Influencias del Concilio de Trento en la reforma del clero católico: panorama histórico, filosófico y artístico

June 7, 2017 | Autor: Patricio Bringas LC | Categoría: historia de la Iglesia, Clero regular y secular, Concilio De Trento
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Descripción

Centro de Noviciado y Humanidades de Monterrey

Influencias del Concilio de Trento en la reforma del clero católico: panorama histórico, filosófico y artístico

Ensayo para la asignatura de Seminario que presenta: Patricio Bringas Iturrioz, L.C. Maestros: Dra. Juana Idalia Garza Cavazos Mtro. Eduardo Javier Ramírez Guerra Mtro. Jaime Martín Albo

Santiago, N. L., Enero de 2016

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Índice

Índice ............................................................................................................ 2 Introducción .................................................................................................. 3 1.

Antecedentes ....................................................................................... 4

2.

Corrupción en la Iglesia antes del Concilio .......................................... 5

3.

Nuevos movimientos espirituales ........................................................ 7

4.

Reforma de la música sacra como medio de catequesis ................... 11

5.

Educación del clero: los seminarios................................................... 14

6.

El sacerdote católico en la Contrarreforma ........................................ 15

7.

Pintura católica: transmisora de doctrina ........................................... 16

8.

Grandes reformadores ....................................................................... 19

Conclusión .................................................................................................. 21 Apéndice ..................................................................................................... 22 Bibliografía .................................................................................................. 24

3

Introducción Reforma para la salvación de las almas En la mitad del S. XVI la Iglesia Católica gira en torno a dos ejes: «Reformatio in capite et in membris», referido a la reforma de la jerarquía eclesiástica, junto con la del pueblo cristiano; y «Salus animarum suprema lex est», esto es, el establecimiento de la ley suprema: la salvación de las almas. Estos dos puntos de trabajo en la agenda de la Iglesia post-renacentista buscarán reafirmarla frente al enemigo protestante surgido en el Imperio Germánico a inicios de siglo. Una reafirmación tanto doctrinal (dogmas, liturgia, sacramentos, etc.), como interna (jerarquía, estructuras, clero). Esta es la interpretación tradicional de la imagen y de la repercusión posterior del Concilio de Trento (13 de diciembre de 1545 – 4 de diciembre de 15631), el cual imprimió –aun no siendo ni el más fastuoso ni el más dilatado– una huella imborrable en el panorama de la cristiandad en todo el mundo. De entre los puntos discutidos, destacan los tocantes a la reforma de la vida y costumbres del clero, corrompidas ya desde hacía varias décadas en forma de múltiples abusos que era necesario extirpar. Gracias al trabajo de varios obispos y sacerdotes, así como de nuevas órdenes religiosas, durante y después del Concilio, pudieron sentarse unas adecuadas bases para el desarrollo de la Iglesia en los siglos posteriores. Los obispos y sacerdotes han sido, durante toda la historia de la Iglesia, los guías de los fieles cristianos por medio de sus enseñanzas, predicaciones, escritos y, principalmente, su ejemplo de vida; de ahí que este estrato requiera siempre de una constante purificación y renovación, en orden a garantizar la correcta y ortodoxa transmisión de la doctrina cristiana. Este trabajo busca dar un panorama general de la reforma del clero en la época del Concilio de Trento desde la historia, la filosofía y el arte (tanto plástico como acústico), a fin de comprender

1

Sólo reunido efectivamente 3 años completos debido a interrupciones (abril 1547-mayo 1551/abril 1552-enero 1562)

4 mejor las causas y consecuencias de este importante evento de la historia eclesial que tanto trascendió en la preparación de toda la Iglesia a la modernidad.

1. Antecedentes Pueblo ignorante, clero mal formado A comienzos de la época moderna existen tres grandes niveles culturales, divididos en cuanto a su nivel de educación religiosa: 1) La élite: estaba compuesta por eclesiásticos con cierto bagaje teológico que ocupaban normalmente puestos elevados en la jerarquía eclesiástica, como arzobispados o cardenalatos. 2) Los habitantes urbanos: integrada por mercaderes, comerciantes y burgueses, los cuales poseían una rudimentaria instrucción religiosa. 3) Las masas rurales: un elevado porcentaje de la población pertenecía a este grupo, que se encontraba sumido en la absoluta ignorancia. Una de las causas de esta ignorancia popular, aunada al generalizado analfabetismo, era la mala formación de aquellos encargados de la enseñanza religiosa, esto es, del clero:2 Los sacerdotes no pasaban por ningún seminario y el clero parroquial no enseñaba el catecismo a sus fieles, éstos permanecen subalimentados en el campo religioso, especialmente los campesinos.3

Desde el siglo XIV en el Concilio de Vienne (1311-1312) se hizo patente la necesaria reforma de este estrato eclesial. Concilios posteriores (Constanza [1414-1418] y Basilea [1431-1447]) buscaron llevar a cabo acciones concretas al respecto con poco o nulo progreso, lo que conllevó un aumento gradual de la corrupción de las costumbres de la curia y del clero.4

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Clero: Conjunto de clérigos. Clase sacerdotal de la Iglesia católica. Cortés Peña, A. L. (2006). La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la modernidad. En A. L. Cortés Peña, Historia del cristianismo (Vol. III. El mundo moderno). Madrid: Editorial Trotta, S.A. (pág. 22) 4 Curia: Conjunto de las congregaciones y tribunales que existen en la corte del Pontífice romano para el gobierno de la Iglesia católica. 3

