Intervención arqueológica en la Iglesia de San Juan de Colindres

June 23, 2017 | Autor: Rafael Del Castillo | Categoría: Historical Archaeology, Funerary Archaeology, Modern cementery, Historic Cemetery
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Descripción

Actuaciones arqueológicas en Cantabria ARQUEOLOGÍA DE GESTIÓN

EDITORES: ROBERTO ONTAÑÓN PEREDO GUSTAVO SANZ PALOMERA

2004-2011

Consejería de Educación, Cultura y Deporte

Edita: Gobierno de Cantabria, Consejería de Educación, Cultura y Deporte Editores: Roberto Ontañón Peredo y Gustavo Sanz Palomera Imágenes portada: Plano topográfico. Individuo 2. Reutilización de la sepultura de lajas en la Edad Moderna, Javier Marcos Martínez y Lino Mantecón Callejo. D.L. SA 357-2014 © De los textos e imágenes: Los autores © De la edición: Gobierno de Cantabria, Consejería de Educación, Cultura y Deporte Los editores no se hacen responsables de las opiniones vertidas en los artículos que componen esta obra.

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Roberto Ontañón Peredo y Gustavo Sanz Palomera (eds.)

Intervención arqueológica en la Iglesia de San Juan de Colindres

Rafael Bolado del Castillo Enrique Gutiérrez Cuenca José Ángel Hierro Gárate La intervención arqueológica en la Iglesia de San Juan de Colindres vino motivada por los movimientos de tierras previos a la rehabilitación del muro perimetral de la iglesia, ubicada en Colindres Alto, y llevados a cabo por el Ayuntamiento de Colindres, con el fin de acondicionar la zona para crear un mirador con vistas a la Ría de Limpias. La obra dejó a la luz un amplio corte en el terreno que nos permitió documentar un total de 9 unidades estratigráficas entre las que destacan la U.E. 4, 5 y 6, correspondientes a la necrópolis del siglo XIX, a un nivel de enterramientos anterior y a un conchero de Cerastoderma sp. (berberecho). La necrópolis del siglo XIX El desmantelado del muro, que a su vez servía de contención de los enterramientos modernos, provocó el desplazamiento de un indeterminado número de individuos que quedaron dispersos por las proximidades. Una rápida limpieza

del

corte,

nos

permitió

documentar

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inhumaciones in situ (Individuo 1 y 2), inmediatamente encima de la U.E. 5, así como una acumulación de restos desplazados hacia las faldas del perfil, que debieron pertenecer a un mismo individuo que hemos denominado Figura 1. Corte estratigráfico.

Individuo 3.

El Individuo 1 se localizó a 5,36 m desde el comienzo norte de la terraza, con el cráneo hacia el sur y las extremidades hacia el norte. Estaba representado parcialmente por el fémur izquierdo, el hueso ilíaco izquierdo, fragmentos de las apófisis transversas diestras y costillas del mismo lado, y restos de las falanges distal, media y proximal de los dedos índice, anular y corazón de la mano derecha. Sobre el hueso coxal aún se conservaba un botón de hierro con cuatro perforaciones correspondientes a la vestimenta del difunto. Figura 2. Individuo 1.

