Interpretaciones posibles del proyecto político villista

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Descripción



Salmerón Sanginés, Pedro. "Un proyecto revolucionario" en La División del Norte, la tierra y la historia de un ejército del pueblo, México, Planeta, 2006, p. 315-316.
Reed, John, México insurgente, Sarpe, p. 87.
Knigth, Alan. La revolución mexicana: Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, Grijalbo, 1996, p. 670.
"Ley Agraria Villista" en Bransboin, Hernán y otros (Compiladores): La Revolución Mexicana. Documentos fundamentales, 1910-1920, Buenos Aires, Manuel Suarez, 2004, p. 85-91.
Reed, John, México insurgente, Sarpe, p. 97.
Brading, David A.: "Introducción. La política nacional y la tradición populista" en Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995, p. 23.
Knight, Alan. "Caudillos y campesinos en el México revolucionario, 1910-1917" en Brading, David A. (Comp.)(1980): Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995, p. 51.
Las dicotomías geopolíticas serían campo/ciudad y localidad/poder central.
El movimiento orozquista sería su predecesor, quien organizo una resistencia de guerrillas frente a la opresión de Porfirio Díaz, hacia finales de 1910.
Knigth, Alan. La revolución mexicana: Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, Grijalbo, 1996, p. 666.
Según Alan Knight, los testimonios sobre la construcción de 50 escuelas por parte de Villa serían parte de la leyenda.
Knight, Alan. "Caudillos y campesinos en el México revolucionario, 1910-1917" en Brading, David A. (Comp.)(1980): Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995, p. 67.
Knigth, Alan. La revolución mexicana: Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, Grijalbo, 1996, p. 673.
Katz, Friedrich. "Pancho Villa, los movimientos campesinos y la reforma agraria en el Norte de México" en Brading, David A. (Comp.)(1980): Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995, p. 95.
Ídem, p. 104-105.
Salmerón Sanginés, Pedro. "Un proyecto revolucionario" en La División del Norte, la tierra y la historia de un ejército del pueblo, México, Planeta, 2006, p. 314.
ídem, p. 322.



Interpretaciones posibles del proyecto político villista


Prólogo

En este trabajo intentaremos revisar las distintas interpretaciones sobre el proyecto político que Pancho Villa y su movimiento intentó desplegar en el Norte mexicano, y más específicamente en Chihuahua. La idea principal de la monografía es poder explicar el porqué de los valores e ideas que sostenía el villismo (en forma de decretos y reformas).
En la primer parte reseñaremos cuáles fueron esas ideas, algunas utópicas y otras pragmáticas, plasmadas en: decretos, medidas económicas, testimonios de época y sus proyectos de ley. En una segunda parte, haremos hablar a aquellos intelectuales que se dedicaron a estudiar al villismo y la Revolución mexicana. Allí revisaremos cuales son las posturas frente al proyecto villista –si es que creen que existe como tal- y los fundamentos ideológicos de aquel según sus particulares investigaciones. Luego, el trabajo cuenta con un examen de fuentes, en donde se intentará dar una visión superadora – o al menos integradora- a partir de las posturas de los historiadores. Por último, se cuenta con una conclusión que apunta a definir y medir los resultados de la monografía.


