Se las puede considerar como las últimas producciones de sigillata africana, situándose cronológicamente entre el 530-580 d.C. (Fig. 6. 6-7) 154

FIG. 6. African Red Slip Ware.

Decoraciones. Un fragmento que representa una flor de ocho pétalos, inscrita en un círculo, motivo que se clasifica dentro del tipo Ai con una cronología entre el 320-350 d.C28 . (Fig. 6. 8) El otro representa un circulo central alrededor del que se disponen una serie de hojas. El motivo parece ser algo defectuoso, ya que las hojas no guardan relación entre sí. Podría clasificarse dentro del tipo Aii con una cronología entre el 350-420 d.C29 . (Fig. 6. 9) Late Roman C. (Fig. 7) Cerámica de origen oriental que alcanza gran difusión a lo largo del Mediterráneo, hasta alcanzar las costas Atlánticas, entrando en competencia con las sigillatas africanas. Se desarrolla entre el siglo IV y el VI. Hayes 3 F. Tan sólo dos ejemplares presentan diferente coloración en el exterior que en el interior, exterior marronáceo, mientras que el interior es rojizo. Nos encontramos con un fragmento que presenta decoración de ruedecilla en el borde exterior. Dentro de los ejemplares encontrados un ejemplar entraría dentro de la categoría de variantes pequeñas de Hayes 3 F30 . En Baelo Claudia no es muy abundante31 . También se han documentado en el Puerto de Santa María32 .

Keay VI. Similar origen y procedencia. Cronología siglo III-V d.C. Keay XIX. Su centro de producción se sitúa en el Sur de la Península Ibérica, se relaciona con el transporte de salazones. Cronología de mediados del siglo III a mediados del V. En Puerto de Santa María se han recogido ejemplares pertenecientes a esta forma36 . Cerámicas de cocina. AFRICANA DE COCINA COMÚN A TORNO LENTO COMÚN DE COCINA

28 1 220

11’2 % 0’4 % 88’3 %

Cerámica africana de cocina. (Fig. 8; Fig. 9) Es una serie de vasos en cerámica común empleados para uso doméstico que se desarrollan desde el siglo I d.C. y se producen en regiones del África septentrional. Se distinguen del resto de cerámicas comunes locales por presentar una pátina cenicienta o blanco-grisácea, en la pared externa y un pulido a bandas o estriado, y en ocasiones engobe, sobre la pared interna37 . El área de producción se ha localizado en las regiones centrales de Tunicia, y al norte de Túnez, concretamente en la región de Cartago38 . Los fragmentos encontrados durante la excavación han sido clasificados teniendo en cuenta diversas tipologías39 .

FIG. 7. Late Roman C.

Cerámicas de almacenamiento y transporte. DOLIA ÁNFORAS

1 20

4’7 % 95’2 %

En el transcurso de la excavación, se han recuperado fragmentos de bordes y pivotes de ánfora, siendo sólo posible la identificación de 13 bordes: MAÑÁ C2 DRESSEL 7/11 ó BELTRÁN Ic KEAY V, AFRICANA II A, BELTRÁN 56 KEAY VI, AFRICANA II C KEAY XIX, ALMAGRO 51 A-B, BELTRÁN 52

1 7’7 % 6 46’1 % 1 7’7 % 4 30’7 % 1 7’7 %

Mañá C2. Producción local, constatada en numerosos alfares de la Bahía de Cádiz33 . Aunque cronológicamente se puede remontar hasta el siglo III a.C., en los yacimientos gaditanos se documenta a finales del siglo I a.C, acompañando en muchas ocasiones a las ánforas Beltrán I. Su finalidad era el transporte de salazones. Dressel 7/11. Ánforas de salsas o salazones34 . Son también una producción local y suelen acompañar a las ánforas Mañá C2, aunque cronológicamente su perduración es mayor, ya que pueden llegar hasta principios del siglo II d.C. Es la forma anfórica más representada en el conjunto de la excavación. Keay V. Ánfora tunecina con cronología de fines del siglo II-principios del III, hasta finales del IV-principios del siglo V d.C35 .

