Introducción a la Arqueología Histórica - Orser - Zarankin

September 16, 2017 | Autor: P. Funari | Categoría: Arqueología, Arqueología histórica, Arqueología Medieval y Moderna
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Descripción

Publicado en Buenos Aires, Tridente, 2000.

Introducción a la Arqueología Histórica

Charles E. Orser Jr.*

Traducción: Andrés Zarankin

*Director del Midwestern Archaeological Research Center Associate Professor of Anthropology Illinois State University Normal, Illinois, Estados Unidos.

Indice. Prólogo a la edición en español 1. Introducción. 2. ¿Qué es la Arqueología Histórica? Definiendo el campo. La arqueología histórica es historia o antropología?. 3. Las fuentes de la Arqueología Histórica. Artefactos y estructuras. Arquitectura. Documentos escritos. Información oral. Información pictórica. 4. Visiones diferentes sobre lo que la arqueología nos informa, con énfasis en Arqueología Histórica. Arqueología histórico-cultural. Arqueología antropológica. Arqueología social. Arqueología pos-procesual. 5. Estratigrafía y artefactos en Arqueología Histórica: Estratigrafía y tiempo. Artefactos y tiempo. La vida social de los artefactos. 6. Un ejemplo en Arqueología Histórica: Las plantaciones en el Nuevo Mundo. Artefactos en las plantaciones. Edificios en las plantaciones. Transformaciones en las plantaciones. 7.

Arqueología Histórica y reconstrucción.

8.

Conclusiones.

9.

Vocabulario crítico.

10.

Lecturas sugeridas.

PROLOGO En las últimas décadas, principalmente en Estados Unidos y Europa, se ha incrementado el interés de distintos investigadores en campos como la Arqueología Histórica y Arqueología Urbana. Sin embargo y a pesar de esta situación, no existía -a excepción del trabajo pionero de Stanley South “Method and Theory in Historical Archaeology” del año 1977-, un texto en forma de manual básico que presentase una síntesis general con los lineamientos teórico metodológicos que han guiado el desarrollo de la arqueología histórica hasta la actualidad. A pedido del Dr. Pedro P. Funari en 1992 y dirigido a los estudiantes de arqueología sudamericanos, el Prof. Dr. Charles E. Orser Jr. escribió “Introducción a la Arqueología Histórica”. Lamentablemente el libro sólo fue publicado en portugués. El éxito de esta obra fue tal, que el propio Orser decidió publicar junto al Dr. Brian M. Fagan una versión dirigida a los Estados Unidos titulada “Historical Archaeology” (1995). En Argentina, como en el resto de Latinoamérica, la Arqueología Histórica ha experimentado en los últimos años, un crecimiento que se refleja en la aparición de mesas específicas en esta temática en congresos y encuentros científicos. No obstante y a pesar de ello, en nuestro país aún es dificil el acceso a bibliografía especializada. Tampoco existen libros en castellano, lo que se transforma en un obstáculo más para todos los estudiantes interesados en especializarse y trabajar en Arqueóloga Histórica. Esta situación vuelve imperativa la publicación de una obra introductoria en español de carácter general, que brinde al lector un panorama completo sobre Arqueología Histórica. El libro del Dr. Orser, revisado y actualizado por el propio autor, cumple con este propósito ya que trata de manera clara y sintética los interrogantes más frecuentes para los que se inician en este campo, como por ejemplo: qué es la arqueología histórica?, por qué y cómo surge? cuáles son sus lineamientos teóricos principales? cómo trabaja? qué es un “sitio histórico”? cuáles son los materiales de más frecuente aparición y cómo se estudian?, entre otros. En síntesis, este trabajo puede ser considerado como punto de partida para todos aquellos interesados en transitar por los múltiples caminos que ofrece la Arqueología Histórica. Acerca del autor. El Dr. Charles E. Orser Jr. es quizás en este momento uno de los referentes más importantes a nivel mundial en Arqueología Histórica. Director de “International Journal of Historical Archaeology” ha publicado una serie de libros entre los cuales podemos mencionar Images of the Recent Past (1995), Historical Archaeology (1995), A Historical Archaeology of the Modern World (1996). En la actualidad es profesor en la Illinois State University y Director del Midwestern Archaeological Research Center en la misma casa de estudios. Ha dirigido proyectos en diversos lugares de Estados Unidos y del Mundo, trabajando temáticas como la vida de los esclavos en las plantaciones algodoneras norteamericanas del siglo XVIII y XIX, asentamientos de negros cimarrones en Brasil y sitios de campesinos del siglo pasado en Irlanda. Cabe destacar también sus aportes teóricos al desarrollo de una Arqueología Histórica ligada al proceso de expansión e impacto del mundo capitalista

Andrés Zarankin Campinas, marzo de 1999.

1. INTRODUCCION Este manual introductorio trata de Arqueología Histórica. Mi marco de referencia es la arqueología histórica tal como es practicada en el Nuevo Mundo, especialmente en Estados Unidos, ya que de allí proviene mi formación y mi experiencia. Entretanto, como demuestro, los intereses de la arqueología histórica van mas allá de Estados Unidos o América del Norte. Cada ejemplo que utilizo puede ser aplicado entre otros a América Latina, ya que esta región posee un gran potencial para trabajar en Arqueología Histórica. Mi objetivo en este pequeño libro consiste en ejemplificar lo que es la arqueología histórica, mostrar como esos arqueólogos dirigen sus investigaciones, como estudian los artefactos que encuentran y como usan las diversas fuentes de información disponibles. Antes de comenzar creo que el autor de un manual de este tipo debe explicar porque está calificado para escribirlo. Me inicié en la arqueología histórica en 1971como estudiante de historia, apenas cuatro años después de fundada la mayor organización de arqueología histórica americana. Obtuve mi doctorado en antropología en 1980. Mi tesis se refiere a las transformaciones sociales y culturales ocurridas entre los siglos XVIII y XIX entre los indios “Arikara”, habitantes de las planicies centrales de los Estados Unidos, como resultado del tráfico de pieles con franceses, británicos y americanos. Posteriormente me interesé en el estudio de las plantaciones -“plantations”americanas, excavando sitios en Carolina del Sur, Georgia y Louisiana. Actualmente enseño arqueología histórica en la Illinois State University, y dirijo las actividades del “Midwestern Archaeological Research Center”, en dicha universidad. Las razones que me llevaron a escribir este libro son muchas, sin embargo entre las principales se encuentra mi convicción de que todos los arqueólogos tienen ciertas responsabilidades. Entre ellas destaco especialmente dos. En primer lugar los arqueólogos tienen el deber de excavar los sitios de manera meticulosa y tratar los artefactos que se encuentran con el mayor de los cuidados, de manera de mostrar nuestro respeto por los objetos del pasado. La arqueología es un proceso destructivo ya que después de la excavación de un sitio, esa parte deja de existir. En general, quedan solamente los artefactos, las notas, registros y fotografías conservados por el arqueólogo. Los arqueólogos colectan informaciones de las cuales los artefactos constituyen apenas una parte. En el caso que el arqueólogo no tome los registros adecuados esa información se perderá irremediablemente para siempre. En segundo lugar, los arqueólogos están obligados a comunicar sus descubrimientos, tanto a otros colegas como para el publico en general. Muchos arqueólogos piensan correctamente que los descubrimientos de la arqueología deben ser presentados como algo significativo y con sentido para las personas comunes en nuestra sociedad moderna. La arqueología no debería ser solo un campo de investigación importante solo desde la perspectiva de otro arqueólogo. Creo firmemente que los arqueólogos debemos a los no-arqueólogos una explicación de lo que hacemos y de qué manera esto es significativo en la vida cotidiana de las personas. La arqueología histórica posee además una carga adicional en la medida de que buena parte de sus investigaciones se refiere a cuestiones ligadas al colonialismo y el imperialismo. Cuando se encaran estos temas, los arqueólogos históricos son frecuentemente forzados a hacer interpretaciones que pueden ser vistas como cargadas de implicancias políticas, al menos a partir de la percepción actual del pasado. Este libro no podría haber sido escrito sin el apoyo y la asistencia de mi esposa Janice y de Pedro Paulo Funari, profesor universitario en San Pablo. El Dr. Funari además de haberme dado el coraje de escribir este libro, amablemente lo tradujo al portugués, por estas razones le dedico este libro como reconocimiento a su devoción por la arqueología y la enseñanza. INTRODUCCION A LA NUEVA EDICION EN ESPAÑOL Resulta muy alentador que arqueólogos sudamericanos de diversos países continúen desarrollando una arqueología de la historia. Trabajos de varios investigadores a lo largo del tiempo han demostrado que la Arqueología Histórica puede ser abordada desde diferentes líneas,

todas ellas igualmente validas y provechosas. El acercamiento desarrollado en este libro ofrece una de las maneras posibles de estudiar nuestro pasado más cercano, empleando el poderío de un método que combina fuentes arqueológicas e históricas, desde una perspectiva antropológica. Mientras la Arqueología Histórica continua creciendo y desarrollándose, los arqueólogos históricos de todo el mundo tenemos mucho que enseñarnos unos a los otros. Estoy especialmente contento con que Andrés Zarankin haya gentilmente accedido a traducir este libro al español. Quisiera agradecer su esfuerzo, y su sincero compromiso con la Arqueología Histórica. Una de los aspectos más interesantes de la arqueología es que las interpretaciones y las explicaciones son libres de ser modificadas a través del tiempo. Ya que las interpretaciones del excavador están influenciadas por sus experiencias, conocimientos y formación, existen diferentes visiones del pasado. Algunas de las mejores interpretaciones son aquellas generadas por hombres y mujeres que están íntimamente ligados a los lugares que estudian. En otros casos, se requiere de alguien de afuera para producir una visión nueva del pasado, una que no lleve el peso de preconceptos establecidos. Por ello es importante que los arqueólogos sudamericanos lleven a cabo la mayor cantidad posible de proyectos dentro de sus propios países, inclusive en colaboración con investigadores del exterior. La madurez que muchos arqueólogos históricos buscan para este campo sólo podrá desarrollarse una vez que muchas voces sean escuchadas y diversas opiniones expresadas. Es mi esperanza que este pequeño libro pueda contribuir al crecimiento de la Arqueología Histórica Sudamericana, incluso de formas que ahora no puedo imaginar.

2. QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA? Definiendo el Campo. Ya que existe un campo llamado “arqueología histórica”, es fácil pensar que posee una única definición con la que todo el mundo acuerda. Infelizmente éste no es el caso, ya que existen diferentes formas de caracterizar este campo. Para explicar las divergencias, debo antes exponer la naturaleza del problema. Parte del problema ocurre porque la arqueología histórica como una subdivisión autónoma de la arqueología, tiene apenas cerca de treinta años de existencia. De esta manera, y a pesar que la arqueología histórica venga siendo practicada en los Estados Unidos por arqueólogos profesionales desde 1930, el campo de investigación recién fue organizado oficialmente en la década de los ´60. En el año 1960, fue establecida la “Conference on Site Archaeology” y en 1967, la “Society for Historical Archaeology”, actualmente la mayor organización profesional de arqueología histórica. En 1967 también fue creada en Inglaterra la “Society for Post-Medieval Archaeology”. A pesar de que la arqueología histórica y la arqueología postmedieval estudian el mismo período histórico y las mismas culturas, con la salvedad de que en contextos distintos, existen sin embargo importantes diferencias entre ellas. Esta diferenciación ayuda a definir con mayor precisión a la arqueología histórica. En América del Norte, los arqueólogos efectúan un corte en dos grandes períodos temporales: prehistoria e historia. El primero, dominio de estudio de arqueólogos prehistóricos, se inicia con las más antiguas ocupaciones aborígenes del continente, cerca del 10.000 AC., y termina con la presencia de colonos europeos. El período histórico, época estudiada por la arqueología histórica, comienza con los europeos y se extiende hasta el presente. Estos dos períodos existen en cualquier parte del Nuevo Mundo con presencia de europeos. América, en el período prehistórico, fue solamente habitada por pueblos nativos, encuanto en época histórica otros pueblos comienzan a habitar estas mismas regiones. La situación histórica era muy diversa en Inglaterra y en Europa en general, lugar donde se practica arqueología posmedieval, ya que pueblos frecuentemente ascendían de los mismos grupos prehistóricos. Por ejemplo, a pesar de que Inglaterra haya sido invadida muchas veces, los pueblos prehistóricos pueden ser relacionados sin grandes problemas a las poblaciones actuales de ese país. La población inglesa actual es el resultado de una largo proceso histórico en las Islas Británicas. En el Nuevo Mundo, los pueblos aborígenes prehistóricos eran claramente los ancestros de las poblaciones indias modernas, sin embargo resulta difícil establecer los lazos entre ellos. A esto se suma que de todas formas muchos indios en América fueron exterminados o se transformaron radicalmente debido al contacto con los europeos, este último tema es el de estudio tradicional de la arqueología histórica. En el Nuevo Mundo, la diferencia entre los períodos prehistórico e histórico parece fácil de entender, excepto por el hecho de que el inicio del período histórico no siempre es fácil de determinar. Al menos dos razones explican esta dificultad. En primer lugar la presencia más antigua de europeos en América es en general difícil de documentar. Muchos viajantes, como los más antiguos exploradores de América del Sur, dejaron con frecuencia apenas pequeños trazos de sus visitas. Sus sitios son difíciles de localizar, y cuando son hallados, son complicados de estudiar ya que la duración de su estadía fue demasiado breve. El segundo problema deriva de cuestiones surgidas por la presencia de artefactos europeos en sitios indígenas: recibieron estos indígenas aquellos ítems exóticos de los europeos o de otros indios, los cuales a su vez pueden haber sido recibidos de otros indios o de europeos? Las fechas de los verdaderos contactos directos con europeos, en general consideradas como delimitadoras del inicio del período histórico, son difíciles y muchas veces imposible de establecer. Como resultado, el inicio de período apenas puede ser establecido a nivel regional, y con frecuencia, de manera imprecisa. En la tentativa de resolver el problema de decidir cuando comienza el período histórico, los arqueólogos del Nuevo Mundo diferencian tres momentos: prehistórico, protohistórico e histórico. El primero es considerado generalmente como el tiempo durante el cual los

exploradores europeos visitan sitios indígenas. Este es el período colonial, un momento en el cual los asentamientos indígenas entran en contacto con los colonizadores que están intentando establecer sus propios asentamientos en lo que para ellos son tierras nuevas y extrañas. En 1965, Bernard L. Fontana generó una clasificación de sitios históricos con el objetivo de ayudar a definir el dominio de la arqueología histórica. De esta manera diferencia sitios “protohistóricos”, en los cuales los indígenas, a pesar de no haber tenido contactos directos con los colonizadores, poseen objetos europeos; sitios “de contacto”, habitados por indios durante la época de asentamiento europeo; sitios “postcontacto”, ocupados por indios después, y no antes, del contacto directo con los europeos; sitios “de frontera”, en los cuales ocurren contactos recurrentes entre indios y europeos y sitios “no aborígenes”, en los que los aborígenes estaban ausentes o representados de manera minoritaria. Lamentablemente a pesar de que esta clasificación sea interesante y ayude a explicar el centro de atención de la arqueología histórica, no resuelve el problema de como distinguir los períodos prehistóricos e históricos. Su punto de partida es la cultura indígena, objeto de estudio de los arqueólogos prehistóricos del Nuevo Mundo. Muchos de estos arqueólogos prehistoriadores han trabajado en sitios indígenas que son básicamente prehistóricos, a pesar de que posean algunos pocos objetos europeos. Estos sitios, aunque “históricos”, son estudiados en general utilizando métodos, ideas y cuadros referenciales de la arqueología prehistórica. Otros arqueólogos prefieren definir la arqueología histórica como un tipo de arqueología que estudia sitios que están asociados a pueblos o lugares que se consideran de gran valor histórico. Definida de este modo, la arqueología histórica centra su atención en los colonizadores, dejando de este lado los pueblos nativos contactados. Este abordaje lleva en general a que se estudien sitios asociados a los miembros de la elite de la sociedad, porque esta es la gente que es considerada como de valor en la historia dentro de la ideología dominante de muchas sociedades. Estas dos definiciones de arqueología histórica se centran en la misma cuestión, pero desde perspectivas diversas. En el primer caso, la arqueología histórica esta encarada en relación con los pueblos indígenas, y en la segunda, en relación a los colonizadores. Ambas perspectivas, aunque aparentemente distintas, se refieran al mismo problema: la creación de un mundo nuevo a través de la interacción de pueblos como resultado de un sistema cultural, tecnológico y económico que propiciaba la exploración y colonización de nuevas tierras. Aunque esta visión parezca etnocéntrica, en verdad no lo es. De hecho este abordaje no es etnocéntrico porque significa que la arqueología histórica no puede basarse exclusivamente en los personajes y los lugares “famosos”, pudiendo estudiar personas que no pertenecían a la elite, como esclavos, operarios e inmigrantes exiliados de sus patrias. Lo que en verdad distingue a la arqueología histórica no es el período histórico estudiado (histórico o prehistórico), o los pueblos contactados por los europeos (varios pueblos indígenas), o los propios colonizadores europeos (portugueses, ingleses, franceses, entre otros), ni siquiera los grupos populares (esclavos africanos, trabajadores inmigrantes, etc.), sino por el contrario, cómo cada elemento se adaptó y fue transformado por el proceso que desde el inicio llevó al europeo a establecer asentamientos coloniales en todo el mundo, y posteriormente, a formar nuevas naciones. Teniendo en cuenta esta consideración, la definición de arqueología histórica que está emergiendo actualmente la caracteriza como el estudio arqueológico de los aspectos materiales -en términos históricos, culturales y sociales concretos- de los efectos del mercantilismo y del capitalismo traídos de Europa a fines del siglo XV y que continúan en acción hasta hoy (figura 1) Obviamente considerada de esta manera, la arqueología histórica abarca un campo con intereses amplios. Sin embargo como arqueología, el foco de atención se centra en las manifestaciones materiales del mundo, en rápida transformación, después del 1500 d.C. Temas que la arqueología histórica puede estudiar incluyen los tipos de artefactos traficados por los indígenas, las transformaciones sociales en las sociedades indígenas como consecuencia de la introducción de estos elementos europeos, los asentamientos y la cultura de los esclavos africanos, la arquitectura y las plantas de los fuertes europeos y ciudades coloniales, la relación de artefactos y clases económicas entre trabajadores urbanos, entre otros. Así, a pesar de que la arqueología histórica examine cuestiones que puedan interesar a distintos investigadores -

historiadores, economistas, geógrafos, entre otros-, su mayor atención se vuelca en los aspectos materiales del pasado, y el modo como éstos son usados para mantener y crear vida en todas sus manifestaciones.

