Introducción a la antropología de Ignacio Ellacuria

July 6, 2017 | Autor: J. García Solís | Categoría: Metaphysics, Ignacio Ellacuría, Antropología
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Descripción



Ellacuría, Ignacio. "Filosofía de la Realidad Histórica". 1° Edición. UCA Editores. San Salvador, El Salvador. 1990. Pág. 317
Ídem. Pág. 321
Ídem. Pág.325
Ídem. Pág. 338
Ídem. Pág. 377
Somour, Héctor. "Voluntad de liberación: El pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría". UCA Editores. 1° Edición. 2002.
Ellacuría, Ignacio. "Filosofía de la Realidad Histórica". 1° Edición. UCA Editores. San Salvador, El Salvador. 1990. Pág. 357

Ídem. Pág. 338
Ídem. Pág. 351
Ídem. Pág. 374
Ídem 383.
Ídem. Pág. 385
Ídem. Pág. 390.
Ídem. Pág. 270
Ídem. Pág. 391
Introducción a la antropología filosófica de Ignacio Ellacuría

Introducción
Estudiar a un filósofo como Ellacuría es una tarea harto difícil, en primer lugar por lo que de inacabado y fragmentario tiene su pensamiento, su brutal asesinato el 16 de noviembre de 1989 le impidió llevar a cabo la empresa filosófica que por ese tiempo ya estaba más o menos definida claramente; en segundo lugar, porque para leer e interpretar a Ellacuría hay que entender muy bien al filósofo vasco Xavier Zubiri. La obra de Ellacuría es una prueba de la amplia y productiva colaboración que ambos mantuvieron en vida, de forma que a veces se necesita de una gran precisión para determinar donde comienza y donde termina el pensamiento de uno u otro; en tercer lugar porque una filosofía de raigambre fenomenológico, como es esta, es algo que siempre exige a quien lo desea estudiar la necesidad rehacerlo, es decir, sumergirse en esa experiencia y empezar a filosofar desde ella.
Este pequeño ensayo quiere asumir estas dificultades y aspira a lograr mostrar qué tan importante es para la filosofía de la realidad histórica de Ellacuría la antropología zubiriana, para ello partiré del capítulo III del libro de Ellacuría que se titula "El componente personal de la historia". Pero aquí se plantea otra dificultad, a saber, las filosofías de Zubiri y Ellacuría son obras sistemáticas y por lo tanto no se puede analizar separadamente un concepto sin tocar el resto, esto por una razón muy obvia, porque el acto de intelección sentiente por el cual se actualiza en el mundo la realidad del hombre, es una acto física y radicalmente uno, cuyas diversas dimensiones solo se puede separar para ordenar el análisis pero teniendo en mente este carácter radicalmente unitario del acto.
Para poder mantener este escrito dentro de mis capacidades y dentro de unos márgenes razonables, me limitaré a un análisis de la realidad personal y brevemente abordaré el problema de la dimensión social del ser humano, dejando arbitrariamente de lado la dimensión histórica fundamentalmente por dos razones: Porque esta dimensión requiere un análisis más detallado, pues a mi juicio ahí es donde se encuentra la originalidad del pensamiento de Ellacuría; y en segundo lugar, porque sin la base del análisis personal y social no es posible una comprensión completa de la dimensión histórica. Así mismo debo advertir al lector que en este texto aparecerán conceptos claves en la filosofía zubiriana cómo: realidad, ser, mundo, cosmos, transcendentalidad, dimensión, estructura, sustantividad, intelección sentiente, respectividad; los cuales para mantener la brevedad y el tema lo más delimitados posibles, daré por conocidos. Para el lector no familiarizado con estos conceptos remito a las excelentes obras de introducción a la filosofía de Zubiri hechas por Diego Gracia y Antonio Ferraz: "Voluntad de verdad" y "El realismo radical", respectivamente.
Para analizar la influencia de la antropología de Zubiri en Ellacuría comenzaré describiendo, tal como hace Ellacuría, cómo aparece la persona en la aprehensión primordial. Luego pasaremos a analizar las acciones, habitudes y estructuras del ser humano. Luego estudiaremos el triple carácter del hacer humano en sus momentos de agente, actor y autor. Luego estudiaremos la realidad humana como esencia abierta y finalmente me detendré en la dimensión individual y en la dimensión social de la realidad humana. A manera de conclusión subrayaremos la originalidad de Ellacuría en este análisis antropológico
La realidad humana
Como de lo que se trata es de hacer una análisis filosófico de la realidad humana, tenemos que empezar por lo por describir como se nos "aparece" eso que llamamos vida en aprehensión primordial. Según Ellacuría, este análisis tiene dos vertientes: una por la cuál unas cosas nos afectan por medio de estímulos y tenemos respuestas para ellos, otra por la cual la vida aparece como cierta independencia y control específico sobre el medio. De modo que la vida se nos presenta como "yendo" de un estado al otro, este ir es justamente un discurrir, pero un discurrir que yo decido, que configuro, por lo que la vida es autoposesión en decurrencia. Analicemos ahora los tres planos en que se configura esta autoposesión decurrente y tratemos de ver los que esta tiene de humano.

