Influencia del darwinismo en \"La raza cósmica\" de José Vasconcelos

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Descripción

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE CIENCIAS

INFLUENCIA DEL DARWINISMO EN “LA RAZA CÓSMICA” DE JOSÉ VASCONCELOS

T

E

S

I

S

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: BIÓLOGA

P R E S E N T A : EVA GUADALUPE HERNÁNDEZ AVILEZ

DIRECTORA DE TESIS: DRA. ROSAURA RUIZ GUTIÉRREZ

2014

Tabla de contenido Advertencia............................................................................................................ 7 Introducción .......................................................................................................... 9 Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del darwinismo en México .................................................................................................................. 19 Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” ..................................................................... 20 Introducción del darwinismo en México .............................................................................. 24 Una nación en crisis .......................................................................................................... 24 ¿Qué es el darwinismo? ....................................................................................................... 29 Recapitulando ........................................................................................................................ 35

Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana ......................... 37 La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las brasas del fuego revolucionario ........................................................................................................................ 38 El Maestro de América.......................................................................................................... 47

Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario ..................................... 63 De la obra............................................................................................................................... 63 El Mestizaje............................................................................................................................ 65 Notas de viaje ........................................................................................................................ 71 Vasconcelos y el problema de la raza ................................................................................. 76 Vasconcelos y el darwinismo: el caso de “La raza cósmica” ............................................ 77 En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento vasconceliano ........... 81 El caso del hombre ............................................................................................................ 82 Variación ............................................................................................................................ 82 Selección artificial .............................................................................................................. 84 Selección natural ............................................................................................................... 85

Selección sexual................................................................................................................ 86 El reino animal ................................................................................................................... 87 Vasconcelos y “el núcleo duro del darwinismo” ................................................................. 88

Conclusiones....................................................................................................... 90 Bibliografía .......................................................................................................... 93

Al nunca bien ponderado, pero siempre imitado, Fray Porras. Mar de sabiduría en el que se recrea mi pensamiento .

Agradecimientos Dicen los que saben que hacer una tesis es un esfuerzo colectivo. Yo no les hice caso. Qué equivocada estaba. Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México, por tomar mi ignorancia y hacerla crecer de una forma maravillosa. A mi asesora, la Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, por su dedicación y generosidad de espíritu. (Rosaura: me has apoyado tanto y en tantas formas que necesitaría otro volumen para agradecerte). A mis sinodales, Ricardo Noguera Solano, Rafael Guevara Fefer, Carlos López Beltrán y Rodrigo Antonio Vega y Ortega, por sus muchas y muy valiosas observaciones. Al Dr. Santiago Portilla, quien resolvió mis dudas sobre la Revolución Mexicana y me dio acceso a su biblioteca privada. Sin su apoyo, esta tesis hubiera sido un calvario. Al equipo de la Dirección de la Facultad de Ciencias, por cubrirme y tolerarme en el último trecho. A mis compañeros de laboratorio, Víctor, Dan, Omar, Atenea, Javier y Damián; y a mis maestros, Ricardo, Eréndira, Arturo y Chelita. A mis compañeros de carrera, por preguntar ¿y cómo va la tesis?: Alejandra, David, Ricardo, Lucía, Lorena, Janikua, Gis, Colín, Marco, Mauricio, Sarita, Germán, Luca, Palito y Iorch (que es adoptado), entre tantos otros. A los secretarios de Comunicaciones y Transportes Dionisio Pérez Jácome y Gerardo Ruiz Esparza, y a sus equipos (especialmente a Francisco y Rosaura), por permitirme solventar mi tesis, estudiando y trabajando al mismo tiempo. A mi jefaza, Sofía Fernández del Castillo Quintana y a la Dirección General de Vinculación de la SCT, por darme el último empujón. A Violeta Sepúlveda. ¡Lo logramos, equipo! A mi terapeuta, Alejandra Padilla, y a mis polegas, por ser la mejor terapia. A mis amigos irrenunciables, José, Juana, Diana, Claudia, Perla y Carla, y a todos los otros que no aparecen.

A mi mamá y a mi papá (abuelas), por su apoyo y sus tan valiosas y repetidas lecturas. Y a mi hermana Marina, por lavar los trastes. Finalmente, pero no al último, agradezco, muy especialmente, a Martha Susana Esparza Soria, porque nunca quitó el dedo del renglón. Porque sin ti, Susy, ¿qué haría yo sin ti? Sin tu amistad y tu apoyo mi vida sería otra. De verdad, y con todo el corazón: gracias.

Advertencia De acuerdo con el filósofo mexicano Luis Villoro, la historia da sentido a la existencia.1 Es gracias a la memoria histórica, al análisis y al entendimiento de los acontecimientos del pasado, que se puede comprender el momento actual. La historia nos ayuda a encontrar el horizonte, a no perdernos en el presente. En

la

construcción

del

conocimiento

humano,

la

ciencia

es un

acontecimiento prodigioso, que por mucho tiempo se pensó ajeno a la labor humana: puro y objetivo, incansable y certero en su afán de dar sentido al universo; de entender. Sin embargo, cada vez es más claro que para escapar de nuestra condición humana sería necesario dejar de ser; y que esta misma condición que nos permite, que nos impulsa a conocer el mundo, afecta la manera en la que entendemos y estudiamos las cosas. De forma que no es de sorprender que, en el mundo, cada vez sea más frecuente estudiar la historia de las ideas, como se hace en esta tesis. Téngase también en cuenta que se trata de una propuesta inusual en cuanto al uso que se da a la palabra “influencia”, tradicionalmente utilizada para denotar la incorporación de elementos determinados en un discurso dado, pero que para mí significa otra cosa. Cuando hablo de “influencia” no me refiero a la aceptación del darwinismo y a la construcción de un discurso en consecuencia; sino a que el darwinismo sirvió como un catalizador para que el pensamiento de José Vasconcelos (1882-1959) se disparara en otra dirección, tal vez no contraria,

1

Pereyra, C. et al. (1980). Historia ¿para qué? México: Siglo XXI. Pág. 47.

7

pero sí paralela al darwinismo;2 ya que, aunque que de ninguna manera se corresponde con éste, constituye claramente un discurso evolutivo.3 Establecidos ambos puntos, prosígase sin mayor preámbulo a la exploración de este terreno prodigioso en el que se tocan las humanidades, las ciencias y las artes.

2

En esta tesis se toma la definición de “darwinismo” hecha en 1999 por Rosaura Ruiz y Francisco Ayala en su artículo “El núcleo duro del darwinismo”, en la que la selección natural y el azar son elementos irrenunciables de la teoría para que un autor pueda considerarse darwinista en el sentido estricto. Ver Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. PuigSamper (Eds.), El darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de México, Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles. 3

Por discurso evolutivo, entiendo que se acepta la idea de la transformación de las especies con el paso del tiempo, aun cuando no se adopte la selección natural como modelo explicativo. Para una discusión más amplia de lo que constituye el pensamiento evolutivo ver Esparza Soria, M. S. (2014). La cultura científica en México: imágenes del pensamiento evolutivo en el Porfiriato. Tesis doctoral: UNAM (en prensa).

8

Introducción Definir conceptos abstractos como “ciencia” y “literatura” representa un reto para los teóricos tanto en ciencias como en artes y humanidades. Más allá de los debates y discusiones que suscita el tema, existen aspectos fundamentales propios de cada disciplina. Las ciencias, por ejemplo, pretenden comprender el mundo natural y cómo funciona a través de un método empírico inductivo que conlleva la observación, colecta, experimentación y análisis de datos, a fin de construir una visión objetiva del fenómeno u objeto estudiado. 4 La literatura, en cambio, se relaciona con el mundo de las ideas, con el registro escrito de historias o pensamientos que apelan a lo humano e invitan a la reflexión.5 Tradicionalmente, se ha considerado a las ciencias y a las artes como campos opuestos del conocimiento humano, que por ningún motivo pueden entremezclarse, pues la ciencia representa lo objetivo y el arte lo emocional. Sin embargo, tanto las ciencias como las artes son actividades humanas. Más aún, ambas se fundamentan en un ejercicio de imaginación 6 que comienza al preguntarse “¿Qué tal si…?” (“what if?”).7 ¿Qué tal si una niña cayera en un agujero de conejo y llegara a un mundo fantástico? (Alicia en el país de las maravillas), ¿qué tal si dos jóvenes de familias rivales se enamoraran? (Romeo y Julieta), ¿qué tal si el espacio-tiempo fuera un continuo y los objetos materiales causaran en él deformaciones, como pelotas sobre una tela? Al igual que la literatura, toda actividad científica requiere un esfuerzo de imaginación, de lo contrario, simplemente se aceptaría lo previamente establecido en vez de buscar nuevas explicaciones sobre la naturaleza que se acerquen cada vez más a la realidad (por lo menos desde el punto de vista del investigador). 4

Popper, K. (1962). Conjectures and refutations: the growth of scientific knowledge. USA: Basic Books. Pp. 33. 5 6 7

Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Argentina: Fondo de Cultura Económica. Culler, J. (2004). Breve introducción a la teoría literaria. España: Crítica. Mawer, S. (17 de Marzo de 2005). “Science in literature”. Nature (434), 297-299.

9

Cabe entonces preguntarse si a través de las personas, de los científicos y los literatos, ambos mundos han llegado a tocarse. En 1880, Thomas Huxley (1825-1895), apasionado defensor de la teoría de la evolución, pronunció un discurso en la Universidad de Birmingham (entonces Mason College), con el tema “Ciencia y cultura”.8 De acuerdo con Huxley, la cultura significa poseer lo mejor del conocimiento disponible y analizar todo aquello concerniente a la vida. En este contexto, sitúa a la literatura como aquello que permite la construcción de dicho análisis; sin embargo, Huxley se pregunta si la literatura es suficiente para comprender el mundo, y si una persona puede considerarse culta tan sólo con el conocimiento de la literatura. En su discurso, destaca la importancia de la ciencia para entender el mundo natural y la necesidad de incluir esta disciplina como parte de la cultura para completar

áreas

del

conocimiento

que

la

literatura

no

alcanza.

8

Huxley, T. H. (1882). Science and culture and other essays. New York, Estados Unidos: D. Appleton and Company. Pp. 7-30.