CAZUELAS CON ENGOBE INTERIOR HAYES 23 B 2 7’1 % CAZUELAS CON PATINA CENICIENTA HAYES 197 7 25 % OSTIA III, 324 1 3’5 % OSTIA III, 108 4 14’2 % OSTIA II, 302 2 7’1 % TAPADERAS OSTIA I, 261 12 42’8 % Hayes 23 B. Vasijas que presentan la superficie interior cubierta con un engobe anaranjado similar al de las producciones ARSW de Túnez. Pueden presentar en ocasiones la superficie exterior con una patina cenicienta. El pequeño labio interior y la patina al exterior, nos permiten clasificarlas dentro de la variante B40 . Su cronología es amplia ya que es una forma que aparece a mediados del siglo II, llegando su producción hasta el siglo V. (Fig. 8. 1-2) Hayes 197, Ostia III, 267. Se trata de una cazuela con borde almendrado, que presenta patina cenicienta al exterior. Esta forma empieza a documentarse a partir de inicios del siglo II perdurando hasta un momento indeterminado del V d.C. (Fig. 8. 3-6) Ostia III, 324. Cazuela de pequeñas dimensiones, presenta engobe interior y exterior, lo que hace llevar su cronología hasta un momento avanzado del siglo VI. (Fig. 8. 7) Asimilable a Ostia III, 108. Presentan características parecidas a esta forma, aunque el borde almendrado atrofiado ha 155

FIG. 8. Africana de Cocina.

FIG. 9. Africana de Cocina y Cerámica común de cocina.

pasado a ser más bien un borde exvasado y prácticamente cuadrado, conservando una o dos acanaladuras para la tapadera. Es una forma tardía, de los siglos IV y V.

ción de la comida bien directamente sobre el fuego (ollas, cazuelas, tapaderas...), o como elementos que intervienen en la preparación (morteros, embudos, jarros, jarras...)42 .

Ostia II, 302. Plato-tapadera de borde recto, sin apenas diferencia entre este y el cuerpo. Se data en época augustea y la primera mitad del siglo II d.C., siendo a partir de entonces considerada como una forma residual. Ostia I, 261. Plato tapadera de borde engrosado. Su cronología es posterior a mediados del siglo II, llegando hasta el V. (Fig. 9. 1-5) Cerámica a torno lento. (Fig. 9. 8) En la excavación sólo hemos encontrado un fragmento cerámico que pueda incluirse dentro de este apartado. Se trata de un borde de tapadera, de color grisáceo. Ejemplares cerámicos fabricados a torno lento se han encontrado en excavaciones como Baelo Claudia (donde no se han estudiado), y en el Puerto de Santa María41 . Común de cocina. Generalmente se trata de vasijas cuyo acabado es poco cuidado y cuya función principal es la de servir para la elabora156

TAPADERAS OLLAS CUENCO-MORTERO BOTELLAS BASES

46 96 36 17 25

43’6 20’9 16’3 7’2 11’3

% % % % %

Tapaderas. Cabe destacar la presencia de bordes como de pomos que se caracterizan por su fondo plano en el que son visibles las marcas de torno. Entre los bordes predominan los ejemplares con un pequeño resalte interior para ajuste con la ranura de la olla, y ejemplares con el borde prácticamente plano, que en ocasiones presentan los bordes negruzcos. (Fig. 9. 6-7) Ollas.- Vasijas generalmente más altas que anchas, cuya función principal es la de servir de recipiente que se coloca al fuego para cocinar. En la excavación se ha encontrado una variedad de formas que nos ha llevado a distinguir cuatro grupos. El primero, presenta un borde vuelto más o menos pegado a la pared. Un segundo grupo se caracterizaría por presentar un borde grueso, prácticamente triangular, que suele presentar dos acanaladuras en la parte superior del labio, cuerpo con tendencia a ser ovoide, la pasta es rojiza, mientras que las superficies exteriores presentan un ennegreci-