Introducción

La travesía de Francisco Villa había comenzado mucho antes de convertirse en el general de la División del Norte, y esos orígenes ya tenían raíces míticas. Hasta su primera juventud, el "Centauro" tenía otro nombre, que fue con el que nació: Doroteo Arango (nacido el 5 de junio de 1878). Y bajo ese mismo nombre también se conservan leyendas, como la que cuenta sobre el asesinato del patrón de Hacienda, en represalia por haber violado a su hermana. Desde ese momento es que Doroteo se ve obligado a estar proscripto de la ley, como si estuviera interpretando un papel de cowboy en una película norteamericana.
Cumpliendo su destino de outlaw (fuera de la ley), se unió a Ignacio Parra, con el que formó un ejército de bandoleros. Pero más allá de su reputación como el "bandido más famoso de México", su trabajo consistía en hacer negocios con su poder de fuego, ya que comerciaba cueros y ganado con Estados Unidos, aprovechando la cercanía de la frontera. Esa relación con el país del norte sería más que comercial, hasta el punto de que muchos "gringos" se le unieron a la banda.
Incluso cuando vivía del contrabando, Doroteo ya perfilaba como una figura influyente en Chihuahua, dado que se ganaba la simpatía de los pobres repartiendo dinero y objetos obtenidos en sus hit-and-run (asaltos). Con el estallido de la revolución, el Centauro se incorporó en los ejércitos de Madero, lo que habla de una voluntad de poder muy fuerte, sabiendo que la carrera militar es la única manera de ascender posiciones en la escala social, al menos para un hombre que había nacido para ser peón de estancia (ya que era de origen humilde y analfabeto). Dentro de esta organización es que él toma el nombre de Francisco Villa, un oficial superior asesinado al cual debía reemplazar en el cargo.
Su entrada a la historia grande de México se hace cuando asume el mando de la División del Norte, en 1913. Hasta ese momento sólo había sido un subordinado de otros caudillos militares como Cástulo Herrera, Francisco Madero y Venustiano Carranza. Pero Villa, a partir de aquí, sería un protagonista de la revolución, dado que buscaba construirse una posición desde el norte mexicano. Está claro que no quería ser presidente, pero al ejercer el mando de la División del Norte también tomó la gobernación de Chihuahua, donde ya era un hombre fuerte e influyente. Desde allí llevó a cabo su proyecto político. Ya no tenía que escaparse de la ley ni encomendarse a otro: este era el momento de representar a su pueblo y crear poder.


El pensamiento y la práctica villista

A pesar de que muchos historiadores quieran ubicar al movimiento como agrario-socialista, la práctica política que llevó a cabo Villa en Chihuahua pareciera tener otros caracteres. En realidad, es difícil clasificarlo dentro de un tipo u otro de ideología. Por lo tanto, veremos cuáles fueron sus medidas y sus proyectos al mando de la gobernación para intentar entender sus posturas.
Algunas de las primeras medidas que se tomaron para fortalecer la alianza con el pueblo de su provincia fueron el restablecimiento de la autonomía municipal y la disminución de impuestos. A su vez, el ascenso de su gobierno en 1913 significó el desplazamiento de la deslegitimada clase política adicta al gobierno de Porfirio Díaz, acusada de administrar la provincia para su propio provecho económico.
Entre otras medidas dispuestas a favorecer el consumo, Villa se apresuró a fijar precios bajos en productos fundamentales como los de la carne. Luego, a pocos días de tomar el poder, el 12 de diciembre de 1913 se redactó el "Decreto de confiscación de bienes de los enemigos de la Revolución", del cual reproduciremos sus pasajes más importantes:

"General Francisco Villa, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en el Estado de Chihuahua y, conforme al Plan de Guadalupe, Gobernador Provisional del mismo Estado, de acuerdo con las facultades extraordinarias de que me hallo investido, he tenido a bien decretar lo que sigue:
(…) necesario es, para salvar a nuestra nacionalidad, cortar el mal de raíz, teniendo que llevar a cabo, además de otros procedimientos de salud pública conforme se vayan haciendo necesarios, la confiscación de los bienes pertenecientes a los malos mexicanos que han comerciado con la vida humana y que son los inmediatos responsables del derramamiento de nuestra sangre.
(…) Primero. Son confiscables y se confiscan, en bien de la salud pública, y a fin de garantizar las pensiones a viudas y huérfanos causados por la defensa que contra los explotadores de la Administración ha hecho el pueblo mexicano… los bienes muebles e inmuebles y documentaciones de todas clases pertenecientes a los individuos Luis Terrazas e hijos, hermanos Creel, hermanos Falomir, José María Sánchez, hermanos Cuilty, hermanos Lujan, J. Francisco Molinar…
(…) Segundo. Una ley reglamentaria que se dictara al triunfo de nuestra causa, determinara lo relativo a la equitativa distribución de esos bienes, pensionando primeramente a las viudas y huérfanos cuyos miembros hayan defendido a la causa de la justicia desde 1910; en seguida se tendrán en cuenta los defensores de nuestra causa para el reparto módico de esos terrenos…
(…)Tercero. Todos los bienes confiscado serán administrados por el Banco del Estado…"

