Integración de la Subregión-Factibilidad

July 8, 2017 | Autor: C. Iuris Regionis | Categoría: Derecho Internacional, Integración Regional
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Descripción

Integración de la Subregión-Factibilidad Juan Rebollo Zagal1 El Norte de Chile, Sur peruano, Noroeste argentino y Oeste boliviano conforman una unidad geográfica, económica y social con características bien definidas. La unidad geográfica, en el sector altiplánico de estos países, se complementa con el origen común de sus habitantes, lo que ha permitido desde la prehispanidad una migración intrarregional importante; antes con su ganado, hoy con sus mercaderías de una manera natural y fluida, con bastante prescindencia de las fronteras que fueron apareciendo con la formación de estas naciones y de los tratados internacionales posteriores. La dirección del flujo de intercambio de bienes se produce más bien en función de la paridad cambiaría vigente en un momento dado, que por la existencia de relaciones diplomáticas formales, tratados o facilidades fronterizas. Por ello es que se pueden distinguir períodos o ciclos económicos en que los actores principalmente compran y otros en que esos mismos mayoritariamente venden. Actualmente este intercambio se produce en la subregión tanto a través de canales formales de comercio exterior o a través de ferias fronterizas y equipaje acompañado que, aún cuando sean calificadas de comercio hormiga no por ello deja de mover grandes volúmenes de dinero y mercadería. Los habitantes originarios aymaras, que reemplazaron al dominador-inca por el español aceptando un nuevo dios y nuevos ritos sin por-ello abandonar sus antiguas creencias, se han acomodado en la sociedad contemporánea dejando sus pueblos casi despoblados, estableciéndose en los sectores marginales de las grandes ciudades, trabajando en la venta de productos agrícolas y artesanales producidos por ellos o por sus parientes, llegando a ser muy importantes en el sector transporte cordillera-mar y ampliamente mayoritarios en sectores como mercados y terminales agropecuarios; las mujeres, por su parte, suelen trabajar también en servicios domésticos. Este componente originario, que fue mano de obra importante durante la época salitrera, (provenían de Perú, Bolivia y Argentina) se complementa con la población descendiente de peruanos y chinos que estaban antes de la guerra y con yugoeslavos de entonces, hoy croatas, e Italianos que en períodos de las dos grandes guerras llegaron a nuestras costas.A todo esto hay que agregar, finalmente, los funcionarios 1 Profesor de Derecho Penal

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públicos civiles y militares, comerciantes y profesionales que poco a poco fueron poblando las ciudades. En el caso de Arica, la existencia de un Puerto Libre durante algunos años y en Iquique de una Zona Franca hasta la actualidad, favoreció la llegada de extranjeros de diversas razas, que junto a su capital comercial han terminado por establecerse definitivamente en la región. Finalmente, Iquique ha recibido diversas oleadas migratorias del resto del país en busca de trabajo. En los sesenta se produjo la primera con el boom de la Pesca de Reducción y en la segunda mitad de los setenta llega una segunda oleada con la entrada en vigencia de Zona Franca, lo que se ha traducido en un crecimiento acelerado que sobrepasa los servicios básicos y la ciudad se transforma súbitamente de chata y antigua a una más pujante y con pretensiones de modernidad, con edificios altos que adornan sus avenidas transitadas por automóviles de todo tipo en una densidad tal que provoca problemas de circulación y estacionamiento. La Zona Franca hizo de Iquique la primera ciudad de Chile que se abrió al mundo permitiendo la llegada de productos de todos los continentes sin pago de aranceles ni impuestos, produciendo un impacto cultural tan fuerte que disminuyó la”identidad y el ser nortino”, transformándonos en seres receptores de otras culturas (modas en ropa, comidas, lenguaje, costumbres, etc. ). La pertenencia a la I Región en el caso de Chile, conlleva la aceptación de costumbres y giros lingüísticos de origen peruano proveniente de la época anterior a la incorporación de este territorio a la soberanía chilena y un nacionalismo exacerbado por periódicas probabilidades de conflictos armados. La calidad de territorio conquistado de la I Región es un elemento que se debe considerar a la hora de analizar sus características y tuvo marcada importancia durante el gobierno militar, que por razones geopolíticas dio nacimiento a la Zona Franca, y por desconfianza de los habitantes locales por sus ancestros peruanos, priorizó el nombramiento de autoridades y jefes de servicio que no fueran nativos a través de una política de incentivos materiales como inmuebles en destinación para, según se dijo en la época, “radicar inteligencia en la zona” con profesionales y funcionarios del Estado de otras regiones, justificando con creces el calificativo de verdadera ocupación militar ocurrida en esta región. Estas características, unida a la situación limítrofe y de extrema lejanía con la capital, ha significado que la relación con el poder central después del auge del período salitrero haya estado marcado por-peticiones y concesiones de privilegios y exenciones de impuestos: Puerto Libre, Zona Franca Alimenticia, Zona Franca Industrial y, finalmente, Zona Franca, con extensión a toda la Primera Región. El aumento poblacional con las migraciones nacionales y la llegada de capitales extranjeros en Zofri, primero; y en la Gran Minería, después; le dio a Iquique un

