Introducción a Saussure y su Valor Lingüístico.

July 3, 2017 | Autor: Matías Gómez | Categoría: Languages and Linguistics, Linguistics, Lingüística, Theory of General linguistics
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Descripción

Sobre el valor lingüístico.

Introducción

Validez epistemológica: Para hacer una primera aproximación a la conceptualización de Saussure, convendría tener en cuenta algunas breves consideraciones epistemológicas de la teorización que modela el autor con el fin de tomar una perspectiva y ubicar aquellos conceptos que serán presentados en este trabajo en función de su legitimidad y validez como cuerpo de conocimiento. Se considera a menudo a Saussure como el padre de la lingüística, y más específicamente como la piedra angular de la corriente estructuralista. Más allá de lo que fue, consideremos dos aspectos de su persona y su CLG: su misión y su función. Respecto a lo primero, se tienen elementos para intentar dilucidar qué tenía Saussure como propósito en su elaboración teórica de sus cursos y lo que terminó siendo un libro. En el libro, se comienza por una ojeada histórica de la “ciencia que se ha constituido en torno de los hechos de lengua” (CLG, 1983: 65), en la cual se marca la deficiencia de los intentos anteriores en dar con el objeto de la lingüística, es decir, precisamente en establecer a la lingüística en una ciencia consolidada. Por ejemplo, sobre la gramática comparada, se expresa: “Pero esta escuela, con haber el mérito indisputable de abrur un campo nuevo y fecundo, no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Y sin tal operación elemental, una ciencia es incapaz de procurarse un método.” (Ídem, p. 67)

Entonces, dado el fin (consolidar la lingüística como una ciencia), queda definido el obstáculo: no hay un objeto de estudio definido. Y allí se encamina el autor en encontrar el objeto de la lingüística. Su misión, por lo tanto, queda declarada: justificar la cientificidad del estudio de los hechos de lengua. Esto, considero, tendrá consecuencias metodológicas y epistemológicas. Justificar la cientificidad de un cuerpo de conocimiento, tiene distintas consecuencias según el momento histórico, ya que la diferenciación de lo que es ciencia de lo que no, ha sido variante en distintas épocas, es decir, el criterio de demarcación se ve sujeto al cambio. En tiempos de positivismo, esta empresa recobraba especial importancia si se buscaba dar legitimidad y validez a

un cuerpo de conocimiento. Para cumplir con su misión, Saussure tendrá que repensar e inclusive reconstruir un cuerpo teórico, planteando nueva terminología que sea útil para analizar los hechos de lengua. Como traduce Claudine Normand, Saussure le escribe en una carta a Meillet: “The inadequacy of current terminology and the need to reform it and to show thereby what kind of object language is in general, constantly spoils my enjoyment of history...”1 (Sanders, 2004: 89. Traducción de Godel, 1969a: 31)

Esto, considero, está relacionado con la función del aporte de Saussure. La función de un aporte teórico, que no es su grado de verificabilidad, falsabilidad, ni verdad, es en sí misma una razón para la legitimación epistemológica de tal cuerpo de conocimiento. En Saussure, el aporte en este sentido es profundo y claro, como lo expresa Amado Alonso en su prólogo a la edición española: “No hay aspecto de la lingüística, de los estudiados en el Curso, al que Saussure no haya aportado claridad y profundidad de conocimiento, unas veces llegando ya a la interpretación satisfactoria, otras obligando con sus proposiciones a los lingüistas posteriores a superarlo...” (CLG, 1983: 11)

De esta forma, un conocimiento no se vuelve válido o provechoso al describir realidades, sino al ofrecer elementos que ayuden posteriormente a intentar pensar y analizar dicha realidad, es decir, cumple una función. El aporte, en la construcción, es un sistema teórico donde cunden las antinomias como recurso fundamental, y el constructo es a veces sistémico (en sentido saussuriano) dado que un principio o concepto afecta al de al lado, y así sucesivamente (por ejemplo, la posición antinomenclaturista que implica la arbitrariedad del signo, el cual, a su vez, implica el valor relativo, etc). De nuevo, estos recursos (antinomias, distinciones, conceptos) no deben ser entendidos como enunciados que prueban cómo se forma la realidad, sino como aportes de corte metodológicos, pedagógicos, técnicos. Por ejemplo, la distinción de habla y lengua, de dudosa veracidad y coherencia, es una distinción que da pie a ulteriores niveles de construcción teórica, y he allí, creo, su principal riqueza (además de servir tal diferenciación en la búsqueda del objeto de la lingüística dado el carácter heteróclito de esta y el carácter sistémico y organizado de la lengua). Teniendo en cuenta estas consideraciones de carácter epistemológico, conociendo la importancia metodológica, técnica y pedagógica que justifican en gran parte la teoría trazada en el CLG, es oportuno pasar a los conceptos propiamente dichos. 1 “La insuficiencia de la terminología actual y la necesidad de reformarlo y mostrar con ello qué clase de objeto es el lenguaje en general, estropea constantemente mi disfrute de la historia...”