GRANDES TEMAS EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NUEVO MUNDO PREHISTÓRICA

HISTÓRICA

 Origen de los pueblos nativos  Sociedad, historia y cultura nativas

 Sociedad, historia y culturas nativas

 Interacciones pre o no capitalistas

 Sociedad y cultura de la colonización europea  Interacciones mercantilistas y capitalistas

Figura 1

La arqueología histórica, es historia o antropología? El problema de la definición del campo de la arqueología histórica deriva de una cuestión muy importante referida a su conceptualización como parte de la historia o de la antropología. La respuesta a esta cuestión dominó gran parte de la discusión teórica en el interior de este campo, ya que la perspectiva del arqueólogo en relación a este punto, en arqueología histórica puede determinar la dirección y el sentido de la investigación. Para algunos profesionales, la arqueología histórica pertenece realmente a la historia, estudiando en particular documentos provenientes del suelo, además de los documentos de los archivos. Desde esta perspectiva un fragmento de un plato posee la misma utilidad para la comprensión del pasado que un manuscrito antiguo; ambos son “documentos” que brindan información sobre el pasado. Los arqueólogos que mantienen este punto de vista tienden a conducir sus investigaciones arqueológicas como un estudio histórico y suelen centrar sus preguntas en aquellos temas que consideran de importancia histórica. Los investigadores en arqueología histórica que mantienen esta perspectiva suelen interesarse por ejemplo en interrogantes tales como, cuándo un sitio fue construido, cómo fue construido, para qué y por quién fue ocupado, y cuánto tiempo continuó en uso. Este punto de vista tiene sentido -pues toda arqueología es un estudio de historia, de una manera u otra-, pero el problema es, que al menos en Estados Unidos, casi todos los arqueólogos son formados en antropología. En general esta educación en arqueología ocurre en departamentos de antropología y no en los departamentos de historia (con excepción de arqueología clásica). Cuando la arqueología es considerada parte de la antropología, ésta es encarada como un medio de comprensión de los procesos y tradiciones que operan en sociedades y culturas. Los arqueólogos son una especie de etnógrafos, que en vez de brindar informaciones sobre culturas vivas, recuperan información sobre culturas muertas, antiguas o de principios del período moderno. La arqueología, por tanto, ofrece instrumentos para comprender ciertos problemas generales enfrentados por los seres humanos -el desarrollo urbano, la división social del trabajo, relaciones de parentesco, entre otros-, independientemente de cuando vivieron. La arqueología

histórica simplemente permite el estudio de estas cuestiones en un pasado reciente. Los documentos históricos por lo tanto son considerados “artefactos", algo producido por la acción humana consciente. Cuál de estos enfoques -histórico o antropológico- dominaría la arqueología histórica, fue un gran tema de discusión entre los años 1960 y 1970, período de formación y desarrollo inicial de esta disciplina. A pesar de que esa cuestión no haya sido nunca verdaderamente resuelta, la gran mayoría de arqueólogos diría hoy que su campo de investigación comprende tanto la historia como la antropología, además de un gran número de campos relacionados, incluyendo a la geografía histórica y cultural, la economía política, y la cartografía. La arqueología histórica no es ni historia, ni antropología, ni siquiera una conjunción de las dos. Simplemente es un gran campo de investigación que combina un gran número de abordajes. Cuestiones “históricas” y “antropológicas”, no son necesariamente opuestas, ya que la mayor parte de los problemas antropológicos poseen una base histórica, y muchos problemas históricos involucran cuestiones claramente antropológicas. Los buenos arqueólogos deberían ser capaces de estudiar ambos tipos de problemas en relación a sus sitios. ¿Para qué sirve un conocimiento cultural sobre los habitantes de un sitio sin datos sobre cuándo éste fue construido o cuanto tiempo fue utilizado?. De la misma manera, para qué sirve el conocimiento sobre cuándo el sitio fue construido y por cuánto tiempo fue ocupado, sin alguna idea sobre la cultura y los habitantes que allí nacieron, dormían, trabajaban y morían. Los problemas científicos de la arqueología histórica, así como ocurre en la prehistórica y en otros tipos de arqueología, se refieren a temas históricos, culturales y sociales. Lo que diferencia a la arqueología histórica es su foco de atención en el pasado reciente o moderno, un pasado que incorporó muchos procesos, perspectivas y objetos materiales que todavía están siendo usados en nuestros días. Estos elementos históricos del pasado reciente constituyen el mundo moderno, y gran parte de está constitución, aunque extremadamente compleja de entender, esta relacionada con objetos materiales. Como Chandra Mukerji demuestra en su libro “From Graven Images: Patterns of Modern Materialism”, los objetos materiales poseen muchas características que apenas pueden ser entendidas en términos, tanto de la historia, como de la cultura. Los Objetos, por su propia presencia física establecen condicionamientos para el comportamiento humano e inducen al hombre a actuar, o a cambiar sus acciones de acuerdo con ítems materiales. Por ejemplo, la impresión y circulación de mapas y narraciones de viajantes, conjuntamente con un progreso en las tecnologías de construcción de navíos, posibilitó -en asociación con una atmósfera económica favorable- que diversos pueblos explorasen nuevas tierras, dispersando ideas materialistas del inicio de la era moderna de Europa a través del mundo. Como observa Mukerji “Objets can help to make autonomous forces out of ideas by remaining in the physical environment long after their production”. La arqueología histórica brinda un medio único de examinar la difusión del materialismo de origen europeo a través del mundo, el impacto que estas ideas sobre la acumulación de artefactos ejerció en diferentes pueblos, y el modo como respondieron a estos desafíos. Obviamente, estos problemas no pertenecen ni a la antropología ni a la historia, sino al estudio científico en general de la vinulación entre el pasado y el presente. El carácter multidisciplinar de la arqueología histórica significa que ella posee una amplia gama de fuentes de información. Los materiales específicos que están disponibles pueden variar, dependiendo del sitio que está siendo estudiado, y algunos tipos de fuentes generalmente son utilizables por el arqueólogo. Estas fuentes serán tratadas en el próximo capítulo.

3. LAS DIFERENTES FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA La arqueología histórica usa una serie de fuentes de información en su investigación. Las principales son los artefactos y las estructuras, la arquitectura, los documentos escritos, las informaciones orales y las imágenes pictóricas. Cada una de ellas es usada por la arqueología histórica de manera específica. Artefactos y estructuras. Tanto la arqueología prehistórica como la histórica estudian artefactos. Los arqueólogos definen artefactos como aquellos ítems hechos o modificados como resultado de la acción humana. Estos incluyen fragmentos de cerámica, herramientas, obras de arte, mesas, botellas y todos los otros objetos que presentan alguna evidencia de acción humana en su manufactura. Así como en la arqueología prehistórica, estos artefactos son estudiados en relación a sus métodos de manufactura, las materias primas con los que se construyeron, dónde fueron producidos, para qué servían, y cómo fueron encontrados. Artefactos que normalmente serían encontrados y estudiados por arqueólogos prehistoriadores incluyen cuchillos, objetos líticos, puntas de flecha de piedra, objetos de cerámica, herramientas hechas de hueso, entre otros. La arqueología histórica estudia los objetos que son semejantes, tanto en forma como en función, a aquellos que hoy continúan en uso: floreros de cerámica pintados en azul, verde, rojo y amarillo; botellas de vidrio usadas como recipientes de vino, remedios u otros líquidos; pistolas; botones; relojes; entre otros. Los artefactos son, evidentemente, elementos de extrema importancia para los arqueólogos. Como escribe el gran pensador social Lewis Mumford, “Material artifacts may stubbornly defy time, but what they tell about man´s history is a good deal less than the truth, the whole truth, and nothig but the truth”. Consecuentemente además de los propios artefactos, los arqueólogos prehistóricos y los históricos, se interesan por el contexto en el cual están insertos. El contexto se refiere a la localización exacta del artefacto, en términos verticales y horizontales, en un sitio arqueológico. Los arqueólogos, pueden muchas veces aprender bastante sobre las funciones de artefactos y de sitios a partir del examen de objetos encontrados en asociación directa con ellos. Un artefacto y su contexto son dos tipos de información que los arqueólogos obtienen de sitios arqueológicos. Tanto la arqueología prehistórica como la histórica también estudian objetos que fueron usados y modificados por pueblos antiguos, pero que no necesariamente fueron producidos por ellos. Estos objetos incluyen fibras y semillas de plantas, y huesos de animales. Los arqueólogos pueden aprender mucho sobre las dietas alimentarias de los pueblos antiguos a través del estudio de los tipos de comidas disponibles en su ambiente natural, y el modo como esas comidas eran usadas en diferentes culturas. En sus estudios, los arqueólogos con la asistencia de especialistas altamente capacitados, intentan determinar las especies explotadas como comida, la cantidad de calorías que represente esa dieta, y la variedad de especies domésticas y salvajes consumidas. Ambos campos de investigación arqueológica se preocupan también de estudiar las estructuras encontradas en los sitios. Una estructura es cualquier evidencia de presencia humana que no puede ser removida del sitio, pero que brinda abundante información sobre las actividades desarrolladas por él. Por ejemplo estructuras prehistóricas incluyen pozos para almacenamiento o para basura, agujeros de fogones, trincheras de empalizadas y cimientos; las estructuras históricas incluyen pozos, trincheras, pozos sanitarios, cimientos, entre otros. Además de estas estructuras, generalmente pequeñas, hay otras de tamaño tan grande que pueden ser consideradas como parte del paisaje cultural. En arqueología prehistórica estas estructuras engloban colinas usadas como templo o lugar de sepultamiento, monolitos (grandes piezas de piedra) y trincheras. En arqueología histórica, estas grandes estructuras incluyen en general, casas, fuertes y otras edificaciones. También, diversos pueblos históricos continúan construyendo estructuras con barro -como fuertes y empalizadas-. La mayor parte de las estructuras de época histórica, al menos mientras más nos aproximamos al presente, fue construida en piedra, ladrillos y argamasa. Es por la utilización de estos materiales sólidos, por la

implementación de técnicas constructivas adecuadas, y la cercanía en el tiempo, que muchas de estas estructuras están todavía en pie. La presencia de estas arquitecturas en buen estado permiten obtener informaciones que en general no están disponibles para los prehistoriadores. Estas arquitecturas monumentales -incluyendo puestos militares imponentes, como el Fuerte Jesús, construcción portuguesa del siglo XVI en Africa Oriental, el Fuerte Louisbourg, francés del siglo XVIII, en Nueva Escocia (Canadá), también obras industriales como las ciudades mineras del nordeste de Michigan, o las plantaciones en Illinois, o las barracas de esclavos en Luisiana, entre otros- funcionan como artefactos en superficie. Arquitectura Los edificios pueden ser considerados como importantes fuentes de información en arqueología histórica. Existen dos tradiciones que pueden ser consideradas: La académica y la vernácular. La tradición académica, llamada también “alta arquitectura”, es aquella tradición de construcción enseñada y practicada por los arquitectos profesionales. Esta puede ser dividida en diversos estilos -clásico, griego, romano, gótico, rococó, entre otros.-, cuyas características son de fácil identificación. La arquitectura vernácular, por otro lado, consiste en estilos que reflejan la tradición cultural más que formas arquitectónicas puras. Este tipo de arquitectura suele evidenciar las verdaderas actitudes y creencias de los pueblos de manera más clara que la arquitectura académica. De todas formas, ambas, con el correr del tiempo, tienden a interactuar e influirse recíprocamente. El arqueólogo James Deetz presenta un estudio interesante de la antigua arquitectura americana en su libro “In Small Things Forgotten”. A través del uso de diversas fuentes, Deetz demuestra como los colonizadores ingleses establecidos en Nueva Inglaterra, transformaron su arquitectura con el transcurso del tiempo. Al principio, los colonizadores construían casas en estilos arquitectónicos que conocían de Inglaterra. Con el correr del tiempo y el aislamiento de su patria, sus estilos de construcción se volvieron cada vez más diferentes a los originales ingleses, se “americanizaron”, y también comenzaron a diferenciarse por regiones. Ya no era posible relacionar con facilidad estilos específicos a estilos académicos británicos, a pesar de que las casas hayan mantenido algunos elementos de las formas académicas puras. Estas formas, de todas maneras, fueron llevadas a cabo de manera que mezclaron, con originalidad, estilos académicos con formas vernaculares. Otro resultado importante en las investigaciones de Deetz se relaciona con el hecho de que, con el tiempo, las casas coloniales inglesas en América del Norte, comienzan a reflejar un interés creciente en la creación de espacios individualizados. Así, mientras las casas más antiguas tendían a contener espacios que podían ser utilizados por todos los miembros de la familia, en casas más recientes estos espacios comunitarios fueron divididos en áreas que podían ser utilizados por apenas uno o dos miembros de las mismas. Posteriormente, actividades específicas -como comer, cocinar, y dormir- fueron completamente separadas unas de otras. Una de las razones que permiten que cuestiones sociales sean plausibles de abordar a partir de estructuras arquitectónicas se relacionan con el descubrimiento, por parte de los arqueólogos, de que éstas pueden ser “leídas” de la misma forma que los niveles arqueológicos del suelo. Todos los arqueólogos estudian los suelos en los cuales se encuentran artefactos a fin de obtener informaciones sobre cuando esos artefactos fueron depositados, y que fuerzas naturales -viento, lluvia, inundaciones- actuaron después de la depositación original. Lo mismo ocurre en relación a las estructuras arquitectónicas. Los edificios al ser examinados con cuidado, producen informaciones sobre cuándo fueron construidos, o si hicieron reformas y cuáles eran los espacios más importantes. Las capas de pintura y papel de la pared pueden ser “excavadas”, como si fuesen niveles de sedimento, para descubrir los colores o dibujos que estaban de moda o eran accesibles a los habitantes en determinados momentos del pasado. Identificar cuáles ventanas y puertas fueron cerradas o agregadas puede permitir discutir cuándo fueron construidas, o para documentar aumentos en el tamaño de la familia y posiblemente de la riqueza. Alteraciones en el tamaño de los ambientes a

través del tiempo, también pueden ser usadas como medida para estudiar las transformaciones y los cambios en las actitudes sociales u culturales. Por ejemplo, con el cambio de siglo la mayoría de las plantaciones en el centro de los Estados Unidos, fueron construidas con cocinas enormes. Esto era necesario porque la mayoría de los propietarios solía tener familias numerosas en aquel tiempo, y también porque la cocina era en general la principal área de actividad de la familia. Además de eso, las mujeres -que comúnmente tenían un papel de importancia en la economía de la plantación, cuidando las huertas y la preparación diaria de las comidas que provenían de ellausaban la cocina como un área de producción de la plantación. Hoy en día, pocas casas son construidas con cocinas tan grandes, ya que pocos agricultores poseen familias numerosas y porque la agricultura está tan mecanizada, que las mujeres no tienen el mismo rol para garantizar el funcionamiento de la plantación. Éstas, en la actualidad en Estados Unidos, son menos autosuficientes que antes, y sus casas reflejan esta transformación. Además de las construcciones domésticas, edificaciones no-domésticas para uso especifico pueden también haber sobrevivido en sitios históricos. Estas estructuras incluyen calderas, ahumaderos, galpones, entre otras construcciones externas. Algunos fuertes militares, tal vez reconstruidos por un ejército conquistador, también pueden mantenerse en pie. Lo mismo se aplica a misiones religiosas que fueron originalmente construidas con el propósito de convertir a los pueblos nativos al cristianismo, pero que en el presente, son utilizadas para funciones religiosas regulares. Tales edificios, vistos por no arqueólogos como predios bonitos, brindan al arqueólogo indicios del pasado que de otra manera muchas veces serían extremadamente difíciles de visualizar. Documentos Escritos. En arqueología histórica los documentos escritos son tan importantes como los artefactos y los edificios. Sin duda una de las características distintivas de la arqueología histórica proviene de la información adicional que brindan estos documentos. De hecho, Deetz resaltó que la “capacidad de leer y escribir del pueblo estudiado es la característica que diferencia a la arqueología histórica de la prehistórica”. Inclusive, a pesar de que considere que lo que dice Deetz es parcialmente correcto -porque para mí lo que las separa en el estudio, es que arqueología histórica se ocupa de la vida mercantil capitalista (que incluye la alfabetización)- él tiene razón en la medida en que la disponibilidad de documentos escritos, por y sobre el pueblo que otrora vivió en lo que hoy son sitios arqueológicos, hace de la arqueología histórica un tipo único de estudio en el contexto del Nuevo Mundo. Estos documentos permiten que los arqueólogos trabajen parcialmente como historiadores, ya que deben interpretar documentos escritos de la misma manera que ellos. Además los arqueólogos deben saber como integrar la información proveniente de los documentos en sus investigaciones arqueológicas. Historiadores y arqueólogos usan tanto fuentes históricas primarias como secundarias. Estas últimas son aquellas que fueron producidas por personas que no testimoniaron los acontecimientos del pasado, incluyendo los libros escritos por los historiadores. Este tipo de fuente es importante para ambos profesionales, porque puede revelar el progreso del conocimiento histórico en determinados períodos, las cuestiones que eran consideradas de importancia y el tipo de concepciones que eran compartidas por los historiadores en épocas pasadas. Las fuentes secundarias están constantemente siendo reescritas por los historiadores, en la medida en que nuevos datos son descubiertos, nuevas interpretaciones son propuestas, inclusive bajo la influencia de cambios en las actitudes y sensibilidades sobre lo que es considerado relevante. Todos los trabajos históricos secundarios se basan en fuentes primarias, o sea escritos de valor histórico que fueron producidos por observadores directos o por personas contemporáneas de los acontecimientos relatados. Algunos documentos primarios que historiadores y arqueólogos usan con frecuencia: son los registros oficiales (certificados de nacimiento, de defunción, materiales de diversos relevamientos, estadísticas oficiales, entre otros.), y los registros personales (cartas, diarios y memorias). Estos registros son importantes para los arqueólogos, ya

