¿Invasión o conflicto fratricida? El País Vasco y la Guerra Civil en Euskal Telebista

October 2, 2017 | Autor: Santiago de Pablo | Categoría: Spanish Civil War, Basque History, Cinema and History
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Descripción

IV.

¿Invasión o conflicto fratricida? El País Vasco y la G uerra C ivil en Euskal Telebista1

Santiago de Pablo U niversidad delPaís Vasco/EuskalH erriko U nibertsitatea

La G uerra C ivilpresentó en elPaís Vasco unas características específicas.La presencia en elbando republicano delPartido N acionalista Vasco (PN V )convirtió alconflicto en Euskaditam bién en una guerra entre católicos. A l estar situado en el centro del espectro político, el PN V fue uno de los pocos partidos que tuvo dudas a la hora de tom ar una decisión en julio de 1936.Tras redactar un com unicado de neutralidad, que no llegó a publicarse, a las pocas horas decidió apoyar al gobierno legítim o, del que esperaba conseguir un Estatuto de A utonom ía. Este fue aprobado en octubre de 1936,y dio lugar alprim er gobierno vasco de la historia,presidido por eldirigente delPN V José A ntonio A guirre, en coalición con elFrente Popular. Eldenom inado «oasis vasco» — en elque se m antuvo elculto católico y no hubo revolución social— duró hasta la conquista de Bilbao por el ejército de Franco en junio de 1937 (D e la G ranja,2007).A unque no siem pre lo consiguió,elPN V trató de hum anizar la guerra,m ientrassus soldados(gudaris)luchaban en la defensa de su exiguo territorio — poco m ás de la provincia de V izcaya— , junto a m ilicianos izquierdistas. El bom bardeo de G ernika el26 de abrilde 1937 y la evacuación de m iles de niños al extranjero para alejarlos de los peligros de la guerra se convirtieron en sím bolosde una Euskadique luchaba por su libertad contra un enem igo superior,sobre todo,en artillería y aviación. 1

Este artículo form a parte de un proyecto de investigación subvencionado por la Secretaría de Estado de Investigación, D esarrollo e Innovación (H A R 201124387),en elm arco de un G rupo de Investigación de la U niversidad delPaís Vasco (G IU 11/21).

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La Guerra Civil televisada

Sira Hernández Corchete (ed.)

El final de la guerra en territorio vasco también fue peculiar. Conquistado Bilbao, el ejército y el gobierno vasco se retiraron hacia Santander. Pero, perdido su territorio, los nacionalistas se habían quedado sin la principal razón de su lucha, lo que hizo que se intensificaran las negociaciones para llegar a una paz separada entre el PNV y los italianos aliados de Franco. Estas conversaciones culminaron en el fracasado pacto de Santoña, que terminó siendo una rendición de los batallones nacionalistas, mientras las izquierdas continuaban la lucha en Santander y Asturias. No obstante, Aguirre y muchos otros militantes del PNV siguieron apoyando a la República desde Cataluña y en el exilio, donde se mantuvo el gobierno vasco hasta el final del franquismo.

Construyendo una memoria diferenciada La particularidad del conflicto en suelo vasco provocó una específica memoria de la guerra por parte del PNV, distinta en parte del imaginario colectivo republicano. Esta memoria propia ha tendido a considerar la lucha como una guerra de invasión, en la que «España» —identificada solo con el bando franquista— habría atacado a un indefenso pueblo vasco (Aguilar, 1998: 21-34). Sin embargo, a veces se reconoce que el de 1936 fue también un conflicto fratricida entre vascos, puesto que bastantes de ellos apoyaron la sublevación militar, y más si se incluyen como «vascos» a los navarros, tal y como hace el nacionalismo. Con estos matices, el PNV construyó desde la misma guerra un arsenal de símbolos y lieux de m ém oire: el heroísmo de los gudaris;las batallas de Bizkargi, Saibigain, los Intxortas o M atxitxako; los bombardeos de O txandiano, Durango y, sobre todo, Gernika; el clero vasco, los niños exiliados o determinados personajes fusilados por los franquistas, como el alcalde de Estella, Fortunato Aguirre, o el sacerdote José Ariztimuño (A itzol). Esta memoria vinculada al PNV se mantuvo en el exilio y tuvo una auténtica eclosión en la Transición. No obstante, desde la aparición de ETA en 1959, el PNV tuvo que enfrentarse a otra memoria de la Guerra Civil que, compartiendo algunas de sus ideas básicas, aportaba elementos nuevos. La izquierda abertzale unía la lucha nacional vasca de 1936-1937 a la mística revolucionaria, y criticaba como opuestos a esta última precisamente los

