Introducción al estudio de la miniatura del siglo XV. El Norte de Europa y el caso hispánico: el \"Breviario de Miranda\" del ACS

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Universidad de Santiago de Compostela Facultad de Geografía e Historia Departamento de Historia del Arte

Trabajo Académicamente Dirigido

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA MINIATURA DEL SIGLO XV: EL NORTE DE EUROPA Y EL CASO HISPÁNICO EL BREVIARIO LLAMADO “DE MIRANDA” DEL ACS

Pablo Ordás Díaz Directora: Rocío Sánchez Ameijeiras

Curso 2008 - 2009 0

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .....................................................................................

............2

1. A MODO DE TELÓN DE FONDO: DE LA ESPIRITUALIDAD MEDIEVAL A LA DEVOTIO MODERNA .........................................................................

............3

1.1 La crisis política de la Iglesia ................................................................ ............ 3 1.2 Diferentes corrientes teológicas y las herejías del Norte ...................... ............ 7 1.3 La Devotio Moderna ............................................................................. .......... 10

2. CONSIDERACIONES SOBRE EL LIBRO Y LA IMAGEN EN LA TARDA EDAD MEDIA ......................................................................................... .......... 14 2.1 Libros y géneros literarios ..................................................................... .......... 16

3. LOS GRANDES CENTROS DE PRODUCCIÓN ............................................ .......... 23 3.1 El mercado del libro y la organización de la producción ...................... 3.2 Florencia y Lombardía .......................................................................... 3.3 París ....................................................................................................... 3.4 La Corte del Duque de Berry ................................................................ 3.5 Amiens .................................................................................................. 3.6 El Ducado de Borgoña ..........................................................................

.......... 23 .......... 24 .......... 26 .......... 28 .......... 29 ......... 32

4. EL CASO HISPANO: ARAGÓN, NAVARRA Y CASTILLA .........................

.......... 36

5. UN EJEMPLO GALLEGO: EL BREVIARIO LLAMADO “DE MIRANDA” DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO ................................................................. .......... 41 5.1 Estado de la cuestión ............................................................................. .......... 42 5.2 Un Breviario para un Canónigo ............................................................ .......... 45

6. APÉNDICES ............................................................................................

.......... 52

I. Descripción detallada del Breviario llamado “de Miranda” ................ II. Relación parcial del calendario litúrgico ............................................... III. Imágenes ................................................................................................ IV. Bibliografía ............................................................................................

.......... 52 .......... 57 .......... 60 .......... 78

1

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene por objetivo ser un acercamiento al estudio de la miniatura del siglo XV y a las circunstancias históricas que sirvieron de marco para la reforma espiritual de la Iglesia en el Norte de Europa. La estructura del texto de divide en cinco capítulos: el primero de ellos se dedica al contexto histórico referente a la Iglesia y las diferentes reformas y corrientes espirituales, desde el siglo XI con la Reforma Gregoriana hasta el XV, con el nacimiento de la Devotio Moderna.

Los siguientes capítulos se dedican a la miniatura, con una introducción sobre la consideración de la imagen y el papel del libro a finales de la tarda Edad Media. Sigue un capítulo sobre la progresiva organización de los mercados y los sistemas de producción desde el siglo XIII. El capítulo siguiente se centra en los grandes centros de producción del Norte de Europa y un pequeño apéndice que se dedica a la miniatura toscana y lombarda hasta mediados del siglo XV.

El capítulo cuarto se centra en el ámbito hispano, ofreciendo una visión general sobre el panorama artístico en los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, y la introducción de los Libros de Horas en el ámbito peninsular. Por último, el capítulo cinco está dedicado al estudio del Breviario llamado “de Miranda” de la catedral de Santiago.

Ha resultado especialmente interesante porque el libro ofrece una serie de retos y de posibilidades que a menudo resultan contradictorias, por lo que no ha sido posible llegar a una conclusión definitiva; sí que ha sido factible, en todo caso, realizar un estado de la cuestión en lo que atañe al estudio del códice, así como plantear una serie de hipótesis en cuanto a la autoría, cronología y posibles comitentes del breviario. En cualquier caso, no se trata de un estudio en profundidad ya que una monografía científica de esta obra excedería los límites de un Trabajo Académicamente Dirigido y requeriría la consulta de material de archivo; el presenta trabajo, por tanto, puede servir para sentar las bases de un posible estudio futuro sobre este libro que constituye el único ejemplo de miniatura del siglo XV en Galicia y que se merecería por tanto una atención que hasta ahora le ha sido negada.

2

1.

A

MODO DE TELÓN DE FONDO: DE LA ESPIRITUALIDAD MEDIEVAL A LA

DEVOTIO MODERNA.

1.1. La crisis política de la Iglesia

Si el auge que conocieron los libros de horas en el XV es sintomático de algo, debería ser de la búsqueda de una relación directa y más espiritual con Dios por parte del fiel. La situación de esta corriente que entronca con la teología mística reivindicada por religiosos como Jean Gerson o Jan Ruysbroek, y que más tarde defendieron los humanistas de la Reforma frente a la escolástica, no surge de la nada, sino que es la evolución lógica de toda una serie de movimientos anteriores.

La necesidad de entablar esa comunión espiritual con Dios respondía a un desencanto frente a las actuaciones de las instituciones pontificias que progresivamente se fue generalizando. Este peligro ya había sido advertido por Gregorio VII (1063-75), que impulsó no la primera reforma, pero sí la que tendría una mayor repercusión, en la segunda mitad del siglo XI1. Pese a los intereses reales del pontífice y sus atribuciones de soberanía sobre los príncipes, lo cierto es que con estos puntos de vista el papa sentaba las bases para lo que luego será la Teocracia Pontificia. Los principales puntos que pretendía corregir la Reforma Gregoriana eran dos: el referente a los abusos que cometían los prelados y la compra de cargos eclesiásticos, es decir, la simonía.

Posteriormente, ya en 1213, Inocencio III (1198-1216) retomará los mismos puntos en la bula Vineam Domini Sabaoth, que convocaba el IV Concilio de Letrán para “promover la reconquista de Tierra Santa y la reforma de la Iglesia Universal”2. A partir de aquí cada vez que se convoque un concilio el tema de la reforma será un tópico residual al que pocas veces se prestará la atención necesaria. En 1268, en el II Concilio de Lyon, se volvieron a tratar los mismos temas, aunque en lo tocante a la reforma sólo

1

E. González Crespo, “El pontificado de la Reforma a la Plenitudo Potestatis”, en: Historia del cristianismo II: El mundo medieval, (E. Mitre Fernández, coord.), Madrid, 2006, pp. 183-221. 2

E. Mitre Fernández, “El triunfo de la teocracia pontificia y la crisis del Sacro Imperio: de Inocencio III a las Vísperas Sicilianas”, en: Historia de la Edad Media (S. Claramunt, E. Portela, M. González y E. Mitre), Barcelona, 2004, p. 218.

3

se establecieron matices de carácter administrativo que se referían al procedimiento a seguir en la elección del pontífice.

Además de estos escándalos referentes a la simonía y los abusos, el papado había caído en un descrédito importante a raíz de sus juegos políticos con el Imperio. Los papas habían establecido alianzas siguiendo sus propios intereses, procurando siempre mantener la independencia de los Estados Pontificios y restaurando sus finanzas y territorios cuando la paz así lo permitía. Si a ello añadimos el giro de acontecimientos que se produjo a finales del XIII, la reforma se iba haciendo cada vez más necesaria.

Ese giro de acontecimientos no es otro que el que supuso el movimiento de la sede pontificia a Aviñón, de nuevo con unas claras intenciones políticas: si en el Imperio los Staufen habían caído, ahora los papas albergaban de nuevo las aspiraciones de plenitudo potestatis que desde aquellas arrogaciones de Gregorio VII parecían estar siempre presentes. Ahora, con Bonifacio VIII en el solio pontificio (1294-1303), el choque de poderes no fue ya con el Imperio, sino con Felipe IV, rey de Francia (1285-1314). La lucha de poderes llevó al papa a promulgar la bula Unam Sanctam, en la que proclamaba la superioridad del pontífice por encima de cualquier nación y de sus reyes. A su muerte le sucedió Clemente V (1305-14), que por deseo de Felipe IV convocó el Concilio de Vienne. En él el papa apoyó la petición real de suprimir la orden del Temple, intentando así un acercamiento que en lo físico se había producido meses antes, cuando había decidido trasladar la corte pontificia desde Roma a Aviñón.

Durante el tiempo en el que Aviñón fue la sede del pontificado se configuró el aparato administrativo definitivo que habría de regir la vida de la Iglesia desde el punto de vista material. El período comprenderá tres pontificados: el del propio Clemente V (1311-16), el de Juan XXII (1316-52) y el de Inocencio VI (1352-77) antes de que Gregorio XI volviera a instalarse en Roma (1377-78). En ese momento ocurrirá el mayor escándalo para el papado, ya que a su muerte se producirá el Gran Cisma, que durará hasta la segunda década del siglo XV3.

3

E. Mitre Fernández, “Crisis y transformaciones de la Iglesia en los siglos XIV y XV”, en: Historia de la Edad Media (S. Claramunt, E. Portela, M. González y E. Mitre), Barcelona, 1992, pp. 307-315.

4

La explicación es de nuevo política, y depende de las facciones que intervinieron directa o indirectamente en la Guerra de los Cien Años. Por una parte en Roma se escoge como sucesor de Gregorio XI a Urbano VI (1378-89), apoyado por Alemania, Flandes, Italia septentrional, Inglaterra y Portugal. El candidato francés elegido en Aviñón fue Clemente VI (1342-94), respaldado por Francia, Escocia, Castilla, Aragón y la Italia meridional.

Llegados a este punto la situación se hacía insostenible: dos papas se disputaban la autoridad religiosa de Occidente (Gregorio XII en Roma, Benedicto XIII en Aviñón), por lo que fue necesario buscar diferentes soluciones que no dieron resultados. El fracaso de las tres vías propuestas (via facti, via cessionis y via conventionis) sólo dejaba lugar a la reunión del Concilio general y la aceptación de sus decisiones, pero ninguno de los dos pontífices estaba dispuesto a reconocer su autoridad. La solución la habían adelantado ya los principales intelectuales, como Vicente Ferrer y Nicolás Eymerich en el bando clementista o Conrado de Gelnhausen y Enrique de Hesse Langenstein en el urbanista; el punto de partida del “Conciliarismo” era que el papa podía errar, pero no así la Iglesia Romana Universal representada por el concilio de sus miembros; de esta forma, en su Defensor pacis de 1324, Marsilio de Padua sostenía que el Concilio General quedaba por encima de cualquier miembro de la jerarquía eclesiástica, incluido el papa4.

El concilio que pretendía acabar con el cisma se convocó en Pisa en 1409. Ni Gregorio XII (†1415) ni Benedicto XIII (†1423) asistieron (el primero se había refugiado en Rímini y el segundo había abandonado Aviñón por Peñíscola), sólo lo hicieron los cardenales, que eligieron al franciscano Pedro Filareto, quien reinaría como Alejandro V (†1410). De este modo la situación se agravó todavía más en lugar de solucionarse, pues ahora eran tres los pontífices que reclamaban su autoridad sobre la Iglesia de Occidente5.

4

V. Á. Álvarez Palenzuela, “Innovación intelectual: de la escolástica al humanismo”, en: Historia del cristianismo II: El mundo medieval, (E. Mitre Fernández, coord.), Madrid, 2006, p. 596. 5

F. Rapp, La Iglesia y la vida religiosa en Occidente a fines de la Edad Media, Barcelona, 1973, pp. 37-40.

5

La única solución viable era la convocatoria de un nuevo concilio general cuyas decisiones aceptaran todas las partes. Fue el Concilio de Constanza, convocado en 1413. En 1415, recurriendo a las posturas conciliaristas de Marsilio que la propia Iglesia había condenado en 1327 y 1343, el Concilio se declaraba superior al papa e iniciaba proceso contra los tres pontífices reinantes. Las votaciones, realizadas por “naciones” y no por número de representantes, impusieron al candidato de Francia, Italia y España, que fue el cardenal Otón Colonna y reinó con el nombre de Martín V (1417-1431).

El nuevo y único papa se comprometió a reunir concilios con cierta frecuencia al promulgar el decreto Frequens, pero será su sucesor Eugenio IV (1431-1447), quien se enfrente de nuevo a problemas con los radicales6. En 1431 el papa había convocado un concilio en Basilea que finalmente disolvió, lo cual provocó el malestar entre los conciliaristas más convencidos. Un nuevo concilio, con el objetivo de acercar las posturas de la Iglesia de Oriente y la de Occidente, fue promovido en 1437, pero la falta de acuerdo sobre en qué ciudad debería realizarse (los conciliaristas proponían Basilea y el papa Ferrara) hizo que una facción conciliar depusiera a Eugenio IV y nombrara a Félix V en 1439. La situación no llegó a alcanzar las proporciones del Gran Cisma, y en 1449 el antipapa abdicaba, con lo que el pontífice renovaba su poder sobre el Concilio.

A partir de ese momento el pontífice se dedicó a la reorganización de los Estados Pontificios, asegurándose la paz a través de una política de concordatos con los diferentes reinos. Los sucesores de Martín V se encargaron de llevar a cabo una serie de renovaciones administrativas centradas en la economía y en el mantenimiento de la autoridad temporal más que de la espiritual, muchas veces a través de las armas. En este período de cambios la situación fue tan favorable que en 1505 Julio II decidió derribar la antigua basílica paleocristiana para construir una nueva y mayor; habían pasado de la Edad Media al Renacimiento, pero la reforma de la Iglesia seguía sin ver resultados concretos.

6

Mitre, “Crisis y transformaciones”, p. 311.

6

1.2 Diferentes corrientes teológicas y las herejías del Norte

Si los papas no actuaban los deseos de cambio tenían que buscar una vía de escape por otros lugares. Las demandas de cambio y de solución a los problemas que afectaban a la Iglesia habían sido expuestas pero no escuchadas, y fueron varios los que por su cuenta decidieron realizar una serie de cambios que afectaban a las estructuras administrativas, pero también al cuerpo doctrinal de la Iglesia de Roma. El principal problema para el desarrollo de una reforma, como se ha visto, era la falta de comunicación entre la jerarquía eclesiástica, centrada en la solución de problemas políticos inmediatos, y los intelectuales que disputaban sobre problemas teológicos.

Por una parte, desde la segunda mitad del XIII las universidades fueron poco a poco sustituyendo a las escuelas catedralicias como los principales centros intelectuales del momento. Por otra, el sistema filosófico organizado en torno a las cuestiones de Fe y Razón que dominaban los debates universitarios, acabaría por estancarse y con el tiempo daría lugar a una serie de discusiones estériles que no salían de un nivel especulativo meramente teórico. Los protagonistas del debate serán miembros de las nuevas órdenes mendicantes, que poco a poco fueron ocupando las cátedras de teología de las principales universidades: las figuras más destacadas del momento fueron el franciscano San Buenaventura y el dominico Santo Tomás de Aquino7.

Los nuevos problemas que plantea la escolástica surgirán a partir de la influencia que desde mediados del XIII ejercerán los escritos de Aristóteles y Averroes junto con los ya conocidos de San Agustín; la difícil reconciliación entre la filosofía y sus argumentos racionales, y la fe, conocida a través de la revelación, serán en principal punto de estudio de Tomás de Aquino. La crítica vendrá desde las islas británicas, fundamentalmente a través de Gillermo de Occam y Duns Scoto, quienes se aproximaban de forma tangencial al nominalismo de Pedro Abelardo. Sus seguidores se extienden hasta París y por todo el Imperio, pero nos interesan sobre todo dos de ellos: Pedro d’Ailly (†1420) y su discípulo Jean Gerson (†1429).

7

F. Alessio, “Escolástica”, en: Diccionario razonado del Occidente Medieval (J. Le Goff y J.-C. Smith, eds.), Madrid, 2003, pp. 261-271.

7

La postura de estos maestros era la de un antiintelectualismo incipiente, al menos relativo a todos aquellos problemas planteados como un desafío a la razón que se trataban de resolver en las aulas mediante la lectio y la disputatio. Para Gerson la teología que se enseñaba no era válida, pues estaba demasiado contaminada por las querellas sobre cuestiones del dogma, mientras que la moral se dejaba de lado. En su planteamiento, las cualidades del corazón cuentan tanto como las de la razón, por ello intenta fundir en un solo cuerpo la teología especulativa y la teología mística8.

El deseo de una comunión espiritual con Dios había sido motivo de preocupación prácticamente desde los orígenes del cristianismo. Los anacoretas y eremitas se desligaban del mundo material para alcanzar un estado de plenitud espiritual sin nada que interfiriese entre él y Dios. Para la Iglesia de Roma, que había visto en la vida monástica en comunidad el modelo perfecto, estos personajes que buscaban la soledad eran vigilados estrechamente y en algunos casos vistos con auténtico recelo. Como ha señalado Le Goff, el deseo de establecer una relación individual con Dios sometía a una tensión constante a los religiosos, ya que se producía una especie de dualidad entre la obligación de mantener el culto colectivo y las aspiraciones privadas. El ejemplo que cita es el del propio San Francisco, que recomendaba a sus monjes alternar períodos de apostolado con otros de retiro9.