5 Un fenómeno relevante e influyente que aceleró estos procesos de reforma del clero fue la llamada ―sed religiosa‖ de los fieles que, buscando una mayor participación en los actos piadosos, querían una práctica religiosa más personal y menos mecánica. Este factor contribuyó a la expansión del ideal –mixtificado– de volver al cristianismo primitivo, lo que derivó en la adopción de formas supersticiosas y morbosas en las manifestaciones de religiosidad colectiva que no fueron corregidas, debido a la mala formación de los sacerdotes.5 Con la orden de publicación del documento Consilium de emendanda Ecclesia, fechada el 9 de marzo de 1537, el papa Paulo III (Alejandro Farnesio, 1468-1549) buscaba recopilar información acerca de la torcida situación de la Iglesia y señalar caminos de solución. Con este breve documento inician propiamente los trabajos de preparación al Concilio de Trento y se hace hincapié en señalar las depravadas costumbres de algunos miembros, tanto del bajo como del alto clero: nepotismo, simonía, prolongada ausencia de sus respectivas diócesis, mala formación, entre otras.

2. Corrupción en la Iglesia antes del Concilio La debacle moral, espiritual y social de Europa era debida en gran modo al paulatino desmoronamiento de la autoridad de la Iglesia, provocado precisamente por un clero sin cultura y sin hondura ética y espiritual.6 Siendo el oficio y profesión de los clérigos el ser pastores de sus feligreses, muchos aspirantes al sacerdocio en

la

iglesia

asociaban

este

ministerio

a

la

propiedad

de

bienes,

predominantemente bienes raíces, lo que condena irónicamente Erasmo de Rotterdam (1466-1539) en su libro ―El elogio de la locura‖: (…) nuestros prelados de hoy obran más cuerdamente dedicándose a ser pastores de sí mismos y dejando al mismo Cristo la custodia de sus ovejas, o delegando sus funciones en los frailes y vicarios, sin acordarse siquiera de su nombre de obispo, que quiere decir trabajo, vigilancia y solicitud, pues sólo cuando

5

Cortés Peña, A. L. Op. cit. (pág. 27) Coronel Ramos, M. A. (2013). La caridad: voces de reforma del clero en el siglo XVI. Valencia: Universidad de Valencia. 6

6 se trata de atrapar dinero es cuando son obispos de verdad y no de los que duermen en las pajas. (LIV)

Y también, resaltando el incumplimiento de los deberes propios del sacerdote: [Los papas] consideran que hacer milagros es arcaico y pasado de moda, y en desuso, además que enseñar al pueblo es penoso; que explicar las Sagradas Escrituras es cosa de escolásticos; que rezar es de gentes sin trabajo; que llorar es de apocados y de mujeres; que vivir pobre es propio de plebeyos; que someterse es vergonzoso e indigno de aquel que apenas tolera a los más grandes reyes que le besen sus santos pies; que morir es poco apetecible, y que ser crucificado es infamante. (…) Porque este Apóstol [Pedro, representado en su sucesor, el papa], que ha dicho, según el Evangelio: ―Todo lo hemos dejado para seguirte‖ posee hoy tierras, ciudades y vasallos; cobra impuestos y vive a lo señor feudal. (LIX)

En la curia estaba muy extendida la arbitraria concesión de dispensas7, que menoscababa la necesaria disciplina eclesiástica. Paulo III estableció que este vicio debía ser extirpado de raíz, ya que se daban casos tan increíbles como las dispensas a los religiosi apostatae, o la exención del celibato a ordenados con órdenes mayores.8 Mala formación: paganización La falta de educación religiosa, tanto en el pueblo como en sus pastores, daba como resultado una ―paganización del cristianismo‖, reflejada en abusos litúrgicos y devociones que rayaban en la superstición. Erasmo vuelve a señalar cómo el clero regular9 justificaba la ignorancia con la piedad: En primer lugar, [los monjes y frailes] estiman que la piedad consiste en estar ayunos de toda clase de estudios, que no sepan ni siquiera leer (…) otros, también, huyen del contacto del dinero como de un veneno, pero no de las mujeres ni del vino. (LIV). 7

Privilegio, excepción graciosa de lo ordenado por las leyes generales, y más comúnmente el concedido por el papa o por un obispo. 8 Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea) Madrid: Ediciones Cristiandad, S. L. (pág. 182) 9 Sacerdotes pertenecientes a una orden o congregación religiosa, que se ligan con los tres votos de pobreza, obediencia y castidad a la misma.

7 La curia romana, como responsable de la formación y preparación de los sacerdotes y religiosos, se convierte entonces en la responsable de la ignorancia del pueblo. Hay que anotar, sin embargo, que en esta época no existían todavía organismos dedicados a la formación del clero como se conocen en la actualidad; este factor llama la atención pues, habiendo sido la Iglesia principal promotora de la cultura y de la educación en la Edad Media, ésta se dedicó, a principios del siglo XVI, a enriquecerse y vivir bien a expensas de los fieles y no a instruir a aquéllos que la representarán ante el pueblo, es decir, los sacerdotes.