Acciones, habitudes y estructuras
Acciones
Cualquier animal y, por lo tanto, también el hombre, se encuentra instalado entre las cosas, y de alguna u otra forma, tiene que vérselas con ellas, y justamente por este habérselas se haya en constitutiva actividad. Pero la forma en que se realiza esta actividad tiene una precisa estructura:
El momento de suscitación: Por medio de la suscitación el sentiente es afectado por los estímulos, poniendo en marcha toda la estructura de la acción
Modificación Tónica: La suscitación genera en el sentiente un cambio en el tono vital, esta afectación modifica el estado del animal
Repuesta: Es el proceso final del sentir, en este momento el sentiente desencadena frente al estímulo una nueva respuesta que lo deja en un nuevo estado.
Estado es, según Ellacuría: "Lo que llamamos Estado es un equilibrio dinámico. Es una especie de carácter estacionario que llamaré quiescencia. Estado es actividad en quiescencia. Pero el estado es la quiescencia de un equilibrio dinámico y modificable".
Esta capacidad de cambiar de un estado al otro por medio del proceso sentiente, es justo lo que llamamos comportamiento. Y el comportamiento nos da cierto control e independencia respecto del medio, por ello justamente es que los animales se autoposeen. Sin embargo, el mero sentir que hasta aquí he descrito no es más que un sentir estimúlico, es decir la suscitación es un estímulo que desencadena una serie de respuestas, esto es perfectamente válido para la gran mayoría de animales, excepto para el hombre.
El hombre no se comporta con los estímulos estimúlicamente, sino realmente, y por ello el hombre no tiene una respuesta preprogramada para lidiar con esos estímulos sino que se ha de hacer cargo de ellos realmente. Y esto modifica los tres momentos del proceso sentiente, la suscitación es aprehensión de una cosa real, la modificación tónica es una real afectación de mi estado, las cosas me afectan realmente, en tercer lugar la respuesta ya no puede ser únicamente instintiva sino ha de ser determinación de lo que realmente quiero. Por ello en el hombre la suscitación (impresión) es de realidad, el sentimiento es afectante y la voluntad tendente.

Habitudes
Pero las acciones no llevan a un plano profundo, pues antes de actuar entre las cosas, los seres vivos tienen que habérselas con ellas, este habérselas es lo que se denomina habitud, que los griegos llamaron Hexís. Las cosas con las que no las habemos "quedan" de alguna manera en el proceso sentiente, a ese físico quedar es a lo que Zubiri denomina "formalidad. Pues bien la forma de ese quedar es la que configura la habitud de los sentientes.
En la impresión sentiente animal la forma de quedar, la formalidad, es algo objetivo independiente del animal. Esa formalidad Zubiri la denomina estimulidad. Las cosas quedan como independientes del animal, pero como signos objetivos de respuestas, es decir estímulos que desencadenan una respuesta.
Diferente es el caso del hombre, la forma en que las cosas quedan en la impresión del hombre, es una radical alteridad respecto del sentiente, las cosas no quedan como signos objetivos, sino como cosas reales. Entonces el hombre no se las tiene que haber con estímulos, sino con realidades, por ello el término de esta habitud no es estimulidad sino formalidad de realidad, en la formalidad de realidad las cosas quedan como algo "de suyo", veamos cómo lo dice Ellacuría:
"La realidad es una formalidad física de lo estimulante. Por ello sin salirnos del estímulo, al quedar ante nosotros como algo de suyo, no solo trasciende en la aprehensión de su carácter estimulante a su carácter real, sino que por ser real remite, a cuanto de suyo es realidad".
Así la realidad adquiere un carácter de prius en la impresión sentiente y en su virtud, ya no quedamos instalados en el mero estímulo, sino quedamos prendidos de la realidad.
Y esta habitud por la que quedamos instalados en la realidad es la inteligencia, por lo que intelección sentiente es la héxis radical del animal humano, de ahí que tanto para Ellacuría como para Zubiri, la definición radical del ser humano sea la de "animal de realidades". Pues estamos instalados, querámoslo o no, en la realidad; y en su virtud, el hombre no vive en un medio pre-determinado, sino en un mundo, un mundo que tiene que rehacer constantemente.

