Insectos en el Tártaro: Ps.-Verg. \'Culex\' y las \'Bombyces\' de Marco Jerónimo Vida

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Descripción

XXIV Jornadas de Filología Clásica Universidad de Oviedo 2015 Michael Schulze Roberg

Insectos en el Tártaro Ps.-Verg. Culex y las Bombyces de Marco Jerónimo Vida El poeta neolatino Marco Jerónimo Vida, nacido acerca de 1485 en Cremona, es conocido en mayor parte probablemente por su obra épica de la Cristíade, primero publicado en 1535, o quizás por la Ars poetica, imprimido en 1527. Aquella primera edición de sus obras – la de 1527 – contiene también dos poemas más, uno sobre el ajedrez (Scacchia ludus), y otro poema didáctico sobre la cría de los gusanos de seda (Bombycum libri duo), escrito unos 15 años antes, el cual será lo que vamos a discutir ahora. Podemos constatar con todo derecho que Vida como poeta en cierta manera persiguió una carrera literaria muy parecida a la de su gran modelo Virgilio, con el cual tiene en común también su origen geográfico en el norte de Italia. Empezó por ‘éclogas’, es decir, poemas bucólicos – aunque ellos so se incluirían en la editio princeps de sus obras, que acabo de mencionar –, después poemas didácticos (la Ars poetica y las Bombyces, correspondiendo con las Geórgicas de Virgilio), y finalmente compuso su obra maestra épica, la Cristíade, un equivalente cristiano a la Enéida. Ya había escrito antes poemas épicas; sin embargo, la Julíada, en la que alaba las hazañas del papa Julio II, fue descartado y condenado al olvido por el mismo autor, y la Felsináida sobre el asedio de Boloña por el mismo papa, acaba de redescubrirse hace solo pocos años. El poema acerca del gusano de seda ha recibido relativamente poca atención filológica en nuestros tiempos, aunque fue destacado como “el rey de las obras de Vida” por el filólogo renacentista Julio César Scáliger (rex operum Vidae) {texto 1}. Y aunque Vida más tarde califique las Bombyces como un “juguete de su adolescencia” (meae adolescentiae lusus), en el mismo momento considera posible que esta obra le haya facilitado el aceso al papa León X para que aquél le ruegue que componga la

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Cristíade {texto 2: “Supongo que ello fue porque había leído ciertos juguetes de mi adolescencia […], especialmente también los dos libros de las Bombyces”}. Los dos libros de las Bombyces están inspirados sin duda alguna por Virgilio, y sobre todo por las abejas que describe en el cuarto libro de las Geórgicas. Ello no se ve solamente en el contenido – la semejanza biológica entre las abejas y los gusanos, y aún más las mariposas de seda lo hace muy fácil –, sino también en cuanto a la estructura. Cada uno de los dos libros empieza con un proemio antes de los consejos prácticos, y cada uno de los dos acaba con un mito aitiológico, reflejando el episodio de Aristeo al final del cuarto libro de las Geórgicas. El primero de ellos nos cuenta cómo Saturno enseña a Venus a criar los gusanos de seda y a procesar la seda, después de que ella le ha ayudado a seducir a la ninfa Fílira convertiéndose en un caballo (un mito tomado del tercer libro de las Geórgicas y adaptado desde un diferente punto de vista). El segundo mito (a final del libro II) describe cómo la seda llegó del pueblo asiático de los Seres a Europa: El príncipe Serio, enamorado de Faetusa, la hija de Sol, se la trajo como regalo. Cada una de esas historias sería un objeto muy interesante de estudios, pero eso habrá que esperar por este momento. Como todos sabemos, fugit irreparabile tempus. Hay otro episodio mitológico en el segundo libro, explicando el hecho de que los gusanos pupen y aparentemente mueran dos veces antes de su transformación definitiva en mariposas. Se trata más o menos de una continuación del epilio al final del primer libro. Los gusanitos mueren cuando sus colmenas se derraman en un accidente {texto 3: “Y mientras [los hijos de Venus] corrían de acá para allá en sus juegos niñeros (su madre por acaso no estaba), cayeron enmarañados en las colmenas. Hubo gran ruido. Los puentes se deshiceron, y con ellos, los establos de los gusanos. Por todas las partes estaban los gusanos en el suelo, montones de muertos – ¡qué vista más lamentable!”}. Al volver, Venus ve lo que ha pasado, y decide acudir al Tártaro para salvar a sus mascotas. En una palabra: Dis cumple su 2