La corriente mística respondía perfectamente a este deseo, y en los siglos XIV y XV asistimos a la aparición de movimientos espirituales que beben de fuentes anteriores. La novedad principal es que esa comunión con Cristo se busca a través de la imitación, y gracias a la importancia que tiene en este momento la figura de los santos como mediadores. De ello es testimonio la proliferación de vitae escritas en su honor y que el fiel podía tomar como modelo de comportamiento y de perfección moral o espiritual, e igual exemplum lo constituían las figuras de los mártires10. No se trata solamente del culto a las reliquias, que eran los ejemplos materiales más sólidos y directos que el fiel podía encontrar en relación con la divinidad, sino seres que pertenecían a la misma órbita que el fiel y que gracias a un comportamiento ejemplar habían trascendido su

8

Rapp, La iglesia y la vida religiosa en Occidente, p. 75.

9

J. Le Goff, El Dios de la Edad Media, Madrid, 2004, p. 58.

10

A. Vauchez, La sainteté aux derniers siècles du Moyen Age, Roma, 1981, pp. 173-183.

8

simple cualidad humana. Los ejemplos literarios más importantes para este tipo de comportamiento fueron la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, la Imitatio Christi de Tomás de Kempis o los opúsculos del propio Gerson.

En principio estos movimientos espirituales, anhelantes de una reforma religiosa completa y definitiva, no cayeron en los errores de sus predecesores: el peligro fundamental de cualquier movimiento reformista consistía en caer en el radicalismo11. Sí hubo enfrentamientos con la Iglesia oficial, sobre todo en el XIV con la sistemática puesta en duda del ordo imperante por parte de John Wyclif (1330-1384), profesor en Oxford. Lo que molestó en Roma de forma categórica fueron los ataques a la autoridad pontificia, a la escolástica y al derecho canónico.

Sin embargo, hay una puntualización de carácter religioso que sí nos interesa, y es la separación de dos iglesias: por un lado está la Iglesia jerárquica y visible, y por otro la Iglesia universal e invisible, pero igualmente real, que comprende las almas de todos los fieles, la congregatio praedestinatorum12. La postura de Wyclif es la de la condena de una iglesia que se ha arrogado derechos propios del poder temporal y que no le corresponden, así como de la figura del papa y de cualquier escrito que pretenda regular la vida cristiana que no sea la Biblia. Además, en su De Eucharistia, Wyclif terminó atacando uno de los dogmas fundamentales de la Iglesia, ya que sostenía que la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la transubstanciación era meramente alegórica. Como ocurre en cualquier movimiento, los discípulos de Wyclif se dispersaron y a la larga acabaron por escindirse, siendo parte de ellos calificados como herejes y condenados a la hoguera.

En el Continente, la doctrina realista de Wyclif fue popularizada gracias a la predicación de Jan Hus (1369-1415) en Bohemia. El Husismo sólo se entiende si se tiene en cuenta el contexto en el que se produce: Praga era una ciudad pujante, en la que 11

Como sí habían hecho los espirituales franciscanos del XIII, que se habían congregado alrededor de Gerardo Segarelli y Fray Dulcino. Como cualquiera de las herejías anteriores a las que se había enfrentado la Iglesia de Roma –cátaros, valdenses, etc.-, los apostolici y los “compañeros” fueron objeto de duras represiones, hasta que Bonifacio VIII anuló todos los privilegios que Celestino V les había concedido; finalmente Juan XXII, con la bula Cum inter nonnullos, optó por la vía más radical, excluyendo de la orden a Ángel Clareno y a Ubertino da Casale. (Mitre, “Crisis y transformaciones”, pp. 312-313.) 12

Rapp, La iglesia y la vida religiosa en Occidente, p. 143.

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una jerarquía eclesiástica poco digna se había ganado la oposición de sus fieles; a ello hay que añadir la animadversión que provocaba la presencia de nobles germanos. Una vez más, las intenciones reformistas de Hus quedaron relegadas a un segundo plano frente al peso de la política. Los constantes choques produjeron dos partidos diferenciados: en un bando la nobleza y la alta burguesía, y en el otro la “masa revolucionaria” liderada por Jan Zizka y Procopio el Grande. Los primeros reclamaban la libre predicación en checo, comunión bajo las dos especies para todos, castigo público de los pecados y el más importante, el retorno de la Iglesia a su pobreza original; las demandas serían las plasmadas en los Cuatro Artículos de Praga. Los segundos añadieron a la lista la reivindicación de una sociedad igualitaria y sin estamentos (Artículos del Tabor)13.

Los dos bandos se enfrentarían en Lipany (1424), donde finalmente los nobles triunfarán y pactarán con el pontificado la permanencia de los cuatro artículos. La Iglesia contribuyó al éxito del Husismo cuando en 1415 lo condenó a la hoguera durante el Concilio de Constanza. Por una parte había conseguido acabar con el mayor cisma que había conocido Occidente, pero por otra le había proporcionado al reformismo bohemio la figura de un mártir que se mitificaría y sería una referencia para futuras reivindicaciones.

1.3 La Devotio Moderna

La formación religiosa de los laicos estaba basada en la asistencia a los oficios y en la labor de predicadores itinerantes. Esta tarea pastoral había sido el objetivo principal de las órdenes mendicantes, y toma fuerzas renovadas en el siglo XIV con predicadores de la talla de Vicente Ferrer, Bernardino de Siena o Juan de Capistreno. En el XV ya se ha hablado de John Wyclif y Jan Hus en el Norte, y habría que recordar la figura de Savonarola en Italia. Al panorama habría que añadir las procesiones de flagelantes, prohibidas pero comúnmente practicadas, y un calendario litúrgico cada vez más complejo y atestado de santos.

13

Mitre, “Crisis y transformaciones”, p. 314.

10

En los Países Bajos surge un movimiento que entronca con lo que había predicado Gerson, pero también con una tradición dominica germana que se lleva hasta el Maestro Eckhart (1260-1327). Su doctrina “rozaba los límites de la ortodoxia”, preocupándose por los asuntos típicos de la escolástica del momento: la difícil conciliación entre Fe y Razón de la que ya se ha hablado. Su tesis fundamental es que para que resulte posible el conocimiento de Dios el hombre debe apartarse de lo sensible, y encontrar así una parte del alma que participa de la razón divina que le une a Dios. El problema, como ha señalado Álvarez Palenzuela, es que Eckhart utiliza un lenguaje inadecuado para explicar experiencias místicas, casi ininteligible, lo que probablemente le valió la condena de 17 de sus proposiciones y la puesta en duda de otras 1114.

A pesar de ello su obra tuvo consecuencias, dejando seguidores como Juan Tauler y Enrique Suso. Ambos siguen el proceso de ascesis espiritual de Eckhart, basado en la entrega del hombre a Dios y el abandono de la criatura, esperando la formación en Cristo y la transformación a través del propio Dios. Las ideas de los místicos, sobre todo el concepto de teología mística especulativa, dejarán su impronta en la obra de Gerson como ya hemos visto, así como en Nicolás de Cusa. Sobre todo, sus influencias serán visibles en la aparición de grupos religiosos desligados de órdenes regulares, y en los grupos de seguidores que rodean a personajes como Catalina de Siena, Brígida de Suecia o Ángela de Foligno.

El nuevo problema es que la espontaneidad con la que aparecen estos grupos podía llevar –y de hecho llevó- a la exageración y desviación de la norma ortodoxa dictada por la Iglesia de Roma. Es por ello que Jan Ruysbroeck (1293-1381) funda el priorato de Groenendael, en la diócesis de Cambrai, para proponer un sistema de vida cristiano ortodoxo y en el que la mística tendrá un papel considerable. Volviendo a la necesidad que siente el cristiano por tener un contacto estrecho y personal con Dios, Ruysbroeck sostiene que el fiel debe buscarlo, y esa búsqueda tiene prioridad sobre la concepción del cristiano como miembro de una comunidad, aunque no deben obviarse sus obligaciones sacramentales15. Señala así mismo tres etapas que debe completar el fiel: 14

V. Á. Álvarez Palenzuela, “Nuevos horizontes espirituales: demandas de reforma y respuestas heterodoxas”, en: Historia del cristianismo II: El mundo medieval, (E. Mitre Fernández, coord.), Madrid, 2006, pp. 631-686, esp. p. 653. 15

Rapp, La iglesia y la vida religiosa en Occidente, pp. 189-191.

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vida activa, ejercicio místico y visión, y sólo a través de una vida piadosa y contemplativa, ayudado por el Espíritu Santo y sus siete dones, puede llegar a conseguir su objetivo16.

Esta vida práctica propuesta por Ruysbroeck, junto con las enseñanzas de Eckhart, cristalizan en la obra de Gert Groote, padre de la Devotio Moderna. Su reforma es “personal lograda a través de la caridad, la recepción de los sacramentos, la piedad y la dirección espiritual, para culminar en un permanente diálogo con Dios”17. Su discípulo, Florencio Radewinjs, fundó una comunidad cuyos miembros empezaron a llamarse Hermanos de la vida común, y aunque no estaban sometidos a ninguna regla rezaban siguiendo un horario, llevaban hábito y vivían de su trabajo, especialmente de la copia de libros.

Groote recomendó antes de morir que los Hermanos de la vida común siguiesen las formas canónicas, quizás temiendo que su fervor fuese visto como una desviación de la ortodoxia y pudiese ocasionar los recelos de la Iglesia de Roma. De este modo, en 1387, Radewinjs funda la comunidad de Windesheim, siguiendo la regla de San Agustín aunque con todos los rasgos que caracterizaban a los Hermanos. Es en este monasterio donde Juan Busch, su cronista, emplea el término Devotio Moderna para referirse a sus prácticas espirituales.

En definitiva, los postulados principales de estas corrientes espirituales del Norte son la intención de un diálogo personal con Cristo y la demanda de una nueva teología mística e intuitiva, donde las virtudes como la Fe y la Caridad tienen un peso fundamental. Se ve, si no con desprecio al menos sí con una bondad relativa, la teología especulativa propia de la escolástica que se ocupaba de discusiones bizantinas, “pues, al parecer, los cargadores del puerto de Alejandría se apasionaban, por el contrario, con

16

Le Goff ha señalado que la incorporación del Espíritu Santo a la vida social se produce en el siglo XIII, cuando la teología se ocupa de desarrollar el tema de los siete dones, que intelectuales como Hugo de San Víctor o Pedro Lombardo habían enfrentado a las virtudes. El asunto lo resolverá Tomás de Aquino situando los dones del Espíritu Santo por encima, “pues si las virtudes hacen actuar de un modo humano, los dones hacen actuar por encima de la naturaleza humana”. A partir de ese momento la presencia del Espíritu Santo cobrará importancia a través de las predicaciones de los mendicantes y de las cofradías que se crean bajo su protección. (Le Goff, El Dios de la Edad Media, pp. 31-43.) 17

Álvarez Palenzuela, “Nuevos horizontes espirituales”, p. 656.

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esas discusiones, que no interesaban a la muchedumbre occidental”18. La necesidad de dar solución a estas aspiraciones vitales llevará con el tiempo a la escisión, cuando el humanismo italiano sea interpretado por intelectuales del Norte como Lutero o Erasmo, quien en su Elogio de la locura se refería a la escolástica hablando de “sus sutiles disputadores, sus deliciosas naderías y sus endebles silogismos”19. Suponía un mero ejercicio intelectual que se alejaba de la esencia espiritual, y el pontificado, más preocupado por atender a asuntos temporales, no ofrecía soluciones que diesen continuidad a esos sectores disconformes que pedían una reforma real y definitiva, como ocurría con la Reformatio Sigismundi propuesta en el Concilio de Constanza, que no sólo afectaba a la Iglesia si no a toda la sociedad.

18

Le Goff, El Dios de la Edad Media, p. 25.

19

Citado por Rapp en La iglesia y la vida religiosa en Occidente, p. 74.

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2.

CONSIDERACIONES SOBRE LA FUNCIÓN DEL LIBRO Y LA IMAGEN EN LA TARDA

EDAD MEDIA

Como ya observaron Erwin Panofksky, Jean Białostocki o Michael Camille, el Gran Cisma tuvo una consecuencia artística de primer orden: supuso un compromiso de la sociedad con su espiritualidad a través de las imágenes20. Durante toda la Baja Edad Media se irá desarrollando una cultura visual compleja, donde la imagen tendrá un poder fundamental a la hora de establecer esas relaciones personales con Dios de las que ya se ha hablado. Aumentará el número de imágenes que permiten una “visión privada” de Dios dentro de un ámbito de religiosidad íntima, ajena a las estrategias visuales de las grandes ceremonias públicas. El soporte privilegiado será el libro, pero cualquier imagen esculpida, pintada o literaria hubo de servir de catalizador para expresar ese sentimiento religioso.

Desde finales del siglo XIII las imágenes mostrando aspectos que inciden en la humanidad de Cristo se multiplicarán. La representación de las cinco llagas, los instrumentos de la Pasión y un Cristo sufriente atestiguan la fascinación por el cuerpo de Cristo en el marco espiritual de la Imitación de Cristo, pues, por entonces, imitar no significaba seguir una pauta de comportamiento imperfecta de un modelo perfecto, sino “revivir de la manera más sensible para el cuerpo y para el espíritu cada episodio de la Pasión”21. La forma más adecuada de lograr este objetivo habría de ser la meditación, y el instrumento sobre el que meditar que mejor se presta por ser un testimonio visual es la imagen22.

Como característico de este uso meditacional de los libros iluminados cabe citar el Libro de Horas de María de Borgoña, pues incluye ilustraciones que ejemplifican visualmente esa particular función devocional de las imágenes, que funcionan como 20

E. Panofsky, Los primitivos flamencos, La arquitectura gótica y la escolástica, Madrid, 2007; J. Białostoki, El arte del siglo XV, Madrid, 1998; M. Camille, Arte gótico, visiones gloriosas, Madrid, 2005. 21

Ph. Braunstein, “Aproximaciones a la intimidad, siglos XIV y XV”, en: Historia de la vida privada II. De la Edad Media al Renacimiento (Ph. Ariès y G. Duby, dirs.), Barcelona, 1988, p. 611. 22

Ricardo de San Víctor distingue varios niveles de visión a partir de dos formas básicas: los niveles de “visión corpórea” y “visión espiritual”. Dentro de la visión corpórea lo más básico es la “simple percepción de la materia”; el segundo comprende la visión de la “apariencia externa” pero captando su “significado místico”. En el nivel espiritual, primer estado consiste en ver “la verdad escondida de las cosas”, mientras que el segundo es el modo místico que implica “la contemplación pura y simple de la realidad divina.” (Camille, Arte gótico, visiones gloriosas, pp. 16-17.)

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catalizadores de la imaginación piadosa23. Así, en su folio 14 v. (Fig. 1) la duquesa aparece leyendo el propio libro frente a una ventana abierta. A través de ésta se reconoce la visión mental de que disfruta la propia duquesa gracias a su fe y a la práctica de la oración privada: se ve a sí misma en el interior de una iglesia, rodeada de cortesanas, frente a la Virgen y el Niño. Una imagen dentro de la imagen para poner de manifiesto el poder de trascendencia al que puede llegar el fiel a través de la oración.

El iluminador irá más allá en el folio 43 v. (Fig. 2) Ahora somos nosotros los que asistimos en primer término a la visión del pasaje evangélico, como si ocupáramos el puesto de María de Borgoña. En la página se representa un altar con un cojín sobre el que reposa el rosario, y al lado el libro de horas permanece abierto; en el fondo abierto vemos cómo Cristo es clavado a la cruz, y un personaje del primer término se gira hacia nosotros invitándonos a participar en la escena. La imagen es especialmente relevante, pues ese elemento hace que sólo estuviera completa cuando María de Borgoña la contemplara para meditar sobre la Pasión de Cristo. Como señala Tomás de Kempis, “si compartes Sus sufrimientos, también compartirás Su gloria”24.

A pesar de la función devocional, el libro ricamente iluminado no dejaba de ser, al tiempo, un símbolo de un status social. De hecho, a finales de la Edad Media, se constata un hecho insólito en la historia del libro, y es la aparición de coleccionistas y de grandes

bibliófilos que compiten por poseer la biblioteca más numerosa, pero

también más lujosa. No parece importarles contar con diversos ejemplares de un mismo título siempre y cuando las miniaturas sean excepcionales; de este modo la obra tiene un valor extraliterario, más debido a la imagen que al texto en él registrado. Esa relación amorosa entre el objeto y su poseedor encontrará su correlato artístico en la inclusión de la imagen del propio promotor en la obra, de modo que serán comunes las representaciones en las que aparezca el noble que encarga el libro, y el traductor o escritor de la obra de rodillas, ofreciéndosela25 (Figs. 3, 4, y 5). 23

The hours of Mary of Burgundy, edición facsímil con estudio de Eric Inglis, Londres, 1995.

24

J. Ch. Smith, The Northern Renaissance, Londres, 2004, p. 122.

25

Los ejemplos son muy numerosos y darán lugar a un tipo iconográfico muy común, sobre todo en las obras encargadas o copiadas nuevamente durante el XV. Podemos citar algunos ejemplos característicos concretos: Miroir de l’humaine salvation (Glasgow, University Library, Ms. Hunter 60, fol. 1), Triunfo de las doñas (Bruselas, Bibliothèque Royale de Belgique, ms. 10778, fol. 1), De civitate Dei (París, Bibliothèque Nationale de France, ms. fr. 455, fol. 9), La légende de St. Hubert (París, Bibliothèque Nationale de France, ms. fr. 424, fol. 1). Uno excepcional, por ser la receptora una mujer, es

15

Un ejemplo de bibliófilo que responde a este perfil es el de todos conocido Duque Jean de Berry (1340-1416), entre cuya colección destacan los célebres Libros de Horas (Fig. 6). Esta consideración del libro como de un objeto de colección, no sólo de la nobleza sino también de una creciente y poderosa burguesía, hará que se multiplique y aparezca un comercio regulado26. Las iluminaciones serán cada vez más suntuosas, lo que acabará llamando la atención de los moralistas que temían que el disfrute estético dejara en un segundo plano la lectura piadosa27.