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intentos de humanizar la guerra, de los que el PNV estaba orgulloso. Además, consideraba que la herencia de los gudaris de la guerra había sido recogida por los nuevos gudaris: los miembros de ETA (De Pablo, 2012: 454). Al ser la televisión un medio clave en la conformación del imaginario colectivo, resulta de gran interés averiguar hasta qué punto esta memoria nacionalista vasca de la guerra se ha transmitido a través de la televisión pública vasca, Euskal Telebista (ETB), que entre 1982 y 2009 dependió de un gobierno presidido por el PNV. Este partido, incluso cuando gobernó en coalición, se reservó siempre el Departamento de Cultura, del que depende ETB. A lo largo de esos años, la oposición acusó con frecuencia a ETB de ser un instrumento de fomento de la identidad nacional vasca. Según estas acusaciones, el PNV habría utilizado ETB para difundir su visión de la guerra y de otros aspectos de la historia vasca. Por ejemplo, Jon Juaristi (1997: 21) escribió que los historiadores nacionalistas habían sido sustituidos «por un puñado de periodistas dedicados a ‘modernizar’ superficialmente el arquetipo y a promover la divulgación mediática de versiones remozadas del mismo (a través de las series de documentales ‘históricos’emitidos por la televisión autonómica, por ejemplo)». Manuel Montero (1998: 172) también criticó «las versiones de la historia y de la cultura emitidas por ETB, una televisión nacionalista». En su opinión, los vascos estarían «en perpetua lucha antifranquista (...). En la Guerra Civil —una lucha de España contra Euskadi, en esta versión— solo combatieron los nacionalistas». El objetivo de este capítulo es analizar la representación de la Guerra Civil en los documentales producidos por ETB en la etapa de gobierno del PNV, para tratar de comprobar si es cierto que la televisión vasca fue una herramienta de promoción de la interpretación nacionalista del conflicto bélico. Hay que destacar la gran atención que ETB prestó en esos años a la guerra, objeto de un buen número de documentales, tal y como se puede observar en la tabla I. Como es habitual en todas las televisiones (Cigognetti, Sevetti y Sorlin, 2010: 12), parte de esos reportajes están vinculados a aniversarios más o menos redondos. Así sucedió en 19961997 y 2006-2007, con motivo del 60 y 70 aniversario, puesto que en 1986, cuando se conmemoraron los 50 años de la guerra, ETB —que había empezado a emitir en diciembre de 1982— posiblemente no eshttp://www.comunicacionsocial.es

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taba aún en condiciones de producir documentales históricos de cierta calidad. La mayor parte de esos documentales presentan un solo tema: junto a la represión franquista (el más tratado), se centran en el exilio infantil, la batalla de Matxitxako, la lucha de los gudaris, los bombardeos de Durango y Gernika y la actuación de Aguirre y de su gobierno. Esta selección es muy significativa, pues básicamente repite los lieux de mémoire nacionalistas sobre la guerra que ya hemos mencionado. Especial trascendencia tienen dos series documentales, de gran duración, que narran el conjunto de los acontecimientos bélicos en el País Vasco: Todavía ayer (1991-1992) y La Guerra Civil en Euskadi (1996). Ambas fueron dirigidas por K oldo San Sebastián, un periodista que, especialmente en las décadas de 1980 y 1990, llegó a convertirse en el principal exponente de la historiografía vinculada al PNV, ya que estuvo presente en multitud de iniciativas ligadas a este partido. Todo ello las convierte en un laboratorio perfecto para analizar la relación entre ETB y la memoria nacionalista vasca de la guerra. T abla I . Documentales sobre la Guerra Civ il en ETB( 1 9 8 2 2 0 0 9 ) . Título

Año

Director

Al alba: Lauaxeta. Espinosa 1 9 9 7 J os eb a A. B utrón e Íñig o Artetx e

Producción

Duración

E TB

30’

Ites a-E TB

55’

E TB -TV 3

55’

B ou N abarra: La bú sq ued a d e una ley end a

2002

C om pany s- Ag uirre, h ac ia el ú ltim o d estierro

1999

D iario d e un g ud ari

2006

J av ier G utié rrez y J onan H erná ndez

Dig y tal-E TB

60’

D urang o: el bom bard eo silenc iad o

2007

J onan H erná ndez y J av ier G utié rrez

Dig y tal-E TB -Ay untam iento de Durang o

60’

Espetxean

1997

J os eb a B utrón

Ites a-E TB

25’

Eusk ad i 1 9 3 6 : una nac ió n al lím ite

2006

U rk o G aram endi

B aleuk o-E TB

55

G ernik a: el bom bard eo

2007

Alb erto R ojo

Idem -T& G F ilm s -R B B W DR -E TB H is tory C h annel Ib eria

56’

La g enerac ió n d el G ernik a

2005

S tev e B ow les

Idem -E TB -Dis cov ery C h annel

40’

La G uerra C iv il en Eusk ad i

1996

K oldo S an S eb as tiá n

E TB -B aleuk o

5 cap . de 4 5 /5 5 ’

S é ptim o d ía

2006

S ab in E g illor

B as q ue F ilm s S erv ices -E TB

53’

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Tener 13 años en el 36

2006

Kepa González

Diapolan-ETB

Todavía ayer

199192

Koldo San Sebastián

ETB

Tras un largo silencio

2006

Sabin Egillor

Basque Films Services-ETB

U daz kena oraindik. M emoria de la Guerra Civil en H ernani

2006

Sabin Egillor

Basque Films ServicesETB

55’ 10 cap. de dur. variable 75’ 48 ’