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carácter cosmopolita,que se demuestra con los distintos idiomas que se escuchan en sus calles y los diferentes estilos de casas y templos religiosos que se aprecian en los barrios. Chinos, hindúes, pakistaníes, coreanos, además de peruanos, bolivianos y paraguayos se han integrado totalmente a la vida social de la ciudad. Estos componentes tienen una fuerte influencia y han motivado el surgimiento constante en el último tiempo de intentos de rescate de usos y costumbres nortinas a través de centros e institutos especialmente formados para el efecto. En este sentido corresponde destacar, en el último tiempo, el resurgimiento de una fuerte corriente literaria de autores y temática nortina que tiende al rescate de la identidad nortina poniendo de actualidad historias y formas de vida del pasado salitrero. Este indiscutido carácter cosmopolita, la velocidad del crecimiento poblacional y de la ciudad con todos sus servicios básicos de agua, electricidad, caminos, aeropuerto, comunicaciones, etc. permite aseverar que la ciudad está materialmente adecuada y su población mentalmente preparada, porque la modernización entendida como capacidad para enfrentar con éxito los desafíos de los cambios ha sido una constante en la región. En efecto, el agricultor del altiplano pasó a ser obrero de la pampa; el obrero se transformó en tripulante pesquero; el comerciante en importador; y a veces en fabricante. En el mismo sentido el proceso de integración de la economía subregional está bien asumido mentalmente, y no se pone en duda sus beneficios, porque la gente del Norte nació escuchando hablar del camino Iquique-Oruro (los diarios de finales de siglo XIX hablan del FFCC Iquique-Oruro), o del camino Arica-La Paz y últimamente de los Corredores Bioceánicos.Se podría decir que en el Norte de Chile la Integración es un paradigma. En el fondo hemos vivido algunas etapas previas a la integración, tales como facilidades de tránsito de personas y bienes, complementaciones,acuerdos de Aduanas,etc.,faltando que se dicten normas reguladoras de la integración propiamente tal. No es del caso hacer cuestión acerca de los diferentes intentos de integración formal con los vecinos, sólo corresponde decir que las dificultades que servían de excusa u obstáculos ya no existen o sus efectos son muy atenuados, ellas eran, entre otras: políticas de protección de mercados a través de altos aranceles, diferentes políticas económicas de gobierno (vía de desarrollo económico a través de sustitución de importaciones); diferentes grados de desarrollo económico relativo, Ecuador-Bolivia por ejemplo. Aún cuando estos elementos sigan existiendo ya no se le considera impedimento, porque hoy en día el mundo está globalizado a través de la acción del empresariado y la región no ha escapado a ese fenómeno, de manera que la integración se está produciendo todos los días tanto por la acción del Estado como por la acción del capital particular, del ciudadano común que sin conocimiento

