Inmigración y política en Italia: ¿un sentido tras el sinsentido?
Descripción
Inmigración y política en Italia: ¿un sentido tras el sinsentido? Gabriel Echeverria
“En medio de la rutina irrumpe de pronto la duda de si la necesidad natural de la marcha de las cosas... no será, precisamente lo contrario, la carencia de necesidad, lo aleatorio”. Bolívar Echeverría
Introducción El análisis del fenómeno migratorio de los últimos 20 años en Italia, ha puesto en evidencia tres llamativas, pero solo aparentes, paradojas. La primera: los flujos migratorios han crecido de forma constante a la vez que lo han hecho los proclamas anti-‐ inmigración y los esfuerzos por parte de los gobiernos por contenerlos o inclusive eliminarlos. La segunda: aunque el mercado de trabajo haya mantenido con continuidad elevadas tasas de desempleo, ha existido, a pesar de ello, una sostenida demanda de migrantes laborales que ha sido la principal razón del crecimiento acelerado de la inmigración. La tercera: la difusión en el debate político y entre la población de ideas como la de una “emergencia migratoria” o de una equivalencia entre inmigración y criminalidad que ha generado un amplio consenso para el discurso anti-‐inmigración, ha coexistido, hasta el momento, con un proceso de integración de los migrantes relativamente exitoso, favorecido por políticas publicas eficaces a nivel local. Las cuestiones levantadas por cada una de estas paradojas, asieren todas al fenómeno migratorio, pero, al parecer, a aspectos muy distintos y no necesariamente interrelacionados del mismo. La primera, en términos generales, a la relación entre inmigración y políticas de control, la segunda a la inmigración y el mercado de trabajo, la tercera, en fin, a la inmigración y la integración en la sociedad de acogida. La descripción de un fenómeno social complejo, como es el de la inmigración, a partir de tres
planteamientos paradójicos y desligados el uno del otro lo que nos sugiere, a primera vista, es el cuadro de una situación contradictoria, caótica, difícil de desenmarañar. No casualmente es esa la percepción dominante tanto a nivel social como por parte de los analistas al referirse al caso italiano. En efecto, al analizar el debate publico, resulta difícil decir, para hacer algunos ejemplos relativos a las paradojas enunciadas, si en Italia el gobierno esta empeñado en atajar la inmigración o menos, si se necesita o no de los inmigrantes, si exista un “estado de sitio” o una emergencia criminal relacionada con los migrantes o si más bien estos sean buenos trabajadores que se han integrado de forma positiva en la sociedad italiana. Esta situación ha sido el resultado, en gran parte, de un proceso de “construcción social del fenómeno migratorio” en el que se han ido entremezclando los hechos a sus interpretaciones, los sucesos reales a los discursos políticos, los problemas concretos a los temores imaginados, de manera que la posibilidad de una “verdad objetiva”, ya de por si ardua, se ha hecho más escurridiza y problemática que nunca, dejando florecer en su lugar una serie de verdades parciales o peor aún de verdades simplemente falsas. El ejercicio que se plantea hacer en esta contribución apunta, partiendo del falso carácter paradójico de las proposiciones planteadas, bien demostrado en la literatura, a buscar la interrelación existente entre las tres. A partir de ello se intentará argumentar que es posible vislumbrar una racionalidad tras la aparente ilógicidad que ha tenido la relación entre política e inmigración en Italia en los últimos veinte años. Que es posible entrever un sentido allí donde parecería haber habido solo sinsentidos. Una sentido que ha permanecido camuflado, en parte, por esa complejidad propia de todo fenómeno social que hace dificultoso y evanescente todo intento de racionalización, pero también, y es uno de los argumentos centrales que se aseverarán, por la contradicción que ha existido entre los discursos y retóricas acerca de la inmigración y las políticas efectivamente puestas en marcha. Esta racionalidad sugerida, que abarca más que al solo fenómeno migratorio, pero que éste es capaz de revelarnos por esa “función espejo” que le es propia, entendiendo la inmigración como un recurso a explotar, tiene el efecto de favorecer la segmentación del mercado de trabajo, la reproducción y ampliación de un modelo económico intensivo en mano de obra barata y escaso en productividad y la contracción del estado de bienestar. Como se ve, se trata de una cuestión que afecta en
primer lugar y de forma inmediatamente evidente a los migrantes, pero que, como es fácil entender, tiene consecuencias a mediano y largo plazo para el conjunto de la sociedad italiana. Antes de discutir las paradojas que se han planteado y el evidenciarse de esa racionalidad que se ha sugerido, se abordará, en el primer apartado, el complejo y controvertido proceso de “construcción social del fenómeno migratorio” italiano. Es este proceso, se argumentará, que pone las bases de esa contradicción tan distorsionante que ha habido entre el discurso político y las reales medidas hacia la inmigración. Una vez desvelado el carácter político y retórico de las aparentes contradicciones del proceso migratorio, será posible, en la segunda parte discutir las paradojas trazadas en apertura y buscar el vinculo entre ellas.
La construcción social del fenómeno migratorio: política, opinión publica e inmigración Si bien el saldo migratorio italiano se torna positivo ya a mediados de los años 70, después de una larga historia de emigración, es solo a partir de finales de los años 80 que la inmigración asume en Italia características numéricas relevantes, volviéndose un fenómeno social significativo y poniéndose al centro tanto del debate político como de las preocupaciones de la opinión publica (Sciortino/Colombo, 2004). Se trata de un proceso complejo en el que los diferentes actores sociales producen y disputan represtaciones y discursos acerca del “nuevo” fenómeno dando lugar a la “construcción social del fenómeno migratorio” (Morán 2008: 31-‐56). Un proceso a la vez controvertido y cumulativo que en Italia, sin embargo, evoluciona a gran velocidad. Una de las razones fundamentales de la contradictoriedad y dificultad de interpretación del caso italiano, resulta de la confusión que se ha generado entre el discurso político entorno a la inmigración y los hechos reales, entre la interpretaciones ideológicas y las dimensiones concretas del fenómeno. Como veremos, y es la tesis que sostendremos, se trata de un proceso que ha estado fuertemente influenciado, hasta ser hegemonizado, por los partidos de centro-‐derecha y en particular por la Lega Norte. Estos partidos, a través de una estrategia orientada, por un lado, a exasperar los temores de la sociedad y a difundir una “política del odio” (Cesareo, 2007) y, por otro, a producir políticas migratorias contradictorias, han logrado, a lo largo de los años, orientar las percepciones de gran parte de la población italiana en un sentido antagónico y temeroso hacia los migrantes, consolidando de esta manera un amplio consenso electoral para sí y para sus retóricas restrictivas. 1 La crisis de los años 90 El momento en que la inmigración aparece como fenómeno social relévate, coincide con la más profunda crisis que vive Italia desde la posguerra. La crisis es el resultado de un lento pero inexorable proceso de deterioro y corrupción del sistema político y económico que se manifiesta a partir de mediados de los años 80, pero que llega a
cumplimento en los primeros años 90. Se trata de una crisis que abarca tanto lo político, como lo económico y lo social. Lo político. El peculiar sistema político “partidocratico” y sin alternancia (Sartori, 2002), que había caracterizado a la Primera Republica (1948-‐1991) se basaba en una distribución consensual del poder político y de los bienes públicos entre los partidos de gobierno. Dicho sistema, a partir de los anos 80, encuentra cada vez más difícil y costoso reproducirse. Los vínculos europeos, cada vez más exigentes, y la caída del Muro de Berlín que determina el fin de la razón de ser principal del sistema descrito, la exclusión del poder del Partido Comunista Italiano, desestabilizan aún más la situación. Es, sin embargo, la investigación judicial Tangentopoli, que arranca en el 91, que descubre y hace publica la corrupción del sistema y de los partidos y deslegitima a la entera clase política que había gobernado hasta entonces. Esto produce el colapso de la Democracia Cristiana y de su sistema de gobierno, lo cual que deja un gran vacío de poder a la vez que difusos sentimientos anti-‐políticos y de desorientación entre la población (Pasquino, 2002). Lo económico. En el ámbito económico son dos los factores de inestabilidad principales. Por un lado, los graves problemas en las finanzas estatales determinados por la enorme deuda publica crecida a desmedida por años de corrupción y de ineficiencia del sistema político. Por otro, el complejo proceso, común a otros países occidentales, de trasformación y reestructuración de la economía nacional en relación a la incipiente globalización y a la transición del modelo fordista al modelo post-‐fordista (Bonomi, 1991). Lo social. La concomitancia de la crisis política y de la crisis económica inevitablemente determinan un difuso malestar social. Este se manifiesta en particular en el norte del país, tanto que se llega a hablar de una “cuestión septentrional”, en contraposición a la histórica e irresuelta “cuestión meridional”. Ilvo Diamanti, individua las razones de dicho malestar en 5 transformaciones que afectan al tejido social. 1. El crecimiento de una neo-‐burguesía que no se siente representada por los viejos partidos y reivindica un mayor espacio en la política nacional y una más ventajosa redistribución de la renta. 2. El continuo aumento de las distancia económica y social entre las regiones del norte y las del sur que provoca un ulterior desapego de las primeras con respecto al Estado y