2.1 Libros y géneros literarios

Con todo, los libros concebidos para la devoción privada no constituían más que una parte de la producción libraria tardomedieval. Si su número se acrecentó a finales de la Edad Media, también entonces se multiplicaron los géneros literarios que habrán de contar con ediciones ilustradas. En el marco de esta división genérica cabe distinguir, en primer lugar, entre dos tipos básicos: libros religiosos y libros profanos; y a este sistema de categorización habría que sobreponerle otro nivel: aquel que distingue los libros de uso público y de los de uso privado. Dentro de estos niveles encontramos diversidad de géneros literarios, aunque nos centraremos en los religiosos por ser el objeto principal de este estudio.

Podemos englobar los libros profanos de uso privado en tres grandes grupos: literatura doctrinal, crónicas e historias, y obra poética. La literatura doctrinal es aquella que posee una finalidad didáctica, como el Libro del gobierno de los príncipes, de Egidio Romano, en el que se establecen las virtudes que debe tener todo buen soberano y el comportamiento que debe seguir. Una de las copias más lujosas y mejor iluminadas el De la consolation de philosophie de Boecio, iluminado por el Maestro de María de Borgoña para Margarita de York (Jena, Thüringer Universitäts-und Landesbibliothek, Cod. Gall. F. 85, fol. 13v). 26

La biblioteca personal de Jean de Berry era una de las más completas y excepcionales en cuanto a la calidad de sus manuscritos. Se trata del ejemplo arquetípico, pero no es el único: los Sforza en Milán, Felipe el Bueno de Borgoña o Matías Corvino en Hungría poseían bibliotecas similares; en España el Conde de Haro o el Marqués de Santillana son los mejores ejemplos durante el siglo XV, pero estos casos específicos se tratan en el apartado dedicado a la miniatura hispana. Véase M. Thomas, Buchmalerei aus der Zeit des Jean de Berry, Munich, 1979. 27

J. Planas Badenas, “Lecturas pías de los reyes: el libro de uso devocional durante los siglos del gótico”, en: Maravillas de la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía (I. G. Bango Torviso, com.), León, 2001, pp. 461-473.

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perteneció a Felipe el Bueno de Borgoña28 (Fig. 7); fue la copiada por el maestro Jacquemart basándose en la traducción al francés realizada por Wauquelin, y en las miniaturas se aprecia una clara intención política, como en el fol. 2 en el que se ilustra la presentación del libro al Duque siguiendo el modelo establecido en las Crónicas de Hainaut29 (Fig. 8).

Las crónicas hubieron de adquirir un significado político más que histórico, como se deduce de las Grandes Crónicas de Francia ordenadas por Carlos V (1364-80), quien dictó importantes cambios sobre la antigua versión en la nueva30 (Fig. 9). En efecto, tal como ha puesto de relieve Anne Dawson, la obra responde a la intención de legitimar la ascensión al trono francés de la casa de Valois. Para la nueva dinastía se hacía necesario justificar una sucesión problemática, tras la muerte sin descendencia del último rey capeto Luís X31.

Tampoco se mantiene exento de ciertas connotaciones políticas el género poético, que tiene como máximos representantes los cantares de gesta, que encapsulan el ideal caballeresco al que aspira todo representante de la nobleza32. Ese ideal se traduce en la lista de los Nueve Paladines (Héctor, Alejandro, César, Josué, el Rey David, Judas Macabeo, el Rey Arturo, Carlomagno y Godofredo de Bouillon), que encarnaban todas las virtudes del buen gobernante y sobre todo del guerrero. Los héroes de la Antigüedad Clásica se identifican ahora con el comitente y se hacen coincidir aspectos que hagan

28

Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9043.

29

Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9242, fol. 1. Véase el estudio de P. Cockshaw para la reproducción facsímil Les miniatures des Chroniques de Hainaut, Mons, 1979; y L. M. J. Delaisse, “Les Chroniques de Hainaut et l’atelier de Jean Wauquelin à Mons, dans l’histoire du libre flamande”, Bulletin des musées royaux de beaux-arts, nº4, 1955, pp. 21-56. 30

París, Bibliothèque Nationale de France, ms. fr. 2813. Para mayor información véase L. Le Guay, Les princes de Bourgogne lecteurs de Froissart: les rapports entre le texte et l’image dans les manuscrits enluminés du libre IV des “Chroniques”, París, 1998. 31

A. Dawson Hedeman, “Valois Legitimacy: Editorial Changes in Charles V’s «Grandes Chroniques de France»”, The Art Bulletin, vol. 66 nº1, 1984, pp. 97-117. 32

El caso de Borgoña es excepcional porque se produce un fenómeno extraño al resto de territorios: los textos poéticos ingleses y franceses del XIII y del XIV se vierten a prosa, y esta particularidad no sólo afecta al cambio de ritmo sino también al lenguaje empleado. Además en la producción borgoñona parece reconocerse un deseo de apartarse de la historia que vincula el ducado con Francia, buscando antecedentes propios y prestando especial importancia a historias locales, a menudo dándoles nombres de personajes públicos de la zona a los protagonistas de relatos históricos. [E. J. Moodey, “Historical Identity in the Burgundian Netherlands: the Role of Manuscripts”, en: Tributes in honor of James H. Marrow (J. F. Hamburger y A. S. Kortweg, eds.), Turnhout, 2006, pp. 343-351.]

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más fácil el símil con el patrón. Un ejemplo notable es el citado por Elizabeth J. Moodey y que tiene como protagonista a Felipe el Bueno de Borgoña (1419-67):

“A finales de septiembre de 1454, Felipe el Bueno de Borgoña entretuvo al duque y a la duquesa de Orleans. Entre las obras puestas en escena por Felipe para sus huéspedes se encontraba una simplemente moralizante conocida como La reclamación de Héctor, una narración de venganza y contrición compuesta por el historiador de corte de Felipe, Georges Chastellain. Yendo más allá del antiguo drama, en cualquier caso, estaba otra trama de traición de mucho más reciente origen: la muerte del padre de Felipe, Juan sin Miedo, en septiembre de 1419 durante su encuentro con el Delfín, el futuro Carlos VII.”33

Como vemos, no sólo se trata de simples composiciones poéticas sino que en muchos casos llevan implícita una carga política de primer orden como sucedía en las crónicas. Lo mismo ocurre con el volumen de Roman de Girart de Roussillon encargado por el mismo duque34 (Fig. 10). Según Maurits Smeyers se trata de la épica nacional borgoñona, y su protagonista tiene rasgos en común con Felipe el Bueno: Girart fue el primer Duque de Borgoña en el siglo IX, y se enfrentó abiertamente a la monarquía franca porque su padre, Drogo, había sido asesinado por el rey francés. Lo mismo le ocurrirá a Felipe, pues su padre Juan sin Miedo (1371-1419) había sido asesinado por orden del Delfín, el que habría de terminar coronado como Carlos VII de Francia (1422-61)35. Así, la miniatura del fol. 6 tiene una misión triple: por una parte ensalza a Felipe el Bueno, que es quien encarga la copia del texto, al representarlo entronizado y rodeado de cortesanos recibiendo el libro. Por otra, es una muestra de poder, al colocar en las orlas los escudos de los territorios bajo el dominio de Borgoña para reforzar la oposición entre el Ducado y el reino de Francia. Y por último, y no por ello menos importante, al situar al hijo del Duque, Carlos el Temerario (1433-77), apoyando la mano sobre el libro, la miniatura se convierte de una declaración dinástica, asumiendo el hijo el vínculo que lo une a las intenciones políticas de su padre.

33

Ibid. p. 344

34

Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Cod. 2549.

35

M. Smeyers, Flemish miniatures form the 8th to mid-16th century, Lovaina, 1999, p. 303.

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El libro al que acabo de hacer referencia podría, de alguna manera servir de puente entre los volúmenes de uso público y los de uso privado. Aunque encargado para un particular, su declaración política expresada en términos visuales debió ser concebida para ser vista por los miembros de la corte. Sin embargo existieron libros profanos de carácter exclusivamente público, y entre ellos abundan las constituciones y estatutos de universidades o gremios, los privilegios de ciudades y documentos de carácter notarial, como pueden ser decretos o privilegios rodados. Por citar sólo un ejemplo de este tipo de obras, los Privilegios de Gante (Fig. 11) serán el punto de partida de un taller que trabajará en el área de influencia franco-flamenca y dejará un estilo seguido posteriormente en todo tipo de obras36.

También en el ámbito de los libros religiosos se producen innovaciones. La gran diversidad de libros empleados por la Iglesia durante la celebración de la liturgia se verá prácticamente reducida a tres grandes grupos: el Misal, el Breviario y el Manual u Ordinario, que rige la administración de los sacramentos. Se siguen copiando salterios, pontificales, etc. pero el núcleo de los libros religiosos conservados del XV lo componen en su mayor parte libros de horas destinados a la devoción privada.

Por su carácter, los pontificales adquieren una singular importancia, pues contienen los textos oficiales que confieren autoridad al obispo. Para la liturgia episcopal es necesario un libro que, además de contener el corpus jurídico, reúna todo lo necesario desde el punto de vista litúrgico y pastoral. Una parte que tiene entidad propia y que en principio estaba incluida en el pontifical es el liber benedictionarium, con las bendiciones que se pronunciaban antes de la comunión37.

La necesidad de un texto litúrgico unificado para los obispos tiene su origen las diversas revisiones y ediciones que se llevan a cabo en Roma desde el siglo XII al XV para la Curia: la versión del pontifical romano-germánico primitiva, presente en Francia, Alemania e Inglaterra, será la predecesora del pontifical romano, como ocurrirá con el misal y el breviario. El éxito de la edición romana se explica por la reforma

36

Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 2583.

37

A. Odriozola, “Los libros litúrgicos impresos para la diócesis compostelana (siglo XV)”, Cuaderno de estudios gallegos, t. XXX, 1976-77, pp. 89-107.

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litúrgica y religiosa que la Iglesia experimenta en el XIV y principios del XV, cuando es necesario acabar con los problemas que dividían al claro durante el Gran Cisma38.

La iluminación de pontificales irá ligada al lugar en el que se produjo la reforma del texto, por ello la difusión de pontificales italianos o influidos por el estilo italiano será enorme en toda Europa. La aportación principal de este tipo de obras, desde el punto de vista de las miniaturas que contienen, será su contribución a la hora de fijar la iconografía oficial del obispo, ya perfectamente configurada y prácticamente inalterada en el XV. Eric Palazzo recoge ejemplos conservados en París y en Roma que muestran al obispo en diversos momentos de su labor pastoral: administrando los sacramentos, bendiciones, o celebrando el oficio divino39.

Erwin Panofsky ha puntualizado que el único libro litúrgico en manos privadas hasta mediados del XIII había sido el Salterio, y ahora el Libro de Horas, que había nacido como un texto dependiente de aquél, va cobrando entidad propia hasta independizarse por completo40. Para Panofsky ésta será la gran innovación del XIV en la historia del libro devocional41. Los Libros de Horas tardomedievales presentan habitualmente un formato de pequeño tamaño, y los contenidos esenciales que incuyen son el calendario litúrgico, listando las fiestas más importantes y los días santos del año; las Horas de la Virgen, igual que las horas canónicas (Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas); las Horas del Espíritu Santo, en la versión larga de ocho horas o en la corta de siete (Laudes se omite). Todas las horas van acompañadas de una selección de salmos, himnos, lecciones y oraciones que en la versión de siete horas del Espíritu Santo son considerablemente más cortos que en las de la Virgen. Se incluyen

38

E. Palazzo, L’évêque et son image. L’illustration du Pontifical au Moyen Âge, Turnhout, 1999, p.

168. 39

Como ejemplo singular, en el pontifical de Etienne Loypeau, obispo de Luçon, se combinan textos pertenecientes al propio pontifical y al misal, lo que provoca la inclusión de ciclos iconográficos de tema cristológico y hagiográfico junto con los episcopales (París, Bibliothèque Nationale de France, ms. 8886.) Ibid., pp. 170-171. 40

E. Panofsky, Los primitivos flamencos, Madrid, 1998, p. 35.

41

Ana Domínguez no considera que el Diurnal de Fernando I y Doña Sancha pueda ser considerado un libro de horas strictu sensu, pues para ella el hecho de que aparezcan las Horas de la Virgen no es suficiente. Además, la fecha tan temprana haría imposible que se tratase de un libro de horas, que para la autora, como para Panofsky, es una evolución del satlerio-libro de horas del XIII que se configura definitivamente en el XIV. (A. Domínguez Rodríguez, “Libros de Horas de la Corona de Castilla. Hacia un estado de la cuestión”, Anales de Historia del Arte, vol. 10, 2000, pp. 9-54.)

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también los siete salmos penitenciales y la letanía, así como el Oficio de Difuntos42. Finalmente el último añadido es el común de los santos, donde más variaciones pueden encontrarse, dependiendo de las devociones privadas del comitente o del lugar de elaboración de la obra43. La época de mayor expansión de estas obras será el siglo XV aunque no se trate de un fenómeno de nueva aparición. De todas formas, los centros de mayor producción y con mayor influencia serán los del Norte de Europa, coincidiendo así con los focos de reforma que demandaban una serie de obras necesarias para practicar una religiosidad íntima que ya se ha comentado.

Por su tipología y contenido, los Breviarios son similares a los Libros de Horas, pero se diferencian en algo fundamental: se trata de libros litúrgicos oficiales de la Iglesia, y por tanto su contenido sí estaba fijado desde Roma. Si como los Breviarios fueron sujetos a norma, no fue ese el caso de los Libros de Horas que hubieron de ser revisados por el Santo Oficio en épocas posteriores para asegurarse de que no contenían ninguna enseñanza contraria al dogma. También la finalidad de uno y otro tipo es diferente, ya que el Breviario está destinado, en un principio, al clero, que estaba obligado a recitar diariamente los oficios, y por tanto su función era la lectura pública. Aunque no suele ser común encontrar Breviarios en manos de laicos, un formato más modesto desde el siglo XIII hizo que fuera un libro asequible permitiéndoles recitar los oficios fuera del coro.

El Breviario fue un libro con una amplia difusión entre la monarquía hispana, favorecido e incluso reflejo de exaltaciones dinásticas como demuestra, por ejemplo el Breviario de Martín el Humano44, que incluye el obituario de los Reyes de Aragón desde Pedro II (†1213) hasta Juan I (†1396). La obra se enmarca formalmente en el llamado estilo Internacional, y pudo ser fechada a partir de una manda del rey al abad de Poblet del 17 de febrero de 1398, en la que expresa su deseo de hacer caligrafiar tres lecciones especiales para cada día de Cuaresma45. Los breviarios encargados por Isabel

42

Sobre los Libros de Horas, en general, véase R. S. Wieck, Time sanctified: the book of hours in medieval art and life, Nueva York, 1988; para ejemplos concretos M. Ramírez Rigo, Los Libros de Horas de la Biblioteca Lázaro Galdiano de Madrid: escuelas Flamenca y Holandesa, Madrid, 1991. 43

J. H. Marrow, As horas de Margarida de Cleves, Lisboa, 1995, pp. 15 y ss.

44

París, Bibliothèque National de France, ms. Rothschild 2529.

45

Planas Badenas, “Lecturas pías de los reyes”, p. 462.

21

la Católica y otros reyes de las casas de Aragón y Navarra se comentarán en el apartado dedicado a la miniatura castellana.

En conclusión, el anhelo de una relación espiritual personal tendrá sus consecuencias en el tipo de libros que se copiarán a partir de ahora: Libros de Horas y Breviarios serán el objetivo prioritario de los iluminadores y sus talleres, respondiendo así a la demanda comercial que tenía su objetivo en las reformas espirituales del Norte de Europa.

22

3.

LOS GRANDES CENTROS DE PRODUCCIÓN

La producción de manuscritos iluminados parece ir de la mano de la aparición de corrientes espirituales hasta el siglo XV; si durante los siglos XIII y XIV el mayor centro de producción había sido París, con una preponderancia incontestable frente a centros menores, en el XV se produce un cambio hacia los Países Bajos, integrados en ese momento en la órbita del Ducado de Borgoña.

3.1. El mercado del libro y la organización de la producción

Ya desde el siglo XIII, pero sobre todo durante el XIV y el XV la organización comercial y el sistema de producción son dos de los aspectos relacionados con los libros que más evolucionan. Como cualquier bien de consumo, los libros necesitaban de unos artesanos que los elaborasen y es común que éstos se organizasen en gremios, aunque no en todas las ciudades aparecen al mismo tiempo. Lo habitual es que antes de existir una institución oficial los artesanos se agruparan en barrios, como ocurría con cualquier profesión. La presencia de una “Rue des Ecrivains” se documenta en París en 1273, pero ya hay referencias al “vicus scriptorum” en fechas tempranas del siglo, y se sabe que no sólo vivían en ellas escribanos, sino también iluminadores y libreros46.

Una constante en estos momentos será la progresiva especialización de la producción, aunque no era extraño que el jefe de un taller se encargase tanto de iluminar los manuscritos como de preparar el pergamino o de vender su obra en un local comercial. Al parecer el primer librero que aparece como tal en París es Nicolas Lombard, en un documento de 1254 concerniente a una propiedad en la Rue Neuve Notre-Dame. La información es importante pues aporta dos datos: que en 1254 estaba ya establecida la figura del “libraire” como comerciante, y que estos solían agruparse cerca de la catedral.