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alguno de la materia simplemente actúa internacionalmente aprovechando las coyunturas que se le presentan. Lo dicho anteriormente permite sostener que el grueso de la población de la región (y debemos estimar que también vale para la subregión) está predispuesta mentalmente en favor de la integración de la subregión al tener un origen, costumbres, idioma, religión comunes y economías que siempre y en la práctica se han complementado. También han podido apreciar empíricamente que la interacción con personas de otras naciones, razas y costumbres es beneficiosa en todo sentido. Las dificultades para aceptar la integración se podían visualizar, más bien, en las esferas militares de Chile, Perú y Bolivia por los resabios de la guerra y la noaceptación por Bolivia de su condición mediterránea. No obstante, como en muchas otras materias, los hechos y las realidades pasan por encima de esas consideraciones, y teniendo como conclusión que la integración de la subregión es ventajosa para todos y avanza día por día, corresponde preguntarse hasta qué punto estamos dispuestos a “integrarnos realmente”, es decir, a ser una sola unidad en el sentido político, económico, social, cultural, jurídico. Esto significa preguntarse: ¿qué perseguimos? área de libre comercio, unión aduanera, mercado común, unión Sudamericana. Para contestar la pregunta anterior debemos incorporar al análisis el elemento de soberanía nacional que se presenta al transferir parte de ella o desprenderse de una parte de ella, y la existencia o inexistencia de voluntad política para que eso ocurra en favor de órganos supranacionales que dicten normas con carácter obligatorio para todos los Estados Miembros. Si tomamos en consideración la fuerte tendencia de todos los países hispanos a centralizar y concentrar el poder de decisión en organismos burocráticos en las capitales en desmedro de las provincias, resulta difícil pensar que exista voluntad para desprenderse de esa potestad en favor de organismos extranacionales ad-hoc. Sin embargo, la respuesta no es tan sencilla, porque la globalización jurídica también es un hecho que se está produciendo y la existencia de Acuerdos, Tratados y Convenciones sobre todo tipo de materias comerciales, penales y jurídicas en general, de alguna manera lleva en sí mismo una pérdida o transferencia de competencia en esas materias, especialmente en lo que se refiere a los mecanismos de solución de controversias que puedan surgir en la aplicación o interpretación de esos Acuerdos o Tratados que se someten a arbitrajes, tribunales internacionales o tribunales especialmente creados para el efecto. No sólo estamos frente a una futura Corte Internacional de Justicia para conocer algunos crímenes, sino a una Corte Internacional de Quiebras, etc. La conciencia de integración está muy arraigada en esta zona, y como ejemplo podemos citar que a nadie le llamó mayormente la atención el hecho ocurrido el año

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pasado con la aduana chilena que no dejó salir vehículos desde Zofri con destino a Bolivia, porque las nuevas regulaciones de la aduana boliviana impedían la entrada a ese país de vehículos usados. Es decir, la aduana chilena cumplió una instrucción de la aduana boliviana con clara infracción de ley por cierto. Esto se puede entender solamente en el marco de un acuerdo entre aduanas y en la situación específica del Norte de Chile. Volviendo a lo dicho anteriormente, la realidad se encarga de desvirtuar las eventuales dificultades,ya que en los hechos podemos establecer que los capitales expresados en inversiones pequeñas y medianas se movilizan y se establecen indistintamente en Tacna, Iquique, Santa Cruz o Arequipa. Los grandes capitales se mueven directamente de capital a capital. Es cotidiano que inversionistas peruanos, bolivianos o paraguayos se establezcan en Iquique y cada vez más frecuente, que chilenos lo intenten en Tacna, Arequipa o Santa Cruz. Ha habido también intentos de chilenos en algunas Zonas Francas ubicadas en la frontera boliviana-brasilera, con muy malos resultados, cuyas razones no son del caso analizar aquí. En el mismo sentido todo tipo de mercaderías a veces originaria, como cemento peruano, madera boliviana, otras veces de terceros países como las depositadas en Zona Franca son transportadas en camiones bolivianos, chilenos o peruanos, indistintamente. Las personas se movilizan y buscan trabajo en uno u otro país según los ciclos económicos de bonanza o depresión. En la actualidad la inmigración peruana en Chile es tan numerosa que el gobierno se vio obligado a dictar un decreto de amnistía para regularizar la situación de los ilegales. Es por lo anterior que se siente la tentación de concluir que en esta región el proceso de integración ha existido siempre con períodos de mayor o menor intensidad, pero que siempre, históricamente ha sido una realidad, y que ha tomado mayor énfasis en la coyuntura histórica actual en que todos los países optaron por abandonar la sustitución de importaciones como vía de desarrollo y sólo producen lo que pueden exportar con ventajas comparativas. Siento también la tentación de reconocer la razón a quienes apoyaron el retiro de Chile del Pacto Andino, argumentando que la integración no se producía por instrumentos legales de ese tipo, sino que ella vendría sólo en la medida que los países llegaran a aranceles muy bajos y parejos, que avanzaran los procesos de privatización y disminuyera la regulación del Estado que entraba el libre comercio y que los capitales pudieran trasladarse de un país a otro sin mayores complicaciones como ocurre en la actualidad. De lo anterior se podría concluir, también, que la discusión actual sería la misma que en los inicios del capitalismo moderno en relación con el papel del Estado, no ya frente a la actividad económica interna, sino frente a la globalización y más específicamente frente a la integración.