10

El discurso de Huxley despertó la atención de Matthew Arnold (1822-1888), poeta y crítico inglés que analizó la postura de Huxley durante una presentación (Rede Lecture) en la Universidad de Cambridge. Para Arnold, el conocimiento aportado por la ciencia es fundamental para entender el mundo físico y debe enseñarse en las escuelas; sin embargo, aunque pretenda explicar el mundo a través de leyes naturales, el conocimiento científico aún se encuentra en el campo de las ideas, y por lo tanto, es necesario asimilarlo con ayuda de “las bellas artes”: Pero, ¿cómo, finalmente, la poesía y la elocuencia han de ejercer el poder de relacionar el resultado de las ciencias naturales con el instinto del hombre para la conducta, su instinto de la belleza? Y aquí de nuevo respondo: no sé cómo habrán de hacerlo, pero pueden y así será. […] Se verá que el arte y la poesía y la elocuencia de los hombres que vivieron, tal vez hace mucho tiempo […] tiene el poder fortificante, elevado, elocuente, excitante y sugerente, de ayudarnos, de forma maravillosa, a relacionar los resultados de la ciencia moderna con nuestras necesidades para la conducta, nuestras necesidades de belleza.9 Se dice que las artes son actividades estéticas. Immanuel Kant, el principal teórico de la estética moderna, define lo estético como el esfuerzo de unir el mundo material con el mundo de las ideas,10 por lo que sería lógico pensar que existe de hecho un punto de cruce entre la ciencia y la literatura, un área común de influencia y retroalimentación, o bien, que tanto la ciencia como la literatura son campos que interrelacionan el mundo exterior con el entendimiento humano. Aunque se trata de un problema central para entender el desarrollo de ambas actividades, el debate de la relación entre la ciencia y la literatura tradicionalmente quedó relegado a una curiosidad reflexiva entre aquellos que se atrevieron a reconocer su interés en dos campos aparentemente antagónicos. Para 1959, la ciencia y la literatura se habían distanciado tanto que en su ponencia en la Universidad de Cambridge (nuevamente la Rede Lecture) el físico 9

Arnold, M. (1882). Literature and Science. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de http://aleph0.clarku.edu/huxley/comm/19th/Arnold.html. Pág. 12. 10

Kant, I. (1914). Critic of Judgment (2a ed.). (J. H. Bernard, Trad.) Londres, Inglaterra: MacMillan. Pág. 30.

11

y novelista Charles Percy Snow se refirió a ellas como “las dos culturas”.11 Durante su presentación, Snow habló de la intelectualidad de artistas y científicos y del desdén que sienten los unos por los otros. Manifestó que el arte y la ciencia tienen mucho que decirse, pero raramente se hablan, y tras reflexionar sobre las razones que han llevado al distanciamiento de ambos campos enfatizó la importancia de salvar la distancia que los separa para tomar decisiones responsables como sociedad. Más tarde, en 1963, el novelista Aldous Huxley (1894-1963) (nieto de Thomas Huxley, y cuya madre curiosamente fue nieta de Matthew Arnold) publicó su ensayo Literature and science, en el que explora el conflicto entre los mundos científico y artístico, a la vez que intenta establecer puentes entre ambas disciplinas, llegando a la conclusión de que “por la mera naturaleza de las cosas, es imposible que el lenguaje purificado de la ciencia o aun el más finamente purificado lenguaje de la literatura puedan adecuarse a la inmediatez del mundo y de nuestra existencia”,12 por lo que es necesario aceptar las limitaciones de ambos campos y avanzar juntos, científicos y literatos, hacia los límites del conocimiento.13 Hacia finales del siglo XX, la discusión se transformó en un ejercicio de exploración de las estrategias mediante las cuales ambos campos podían formar parte de un mismo fenómeno, ya que tanto la ciencia como la literatura, “sin importan qué cosa sean, son esencialmente formas discursivas”14 (por lo menos en su comunicación). Así, en 1987, George Levine edita One Culture, una antología de ensayos sobre ciencia y literatura que analizan los puntos de convergencia entre ambas disciplinas mediante el análisis de casos selectos (entre los que se incluyen textos

11

Snow, C. P. (1959). The two cultures. Cambridge University Press.

12

Huxley, A. (1963). Literatura y ciencia. (R. Masera, Trad.) España. Pág.139.

13

Ibíd.

14

Levine, G. (Ed.). (1987). One Culture: Essays in Science and Literature. Madison, Wisconsin, Estados Unidos: The University of Wisconsin Press. Pág. 3.

12

como Frankenstein: A feminist critique of science de Anne K. Mellor y Balzac with Laplace: Remarks on the Status of Chance in Balzacian Narrative de David F. Bell), al tiempo que reconoce sus grandes diferencias.15 En años recientes, el interés por analizar las relaciones entre ciencia y literatura ha crecido considerablemente. Ejemplo de ello son los textos Conversations on science, culture and time,16 que expone la naturaleza caótica del conocimiento y la necesidad de crear puentes entre las ciencias y las humanidades; On the modern cult of factish gods,17 en el que Bruno Latour discute, no por primera vez, la idea de verdad científica universal, argumentando que los hechos no pueden separase de su proceso de fabricación; y Literature & Science de Charlotte Sleigh, que constituye una guía para el análisis histórico de obras literarias que tocan o están influenciadas por temas científicos, así como las respuestas literarias que genera la ciencia. Incluso en “Leer la mente”18 Jorge Volpi hace referencia al curso de ciencia y literatura que dictó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. En el Reino Unido, la Sociedad Británica de Ciencia y Literatura promueve la investigación interdisciplinaria de las relaciones entre ciencia y literatura, y desde 2006, existe una publicación dedicada al tema, el Journal of Literature and Science, de la Universidad de Glamorgan, que actualmente está a cargo de la Universidad de Westminster. En Estados Unidos, se han publicado trabajos como Making Knowledge: History, literature and the poetics of science de James J. Bono,19 Lessons from Literature for the Historian of Science (and Vice Versa): Reflections on “Form” de 15

Ibíd.

16

Serres, M., & Latour, B. (1995). Conversations on Science, Culture and Time. (R. Lapidus, Trad.) Estados Unidos: The University of Michigan Press. 17

Latour, B. (2010). On the Modern Cult of the Factish Gods. (C. Porter, & H. MacLean, Trads.) Inglaterra: Duke University Press. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de http://film.ncu.edu.tw/word/Latour_ch-1.pdf 18

Volpi, J. (2011). Leer la mente. DF, México: Alfaguara.

19

Bono, J. J. (2010). “Making Knowledge: History, literature and the poetics of science”. Isis (101), 555-559.

13

Henry Turner,20 y Of atoms, oaks and cannibals; Or, more things that talk de Laura Dassow Walls,21 entre otros. Por lo que toca a los países de habla hispana, se han realizado esfuerzos importantes en España, con la publicación de artículos como Ciencia, tecnología y sociedad en la literatura de ciencia ficción de Natalia Castro Vilata22, Los ecos del darwinismo en España a través de la literatura. Escritores y escritoras de Pilar Díaz Sánchez23, y Science and literature: Some critical parameters de José Ángel García Landa24, por mencionar algunos. En América Latina también existen autores que han incursionado en el análisis histórico de obras literarias que han sido influenciadas por la ciencia. Por ejemplo, en Argentina, Gioconda Marún25 realizó un análisis de la influencia de Charles Darwin en La Revista Literaria (Buenos Aires 1879), y en el discurso de Domingo F. Sarmiento y Eduardo L. Holmberg; y Héctor Palma26, elaboró un análisis de la utilización de metáforas en la ciencia, concluyendo que son parte fundamental de la construcción del saber científico. En Cuba, Armando García González27 analizó el discurso utilizado por Francisco Calcagno en su novela En busca del eslabón. Historia de monos (1888), llegando a la conclusión de que se

20

Turner, H. S. (2010). “Lessons from Literature for the Historian of Science (and Vice Versa): Reflections on ‘Form’”. Isis (101), 578-589. 21

Dassow Walls, L. (2010). “Of Atoms, Oaks, and Cannibals; or, More Things That Talk”. Isis (101), 590-598. 22

Castro Vilalta, N. (Julio de 2008). "’Ciencia, Tecnología y Sociedad’ en la literatura de ciencia ficción”. Revista CTS, 4(11), 165-177. 23

Díaz Sánchez, P. (2009). “Los ecos del darwinismo en España a través de la literatura. Escritores y escritoras”. Investigaciones Feministas, 1, 183-203. 24

García Landa, J. A. (1991). “Science and Literature: Some Critical Parameters”. En F. Collado, Science, literature and Interpretation. Zaragoza, España: Universidad de Zaragoza. 25

Marún, G. (1995). “Darwin y la literatura argentina del siglo XIX”. Actas XII.

26

Palma, H. A. (Diciembre de 2005). “El desarrollo de las ciencias a través de las metáforas: un programa de investigación en estudios sobre la ciencia”. Revista CTS, 2(6), 45-65. 27

García González, A. (2002). “En busca del eslabón, una novela darwinista”. En M. Á. PuigSamper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en Europa e Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 89-116

14

trata de un texto fundamentalmente darwinista; y en Uruguay, Alción Cheroni28 explora el caso del político, ideólogo y novelista Carlos Reyes en relación con el darwinismo. A mi parecer, la tendencia actual de analizar la influencia de las ideas científicas en los escritos de otros campos está fundamentada en un problema real que por mucho tiempo ha quedado desatendido. Después de todo, en la historia de la literatura mundial, hay novelas y otros textos que claramente tratan temas evolutivos, como El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle, Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne, y Antes de Adán (1907) de Jack London. En México, la preocupación por resolver dichas interrogantes apenas comienza a rendir frutos, aunque es cierto que se han realizado esfuerzos importantes para entender cómo y en qué condiciones se llevó a cabo la introducción del darwinismo en México, así como sus implicaciones. Ejemplo de ellos son los estudios de Rosaura Ruiz Gutiérrez, Arturo Argueta Villamar, Rafael Guevara Fefer, Roberto Morenos de los Arcos, y más recientemente, Martha Susana Esparza Soria, quien quizá sea la mayor exponente moderna de la “historia de la ciencia desde abajo”;29 por mencionar algunos. Sin embargo, existen pocos trabajos sobre la relación ciencia-literatura. Por lo general, los artículos se limitan a reflexiones o revisiones generales en revistas de divulgación científica,30 y no parece haber ningún trabajo que analice a profundidad el impacto del darwinismo en la obra de escritores mexicanos. 28

Cheroni, A. (2002). Carlos Reyes:” Darwinismo, política y literatura en el Uruguay del 900”. En M. Á. Puig-Samper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en Europa e Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 65-88 29

Con esto quiero decir que se dedica a la historia de la ciencia desde una perspectiva social; en oposición a la versión canónica de la historia de las grandes personalidades. Los estudios de Martha Susana del darwinismo en la prensa son esfuerzos valiosos para entender el darwinismo y la historia de la ciencia desde otra mirada. 30

Méndez Acosta, M. (Agosto de 2007). "La ciencia y sus rivales: La tierra hueca". Ciencia y Desarrollo. Nepote, J. (Noviembre-Diciembre de 2011). "Ciencia y literatura: las débiles fronteras de la ficción". Ciencia y Desarrollo. Kesteven, G. (Febrero de 1999). "Arte, ciencia y verdad". ¿Cómo ves?(3), 7.