La constitución en gremios y la separación de tareas evolucionó progresivamente, pero nunca hubo un sistema unificado. En algunas ciudades los miniaturistas se integraban en el gremio de pintores y en otras constituían en suyo propio, y en 46

R. H. Rouse y M. A. Rouse, Manuscripts and their Makers: Commercial Book Producers in Medieval Paris 1200-1500, Londres, 2000, pp. 23-30.

23

ocasiones se unen y separan durante cierto tiempo, como ocurrió en Brujas en el siglo XV. En 1403 surge un enfrentamiento entre los dos grupos debido a un conflicto de competencias. En 1427 volverá a aparecer , y se conserva la sentencia del magistrado de la ciudad: los iluminadores podían ejercer su profesión libremente y de forma independiente, y los comerciantes de libros podían introducir en la ciudad cualquier libro miniado sin restricción alguna; los escribas y comerciantes, por otra parte, tenían prohibido negociar con el cliente cualquier aspecto relacionado con la iluminación del manuscrito encargado47.

Para diferenciar qué aspectos debía tocar el iluminador y qué instrumentos podía utilizar resulta especialmente interesante el caso de Tournai, ya que se especifican en una ordenanza de 1480: “ymages, istoires, vingnettes, tourner lettres d’or ou d’asur et les floreter et champier, dorer et lister livres, utilizando “toutes couleurs fines, de fin or et d’argent, et des toutes autres couleurs servants à la dite enlumunire”. Las herramientas comprendían les trinques, renelz, grateuses [...] y el soporte pappier, parchemin, velin ou avortin”48.

3.2 Florencia y Lombardía

La situación y la herencia clásica harán que la miniatura en Italia evolucione por diferente camino que en los grandes centros de producción el Norte de Europa. La influencia de la pintura bizantina se irá acentuando desde el Trecento, tanto en la pintura sobre tabla como en la miniatura, por ello en ésta última serán comunes los fondos neutros y colores más bien planos (con preferencia por los tonos fríos), con decoración a base de roleos simples y unos intentos de aproximación perspectiva más logrados que en la producción contemporánea del Norte. Donde realmente se notan los influjos bizantinizantes será en el tratamiento del cuerpo y el rostro, logrando expresar emociones de dolor profundo, y en la fijación de ciertos tipos iconográficos extraños en el resto de Europa, como el lamento sobre Cristo muerto o la Crucifixión con la Virgen y San Juan.

47

M. Smeyers, Flemish Miniatures, p. 231.

48

Ibid. p. 234.

24

Como ejemplo característico de este período y de lo anteriormente expuesto podemos citar el taller de Pacino di Bonaguida, activo en Florencia en las décadas centrales del XIV. En una Crucifixión (Fig. 12), pintada entre 1330 y 1340, se observan estos rasgos: el fondo es azul neutro, sobre el que se recortan las figuras de Cristo en la cruz, flanqueado por la Virgen y San Juan49. Las tres figuras forman una composición simétrica, rota únicamente por la inclinación de la cabeza de Cristo y el chorro de sangre que mana de la herida del costado. La intención del artista por conseguir un resultado armónico lo lleva incluso a reducir la paleta de colores de forma radical, utilizando sólo pigmentos azules y color crema para las ropas de San Juan (túnica azul y manto blanco) y la Virgen (túnica blanca y manto azul). El tratamiento del cuerpo de Cristo remite a la pintura sobre tabla del XIII, como la de Giunta Pisano o el propio Cimabue y sus seguidores, con un cuerpo musculoso modelado a través de sombras y el empleo de pigmentos verdosos que hacen referencia a un Cristo que ya ha muerto.

En los últimos treinta años del siglo XIV, en Florencia el dominio del scriptorium de Santa Maria degli Angeli es casi absoluto, prolongándose hasta los primeros años del XV. Maria Grazia Ciardi ha señalado la importancia de los libros copiados en Monteolivieto di Pistoia y de la producción de libros iluminados en monasterios benedictinos en Toscana, especialmente en lo que se refiere a cantorales. Ya en pleno siglo XV, las primeras décadas estarán dominadas por la figura de Lorenzo Monaco, tanto en lo que concierne a miniatura como a pintura de mayor formato. La autora cita como ejemplo un Salterio, proveniente de la iglesia de San Fabiano en Prato, datado hacia 1435 y cuyo iluminador, Bartolomeo di Fruosino, fue uno de los más importantes y prolíficos iluminadores de la Escuela “degli Angeli”, por estar en relación con la iglesia de Santa Maria degli Angeli50.

En el Norte de Italia la figura principal es Giovannino de Grassi, que sirve de puente entre el siglo XIV y el XV. Miniaturista especialmente dotado, también trabaja como escultor en las obras que por entonces se realizaban en el Duomo de Milán. Este doble trabajo se nota en su producción pictórica, ya que presta especial atención a las 49

La obra se encuentra en una colección privada. Imagen en Miniature a Brera 1100-1422 (Maria Luisa Grossi Turchetti y Claudia Romano, coords.), Milán, 1997, p. 195. 50

M. G. Ciardi Dupré dal Pogetto lo menciona en la introducción del catálogo de la exposición sobre miniatura toscana celebrada en Florencia en 1982: Codici liturgici miniati del Benedittini in Toscana, Florencia, 1982, pp.15-29.

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arquitecturas representadas, que en ciertos aspectos relacionados con sus intenciones perspectivas y recursos narrativos recuerdan a los ciclos murales de Giotto. Su principal obra fue el Offiziolo di Giangaleazzo Visconti, y como ejemplo del tratamiento preciosista de las arquitecturas podemos citar la expulsión de San Joaquín del Templo51 (Fig. 13). Junto con un pintor “francesizzante” –probablemente incluso francés- Grassi actúa en Lombardía, recibiendo in fluencias de la miniatura parisina típica de la corte de Carlos V.

El otro exponente de la miniatura gótica en el Norte es Belbello da Pavia, siguiendo la corriente del tardogótico en el llamado estilo Internacional, especialmente a partir de 1440 cuando realiza sus mejores obras, como la Biblia iluminada para Nicolás III d’Este. Su trabajo está documentado para la corte ducal de Mantua entre los años 1443 y 1462 en un misal que deja incompleto52 (Fig. 14). En cuanto a la comisión de esta obra, como ocurre con la cámara incompleta que Pisanello deja en el palacio ducal, se presume una filiación con los Gonzaga, de gustos “volubles, no propiamente un modelo de mecenazgo protorenacentista”53. Cadei señala también que un motivo, además del carácter tosco del duque, pudo ser la progresiva imposición en Mantua de un gusto renacentista a mediados de siglo, lo que haría que el estilo Gótico Internacional de Belbello resultara anticuado ya en 1460.

3.3 París

El papel catalizador de París fue resumido en estas palabras de Panofsky: París, como Roma, era –y en cierto modo sigue siendo- un embalse más que un pozo: un lugar donde muchos artistas aprenden y viven pero de donde son muy pocos, que tiene el poder de atraer, de sintetizar y de refinar, pero no de originar54. Efectivamente, el miniaturista más importante de finales del siglo XIII y principios del XIV no era un

51

Offiziolo di Giangaleazzo Visconti, fol. 2r (Florencia, Biblioteca Nazionale, ms. BR 397) en A. Cadei, Studi di miniatura lombarda, 1984, p. 17. 52

C. Berselli, “Il messale miniato del duomo di Mantova”, Civiltà Mantovana, nº4, 1984, pp. 21-37.

53

Cadei, Studi di miniatura lombarda, p. 24.

54

Panofsky, Los primitivos flamencos, p. 36.

26

parisino sino el maestro Honoré d’Amiens55, pero la capacidad “creadora” de París debería ser objeto de una revisión y no de una afirmación tan tajante.

Es en París donde el arte religioso adquiere un gusto por la elegancia y el refinamiento, reflejo de la corte real de las que las de Borgoña o Berry serán herederas en el XV, y el principal artífice de este cambio estético en la miniatura será un seguidor del arte de Honoré: Jean Pucelle será la referencia fundamental en la primera mitad del XIV56. Para Panofsky, el mérito fundamental de Pucelle y el que mayores repercusiones tendrá será la asimilación de un lenguaje italo-bizantino a partir de la obras de Duccio y de Giotto, principalmente en lo que toca a los primeros intentos de representación en perspectiva. En este caso la vía de innovación y de mayores avances se produciría en la miniatura y no en la pintura sobre tabla, y a partir de aquí pasaría a ser la característica principal de la obra de los primitivos flamencos desde Robert Campin y los van Eyck.

Los ejemplos que cita Panofsky son fundamentalmente motivos iconográficos y de composición: el paralelismo entre las tablas que decoraban la parte posterior del retablo de Klosterneuburg (Fig. 15) y las de la capilla de la Arena de Padua (Fig. 16) atestiguan un conocimiento, aunque quizás indirecto, por parte de los artistas57. Por otra parte, el mismo tipo de actitudes de esas tablas, pintadas entre 1324 y 1329, se encuentran en las Horas de Jeanne d’Evreux, iluminadas por Pucelle y estrictamente contemporáneas, así como en ejemplos de orfebrería, como la Virgen que la misma Jeanne d’Evreux dona a Saint-Denis58 (Figs. 17 y 18). Sobre los temas iconográficos novedosos sin duda está el lamento sobre Cristo muerto, típico en la tradición bizantina pero sin antecedentes relevantes en Occidente. En las mismas Horas de Jeanne d’Evreux, Pucelle lo incorpora en el folio en que comienza el oficio de Vísperas.

Sobre esta obra también hay que destacar el empleo de la grisalla para las figuras. El color, siempre muy plano, sólo se emplea para los fondos y elementos marginales; la 55

Véase Michele Tommasi, “Maestro Honoré: l’arte del libro a Parigi” en: Artifex Bonus. Il mondo dell’artista medievale (E. Castelnuovo, ed.), Roma, 2004, pp. 121-128 con abundante bibliografía. 56

Ch. Sterling, La peinture médiéval a Paris, 1300-1500, vol. I, Paris, 1988, pp. 65-78.

57

Panofsky, Los primitives flamencos, p. 32.

58

Horas de Jeanne d’Evreux (Nueva York, Metropolitan Museum of Art, The Cloisters Collection). Para studio y comentarios ver F. Avril, L’enluminure à la Cour de France au XIVe siècle, 1979, pp. 4459.

27

grisalla, en cambio, produce unos efectos muy plásticos y un modelado que consigue un volumen excepcional. Quizás esta concepción volumétrica de las figuras tenga que ver con que Pucelle también ejerció como orfebre. El estilo elegante de Pucelle permaneció de moda en París a lo largo de todo el XIV con su sucesor Jean LeNoir y en las obras de otro inmigrante del Norte, Jean Bondol.

Bondol nació en Brujas y estuvo activo en París desde 1368 hasta al menos 1381. La colaboración con Jean de Vaudetar le llevó a participar en la elaboración de la Bible historiale de La Haya, firmada en 137159. La principal conexión con Pucelle son las grisallas de los ropajes, aunque Bondol se ha alejado del canon elegante y alargado tan de moda en las primeras décadas del siglo. Los fondos, como en el fol. 2 en el que Vaudetar le presenta la Biblia a Carlos V (Fig. 19), siguen siendo neutros; se ha perdido, pues, el concepto paisajístico que Pucelle había incorporado en el calendario del segundo volumen del Breviario Belleville60.

3.4. La corte del Duque de Berry

Será en un manuscrito iluminado para Jean de Berry donde se retome la tradición iniciada por Pucelle en el Breviario Belleville de ilustrar el calendario únicamente con paisajes. Se trata de las Petites Heures que Jacquemart de Hesdin realizó entre 1380 y 138461. Los mismos motivos, aunque con variaciones, aparecen en los bas-de-page y en la composición de la Anunciación (Fig. 20), similar a la de las Horas de Jeanne d’Evreux, aunque con una clara intención unificadora al no separar a la Virgen del ángel por medio de una arquitectura, como hacía Pucelle y como era tradicional en la pintura italiana.

Hay que destacar que Jacquemart y su taller produjeron cuatro Libros de Horas para el Duque: las Petites Heures ya comentadas, las Très Belles Heures de Notre Dame (Fig. 21), las Très Belles Heures de Jean de France, conocidas como “Horas de

59

La Haya, Museum Meermano, ms.10 B23.

60

París, Bibliothèque Nationale de France, ms. latin 10484.

61

París, Bibliothèque Nationale de France, ms. latin 18014.

28

Bruselas” y las Grandes Heures du Duc de Berry, fechadas hacia 141262 (Fig. 22). Para Panofsky, la Lamentación sobre Cristo muerto del fol. 94 de las Petites Heures será el modelo que sirva de punto de partida a las escenas de la Pasión que después siga van der Weyden.

En cualquier caso las figuras más destacadas relacionadas con el Duque de Berry y su scriptorium fueron los hermanos Limbourg, que iluminaron las Très Riches Heures63. La fama y la impronta del libro han sido tales que normalmente se considera el arquetipo de libro de horas iluminado del siglo XV. La obra, comenzada en 1413, quedó incompleta cuando en 1416 una nueva epidemia acabó presumiblemente con la vida del propio Duque y de los iluminadores. No sería hasta mucho más tarde, cuando en 1485 Jean Colombe se hiciera cargo del manuscrito y se completara la tarea. La conexión con Jacquemart de Hesdin vuelve a ser el arte italiano mediante las incorporaciones de Pucelle y su discípulo Jean Le Noir, como señaló Panofsky al relacionar la Anunciación de las Horas Seilern con una tabla de Agnolo Gaddi conservada en la Academia de Florencia64.

Por otra parte, el conocidísimo calendario de las Muy ricas horas ejemplifica el gusto desmedido por el lujo y el ambiente cortesano del que Pucelle había sido un precursor. El paisaje deja de ser una creación abstracta para ser real, y no un simple fondo para las tareas agrícolas que se realizan en primer plano: se ha sustituido una naturaleza arquetípica por un paisaje real, con los castillos del duque como marco (Figs. 23 y 24). La obra es una creación totalmente individualizada para un comitente que quiere ver en ella un reflejo de su riqueza y poder.

3.5 Amiens

Amiens actuó durante el siglo XV como un punto de encuentro entre artistas flamencos y franceses. Tenemos constancia de la presencia de miniaturistas parisinos

62

Très Belles Heures de Notre Dame (París, Bibliothèque Nationale de France, Nouv. acq. lat. 3093); Très Belles Heures de Jean de France (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 11060); Grandes Heures du Duc de Berry (París, Bibliothèque Nationale de France, ms. latin 919). 63

Chantilly, Musée Condé, ms. 65.

64

Panofsky, Los primitivos flamencos, p. 68.

29

instalados en la ciudad y de un comercio estable dominado por libraires desde principios de siglo con la capital del reino. Por un lado la situación geográfica de la ciudad, cercana a Brujas, Arras y Tournai, favorecía que muchos artistas se establecieran si no definitivamente sí al menos temporalmente, aprovechando sus viajes entre Flandes y Francia. Por otro, la ausencia de unos estatutos que regulasen las actividades artísticas hasta 1491 impidió que se estableciesen límites respecto al número de profesionales que podían ejercer su arte en la ciudad y sus campos de actuación concreta65. Además hay que tener en cuenta que Amiens jugó un papel importante en la Guerra de los Cien Años, y en numerosas ocasiones sirvió a los intereses de la monarquía francesa y a los del ducado de Borgoña.

En este aspecto, a principios de la década de los 20 muchos artistas parisinos emigraron hacia el Norte, y Amiens fue si no el destino final, al menos una etapa en la que muchos se detuvieron durante un tiempo. El exilio artístico de París ha sido relacionado con el hecho de que en esa época (1420) la capital francesa había pasado a manos inglesas: tras el asesinato de su padre, Felipe el Bueno había pactado con Enrique V de Inglaterra (1386-1422) y acordado su matrimonio con Catalina de Francia, convirtiéndose así en heredero de Carlos VI (†1422). El Delfín había sido exiliado y Enrique consiguió que los Estados Generales lo reconocieran como rey de Francia. Amiens, por su parte, estaba bajo el dominio inglés a través de los duques de Borgoña, hasta que con la Paz de Arras de 1435 fue cedida formalmente a Borgoña junto con otras importantes ciudades a lo largo del Somme66.

Dentro de la producción de manuscritos, Amiens se especializó en Libros de Horas, al contrario que otras ciudades como Poitiers, Rouen o Lyon, que servían básicamente a sus universidades y administraciones públicas. Un ejemplo ilustrativo, que además nos sirve para establecer los lazos de Amiens con París, es el del libraire parisino Guillaume Godard, que en 1545 tenía en su haber 263.699 libros, de los cuales 148.717 eran libros de horas al uso de Amiens, presumiblemente para exportar a la ciudad67. El vínculo con

65

S. Nash, Between France and Flanders: Manuscript Illumination in Amiens in the Fifteenth Century, Londres, 1999, pp. 38-51. 66

L. Suárez Fernández, Manual de Historia Universal, tomo II: Edad Media, Madrid, 1972, pp. 645-

649. 67

Nash, Between France and Flanders, p. 48.

30

Borgoña es el establecido a través de Gautier Deschamps, “libraire de monsigneur le Duc de Bourgogne”, probablemente familiar de Guillaume Deschamps, que a su vez era librero en París y del que se tiene constancia de que proporcionaba manuscritos para la corte de Borgoña en 1390.

Centrándonos únicamente en la miniatura, Susie Nash ha establecido tres grandes grupos basándose en el estudio de 30 libros de horas que abarcan todo el siglo XV: un “estilo local” representado por el Maestro d’Ailly (ca. 1430-50), sus precursores (ca. 1400-30) y por último un núcleo formado por artistas inmigrantes de Francia y Flandes, contemporáneo con el Maestro d’Ailly y posterior (ca. 1420-70). Realmente lo que más nos interesa es el papel de la miniatura de Amiens como elemento de cohesión entre las tendencias francesas, representadas por Raoul de Poufille, y las flamencas del Maestro de Jacques de Rambures (también conocido como “Maestro de Amiens 200” por la signatura del libro de horas en la Biblioteca Municipal de la ciudad).

