Intervención arqueológica en el castillo de Larrés (Sabiñánigo, Huesca) (II)

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Descripción

N.º 173 - NOVIEMBRE 2015

Intervención arqueológica en el castillo de Larrés (Sabiñánigo, Huesca) (II)

José Luis Cebolla Berlanga y Francisco Javier Ruiz Ruiz Arqueólogos profesionales: [email protected] y [email protected]

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LARRÉS DURANTE LA EDAD MEDIA

a primera noticia histórica sobre Larrés se remonta al comienzo del reinado de Ramiro I, al año 1035, cuando era tenente del lugar Íñigo Garcés. José Garcés (1997: 9) propuso la existencia de una torre defensiva ya en el siglo xi, aunque no hay constancia documental hasta el año 1299, cuando se menciona la existencia de la Torre de la Res como sede de un señorío que dominaba varios núcleos de población (J. Garcés, 1997: 7). Este último documento se refiere a la venta del señorío por parte de Ruy Ximénez de Ribas a Martín Pérez de Arbea.

del siglo xv cuando la baronía de Larrés sea heredara por la poderosa familia Urriés, debido al matrimonio de Fadrique de Urriés con Martina Pérez de Arbea (J. Garcés, 1997: 7). Los Urriés llegaron a constituir un poderoso linaje con numerosos señoríos repartidos sobre todo por el Alto Aragón y las Cinco Villas; establecieron su sede en Ayerbe, donde construyeron un gran palacio entre finales del siglo xv y el xvi, y ya en el siglo xviii alcanzaron el título de marqueses de Ayerbe.

En este sentido resulta una sugerente hipótesis de trabajo la posibilidad de identificar la U.E. 1004 con el basamento de una primitiva torre de planta circular (Fig. 1). Sin embargo, sería necesaria una nueva intervención arqueológica al exterior del castillo para acreditar dicha hipótesis y estratigráficamente no puede ser datado con anterioridad al siglo xiii. En relación a estos primeros momentos, la existencia de un pequeño hábitat rural se ve refrendada por el hallazgo en la fosa U.E. 2 de cerámicas de los siglos XII-XIII (Figs. 2-3). A partir del siglo XIV las referencias históricas son algo más abundantes. Según refieren las crónicas de Jerónimo Zurita (libro XII, caps. 15-16), en julio de 1413 el castillo de Larrés fue tomado por las huestes de Antón de Luna, que tras el Compromiso de Caspe había organizado la rebelión de esta zona del Alto Aragón en favor del conde de Urgel. Será justamente a comienzos

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Figura 1.Cimentación del muro U.E. 1004

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Desde finales del siglo xiv y durante toda la centuria siguiente, los Urriés lucharon encarnizadamente contra otras familias nobiliarias, especialmente contra los Gurrea, en el marco de las violentas banderías que asolaron el Alto Aragón. Para solucionar uno de estos enfrentamientos entre gentes de Larrés, Escuer y Arguisal, en 1453 tuvo lugar una reunión con el señor de Larrés, Juan de Urriés y Arbea, dentro de la barbacana “de la torre de Larrés”, según refiere la documentación (M. Gómez, 1989: 299).

EL CASTILLO DE LARRÉS El castillo es una obra de mampostería con sillares de diferentes tamaños en las esquinas. Se caracteriza por su planta rectangular con dos torres de desigual tamaño situadas en esquinas opuestas, planta muy similar a la de otros castillos o palacios fortificados altoaragoneses como Permisán y Baells, datados en el siglo xvi, o el recinto fortificado de Lavelilla (A. Castán, 2004: 306). Como ya se ha indicado contó con un recinto fortificado con barbacana “de la que quedan restos, al este, con dos aspilleras para arcabuz, y de una coracha aspillerada que bajaba al río, por la parte norte” (J. M.ª Establés, 1993: 19).

El edificio principal, de aproximadamente 19 x 17 m., posee dos pisos en altura y las estancias se distribuyen alrededor de un patio central con cuatro arcos apuntados que soportan el piso superior. El acceso se abre en uno de los lados largos, protegido por dos troneras de la torre mayor. Es una puerta de medio punto y sobre ella se sitúa un pequeño escudo con las barras de Aragón. Su aspecto actual se asemeja más a un castillo-palacio de claro carácter residencial, debido a sus ventanales con dintel monolítico apoyado en ménsulas laterales, a los amplios vanos rectangulares y a los escasos elementos defensivos (saeteras y troneras), que tan sólo se observan en las torres. La torre mayor (8.40 x 6.70 m.), situada en la esquina Noroeste, posee cuatro pisos, cubriéndose los dos primeros con bóveda de medio cañón. El primero era la planta noble con ventanal, chimenea y enmorrillado de cantos

Figura 2. U.E.2: escudillas con vidriado melado (1-3), escudilla bizcochada (4) y jarras bizcochadas (3-8). Dibujo Inmaculada Soriano

rodados. Exteriormente cuenta con escasos vanos, dos grandes ventanales y varias troneras a la francesa, como las dos que flanquean la puerta de entrada al castillo. En la torre menor (7 x 4.70 m.), ubicada en la esquina Sudeste, prevalece la función defensiva, pues apenas se abren minúsculos vanos y cuatro saeteras.