Según testimonios del periodista John Reed, estas confiscaciones se alzaron con "siete millones de hectáreas e innumerables empresas comerciales de la familia Terrazas, así como las inmensas posesiones de los Creel y los magníficos palacios que habitaban en la ciudad."
Pero Villa no se animó siquiera a tocar las propiedades de alemanes, ingleses y norteamericanos, puesto que las confiscaciones se centraron en aquellos "mexicanos ricos que habían oprimido al pueblo". Aunque también fueron confiscadas propiedades de españoles, bajo la excusa de que ellos "destruyeron el imperio indio y esclavizaron al pueblo" y luego, por si fuera poco, apoyaron a Porfirio Díaz.
Estas confiscaciones fueron la base económica del ejercito villista, de ahí la importancia que tiene este documento. Fue el propio núcleo de jefes del movimiento quien se ocupó de administrar estas propiedades, con las cuales se alimentaba a sus seguidores y se compraba armamento. También, en caso de hambrunas o alza de precios, el gobierno tenía la capacidad de vender los productos de estas fincas a precios reducidos, fundamentalmente de trigo y maíz. Las confiscaciones implicaron la abolición de deudas que muchos peones contraían con los grandes propietarios porfiristas.
Una consecuencia importante del decreto es la creación del "Banco del Estado", que dentro de sus facultades estaban las de facilitar préstamos a agricultores pobres. Esto no se cumplió dado las presiones económicas impuestas por la guerra del ejercito villista, pero estaba proyectado para una futura victoria que nunca llegaría.
Luego, para resolver el problema del faltante de plata y billetes, Villa mandó a imprimir dos millones de pesos en papel sólido, moneda que sólo estaba legitimada por la fuerza del ejército. También se determinó un aflojamiento de las relaciones de aparcería: se dispuso que bajo ninguna circunstancia se podía pedir más del 50% de la producción a modo de pago por ejercer la mediería. Aunque, este decreto era más que insuficiente, porque puso un límite máximo muy alto y no resolvió la tenencia de la tierra de los medieros.
Según algunos testimonios, se dice que el régimen villista repartía beneficios con el pueblo más pobre. Pero estas dadivas no pasaban de ser un capricho benefactor, sin ningún tipo de institucionalización.
Quizás, el proyecto más importante y ambicioso del villismo sea la ley agraria de 1915, que nunca se implementó dado a que en ese año comenzaría el declive final de la División del Norte bajo el mando de Pancho Villa. Este proyecto de ley muestra claramente las ideas del movimiento, ya no en un panorama local, sino en una visión con alcance nacional. Sus pasajes más significativos son:

"CONSIDERANDO: Que siendo la tierra en nuestro país la fuente, casi la única de la riqueza, la gran desigualdad en la distribución de la propiedad territorial ha producido la consecuencia de dejar a la gran mayoría de los mexicanos, a la clase jornalera, sujeta a la dependencia de la minoría de los terratenientes, dependencia que impide a aquella clase el libre ejercicio de sus derechos civiles y políticos. (…) En tal virtud he tenido a bien expedir la siguiente: LEY GENERAL AGRARIA:
Artículo 1º: Se considera incompatible con la paz y la prosperidad de la República la existencia de las grandes propiedades territoriales. En consecuencia, los gobiernos de los Estados, durante los tres primeros meses de expedida esta Ley, procederán a fijar la superficie máxima de tierra…
Artículo 2º: (…) el Gobierno de cada Estado toma en consideración la superficie de este, la cantidad de agua para el riego, la densidad de su población, la calidad de sus tierras… para determinar el límite más allá del cual la gran propiedad llega a constituir una amenaza para la estabilidad de las instituciones y para el equilibrio social.
Artículo 3º: (…) Los Gobiernos de los Estados expropiaran, mediante indemnización, dicho excedente, en todo o en parte, según las necesidades locales. (…)
Artículo 4º: Se expropiarán también los terrenos circundantes de los pueblos indígenas…
Artículo 12º: Las tierras expropiadas en virtud de esta Ley se fraccionarán inmediatamente en lotes que serán enajenados a los precios de costo además de gastos de apeo, deslinde y fraccionamiento, más aumento de diez por ciento que se reservará a la Federación para formar un fondo destinado a la creación del crédito agrícola del país. (…) II. No se enajenara a ninguna persona una porción de tierra mayor de la que garantice cultivar. (…) V. Los terrenos que se expropien conforme a lo dispuesto en el artículo 4º se fraccionarán se fraccionaran precisamente en parcelas cuya extensión no exceda de veinticinco hectáreas y se adjudicaran solamente a los vecinos de los pueblos.
Artículo 14: (…) Los aparceros tendrán en todo caso el derecho de ser preferidos en la adjudicación de los terrenos que se fraccionen conforme a esta Ley o por lo propietarios respecto de las parcelas que hubieren cultivado por más de un año.
Artículo 18: El Gobierno Federal podrá autorizar la posesión actual o adquisición posterior de tierras en cantidad mayor que la adoptada como límite, según el articulo 1º, a favor de empresas agrícolas que tengan por objeto el desarrollo de una región, siempre que tales empresas tengan el carácter de mexicanas y que las tierras y aguas se destinen al fraccionamiento ulterior en un plazo que no exceda de seis años (…)"

Como adelantábamos, aquí se denota detalladamente la propuesta política a largo plazo del villismo. También se muestran algunas concepciones que están lejos de ser radicales desde el punto de vista económico.
Pero más allá de sus medidas concretas o menos concretas, Villa tenía un "sueño", que aquel periodista norteamericano inmortalizaría en sus relatos. John Reed cuenta que Francisco Villa creía que la nueva República no debería tener ejército, porque este no significaba más que el apoyo de los tiranos. En su reemplazo, se establecerían colonias militares. Grandes extensiones de tierras serían dadas a los veteranos de la revolución, y el estado crearía grandes industrias. En la nueva nación, los ciudadanos trabajarían solo tres días de la semana y en el resto recibirían educación militar. Cuando México se vea invadido, es entonces que el propio pueblo, y no un ejército del gobierno, se levantará y defenderá a la patria.


Las miradas al proyecto villista

Los distintos historiadores, especializados en la revolución mexicana y en Pancho Villa, dieron distintas interpretaciones al material anteriormente expuesto. Pero comencemos por uno de los primeros intelectuales que se interesaron por el "Centauro del Norte": John Reed.

"Reed pintó un vivido contraste entre la dinámica figura de Pancho Villa y la corrupta camarilla que rodeaba al envejecido Venustiano Carranza. Proclamó al exbandido de Chihuahua 'el amigo de los pobres, el Robin Hood Mexicano'."

