Inserción internacional de América Latina: retos para un cambio de rumbo

August 23, 2017 | Autor: Oscar Mañán | Categoría: International Relations, América Latina, Desarrollo, Inserción internacional
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Inserción internacional de América Latina: retos para un cambio de rumbo 1

Oscar Mañán♣ En primer lugar debo agradecer a la Universidad de Guadalajara, al Centro Universitario de Ciencias Económicas y Administrativas, a la Red de investigación e intercambio CAC-502UDG Relaciones Económicas Internacionales de México; a la Academia de Ciencias Económicas de México; como también a las instituciones donde trabajo en Uruguay, al Consejo de Formación en Educación de la Administración Nacional de Educación Pública y a la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la Universidad de la República de mi país que me permiten estar aquí con Uds. para este intercambio que seguramente será beneficioso para todos. Me gustaría partir de una recordación de lo que fue la inserción internacional de América Latina en el capitalismo mundial desde la independencia, solamente para tener una perspectiva histórica cuando analicemos los problemas actuales de la región y las oportunidades o retos que presenta la actual crisis para repensar una inserción diferente. Pero digamos también que hablar de inserción internacional implica referir a las modalidades de desarrollo que tuvieron lugar en la región. El concepto de modalidad es más amplio, incluyente, y tiene tres patas que se pueden diferenciar: a) la inserción internacional y los mercados de destinos de la producción; b) el papel del Estado y las formas de intervención en la economía y c) el financiamiento del desarrollo y sus fuentes respectivas. En la bibliografía económica hay relativo consenso en que si fijamos la independencia de los países en el entorno de 1830 tenemos hasta la actualidad por lo menos cuatro períodos bien diferenciados de la inserción internacional de América Latina. Quizás se podría discutir si estamos viviendo un punto de silla o inflexión en la actualidad a partir de lo que viene siendo la crisis económica que tiene lugar en el mundo desarrollado por lo menos desde 2008. La inserción de la región independiente en el mundo capitalista Un primer período que como es tradicional se le nombra como “desarrollo hacia afuera” y que se fija desde la independencia hasta 1914, cuya característica central es el crecimiento basado en las exportaciones, un proceso que en economía se le llama de globalización económica, entendiendo por ella un período donde las exportaciones crecen por encima del producto, dando lugar a un crecimiento impulsado por el sector exportador (export-led growth). En tal período tuvimos gran dinámica económica basada en la expansión de las exportaciones y a una demanda mundial alentada por la euforia de los mercados 1

Ponencia presentada en Guadalajara el 9 de julio 2012, la reconstrucción trata de ser lo más ajustada posible (memoria de por medio) a lo planteado en dicha oportunidad. Un especial agradecimiento cabe para la Dra. Luz Alicia Jiménez Portugal coordinadora de la Maestría en Relaciones Económicas Internacionales y al Dr. Martín Romero Morett Jefe del Departamento de Economía por haberme permitido compartir con ellos y el Departamento Académico este intercambio. ♣ Sociólogo; economista; Dr. en Estudios del Desarrollo; Prof. efectivo del Centro Regional de Profesores del Centro, CFE, ANEP-CODICEN; Prof. e investigador agregado de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración, UDELAR. Investigador activo del Sistema Nacional de Investigadores de Uruguay.

desarrollados básicamente de Europa. Se dio aquí una especialización productiva clásica donde a la América Latina le correspondió el papel de proveedor de bienes básicos para la alimentación y la industria de los países centrales (Prebisch, [1949] 1986; 1959; 1963; 1981). El financiamiento del desarrollo estuvo apoyado en la inversión extranjera directa, fundamentalmente de Gran Bretaña, Alemania y Francia, con el desarrollo de infraestructura y las vías férreas que apuntalaron el libre comercio en la región. Le siguió un proceso muy dinámico de urbanización y movilidad de población. El crédito hacia la región no guardó relación con la rentabilidad económica sino con la disponibilidad de divisas que buscaban la realización de capitales europeos, tales flujos terminaron cuestionando hacia la década de los treinta el orden financiero internacional. El comercio internacional y la movilidad de factores necesitarían de apoyo institucional, la estabilidad de tal comercio generó el patrón oro y, también otras formas que estabilizaron los flujos financieros. La estabilidad política 1870 y 1914 respaldó la expansión económica, Gran Bretaña sería el adalid del libre comercio, pero no así EEUU y Europa. El sector privado fue el responsable de la expansión, no obstante las medidas políticas eran más bien proteccionistas (Thorp; 1998). La transición desde los mercados externos a los mercados internos Un segundo período ubicado entre la primera guerra mundial y la crisis de la década de 1930, donde se conoce como un período de “rupturas y experimentos” como lo ha caracterizado Rosemary Thorp (1998). Este período está cruzado por una inestabilidad política importante y por una crisis e incertidumbre en la economía mundial, donde comienza a generarse condiciones para un período de autoprotección y de mirar hacia adentro en nuestros países. Por supuesto, los modelos de caracterización abstractos no hacen del todo justicia con la experiencia de los modelos nacionales, tenemos modelos maduros de control nacional en el sur del continente, mientras en México se articula un proceso de cambio institucional y revolucionario que dará cabida al estado pos-revolucionario que inauguraría un proceso de estabilidad política sin precedentes. Las guerras mundiales aumentaron la demanda de minerales para la industria bélica y los productos alimenticios básicos, sin embargo, otros como el café, cacao y plátano cayeron. Por lo tanto, hay algunos países que no sufrieron el impacto de las guerras2, mientras que otros experimentaron un fuerte retroceso ya que se interrumpieron los flujos de capital y comercio desde Europa y Japón. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones El tercer período es el tan conocido, también tan exitoso como también criticado por la frustración en que termina, período de “desarrollo hacia adentro”, o de “sustitución de importaciones” o más exactamente como lo caracterizó Octavio Rodríguez (2001b) de “desarrollo de los mercados internos” de la región. Aquí el proceso de crecimiento fue muy interesante, la región fue más dinámica y en especial aquellos países que se caracterizan como desarrollos más tardíos (Brasil y México) tuvieron un dinamismo sobresaliente. Pero si lo miramos en perspectiva respecto al mundo, deberíamos hablar de un “estancamiento 2