F uente: De la Granj a yDe Pablo (2009: 3 19-3 6 1).2

Todavía ayer: Un recorrido por la historia contemporánea vasca La serie Todavía ayer fue el primer intento de contar toda la historia contemporánea vasca por parte de ETB. Producida y emitida en 19911992, sus 39 capítulos —todos ellos con guion del mencionado San Sebastián— recogen diversos aspectos de la evolución histórica vasca desde el siglo X IX hasta la Transición. En este recorrido, que incluye también a Navarra, la Guerra Civil es objeto de una especial atención: no solo se le dedican específicamente diez capítulos, sino que es mencionada en otros episodios. Ello refleja un empeño por situar en un lugar central de la historia vasca el conflicto de 1936, por encima de otras etapas. Aunque la parte de Todavía ayer correspondiente a la guerra tiene un orden cronológico, esta estructura se mezcla con otra temática, lo que provoca algunas repeticiones. Cada documental —de duración variable— incluye fotografías fijas, imágenes cinematográficas de archivo, entrevistas a historiadores y testigos y muy pocas tomas actuales de los lugares donde se desarrollaron los hechos. El montaje es muy sobrio y no contiene apenas gráficos, efectos especiales ni dramatizaciones. Aunque la Filmoteca Vasca aparece como colaboradora, todas las imágenes de archivo proceden de la Filmoteca Española: básicamente, son planos de Guernika (1937), Frente de Vizcaya y 18 de julio (1937), el material denominado Vascongadas y algunos noticiarios. 2

Dadas las características de la producción televisiva, esta relación no es exhaustiva. La participación en la producción de ETB (en realidad, oficialmente, de EITB, Euskal Irrati Telebista, puesto que se trata de un ente público que incluye también emisoras de radio) es diferente en cada caso. http://www.comunicacionsocial.es

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Esta escasez de fuentes hace que los mismos planos se repitan una y otra vez y que se incluyan imágenes de la guerra en otras zonas. Dado que el espectador no tiene las claves para poder distinguir la autenticidad de los planos, que se presentan de forma verosímil, la serie pierde a veces veracidad. En algunos casos, este empleo casi indiscriminado de las mismas imágenes resulta chocante: por ejemplo, idénticos planos de una cárcel o de cadáveres sirven para ilustrar tanto la represión franquista como la republicana, en diversos momentos de la guerra; paradójicamente, la impactante imagen de los cadáveres de los sublevados, tras la toma del cuartel de la Montaña de Madrid, sirve para ilustrar «la represión generalizada contra el nacionalismo».3 Todavía ayer intenta guardar un difícil equilibrio entre una narración fiel de los hechos y una visión próxima al nacionalismo vasco. Así, entre los profesores entrevistados se encuentran algunos de los mejores especialistas en la Guerra Civil en Euskadi (José Luis de la Granja, Manuel Montero o Félix Luengo), y da voz incluso a los que sostienen una visión historiográfica crítica con el nacionalismo. Se reconoce el carácter de lucha fratricida que tuvo también la guerra en el País Vasco, al admitir que la sublevación contó, sobre todo en Navarra, con el apoyo «de un amplio sector de la población civil». También se admiten aspectos a veces negados por la memoria nacionalista vasca, como las dudas del PNV en julio de 1936, al temer «colaborar con las izquierdas, a quienes consideraban enemigas de la religión». Tampoco se pasa por alto «la única mancha en la actuación del Gobierno vasco», en su deseo de salvaguardar el orden público: el asalto a las cárceles de Bilbao del 4 de enero de 1937, en el que 224 presos derechistas fueron asesinados «por las masas enfervorizadas tras un bombardeo aéreo» y por batallones de CNT y la UGT. Este acontecimiento se muestra con primeros planos de cadáveres, que no corresponden a estos hechos, pero que subrayan la brutalidad de la matanza, sin edulcorarla. Todavía ayer sigue así la línea de conducta del Gobierno vasco, que en 1937 aceptó su responsabilidad y abrió un proceso judicial para castigar a los culpables, hecho insólito durante la guerra en ambos bandos. La serie destaca, ajustándose a la realidad, los

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Si no se indica específicamente otra cosa, todas las citas entrecomilladas son citas textuales de la voz en off de los documentales.