3. Nuevos movimientos espirituales A finales de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna, la comprensión e interpretación del mundo sigue siendo cristiana y de carácter teológico. Entre las clases sociales más relevantes se encuentra la minoría conocida como los ―letrados‖: juristas, médicos y teólogos. Éstos últimos destacan como los más importantes, tanto por ser peritos en la ―reina de las ciencias‖, la teología, como por poseer una formación universitaria, aunada a la pertenencia al estado clerical (muchos eran miembros de órdenes religiosas). Estos hombres eran considerados guardianes de la verdad y responsables de su conservación en la sociedad hasta que, en el siglo XIV, comienza a darse un clima de inseguridad y desorientación doctrinal gracias a una cierta libertad de pensamiento provocada por la crisis de la Escolástica. Esta crisis tuvo su origen en el pensamiento desarrollado por los frailes franciscanos Duns Escoto (1266-1308) y, posteriormente, Guillermo de Ockham (1280/1288-1349). Éste último había comenzado a teorizar sobre la filosofía, fundando una nueva escuela llamada nominalismo, que niega la existencia objetiva de los universales, considerándolos como meras convenciones o ―nombres‖, en oposición al realismo aristotélico y al idealismo platónico. En Italia se desarrolló, ya entrado el siglo XIV, el movimiento humanista a través del realce de la gramática, el estudio de la lengua y de la literatura clásica. Representantes importantes de esta corriente del pensamiento que influyó

8 después en el siglo XVI son los italianos Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Bocaccio. Teología escolástica y teología mística Ya desde la Baja Edad Media, en el ambiente cristiano de Europa, la teología mística se va distanciando poco a poco de la teología escolástica gracias a la autoridad de diversos autores y movimientos de espiritualidad. La teología mística se basa principalmente en recibir toda enseñanza directamente de Dios. Este conocimiento de las realidades espirituales, está fundado en la experiencia propia y en la oración personal. Es el amor el que guía al alma hacia Dios y Él infunde y enseña a todo aquel que se acerca a su presencia. Este movimiento ya venía gestándose desde la Alta Edad Media con grandes místicos como San Bernardo de Clairvaux (1090-1153) y San Buenaventura (1218-1274) e incluso el mismo Santo Tomás de Aquino (12251274) ―la demostración viviente del íntimo parentesco de la Escolástica con la mística de la alta Edad Media‖.10 La teología mística era practicada principalmente entre los cistercienses, cartujos y franciscanos; éstos últimos auspiciaron a los laicos, principalmente mujeres, a un camino espiritual y sensible de relación con Dios, lo que constituyó una importante novedad. Se presentaba una vía abierta a personas de toda clase y posible a todos lo que no podían acceder a los estudios (mujeres, campesinos, trabajadores, etc.). La Mística en el Imperio Germánico y los Países Bajos recibe el nombre de ―Devotio Moderna‖, cuyo representante más conocido es el agustino Tomás de Kempis (1380-1471), que se nutre de la tradición mística renana, cuyo principal representante es Meister Eckhart (c.1260-c.1328). En España la corriente más característica fue la desarrollada en la primera mitad del S.XVI bajo el nombre de ―recogimiento‖. El sacerdote Francisco de Osuna (1497-1540) con su ―Abecedario

10

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. I. Antigüedad y Edad Media). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág. 482)

9 espiritual‖ es el principal exponente de este movimiento que tanto influjo tuvo posteriormente en Santa Teresa de Jesús (1515-1582). Todo el movimiento místico surge en un ambiente de individualismo propio de la mentalidad renacentista. La religión popular propia de la Edad Media se convierte

en

una

religión

individual

en

la

que

cualquier

persona



independientemente de su clase social o conocimientos científicos– puede llegar a conocer a Dios de manera profunda y sobrepasar, incluso, a los teólogos. Frente a la religiosidad característicamente medieval, compuesta de una serie de actos externos a la persona, se extiende por la sociedad laica una alternativa religiosa intimista y propiamente espiritual en tanto que tiende pretende el conocimiento y relación directa con Dios y con los componentes espirituales de la Realidad.11

Lorenzo Valla (1406-1457), humanista italiano, propone como parte de este movimiento espiritual un cristianismo centrado en la caridad antes que en los preceptos filosóficos. Para él es necesario recuperar la Antigüedad, restaurando el estudio de los Santos Padres y la crítica textual del Nuevo Testamento. Heredero y gran expositor de esta crítica será Erasmo de Rotterdam. Después de Valla, se llegará a afirmar la excelencia de la perfección de la caridad por encima del estado de perfección como tal, o sea, de la vida religiosa. Frente a todo este panorama de cambios en la forma de ver, estudiar y vivir la espiritualidad cristiana, es importante señalar que la mística no se impone ni niega toda la tradición anterior, sino que existe una continuidad espiritual muy grande. Prueba de ello son las abundantes citas que los místicos de la Alta Edad Media hacen de los autores que les precedieron como San Bernardo, San Buenaventura o el mismo Santo Tomás de Aquino. Declive de la teología mística El movimiento teológico de la mística comenzó a debilitarse conforme terminaba el S. XVI. Entre las afirmaciones ―todos teólogos‖ de Erasmo y ―han de 11

Cortés Peña, A. L. (2006). La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la modernidad. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III El mundo moderno, págs. 1750). Madrid: Editorial Trotta, S.A.

10 ser contadísimos [los teólogos]‖ del dominico Francisco de Vitoria (1483-1546) se dejaba ver el surgimiento de un nuevo –más bien ―renacido‖– movimiento de teólogos que daban al pueblo la enseñanza, entre los que se encontraba el obispo de Canarias, Melchor Cano (1509-1560). Este fraile dominico tuvo miedo a que, si se divulgaba la espiritualidad, se minara el Misterio, una de las bases de la Iglesia y afirmaba que: cuando el pueblo conozca la religión, no sólo prescindirá de los teólogos, sino que perderá el respeto al clero. […] Hay que mantener a los laicos sumidos en la ignorancia y simplicidad con un conocimiento mínimo de la religión y con una práctica que no vaya más allá de la oración vocal.12