Pero al mismo tiempo que definía a Villa en sus aspectos bondadosos, también lo hacía en sus características negativas: si Francisco era un "Robin Hood", no podía ser más que una figura anárquica, carente de estatura política como para gobernar el país. En algún punto, Reed veía a su protagonista como una figura romántica, más creíble como un mito que como un político.
El célebre historiador Alan Kight hace un fuerte hincapié en que los proyectos políticos de Villa tenían un arraigo cultural y geográfico. El villismo representaría un tipo particular de protesta y reivindicación vinculado a su posición rural y serrana. No habría rasgos de una lucha social con fundamentos "clasistas", pues las divisiones geográficas y políticas eran más importantes que las económicas. En fin, lo que al pueblo ranchero y campesino movilizaba era una lucha por la autonomía que, indirectamente, desembocaría en una recuperación de las tierras usurpadas por los administradores del gobierno. Es decir, la rebelión en Chihuahua, que tenía orígenes anteriores al propio villismo, era un movimiento localista que fue incorporando su contenido social y nacional a partir de las circunstancias políticas. Por ejemplo, para Knight el desarrollo de políticas agraristas se comprenden en el villismo por la necesidad de un apoyo activo de los campesinos norteños en las milicias, por eso es que nunca se vio un arraigado ímpetu agrarista como el que se expresó en el Morelos de Zapata.
Sin embargo, Alan Knight esgrime también otras posibles interpretaciones de por qué no hubo una política agrarista concreta. Existían fuertes obstáculos en contra de la reforma agraria a base del reparto de tierras:

"La economía pecuaria del norte difícilmente se prestaba a la división de tierras que permitían los fértiles valles de Morelos. En el norte… el patrón de uso de la tierra y la escasez de agua hacían difícil –si no imposible- tal reparto…"

Y esto, sin nombrar que el propio ejército necesitaba de las tierras confiscadas para subsistir y mantenerse en pie de guerra.
Alan Knight define al movimiento villista como un bandolerismo social institucionalizado. Él describe a este régimen como débil en su ideología y sin una reforma "estructural" planeada, pero fuerte por su actitud generosa, en consecuencia: un régimen genuinamente popular, que se apoyaba más en la legitimidad que en la coerción. En principio, el término de "bandolerismo" se refiere a la extracción social de los líderes villistas, que eran militares o rancheros avezados con el rifle, dedicados a la explotación de su poder de fuego. También, a estos se suman políticos e intelectuales oportunistas, que no dejan de ser "bandoleros" -aunque sin armas, pues vagan entre las filas revolucionarias según su conveniencia. Lo "social", se relaciona al poder carismático del líder, visto por las masas campesinas como "uno de ellos", y por el reforzamiento de los vínculos a través de esporádicos y arbitrarios dones. Por último, el concepto de "institucionalizado" deviene de la toma del poder de la facción villista, que desplazó al clan Terrazas y Creel de la gobernación y de parte de sus haciendas. Esta idea de desplazamiento es más correcta aún, cuando se reconoce que el poder sólo cambió de manos, pero no se distribuyó, pues ahora el gobierno y las haciendas pasarían a ser administradas por los propios secuaces de Villa.
Debido a que sus metas eran locales, aunque tuviera un discurso "nacional", Villa se vio fácilmente presionado por intereses extraños que lo llevaron a concertar acuerdos sin tomar en cuenta una política coherente. Esta característica es, para este autor, una de las debilidades del movimiento que lo diferencia de la coalición de Carranza, que era profundamente nacionalista y, paradójicamente, tenía la misma base social que Villa en su ejército: campesinos y rancheros.
Por lo tanto, la política del villismo es interpretada como reproductora de la lógica tradicional y localista de "protectores-protegidos". "Bajo esta jefatura, la conducta no es gobernada por reglas formales, sino por la tradición y el capricho personal del 'jefe'…".
La debilidad institucional llevó a la corrupción del sistema villista, que coincidió con el declive del ejército. No obstante, Knight reconoce que ningún grupo revolucionario fue inmune a la corrupción devenida de la malversación de fondos, a excepción del zapatismo que "estaban protegidos por los anticuerpos de la tradición pueblerina, la solidaridad de grupo y el sentimiento agrarista…".
En conclusión, para este autor, el villismo es la encarnación de la rebelión serrana autonomista, fuertemente enraizada con la verticalidad de la distribución del poder (relación caudillo-masa) y la defensa del derecho tradicional de la propiedad por parte de los campesinos de las colonias militares. Y si este modelo no es nacionalista, es porque el bandolerismo institucionalizado no podía ser exportado, dado que necesitaba de ciertas características geográficas y culturales para que funcionara, como son la posición serrana y la mentalidad fronteriza.
Friedrich Katz, que es el historiador más importante del villismo, encontraba en el decreto de confiscaciones de 1913 un aspecto notable: los principales beneficiarios serían los descendientes de los colonos militares de Chihuahua. Pero dado a que estas reparticiones estaban supeditadas a una futura victoria del villismo, él se pregunta hasta qué punto hay pruebas de cambios revolucionarios. Según las fuentes estudiadas por este autor, no hay evidencias de una mejoría notable en las condiciones de trabajo, los términos de los alquileres o las aparcerías, cuestiones que beneficiarían a los más pobres. No obstante, la gesta histórica de Villa y Zapata son auténticas revoluciones sociales, con un condimento extra: aquellos líderes provenían de las capas más bajas de la sociedad, eran poco instruidos y no conformaban parte de un partido o grupo político heredado, sino aglomerado por su propio carisma. Esto los distanciaría de experiencias revolucionarias posteriores, comandadas por intelectuales de clases acomodadas.
Para Katz, la revolución villista tomó fuerza a través de aquella identificación con los reclamos de las colonias militares, dado a las promesas de una autonomía política de Chihuahua y la reivindicación de las propiedades donadas por el gobierno. Pero, durante la gobernación villista, esto no pasó de ser una promesa, pues las haciendas apropiadas a los "apropiadores" no fueron redistribuidas, sino que se utilizaron para financiar la guerra. Entonces ¿qué tipo de revolución se impuso? Aquí el autor es preciso: las autoridades villistas reemplazaron una administración meramente privatista, es decir, guiada por intereses económicos, por una política de "beneficencia". Por lo tanto, el compromiso sobre la distribución de tierras estaba alejado de ser un plan basado en una concepción agrarista sino que tenía, por un lado, bases capitalistas y, por el otro, reivindicativas, dado la usurpación de tierras donadas a las colonias.
Pero, si bien explica porque el gobierno no repartió las tierras, esto no explica porque no hubo una presión de los campesinos en esa dirección:

"Sin duda un motivo fue el hecho de que la población campesina del estado era más pequeña en relación con su población total que en la mayoría de los estados mexicanos. Una gran parte de sus habitantes eran mineros o vaqueros, y su interés en tener tierras propias era mucho más limitado que el de los campesinos."

Katz, también cree que la falta de presión se debía a que una gran parte de la población de Chihuahua estaba combatiendo en el ejército, y las batallas se libraban lejos de su tierra.
Probablemente sea Pedro Salmerón, historiador mexicano, quien ponga más énfasis en la idea de un proyecto revolucionario en el villismo. Para este autor, el gobierno villista en Chihuahua, lejos de ser un "bandolerismo social institucionalizado", es la "continuidad legal de la Revolución en el estado", es decir, que la naturaleza revolucionaria de Villa no deviene de sus acciones políticas, sino de su mera existencia como tal en el gobierno.
Este autor jerarquiza el valor del "decreto de confiscación", y lo interpreta como una fuente del agrarismo y la política distributiva de Villa. El villismo de Salmerón es, sin dudarlo, un proyecto revolucionario de alcance nacional. Aquel proyecto no había sido pergeñado sólo por el capricho de Villa, sino que estaba fundamentado en la lucidez de los intelectuales maderistas que

"participaron activamente en la definición política del villismo, en labores administrativas y de gobierno, en los debates políticos y sociales de la Revolución y en la redacción de leyes y decretos."

Los maderistas "incorporados" son, para Salmerón, los "intelectuales orgánicos" de la ideología villista. Otro tema que emergía del villismo es la idea de democracia, aquella que Salmerón deriva del "sueño de Pancho Villa" de hacer colonias agrícola-militares.