que brindan información sobre el pasado que generalmente no está disponibles en ninguna otra fuente. Los registros históricos brindan lo que los antropólogos llaman información “etic” y “emic”. La primera refiere a la visión de un grupo sobre otro distinto –exterior-, y la segunda a la visión que ese grupo posee de si mismo. Las fuentes secundarias serán por tanto siempre “etic”, mientras que los registros primarios podrán ser tanto “emic” como “etic”. Estos conceptos son más fáciles de comprender a través de un ejemplo. Supongamos que existan dos documentos sobre una plantación sudamericana del siglo XVIII, uno escrito por un viajante alemán, y otro por un esclavo fugitivo. Se esperaría que la situación de la comunidad de esclavos sea presentada de forma diversa en cada uno de ellos. El comentario del viajante brindaría una visión “etic”, ya que él esta fuera de esa comunidad. Su percepción de los esclavos está limitada por su propia experiencia, incluyendo comprensiones e incomprensiones, ya que no posee una experiencia directa y duradera de la vida en la plantación. Por el contrario, la percepción del esclavo fugitivo debería ser completamente diferente, su narrativa representaría una visión desde el interior, es decir “emic”. Cuando confrontamos las dos, puede parecer que se refieren a lugares distintos uno del otro. Los arqueólogos, tanto como los historiadores, deben aprender a distinguir las diferentes visiones que existen sobre el pasado, las cuales pueden ser verdaderas en algunos sentidos, cada una a su manera. Los documentos históricos constituyen una importante fuente de información que los arqueólogos pueden utilizar para conocer el pasado en relación a asentamientos y sus habitantes. También permiten, tanto a los arqueólogos como a los historiadores, proponer interpretaciones relevantes y potencialmente significativas. Por ejemplo, algunos arqueólogos utilizan registros de alimentación de esclavos en plantaciones en asociación con colecciones de huesos de animales provenientes de las barracas de este grupo. Esta comparación permitió ver que en algunos casos los esclavos no recibían la alimentación que los patrones indicaban en sus registros. Al confrontar huesos de animales obtenidos con registros históricos se obtiene un relato que ninguna de las fuentes de información de manera independiente podría dar. A pesar de su importancia, el uso de documentos históricos en relación a sitios arqueológicos de épocas históricas, genera una paradoja. Por un lado, la información adicional que los documentos pueden ofrecer, aumenta enormemente el poder de interpretación de la arqueología histórica. El material histórico contribuye de manera relevante para comprender los datos arqueológicos. Por otro lado, esta disponibilidad de documentación histórica sobre los sitios arqueológicos llevó a algunas personas a preguntarse: ¿por qué excavar, si hay documentos escritos? En otras palabras, ¿por qué permitir que un arqueólogo excave un sitio, si un historiador puede brindar prácticamente las mismas informaciones? Por lo tanto el uso de documentos fue tanto una ventaja para la arqueología histórica, en términos de la investigación, como una desventaja, ya que el poder informativo de ésta quedó cuestionado, sobre todo por aquellos que consideran a la arqueología como una actividad lenta y costosa. Existen varias cuestiones relativas a la presencia de documentos escritos en períodos históricos, que son válidas y deben ser consideradas. Por ejemplo, los arqueólogos a través de la experiencia en su propia investigación aprenden que la aplicación de documentos primarios a sitios arqueológicos presenta ciertos problemas. En primer lugar estos textos pueden ser imprecisos, conteniendo datos falsos desconocidos por el propio autor. Es posible que aparezcan declaraciones en estos documentos, que pueden no reflejar la realidad de una situación específica pasada, o inclusive, referirse simplemente a lo que el autor pensaba, sabía o recordaba al respecto. Un escritor de la época simplemente puede estar errado. En segundo lugar, fuentes primarias pueden contener falsificaciones conscientes. El registro de declaraciones erróneas podría ocurrir por cualquier motivo, incluyendo invención, autopromoción o simplemente falsedad. En cualquiera de los casos, la arqueología histórica puede servir para corregir el registro escrito, el cual de otro modo podría ser considerado como verdadero. En tercer lugar, puede que no hayan existido documentos primarios para todo el período de ocupación de un sitio. Por ejemplo, son raros los documentos referentes a sitios después de su

abandono, sin embargo los arqueólogos deben excavar todos los niveles que hay en un sitio. Una casa abandonada en 1780 puede haber sido usada como deposito de basura por la población local en el período entre 1785 y 1820. Los registros históricos mencionarían probablemente las actividades de los habitantes de la casa, y no la utilización posterior del lugar como basurero. En estos casos la arqueología histórica ayuda a completar el registro histórico escrito, brindando de esta manera un panorama más completo del pasado. Finalmente, los registros escritos a menudo no mencionan en general los aspectos comunes de la vida cotidiana, exactamente el tipo de información que los arqueólogos quieren conocer. La gran mayoría de aquellos que dejaron relatos de sus vidas, casi nunca mencionan por ejemplo la localización de las letrinas o con que frecuencia se cambiaban de lugar. Los posibles escritores tendrían un cierto pudor de escribir sobre estas cosas, o simplemente podrían considerar tales aspectos de sus vidas demasiado banales para ser relatadas, y que no interesaban a nadie. De manera similar, pocos autores históricos escribieron sobre los tipos de platos con los cuales comían, o sobre el color de las botellas que usaban. Estos aspectos comunes del pasado son de importancia vital para la arqueología histórica, pero escasamente mencionados. Los registros históricos, los artefactos, las estructuras arqueológicas y los edificios todavía en uso son importantes para la arqueología histórica, pero no constituyen la totalidad de las fuentes disponibles. Existen otras, como la información oral y la pictórica, éstas generalmente disponibles sólo para sitios más recientes. Información Oral La información oral, a semejanza de los documentos escritos, brinda datos sobre sitios arqueológicos de un período histórico que en general no están disponibles en otras fuentes. La información oral suele adquirir gran importancia en los casos en que el arqueólogo está estudiando un sitio que fue ocupado en tiempos todavía presentes en la memoria de la gente. Lo mismo ocurre en casos en los que se desea conocer la historia de un sitio una vez abandonado por el pueblo que originalmente lo construyó y lo utilizó. Una investigación arqueológica estaría en mejores condiciones para interpretar la historia de un sitio dado, sabiendo que el terreno fue sembrado en el año 1940, o que fue utilizado como un lugar de reunión popular en los años ´50. Este tipo de información puede no figurar en fuentes escritas, y sin embargo, ser central para la comprensión completa de dicho sitio. Consecuentemente la información oral puede ser entendida como la historia que las personas comunes llevan consigo. Obviamente, los transmitidos oralmente puede ser de carácter “etic” o “emic”. Cuando está basada en la experiencia directa, la información oral cubre un rango temporal cercano a los ochenta años a partir de la actualidad. La información oral puede ser usada en sitios arqueológicos de dos maneras: como complemento y suplemento de la información arqueológica y escrita, y como fuente de nueva información. Estos usos son extremadamente importantes en muchas investigaciones de arqueología histórica. Utilizada como suplemento sobre detalles previamente conocidos del pasado, esta fuente, ayuda a la arqueología histórica, tanto en términos específicos como generales. En relación a los artefactos, por ejemplo, puede ser empleada para mostrar como un item material específico era producido y usado. Esto es particularmente importante para documentar estilos de arquitectura vernacular -que por lo general no merecieron comentarios escritos en su propia época-, y también para identificar la funcionalidad de los objetos en el pasado. En un sentido más amplio, el conocimiento especifico de sitios y artefactos puede brindar ayuda para construir contextos que permitan interpretar los objetos, contribuyendo así a que el arqueólogo acceder a una verdadera comprensión del pasado de un pueblo. Las informaciones trasmitidas oralmente son también útiles al reflejar un punto de vista “emic”, ya que permiten al arqueólogo comenzar a entender cómo era la vida en el pasado a partir de la perspectiva de un agente social concreto. Esto permite una aproximación a la cosmovisión de un pueblo en el pasado de la mejor manera posible. En este sentido, la

información oral puede ser utilizada para completar el cuadro del pasado que el arqueólogo construyó usando documentos escritos y arqueológicos. La información oral, al funcionar como documento primario, se torna una de las fuentes más importantes, ya que al ser usada conjuntamente con la evidencia documental posibilita obtener datos adicionales sobre el pasado. También puede sugerir nuevas líneas de investigación al arqueólogo, que pueden no estar insinuadas en los documentos escritos. Además de todo lo señalado, la información oral puede ser considerada la única fuente de datos no-arqueológica sobre algunos sitios. En sitios pequeños -como campamentos temporarios-, sitios de ocupación muy corta -fuertes, puestos de observación-, sitios que poseían funciones que sus moradores no querían hacer publicas -como los quilombos cimarrones-, es probable que la información oral sea la única fuente documental que disponga el arqueólogo. Cuando la información oral es empleada como fuente primaria, los arqueólogos se enfrentan al problema de verificar la exactitud de la información. Obviamente no puede ser chequeada con documentos escritos ya que es la única documentación primaria. Puede en algunos casos ser confrontada con información arqueológica, pero la mejor guía que podemos tener es un conocimiento exhaustivo de los escritos históricos secundarios sobre el tema en discusión. El dominio de estas obras además de comprensión y sentido común pueden normalmente ayudar al arqueólogo a evaluar la calidad de la información transmitida oralmente. De cualquier forma, el uso de la documentación oral en arqueología histórica significa que los investigadores deben aprender, junto con la historia oral y la etnografía, que las personas no siempre recuerdan el pasado de la manera en que este aconteció. Además de ser nostálgica sobre “los buenos viejos tiempos”, la gente algunas veces no respeta patrones cronológicos precisos y olvidan la secuencia exacta de los sucesos, a veces juntando o alargando los hechos en el tiempo y otras alejándolos o trayéndolos al presente. En el primero de los casos, una persona podría decir “abandonamos la plantación en 1935, justo antes de que comenzara la Gran Depresión”, sin embargo esta última se había iniciado en 1929. En el segundo caso alguien puede decir “la gran sequía vino y fuimos obligados a mudarnos”, cuando en realidad pueden haber pasado seis meses entre la sequía y el traslado. El problema es que el arqueólogo no puede dejar de lado estos seis meses, ya que habrá evidencias de ellos en el registro arqueológico. A pesar de que le uso de la información oral sea particularmente útil para el estudio del pasado reciente en sitios históricos, algunos arqueólogos prehistoriadores emplean en la actualidad la etnoarqueología. Esta se asemeja al uso de la información oral en arqueología histórica, pero la diferencia radica en que la etnoarqueología es definida generalmente como trabajo de campo etnográfico con objetivos y problemas puramente arqueológicos en la cabeza. Por ejemplo, en vez de visitar un pueblo pre-industrial para saber cuál es su estructura de parentesco, reglas de matrimonio, religión -como haría un etnógrafo-, el etnoarqueólogo busca descubrir como producen la cerámica, construye sus casas o usan herramientas de piedra para procesar animales. Los etnoarqueólogs están interesados en usar información etnográfica -sus propias observaciones antropológicas- en asociación con informaciones orales -observaciones de otros- para responder cuestiones sobre problemas básicos en arqueología. Una importante diferencia en el uso de información oral entre la etnoarqueología y la arqueología histórica, consiste en el hecho de que cuando etnoarqueólogos recolectan información no están interesados en el pueblo que están estudiando, sino en registrar y entender los métodos de producción y uso de artefactos, con la esperanza de que éstos les permitan efectuar analogías con los métodos de producción y uso de artefactos en el pasado. De esta forma a fin de descubrir como un determinado tipo de cerámica encontrada en sitios arqueológicos de 1100 d.C. era producida, el etnoarqueólogo puede estudiar los métodos de confección de una cerámica semejante actual, fabricada por descendientes de los ceramistas originales. Una correlación simple podría ser establecida de esta manera entre los dos tipos de cerámica. Por otro lado, el arqueólogo puede estar interesado en cómo estos descendientes de los antiguos ceramistas producían sus vasijas en 1920, ya que él puede estar excavando el mismo sitio en que la cerámica continuo siendo fabricada.

La posibilidad de utilizar información oral para localizar y estudiar sitios y artefactos, por parte de la arqueología histórica, permite afirmar que estamos frente a un tipo único de arqueología. Otras fuentes también son propias de la arqueología histórica, siendo la información pictórica una de las más interesantes. Información Pictórica. Desde la arqueología histórica la información pictórica puede ser dividida en tres clases : mapas, dibujos y pinturas, y fotografías. Cada categoría de fuentes posee su propio potencial como apoyo de la investigación arqueológica. Los mapas son útiles para la arqueología histórica en la medida en que brindan una representación gráfica de, la localización de edificios, o sitios. Estos pueden ser particularmente importantes para aquellos arqueólogos que estudian el período de contacto inicial entre nativos y europeos, ya que pueden ilustrar entre otras cosas, la localización de aldeas de los pueblos autóctonos, la comprensión europea de los nombres de estos grupos, el trazado de rutas y caminos antiguos, entre otros. También brindan informaciones vitales sobre el medio ambiente y sobre los cambios que pueden haber ocurrido como producto del contacto y del asentamiento europeo. De todas formas los arqueólogos saben, gracias a los geógrafos, que los mapas son documentos históricos primarios visuales y no textuales. Por lo tanto poseen los mismos problemas que cualquier otro documento histórico. Por ejemplo, un cartógrafo, al hacer un mapa específico, puede estar tentado a presentar un paisaje no como era, sino como se esperaba que fuese. En este sentido, el trazado de caminos a través de montañas y florestas, puede ser sólo algo que fue planificado o inclusive imaginado. Lo mismo ocurre cuando la localización y el número de aldeas nativas son usados como propaganda por naciones europeas, para inducir a sus rivales a creer que poseían más aliados locales de los que en realidad tenían. Esta situación ocurrió por ejemplo, cuando Francia y Gran Bretaña lucharon por el control de América del Norte a mediados del siglo XVIII. Diseños y pinturas son otra fuente de información pictórica que pueden ser útiles en arqueología histórica. De todas formas los arqueólogos deben ser conscientes de que los artistas suelen tomarse libertades en sus trabajos -por motivos estrictamente creativos o artísticos-. Diversas informaciones sobre artefactos pueden inferirse de dibujos y pinturas. Estos pueden mostrar por ejemplo, cuándo y cómo ciertos objetos eran producidos. Datos únicos pueden ser obtenidos sobre la funcionalidad de artefactos desconocidos. En este sentido en arqueología histórica suele ser común trabajar con pinturas de los siglos XVI, XVII, XVIII para descubrir esta funcionalidad particular. Estas representaciones pictóricas también muestran artefactos enteros y en uso, ayudando al arqueólogo que generalmente encuentra en los sitios excavados objetos fragmentados y deteriorados. Estas imágenes gráficas contribuyen a que el investigador entienda cómo eran y para qué servían dentro de su contexto histórico. Los dibujos y las pinturas, también son importantes para mostrar como eran ciertos sitios históricos cuando todavía estaban en pie. Por ejemplo, las pinturas de Karl Bodmer retratando el Oeste Americano en los años 1830, son de gran valor para los arqueólogos. Sus pinturas del interior de las tiendas de los indios -mostrando caballos y perros viviendo en su interior- brindan detalles no disponibles a través de la arqueología, y una calidad visual ausente en los documentos escritos. Además de ser obras de arte, la exactitud de los diseños de Bodmer son incuestionables. Otras imágenes, como las pinturas de Frans Post, en el siglo XVII, sobre un molino de agua en el nordeste brasileño, o la pintura de Hércules Florence de un ingenio de caña en 1840, presentan detalles magníficos sobre edificaciones industriales coloniales, y sobre los trabajos ejecutados en esos lugares. Estas fuentes, además de brindar información cronológica, sobre el uso y la forma de los artefactos, dan también datos sobre la vida y las transformaciones culturales. Por ejemplo, las pinturas de George Catlin sobre un indio Americano, vestido en un cuadro con ropas nativas y en otro con europeas, transmiten un fuerte mensaje visual sobre el impacto social y psicológico de la

interacción cultural ejercida sobre los pueblos nativos, muchas veces obligados a adaptarse a modos de vida extraños. Dibujos del siglo XVII, sobre trabajadores indígenas y negros en plantaciones brasileñas, reflejan una situación semejante. Lo mismo ocurre en diversas partes del mundo. De la misma manera que los mapas, los dibujos y las pinturas pueden contener información engañosa. Criaturas fantásticas, diseñadas por el cartógrafo franco-canadiense Charles Becar de Granville, en el siglo XVII -como unicornios y monstruos marinos con cabezas humanas-, servían para amedrentar a los aventureros del Nuevo Mundo. Este tipo de cuadros inclusive podía tener el efecto opuesto, es decir atraer exploradores osados en busca de estas criaturas. Los arqueólogos deben aprender a analizar estas imágenes pictóricas con cuidado. Las fotografías también son útiles para los arqueólogos de manera semejante a las imágenes pictóricas. Al contrario de mapas, diseños y pinturas, las fotografías no exigen ningún talento gráfico o artístico para producirlas. Estas pueden ser generadas por cualquier persona que posea una cámara. Por lo tanto mientras los mapas, los dibujos y las pinturas suelen ser encontrados normalmente en museos, archivos y otros depósitos profesionales, las fotografías pueden ser halladas en cualquier casa particular. Las fotografías pueden documentar sitios arqueológicos sin que el fotógrafo fuera consciente de ello. Un ejemplo podría ser una foto de dos personas sentadas delante de un predio almorzando, en 1932. A pesar que la intención del fotógrafo pueda ser registrar un feliz reencuentro de dos viejos amigos, un arqueólogo mirando la foto, puede obtener información sobre la construcción del predio que se observa en el fondo de la misma. También, como cualquiera de las fuentes mencionadas, debe tenerse cuidado en su utilización en arqueología. Los fotógrafos pueden montar sus cuadros y alterarlos para mostrar imágenes falsas. Este tipo de problemas, felizmente no es común en arqueología histórica. Resumiendo, la arqueología histórica dispone de una serie diversa de fuentes de información. Algunas de estas son empleadas por la historia (documentos escritos, mapas, historia oral), por la antropología cultural (etnografías, objetos de museos, testimonios orales), historia del arte (pinturas, dibujos y fotografías), geografía histórica y cultural (mapas, asentamientos y paisajes), arquitectura histórica (edificios), folklore (tradición oral y arquitectura vernácula) y arqueología (artefactos, estructuras y el contexto del sitio). Todas estas fuentes están disponibles por la especificidad de la arqueología histórica. Por su parte las disciplinas mencionadas pueden ser consideradas como el conjunto de fuentes de la arqueología (figura 2). Los arqueólogos, incluso a pesar de que con frecuencia trabajan solos, muchas veces tienen la suerte de integrar amplios equipos multidisciplinarios, compuestos por estudiosos de varias disciplinas. En cualquier caso, el arqueólogo, debe tener algún conocimiento básico de todas las disciplinas relacionadas con su investigación, ya que diferentes profesionales trabajando en un proyecto especifico tendrán que discutir problemas y cuestiones comunes.