Estructuras
Ahora bien ni las acciones o las habitudes son lo radical de la realidad humana, sino que hemos de encontrar la unidad radical primaria sobre la que se fundan la acciones y habitud humana, y encontramos que su fundación está en la estructura misma de la sustantividad humana. Veamos ahora un párrafo, cuya longitud lo justificaba su fundamentalidad para entender lo que sigue:
"La realidad humana no es una sustancia ni unidad sustancial, sino unidad sustantiva, un sistema clausurado y cíclico de notas constitutivas. En esta concepción, una nota es siempre nota-de todas las demás, donde el [de] pertenece intrínseca y formalmente a la nota en cuestión; en su virtud, la unidad de la cosa real sustantiva es la unidad de un [de]. Por ello la unidad, es la unidad de un constructo de notas, es sistema. Ahora bien, en el sistema, su unidad constructa se constituye físicamente en la diversidad de notas, es sistema. Ahora bien, en el sistema, su unidad constructa se constituye físicamente en la diversidad de notas, de modo que la diversidad de notas no es sino la explanación de la unidad del constructo, es estructura. Toda cosa real tiene así un in, que es la unidad primaria de su [de], y un ex que son las notas-de. El ex del in, la explanación de las notas constructas es lo que formalmente constituye la estructura.".
Este párrafo es un magistral resumen de la teoría de la esencia zubiriana. Ahora esto aplicado a la sustantividad humana descubre varias cosas fundamentales de acuerdo con Ellacuría, en primer lugar toda sustantividad tiene dos clases de notas unas adventicias y otras constitutivas, al sistema de notas constitutivas Zubiri le denomina esencia, este sistema de notas son las que le dan unidad coherencial primaria a la sustantividad.
En el caso del hombre, podemos identificar dos subsistemas de notas: por una lado, el hombre está constituido por un σομα, por un cuerpo, y este el que nos instala físicamente en la realidad y gracias al cuerpo es que la aprehensión primordial tiene un momento físico, así el las notas del cuerpo son un sistema de notas organizadas muy precisamente, en este sentido el cuerpo es organismo. Organismo he ahí el primer subsistema de la esencia humana. Pero el hombre tiene otro subsistema que es el que fundamenta su inteligencia, es la ψιξὲ, es decir el sistema de notas psíquico, que podría muy bien (como dice Zubiri) denominarse alma si este término no estuviera tan trillado, pero las notas písquicas (volición, sentimiento e inteligencia) carecen de sustantividad.
La sustantividad humana es, en realidad, la integración de los dos subsistemas, el psíquico y el orgánico, esta es la unidad coherencial primaria de lo humano, en el hombre todo lo orgánico transcurre psíquicamente y todo lo psíquico transcurre orgánciamente. Pero en última instancias estas notas, son notas infundadas, son las notas radicales de la sustantividad humanas, pues gracias a ellas el hombre trasciende a la realidad animalmente y se instalé de lleno en el ámbito de lo real, gracias a este sistema de notas infundadas el hombre es animal de realidades, donde el de tiene ese preciso sentido de ser la unidad radical de dos subsistema.

La realidad humana como esencia abierta
Toda esencia que en su momento talitativo es un sistema coherente de notas, tiene el momento del "de suyo" por el cual es una cosa real. Ahora bien hay distintas maneras de ser "de suyo", por ejemplo el de las materias no vivas esta diferencia no es muy importante, talitativamente el hierro tiene unas ciertas notas, notas que son de suyo, pero al ser del hierro no le afecta en gran medida la distinción entre talidad y transcendentalidad, es decir entre notas físicas y el carácter de realidad.
Ahora bien la vida animal, habíamos dicho, es autoposesión en decurrencia, pero el decurso animal solo se mueve en la talidad, esto porque el animal tiene ya un conjunto de respuestas instintivas para los diferentes estímulos. Así los animales son conclusamente "suyos", es decir viven encerrados en la talidad y no pueden salir de ella, es una actividad enclasada, es lo que es y hace lo que hace en virtud de sus notas talitativas, es lo que Ellacuría siguiendo a Zubiri llama, sustantividades clausuradas.
Ahora bien el hombre es un tipo de sustantividad peculiar, ya que no solo se mueve en el ámbito de lo real sino que además se aprehender a sí mismo como real, el hombre aprehende las cosas realmente como "de suyo", y se aprehende a sí mismo como "de suyo", el hombre es reduplicativamente suyo, es suidad. Y por este carácter particular, por esta radical instalación en el ámbito de lo real y por saber a sí mismo real, es que el hombre no vive ni puede vivir enclasado, su actuación es una radical realización, el hombre vive haciendo su propio carácter de realidad, y por ello, por haberse podido elevar hacia el ámbito de la realidad el hombre es un absoluto en sentido etimológico, vive suelto-de las cosas y puede realizarse libremente entre ellas; pero es un absoluto relativo, ya que está condicionado a realizarse materialmente en lo real, esta absolutidad relativa es la característica del animal de realidades.
El hombre es, habíamos dicho un sistema psico-orgánico y ambos subsistemas son afectados por el carácter de suidad de la sustantividad humana. En primer lugar el hombre es lo que Ellacuría llama un "cuerpo de realidad", y esto en primero lugar significa la pocisionalidad real de la sustantividad humana, un hombre "está aquí", y se realiza desde ese carácter de pocisionalidad; en segundo lugar porque en ese cuerpo está la realidad de cada hombre, cada hombre es así el lugar de la realidad. Pero el hombre no es solo organismo, también hay un subsistema psíquico, el cual por medio de la inteligencia hace posible que esa sustantividad ya real, sea algo realizable en el plano de la realidad, pero también el hombre debe optar por una cierta figura de la realidad y lo hacer por la voluntad, finalmente por optar por una figura de realidad entre otras posible, el hombre va atemperando su propia figura de realidad.
En este apartado he tratado de analizar cómo analiza Ellacuría el carácter sentientemente abierto de la sustantividad humana, cuales son las características de ésta y como la sustantividad humana es algo que ha de realizarse en el ámbito real, y este análisis es fundamental para entender el desarrollo posterior del realismo histórico ellacuriano. Ha lo expuesto aquí sirva de conclusión el siguiente párrafo:
"En definitiva, las sustantividad human es un constructo estructuralmente abierto a propio carácter de realidad. Es una realidad que trascendentalmente ha de realizarse. Esta es la función trascendental de la estructura. Esta estructura tiene un principio cuya función transcendental es constituir la realidad humana como realizanda, un principio por el cual se constituye como realizable, un principio por el cual se determina a realizarse, un principio por el cual se encuentra temporalmente realizada. Estos caracteres son principios del constructo estructural en cuanto tal, son momentos principiantes del de mismo en cuanto tal. En esto consiste la apertura es una apertura estructural y trascendental. Como la unidad de estos principios es primaria, también lo es la apertura. La apertura, que en su vertiente talitativa es orgánica, intelectiva, volitiva y sentimental, en su vertiente trascendental tiene que ver con la propia realidad como realidad y con la realización propia".
El triple carácter de la acción humana
Hasta ahora hemos vista el análisis que hace Ellacuría sobre la sustantividad humana, cuál es su estructura propia, cuál es su modo de habérselas y como es el proceso suscitante que desencadena la acción. Quiero detenerme en este apartado, a analizar el triple carácter que forzosamente envuelve la acción humana.
El hombre tiene que actuar, porque en ese hacerse cargo de la realidad, en ese irse realizando humanamente como esencia abierta, es exclusivamente un carácter práxico, el hombre se realiza por medio de sus acciones, pero esas acciones encuentran según Zubiri tres modos específicos:
Como agente
Se refiere exclusivamente al carácter práxico de la acción, a la acción física, el hombre como realidad sentiente, para hacerse cargo de la realidad, realiza unas determinadas acciones, el momento físico del realizar mismo, convierte a la persona en agente de sus acciones. O como lo dice Ellacuría el agente es de aquel del cual proviene el hacer .O sea, que en término zubirianos el agente corresponde al mero momento talitativo de la praxis.