miento bien por pátina o por uso. Un tercer grupo lo forman todas aquellas ollas que presentan por lo menos una ranura interior para poder apoyar la tapadera, este es el grupo más numeroso y a la vez el más variado, ya que la ranura puede ser más o menos gruesa, y en ocasiones puede ser doble. Un cuarto grupo, se caracteriza por presentar un borde estrecho, y más o menos plano, que puede presentar molduras al exterior o no. Cuencos/Morteros. Los ejemplares encontrados no nos permiten diferenciar entre cuenco o mortero, ya que sólo tenemos pequeños fragmentos de borde, sin presentar restos de pico para verter. Tres de los fragmentos presentan un borde bífido, aunque uno de ellos presenta un borde exterior cuadrangular y conserva restos de un asa horizontal. El otro ejemplar presenta un borde más complicado, ya que tiene tendencia a ser triangular, presentando acanaladura en el borde, y un entrante triangular en la parte interior, mientras que al exterior es completamente liso. Todos los ejemplares están realizados en pastas ocres o anaranjadas, con gruesas partículas de degrasante. Jarras/os, Botellas. Ante la imposibilidad de distinguir entre un tipo y otro, hemos agrupado todos los ejemplares encontrados en la excavación, ya que solamente disponemos de bordes. Sus formas son variadas, desde labios cuadrangulares, a ligeramente triangulares, planos y redondeados, inclinados al exterior o en forma de gancho inclinados al interior. También los hay que presentan un gollete en la parte inferior que separa borde de cuello. Monedas De las 49 monedas de bronce recuperadas en la prospección y excavación de la Base Naval de Rota, solo 12 estaban suficientemente bien conservadas para su identificación. De éstas, una acuñada en Gadir pertenece a la segunda mitad del siglo III a.C. y es la pieza más antigua43 . Otra moneda fue acuñada durante el reinado de Galieno (260-268 d. C.). Las 10 monedas legibles restantes pertenecen a un lapso cronológico muy limitado entre el 334 y el 361 d. C., en su mayoría AE-3 y AE-4 de Constante44 . Aunque la muestra de monedas es limitada, sugiere que la villa experimentó un significativo crecimiento económico durante el siglo IV d. C. Por otro lado, el hecho de que no se hayan recuperado monedas más tardías del siglo IV, V o VI d. C., no se puede considerar prueba de que la villa sufriera un declive económico durante esos siglos, dado el gran volumen de cerámica fina importada de ese periodo recuperado en el yacimiento. Un fenómeno similar se detecta en la villa romana de La Olmeda, donde las monedas más tardías se fechan al inicio del siglo V d. C., aunque la evidencia cerámica indica que la villa prosperó después de esa fecha. Como puntualiza Campo, las cecas romanas occidentales virtualmente cesaron su producción en el siglo V d. C. y monedas más antiguas continuaban en circulación aún después de la fecha de acuñación45 . El mismo fenómeno ha sido constatado en

el Puerto de Santa María a través de la intervención en Calle Ganado46 . Vidrios En comparación con el número de cerámicas recuperadas en la excavación de la villa romana, el número de vidrios es muy pequeño (41 fragmentos en total). Dos galbos datan del s.I d.C. El primero es un fragmento de cuenco de costillas (“pillar-moulded” o Rippenschalen). Era una forma de vidrio muy popular, estando documentados por todo el imperio con una cronología entre el 50-75 d.C. El segundo es un galbo de un cuenco soplado con borde vuelto, en un vidrio transparente de color verde oscuro que es típico del siglo I d.C. Junto con las cerámicas de paredes finas y campanienses, estos vidrios formarían parte de la vajilla fina utilizada durante la primera ocupación del yacimiento. El resto de vidrios recogidos están asociados a la ocupación principal de la villa (siglo III al V d.C.). La mayoría de los fragmentos corresponden a cuencos lisos con bordes gruesos y vueltos. Este tipo de cuenco sencillo, se data entre los siglo IV y V d.C. estando ampliamente representados en la Península Ibérica. Existen fragmentos de cuenco de borde tubular vuelto, que cronológicamente es contemporáneo de los anteriores; la base de un jarro o jarra, y un fragmento de borde de una botella. Estos cuencos y jarros de vidrio serían alternativas de las cerámicas de ARSW como vajillas finas. Otro fragmento es el cuerpo de una vasija decorada con gotas de vidrio opaco de color azul oscuro y tiene al exterior una línea pulida. Aunque los vidrios con decoraciones de gotas azules no son desconocidos en España y en occidente, este mismo tipo de vaso, sin color y con las líneas pulidas, por regla general se encuentra en candiles de vidrio procedentes de Palestina, de donde podría haber sido importado nuestro ejemplar. Como ocurre con la cerámica, tenemos una serie de piezas de vidrio correspondientes a una fase inicial de la villa (siglo I d.C.) que son de primera calidad. Los ejemplos de vidrios correspondientes a épocas más avanzadas, tienen una calidad menor, aunque son comparables a las mejores cerámicas de la época. A excepción del vaso decorado, todos los demás vidrios de cronología posterior descubiertos en Rota deben proceder de la zona de Cádiz, ya que nos encontramos ante una mercancía frágil que no puede recorrer largas distancias, aunque hasta el momento no se han localizado talleres en la provincia de Cádiz. Objetos de bronce. La mayoría de los objetos recuperados, consistieron en desechos con función indeterminada o clavos de bronce. Sin embargo, seis pueden ser asociados con la pesca y uno con el 157