Uruguay es un claro ejemplo, como decía un profesor de historia en la secundaria, el país obtuvo tres grandes loterías en su historia, ellas fueron las guerras mundiales y la de Corea.

relativo” (Furtado, 1969; Rodríguez, 2001a); ya que los países socialistas y Japón tuvieron una dinámica inusitada. Es en tal período donde se da un desarrollo institucional, como así de infraestructura y se experimentaron formas diversas de política para generar una industria nacional que permitiera un despegue de los países. No obstante, luego se frustraría tal industrialización en un proceso de crisis política y endeudamiento en la mayoría de los países. Este es el período donde la hegemonía norteamericana se afirmaría sustituyendo a su homóloga de Gran Bretaña luego de la primera guerra; EEUU se convertiría en el primer acreedor del mundo y en 1945 ya sería la primera potencia, respaldado por el dólar que se convertiría en la moneda mundial indiscutible hasta la década de los 70. La expansión americana pondría a la región en el lugar de proveedora de materias primas, si bien la situación sería menos alentadora dado que esta economía era menos abierta que la británica. En este período, la vulnerabilidad externa será el común denominador, pero la diversificación que tuvo lugar en los países de la mano del proceso de industrialización emprendida no permitió que los países quedaran expuestos a los precios de un solo producto (Cuba-azúcar, Argentina-carne, etc.). El tamaño del país alentó o limitó la estrategia estatal, Brasil y Colombia son ejemplos positivos mientras que Ecuador y Uruguay están en el otro extremo (Thorp, 1998). Aquí ocurrió un proceso dinámico de crecimiento demográfico, urbanización y el aumento de las demandas que conlleva, mientras que se da un ascenso del nacionalismo. Se generó un consenso hacia la industrialización en varios países, no obstante, termina en un proceso de frustración y endeudamiento tanto por límites internos y externos que se apuntan en la bibliografía estructuralista (Rodríguez, 1980; 2001a; 2001b; 2001c; 2001d; Furtado, 1969; Fajnzylber, 1983; Tavares, 1976; entre otros). La vuelta al liberalismo y las instituciones “talle único” El último de los períodos claramente delimitados es el que comienza con los procesos de crisis de deuda en la década de 1980 y donde se experimenta un modelo económico nombrado como neoconservador en EEUU que implicó el llamado Consenso de Washington (CW). Este Consenso lo definió Reagan como “la creencia en las soluciones de mercado” definiendo al Estado “como parte del problema y no de la solución” de lo que era el proceso de estancamiento e inflación comenzado en los sesenta y que terminara en crisis de deuda y estancamiento en los 80 (CEPAL, 1987; Valenzuela, 1991). Esta forma de vuelta al liberalismo, entendido como el impulsor de los años dorados del capitalismo (posteriormente desmentido por los trabajos de Ha-Joon Chang siguiendo a un economista alemán del siglo XIX, Friederich List) (Chang, 2004). Este período, lejos de lo que se esperaba, no tuvo un importante dinamismo económico y tampoco contribuyó a terminar con el endeudamiento gestado en los años anteriores. No obstante, las reformas implementadas de forma genérica en la región y aplicadas en tres ejes (el papel del Estado en la economía, liberalización financiera y del comercio internacional más la desregulación y liberalización de la economía doméstica) llevaron a un cambio estructural sin precedentes (Williamson, 1990; Cameliú, 2000; CEPAL, 2002; Ocampo, 2002a, 2002c; Delgado y Mañán, 2000, 2004; Mañán, 2003 entre muchos otros). La evaluación general que se hizo de tales reformas comenzó a generalizar un conjunto de opiniones en base a lo que podrían nombrarse como avances, aunque estos no fueran