Como actor
Esta idea de raigambre orteguiana, convierte a la persona humana en mero actor de su tiempo, es decir esos "influjos" y "determinaciones" de las que habla Ellacuría le vienen dados por el determinado momento histórico y por la determinada sociedad en que le ha tocado vivir al sujeto. Así, nos convertimos en "hijos de nuestro tiempo" literalmente, por la refluencia de estos factores sobre el momento práxico, el propio Ellacuría lo define de la siguiente manera: "… Aquella dimensión de la praxis humana por la cual el hombre es actor en su vida del papel que la historia le ha forzado a representar… la vida cobra así el carácter de aceptación…". Así, el momento histórico que nos ha tocado en suerte delimita las acciones que podemos hacer o elegir hacer, no nos queda otro que "aceptar" este influjo que nos pone la historia en nuestras acciones.

Como autor
Este es el momento donde el carácter de esencia abierta propio del animal de realidad, pues yo puedo elegir dentro de unas posibilidades, claro que son unas posibilidades que el proceso histórico me ha entregado por tradencia, pero puedo elegir entre cuales realizar y cuales obturar, por lo cual me convierto en autor de mi propia vida, puede realizar el proyecto de mi vida, como su autor.
Héctor Samour define al humano como autor en las siguientes palabras: "Por estar abierto a la realidad y tener que habérselas con ella, el hombre es autor opcional del argumento de su vida; por ello la trama de su vida no está compuesta únicamente por la mera continuidad y unidad de sus acciones, sino que a la vez está estructurada argumentalmente por la textura de sus opciones, a través de las cuales le va dando figura a la propia vida".
Claro que este poder realizar, en el sentido radical de poder crear nuevas formas de realidad, está siempre limitado por la refluencia que tiene el carácter de "actor" de las acciones. Pero lo que importa, a mi modo de ver, en el pensamiento ellacuriano es este carácter de autoría de la propia vida, que en definitiva va co-creando nuevas formas de realidad. Por ello es que es posible eso de "revertir, subvertir, la historia y lanzarla en otra dirección", porque nos podemos apropiar de nuestras opciones. Esa una de las cosas más importantes que le hace ver Zubiri a Ellacuría: que cada quien, dentro de un marco de opciones tradentemente entregadas, puede elegir y optar para crear nuevas formas de realidad, es lo que podrá hacer posible la liberación en la historia. Porque la historia ha dejado de ser el desarrollo de ciertas necesidades y se ha convertido en el reino de las posibilidades, y es este carácter de autoría es el que le entrega a la historia su nota de apertura radical y máxima de la realidad. Por ello en la realización de una historia humana y liberadora descansa la esperanza de América Latina.