sus instituciones y al destino del sur del país. 3. Un proceso de diversificación y autonomización de las redes asociativas que lleva a un progresivo distanciamiento de las tradicionales referencias culturales y normativas, en particular de la Iglesia Católica. Esto alimenta la integración a nivel local pero “debilita la creencia en valores universales y erosiona solidariedades más amplias” (Diamanti, 1996). 4. Crece la complejidad social y la secularización, se hacen, por tanto, más débiles las bases identitarias y se acentúan los factores de inseguridad y desorientación. 5. El desarrollo, tanto de nuevos modelos productivos y de tipologías de relación laboral, como de la globalización, colocan al individuo en un espacio de competición cada vez más amplio y abstracto, determinado precariedad e incertidumbre hacia el futuro y búsqueda de nuevo enraizamiento. 2 La Lega Nord y la politización de la inmigración En medio del clima anti-‐político y anti-‐partidista generados por Tangentopoli y el colapso de la Primera Republica y de los temores y desorientación que vive la sociedad frente a los desafíos de la globalización, aparece, por primera vez, en el imaginario colectivo el fenómeno de la inmigración. Algo a la vez desconocido y desafiante. La Lega Nord pone al centro de su programa el tema migratorio y ofrece, con gran anticipación respecto a las otras fuerzas políticas y sociales, una interpretación del mismo. Una interpretación inmediatamente política que, como veremos, evitará el desarrollo de un debate más amplio y racional sobre la mismo (Einaudi, 2007). La Lega Nord, que existía ya antes de la crisis política, es el único partido que sobrevive al colapso del sistema político justamente porqué se plantea como antagonista y critico de mismo. Este rol le permite adquirir rápidamente una posición privilegiada en el nuevo panorama que se va delineado y obliga a los otros actores y a la opinión publica a medirse con los temas que elabora y propone. La Lega da voz a las insatisfacciones y a los temores producidos en la sociedad local del norte de Italia por el crecimiento económico y el cambio socio-‐cultural ocurrido de forma tan rápida y violenta. Sin embargo, lo hace valorizando y distorsionando algunos aspectos de la realidad social. Actuando sobre los registros comunicativos y sobre las maneras de representar los problemas, la Lega es capaz de producir “una versión de los hechos que se vuelve sentido común”. En particular su discurso conduce a una radical simplificación de los
problemas sociales que son presentados según la irreductible lógica del amigo/enemigo. De esta forma la crisis del norte es explicada por simples parejas de opuestos: centro/ periferia, norte/sur, nosotros/ellos, y en particular: nativos/inmigrantes (Diamanti, 1996). Al desafió planteado por la inmigración a una sociedad que vive una crisis de identidad, la Lega responde ofreciendo el imaginario de una comunidad étnicamente y culturalmente homogénea, anclada a los valores de la tradición y protegida tanto de la usurpación del estado italiano como de los efectos de la globalización. Ya a partir de las crisis migratoria albanesa del 91 la Lega pone a prueba su discurso. La retórica de sus dirigentes apunta a generar alarma social adquiriendo a menudo tonos xenófobos. El riguroso control migratorio y la expulsión de los irregulares están entre los objetivos fundamentales del partido. En tanto que la Lega avanza su discurso político y gana consensos, el resto del panorama político es testigo de complejos procesos de trasformación, reagregación o refundación de las fuerzas políticas. Por ello el discurso anti-‐inmigración del partido del norte y su estilo populista es, en general, desatendido e infravalorado o simplemente estigmatizado por los otros partidos lo cual permite a la Lega de infundir temores y alarma social con respecto a la inmigración por un lado, y presentarse como único y legitimo vocero de los temores ciudadanos por otro. En particular, los partidos de izquierda, sumidos en estériles debates internos, evitan medirse con el asunto, al que oponen genéricos discursos aperturistas que no responden a las preocupaciones de la población (Einaudi, 2007). La temprana y eficaz vinculación que la Lega Nord hace entre la inmigración y los problemas profundos que atraviesan a la sociedad italiana, como veremos, le permitirá, por tanto, obtener una duradera hipoteca de legitimidad sobre el tema en los años a seguir. 3 El gobierno Prodi y la Ley Turco-‐Napolitano Si bien de inmigración se discuta ya en los años inmediatamente sucesivos al colapso de la Primera Republica, es en la segunda mitad del decenio que el tema se vuelve central. Tras la victoria electoral de 1996, la coalición de centro-‐izquierda1 se empeña inmediatamente en la elaboración de una política orgánica en materia de inmigración. 1
Coalición formada por: PDS (Partido Democraticos de Izquierda), PPI (Partido Popular Italiano), RI (Rinnovamento Italiano), FdV (Federación de los Verdes) y UD (Union Democratica)
La discusión entre las diferentes fuerzas políticas que apoyan al gobierno Prodi es compleja y pasa, en gran medida, desapercibida por la opinión pública. Como ha destacado Giovanna Zincone (2006), la dificultad principal dentro de la coalición de gobierno reside en la necesidad de conciliar la ideología solidaristica hacia los más débiles con la urgencia de una “inmigración basada en reglas” (Einaudi 2007: 214) capaz de controlar la irregularidad y reducir la alarma social sobre inmigración y seguridad. La ley Turco-‐Napolitano, aprobada en 1998, introduce una serie de importantes novedades tanto en el ámbito del control de los flujos como de la permanencia e integración de los migrantes a la vez que configura, por primera vez en Italia, una política activa de entradas. Sin embargo, la lenta y contradictoria aplicación de las medidas de control, a la vez que la tímida e incierta introducción de las novedades más audaces como la carta di soggiorno hacen que “se vacíe el espíritu de la ley aprobada” y que “el incremento de la eficacia” en la gestión migratoria, que sin duda hay, “no produzca (…) los efectos deseados en términos de consenso social” 2 (Colombo/Sciortino, 2003: p.200) Por su parte, los partidos de oposición, y en particular la Lega Nord, despliegan una insistente campaña mediática en contra de la política migratoria del gobierno en la que se subrayan sus divisiones y la dificultad para gestionar las crisis causadas por la llegada de refugiados y migrantes clandestinos procedentes de Kosovo y Albania. Los medios de comunicación a su vez (Dal Lago, 2004), en particular aquellos poseídos por Silvio Berlusconi, se esmeran por mostrar la llegada de embarcaciones llenas de clandestinos a las costas italianas y por señalar todo caso de criminalidad cometido por inmigrantes. De esta forma la oposición consigue convencer buena parte de su electorado de que la ley Turco-‐Napolitano no es suficiente para proteger el territorio de las amenazas a la seguridad y a la pública incolumidad. Esto produce “una sensación de inseguridad generalizada” (Pastore 2004) bien documentada por una encuesta realizada en el 1999 en la que resulta que el 73,5% de los italianos considera que la inmigración aumenta la delincuencia. 2 Colombo, A. Sciortino G. (2003), “La legge Bossi-‐Fini: estremismi gridati, moderazioni implicite e frutti
avvelenati”, in Jean Blondel e Paolo Segatti: Politica in Italia, I fatti dell’anno e le interpretazioni, Istituto Carlo Cattaneo, Il Mulino. Pag. 200.