adorno personal. Cuatro son pequeños anzuelos de un tipo reconocido en varias partes del mundo romano47 . Otro es una pequeña aguja de bronce probablemente usada para hacer y reparar redes de pesca48 ; una punta rota de un pequeño arpón o tridente de pesca49 , y un pequeño fragmento de anillo o pulsera. Otros artefactos metálicos Además de las monedas y artefactos de bronce, fueron recuperados otros elementos como fragmentos de hierro, aunque su mal estado de conservación impide cualquier identificación de su forma original. Además fueron registrados algunos fragmentos de escoria, incluyendo una pieza que preserva la superficie en forma de cuerda, característica de las escorias del periodo romano. Esta escoria sugiere que la metalurgia tuvo lugar en la villa, al menos en pequeña escala. Como se mencionó líneas arriba, en relación con una posible conducción de aguas encontrada en B4i, se recogieron varios fragmentos de plomo en la superficie, que podrían ser de época romana. Entalle de anillo. Este entalle en cornalina encontrado en superficie de B5-9, es el más fino ejemplo de objeto de lujo registrado en la villa romana de la Base Naval de Rota. El entalle de Rota es oval, plano y finamente terminado en su reverso, y convexo en su anverso grabado. La piedra está ligeramente rota y la superficie de su anverso grabado está malamente conservado. El grabado está realizado con un pequeño útil que tiene su lado izquierdo redondeado. Debido a su estado de conservación, el diseño original del grabado no se distingue, aunque parece que consista en una figura de pie mirando a la derecha. La gema de Rota puede ser correlacionada con varios entalles de anillo en cornalina del siglo I d.C50 . Particularmente una comparación muy estrecha se encuentra en la villa del siglo I d.C. de Puissalicon (Hérault), que retrata la personificación de la Fides Publica51 . No es necesario sorprenderse ante el hecho de que una gema del siglo I d.C. haya sido descubierta en la villa de la Base Naval de Rota. Las gemas son, por su propia naturaleza una reliquia de familia ideal. El entalle de Rota podría haber sido traspasado durante generaciones antes de que fuera definitivamente perdido. Guiraud apunta un ejemplo de gema del siglo I d.C. insertado en un anillo del siglo III d.C52 . Restos faunísticos Fue objeto de análisis un total de 84 piezas. De ellas 32 (38,1 %) fueron identificadas, y los 52 fragmentos restantes (61,9 %), clasificados a grandes rasgos en categorías óseas (costillas, fragmentos de huesos largos, vértebras, etc., o animales de «pequeño», «mediano» y «gran» tamaño). Los res158

tos de mamíferos dominan la muestra. Los reptiles aparecen representados por una tortuga (probablemente Testudo hermanni), de la que aparece un fragmento de peto. No se detectaron huesos de aves, peces o anfibios en la muestra. El material expuso varios marcos tafonómicos. La mayoría de los huesos presentaban evidencias de decoloración y erosión causados por el contacto con raíces de plantas y otras materias orgánicas subterráneas. Varios tenían también las superficies deterioradas por la exposición a los elementos (como el viento, exposición al sol, agua, impregnación de minerales). En cierta etapa de la deposición, los carnívoros tuvieron acceso a los huesos, como demuestran las señales de dientes identificadas en el 25% del conjunto. Mientras que los carnívoros preferían dejar sus marcas en los huesos largos de mamíferos de gran tamaño, otros agentes tafonómicos no fueron tan selectivos y parecen haber deteriorado las muestras sólo de manera fortuita. A partir de este modelo tafonómico, parece que los restos de fauna no fueron enterrados de manera intencionada, ya que fueron dispersados en la superficie antes de ser incorporados a la tierra. Los restos se dejaron expuestos en la superficie, a disposición de los carnívoros que causaron un daño considerable en los huesos y confirieron un carácter poco sistemático a la muestra. Otros factores subterráneos, biológicos y geológicos contribuyeron aún más a la fractura, mientras que las tierras ácidas aceleraron la descomposición de su estructura interna. En conclusión, el material estaba muy dañado por diversos agentes y su efecto debe considerarse en las siguientes interpretaciones culturales. Las ovejas y las cabras son las más abundantes, representando el 58,1 % de los mamíferos identificados. De estos huesos de ovicáprido, uno (segunda falange) puede ser identificado como una oveja, otros tres (metatarso y 2 radios) fueron probablemente de oveja, pero en estos casos, la distinción fue menos clara. No se distinguieron específicamente huesos de cabra. Los bóvidos y suidos están principalmente representados por cráneos y elementos de la parte superior del cuerpo, mientras que los elementos completos del esqueleto de los caprinos distinguen a este taxón. La impresión es que principalmente las ovejas y cabras fueron sacrificadas, descuartizadas y consumidas en la proximidad del yacimiento, mientras que no es este el caso de los otros taxones, especialmente los bóvidos. Sobre la base de la evidencia disponible, se sugiere que los restos de vacuno fueron apartados del área (bien exportados o procesados en otra parte) dejando como desecho la cabeza. Una situación similar puede explicar la ausencia de huesos asociados con los despieces primarios y secundarios del cerdo y el correspondiente exceso de elementos de cráneo y mandíbula de este taxón. Los huesos craneales del suido son especialmente susceptibles de destrucción tafonómica, así que su existencia en esta muestra es valiosa. Habiendo sido depositados más huesos post-craneales, se podría haber esperado que estos estuvieran equilibrados sobre los fragmentos craneales. Podría parecer que los cortes fueran apartados, y este conjunto represente más el sacrificio

