Intercambios de conocimientos geométricos y constructivos entre los focos murciano y giennense del Renacimiento español

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Descripción

XII CONGRESO INTERNACIONAL DE EXPRESIÓN GRÁFICA APLICADA A LA EDIFICACIÓN

ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE EXPRESIÓN GRÁFICA APLICADA A LA EDIFICACIÓN

NUEVAS TÉCNICAS, MISMOS FUNDAMENTOS ACTAS DEL CONGRESO APEGA 2014

GRAPHIC EXPRESSION APPLIED TO BUILDING INTERNATIONAL CONFERENCE

Villaviciosa de Odón, Madrid. 28, 29 y 30 de noviembre de 2014 APEGA 2014

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GRAPHIC EXPRESSION APPLIED TO BUILDING INTERNATIONAL CONFERENCE

NEW TECHNICS, SAME FUNDAMENTS

ACTAS DEL CONGRESO APEGA 2014

XII CONGRESO INTERNACIONAL DE EXPRESIÓN GRÁFICA APLICADA A LA EDIFICACIÓN GRAPHIC EXPRESSION APPLIED TO BUILDING INTERNATIONAL CONFERENCE

NUEVAS TÉCNICAS, MISMOS FUNDAMENTOS

NEW TECHNICS, SAME FUNDAMENTS

ACTAS DEL CONGRESO APEGA 2014

Escuela de Arquitectura Universidad Europea de Madrid C/ Tajo, s/n. Villaviciosa de Odón 28670 Madrid http://arquitectura.universidadeuropea.es/ http://apega14.uem.es XII CONGRESO INTERNACIONAL DE EXPRESIÓN GRÁFICA APLICADA A LA EDIFICACIÓN. APEGA 2014

Edición a cargo de Comité Organizador

Coordinación Francisco Domouso Óscar Rueda Jose Real

Diseño Editorial Rueda S.L. © de los textos, sus autores © de las imágenes, sus autores Editorial Rueda S.L. Fisicas 5 (Urtinsa II) 28924 Alcorcón (Madrid) Tel: + 34 91 619 27 29 www.editorialrueda.es ISBN: 978-84-7207-226-8 Depósito legal: M-33616-2014 Impresión: Impreso en España – Printed in Spain Noviembre 2014

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INTERCAMBIOS DE CONOCIMIENTOS GEOMÉTRICOS Y CONSTRUCTIVOS ENTRE LOS FOCOS MURCIANO Y GIENNENSE DEL RENACIMIENTO HISPÁNICO CALVO LÓPEZ, José (1) ; NATIVIDAD VIVÓ, Pau (2) (1) Dpto. Arquitectura y Tecnología de la Edificación, ETS de Arquitectura e Ingeniería de Edificación, Universidad Politécnica de Cartagena

Cartagena, España [email protected] (2)

[email protected]

Resumen Desde hace tiempo se ha venido señalando la relación entre varias piezas de cantería del siglo XVI, situadas en la catedral de Murcia y en la iglesia de Santiago de Orihuela, con la obra de Andrés de Vandelvira y el manuscrito de cantería de su hijo, Alonso. Por ejemplo la denominación de Bóveda de Murcia empleada por Alonso para referirse a las bóvedas de intradós tórico, en clara referencia a la existente en la capilla de Junterón de la catedral de Murcia; o las analogías entre otras trazas de su manuscrito y las bóvedas de la antesacristía, del segundo cuerpo de la torre de la catedral, y de la cabecera de Santiago de Orihuela. Estos ejemplos ponen de manifiesto posibles conexiones entre la cantería renacentista del entorno murciano y la obra construida de Andrés de Vandelvira y el manuscrito de su hijo, especialmente en lo que se refiere al intercambio de conocimientos estereotómicos. En este trabajo nos proponemos examinar estas conexiones, comparando las soluciones aplicadas en la catedral de Murcia y en Santiago de Orihuela, a partir de levantamientos arquitectónicos rigurosos, con las expuestas en el manuscrito de Alonso de Vandelvira.

Palabras clave: Estereotomía, Renacimiento, Murcia, Jaén. Abstract Exchanges of geometrical and constructive knowledge between Murcia and Jaén in the Renaissance Some authors have pointed out the similarities between a number of architectural elements in the cathedral of Murcia and the church of Santiago in Orihuela on the one hand and the built work of Andrés de Vandelvira and the stonecutting manuscript of his son, Alonso, on the other hand. For example, Alonso offers a solution for a horizontal-axis torus vault under the heading Bóveda de Murcia; such denomination alludes to the vault covering the funerary chapel of Gil Rodríguez de Junterón in the cathedral of Murcia. There are also analogies between the stonecutting drawings of Alonso’s manuscript and the vaults over the antesacristy and the church in the second story of the bell tower in Murcia cathedral, or the presbytery of church of Santiago in Orihuela. These examples show possible connections between the Renaissance stonemasons working in Murcia and Orihuela, in particular Jerónimo Quijano, and the work of both Vandelviras. In this paper we will deal with these possible connections, comparing the drawings included in Alonso de Vandelvira’s manuscript with the architectural solutions applied in the cathedral of Murcia and Santiago in Orihuela, using precise architectural surveys.