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esfuerzos del PNV para evitar las represalias indiscriminadas, no sólo en territorio vasco sino también en Madrid y Cataluña, gracias, sobre todo, a la actuación de su ministro Manuel Irujo. También se citan los contactos secretos del PNV con el general Mola, jefe del ejército franquista del Norte, para llegar a una paz por separado; o el mencionado pacto de Santoña —un tema tabú durante muchos años para los militantes del PNV, aunque se interpreta como un mal menor—, en el que los dirigentes nacionalistas habrían actuado obligados por las circunstancias para salvar al ejército vasco, y en el que fueron finalmente engañados por los italianos. Todavía ayer destaca las difíciles relaciones entre el Gobierno vasco y el de la República, sobre todo, por la ausencia de aviones en Vizcaya. Aunque es un tema controvertido, el documental interpreta que la petición vasca de armas y aviones chocó «con los intereses políticos», lo que da a entender que la República no estaba interesada en apoyar a Euskadi. Por ello, sus relaciones estarían, ya antes de la caída de Bilbao, «al borde de la ruptura», lo que parece preparar el camino para entender el porqué de Santoña. Aunque se recalca que es un tema cuyo análisis exige «desapasionamiento», se avala la actitud del PNV, que pactó a espaldas de sus aliados: «Perdido el territorio vasco, sintiéndose traicionados, sin aviación ni artillería, abrumados por la cada día mayor influencia de los comunistas, los nacionalistas comienzan a buscar una solución». En cuanto a los testigos seleccionados, entre ellos hay una gran mayoría de nacionalistas (del PNV y del minoritario partido de izquierdas ANV); pero también socialistas, comunistas e incluso derechistas. Algunos testimonios —como los de los consejeros del Gobierno vasco Jesús María Leizaola (PNV), Juan Astigarrabía (PCE) y Gonzalo Nárdiz (ANV), o los del dirigente del PSOE Ramón Rubial— son especialmente interesantes. Pero, a pesar de todo, a lo largo de toda la serie está presente la visión nacionalista y todo su arsenal simbólico. Así, la represión contra el nacionalismo vasco es sobredimensionada y entre los escasos fusilados que se mencionan por su nombre están los citados Fortunato Aguirre o Aitzol. De las izquierdas, el único señalado nominalmente es el republicano Alfredo Espinosa, consejero del Gobierno vasco. De forma constante, se recalca el heroísmo de los gudaris —por encima de los milicianos de izquierda—, en una lucha titánica contra un enemigo superior, y se subrayan de modo especial los combates de Villarreal, Matxitxako o los Intxortas. http://www.comunicacionsocial.es

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Como no podía ser menos, el bombardeo de Gernika ocupa un lugar central. Este ataque aéreo representa la «barbarie fascista» pero también la «tragedia del pueblo vasco». Al mezclar imágenes reales de las ruinas de la villa con otras de espectaculares ataques aéreos —algunos de ellos de la II Guerra Mundial—, se incrementa el dramatismo y el carácter simbólico del bombardeo. Sin embargo, Todavía ayer trata de no exagerar al indicar el número de aviones y las toneladas de bombas lanzadas ese día y, con honestidad, evita dar cifras de muertos. Sin duda, ello es debido a la gran controversia que existió en torno a esta cuestión. Frente a la negativa franquista a reconocer la autoría del bombardeo, la propaganda republicana y el PNV habían tendido desde el principio a incrementar el número de víctimas mortales hasta más de 3.000. Hoy se sabe que dicha cifra estuvo «en torno a dos centenares» (Palacio, 2012: 354). Posiblemente, la serie, ante la imposibilidad de seguir defendiendo las cifras abultadas esgrimidas tradicionalmente y tratando al mismo tiempo de no minimizar su alcance, optó por el silencio. La evacuación infantil tiene también un gran protagonismo, e incluye varios testimonios de protagonistas. A la fuerte carga emotiva de las imágenes originales y de los recuerdos se añade, en el caso vasco, el hecho de que «los niños se convirtieron en el principal símbolo de un pueblo en desgracia». Significativamente, el capítulo dedicado a este tema deja en un segundo plano el exilio infantil a la Unión Soviética, vinculado al PCE o a la izquierda obrera, y se centra en los niños evacuados a Francia, Gran Bretaña y Bélgica, donde el protagonismo correspondió, junto a organizaciones de izquierda, al PNV y a instituciones católicas. La serie ensalza la labor del Gobierno vasco durante la guerra y, en especial, la figura del lehendakari Aguirre. Tanto los testigos del PNV como Nárdiz o Rubial destacan su personalidad y su carácter integrador. Todavía ayer sigue de este modo la línea, iniciada ya durante la guerra, que ha convertido al primer lehendakari en un símbolo no solo del PNV, sino de la libertad vasca y del consenso entre las diversas fuerzas democráticas (Mees, 2012: 57-84). Sin embargo, resulta llamativo —pues rompe el tono general de la serie— el modo en que, en varias ocasiones, Todavía ayer salta de la Guerra Civil a la Transición para mostrar la continuidad entre Aguirre, Jesús María Leizaola —el segundo lehendakari, que regresó del exilio en 1979, al aprobarse el nuevo Estatuto— y José Antonio Ardanza, presidente de Euskadi entre 1985 y 1999. En esta