FIGURA 2 FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA artefactos, estructuras contexto del sitio, (arqueología) etnografía, testimonios orales, (antropología cultural) documentos, mapas, historia oral, (historia) pinturas, dibujos y fotos, (historia del arte) Tradición oral, arquitectura vernácula, (folklore) edificios en uso, (arquitectura histórica) asentamientos y paisajes, (geografía histórica y cultural)

4. DIFERENTES VISIONES SOBRE LO QUE LA ARQUEOLOGÍA NOS INFORMA, EN PARTICULAR LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA. Años de estudio llevaron a los arqueólogos a concluir que los restos arqueológicos pueden ser interpretados de diferentes maneras. Con el transcurso del tiempo y en la medida en que la disciplina y la arqueología historica en particular, fueron madurando, estos diversos modos de examinar y aprender del pasado cambiaron. Cada abordaje posee su propio mérito y ninguna perspectiva puede ser considerada verdadera o errada. De hecho, cada perspectiva tiene sus puntos fuertes y cada arqueólogo puede escoger entre una u otra. En este capítulo expondré brevemente varias posiciones empleadas en la arqueología del Nuevo Mundo, a partir de ejemplos de la arqueología histórica. Arqueología Histórico-cultural. Tal vez la más larga tradición en la arqueología de América sea el análisis de los restos materiales como fuentes de información histórica, o más precisamente cronológica, sobre el pasado. Este tipo de abordaje arqueológico fue llamado “histórico-cultural” por Gordon Willey y Philip Phillips. Este termino significa que los arqueólogos deberían ser capaces de incluir cualquier cultura arqueológica -evidencia colectiva de una cultura del pasado-, en un cuadro histórico y cultural que tenga sentido y sea coherente con el conocimiento arqueológico de la región circundante. Para realizar esta tarea el arqueólogo debe poseer tres tipos de información. La primera se relaciona con las unidades consideradas básicas en el estudio arqueológico, que Willey y Phillips denominaron “fase” (compuestas por tipos característicos de artefactos que se distribuyen en un área específica y por un período de tiempo limitado), el “horizonte” (tipos característicos de artefactos que aparecen en una amplia región, pero por un período de tiempo corto), y la llamada “tradición” (tipos característicos de artefactos que persisten por un largo período de tiempo, pero en una área geográfica limitada). Posteriormente el arqueólogo debe situar esas unidades arqueológicas de análisis en unidades geográficas: sitios, localidades (diversos sitios), regiones (dos o más localidades), subáreas (dos o más regiones), y áreas (dos o más subáreas). Finalmente el investigador debe estar en condiciones de aplicar interpretaciones sobre la duración de la cultura arqueológica. El interés de esta corriente se centra en establecer para regiones y continentes, cuadros con el desarrollo histórico y culturalal de pueblos que son conocidos principalmente a partir de la arqueología. Así, Willey y Phillips propusieron una secuencia de desarrollo para todo el continente Americano: Para ello distinguieron las siguientes categorías: lítico, arcaico, formativo, clásico, y posclasíco. Las tradiciones arqueológicas en Sudamérica, llamadas también “series”, incluyen las tradiciones Itaipú, Umbú y Humaitá. Para construir tales cuadros abarcativos, los arqueólogos deben producir buenos “informes de excavación de sitios”, o estudios detallados de sitios arqueológicos específicos. Es necesario que estos informes contengan descripciones exhaustivas de los artefactos y estructuras excavadas, de manera de permitir la inserción del sitio en una secuencia histórico-cultural. Es importante percibir que la información usada para construir las fases, los horizontes y las tradiciones -unidades básicas de análisis histórico-cultural- derivan principalmente de las características físicas de los artefactos. Las fases pueden ser definidas en base a la decoración que aparece en la superficie de la cerámica, por la manera de tallar puntas de proyectil líticas, o por una combinación de rasgos físicos encontrados en diferentes artefactos. Teóricamente se considera a los artefactos similares a los documentos históricos, en el sentido que brindan información sobre la historia; son usados para escribir una especie de historia cronológica generalmente sobre la época prehistórica. En Arqueología Histórica el equivalente más cercano a la corriente histórico-cultural son las posturas que consideran a la arqueología como una ciencia auxiliar de la historia, o como dice Ivor Noël Hume “una sierva de la historia”. Un excelente ejemplo de este tipo de abordajes, tachado de particularista -en el sentido que muchas veces se refiere únicamente a un sitio y no

propone ninguna problemática general de investigación- consiste en el estudio de Noël Hume sobre Martin´s Hundred, un asentamiento ingles del siglo XVII en Virginia. En ese completo y exhaustivo estudio, el autor no tiene pretensiones de presentar nada más que una interpretación histórica sobre a un sitio especifico. El no intenta colocar a Martin´s Hundred en un contexto histórico más amplio, ya que eso puede ser hecho por historiadores del período colonial. Noël Hume presenta una tentativa seria y completa de describir la historia del sitio a partir de los artefactos recuperados, apelando también a documentos históricos, pinturas, fotografías, colecciones de museos y datos de la antropología física (para los análisis de restos humanos). El lector de ese libro obtendrá una comprensión exhaustiva de la historia de ese asentamiento colonial, hasta el punto de “conocer” a uno de los habitantes de lugar, gracias a la reconstrucción facial de un craneo. Puede decirse que este estudio de Noël Hume -como muchos similares en Virginia colonial- contribuyen a conocer una parte de la historia, muchas veces mal comprendida, del período histórico inicial. Arqueología Antropológica. Hasta fines de la década del ´60, la mayor parte de los arqueólogos estaba dentro de la corriente histórico cultural, limitándose a describir sitios para construir cronologías regionales. Algunos investigadores incluso se conformaban con generar información para que otros arqueólogos las integrarán en esas cronologías regionales. Con el surgimiento de la New Archaeology, en los últimos años de la década de los ´60s y en el inicio de los ´70s, se intentó transformar la arqueología acercándola a la antropología. Para muchos la arqueología debía ser antropología en términos de objetivos y perspectivas. Los arqueólogos norteamericanos propusieron que el objetivo de la arqueología debería centrarse en la cultura de los pueblos del pasado, en vez de procurar simplemente establecer cronologías a partir de sitios. Por su parte los investigadores histórico-culturales estaban principalmente interesados –desde un sentido histórico- en las personas a partir de los artefactos en los sitios arqueológicos. En contraste, la New Archaeology procuraba -desde una visión antropológica- estudiar los procesos culturales del sistema desde los artefactos. Por ese motivo esta última corriente es frecuentemente llamada arqueología procesual. Parte de la arqueología procesual incluye el estudio de los artefactos como representantes del modo de vida de un pueblo en el pasado. Examinando las caracteristicas de los artefactos encontrados en sitios arqueológicos, los arqueólogos pueden visualizar la cultura de un pueblo antiguo. En este sentido, puede decirse que los artefactos y otros materiales arqueológicos brindan una reconstrucción cultural. Esta puede ser pensada casi como etnográfica, con la diferencia de que en vez de ser producidas por antropólogos a partir de la observación directa de culturas vivas, se basan en interpretaciones arqueológicas de vestigios materiales. Una de las bases teóricas de la Nueva Arqueología es el modelo de cultura “layer cake”, tomado y adaptado de Marx por el antropólogo norteamericano Leslie A. White. Desde esta perspectiva la cultura está compuesta por tres partes horizontales que, desde arriba hacia abajo, incluyen aspectos ideológicos, sociológicos y tecnológicos. La porción tecnológica con las otras dos encima, se levanta sobre el ambiente natural. La mayor parte de los investigadores consideraba que los datos arqueológicos eran los más aptos para conocer aspectos de las tecnologías pasadas, y en contraste que la información sociológica sobre sistemas de creencias sería de difícil percepción debido a sus características inmateriales. No obstante, y a pesar de que los arqueólogos se dedicasen principalmente con los niveles ambientales y tecnológicos de la cultura, también hicieron tentativas para obtener información sociológica de restos arqueológicos. Esto fue posible ya que la cultura era definida como la habilidad de los seres humanos para adaptarse al medio ambiente -un proceso activo - y no simplemente como una colección de artefactos. Por lo tanto, preguntas relacionadas con el “cómo” y el “por qué”, se volvieron tan importantes como “cuándo” y “dónde”. Este enfoque antropológico se diferencia todavía más de la perspectiva anterior dado que no centra su explicación en la simple descripción, sino en

intentar descubrir leyes generales sobre comportamiento humano, considerando a la arqueología como una ciencia y no como un tipo de historia. Este nuevo abordaje contribuyo considerablemente a la maduración de la Arqueología Histórica. Especialmente durante el predominio de la arqueología histórico cultural este campo, ya sea por su nombre o por esatr centrado en problemas “históricos”, era considerado generalmente como parte de la disciplina histórica. Esto sucedia ya que no era necesario recurrir a investigaciones arqueológicas para construir secuencias históricas amplias para un pasado reciente, ya que este período temporal era dominio de la historia. Por otra parte, los pueblos históricos no exigían su identificación por los arqueólogos, puesto a que las diferentes culturas posteriores a 1500 como la portuguesa, española, francesa, inglesa, africana, entre otras, podían ser definidas a través de registros históricos, y su ubicación geográfica podía ser aclarada por esos documentos. La Nueva Arqueología, a pesar de todo, al proponer que la arqueología podía estudiar la adaptación material de todas las culturas y analizar los problemas comunes de la vida humana, torno a la arqueología histórica también hacia la antropología. De esta manera la Arqueología Histórica, de la misma manera que la arqueología prehistórica, podia estudiar cuestiones relacionadas con la adaptación al medio ambiente pasado, o la organización social de los pueblos, entre otras. Es así como artefactos estudiados dentro de su contexto cultural, podían ser interpretados como reflejo de aspectos tecnológicos, sociológicos e incluso ideológicos de sus culturas. En consecuencia la Arqueología Histórica ya no debía preocuparse por problemas relativos a la definición de secuencias históricas, ya que podía concentrarse en problemas antropológicos amplios. Stanley South es tal vez el defensor más conocido de este enfoque de Arqueología Histórica a pesar de que existen muchos arqueólogos que adhieren a esta perspectiva. Él propuso que, como parte de la arqueología del Nuevo Mundo, la Arqueología Histórica puede funcionar como una ciencia cuantitativa tal como las ciencias puras, física y química. Por lo tanto su trabajo se basa casi exclusivamente en la cuantificación de artefactos en porcentajes y en fórmulas estadísticas para definir patrones generales de artefactos. También pueden ser usados posteriormente para explicar regularidades y variaciones en términos de procesos culturales específicos. A partir de la observación de regularidades en los artefactos encontrados en los sitios que excavó, South definió una serie de patrones que se repiten. Estos se componen de sumas y porcentajes de artefactos clasificados en categorías basados en su supuesta función; entre otros actividades ligadas a cocina, a huesos (específicando si se trataban de restos de comida), a arquitectura, a muebles, a armas, a ropas, a bienes muebles y a pipas de tabaco. Basándose en los porcentajes de estas categorías South creo el Patrón de Artefactos de Carolina (a partir de restos de cinco sitios domésticos del siglo XVIII, en el sudeste de Estados Unidos), y el Patrón de Artefactos de Frontera (a partir de restos arqueológicos de factorías comerciales y fuertes, también del siglo XVIII en el este de Estados Unidos). Estos fueron mejorados y ampliados por diversos arqueólogos. En la actualidad existen muchos otros patrones, creados para explicar diferentes tipos de sitios. Los patrones de South no pretenden reflejar la historia o episodios históricos, sino procesos culturales responsables de su creación para Norteamerica del siglo XVIII. Según este autor, los patrones representan “la dinámica de sistemas culturales pasados”y sostiene también que el arqueólogo que no utiliza este abordaje “se arriesga a involucrarse de manera particularista con los objetos, tornándose un coleccionista de reliquias en vez de conocer las ideas sobre el pasado del hombre y sobre su atributo exclusivo, la cultura, sus procesos dinámicos y el modo en que funcionan”. En arqueología se continúa utilizando tanto los enfoques de Noël Hume como los de Stanley South. Ambos cuentan todavía con muchos seguidores. Parte de las investigaciones en curso se orientan a la solución de problemas “históricos” básicos, como por ejemplo cuándo y por quienes fueron habitados determinados sitios. Este tipo de trabajos se presenta como particularmente importante para el estudio de los períodos más antiguos de sitios coloniales o de asentamientos completamente desconocidos, o sin ninguna referencia documental. Un gran

número de arqueólogos trabajan también para responder preguntas de índole antropológica. De esta manera la búsqueda de soluciones para cuestiones de interés humano general, es importante para demostrar el valor de la Arqueología Histórica como una ciencia humanística. Debe quedar claro a pesar de todo, que estos abordajes no son necesariamente opuestos, ya que un arqueólogo puede llevar a cabo al mismo tiempo investigaciones con objetivos cronológicos y antropológicos integrados. Arqueología Social Hacia fines de la década del ´70 y principios de los años ´80, algunos arqueólogos dejaron de lado los enfoques culturales de la New Archaeology, para tratar problemas sobre la sociedad que habian sido dejados de lado. Definieron a la “sociedad” desde su sentido tradicional, como una composición de grupos de personas que interactúan y participan de una cultura común. Estos arqueólogos prefirieron en general encarar los materiales arqueológicos, no como reflejo de procesos culturales generales, sino como una fuente importante de información sobre la interacción social de los grupos. Un elemento central en esta perspectiva es considerar que la sociedad esta compuesta no simplemente de individuos que interactuan, sino de redes complejas de relaciones sociales que forman y conforman la sociedad como resultado de su interacción. La Arqueología Social utiliza materiales arqueológicos en su tentativa de esclarecer y entender la naturaleza de las relaciones sociales. Sin perder de vista el hecho de que estas relaciones sociales son históricas, los arqueólogos sociales encaran la naturaleza de cualquier conjunto específico de relaciones sociales como estrechamente ligadas a un lugar y a una época dada. Cualquier tentativa de separar las relaciones sociales de su contexto histórico generará un entendimiento limitado de éstas. Un aspecto importante de este abordaje está relacionado con el concepto de modo de producción. A pesar que este concepto haya sido empleado de diferentes maneras, el antropólogo Eric R. Wolf ofrece una definición útil cuando afirma que éste es “un conjunto de relaciones sociales actuando históricamente, a través de las cuales el trabajo social es utilizado para retirar energía de la naturaleza por medio de herramientas, habilidades, organizaciones y conocimientos”. Las técnicas productivas ayudan a definir las fuerzas de producción, distribución del trabajo, del excedente productivo, de la riqueza y de las relaciones de producción. La producción, entre tanto, no se refiere apenas a la manufactura de objetos físicos (el elemento tecnológico de la sociedad), sino también a la producción de poder (el elemento ideológico). La producción en cualquier esfera, incorpora al menos dos grupos de personas, muchas veces referidas como “clases”: los productores y los controladores de la producción. A pesar que las sociedades en la realidad sean obviamente más complejas y pueden contener más de dos grupos sociales, estos conceptos permitieron a los arqueólogos formular cuestiones relativas a la distribución de recursos, al desarrollo de clases sociales, a la importancia de otras categorías sociales -como raza y etnicidad-, y a muchas otras cuestiones que posean relevancia social. En estos estudios, el foco no está en la cultura como colección de artefactos y estructuras que contienen información sobre cronología o procesos culturales generales, sino por el contrario en aspectos sociales relacionados con la interacción entre diferentes segmentos de la sociedad. Es evidente que algunos elementos, tanto de arqueologías histórico culturales y como de también de las procesuales, fueron incorporados en la arqueología social. Parte de la utilización de elementos y conceptos de otras corrientes se debe al hecho de que los arqueólogos sociales en general se formaron como arqueólogos procesuales, y éstos a su vez, habían sido formados bajo la influencia de ideas histórico culturales. Otra circunstancia para entender está situación esta relacionada con el simple hecho de reconocer las contribuciones de los abordajes anteriores. Ejemplos de arqueología histórica social pueden encontrarse en algunos de mis estudios de plantaciones del sur de los Estados Unidos. En diversas publicaciones procuré demostrar que las plantaciones esclavistas eran sitios complejos, que podían ser encarados desde diversas perspectivas. Este trabajo de reconstrucción cultural es importante, ya que demuestra que los

esclavos africanos no habían perdido sus culturas en el paso de Africa para el Nuevo Mundo. Loss arqueólogos documentaron en términos materiales -como hicieron historiadores, folkloristas y antropólogos con otros aspectos de la cultura- que los esclavos africanos no perdían su cultura, simplemente se adaptaban a la realidad del cautiverio en lugares y tierras distintos a los de ellos. La arqueología histórica de la esclavitud se volvió más sofisticada cuando John Otto intentó demostrar que la esclavitud rural representaba la interconexión de al menos tres sistemas sociales; un sistema racial, de casta, que separaba negros (esclavos) y blancos (administradores y dueños de las plantaciones); un sistema ocupacional, que separaba unos de los otros; dueños, capataces y esclavos; y un sistema jerárquico, que separaba propietarios rurales de sus trabajadores, capataces y esclavos. A pesar de que la investigación de Otto es muy sofisticada, en mis trabajos procuré demostrar que, aunque las plantaciones son sitios complejos de la manera que Otto describe, la característica más importante desde el punto de vista arqueológico es su función económica. Después de que los esclavos eran traídos a las plantaciones, lo que los distinguía en general -y en verdad lo que la arqueología inicialmente intentaría mostrar-, era su posición económica en el interior de la sociedad esclavista rural. Los esclavos, inclusive los miembros de diferentes culturas, formaban una clase distinta de trabajadores, resultado de su cautiverio común. Los esclavos de una plantación podían provenir de culturas distintas, pero lo que los ligaba era el hecho de tener una herencia común africana (en un sentido genérico) y sobre todo compartir una posición social como esclavos dentro de una red de relaciones sociales. A pesar de que los historiadores estén comenzando a mostrar que la asignación de tareas a los esclavos puede haber estado relacionada con diferencias raciales entre ellos, por ejemplo a ciertas características exteriores ciertas tareas en la plantación (por ejemplo, los que tenían la piel más oscura trabajarían en el campo, en cuanto los que tenían la piel más clara servirían en la casagrande). Una visión de los esclavos como miembros de distintas culturas vuelve difícil explicar las diferencias entre esclavos y dueños (“slaves and masters”) en una misma plantación. De cualquier manera, el foco de mi investigación se centra en la sociedad esclavista rural, compuesta por grupos de individuos de diferentes culturas que interactuan, y no en una visión de culturas de esclavos o amos separados. Arqueología Post-procesual. En la actualidad algunos arqueólogos sobrepasan todos los abordajes anteriores utilizando un esquema general llamado “arqueología post-procesual”, un término asignado por el arqueólogo británico Ian Hodder. Este enfoque, a semejanza de la arqueología social a la cual está asociado, debe su origen en gran parte a la insatisfacción con los enfoques procesuales, y en parte a su perspectiva histórica. De acuerdo a Hodder, “la arqueología debería restablecer sus lazos tradicionales con la historia”. Hodder resalta que la arqueología post-procesual posee al menos tres principios que la separan de la arqueología procesual. La primera característica es que los individuos son encarados como negociadores activos de las reglas sociales, en vez de personas pasivas controladas por la cultura y sus procesos. En esta visión las acciones individuales contribuyen constantemente en la creación y recreación del orden social. Como en arqueología social, la sociedad no es considerada una estructura estática, sino como una red social dinámica en constante transformación. Una segunda característica es incluir en el análisis los procesos cognitivos -o relativos al pensamiento- de los actores, en vez de ignorarlos en favor de acciones observables o expresiones materiales. En arqueología post-procesual los arqueólogos tratan de entender los significados por detrás de la experiencia de las personas, de forma que tengan sentido para ellos. Un tercer elemento se relaciona con los dos anteriores, puesto que los arqueólogos dentro de esta corriente sostienen que las variables sociales y el cambio social, sólo pueden ser entendidos desde una perspectiva histórica. Toda interpretación del pasado debe considerar la idea de que las acciones humanas ocurren en un contexto cultural e histórico que es inteligible por los propios agentes sociales. Los hombres crean su mundo a través de sus acciones