Cano expone una doctrina que contrasta totalmente con el pensamiento escolástico mostrado por Aquino, el cual propone poner la perfección cristiana al alcance de todos.13 Este punto será de capital importancia en los años posteriores al Concilio de Trento y encontrará cabal respuesta en la publicación de los catecismos y manuales de perfección cristiana de los que se servirán los sacerdotes para instruir a sus fieles. Gracias a este movimiento espiritual, que resalta la subjetividad en la relación con Dios, la confianza en los sacerdotes empieza a perderse, porque éstos no aciertan a guiar a las almas. Cada vez más personas se dedicaban a devociones personales, de tipo individual y emotivo, rechazando la guía deficiente ofrecida por el clero católico de la época. Es en este ambiente –teología mística, antropocentrismo, Iglesia decadente– donde pudo surgir y tener su mayor auge el movimiento protestante iniciado por el monje agustino alemán Martín Lutero (1483-1546) en 1517. Reforma Católica: formación del clero para la catequesis Desde finales de la Edad Media en muchos reinos de la cristiandad se buscó hacer algo en favor de una reforma de las costumbres y de la formación del clero. En Castilla, por ejemplo, surgieron publicaciones para mejorar la instrucción 12

Ibídem Con todo, no hay que confundir la posibilidad de que todos lleguen a la perfección cristiana con la capacidad intelectual para desarrollar un discurso teológico. 13

11 religiosa de fieles y eclesiásticos., los Reyes Católicos, en unión con el Cardenal Cisneros, reformaron las órdenes religiosas, renovaron el episcopado (Cfr. Patronato Regio), reformaron las costumbres, expulsaron a los judíos, entre otras. Muchas de estas reformas serían tomadas en consideración en la posterior reforma general de la Iglesia. Sin embargo, no fue sino hasta el 13 de diciembre de 1545 –fecha de inicio del Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento– cuando la Iglesia tomó cartas en el asunto. La XIIIa sesión del 15 de Julio de 1563, celebrada en tiempo del sumo Pontífice Pio IV, expuso la «Vera, et catholica doctrina de sacramento Ordinis, ad condemnandos errores nostri temporis , a sancta Synodo Tridentina decreta, et publicata Sessione VII».14 Entre los puntos principales de esta sesión se cuentan los siguientes: 

Cap. I: Se corrige la negligencia de residir de aquellos que gobiernan las iglesias: se dan providencias para la cura de almas. Todos los pastores están obligados a residir personalmente en su iglesia.



Cap. IV: Define quiénes se han de ordenar de primera tonsura.



Cap. V: Establece las circunstancias que deben tener los que se quieren ordenar.

4. Reforma de la música sacra como medio de catequesis Música sacra antes del Concilio de Trento La música durante la Edad Media fue muy importante en la liturgia de la Iglesia y en la vida del clero. Ya desde el siglo VII, el papa San Gregorio Magno ordenó la recopilación de cantos para el servicio litúrgico y el rezo del breviario, cuyo conjunto sería considerado después como canto gregoriano. Según documentos históricos exhumados de bibliotecas europeas por arqueólogos e historiadores de la música, Gregorio el Grande, en ocasión del 14

Verdadera y católica doctrina del sacramento del Orden, decretada y publicada por el santo Concilio de Trento en la sesión VII para condenar los errores de nuestro tiempo.

12 ‗Concilium Rumanum‘ celebrado en 595, promulgó un decreto que ordenaba a diáconos, subdiáconos y clérigos cantar las partes vocales del ‗Evangelio‘ en estilo gregoriano. Breve tiempo después, fundó la escuela de canto, ‗Schola Cantorum‘, cercana a la Iglesia San Juan de Letrán, donde a los futuros cantores y coristas se les inculcaba tanto el amor a las bellas como a las manifestaciones vocales.15

En los siglos XI y XII surge una nueva manera de interpretación musical llamada Ars antiqua. Destacan los motetes, esto es, breves composiciones musicales que regularmente se forman sobre algunas palabras de la Escritura. Dos de los más importantes representantes de esta corriente musical son los monjes Leonin (Inglaterra) y Perotin (Francia). Ya a partir del 1300, aproximadamente, ―casi todas las iglesias del Imperio Germánico poseían un órgano,‖16 lo que condujo a un cambio en la manera de cantar en los templos cristianos. Con el tiempo, la música sacra fue convirtiéndose en una mezcolanza de melodías profanas con letras extraídas de textos sagrados, y viceversa, lo que preocupó mucho a la jerarquía de la Iglesia en los inicios del S. XVI y que requería una revisión. Música religiosa protestante Luego de la ruptura con Roma, los protestantes empezaron a utilizar en sus actos de culto composiciones musicales embebidas del espíritu de Martín Lutero: En el ámbito protestante se mantuvo floreciente un sector del arte, que Lutero comprendió y cultivó: la música. El nivel artístico de las composiciones fue al principio bastante modesto. Pero por su contenido religioso y su poder de formar comunidad fueron de extraordinario valor y de gran importancia histórica, por ejemplo, las conmovedoras corales luteranas.17

Los cantos de las asambleas protestantes eran, en su mayoría, interpretados en lengua vernácula y en melodías fáciles de seguir por el conjunto de los fieles reunidos. La palabra, por encima de la imagen, era ahora la

15

Gerbert, Maurice. El canto de la música sacra Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág.46) 17 Ibídem (pág. 250) 16

13 protagonista del culto comunitario, por lo cual, en las naciones protestantes como el Imperio Germánico, los Países Bajos e Inglaterra, se le dio una importancia central a la música como transmisora fiel y estética de la Palabra. La música vocal e instrumental de Bach, directamente creada en su mayoría para el culto protestante, demuestra una formidable capacidad de dar carácter objetivo a la fe; se nutre todavía del elemento cristiano común (La Pasión según san Mateo, pese a los textos pietistas; la Misa en si menor, con texto latino, incluyendo naturalmente el credo entero; la gigantesca obra de las cantatas).18