Keywords: Stereotomy, Renaissance, Murcia, Jaén. 1. Introducción Desde hace tiempo se ha venido señalando la relación entre algunas piezas de cantería del siglo XVI del entorno murciano con la obra de Andrés de Vandelvira y el manuscrito de cantería de su hijo Alonso, conocido como Libro de trazas de cortes de piedras [1]. Fernando Chueca Goitia indicaba que Alonso da la denominación de Bóveda de Murcia a las de intradós tórico por referencia a la que cubre el ámbito interior, o recapilla, de la capilla funeraria de Gil Rodríguez de Junterón en la catedral de Murcia; al mismo tiempo señalaba las semejanzas entre la bóveda de la cabecera de San Francisco de Baeza, obra de Andrés y arquetipo de la Capilla cruzada del manuscrito de Alonso, con la bóveda de la cabecera de la iglesia de Santiago Apóstol de Orihuela [2]. Más

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adelante, Cristina Gutiérrez-Cortines negaba la participación de Andrés de Vandelvira en la capilla de Junterón con un argumento sólido: el patrono había solicitado al cabildo de la catedral de Murcia licencia para ejecutar la obra en 1525, mientras que Andrés de Vandelvira sólo trabaja como verdadero arquitecto, es decir, como diseñador y no únicamente como constructor, a partir de 1540 en la sacristía de la Sacra Capilla de El Salvador en Úbeda. Todo esto no impedía a la autora señalar las analogías de algunas trazas del manuscrito de Alonso con la recapilla de Junterón, la bóveda de la antesacristía de la catedral o la de la estancia del segundo cuerpo de la torre [3]. Años después, Alfredo Vera se refería a una serie de bóvedas de la catedral de Murcia que “sin estar documentadas, presentan conexiones formales y constructivas con los modos de hacer de Andrés de Vandelvira”, añadiendo algunas piezas con similitudes a algunas de las trazas recogidas en el manuscrito de Alonso, como la bóveda que cubre el paso entre sacristía y antesacristía, la bóveda oval de la capilla de la Transfiguración, el arcosolio del presbiterio de la capilla del canónigo Grasso o los capialzados del archivo [4]. Las conexiones entre Andrés de Vandelvira y estas obras murcianas se desarrollan en el ámbito de los problemas geométricos que plantea la construcción en piedra de cantería, materia que actualmente conocemos por estereotomía y que es la que da su contenido central al Libro de trazas de cortes de piedras. En el presente trabajo nos proponemos examinar estas conexiones comparando las soluciones estereotómicas aplicadas en Murcia y Orihuela, a partir de levantamientos arquitectónicos rigurosos, con las expuestas por Alonso de Vandelvira en su Libro. Por razones de espacio nos centraremos en cuatro piezas especialmente significativas: la bóveda de despiece helicoidal de la antesacristía, la bóveda tórica de la capilla de Junterón y la bóveda vaída nervada del segundo cuerpo de la torre campanario, construidas en la catedral de Murcia bajo la maestría de Jerónimo Quijano; y la bóveda de arcos cruzados de la cabecera de la iglesia de Santiago de Orihuela, con trazas de Quijano y ejecutada por Juan de Inglés. Ahora bien, todo el argumento acerca de las conexiones entre las bóvedas indicadas y el saber constructivo de Andrés de Vandelvira gira alrededor de su participación y/o influencias en el manuscrito de su hijo, por lo que creemos necesario en primer lugar indicar algunos datos relevantes al respecto. 2. Acerca de la intervención de Andrés de Vandelvira en el Libro de trazas de cortes de piedras Tradicionalmente se ha entendido que el Libro de trazas de cortes de piedras es un trasunto de los conocimientos canteriles de Andrés de Vandelvira, al que incluso se le ha hecho coautor de la obra, aunque sin pruebas concluyentes. Se conservan dos copias del manuscrito original, redactado entre 1575 y 1591 [5]. La más completa y antigua, en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, viene precedida de un prólogo que la atribuye a Bartolomé de Sombigo y Salcedo, maestro mayor de la catedral de Toledo, aunque todos los estudiosos descartan su intervención en el manuscrito en sí. La otra copia, en la Biblioteca Nacional de Madrid, transcrita por Felipe Lázaro de Goiti, también maestro mayor de Toledo, está fechada en 1646. Los únicos indicios que relacionan claramente el Libro con Andrés de Vandelvira son las alusiones del propio manuscrito a la sacristía de El Salvador de Úbeda (f. 83v.), la cabecera de San Francisco de Baeza (f. 103v.) y el presbiterio del convento de Dominicos de La Guardia de Jaén (f. 119v.), tres obras construidas por Andrés, así como el prefacio o “Prologo al letor” de la copia de Goiti (p. 3), según el cual “Lo principal de este libro (porque es justo que se lleve la gloria el primer autor) es imitación de lo que dejaron escrito los dos Vandelviras padre e hijo los mejores canteros y cortistas que se han conocido hasta hoy y que mas suntuosas fábricas de cantería hicieron particularmente en el Obispado de Jaén (...)”. Este padre e hijo sólo pueden ser Andrés y Alonso, dado que los descendientes de Alonso no trabajaron en el Reino de Jaén, sino en el entorno de Cádiz [6]. De las más de ciento cuarenta trazas del manuscrito, una veintena se relacionan directamente con la obra de Vandelvira padre [7]. Otras pueden haber sido deducidas por Alonso generalizando las anteriores, pero quedan todavía bastantes piezas independientes del repertorio de Andrés de Vandelvira. El texto sólo se refiere explícitamente a Andrés de en las tres ocasiones que hemos señalado, como autor de las construcciones, pero no dice que los métodos de traza expuestos sean invenciones suyas o que los empleara en dichas obras. Es más, el propio manuscrito nos indica sin lugar a dudas que fue escrito después de la muerte de Andrés en 1575, pues al hablar del maestro dice por dos veces “que sea en gloria” (f. 83v. y 103v.). Sabemos, además, que el dibujo de la bóveda tórica o Bóveda de Murcia en la copia de Goiti hubo de ser calcado o transportado de otra traza, probablemente del manuscrito de la Escuela de Arquitectura [8]. Dado que el manuscrito de la Escuela no menciona a Andrés de Vandelvira como autor, podemos dar por seguro que la referencia a Vandelvira padre en el prólogo de Goiti es de su cosecha. Por tanto, se puede descartar con bastante seguridad la hipótesis de la coautoría de Andrés en el texto de Alonso. Sin embargo, lo que sí es bastante probable es que parte de los conocimientos de cantería recogidos en el manuscrito fueran adquiridos por Alonso a través de su padre. Sin entrar a analizar esta cuestión en términos generales, hemos de tener en cuenta que antes de la época de la redacción del manuscrito, Alonso había colaborado con Hernán Ruiz y probablemente con su padre, y se había hecho cargo de la construcción de la