Las dimensiones de la realidad humana
Hasta ahora hemos estudiado la estructura sustantiva del animal de realidades, su habitud radical con la cual se enfrenta a las cosas y hemos analizado el triple carácter de la acción humana. Ahora bien al ser la sustantividad humana un sistema estructurado de notas, hay que tener en cuenta que la sustantividad humana es una sustantividad mensurada, es decir, que actualizada según diversos respectos formales, frente a los cuales se nos muestran diversas dimensiones que conforman la sustantividad humana. Así Zubiri sostiene que hay tres dimensiones de la realidad humana: La individual, la social y la histórica. Ellacuría hace en el capítulo III de su libro Filosofía de la realidad histórica, un análisis de las primeras dos dimensiones, reservando a la última un capítulo completo.
Por las limitaciones de este trabajo nos limitaremos a seguir el análisis que Ellacuría hace en el Capítulo III, en el que aborda la dimensión individual y la dimensión social. Antes de pasar al análisis de ambas dimensiones, es necesaria una precisión sobre la filosofía zubiriana, me refiero a la diferencia entre ser y realidad. Habíamos dicho que realidad es el carácter por el cuál las cosas se nos actualizan de suyo, en propio, y esa dimensión del "de suyo" es la que abra todo el ámbito de la realidad para Zubiri, pero si la realidad tiene el carácter de ser prius ¿Dónde deja esto al ser? Pues bien, para Zubiri ser la actualidad de lo real en el mundo, es una suerte de re-actualización por la cual se reactualiza como momento del mundo. De este modo, dice Zubiri, el ser es realitas in essendo, realidad siendo, el ser es el físico carácter del "estar" en el mundo de la cosa real.
Ellacuría aplica esta distinción entre ser y realidad a su análisis del ser humano. Él separa su análisis en el momento trascendental (el momento de lo real qua real) y el análisis talitativo (el momento del ser). Usaremos está distinción para hacer un análisis en dos partes tanto de la dimensión individual como de la dimensión social, en su momento talitativo y en su momento trascendental. Cabe recalcar que estos dos momentos, no son dos momentos separados, como si lo trascendental estuviese por encima de lo talitativa, más bien se encuentran en intrínseca y radical unidad, si Ellacuría opta por separarlo es solo por la claridad expositiva, como lo dice él mismo:
"La proyección de notas puede tener diversos modos, según diversos respectos formales. Pues bien cada uno de ellos es lo que llamo [dimensión] porque en cada uno de ellos se mide o se mensura la realidad de la cosa entera. Como la cosa real entera está entera en cada dimensión resulta que en su proyección según una dimensión se hallan implicadas, en una u otra forma, las demás dimensiones; por tanto en lugar de excluirse las dimensiones se implican mutuamente".


Dimensión individual
La realidad personal
Ya hemos dicho algunas características de la persona en tanto realidad, sabemos que la habitud radical por la cual el ser humano se instala en el ámbito de la realidad es la intelección sentiente, y que la realidad humana es aprehendida (en aprehensión primordial) como un "suyo" que es "suyo", de forma que la realidad humana es suidad, es decir el hombre es reduplicativamente de suyo.
Analicemos ahora qué significa, en el orden trascendental, esta suidad. Por lo pronto ya vimos que el hombre se aprehende a sí mismo como algo indeterminado, la intelección sentiente abre el ámbito de la realidad al hombre, pero también le actualiza su carácter de esencia abierta, de forma que el hombre por ser animal de realidades es una animal radicalmente incompleto, necesita hacerse, más precisamente necesita realizarse. Y este su realizarse, es un realizarse frente al todo de la realidad, como un absoluto, es decir suelto-de cualquier determinación, porque la figura que tenga que realizarse es algo completamente indeterminado, es algo por lo que tiene que optar libremente, de forma que, como dice Zubiri, la realidad humana no es hypokeimón, no es una sustancia que soporte una serie de accidentes que la determinen, sino que hyperkeimenón, es un absoluto que se realiza por encima-de esa notas, y en su virtud, es que los actos del hombre revierten sobre él configurando la propia figura de su vida, pidiéndole cuentas, así el animal de realidades, es a una, realidad moral.
Ahora bien la tradición filosófico moderno ha dicho que lo que funda al ser humano es justo su Yo, desde el análisis zubiriano este es radicalmente falso. El Yo no puede ser fundamento de nada, sino unos de los dinamismos de la realidad persona. Veamos como dice Ellacuría que la realidad humana fundamenta la yoidad, ya que esto será vital para entender lo que sigue.
A este momento trascendental Zubiri lo llama personeidad, es decir a los caracteres de la realidad personal en tanto realidad, y la personeidad es el fundamento de YO, ahora ¿Cómo la personeidad funda la subjetualidad? Pues bien lo que el Yo expresa es un cierto modo de autoposesión, un modo que está fundado en otros. Para Ellacuría el modo radical como esta autoposesión se expresa es el pronombre personal me, lo que funda todo el dinamismo de la yoidad es justo el "me", me siento con hambre, me siento alegre, son las formas radicales de autoposesión. Pero la realidad humana no se detiene ahí sino que se "me", se me actualiza como un "mí", me siento hambriento y esa es MI hambre, finalmente esa hambre se actualiza como subjetualidad: Yo estoy hambriento. Como lo dice Ellacuría:
"La subjetualidad consiste en ser realidad reduplicativamente propia en la triple forma estructural del me, mí, yo. La subjetualidad por tanto, radica en la personeidad y la personeidad se constituye en la aprehensión de la realidad propia como propia, en la apropiación metafísica como propia"
Ahora es momento de atender al análisis no ya de la propia realidad en tanto realidad, sino de la propia realidad, del Yo reactualizado como momento del mundo.