4 Los gobierno de centro-‐derecha y la consolidación de la política anti-‐inmigrantes En las elecciones generales del 2001 la inmigración es un elemento central de la contienda política. El debate, sin embargo, no se centra en cuestiones ligadas a la gestión racional de los flujos, sino en una confrontación estéril en torno a los inmigrantes clandestinos. A una débil coalición de centro-‐izquierda, en la que abundaban los contrastes internos, se contrapone esta vez una sólida y agresiva coalición de centro-‐ derecha. El acuerdo entre la Lega Nord y los otros principales partidos de centro-‐derecha, Forza Italia, Allenaza Nazionale y Unione dei Cristianodemocratici, llevan a la creación de la Casa delle Libertà, liderada por el magnate Silvio Berlusconi. Dicho acuerdo se basa en la explicita petición por parte de la Lega de una reforma en sentido restrictivo de la ley de inmigración. De esta manera, el tema migratorio, que no había sido central, hasta ese momento, en los intereses de los otros partidos de centro-‐derecha, se convierte en uno de las instancias fundamentales de la nueva coalición y en un potente recurso electoral (Zincone, 2000). La unión entre el discurso leghista y la potencia mediática de Berlusconi (Maneri,1997; Dal Lago, 2005), en efecto, permiten dominar el debate político sobre la inmigración y reducirlo a una mera cuestión de seguridad y orden público sin encontrar ninguna resistencia convincente por parte de la coalición adversaria (Caponio/Finotelli, 2003). Tras ganar las elecciones, la Casa delle Libertá se empeña en la reforma prometida. La Ley Bossi-‐Fini, aprobada como si se tratase de un radical cambio en sentido restrictivo, en realidad, realiza mucho menos de lo que promete. Su aprobación, además, después de tanto ataque en contra de la inmigración clandestina, se realiza conjuntamente a las más grande regularización de inmigrantes de la historia europea. Curiosamente, como señalado por Ferruccio Pastore, sin embargo, una vez conquistado el poder, las fuerzas que alimentaban a la maquina mediática anti-‐ inmigración detienen su propaganda, su objetivo es ahora el de controlar la inquietud social y la alarma (Pastore, 2004). No casualmente el problema migratorio pasa en segundo plano y lo estará hasta el retorno al poder del centro-‐izquierda. Por lo tanto, la silenciosa apertura de los canales de inmigración que se producirá en los años de gobierno Berlusconi pasará en gran medida desapercibida, confirmando el carácter retórico y funcional del discurso anti-‐inmigración.
Durante el breve retorno al gobierno de centro-‐izquierda entre el 2006 y el 2008, el centro-‐derecha y los medios de comunicación reanudan la campaña anti-‐inmigración. La Lega Nord organiza “rondas ciudadanas” para controlar el territorio en algunas zonas del Norte de Italia y centra ahora sus ataques en contra del Islam. Al énfasis en el “problema seguridad” se añade el tema de la identidad cultural en riesgo. El gobierno Prodi II, por su parte, se muestra más atento que en el pasado frente a la preocupación por la inseguridad urbana de los electores, de cierta forma contradiciendo sus ideales de solidariedad social hacia los más débiles. Algo que confirma la capacidad del centro-‐ derecha de ir, poco a poco, hegemonizando el tema migratorio de forma que el debate, inclusive desde izquierda, encuentra difícil recuperar una perspectiva más amplia y orgánica, que trascienda la cuestión puramente securitaria. Tras los episodios de violencia ocurridos en Roma a finales de octubre de 2007, el gobierno de centro-‐ izquierda, solo para ofrecer un ejemplo, no duda en proponer un decreto ley para permitir la expulsión inmediata de los extranjeros comunitarios considerados peligrosos para la seguridad pública. Tras la prematura caída del gobierno Prodi la Casa delle Libertá y la Liga Norte vuelven al poder en 2008. El binomio inseguridad/irregularidad sigue al centro de las preocupaciones ciudadanas y es de nuevo uno de los temas principales de la campaña electoral. La estrategia hacia la inmigración del nuevo gobierno Berlusconi prevé algunas importantes modificaciones en la ley migratoria y una nueva regularización extraordinaria. Con el “Pacchetto sicruezza” la Lega Nord obtiene finalmente uno de sus grandes objetivos de la primera ora, la sanción penal de la entrada y de la estadía ilegales. Por otra parte, la reforma alarga a un máximo de 180 días la detención en los Centros de Detención Temporal (CIEs) y hace más difícil, en términos de acceso al welfare, la estadía de los irregulares. A primera vista, estas modificaciones parecen endurecer drásticamente la condiciones para los migrantes irregulares pero sus efectos reales son muy escasos puesto que tanto la sanción prevista como la reducción de derechos son muy limitadas (Condini, 2009). Respetando una praxis común a todas las reformas del centro-‐derecha, las medidas adoptadas son más espectaculares que eficaces y las condiciones estructurales de la irregularidad no son atacadas.
El proceso descrito muestra como el debate político sobre la inmigración ha ido adquiriendo cada vez más tonos seguritaristas y como la extrema politización del tema ha impedido un debate más amplio y objetivo sobre la gestión racional de los flujos y las integración de los migrantes (Einaudi 2007). La relación entre política, opinión publica e inmigración ha sido lentamente hegemonizada en Italia por el discurso ideológico de la Lega Nord que ha sabido aprovechar de los medios de comunicación ofrecidos por su aleado Silvio Berlusconi. A través de una exasperación continua de los aspectos conflictivos, pero también de una distorsión sistemática de la información y de las percepción de la realidad, se han infundido en la sociedad italiana el temor hacia los migrantes (Valtolina, 2009. De esta manera, ideas tan falsas como la de una equivalencia entre inmigración, irregularidad y criminalidad o la de que los migrantes “roben el trabajo a los autóctonos”, o la de una amenaza cultural por parte del Islam, se han afirmado en el sentido común de los italianos (Eurobarometer, 2008 y 2009). Las políticas adoptadas, como veremos más en detalle a continuación, tras tanta alarma, non han hecho más que acentuar los problemas que pretendían resolver, generando poco a poco un proceso similar a aquel que Merton califica como de “profecías que se auto-‐ realizan”.
