Inmigración y estudios hispánicos: nuevas agendas por trazar

July 25, 2017 | Autor: L. Restrepo | Categoría: Hispanism, Bilingual Education, Latinos in Higher Education
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Descripción



De los estudiantes cursando un idioma extranjero el 68% de los estudiantes de secundaria estaban estudiando español en el 2002 y el 54% de los estudiantes universitarios (Pratt 2010, 671)
Para un recuento de las políticas de la lengua en los EEUU, véase Bilingual Education in the 21st Century (2009) de Ofelia García.

Luis Fernando Restrepo
Universidad de Arkansas
[email protected]
Inmigración y estudios hispánicos: nuevas agendas por trazar

Hoy cuando la diáspora latinoamericana en Estados Unidos supera ya los cincuenta millones se recrudece el debate sobre su incorporación política, económica y cultural, como lo reflejan el cortejo del voto latino durante la reciente campaña presidencial (2012), así como el rechazo que vemos en las recientes legislaciones anti inmigrantes de Arizona y Alabama y la deportación de más de un millón de inmigrantes bajo el mandato del Presidente Obama. La enseñanza del español refleja en parte esas contradicciones, impedida su enseñanza a nivel primario a los hijos de los inmigrantes de clase trabajadora en unos estados con leyes de inglés como idioma oficial, como lo es el caso de Arkansas. Por otra parte, el español es el idioma más enseñado a nivel secundario y universitario cuya principal clientela son los estudiantes anglos de clase media que ven el idioma de Cervantes como la puerta a un creciente mercado laboral bilingüe. No es ya el gusto por las bellas letras del siglo de oro y el valor formativo de las humanidades ni el interés por las sociedades latinoamericanas que surgió durante la Guerra Fría. ¿Cuál es pues el lugar de los estudios hispánicos en Estados Unidos hoy día? ¿Cuáles son los derroteros que guiarán la investigación y la docencia en este campo? Y ¿ En qué medida entrará en diálogo con los proyectos académicos en Latinoamérica y Europa?
No tengo una respuesta a esta interrogante y el objetivo de este texto es más una invitación a la reflexión que un fin preceptivo. Lo cierto es que en mi propia experiencia de dos décadas como docente universitario en un programa de español y estudios latinoamericanos en los EEUU, he visto que las preguntas y los principios que han regido la investigación y la docencia de las literaturas del mundo hispánico, no son las mismas cuando los jóvenes, hijos de migrantes latinoamericanos de clase trabajadora, con una historia de marginación y discriminación, herederos de una lengua menos valorada y una memoria colectiva llena de vacíos y rupturas, llegan a la universidad y comienzan a dilucidar su lugar en la historia y a repensar el lugar del saber especializado y de la universidad como institución en relación con la sociedad. Aquí es donde empiezan a surgir preguntas que rebasan las preocupaciones históricas del campo y precisan dilucidar nuevas agendas. Es un momento muy prometedor para una renovación del campo.
Sin embargo, también están los intentos de manejar, de arriba a abajo, el acceso a la universidad de los latinos, por parte de los administradores de la educación superior, en parte bajo el marco de políticas multiculturales que por décadas han tratado de cerrar la brecha entre latinos, afro americanos y anglos. La búsqueda de equidad en el sistema educativo y la reparación por la exclusión sistemática de las comunidades minoritarias representada por la Ley de Acción Afirmativa ocupa un lugar ambivalente en las nuevas iniciativas por atraer a los latinos a la universidad. Esta legislación de discriminación positiva que data de la época del presidente John F. Kennedy, ha sido duramente disputada en las últimas décadas y este año (2012) ha sido nuevamente cuestionada en un caso que ha llegado hasta la corte suprema. Para las universidades, la defensa de la ley para el ingreso selectivo de minorías étnicas se a justificado por las ventajas que ofrece la diversidad del cuerpo estudiantil, al ofrecer múltiples perspectivas que prepararían mejor a los estudiantes para competir en un mercado laboral global. No es gratuito que esta preocupación por la inclusión de la diversidad ha sido adoptada por el mundo corporativo, donde con más desfachatez se habla del interés en contratar una fuerza laborar diversa que ayude a penetrar nuevos mercados. No es pues la preocupación fundamental por la equidad, sino el fin utilitarista el que ahora abre las puertas a la educación superior y el mundo laboral a los latinos.
Un renovado interés por reclutar estudiantes latinos a la universidad tiene otro factor que es preciso tener en cuenta: el hecho de que la población anglo está demográficamente en decline mientras que aumenta la población latina. Según el reporte del Centro Nacional de Estadísticas en la Educación (NCES por sus siglas en inglés) publicado en octubre del 2012, en el 2011 se redujo la población estudiantil universitaria por primera vez en quince años. La población estudiantil cayó un punto porcentual y la blanca 1.47%. La población universitaria latina, sin embargo aumentó, como lo afirman Richard Fry y Mark Hugo Lopez en un reciente reporte del Pew Hispanic Center. A nivel universitario, hay 2.8 millones de estudiantes latinos según el reporte del NCES del 2012 de un total de 21 millones de estudiantes a nivel nacional. A nivel de la educación primaria y secundaria, el crecimiento de la población latina es igualmente sustancial. Hay hoy por hoy 12 millones de estudiantes latinos en las escuelas públicas (primarias y secundarias) (de 52 millones). Según estimados del Censo 2010, se espera que en dos décadas los estudiantes latinos constituyan una tercera parte de la población estudiantil estadounidense.