15

El presente estudio es una contribución modesta al objetivo general de entender cómo ha influido la ciencia en la literatura en México, ya que pretende contribuir a la comprensión del proceso de incorporación de las teorías evolutivas en obra de los escritores nacionales, en el caso del ensayo mexicano de principios del siglo XX, con el estudio puntual de La raza cósmica (1925) de José Vasconcelos, por ser éste un personaje central para la definición del modelo educativo y cultural que se estableció en México tras la Revolución, y su libro un texto que aborda temas biológicos, como el concepto de raza. Se ha elegido La raza cósmica de José Vasconcelos como caso de estudio por ser la obra donde desarrolla a profundidad su teoría sobre el surgimiento de una quinta raza. En ella establece cuáles son las razas humanas31 y cómo cree que han llegado a formarse. Asimismo, fusiona elementos espiritualistas con teorías científicas y biológicas, en particular evolutivas, por lo que es seguro suponer que el darwinismo pudo haber influenciado su trabajo. Adicionalmente, la posición e influencia política de Vasconcelos, y sobre todo su papel como Rector de la Universidad Nacional de México (9 de junio de 1920-12 de octubre de 1921) y Secretario de Educación Pública (1921-1924), lo colocan en un sitio privilegiado para que sus ideas generaran mayor impacto. Es así que, a partir de estudios previos sobre el proceso de introducción del darwinismo en México, siguiendo el modelo de Thomas F. Glick y Mark. G. Henderson32 sobre recepción de las ideas científicas, que considera una lógica dividida

en

dos

tipos

de

intencionalidad

(resistencia/ansiedad

y

Sabugal Fernández, P. (Febrero de 1999). "Sábato, cosecha de letras y números". Ibíd., 19.Plata Rosas, L. J. (Julio de 2011). "Sherlock Holmes. La aventura del detective científico". ¿Cómo ves?(152), pág. 26. 31

Aunque yo no suscribo el concepto de raza —entiéndase la separación de la humanidad en categorías subjetivas basadas, principalmente, en supuestas diferencias fisiológicas que se manifiestan en la apariencia física—, como se verá más adelante, para José Vasconcelos, esta es una división relevante para el desarrollo de la humanidad. 32

Glick, T., & Henderson, M. (1999). "Las recepciones científicas y populares de Darwin, Freud y Einstein: Hacia una historia analítica de la difusión de las ideas científicas". En R. Ruiz, T. Glick, & M. Á. Puig-Samper (Edits.), El darwinismo en España e Iberoamérica. CSIC/Doce Calles/UNAM. Pp. 289-297.

16

apropiación/adaptación), y con base en la definición de los elementos centrales del darwinismo expuesta por Rosaura Ruiz y Francisco Ayala en “El núcleo duro del darwinismo” (1999), esta tesis procura determinar si la teoría de la evolución de Darwin influenció el discurso utilizado por Vasconcelos en La raza cósmica. Es decir, se analizará en las concepciones del autor la presencia o ausencia de los conceptos darwinistas de azar, selección natural, variación, lucha por la existencia, divergencia de carácter, especiación, extinción y progreso, así como la naturaleza del argumento, y si existe una diferenciación clara entre selección natural, selección artificial y selección sexual; en concordancia con la interpretación de Ruiz y Ayala sobre los elementos que debe reunir un determinado discurso para poder considerarlo darwinista. Ello servirá para ampliar el conocimiento existente sobre las repercusiones de la teoría de la evolución de Darwin en el ensayo mexicano del primer tercio del siglo XX. Cabe aclarar que, como se verá a lo largo de esta tesis, el caso revisado es particular en cuanto a su interacción con la teoría de la evolución darwiniana, ya que el autor no acepta los mecanismos propuestos en El origen de las especies por medio de la selección natural, 33 pero sí la idea de evolución. Es por ello que el presente análisis cumple el doble propósito de ponderar la interacción de José Vasconcelos con la teoría de la evolución de Darwin y demostrar que no todo discurso evolucionista corresponde con el patrón darwiniano, 34 como suele pensarse aún en la actualidad, por lo que hacen falta herramientas que permitan identificar los elementos que definen a un autor como evolucionista, sin que estos sean necesariamente darwinianos; un “núcleo duro” de mayor espectro.

33

Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A. De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC. En adelante El origen. 34

Esto concuerda con lo encontrado por Martha Susana Esparza Soria en Esparza Soria, M. S. (2009). Darwinismos: una reflexión historiográfica. Tesis de Maestría: UNAM, y Esparza Soria, M. S. (2014). Op. Cit., para el caso de Justo Sierra durante el Porfiriato, ya que su discurso es evolucionista, pero no propiamente darwiniano. Esto se refuerza en el artículo de Rosaura Ruiz, Ricardo Noguera y Juan Manuel Rodríguez titulado “The Ideology of the ‘Survival of the Fittest’ during the Porfiriato in México” (en prensa).

17

A este efecto, el capítulo I expone la definición de darwinismo que habrá de utilizarse a lo largo de esta tesis y presenta una revisión histórica de la introducción del darwinismo en México, resaltando su importancia en la vida política nacional. El segundo capítulo se ocupa de esclarecer el contexto en el que se desarrolló el pensamiento del autor, mediante una breve reseña histórica del Porfiriato y la influencia del positivismo en la vida intelectual del México posrevolucionario, así como su papel en la conformación de la filosofía vasconceliana. Finalmente, en el tercer capítulo se muestra la tesis central de La raza cósmica y se desglosa el argumento, a fin de esclarecer la concepción de Vasconcelos; así como identificar si los conceptos centrales señalados por Ruiz y Ayala se encuentran presentes. A partir de este análisis se propone que el darwinismo influyó el pensamiento expresado por José Vasconcelos en La raza cósmica y en su obra como Secretario de Educación Pública, cargo que abandonó el año anterior a la publicación del manuscrito.

18

Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del darwinismo en México Para entender mejor la compleja relación entre ciencia y literatura, es necesario analizar las condiciones históricas, sociopolíticas y culturales que influyeron el pensamiento de los autores estudiados al momento de escribir sus obras. En el caso de La raza cósmica (1925) he juzgado conveniente rastrear la conceptualización del darwinismo desde la publicación de On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (1859) hasta su introducción en la ciencia mexicana,35 para explicar cómo la influencia del positivismo en México, a finales del siglo XIX, y principios del XX, abrió la puerta a la introducción del darwinismo y a la utilización de un discurso social darwinista por parte de los liberales durante el Porfiriato (1876-1911) para justificar los abusos a los que eran sometidos los más pobres, y en particular los indígenas.36 Este primer capítulo tiene como objetivo exponer la concepción del darwinismo y su introducción en México, así como presentar la definición de darwinismo en la que se fundamenta el análisis de La raza cósmica que se encuentra en el capítulo tres. 35

Cuando se estudia la difusión y recepción del darwinismo es necesario adoptar una definición formal de “darwinismo” y una postura en cuanto al cambio que generó —viendo sus afectos ya sea como revolución científica, movimiento social o sistema conceptual histórico—. Para este trabajo, se adopta una definición estricta de darwinismo, centrada en los conceptos de azar y selección natural. Bajo esta visión, de acuerdo con Olga Restrepo, la revolución darwinista ocurrió propiamente en el siglo XX. Dicha lógica de “revolución” en el campo de las ciencias sólo se adopta a manera de contexto, ya que por su naturaleza, el presente trabajo se aboca al estudio de la recepción del darwinismo en la esfera político-cultural mexicana, es decir, se estudia el darwinismo movimiento social y sistema conceptual histórico. Para entender los diferentes modelos utilizados en los estudios de recepción del darwinismo conviene revisar Restrepo Forero, O. (2002). "Leyendo Historias sobre el Darwinismo". En M. Á. Puig-Samper, R. Ruiz Gutiérrez, & A. Galera (Edits.), Evolucionismo y cultura: Darwinismo en Europa e Iberoamérica. Junta de Extremadura/UNAM/Ediciones Doce Calles. Pp. 21-46. 36

Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México. México: Limusa. Pág. 46.

19

Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” En la historia de la ciencia, como en la historia de las sociedades, para fines históricos se construyen conceptualmente grandes acontecimientos que marcaron el curso de los eventos en los años siguientes. Uno de ellos es la publicación, en 1859, de El Origen de Charles Darwin (1809-1882), que dio inicio a lo que diversos historiadores de la ciencia han denominado “la revolución darwiniana”.37 En su libro, Darwin presenta una amplia gama de evidencias que apoyan la conclusión de que las especies cambian a través del tiempo. Se trata de una propuesta arriesgada para el siglo XIX, ya que si bien Nicolás Copérnico (14731543) desplazó a la Tierra como el centro del universo en 1543, con su modelo heliocéntrico del movimiento de los cuerpos celestes38 (que se fortaleció con la publicación en 1687 de Philosophiae naturalis principia mathematica 39 de Isaac Newton) y James Hutton (1726-1797) había transformado la visión estática de 37

Desde que Thomas Kuhn publicara The Copernican Revolution: Planetary Astronomy in the Development of Western Thought (1957) y The Structure of Scientific Revolutions (1962), autores como Gertrude Himmelfarb (Darwin and de Darwinian Revolution, 1959), Ernst Mayr (The Nature of the Darwinian Revolution, 1972) y Michael Ruse (The Darwinian Revolution: Science Red in Tooth and Claw, 1979) aplicaron esta perspectiva al estudio del impacto de la teoría de la evolución en el desarrollo de las ciencias de la vida. Más tarde, esta visión fue cuestionada por personalidades como Peter Bowler (The Non-Darwinian Revolution: Reinterpreting a Historical Myth, 1988) y James Secord (Victorian Sensation: The Extraordinary Publication, Reception and Secret Authorship of Vestiges of the Natural History of Creation, 2000). La resolución de esta polémica no es objeto del presente trabajo, por lo que si el término “revolución” llega a ocuparse no debe ser interpretado como una postura filosófica invariable, sino como una exaltación del impacto que tuvo la obra de Darwin en el desarrollo de las ciencias de la vida. Para un análisis más minucioso sobre la polémica de la “revolución darwinista” se pueden consultar: Herbert, S. (2005). "The Darwinian Revolution Revisited". Journal of the History of Biology(38), 51-66. Smocovitis, V. B. (2005). ‘‘'It Ain’t Over ‘til it’s Over’: Rethinking the Darwinian Revolution". Journal of the History of Biology(38), 33-49. 38

Copernicus, N. (1965 [1543]). De revolutionibus orbium coelestium. Johnson Reprint Corporation.

39

Newton, I. (2004 [1687]). Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica. Adamant Media Corporation.

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nuestro planeta con la publicación, en 1785, de su Theory of the Earth; or an Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution, and Restoration of Land upon the Globe,40 que más tarde fue apoyada por Charles Lyell (1797-1875) con la publicación de sus Principles of Geology41 entre 1830 y 1833, la creación de las especies por la mano de Dios y el papel central del hombre en la Creación permanecía inmutable e inamovible. La importancia de la postura religiosa respecto al origen de los seres orgánicos se refleja en el párrafo final de la introducción de Darwin a su propia obra: Aunque mucho permanece y permanecerá largo tiempo oscuro, no puedo, después del más reflexionado estudio y desapasionado juicio de que soy capaz, abrigar duda alguna de que la opinión que la mayor parte de los naturalistas mantuvieron hasta hace poco, y que yo mantuve anteriormente —o sea que cada ha sido creada independientemente—, es errónea.42 Tras esta afirmación inicial, Darwin dedica el resto de su manuscrito a presentar y analizar minuciosamente casos particulares que soportan su teoría, como son la observación de las variedades silvestres y en estado doméstico de plantas y animales, la distribución geográfica de los seres vivos, el registro fósil, la morfología y la embriología de algunas especies. En los primeros siete capítulos, Darwin abunda sobre cómo la selección natural explica la modificación de los organismos, sus adaptaciones y diferencias en comportamiento. Para ello, inicia con un análisis de la variación de las plantas y animales en estado doméstico (Capítulo I) a modo de introducir al lector a la idea

40

Hutton, J. (1788). "Theory of the Earth; or an Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution, and Restoration of Land upon the Globe". Transactions of the Royal Society of Edinburgh, I, 209-304. 41

Lyell, C. (2009 [1830-1833]). Principles of Geology: An Attempt to Explain the Former Changes of the Earth's Surface, by Reference to Causes Now in Operation. Cambridge, England: Cambridge University Press. 42

Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A. De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC.