Paradojas de la migración en Italia Una vez que se ha mostrado la complejidad del proceso de construcción social del fenómeno migratorio y el papel distorsionante que ha tenido en este el juego político, es posible pasar ahora a discutir las tres paradojas individuadas en la introducción. 1. Políticas de control ¿Cómo es posible que la inmigración en Italia, a pesar de toda la retórica antagonista desplegada por las fuerzas políticas y de los tantos esfuerzos que los gobiernos han hecho en su contra, haya crecido constantemente? A primera vista, las posibles respuesta a la paradoja podrían ser dos. O los gobiernos han sido incapaces de hacer lo que prometían hacer, o los gobiernos, más simplemente, no han querido hacer lo que prometían hacer. Como es fácil imaginar, la respuesta es compleja y rehúye la lógica del blanco o negro. Sin embargo, en este apartado, se intentará mostrar, basándose los resultados de algunos estudios, que, tras las sucesivas leyes aprobadas en la materia en la ultima década, ni ha habido la intención de limitar la inmigración, ni, tanto menos, la de gestionarla de manera eficaz. Pero, mientras lo primero ha dependido de la necesidad estructural de mano de obra extranjera, algo difícil de cambiar en el corto plazo, lo segundo ha respondido a una clara elección política. En particular, se evidenciará como, en la ultima década, los gobiernos de centro-‐derecha, en abierto contraste con las retóricas desplegadas, han hecho de la irregularidad su modus operandi en materia migratoria. “A partir de la crisis migratoria de los años noventa”, como han puesto en evidencia Claudia Finotelli y Giuseppe Sciortino, “el desarrollo del régimen migratorio italiano, esta sumido en una profunda contradicción”3. Por un lado, a partir de las exigencias de los demás países de la Unión Europea y de una parte cada vez mayor de la opinión publica, se consolida una voluntad difusa de restringir la entrada de migrantes. Por otra parte, sin embargo, en relación con el continuo y estructural crecimiento de la demanda de mano de obra extranjera, la entrada de migrantes se hace cada vez más necesaria. 3
FINOTELLI Claudia e SCIORTINO Giuseppe (2008), New Trends in Italian Immigration Policies: “To change everything in order to keep everything the same, ARI 161/2008, Real Instituto Elcano, Madrid. Pag. 1.
Esta contradicción o mismatch entre la “voluntad” política y la “necesidad” económica y social de migrantes hace que en Italia, ya a partir de los años ochenta, pero de forma cada vez más pujante a lo largo de los noventa, la inmigración irregular se vuelva la modalidad prevalente de entrada y estancia de los mismos. La escasísima eficacia de los canales de acceso y permanencia legales previstos por las primeras leyes migratorias (Ley n.943/1986 y Ley n.39/1990), que habían sido pensadas todavía en la óptica neo-‐ corporativa típica del modelo fordista (Colombo/Sciortino, 2003: 197), combinada con la demanda creciente de migrantes determinada por la dinámica demográfica y la extensa economía informal, hace que una cantidad cada vez mayor de migrantes entre, permanezca y trabaje de forma irregular. Es en este contexto que las regularizaciones masivas de migrantes irregulares se tornan el principal y único canal de inclusión formal para la mayoría de la población extranjera en Italia (Colombo/Sciortino 2003: 197). El primer (y único) intento de abordar en toda su complejidad las contradicciones existentes en la dinámica migratoria italiana, como se ha anticipado, lo hace el gobierno Prodi con la Ley n.40/1998, también conocida como Ley Turco-‐Napolitano. La nueva ley apunta a construir una sistema integral de gestión del fenómeno de la inmigración, desde la lucha contra la inmigración clandestina hasta la integración de los trabajadores extranjeros residentes en Italia. Se trata, fundamentalmente, de un intento de conciliar un sistema de sanciones y desincentivos en contra del ingreso clandestino a una política de inmigración activa eficaz, basada tanto en una programación anual de las entradas, como en medidas de integración social. Esta aproximación reconoce por primera vez y explícitamente la existencia de una demanda de trabajo migrante que es necesario regular. A este propósito, la ley prevé un contingente anual establecido a través de un decreto del Consejo de los Ministros, basado en un programa trienal del gobierno aprobado por el Parlamento italiano.4 Con el retorno al poder de Berlusconi en 2001, se inaugura una década casi continuativa de gobierno por parte del centro-‐derecha. Como se vió en la primera parte, uno de los caballos de batalla da la Casa delle Libertá en la campaña electoral es la necesidad de 4
Para una discución más detallada de las novedades introducindas por la Ley Turco-‐Napolitano ver: Colombo, A. Sciortino G. (2003), “La legge Bossi-‐Fini: estremismi gridati, moderazioni implicite e frutti avvelenati”, in Jean Blondel e Paolo Segatti: Politica in Italia, I fatti dell’anno e le interpretazioni, Istituto Carlo Cattaneo, Il Mulino.
cambiar la Ley Turco-‐Napolitano, que es juzgada demasiado débil e ineficaz con respecto al problema de la irregularidad y de la criminalidad asociada a la inmigración. La intención declarada es la de dar un giro restrictivo a la política migratoria. Dos los objetivos principales: 1. limitar la inmigración y el asentamiento ligando la entrada y la estancia de migrantes a la existencia de un puesto de trabajo; 2. acabar con la inmigración clandestina reforzando las fronteras y haciendo efectiva la expulsión de los irregulares.5 Veamos en detalle, a la luz de estos objetivos declarados, las medidas y los efectos de las sucesivas intervenciones en materia migratoria de los gobiernos de centro-‐derecha. Ley N. 18/2002, llamada Ley Bossi-‐Fini. La nueva ley refuerza los controles fronterizos e involucra a la marina militar en el en el combate de la inmigración irregular, endurece el sistema de las expulsiones, y aumenta el tiempo la permanencia en los Centros de Permanencia Temporal. También introduce la práctica de la toma de huellas digitales para todos aquellos extranjeros no comunitarios que piden o renuevan un permiso de residencia en Italia. El nuevo texto elimina de la ley al patrocinador y reintroduce la verificación obligatoria de la ausencia de trabajadores italianos o comunitarios que pudieran ocupar el puesto de trabajo solicitado por un trabajador de un tercer país no comunitario. A su vez establece, a través del “contrato de estancia”, que el empleador debe comprometerse a garantizar un alojamiento adecuado y el pago de los gastos de viaje de retorno al país de procedencia al finalizar el contrato. En último lugar, la nueva ley convierte los decretos anuales que fijan el contingente de trabajadores necesario en actos facultativos del gobierno. Las medidas adoptadas, como mostrado en detalle por Asher Colombo y Giuseppe Sciortino, contienen pocas de las radicales discontinuidades anunciadas en la campaña electoral y en muchos aspectos “contribuyen a llevar las políticas migratorias italianas hacia atrás de 10 años”6. Los aspectos más “espectaculares” y debatidos a nivel mediático de la reforma tienen en realidad pocos efectos. La toma de hullas dactilares, por ejemplo, funciona con los regulares pero no con los irregulares que son el objetivo numero uno de la misma. En lo que refiere a la política activa de ingresos, que vimos ser 5 6
Ibidem Pag. 214. Ibidem. Pag. 212.