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iglesia de San Pedro de Sabiote, aunque su experiencia como cantero fuera todavía algo limitada [9] [10] [11]. Por el contrario, no hay nada en la biografía de Alonso que lo vincule a Murcia, mientras que su padre y su abuelo Francisco de Luna habían estado en contacto con Jerónimo Quijano en varias ocasiones, como veremos. Por estas razones, podemos suponer que son estos vínculos murcianos de Vandelvira padre y Luna los que dan lugar a la presencia de algunas de las analogías entre el manuscrito y las obras murcianas.

3. La capilla funeraria de Gil Rodríguez de Junterón y la Bóveda de Murcia En 1515 Don Gil Rodríguez de Junterón adquirió una capilla para enterramiento en la catedral de Murcia y en 1525 obtuvo autorización para reedificarla [3]. No conocemos el proceso constructivo en detalle, pero sabemos que en 1541 don Gil obtenía treinta y una carretadas de piedra para su obra [4], y que en el momento de la redacción de su testamento, en 1543, la capilla debía estar terminada, puesto que ordena ser enterrado en ella [3] [12]. Tampoco disponemos de datos concluyentes acerca de la autoría de la capilla. En 1525, cuando Junterón solicitó el permiso para su construcción, era maestro mayor de la catedral Jacopo Torni, conocido en Italia como l’Indaco vecchio y en España como Jacobo Florentino. Varios rasgos italianizantes de la capilla hacen pensar que Torni pudo dar una traza, pero no existe un solo documento que lo pruebe; además, el Indaco falleció en 1526, por lo que queda descartada su intervención en la construcción. Por el contrario, existe un documento que vincula la capilla al sucesor de Torni, Jerónimo Quijano, pero no se refiere a la construcción de la fábrica sino a una obra escultórica. Junterón ordenó en su testamento que “le sean dados a maestre Gerónimo de Quijano por el retablo que ha hecho para ella (mi capilla) cien ducados y al cual ruego que se contente con ellos” [12] [13]. A su vez Quijano dejó encargadas en su testamento diez misas rezadas por el alma de don Gil, lo que indica que existió cierta amistad entre ambos [13]. Todas estas razones han hecho pensar a la mayoría de los investigadores que Quijano hubo de supervisar la construcción de la capilla; por tanto, podemos considerarlo por el momento responsable principal de la solución estereotómica. La recapilla se cubre con una singular bóveda tórica dispuesta en posición vertical, poco frecuente en arquitectura pero bastante común en las artes figurativas del Quattrocento italiano [14]. Como es bien conocido, Alonso de Vandelvira ofrece trazas para este tipo de bóvedas bajo el título de Bóveda de Murcia (f. 69v.), es decir, reconoce la bóveda de la recapilla de Junterón como su arquetipo. En líneas generales, las trazas propuestas se basan en una técnica expuesta con anterioridad en la Capilla redonda en vuelta redonda (f. 60v.), el desarrollo de conos [15] [16], que permite resolver la mayoría de las bóvedas clásicas de su manuscrito. Para aplicar esta técnica a la bóveda tórica, Vandelvira comienza trazando la planta y la sección longitudinal de la pieza; a continuación la divide en dovelas según paralelos verticales perpendiculares al eje horizontal de revolución de la bóveda y un haz de planos meridionales inclinados con recta común en dicho eje. Una vez hecho esto, Vandelvira remite sin más a la Capilla redonda en vuelta redonda. Adaptando el método allí descrito a la Bóveda de Murcia, inscribiríamos un cono en cada superficie tórica de cada dovela, trazando en planta una generatriz que pasa por los puntos de encuentro de dos paralelos sucesivos con el plano de impostas. Esta generatriz intersecará con el eje horizontal de la bóveda, determinando el vértice del cono que pasa por los dos paralelos, y que podemos desarrollar sin más que trazar dos arcos con centro en el vértice y radio hasta los puntos de encuentro de los paralelos con la imposta de la bóveda (cabe indicar que existe una excepción: si se toma una generatriz que pasa por dos paralelos simétricos respecto del plano de simetría longitudinal de la bóveda, la generatriz resulta paralela al eje de revolución de la bóveda y no lo corta; entonces la superficie que pasa por dos paralelos sucesivos es un cilindro y el desarrollo del intradós de la dovela es un rectángulo, como reconoce Vandelvira intuitivamente). Ahora bien, este método suministra únicamente tres lados de la plantilla de intradós de la dovela y para terminar de definirla sería imprescindible completar el cuarto lado, trazando una segunda generatriz y controlando con cierta precisión la longitud que debe tener, y que será a que finalmente adquiera la dovela labrada, cuestión que Vandelvira no explica. El levantamiento muestra que la bóveda queda dividida en una serie de hiladas con forma de gajo. Éstas, a su vez, se dividen en dovelas, de forma sencilla e ingeniosa, mediante una serie de paralelos simétricos respecto del plano de simetría longitudinal de la bóveda: en la primera hilada se toma como junta un paralelo sí y otro no, lo que da como resultado una disposición asimétrica de las dovelas, que queda oculta por la exuberante decoración de la bóveda. En la siguiente hilada se emplean como juntas los paralelos que habían quedado sin utilizar en la anterior, lo que permite romper la continuidad de las juntas entre una hilada y otra. Ahora bien, gracias a la simetría del conjunto de paralelos, cada dovela de la segunda hilada es simétrica de otra del primer gajo, lo que permite labrar todas las dovelas de la bóveda con sólo cuatro plantillas; de esta manera se reduce notablemente el esfuerzo de trazado de la bóveda. Obviamente este procedimiento requiere un adecuado control de la longitud de las plantillas, cuestión que, como hemos visto, Vandelvira no trata. Finalmente cabe indicar que mientras que las juntas entre dovelas de una misma hilada quedan ocultas por la decoración, las juntas entre hiladas o

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gajos se remarcan con claridad, delimitando la ornamentación en compartimentos y focalizando la atención de la capilla hacia el altar. De esta manera la solución estereotómica potencia el efecto compositivo de la capilla y su significado [8]. Por otra parte, se han hallado de dos trazados de cantería en la catedral de Murcia, uno en la propia capilla de Junterón y otro en la sacristía [17]. Ninguno de ellos incluye el trazado de plantillas, e incluso el detallado dibujo de las llagas y aristas en el trazado de la sacristía sugiere que las dovelas se labraron por escuadría, un método de talla que no requiere las plantillas basadas en desarrollo de conos que Vandelvira incluye en su Libro.