Este crecimiento demográfico de la población estudiantil latina es evidente en la Universidad de Arkansas y su entorno. En dos distritos escolares cercanos a la universidad la población estudiantil latina excede el 40%. En la Universidad de Arkansas, el ingreso de estudiantes latinos incrementó en un 21.8% en el segundo semestre del 2012.
En este contexto del crecimiento de la población estudiantil latina es en el cual la universidad me dio de baja de parte de mi carga docente para dedicarme a coordinar las iniciativas para reclutar y retener estudiantes latinos. Personalmente, este cargo ha sido un reto al sacarme de mi campo y obligarme a abordar cuestiones mucho más amplias sobre la universidad en los EEUU hoy día. En este nuevo rol de "administrador" he tratado de no apagar la mente a las cuestiones éticas y pedagógicas sino de seguir pensando como educador e investigador. De hecho, he podido desarrollar un curso sobre la educación latina y el bilingüismo y estoy desarrollando otro en colaboración con un profesor de educación y otro de ciencias políticas sobre la equidad en la educación.
El aumento de la población estudiantil ha impactado favorablemente a los estudios hispánicos en este país. La enseñanza del español ha aumentado considerablemente y es hoy por hoy la lengua "extranjera" más enseñada en los EEUU.
En este contexto, los estudios hispánicos adquieren importancia en las políticas educativas a nivel nacional, aunque hay también alarmantes rechazos. Hace poco el gobierno de Arizona obligó el cierre del programa de estudios mexicanos en las escuelas públicas y removió varios libros sobre la historia de los chicanos de las bibliotecas escolares, Chicano! The History of the Mexican American Civil Rights Movement (1997) de F. Arturo Rosales y Occupied America: A History of Chicanos (2004) de Rodolfo Acuña. Hay una fuerte oposición neoconservadora a la latinización de los Estados Unidos, como las propuestas del politólogo de Harvard Samuel Huntington, quien ve la presencia hispana como un peligro para la nación:
The persistent inflow of Hispanic immigrants threatens to divide the United States into two peoples, two cultures, and two languages. Unlike past immigrant groups, Mexicans and other Latinos have not assimilated into mainstream U.S. culture, forming instead their own political and linguistic enclaves—from Los Angeles to Miami—and rejecting the Anglo-Protestant values that built the American dream. The United States ignores this challenge at its peril. (Huntington 2004, 1).
Este rechazo de "nuestra" América es una realidad que necesitan enfrentar los intelectuales Latinos en este país, como lo afirmó recientemente Arturo Madrid en una ponencia titulada "Their America, Our América and Our Responsibility as Latina/o Scholars" (2012). El hecho es que nos encontramos a principios del siglo XXI en un debate sobre qué tipo de sociedad va a prevalecer, si aquella excluyente e intolerante o una que busca la integración y la igualdad. Madrid enfáticamente afirma que es nuestra responsabilidad como intelectuales públicos de afirmar nuestro lugar en este país y hacer valer sus principios fundamentales:
Thus the importance of affirming our rights as members of this society, of assuring that its protections extend to us, of staking claim to its benefits, of marking our historical presence in the establishment of this nation and our centrality to its future; and of taking ownership of its institutions. It is our responsibility as the educated and the educators to do so on behalf of our entire community, but in particular for those who are most vulnerable to attack. (Madrid 2012)
Es en este contexto en el cual los estudios hispánicos constituyen un lugar clave para afirmar la presencia hispana en este país y para forjar una visión para el futuro no sólo del país sino del hemisferio. Pero es preciso tener en cuenta los antecedentes históricos del campo y las fuerzas que le repliegan y contienen dentro de la narrativa nacionalista anglo-norteamericana. También están aquellas corrientes que buscan dar forma y sentido a la historia para abarcar todas las latitudes del mundo hispánico. Estas pulsiones las podemos ver en las principales etapas del hispanismo en este país: el hispanismo clásico, los estudios latinoamericanos y los estudios latinos.