decisivos para todos los países, y por supuesto, algunos aspectos también fuertemente negativos para la región. Entre los primeros, se consideraba la vuelta al crecimiento económico, que en los 80 fue negativo y en los noventa retornaba aunque con menor énfasis que en el período del modelo ISI (poco más que la mitad) y con inestabilidad manifiesta. Fundamentalmente comienzan a valorarse cierta institucionalidad macroeconómica que se construye en la región y algunos logros en tales aspectos. Se consideraban logros los controles inflacionarios y la flexibilidad cambiaria que habían hecho ahora de la región más estable en términos monetarios y de precios, construyendo un mejor clima de negocios en general, y especialmente, un lugar más apetecible a la inversión extranjera que pasó a ser el gran financiador del crecimiento. Se sostenía además como avance el manejo de los déficits fiscales, descontrolados en el pasado, y ahora pasaron a ser parte de los equilibrios más celosos de todos los gobiernos. La integración regional pasó a ser también un elemento que permitió el libre tránsito de capitales y mercancías, no así del factor trabajo, alentando los procesos de inversión externa y generalizando las mismas oportunidades y beneficios en los países para el capital nacional y el extra-fronteras. Este fue un determinante fundamental de la expansión de las exportaciones y de cómo éstas se convirtieron en el eje del crecimiento económico. Primero, con la expansión de la inversión en cartera y luego con la inversión directa, se expandieron así las exportaciones primarias, agropecuarias y mineras en algunos países como también las manufacturas en otros (Katz,J. 2000; Címoli & Katz, 2001; Katz & Stumpo, 2001; CEPAL, 2002; Ocampo, 2002b, Mañán, 2003; 2012a; 2012b). Por supuesto, los efectos negativos asociados a tales reformas tenían que ver con el tipo de crecimiento intensivo en recursos y no así en trabajo, o bien en el desarrollo de las manufacturas de alto contenido importado y de trabajo de baja calidad y de salarios competitivos internacionalmente. El empleo que se creó en la región fue mayor en el sector informal de la economía y el que se creaba en el sector formal fue de baja calidad. En buena medida las empresas nacionales fueron desplazadas por las extranjeras, en la primera parte de las reformas, lo que los organismos internacionales llaman el ajuste, se divisó una gran mortandad de empresas nacionales y pérdida de puestos de trabajo, en especial en el sur del continente. La nueva realidad mostró muy poco aprendizaje para la economía nacional y muy poco transferencia técnica y de procesos para estos países (Mortimore, 2004; Mañán, 2003). Tales reformas generaron una inserción internacional de tres tipos en la región (dos Américas si simplificamos, una al norte y otra al sur), una región con un vínculo al mundo basado en productos primarios de bajo valor agregado (básicamente la América del Sur) y la región centro y norte de América con una inserción basada en los servicios turísticos y financieros (América Central) y en bienes de media y alta tecnología pero que requieren de un alto componente importado caso de México (maquila y semi-maquila). Los países del sur mostraron mayor dinamismo y diversificación del comercio exterior, mientras que los del norte tuvieron menos dinamismo y una concentración de las exportaciones en el mercado de Estados Unidos (Mortimore, 2004; CEPAL, 2002; Delgado & Mañán 2000, 2004). México y América Central tuvieron un vínculo más estrecho con EEUU, tanto como receptores de inversión como también respecto al destino de las exportaciones. En estas realidades el desempleo no fue un problema, cuestión que sí lo fue en América del Sur, donde la inserción estuvo más diversificada en cuanto a los destinos de sus exportaciones y la recepción de la inversión pero el desarrollo de los recursos primarios no fue dinámico para