El Individuo 2 estaba ubicado a 70 cm de distancia a la

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izquierda del muro que parece delimitar el cementerio (U.E. 7), asentado justo por encima de la U.E. 5. Con la bóveda craneal hacia el norte y las extremidades hacia el sur, se hallaba representado por varios fragmentos del cráneo y la tibia derecha. En ninguno de los casos se procedió a su extracción al no verse afectada su conservación por la obra. La acumulación de huesos que denominamos Individuo 3 apareció a escasos 1,20 m del extremo norte del muro perimetral, y a menos de 15 cm del Individuo 1. Todo parece indicar que se trata de una misma inhumación desplazada por la obra de la que únicamente pudimos recoger 136 piezas entre fragmentos óseos y huesos. En lo que respecta a los restos humanos dispersos por la zona procedentes de enterramientos afectados, se recogieron un total de 482 ejemplares junto a numerosos clavos de ataúd y la única pieza de ajuar recuperada: un rosario de cobre con cuentas azules y granates de pasta vítrea, un objeto muy común en los enterramientos católicos desde su invención en el siglo XIII por Santo Domingo de Guzmán. Cortando a la U.E. 1, 2, 3, 4, 5, y asentándose sobre esta última, se hallaron los restos de un muro (U.E. 7) de 1,90 m de alto por 60 cm de ancho realizado con sillares medianos e irregulares trabajados por la cara vista que identificamos con lo que pudo ser el muro de cierre de la necrópolis del XIX, pues, una vez traspasado el mismo, las evidencias arqueológicas desaparecían. Establecer una fecha aproximada para el comienzo de las inhumaciones de la U.E. 4 actualmente resulta inviable, aunque parece que nos encontramos en una zona que ha servido durante largo tiempo de cementerio como se aprecia en el nivel inmediatamente inferior (U.E. 5) compuesto por restos de tejas y huesos humanos con una patinación más antigua. Muy posiblemente, evidencias de una necrópolis anterior destruida durante las obras de acondicionamiento del cementerio moderno en las que se crea el muro delimitador del mismo (U.E. 7). Los momentos finales de su utilización sí han podido ser rastreados en las actas del Ayuntamiento de Colindres. Las primeras noticias al respecto las tenemos el 5 de abril de 1865, momento en el que el párroco Mateo de Somarriba expone la “necesidad de habilitar un nuevo campo santo por la circunstancia de haber ya donde colocar los cadáveres”. Ante tal situación, la corporación acordó “que en el mismo sitio y al suroeste del antiguo pudiera ensancharse en el terreno de D. Pedro Salcines Suarez”, debiendo expropiarse dichos terrenos. El 22 de noviembre del mismo año el Gobernador intenta posponer el expediente de expropiación buscado obtener el terreno de Pedro Salcines por medios más convenientes o designar otra ubicación adecuada: “… el objeto de la reunion era motibado de la comunicación que habia recibido del señor Gobernador civil de la Provincia en la cual…prestaba que antes de seguir formando el expediente de expropiación forzosa para el ensanche del Campo Santo, se tratara de adquirir por los medios mas conbenientes el terreno que se pretendia agregar de D. Pedro Salcines Suarez o en otro caso designar otro terreno adecuado y que tubiera las condiciones igienicas…”. El propietario se niega a todo acuerdo propuesto, por lo que al final se opta por la expropiación, dando lugar a una nueva polémica entre los miembros de la corporación1 en la que José María Mazón, Joaquín Rebart y Manuel Sáinz Trapaga

1

Miguel María Valle, Marcelino Ochoa Arce, Ramón de la Peña, Manuel de los Cuetos, Manuel Sáinz de la Calzada, Fernando de la Pedrosa, Cayetano Bustillo, José María Mazón, Joaquín Rebart y Manuel Sáinz Trapaga.