Música sacra católica post-conciliar Algunos autores opinan que la música sacra en la iglesia católica estaba en grande peligro de desaparecer, dados los abusos mencionados. Fue entonces cuando surgió el compositor italiano Giovanni Palestrina (1525-1594) cuyo espíritu, junto con su famosa música religiosa a capella, aún hoy sigue siendo universalmente admirada.19 Entre sus obras más famosas, destaca la Misa Papae Marcelli dedicada al Papa Marcelo II (1555). Por otra parte, Inglaterra ya se había separado de la Iglesia Católica, lo que condujo a los compositores que residían en ese lugar a producir obras tanto para el culto anglicano como para el católico. William Byrd (1543-1623), protestante en su juventud y católico en su vida adulta, se dedicó a componer principalmente motetes compilados en dos volúmenes de Cantiones sacrae. En España, descuella ―el compositor de Dios‖ Tomás Luis de Victoria (15481611), sacerdote abulense. En Roma, donde cursó sus estudios para el sacerdocio, conoce a Palestrina y su música, que jugarían después un papel fundamental en su propia obra. Entre sus obras se cuentan misas, motetes, oficios, entre otros. El Concilio de Trento, en la XXIIa sesión reunida el 17 de septiembre de 1562, cuyo tema central es la doctrina sobre el sacrificio de la Misa, menciona explícitamente, dirigiéndose a los obispos: 18 19

Ibídem Ibídem (pág.46)

14 Aparten también de sus iglesias aquellas músicas en que ya con el órgano, ya con el canto se mezclan cosas impuras y lascivas; así como toda conducta secular, conversaciones inútiles, y consiguientemente profanas, paseos, estrépitos y vocerías; para que, precavido esto, parezca y pueda con verdad llamarse casa de oración la casa del Señor.

Los encargados de ejecutar esas reformas en las parroquias y capillas sufragáneas a las diócesis eran los sacerdotes, luego, éstos tenían que poseer, además de la formación en las ciencias sagradas, un conocimiento básico de las formas musicales aptas para el culto.

5. Educación del clero: los seminarios La mayoría de los sacerdotes europeos a inicios de la Edad Moderna provenían de órdenes religiosas, las cuales, ya desde los siglos XII y XIII, habían migrado a las ciudades, generando un mayor número de religiosos en ambientes urbanos que en los rurales. No eran raros aquellos que ingresaban en religión por algún beneficio que se pudiera conseguir, como rentas eclesiásticas, puestos de gobierno, vida asegurada, entre otros, las cuales se concedían simplemente con la recepción de la tonsura. Muchos iniciaban el camino pero pocos lo concluían. De ahí que la preparación espiritual de muchos miembros del clero en la época fuera de carácter deficiente o, en algunos casos, nula. En respuesta a esta problemática el 19° Concilio Ecuménico reunido en Trento, en el Capítulo 18 de la XXIII Sesión ―da el método de erigir seminario de Clérigos, y [cómo] educarlos en él‖. En este capítulo –el más largo de aquella sesión– el Concilio estableció: ut singulae cathedrales, metropolitanae, atque his maiores ecclesiae pro modo facultatum, et dioecesis amplitudine certum puerorum ipsius civitatis, et dioecesis, vel eius provincia, si ibi non reperiantur, numerum in collegio ad hoc prope ipsas ecclesias, vel alio in loco convenienti ab Episcopo eligendo; alere, ac religiose educare, et ecclesiasticis diciplinis instituere teneantur. […] que todas las catedrales, metropolitanas, e iglesias mayores que estas tengan obligación de mantener, y educar religiosamente, e instruir en la disciplina

15 eclesiástica, según las facultades y extensión de la diócesis, cierto número de jóvenes de la misma ciudad y diócesis, o a no haberlos en estas, de la misma provincia, en un colegio situado cerca de las mismas iglesias, o en otro lugar oportuno a elección del Obispo.

Al inicio, estos seminarios no eran de renombre, dada la precaria situación económica de algunos, lo que conllevaba un bajo nivel intelectual y la consiguiente obligación de los alumnos a formarse en conventos o universidades cercanas.

6. El sacerdote católico en la Contrarreforma Después del Concilio de Trento surge un modelo de sacerdote, distinto y distante de la feligresía por su manera de comportarse y de vivir, que lo confirman en su condición de pastor y representante de Cristo: se corrigen vicios como el concubinato, el abuso del vino y de la caza (práctica que incitaba a comer y a beber, además de propiciar familiaridad con los seglares); se impone, además, el uso de la sotana como distintivo del estado clerical.20 Entre los grandes reformadores del clero de la época se encuentra el obispo milanés San Carlos Borromeo (1538-1584). Él se encargó de formar una nueva generación de sacerdotes. Erigió con este fin los colegios tridentinos de Milán, reunió seis sínodos provinciales y once diocesanos y durante su mandato visitó tres veces su obispado. Veía apremiante la necesidad de reconstruir las iglesias particulares bajo la responsabilidad de cada obispo. Para ello fomentó la unidad entre vida interior y apostolado, entre iglesia local e Iglesia Universal, entre ascetismo y magisterio. Sus reformas fueron modelos para otras diócesis de la época, pues fue un obispo que asumió el papel de juez y de legislador reforzando la disciplina clerical, combatiendo la herejía y controlando la vida moral del clero y de sus fieles. Puede afirmarse que él ―representa el modelo de obispo según el concilio de Trento‖.21 20

García, A. M. (2006). El estamento eclesiástico en la Europa moderna. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 465-508). Madrid: Editorial Trotta, S.A. 21 Rivero, A. (s.f.). Historia de la Iglesia siglo a siglo. Buenos Aires: Seminario Maria Mater Ecclesiae. Págs. 175