Fig. 1. (Izquierda y centro) Planta y sección longitudinal de la bóveda de la recapilla de Junterón en la catedral de Murcia. Levantamiento de M. Á. Alonso y A. López Mozo. (Derecha) Bóveda de Murcia, Alonso de Vandelvira, Libro de trazas de cortes de piedras, f. 70r. 4. La bóveda de la antesacristía de la catedral de Murcia y la Capilla redonda en vuelta capazo La antesacristía de la catedral de Murcia se cubre con una bóveda semiesférica compuesta por una única hilada helicoidal, que discurre desde la imposta al polo, y está dividida en dovelas con juntas dispuestas en planos meridionales. En 1531 el cabildo se planteó construir en la entrada a la sacristía “una portada y bóveda suntuosa”, moción aceptada no sin algunos votos discordantes [18]. En 1548 el aparejador de la fábrica, Juan Rodríguez, se obliga a “obrar de piedra picada la pared de dentro afuera de la sacristía, de veintiocho palmos de alto, conforme a la sacristía del arcediano de Lorca” [13]. El contrato puede referirse al doblado del muro del fondo de la antesacristía; en ese caso, la bóveda se habría levantado en aquel momento o poco después, puesto que apoya sobre el muro trasdosado. Por tanto, aunque no conocemos la fecha exacta de construcción de la bóveda, podemos considerar que se realizó bajo las directrices de Quijano, que desempeñó la maestría catedralicia entre 1526 y 1562. Le Premier Tome de l’Architecture de Philibert de L’Orme [19], el primer tratado impreso que trata problemas estereotómicos en sentido estricto, incluye una bóveda esférica de despiece helicoidal con el título de Voûte en forme d’un coquille de limaçon (f. 119v.). La pieza se resuelve trazando una espiral de paso constante en planta y proyectándola sobre el intradós de la bóveda, lo que da lugar a una hilada de anchura variable. Su aplicación práctica plantea muchos problemas, pues la primera hilada alcanza una altura desproporcionada, lo que obliga a Philibert a dividirla en dos con una junta falsa [20]. Frente a esta propuesta poco realista, la solución de Alonso de Vandelvira, conocida como Capilla redonda en vuelta capazo (f. 65v.), resulta mucho más viable. Este autor procede a la inversa que De L’Orme y comienza dividiendo la bóveda en hiladas en alzado, para llevar esas divisiones a la planta y obtener el trazado helicoidal. De esta manera controla la anchura de la hilada y evita el problema de De L’Orme. Luego divide la hilada, en planta, en dovelas a partir de 16 planos meridionales; esta solución que no rompe la continuidad de estas juntas entre dos espiras consecutivas, por lo que no favorece la trabazón de las dovelas. Finalmente, obtiene las plantillas de las dovelas asimilando su intradós alabeado a una superficie reglada, lo que lleva a ciertos errores, si bien despreciables en la práctica constructiva. Por su parte, el levantamiento de la bóveda de la antesacristía murciana muestra que la hilada helicoidal tiene un ancho aproximadamente constante, como en la solución de Alonso, lo que confirma la viabilidad de la propuesta. Ahora bien, el criterio adoptado para la división en dovelas es diferente, pues se intenta mantener aproximadamente constante la longitud de cada dovela. Como la longitud de la hilada es diferente en cada espira, en unas ocasiones se rompe la continuidad de las juntas de una espira con la siguiente y en otras no. Aunque

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el resultado es ciertamente irregular, quizá porque se pensó en revestir el intradós, es obvio que la solución murciana aporta una cierta trabazón a las dovelas, en contra de lo que ocurre en la propuesta de Vandelvira [8].