Algunos conceptos básicos: En la búsqueda del objeto de la lingüística, Saussure debe primero diferenciarlo de lo que es la materia, siendo esta el conjunto de las manifestaciones del lenguaje humano. Podemos pensar en materia como la materia prima con la luego se trabajará. Para trabajarla, hace falta definir el objeto, y lo que diferencia a estos dos es que para precisar el objeto es necesario fijar un punto de vista. De aquí que el punto de vista crea el objeto. El objeto no está dado naturalmente, sino que “el lazo que establecemos entre las cosas, en este ámbito, preexiste a las cosas mismas y sirve para determinarlas.” (Escritos de Lingüística General, 2004: 180) Dada naturaleza heteróclita del abigarrado lenguaje, Saussure propone posicionarse desde la lengua y establecerla “como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje” (CGL, 1983: 74). Así es como se llega a lo que es lengua, que, a su vez, se diferencia de habla. Lengua es un hecho social, existe en la masa, es un depósito en las mentes de los hablantes, es antecedente causante y a la vez producto social de la facultad del lenguaje, se dirá en el libro inicialmente. Por otro lado, el habla es un hecho individual y ejecutivo. Pero la definición de lengua que probablemente más perdura en capítulos siguientes es la de lengua como sistema de signos. Los signos son psíquicas, conformados por un significado y un significante. Siendo aquél usado alternadamente con “concepto”, y este como imagen acústica. Las palabras, para el autor, no se definen esencialmente por la cosa a la que hacen referencia, sino que el sistema es el que ubica a cada signo y los delimita. Estos signos cumplen con dos principios básicos. En primer lugar son arbitrarios, es decir que significado y significante no están enlazados bajo ningún patrón, regla o relación natural dada. En segundo lugar, el significante es lineal. Esto es, la cadena de significante puede tan solo ser manifestado de forma lineal, como encadenamiento en una dimensión sola. Quisiera hacer varias observaciones respecto a esto. En un principio este principio se puede pensar como consecuencia de que el significante es respresentante psíquico de un hecho sonoro, y que los hechos sonoros son de esta naturaleza lineal. Puede observarse que esto no es así, ya que, de hecho, el ser humano es capaz de apreciar la simultaneidad de decenas de sonidos y esto es en la música, donde en una orquesta cada instrumento tiene su propia partitura, y el escucha aprecia la suma simultánea de todos ellos, no deben los músicos turnarse uno por uno para que el oyente pueda entender. Pero el sonido sí es temporal, a diferencia de la escritura o un símbolo, y cuando una persona dice una palabra esta tiene

una duración, y por lo tanto se prosigue con la siguiente palabra, y así sucesivamente. Esto podría tener base, considero, probablemente en la capacidad temporal corta de fonación, y alguna limitación natural y psíquica para entender información lingüística sonora en forma simultánea. Saussure reconoce que este principio tiene consecuencias incalculables. Como ejercicio de reflexión se puede pensar en algunas de ellas tal como la capacidad mencionada anteriormente de entendimiento de información lingüística sonora simultánea, o consecuencias en el desarrollo de la memoria (al final de una frase que escucho debo recordar cómo comenzó la frase para imaginarla en su totalidad). Además de estos conceptos básicos, en el libro de CLG se encuentran tantos otros como símbolo, semiología, mutabilidad, inmutabilidad, lingüística externa, interna, de la lengua, del habla, sincrónica, diacrónica, entre otros. Dado el fin y extensión de este trabajo, no corresponde detenerse en ellos.

Valor lingüístico

Lengua como articulador:

Saussure plantea a la lengua como el articulador entre dos masas amorfas. Estas dos masas amorfas son, por un lado, el pensamiento y por el otro, el sonido. El pensamiento, según el autor, es una masa que no permite análisis, no tiene categorías, no se puede trabajar sobre ella. El sonido, se comporta de la misma manera. Así, la lengua se encuentra entre dos sustancias, la fónica y la del pensamiento. No hay, pues, orden ni nada que nos suponga como criterio de unión entre el sonido y el pensamiento. Este articulador será la lengua, y la manera es como funciona es a través de la forma. No es otra sustancia la que une estas dos masas amorfas, sino la organización en sí misma, la delimitación, asociación, reglas, demarcación que establece un criterio de unión. Este carácter insustancial de la lengua es, para Saussure, esencial. El concepto que presenta de valor, está íntimamente relacionado con esta naturaleza de la lengua, y es que el valor implica una relación, no una sustancia. El autor afirmará resumidamente que “una forma no significa, sino que vale” (Escritos sobre lingüística, 2004: 33). Para introducir el concepto de valor, se introduce la metáfora con el juego de ajedrez, en donde para que el caballo sea caballo no es de importancia su figura ni material, sino que importa su posición, relación con otras piezas, condiciones del juego, reglas, etc.