16

7. Pintura católica: transmisora de doctrina La religión católica siempre se ha servido de la imagen como especial y apto instrumento de catequesis por el impacto que ésta genera en la psicología de las personas: La imagen es predicación evangélica. Los artistas de todos los tiempos han ofrecido, para contemplación y asombro de los fieles, los hechos más sobresalientes del misterio de la salvación, presentándolo en el esplendor del color y la perfección de la belleza. […] la imagen sagrada puede expresar mucho más que la misma palabra, dada la gran eficacia de su dinamismo de comunicación y de transmisión del mensaje evangélico. (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 5)

Durante el barroco, el arte cristiano que venía desarrollándose ya desde antes del Edicto de Milán en el S. IV, experimentó un considerable aumento en todas sus formas. Este arte siempre ha tenido como propósito acercar a las personas a Dios mediante formas, colores, sonidos, etc., ordenados de forma armónica. En el periodo comprendido entre los siglos XVII y XVIII este orden y armonía se vieron forzados a proyectarse hacia afuera de manera casi violenta, gracias al cisma protestante: Con el barroco, las fuerzas cristianas crearon una nueva cultura paneuropea: si exceptuamos el campo de la música (donde destacaron poderosas figuras en los círculos luteranos) y la personalidad sobresaliente de Shakespeare, fueron casi exclusivamente las fuerzas de la Iglesia Católica las que dominaron el cuadro.22

Iconoclasia protestante en el arte El arte había sido, hasta antes de la reforma protestante, de carácter predominantemente religioso, debido a que los encargos procedían directa o indirectamente de la Iglesia: edificios para el culto, altares, imágenes de los

22

Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. (pág. 5)

17 santos, retablos, cuya temática se extraía en su mayor parte del Evangelio o de las vidas y leyendas de los santos. Una vez que la reforma protestante se esparció por algunos países de Europa, toda muestra de artes plásticas fue dejada de lado y, en algunos casos, hasta reprimida violentamente (el caso de los entusiastas, el calvinismo).23 La construcción de la Iglesia calvinista se vio acompañada de una bárbara y anticultural destrucción de imágenes, a la que sucumbieron incontables «ídolos» de arte gótico (sobre todo en Francia y, más tarde, también en Holanda). Sin embargo, no fue Calvino el culpable de estos excesos; él siempre se opuso a todos los desafueros fanáticos de los iconoclastas. Incluso los excesos cometidos en Lyon en 1562, que de alguna manera fueron comprensibles como desquite, Calvino los recibió «como una afrenta, con amargura de corazón», y como una contradicción al evangelio: «Nuestra idea nunca ha sido afrontar la violencia con la violencia».24 […] el 11 de enero, Zwilling y otros frailes apóstatas, poseídos de furor iconoclasta, arrojaron fuera del templo conventual, con aplauso de Karlstadt, los altares, descabezaron las imágenes de los santos y las de Cristo y de la Virgen, destruyeron las pinturas murales y los cuadros y amontonaron en el patio, para prenderles fuego, crucifijos, estandartes, cirios y hasta los santos óleos.25

Des-simbolización Uno de los factores más perniciosos de la iconoclasia y el rechazo a las imágenes por parte de los protestantes radica en la des-simbolización del arte que estas acciones conllevaron. Al contrario de lo que se entiende en ambientes protestantes, en el culto católico la imagen ayuda al fiel a encontrarse con Dios, no por la imagen en sí, sino por lo que ésta representa, es decir, lo que simboliza (Cfr. Apéndice). En el S. XVI existían, principalmente, para el cristiano, dos formas de ―ver‖ a Dios: la mística y el arte. La primera, como ya vimos, contiene formulaciones 23

Lortz, J. Op. cit. (pág. 250) Ibídem (pág. 136) 25 García-Villoslada, R. (2008). Martín Lutero: En lucha contra Roma (Vol. II). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. (pág. 64) 24

18 espirituales intensas que mueven el alma hacia Dios. El arte, en cambio, es algo de carácter popular, ―público‖, al que toda persona está expuesta. En este siglo, por ello, el clero católico hizo hincapié en las formas de culto externo –como las procesiones– en las que se trasladaba lo sagrado desde los templos a la calle, a fin de catequizar al pueblo mediante el arte barroco que ―muestra al príncipe del cielo, que domina majestuoso, enseña y obra con grandes gestos y sufre, muere y resucita impresionantemente.‖26 La misa pro populo, celebrada por los sacerdotes cada domingo, se convirtió en el mejor lugar para enseñar la doctrina, donde el arte tuvo un influjo significativo.27 Durante la época de la Reforma, sin embargo, las artes plásticas de carácter religioso sufrieron un notable descenso en el Imperio Germánico28: Si bien el único artista plástico que trabajó por completo dentro del ámbito protestante fue Lucas Cranach el Joven, una figura de renombre es Hans Holbein (1497-1543), quien, sin embargo, tiene escasa importancia para la historia de la Iglesia. Sus retratos —grabados y pinturas— de la colección de Enrique VIII de Inglaterra nos permiten entrar en contacto inmediato — ¡y cuán elocuente!— con significativos representantes de la historia de aquella época: Erasmo, Tomás Moro, el propio Enrique VIII (y sus esposas). Pero la parte más importante de su obra, aun teniendo en cuenta sus madonnas y otros temas religiosos, no acusa un carácter netamente religioso (compárese, por ejemplo, su «Cristo en la sepultura» de Basilea con el «Cristo muerto» de Grünewald de la Predella de Aschaffenburg). El arte de Holbein es un arte secularizado.29