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continuidad, es significativo que el único lehendakari que no aparezca en el conjunto de los capítulos sobre la guerra sea Carlos Garaikoetxea (1980-1985), que había abandonado el PNV para liderar un nuevo partido nacido en 1986: Eusko Alkartasuna. Además, enlazando el Estatuto de 1936 con el de 1979, se da un mentís a la interpretación de la izquierda abertzale, que, en general, es bastante respetuosa con la memoria del gobierno de Aguirre, pero muy crítica con la autonomía vasca de la Transición, que habría sido fruto de una «traición» del PNV (De Pablo, 2012: 462). La cuestión religiosa, fundamental para entender la especificidad de la guerra en Euskadi, es presentada oponiendo la Iglesia vasca a la española, como dos bloques sin fisuras. Ello hace que se evite mencionar el inicial apoyo del obispo de Vitoria, Mateo Múgica, al alzamiento militar, y que se cite solo su posterior rechazo a los sublevados, que le expulsaron de su diócesis. También se destacan los 16 sacerdotes asesinados por los franquistas —casi todos ellos acusados de ser nacionalistas—, pero se omite que en el País Vasco republicano —a pesar de que no hubo persecución religiosa, como la que se produjo en el resto de la zona gubernamental— murieron también asesinados 59 clérigos, sin que ni el Gobierno vasco ni el PNV pudieran hacer nada por impedirlo. Por último, también es significativo el modo de denominar a los contendientes. La palabra «España» —tabú para el nacionalismo vasco— apenas se menciona y cuando se hace es para referirse únicamente a los sublevados. Aunque, como ya he señalado, a veces se reconoce que parte de la población vasca apoyó a Franco, el bando por el que luchan «los vascos» nunca es la España republicana sino simplemente «la República» o «la legalidad democrática». También es reveladora la comparación implícita que se hace entre el pueblo vasco y los judíos. En un capítulo se habla de la suerte de los judíos residentes en el País Vasco francés durante la II Guerra Mundial. Antes, se incluye una breve introducción sobre la presencia de comunidades judías en el País Vasco español desde la Edad Media, para concluir con la siguiente afirmación: «Vascos y judíos han convivido en la misma tierra durante más de mil años [...]. Habrían de pasar siglos hasta que la guerra y el holocausto convirtiera a unos y otros en algo más que vecinos». Este comentario va acompañado de imágenes de la liberación de los campos nazis de exterminio en 1945 y de las ruinas de Gernika tras el bombardeo. De este modo, se vislumbra http://www.comunicacionsocial.es

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cierto paralelismo entre la Shoah y el «holocausto» del pueblo vasco por la España franquista, simbolizado en la destrucción de Gernika.

Otra vuelta de tuerca: La Guerra Civil en Euskadi Cuatro años después de la emisión de Todavía ayer, se estrenó La Guerra Civil en Euskadi, una serie documental sobre el conflicto bélico compuesta por cinco capítulos de 45/55 minutos cada uno, el último de los cuales se adentra ya en la II Guerra Mundial. Fue producida por Baleuko para ETB y contó de nuevo como director con Koldo San Sebastián. Este también firmó el guion, junto con el historiador Juan Carlos Jiménez de Aberásturi, que además hizo labores de documentalista. Su emisión coincidió con el 60 aniversario de la sublevación y tuvo lugar en julio de 1996, de forma casi simultánea en euskera y castellano, en ETB1 y ETB2 (Hernández, 2008: 166). Desde el punto de vista técnico, se trata de un documental más elaborado que Todavía ayer. Por un lado, la búsqueda de imágenes de archivo se amplía considerablemente. A la Filmoteca Española se añaden las procedentes de la Filmoteca Vasca, Gaumont, Reuters y de diversos archivos de cine rusos, abiertos tras la caída de la Unión Soviética. Aunque esto no evita que también aquí aparezcan planos repetidos, hay más variedad de imágenes, y, en general, más calidad. Funciona muy bien la inserción de fragmentos completos de noticiarios y documentales originales —tanto extranjeros como de los dos bandos enfrentados— que incluyen la banda sonora. Esto permite al espectador observar el modo en que los diferentes públicos de la época recibieron la información sobre el desarrollo de la guerra en el País Vasco. Además, se incluyen muchos más recursos para completar las tomas de 1936-1939: fotos fijas, facsímiles de periódicos, rodajes actuales de los lugares emblemáticos de la guerra, infografías animadas con mapas, cambios en los frentes y desarrollo de las batallas, y dramatizaciones —filmadas en blanco y negro— de algunos acontecimientos. A esto hay que añadir la inclusión de testimonios de protagonistas —algunos de ellos los mismos que en Todavía ayer, utilizando incluso las mismas filmaciones, pero otros nuevos, muy interesantes e ideológicamente variados— y de fragmentos de documentales posteriores a la guerra. Este