Fig. 2. (Izquierda y centro) Planta y sección de la bóveda de la antesacristía de la catedral de Murcia. Levantamiento de M. Á. Alonso. (Derecha) Capilla redonda en vuelta capazo, Alonso de Vandelvira, Libro de trazas de cortes de piedras, f. 66r.

5. La bóveda del archivo de la catedral de Murcia y las bóvedas vaídas por cruceros La estancia del segundo cuerpo de la torre de la catedral de Murcia, actualmente archivo, se cubre con una bóveda vaída resuelta mediante nervios, o cruceros, de trazado poco frecuente en el Renacimiento español: cuatro nervios unen las claves de los formeros, dibujando un cuadro orientado según las diagonales de la estancia; otros cuatro nervios unen las claves de los primeros, trazando un segundo cuadrilátero alineado con los muros de la estancia; la composición se remata con un cupulín gallonado. En nuestra opinión, se podría considerar esta bóveda como una singular combinación de dos trazas de bóvedas vaídas por cruceros del manuscrito de Vandelvira: la Capilla cuadrada por cruceros (f. 97v.), de nervios paralelos a los muros de la estancia, y la Capilla enrejada (f. 99v.), de nervios diagonales. Ahora bien, el levantamiento muestra que en la bóveda murciana las directrices de los nervios no se disponen en planos verticales sino diametrales, y por tanto describen círculos máximos de plano inclinado y no círculos menores de plano vertical. Como consecuencia, las proyecciones en planta de ambas series de nervios no son rectas, como ocurre en las trazas de Vandelvira, sino arcos de elipse. Manuel González Simancas sitúa la construcción de esta bóveda entre 1448 y 1553, de acuerdo a ciertas partidas que aparecen en las cuentas de fábrica de dichos años; mientras que Vera, atendiendo a un documento de archivo, según el cual se colocaron campanas en 1545, razona que probablemente la bóveda ya estuviera construida o en realización [4] [21]. En ambos casos, la bóveda habría sido realizada bajo la maestría de Jerónimo Quijano, con Juan Rodríguez como aparejador. Ahora bien, no hay nada semejante a esta bóveda entre las obras construidas por ambos; lo más próximo a ella es una bóveda vaída de cruceros construida hacia 1567 en El Salvador de Caravaca por Pedro de Antequera, maestro que había trabajado con frecuencia con Quijano [3] [22]; y como era de esperar, las directrices de sus nervios se disponen en planos verticales, según la costumbre de la cantería española, recogida en varias trazas de Vandelvira. Para encontrar una explicación a esta peculiar orientación de los nervios de la bóveda del archivo, hemos de volver nuestros ojos al prelado matemático Juan Martínez Guijarro o Silíceo, obispo de Cartagena entre 1541 a 1546, que había publicado en París en 1513 un Ars Arithmetica; en la edición de 1519 el texto está corregido por Oroncio Fineo, profesor real de matemáticas en París, que en 1542 publicó un tratado de cosmografía bajo el título de De Sphera, que incluye un buen número de planos diametrales horizontales, verticales e inclinados y todo tipo de divisiones de la esfera. Si Vera está en lo cierto, y la bóveda se construyó hacia 1545, podemos podríamos plantear como hipótesis la intervención directa del obispo matemático en la geometría de la bóveda, lo que justificaría el abandono de la solución tradicional entre los canteros españoles a favor de otra derivada de la geometría culta [8].