La obra de Poufille entronca con la tradición francesa de los Maestros de Boucicaut y Bedford, fundamentalmente en lo que se refiere a composiciones y tipos iconográficos (Fig. 25); los mismos serán utilizados por un asociado suyo en las Horas de Philippot de Nanterre, como es evidente en los folios que ilustran la Presentación en el templo. Los mismos recursos emplea el Maestro de Walters 281 en la Pentecostés, aunque este se inspira directamente en las Horas del duque de Bedford68 (Fig. 26) y no en las Horas Lamoignon, antecedente de estas últimas y del que Pufille toma sus referencias.

De mayor interés resulta el Maestro Rambures por sus conexiones con los primitivos flamencos. Por los plegados y composiciones se supone que habría pasado un tiempo en el taller de Rogier van der Weyden en Bruselas, o que al menos poseía bocetos y dibujos que formaban su repertorio69. El Maestro toma el nombre de las Horas de Jacques de Rambures, iluminadas en Amiens junto con otros dos manuscritos. Se trata de las Horas Morgan y las Horas de Marguerite Blondel, ejemplo extraño en la

68

Londres, British Library, Add. Ms. 18850.

69

S. Nash compara la pose del San Juan Bautista de las Horas de Jacques de Rambures (Amiens, Biblioteca Municipal, ms. 200, fol. 142) con un esbozo inspirado en la obra de van der Weyden conservado en el Museo Nacional de Estocolmo. Realmente la pose es idéntica y los plegados muy similares, y lo mismo ocurre con la Visitación del fol. 42. (Nash, Between France and Flanders, p. 194.)

31

producción del maestro por ser el único en el que se utiliza la grisalla70. Esta variación no presenta mayores problemas para ligar los tres libros a la misma mano, sobre todo si comparamos las escenas de la Adoración de los Magos: tanto en el fol. 64 de las Horas Blondel como en el fol. 52 de las Horas Morgan la única diferencia es la grisalla y el fondo arquitectónico, así como algún cambio en el atuendo de los Magos; sin embargo pueden verse prácticamente las mismas recetas para los plegados en el manto de la Virgen y las mismas actitudes en los personajes.

La vinculación con los maestros flamencos en las Horas Rambures va más allá, incluso crea un vínculo con el maestro de van der Weyden, Robert Campin. La Virgen de la Anunciación (fol. 31, Fig. 27) remite al modelo de la Magdalena de Campin conservada en la National Gallery de Londres (Fig. 28), por la posición del libro entreabierto con las páginas dobladas y por los plegados duros del manto, típicos del primer arte flamenco. Ello ha llevado a pensar que se trata de una mano diferente a la del primer maestro, y se ha vinculado con un artista del círculo del Maestro de Thiébaut de Luxemburgo; incluso se ha identificado con el Segundo Maestro de las Grandes Crónicas de San Petersburgo71.

3.6 El Ducado de Borgoña

El ducado que hereda Felipe el Bueno de su padre, Felipe el Atrevido, se vio acrecentado al incorporar a la órbita borgoñona las regiones de Flandes, Artois, Brabante, Henao, Limburgo, Holanda y Zelanda. El resultado visible en las artes es la fusión de la tradición francesa con la flamenca, lo cual perdurará pese a que a la muerte de Felipe el Bueno su hijo, Carlos el Temerario, intentara expandir su territorio todavía más, encontrándose con la hostilidad de Luis XI (1423-83). Consecuencia de ello es la guerra que comienzan franceses contra borgoñones y que termina cuando Carlos muere en el asedio de Nancy en 1477.

70

Horas de Marguerite Blondel (Londres, British Library, Add. MS 19738); Horas Morgan (Nueva York, Pierpont Morgan Library, M 194.) 71

F. Avril, Les manuscrits à peintures, París, 1995, pp. 90-91. Grandes Crónicas de Francia (San Petersburgo, Biblioteca Nacional de Rusia, Erm. fr. 88.)

32

Cuando María de Borgoña, hija de Carlos, muere en 1482 los territorios son objeto de disputa entre franceses y el viudo de María, Maximiliano de Habsburgo. Finalmente Flandes se alinea con Francia e Inglaterra, frente al resto de territorios que quedan bajo el dominio de la casa de Austria y se desata una pugna que dura diez años. Las ciudades rebeldes de Brujas, Ypres y Gante –los más importantes asentamientos para los iluminadores en el Norte- quedan terriblemente debilitadas.

Hasta ese momento, Brujas había sido el mayor centro de producción y de comercio de libros en territorio borgoñón, lo que equivale a decir que lo fue de toda Europa, y Smeyers da cuatro motivos fundamentales que contribuyeron a ello: un renacimiento económico, la posibilidad de aumentar la escala de producción, una clientela rica y unos mercaderes que había organizado el comercio72. Además, la demanda internacional de Libros de Horas llevó a cierto grado de estandarización, tanto en contenidos como en decoración, que será todavía mayor cuando la producción manual de paso a la mecanizada a través de la imprenta73.

En este caso la producción “en serie” será un factor determinante para establecer el nivel de influencia que ejercerá la miniatura flamenca a finales del XV en todo el territorio europeo. Si, como ha señalado Susie Nash, las obras de arte podían viajar más rápido que los artistas, los Libros de Horas iluminados en Flandes serán exportados junto con otros objetos de lujo y su estilo será imitado en todos los talleres de iluminadores. A la hora de analizar el caso gallego nos interesarán especialmente los motivos decorativos, sobre todo las orlas, para establecer paralelismos y una aproximación cronológica que sería imposible sin tener en cuenta el factor flamenco. Uno de estos motivos, que tendrá un gran éxito desde 1420 a 1450, será el del “rollo dorado” que consiste en unas orlas vegetales simples al principio y cada vez más elaboradas. No se trataría únicamente de un Maestro, sino de un grupo de artesanos de Brujas como se puede comprobar al comparar los manuscritos.

72

Smeyers, Flemish Miniatures, p. 194.

73

J. H. Marrow, “A Book of Hours form the Circle of the Master of the Berlin Passion: Notes on the Relationship between Fifteen-Century Manuscript Illumination and Printmaking in the Renish Lowlans”, The Art Bulletin, vol. 60 nº 4, 1978, pp. 590-616.

33

El momento en el que se produce una mayor complicación del motivo será con el Maestro de Guillebert de Mets, en el segundo cuarto del siglo, y sobre todo su discípulo, el Maestro de los Privilegios de Gante, hacia 1460. Del primero podemos tomar como ejemplo el manuscrito de la Cité de Dieu (traducción al francés del De civitate Dei de San Agustín realizada por Raoul de Presles hacia 1375), iluminada para Guy Guilbaut hacia 144074 (Fig. 29). En el folio 3, en el que se representa al santo escribiendo su obra, se observa una orla vegetal en la que además de las típicas hojas doradas se han incorporado otros floreos en azul, verde y rojo, así como una corte angélica que toca diferentes instrumentos. El marco interior de la caja de texto tiene un fondo totalmente dorado decorado con las mismas hojas rojas, azules y verdes75.

Por su parte, el Maestro de los Privilegios de Gante (manuscrito atribuido en ocasiones Jacquemart de Hesdin), en 1452 ilustra un Libro del gobierno de los príncipes (Fig. 8) que ya se ha citado al hablar de la literatura doctrinal76. La orla vegetal que rodea la escena y la caja de texto es mucho más elaborada que las del Maestro de Guillebert de Mets, y en ella se intercalan filacterias y escudos. Además de la influencia de dicho maestro, el Maestro de los Privilegios de Gante parece haber conocdio las Crónicas de Hainaut (Fig. 9), también mencionadas77. La escena que ilustra el folio 1 de la obra histórica, y que se atribuye tradicionalmente a van der Weyden, es copiada por el Maestro de los Privilegios de Gante en su obra: tanto el Duque como sus acompañantes presentan idénticas actitudes en ambos casos, aunque ahora el iluminador ha eliminado la figura de Carlos el Temerario, que 14 años más tarde de la iluminación de las Crónicas, difícilmente podría seguir siendo representado como un niño al lado de su padre78.

El caso de van der Weyden asociado a la miniatura no será un ejemplo único, sobre todo teniendo en cuenta la estandarización de motivos “eyckianos” que se observará a 74

Bruseleas, Bibliothèque Royale, ms. 9005 [En la misma biblioteca se conserva otro manuscrito del De Civitate Dei iluminado por el Maestro de Jean Chevrot en el que se representa a Raoul de Presles presentando su traducción a Carlos V, fechado hacia 1450 (ms. 9016, fol. 1)] Smeyers, Flemish Miniatures, p. 260. 75

Ibid. pp. 245-249.

76

Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9043.

77

Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9242.

78

G. T. Clark, Made in Flanders: The Master of the Ghent Privileges and Manuscript Painting in the Southern Netherlands in the Time of Philip the Good, Turnhout, 2000, pp. 86 y 344.

34

partir de la tercera década del siglo. Una crucifixión de un seguidor de van Eyck conservada en Venecia y fechada a partir de 1425, será copiada casi de forma literal en un libro de horas atribuido al Maestro de Jean Chevrot hacia 144079. Las poses idénticas de la Virgen y de San Juan, así como el paisaje urbano que sirve de fondo, hablan de una relación directa. La infinidad de Vírgenes con el Niño y las variaciones sobre el tema que proliferan en varios soportes durante las décadas de 1420 a 1440 se basan, sin dudas, en los diferentes trabajos de van Eyck.

Así pues, desde el siglo XIII en que hemos comenzado nuestro recorrido hasta finales del XV la geografía de la producción del libro de devoción iluminado conoció un importante desplazamiento desde París, la capital del reino de Francia, hacia diversos centros situados bajo el dominio del ducado de Borgoña, traslado que evidencia el debilitamiento del poder monástico y el fortalecimiento progresivo del gran ducado.

79

Turín, Museo Civico, ms. 47, fol. 48v.

35

4.

EL CASO HISPANO: ARAGÓN, NAVARRA Y CASTILLA

La importación de libros y el seguimiento de las modas del Norte de Europa harán que la miniatura castellana del período refleje toda una serie de influencias foráneas. Asimismo, el sistema de producción cambiará paulatinamente con la incorporación del miniaturista laico y la organización en talleres como había sucedido en Francia y Flandes desde finales del siglo XIV, para satisfacer una demanda creciente auspiciada fundamentalmente por la monarquía y la alta nobleza.

En cuanto al tipo de libros religiosos iluminados también en la península tienen una especial relevancia los destinados a la devoción privada, especialmente los Libros de Horas y Breviarios. Aunque la demanda había crecido notablemente desde principios del XV, fundamentalmente a través de la monarquía aragonesa, los Libros de Horas conservados en la actualidad son escasos en comparación con la producción masiva de otros territorios como Flandes o Francia. Además se trata de un fenómeno tardío, pues como ha señalado Ana Domínguez, la llegada del Libro de Horas iluminado a Cataluña se produce en el XIV, pero no llegará a Castilla hasta mediados de siglo XV y a Aragón a finales del mismo siglo o principios del XVI80.

La llegada del Libro de Horas a Cataluña se pone en relación con el que Ferrer Bassa ilumina para María de Navarra por encargo de su esposo, Pedro IV de Aragón81. La obra, fechable entre 1338 y 1347, muestra rasgos de un estilo gótico influido por el arte italiano como sucedía con las obras de Pucelle en París. La situación cambió para sus sucesores cuando Martín I el Humano hubo de enfrentarse a la crisis de la banca debido a la pobreza del tesoro real. En una carta dirigida al abad de San Cugat le pedía que mandase a un iluminador desde el monasterio para terminar lo más rápidamente posible el Breviario real82 (Fig. 30). Al parecer el miniaturista inicial se había fugado sin terminar el encargo y se encontraba en Zaragoza al servicio del arzobispo; en la carta enviada por el rey se especifica que el miniaturista es Johanni ilumnador francés y que se encuentra en companya de un bretón qui lo a torbado, lo que significa que frente a 80

Domínguez Rodríguez, “Libros de Horas de la Corona de Castilla”, pp. 19-26

81

Venecia, Biblioteca Marziana, cod. lat. 104 = 12640. Véase J. Planas Badenas, El esplendor del gótico catalán, la miniatura a comienzos del siglo XV, 1998. 82

París, Bibliothèque National de France, ms. Rothschild 2529.

36

las costumbres del Norte de Europa en los reinos hispanos era común contratar artistas foráneos para realizar las obras más importantes, al menos en un primer momento83.

Más confuso es el caso de un códice conservado en El Escorial, que contiene una recopilación de Oficios de Devoción privada84. La dificultad viene dada por la intervención de diversos amanuenses y el hecho de que el manuscrito se encuentre incompleto, así como por la presencia de al menos tres iluminadores que Planas ha identificado con un seguidor de los hermanos Serra, el segundo como un miniaturista seguidor de las formas del Gótico Internacional y el tercero, con Rafael Destorrents. Si bien es cierto que tal atribución es hipotética, el carácter secuencial de las escenas no tiene precedentes en la pintura sobre tabla y la autora lo relaciona con modelos italianos, especialmente con los manuscritos iluminados por Niccolò da Bologna85.

La presencia de Libros de Horas a mediados del siglo está documentada en el inventario realizado a la muerte de la reina María, esposa de Alfonso el Magnánimo, en 1458. Junto con los libros devocionales se citan otros de temática religiosa, relacionados con el «carácter beato y virtuoso que todas las crónicas coinciden en atribuir a la princesa castellana»86. El catálogo comprendía libros de muy diversa índole, ya que Alfonso el Magnánimo había mostrado un gusto italianizante al crear una biblioteca regia como la de los Sforza en Pavía, pero también había preferido la estética novedosa proveniente de las provincias septentrionales, como atestiguan las orlas “bianchi girari” presentes en el Psalterium Laudatorium de Francesc Eiximenis87.

El mecenazgo regio en Aragón y Cataluña tuvo serios problemas debido al absentismo de los reyes, sobre todo en Barcelona, como es patente a raíz de las quejas de los consellers, que reclamaron la presencia regia sobre todo durante el reinado del propio Alfonso el Magnánimo y más tarde durante el de Fernando el Católico. En el período como heredero del trono aragonés y de Sicilia (1461-79) se ilumina para su 83

Planas Badenas, “Lecturas pías de los reyes”, p. 469.

84

El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo, ms. a.III.1

85

J. Planas Badenas, “La miniatura catalana en los inicios del siglo XV: análisis de un códice escurialense”, Reales sitios, nº 108, 1991, p. 52. 86

J. Molina i Figueras, Arte, devoción y poder en la pintura tardogótica catalana, Murcia, 1999, p.

87

Valencia, Biblioteca de la Universidad, ms. 726.

19.

37

madre el Libro de Horas de Juana Enríquez, mal llamado “de Isabel la Católica”88. De él resultan de especial interés para nuestro trabajo tanto las orlas, como el hecho de que la obra pueda ser fechada, ya que el año de 1468 sirve como término ante quem para su elaboración puesto que aparece citado en el inventario de los bienes realizado a la muerte de la reina.

Las escenas parecen deberse a diferentes manos, o al menos así se deduce al contemplar la Visitación del fol. 91v y los Desposorios de la Virgen en el 41v (Figs. 31 y 32). El elemento unificador son las orlas vegetales, del mismo estilo, aunque con variaciones. En la Visitación el miniaturista debió ser un artista flamenco que conocía las pinturas de van Eyck, pues mantos de la Virgen e Isabel muestran los típicos plegados duros; el rostro de la Virgen es el prototipo empleado por van Eyck en La Virgen en el templo o por van der Weyden en la Magdalena leyendo de la National Gallery ya comentada. Por otra parte, la escena de los Desposorios de la Virgen es totalmente diferente. Los plegados y el tratamiento del color, como en el Rey David en oración del fol. 11v, guardan mayor semejanza con la miniatura del Maestro François que con el estilo de van Eyck. Si estos manuscritos han sido fechados por Kren hacia 1475-85 el Libro de horas de Juana Enríquez sería un precursor en estilo, pero evidentemente mucho más simple, aunque se mantendrán rasgos comunes característicos en estas obras: los reflejos dorados, el predominio de los verdes en primer término, un horizonte muy alto, que se funde en tonos azules, y la utilización de pocos pigmentos, pero con muchos detalles89.

La vinculación del manuscrito con Isabel la Católica debió tener su origen en la incorporación del patrimonio cuando se casa con el infante Fernando y el motivo de confusión pudo ser el escudo que aparece en los herrajes, con las barras de Aragón y los castillos de Castilla. En cualquier caso la ausencia del típico escudo de armas o de los lemas, que sí aparecen en el Libro de Horas de Isabel la Católica del Museo de

88

Madrid, Biblioteca del Palacio Real.

89

Th. Kren, “Seven Illuminated Books of Hours Written by the Parisian Scribe Jean Dubreuil, c.14751485”, en: Reading Texts and Images. Essays on Medieval and Renaissance Art and Patronage in honour of Margaret M. Manion (B. J. Muir, ed.), Exeter, 2002, pp. 194-200 y 212-220. Sobre el libro de horas del Palacio Real: A. Domínguez, M. L. Martín Ansón y F. Menéndez Pidal, “El Libro de Horas de Isabel la Católica de la Biblioteca de Palacio”, Reales Sitios, nº 110, 1991, pp. 21-31.

38

Cleveland o en el Breviario de la reina de la British Library, dejan claro que las obras no pertenecen al mismo período90.