Valor lingüístico:

El valor lingüístico es considerado, por un lado, en su aspecto conceptual y, por otro, en su aspecto material. Los conceptos de sistema, arbitrariedad y valor están íntimamente relacionados. En definitiva, los tres son pilares fundamentales para hacer de la lengua un conjunto que depende de sí mismo, autoorganizado y con reglas propias. Es decir, son tres pilares fundamentales en función de lo que definimos como misión de Saussure (y él mismo definió como tercer tarea en el capítulo sobre materia y tareas), definir el objeto homogéneo, organizado, susceptible de reglamentación de la lingüística. Una de las primeras instancias en que se deja en claro la intención de unificar a la lengua es cuando Saussure introduce lo externo e interno a la lengua, sosteniendo que lo externo es lo que no se ve “oprimido en el torniquete de un sistema” (CGL, 1983: 89), y se introduce por vez primera la recurrente metáfora del ajedrez: “... la lingüística interna no admite una dosposición cualquiera; la lengua es un sistema que no conoce más que su propio orden y peculiar.” (Idem)

Esta metáfora del ajedrez me resulta ampliamente interesante, desde el punto de vista teórico y visto que Saussure filtra concepciones implícitas de forma y sustancia en el ejemplo. El autor sostiene que el que un juego de ajedrez haya pasado de Persia a Europa, o si reemplazo unas piezas de madera por otras de marfil, esto no afecta el juego o el sistema. Es claro que esta metáfora falla si pretende una generalización, si se sostiene que el material de las piezas o la ubicación del juego no son relevantes al sistema, porque, de hecho, lo son, y son determinantes a la posibilidad del juego. Tomemos un ejemplo distinto, en el que en lugar de cambiar fichas de marfil por madera, se cambia las piezas de madera por unas de agua. El material en este caso determina la posibilidad o imposibilidad del juego, pero lo más curioso es que, tan importante resulta la ubicación del juego, ya que en Persia no sería posible un juego de ajedrez, dadas las condiciones y el material de las piezas, pero si se mueve a Europa, específicamente al norte de Noruega por ejemplo, sí sería posible jugar con piezas de hielo sin ningún tipo de inconveniente. Esta metáfora sirve, a mí criterio, para graficar lo importante que son las condiciones externas y de materialidad para la posibilidad y la gramática del juego. Por esto, considero que falla esta metáfora para intentar identificar lo externo e indiferente al sistema. Saber si la misma lógica que lleva a cometer este desliz al autor también lo podría llevar a cometer errores similares (por ejemplo al separar lengua-

habla, etc), requiere de un análisis para esos casos. Además de sistema, también se tiene la arbitrariedad y el valor como pilares fundamentales e interrelacionados. El valor se puede entender como una consecuencia del principio de arbitrariedad: “... los valores siguen siendo enteramente relativos [...] [dado que] el lazo entre la idea y el sonido es radicalmente arbitrario.” (Ídem, 1983: 187)

Además, estas nociones implican el carácter social de la lengua, ya que no podría una persona ser quien establezca un sistema lingüístico donde rija la arbitrariedad a partir del uso y del consenso. En el valor conceptual, lo que prima es la solidaridad entre los conceptos. Las palabras se relacionan entre sí, y prima la definición negativa, en la cual una palabra significa algo que no es lo que significa otra. En el aspecto material, el significante se comporta de la misma forma. Una imagen acústica no se define por el sonido que representa, sino que se define por lo que las otras no son, y prima una especie de principio de no confusión, en donde lo que importa es que un significante sencillamente no se confunda con otro: “Pero lo que los caracteriza no es, como se podría creer, su cualidad propia y positiva, sino simplemente el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas y negativas.” (Ídem, 1983: 192)

El valor lingüístico considerado en la totalidad del signo, no es comporta de la misma forma. El hecho de que el recorte que hace la lengua, las uniones entre significados y significantes en un signo, hace que estos sean positivos, a pesar de ser cada uno de estos negativos y diferenciales. Es la combinación la que genera una definición positiva en cada signo. Entre los signos como totalidad, el autor propone hablar de oposición, y también considerados estos como unidades, estos conforman un sistema de “términos que se condicionan recíprocamente. Dicho de otro modo, la lengua es una forma y no una substancia”. (Ídem, 1893: 195).

Bibliografía: •

Saussure, Ferdinand (1983) Curso General de Lingüística. Alianza Editorial, Madrid.



Sanders, Carol (2006) The Cambridge Companion to Saussure. Cambridge University Press, Cambridge.



Godel, R. (1969a) Les sources manuscrites du Cours de linguistique g'en'erale de F. De Saussure. Lirairie Droz, Geneva.



Saussure, Ferdinand (2004) Escritos de Lingüística General. Editorial Gedisa, Barcelona.

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