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es el caso, por ejemplo, del NO-DO sobre la inauguración del monumento a los caídos en Vitoria en 1963 que, aunque rompe la estructura cronológica, hace especialmente atractiva esta parte. Por el contrario, La Guerra Civil en Euskadi prescinde de las habituales intervenciones de especialistas, lo que puede considerarse un acierto a la hora de dotar de ritmo a la serie y de diferenciarse de otros documentales sobre la guerra, ya que muchas veces los mismos profesores se repiten en todas las producciones. En general, La Guerra Civil en Euskadi mantiene algunas características semejantes a Todavía ayer: por ejemplo, la palabra «España» apenas aparece y cuando lo hace está siempre vinculada al bando sublevado, que a veces es denominado sin más «el enemigo». Algunos aspectos de la memoria nacionalista vasca de la guerra siguen estando muy presentes, como la importancia que se da al alcalde de Estella asesinado por los sublevados; al heroísmo de los gudaris en Saibigain o los Intxortas, y a los marinos de Matxitxako, que «entregaron su vida por Euskadi». Otro elemento de continuidad es la importancia, real y simbólica, dada a los bombardeos. El de Gernika se interpreta como un ataque al símbolo de la libertad vasca, y al hablar de él se evita de nuevo dar cifras de muertos. Aunque los posibles paralelismos entre vascos y judíos han desaparecido, la destrucción de Gernika habría sido un «holocausto» y allí habrían quedado «enterradas las esperanzas del pueblo vasco que, pese a todo, jamás se rindió». En principio, toda esta continuidad parece lógica, pues reflejaría la mano de Koldo San Sebastián, presente en ambas series como director. Sin embargo, La Guerra Civil en Euskadi mezcla esta interpretación próxima al PNV con elementos vinculados más a una memoria republicana en general. Este cambio fue debido en parte a la intervención de Jiménez de Aberásturi que, a diferencia de San Sebastián, no tenía ninguna vinculación con el PNV, ni en general con el nacionalismo vasco.4 Este equilibrio se nota en la mayor presencia de las izquierdas, aunque el principal protagonismo sigue correspondiendo al PNV —hecho, por

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Así lo demuestran algunos de los guiones literarios originales, conservados en un archivo privado, a los que hemos tenido acceso. En ellos puede verse la huella de ambos guionistas.

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otro lado, lógico, puesto que este partido fue el que lideró el Gobierno vasco y el esfuerzo bélico en la Euskadi autónoma—. Junto al PNV, el PSOE es el segundo gran protagonista, como lo fue también en la historia real. Se refleja así —tal y como señala en su testimonio el dirigente socialista Ramón Rubial— la lucha heroica por la defensa de Euskadi y de la República, «sin distinción de ideologías». De acuerdo con el mayor énfasis puesto a partir de la década de 1990 en la represión franquista, esta serie incide especialmente en su alcance, sin hacer especial distinción entre la sufrida por los nacionalistas y por las izquierdas. Así, se señala, con cifras concretas, que «la represión en Navarra fue especialmente sangrienta», hecho que corresponde a la realidad, ya que fue un territorio en el que la izquierda fue mucho más duramente reprimida que el PNV. Además, junto a nombres de nacionalistas represaliados, se rescatan otros, como el del jefe de la Guardia Civil de Pamplona, Julio Rodríguez Medel, asesinado el mismo 18 de julio. Asimismo, se indica que no solo el PNV salvó vidas de derechistas —hasta el punto de que «la actitud decidida de este partido evitó la matanza de religiosos»—, sino que lo mismo hicieron algunos socialistas, como los que salvaron al conde de Romanones, líder monárquico al que el alzamiento sorprendió veraneando en San Sebastián. Algunos de los temas tabú para el PNV son explicados en esta serie con más detenimiento que en Todavía ayer. Así sucede con las dificultades que inicialmente tuvieron los dirigentes nacionalistas para tomar partido a favor de la República. Aunque un antiguo dirigente del PNV, Elías Echeverría, explica que su partido tenía claro desde el principio que iba a oponerse a «la dictadura», el documental insiste en su difícil toma de posición y en su empeño inicial, más que en luchar contra los sublevados, en resguardar los conventos y las vidas de derechistas y religiosos. Añade que el PNV desconfiaba de sus aliados y cita incluso unas palabras del entonces presidente del partido, Doroteo Ciaurriz, indicando que estaban tan alejados de uno como de otro bando y que fue la posibilidad de obtener el Estatuto la que les hizo optar por la República. Algo semejante sucede con el pacto de Santoña, cuyo nombre incluso se menciona en el título de uno de los episodios. Frente a la escasa concreción e incluso justificación de Todavía ayer, esta serie explica con detalle los antecedentes y las circunstancias del pacto, reconociendo