El primer periodo de los estudios hispánicos en Estados Unidos es aquel que abarca desde los orígenes de la República hasta mediados del siglo XX. El estudio de las lenguas modernas ocupaba un lugar secundario en relación al estudio de las lenguas clásicas (el latín y el griego) y el enfoque era primordialmente la alta cultura y las bellas letras, con la concepción clásica de la literatura que se perfiló desde la Ilustración y redefinida posteriormente por el romanticismo. Una figura representativa de este periodo es el hispanista bostoniano George Ticknor quien enseñó la cátedra de literatura española en Harvard en 1813 y publicó la Historia de la literatura española en1851. Su imagen idealizada de España estaba inspirada en las visiones de intelectuales románticos como Washington Irving y William Prescott. Esta inclusión elitista de los estudios hispánicos en los estudios superiores nada tenía que ver con las comunidades hispanohablantes del país. Tras la Guerra Mexicano Americana, la mitad del territorio de México pasó a pertenecer a los EEUU en lo que son hoy los estados de California, Nuevo Mexico, Arizona, Texas, Nevada, Utah y partes de Colorado y Wyoming, según se acordó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848). Consecuentemente una considerable población hispanohablante que habitaba en el territorio tomado, quedó bajo la soberanía de los EEUU. Es decir hay una desconexión entre la realidad lingüística del país y los estudios hispánicos clásicos. La academia le da la espalda a la represión lingüística que sufrirían las comunidades hispanoparlantes en el suroeste norteamericano y posteriormente los puertorriqueños tras la apropiación de la isla en 1898.
Un momento histórico de apertura de los estudios hispánicos clásicos sucede a raíz de la Guerra Civil Española, por el apoyo a la República de intelectuales norteamericanos como Ernest Hemingway y los jóvenes que se enlistaron en su defensa en las brigadas Lincoln. También fue significativo para los estudios hispánicos la llegada de intelectuales peninsulares exiliados por la guerra como Américo Castro en 1936, cuyos aportes sobre la otra España, la musulmana y la judía, ofrecían una perspectiva más allá de la visión imperial de la España conservadora y católica.
El segundo periodo en los estudios hispánicos en los EEUU corresponde a aquel que se consolida tras Segunda Guerra Mundial con las políticas estatales para la enseñanza de las lenguas modernas como estrategia política en el contexto de la Guerra Fría. El Acta de Defensa Nacional de 1958, destinó fondos federales para la enseñanza de lenguas extranjeras y los estudios de área, como los estudios Latinoamericanos y del Medio Oriente. En este contexto, las plazas académicas dedicadas a las literaturas latinoamericanas y los estudios sociales sobre la región comenzaron a descentrar el estudio de las letras hispánicas. Significativamente, los estudios universitarios hispánicos crearon espacios para diálogos más allá del marco que concibieron los arquitectos de las geopolíticas de la posguerra. Por tal virtud, los departamentos de español recibieron intelectuales latinoamericanos de izquierda como Angel Rama, quien enseñó en la Universidad de Maryland a principio de los años ochenta. El hecho es que aunque estaban concebidos con fines de contener los movimientos socialistas latinoamericanos, los estudios latinoamericanos norteamericanos abrieron un lugar de laburo para una clase media transnacional especializada que ofrecería mucho más que lo que las políticas estatales estadounidenses querían inicialmente fomentar. El suscrito bien cabe en esta descripción y me parece importante hacer hincapié, como lo hace Roman de la Campa (2005) en su estudio sobre el latinoamericanismo norteamericano, en las condiciones materiales que hacen posible el quehacer académico latinoamericanista. La crítica no está por fuera sino dentro del mercado.
Pasemos a examinar la tercera etapa de los estudios hispánicos en los Estados Unidos. Más que una etapa se trata de una corriente que surge en los años sesenta y setenta con el movimiento de los derechos civiles y los movimientos estudiantiles del 68. En esta época surgen programas sobre las minorías políticas en la academia norteamericana como los estudios afroamericanos y los estudios chicanos. Estos programas no han tenido un lugar bien definido en la academia y tampoco han tenido mayor financiación. El hecho es que con el crecimiento de la población latina, este campo ha ido ganando terreno, aunque disciplinariamente está entre departamentos de lengua inglesa, estudios americanos, antropología, español y estudios latinoamericanos. Sus contribuciones en cuanto a la experiencia fronteriza y las subjetividades transnacionales son supremamente importantes para repesar el mundo hispánico en otras latitudes, aunque hay también una tendencia en enfocarse en lo estrictamente norteamericano y a quedarse enredado en las disputas raciales norteamericanas. Tras este breve bosquejo del hispanismo clásico, el latinoamericanismo y los estudios latinos, pasemos a considerar en que direcciones podrían ahora encausarse los estudios hispánicos en este milenio.
Tomando en cuenta estas reflexiones generales sobre la nueva coyuntura histórica en la cual se encuentran los estudios hispánicos, latinoamericanos y latinos, sin desconocer que cada uno de estos tiene un trasfondo histórico, el humanismo literario de los estudios hispánicos, las geopolíticas de los estudios de área latinoamericanos y los reclamos de derechos civiles de los estudios latinos y de otras minorías étnicas, veo que hay por lo menos dos muy prometedores ejes para el desarrollo de líneas de investigación y docencia para este campo de estudio en el gigante del norte que lo conectan dialógicamente con los estudios hispánicos en Latinoamérica y Europa.