dentro de los límites culturales que existen en su época. Así, los elementos esenciales de la arqueología post-procesual incorporan los conceptos de acción, sentido, contexto e historia. Según el arqueólogo americano Mark P. Leone, tres tipos de arqueologías, que ahora se están convirtiendo en prominentes, pueden ser consideradas como post-procesuales. Estas “arqueologías” son la simbólica, la estructural y la crítica. La arqueología simbólica se basa en la idea de que los símbolos están en el centro de la vida humana y que la cultura material, dentro de su contexto histórico-cultural, se asemeja al lenguaje por su habilidad de ordenar la vida humana. También rechaza el modelo de cultura denominado “layer cake model”, y favorece una visión en la cual los agentes sociales utilizan símbolos constantemente para operar dentro de la sociedad. La tecnología, a pesar de su importancia, no es considerada como fundamental. En este contexto el pasado es encarado como una creación social que existe en la mayoría de las sociedades con variaciones infinitas. El papel de la arqueología simbólica consiste en intentar entender cómo pueblos antiguos utilizaban los símbolos de manera activa, para crear y recrear el mundo social. Estos símbolos pueden consistir en marcas en la cerámica o en la orientación de un conjunto de casas. A pesar que la arqueología estructural viene siendo practicada aun antes de que se constituyese la “arqueología post-procesual”, tiene poco en común con la arqueología procesual. En coincidencia con la arqueología simbólica, esta corriente se interesa por cuestiones ligadas a los significados. De esta manera se orienta al estudio en la reconstrucción de las reglas de pensamiento que estan por detrás de expresiones de la cultura material, como por ejemplo en las lápidas y en la arquitectura vernácular. Estas reglas son entendidasvistas como “gramaticales”, a semejanza con lo que plantean los antropólogos estructuralistas, o sea similares o relacionadas con el lenguaje. El interés de la mayor parte de los arqueólogos estructuralistas reside en la consistencia de las reglas de pensamiento y en la determinación de sus elementos primarios, representados en la cultura material por ejemplo el estilo de las lápidas o en el tamaño de las habitaciones de una casa. La arqueología crítica es tal vez la más controvertida. Dicho motivo reside en que sus defensores plantean que ningún conocimiento, inclusive estudiado a través de la arqueología, es totalmente objetivo. Esta corriente argumenta de acuerdo con Marx que la historia es producida según los intereses de una clase social específica, en general de elite, y que la arqueología contribuye a perpetuar esta situación al postular (según los procesualistas) que sus descubrimientos representan la “verdad”. En sentido contrario los arqueólogos críticos emplean el concepto de ideología. A pesar que este termino haya sido usado de diferentes maneras, los principales referentes de esta corriente emplean “ideología” para designar la manera como las desigualdades y contradicciones en cualquier sociedad están escondidas en expresiones aceptadas culturalmente. Este encubrimiento tiene la función, a veces inconsciente, de evitar resistencias por parte de los miembros de la sociedad pertenecientes a la no-elite, en general más numerosos. De todas formas los arqueólogos críticos no rechazan forzosamente el modelo de “slices of cake”, pero creen que la camada superior -la ideológica- merece un lugar destacado en las investigaciones arqueológicas. De acuerdo con este punto de vista, sostienen que el pasado puede ser construido de diferentes modos dependiendo de la perspectiva del investigador y sus categorías analíticas. De esta manera los objetivos principales de la arqueología crítica consisten en presentar los lazos entre el pasado y el presente, y en demostrar que el conocimiento de que ese pasado está determinado por el modo de investigar. Un ejemplo de arqueología histórica post-procesual es el estudio de Leone del jardín de William Paca, en Maryland. Leone muestra como el diseño de un gran jardín en la parte de atrás de la mansión sirve como instrumento ideológico creado para simular que controla la naturaleza circundante. Partiendo de la idea de que el jardín no era sólo un adorno o un lugar para producir alimentos, Leone demuestra que éste era un espacio en el cual las élites, a las que William Paca pertenecia -como un abogado importante, gobernador y juez-, podían contemplar el orden social y económico de los Estados Unidos en pleno desarrollo.

El jardín se componía de dos áreas, una parte alta formal, con plano simétrico, más próxima a la mansión, y un área “salvaje”, sin orden y no planificada, más distante de la casa. Para Leone, los binomios controlado/descontrolado y orden/desorden representados en el jardín, tienen relación con las contradicciones de William Paca como individuo y de la sociedad de aquel entonces. En este caso, ocurre que por un lado Paca proclamaba la libertad, la justicia y la independencia, pero sin emabrgo al mismo tiempo participaba en la manutención de la esclavitud. Leone piensa también que el arquitecto que construyó el jardín fue habilidoso al emplear elementos visuales para crear y manipular la percepción. Por ejemplo al construir plataformas y poner ligustrinas de forma creativa, los que visitaran el fondo del jardín, cerca de la región desierta tendrían la sensación de estar más cerca de la casa de lo que realmente estaban. Este uso de la perspectiva era utilizada por los pioneros del Renacimiento para producir ilusiones visuales. El jardín aparece como un espacio manipulado que puede ser visto como una representación visual de la tentativa de hombres como Paca de manipular y controlar el medio social. A pesar de que muchos arqueólogos puedan considerar el trabajo de Leone como pura imaginación, con poca o ninguna relación con la arqueología, su estudio es un ejemplo excelente de arqueología histórica post-procesual. Leone utiliza el jardín de Paca como un “superartefacto”, como una estructura del pasado que fue creada conscientemente por agentes humanos con fines determinados. El hecho de no poder ser removido, como acontece con un artefacto menor, no disminuye la información que puede ser obtenida de él. En vez de estudiar el jardín como parte de la decoración de la mansión, Leone lo considera portador de un sentido que no es inmediatamente perceptible. Algunos podrán cuestionar sus ideas, pero su abordaje apunta claramente hacia una dirección que algunos arqueólogos prefieren no seguir. En síntesis, la información arqueológica puede ser interpretada a partir de diferentes perspectivas, cada una de ellas enfatizando diversos aspectos del pasado (figura 3). A pesar de que un número creciente de arqueólogos se suma a la arqueología social y post-procesual, una considerable parte de la arqueología histórica continua todavía desarrollándose dentro de esquemas procesuales e histórico-culturales. Esta diversidad está reflejando que la arqueología histórica como disciplina, avanza en muchos sentidos, todos válidos. Habiendo explicado estas perspectivas puedo ahora pasar a tratar cuestiones metodológicas. El próximo capítulo se refiere a los problemas específicos a los que la arqueología histórica se enfrenta al analizar estratigrafías y artefactos de sitios históricos.

FIGURA 3

Diferentes perspectivas sobre el uso de la información arqueológica Abordaje Arqueología histórico cultural Arqueología procesual

Arqueología social Arqueología post-procesual Simbólica Estructural Crítica

Enfoques generales de estudio  cronologías de culturas  historias de sitio  proceso cultural  reconstrucción cultural  leyes generales de comportamiento humano  interacción social  contexto histórico-cultural  sentido  contexto histórico-socio-cultural  individuos en la sociedad  uso de símbolos  gramática y reglas  ideología  vinculación entre el pasado y el presente

5. ESPECIFICIDADES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA: ESTRATIGRAFÍAS Y ARTEFACTOS. En el tercer capítulo me referí a las estructuras como evidencias de actividad humana en sitios arqueológicos, y a los artefactos como los objetos materiales producidos y utilizados por un pueblo. En este capítulo, profundizo estos temas y explicito algunos de los aspectos específicos sobre cómo la Arqueología Histórica obtiene información de estratigrafías y artefactos estudiados. Estratigrafía y tiempo Al contrario de sus colegas que estudian la prehistoria, los arqueólogos históricos no trabajan con largos períodos de tiempo. Como resalté en el segundo capítulo, la arqueología prehistórica del Nuevo Mundo estudia desde las más antiguas ocupaciones nativas hasta la llegada de los europeos y; la arqueología histórica se ocupa apenas de los momentos posteriores a esta expansión. Esta diferencia significa que la arqueología prehistórica estudia miles de años de la historia humana, mientras que la histórica sólo cerca de 500 años. Este corto período de tiempo investigado genera problemas específicos cuando se trata estratigrafías de una excavación. El primer problema es que si bien muchos sitios fueron reocupados continuamente durante los últimos 500 años, la mayor parte de ellos estuvieron habitados por cortos períodos de tiempo en el cuadro total de la historia humana. Asentamientos que en el pasado pueden haber incluido una arquitectura monumental y que son bien conocidos a partir de las fuentes escritas, pueden evidenciar sólo una ocupación temporal corta. Un ejemplo es el fuerte francés colonial, Fort de Chartres , en el centro de los Estados Unidos. Este sirvió como un importante puesto de avanzada del colonialismo francés en el siglo XVIII. Construido en piedra fue ocupado por las fuerzas militares francesas desde mediados de 1750 hasta 1765, es decir por menos de quince años. Ejemplos similares distribuidos por todo el mundo podrían ser citados. Estas breves ocupaciones traen consecuencias para el abordaje de sitios históricos. Por ejemplo, es probable que diferenciar 15 años en la estratigrafía de un sitio presente dificultades. Por esta razón, la Arqueología Histórica se enfrenta muchas veces a estratigrafías que exigen una lectura microestratigráfica. Estratigrafía es un término que refiere a la secuencia de estratos de suelo, unos sobre otros. Usando el principio de superposición, los arqueólogos pueden identificar fácilmente cuáles artefactos fueron utilizados antes o después. Si no hubo remoción de tierra en el lugar se puede concluir lógicamente que los artefactos (y niveles estratigráficos) que están más próximos a la superficie actual fueron usados (o depositados) más recientemente que los artefactos en estratos más profundos. Este método de datación relativa fue usado por los primeros arqueólogos para proponer secuencias temporales aproximadas de culturas antiguas, antes de que los métodos de datación absoluta más modernos fueran creados. Este método permitió la definición de las grandes fases de la prehistoria europea, las edades de piedra, bronce y hierro. El problema de la arqueología histórica es que los niveles, en sitios históricos, aparecen como microniveles estratigraficos, o camadas extremadamente finas. Los sectores de mayor interés, los pisos de ocupación o de habitación, es decir los niveles sobre los que en el pasado vivieron las personas, pueden tener un espesor de solo algunos centímetros. A pesar de que los arqueólogos prehistóricos encuentran con frecuencia, estratos o niveles finos, la arqueología histórica se encuentra casi siempre con microestratos. La presencia de estos estratos finos puede volver más difícil la interpretación de estos sitios. Otro problema que complica la excavación de sitios históricos es que en muchas oportunidadeslas técnicas de construcción utilizadas por pueblos históricos implican la destrucción de evidencias de ocupaciones anteriores. Por ejemplo un fuerte holandés construido en 1640 es destruido para construir un fuerte portugués en el mismo sitio en 1660. Todos los arqueólogos, no importa el período en el que trabajen, se enfrentan con el problema común de tener sus sitios destruidos por proyectos arquitectónicos posteriores, pero en el caso de la arqueología histórica la diferencia consiste en que estas ocupaciones posteriores pueden ser

también objeto de estudio. Mientras que un prehistoriador puede dejar de lado las perturbaciones históricas de su sitio, el historiador debe estudiarlas, ya que representan parte de la trama histórica del sitio. Para entender las perturbaciones en sitios históricos, con frecuencia se estudian los rellenos utilizados para nivelar los terrenos. Para tal fin se emplean materiales como arena, piedra, escombro y hasta artefactos que son intencionalmente usados en algunos proyectos de construcción. La presencia de rellenos ayuda a los arqueólogos a entender los procesos de formación del sitio. Por ejemplo, los restos de una construcción de ladrillos producida en 1780 e incendiada hasta los cimientos en 1830, puede formar parte de los terrenos destinados a un proyecto constructivo en 1860. Los constructores de un nuevo edificio necesitaran nivelar el terreno y para ello emplearan arena y escombro. La construcción quedará entonces edificada sobre este nivel de relleno. La estratigrafía del sitio tendrá al menos tres niveles: un piso de ocupación al fondo, con restos de construcción cronologicamente asignable al rango entre 1780 a 1830, un relleno intermediario con una datación entre 1830 a 1860, y un piso superior de ocupación posterior a 1860. El piso más antiguo probablemente esté compuesto por una capa fina que representa quince años. La zona de relleno será tan voluminosa como lo requiera la construcción posterior, también podrá contener artefactos de fechas anteriores a 1860, dependiendo de la procedencia de la tierra. Inclusive será posible recuperar artefactos prehistóricos, si los constructores utilizaron un sitio prehistórico como fuente de aprovisionamiento de materiales para el relleno. La interpretación de rellenos en arqueología histórica es importante, ya que numerosos sitios históricos aparecen en el interior de ciudades. Parte de las áreas urbanas puede también haber sido construidas sobre nuevos rellenos, como los que se utilizan para anegar áreas costeras o ribereñas. Artefactos y Tiempo. Los artefactos excavados por la arqueología histórica son diferentes de los prehistóricos por varias razones. La distinción ocurre porque la mayor parte de los artefactos históricos fue hecha por personas que no pretendían usarlos. En general eran producidos para su venta. En época prehistórica, a pesar de que algunas culturas hayan comerciado intensamente y por grandes áreas geográficas, la mayoría de las personas hacía artefactos para su propio uso. Retomaré esta cuestión en el próximo capítulo, mientras que en el final de esté me referiré a como las circunstancias específicas de manufactura ayudan a los arqueólogos en la interpretación de las dataciones de artefactos de un período histórico. Los arqueólogos que excavan restos de culturas que tenían escritura (caso de la arqueología histórica y clásica) encuentran ocasionalmente artefactos que llevan fechas impresas. Los artefactos más facilmente datables son las monedas. También existen otros objetos que poseen fechas, como las cerámicas finas y las botellas de vidrio. Tanto las ceramios como las botellas, particularmente de los siglos XVIII y XIX, presentan frecuentemente, fechas escritas en algunas de sus partes. En el caso de la cerámica, se trata de fechas referentes al momento en que un tipo específico de artefactos o patrón decorativo fue registrado ante el gobierno del país de fabricación. En la medida que los cambios tecnológicos o las nuevas decoraciones populares eran introducidas en el mercado, un fabricante obtendrá probablemente el derecho de exclusividad en su uso a través del registro de una patente. Se aseguraba así que nadie más pudiera utilizar legalmente dicho producto sin un permiso expreso. Un ejemplo de patente es la cerámica lisa blanca registrada por el ceramista inglés Charles Mason en 1813 como “Patent Ironstone China”. Esta cerámica durable de uso popular, fue copiada por otros con diferentes nombres como “Stone China” y “New China”. A pesar de la similitud en su producción, ninguna podía ser llamada legalmente “Patent Irostone China”. En muchos casos una fecha de registro se observa en la base de la pieza para indicar cuándo un estilo o un patrón fue registrado en el gobierno. Por ejemplo, marcas de registro se emplearon entre 1842 y 1883 en las cerámicas británicas.

La misma situación ocurre con las botellas de vidrio. En general éstas presentan una fecha, que no necesariamente representa el momento en que fue producida, sino en general cuando fue registrado su contenido. Las fechas pueden indicar también cuando un tipo de botella, el nombre de un producto o una marca registrada fueron reconocidos legalmente, ya que en muchos casos los fabricantes no deseaban revelar las fórmulas de sus productos a los organismos registradores de patentes. Tal información, de común aparición en frascos y botellas de remedios sin receta, muchas veces indica en qué momento el producto fue fabricado por primera vez. Esto ayuda a los arqueólogos a determinar fechas aproximadas para las botellas. Además de las marcas en los propios artefactos, los arqueólogos poseen otra vía todavía más efectiva, para datar los objetos que encuentran: los registros históricos. En tiempos históricos, los fabricantes llevaban el regisro de los tipos de artefactos que fabricaban. Por ejemplo en 1762, para decorar el borde de los platos, el productor inglés de cerámicas Josiah Wedgwood perfeccionó un tipo al que llamó “loza de la reina” (Queens-ware). Wedgwood mantuvo registros pormenorizados de los diseños ilustrativos que desarrolló. Consecuentemente cuando los arqueólogos recuperan objetos cerámicos, pueden referirse a ellos con sus propios -o émicos- nombres, tales como, “cebada”, “real”, “de la reina” y “feather edged”, en vez de inventar otros analíticos (o éticos), como hacen los prehistoriadores con su cerámica. El uso de estas clasificaciones émicas portadoras de sentido para sus productores, brinda también una herramienta interpretativa importante en Arqueología Histórica. Por otra aprte los registros históricos pueden ser usados para identificar las marcas de fábrica que aparecen en las bases de muchas cerámicas históricas o botellas, ya que muchos utilizaban (y todavía lo siguen haciendo), emblemas distintivos para identificarlos como parte de su producción. Estos símbolos –anclas, águilas, letras iniciales decorativas o otros diseñospueden ser hallados en libros de referencia que funcionan como fuentes secundarias elaborados a partir del trabajo de compilación de documentos históricos de las compañias manufactureras, es decir las fuentes primarias. Además de las marcas de los productores, algunas cerámicas decoradas pueden ser identificadas por los patrones de diseño en su superficie. Algunas decoraciones fueron populares durante ciertos períodos de tiempo –como las multicoloridas, serpenteadas, nebulosas, o que aparecen en algunas cerámicas inglesas entre 1750 y 1780. Los catálogos son otro tipo de registro histórico útilies para los arqueólogos cuando se trata de datar artefactos. En el siglo XIX, una serie de grandes empresas fabricantes y distribuidoras de vajillas publicaron catálogos que ilustraban los artículos que producían y vendían. Esos catálogos son importantes, ya que ofrecen información sobre determinados artefactos y también señalan que tipos de ítems eran populares en determinados momentos del pasado. Otra manera de datar artefactos consiste en entender las transformaciones tecnológicas que ocurrieron en la historia de su producción. El vidrio puede ser considerado como un buen ejemplo. Recipientes de vidrio fueron producidos cerca del 1500 a.C. por los sirios. Cerca de 1200 años después, se comenzó a hacer vidrio por soplo buca, en esté la calidad de los mismo se basaba exclusivamente en la habilidad del artesano. Hacia fines del siglo XV, los fabricantes de vidrio comenzaron a utilizar moldes que permitía la producción de recipientes estandarizados. Alrededor de 1820, comenzaron a emplearse las primeras herramientas para terminar los picos de las botellas. Estas permitían a los sopladores producir botellas con labios de forma definida. En 1857 se inventa la “snap case”, que permitía a los artesanos sostener la base de la botella soplada con una herramienta mientras manufacturaban el pico. Antes de esta invención se utilizaba una vara llamada pontil para cumplir esta función. Este pontil era sostenido por un trabajador mientras era aplicado el labio. El pontil que se adhería al vidrio en la base era arrancado cuando la botella estaba terminada, dejando una cicatriz en el fondo de la misma. La invención de la “snap case” significó la desaparición de esa marca del pontil en las botellas. En 1902, Michael J. Owens perfeccionó una máquina capaz de hacer botellas de manera automática eliminando la necesidad de sopladores de vidrio. Al año siguiente, la Compañía de Máquinas Fabricantes de Botellas Owens, producía nueve unidades por minuto y 12.960 por día en cada máquina.