Los diversos autores que han estudiado el castillo de Larrés se muestran de acuerdo en que, pese a su aspecto arcaizante, el edificio responde en líneas generales a una construcción posiblemente del siglo xvi, que quizás reutiliza parte de una fortaleza anterior. Sin embargo, difieren a la hora de analizar las diferentes fases constructivas del mismo, por ello plantearemos una posible evolución arquitectónica a partir del registro arqueológico y la propia observación del edificio (Fig. 4). Como ya apuntó Antonio Naval (2007: 174), la torre mayor fue construida con finalidad residencial, como ocurre con otras muchas torres de cierta envergadura (Escuer, Lárrede, serrablo

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Navardún, etc.). Además presenta una notable diferencia de alineación con el resto del conjunto, claro indicio de su origen primigenio. Teniendo en cuenta estos datos y las noticias documentales que hemos detallado, resultaría lógico pensar que esta torre pudo ser construida durante el siglo xiv por los Pérez de Arbea, entonces señores de Larrés.

Poco tiempo después se le añadiría al Este un nuevo edificio anexo de planta rectangular (J. M.ª Establés, 1993: 18), quizás coincidiendo con el paso del señorío a manos de los Urriés ya en el siglo xv. Poco podemos añadir arqueológicamente sobre esta ampliación, tan sólo hemos podido localizar la banqueta de cimentación U.E. 1012 de este nueva nave, que corta la fosa U.E. 2 datada entre los siglos xiixiii. Sin embargo, su fábrica en nada difiere con las cimentaciones atribuibles a la reforma del siglo xvi.

No obstante, el análisis arquitectónico de estas primeras estructuras sí ofrece algunos datos que apoyan esta hipótesis sobre las primeras fases constructivas del castillo, que según la cita de 1453 todavía debía ser poco más que una torre. Por un lado, como ya habían destacado ambos autores, la existencia en la primera planta de una puerta con arco apuntado que permite la comunicación entre ambos edificios. Por otra parte, la existencia de dos saeteras en la planta baja, abiertas en el lienzo Sur de ambas edificaciones y que actualmente apuntan hacia el interior del castillo. Una de ellas, medio tapada por la restauración, se ubica junto a la puerta de la torre y la otra junto a la puerta con arco apuntado del edificio anexo. Ambas no tienen razón de ser con la actual configuración del castillo, sólo cumplirían su función defensiva en un momento anterior a la construcción del edificio principal.

La gran ampliación y remodelación del castillo, que lo convierte más bien en un palacio fortificado, tuvo lugar ya en el siglo xvi. En esta fase se debió levantar la torre Sur y el edificio principal, estructurado en torno al patio porticado, pues se observa una gran uniformidad en el aparejo. Además se realizaron diversas reformas como la apertura de las puertas anteriormente citadas en la planta baja o las troneras de la torre mayor. La parquedad de los hallazgos arqueológicos, que 24

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se circunscriben a las diversas cimentaciones de los muros perimetrales y de los pilares que sujetan los arcos apuntados (UU.EE. 1011, 1013 y 1006-1010), hace que poco se pueda añadir a lo ya conocido, ni se pueda precisar su cronología. No obstante, el hallazgo de la cimentación de un muro de mampostería (U.E. 1002) viene a completar la planta del castillo y el pequeño agujero de poste U.E. 1005 nos ilustra sobre los sistemas constructivos empleados en la época para sujetar la cimbra de construcción de los arcos apuntados del patio.

La intervención arqueológica ha permitido documentar una serie de obras de mantenimiento durante los siglos xvii-xviii consistentes en la realización de una fosa (U.E. 1) y la construcción de un canal para evacuar las aguas residuales (U.E. 1003). El suelo de cantos rodados (U.E. 1001), que cubrió la mayor parte de la planta baja, tuvo por fuerza que elaborarse una vez acabados estos trabajos, muy posiblemente aún durante el siglo xviii. Todavía se conservan en

Figura 2. U.E.2: olla reductora (1), olla con decoración incisa de ondas (2), asas de jarras con decoración incisa de puntos (3-4), ungulaciones (5-7) o líneas (8). Dibujo Inmaculada Soriano

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Fig. 4.- Fases constructivas del castillo de Larrés.

el pueblo similares enmorrillados pavimentando calles o las entradas a las casas, que podrían datarse en el siglo xviii a partir de las fechas inscritas en el dintel de entrada a estas casas.

Los Urriés siguieron detentando su jurisdicción sobre Larrés hasta la supresión de los señoríos a finales del siglo xix. Sin embargo, hacía mucho tiempo que residían en Zaragoza, contando con apoderados que se encargaban de los asuntos de Larrés (J. Garcés, 1997: 8). Muy probablemente durante el siglo xix comenzó el deterioro del castillo, que fue vendido por Juan Nepomuceno Jordán de Urriés, último señor de Larrés, entre finales del siglo xix y principios del xx, acentuándose desde entonces su estado ruinoso. ■

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