la creación de empleo. CEPAL (2002) era más optimista a principios del milenio con la inserción internacional de México y otros países del Caribe (i.e. Costa Rica) por su desarrollo en las manufacturas de media y alta tecnología. A tales productos la bibliografía internacional los llama “productos dinámicos” porque la elasticidad ingreso de los mismos es mayor a la unidad (es decir, si aumentan los ingresos de los países estos aumentan positivamente su demanda) lo que los presentaba como una opción de crecimiento sostenido. En cambio, los países cuya inserción dependía de los alimentos, claramente los países en la medida que suben en la escala de desarrollo tienden a disponer una parte menor de sus ingresos a los bienes indispensables (la realidad de América del Sur). Como puede verse, la especialización de la mayoría de los países es en estos productos llamados no dinámicos (Paraguay, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Argentina, Colombia, Bolivia, Brasil) mientras que los que basan sus exportaciones en productos dinámicos son menos (República Dominicana, Honduras, El Salvador, México, Costa Rica y Guatemala). Con menor participación en el mercado de productos dinámicos tenemos a Haití y con menor participación pero en los productos no dinámicos estaría Perú, Nicaragua, Guyanas, Panamá (ver cuadro). Si atendemos a la estrategia de las empresas transnacionales (ETs) que acompaña a las reformas económicas tenemos que estas son: búsqueda de recursos naturales, búsqueda de los mercados locales o regionales, mejora de la eficiencia productiva para la competencia en terceros mercados, o la búsqueda de activos tecnológicos. Las ETs que buscaron recursos naturales, petróleo y gas se instalaron en la Comunidad Andina, Trinidad y Tobago, Argentina, etc., en la minería también cobre, como Argentina y la zona andina; o buscaron bellezas naturales donde explotar el turismo en México y la Cuenca caribeña. En particular en las manufacturas se buscaron la ampliación de mercados tratando de acceder a otros mercados regionales, la industria automotriz se expandió al Mercosur, la química a Brasil y la alimentaria, al igual que bebidas y tabaco se expandieron básicamente a Argentina, Brasil y México. En los servicios, en los financieros particularmente las ETs se diseminaron por toda la región, algo parecido ocurrió en las comunicaciones, mientras el consumo minorista buscaron los grandes mercados (Argentina, Brasil y México). Las ETs que buscaron la energía eléctrica como aquellas que se controlaron la distribución del gas natural se instalaron en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Bolivia. La IED que buscó mejorar su eficiencia productiva por el lado de bajar costos de operación y funcionamiento se instaló fundamentalmente en México y la cuenca del Caribe; la industria automotriz en México para mejorar la competencia con la norteamericana y acceder a dicho mercado desde allí con un tratamiento impositivo mejorado (Saxe-Fernández & Petras, 2001; Mortimore, 2004; Petras & Veltmeyer, 2007). Las IED y el accionar de las ETs dejó en la región impactos no menores, el primero y esperable por las políticas inspiradas en el CW, fue el que ocurrió en las cuentas públicas, ya sea por las regalías respectivas, impuestos o bien como corolario de las compras de las mismas empresas públicas. A pesar que la modalidad de canje de papeles de deuda por propiedades públicas puso a dichos activos a precios de remate, eso implicó para los países el poder afrontar una disminución de la deuda pública además de ahorrarse erogaciones importantes en nuevas inversiones. Contrapartidas negativas y algunas preocupantes tienen que ver con el impacto en el medio ambiente de las compañías mineras y de hidrocarburos, dos proyectos de alto impacto y de crisis importantes fueron el famoso “juicio del siglo” contra Texaco en Ecuador y la oposición a Alumysa en Chile. Hoy en mi país se debate la reciente llegada de una compañía anglo-indú que promueve la inversión más grande de la

historia con un proyecto minero (Aratirí) a cielo abierto que extraería con una técnica moderna minerales de hierro que luego se vincularía a un canal que lo llevaría a un puerto de aguas profunda. Aquí el debate florece porque por un lado planea cierta transferencia tecnológica, nueva logística e infraestructura, pero se teme el impacto ambiental como así en otros sectores como el ganadero y turístico de país natural que se defendía. Ya de hecho, las multinacionales de la soja, por su forma de utilización del suelo (siembra directa) y nuevos métodos de fumigación con glifosfato, tienen impactos muy importantes en sectores ganaderos (caída del sector por competencia por tierras que ofrecen más rentabilidad), caída del empleo e impacto en la apicultura por envenenamiento de las abejas (trastornos asociados a poblaciones rurales también por fumigación) (Mañán et. al, 2010; 2012a). El control de bastos sectores de recursos naturales por parte de ETs también dificulta las decisiones nacionales y genera muchas veces controversias y litigios internacionales por los acuerdos internacionales de promoción de las inversiones. Argentina fue expuesta a la renegociación tributaria porque las empresas españolas objetaron el impacto del régimen de convertibilidad, porque este habría causado perjuicios en las ecuaciones económicas pautadas. Brasil debió rescatar empresas de electricidad porque estas no cumplieron con las inversiones necesarias e incurrieron en problemas financieros. En 1999, República Dominicana se vio expuesta a una crisis energética, tanto de generación como de distribución. Bolivia acaba de volver recientemente a nacionalizar la distribución de energía eléctrica acusando a las empresas también españoles de no cumplir con inversiones necesarias y de poner en riesgos los suministros. Argentina, hizo lo mismo con YPF (Yacimientos Petrolíferos Federales) porque esta empresa española tampoco aseguraba los suministros necesarios para acompasar el crecimiento económico y los requerimientos energéticos (Clairmont, 1997). México en particular fue uno de los que se ven como “ganadores” en este proceso de globalización dirigida (y me gusta decir también “vigilada”) por el CW. La industria automotriz y electrónica obtuvo beneficios comparativos en lo que hace a la capacitación de los recursos humanos, pero muy limitada transferencia y absorción tecnológica, en muchos casos tuvieron un algo componente de ensamblaje. A su vez, el encadenamiento productivo logrado fue muy débil al igual que el desarrollo empresarial permitido. Igual, cuando los compañeros mexicanos ponen énfasis en estas debilidades, yo les recuerdo que el modelo del sur de venta de recursos naturales ni siquiera incorpora la fuerza de trabajo al mercado. Hoy se pone de moda nuevamente la palabra enclave para denotar estos procesos de inserción internacional (Calva, 1999; Osorio, 2010); sin embargo, queremos apuntar que el viejo concepto de enclave hablaba de un sector inserto en la economía mundo pero desconoectado del resto de la economía nacional (Cardoso & Faletto, 1970). En cambio, los nuevos enclaves exportadores, tenemos que el conjunto de la economía nacional funciona para que el enclave pueda existir (Delgado & Mañán, 2004). La crisis mexicana de fines de 1994 fue la primera de las que podríamos llamar de última generación (luego vendría Brasil 1997-1998, el sudeste asiático 1998, Argentina 2001, Uruguay 2002, etc.), es decir, la que es fruto del sistema financiero políticamente desregulado y la apertura irrestricta de las economías a los flujos de dinero y mercancías (Correa, 1998; Mañán, 2012a; 2012b). Aquí comienza a divisarse que el sistema de libertades absolutas y el fin del Estado regulador de la economía decretado por los think tanks americanos (juntos con otros achichincles de la región) no podía sostenerse.