El ser persona
El animal de realidades es una realidad indeterminada, una esencia abierta tanto en virtud de su carácter de realidad como en virtud de sus notas, por lo que debe constantemente realizarse, optar por una figura de su vida entre muchas posibles, y justamente la figura que va realizando es la personalidad. La personalidad es la reactualidad mundanal de la personeidad. La personalidad es justamente esa figura que mi Yo va cobrando por su tener que realizarse en el mundo.
Para un trozo de hierro la diferencia entre ser y realidad no es significativa pues su actualidad en el mundo no representa un cambio en su estructura sustantiva, pero para el hombre es absolutamente vital, pues es justamente en esa reactualidad por la cuál el hombre está siendo en el mundo, que su Yo va cobrando una figura determinada, que va realizando su propia realidad, se va haciendo cargo de su realidad. Por esta razón es que el hombre no es una mera zoé, sino es fundamentalmente un bios, una biografía, y esta biografía es, justamente, su hacerse en estructural temporal. Y por eso la personalidad tiene ese carácter particular de un haber sido, a un estar siendo, hacia una posible figura; por ello viviendo mi vida, voy cambiando la propia figura de mi Yo.
Y en este carácter de actualizar en el mundo mi personeidad, de forjar mi personalidad es que se fundamenta en última instancia la figura de mí Yo, por forjar mí bios desde mí zoe es que la acción humana se abre hacia su triple carácter de agente, actor y autor que veíamos anteriormente. Esta acción se mueve en el plano de las posibilidades, entre mi estar siendo y mi figura futura interpongo las posibilidades que la tradición me ha entregado, y a partir de ellas construyo un proyecto, una proyección de mi propia figura. Pero esto genera una tremenda inquietud metafísica, pues como piensa Ellacuría, así como la intimidad metafísica remite mi ser a la realidad, junto a ella está la inquietud metafísica de mi realidad que va a ir configurando lo que va hacer de ella.
Por todo ello dice Ellacuría:
"El hombre ha de justificar la creación de unas posibilidades y la obturación de otras, ha de justificar la posibilidad preferida y ha de justificar sobre todo, la actitud general frente a distintos sistemas de posibilidades, en cuanto esta actitud condiciona la decisión moral fundamental de su vida: lo que va a ser de él porque es lo que quiere ser. De ahí que lo que ha de justificar ante sí mismo y lo que va a calificar verdaderamente su personalidad, es el proyecto general de su vida, la figura de su ser querido…Es una autoposesión no solo transcurrente sino además problemática. Mi propio ser es cuestión de cada día; soy constitutiva inquiescencia y esto hace que mi vida sea constitutiva misión, envío de mi realidad a mi ser por medio de mis propias opciones"
Y de aquí entendemos porque Ellacuría decía que era posible un mal radical, pues yo puedo optar por una mala figura de mi vida, puedo optar por una figura de mi vida que me deshumanice, el mal no es solo una posibilidad, sino una posibilidad tan radical como el bien. Ellacuría ve n nuestro país como se ha conformado la figura de la vida de un mal hombre, un hombre que no solo es inhumano sino deshumanizante de los demás.
Ahora bien hasta ahora hemos hablado del Yo como un Absoluto, en el plano talitativo y en el trascendental, el crítico de Ellacuría podría considerar que esta es una posición solipsista e idealista del Yo, una subproducto de la filosofía de la conciencia moderna. Nada más lejos de la verdad, puesto que para Zubiri todo lo real es respectividad, es decir una cosa real lo es en función a las demás cosas reales, la apertura de la realidad es una apretura a otras cosas reales, y este carácter de respectividad revierte sobre el Yo configurando su yo, porque el yo no es posible sin un tú, sin un él, el carácter del yo se forja en la respectividad mundanal:
"Lo que significa es que cada realidad personal es un Yo y que esa misma realidad personal tiene que presentarse a la manera de un yo, manera que co-afirma la presencia de un tú y de un él; yo tú-él son tres maneras necesarias en las cuales ha de afirmarse el Yo…Son, en este sentido, maneras de ser Yo, maneras necesarias por la necesaria versión y la necesaria presencia de otros animales de realidades en mi propia realidad animal."
Esto es así, porque el ser humano, en virtud de su esquema reduplicativo genéticos es miembro de un phylum, de una especie, a la cual necesariamente se encuentra vertido, la cual forma parte necesaria de su realidad, tanto por lo que tiene de genético como por la presencia necesaria de otros animales de realidades en mi propia realidad. El phylum es principio plurificante y diferenciador, por eso el animal de realidades es un ser radicalmente di-verso, porque somos diferente y estamos necesariamente, filéticamente, vertidos a los otros animales de realidades, por eso antes de estar en el mundo, los otros ya están en mí y yo estoy en los otros.
Esta reflexión nos sitúa de lleno en el último punto de este trabajo, en la dimensión social de la realidad humana que estudiaremos en sus dos momentos, lo que tiene de real y su momento talitativo mundanal, su ser.
Dimensión social
La tradición ha repetido hasta la saciedad que el hombre es un animal social, Zubiri también afirma esto, pero toda la dimensión social está fundada en la realidad, por ello lo social no es sino otro respecto desde el cuál se actualiza la sustantividad humana. Esto no debe entenderse como si la dimensión individual y social fuesen esferas separadas en la realidad humana, todo lo contrario, la sustantividad humana es a una individual y social, por ser individual es social y por ser social es individual, son dimensiones estructurales que co-determinan la sustantividad humana.
La realidad social
Como ya vimos, el hombre lleva consigo un esquema filético reduplicativo, en virtud de su propia realidad sustantiva el hombre no solo está individualmente vertido a los demás, sino que también convive con ellas, convive con ellos realmente y este convivir es el fundamento de oda socialidad. Quede claro que esta socialidad no es algo añadido al hombre, sino que éste desde su propia realidad y por su propia realidad está radicalmente vertido a los demás, es una versión dada ya en el propio esquema genético.
Por ello, señala enérgicamente Ellacuría que los demás ya están en mí. Antes de que yo vaya a ellos, los otros ya están metidos en mí vida, y lo están en virtud del esquema filético que me constituye, este esquema me fuerza a habérmelas con el "haber humano", de modo que toda situación humana, es una co-situación humanizadora, que me coloca de lleno en el mundo humano:
"La versión genética del animal de realidades a los demás tiene esta precisa estructura: haber humano, otros míos, otros como yo, otros que yo. Sólo en esta cuarta fase es cuando se tiene lo que plenamente llamamos convivencia. Los con son los otros que yo"
De esta convivencia radical con los demás, es que el yo se encuentra formando con los demás un cuerpo social, que no es mero recurso lingüística, sino una física presencia de los demás en mi vida, convivir es formar cuerpo con los demás, es mi presencialidad real y física con los demás en la vida de los demás y en mí vida de los demás. De forma que por esta presencia radical los demás refluyen sobre mi propio carácter de realidad, esta refluencia no es relación sino la posibilidad de toda relación, es determinación. Determinación de mi propia carácter de realidad necesariamente vertida, y en virtud de esa versión los otros determinan mi propia realidad, y esta mutua determinación es justo el cuerpo social. Esta forma de pensar le permite sacar a Ellacuría una conclusión arto interesante, y es que uno está realmente presente a los demás y los demás están realmente presentes en uno, formando la unidad del cuerpo social.
Cabe señalar que el hombre no es social porque haya optado por serlo ,sino que es social porque es realmente social, es decir la dimensión social es una respecto en el que se actualiza la sustantividad humana, que mensura su realidad entera por lo que aún el más ermitaño de los hombres lleva en sí lo social, su realidad social.