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Fig. 3. (Izquierda y centro) Planta y sección longitudinal de la bóveda del archivo de la catedral de Murcia. Levantamiento de M. Á. Alonso. (Derecha) Capilla cuadrada por cruceros, Alonso de Vandelvira, Libro de trazas de cortes de piedras, f. 98r. 6. La capilla mayor de Santiago de Orihuela y la Capilla cruzada La capilla mayor de la iglesia de Santiago Apóstol de Orihuela se compone, verticalmente, de dos cuerpos más bóveda: el primer cuerpo presenta columnas jónicas pareadas en las esquinas; el segundo dispone de pilastras y arcos, sobre los que apoya un potente entablamento decorado con diamantes; y en la parte superior se dispone una bóveda con cuatro pares de arcos cruzados, que arrancan en correspondencia con los órdenes inferiores y cruzan el espacio de la capilla de lado a lado discurriendo paralelamente a los muros laterales. Sabemos que en 1550 Jerónimo Quijano entregaba las trazas para esta capilla, pero en 1562 murió, y puesto que las obras se alargaron hasta finales del siglo XVI, desconocemos el alcance real que tuvo su diseño sobre la obra finalmente construida. Según Gutiérrez-Cortines [3], el primer cuerpo fue supervisado por Quijano; no así el segundo y la bóveda, cuya ejecución cabe atribuirla a Juan de Inglés, quien trabajó desde 1574 hasta 1581, año en el que estaba prácticamente finalizada la bóveda. Parece evidente que el esquema arquitectónico de la capilla quedaba muy definido en la construcción del primer cuerpo, donde se fijaban los órdenes, los huecos, etc. En estas circunstancias, el diseño del segundo cuerpo y la bóveda estaban tan condicionados que Juan de Inglés tuvo poco margen para introducir cambios en el proyecto, a excepción de los estilísticos. Varios investigadores han apuntado las semejanzas entre la bóveda de Santiago y las trazas para la Capilla cruzada (f. 119v.) del manuscrito de Alonso de Vandelvira. Estas trazas toman por modelo la bóveda, ahora desaparecida, que siglos atrás cubriera la capilla mayor de la iglesia del convento de San Francisco de Baeza. En concreto, Alonso afirma que “Está puesta por obra esta capilla en San Francisco en la ciudad de Baeza por mi señor padre (…)” (f. 119v.). Según Chueca [2], Andrés concibió la capilla en 1540 influenciado por El Salvador de Úbeda, edificio de Siloé que había causado gran impresión en la región y cuyo diseño conocía perfectamente, pues había participado en su construcción. Sin embargo, para evitar el plagio cambió la cabecera de planta circular a cuadrada; luego dispuso órdenes columnarios en las esquinas y la cubrió con una bóveda vaída. En la necesidad de articular la bóveda con el cuerpo inferior, introdujo cuatro arcos en correspondencia con las columnas inferiores, que cruzaban la capilla de lado a lado. En 1546 se daba por finalizada la capilla mayor. Como podemos comprobar, la semejanza entre Santiago de Orihuela y San Francisco de Baeza no se limita únicamente a sus bóvedas de arcos cruzados, sino que también se hace patente en la composición de las capillas, especialmente de las plantas y disposición de los órdenes. Podría ser que Jerónimo Quijano y Andrés de Vandelvira llegaran a soluciones similares de forma paralela e independiente, pero parece más razonable pensar que una obra influyera en la otra. En este sentido, hay un dato que puede resultar revelador: sabemos que Quijano viajó a la ciudad de Jaén en 1548 con objeto de asistir a una reunión, junto a Pedro Machuca y Andrés de Vandelvira [23]; sumamente interesante es la fecha de este viaje, pues dos años antes, en 1546, Vandelvira había finalizado las obras de la capilla de de San Francisco y dos años después, en 1550, Quijano presentaba las trazas para la capilla de Santiago. En nuestra opinión, no podemos descartar la hipótesis de que en este viaje Quijano tuviera la ocasión de visitar la capilla de Baeza y que posteriormente, al presentársele la posibilidad de edificar una nueva cabecera para la iglesia de Santiago, se decantara por aplicar un diseño similar. Las trazas de la Capilla cruzada muestran una bóveda vaída de intradós esférico con cuatro arcos cruzados de medio punto y de plano vertical, que arrancan próximos a las esquinas y discurren paralelos a los lados de la