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de que el cambio en las especies de hecho sucede, en este caso por la selección constante y metódica del hombre de variedades con características deseables. Procede entonces a describir la variabilidad de las especies en la naturaleza (Capítulo II) e introduce el concepto de la lucha por la existencia (Capítulo III) como una competencia universal que se da entre las variedades en estado natural. La competencia rigurosa entre individuos resulta, finalmente, en la supervivencia de los más adecuados. Lo que Darwin llama “selección natural”, o supervivencia y reproducción diferencial (Capítulo IV). Tras abordar el tema de lo poco que se sabe sobre las leyes de la variación (Capítulo V), el autor abunda sobre las dificultades que presenta la teoría (capítulo VI) y habla de las objeciones que pudieran hacerse respecto del mecanismo de selección natural (capítulo VII). En el octavo capítulo, Darwin se ocupa del “instinto” como una característica tan importante como las estructuras corporales para la supervivencia de las especies en estado natural y de las cualidades adaptativas del comportamiento. Entre los capítulos IX y XIV expone las evidencias que sostienen su teoría, como son el hibridismo (Capítulo IX), los registros geológicos (Capítulo X), la sucesión geológica de los seres orgánicos (Capítulo XI), la distribución geográfica de los seres vivos en la Tierra (Capítulos XII y XIII), y las afinidades morfológicas y embriológicas de las especies, así como de algunos de sus órganos rudimentarios (Capítulo XIV). El último capítulo, el XV, es una recapitulación de las afirmaciones que hace a lo largo del texto, de las objeciones a las que se enfrenta y de las implicaciones de su teoría para el estudio de la historia natural. Uno de los aspectos más innovadores de la teoría de Darwin es que se trata de una conclusión científica; sin embargo, no se incluyen modelos matemáticos ni predictivos, que hasta entonces se consideraban el estándar al 22

que debían aspirar todas las ciencias.43 Incluso entre quienes apoyan el modelo histórico de las revoluciones científicas, la teoría de Darwin aparece como algo excepcional, ya que al hacer el listado de las revoluciones la de Darwin es la única que corresponde a las ciencias biológicas.44 En sólo quince capítulos, Darwin culminó la revolución de los parámetros para el estudio de los seres vivientes —que se venía dando en el mundo desde tiempo atrás— y le dio sentido y fundamento a las ciencias de la vida, como evidencia la tan conocida frase del célebre genetista ruso Theodosius Dobzhansky (1900-1975): “nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.45 Por la naturaleza del argumento, se trata de una teoría que no solamente afectó el desarrollo de la ciencia, sino también el de las sociedades, la cultura y la filosofía, ya que sus implicaciones afectaron directamente la concepción que el ser humano tenía de sí mismo, en las sociedades occidentales (principalmente aquellas suscritas a la religión católica).46 Así lo prueban, por ejemplo, las reflexiones del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su obra Human, all too human,47 publicada por primera vez en 1878, en cuyo apartado sobre la historia de la moral asevera: Los hombres que son hoy inhumanos deben servir como muestras vivientes de civilizaciones anteriores. La gran montaña de la humanidad revela aquí sus formaciones inferiores, que de otro modo podrían permanecer ocultas. Hay ejemplares supervivientes de la humanidad cuyo cerebro, a través de las vicisitudes de la herencia, ha escapado al desarrollo. Muestran que así éramos todos y por ello nos sorprenden, pero son tan responsables de ello 43

Hodge, M. J. (1988 [1974]). "England". En T. F. Glick (Ed.), The Comparative Reception of Darwinism. Chicago: University of Chicago Press, pp. 23, 24. 44

Cohen, B. Op. Cit., pág. 253.

45

Dobzhansky, T. (1973). "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution". American Biology Teacher, 35, 125-129. 46

Mayr, E. (2004). "Darwin's Influence on Modern Thought". En What Makes Biology Unique? (págs. 83-96). Cambridge University Press. 47

Nietzsche, F. (1908 [1878]). Human, all too human. A book for free spirits. (A. Harvey, Trad.) Chicago: Charles H. Kerr & Company.

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como lo es una pieza de granito de ser granito. En nuestro propio cerebro debe haber similitudes correspondientes de tales personajes, al igual que en las formas de algunos órganos humanos sobreviven rastros de lo que fueron peces, pero estos cursos y entramados ya no son el camino por el que fluye la corriente de nuestros sentimientos. Es decir, que al preguntarse por la disposición humana a la crueldad, el filósofo encuentra sus respuestas no en Dios ni alguna otra explicación metafísica, sino en la evolución de los seres humanos y el que hayan prevalecido características primitivas en ciertos individuos, más salvajes y, por lo tanto, menos desarrollados en la escala evolutiva. Ello denota además una tendencia al progreso, al perfeccionamiento, que es uno de los vicios más comunes al interpretar o asimilar la teoría de la evolución, aún en la actualidad.

Introducción del darwinismo en México En el prefacio a The Comparative Reception of darwinism, Thomas F. Glick escribió: “como regla general, donde la biología no estaba desarrollada, el Darwinismo se recibió solo en los ámbitos social, político y filosófico”.48 En México, este parece haber sido el caso.

Una nación en crisis En nuestro país, la guerra de Reforma, que inició en 1857, duraría hasta 1861, por lo que mientras en Inglaterra se publicaba El Origen, en México la guerra de Reforma estaba en pleno apogeo. En cuanto a la ciencia y la cultura, los esfuerzos fueron pocos, ya que la atención de la clase dominante se encontraba

48

Glick, T. F. (Ed.). (1988 [1974]). The Comparative Reception of Darwinism. Chicago, United States of America: University of Chicago Press, pág. XX.

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completamente enfocada a la política, y tras tantos años de guerras y levantamientos la situación económica del país era precaria.49 De acuerdo con Rosaura Ruiz (1987) en el siglo XIX, la situación política del país y la falta de recursos económicos dificultaron el desarrollo de la biología, la historia natural y de la ciencia en general. Eran pocos los que podían dedicarse a alguna actividad científica y no existía en México una profesionalización de las ciencias naturales, salvo en casos muy particulares, como el Jardín Botánico o el Museo Nacional; 50 aunque había amateurs. Según Roberto Moreno (1984),51 aunque puede que existan menciones anteriores, la primera cita inequívoca con relación al darwinismo corresponde a Justo Sierra (1848-1912), un personaje de gran importancia para la educación en México (al igual que Vasconcelos) y un positivista spenceriano, quien en 1875, menciona las teorías de Darwin y Wallace en su artículo “El espiritismo y el Liceo Hidalgo”. Aunque, de acuerdo con Ruiz,52 en México, las primeras discusiones sobre darwinismo se enmarcan en el terreno filosófico, cuando en 1877, los positivistas mexicanos comienzan a considerar la importancia del estudio de las teorías científicas. En ese año, Gabino Barreda (1819-1881) y sus seguidores fundan la Asociación Metodófila Gabino Barreda como una forma más de oponerse a los conservadores,53 que estaban ganando terreno político. Para

49

Todo esto corresponde a un recuento de la historia oficial, y aunque ahora existen trabajos muy valiosos que contribuyen a construir una versión más inclusiva—véanse por ejemplo los trabajos de historia sociopolítica de Javier Garciadiego—, aquí me apego a la versión tradicional que se ha venido manejando, para efectos del análisis. 50

Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México. México: Limusa, pág. 13. 51

Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 22. 52

Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit., pág. 47.

53

Aunque Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit. pág. 47 dice “con el propósito evidente de oponerse a los liberales”, por el contexto y lo que se sabe sobre Gabino Barreda, concluyo que se trata de un error de edición y debe decir “conservadores”.

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Barreda, aplicar los conocimientos científicos a la vida nacional era una condición necesaria para el orden y el progreso de la sociedad. De acuerdo con la autora, la polémica del darwinismo dio inicio en febrero de 1877, cuando el estudiante de medicina Pedro Noriega, quien fue comisionado para preparar una exposición sobre la teoría de Darwin, presentó ante la Sociedad Metodófila su trabajo “Consideraciones sobre la teoría de Darwin”. De las discusiones en la Sociedad Metodófila se concluye que “todos los discípulos de Barreda defienden el evolucionismo, no sólo el de Darwin sino también el de Lamarck. Pudiera decirse que son evolucionistas, sin embargo su conocimiento de ambas teorías no es profundo”.54 Ello podría significar una tendencia generalizada para aceptar el pensamiento evolutivo, en concordancia con lo que pasaba en otras partes del mundo y con los nuevos modelos económicos. Es posible que los modelos explicativos Darwin fueran sólo una parte de una discusión más amplia. Aunque con dos años de diferencia, tanto Moreno como Ruiz sitúan el inicio de las discusiones darwinistas en la segunda mitad de la década de los setenta. Para Ruiz, el evolucionismo se introduce realmente en México cuando se comienza a aplicar en los trabajos científicos, por lo que considera a Alfonso Luis Herrera (1868-1943) como el introductor del evolucionismo a la biología mexicana, aunque aclara que la posición de Herrera “no es por completo darwinista, pues influido por Haeckel rechaza la existencia de una contradicción entre las teorías de Lamarck y Darwin que lo lleva a plantear el evolucionismo como una suma mecánica de ambas”.55 Sin embargo, antes de haber biología, había historia natural; y hubo una tendencia a la aceptación del pensamiento evolutivo en general, y de algunos aspectos —aunque no todos— de la teoría darwiniana. Cabe entonces preguntarse qué tan estricto debe ser el criterio para establecer la

54

Op. Cit., pág. 75.

55

Op. Cit., pág. 83.

26

línea que marca la introducción y si es o no sinónimo de adopción o suscripción a la teoría, con sus características irrenunciables y elementos secundarios. Aunque eventualmente la teoría de Darwin sí llegó a impactar en la ciencia mexicana,56 su mayor influencia se encontró en la política y la vida cultural de México, en la forma de darwinismo social,57 como demuestran los discursos de los intelectuales positivistas que se rescatan en el Capítulo II. Cuando la teoría expuesta en El origen se convierte en darwinismo social es utilizada para justificar “científicamente” la evolución social humana y el progreso basado en la selección natural de los individuos, grupos o naciones más aptos. Es decir, como una validación de las desigualdades sociales y la superioridad de razas, castas o clases sociales. Al respecto, D. Collin Wells declaró en 1907:58 Esta explicación de cómo surgieron la infinita variedad y la jerarquía de las formas orgánicas [la Teoría de la Evolución de Darwin] puede ser, y ha sido aplicada, como por Spencer, a las instituciones humanas y los tipos de pensamiento. Podemos observar el elemento heredado en ellas, su variación en cada generación, la lucha encarnizada de las formas en competencia, la eliminación de las formas más débiles que yacen enterradas en la historia como los fósiles extintos. Añade que existe cierto peligro en utilizar analogías de las teorías biológicas para explicar fenómenos sociales, sobre todo cuando existen términos en el campo de la sociología misma que pueden servir para este mismo fin; pero cuando se refiere a “darwinismo social”, Wells no hace uso de analogías, sino que 56

De acuerdo con Rodrigo Vega y Ortega y Sofía González Díaz, entre 1880 y 1910 se difundieron temas evolutivos en las páginas de El Abodado Cristiano Ilustrado, y aunque no se reprodujeron las obras de Darwin, sí se publicaron escritos en los que los autores fundamentaban su opinión al respecto. Ver Vega y Ortega Baez, R., & González Díaz, S. (2014). "Metodismo y evolución en México (1880-1910)". En R. Vega y Ortega Baez, & L. Morlos Rodríguez, Estudios Históricos sobre la Cultura Mexicana en los Siglos XIX y XX (págs. 121-154). México: Historiadores de las Ciencias y las Humanidades A.C. 57

Es decir, la aplicación de la teoría de la evolución de Darwin al campo de la sociología humana.