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incluso que, en realidad, fue una rendición de tropas nacionalistas camuflada de acción militar. Aunque se habla de las difíciles relaciones entre Aguirre y el gobierno central, se reconoce que este trató de ayudar a Euskadi y en ningún momento se saca la impresión de que Santoña fuera una consecuencia necesaria de estas tensiones. El documental explica que, tras la caída de Bilbao, cundió la desmoralización entre los combatientes nacionalistas, y se incrementaron los recelos entre estos y las izquierdas. Se incide, asimismo, en las consecuencias negativas que Santoña tuvo para la defensa del frente norte y en cómo incrementó la desconfianza entre el PNV y la izquierda. No obstante, se recuerda que también algunos dirigentes socialistas y comunistas, como Ramón González Peña y Juan Astigarrabía, prefirieron marchar desde Santander al extranjero, mientras algunos batallones izquierdistas vascos seguían luchando en Asturias hasta su conquista en octubre de 1937. Otros temas, también tratados en Todavía ayer, siguen siendo centrales en el discurso de esta serie documental, pero con matices en su enfoque. Es el caso del exilio infantil, sobre el que se incluye una amplia selección de imágenes, cuya fuerza emotiva logra emocionar al espectador. La Guerra Civil en Euskadi amplía su mirada a la Unión Soviética, lo que permite visualizar un exilio infantil más político, vinculado a la izquierda, frente al carácter idílico, ideológicamente más aséptico, de las escenas de niños en Gran Bretaña, Francia o Bélgica, que copaban la serie de 1991-1992. La Guerra Civil en Euskadi sigue destacando la labor del Gobierno vasco y del lehendakari Aguirre. Se enfatiza especialmente el consenso logrado por un ejecutivo que supo aunar las voluntades de nacionalistas, socialistas, republicanos y comunistas y que cuidó de sus gobernados con eficacia en momentos difíciles, sobre todo, en el primer exilio en Cataluña y en Francia, al que se dedica un capítulo completo. No obstante, tampoco esta labor se dulcifica, pues se habla de los problemas que se produjeron en el exilio vasco. Del mismo modo, se continúa enlazando simbólicamente el Estatuto y el Gobierno de 1936 con los ejecutivos vascos posteriores al Estatuto de 1979. Sin embargo, esta relación se establece de forma más natural, e incluye a todos los lehendakaris que habían gobernado hasta entonces sin dejar fuera a Garaikoetxea, tal y como había hecho Todavía ayer. Así, se recogen las imágenes del regreso al País Vasco de Leizaola en 1979 y la jura de su cargo por Garaikoetxea http://www.comunicacionsocial.es

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y por Ardanza en Gernika, utilizando la misma fórmula que Aguirre en 1936. Q uizá no sea casual el que Garaikoetxea sea «recuperado»: su partido, Eusko Alkartasuna, había entrado en una fase de mejores relaciones con el PNV, superando el trauma de la escisión, y desde 1994 ambos formaban, junto con el PSOE, un gobierno vasco tripartito. Al igual que Todavía ayer, esta serie documental no obvia la represión producida en la zona vasca republicana, y da nombres concretos de sus víctimas, como el del monárquico Gregorio Balparda, asesinado en agosto de 1936. La matanza de las cárceles de Bilbao de enero de 1937 también se recoge, incluyendo el número de muertos y un impresionante testimonio del antiguo sargento de la Ertzaña —la policía creada por el Gobierno vasco—, José Luis Z albidea, un testigo presencial que no pudo impedir los asesinatos debido a las amenazas de muerte que él mismo recibió por parte de milicianos de la CNT. Sin embargo, es significativo que se insista, prácticamente todas las veces en las que se habla de la represión en zona republicana, en que las «sacas» fueron consecuencia de «bombardeos [que] dieron lugar a una violenta reacción». Como ya hemos indicado, esto fue así en el asalto a las cárceles y en varios casos más, pero no todos los fusilamientos sin juicio previo fueron en represalia por ataques aéreos sobre objetivos civiles, hecho que también se repitió a la inversa, por ejemplo, con el bombardeo republicano sobre Vitoria, que precedió al asesinato del presidente de la Gestora de la Diputación de Á lava, el republicano Teodoro Olarte. Asimismo, la afirmación de que la represión ejercida por los sublevados fue la que «creó una psicosis de terror que pronto cruzó las líneas hasta extenderse al bando leal» ha sido refutada por investigaciones recientes, pues no toda la represión en zona republicana puede interpretarse sin más como una reacción «espontánea» a la del otro bando (Del Rey, 2010: 90-99). Respecto a la actitud de la Iglesia, esta serie trata de evitar el esquema algo simplista de Todavía ayer: menciona el inicial apoyo de Múgica a la sublevación y que hubo «algunos casos» de sacerdotes asesinados en Vizcaya. No obstante, se añade —reflejando la realidad— que no fue una persecución «generalizada» como la del resto de la zona republicana. También es interesante la defensa que el documental hace de la actuación de la Ertzaña durante la guerra, a la que se define como «auténtica precursora de la actual Ertzaintza» (la actual policía autónoma vasca). Se trata de un mentís a la interpretación de la izquierda abertzale