Así esta el mundo hoy… amigos En la última década tenemos que el mundo crece poco y el motor de dicho crecimiento son los países llamados en desarrollo (eufemismo que se podría discutir). Curiosamente la región latinoamericana, y en especial, los países exportadores de commodities derivados de los recursos naturales viene teniendo un dinamismo importante, si bien en el horizonte se encuentra la desaceleración rápida ante la crisis del mundo globalizado. El dinamismo del crecimiento se basa fundamentalmente en el aumento de los precios internacionales de alimentos y no así en los volúmenes físicos de producción. Países como China, India, Sudáfrica, Brasil… demostraron que pueden crecer de forma rápida aunque con potencialidades diferentes se colocan hoy en aspirantes al núcleo selecto de decisores en el capitalismo global. La primera, ya una potencia que jugará en esta década en las ligas mayores, montada en la estructura imperialista americana todavía no da su propia lucha por conformar un imperio propio (Katz, C. 2011). Según Katz, la clase dominante China no le interesan los conflictos globales (no tiene vocación imperialista) y sus luchas de dominación estratégica se centran en la región; no obstante, su ascenso al grupo de países centrales en la pasada década (único país que lo hizo bajo el reinado del neoliberalismo de Washington) lo pondrá en la obligación de aumentar sus gastos militares y potenciar una estrategia de seguridad nacional. EEUU no recupera aún sus fuerzas económicas ya bastante disminuida, la estrategia de salvataje a las grandes empresas dejó mucho que desear y las elecciones serán la gran prueba hacia futuro. A pesar de su debilidad económica actual todavía ejerce el 50% de los gastos militares planetarios. La Europa comunitaria se desvanece en una crisis profunda que termina con los últimos vestigios de su viejo Estado de Bienestar de posguerra. Pero además, pone en jaque el proceso de integración más longevo y que había logrado abolir fronteras, tanto para mercancías como personas. Hoy, lo que fuer ejemplo de los avances de integración hasta culturales, comienza a retroceder tras los sentimientos nacionalistas y las exigencias leoninas de la UE ahora circunscripta a las políticas otrora llamadas neoliberales en esta parte del mundo. A su vez, también el sudeste asiático y sus tan mentados “tigres” hoy parecen también haber encontrado sus límites de crecimiento que los mostraban como las últimas referencias de desarrollo tardío de los pasados años. Como puede verse en los cuadros, vale la pena resaltar que la región Asia Pacífico es la que muestra mayor dinámica en la integración de América Latina. Esta constatación no es de por sí buena ni mala, no obstante, exige cierta reflexión de nuestros líderes a la hora de aprovechar estas nuevas oportunidades pero fijando otras reglas del juego que no sean las propias que en el pasado nos trajeron sufrimientos. En Uruguay, por ejemplo, el acercamiento de China es obvio, tanto en la minería, en la inundación de sus productos (como en todas partes), pero también en el desarrollo de la industria automotriz e incluso como financiador de un puerto de aguas profundas. Los dos últimos proyectos valen un paréntesis y una reflexión. La industria automotriz llegó a Uruguay con la idea de ser la puerta de entrada al Mercosur, en especial, a Brasil; tal y como ocurrió con México que se convirtiera en los 90 como la plataforma de entrada al mercado americano. La exportación de vehículos chinos (armados en Uruguay) hacia Brasil ha tropezado ya en varias ocasiones porque éstos no recogen los montos de “valor agregado regional” que especifican los tratados comerciales. Así el gobierno debe negociar, día tras días, nuevas excepciones y compromisos para que puedan llegar tales vehículos a la vecina orilla; muchas veces