que el descuartizamiento y preparación inicial de las carcasas de suidos. Las evidencias de edad son escasas, pero parece que el ganado vacuno tenía edades altas, mientras que los cerdos se sacrificaban antes de los 3 años de edad y generalmente antes de los 2. Las ovejas y cabras, sin embargo están representadas por una mayor variedad de años. Los radios indican que las ovejas y cabras vivían más de 12 meses, pero una tibia distal fundida, indica la muerte antes de tres años, mientras que un calcáneo no fundido demuestra una muerte posterior a los cinco años. Parece que los habitantes de este yacimiento practicaban un plan de cría de animales bastante normalizado, explotando los bóvidos como animales de trabajo, los cerdos como proveedores de carne, y una manada mixta de caprinos (principalmente ovejas) para leche, carne, lana. Obviamente, se necesitarían más datos para verificar esta hipótesis. El componente de individuos no identificados está dominado por fragmentos de huesos largos y fragmentos de costillas de mamíferos de tamaño medio. Las proporciones de éstos suelen imitar a las muestras identificadas, con un 80% procedentes de mamíferos de medio tamaño, en este caso, presumiblemente ovicápridos y cerdos. Varios de estos huesos largos no identificados tenían un patrón de fractura espiral, indicativos de una fractura para recuperar la médula interior. Los huesos son a menudo rotos de esa manera si son usados para hervidos o para estofados. Se podría predecir que este era el modo principal de cocinar en este yacimiento. Las marcas de descarnado son escasas y reducidas a cortes de cuchillo en dos fragmentos de costillas. Este patrón es bastante común en muestras zooarqueológicas del Mediterráneo y representa el corte transversal de las costillas en sus secciones más cortas. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES. LA BASE NAVAL DE ROTA COMO RECURSO ARQUEOLÓGICO. La investigación arqueológica conjunta hispano-norteamericana en la Base Naval de Rota era una empresa única y demuestra que los recursos culturales de la Base pueden ser preservados e investigados sin interrumpir las operaciones militares. La buena voluntad demostrada por todas las partes implicadas –Armada Española, United States Navy, Junta de Andalucía y equipo arqueológico internacional- era necesaria para el éxito de la empresa. El yacimiento A de la Base Naval de Rota es sólo una de las pocas villas romanas que han sido excavadas en la provincia de Cádiz53 . A pesar de su precario estado de conservación, nos proporciona datos importantes acerca del tipo de asentamiento romano extraurbano que ha sido ampliamente estudiado en otras regiones de la Península Ibérica, así como en otras muchas partes del Imperio. El estudio de la cerámica de la villa romana de la Base Naval de Rota, nos aporta una serie de datos a considerar. Por un lado, la presencia de materiales cerámicos fechables en época alto-imperial (entre los siglos I a.C. y II d.C.), como