El ser social
Ahora tenemos que analizar qué significa para el hombre ser social, como su realidad social es actualizada como momento del mundo, o dicho de otra manera: ¿Cómo es realmente lo social? Así reactualizada, la realidad social se transforma en ser social.
Decimos que los hombres tenemos mucho "en común". Pues bien lo que tenemos de común es justamente nuestra realidad social actualizada. No es comunidad, sino el fundamento de toda comunidad, la comunalidad. El hombre es formalmente comunal. Esta comunalidad lleva a que la afirmación absoluta de cada uno signifique la afirmación absoluta de los demás, hay en la afirmación absoluta de sí mismo, la afirmación de cada uno de los demás, una fundamental comunalidad. Y es por ello que la afirmación de los otros es una afirmación en tanto otro, lo que quiere decir que la comunalidad, es un proceso de impersonalización.
He aquí la primera forma del ser social de la realidad humana, el ser social es ser impersonal, esto porque algo se hace común en el sentido que no es nadie, pero con la afirmación implícita de que es cualquiera, este cualquiera es el "todos impersonal" en que el ser social consiste, empero esta impersonalidad puede cobrar nombre propio cuando se abre hacia la comunidad.
Pero hay un riesgo que Ellacuría observa en esta impersonalización:
"He aquí la radical tragedia de lo social: los otros impersonalizados me impersonalizan, con lo cual mis actitudes y mis acciones quedan impersonalizadas por un proceso de despersonalización, con lo cual se cae en un círculo de progresiva alienación y deshumanzación".
Así es como los verdugos pueden despersonalizar a sus víctimas, pueden despojarlas de su rostro de su carácter personal, pero este modo refluye sobre la propia realidad del verdugo alienándolo y deshumanizándolo. Y esta es una cosa que Zubiri no pensó nunca, porque no era cosa que se pudiera pensar en España, sino que Ellacuría la pudo vivir junto a los marginados y desposeídos salvadoreños, pudo ver como la sociedad salvadoreña había entrado a un torbellino de deshumanización, una deshumanización que es una posibilidad metafísica de la realidad humana:
"El mundo que se le ofrece al hombre que viene a este mundo, puede ser un lugar inhóspito y alienante; la persona comenzara así su proceso de personalización en condiciones sumamente adversas y esto para su determinación metafísica, para la determinación metafísica de su propio ser."
Esto lo vive y lo ve claramente Ellacuría en nuestra sociedad salvadoreña, como ya habíamos dicho la dimensión social y personal no son sino respectos formales de una unidad sustantiva, de forma que una sociedad alienante y deshumanizante refluye sobre la propia configuración de lo que será mi ser personal, y esa forma de ser personal refluye a su vez sobre el ser social. Ellacuría ha logrado, con la metafísica zubiriana, hacer una lectura original y profunda del hombre y la sociedad salvadoreña, y esta forma de pensar tan original es la que lo mueve a la praxis, porque ahí donde la impersonalización de lo social se vuelve deshumanización, late la posibilidad de que sea todo lo contrario:
"La socialidad como forma distinta se convierte en comunidad, en comunión personal. La comunalidad del ser humano cobre entonces un carácter propio: un proceso positivo de personalización"
Un proceso en el cual mi afirmación personal, sea a una la personalización plena de los demás, entonces la impersonalización de lo social puede ser también humanizadora y liberadora, claro que hay que trabajar positivamente para lograr, que la afirmación plena del otro en tanto que otro, sea a un tiempo liberadora y humanizadora de mi propia realidad personal:
"En este momento de la realidad social reduplicativamente personal, en la cual se realiza el pleno reconocimiento del otro, se alcanza la posibilidad real de la amistad y del amor. El amor y la amistad recogen en plenitud todo el proceso de unidad, de liberación y de libertad que empuja a la naturaleza, se hace presente en la animalidad del hombre y se hace realidad en el animal de realidades; se hace sociedad en el cuerpo social y se cumple como comunión personal en la entrega de dos persona que se entregan integralmente como personas. En la entrega mutua es todo lo que se entrega, pero el todo de la entrega estriba en el reconocimiento de carácter propio, íntimo y absoluto, pero siempre en comunión de aquel que se entrega personalmente, de aquel que se entrega en persona".
De forma que ambas dimensiones, lo social y lo personal, son diferentes pero no antagónicas, por el contrario están llamadas a potenciarse mutuamente, pues es el haber humano con el que se encuentra aquel que viene al mundo, en el que hunde sus raíces para formarse como persona.