Una posible interpretación del villismo a partir de las fuentes

Dado que es difícil discutir con los historiadores citados sin tener un amplio acceso a las fuentes sobre las cuales fundamentan sus argumentos, creemos necesario apoyar nuestras ideas sobre dos elementos: "el decreto de confiscación" y "la ley agraria". Si transcribimos parte de estas fuentes en el presente trabajo, es porque creemos que son la imagen más duradera e irrefutable que dejó el villismo.
Sobre el decreto de confiscación de 1913, tenemos tres elementos a discutir: el carácter de "decreto"; la concepción política; y las políticas redistributivas.
Que Francisco Villa haya formalizado un "decreto" de confiscación ya habla por sí sólo. Algo tan valioso para el sistema económico capitalista como es la propiedad no puede ser manipulado de una manera unilateral y ejecutiva. Con esto no se quiere decir que sea incorrecto quitar las tierras a aquellos que las usurparon, sino que carece de valor jurídico una acción sostenida desde un "decreto". Además, esta acción política por parte de Villa se ve debilitada porque él mismo no es un gobernador electo, sino de facto. Su legitimidad se fundamentó sobre su base social, que apoyaría a cualquier caudillo que prometiera extirpar a la elite porfirista.
La concepción política que subyace en el "decreto de confiscación" que hemos reproducido en este trabajo, adquiere una forma ambigua. Por un lado, habla sobre la necesidad de extirpar de la nación a un grupo denominado "los malos mexicanos", a quienes se le van a confiscar los bienes. Pero, por el otro lado, y sin querer hacer una defensa sobre propietarios porfiristas como Terrazas y Creel, el denunciar a personas o grupos de personas sin juicio o cargo específico implica una concepción política muy contraria a la democracia o a cualquier tipo de gobierno "constitucionalista". En algún punto, el villismo parecería gobernar desde la "venganza" y el caos social que implica la guerra civil, sin pensar en las consecuencias de ello: la misma política que están haciendo reproduce la corrupción y la arbitrariedad del pasado, lo que significa que un próximo gobierno estaría en todo su derecho de hacerle lo mismo a ellos, siempre y cuando consiga un mínimo de legitimación social. Aquí, el villismo no es más que caudillismo, y ese tipo de política es no-estatal o al menos contradictoria con la institucionalización del poder.
Las políticas redistributivas intentan guardar una forma ordenada e institucionalizada, dado que su reparto dependía del Banco del Estado, creado para la ocasión. Esto es algo muy positivo en el gobierno de Villa, pues proponía una estabilidad económica a largo plazo, a través de créditos agrícolas. Es claro que la concepción económica está lejos de ser socialista, porque el acceso a las tierras estaba mediado por una transacción económica. Sólo serían devueltas gratuitamente aquellas tierras que pertenecían legítimamente a los colonos militares. Aunque también viudas y soldados se beneficiarían con los repartos. Esta política es progresista, pero no resulta efectiva, porque al estar atadas las tierras al ejército de la División del Norte y depender de la victoria o el fracaso militar, los campesinos se volvieron rehenes de una situación que no buscaban. Siendo la revolución serrana una intención local, el villismo extendió esa voluntad más allá, poniendo en peligro la cohesión norteña. Al fin ya al cabo, Villa perdió, las tierras no se repartieron y todo quedó igual a como estaba antes.
En cuanto a la ley agraria de 1915, consideraremos los siguientes elementos: la importancia de la propiedad; reglas de distribución de la tierra; empresas agrícolas.
La concepción política que se explaya en la introducción de la ley agraria resulta ser una inyección de liberalismo clásico -y que en parte retomará Karl Marx- en donde la libertad política se identifica directamente con la propiedad: aquel que no tiene tierras no puede ingresar en la política porque no es libre económicamente, por lo que es necesario el reparto.
Primero, las reglas de distribución hablan de un no-respeto a las tierras colindantes de las comunidades indígenas, lo que implica que se introduciría una economía de mercado en las mismas. Esto es claro en el Artículo 4º y 12/V, donde se detalla su enajenación. Segundo, las confiscaciones que se proyectan en esta ley son muy distintas de las de 1913, dado que en este caso tienen como contraparte una indemnización a los antiguos dueños. Tercero, es importante remarcar que la idea fundamental de la ley es poder distribuir la tierra de tal manera que nadie supere ciertos límites de posesión, idea que respetaría una concepción seudo-socialista de la economía. A su vez, esto se refuerza con la importancia de las instituciones del Estado, que también serán dueñas de propiedades.
Este socialismo choca con la idea del artículo 18, que asume que pueden haber excepciones a la hora de distribuir las tierras. Este artículo exime a las empresas agrícolas del reglamento de límites máximos -siempre y cuando sean mexicanas- dado a la necesidad de fortalecer la economía regional. Sin embargo, también dice que esta excepción sólo dura 6 años, tiempo en que debe ser fraccionada para el beneficio social.