58

Wells, D. C. (March de 1907). "Social Darwinism". American Journal of Sociology, 12(5), 695-716.

27

está convencido de que son categorías completamente apropiadas para explicar los fenómenos de la sociedad. Para él, como para tantos otros darwinistas sociales, la biología social sirve para explicar la competencia, eliminación y supervivencia de individuos o grupos de individuos. Dichos fenómenos se pueden medir en términos exactos y sirven para explicar la interacción de los seres orgánicos en un nivel superior de complejidad: el social. Para

el

gobierno

de

Porfirio

Díaz,

“las

primeras ideas y tesis

socialdarwinistas vinieron a formar parte del corpus teórico que requerían los liberales para justificar y legitimar su práctica en el poder. Es decir, justificar y legitimar todas las violaciones a los principios básicos del discurso liberal”. 59 Esta utilización de la teoría no es de sorprender, ya que desde su formulación ha servido para justificar un amplio rango de ideologías sobre la superioridad de un grupo sobre otro. Durante el Porfiriato, varios personajes se valieron de las teorías evolucionistas para tratar de explicar las desigualdades sociales y legitimar la sociedad del momento. Uno de ellos fue Emilio Rabasa, quien en Efecto moral del periodo de paz (1920),60 declara que en Europa, los pueblos “crecieron confiados a las leyes de la naturaleza”, y esto ocasionó que sus órganos crecieran normalmente y en armonía, por lo que los ciudadanos se volvieron más libres y disciplinados; “el ciudadano fue antes que la democracia” y las naciones se volvieron más unidas. Los pueblos latinoamericanos, en cambio, aprendieron la sumisión bajo el dominio de España, y cuando alcanzaron la libertad por medio de la independencia, necesitaron de un dictador. Para Rabasa, aunque “la clase superior de los pueblos de raza y educación heterogéneas” trataba de establecer la democracia para que ésta hiciera al ciudadano, “la masa general en que habían de cumplirse las leyes naturales, producían al dictador, creaban el poder absoluto, 59

Op. Cit., pág. 147.

60

Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública. Pp. 159-168.

28

que es el de la naturaleza que impone a los pueblos sin unidad, sin disciplina y sin conciencia nacional”. Es decir, que no sólo justifica la superioridad de los criollos sobre los indios, sino la de los españoles, ingleses y europeos en general sobre quienes nacieron en el nuevo continente. Existe entonces, como ahora, una dependencia económica e ideológica con otras naciones, que se traduce en una actitud de subordinación que se espera del indio al criollo, y del criollo al “hombre blanco”. Bajo esta visión, la nación mexicana merece y produjo un dictador. Ante la evidencia abrumadora de la influencia del pensamiento científico en la vida nacional, en la introducción a su libro Moreno de los Arcos sostiene que: México no estuvo de ninguna manera al margen de la revolución científica operada por Darwin y sus seguidores. Las controversias que suscitó la nueva teoría tuvieron su reflejo en la ciencia y el pensamiento en general en este país. Empero, salvo excepciones, el vehículo de introducción del darwinismo fue el idioma francés. La dependencia cultural de México a Francia es, quizá, la causa del pequeño retraso61 de la llegada del darwinismo y de las polémicas que suscitó, y a la vez la causa de que los mexicanos tomaran posiciones siguiendo en los libros franceses la alternancia de la controversia y no se produjeran reacciones demasiado violentas.62 Esto explica por qué cuando los pensadores mexicanos se refieren a las teorías de la evolución, o a Darwin, en realidad sostienen planteamientos que corresponden al darwinismo social.

¿Qué es el darwinismo? Ante la polémica de cuándo llegó el darwinismo a México, y a fin de identificar la influencia de la teoría de la evolución de Darwin en La raza cósmica de José 61

Todavía hoy, en un mundo globalizado, gobernado por las tecnologías de la comunicación y el conocimiento, hacen falta meses, si no es que años —a veces toda una vida y un premio Nobel— para que los autores sean tomados en cuenta y declarados lecturas obligadas en para los rubros a los que se refieren. En este contexto, sería pertinente preguntarnos qué constituye, realmente, un retraso. 62

Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 18.

29

Vasconcelos, publicada en 1925, es necesario preguntarse ¿qué es el darwinismo? Aunque existe una amplia discusión sobre las características que deben definir al darwinismo,63 he decidido utilizar la definición establecida por Rosaura Ruiz y Francisco Ayala en El núcleo duro del darwinismo64 como marco teórico para el análisis de La raza cósmica, por especificidad. En palabras de Ruiz y Ayala: El argumento central del darwinismo es que todas las especies se reproducen en mayor proporción de la que es posible sobreviva en un territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos, provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del lugar que ocupan en la economía natural (nicho) aumentan su número de descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación de la especie en ese nuevo sentido65. Para Darwin, las variaciones adaptativas surgen ocasionalmente y pueden incrementar las oportunidades reproductivas de sus portadores. Las variaciones favorables se conservan a través de las generaciones, ya que sus portadores se reprodujeron y las pasaron a su descendencia, las perjudiciales se eliminan y las neutras no afectan el resultado. Este proceso de selección natural, o supervivencia diferencial, no tiene límites y está íntimamente ligado con la reproducción. El cambio evolutivo a través del tiempo y la diversificación de las especies no se promueven directamente por la selección natural, pero sí pueden resultar de ella.66 El darwinismo considera la capacidad creadora de la selección natural, entendida como un proceso no azaroso, como un filtro que mantiene en existencia los cambios favorables que aparecen raramente y permite la eliminación de 63

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. Puig-Samper (Eds.), El darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de México, Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles, pp. 299-323 64

Ibíd.

65

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 311.

66

Ibíd.

30

aquellas características que son perjudiciales. De tal manera que el mismo Darwin aceptó como sinónimo de selección natural la concepción spenceriana de “supervivencia del más apto”67 en 1868, en su obra The Variation of Animals and Plants under Domestication;68 y utilizó la frase en la quinta edición de El Origen, publicada en 1869.69 La selección natural es además un proceso acumulativo y gradual que resulta en la preservación de características favorables. Es la conjunción de muchos cambios, uno tras otro, la que permite la formación de estructuras complejas como el ojo de los vertebrados. Uno de los aspectos fundamentales del darwinismo es comprender a la selección como un proceso oportunista. Quien entiende la evolución desde el darwinismo más puro sabe que en evolución nadie ni nada selecciona las combinaciones adaptativas: éstas se seleccionan a sí mismas al multiplicarse con más eficiencia que las menos adaptativas. De ello deriva también la distinción entre selección natural y selección artificial, ya que en la primera no existe un fin ni una dirección, mientras que en la segunda sí existe un seleccionador: el hombre, que está haciendo uso empírico del proceso que sucede en la naturaleza para dirigirlo hacia variedades cuyas características le sean útiles. Cabe aclarar que la selección natural no predice adaptaciones que pudieran ser útiles en un futuro, sino que actúa conservando las características que son

67

“This survival of the fittest, which I have here sought to express in mechanical terms, is that which Mr Darwin has called ‘natural selection, or the preservation of favored races in the struggle for life.’” Spencer, H. (1864). The principles of biology (Vol. I) (Facsímil consultado en https://archive.org/stream/principlesbiolo05spengoog#page/n10/mode/2up, el 1 de julio de 2014). London: Williams and Norgate. Pág. 444. 68

“Esta preservación, durante la batalla por la vida, de variedades que poseen alguna ventaja en su estructura, constitución o instinto, la he llamado selección natural; y el Sr. Herbert Spencer ha expresado bien la misma idea mediante la supervivencia del más apto”. Darwin, C. (2009 [1868]). La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (Vol. 1). (A. G. González, Trad.) México: CSIC/Academia Mexicana de Ciencias/UNAM/Catarata. Pp. 57. 69

Freeman, R. B. (1977). The Works Of Charles Darwin: An Annotated Bibliographical Handlist (2 ed.). Great Britain: Dawson/Archon Books. pp. 79.

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adaptativas en un lugar y tiempo dados, que al momento de la selección es el presente. De acuerdo con Ruiz y Ayala: Lo central en la concepción darwinista es la combinación de AZAR Y NECESIDAD [Mayúsculas de los autores]. […] Como sostiene Darwin, el origen de las variaciones al azar no explica el carácter adaptativo de los organismos. La selección natural de los organismos sujetos a los caprichos de la mutación genética y a los retos ambientales, es la que mejor explica las radiaciones, expansiones, cambios de una forma a otra, tendencias ocasionales pero irregulares y las extinciones siempre presentes.70 Finalmente, el darwinismo toma en cuenta la diferenciación entre selección natural y selección sexual, que Darwin trata brevemente en El Origen y con mayor amplitud en The Descent of Man and Selection in Relation to Sex. La selección sexual no depende de la lucha por la existencia, sino de la competencia entre los machos por aparearse con las hembras, que tiene como resultado la disminución en algún grado de la progenie del competidor y no su muerte. El dimorfismo sexual es otro resultado de este tipo de competencia. Además de las características antes descritas, Ruiz y Ayala señalan otros conceptos centrales en el darwinismo, que son la variación como materia prima de la evolución; la lucha por la existencia (que Darwin entiende como el resultado de la conjunción entre la sobreproducción de descendencia y la evidente limitación de recursos); la divergencia de caracteres, entendida como el aumento en la capacidad de adaptarse a diversos lugares en la economía de la naturaleza que resulta de la diferenciación de las estructuras entre las especies (es decir, la especialización en la explotación de los diferentes nichos ecológicos); la especiación o el proceso mediante el cual se producen nuevas especies (que en el darwinismo implica la separación de dos o más poblaciones para la reproducción, ya sea por barreras geográficas o preferencias ecológicas); la extinción, que implica una gradualidad estricta en la modificación de las especies; y el rechazo absoluto de la existencia de una tendencia hacia el progreso. Esto quiere decir que no puede hablarse de una línea general en la historia de la vida, sino de 70

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 313.

32

avances en la solución de problemas planteados por el ambiente a los organismos en un espacio y tiempo determinados. Dichos avances no siguen una tendencia al progreso, son más bien actores incidentales, “casi al azar, de un drama que va cambiando siempre con lentitud”.71

71

Op. Cit., pág. 322.