podrían ser las cerámicas de barniz negro y las sigillatas o paredes finas e incluso la mayoría de las ánforas, nos hablan de un asentamiento anterior a la villa. Por otro lado, la presencia de un elevado volumen de cerámica de cocina y algunas ánforas, parecen indicarnos que quizás nos encontremos en un área de almacenaje o producción de la villa tardía. Un conjunto de artefactos cerámicos del yacimiento se datan en el siglo II y I a.C. Casi siempre, estas cerámicas más antiguas están malamente conservadas, y parece como si hubieran estado expuestas sobre la superficie del yacimiento algo antes de la construcción de la villa romana. Podría ser que existiera un yacimiento de esta época, quizás dedicado a la producción de salazones, situado a unos cientos de metros más allá de donde después la villa se estableció, o bien pudiera ser que toda la zona hubiera contado sólo con un conjunto limitado de actividades durante estos siglos. En cualquier caso, la evidencia material indica que el yacimiento empezó a protagonizar una intensa actividad durante el siglo I d.C. y continuó siendo ocupado ininterrumpidamente hasta principios del siglo VI. Las monedas y cerámicas se concentran en el siglo IV y V, claramente la época del florecimiento de las villas romanas. Muy poco material requiere una datación posterior a las primeras décadas del siglo VI, momento en que la villa deja de ser un establecimiento principal. La fecha exacta y la naturaleza de los acontecimientos que provocaron el abandono de la villa no pueden ser determinadas, aunque hay pocas dudas de que las causas últimas de su hundimiento, un destino compartido muy de cerca por muchos yacimientos romanos de Iberia, se halle en la interrupción general de los modos de vida romanos aparejado con las invasiones del siglo V y el subsiguiente colapso de la economía romana. No hay evidencia de que el área fuera reocupada hasta la época moderna. La parte de la villa romana que falta por ser investigada parece haber estado en el eje oeste del gran complejo de estructuras. La mencionada dispersión de cerámicas romanas en el área oriental de la pista actual sugiere que este complejo podría haberse extendido por un área de alrededor de 10.000 m2. Aunque muy poco de la arquitectura original permanece in situ, la parte de la villa excavada por este proyecto parece haber sido construida en un solo momento. Los muros de cimentación están todos realizados con el mismo tipo de piedra y no hay evidencia de ninguna refacción fundamental de las estructuras descubiertas, aunque hay que admitir que la virtual ausencia de alguna estratigrafía significativa hace puramente hipotética la sugerencia de que las estructuras sean coetáneas. La alta proporción de cerámicas de cocina y otras comunes, sugiere que la zona del complejo de villa registrada había sido dedicada a la preparación de alimentos, una hipótesis que recibe el apoyo del descubrimiento de morteros de piedra en B4n. Por otra parte, la presencia de materiales de lujo, estuco pintado, revestimientos de mármol y cerámica fina importada, apoyaría que la villa urbana podía haber estado al menos muy cerca de esta área. 159

Sin duda, los propietarios de la villa eran ricos. Estarían relacionados con la ciudad de Gades y muy bien podían haber tenido su residencia urbana allí, al menos durante las primeras generaciones de su uso. Durante los siglos IV y V d.C. habría una tendencia general de los ricos terratenientes de la Hispania romana, como también del resto del Imperio, a trasladarse fuera de las ciudades y evitar la cada vez más pesada carga de los impuestos y asentarse en sus propiedades autosuficientes54 . El fundamento económico de la villa de la Base Naval, como la de todas las villas romanas cercanas, habría sido la agricultura y debemos imaginar los campos circundantes dedicados a la producción de los principales cultivos de mercado, aceite de oliva y vino. Por otra parte, la posición tan cercana del yacimiento a la costa atlántica sugiere que la villa podía haber estado relacionada con la industria de la pesca tanto como con la agricultura. La presencia de anzuelos, agujas para reparar redes y ánforas de salazones de pescado

apoyan esta sugerencia. En conjunción con la pesca, la villa también pudo haber estado involucrada en la producción de sal, ingrediente necesario para la industria de salazón. Las áreas bajas encharcadas que rodearían la Bahía de Cádiz son ideales para la producción de sal a partir de la evaporación y la región ha sido tradicionalmente una de las mayores productoras de sal. La naturaleza efímera de la producción de sal por evaporación, cubetas poco profundas que son repetidamente aplanadas, presenta dificultades para su constatación arqueológica. La Base Naval de Rota se ha convertido cada vez más, casi sin proponérselo, en un importante recurso natural y cultural de la provincia de Cádiz, más si cabe con el desarrollo del paisaje antiguo y natural de los alrededores. Nosotros esperamos que mediante nuestras investigaciones sobre los restos arqueológicos de la Base, hayamos establecido una serie de protocolos que permitirán que estos recursos no renovables se preserven para las futuras generaciones.