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planta cuadrada, intersecando los unos con los otros. Los arcos dividen el intradós en varias partes susceptibles de abordarse mediante diferentes despieces: para el centro, Vandelvira propone un despiece de hiladas redondas horizontales; para los laterales, hiladas redondas verticales; y en las esquinas, que ya no son esféricas, deja libertad para aplicar cualquier solución. Vandelvira explica muy brevemente los despieces propuestos, pues en realidad los ha expuesto en anteriores trazas de su manuscrito; no ocurre lo mismo con el trazado de la plantilla de la cruceta, pieza que materializa la intersección entre arcos, donde presta mayor atención. Para diseñar esta plantilla, Vandelvira se aleja del procedimiento empleado en la mayoría de bóvedas por cruceros, donde las plantillas de las crucetas se obtenían por desarrollo de conos; ahora la plantilla presenta un diseño en forma de X resultado del cruce de dos bandas rectas. Para definir esta plantilla primero se deben dibujar los dos ejes longitudinales de las bandas, para lo cual se toman medidas de la cruceta vista en planta y sección, y luego se proporciona el ancho correspondiente a cada banda. El levantamiento de la bóveda de Santiago muestra algunas diferencias pero también similitudes con la Capilla cruzada y, por extensión, con la bóveda de Baeza. A primera vista se observa que no tiene una geometría esférica rotunda, a diferencia de la propuesta de Vandelvira: mientras que la parte central, situada entre los arcos cruzados, es bastante esférica, los laterales ya no lo son. Otra diferencia notable es que no se emplean cuatro arcos cruzados, sino cuatro pares de arcos, de manera que en cada intersección de dos pares aparecen cuatro crucetas, existiendo por tanto un total de 16 crucetas. Además, en Santiago aparece un segundo juego de arcos, que nacen de las esquinas y discurren por los laterales, por detrás de los arcos principales, a modo de molduras. Sin embargo, el diseño en forma en X de las crucetas sí que recuerda claramente a la las trazas expuestas por Alonso, si bien en Orihuela son piezas de grandes dimensiones resueltas con varias dovelas. En este sentido, no es descabellado pensar que estas crucetas pudieran haberse labrado empleando plantillas similares a las recogidas por Vandelvira en su manuscrito [24].

Fig. 4. (Izquierda y centro) Planta y sección de la bóveda de la capilla mayor de iglesia de Santiago Apóstol en Orihuela. Levantamiento de P. Natividad. (Derecha) Capilla cruzada, Alonso de Vandelvira, Libro de trazas de cortes de piedras, f. 120r. 7. Intercambios y transmisión del saber de los canteros, del secreto a la imprenta A lo largo de este trabajo hemos ido viendo cómo las soluciones ofrecidas por Alonso de Vandelvira se apartan en numerosos detalles de sus correlatos construidos en el contexto murciano. Estas diferencias no tienen nada de extraño, pues lo que pretende ofrecer Vandelvira son procedimientos generales para resolver un determinado tipo de bóvedas y no los planos de obra de una realización concreta. Todo esto es lo que justifica las diferencias en proporciones, número de hiladas, etc. respecto de las obras construidas. El Libro de trazas de cortes de piedras, como manual técnico que es, se desentiende de los detalles específicos de una realización concreta; por el contrario, ofrece un procedimiento para construir un tipo general. Precisamente esta diferencia palmaria entre tipo y arquetipo nos debería poner en guardia contra la identificación simplista de uno y otro. Alonso de Vandelvira lo dice con claridad: la Vía de San Gil (f. 52v.) o el ochavo de La Guardia (f. 103v.) están puestos por obra en Saint-Gilles o en La Guardia, de manera que los nombres designan tipos constructivos y no realizaciones concretas. Del mismo modo, hemos de entender que la Bóveda de Murcia no es la recapilla del arcediano, sino un tipo edificatorio que está aplicado o puesto por obra en ese lugar.