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votan contra el proceso de expropiación alegando que la medida era antihigiénica, por distar el cementerio 40 pies de la puerta de la parroquia, y antieconómica, al tratarse los terrenos en vías de expropiación de los mas productivos del pueblo: “Los Señores del Ayuntamiento…dijeron que tenian el sentimiento de no poderse abrir al dictamen de la mayoria porque creian que era antihigienica y antieconomica. Antihigienica porque el actual cementerio dista proximadamente sobre cuarenta pasos de la puerta de la Parroquia, siendo su suelo arcilloso en la superficie y en el fondo, que es antieconomica porque el terreno que se trata de expropiar para agrandarlo es de los mas productivos de este pueblo, y se sabe que su dueño, D. Pedro Salcines Suarez se opone a la expropiación…” Un año después, el 13 de octubre de 1866, aún se recogen en las actas del Ayuntamiento noticias sobre la ampliación del cementerio al persistir la intención de obtener los terrenos de Salcines. Éste había escrito al Ayuntamiento con el fin de realizar una reunión de una junta de mayores contribuyentes para convencerles de “la conveniencia de acordar la formación del cementerio en otra parte”, dejando constancia en ella de que “como vecino protestaba todo cuanto se practicase con respecto al ensanche del cementerio actual, por hallarse situado contra todo lo que las leyes vigentes tienen prevenido sobre la materia. Que como dueño del terreno protesta la reunion por no haberse llevado los requisitos que prescribe la ley…” A partir de este momento toda noticia respecto al cementerio de Colindres y su ampliación se pierde, quedando únicamente constancia de que en 1883 ya no se realizaban inhumaciones en el antiguo camposanto, sino en las instalaciones actuales, por lo que podemos afirmar que en algún momento de la década de los 70 del siglo XIX se abandonaron las prácticas funerarias en las proximidades de la Iglesia de San Juan. Cabe señalar igualmente que la finca perteneciente a Pedro de Salcines Suárez no llegó a ser expropiada ni usada para el fin propuesto como demostró la cubeta estéril que los operarios realizaron en estos terrenos. Las inhumaciones primarias Bajo la necrópolis del XIX se desarrolla la U.E. 5 hasta el muro perimetral (U.E. 7) que la utiliza de base. Esta unidad se compone de un revuelto de tierra negruzca con piedras, fragmentos de tejas y restos humanos de patinación más antigua que los procedentes de la U.E. 4. La obra no afectó ni provocó movimientos de tierra que alterasen la conservación de este nivel lo que trajo como contrapartida, a falta de una excavación, una parca documentación del mismo. Por lo que pudimos apreciar en el corte estratigráfico, la U.E. 5 se corresponde con los niveles más tempranos de inhumaciones en las proximidades de la Iglesia de San Juan, fechados en algún momento entre la Tardoantigüedad y la Edad Media. Dichas inhumaciones quizás deban ponerse en relación con el Monasterio de San Juan y San Jorge que, según la tradición, se encuentra debajo de la actual iglesia, aunque no existe ninguna evidencia material del mismo. La destrucción de la U.E. 5 debió de producirse durante el acondicionamiento del terreno para la creación de un nuevo cementerio ya en la Edad Moderna, posiblemente en el siglo XVI, cuando en 1580 se realizan obras de reparación de la iglesia.

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El Conchero A escasos 2,45 m hacia el norte del muro de cerramiento (U.E. 7) hizo su aparición un pequeño conchero (U.E. 6) dispuesto en forma de lengua que se introducía en el perfil, bajo la U.E. 5, de 2,36 m de largo máximo por una anchura variable entre 1 m y 60 cm.

Figura 3. Conchero de Cerastoderma sp.

El trazado que iba a ser necesario para elaborar la zanja de cimentación del nuevo muro perimetral atravesaba por la mitad al conchero por lo que se procedió a realizar un sondeo de urgencia que nos permitiese documentarlo. Se marcó un área de 3x1 m subdividiéndose en tres sectores de 1x1m, de los cuales se excavó aquel que consideramos menos afectado por la obra. Este pequeño conchero de 3 cm de potencia únicamente aportó evidencias malacofaunísticas de Cerastoderma sp., junto con un ejemplar de ostrea edulis y 4 de Ruditapes decussatus, todas ellas con un alto grado de fragmentación y procedentes de la cercana Ría de Limpias. Realizar una aproximación cronológica para este tipo de acumulación de Cerastoderma sp. es altamente difícil, pues nos encontramos ante un yacimiento único en Cantabria, cuyo paralelo más próximo pudiera ser el yacimiento del Alto Maliaño conocido como El Ostrero. La ausencia de materiales más determinantes que puedan ser puestos en relación con el conchero nos obliga a proponer para él un amplio marco cronológico que abarca desde el momento en que estos recursos alimentarios comienzan a ser explotados durante el Mesolítico hasta la Tardoantigüedad o Edad Media, a tenor de la disposición estratigráfica. Bibliografía Bolado del Castillo, R.; Callejo Gómez, J.; Gutiérrez Cuenca, E. y Hierro Gárate, J.A. (2009): “Un patrimonio olvidado: el caso de los cementerios históricos”, Actas de las VIII Jornadas de ACANTO, 88-94.

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