Estas dos últimas obras fueron regaladas a la reina, pero ella hubo de encargar otros libros devocionales, de los que se conservan dos Breviarios (El Escorial y Biblioteca Nacional) en los que aparecen las mismas armas y lemas91. Estas dos obras fueron encargadas a Ruperto Alexandre, parisino, y a Felipe Morras, al parecer natural de Picardía; el origen norteño de los iluminadores y el estilo de las miniaturas demuestran que la reina sintió una especial predilección por el estilo tardogótico flamenco en lugar del lenguaje italianizante que se impondrá en el XVI. Por otra parte, la vinculación de la reina con un único Libro de Horas de filiación italiana parece confirmar esta hipótesis planteada por Josefina Planas en cuanto a los gustos estéticos de la reina92.

La influencia italiana sí aparece en los libros que formaban parte de las bibliotecas de los grandes nobles y humanistas. El ejemplo más esclarecedor es el del Marqués de Santillana, con agentes comerciales en Florencia que le suministraban libros que posteriormente dejarían su impronta en los producidos en el scriptorium personal del propio marqués. Por otra parte, los amplios intereses de Íñigo López de Mendoza le llevaron a buscar libros de muy diversa índole, y como es habitual en las bibliotecas de la nobleza, los libros profanos tienen mayor peso que los religiosos, sobre todo en lo que respecta a literatura doctrinal. En este caso, Fernando Villaseñor señala como pertenecientes a la biblioteca del marqués un De regimine principium de Guido delle Colonne, un Tratado de Caballería de Brunni d’Arezzo y varias crónicas93. 90

Libro de Horas de Isabel la Católica (Cleveland, Museum of Art, ms. 63256); Breviario de Isabel la Católica (Londres, British Library, add. ms. 18851.) 91

El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo, ms. B, II. 15.; Madrid, Biblioteca Nacional, Vitr. 18-8. 92

J. Planas alude a un libro de horas conservado en La Haya (Bibliothèque Royale, ms. 76 F 6) en el que se observan dos etapas: la primera pertenece a principios del XV y corresponde al taller de Giovannino de Grassi, la segunda es fechable a finales del siglo, pero en ella no se realizan escenas historiadas. Al parecer el único dato que apoya la tesis de la pertenecía del manuscrito a la Reina Isabel es una nota que se cita en el catálogo de la venta del manuscrito con la colección a la que pertenecía en 1750: “Estas oras fueron de la Señora Reyna Catholica dona Isabel” (Planas Badenas, “Lecturas pías de los reyes”, p. 473.) 93

Tratado de Caballería (Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10214); De regimine principium (Universidad de Harvard, Biblioteca Houghton, ms. FMA Typ 195); las crónicas son una Grande y General Historia del Rey Sabio (Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10236) y una Crónica General (Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10234 ter). (Véase F. Villaseñor Sebastián, El libro iluminado en Castilla durante la segunda mitad del siglo XV, Segovia, 2009, pp. 74-80.)

39

En estos ejemplos concretos las miniaturas parecen ser obra de Jorge Inglés, y se han señalado correspondencias entre el estilo de éstas y las catalanas de procedencia italiana del XIV. La hipótesis vendría confirmada por la reciente incorporación de un Cancionero perteneciente al círculo de Jorge Inglés al catálogo de libros de la biblioteca del Marqués, debido a la presencia de marcas heráldicas y divisas94. Junto a estos textos históricos o doctrinales, es destacable el gran número de textos clásicos y traducciones que se encontraban en esta biblioteca. Villaseñor cita una Pharsalia de Lucano en español, un códice con fragmentos igualmente traducidos de la Ilíada, la Vida de Homero y la Constitución de la Antigua Roma, y de una factura más humilde, las Antiquitates judaicae de Flavio Josefo95.

En el caso de Navarra, es especialmente relevante la figura de Carlos III el Noble, sobre todo por su relación familiar con la casa real francesa: era sobrino de Carlos V de de Valois, igual que Jean de Berry o Louis d’Anjou, y en su segundo viaje a Francia adquirió un Libro de Horas al que posteriormente se le añadieron las armas de NavarraEvreux96. La factura del libro, aunque francesa, se debe a un artista italiano activo en París en la primera década del siglo XV, y ha sido identificado con el Maestro de las Iniciales de Bruselas debido a su colaboración en las Très Belles Heures du Duc de Berry97.

94

Salamanca, Biblioteca de la Universidad, ms. 2655. (Ibid. p. 76).

95

Pharsalia (Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10805); el códice está en Londres (British Library, ms. Add. 21245); Antiquitates judaicae (Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10270). 96

Cleveland, Museum of Art, ms. 6440.

97

Planas Badenas, “Lecturas pías de los reyes”, p. 470 y Panofsky, Los primitivos flamencos, pp. 68-

70.

40

5.

UN EJEMPLO GALLEGO: EL BREVIARIO LLAMADO “DE MIRANDA”

DEL ARCHIVO

DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO

El conocido como Breviario “de Miranda” constituye el único ejemplar conservado de los códices iluminados destinados a la devoción privada en tierras gallegas. El libro consta de 518 folios de vitela en cuarto (205x145 mm.). En ellos la ornamentación se limita a orlas e iniciales historiadas, y aunque carece de escena independiente, enmarcadas, como puede verse en otros Breviarios contemporáneos, cabe señalar que escenas de carácter religioso ocupan la parte central de la banda inferior de las orlas en muchas ocasiones. La encuadernación, con tapas en madera cubiertas por terciopelo rojo y guardas de plata, debe ser posterior, así como la foliación, ya que se advierte que un folio ha sido cortado entre los actuales 166 y 167. Con todo, no se observan mutilaciones agresivas, por lo que aquéllos debieron ser eliminados antes de que el códice conociese su presentación actual98.

Por lo que se refiere a la ordenación de la página, el texto se distribuye en dos columnas que en ocasiones se separan con una orla central; y la caja, generalmente, se enmarca con una línea dorada, como puede verse, por ejemplo, en el fol. 49v (Fig. 33). La decoración de las orlas es fundamentalmente vegetal, en la que se entremezclan animales fantásticos, personajes populares y escenas de carácter bíblico o devocional, que, como se ha indicado, ocupan, preferentemente la banda inferior de la orla, lugar que, en otras ocasiones, se reserva a la imagen del escudo del comitente portado por ángeles tenantes.

A pesar del buen estado de conservación en que se encuentra el Breviario, su análisis resulta difícil, porque podría ser considerado parte de los disjecta membra de un patrimonio completamente desvirtuado debido a que la rapiña que sufrió el Archivo de la catedral compostelana, lo cual nos ha privado de otras obras que podrían enmarcar su 98

La excepción se encuentra tras el fol. 166, ya que el vuelto se deja en blanco, y se observa el corte del que debería ser el fol 167. La presencia de dicho corte llevó a pensar al P. Fita que el folio ausente estaría decorado con una miniatura a folio completo que tentó a alguien sin demasiados escrúpulos. [P. F. Fita, “Rezo antiguo de la Inmaculada Concepción”, en: Monumentos antiguos de la Iglesia Compostelana (A. López Ferreiro y F. Fita), Madrid, 1882, pp. 92-104.] El tema de dicha miniatura, aunque su existencia no está comprobada, ha sido objeto de diversas conjeturas. Para Fita se trataría de la Inmaculada, mientras que para D. José María Díaz sería el Apóstol Santiago [J. M. Díaz Fernández, “Breviario compostelano, llamado «de Miranda»”, en: Santiago Camino de Europa. Culto y cultura en la Peregrinación a Compostela, Santiago, 1993, pp. 338-339.]

41

factura. A ello habría que añadir, no ya la ausencia de un estudio monográfico reciente, si no la práctica total falta de bibliografía más allá de algunas referencias marginales y de fichas en catálogos de exposiciones más o menos recientes. Un elemento añadido viene a complicar aún más el análisis del manuscrito: las modificaciones que sufrió el original poco tiempo después de haber sido compuesto, como testimonian las huellas que en él han dejado sus sucesivos poseedores, de modo que resulta difícil establecer una cronología exacta para la empresa original; y la comparación estilística se revela como una herramienta de trabajo inestable debido

a dos factores: al hecho ya

mencionado de que presenta únicamente decoración marginal, y al fenómeno habitual de la pervivencia de modos de hacer anteriores en talleres de segunda fila, como el que produjo el manuescrito. Por ello no deben sorprender las variadas propuestas que acerca de su promotor y de su cronología la obra fue objeto a lo largo del tiempo.

5.1 Estado de la cuestión

Por esta razón, antes de abordar cualquier aproximación al manuscrito se hace obligado referir las conclusiones a que han llegado los estudiosos que le han dedicado su atención con anterioridad, conclusiones que distan de ser unánimes. A finales del siglo XIX fue el Padre Fidel Fita, quien se acercó por primera vez al libro con ojos críticos. Más atento a cuestiones litúrgicas que a las histórico-artísticas propiamente dichas, reparó que su texto incluía el “rezo antiguo” de la Inmaculada, que habría de ser reformado por Sixto IV mediante la bula Cum Praecelsa, que incorporaba las innovaciones propuestas por su notario Leonardo Noguerol, en 1476

99

. Esta fecha fue

considerada por Fita como un terminus ante quem para poder datar el manuscrito, necesariamente elaborado con anterioridad a ella. Fita fue también quien bautizó el Breviario con el nombre con el que se le conoce, pues advirtiendo la presencia de la inscripción “MIRANDA”, que aparece en la orla central del fol. 49v, supuso que el códice habría sido encargado por Pedro de Miranda, familiar del arzobispo D. Alfonso III de Fonseca (1476-1534), a quien hizo corresponder los roeles con escaques de oro y gules que decoran la casi totalidad de los escudos representados en las orlas, armas que reconoció como de los Miranda.

99

P. Fita, “El rezo antiguo de la Inmaculada”, pp. 92-94.

42

Hubo que esperar casi un siglo para que otro estudioso, en este caso un historiador del arte, abordara de nuevo el estudio del manuscrito. Ángel Sicart, en su obra monográfica sobre la pintura medieval en Galicia, advirtió el error de la interpretación heráldica de los escudos realizada por el Padre Fita. A su juicio éstos habrían de pertenecer a Fernando Ruiz de Castro, hijo del Conde de Lemos y eclesiástico, quien había abandonado los hábitos para casarse con Inés Bermúdez de Riobóo100; y quien, tras enviudar, en 1460, retomó la carrera eclesiástica, ahora anteponiendo el apellido de su mujer al suyo pasando a ser llamado Fernando Bermúdez de Castro, hecho explicable quizás a raíz de su condición de hijo ilegítimo101. Por esta razón Sicart relacionó la realización del Breviario con el momento en que Fernando Bermúdez de Castro se reincorporó a la vida religiosa, a partir de 1460. Explicaba la inscripción “MIRANDA” en relación con Pedro o Luis Miranda, canónigos que aparecen citados en las actas capitulares de 1481 y 1483. Con todo, no debemos olvidar que la carrera eclesiástica de Fernando Bermúdez de Castro se prolongó en el siglo, alcanzando las máximas dignidades más tarde: en 1485 se documenta como deán de la catedral de Santiago, decanato que abandonará en 1502 para convertirse en abad de la Colegiata de Coruña, falleciendo en Santiago a principios de 1515

Para Ángel Sicart, como hemos visto, los datos aportados por los testimonios heráldicos avalaban una datación temprana del manuscrito, sin embargo esta construcción se quebró cuando el canónigo archivero de la catedral compostelana, D. José María Díaz, advirtió que las armas de los mencionados escudos son repintes posteriores realizados sobre los originales con las armas de los Luna, como puede verse en el fol. 49v en el que se percibe la impronta del creciente reversado de la decoración original del recto del folio; hecho al que hay que sumar una diminuta imagen del fol 404v en el ángel inserto en la “P” del inicio de la Passio beati Iacobi que porta un pequeño escudo que al miniaturista se le olvidó modificar, donde de nuevo se aprecia el creciente reversado contorneado de otras figuras de difícil interpretación102 (Figs. 34 y 35).

100

Los escudos que se pueden ver hoy en día consisten en dos cuarteles: el de la izquierda presenta el ajedrezado de los Bermúdez, alternando siete jaqueles de gules con ocho de oro; el de la derecha recoge los seis roeles en azur sobre campo de plata de los Castro. 101

Á. Sicart, La pintura medieval. La miniatura, Santiago de Compostela, 1981, p. 161.

102

Díaz Fernández, “Breviario compostelano llamado «de Miranda»”, p. 339.

43

La presencia de las supuestas armas de los Luna en los escudos originales llevó, posteriormente, a Manuel Castiñeiras a pensar que la obra habría sido un encargo de D. Rodrigo de Luna, arzobispo de Santiago entre 1449 y 1460, adelantando en una década la cronología propuesta para el Breviario por Ángel Sicart103.

D. Rodrigo de Luna había sido nombrado arzobispo a instancias de su tío, el Condestable don Álvaro de Luna, quien antes había intentado sin éxito situarlo en la sede de Sevilla - el Cabildo, como señala López Ferreiro, «recibe una recomendación (que bien pudiéramos llamar imposición)»-104. Lo cierto es que el período de su arzobispado fue conflictivo prácticamente desde el comienzo, con un cabildo que se había visto obligado a elegir a un joven que ni siquiera contaba con la edad canónica para ocupar el cargo; circunstancias que se agravan cuando su tío cae en desgracia y ésta le alcanza también a él. Así es cómo López Ferreiro justifica la damnatio memoriae a la que fue sometido tras su muerte, por lo que intentará limpiar la leyenda negra que la historiografía se encargó de perpetuar dedicando un estudio monográfico a su figura calificando al prelado de “…naturalmente religioso, y amigo de promover todo cuanto pudiese contribuir al mayor esplendor del culto”105.

A tenor de las fluctuaciones de fortuna que este arzobispo sufrió, Manuel Castiñeiras optó por proponer que habría ordenado la elaboración del Breviario a mediados de la década de 1450, antes de que se produjeran los enfrentamientos entre el arzobispo y la nobleza local y el Cabildo. En efecto, de haber sido el libro un encargo del arzobispo difícilmente habría de serlo en fechas posteriores, cuando el prelado tuvo que enfrentarse a problemas más acuciantes. Lo cierto es que su mandato no fue estable desde el inicio; pues tras el ajusticiamiento del Condestable en 1453, D. Rodrigo perderá su principal apoyo y hasta 1455 casi no se conservan documentos que hagan

103

Se trata del estudio más reciente sobre el breviario compostelano: M. Castiñeiras González, “O breviario compostelán, chamado «de Miranda»: ¿Un códice da época do arcebispo don Rodrigo de Luna (1449-1460)?”, en: Os Capítulos da Irmandade. Peregrinación e conflito social na Galicia do século XV (F. Singul, dir.), Santiago , 2006, pp. 302-311. 104

A. López Ferreiro, Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, t. VII, 1904, p.

189. 105

A. López Ferreiro, Don Rodrigo de Luna. Estudio Histórico, Santiago de Compostela, 1884, p. 14.

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referencia a su figura106. A partir de 1458 la situación se volvió tan insostenible que el Cabildo se dividió en dos bandos, permaneciendo una parte en Santiago, y la fiel al arzobispo en Padrón, de forma que cuando el prelado vuelve de la corte a la que había sido llamado a finales de 1459, se encuentra con que es imposible entrar en su ciudad, tomada por la nobleza rebelde liderada por D. Pedro Álvarez, conde de Trastámara107. La muerte repentina de D. Rodrigo en 1460 se produjo en la fortaleza de Rocha Forte, y el Cabildo no consintió en que fuese enterrado en la catedral, de modo que el cardenal Pedro de Soto se encargó de todo lo relativo a su sepulcro en la Colegiata de Iria Flavia108 (Fig. 36).

5. 2 UN BREVIARIO PARA UN CANÓNIGO

Como se ha reseñado, el reciente hallazgo de D. José María Díaz hacía caer por tierra los análisis anteriores, y estimularon, posteriormente, a Manuel Castiñeiras a atribuir el encargo del libro devocional al arzobispo don Rodrigo de Luna. Pero, a mi juicio, este investigador ha pasado por alto el principal testimonio que el códice aloja del personaje para quien debió ser hecho: la imagen del canónigo agustiniano arrodillado y orante amparado bajo el manto de la Magdalena penitente en la orla de la parte inferior del fol. 401v (Fig. 37). Si el encargo hubiera sido realizado por un obispo resultaría inverosímil que se representara ante la Magdalena como canónigo y no con los elementos de la dignidad arzobispal, como sería lo lógico de su rango y como es común en la escultura funeraria o en otras imágenes de devoción privada de la época. La propia catedral compostelana ofrece un ejemplo ligeramente anterior, en la imagen del donante arrodillado, orante, mitrado y con báculo de don Lope de Mendoza a los pies de la Virgen en una pieza que formó parte de su capilla funeraria109 (1445-1455, Fig. 38).

106

López Ferreiro señala la posibilidad de que D. Rodrigo decidió quitarse de en medio al enterarse de que el rey D. Juan II se dirigía sobre Escalona, lugar en el que se habían refugiado la viuda y el hijo del Condestable; el proceso contra D. Álvaro de Luna perjudicó a toda su familia. El silencio documental continúa entre 1455 y 1457, años en los que se supone que D. Rodrigo estaría luchando junto a Enrique IV en Granada, aunque no hay pruebas de ello. (Ibid, pp. 20-21.) 107

J. García Oro, “Bispos e cabaleiros na Galicia do século XV”, Murguía, nº 9, 2006, pp. 33-37.

108

M. Cendón Fernández, “El sepulcro del arzobispo compostelano don Rodrigo de Luna en Iria Flavia”, Cuaderno de Estudios Gallegos, t. XLIV, fasc. 109, 1997, p. 208. 109

M. Cendón Fernández, “Escultura funeraria episcopal” en Os Capítulos da Irmandade. Peregrinación y conflicto social en la Galicia del siglo XV, Lugo, 2006, pp. 251-259 esp. p. 258.