La importancia de estas innovaciones tecnológicas –existen otras relativas a los tipos de botellas, tipos de taponamiento y de letras u otras inscripciones en relieve encontradas en la mismas- es que todas dejan marcas materiales que pueden ser identificadas. Por ejemplo, las botellas sopladas contienen burbujas en el vidrio o estrías finas que demuestran el movimiento durante el proceso de soplado; el uso de moldes deja cicatrices en su superficie qué indican que tipo fue utilizado. La disponiblilidad de información sobre artefactos del período histórico –fechas, marcas, registros de fabricantes, catálogos, libros de analistas de artefactos y modificaciones tecnológicas- brinda a la Arqueología Histórica la posibilidad de valerse de artefactos para datar sitios y estructuras de manera única. Volviendo al ejemplo usado anteriormente, supongamos que un relleno que se encuentra entre una ocupación de 1780-1830 y otra posterior a 1860 contuviese artefactos, entre ellos una moneda fechada en 1829.. Esta moneda significaría el terminus post quem, o la fecha después de la cual el relleno habría sido depositado, ya que es imposible que fuera anterior a 1829 –suponiendo que no existieran procesos postdepostacionales importantes-, ya obviamente monedas de 1829 no eran hechas antes de esa fecha. Supongamos inclusive que un tipo cerámico datable entre 1865 y 1875 fuera encontrado en el estrato superior del relleno. Esto significaría el terminus ante quem, o la fecha antes de la cual éste fue depositado. Sin otras informaciones, un arqueólogo, podría saber que la zona del relleno sería asignable con posterioridad de 1829 –fecha de la moneda- hasta al menos 1865 –la fecha más antigua asignable a la cerámica encontrada-. Además del uso de artefactos para datar la ocupación de un sitio, los arqueólogos propusieron una serie de métodos de datación por fórmula. Estos implican el uso de fórmulas que generan fechas. Substituyen los métodos de datación más sofisticados usados por los prehistoriadores –como por ejemplo el carbono 14 o el potasio argón, entre otros.-, que no funcionan en la mayoría de los sitios históricos, ya que el período de tiempo estudiado es muy reciente. En general, estos métodos científicos de datación poseen una variación mínima. De este modo una fecha como 1800 d.C. mas o menos doscientos años, seria de poca utilidad en arqueología histórica. Los métodos de datación más famosos basados en fórmulas usados en arqueología histórica fueron creados para ser aplicados sobre lozas lisas inglesas y para las pipas de arcilla blanca. La fórmula empleada para datar pipas parte de la idea de que con el transcurso del tiempo, durante los siglos XVII y XVIII el tamaño del orificio en el cuerpo de la pipa, llamado “bore diameter”, disminuyó. Por ejemplo, entre 1620 y 1650, esta medida era de 32mm, y entre 1750 y 1800, apenas de 16mm. A partir de estos datos empíricos se generó una formula para obtener la fecha aproximada de fabricación de pipas. La efectvidad del método dependía deciertas condiciones: 1) las pipas debieron haber sido hechas antes de 1780; 2) la muestra debe haber sido tomada de manera aleatoria; 3) la muestra debe representar, proporcionalmente todas las pipas realmente existentes en el sitio, implicando una muestra grande; 4) las pipas deben haber sido depositadas en el sitio durante un largo período de tiempo y no en un episodio corto. La fórmula no puede ser usada en muestras pequeñas de sitios recientes, pero es útil para muchos sitios coloniales. Probablemente el método de datación por fórmula más importante y ampliamente usado sea el de Stanley South para cerámica inglesa. Empleando fechas conocidas de manufactura cerámica, tal como fueron establecidas por Ivor Noël Hume a partir de documentos escritos, South genera una fórmula para datar una colección cerámica entera. Esta fue propuesta inicialmenter para la loza lisa inglesa del siglo XVIII, sin embargo la fórmula fue adaptada con éxito para estudiar colecciones cerámicas de todo tipo del siglo XIX. Esto incluye desde la cerámica colonial española, hasta la de los indios americanos. La fórmula no posee restricciones específicas ya que se basa en una simple ecuación matemática derivada de medidas y fechas de manufactura conocidas. Por otra parte podría extenderme en este tema y citar otros estudios que funcionan como herramientas analíticas e interpretativas en sitios de la época histórica. Por ejemplo la información específica sobre artefactos que ya he mencionado como la cerámica y el vidrio, u

otros que no he tratado aquí, como los botones, objetos traficados durante la colonia, ladrillos, entre otros. Sin embargo considero que lo dicho resume una breve introducción de los procedimientos utilizados por la Arqueología Histórica para analizar y estudiar estratos y artefactos históricos. Por esta razón, en vez de seguir profundizando aspectos técnicos del análisis de materiales, paso a tratar una cuestión que considero socialmente más significativa sobre el estudio de artefactos en Arqueología Histórica. La vida social de los artefactos. Si bien los arqueólogos utilizan diversas fuentes en sus investigaciones, no hay duda de que los artefactos son de gran importancia. Es por esto quizás que la mayor parte de las personas piensan en arqueólogos se imaginan que son aquellos que trabajan con cosas del pasado. Como intenté mostrar los artefactos del período histórico guardan semejanzas y diferencias con los prehistóricos. Semejanzas, en la medida en que son resultado de la acción humana consciente, y en que pueden ser usados por los arqueólogos para conocer el pasado. Diferencias, que se encuentran implícitas en la propia definición de arqueología histórica que formulé, esto es como una arqueología que estudia la expansión del capitalismo y del mercantilismo europeo por el mundo no-europeo. Todas las sociedades producen objetos físicos que ayudan a su supervivencia y a comprender el mundo en que viven. Como escribiera la antropóloga Mary Douglas y el economista Baron Isherwood: “Man seeks goods for communicating with others and for making sense of what is going on around him”. El hombre se vuelve hombre al crear objetos y darles sentido. Con el paso de la historia, los hombres percibieron que querían o precisaban cosas que no podían producir por si mismos, ya sea por falta de conocimiento, habilidad o matería prima. Para obtener estos objetos deseados que de no estaban disponibles, debieron entrar en contacto con otros grupos que los poseían. Los mecanismos más generales de relación fueron obien a través del intercambio por mutuo consentimiento, o bien por comercio o a través de la fuerza – robo o conquista-. La obtención de objetos por medio del comercio implica la acción consciente de al menos dos grupos de personas –productores (o recolectores en el caso de ítems provenientes del medio ambiente) y consumidores. Otras veces son tres los grupos que interactuan: productores, comerciantes y consumidores. Ya sea que las personas produzcan sus propios objetos, o los comercien, la adquisición de éstos genera una interacción social. Las personas que participan en el intercambio pueden ser miembros de la misma cultura, de culturas diversas o hasta de una misma familia o grupo de parentesco. Los tipos de objetos que potencialmente pueden ser intercambiados son sumamente diversos. Aquellos que son creados específicamente para comercio, no importa lo que sean, son llamados mercaderías. Todos los artefactos tienen “vida social”, ya que llevan implícito importantes significados sociales y son usados de diferentes modos para representar cosas distintas a lo largo de su existencia. Las mercaderías poseen al menos tres tipos diferentes de valor: valor de uso –el potencial de un objeto de tener una función clara-, valor de cambio –el valor que puede esperarse de un objeto en un intercambio-, y el valor de estimación o estética –la capacidad que un objeto tiene de generar placer u otros sentidos en las personas-. Estos tipos diversos de valor, que parecen abstractos, están relacionados con aspectos históricos, sociales y culturales específicos. Es decir el valor de uso, cambio o estimación de un objeto depende de cuándo, cómo y por qué es usado. Por ejemplo un reloj puede no tener valor de uso para una cultura que no posee un concepto de tiempo dividido en horas, pero sí puede tener valor de cambio si es considerado valioso para el comercio, y su valor de estimación, puede basarse en que perteneció a alguien importante o fue considerado bonito. La mayor parte de los artefactos encontrados en sitios históricos son mercaderías producidas en contextos industriales, vendidas y usadas por personas que no las producen. Los compradores o receptores de estos objetos pueden vivir en culturas completamente diferentes, a millares de kilómetros de los productores. Ambos, productores y consumidores, probablemente

nunca se encuentren. Esto separa radicalmente los períodos histórico y prehistórico. Aunque se pueda encontrar unos pocos casos en los que pueblos prehistóricos del Nuevo Mundo aparenten producir y vender mercaderías, de ningún modo puede decirse que estas actividades formaban parte significativa de la vida prehistórica. Recien en el período histórico, con posterioridad al 1500 d.C. se pueden comprar objetos manufacturados en varios lugares del mundo. Es entonces cuando hombres y mujeres comunes comienzan a formar parte de una red global de comercio que ligó Europa, Asia, Africa y el Nuevo Mundo. Entretanto como demuestra Mukeji, el materialismo que existió después del 1500 no era completamente nuevo, sino una continuación de patrones medievales. Ella señala que los portugueses, por ejemplo, continuaban pensando como en la época medieval pero utilizando innovaciones que posibilitaron la expansión global –nuevos tipos de barcos, velas y mapas- para embarcarse en una guerra santa con el imperio islámico. Ellos trataban a los mapas de los exploradores y las memorias de viajes como algo que debía ser escondido, cuidadosamente guardado, inaccesible al uso público. Luego de que estas innovaciones fueron empleadas para traer beneficios económicos a Portugal, se comenzaron a usar las mercaderías en un sentido diferente al que tenían en la época medieval. Estos objetos se volvieron entonces, “parte de una cultura materialista del inicio de la época moderna”, una cultura que era claramente “internacionalista”. Debe quedar claro que estas mercaderías tenían una importancia que iba más allá de lo económico. La llamada “sociedad de consumo”, en Europa, se expandió al resto del mundo con distintos grados de impacto. Los objetos materiales, así como el deseo social de su adquisición, actuaron como una fuerza social. Estos podían ser comprados, usados y hasta mostrados como símbolos materiales para indicar pertenecia social. Además la disponibilidad de mercaderías generó transformaciones sociales. Como señala el historiador Neil McKendrick en su libro “El Nacimiento de la Sociedad de Consumo”, la revolución consumidora que tuvo lugar en el siglo XVIII transformó el carácter de la sociedad ya que bienes que eran considerados accesibles para los grupos ricos, pudieron ser consumidos por personas comunes pocas generaciones después. Gente que consideraba que apenas podría adquirir lo que heredase de sus padres, paso a poder comprar sus propias cosas. De esta manera comenzaron a relacionarse con los objetos ya no en función de sus necesidades vitales, sino a partir de deseos ligados a la moda. Muchos objetos se convirtieron ,en palabras de Adrian Forty, en “objeto de deseo”. El desarrollo y la expansión de la sociedad de consumo son un importante foco de estudio en Arqueología Histórica. Excavando una aldea indígena del siglo XVI que contiene objetos europeos comerciados, o una mina de hierro de fines del siglo pasado, el arqueólogo tiene que considerar el papel de las mercaderías en la estructura simbólica, social y económica del pueblo que vivía en el lugar. Algunos investigadores prefieren estudiar las mercaderías en términos de redes de mercado a través del mapeamiento de los puntos de origen o manufactura de ciertos artefactos –como recipientes de cerámica, botellas de vidrio, y calculando la distancia que éstos debieron haber viajado para llegar al lugar en que fueron hallados. Otros están interesados en analizar el papel de los objetos en la transformación de las culturas indígenas. También existen estudios en los que se comienza a examinar las mercaderías en términos de simbólizar la posición social y las relaciones de poder en sociedades pasadas. En cualquier caso, el papel de las mercaderías en el período histórico, y el enfoque en que los arqueólogos escogen para estudiarlas están todavía en elaboración. Sin embargo investigaciones sobre esta roblematica, es decir la impostancia de las mercaderias, llevan a la Arqueología Histórica a un lugar de vanguardia dentro de las investigaciones en Ciencias Sociales.

6. UN EJEMPLO DE ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA: LAS PLANTACIONES DEL NUEVO MUNDO. En los capítulos anteriores expliqué qué es la Arqueología Histórica, qué tipos de fuentes utiliza y los distintos marcos referenciales que emplea para interpretar las informaciones que recoge. En este capítulo exploro con más profundidad la cuestión de que conocimientos puede ofrecer a los estudios históricos, sociales y culturales de las plantaciones del Nuevo Mundo, en especial del sur de los Estados Unidos y del Caribe. Me centro en las plantaciones por cuatro razones. En primer lugar, muchas investigaciones arqueológicas fueron llevadas a cabo en haciendas y, a pesar de que reste mucho por hacer, se consiguieron importantes avances en su conocimiento. En segundo lugar, trabajo personalmente arqueología de plantaciones, habiendo escrito diversos artículos en este campo. Gracias a los mismos poseo un gran conocimiento de los progresos que se han obtenido. En tercer lugar, en la medida que las plantaciones eran lugares multiculturales complejos y diversificados, ofrecen muchas posibilidades de investigación para conocer la interacción entre pueblos diferentes, un aspecto significativo de la historia del Nuevo Mundo. Finalmente, destacando la importancia de las plantaciones en la historia de América del Sur, su arqueología podría adquirir, en todo el continente, un importante papel para la comprensión de esta institución histórica y de esta forma contribuir al desarrollo de la Arqueología Histórica. Los arqueólogos han trabajado en diversas plantaciones esclavistas en América, datadas desde el inicio del período colonial hasta tiempos más recientes. Entre los muchos aspectos estudiados, se destacan los análisis artefactuales, el tamaño y la naturaleza de las casas y las transformaciones que ocurren dentro de ellas a través del paso del tiempo. Todas estas investigaciones envuelven cuestiones históricas, sociales y culturales amplias, y a pesar que los descubrimientos sean variados y complejos, pueden ser presentadas mediante una breve explicación. Artefactos de plantaciones En general, los tipos de artefactos recuperados en plantaciones no difieren mucho de los de otros sitios arqueológicos de la misma época. Estas colecciones consisten comúnmente en platos quebrados, fragmentos de botellas, botones de latón, herramientas de hierro, entre otros. Ocasionalmente los arqueólogos encuentran artefactos únicos en las plantaciones, en general estos son producidos por los esclavos africanos. Estos hombres fueron contra su voluntad transportados a través del Atlántico, y si bien pueden haber perdido sus familias, amigos, ambientes conocidos y hasta su propio status tradicional, no perdieron su cultura, que continuó dentro de sus mentes. Esta se expresa en artefactos, así como de cantos, danzas, folklore y otros elementos de la vida diaria. Los arqueólogos ocasionalmente encuentran evidencias de estos trazos africanos en sitios del Nuevo Mundo. Por ejemplo, pipas de apariencia africana fueron halladas en Barbados, en las Indias Occidentales y en Chesapeake, en este de Estados Unidos. También fueron descubiertos en Barbados collares con obvios componentes africanos, y recientemente en Texas, botones con diseños africanos. De todos los artefactos de producción africana encontrados en sitios de plantaciones en América, la mayor atención de las investigaciones se centró en la cerámica, especialmente en el este de Estados Unidos y en el Caribe. Estos artefactos de barro, simples y sin pulir, fueron primero asignados a los indígenas, pero posteriormente los arqueólogos pudieron asociarlos, al menos en parte, con esclavos africanos, o inclusive con esclavos que interactuaban con pueblos indígenas. Esta de cerámica fue producida entre 1680 y 1840. Su presencia en plantaciones americanas genera una serie de preguntas que los arqueólogos están intentando responder. Algunas de estas son: cuándo y por qué esta cerámica fue hecha?, por qué hay diferentes estilos?, los esclavos eran obligados a producirlas por sus dueños?, cuál era la posición social de los alfareros, tanto en la comunidad esclava como en la “casa grande”?, a qué se debió el inicio y la

finalización de la producción cerámica?. Además de estas cuestiones tan importantes, otra línea de investigación se relaciona con el uso de estos artefactos cerámicos en la plantación. Cada vez con mayor frecuencia los estudios indican que la cerámica manufacturada por esclavos pudo haber sido usada no sólo por estos, sino también por sus dueños, en ciertas circunstancias. Por ejemplo, en una plantación productora de arroz en Carolina del Sur, asignada a 1720, la cerámica de tipo africano fue encontrada en depósitos tanto de las cabañas de esclavos, como en la cocina de la casa del señor. Este dato parece sugerir que esta cerámica pudo haber sido utilizada por los esclavos para la preparación de la comida de su dueño, aunque no puede afirmarse que la propia familia del señor la utilizase. En otra plantación de arroz en Carolina de Sur, a partir de la evidencia arqueológica puede pensase que las vasijas de estilo africano eran utilizadas por los habitantes de la plantación cuando la cerámica lisa europea era difícil de obtener. Entre 1725 y 1749, la cerámica noeuropea representaba el 82% de toda la cerámica recolectada, pero en 1824 ésta no sobrepasaba el 21%. Al mismo tiempo, los porcentajes de la cerámica europea aumentaba de 18% al 79%. A pesar que sea posible que factores económicos y tecnológicos, como el rápido crecimiento de la industria cerámica inglesa durante el inicio del siglo XIX, y la mayor presencia de cerámica inglesa en América después de esta fecha, puedan haber tenido un papel importante en el declino de la producción no europea, las razones exactas no las conocemos. Usando informaciones de las dos plantaciones de Carolina del Sur, de los siglos XVIII y XIX, un grupo de arqueólogos propuso que la disminución de los porcentajes de la cerámica de estilo africano indica una transformación en la cultura esclava a través del tiempo. En general esta postura emplea el concepto de aculturación como motivo de explicación. Aculturación significa que las culturas sufren cambios cuando entran en contacto unas con otras, incorporando características de la otra mutuamente. En esta línea de análisis, los esclavos de las plantaciones americanas simplemente olvidaron como producir cerámica de tipo africano, en la medida que se tornaban más europeizados hacia las primeras décadas de los siglos pasado. El arqueólogo Leland Ferguson, de la Universidad de Carolina del Sur, cuestionó recientemente esta interpretación argumentando que la producción de cerámica de tipo africano representa una forma de resistencia esclava, expresada a través del consumo de comida, una esfera de su vida en la que parecían mantener algún control. En esta perspectiva, la manufactura cerámica claramente no-europea representaba una manera, por parte de los esclavos, de establecer y mantener sus diferencias culturales en el interior de la estructura de la plantación. Otro arqueólogo, James Deetz, defiende la idea de que sólo produjeron vasijas africanas después de que los esclavos fueron trasladados de las casas de los señores a sus propias habitaciones, durante el surgimiento de las grandes plantaciones esclavistas después de 1680. De cualquier forma, los arqueólogos descubrieron una línea de estudios sumamente importante, que relaciona directamente la cuestión de la autonomía esclava, del control del señor, de las relaciones señor–esclavo, con las preservación de rasgos culturales africanos en América. La arqueología está lejos de ofrecer respuestas claras a muchos problemas relacionados con la producción de esa cerámica, o los motivos para su aparente uso por parte de algunos señores y las circunstancias que involucra su desaparición. Sin embargo cada vez más investigaciones se ocupan de estos temas. Los arqueólogos tampoco conocen cuán difundida era la producción de estas vasijas en las plantaciones. Lo que sí se sabe es que su distribución sólo puede ser estudiada por medio de la arqueología, ya que esta industria no es mencionada en ningún documento escrito descubierto hasta ahora. Además del interés que han despertado los materiales de estilo africano, la Arqueología Histórica ha centrado su atención en diversos aspectos de las plantaciones del Nuevo Mundo. Estos se relacionan con la producción y función de otro tipo de objetos y especialmente en cómo estos son utilizados para simbolizar aspectos de la vida de los habitantes de las plantaciones. Por ejemplo una serie de arqueólogos que excavaron restos de casas de hacenderos se interesaron en determinar como éstos expresaban materialmente su riqueza y posición social. A pesar de que la cantidad de esclavos poseídos de tierras controladas son dos indicadores usuales de riqueza y status, éstos pueden ser expresados también por otras manifestaciones materiales como los