el punto de mayor debilidad del régimen migratorio, “la nueva ley no solo no mejora la situación precedente sino que la empeora”7. Los procedimientos para emitir los “decretos flujo” anuales permanecen rígidos y poco trasparentes. Dicha emisión, además, pasa de ser obligatoria a ser facultativa. La nueva ley elimina la entrada con sponsor e impone nuevas condiciones a los empleadores para traer trabajadores desde afuera. La reintroducción del mecanismo de verificación de la no existencia de trabajadores italianos o europeros para el puesto vacante ofrecido al migrante, retorna el sistema a aquel que no había nunca funcionado entre el 86 y el 98. En pocas palabras la nueva ley dificulta aún mas los canales de entrada legal lo cual hace a los irregulares más apetecibles en el mercado de trabajo. En este contexto se entiende bien la necesidad de una nueva regularización puesto que si se restringen los canales “normales” de entrada se hace inevitable la apertura de aquellos “extra-‐ordinarios”. Por ello el gobierno aprueba una regularización extraordinaria de migrantes irregulares que dará lugar a la concesión de 644.0838 permisos de residencia. Por otra parte, la ausencia de una política activa de ingresos también dificulta la política de ingresos preferenciales para los nacionales de aquellos países que colaboran en la lucha contra la inmigración ilegal y el trafico, lo cual tiene como consecuencia le aumento de la presión migratoria en las fronteras. La nueva ley hace también más compleja la estancia de los migrantes regulares. Si por un lado no toca el tema del acceso a la ciudadanía, que mantiene la exigencia de 10 años de residencia continuativa, por otro, dificulta y hace más recurrente la necesidad de renovar los permisos de estancia. De esta manera el numero de aquellos que ven la posibilidad de no renovar el permiso y caer en la irregularidad se hace mas alto. Como se puede ver, la Ley Bossi-‐Fini, lejos de construir una política activa de ingresos y de combatir las condiciones estructurales que determinan a la irregularidad, lo que hace, es construir un régimen disfuncional que la favorece y que es sostenible solo gracias a periódicas regularizaciones extraordinarias. Dichas regularizaciones “en vez de contradecir, confirman la orientación política del gobierno, que apunta en materia de inmigración a reducir sustancialmente el papel de las políticas activas de entrada, 7 8
Ibidem. Pag. 212. Ministerio de Interior: www.interno.it
representadas por las cuotas anuales, a favor de una política de fuerte discrecionalidad con respecto a las dimensiones, composición y forma de los flujos migratorios.”9 Los autores citados, subrayan además, como el entorno comunicativo y las finalidades de la ley, sean muy diferentes a la de las leyes anteriores. En efecto, por restrictivas que hayan sido las leyes precedentes, en ellas se reconocía el aporte positivo del fenómeno migratorio. La reforma del gobierno Berlusconi, presenta, en cambio, la idea de la inmigración como un peligro, o por lo menos como un “mal necesario”, en ella además se explicita una preferencia por el trabajo italiano, lo que sugiere un giro adscritivo y etnicista en la definición de la comunidad nacional (Colombo/Sciortino, 2003). Decreto Ley nº 92/2008, convertido sucesivamente en la Ley nº 125/2008. Una segunda intervención en materia migratoria por parte del gobierno de centro-‐derecha se realiza tras su retorno al poder en el 200810. La nueva ley introduce las siguientes medidas: un cambio del código penal que establece la posibilidad de deportación de un extranjero, inclusive si ciudadano de la Unión Europea, en el caso de que haya sido condenado a mas de dos años de cárcel; la pena de encarcelación para italianos o extranjeros que renten pisos a migrantes irregulares; el poder por parte del ejercito italiano para llevar adelante tareas (limitadas) de control del territorio y poderes especiales a las autoridades municipales en caso de emergencias de seguridad urbana. Las nuevas disposiciones son reforzadas por un sucesivo decreto que convierte en ley nacional la directiva europeas 2004/38/CE acerca de la libre circulación. Ley nº 96/2009. Pero las modificaciones más importantes son introducidas con el llamado Pacchetto sicurezza aprobado a mediados del 2009. Tres la novedades más relevantes. En primer lugar, se establece una nueva sanción penal, el “crimen de entrada o de estancia irregular”. En segundo lugar, se prolonga, de sesenta a ciento ochenta días, la duración máxima de la retención en un CPT en espera de la expulsión. En tercer lugar, se empeora el estatus de irregularidad con la introducción de una serie de nuevos
9 Colombo, A. Sciortino G. (2003), “La legge Bossi-‐Fini: estremismi gridati, moderazioni implicite e frutti
avvelenati”, in Jean Blondel e Paolo Segatti: Politica in Italia, I fatti dell’anno e le interpretazioni, Istituto Carlo Cattaneo, Il Mulino. Pag. 210. 10 En el programa electoral de la Casa de las Libertades el tema migratorio aparece bajo el capitulo “Justicia y Seguridad Territorial” en el que se escribe: “Se reforzará la lucha a la inmigración clandestina y se limitará la entrada de trabajadores mediante cuotas establecidas, dando prioridad a los paises que garantizen la reciprocidad de derchos.”
obstáculos al goce de derechos. Por ejemplo, se niega al irregular la posibilidad de casarse y la de acceder a algunos servicios sociales. Además la nueva normativa aprueba la posibilidad por parte de los ciudadanos de organizar las debatidas “Rondas de seguridad”, ósea acciones espontáneas de control del territorio, e introduce el llamado “Acuerdo de integración”, Conjuntamente a estas nuevas disposiciones, el gobierno aprueba la enésima regularización extraordinaria de migrantes irregulares, auque esta vez limitada al trabajo domestico y a la asistencia familiar. A primera vista, el conjunto de las novedades introducidas podría hacer pensar que la respuesta del estado a la inmigración irregular sea ahora mucho más contundente. Sin embargo, un examen atento de las nuevas disposiciones, como argumenta Ennio Codini (2009), muestra su eficacia limitada. Para empezar la sanción penal, que es elemento más vistoso y del que más se ha discutido, es un instrumento en realidad débil, puesto que se trata de una simple “enmienda”. Si consideramos los riesgos que un migrante irregular debe enfrentar, este elemento, añade poco. Dicha sanción podría tener efectos sobre un migrante que está ya integrado, pero siendo el de los irregulares, generalmente, el estatus de lo más marginados, la sanción no tiene mucho significado. En lo que refiere al la prolongación de la duración máxima de la detención, la nueva disposición poco cambia respecto a su fin ultimo que es el de la expulsión. De esta manera la medida acaba transformando la detención previa expulsión en una forma de pena, inclusive peor a la que se recibiera por crímenes de una cierta gravedad. Si este es el objetivo, puede que tenga efectos disuasorios, sin embargo no mejora en nada la gestión de la irregularidad. 11 En resumen, las reformas en materia migratoria llevadas a cabo por los gobiernos del centro-‐derecha, reduciendo el tema migratorio a un simple problema de seguridad, han sido incapaces de gestionar de manera eficaz la inmigración y resolver el tema de la irregularidad. En dirección opuesta a los objetivos declarados y a la retórica desplegada, la acción política lo que ha hecho es favorecer un sistema disfuncional basado en la 11
CODINI Ennio, (2007), Gli aspetti normativi, en Tredicesimo Rapporto sulle Mgrazioni 2007, ISMU, FrancoAngeli, Milano, pag. 85.