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próxima a ETA, muy crítica con la actuación de la Ertzaña, por haberse dedicado más a defender a religiosos y derechistas que a combatir a los rebeldes (De Pablo, 2012: 464). Hay que recordar que, hasta 1996, siete miembros de la Ertzaintza habían sido asesinados por ETA. Aunque la policía vasca no era vista con tanta antipatía como la Guardia Civil o la Policía Nacional, la cada vez mayor implicación de la Ertzaintza en la lucha antiterrorista abrió cada vez más la brecha entre esta, simbólicamente vinculada al PNV, y ETA. Por tanto, cuando ETB defendía a la policía vasca de 1936-1937 estaba también indirectamente defendiendo a la Ertzaintza y apoyando su lucha contra ETA. En este sentido, es muy significativo que la banda sonora de La Guerra Civil en Euskadi incluya de forma continua el himno Eusko Gudariak. Podría pensarse que es un uso «natural», ya que se trata del himno de los «gudaris vascos», popularizado durante la guerra. Sin embargo, esta canción, vinculada en principio al PNV, fue «vampirizada» por la izquierda abertzale desde que varios etarras la emplearon en el juicio celebrado en Burgos de 1970 contra miembros de esta organización. Al darse cuenta de que el Eusko Gudariak estaba dejando de representar a los auténticos gudaris, es decir, a los combatientes del PNV de 1936, para identifica solo a los miembros de ETA, el PNV trató tímidamente de recuperar el verdadero significado del himno (Casquete, 2012: 345-356). Es posible que el hecho de que la marcha fuera un motivo recurrente de esta serie documental tenga algo que ver con ese empeño por recuperar al legítimo gudari: un soldado que muere por su pueblo pero que, a diferencia de los miembros de ETA —aunque estos se autocalifiquen como gudaris—, no mata por él. En este documental, la fusión de las imágenes de los combatientes de 1936 con el sonido del Eusko Gudariak puede interpretarse como un recuerdo de a quién pertenece de verdad el himno y el calificativo de gudari, en el marco de la lucha simbólica entre el PNV y la izquierda abertzale.

Conclusión El hecho de que durante más de veinticinco años (1982-2009) ETB dependiera sin interrupción de un gobierno vasco presidido por el PNV dejó huella en el modo en que la televisión pública vasca presentó la hishttp://www.comunicacionsocial.es

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toria de Euskadi. La fascinación del nacionalismo vasco por la Guerra Civil se reflejó en el número de documentales producidos, muy superior al de otras etapas, y en la gran atención que prestó al conflicto de 1936 la serie Todavía ayer. Además, tanto los documentales monográficos como las series se centraron en los lugares de memoria del nacionalismo en torno a la guerra: el bombardeo de Gernika, el exilio infantil, el heroísmo de los gudaris, el Gobierno vasco y Aguirre. Estos últimos, junto a otros temas, diferencian la memoria que el PNV tiene de la guerra —que es la que predomina con claridad en ETB— de la que sostiene la izquierda abertzale. En efecto, no solo la selección de temas, sino también el enfoque con que se abordan, muestran la visión nacionalista vasca, próxima al PNV, de la Guerra Civil que ETB transmitió durante esos años. Así ha quedado claro en el análisis que hemos realizado de los dos principales esfuerzos de la televisión vasca en esos años por divulgar la historia de Euskadi: Todavía ayer y La Guerra Civil en Euskadi. Ambos son documentales convencionales —lo que se ha denominado «Traditional Television History», que construye primero una story line, y la rellena después con material visual para ilustrarla (Marvick, 1985: 107)—, por lo que tiene más interés su análisis historiográfico que el realizado desde la perspectiva de la creación audiovisual. Sin embargo, hay que ser cuidadosos al aplicar etiquetas genéricas a la producción documental de ETB en su conjunto. Como afirma Valkola (2010: 175), es importante no simplificar, puesto que «la televisión como elemento mediador entre el pasado, el presente y el futuro no sigue siempre la misma línea». En este sentido, aunque tienen puntos en común, también hay diferencias entre ambas series. Todavía ayer presenta con mayor claridad una interpretación nacionalista vasca de la Guerra Civil, según la cual esta fue, sobre todo, una guerra de invasión, en la que el pueblo vasco habría sufrido un holocausto, que llega a compararse implícitamente al de los judíos a manos de los nazis. No obstante, también hay que reconocer que esta serie trata de contar con honestidad intelectual los hechos básicos de la guerra; no rehúye algunas cuestiones polémicas —ni siquiera las negativas para el PNV, aunque aparezcan edulcoradas—; da voz a expertos no nacionalistas y reconoce en ocasiones que el conflicto fue también una guerra fratricida entre vascos. Esta faceta está algo más presente en La Guerra Civil en Euskadi. Esta serie mantiene cierta conti-

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nuidad con Todavía ayer, por lo que la interpretación nacionalista vasca del conflicto sigue estando presente en algunos aspectos. Sin embargo, da mayor importancia a las izquierdas vascas y profundiza en temas tabú para el PNV. Como hemos visto, la historia de la Guerra Civil contada en ETB depende en parte de condiciones de producción o de la personalidad de sus autores, pero no puede separarse tampoco del contexto social y político en el que se produjeron esos documentales. Por ello, es significativo que, a partir de 2009 —coincidiendo con la llegada del Partido Socialista a la presidencia del gobierno vasco, tras casi treinta años de predominio nacionalista—, ETB emitiera varios documentales históricos, como Crónica de un golpe anunciado (2011), sobre el 75 aniversario de la Guerra Civil, o Transición y democracia en Euskadi (2012). En el futuro habrá que analizar si la producción de esta etapa refleja un deseo de contar la historia del País Vasco de manera distinta a como se había hecho durante los gobiernos del PNV.

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