33

Tabla 1. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis de las concepciones darwinistas

Selección natural Azar

Variación Lucha por la existencia Divergencia de carácter Especiación Extinción Progreso

Argumento

Parámetros esenciales Entendida como proceso acumulativo oportunista, no azaroso, con capacidad creadora; y no direccional (diseño sin proyecto). Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito determinados. Parámetros secundarios Causada por la acción directa del medio, el uso y desuso de los órganos o la variación espontánea. Sobreproducción de descendencia que junto con la limitación de recursos genera competencia. Especialización en la explotación de recursos. Producción de nuevas especies por aislamiento geográfico o aislamiento en un mismo ambiente debido a las preferencias de tipo ecológico. Gradualidad estricta del proceso evolutivo. Rechazo explícito a la "tendencia al progreso". Puntos a considerar "Todas las especies se reproducen en mayor proporción de la que es posible sobrevivir en un territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos, provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su número de descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación de la especie en ese nuevo sentido".72

Diferenciación clara entre Entendiendo que la selección natural no sigue un rumbo selección natural determinado y la selección artificial está direccionada por el y selección ser humano para su propio beneficio. artificial Competencia en una población entre individuos del mismo Selección sexual género que resulta en la reproducción diferencial y no en la muerte del competidor. 72

Op. Cit., pág. 310.

34

Es decir, que para que un autor sea considerado darwinista en el sentido más estricto debe cumplir con, por lo menos, los parámetros esenciales señalados en la Tabla 1; y tomar en cuenta los secundarios. Como señalan Ruiz y Ayala: Desde nuestro punto de vista un autor que asuma las ideas centrales de Darwin sobre selección natural y azar (aunque si te trata de autores previos a la síntesis moderna73 además acepten la herencia de caracteres adquiridos) debe ser considerado darwinista. Sin embargo es importante analizar su manejo de otros temas centrales por su interés en sí mismos, pero también porque por un lado en algunos casos pueden dar lugar a contradicciones y por otro podrían dar lugar a la estructuración de lo que podríamos llamar “darwinismos locales” en tanto un autor que defiende la selección natural y el papel del azar en la evolución puede ser reconocido como darwinista y al mismo tiempo tener una serie de ideas originales respecto a otros [sic.] cuestiones. Esta reelaboración o modificación del darwinismo ha ocurrido tanto con los darwinistas contemporáneos de Darwin como con los actuales.74

Recapitulando En suma, se puede decir que la recepción del darwinismo implicó la modificación de la conceptualización que el ser humano tenía de sí mismo, y fue un tema ampliamente discutido, en parte porque la teoría se percibió como contradictoria a las doctrinas religiosas. Ello, aunado a su aplicación como herramienta explicativa del desarrollo de las sociedades humanas, contribuyó a que la evolución darwiniana se adoptara como sinónimo de progreso. En México, la inestabilidad política y económica, el atraso científico y la dependencia intelectual y cultural del extranjero, causaron lo que se ha calificado como una recepción tardía del darwinismo, mismo que fue discutido mayormente 73

La concepción de la Síntesis Moderna —como suele suceder en la historia de las ideas y los consensos—fue un proceso, por lo que es complicado establecer una fecha exacta de lo que ha de considerarse “posterior”. Para efectos del presente trabajo tomo como posterior toda obra publicada después del año 1942, fecha en la que se editó por primera vez Evolution: The Modern Synthesis, de Julian Sorell Huxley. 74

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 315.

35

en los ámbitos social y político en la forma de darwinismo social y no en el sentido estricto de darwinismo al que hacen referencia Ruiz y Ayala, que no es aplicable en aquellos casos en los que se presenta un discurso evolutivo no darwinista. La definición de darwinismo de Ruiz y Ayala será retomada más adelante (Capítulo 3) como parte del análisis de La raza cósmica.

36

Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana En 1888, cuando Porfirio Díaz (1830-1915) alcanza la estatura dominante por la que ha venido trabajando desde el inicio de su mandato, 75 Vasconcelos es apenas un niño de seis años. Para 1911, cuando cae el gobierno de Porfirio Díaz, Vasconcelos es ya un joven adulto que nació y creció en un país y una sociedad autoritarios, y que no está de acuerdo con la ideología y las prácticas bajo las que ha vivido durante casi treinta años.76 Para comprender la postura que expresa en La raza cósmica es necesario tener en cuenta cuál es el régimen contra el que se rebeló en compañía de personajes como Francisco I. Madero (1873-1913), Luis Cabrera (1876-1954) y Federico González Garza (1876-1951), entre muchos otros hombres y mujeres que se levantaron contra el gobierno. En este segundo capítulo se presenta un breve recuento de lo que fue y lo que significó para México el Porfiriato.

75

Velásquez García, E. [. (2010). Historia General de México Ilustrada (Vol. II). (pág. 134) México: El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura. 76

En Ulises Criollo el mismo Vasconcelos escribe “… yo no tenía motivo propio de queja contra el régimen… Sin pertenecer ni remotamente a cualquiera de las facciones gubernamentales, veía crecer mis entradas, poseía casa propia y porvenir seguro. Pero ¿qué sabe nadie de los motivos profundos que van determinando el destino? La convicción de que el porfirismo era una cosa podrida y abominable había ido arraigando en mi sensibilidad. La evidencia de los atropellos diarios cometidos a ciencia y paciencia del régimen y un sentimiento de dignidad humana ofendida convertían en pasión lo que primero había sido desagrado y sorpresa…” [Vasconcelos, J. (2006 [1935]). Ulises Criollo (3a ed.) (pp. 267-268). México: Porrúa]. Si realmente se sentía asqueado de vivir bajo ese gobierno o si se trata de una opinión que fue creciendo al ver los hechos en retrospectiva es un punto debatible, pero para Vasconcelos esa era su verdad y así la transcribo en este documento.

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La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las brasas del fuego revolucionario Según Cosío Villegas,77 al tomar la presidencia, Porfirio Díaz y su grupo de tuxtepecanos tenían poca o ninguna experiencia en la ciencia y el arte de gobernar, por lo que se hizo necesario un duro aprendizaje político y administrativo. Para Sandra Kunts Ficker y Elisa Speckman Guerra (2010), el Porfiriato recibió varios legados. Por un lado, un país agotado por décadas de guerra civil, dividido y heterogéneo, con una economía pobre y poco desarrollada; y por otro, toda una gama de proyectos y leyes comprometidos con la modernización del país, que el Porfiriato abrazó como suyos.78 Fue una etapa de intenso desarrollo y crecimiento económico para México, gracias a lo cual aumentó la población, crecieron las ciudades, mejoraron el transporte y las comunicaciones y se desplegaron esfuerzos en salud y educación. Sin embargo, ello no significó una mejora generalizada en la calidad de vida de las personas ni la superación de las desigualdades sociales y regionales79. Aunque Díaz trabajó para validar, por la vía política, lo que había logrado con las armas, la paz porfirista fue sobre todo una “paz forzosa”. En los primeros años fue conciliador con sus contrincantes pacíficos, pero aplicó mano dura contra quienes amenazaban con las armas el orden y su gobierno. Más tarde, la estrategia se centró en la consolidación de un gobierno federal que ganó más facultades a costa de los estados, y donde el poder ejecutivo llegó a predominar por sobre el legislativo.80 77

Cosío Villegas, D. (1972). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La vida política interior (Segunda parte). (p. IX) México: Hermes. 78

Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. (2010). "El porfiriato". En Historia General de México Ilustrada (Vol. II). México: El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura, pp. 134195. 79

Ibíd.

80

Ibíd.

38

Más allá de las coyunturas políticas, en palabras del propio Cosío Villegas: Quizá el más importante de los rasgos comunes a la República Restaurada y el Porfiriato —y, por lo tanto de nuestra historia moderna— sea el de una sociedad que, tras desgarrar la maraña tradicional, se siente nueva y capaz de elegir libremente el modelo de la Europa occidental como más moderno y ventajoso.81 Alrededor de 1888, Díaz decidió que era hora de cambiar de aires y retirar de la vida política a sus antiguos compañeros de armas y de generación. A partir de entonces comenzó a rodearse de gente más joven y refinada. Fue así como comenzó a formarse en el seno de la burocracia mexicana el denominado grupo de “los científicos”:82 una nueva generación de políticos que provenía de la clase media urbana, contaba con un grado educativo más alto que el promedio y compartía una concepción y una filosofía positivistas83 de la historia y de la sociedad. Como se vería después, esta nueva clase pretendía aplicar los

81

Cosío Villegas, D., & González Navarro, M. (1973). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La vida social. México: Hermes, pág. XVI. 82

González y González, L. (2012). Alba y ocaso del porfiriato. (FCE, Ed.) DF, México. Edición Kindle. Pos. 127. 83

En su Introducción a Positivismo y Porfirismo, Abelardo Villegas explica: “La palabra positivismo, usada para designar una serie de corrientes de pensamiento que tuvieron vigencia en México en el último tercio del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, puede ser tomada en dos sentidos, uno estricto y otro lato o amplio. En el primero de los casos se trataría de la influencia del pensamiento de Augusto Comte en México, ya que la filosofía de Comte es la que estrictamente puede ser denominada positivismo. En sentido amplio, la palabra designaría toda suerte de doctrinas que exaltaron el valor de la ciencia, y principalmente el darwinismo y el evolucionismo de Herbert Spencer que, desde luego, tienen parentescos conceptuales con la filosofía de Comte”. Esta obra utiliza la segunda de las acepciones para explicar la utilización del discurso científico durante el Porfiriato para justificar las desigualdades sociales y las medidas adoptadas por el gobierno. Para una definición más amplia se puede consultar: Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública.

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principios y los métodos de la ciencia a la resolución de los problemas sociales, de donde proviene su sarcástico apodo.84 De acuerdo con Luis González y González, los científicos eran una generación joven: no más de 50 individuos bien educados, todos menores de 50 años: [Los científicos] eran gente nacida después de 1840 y antes de 1856, hombres que en 1888 andaban entre los 32 y los 48 años de edad. Los cientísicos85 nunca fueron más de 50 y las figuras mayores únicamente Francisco Bulnes, Sebastián Camacho, Joaquín Diego Casasús, Ramón Corral, Francisco Cosmes, Enrique C. Creel, Alfredo Chavero, Manuel María Flores, Guillermo de Landa y Escandón, José de Yves Limantour, los hermanos Miguel y Pablo Macedo, Jacinto Pallares, Porfirio Parra, Emilio Pimentel, Fernando Pimentel y Fagoaga, Rosendo Pineda, Emilio Rabasa, Rafael Reyes Espíndola y Justo Sierra Méndez. Fuera de estos 20, el dictador usaría los servicios de otros cinco hombres prominentes de la misma generación de los anteriores: Joaquín Baranda, Diódoro Batalla, Teodoro Dehesa, José López Portillo y Bernardo Reyes. En suma, 20 de la mafia “científica”, cinco sueltos y varios supervivientes de la generación anterior serán notables del periodo 1988-1904, si a ellos se agregan un par de obispos (Ignacio Montes de Oca y Eulogio Gillow; otro par de poetas (Salvador Días Mirón y Manuel Gutiérrez Nájera), y un pintor, José María Velasco. […] 11 eran capitalinos. Había un trío de norteños (Corral, Creel y Parra), un cuarteto del sureste (Casasús, Pineda, Rabasa y Sierra). Camacho era de Jalapa y Pallares de Morelia. Con excepción de Corral y Creel, los científicos honorarios, los demás fueron urbanos hasta las cachas; todavía más capitalinos puros, y más aún, de la crema y nata de la ciudad capital. Todos en mayor o menor cuantía, llegaron a ignorar la vida ranchera y pueblerina. […] Los más de aquellos “niños bonitos” provenían de gente de pocos recursos, de gente de nivel medio. Eso sí, eran urbanos y estuvieron en la escuela; una mitad en la Escuela Nacional Preparatoria. Autodidactos, o casi, fueron Corral y Creel, que no ignorantes. Once, ya de la escuela Nacional de Jurisprudencia, ya de alguno de los institutos estatales, presumían de su título de abogado. Además, hubo un par de médicos (Flores y Parra) y otro de ingenieros (Bulnes y Camacho). Todos, 84

Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. Op. Cit.