Conclusión

Empezamos nuestra exposición negando cualquier tipo de comparación del villismo con el socialismo o el agrarismo, sin embargo, terminamos reconociendo su relación. Esto es así debido a que el último decreto producido por el movimiento villista dejó muchas pautas que podrían entenderse como contradictorias con el capitalismo, como puede ser la confiscación de tierras (la propiedad no es inviolable), el límite máximo de posesión (no hay libertad de empresa) y que el Estado puede ser propietario de tierras (el Estado no debería interferir en el mercado).
Pero no nos equivocarnos si decimos que el propio gobierno de Villa no fue agrarista, porque no se repartieron tierras y porque el núcleo de intelectuales y políticos que lo rodeaban estaban alineados con el liberalismo.
Entonces, para entender al proyecto de Villa se necesita no una regla general, sino encontrarle sentido a un conjunto de situaciones políticas que fueron las que realmente sirvieron de argumentos para que el "Centauro" decidiera su acción y pensamiento. Es decir, el villismo es producto de las circunstancias, es una fuerza fundida por la guerra y poco encasillable desde el punto de vista ideológico. Por eso, hablar de "proyecto" es decir más de lo que realmente fue. El villismo fue una facción, muy dinámica y con amplias bases por cierto, pero no una coalición duradera. Y no sólo nos respaldamos en que los hechos históricos nos dan la razón (el gobierno en Chihuahua duró 2 años aproximadamente), sino en que es difícil imaginarse que el villismo gobernara durante un largo periodo y mucho menos, que se extendiera hacia el sur.



Bibliografía

Brading, David A.: "Introducción. La política nacional y la tradición populista" en Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995,

Bransboin, Hernán y otros (Compiladores): La Revolución Mexicana. Documentos fundamentales, 1910-1920, Buenos Aires, Manuel Suarez, 2004.

Katz, Friedrich. "Pancho Villa, los movimientos campesinos y la reforma agraria en el Norte de Mexico" en Brading, David A. (Comp.)(1980): Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE.

Knight, Alan. "Caudillos y campesinos en el México revolucionario, 1910-1917" en Brading, David A. (Comp.)(1980): Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, México, FCE, 1995.

Knigth, Alan. La revolución mexicana: Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, Grijalbo, 1996.

Lansford, William Douglas, Pancho Villa, historia de una revolución, Argos, 1967.

Reed, John, México insurgente, Sarpe.

Salmerón Sanginés, Pedro: "Pensar el villismo", en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM, vol. 20, 2000.

Salmerón Sanginés, Pedro. "Un proyecto revolucionario" en La División del Norte, la tierra y la historia de un ejército del pueblo, México, Planeta, 2006.

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Womack, John Jr.: "Villa y Katz, historias paralelas", en www.letraslibres.com, Marzo 1999.

12
Joaquín Sanguinetti – 31 208 541 – Interpretaciones posibles…

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