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deseo bajo la condición de que los gusanos vuelvan a su reino tres veces durante su vida. (Es bastante obvio que este cuento está inspirado por las historias de Orfeo y Eurídice, otro elemento importante en el cuarto libro de las Geórgicas, y de Prosérpina). Dis incluso regala alas a los gusanos para que puedan seguir a su dueña a la superficie. Pues aquí tenemos hasta la explicación de la transformación definitiva de los insectos. En la literatura antigua hay otro ejemplo conocido de un insecto que acaba e el Tártaro: el culex de la Appendix Vergiliana. Ese pobre mosquito es matado por un pastor al que ha despertado picándole. Aparece a su asesino por medio de un sueño y le pide que al menos le otorgue un entierro digno, contándole lo que ve en el Tártaro. A pesar de la situación per se parecida – insectos que se hallan en el Tártaro –, parece que hay pocas cosas que los dos relatos tengan en común. Mientras en el Culex el episodio respectivo es una parte intrínsica del poema, en las Bómbyces forma parte de una digresión mitológica, por lo cual se distingue claramente del verdadero tema. Aunque sin duda el modelo principal para las Bombyces de Marco Jerónimo Vida fue el cuarto libro de las Geórgicas de Vergilio, como ya he dicho antes, no podemos asumir que haya ignorado la semejanza del contexto en el Culex. El poema sobre el mosquito es uno de los elementos más conocido de la así llamada Appendix Vergiliana, y fue considerado una obra juvenil de Vergilio ya en la segunda mitad del primer siglo (aunqe ciertamente no lo es, pero tenemoss testimonios al respecto ya en Lucano, estacio y Marcial). No podemos juzgar definitivamente qué pensaba Vida acerca de la autenticidad del Culex – pero una examinación de las alusiones textuales en todas su obras revela que utiliza muy pocas citas de la Appendix en comparación con las obras canónicas de Vergilio: las Éclogas, las Geórgicas y sobre todo la Enéida. Sin embargo, la atmósfera no demasiado seriosa del Culex parece adecuada también para el pasaje que estamos discutiendo. 3

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Tal vez se vea un problema teológico en el hecho de que Vida, un hombre de la Iglesia, conceda a los gusanos cualquier forma de una ‘vida más allá’. No obstante, tenemos que tener en cuenta que éste pequeño poema no tiene ninguna ambición teológica – al contrario que después su opus magnum, la Cristíada. En realidad, ese aspecto (la vida más allá) es una consecuencia lógica de la antropomorfización de los gusanos que queda visible en toda la obra. Los Animales son designados varias veces explícitamente como “almas” (animae) {textos 4a+b}. Vida despierta constantemente una simpatía con esos animales, ilustrándolos como indefensos e incluso un poco ‘malapatas’, si me permiten decirlo así. Es como si fueran mascotas de verdad, como nosotros veríamos hoy a un gato o a un perro. Si comparamos, pues, la situación del mosquito con la de los gusanos de seda, hay otras diferencias notables. El mosquito ya ha llegado al reino mismo de los muertos y puede contarle al pastor todo lo horrible que está viendo. Empieza con los pecadores famosos del Tártaro, como Sísifo o Medea, y sus penas. Pero hasta la descripción del Elisio y de los héroes que habitan allí está marcada por las cosas terribles que padecieron ellos, como, por ejemplo, Odiseo {texto 5}. Y aun los héroes mismos son presentados como crueles y sanguinarios [el mismo Odiseo es atrox, y Aquiles es poco antes caracterizado por el modo en que trataba el cuerpo de Héctor (v.324, no en la hoja)]. Por decirlo brevemente: todo el reino de Dis es un hervidero de terrores por todas las partes, hasta en los lugares donde no lo esperaríamos. La queja del mosquito termina cuando es llevado al río de Flegetonte {texto 6} para después encontrar a Mino, el juez del Tártaro. No llegamos a saber más sobre el destino del mosquito. El pastor entiende la visión y construye un túmulo en homenaje al mosquito (para testificar que éste le ha salvado la vida, y así ayudarlo a recibir un juzgado más favorable). No podemos saber con certeza si ese objetivo al final se cumple o no, pero el monumento y el epitafio, con

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el que termina el poema, nos damos, al menos, la impresión de que haya un final feliz en este mundo. Mucho más dichosos son los gusanos en la obra renacentista: aunque todos han muerto en aquel accidente, Venus enseguida acude en su auxilio. Cuando se da cuenta de lo que ha pasado, sin hesitar corre al inframundo. Y por suerte (aunque habría pasado algún rato), no llega tarde: los gusanos todavía esperan a la entrada a que Caronte los lleve al otro lado del río Lete. Al ver a la diosa, se alegran y la saludan. Una vez más son presentados más bien como mascotas que como gusanos. Venus, como he dicho antes, llega a un acuerdo con Dis, lo que le permite a llevar a los gusanos a casa {texto 7} – y aquí no hay ninguna trampa, como fue en el caso de Orfeo y Eurídice). La única condición es que los animales vuelvan tres veces al Tártaro durante su ciclo de vida (no se especifica por qué Dis querría tal cosa; pero sí se trata de una aitiología útil para explicar el hecho de que las bombyces muden de piel varias veces). No obstante, la estancia cortísima en el averno – aparentemente sin consecuencias, excepto las alas, que les quedan a los mariposas como ‘recuerdo’ – parece haber dejado cicatrices en las almas de los insectos. En el último período antes de su pupación final, no quieren comer nada. El poet explica que ello es porque siguen chocados por la atmósfera del Tártaro {texto 8: “Tanto miedo las sigue reteniendo al arcordarse del averno. Ahora mismo todavía tienen ante los ojos el plomizo río Estigia, el reino negro, las tres bocas del Cérbero y los monstruos implacables de Dis; así que no buscan los placeres de una breve vida.”}. Pero en realidad no hay nada, en el relato de Vida, que justifique tal susto. ¿Entonces de dónde viene? En el subtexto del Culex pseudo-virgiliano encontramos los motivos: todos los terrores que un pequeño insecto hace frente al estar con los muertos. Desde el punto de vista renacentista, sin embargo, el antiguo Tártaro fue un motivo ideal para ilustrar el concepto cristiano del Infierno – algo que el mismo Vida más tarde utilizaría en la 5