Notas E. Gener Cuadrado. “Memoria sobre las excavaciones hechas en los terrenos de la Base Naval de Rota”. Noticiario Arqueológico Hispánico, V. 1956-1961. (1962). 183-192. Mª. J. Jiménez Cisneros. Historia de Cádiz en la Antigüedad. Excma. Diputación de Cádiz. 1971. 2 J.A. Ruíz Gil y J.A. Ruíz Fernández. “Excavaciones de urgencia en el Puerto de Santa María, Cádiz”. Revista de Arqueología, 74. (1987). 5-12. J.A. Ruíz Gil y L. Lagóstena Barrios. “Excavaciones arqueológicas en la Base naval de Rota: los materiales históricos”. Boletín del Museo de Cádiz, 1998 (e.p.). 3 Mª.D. López de la Orden y I. Pérez López. “Depósito de ánforas en las cercanías de Rota”. Boletín del Museo de Cádiz, 1. (1980). 51-58. 4 J.A. Ruíz Gil y J.A. Ruíz Fernández (1987). 5 E.C. Harris. Principles of Archaeological Stratigraphy. Londres. 1979. 6 F. Borja y otros (1999). 7 Comunicación personal de John Hermmann. 8 J.J. Dobbins. The excavation of the Roman Villa at La Befa, Italy. BAR. International Series, 162. London. 1983. 9 A. Vernhet. “Les ateliers du Sud de la France: groupe de La Graufessenque”, en C. Bemont y J.P. Jacob (Dir). La terre sigillée galo-romain. Lieux ce production du Haut-Empire: implantations, produits, relations. DAF 6. 95-120. Paris. 1986. 10 M. Sotomayor, M. Roca y I. Fernández García. “Centro de producción de Los Villares, Andújar (Jaén)”, en M. Roca y I. Fernández García (Coords). Terra Sigillata Hispánica.Centros de fabricación y producciones altoimperiales. Homenaje a Mª Angeles Mezquíriz. 19-60. Universidad de Jaén/Universidad de Málaga. 1999. 11 J.H. Fernández y J.O. Granados. Producciones de paredes finas en Ebusus (Ibiza). SFECAG. Congrès de Toulouse 1986. 5156. Marsella. 1986. C. Puerta i López. Baetulo:Ceramica de parets fines. Monografies Badalonines. Barcelona. 1986. J.A. López Mullor. Las cerámicas romanas de paredes finas en Cataluña. Ed. Pórtico. Zaragoza. 1990. 12 F. Mayet. Les céramiques à parois fines dans la Péninsule Ibérique. Publications du Centre Pierre Paris. CNRS. Paris. 1975. 13 F. Mayet, 1975. 14 A. Bourgeois y F. Mayet. Belo VI. Les Sigillées. Archéologie XIV. Collection de la Casa de Velázquez. Madrid. 1991. 15 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 16 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 17 E. Mata Almonte. “Intervención arqueológica en la calle Luna”. Revista de Historía de El Puerto, 20. (1998). 11-43. 18 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 19 F. Giles y otros. Aportaciones al proceso histórico de la ciudad de El Puerto de Santa María. La intervención arqueológica en la Plaza de Isaac Peral. Cádiz. 1997. J.Mª. Gutiérrez López y F. Giles Pacheco. “Intervención arqueológica de urgencia en la Plaza de Isaac Peral (El Puerto de Santa María, Cádiz)”. Anuario Arqueológico de Andalucía/1995. III. Actividades de urgencia. (1999). 74-94. 20 E. Mata Almonte (1998). 21 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 22 E. Mata Almonte (1998). 23 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 24 F. Giles y otros, 1997. J.Mª. Gutiérrez López y F. Giles Pacheco. “Intervención arqueológica de urgencia en la Plaza de Isaac Peral (El Puerto de Santa María, Cádiz)”. Anuario Arqueológico de Andalucía/1995. III. Actividades de urgencia. (1999). 74-94. 25 A. Bourgeois y F. Mayet 1991. 26 F. Giles y otros, 1997. E. Mata Almonte (1998). J.Mª. Gutiérrez López y F. Giles Pacheco. (1999).

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