encubriendo un tipo de empresario nacional que le interesa el negocio de corto plazo y no el desarrollo de una industria nacional de autopartes. Por otro lado, China ve claramente lo mismo que vieron los ingleses en 1800 cuando recomendaron la instauración de un país independiente en el estuario del Plata, así nació Uruguay. Lord Ponsomby, diplomático inglés, decía que el Río de la Plata era la llave del libre comercio de América del Sur, por lo tanto, debería ahí constituirse un Estado independiente pero débil que no osara guardarse la llave. China parece ser que busca lo mismo, es una oportunidad de inversiones pero los mismos riesgos de seguir constituir al país en una republiqueta al estilo de algún país caribeño. En otro orden, también gana el comercio intra-regional, lo que podría ser beneficioso si se encara de manera más seria la disminución de las asimetrías y se apuntara al relacionamiento comercial más solidario o a la integración de cadena de valor que busquen construir sinergias en el mediano plazo. En particular, nosotros venimos planteando desde el 2003 la necesidad de superar los modelos de integración basados en la ampliación de mercados, lo que hemos llamado una integración de consumidores, habría que pasar a una integración de productores. Para ello, claramente debería plantearse objetivos de desarrollo nacional con prioridades irrenunciables y ahí sí discutir qué papel tendría la IED y las ETs en el financiamiento y en los recursos de los países (Burke, 1998; Calderón, 1999). De todos modos, vemos inviable cualquier avance en lo que podríamos llamar desarrollo autónomo, autocentrado en los intereses nacionales en los actuales parámetros de organización del comercio internacional reglado por las instituciones de Bretton Woods (FMI, BM, OMC, Bancos Regionales e IFIs) en la actual modalidad. Para ello basta algún ejemplo, desde Argentina cuando fue amenazada por la vice presidenta del FMI (Dra. Anne Krueger) de embargar sus exportaciones sino pagaba a los tenedores de bonos. Se divisa entonces una nueva inserción internacional de la región, de alguna manera empujada por la crisis en el mundo desarrollado. Como decíamos Asia está cumpliendo un nuevo papel, tanto como destino de las exportaciones de recursos naturales y commodities de bajo valor agregado, como también los flujos IED desde ese continente, ya sea para el desarrollo de infraestructura o bien con fines estratégicos de tales países para posicionarse en la región (CEPAL, 2010; 2011; 2012). De todos modos, si no hay un posicionamiento de defensa de los recursos en la región, bien puede seguir las formas de saqueo que tuvo la inserción de América Latina como patio trasero de EEUU en el pasado. Retos y cambios de rumbo en la inserción internacional de la región Resumiendo, por un lado, la crisis internacional con epicentro en el mundo desarrollado afecta fuertemente las relaciones internacionales y se divisa una desaceleración económica y crisis social en varios países de la comunidad. A las chances de contagio que la caída de la demanda europea genera se suma la repatriación de capitales que se espera (españoles fundamentalmente) por la competencia que la restauración presentará para los flujos financieros internacionales. Por otro lado, otros países (asiáticos fundamentalmente) se expanden en la región; pero dentro de la región existe una clase capitalista que se expande de unos a otros países conformando una clase transregional de gran poder. Las empresas sojeras, tanto brasileñas