irregularidad. En efecto, las condiciones estructurales que la determinan no han sido atacadas. En primer lugar, no se ha creado un sistema eficaz y activo de entradas legales que responda a la demanda real de migrantes en el mercado de trabajo. El sistema de las cuotas nunca terminó de convertirse en una programación racional de las entradas, sino que se limitó a ser utilizado para regularizar a los inmigrantes que ya trabajaban irregularmente en el país. De esta forma los decretos flujo y las regularizaciones han reparado a posteriori esta disfuncionalidad permitiendo a los gobiernos italianos no sólo recuperar periódicamente el control sobre la presencia de extranjeros sino también contratar mano de obra extranjera en una medida y con una rapidez que de otro modo no habría sido posible En segundo lugar, no se han dado pasos concretos para atajar el empleo ilegal y a la economía informal que representan la principal fuente de atracción de la irregularidad (Finotelli y Sciortino 2009). La paradoja de la que partimos, es por lo tanto solo aparente y responde al juego político. La inmigración y la irregularidad han crecido, no porque las medidas hayan sido ineficaces sino porque, los gobiernos de centro-‐derecha ni han querido reducir la inmigración, ni tampoco controlar a la irregularidad. Lo que han querido hacer o lo que han terminado haciendo (que no es lo mismo pero es igual) es “producir legalmente” migrantes irregulares, que, como veremos en el siguiente apartado, bien se integran al mercado de trabajo segmentado y largamente informal que caracteriza a la economía italiana. 2. Mercado de Trabajo La segunda paradoja presentada en la introducción plantea una cuestión fundamental para entender el régimen migratorio italiano: la relación entre la inmigración y el mercado de trabajo, o, en términos aún más generales, la relación entre la inmigración y el sistema económico y productivo. Como se ha argumentado en la primera parte, la temprana politización del tema migratorio y la hegemonización del mismo por parte de discursos antagonistas y seguritaristas, sumada a la contradicción entre retóricas y políticas, ha conducido a la difusión de prejuicios y malentendidos entorno al fenómeno migratorio. La relación entre migración y mercado de trabajo no se ha escapado a esta
dinámica. La falta de un entendimiento claro del funcionamiento de los mercados de trabajo segmentados valida la paradoja y, como ha sido el caso, puede amparar en la sociedad afirmaciones como aquella culpa a los migrantes “de robar el trabajo a los nacionales”. En este apartado, siguiendo el análisis avanzado por Emilio Reyneri en el ensayo “Immigrants in a segmented and often undeclared labor market”12, se intentará esclarecer la relación que han tenido las políticas migratorias con la estructura del mercado del trabajo y el sistema productivo en Italia. En particular se verá como, en un mercado de trabajo segmentado, el desempleo y la falta de trabajadores pueden coexistir y como la economía informal, lejos de ser el efecto da la inmigración, es en realidad una de sus causas principales (Sciortino 1997). El mercado de trabajo italiano, ya a partir de los años setenta, muestra algunas características estructurales que siguen presentes hoy en día: una fuerte segmentación territorial y sectorial, una importante área de empleo no declarado y la concentración del desempleo entre los jóvenes. Estas características han sido reforzadas por la llegada de trabajadores inmigrantes. O, dicho de otra forma, la posibilidad de “importar” mano de obra barata, ha hecho que dichas características se ahonden. Esto porque los migrantes, a pesar de su voluntad, tienden a hacer evidentes los problemas existentes en la sociedades que los reciben y pueden favorecer su perpetuación. La mayoría de los migrantes en Italia trabaja en sectores de la economía no particularmente dinámicos, donde la productividad es baja y se concentra el grueso de la economía informal. Generalmente son sectores en los que las condiciones laborales suelen ser malas, implican peligros y resultan fatigosas, lo cual requeriría remuneraciones elevadas. Sin embargo, a diferencia de otros sectores en los que las condiciones son parecidas, los que emplean a migrantes (construcción, servicios, transporte, reproducción familiar, manifactura) no pueden ser trasladados o dislocados a lugares donde el costo de la mano de obra es menor. Se trata, por lo tanto, de sectores donde el utilizo de mano de obra no resulta competitivo y es necesaria la búsqueda de alternativas como: la conversión hacia la “self-‐service economy” (servicios), la substitución del trabajo manual con tecnologías (transporte, manifactura, construcción),
12 REYNERI Emilio (2004), “Immigrants in a segmented and often undeclared labour market”, en: Journal of
Modern Italian Studies, Vol. 9, Number 1, March 2004 , pp. 71-‐93, Routledge.
o la compensación de los costos mayores de algunos sectores en toda la estructura de la empresa. En el ámbito de la reproducción familiar una posible solución es la “socialización de los costos” a través de una expansión del estado de bienestar. Otra solución posible, muy arraigada en Italia, es la de reducir los costos de la mano de obra “informalizando el empelo” y reduciendo, de esta manera, los costos indirectos del trabajo los sueldos. El inconveniente, más allá del de romper la ley, es que esto hace ese trabajo, de por si ya poco atractivo por sus características, aún menos atractivo para los trabajadores locales. Es este el punto donde los migrantes “aparecen” y se hacen imprescindibles, puesto que la condición migratoria les “permite” y, en el caso de los irregulares, les obliga, a aceptar las condiciones del trabajo informal. En Italia esta dinámica se da primero con los migrantes internos, generados por la histórica fractura económica y social entre el Norte desarrollado y el Sur y, a partir de los años ochenta, con los flujos internacionales. El mercado de trabajo, de esta manera, y de forma ejemplar, procede en dirección de una segmentación cada vez más estructurada y jerárquica. En lo alto, los trabajos “buenos”: bien remunerados, que requieren cualificaciones, socialmente prestigiosos; en el fondo, los trabajos “malos” también llamados: dirty, difficult, dangerous. Dicha estructuración del mercado es la que explica la convivencia de desempleo y de escasez de mano de obra y muestra el carácter ficticio de la paradoja planteada. Si por un lado, jóvenes autóctonos cualificados, con altas expectativas, compiten por puestos escasos en los sectores altos, por otro, trabajadores migrantes encuentran fácilmente empleo en los sectores más bajos y en la economía informal, donde los autóctonos no desean trabajar. De esta manera los migrantes sin ser la causa en sí de la economía informal, en el contexto de permisivismo legal reinante, contribuyen a su reproducción. Su presencia, además, reduce los estímulos a mejorar las condiciones laborales a los mas bajos niveles lo cual les hace cada vez menos atractivos para los jóvenes italianos y favorece la segmentación ulterior del mercado de trabajo italiano. El contexto de crisis del estado de bienestar, que se hace evidente en Italia a partir de los años ochenta cuando sus costos empiezan a ser insostenibles, añade elementos de complejidad. La crisis de la finanza estatal no solo conduce a una parada en el desarrollo del estado de bienestar, sino a la necesidad de recortar una serie de funciones y
prestaciones, en el ámbito de la reproducción familiar, que este ya otorgaba. Esto hace que las mismas retornen a las familias y a las comunidades devolviendo fuerza a las formas particularistas de solidariedad que el estado de bienestar y su concepción universalista habían contribuido a limitar. Estas trasformaciones generan malestar social e incertidumbre que se añaden a la precariedad y al desempleo juvenil. Esta dinámica tiene la consecuencia de empeorar la imagen de los migrantes en la sociedad de acogida en la que, irónicamente, son vistos como los beneficiados de la misma. Los migrantes se encuentran, entonces, atrapados en el circulo vicioso determinado por la crisis del estado de bienestar y el reflorecer de la economía informal. Veamos esquemáticamente la dinámica de dicho círculo vicioso, tal y como lo propone Reyneri. El punto de partida es la crisis fiscal del Estado de bienestar universalista. La reducción de las prestaciones y de los ámbitos de acción del Estado por un lado, y de su capacidad de control por otro, contribuyen al crecimiento de la economía informal. Los migrantes, como hemos visto, son atraídos por la oferta de puestos de trabajo y están dispuestos a aceptar cualquier condición. Esto hace que florezca la informalidad se reduzcan los contratos legales y por ende las contribuciones al Estado. De esta manera la crisis fiscal se agrava y, en consecuencia, deben contraerse aún más las prestaciones y los servicios. El malestar social generado desemboca en actitudes negativas hacia los migrantes, los últimos llegados, más aún si estas son estimuladas por el discurso político. Las políticas restrictivas ganan consenso, pero, como hemos visto, acaban, en realidad, favoreciendo aún más la inmigración clandestina. Los migrantes clandestinos, a su ves se, ven forzados a trabajar en la economía informal, etc., etc. (Reyneri, 2004:326) Como se puede ver, también en este caso la paradoja planteada es solo aparente. Su discusión, sin embargo, nos desvela el carácter segmentado del mercado de trabajo italiano y la importancia de la economía informal, dos fenómenos entrelazados que explican la coexistencia de desempleo y la atracción de migración laboral. Dichos fenómenos, que tienen razones históricas complejas, ha encontrado, antes en la inmigración interna, y ahora en las inmigración internacional, y en aquella irregular en particular, un factor que ha favorecido su perpetuación y ahondamiento, con consecuencias negativas tanto para los migrantes como para la sociedad en su conjunto. Como señalado por Claudia Finotelli y Giuseppe Sciortino, un mayor control del mercado
de trabajo y la reducción de economía informal, que en Italia alcanza el 22,3% de su PIB13, serían las medidas principales para atajar a la inmigración irregular. Sin embargo, no solo que se ha hecho poco en esta dirección14, sino que, como se ha visto anteriormente, en dirección exactamente opuesta, estimulado y cabalgando los temores de la gente, se ha creado a través de políticas restrictivas un régimen migratorio disfuncional que favorece la irregularidad. Esto ha hecho disponibles para el mercado de trabajo cohortes de migrantes clandestinos dispuestos a trabajar en cualquier condición, lo cual hace rentable su empelo y desestimula la modernización del sistema productivo y el desarrollo y eficientización del estado de bienestar.