El primer eje tiene que ver con la enseñanza de la lengua. El derecho a la lengua es un derecho humano y por esto es imprescindible que los estudios hispánicos universitarios no den la espalda a las políticas educativas genocidas. Esto no es cuestión de privilegiar una sola lengua. No puede ser la defensa acrítica del castellano sino que permite examinar su diseminación histórica desde Alfonso X y Nebrija hasta nuestros días, reconociendo las pluralidades lingüísticas que fueron asoladas por el imperialismo ibérico. Los actuales programas de español y portugués privilegian lenguas europeas y apenas comienzan a dar cabida a las numerosas lenguas indígenas de las Américas y las lenguas marginadas de la península ibérica.
Es preciso que los estudios hispánicos aborden la cuestión de la educación bilingüe a escala nacional. Históricamente, la preocupación por las políticas de la enseñanza del español en la educación primaria y secundaria así como el bilingüismo has sido cuestiones menores en los estudios hispánicos, donde los lingüistas ocupan un lugar marginal. Por otra parte, quienes se han ocupado en la investigación y las políticas para la alfabetización y lectoescritura han sido académicos en departamentos de inglés y educación, cuyos debates son de enfoque predominantemente monolingües.
Es decir, considerando el reto de educar una creciente población latina, estos departamentos no tienen la perspectiva histórica, ni la capacidad lingüística y quizás ni la voluntad política para abordar de frente la cuestión del bilingüismo y el biculturalismo que temen los neoconservadores como Huntington. Las políticas educativas para las comunidades inmigrantes han sido asimiladoras, privilegiando programas transicionales de inglés como segundo idioma donde no se fomenta conservar el idioma nativo sino remplazarlo por el inglés. Es una pedagogía sustractiva que ve el multilingüismo como un problema y busca que las minorías lingüísticas pasen del monolingüismo en la lengua materna al monolingüismo en la lengua hegemónica. Es preciso entonces que la agenda de los derechos a la lengua materna de las comunidades hispanoparlantes en los EEUU y las políticas lingüísticas ocupen un lugar prioritario en la agenda de los estudios hispánicos de hoy en este país.
Internamente, la transformación de los estudios hispánicos no puede ser un rechazo al mundo de hoy ni una acartonada lección de historia del pasado hispánico. En una época donde se privilegia la enseñanza tecnológica y de las ciencias duras es preciso traer de nuevo el papel transformador y liberador de la lectura que resaltara el pedagogo Paolo Freire, pero no limitándose al examen de la tradición literaria sino que incluya aproximaciones críticas a la industria cultural, el cine, los video juegos y las redes sociales. El legado hispánico no es un mero archivo que ha de recibir pasivamente la diáspora latinoamericana, sino una apropiación crítica de sujetos que abren el mundo a través de la palabra, en un proceso transformador de si mismos y de transformación de la realidad.
El segundo eje tiene que ver con los derechos de las poblaciones migrantes que quedan al margen de las protecciones y de los derechos que proveen los estados nacionales. Los latinos representan la condición de los nuevos sujetos transnacionales de nuestra era que desdibujan las fronteras nacionales y dejan ver las inequidades de la economía capitalista globalizada. Las demandas laborales atraen una masa de trabajadores explotables y desprovistos de derechos y ciudadanía a la par de unas demandas políticas que los expulsan o tratan de integrar a la sociedad hegemónica sin alterar el status quo.
Es preciso reconocer que el interés en los estudios hispánicos es hoy por hoy en gran medida el interés en un creciente mercado de millones de dólares. Se mira a la comunidad latina como consumidores a los cuales quiere llegar más eficientemente el capital transnacional. Pero la cuestión va mas allá de mercados, pues la diáspora latina, heterogénea sin duda, representa una colectividad que está buscado su papel histórico en estos nuevos escenarios y no puede ya pensarse como un mero objeto de estudio y cuya historia no encaja fácilmente en las narrativas del estado nacional estadounidense en su breve historia de unos doscientos años. Los estudios hispánicos permiten considerar más ampliamente la historia de desplazamientos y desarraigos, encuentros y desencuentros que se remonta a la Reconquista y a la escuela de traductores de Toledo, o también la violenta conquista de América y el debate sobre la libertad, la guerra, y el poder soberano que surgió en Salamanca, Valladolid y la Verapaz de fray Bartolomé de las Casas. Sin duda los estudios de las migraciones del mundo forjado por el colonialismo ibérico ofrecen importantes capítulos para pensar críticamente los condicionamientos del mundo que nos tocó vivir, cuya historia está atravesada por el racismo y la intolerancia.
Para concluir con Freire, ambas líneas de renovación de los estudios hispánicos han de partir de una aproximación de apertura radical y transformadora de los estudiantes a la palabra y al mundo. Es decir, no una transacción bancaria en la que se depositaría un saber lingüístico y cultural en las nuevas generaciones. Tampoco se trata de una simple integración de una población migrante al sistema capitalista globalizado, con sus desigualdades estructurales. Se trata más bien de una concientización que lleva a una intervención crítica en la realidad del siglo XXI que confronte la intolerancia sin darle la espalda a la globalización.