85

Peyorativo aplicado al grupo de los científicos derivado de la palabra tisis, nombre popular con el que se conoce a la tuberculosis.

40

sin excepción fueron tribunos de primer orden. […] Fue aquél un equipo de licenciados, tribunos, maestros, periodistas y poetas.86 Como puede verse, en una época en la cual la mayor parte de la población difícilmente asistía a la escuela primaria (ya ni hablemos de completarla), el dictador mexicano hizo lo que pudo por rodearse de eruditos. Aunque la administración de los científicos era honrada y eficiente –según Raat87– ellos y otros personajes políticos lograron enriquecerse aprovechando su influencia en el gobierno de Díaz. Por lo general, los científicos tendían al racismo y justificaban su desdén por la población indígena como una consecuencia de su adhesión al positivismo comtiano88 y a la teoría de la evolución social de Herbert Spencer: El positivismo, como doctrina oficial, concebía la superioridad de la élite dominante de industriales, banqueros y del clero positivista; por lo que respecta a Spencer, éste sólo se refería a cierta ineptitud biológica de los que resultaban, por esto, inferiores para adaptarse a un ambiente social determinado. […] Los científicos seguían al positivismo francés con pleno conocimiento de causa. Puede probarse que algunos científicos tenían actitudes racistas, ya sea porque creían que el indígena era biológicamente inferior o porque su inferioridad social provenía de causas biológicas. Es decir que el indígena había fracasado o estaba destinado a fracasar en la lucha de “la supervivencia del más apto.89 Por ejemplo, en Tres razas humanas90 el político, orador y periodista Francisco Bulnes afirma que lo que hace diferente al hombre de los demás

86

González y González, L. Op. Cit. Pos. 130-146.

87

Raat, W. D. Op. Cit., pág. 109.

88

En su obra, Raat sostiene que los científicos no eran positivistas (p. 141), ya que no se atenían en estricto sentido a la doctrina comtiana, sin embargo, este estudio adopta una definición amplia de positivismo que toma como característica medular la exaltación del valor de la ciencia, por lo que para efectos del análisis se considera a los científicos como positivistas. 89

Raat, W. D. Op. Cit, pág.120.

90

Bulnes, F. (1972 [1899]). "Las tres razas humanas". En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes,

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animales es su tendencia al progreso, a la mejora vista desde una perspectiva material, moral e intelectual. Sostiene que la justicia es variable si se toma en cuenta la moral evolucionista, y sobre el indio declara:91 es desinteresado, estoico, sin ilustración; desprecia la muerte, la vida, el oro, la moral, el trabajo, la ciencia, el dolor y la esperanza. Ama cuatro cosas seriamente: los ídolos de su vieja religión, la tierra que le da de comer, la libertad personal y el alcohol, que le procura fúnebres y sordos delirios. Bulnes no es el único ejemplo de este tipo de pensamiento. En ¿De qué lado está el verdadero patriotismo? 92 (1886), Francisco G. de Cosmes reflexiona sobre el rumbo que debe seguir la nación mexicana y manifiesta: Si mis adversarios prescindiesen un momento de su irremediable manía de querer simplificar demasiado, por odio al estudio y a la meditación, los arduos problemas de la sociología, si renunciasen a generalizar, en un abrir y cerrar de ojos, las primeras observaciones superficiales que se les presentan, se fijarían en que hay dos elementos componentes de la actual nacionalidad mexicana: uno de ellos apto para la civilización, el descendiente, por la sangre o por el espíritu, de los españoles; y el otro completamente inepto para el progreso, el indígena.

Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública, pág. 137. 91

“La diferencia radical, completa, entre el hombre y las demás especies zoológicas, consiste en que el hombre es un animal progresista, mientras que los demás animales son estrictamente conservadores. Los cambios progresivos, que tienen lugar en las especies animales inferiores al hombre, se verifican sin la intervención de la conciencia de los individuos de cada especie. En la humanidad, las especies conservadoras experimentan en su organismo una especie de mineralización que las inclina hacia la mutabilidad y pasivismo de las rocas; las razas progresistas favorecen sin cesar la evolución que necesariamente las mejora bajo el punto de vista material, intelectual y moral Las razas superiores son las resueltas a no conservar más que la verdad en la esfera intelectual. La justicia es variable en el terreno de la moral evolucionista y en el dominio económico nada se puede conservar, pues todo es susceptible de indefinido progreso”. Ibíd. 92

G. de Cosmes, F. (1972 [1886]). "¿De qué lado está el verdadero patriotismo?". Op. Cit., pp. 126-131.

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Para Cosmes, el indio en general no es apto para la civilización y su valor es equiparable al de los animales de carga, ya que sólo puede aportar a la nación su fuerza física, dirigida por una inteligencia escasa. Aún antes de la Conquista, él ve en el indígena un pueblo rudimentario que apenas acababa de transitar de la vida nómada a la sedentaria y que para todo efecto se encontraba en la edad de piedra al momento de caer bajo el dominio Español. Encuentra además en el contacto con la civilización española, a todas luces más avanzada, la prueba de que el indio nunca poseyó cualidades intelectuales, pues de haberlas tenido, éstas se hubiesen potenciado.93

93

“No se me citen excepciones; no se me hable de indios ilustrados, ni de indios que fueron grandes hombres, como Juárez, por ejemplo: de lo particular no pueden deducirse consecuencias lógicas con relación a lo general. Estudiemos a la masa indígena en conjunto, y dígaseme en donde están sus aptitudes para la civilización. ¿Acaso el indio de nuestros días se distingue en algo del indio del tiempo de la Conquista? ¿Por ventura ha sacudido el yugo de esa rutina, o mejor dicho, de esos instintos, que apenas le dan un lugar un poco más elevado que el de las bestias de labor? ¿Puede prestar a la patria y a la causa del progreso otro contingente que el de sus brazos, dirigidos por una inteligencia escasísima e incapaz de generalización? Se me dirá: ‘El yugo de la Conquista atrofió sus facultades intelectuales.’ ¿Y eran grandes esas facultades antes de Cortés? ¿En dónde están los restos de esa civilización prodigiosa de que hablaban tanto los conquistadores, para dar mayor realce a su empresa? Lo que yo veo es que en el orden moral, los pobladores de esta región de América eran fetichistas y antropófagos, y carecían por completo de la verdadera noción de patria: no se explica de otro modo, así la ayuda que prestaron a Cortés los tlaxcaltecas contra los mexicanos, como la rápida y resignada sumisión de éstos, luego que Cuauhtémoc cayó en manos de los españoles. En el orden material, apenas conocían la agricultura, y los instrumentos de labranza más rudimentarios; vivían casi desnudos y en chozas infelices, iguales a las que sus descendientes habitan hoy todavía. En una palabra, acababan de pasar de la vida nómade a la vida sedentaria, y se encontraban, al realizarse la Conquista, en la edad de la piedra pulimentada. ¿Cuáles fueron, pues, las facultades intelectuales del indio que atrofió el yugo del conquistador? Aun concediendo que estas facultades hubiesen existido, es indudable que el contacto de los primeros pobladores con una civilización más adelantada, como lo era la española, las hubiera desarrollado poniéndolas en condiciones mejores de progreso. Pues, ni moral, ni materialmente hablando, las repetidas facultades pudieran desarrollarse. En religión, que es la primera manifestación moral de la humanidad, la Conquista no logró más que sustituir los ídolos de piedra con imágenes, a las cuales los indios rendían y siguen tributando el mismo culto supersticioso y casi idólatra. Y en cuanto a progreso material, ¿qué adelantos ha realizado la raza indígena en nuestro suelo? No ha dado un paso por sí sola, después que la civilización de España le enseñó a labrar groseramente la tierra, y a vestirse con telas más groseras todavía. ¡Ah! Pero la esclavitud en que vivía…” Ibíd.

43

En 1895 retoma sus reflexiones en “Vuelta a la Carga” y sostiene que entre las ciencias que asisten a la sociología, la biología es la que mejor explica la independencia mexicana, ya que ésta responde al fenómeno biológico por el cual un organismo se separa de su ancestro para formar vida propia. Para Cosmes, la independencia fue una consecuencia natural del proceso de mestizaje, que permitió que la nación se formara y adquiriera los elementos que necesitaba vivir por sí sola, sin necesidad de asistencia:94 Su independencia [de México] obedeció a la ley natural del progreso, en virtud de la cual el organismo nuevo que tiene suficiente vigor para vivir y regirse por sí, debe separarse del tronco de donde procedió. Esta es la verdadera razón de nuestra independencia: no absurdas reivindicaciones

94

“Entre todas las ciencias concurrentes de la sociología, la biología es la que más auxilio presta para fijar el verdadero concepto filosófico que de la independencia mexicana debe tenerse, porque es, en realidad, un fenómeno biológico el acto en virtud del cual un organismo humano, llámese individuo o sociedad, se separa del ser de quien procedió, para hacer vida propia. Desde luego se comprende que, siendo condición indispensable de toda emancipación la realización del fin con que se ejecuta, esto es, la existencia por sí del organismo emancipado, debe éste haber adquirido todos los elementos necesarios para cumplir el expresado fin. Si carece de ellos, la emancipación no es viable, y será loco o criminal todo intento que, en el sentido de ella, se ejercite. Mientras tales elementos no existan en el organismo nacido de otro, debe permanecer dependiente de éste, recibir su dirección, y completar sus deficiencias con los recursos vitales que le proporciona el organismo que le dio el ser. [...] En la filogenia de una sociedad, lo mismo que en la ontogenia de un individuo (diré para la inteligencia de mis ilustrados contradictores, que la primera palabra significa el génesis de la especie, y la segunda el génesis del ente individual) la formación y el desarrollo del organismo consiste en la consistencia que van adquiriendo los elementos heredados de la paternidad. […] La independencia, pues, de nuestra patria tuvo por causa la formación definitiva, después de tres siglos de vivir bajo la tutela de la nación que le dio el ser con la conquista (lanzando a la vida de las agrupaciones humanas un organismo nuevo con sus condiciones características de diferenciación), la formación definitiva, repito de una nacionalidad dotada de todos los elementos de que necesitaba para vivir por sí y sin ayuda extraña. […] El régimen colonial supo aprovechar hábilmente aquellos elementos capaces de ser parte de la constitución de una nacionalidad, elementos que encontró la Conquista en nuestro suelo. Me refiero a la población indígena principalmente, a cuya fusión con la raza europea se debió la obra de diferenciación realizada entre nosotros. La mezcla de blancos e indios dio nacimiento a un pueblo nuevo, que ni era del todo español, ni tampoco era indígena, aunque sobreponiéndose en la fusión de caracteres intelectuales y morales de la raza superior.” G. de Cosmes, F. (1972 [1895]). "Vuelta a la Carga". En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. Secretaría de Educación Pública. Pp. 132-136.