26

Guardini, R. (1960). La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo Testamento. Madrid: Ediciones Guadarrama, S.L. 27 Cfr. López-Guadalupe Muñoz, M. L. (2006). Religiosidad institucional y religiosidad popular. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 415463). Madrid: Editorial Trotta, S.A. 28 Hay que notar la excepción que representaron el Ducado de Baviera y los dominios de los Habsburgo, donde el arte barroco floreció como contrapeso al protestantismo del norte del Imperio Germánico. 29 Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea) Madrid: Ediciones Cristiandad, S. L. (pág. 250)

19

8. Grandes reformadores Durante la época del Concilio de Trento surgieron en la Iglesia hombres y mujeres de gran talante espiritual y humano que fueron capaces de implementar, de manera eficaz y duradera, las reformas propuestas por el Concilio en sus países, iglesias locales y congregaciones religiosas. La atmósfera religiosa, moral y espiritual de los siglos XVI y XVII estuvo fuertemente

determinada,

aparte

[sic.]

algunos

gravísimos

síntomas

de

disgregación, por la vida, la obra, la oración y los escritos de Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Felipe Neri, Francisco de Sales, Vicente de Paúl: dos siglos de santos, verdaderamente.30

1) Adriano VI (1459-1523) Adriaan Floriszoon Boeyens, sucesor de San Pedro desde 1522 a 1523. Hombre «austero y severo, quiso reformar las costumbres de la curia, pero no pudo. Se enemistó con casi todos, con la curia y con el pueblo romano, pues condenó muchas costumbres incluso inocentes. (…) La reforma debía comenzar por casa y continuó con la curia vaticana, donde eliminó parásitos y libertinos31» Tuvo dificultades al momento de intentar reformar las costumbres entre los cardenales que no estaban habituados a un estilo de vida sobrio y austero. 2) San Ignacio de Loyola (1491-1556) Sacerdote español fundador de la Compañía de Jesús: ―fue de los primeros adalides de la restauración católica europea, de las misiones y de la enseñanza cristiana en la sociedad. Los jesuitas fundaron gimnasios, colegios, seminarios y escuelas superiores.‖32 Sus religiosos profesan obediencia absoluta al papa, lo que llevó a esta Orden a convertirse en la vanguardia de la reforma católica en manos del Sumo Pontífice, y les da disponibilidad total en la encomienda de misiones, incluso transmarinas.

30

Lortz, J. Op. cit. (pág. 23) Rivero, A. (s.f.). Historia de la Iglesia siglo a siglo. Buenos Aires: Seminario Maria Mater Ecclesiae. Págs. 171-172 32 Ibídem Pág. 178 31

20 3) San Pedro Canisio (1521-1597) Primer sacerdote jesuita proveniente de los Países Bajos. Nombrado Doctor de la Iglesia en 1925 por el Papa Pío XI, fue un influyente paladín de la reforma católica en el sur del Imperio Germánico. A él se remontan los primeros catecismos de la Iglesia Católica. Su obra cumbre titulada ―Summa doctrinae christianae‖ es un catecismo escrito en formato de pregunta-respuesta, que era la forma pedagógica propia de la escolástica. 4) Santa Teresa de Jesús (1515-1582) Española fundadora de las carmelitas descalzas como resultado de una reforma interna de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Es Doctora de la Iglesia y gran mística, lo que se puede ver en sus escritos: ―Las moradas del castillo interior‖, ―Camino de perfección‖ y ―Libro de la vida‖ entre otras. ―Característica dominante de su existencia fue la adhesión incondicional y el amor a la Iglesia. Así termina su existencia: «Muero hija de la Iglesia».‖33 5) Santo Toribio de Mogrovejo (1538-1606) Segundo Arzobispo de Lima. Misionero y organizador de la Iglesia Católica en el Perú. ―[…] compuso catecismos en castellano, quichua y aimará.‖34 Fundó

el primer Seminario Americano en Lima en 1591. En obediencia a las directrices prescritas en el Concilio de Trento, se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América para promulgar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos, para lo cual congregó trece sínodos diocesanos y tres concilios provinciales. 6) San Francisco de Sales (1567-1622) Obispo de Ginebra. Doctor de la Iglesia. ―[…] el típico obispo de la reforma católica que une la acción con la oración, el espíritu con el contacto de las realidades naturales, la aceptación del mundo que le rodea con el intenso

33 34

Ibídem Pág. 179 Ibídem Pág. 201

21 propósito de reformarlo profundamente‖.35 ―Trabajó sin descanso en promover la enseñanza, la práctica de los Sacramentos, la forma de las estructuras y del clero.‖36

Conclusión En la Edad Moderna, el pensamiento fue poco a poco desembocando en corrientes que ya no eran católicas, como lo fueron durante la Edad Media, sino meramente teístas. El clero había dejado de ser la vanguardia en la cultura y el pensamiento, y ya a partir de las primeras décadas del S. XVII, los filósofos racionalistas como Descartes, Spinoza y Leibniz –todos ellos teístas– sientan las bases para la posterior detonación del pensamiento ilustrado y de la Revolución Francesa, que daría como consecuencia una secularización de la sociedad, del pensamiento y del arte en general, que se puede ver hasta nuestros días. La convocación, reunión y proclamación de los decretos del Concilio de Trento buscó reforzar la fe, la cultura y las costumbres católicas en Europa, que poco a poco se alejaba de la religión y caminaba hacia el laicismo. Era, pues, capitalmente necesario tener a disposición de la Iglesia un clero bien formado en todos estos campos y que fuera capaz de guiar e instruir correctamente a los fieles. Este fue el objetivo de todas las reformas que se buscaron implantar tanto en el Viejo Continente como en el Nuevo Mundo. En éste último, las directrices del Concilio de Trento encontraron, gracias a los monarcas católicos españoles y portugueses, un amplio campo de acción y de eficaz acogida. Baste mencionar cómo el arte de la Nueva España, por ejemplo, es de tipo churrigueresco casi en su totalidad; o cómo la iglesia del Gesù de Roma se convirtió en modelo de innumerables iglesias de este continente. Por lo tanto, el clero –reformado– se convirtió en la avanzada de la Contrarreforma en las naciones católicas y en las que estaban en camino de serlo. 35