artefactos. Así, una serie de arqueólogos estudió los artefactos de los dueños de las plantaciones – cerámica doméstica, artefactos de vidrio, vestuario, y objetos personales- tratando determinar como simbolizaban su riqueza. Algunas veces, la riqueza podía ser demostrada por la cantidad de porcelana fina, botones de plata o relojes de oro, en el registro arqueológico. De todas formas hasta ahora a partir de la cultura material ninguna variable a sido identificada como absoluta para medir la riqueza de estas personas. Ocasionalmente, se encuentran casos donde los registros documentales indican la presencia de individuos con grandes riquezas, pero la evidencia arqueológica no contiene artefactos que claramente corroboren esta situación. Estos casos muestran como aún resta mucho por hacer para entender la relación entre posición social, riqueza y uso de artefactos. Edificios de Plantaciones. Como ocurre en el caso de los artefactos utilizados por los ocupantes de las plantaciones, los arqueólogos también pueden ofrecer informaciones importantes y únicas sobre las construcciones edilicias dentro de ellas. Por ejemplo datos sobre el tamaño de las estructuras, como la mansión señorial o las cabañas de esclavos, como así también las distancias entre los diversos predios. La excavación de la casa de los señores permite documentar su tamaño, las dimensiones y la cantidad de aposentos, el momento en que fueron divididos o acrecentados los ambientes y en algunos casos, sus funciones. Puede determinarse la presencia y localización de diferentes anexos, como cocinas exteriores, talleres artesanales y edificios industriales. Estas construcciones, en general esenciales para el funcionamiento y la existencia de las plantaciones, muchas veces no quedaban registradas en los documentos escritos. Además de localizar los edificios, diversos arqueólogos también analizan paisajes, es decir las estructuras no arquitectónicas empleadas para dar forma física a la plantación. En este sentido, la Arqueología Histórica puede contribuir significativamente a la comprensión de la disposición espacial de plantaciones específicas, en términos arquitectónicos como no arquitectónicos. Otros arqueólogos comienzan a analizar los paisajes para entender mejor actitudes y conceptos relacionados con “belleza” y “utilidad”, expresados en el uso de la tierra – de modo similar a los estudios del Paca Garden efectuados por Leone ya mencionados -. Además del análisis de casas de hacendados, muchos arqueólogos se volcaron al estudio de las habitaciones de los esclavos. Este tema es particularmente interesante ya que poseemos descripciones en registros escritos sobre cómo debían diseñarse estos aposentos. Por ejemplo, escritores del sur norteamericano recomendaban, en los principales periódicos agrícolas publicados antes de la guerra civil americana de 1861, que la cabaña de los esclavos debía tener como mínimo de 27 a 30 m2, siendo las menores destinadas a marido, mujer y de tres a cuatro hijos. Los registros arqueológicos demuestran, por su parte, que las cabañas en la práctica variaban mucho existiendo algunas con 21 m2 en Florida y Carolina del Sur, otras de 30 m2 en Georgia y de 37 m2 en Virginia. En la medida en que las plantaciones eran lugares vivos y activos, cuya organización y plano podían ser alterados con el tiempo, se puede pensar que también podrían existir alteraciones en las habitaciones de los esclavos. Arqueólogos en Carolina del Sur han observado cambios en las cabañas de esclavos construidas a lo largo del tiempo en las dos plantaciones. Las barracas anteriores a 1740 eran construidas con postes próximos alineados en trincheras, de manera semejante a la construcción con vigas en Africa Occidental. Estructuras posteriores fueron construidas con vigas mas espaciadas, colocadas tanto en trincheras como en agujeros individuales. Las cabañas más recientes, construidas en el siglo XIX, poseían columnas de ladrillos en vez de vigas. Estos tres diseños de cabañas también cambiaron de rectangulares irregulares a cuadrados uniformes, reduciendo su tamaño con el correr del tiempo. A pesar que las transformaciones en los diseños de las cabañas hayan sido observadas en dos plantaciones de Carolina del Sur, no se puede determinar si este cambio refleja la aculturación de los esclavos

africanos (dejando de lado el estilo africano de construcción), o el crecimiento del poder del propietario (obligando a los esclavos a vivir en cabañas de estilo más europeo). Además del estudio de casas específicas de señores y esclavos, algunos investigadores se interesaron por las distancias entre los distintos edificios de las plantaciones. El estudio antropológico del espacio y su uso, llamado proxemística, tiene un papel destacado. A partir de Edward Hall, la proxemística estudia “the distance between men in the conduct of daily transactions, the organization of space in this houses and buildings, and ultimately the layout of his towns”. Toda sociedad usa el espacio de una manera particular, ésta incluye factores relacionados con la visión, audición, olfato y tacto. La investigación histórica sugiere que cada tipo de espacio era usado en las plantaciones para establecer las distancias entre los sectores de los señores y los de sus esclavos. Por ejemplo, un esclavo de Tennessee dijo al ser entrevistado a principios de este siglo, que la familia del señor ubicaba las cabañas de los esclavos de manera que no “arruinasen la vista de la casa-grande” (distancia establecida a partir de la visión); un francés del siglo XVIII, en Lousiana colonial, afirmaba que las cabañas estaban lo suficientemente distantes de la casa del señor como para no ofender a su familia “con los olores naturales de algunas naciones de negros” (distancia establecida en base a criterios de olfato). Otro esclavo entrevistado en el siglo XX afirmó que en su plantación las cabañas debían estar a una “distancia de llamado” de la casa-grande (distancia establecida por audición). El comentario del francés en relación al olor, muestra que el espacio puede tener también un aspecto ideológico. Otro factor que influía en la ubicación de las cabañas de los esclavos – además de las consideraciones mencionadas-, era que éstos estuvieran cerca de sus lugares de trabajo. Arqueólogos que trabajan en el sur de Estados Unidos y en el Caribe, documentaron y mostraron que las distancias entre las casas de los hacendados, las aldeas de trabajadores y lugares de trabajo aumentó a partir de la abolición de la esclavitud. Todos estos estudios demuestran que diversas informaciones sobre los edificios de las plantaciones, su tamaño, construcción y distancia recíproca, pueden ser obtenidas por la Arqueología Histórica. Gran parte de estas no pueden conocerse por ninguna otra fuente. Los registros históricos raramente poseen datos sobre la localización de anexos, las distancias que los esclavos tenían que recorrer hasta sus lugares de trabajo, o la distancia entre los sectores de esclavos, capataces y señores. Tampoco suele haber información sobre los estilos de construcción y sus modificaciones en el tiempo. Para la mayoría de los escritores históricos, tales aspectos de sus vidas cotidianas eran simplemente “comunes” o tal vez considerados sin demasiada importancia para que fueran escritos. La transformación de las plantaciones. Otro tipo de estudio desarrollado desde la Arqueología Histórica en sitios de plantaciones se relaciona con las transformaciones que éstas experimentaron a través del tiempo. Como instituciones económicas, las plantaciones sufrieron cambios para adaptarse a las diferentes condiciones económicas. Estas últimas pueden haber sido locales (relacionadas con una buena cosecha en plantaciones de la región), nacionales (relacionadas a determinadas decisiones políticas sobre aumentos de impuestos), hasta internacionales (relacionadas con efectos de desastres climáticos o casos de hambrunas en otro continente). La Arqueología Histórica ofrece información sobre las transformaciones en las plantaciones en relación a tales acontecimientos ya que las alteraciones en plantaciones específicas pueden no haber sido documentadas en registros históricos, o no percibidas por los propios actores sociales. Estos cambios probablemente estan representados por variaciones en las plantas de los edificios, en el uso de determinados artefactos o en las densidades de éstos, entre otras posibilidades. Además de los factores puramente económicos de transformación, un importante cambio tuvo lugar en las plantaciones después de la liberación de los esclavos. Los historiadores constataron que por diversos motivos muchos esclavos continuaron trabajando como asalariados en las mismas plantaciones en las que residían. Los arqueólogos en la medida que analizan el registro completo encontrado en estos sitios, tienen la oportunidad de trabajar diversos aspectos

de la cultura material, generando datos que no pueden ser obtenidos por otro tipo de investigación. Por ejemplo, en la plantación Drax Hall, en Jamaica, el arqueólogo Douglas Amstrong descubrió algunas transformaciones importantes en los trabajadores entre el período de esclavitud (1760-1810) y el de trabajo libre (1840-1925). Amstrong señala que durante la esclavitud la administración de la plantación distribuía a los trabajadores bacalao, carne fresca, maíz y harina. Informaciones históricas y arqueológicas sugieren que los pescados salados y la carne fresca componían la mayor parte de las proteínas de los esclavos. Al mismo tiempo, los depósitos arqueofaunísticos evidencian el uso de carne de vaca como alimento, y un escaso consumo de animales salvajes y especies marinas por parte de los trabajadores. Todos estos indicadores señalan que los esclavos de la plantación Drax Hall dependían mucho de los dueños de la propiedad para la obtención de sus proteínas. En el período de trabajo libre por su parte, hubo un cambio en la alimentación. Los restos arqueológicos muestran un aumento en el consumo de ovejas, cabras y gallinas, y una disminución en el de vacas y puercos. Los registros históricos confirman esta transformación al señalar que menos carne fresca pasó a ser comprada por los hacendados después de la emancipación. Al mismo tiempo que acontecían estos cambios en la alimentación, tenía lugar otra importante alteración en términos arqueológicos. Esta consistió en un aumento en la producción local de la plantación después de la abolición de la esclavitud. Recipientes de hierro para cocinar fueron sustituidos por otros de barro fabricados en el lugar, de esta manera, recipientes ingleses importados fueron usados juntamente con productos locales. La investigación de Armstrong sugiere que los libertos en Drax Hall sobrevivían consumiendo especies salvajes locales, manteniendo y tal vez revitalizando técnicas africanas para la manufactura de cerámica como recipientes de cocina. Esto significa que los esclavos no olvidaron ciertas habilidades tradicionales, como el trabajo con el barro. En la tentativa de sobrevivir en el nuevo mundo de la libertad, los ex-esclavos en Drax Hall, contribuyeron a generar una cultura jamaiquina única. En otra plantación, Millwood, en Carolina del Sur, descubrí que había ocurrido una gran modificación en la localización de las casas de los trabajadores entre el período esclavo (18321861) y el período libre con arrendatarios (1865-1925). Durante la esclavitud, las personas vivían en aldeas compuestas por habitaciones poco espaciadas y distribuidas por los terrenos de la plantación. Informaciones históricas y arqueológicas sugieren que aproximadamente a partir de fin de la guerra civil americana, en 1865 y hasta 1875, existió un período en el cual los recién liberados habitaron pequeñas aldeas agrícolas organizadas en base a relaciones de parentesco. Cada aldea (o “squad”), como era llamada, contenía un grupo de trabajo que actuaba bajo la dirección de un miembro de la familia o líder. El propietario de la plantación, en vez de tratar con esclavos individuales o capataces, se relacionaba sólo con estos jefes. La disolución de este sistema de squad, alrededor de 1875, significó que cada unidad familiar podría trabajar para sí misma como arrendataria. Los hogares de estas plantaciones familiares se distribuyeron por todas las tierras. Al analizar y mapear los sitios de estas casas, se observan agrupamientos en el paisaje. Estudiando una serie de variables ambientales (como tipo de suelo, elevación y distancia del agua) y sociales (distancias a las líneas de trenes, rutas y ciudades), se observa claramente que la localización de las casas estaba relacionada con vecinos y rutas. Esto parece indicar que la ubicación en plantaciones pos-abolición de la esclavitud, puede haber sido escogida tanto por razones sociales (distancia a los vecinos y posibles parientes) como económicas (distancia a rutas y mercados). En este capítulo traté la problemática de las plantaciones para ejemplificar la forma en que la Arqueología Histórica puede contribuir al conocimiento general del pasado. Sin emaro las plantaciones representan sólo uno de los tipos de sitios que actualmente están siendo trabajados en América. Es así como la Arqueología Histórica arqueología urbana, de sitios militares, del contacto, industrial y subacuática. Cada especialidad, como la arqueología de las plantaciones, continua demostrando el valor de la arqueología histórica como herramienta para conocer la historia. Además de ofrecer informaciones antropológicas e históricas sobre el pasado, puede ser

usada también de manera práctica. Este último punto está relacionado con la reconstrucción material que es el tema del próximo capítulo.

7. RECONSTRUCCION Y ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA. Un aspecto de la Arqueología Histórica que todavía no he discutido concierne a su utilización como fuente de información en los trabajos de restauración y reconstrucción de sitios históricos. Bruce Powell escribió en 1967 que “todos los que trabajan con sitios históricos tendrán que ocuparse tarde o temprano de la restauración de los mismos”. Dado que tiene razón, no puedo desconocer la vinculación entre Arqueología Histórica, la reconstrucción física – reedificando antiguos edificios en el mismo lugar o cerca de donde estaban- y la restauración – haciendo que edificios históricos que perduran se conserven lo mas parecido a lo que eran originalmente-. La Arqueología Histórica es frecuentemente practicada en sitios que van a ser restaurados o reconstruidos. Muchos de estos sitios son considerados de “significación nacional”. Numerosos arqueólogos han excavado fuertes, casa y barrios asociados a personajes famosos o acontecimientos históricos relevantes. En muchos casos el motivo del trabajo arqueológico no es la producción de nuevos conocimientos, sino apenas ofrecer una serie de detalles arquitectónicos o constructivos que puedan ser utilizados por arquitectos o restauradores y que permitan mayor presición en una reconstrucción. De esta manera, frecuentemente los arqueólogos excavan los restos de edificios con el fin de conocer su tamaño, forma, orientación, entre otros aspectos. Este tipo de práctica arqueológica fue denominada por J.C. Harrington como “arqueología de restauración”, para diferenciarla de la arqueología orientada al conocimiento histórico. La arqueología de restauración frecuentemente es realizada a pedido de un cliente, y por lo tanto es planificada con un objetivo claro, en general muy especifico. Un organismo federal o estatal puede querer reconstruir un sitio tuvo lugar un acontecimiento importante para la historia del país, como una batalla, un asentamiento colonial, o una casa en la que se firmó un acuerdo importante. Si los relatos de los testimonios históricos son incompletos, o si ellos no describían como era el sitio, los restauradores precisarán informaciones arqueológicas para reconstruir el sitio lo más cercano a la realidad. Sólo los arqueólogos profesionales pueden brindar tales datos. La arqueología de reconstrucción es una práctica legítima de arqueología, sin embargo acarrea ciertos problemas que exigen una explicación. Estas dificultades se relacionan con el análisis de toda la información arqueológica de un sitio, sin considerar su fecha, el modo en que esta información es presentada al público y ciertas cuestiones éticas relacionadas con el empleador. Los arqueólogos que practican arqueología de restauración deben asegurarse de que se les permita analizar la totalidad de la secuencia arqueológica presente en un sitio. Esto significa que al arqueólogo histórico que trabaja para el gobierno con el objeto de brindar información sobre un sitio colonial cuyo período de interés es de 1590 a 1630 se le debe permitir estudiar el período posterior, por ejemplo post 1630, porque la secuencia del sitio obliga a que los restos de este momento tardío deban ser excavados previamente a los materiales coloniales tempranos. Sin embargo las decisiones muchas veces estan relacionadas con cuestiones de financiamiento y no puedan evitarse con facilidad. Por esta razón, debemos ser cuidadosos ya que todo material arqueológico es importante desde el punto de vista científico. Siguiendo el ejemplo dado, la destrucción de materiales posteriores a 1630 en favor de anteriores no debe ser permitida, puesto que por ejemplo en algún momento, el período de 1630 a 1700 puede ser considerado de igual importancia o significación histórica que sus precedentes. Si estos materiales fueron ignorados durante la excavación se habrán perdido para siempre. En los proyectos de restauración los arqueólogos deben recolectar y estudiar todos los materiales encontrados en el sitio. Dado que la confección de catálogos descriptivos de artefactos y estructuras excavadas salvarán esta información para las generaciones futuras. Un problema de la Arqueología Histórica está relacionado con el destino que los reconstructores darán a los materiales arqueológicos. Unos pocos arqueólogos, en general desde marcos críticos, han comenzado recientemente a analizar las maneras en que el pasado puede ser utilizado en el presente. En ningún otro campo esta cuestión es más importante que en la arqueología de restauración. La restauración o reconstrucción de predios históricos puede ser

usada para retratar una imagen del pasado que puede tener sentido hoy, pero que puede no ser históricamente precisa. Por ejemplo los reconstructores pueden ser impelidos a mostrar condiciones de vida antiguas mejores de lo que en realidad eran con la finalidad de no ofender a los visitantes modernos de sitios históricos. Por otra parte, los reconstructores de una ciudad colonial pueden preferir no restaurar la prisión local o el manicomio. Sin embargo aunque la reconstrucción de tales predios sea una representación real del pasado de la ciudad, los profesionales encargados del trabajo, pueden no estar interesados en mostrar un lado desagradable del pasado o que recuerden la crueldad imperante en aquellos tiempos. Estos dos problemas se relacionan con la cuestión del patrocinador en arqueología. Gran parte de la arqueología histórica del Nuevo Mundo ha sido llevada a cabo como investigaciones pagadas por un cliente. Ya sean proyectos relacionados con obras públicas financiados por el gobierno federal, como construcción de represas, o proyectos cívicos de patrocinio local. Estos han permitido el estudio de sitios que de otra forma nunca hubieran recibido atención. Mientras tanto, infelizmente, en arqueología histórica se plantean situaciones de conflicto con el patrocinador. Por ejemplo esto ocurre en ciertas ocasiones en la arqueología de las plantaciones, cuando los dueños no quieren reconocer que existió esclavitud en sus propiedades. Los arqueólogos que escriben informes deben ser cuidadosos en sus interpretaciones de las plantaciones cuando el propietario actual, probablemente un descendiente del dueño original, está financiando la investigación. Afortunadamente la mayor parte de los patrocinadores en arqueología está verdaderamente interesado en el pasado y no se preocupan en esconder sus aspectos desagradables o en distorsionarlo de acuerdo con sus propias opiniones. De todas formas, la cuestión de tener un patrocinador y en realidad toda la arqueología de restauración pone de manifiesto que la arqueología inclusive pensando que estudia el pasado, es a fin de cuentas parte del presente. Los arqueólogos modernos deben tratar con el mundo tal como es, y su trabajo, además de investigar, publicar y enseñar, incluye la educación publica. La arqueología puede ser una extraordinaria herramienta para difundir los legados del pasado, las luchas y triunfos de sus antepasados y la propia construcción de la nación. Los sitios reconstruidos o restaurados ayudan a los arqueólogos a demostrar que la arqueología es importante al mismo tiempo que ofrecen una experiencia concreta del pasado a la población moderna. La arqueología histórica, en la medida que estudia los pueblos coloniales, y su descendencia a partir de 1500 d.C., puede tener una significación especial, sin embargo toda la arqueología puede ser empleada en la educación pública. Reconstrucciones o restauraciones con rigor histórico pueden ser inestimables para la comprensión moderna del pasado. La arqueología histórica tiene un papel importante en esta tarea de difusión para amplio público.