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La obra fue, por lo tanto, encargada para un canónigo, y el contenido del texto permite deducir que lo fue para un canónigo compostelano, pues la especificidad de algunas de las fiestas recogidas en el calendario, como la de la dedicación de la iglesia en abril, la de los discípulos en mayo, o la vigilia y la propia fiesta del santo en julio, así como la Traslatio en diciembre, son características de las costumbres compostelanas; es más en el incipit del fol. 7 se explicita que se trata de un breviario “secundum consuetudine ecclesie compostellane”.

Igualmente significativa resulta la inclusión en el santoral de Santa María Salomé, extraña en otros centros pero lógica en Compostela. Pedro Romano Rocha ha señalado que éste parece ser el único manuscrito superviviente íntegro de todos los breviarios compostelanos que se supone debieron existir110; y asimismo puntualiza que todas estas fiestas son propias de la liturgia de la catedral compostelana, y que así aparecen en todas las ediciones posteriores hasta la definitiva del Breviarium Romanum de 1569, tras el Concilio de Trento. Entre el libro devocional se reconoce, además, la pervivencia de una tradición local antigua, que es la versión del salterio según el rito mozárabe y no el romano, como ocurría en los libros litúrgicos de influencia francesa que eran los habituales en Santiago desde siglos anteriores111.

Para un canónigo compostelano, y no para un arzobispo fue realizado el libro: un canónigo que entre sus señales heráldicas presente un creciente reversado en el centro del escudo. El resto de las figuras del escudo resultan confusas en la única representación íntegra que se conserva –la diminuta del fol. 404v- de modo que no es posible dilucidar si se trata de estrellas, veneras, u otras figuras. Es más, si bien es cierto que el cuartelado inferior coincide con el de los Luna, en sus armas de decoran con un jaquelado, ausente en la miniatura; y el creciente reversado no es una figura exclusiva de los Luna, sino que amuebla los escudos de otras familias gallegas, como la de los Luaces112 (Fig. 39); e incluso puede verse labrado en la yacija del sepulcro del obispo de Orense en la catedral de Santiago, D. Alfonso López de Valladolid, en este caso, 110

P. Romano Rocha, “La liturgia de Compostela a fines del siglo XII”, en: Actas do simposio internacional sobre «O Pórtico da Gloria e a arte do seu tempo» Santiago de Compostela, 3-8 de outubro de 1988, Santiago de Compostela, 1991, pp. 397-402. 111

T. Ayuso Mazaruela, “Un arcaico Salterio Mozárabe en un Códice Compostelano”, Compostellanum, vol. 4, 1959, pp. 565-580. 112

L. Fariña Couto, O libro da heráldica galega, Coruña, 1991, pp.

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flanqueado por roeles plumeados y con dos veneras. Otro escudo similar con el que aparece en el breviario es el que decora la fachada del palacete gótico situado en Casas Reais (Figs. 40 y 41).

En conclusión, el hallazgo de don José María Díaz, de unos primitivos escudos presididos por un creciente reversado no implica su relación exclusiva con el arzobispo don Rodrigo de Luna, y, en consecuencia, conviene revisar, una vez más, la cronología de la obra. Para ello se hace necesario un estudio comparativo teniendo en cuenta, en primer lugar el formato de la página, y después, el estilo de la decoración de las orlas y las iniciales historiadas.

Igual formato, con el texto a dos columnas y orlas vegetales alrededor, lo presentan un número considerable de breviarios y otros tipos de libros, y será el prototipo fundamental adoptado por los libros impresos en el segunda mitad del siglo XV; sin embargo, si se ha de buscar un paralelo cercano para la estructura de página del llamado “breviario de Miranda” ésta ha de encontrarse en el Breviario del obispo Montoya (Fig. 42) de El Burgo de Osma (Soria), fechado hacia 1470, un ejemplar que habrá de ser invocado de nuevo, al buscar paralelos para el estilo de las orlas y de las iniciales historiadas. En efecto, la estructura del manuscrito oxomense es exactamente la misma que la del compostelano, aunque el volumen es de mayores dimensiones; idéntico formato que presentan las Homiliae in Evangelia de San Juan Crisóstomo (Fig. 43), de la misma época y procedencia, o el Misal Romano, encargado por el mismo obispo113 (Fig. 44).

Este tipo de formato pervivirá en el tiempo, ya que otros breviarios posteriores presentarán un esquema similar, entre los que cabe citar el que perteneció a D. Íñigo López de Mendoza y Zúñiga, obispo de Burgos (1529-37), un segundo conservado en Toledo, junto con otros libros iluminados del XV que desafortunadamente no presenta escudo de armas que pueda facilitar su filiación114; y un Misal Mixto, también toledano, 113

Para mayor información sobre el Breviario del obispo Montoya, así como del resto de libros producidos en el scriptorium de El Burgo de Osma véase Las Edades del Hombre. La ciudad de seis pisos, 1997, esp. pp. 291-305. 114

El breviario de D. Íñigo López de Mendoza se encuentra dividido; una parte se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (Vit. 18-10) y otra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid (Códices 980-B); Breviario Toledano (Toledo, Biblioteca Capitular, ms. 33.9).

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que perteneció al obispo Alfonso Carrillo de Acuña (1446-82), enemigo encarnizado del Cardenal Mendoza, que le sucedería en el arzobispado de la sede primada115.

Si el formato de códice compostelano apunta a fechas avanzadas de la segunda mitad del siglo XV, los paralelos que se han venido señalando para el estilo se las orlas pretenden encuadrarlo en un marco cronológico anterior. Así Ángel Sicart propuso una posible relación con el taller de Jorge Inglés y la biblioteca del Marqués de Santillana, suponiendo un conocimiento directo de aquellos volúmenes, y consideró la posibilidad de que su autor fuese Juan de Carrión. Por su parte, Manuel Castiñeiras, que al atribuir el encargo anticipaba las fechas del manuscrito, lo ponía en relación con un breviario encargado por el obispo de Segovia, don Alfonso Carrillo, entre 1454 y 1465, conservado en París116.

Delimitar cuál pudo ser la fuente directa que inspiró las orlas vegetales del códice compostelano es realmente difícil debido a la permanencia de ciertas modas decorativas que atañen a estos elementos marginales, mientras que en las escenas importantes es más fácil apreciar la mano de un maestro y por tanto establecer comparaciones fiables. En cualquier caso la datación de Castiñeiras de hacia 1455 concuerda con la decoración de dos privilegios rodados de Enrique IV, fechados en 1454 y 1455117. En el primero las orlas son similares a las del breviario compostelano, con predominio de rojos, azules y verdes, aunque de una mayor elaboración y mejor factura (Fig. 45). En cuanto a los personajes que aparecen entrelazados, hay un cierto parecido en los plegados, actitudes y tratamiento del rostro de un personaje que aparece en la esquina inferior derecha del primer documento con el que aparece en idéntica actitud en el fol. 82 del Breviario de Miranda. En el segundo documento, en cambio, domina la decoración la composición simétrica de los roleos, organizados en forma de medallones, y aunque entre ellos se entrelazan diversos personajes, no se advierte el horror vacui que, como advirtió Castiñeiras, caracteriza al códice compostelano. En cualquier caso, estos privilegios 115

Misal Mixto de Toledo (Toledo, Biblioteca Capitular, Res. 3).

116

París, Bibliothèque Nationale de France, ms. lat. 1064; citado por Castiñeiras en “O breviario compostelán chamado «de Miranda»”, p. 305. 117

Privilegio rodado de 1454 (Segovia, Archivo del Excmo. Ayuntamiento, nº5, carp. 9); Privilegio rodado de 1455 (Valladolid, Archivo General de Simancas, PTR-LEG, 49, 38); citados por F. Villaseñor Sebastián en “Los artistas del Rey: documentos iluminados para Enrique IV de Castilla”, Reales Sitios, nº 169, 2006, pp. 8-12.

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reales se presentan como modelos de primera calidad –el diseño de los elementos vegetales es sustancialmente más complejo que en el caso compostelano- de los que habrían de derivar otros, se segunda fila, que se advierten en obras localizadas en sedes episcopales, y no vinculadas a la corona

Así el esquema general en la decoración de las orlas se mantiene, aunque simplificado y con mayor figuración humana y animal entre los elementos vegetales en un grupo de manuscritos realizados para el obispo segoviano Juan Arias Dávila (146197) en el ultimo cuarto del siglo. Las mismas orlas, vegetales y con figuración entrelazada las encontramos en una serie de incunables y manuscritos iluminados hacia 1475, de la que es un ejemplo destacado la traducción latina de Leonardo Aretino de la Ética de Aristóteles118. La proximidad estilística entre las obras concuerda con otras realizadas en el Burgo de Osma para el obispo don Pedro García de Montoya (1454-75) y atribuidas al fraile Jerónimo Espinosa, del monasterio de La Espeja, por estar documentada su presencia en dicho monasterio renovando los cantorales. La misma labor la realizará para la catedral del Burgo de Osma, pero resultan mucho más interesantes las obras que responden a encargos personales del propio obispo, como su propio breviario.

El Breviario del obispo Montoya presenta el mismo tipo de orlas y motivos decorativos que una Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino fechada en 1467 (Fig. 46). Las miniaturas que decoran las iniciales historiadas corresponden a la misma mano que decoró la Catena Aurea (incunable impreso en Basilea en 1470) o la Postilla super Psalterium de Nicolás de Lyra (también incunable de 1475, impreso igualmente en Basilea)119. El origen de estos dos libros, así como el comercio y la circulación de artistas provenientes del Norte de Europa, justifican la moda de unas orlas que Castiñeiras ha denominado “francoflamencas” y ha puesto en relación con la moda imperante en Gante o Tournai a mediados del siglo y que tendrían su origen en los talleres de los territorios del Oeste de Flandes hacia 1420120.

118

Segovia, Archivo de la catedral, ms. B.389.

119

Tanto la Catena aurea como la Postilla super psalterium se encuentran en el Archivo de la Catedral de Segovia (Incunables nº 467 y 298 respectivamente); la Summa Theologica se conserva en el Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (ms. 4B). 120

Castiñeiras, “O breviario compostelán, chamado «de Miranda»”, p. 305.

49

Sin embargo, el análisis estilístico de las orlas y del formato del códice compostelano aunque lo integra en esa misma tradición, retrasa la cronología propuesta por Castiñeiras aproximadamente hasta 1470. Si, como parece ser, el taller del Maestro de La Espeja no es el que se encargó de la iluminación del códice compostelano, al menos su obra era conocida por los que realizaron las orlas de nuestro breviario. Una comparación detallada de los motivos vegetales y de las figuras vincula, al menos, el Breviario “de Miranda” con el mismo contexto en el que se realizaron las obras encargadas por el obispo Montoya en El Burgo de Osma. En cualquier caso, se produce una evolución clara desde el privilegio rodado de 1454 y adscrito al taller de Juan de Carrión, hasta la decoración de la Summa Theologica y del Breviarium Oxomense, en el que se observan motivos ornamentales prácticamente idénticos a los que decoran el ejemplar compostelano121 (Fig. 48).

En conclusión, teniendo en cuenta todo lo expuesto hasta ahora, indicios de orden iconográfico, litúrgico y estilístico apuntan a que la obra debió ser elaborada para un canónigo compostelano, en una fecha no anterior a principios de la década de los 70 del siglo XV. Y su condición “canonical” viene incluso refrendada por su posterior fortuna, pues parece haber pasado posteriormente por las manos de otros dos canónigos distintos que se apropiaron real y figuradamente del manuscrito, un personaje del linaje de los Bermúdez de Castro y otro de los Miranda. Es más, incluso la fortuna del códice viene a refrendar su condición “canonical”: frente a lo que ocurría habitualmente con la biblioteca personal de un obispo, que al morir la cedía a la catedral, los libros de devoción privada de los canónigos con frecuencia pasaban a manos de compañeros122. Tanto Pedro como Luis Miranda eran canónigos de Compostela, lo mismo que Fernando Bermúdez de Castro, y por tanto no es de extrañar que en el punto inicial en el que arranca la historia de este breviario supongamos la existencia de la figura de otro canónigo. Quizá estuviese emparentado con D. Rodrigo de Luna, pero habría que 121

El estilo francoflamenco lo encontramos también documentado en pintura mural, a partir de 1462, en San Vicente de Pombeiro (Lugo). El estudio realizado por Alicia Paz Suárez-Ferrín sobre el tema nos ha servido para comparar, y sobre todo como referencia perfectamente datada y documentada, respecto a la expansión de la pintura flamenca en Galicia y la circulación de ciertos modelos iconográficos a mediados del XV. Véase A. P. Suárez-Ferrín, “Las pinturas murales de San Vicente de Pombeiro (Lugo)”, Boletín do Museo Provincial de Lugo, t. X, 2001-2002, pp. 49-108. 122

Como ejemplo de cesión de una biblioteca a la muerte de un obispo, Villaseñor cita el del obispo Pedro Montoya en El Burgo de Osma (Villaseñor Sebastián, El libro iluminado en Castilla, pp. 155-170.)

50

examinar los registros de actas capitulares y cotejar los nombres que allí aparecen con la heráldica del momento, una tarea que excede el propósito de este trabajo.

51

6. APÉNDICES

I.

Descripción detallada del Breviario llamado “de Miranda”

FOLIOS TEXTO fol.1r – CALENDARIO LITÚRGICO 6v fol.7r Incipit liber dominicalis tocius anni secundum consuetudine ecclesie compostellane. fol.11r

fol.14r fol.23r fol.29v

fol.37r

fol.38v

fol.49v

fol.56r

fol.56v

fol.82r

MINIATURAS

Márgenes con decoración ángeles tenantes con escudo.

vegetal;

Cristo;

Cortesanos: mujer con vestido rojo y pelo recogido, hombre con blusón y calzas borgoñones, con un halcón. Hombres con un cisne. Márgenes con decoración vegetal. Inicial “P”: Sagrada Familia; músico en el margen. Márgenes con decoración vegetal y animales fantásticos. Margen inferior: dos hombres con lanzas y leones, en el centro el mismo escudo que en fol.7r. Inicial“C”: Virgen con Niño desnudo y nimbo crucífero. Margen izquierdo con decoración vegetal y hombre desnudo; debajo un hombre con un cisne. Inicial “U”: San Juan sosteniendo el Cordero. Miserere mei, Domine Margen izquierdo con decoración vegetal y un (Salmo 50) hombre desnudo en la parte superior; Inicial “P”: San Pablo. Inicial “D”, David, coronado, genuflexo y orante. Dixit dominus ad Muy decorado. Márgenes vegetales: superior, Abraham hombres y animales fantásticos; izquierdo, hombre desnudos, cabeza masculina. En la orla inferior, Cristo como Redentor y escudo en el centro. Inicial “D”: Cristo con Abraham, Isaac y el ángel. Se aprecia la impronta con el creciente reversado en la pintura original del escudo pintado en el reverso. Igualmente muy decorado. Márgenes vegetales. Izquierdo, figuras humanas y una santa con manto rojo y el pelo descubierto (Magdalena?). Inferior, escudo como en fol.7r portado por ángeles y coronado por una cruz, hombres desnudos, mujer desvanecida con manto azul y un hombre desnudo con alas negras que le coge la mano. Márgenes decorados. Superior, escudo como en fol.7r portado por dos hombres. Inferior, a la 52

fol.82v

Incipit lamentationes… Quomodo sedet sola… (Lam.I,1)

fol.114v

fol.120v […] dies pentecostes (Hech.II, 1)

flo.125r

fol.129r fol.140v fol.144r fol.152r

Incipit liber Ezechielis Vidi Dominum sedentem (Is.VI, 1)

izquierda Jeremías con una cartela en la mano en la que se lee Sta in porta domus Domini (Jer.VII, 2), y equilibrando la composición otro personaje barbado y nimbado, vestido con hábito marrón. Inicial“Q”: mujer anciana con manto y azul y velo blanco. Márgenes vegetales. Superior, escudo como en fol.7r. Laterales, hombres deformes, como cayendo. Inferior, Apóstoles a ambos lados que miran hacia la miniatura central del folio, que se encuentra en el interior de la inicial “P” con Cristo en la Mandorla mística de la que emanan rayos de luz. Márgenes vegetales con figuras humanas. Inferior, escudo. Inicial “D”, miniatura prácticamente invisible con fondo rojo, una mujer en medio de dos figuras masculinas. Márgenes vegetales. Derecho, ángeles músicos. Inferior, escudo. Inicial “P”: Cristo bendiciendo portando el orbe. Márgenes vegetales. Inferior, escudo. Inicial “D”: Cristo bendiciendo como en fol.125r Márgenes vegetales. Inferior, escudo. Incial “P”: Salomón. Mismo esquema. Inicial “U”: Job con el cuerpo llagado. Margen inferior, Ezequiel que parece mostrarse en éxtasis en una de sus visiones -una ciudad con flores y trabajadores-. Derecho, un personaje aparece atacar con una hoz a otro, tocado con turbante, que se muestra de espaldas. Parece incompleto

fol.166r Dominica XXV Fol.166v, en blanco. fol.167r SALTERIO. Cambio de tinta. Mayúsculas en azul y rojo, y la decoración de las letras capitales se hace más detallada. fol.180r Dominus iluminatio mea Márgenes vegetales. Inicial “D”: el Rey David […] salus mea recibiendo la iluminación divina, mira hacia (Salmo 26) Dios Padre, mientras señala con su índice su propio ojo. fol.187r Expelle somnolentiam Margen inferior, un hombre porta el escudo (Himno de maitines para tocando la flauta sobre un animal. Inicial “D”: el martes) David orante levanta la vista hacia un haz de rayos, no representándose en este caso a la Divinidad. fol.194r Dixit Insipiens in corde Margen derecho florido. Inicial “D”: Varón de suo Dolores ante el que aparece la figura del loco, haciendo alusión al salmo. fol.200r Margen vegetal derecho. Inicial“S”: Rey David orando desnudo en las aguas. 53

fol.208v Exultate Deo […] date timphani : psalterium iocundum cum cithara (Salmo 80) fol.216r

Salmo 97

fol.225r HORAS fol.228r Letanías hasta fol.129r fol.235v

fol.247r

Cambio de amarillenta fol.248v Xpte Redemptor

Márgenes vegetales sobre la columna derecha. Inferior, escudo. Inicial “E”: registro inferior, David haciendo sonar el arpa acompañado de un músico con instrumento de cuerda. Dos músicos tañen campanas. Márgenes vegetales en columna derecha. Inferior, escudo llevado por un caballero con armadura. Inicial “C”, un coro de clérigos entonan cánticos ante un facistol sobre el que descansa un volumen abierto en el que puede leerse Cantate Domino canticum novum; uno de ellos, con hábito rojo, sentado aparece escribiendo.