Ibídem Pág. 200 Mercabá.org. (s.f.). Recuperado el 19 http://mercaba.org/DOCTORES/san_francisco_de_sales.htm 36

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Enero

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Apéndice Sesión XXV del Sacrosanto Concilio de Trento (Extractos referentes al culto a las imágenes) LA INVOCACIÓN, VENERACIÓN Y RELIQUIAS DE LOS SANTOS, Y DE LAS SAGRADAS IMÁGENES Manda el santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que tienen el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a los fieles ante todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los santos, honor de las reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la costumbre de la Iglesia Católica y Apostólica, recibida desde los tiempos primitivos de la religión cristiana, y según el consentimiento de los santos Padres, y los decretos de los sagrados concilios; […] […] Además de esto, declara que se deben tener y conservar, principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de Dios, y de otros santos, y que se les debe dar el correspondiente honor y veneración: no porque se crea que hay en ellas divinidad, o virtud alguna por la que merezcan el culto, o que se les deba pedir alguna cosa, o que se haya de poner la confianza en las imágenes, como hacían en otros tiempos los gentiles, que colocaban su esperanza en los ídolos; sino porque el honor que se da a las imágenes, se refiere a los originales representados en ellas; de suerte, que adoremos a Cristo por medio de las imágenes que besamos, y en cuya presencia nos descubrimos y arrodillamos; y veneremos a los santos, cuya semejanza tienen: todo lo cual es lo que se halla establecido en los decretos de los concilios, y en especial en los del segundo Niceno contra los impugnadores de las imágenes. Enseñen con esmero los Obispos que por medio de las historias de nuestra redención, expresadas en pinturas y otras copias, se instruye y confirma el pueblo recordándole los artículos de la fe, y recapacitándole continuamente en ellos: además que se saca mucho fruto de todas las sagradas imágenes, no sólo porque

23 recuerdan al pueblo los beneficios y dones que Cristo les ha concedido, sino también porque se exponen a los ojos de los fieles los saludables ejemplos de los santos, y los milagros que Dios ha obrado por ellos, con el fin de que den gracias a Dios por ellos, y arreglen su vida y costumbres a los ejemplos de los mismos santos; así como para que se exciten a adorar, y amar a Dios, y practicar la piedad. Y si alguno enseñare, o sintiere lo contrario a estos decretos, sea excomulgado. Mas si se hubieren introducido algunos abusos en estas santas y saludables prácticas, desea ardientemente el santo Concilio que se exterminen de todo punto; de suerte que no se coloquen imágenes algunas de falsos dogmas, ni que den ocasión a los rudos de peligrosos errores. Y si aconteciere que se expresen y figuren en alguna ocasión historias y narraciones de la sagrada Escritura, por ser estas convenientes a la instrucción de la ignorante plebe; enséñese al pueblo que esto no es copiar la divinidad, como si fuera posible que se viese esta con ojos corporales, o pudiese expresarse con colores o figuras. Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes; ahuyéntese toda ganancia sórdida; evítese en fin toda torpeza; de manera que no se pinten ni adornen las imágenes con hermosura escandalosa; […] Finalmente pongan los Obispos tanto cuidado y diligencia en este punto, que nada se vea desordenado, o puesto fuera de su lugar, y tumultuariamente, nada profano y nada deshonesto; pues es tan propia de la casa de Dios la santidad. Y para que se cumplan con mayor exactitud estas determinaciones, establece el santo Concilio que a nadie sea lícito poner, ni procurar se ponga ninguna imagen desusada y nueva en lugar ninguno, ni iglesia, aunque sea de cualquier modo exenta, a no tener la aprobación del Obispo. […]

24

Bibliografía

Atlas, A. W. (2009). La música del Renacimiento. Madrid: Ediciones Akal, S.A. Coronel Ramos, M. A. (2013). La caridad: voces de reforma del clero en el siglo XVI. Valencia: Universidad de Valencia. Cortés Peña, A. L. (2006). La crisis de la cristiandad occidental en los albores de la modernidad. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III El mundo moderno, págs. 17-50). Madrid: Editorial Trotta, S.A. García, A. M. (2006). El estamento eclesiástico en la Europa moderna. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 465-508). Madrid: Editorial Trotta, S.A. García-Villoslada, R. (2008). Martín Lutero: En lucha contra Roma (Vol. II). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. Gerbert, M. (s.f.). El canto de la música sacra. Guardini, R. (1960). La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo Testamento. Madrid: Ediciones Guadarrama, S.L. Iglesia Católica. (2005). Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio. Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana. López-Guadalupe Muñoz, M. L. (2006). Religiosidad institucional y religiosidad popular. En A. L. Cortés Peña, Historia del Cristianismo (Vol. III. El mundo moderno, págs. 415-463). Madrid: Editorial Trotta, S.A. Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. I. Antigüedad y Edad Media). Madrid: Ediciones Cristiandad, S.L. Lortz, J. (1982). Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento (Vol. II. Edad Moderna y Contemporánea). Madrid: Ediciones Cristiandad, S. L.

25 Mercabá.org.

(s.f.).

Recuperado

el

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http://mercaba.org/DOCTORES/san_francisco_de_sales.htm Rivero, A. (s.f.). Historia de la Iglesia siglo a siglo. Buenos Aires: Seminario Maria Mater Ecclesiae.

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