Conclusión
He querido mostrar en estas líneas, como dije al principio, la recepción de la antropología zubiriana, pero creo que el exponer las ideas de Ellacuría ha permitido, al mismo tiempo, ver claramente su radical originalidad. Si bien las bases fundamentales siempre son zubirianas, las radicalizaciones de Ellacuría son el resultado de su profunda reflexión sobre la realidad salvadoreña. Una realidad que condenaba por injusta y deshumanizante, que analiza con categorías tomadas de Zubiri, pero que van más allá del propio Zubiri por lo que tienen de radical.
El compromiso de Ellacuría con la realidad histórica del país es un compromiso, no producto de una visión ideologizada o superficial de las cosas, sino un compromiso radicalmente metafísico, trascendental, o, como creo que le gustaría decir, un compromiso radicalmente REAL, un compromiso por luchar para la humanización del hombre, de la sociedad y de la historia salvadoreña, un compromiso radicalmente filosófico y profundamente cristiano.
Su análisis del hombre y de la sociedad, que como se ha podido ver parten de Zubiri. Los usa para interpretar el que fue su país, un país con el cual tenía un compromiso profundo, un compromiso lleno de amor, de entrega y de libertad; un compromiso tan profundo que hasta dio su vida por él. Sus verdugos querían que su muerte fuera principio de más deshumanización, de más violencia, de más alienación; pero el compromiso y su amor por nuestro país, por su país, era tan gran que se transformó en todo su contrario, al final su vida sirvió para lo que tanto trabajo, para reconciliar a la sociedad salvadoreña y poner fin a una desgarradora guerra. Ahora nos suenan proféticas sus palabras en uno de sus últimos discursos en España: "Si mi sangre sirve para que no se derrame la de un salvadoreño más, que así sea". Ellacuría tenía claro que su tarea podría significar su muerte, pero estaba gustoso y pronto a darla, si ésta significaba el alto a la violencia.
Creo que lo más importante, para quienes estudiamos en la que fue su universidad, y que amamos la filosofía, es recordar que si bien es necesario el agudo análisis filosófico, es igual de importante el compromiso con la realidad histórica, el compromiso por hacer posible una hombre más libre, una sociedad humanizante, una historia plena. El verdadero compromiso filosófico, creo, es algo como lo que vivió Ellacuría: es entregarse plenamente, integralmente a aquello que el análisis filosófico nos dice que ha de hacerse, y el análisis de la dimensión antropológica y social de la sustantividad humana, llevaron a Ellacuría a su compromiso radical con la realidad salvadoreña.





Bibliografía

Ellacuría, Ignacio. "Escritos Filosóficos. Tomo II". 2° Edición, UCA Editores. San Salvador, El Salvador. 2007
"Antropología de Xavier Zubiri". Pág. 71-149
"Esquema general de la antropología zubiriana" Pág. 285-359
"Introducción Crítica a la antropología filosófica de Xavier Zubiri. Pág. 555-664
Ellacuría, Ignacio. "Filosofía de la Realidad Histórica". 1° Edición, UCA Editores. San Salvador, El Salvador, 1990.
Samour, Héctor. "Voluntad de liberación: El pensamiento Filosófico de Ignacio Ellacuría". Primera edición. UCA editores. San Salvador, El Salvador. 2002.
Zubiri, Xavier: "El hombre y Dios". Edit. Alianza, Madrid, España. 1981.







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