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Será suficiente que a los Estados sólo les corresponda sancionar­los hechos consumados y regular las situaciones que se producen en el desarrollo del proceso mismo, o se requiere un Estado activo que vaya más allá de la simple promoción. Si así ocurre no estamos frente a un proceso de integración,sino solamente frente a un sistema ágil de intercambio de bienes y servicios entre países vecinos. Para que exista verdadera integración en la región hace falta que la voluntad política de los Estados sea expresada a través de acciones específicas en diversos planos. En el plano material se requieren acciones como fuerte inversión en caminos fronterizos, decisión al más alto nivel del trazado de los corredores bioceánicos, supresión de pasaporte nacional o creación de un documento único de viaje dentro de la región para facilitar el tránsito de personas en la subregión. En otro plano, los acuerdos de libre comercio deben dar paso también a una cierta uniformidad impositiva, convenios para evitar la doble tributación, revisión de los convenios sobre libre tránsito de personas y medios de transporte etc.También se requiere la creación de organismos supranacionales que sean foros válidos para ventilar los nuevos problemas que se están presentando como el narcotráfico y el lavado de dinero que requieren, a no dudar, una acción y criterios únicos para ser tratados con éxito. Sobre estos puntos se debe tener presente la experiencia europea en todo sentido, ya que habiendo tenido éxito en algunas materias llama la atención la inmensa burocracia internacional que se ha formado en torno a estos organismos. Estas sólo son de competencia del Estado y a él le corresponde emprenderla. Párrafo aparte merece la normalización de relaciones diplomáticas con Bolivia que es un elemento deseable, pero que en la práctica no ha impedido el desarrollo del proceso de integración. A la hora de las conclusiones también parece interesante incorporar al análisis el elemento pragmático en el sentido que la integración no es un fin en sí misma y perseguirla porque sí, no tiene sentido. Se busca porque se le ha considerado una herramienta útil para salir del subdesarrollo, para aprovechar economías de escala en mercados de mayor volumen, para tener un mejor poder de negociación frente a otros bloques o países continentes, pero si esos fines se están obteniendo a través de elementos de integración, pero sin llegar a ella como son los distintos acuerdos y asociaciones de libre comercio existentes, quizás tengamos que revisar el planteamiento, porque el refrán popular es muy sabio y dice “lo perfecto es enemigo de lo bueno” y si los objetivos perseguidos, que no son otros que elevar el nivel de vida de la gente se está consiguiendo por vías parecidas a la integración, podría entorpecer el proceso el afán de querer integrarnos formalmente y a toda costa. Podríamos hacer un símil entre el proceso natural de integración que ocurre todos los días informalmente y lo que pasa en la vida diaria de los comerciantes, en el sentido que hay ocasiones que dos o más personas se plantean la necesidad de formar

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una sociedad para resolver ciertos problemas. Sin embargo, cuando un profesional examina a fondo los antecedentes aconseja una estructura jurídica legal parecida a una sociedad como son las “cuentas en participación” del Código de Comercio o una más moderna como son los “joint venture”, instrumentos mediante los cuales se cumplen la mayoría de los objetivos perseguidos por la sociedad sin tener que someterse a sus solemnidades ni complejidades de formación, administración ni disolución. No será, entonces, que nos estamos complicando demasiado con aquello de querer integrarnos formalmente y a todo evento. La interrogante tiene sentido, porque si examinamos la realidad de esta zona podemos concluir, como ya lo dijimos, que hay una fuerte interacción económica, social, cultural y hasta actividades conjuntas de las policías de los países de la subregión sin necesidad de tanto acuerdo formal sobre integración. La IMI de Iquique es en sí misma una demostración de que la integración se hace en la práctica día a día, sin esperar los acuerdos y autorizaciones del poder central, de la misma manera como actúan los agentes económicos, sean capitalistas o trabajadores; unos se instalan, otros van en busca de trabajo casi sin analizar demasiado el punto, como no sea desde el punto de vista de su conveniencia económica estrictamente. Finalmente, cabe preguntarse, entonces, si la integración la hacen los pueblos con sus acciones diarias o los centros formales de poder con sus acuerdos y tratados que a veces, por muy elaborados que estén, si no son capaces de convencer a sus actores, empresarios, trabajadores u otros entes, simplemente son letra muerta. Por el contrario, cuando la situación se da, simplemente se actúa y la integración se va produciendo naturalmente, como se ha dado en esta zona. Sobre esta materia, en la década 60 -70, los autores solían decir que las uvas no estaban para vinos, y en la actualidad podemos afirmar que es tiempo de vendimia.

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