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Cristíade para presentar el descenso de Jesucristo después de su muerte (aunque no hay tiempo para ir más al detalle ahora). Y pienso que éste es el elemento clave para entender el episodio sobe que estamos hablando. A primera vista, leemos un mito que podía haber sido escrito de una manera muy parecida o idéntica en la Antigüedad. Pero en un segundo plano, ese mito en las Bombyces es un vehículo para un mensaje cristiano. La final feliz para los gusanos puede considerarse simplemente como un elemento para confirmar la atmósfera positiva de la digresión mítica entre los consejos prácticos y bastante secos del libro II. Sin embargo, hay un mensaje más profundo. Tenemos aquí algo como el mito de Orfeo, pero con una final feliz. Y los animales rescatados reciben incluso un don – las alas. Y en este contexto, Vida recrre a un pasajo oscuro de las Metamórphoses de Ovidio {textos 9a+b}: Hacia lia final de esa obra, se mencionan hombres en la región de Palene que reciben alas al sumergirse nueve veces en los pantanos Tritoníacos. Se reconoce fácilmente la semejanza con la idea cristiana de la existencia de los ángeles. No hay tiempo para una discusión más detallada de la alusión ovidiana, pero es algo notable que Vida, normalmente un discípulo fiel de su Vergilio al nivel textual, cite tres versos de Ovidio casi literalmente. El contexto localiza ese escenario sin duda en el ámbito de muerte y resurrección. Además, Pallene es mencionado también por Vergilio en el cuarto libro de las Geórgicas como la patria de Proteo. De tal manera se manifesta de nuevo el modelo de Vergilio – cuyas abejas en dicho libro son, como he mencionado, la fuente principal para los gusanos de seda de Marco Jerónimo Vida. Proteo debe ayudar a Aristeo, cuyas abejas todas han muerto por una enfermedad, y al final le aconseja cómo puede hacer que las abejas resurjan (las abejas están presentes también en Ovidio: poco después del pasaje sobre Palene son mencionadas dos veces como ejemplo de resurrección y de transformación {texto 10}). El motivo de la resurrección está presente, entonces, en más de un solo aspecto en este pasaje de las 6

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Bombyces. Mientras el mosquito de la Appendix Vergiliana de toda manera tendrá que quedarse en el inframundo (como hemos visto, ni siquiera el Elisio sería un lugar tan deseable), los gusanos de Vida esperan un ‘más allá’ más feliz. Venus incluso toma el papel de una santa cristiana; yo incluso me atrevo a decir que representa aquí a la Virgen María. Hay un indicio bastante claro en la obra misma. Al dar consejos en cuanto a quién debe tener aceso a las casas de los gusanos de seda {texto 11}, Vida constata que solamente jovenes guapos y guapas deben de ser admitidos, para que “bailen y canten himnos en homenaje a Saturno y Venus.” La mención de los dos tiene sentido, ya que son ellos dos los que han inventado e introducido la sericultura en el mito al final del primer libro. Pero en realidad apenas podemos creer que en los tiempos de este poema se alabarían Dioses paganos por himnos proprios. No obstante, sí que hay una mujer de conotación divina, cuyo papel como mediatriz en favor de los muertos encaja perfectamente en este contexto – y ésa es María, la madre de Jesucristo. En conclusión, hemos visto que Marco Jerónimo Vida en sus Bombyces juega con motivos de la antigua poesía didáctica y épica, como el del descenso al inframundo. Lo usa de una manera innovativa y aparentemente menos seria, en lo que también se puede basar en Vergilio, aunque el ejemplo respectivo no sea verdaderamente vergiliano. Pero al mismo tiempo lo mezcla con un nuevo mensaje que va más allá de la diversión, y logra abrir la historia pagana para un entendimiento cristiano.

© Michael Schulze Roberg 2015 [email protected]

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