como argentinas, o las forestales chilenas también se expanden en busca de los recursos regionales; y la relación de saqueo no es diferente a las de otras ETs. Como alguna vez lo planteó Marini (1974; Rocha, 2010) en la vieja idea de subimperialismo. Además, es justo señalar el fracaso que decíamos de los modelos de integración basados en el aumento de los consumidores y descuidando las oportunidades de integración productiva; existe una clara crisis política de varios instrumentos de cooperación económica. Claramente tenemos dos Américas si miramos la inserción internacional, la inserta en el mundo con bienes naturales y commodities derivados la del sur; y la asociada al modelo americano de industrialización en el norte. Un modelo de crecimiento que hemos denominado EEDDIE (extrovertido, extractivista, depredador y dependiente de la inversión extranjera) en el sur y uno maquilador o semi-maquilador en el norte (Mañán 2012). Comentarios sobre el fracaso estrepitoso del Mercosur Como me lo habían pedido y es el interés que veo en varios profesores que se me han acercado con la inquietud, haré algunas consideraciones respecto a lo que es el rotundo fracaso del mercado común del sur. Recordemos que el Mercosur nació a la vida como tal a principio el 26 de marzo de 91 con la idea, como dijimos antes, de aumentar los posibles consumidores (210 millones de personas) que ahora reúne un PBI de más de 2 billones de dólares. Esta era la idea inicial que se conformó antes incluso del Consenso de Washington, con la famosa frase de Bush (padre) de América para los Americanos, que buscaba una alianza comercial desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Participaron de la firma inicial los presidentes: Lacalle (nacionalistaconservador), Menen por Argentina, Collor de Melo por Brasil y el ya desaparecido Andrés Rodríguez de Paraguay. Muchos colegas me hacían la pregunta sobre el MERCOSUR, que como todos saben está en una crisis política ahorita muy importante, cuestión que va mucho más allá de la incapacidad para alentar relaciones comerciales y solidarias propias de las que se proponía inicialmente. Es público y notorio el quiebre lo significó lo que se tildó de “golpe parlamentario” sufrido por el presidente electo de Paraguay y la asunción del vice; el presidente Lugo había congeniado ideológicamente especialmente con sus homólogos de Brasil y Uruguay, pero también con los respectivos de Argentina y Venezuela. El quiebre institucional y las formas más allá de las discusiones tecnicistas llevaron a la decisión de suspender a Paraguay del grupo hasta que se realicen el próximo año la nueva convocatoria electoral. Pero, posteriormente, a solo unos días de este evento se produce la confirmación de la entrada de Venezuela al bloque, entrada que había sido demorada justamente porque estaba a la espera del visto bueno del parlamento paraguayo donde no tenía mayorías que la hicieran posible. En el caso que conozco más por razones obvias, Uruguay, la discusión política aquí divide las aguas en dos posiciones respecto al Mercosur, pero ambos casos dividen a oposición y gobierno, y en particular el segundo (entrada de Venezuela) presentó dualidades de criterio entre el Presidente y el Canciller. El caso de la oposición política en Uruguay, los partidos tradicionales Colorado y Nacional (liberal y conservador en la tradición latinoamericana) vienen criticando la operación del Mercosur hace mucho tiempo. Las críticas se dan por el lado de las crisis de relacionamiento que ha tenido Uruguay básicamente con Argentina, ya

fuera por medidas proteccionistas de los últimos años o por la más comentada gestión del Río Uruguay donde del lado oriental se afincó una planta de pasta de celulosa (Botnia-UPM) que fuera muy resistida por cuestiones ambientales del otro lado del río y por el mismo gobierno de Kirshner. En particular en el último período de Kirshner su relación con Tabaré Vázquez (su homólogo uruguayo) dejaron mucho que desear, con desplantes mutuos y con meses donde estuvo interrumpido el pasaje en un puente internacional debido a militantes ambientalistas (que algunos señalaron como financiados por el gobierno argentino). Con Brasil también se tienen seguido problemas de tránsito de mercancías, por disposiciones más bien estaduales, o porque los productos que van desde Uruguay no cumplen con disposiciones del bloque (comentamos el ejemplo de los autos chinos armados). La entrada de Venezuela fue quizás la gota que desbordó el vaso en este conflicto en la discusión interna en Uruguay. Desde la oposición no se tiene buena relación con el Presidente Chávez, en particular porque tanto el partido Colorado como Nacional lo ven como un personaje atípico, fuera de tiempo y particularmente con una intromisión no deseada en asunto de otros países. Sin embargo, Chávez ha sido muy solidario con Uruguay, tanto en la venta de Petróleo (aquí se creó un fideicomiso donde se vuelca una diferencia de precios solidarios para apoyar a empresas recuperadas por trabajadores, u otras política sociales) o bien con la compra de una Cooperativa de Crédito que estaba al borde de la quiebra, entre otras ayudas. Al interior del gobierno, la discrepancia entre lo que fue el informe técnico de Cancillería donde se oponía al ingreso inmediato de Venezuela debido a ciertos tecnicismos y el Presidente que dio su voto para la entrada. De todos modos, no cabe duda de la importancia estratégica que tiene ese país, desde el punto de vista energético como también en lo que hace a proyección en el pacífico y el Caribe, como en el contrapeso que se espera respecto a países mayores como Argentina y Brasil. Los pequeños países, en este caso Uruguay y Paraguay, reclaman un trato diferencial de los más grandes que no siempre obtienen. Me voy a apoyar en un documento recién llegado de un alto comisionado para la integración de Brasil que acaba de renunciar y es una persona que además de la crítica contundente que presenta tiene la experiencia desde adentro de los problemas del MERCOSUR. El

embajador Samuel Pinheiro Guimarães (2012) sostiene que “el proceso de integración del Mercosur está sujeto a desequilibrios y tensiones que resultan de los desplazamientos económicos provocados por la eliminación de las barreras al comercio y el aumento de la competencia, en especial en la medida en que no fueron armonizadas las diferentes legislaciones (trabajo, previsión social, tributos, créditos, etc.) que afectan la competitividad relativa de las empresas en los cuatro Estados Partes” (Relatórico ante los Ministros del Mercosur, junio 2012, en momentos de entrega de su renuncia como Alto Representante del Mercosur). El mismo relator sostiene algo que nosotros venimos diciendo hace 10 años (Mañán, 2003); y cito: En el 91 (cuando se creó) existía la convicción en los gobiernos de Menem, Collor, Rodrigues y Lacalle de que la ejecución de las políticas del Consenso de Washington, es decir, desregulación, privatización, apertura al capital extranjero y eliminación de las barreras al comercio, sería suficiente para promover el desarrollo económico y social”.