3. Políticas de Integración La tercera paradoja planteada en la introducción refiere, como se ha dicho, al ámbito de la estancia y de la integración. Si en efecto, como se ha visto, tanto en el debate político, como entre la población, ideas como la de una “emergencia migratoria”, o la de una equivalencia entre inmigración y criminalidad (Ceasreo, 2007) se han afirmado y las fuerzas políticas anti-‐inmigración han ganado un consenso mayoritario: ¿como se explica que los migrantes hayan gozado de regularizaciones periódicas, hayan encontrado condiciones favorables de integración y la conflictividad haya sido relativamente baja? ¿Cómo se explica, aún más, que esto haya ocurrido bajo gobiernos explícitamente anti-‐inmigrantes? ¿Y cómo, que, muchos municipios del Norte de Italia, en los que gobierna la Liga Norte, gracias a políticas publicas eficaces, exhiban índices de integración alentadores? En este caso también, pesan de forma considerable las distorsiones e incoherencias que han existido en el debate publico y en el discurso político. Las razones fundamentales del carácter paradójico de lo que se ha planteado residen en dos supuestos erróneos. En primer lugar, la convicción difusa de que la inmigración sea el resultado de una invasión “inexplicable”. La idea misma de “invasión” desconoce totalmente las poderosas 13
FINOTELLI Claudia e SCIORTINO Giuseppe (2008), New Trends in Italian Immigration Policies: “To change everything in order to keep everything the same, ARI 161/2008, Real Instituto Elcano, Madrid. Pag. 6. 14 Ibidem. Pag. 7.
dinámicas de atracción presentes en el sistema productivo y social italianos, en cuanto interpreta el fenómeno como el resultado de la pura voluntad de los migrantes. Dicho de otra forma, en la interpretación dominante, la inmigración es el resultado solamente de push factors, o factores de expulsión, quedando completamente ignorados los pull factors, o factores de atracción. El énfasis en los problemas se seguridad, de control de fronteras, de limitación de las entradas ha desviado la atención de la cuestión fundamental en el caso italiano: el echo de que las condiciones demográficas, la estructura del mercado de trabajo y la economía informal atraen a un gran numero de migrantes, que una vez llegados encuentran trabajo y posibilidades de sobrevivir. A este propósito, subrayando la importancia de la “selectividad en la información” para la construcción de la cultura publica, Asher Colombo y Giuseppe Sciortino escriben: “El trabajo, que era central en debate inicial sobre la inmigración en Italia, en las décadas sucesivas es removido completamente. Sin embargo un país que importa grandes números de trabajadores extranjeros y hace todo por evitar hablar de ello, resulta ser un tanto bizzare”15. Si se desconocen, o se esconden, las razones de atracción de inmigrantes existentes en la sociedad italiana, es evidente que se haga difícil entender porque estos llegan, se asientan y encuentran condiciones favorables a su integración. El segundo supuesto erróneo es aquel según el cual las políticas en Italia serían contrarias a la inmigración y buscarían poner todo tipo de trabas a la presencia de extranjeros. Dicho supuesto se ha podido afirmar gracias a la contradicción que ha existido en la política del centro-‐derecha entre retóricas antagonistas a la inmigración y medidas escondidamente favorables. Como se vio en apartado anterior, en efecto, una vez liberadas del áurea retórica que las ha acompañado y consideradas a partir de sus efectos concretos, las medidas adoptadas por los gobiernos de centro-‐derecha no han limitado la entrada de inmigrantes sino que han favorecido un sistema disfuncional basado en la irregularidad que admite un gran numero de migrantes a través de periódicas regularizaciones. Por otra parte, y es el núcleo de la paradoja, la efectiva permisividad de las políticas de entrada, que explica el espectacular crecimiento e la población inmigrada en la ultima década, ha estado acompañada por una pragmática y 15
SCIORTINO Giuseppe / COLOMBO Asher (2004), “The flows and the flood: the public discourse on immigration in Italy 1969-‐2001”, en: Journal of Modern Italian Studies, Vol. 9, Number 1, March 2004 , pp. 94-‐113, Routledge.
en gran parte positiva política de integración y resolución de conflictos a nivel local, de la que poco se habla y que choca abiertamente con el discurso dominante a nivel nacional. Diferentes estudios han puesto en evidencia el importante papel desarrollado por las entidades de gobierno local y regional para la integración de los migrantes, que en muchos aspectos ha compensado las deficiencias a nivel nacional. Con la aprobación de la Ley nº 40/1998 por parte del gobierno del centro-‐izquierda la capacidad de intervención de las regiones y los municipios recibe un considerable empuje. La sucesivas modificaciones de la ley por parte del centro-‐derecha, no modifican en la sustancia estos ambitos. Esto conduce las regiones italianas a aprobar sus propias leyes de integración, como la de Emilia-‐Romagna (2004) de Friuli Venezia-‐Giulia (2005) y de Liguria (2007). Los objetivos principales de estas leyes son la programación, coordinación y evaluación de políticas de integración a través de la creación de una Consulta Regional de Integración, de un Observatorio Regional para la Integración y de la aprobación de un Programa Trienal de Integración, este último con el fin de promover el acceso de los inmigrantes a los servicios sociales (principalmente educación y vivienda) y su participación en la vida social. Las mismas leyes también otorgan competencias a los gobiernos locales para la creación de centros de información de inmigrantes, servicios de mediación cultural y acceso a la vivienda. Otro factor importante en ambito de la intgración lo tienen las asociaciones y la sociedad civil que a menudo trabajan en cordinación con los gobiernos locales. De esta manera una serie de servicios es ofrecido a las minorías a nivel comunal, muchas veces en abierto contraste con los discursos simbólicos del debate nacional. En resumen, parece que los ayuntamientos han podido establecer una rutina pragmática de integración más allá de las retóricas a nivel nacional. De este modo su acción ha podido compensar un modelo migratorio contradictorio e ineficaz en la gestión y prevención de los conflictos (Finotelli/Echeverría, 2011).