8. CONCLUSION En este pequeño manual intenté mostrar qué es la Arqueología Histórica, ilustré algunos de los problemas específicos a los que se enfrenta y demostré su potencial como forma de conocimiento del pasado. Mostré que puede ser definida simplemente como un tipo de arqueología que genera información sobre el pasado más reciente, un pasado que incluye escritura y testimonia el proceso de expansión de los pueblos europeos por el mundo extraeuropeo. Además intenté dejar claro que trabaja sobre un tema general como es el inicio de la era moderna, creado por este proceso de expansión, y que por lo tantoresulta fundamental para entender el mundo materialista contemporáneo. En buena parte de mi análisis discutí a la Arqueología Histórica como un tipo de arqueología diferente de la prehistórica. Procedí de esta manera ya que muchas personas no conocen la primera y si tienen idea sobre la segunda. Considero que la Arqueología Histórica del Nuevo Mundo es realmente un tipo de estudio diferente a la arqueología prehistórica. Esta diferencia deriva desde mi punto de vista, no de distinciones teóricas o metodológicas, sino de la propia naturaleza de los sitios arqueológicos. Los sitios prehistóricos nada tienen que ver con los asentamientos capitalistas y transnacionales característicos de los momentos históricos. A pesar de todo ambas arqueologías tienen mucho que aprender una de la otra, y las dos se beneficiarán con este diálogo continuo. A medida que la arqueología histórica madura, sin duda atraerá más la atención de los prehistoriadores, tal como viene sucediendo en los Estados Unidos. En el desarrollo de este libro traté de dejar claras mis opiniones sobre el vasto potencial de la arqueología histórica. Esta, tal vez por su juventud, es un tipo de arqueología estimulante. Los sitios estudiados, a pesar de que puedan ser recientes (a veces menos de un siglo), fueron habitados por nuestros antepasados inmediatos. Independientemente de que estos actores puedan haber conservado diarios y registros, fotos y mapas de ciudades, no tenemos un conocimiento tan profundo como creemos. Como escribió el importante historiador Daniel J. Boorstin en “Hidden History” “We know more about some aspects of daily life in the ancient Babylon of 3.000 b.C than we do about daily life in parts of Europe and America a hundred years ago”. La arqueología histórica ofrece una materialidad para el conocimiento de aquellos que construyeron los asentamientos coloniales, entraron en contacto con los indígenas y construyeron las naciones. También nos permite comprender que algunas acciones de nuestros antepasados no fueron las mejores ni las más correctas. Sin embargo, estudiando el pasado de cerca, con el la resolución permitida por la arqueología histórica, conoceremos el bien y el mal, lo cierto y lo errado, lo glorioso y lo común.

9. VOCABULARIO CRíTICO Aculturación: los cambios que las culturas sufren cuando entran en contacto y cada una adquiere características de la otra. Arqueología histórica: el estudio arqueológico de los aspectos materiales en términos históricos, culturales y sociales concretos, de los efectos del mercantilismo y del capitalismo originario de la Europa del siglo XV y todavía en acción hoy. Arqueología histórico-cultural: un tipo de arqueología interesada principalmente en la creación de relatos descriptivos y detallados de excavaciones, así como en la inclusión de éstos en cronologías locales, regionales y hasta continentales. Arqueología pos-medieval: el estudio arqueológico del mundo capitalista e industrial en Europa. Una disciplina emparentada con la arqueología histórica. Arqueología pos-procesual: un tipo de arqueología interesada principalmente en contextos simbólicos, históricos, sociales y culturales y en el papel de los individuos en la sociedad. Incluye la arqueología simbólica, estructural y crítica. Arqueología pre-histórica: en el Nuevo Mundo, es el estudio arqueológico de los pueblos nativos antes del contacto con los exploradores y colonos europeos. Arqueología procesual: un tipo de arqueología interesada principalmente en la comprensión de los procesos culturales, en leyes generales del comportamiento humano y en las reconstrucciones culturales. Es también llamada New Archaeology. Arqueología proto-histórica: es el estudio arqueológico del período de contacto entre europeos e indígenas. Arqueología de restauración: arqueología preocupada casi exclusivamente con la recolección de detalles arquitectónicos que puedan ayudar en la reconstrucción o restauración de predios históricos. Arqueología social: un tipo de arqueología interesada principalmente en interacciones sociales en contextos históricos y culturales bajo estudio. Arquitectura académica: formas puras de diseño arquitectónico enseñadas por arquitectos profesionales en escuelas de arquitectura. Arquitectura vernacular: formas de diseño arquitectónico que no suelen ser enseñadas en escuelas de arquitectura, que sin embargo reflejan más directamente las visiones de una cultura sobre lo que constituye un buen predio. Artefacto: cualquier objeto producido o modificado por la acción humana consciente. Relleno para construcción: relleno intencionalmente depositado, de arena, escombro u otros materiales, destinado a preparar un terreno para una nueva construcción o para nivelar la superficie. Cicatrices de molde: las líneas dejadas en botellas y otros objetos de vidrio producidos por el uso de moldes.

Cicatrices de pontil: una marca dejada por el pontil retirado de la botella confeccionada. Contexto: la localización vertical y horizontal de un artefacto en un sitio arqueológico. Cultura: en arqueología procesual, es el medio de adaptación de un pueblo a su ambiente natural, incluyendo todos los aspectos de la adaptación. Cultura arqueológica: desde la perspectiva histórico cultural, la evidencia de culturas pasadas identificada a través de los restos arqueológicos. En general se refieren a culturas prehistóricas. Diámetro del orificio (Bore diameter): la medida del orificio de una pipa de arcilla puede ser usado para datarla, de cumplirse una serie de condiciones necesarias. Estratigrafía: secuencia de capas de sedimento encontradas en un sitio arqueológico. Estructura: cualquier evidencia de presencia humana en un sitio arqueológico que no puede ser removida. Etnoarqueología: trabajo de campo etnográfico con objetivos puramente arqueológicos. Fuentes históricas primarias: registros escritos producidos por personas que vivenciaron directamente un acontecimiento o que fueron contemporáneos y tenían conocimientos específicos al respecto. Fuentes históricas secundarias: registros escritos producidos por personas que no vivenciaron directamente un acontecimiento, pero que escriben sobre él utilizando fuentes primarias. Ideología: para la arqueología crítica es la manera por la cual las desigualdades y contradicciones sociales son escondidas tras expresiones aceptadas culturalmente. Informe de excavación (“site report”): estudio detallado de un sitio específico. Marcas de fabricantes: marcas colocadas en ciertos tipos de artefactos históricos con el fin de identificarlos como productos de fabricantes específicos. Métodos de datación por fórmulas: métodos estadísticos usados para datar ciertas colecciones de artefactos históricos por referencias a fechas conocidas de fabricación: en general se refieren a una fecha media para el conjunto artefactual. Microestratigrafía: capas muy finas de sedimentos encontrados en sitios arqueológicos. Modelo de cultura “layer cake”: la cultura es vista como compuesta por tres camadas que consisten en elementos ideológicos, sociales y tecnológicos, sobre de la base del ambiente natural. Modo de producción: conjunto históricamente relevante de relaciones sociales dentro del cual el trabajo es empleado para asegurar la supervivencia de las pesonas. Perspectiva émica: punto de vista desde el interior de algo. Perspectiva ética: una visión exterior a algo.

Pontil: vara de vidrio empleada para soplar el vidrio, y para sostener una botella mientras se concluye su manufactura. Proxemística: el estudio del espacio y su uso. Reconstrucción: reedificación de antiguos edificios en su localización original o cerca de ella. Reconstrucción cultural: en arqueología procesual es la visión del arqueólogo de lo que fue una cultura antigua. Restauración: acto de transformar construcciones históricas existentes para que se asemejen a su antigua apariencia. Sociedad: un grupo de personas que interactuan y comparten una cultura común. Piso de ocupación: piso o nivel sobre el cual se vivía. Superposición: principio según el cual los niveles de sedimento más profundos son más antiguos que los cercanos a la superficie actual, en el caso que no existir grandes perturbaciones en la estratigrafía. Terminus ante quem: “la fecha antes que”; se refiere a los casos en los cuales los artefactos pueden ser utilizados para datar sitios arqueológicos por referencia a fechas de fabricación conocidas. Terminus post quem: “la fecha después de la cual”; usada de la misma forma que el terminus ante quem. Valor de estimación, o estético: la posibilidad que un objeto tiene de causar satisfacción o una emoción específica. Valor de cambio: valor potencial que tiene un objeto en un intercambio. Valor de uso: potencial que un objeto tiene de cumplir una función clara.

10. LECTURAS SUGERIDAS Cada año que pasa más libros en Arqueología Histórica son escritos. Hasta el momento la mayoría de ellos son en inglés, sin embargo existe un crecimiento de aquellos libros escritos en otros idiomas. Aquí sugiero algunos de los más generales en el campo:

Andrén, Andres. Between Artifacts and Texts: Historical Archaeology in Global Perspective. New York, Plenum, 1988. Originalmente escrito en sueco, este libro brinda un fascinante y detallado relato de la Arqueología Histórica y de la manera en que es practicada en todo el mundo. El autor argumenta, desde una perspectiva europea, que el aspecto distintivo central de la Arqueología Histórica es la manera en que documentos escritos e información arqueológica son combinados. Andrén explora Egiptología, Arqueología de Mesopotamia, Arqueología Bíblica, y otras arqueológicas que utilizan información escrita.

Connah, Graham. The Archaeology of Australia´s History. Cambridge University Press, 1993. Este libro fue escrito por un pionero en la Arqueología Histórica australiana, y su propósito es demostrar lo que puede aportar ésta al estudio de la historia. Su estudio abarca desde arqueología de contacto entre los aborígenes, los indonesios y los europeos, hasta la arqueología de los primeros convictos australianos. También Connah considera el diseño de los hogares y del paisaje, dos temas de gran importancia en la arqueología histórica actual.

Crossley, David. Post-Medieval Archaeology in Britain. Londres, Leicester University Press, 1990. En este estudio el autor brinda una completa descripción y explicación de la arqueología post-medieval, término típico aplicado a la arqueología histórica en Europa. Tomando a Inglaterra como foco del libro, el período post-medieval es ubicado entre 1500 y 1800. Crossley discute los temas centrales en este campo, incluyendo paisajes rurales, arqueología urbana, fortificaciones, y arqueología industrial.

Deetz, James. In Small Things Forgotten: The Archaeology of Early American Life. New York, Anchor Press, 1977 (una versión revisada y ampliada de este libro fue republicada por la misma editorial en 1996) Un clásico de la Arqueología Histórica. Este libro expone las ideas de Deetz sobre el tema y a partir de sus trabajos en asentamientos coloniales ingleses en la costa este de Estados Unidos. A pesar de que muchos no concuerden con la posición teórica de Deetz, este libro todavía continua siendo de los más leídos y ampliamente utilizados.

Funari, Pedro Paulo Abreu. Arqueología. San Pablo, Atica, 1988. Un excelente pequeño manual sobre arqueología en general. Este libro contiene información concisa sobre el análisis y la interpretación en arqueología. Usando este manual los lectores obtendrán una comprensión amplia sobre qué es la arqueología moderna y lo que hacen los arqueólogos contemporáneos.

Funari, Pedro Paulo Abreu, Hall, Martin y Jones, Siam. (eds). Historical Archaeology: Back From the Edge. Londres, Routledge, 1999.

En los diecinueve capítulos de este libro, sus autores sostienen que la arqueología histórica no debe ser restringida solamente al estudio del colonialismo europeo, sino que debe incluir a todas las sociedades pasadas sobre las que existe documentación escrita. Los artículos incluidos tratan desde Grecia clásica, hasta Africa colonial, pasando por los romanos en Inglaterra y los africanos en Brasil.

Leone, Mark y Potter Jr, Parker B. (eds). The Recovery of Meaning: Historical Archaeology in the Eastern United States. Washington, Smithsonian Institution Press, 1988. Este libro contiene catorce artículos que representan las últimas ideas en Arqueología Histórica. Muchos de los autores pueden ser rotulados como arqueólogos críticos y objetan buena parte de los planteos de la New Archaeology. Algunos artículos analizan la arqueología histórica del mito, del poder, de los cambios culturales y de la ideología.

Leone, Mark y Potter, Parker B. (eds). Historical Archaeologies of Capitalism. New York, Plenum, 1999. Este volumen contiene nueve capítulos en los cuales los autores sostienen la necesidad de una arqueología histórica del capitalismo. Todos coinciden en resaltar que los arqueólogos históricos al tratar problemas importantes en la actualidad deben en cierto momento centrar su estudio en el capitalismo y en cómo las relaciones capitalistas, fueron construidas en el pasado. Los distintos capítulos tratan desde el estudio de granjas rentadas en el siglo XIX en el sur de Estados Unidos, hasta el tema de la raza en la ciudad de New York.

Noël Hume, Ivor. Historical Archaeology. New York, Alfred A. Knopf, 1969. Escrito por el arqueólogo formado en Gran Bretaña, ex-director del proyecto arqueológico de Williamsburg en Virginia, este libro fue durante muchos años el principal trabajo sobre arqueología histórica. Actualmente continua siendo muy utilizado, a pesar de que muchas de las ideas de Noël Hume sean anticuadas y la mayoría de los arqueólogos de formación antropológica no coincida con sus postulados.

Orser, Charles E. Jr. A Historical Archaeology of Modern World. New York. Plenum, 1996. Este libro ofrece un marco teórico para estudiar el pasado histórico en la teoría de las redes de trabajo. El autor sostiene que el estudio arqueológico de la historia moderna es diferente del prehistórico debido al impacto del colonialismo, eurocentrismo, capitalismo y modernidad. El libro ofrece como ejemplos a Palmares, un reino formado por esclavos fugitivos del siglo XVII en Brasil, y Gorttoose, una aldea de campesinos en Irlanda del siglo XIX. Orser, Charles E. Jr. Images of the Recent Past: Readings in Historical Archaeology. Walnut Creek, California: AltaMira Press, 1996. Volumen compuesto por veinte capítulos, presenta artículos de arqueólogos históricos que muestran el rango de posibilidades de trabajo en la disciplina. Los capítulos están divididos en las siguientes secciones: perspectivas recientes, personas y lugares, artefactos históricos: cerámica, estudios interdisciplinares, estudios del paisaje, y arqueología histórica internacional. Orser, Charles E. Jr. Historical Archaeology. New York: Harper Collins, 1995. Este libro puede ser considerado como el primer manual dentro del campo de la Arqueología Histórica. Si bien el foco esta centrado en Estados Unidos, debido a que los capítulos cubren varios aspectos metodológicos, el trabajo tiene una aplicación que excede los

límites territoriales. El libro trata temas como artefactos históricos, tiempo y espacio, ubicación y prospección de sitios arqueológicos históricos, y métodos de trabajo de campo. Schávelzon, Daniel. Arqueología Histórica de Buenos Aires: La cultura material porteña de los siglos XVIII y XIX. Buenos Aires, Corregidor, 1991. Este trabajo escrito por el arquitecto Schávelzon presenta los resultados de excavaciones en Buenos Aires. El autor incluye un análisis de los materiales excavados y a partir de ellos presenta una discusión sobre el desarrollo de la ciudad. Schuyler, Robert L. (ed). Historical Archaeology. A Guide to Substantive and Theoretical Contributions. New York, Baywood, 1978. Este libro contiene treinta y cinco artículos clásicos en Arqueología Histórica, entre 1911 y 1977. Algunos de ellos son muy difíciles de conseguir. Explican las diferentes ideas sobre la naturaleza de la Arqueología Histórica, presentan informaciones sobre el desarrollo de la arqueología pos-medieval e industrial, y ofrecen datos sobre técnicas analíticas e ideas sobre futuras tendencias tal como eran pensadas en 1977. South, Stanley. Method and Theory in Historical Archaeology. New York, Academic Press, 1977. Este libro fue el primer trabajo teórico completo en Arqueología Histórica. Siendo una llamado directo para el empleo de la New Archeology en Arqueología Histórica, durante muchos años fue ampliamente leído. South explica muchas de sus técnicas analíticas que todavía son empleadas y explora ideas sobre el papel de la Arqueología Histórica en la formulación de leyes generales de comportamiento humano. Zarankin, Andrés. Arqueología Histórica Urbana en Santa Fe la Vieja: El final del principio. Historical Archaeology in Latin America 10. Columbia, South Carolina: The South Carolina Institute of Archaeology and Antropology, 1995. En este estudio el autor discute la formación de la sociedad colonial en la región del Río de la Plata, entre los años 1573 y 1660. Centrando su estudio en la ciudad de Santa Fe la Vieja, Zarankin propone un modelo teórico-metodológico multidisciplinario que puede ser aplicado en arqueología urbana.

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