Pero hoy, bajo la visión del “Regionalismo Abierto” de CEPAL y del cual se hacen eco los países: “el Mercosur celebraría acuerdos de libre comercio y de uniformización de reglas económicas que llevaría, en la práctica, a la disolución del Arancel Externo Común y también a la imposibilidad de políticas económicas preferenciales entre los países del bloque. El Mercosur, como Unión Aduanera y bloque económico se disolvería”; en palabras mismas del Embajador Pinheiro Guimarães (2012). De una integración de consumidores a una integración de productores Nuestra propuesta para apuntalar la cooperación y la integración económica pasa por: Solidaridad, único bien que según Bossier (2002) no se gasta sino se potencia con el uso. No cabe otra que abordar de una vez por todas las asimetrías entre países si es que se busca una real cooperación e integración económica, ya no con una visión utopista planteada por los mismos próceres regionales, sino por una necesidad estratégica. Hay que alejar la idea de mejorar la competencia y apuntalar la necesidad de entrelazar la cooperación solidaria. Ejemplos hay muchos, hablamos aquí de Venezuela, pero también podríamos hablar de Cuba como ejemplo muy viejo, nosotros recibimos ayuda médica invaluable del país caribeño para que el gobierno de izquierda pudiera implementar una política pública para resolver los problemas de visión (operaciones, tecnología y docencia en el arte de curar las cataratas que hoy se puede hacer gratis en las instituciones públicas). No será tiempo de intercambiar bienes y servicios, alimenticios, energéticos por tecnología o fuerza de trabajo calificada en un comercio que genere capacitación de recursos humanos, pero de transferencia y absorción tecnológica o aprendizajes en gestión. Cuántos gobiernos de los nuestros tenemos logros en educación o salud como Cuba, quizás con menos recursos, nadie a excepción de Chile han podido bajar la mortalidad infantil con políticas preventivas más allá del 8/000. Sin duda, tal integración no será posible dentro de los parámetros de la institucionalidad internacional reglada y vigilada por las Instituciones de Bretton Woods (FMI, BM, OMC, Bancos de Desarrollo e IFIs) con sus tribunales de controversias. Lograr una integración de productores deberá saltar las reglas internacionales que constituye una red de protección para el gran capital circulante a nivel mundial. Para ser exitoso en esta tarea deberán conformarse nuevas alianzas de países con pretensión de salirse de este conjuntos de reglas hoy limitantes. El punto de inicio hacia un nuevo rumbo será posible si se refuerza un sistema de decisiones nacionales y regionales articuladas, instituciones de doble carácter (nacional y regional), construir bienes públicos regionales (tales como la estabilidad política y macroeconómica entre ellos) y difundir valores de cooperación y solidaridad para romper las asimetrías. La crisis del centro, aunque parezca paradójico, podría constituir una gran oportunidad, sumado también a la estrategia

China de deslocalización productiva si es que se articulan algunos criterios de soberanía nacional y regional necesarios para la protección de nuestras economías. Para pensar el largo plazo parece indispensable repensar las modalidades de desarrollo en la región; para ello será necesario reinstalar a la política en un lugar de privilegio,3 hay que volver a la regulación económica y esto implicará cambios institucionales no menores. Como decíamos, el reto de una nueva inserción internacional exige abandonar las ideas liberales de integración, dejando de pensar en anexar posibles consumidores y concentrándose en una “cooperación productiva”. ¿Será Asia el socio adecuado? El financiamiento del desarrollo debe ser mucho más soberano, habrá que rediscutir críticamente el papel de la inversión extranjera y su vínculo con las decisiones nacionales y regionales. Para ello, hace falta un “nuevo” Estado (una articulación diferente de las relaciones sociales) que permita posicionar en el centro los intereses populares para caminar hacia una nueva hegemonía, de modo de perseguir la utopía de una sociedad más justa y solidaria que las actuales y pasadas. La receta ¿cuál es? “El plan es no tener plan” pero es necesario confiar que se puede, como decía Gramsci: “Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia, Conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo, Organícense porque necesitaremos toda nuestra fuera” L’Ordine Nuovo. Y, por último, América Latina necesita a México para la integración de la región… en el bicentenario solo cabe esperar que México se levante y ande… la crisis podría resultar una oportunidad para que la política vuelva a hacerse de las riendas de la economía y para ponerla al servicio de la gente. Gracias Guadalajara!!!

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Un economista y periodista mexicano, Leon Bendesky, decía durante los 90 que la política había sido “una sirvienta respondona” de la economía que fue la reina de todas las decisiones durante el Consenso de Washington.

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