Conclusiones La extrema politización del debate entorno a la inmigración en Italia y la hegemonización del mismo por parte de los discursos antagónicos llevados adelante por los partidos de centro-‐derecha y en particular por la Liga Norte, han tenido el efecto de que se afirmen a nivel social visiones distorsionadas en torno al fenómeno y de que su discusión se haya limitado, en gran medida, al tema securitario. Las razones que han conducido a este estado de las cosas son complejas y han estado relacionadas con la difícil transición vivida por la sociedad italiana a partir de los finales de los ochenta, sobretodo en los ámbitos político y socio-‐económico. En medio de las dificultades e incertidumbres típicas de todas fase transitoria, el discurso político de los partidos de centro-‐derecha, que han sabido aprovechar del poder mediático de su líder, Silvio Berlsuconi, ha sido capaces de ofrecer una lectura a la vez simple y consoladora de los procesos en acto. Una lectura que, sin embargo, limitándonos al campo migratorio, lejos de abordar su complejidad, lo que ha hecho es por una lado producir discursos alarmistas que desentienden las razones del fenómeno y sus implicaciones y por otro, ofrecer respuestas contradictorias que agravan las dificultades a la vez que generan confusión. Es en este contexto que se hacen manifiestas esas tres paradojas, en verdad solo aparentes, que se discutieron en esta contribución, posibles, ante todo, por la contradicción existente entre el discurso que las informa y la realidad que pretenden analizar. La discusión de la primera de ellas, ha mostrado como la inmigración y el fenómeno de la irregularidad, objeto permanente de toda campaña electoral del centro-‐derecha a partir del 2000, han crecido, no porque las medidas en su contra hayan sido ineficaces, sino porque esa no era la intención efectiva de las mismas. El análisis de las sucesivas intervenciones legislativas ha mostrado como lo que se ha querido hacer o lo que ha terminado haciendo (que no es lo mismo pero es igual), en total contradicción con lo que se anunciaba, es “producir legalmente” migrantes irregulares, que bien se integran al mercado de trabajo segmentado y largamente informal que caracteriza a buena parte de la economía italiana.
La discusión de la segunda paradoja, mostrando el carácter segmentado del mercado de trabajo italiano y la importancia de la economía informal, ha explicitado las razones de la coexistencia de altas tasas de desempleo y una demanda importante de migrantes laborales. Una circunstancia que tiene razones históricas complejas y que ha encontrado, antes en la inmigración interna, y ahora en la inmigración internacional un factor que ha favorecido su perpetuación y ahondamiento. La respuesta política en este caso también, lejos de reconocer esta realidad y de empeñarse en la limitación de sus condiciones estructurales, la segmentación del mercado y la economía informal, por una lado ha producido una visión distorsionada, la de una invasión injustificada y criminal por parte de los migrantes, y por el otro, ha producido políticas que terminan favoreciendo dichas condiciones. El resultado principal del régimen migratorio que se ha analizado, es en efecto, el de generar una disponibilidad continua de cohortes de migrantes clandestinos dispuestos a trabajar en cualquier condición. La rentabilidad de su empleo termina desestimulando la modernización del sistema productivo y el desarrollo y eficientización del estado de bienestar. Finalmente, la discusión de la tercera paradoja, ha resaltado como, a la vez que se desplegaban retóricas antagonistas y contrarias a la inmigración y se producían políticas contradictorias que favorecen a la irregularidad, se haya por otra parte, de manera pragmática y silenciosa, favorecido una integración efectiva de los migrantes sirviéndose de las administraciones locales y de las compleja red de asociaciones y e instituciones presentes en la sociedad civil. Una integración que, sin embargo, justamente por su carácter circunstancial, o inclusive accidental, es exitosa en los aspectos mayormente materiales y resulta débil en una serie de ámbitos en los que un amparo legal e institucional al más alto nivel resultaría imprescindible. (integración política, acceso a la ciudadanía, reconocimiento de los estudios, etc.) Ahora bien: ¿es posible encontrar una lógica que explique la aparente ilogicidad o abierta contradictoriedad entre las retóricas y las políticas llevadas adelante por el centro-‐derecha? Entre los objetivos declarados y los outcomes alcanzados? ¿Existe algún sentido posible, allí donde parece haber solo sinsentidos?
Dos hipótesis parecen importantes a ser consideradas. Por un lado, que la estimulación de las alarma social y la difusión de temores hacia “el otro” puedan ser y hayan sido un eficaz recurso electoral (Bonomi, 1991). Por otro, que la inmigración, y en particular aquella poco cualificada o irregular, bien se concilie con las dinámicas de una parte importante de la economía italiana, aquella caracterizada por la informalidad y la segmentación. Y que, por lo tanto, existan grupos de interés, con incidencia política, para los cuales dichas características del sistema económico no sean un problema sino algo positivo y que los migrantes puedan ser por lo tanto más que un riesgo del cual defenderse, un recurso por explotar (Freeman, 1995). Bajo la luz arrojada por las sugestiones de estas hipótesis, el carácter paradójico y contradictorio que ha caracterizado a la relación entre política e inmigración en Italia parecería componerse en un diseño dotado, en realidad, de cierta racionalidad y consistencia. La poderosa campaña política anti-‐imigración llevada adelante por los partidos de centro-‐derecha y en particular por la Liga Norte, en efecto, visto su carácter sustancialmente retórico, y considerando el éxito electoral que ha generado, aparece, más que nada, como una efectivo, a la vez que engañoso, recurso electoral. Por otra parte, el modelo migratorio efectivamente desarrollado, basado en el “dúo-‐dinámico” irregularidad/regularizaciones extraordinarias, en total contraste con las retóricas desplegadas, parece acordarse de manera complementaria a las características del mercado de trabajo y de la economía informal y responder por lo tanto a una clara elección política. Una elección que, como señalado por Emilio Reyneri, tiene efectos importantes también en relación al funcionamiento y sostenibilidad del estado social. Finalmente, la elección por un modelo de integración circunstancial e implícito, que se realiza en el ámbito de “las políticas” (policies), pero del que poco se discute o abiertamente se rechaza a nivel de “la política” (politics) (Caponio, 2006), parece conciliarse de manera funcional al régimen migratorio establecido (Finotelli, Sciortino 2006). Algo que se hace evidente al interpretar los altos índices de integración que se encuentran en las zonas administradas por la Liga Norte (Cesareo/Blangiardo, 2009). La lógica, en definitiva, parece ser la de un rechazo retórico, con fines electorales, a la inmigración, que encubre un régimen de entrada aparentemente cerrado pero sustancialmente abierto, “so strict, so open” en términos de Ferruccio Pastore (Pastore
2009), que opera de manera funcional respecto a las características de economía italiana. Un sistema que en definitiva, a través de las regularizaciones ex post, admite grandes numero de migrantes y que por tanto, para evitar conflictos, necesita integrarlos de manera eficaz e indolora. Una lógica, esta, que entiende la inmigración a partir de una concepción economicista y cortoplacista de la política. Es difícil esclarecer si esta racionalidad que parece posible mostrar sea el resultado conciente de las acción de a los actores que la han favorecido o se más bien el resultado de la suma de acciones motivadas por racionalidades (o irracionalidades) de corto alcance, más atentas a la utilidad inmediata de sus autores, que a una voluntad de entendimiento y gestión racional de los fenómenos implicados. El echo de que exista o menos conciencia por parte se sus autores de la dirección y de las consecuencias a largo plazo del conjunto de políticas y retóricas hacia la inmigración que han habido en los últimos veinte años, no quita que dicha dirección y dichas consecuencias han permanecido escondidas en el debate publico y en las percepciones de la gente, que por lo tanto, no han podido tomar totalmente conciencia de lo que esta en juego. La estimulación de la alarma social ante el fenómeno migratorio a la vez que la propuesta de aparentes remedios fáciles, en efecto, ha distorsionado el debate evitando que este se plantee de forma compleja. La discusión publica y la investigación científica, sin embargo, no pueden escapar interrogantes tan importantes y urgentes como: ¿Qué consecuencias puede tener a mediano/largo plazo un modelo migratorio tanto atento a la demanda de trabajo a corto plazo? ¿Cuáles son los efectos respecto al modelo productivo (desarrollo de la productividad y de las tecnologías) y al mercado de trabajo (segmentación del mercado y paro juvenil)? ¿Cuáles son los efectos de este modelo migratorio y de la economía sumergida sobre los futuros desarrollos y sostenibilidad del estado de bien estar? ¿Qué consecuencias a largo plazo puede tener la deliberada estimulación de actitudes antagonistas a la inmigración o abiertamente xenófobas?
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