REFERENCIAS

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Campa, Roman de la (2005). "Hispanism and Its Lines of Flight" en Ideologies of Hispanism. Editado por Mabel Moraña. Vanderbilt University Press, 2005. 300-310.

Freire, Paolo. (1993). Pedagogy of the Oppressed. New York: Continuum.
Fry, Richard y Mark Hugo Lopez (2012). "Now Largest Minority Group in Four-Year College Campuses, Hispanic Student Enrollments Reach New Highs in 2011". Pew Hispanic Center. http://www.pewhispanic.org/2012/08/20/appendix-a-public-school-enrollments/

García, Ofelia (2009). Bilingual Education in the 21st Century. West Sussex: Willey-Blackwell.

Huntington, Samuel (2004). "The Hispanic Challenge" Foreign Policy March/April. http://cyber.law.harvard.edu/blogs/gems/culturalagency1/SamuelHuntingtonTheHispanicC.pdf

Madrid, Arturo (2012). "Their America, Our América and Our Responsibility as Latina/o Scholars." Ponencia presentada en la XX conferencia de estudios puertorriqueños realizada en la Universidad de Albany en Nueva York, el 25 de octubre de 2012. Reproducida por el National Latino Policy Institute.

Pratt, Comfrort (2010). "Maintaining the Momentum of Students of Spanish from High
School to College" Hispania 93.4: 671-685.
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