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Ahora bien, algunas discrepancias entre el manuscrito de Vandelvira y las piezas de cantería de la catedral murciana no se pueden justificar por la adaptación de un tipo general a las circunstancias particulares de una obra concreta. En la Capilla redonda en vuelta capazo Alonso de Vandelvira aprovecha las divisiones radiales de la circunferencia para trazar la junta en espiral en planta y al mismo tiempo para construir las plantillas de intradós, pero esta simplificación presenta el inconveniente de no romper la continuidad entre juntas y le lleva a obtener dovelas excesivamente pequeñas en las inmediaciones del polo de la bóveda. En cambio, en las bóveda de la antesacristía de Murcia se rompe la continuidad de las juntas, manteniendo la longitud de las dovelas aproximadamente igual, lo que exige un procedimiento más complejo que en principio pasaría por dos divisiones sucesivas de la espiral, y que Vandelvira no expone. Lo mismo ocurre en la Bóveda de Murcia, donde Vandelvira no explica cómo controlar la longitud de las dovelas, cuestión esencial para su construcción, como ya hemos comentado en el caso de la recapilla de Junterón. Todo esto indica que Alonso de Vandelvira conocía las piezas de cantería de la catedral murciana que venimos estudiando, pero ignoraba detalles esenciales de su ejecución, lo que nos lleva a preguntarnos a través de qué vía pudo tener noticia de ellas. Ya hemos dicho que no hay nada en su biografía que lo vincule a Murcia, por lo que resulta natural pensar que pudo conocer las bóvedas de la catedral murciana a través de su padre. Andrés de Vandelvira sí tuvo contactos directos e indirectos con el ambiente murciano, pues realizó trabajos en los años treinta para la Orden de Santiago en Uclés, Orcera y Yeste, bajo la protección de su suegro Francisco de Luna, mientras Jerónimo Quijano asesoraba a los visitadores de la Orden en Caravaca y Cehegín [2] [3] [7] [25]. En Yeste, los caballeros de Santiago recomendaron como “maestros expertos en el arte de la cantería para que vean la dicha iglesia y remedio que se le puede dar para que no caiga” a Jerónimo Quijano, Juan de Vandelvira y Francisco de Luna. Ese Juan de Vandelvira podría ser padre de Andrés de Vandelvira, aunque no se puede descartar que estemos ante una confusión de nombres por Andrés, como apunta Galera; en cualquier caso, Francisco de Luna, vecino de Villanueva de los Infantes, es con seguridad el suegro de Andrés de Vandelvira [3] [7] [26]. En un plano más general, existen numerosos vínculos entre el ambiente murciano y el giennense durante el segundo cuarto del siglo XVI. La portada del Alhorí o Aduana de Alcaraz toma de la puerta de la Platería o de las Cadenas de la catedral de Murcia la composición general y detalles como los nichos en las jambas oblicuas o las láureas en las enjutas; no sabemos si Andrés de Vandelvira participó en su realización, pero al menos debió de conocerla al inicio de su carrera [2] [26] [25] [28]. Jacopo Torni residió en Jaén durante un tiempo antes de hacerse cargo de la maestría de la catedral de Murcia [29]; Quijano había intervenido como escultor en el coro y el retablo de la antigua catedral de Jaén, era vecino de la ciudad antes de tomar posesión de la maestría de Murcia y su primera mujer era giennense [3] [30] [31]. Tanto Sebastián Clavijo, deán de Cartagena, como Juan de Valdés, canónigo de la catedral, tenían fuertes vínculos con Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V y cliente de Vandelvira en la Sacra Capilla de El Salvador [2] [7] [32]. El escultor francés Étienne Jamet trabajó en Santa María de Chinchilla junto a Quijano antes de ocuparse de El Salvador de Úbeda [2] [7] [25] [28] [33]. Todo esto permite suponer que Andrés de Vandelvira conoció las bóvedas murcianas a través de su relación con Quijano o a través de los contactos entre los medios artísticos de Murcia y Jaén, pero que Quijano no reveló todos los detalles de estas piezas al que era, al fin y al cabo, un competidor; de lo contrario, Andrés hubiera transmitido estos detalles a su hijo como lo hizo con otras piezas. Por estas razones, podemos descartar la vieja teoría de la intervención de Andrés de Vandelvira en las piezas de la catedral murciana. Ahora bien, para el caso de las capillas mayores de Santiago de Orihuela y de San Francisco de Baeza, como ya hemos comentado, parece que las influencias circulan en sentido inverso. Las fechas de construcción de una y otra obra, junto con el viaje de Quijano en 1548 para participar en una reunión de maestros en la catedral de Jaén, con Vandelvira y Machuca, apuntan a que en este caso fue Quijano quien entró en contacto con las obras de Andrés en Baeza, y que probablemente inspiraron su posterior diseño para la capilla mayor de Orihuela, poniendo de manifiesto un más que probable intercambio de conocimientos artísticos y técnicos entre diferentes maestros renacentistas de los focos murciano y giennense. El ambiente de secreto en los años treinta y cuarenta, el “perpetuo silencio” al que se refiere Ginés Martínez de Aranda en su manuscrito, contrasta con la actitud de Alonso de Vandelvira en los años finales del siglo. Fray Laurencio de San Nicolás habla de algunos intentos de publicar tratados de cantería en España, frustrados por motivos económicos; es posible que se esté refiriendo a Alonso de Vandelvira. También apunta en esa dirección la dedicatoria del manuscrito de Aranda al arzobispo Maximiliano de Austria. Por tanto, se ha avanzado mucho desde los años treinta y cuarenta, en los que parece imperar el secreto tardomedieval, hasta las décadas finales del siglo XVI, cuando Vandelvira y Aranda se proponen llevar a la imprenta sus recopilaciones de tipos constructivos. Todo esto bastaría para desmentir la visión de la cantería española del siglo XVI como un medio tradicional, cerrado y estático; nos encontramos, por el contrario, ante un saber en plena evolución, tanto en sus contenidos como en sus formas de transmisión.

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Villaviciosa de Odón, Madrid. 28, 29 y 30 de noviembre de 2014 APEGA 2014

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NUEVAS TÉCNICAS, MISMOS FUNDAMENTOS

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