Margen vegetal izquierdo, escudo. Inicial “D”: Trinidad. Cristo con barba corta, Dios Padre con barba larga, ambos nimbados y sosteniendo el orbe coronado por una cruz; sobre ellos el Espíritu Santo en forma de paloma.

tinta, Márgenes vegetales en columna derecha. Inicial “C”: Cristo Redentor, con orbe y bendiciendo.

fol.250r fol.253r

COMÚN DE LOS SANTOS Cambio de tinta como en Se utiliza un esquema que se repite en todos los los primeros folios. folios decorados: márgenes con decoración vegetal, escudo en el inferior, iniciales decoradas con santos. fol.253v Muy decorado, esquema superior. Inicial “O”: San Pedro. fol.256r Mártires Mismos márgenes con escudo y 2 personajes. Inicial “P”: santo orante con tonsura y casulla (S. Esteban?) fol.263r Beatus vir qui in lege Inicial “D”: santo abad (Santo Domingo) Domini meditabit fol.265r Márgenes vegetales sin ángeles ni escudo. En el inferior se representan d en los ángulos dos santas, reconocibles por sus atributos: Santa Catalina, con la rueda de su martirio, y posiblemente Santa Margarita, con un oso a sus pies. fol.267r Escudo en el margen superior portado por 2 personajes desnudos. Inicial “A”: Grupo de Santas Vírgenes. fol.274v O alma virgo Maria Márgen superior: escudo portado por dos personajes. En el margen izquierdo aparece un clérigo orante en dirección a la inicial “O”, decorada con la Virgen con el Niño. fol.278v OFICIO DE DIFUNTOS Escudo en el margen superior. En el inferior 54

aparece un personaje nimbado y barbado con manto rojo. fol.286r fol.303r

fol.306r

fol.308v fol.310v fol.322v fol.337r fol.379v

fol.391v

fol.401v

fol.404v fol.429v fol.434v fol.450v fol.458v

fol.462v fol.466r

fol.476r

SANTORAL Passio sancti ac beatissime apostoli martiris christi q passus est in india In natali sancti Stephani prothomartiris

Escudo en el margen inferior portado por ángeles. Inicial “P”: personaje nimbado con manto rojo y un libro en la mano.

Escudo de los Luna en el margen superior. Margen inferior, Lapidación de San Esteban, tonsurado, y con casulla. Margen derecho, San Pablo observa la escena. […] Iohanis apostolis Margen inferior, santo nimbado en el interior de tolleret Epheso un edificio (S. Juan en Pathmos?) In natali sci Carece de escudos. Margen inferior, Matanza de innocentorum los Inocentes. Passio beati sci mris xpi Margen inferior, Martirio de San Sebastián scte Sebastiani Exultent vidue; infante En el margen inferior, Presentación en el xpm vidua Anna cognovit Templo y profecía de la profetisa Ana. Gran cantidad de personajes semidesnudos en los márgenes. En el margen inferior el Bautista arrodillado ante el Cordero Místico. Et ecce inquit angelis ad Visitación, con la imagen de Isabel con vientre virgine; Elisabeth cristalino permitiendo ver al pequeño San Juan cognata tua […] en su interior. Entre ambas, un personaje concepit filui in senectute sostiene el escudo de los Bermúdez-Castro. sua Sct Faustinus clarissimus En el margen inferior María Magdalena aparece exorta natalibus portando el orbe; 2 ángeles abren su manto en el beattissima Maria que acoge a un canónigo orante, vestido con Magdalena hábito canonical y tocado con un birrete. Passio beati Iacobi Inicial “P”: Santiago con sombrero de peregrino apostoli entre 2 leones. Passionem sci beti Inicial“P”: San Lorenzo, con la parrilla y la Laurenci palma como atributos. En el margen inferior, Asunción de la Virgen. Inicial“C”: Dios Padre Sermo beti Iohannes […] Inicial“P”: Santa Ana lleva a la Virgen recién de nativitate Marie vigis nacida en brazos. Passio sci Mathei apli et Inicial “P”: San Mateo representado por su evangeliste símbolo del Tetramorfos, un hombre alado desplegando un rollo Bello drachorum Michele S, Miguel archangelo Nomine Franciscus. Qui Cambio en la decoración de los márgenes: sólo in primero etatis sua ano el superior y el inferior simétricos. Inicial “V”: a parentibus […] San Francisco recibiendo los estigmas. Quia deus omnipotens Inicial“Q”: María o Salomé magna sua incomprehensibilis 55

prudencia… Sollempni sesto Salome gaudere Marie fol.483v Qui quartus a beati Inicial“L”: San Gregorio Magno con la tiara Gregorio, romane urbis papal episcopus fol.490v Margen izquierdo; Redentor, debajo una santa (Santa Martina?) fol.508r Temporibus Maximiani Márgenes como en 466r. Inicial“T”: Santa imperatoris erat quidam Bárbara satrapa in Nichomedia

56

II.

Relación parcial del calendario litúrgico y principales fiestas:

Enero: • S. Esteban • S. Juan apóstol • S. Inocencio • Epifanía • S. Juan Bautista • S. Eulogio • S. Pablo Eremita • Mauro abad • Marcelo mártir • S. Antonio abad • Prisca virgen • Germán mártir • Mártires Fabián y Sebastián • Sta. Inés virgen • S. Ildefonso • Timoteo mártir • Policarpo • Tirso mártir • Adelmo Febrero: • Idacio? obispo • Purificación de Santa María • Blas, obispo • Sta. Ágata • Sta. Apolonia • Sta. Escolástica • Valentín • Pantaleón • Cátedra de S. Pedro • Mateo apóstol Marzo: • Rosendo • Emeterio • Sto. Tomás de Aquino • Gregorio • Leandro • Gabriel arcángel • S. Benito abad • Pablo obispo de Narbona • Anunciación

Abril: • • • • • • • • •

Ambrosio Valeriano Fructuoso Engracia Dedicación de la iglesia de Santiago Marcos evangelista Anacleto Vital mártir S. Pedro mártir de la orden de predicadores / Prudencio obispo

Mayo: • Felipe apóstol • Atanasio • Invención de la Santa Cruz / Alejandro • Juan ante portam latina (Hallazgo de las reliquias de San Juan) • Aparición de S. Miguel arcángel • Gregorio Nacianceno obispo • Gordiano • Pancracio • Eufrasio / Discipulos de Santiago • San Pedro de Muro, de la orden de San Benito • San Bernardino de la orden de los franciscanos • Traslación de Santo Domingo de la orden de predicadores • Urbano papa • Germán obispo • Petronila virgen

Junio: • Ennequonis abbatis (?) • Marcelino • Medard obispo • Bernabé apóstol • San Antonio de la orden de los menores (San Antonio de Padua) 57

• • • • • • • • • • • • Julio: • • • •

Víctor, Modesta Mauro Gervasio Florencia virgen Diez Mil Vírgenes / Todas las Vírgenes Vigilia Natividad de S. Juan Bautista Juan, Pablo, Pelayo mártires Zoilo León, Irene / Vigilia Pedro y Pablo apóstoles Conmemoración de San Pablo Apóstol

Defunción de S. Juan Visitación Traslación de San Martín Defunción de S. Pedro y S. Pablo • Cristóforo • Margarita virgen / Clemente • Comienzo de los días caniculares • S. Alejo confesor • Sta. Marina • Sta. Práxedes • Sta. María Magdalena • Apolinar obispo • Sta. Cristina • Vigilia de Santiago • Santiago el Zebedeo / Cucufato mártir • Sta. Ana • Sta. Marta • Simeón mártir • Faustino / Beatriz • Abdón / Senén • Germán obispo Agosto: • Defunción de Santiago • Esteban papa • Invención del cuerpo de San esteban protomártir • Sto. Domingo • Transfiguración • Donato obispo

• • • • • • • • • • • • • • •

Román mártir / Vigilia S. Lorenzo Sta. Susana Sta. Clara Hipólito / Radegunda Eusebio / Vigilia Asunción Agapito Ludovico Bernardo abad Defunción de la Virgen Bartolomé apóstol Agustín obispo Degollación del Bautista S. Felices

Septiembre: • Egidio abad • Antonino mártir • Marcelo mártir / Término de los días caniculares • Lupo, arzobispo • Natividad de Santa María, virgen • Sta. Dorotea • S. Jacinto • S. Vicente • Exaltación de la cruz • Nicomedes • Sta. Eufemia • Vigilia • Mateo apóstol • Mauricio • S. Tirso • Cipriano • Stos. Cosme y Damián • Marcial mártir • S. Miguel arcángel Octubre: • Verísimo / Máximo / Julio • Olegario obispo • S. Francisco / S. Froilán • Sta. Fe virgen • Marcos papa • Dionisio, Rústico, Eleuterio mártires • Gerardo • Calixto papa 58

• • • • • • • • •

Lucas evangelista Irene virgen Once mil vírgenes Sta. María Salomé Crispín Sta. Sabina Simeón Marcelo mártir (¿) S. Quintín

Noviembre: • Todos los santos • Día de difuntos • Leonardo • Cuatro santos coronados Diciembre: I. Sta. Bárbara II. Gerardo obispo • Teodoro mártir • Martín obispo • Emiliano • Eugenio discípulo de Cristo • Columbano • Clemente papa • Sta. Catalina / Pedro obispo • Lino papa • Facundo • Saturnino • Andrés apóstol

III. IV. V. VI. VII. VIII. IX. X. XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI. XVII. XVIII. XIX. •

Nicolás Defunción de S. Andrés Concepción Sta. Leocadia Dámaso Sta. Lucía Traslación de San Fructuoso Conmemoración de Santa María, virgen (Fiesta de la expectación) Tomás apóstol Isidoro obispo Vigilia Natividad / Sta. Anastasia Esteban protomártir S. Juan apóstol Stos. Inocentes Tomás arzobispo Traslación de Santiago Silvestre

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III.

Imágenes

Fig. 1, Maestro de María de Borgoña: Libro de horas de María de Borgoña; Viena, Österreichisches Nathionalbibliothek, Cod. Vindobonensis XXX, fol. 14v

Fig. 2, Maestro de María de Borgoña: Libro de horas de María de Borgoña; Viena, Österreichisches Nathionalbibliothek, Cod. Vindobonensis XXX, fol. 43v

Fig. 3, Jehan Mielot: Le miroir de l’humaine salvation; Glasgow, University Library, Ms. Hunter 60, fol. 1

Fig. 4, Hubert le Prévost: La légende de Saint Hubert; París, Bibliothèque Nationale de France, ms. fr. 424, fol. 1

60

Fig. 5, Maestro de María de Borgoña: De consolatione philosophiae, Jena, Thüringer Universitäts-und Landesbibliothek, Cod. Gall. F. 85, fol. 13v

Fig. 6, Hermanos Limbourg: Trés riches heures de Jean de Berry (detalle del mes de enero); Chantilly, Musée Condé, ms. 65, fol. 1v

61

Fig. 7, Atr. a Jacquemart de Hesdin: El libro del gobierno de los príncipes; Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9043 fol. 2

62

Fig. 8, Atr. a Rogier van der Weyden: Crónicas de Hainaut; Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9242, fol. 1

63

Fig. 9, Maestro de las Grandes Crónicas: Grandes Crónicas de Francia; París, Bibliothèque Nationale de France, ms. fr. 2813, fol. 4

Fig. 10, Maestro del Roman de Girart de Roussillon: Roman de Girart de Roussillon; Viena, Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Cod. 2549, fol. 1

Fig. 11, Maestro de los Privilegios de Gante: Privilegios de Gante; Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 2583, fol. 349v

Fig. 12, Paccino di Bonaguida: Crucifixión; colección privada, folio suelto

64

Fig. 13, Giovannino de Grassi: Offiziolo di Giangaleazzo Visconti; Florencia, Biblioteca Nazionale, ms. BR 397, fol. 2

Fig. 14, Belbello da Pavia: Misal del Duomo di Mantova; Mantua, Archivo del Duomo, fol. 264r

Fig. 15, Crucifixión de la parte posterior del retablo de Klosterneuburg

Fig. 16, Giotto: Crucifixión de la Capilla de la Arena, Padua

65

Fig. 17, Jean Pucelle: Horas de Jeanne d’Evreux; Nueva York, The Cloisters Collection, fols. 15v y 16

Fig. 18, Taller parisino: Virgen de Jeanne d’Evreux; París, Museo del Louvre

66

Fig. 19, Jean de Vaudetar: Bible Historiale; La Haya, Museum Meermano, ms.10 B23, fol. 2

Fig. 20, Jacquemart de Hesdin: Petites Heures de Jean de Berry; París, Bibliothèque Nationale de France, ms. latin 18014, fol. 22

Fig. 21, Hermanos Limbourg: Trés belles heures de Notre Dame; París, Bibliothèque Nationale de France, Nouv. acq. lat. 3093, fol. 240

Fig. 22, Jacquemart de Hesdin: Grandes Heures du Duc de Berry; París, Bibliothèque Nationale de France, ms. latin 919, fol. 24

67

Fig. 23, Hermanos Limbourg: Trés riches heures de Jean de Berry; Chantilly, Musée Condé, ms. 65, fol. 7v

Fig. 24, Hermanos Limbourg: Trés riches heures de Jean de Berry; Chantilly, Musée Condé, ms. 65, fol. 9v

Fig. 25, Raoul de Poufille: Pufille Hours; París, colección privada, fol. 52

Fig. 26, Maestro de Bedford: Bedford Hours, Londres, British Library, Add. Ms. 18850, fol. 256v

68

Fig. 27, Maestro Ramboures: Ramboures Hours; Amiens, Biblioteca Municipal, ms. 200, fol. 31

Fig. 28, Robert Campin: La Magdalena leyendo; Londres, The National Gallery

Fig. 29, Guillebert de Mets: De civitate Dei; Bruseleas, Bibliothèque Royale, ms. 9005, fol.2

69

Fig. 30, Maestro catalán: Breviario real de Martín I; París, Bibliothèque National de France, ms. Rothschild 2529, fol. 2v

Fig. 31, Maestro catalán: Libro de horas de Juana Enríquez; Madrid, Biblioteca del Palacio Real, fol. 91v

Fig. 32, Maestro catalán: Libro de horas de Juana Enríquez; Madrid, Biblioteca del Palacio Real, fol. 41v

70

Fig. 33, Breviario llamado “de Miranda”; Santiago, Archivo de la catedral, ms. 3, fol. 49v

71

Fig. 34, Breviario llamado “de Miranda”; Santiago, Archivo de la catedral, ms. 3, fol. 404v

72

Fig. 35, Breviario llamado “de Miranda”; Santiago, Archivo de la catedral, ms. 3, fol. 404v (detalle de la inicial “P”)

Fig. 36, Sepulcro del arzobispo D. Rodrigo de Luna en la Colegiata de Iria Flavia y detalle del escudo

Fig. 37, Breviario llamado “de Miranda”; Santiago, Archivo de la catedral, ms. 3, fol. 401v (detalle de la orla inferior)

73

Fig. 38,, Virgen de D. Lope de Mendoza, Catedral de Santiago.

Fig. 39,, arriba: escudos de los Luaces; abajo izquierda: Camariñas; abajo derecha: Luna

Fig. 40,, escudo en el sepulcro del obispo de Orense D. Alfonso López de Valladolid, en la catedral de Santiago.

Fig. 41,, escudos en el palacete gótico de Casas Reais

74

Fig. 42, Maestro de Espeja: Breviario del obispo Montoya; El Burgo de Osma, Archivo de la catedral.

75

Fig. 43, Maestro de Espeja: Homilia in Evangelia; El Burgo de Osma, Achivo de la catedral

Fig. 44, Maestro de Espeja: Misal Romano del obispo Montoya; El Burgo de Osma, Archivo de la catedral

Fig. 45, Atr. al taller de Juan de Carrión: Privilegio Rodado de 1454; Segovia, Archivo del Excmo. Ayuntamiento, nº5, carp. 9

Fig. 46, Seguidor del Maestro de Espeja: Summa Theologica; El Burgo de Osma, Archivo de la catedral

76

Fig. 48, Detalles de las orlas: izquierda: Breviario del obispo Montoya; centro: Summa Theologica; derecha: Breviario “de Miranda”

77

IV.

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