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de derechos indígenas, que nunca existieron, ni odio a la nación a quien debemos cuanto somos. 95 Aunque de forma menos radical, Justo Sierra también reflexiona en “La era actual”96 (1900-1902) sobre la estructura de la sociedad, y asegura que la influencia de la división de razas en la evolución social es cada vez menor gracias a la mezcla que ha tenido lugar entre la población, que es además el origen de la burguesía dominante. Sostiene que las concepciones sobre la distribución de la sociedad no deben tomarse en un sentido absoluto, ya que existe una filtración constante entre las divisiones; de manera que, por ejemplo, han llegado a la burguesía los vicios del alcohol y la superstición. A la proposición de que dichos males emanan de la raza indígena hacia la nueva burguesía, Sierra agrega que ambos pueden resolverse por medio del presupuesto y la escuela; sin embargo, concluye: Nos falta devolver la vida a la tierra, la madre de las razas fuertes que han sabido fecundarla, por medio de irrigación; nos falta, por este medio con más seguridad que por algún otro, atraer al inmigrante de sangre europea, que es el único con quien debemos procurar el cruzamiento de nuestros grupos indígenas, si no queremos pasar del medio de civilización, en que nuestra nacionalidad ha crecido a otro medio inferior, lo que no sería una evolución, sino una regresión. Nos falta producir un cambio completo en la mentalidad del indígena por medio de la escuela educativa. Ésta, desde el punto de vista mexicano, es la obra suprema que se presenta a un tiempo con caracteres de urgente e ingente. Obra magna y rápida, porque o ella, o la muerte. Es decir, que es imprescindible para el progreso superar la condición inferior del indígena mediante dos medidas: por un lado la escuela (que implica que el indígena es capaz de aprender), y por otro la cruza racial con los tipos europeos (las razas fuertes).

95

Ibíd.

96

Sierra, J. (1972 [1900-1902]). "La era actual". Op. Cit., pp. 76-96.

45

De acuerdo con Raat,97 la mayoría de los positivistas ortodoxos expresaron su simpatía por la raza indígena, e incluso varios educadores defendieron públicamente que las aptitudes intelectuales del indio eran iguales a las de la “gente civilizada”. Tal fue el caso de Manuel Baranda (1799-1861?), quien en la Convocatoria al Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública 98 (1889) expresó: lo que hasta hoy se ha hecho a favor de la desvalida raza indígena han sido esfuerzos aislados y por lo mismo de poco alcance. Unifórmese la enseñanza primaria obligatoria para todos los ámbitos de la República y pronto se verá por los hechos, que no existe la pretendida inferioridad de la raza indígena y que sus hijos son capaces de rivalizar con el blanco y el mestizo en la lucha por el saber.99 Sin embargo, como suele ser el caso, las ofensas pesaron más que los halagos, y para 1906 “el positivismo era un símbolo de odio para muchos mexicanos y la difusión real de la doctrina no tenía importancia para quienes se sentían amenazados por el símbolo”100. En otras palabras, como sostiene Abelardo Villegas,101 el positivismo se introdujo a México como filosofía, como sistema educativo y como arma política; y paradójicamente, además de servir para avivar el descontento social por ser “la filosofía dominante de la clase dominante”, también posibilitó algunos enfoques esenciales de las doctrinas de la Revolución.102

97

Raat, W. D. Op. Cit., pág. 122.

98

Granja Castro, J. (2010). Procesos de escolarización en los indios del siglo XX. La instrucción rudimentaria en México. Perfiles Educativos, XXXII(129). 99

Debates del Congreso Nacional de Instrucción Pública. (1889). Citado en Granja Castro, J. Op. Cit. Pág. 68. 100

Raat, W. D. Op. Cit., pág. 89.

101

Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública, pág. 12. 102

Op. Cit., pág. 21.

46

El Maestro de América De acuerdo con Susana Quintanilla (2012),103 no existe en realidad una biografía histórica completa de José Vasconcelos, ya que su estudio se encuentra muy limitado por la escasez de documentos históricos, y los expertos frecuentemente se ven obligados a regresar a sus propias Memorias. Por fortuna, no es objeto de este estudio retomar esa labor titánica a la que siguen abocados grandes personajes, cuyos trabajos retomo para construir un esbozo histórico de la vida y obra de José Vasconcelos, que permita establecer un contexto adecuado para el análisis de la obra que nos ocupa. José Vasconcelos nació en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca el 27 de febrero de 1882. Primer hijo de Ignacio Vasconcelos y Carmen Calderón; su abuelo materno fue el médico liberal Esteban Calderón y Candiani, quien huyendo de Antonio López de Santa Anna se refugió en Nueva Orleans a mediados del siglo XIX. Allí conoció y se sumó a Benito Juárez.104 A su regreso a México, Esteban asistió a Porfirio Díaz y sus tropas, luchó contra los franceses durante el imperio de Maximiliano y respaldó a Sebastián Lerdo de Tejada. Tal fue la contribución del médico Calderón y Candiani al régimen porfirista que fue nombrado senador vitalicio de Oaxaca, cargo en el que permaneció hasta el día de su muerte, en 1893.105 La boda de su hija Carmen e Ignacio Vasconcelos —hijo ilegítimo de comerciantes y un hombre humilde de clase media baja— tuvo que realizarse en secreto, pues el senador desaprobaba la unión.106 Tras el matrimonio con Carmen, Ignacio consiguió un empleo como agente aduanero y la familia tuvo que trasladarse con frecuencia. Residieron primero en Soconusco, Chiapas, después en Sonora y finalmente se establecieron en Piedras 103

Quintanilla, S. “José Vasconcelos”. (2012). De Conversaciones sobre historia. México: Instituto Mexicano de la Radio/INEHRM. 104

Lago Carballo, A. (1989). Prólogo. En M. J. Sarabia Viejo (Ed.), José Vasconcelos. Madrid, España: Instituto de Cooperación Iberamericana. Pp. 19. 105

Ibíd.

106

Ibíd.

47

Negras, Coahuila, de 1887 a 1894. Como el lugar carecía de escuelas, José Vasconcelos asistió a la Escuela Primaria de Eagle Pass, Texas. Cuando tenía trece años se le ofreció una beca para estudiar en Austin, sin embargo, la familia decidió permanecer unida y viajar rumbo a la Ciudad de México. Para entonces, el joven Vasconcelos ya era un asiduo lector y practicaba el catolicismo. 107 Los meses que siguieron a la mudanza Vasconcelos asistió al Instituto de Toluca, antes de trasladarse con su familia al sureste mexicano, donde tuvo la oportunidad de estudiar en el Instituto de Ciencias de Campeche durante un periodo que coincidió con el auge henequenero en Yucatán, 108 que trajo prosperidad y riqueza a la región; y con los efectos en el Caribe de la guerra entre Estados Unidos y España. Fue en Campeche donde experimentó sus primeros encuentros con la literatura francesa y finalizó sus estudios de secundaria.109 En 1899, decidió separarse de su familia y continuar su educación en la ciudad de México en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), bajo la filosofía del positivismo.110 Durante su estancia en la ENP adoptó una postura decididamente anti-porfirista “por la opresión [del gobierno] a los individuos concretos en general, y más todavía, a los individuos con dotes especiales. Esta actitud es la misma que

107

Ibíd.

108

Ayuntamiento de Mérida, Y. (s.f.). Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mérida, Yucatán. Recuperado el 19 de Junio de 2014, de Mérida y su historia. Periodo Porfiriato: http://www.merida.gob.mx/archivohistorico/merida_porfiriato.html 109

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.

110

“La escuela Preparatoria fue inaugurada el lunes 3 de febrero de 1868 y sus actividades se iniciaron el mismo día. Fue don Gabino Barreda su primer director, quien tuvo que hacer frente a los ataques que le dirigieron no sólo los espíritus retardatorios sino aun [sic.] muchos de los liberales de su tiempo. Cuando Barreda dejó la dirección de la escuela por él fundada, para partir a Berlín como representante de México, quedaba en pie un centro de cultura que fue capaz durante muchas décadas de resistir el embate de sus enconados adversarios. El positivismo como sistema pedagógico subsistió más de cuatro décadas a la fecha de la Escuela Preparatoria”. Díaz y de Ovando, C. (1972). La Escuela Nacional Preparatoria. 1867-1910 (Vol. I). México: Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. Pp. 14 y 15. En Rojas Garcidueñas, J. (1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Pp. 30 y 31.

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llevaría después a Vasconcelos a ponerse también en contra de los regímenes posrrevolucionarios [sic.] que no permitían la libertad de los individuos civiles”.111 Al salir de la ENP ingresó a la Escuela de Jurisprudencia, donde acreditó la carrera de Derecho en 1905 con la tesis Teoría Dinámica del Derecho: un “alegato metafísico antipositivista contra la pasividad de una sociedad estancada” en el que proponía excluir a los caudillos y a la aristocracia, pues implicaban la explotación de otros. Su planteamiento derivó en la confrontación entre razas metropolitanas y razas coloniales, lo que marcó el punto de partida para sus obras posteriores más conocidas,112 entre ellas La raza cósmica. En esta misma época empezó a trabajar como amanuense en la notaría de Ignacio Aguilar y Marocho, y como ayudante del senador porfiriano Jesús Uriarte. Asimismo, aunque siempre fue adverso al matrimonio, en 1906 se casó con Serafina Miranda.113 En 1909, entró en contacto con Francisco I. Madero. Con él y al lado de Gustavo I. Madero (1875-1913), Filomeno Mata (1845-1911), Roque Estrada (1883-1966), Emilio (1858-1926) y Francisco Vázquez Gómez (1860-1933), Félix Palavicini (1881-1952), Federico González Garza (1876-1951) y Luis Cabrera (1876-1954), entre otros, fundó el Centro Antirreleccionista de México, el cual defendía que se prohibiera al presidente Díaz reelegirse en el cargo, y de donde fue secretario.114 Junto con Félix Palavicini editó el semanario El Antirreleccionista, órgano de expresión del Centro, que salió a la calle por primera vez el 6 de junio de 1909. En el primer número del periódico, Vasconcelos publicó el artículo “Nuestros Fines”, en la que expresó su descontento con el régimen y que transcribo íntegro a continuación:

NUESTROS FINES

111

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.

112

Ibíd.

113

Ibíd.

114

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

49

La administración del Gral. Porfirio Díaz, con sus métodos de gobierno, debe considerarse por terminada al final del corriente periodo presidencial. Bueno o malo, el porfirismo ha dado ya todos sus frutos, y pretender mantenerlo es querer mantener un cadáver fuera de sepultura. El grupo pusilánime que por necesidades personales o cobardía desea ver en la presidencia a un continuador de la política del general Díaz, desconoce la verdadera situación del país y no comprende que la dictadura como régimen morboso de gobierno debe ser transitoria y excepcional, pues así como alguna vez fue necesaria para garantizar la paz, hoy que la paz está cimentada, la Dictadura es un peligro para ella. Ahora el Gobierno tiene una gran oportunidad para cubrirse de honor devolviéndole al pueblo gradual, pero francamente, los derechos que se le han arrebatado. Por ello, se le pide que salga al encuentro de los derechos legítimos del pueblo y que se los dé antes de que se le arrebaten. ¡Sistemas nuevos para gentes nuevas! Las publicaciones reeleccionistas, que reafirman su deseo de que un solo hombre siga siendo dueño de los destinos del país, no se dan cuenta de que la masa de esclavos a quienes se dirige ya no existen, pues fuera de su cuerpo hay ilustración, valor y dignidad. Deben de saber que hay una clase y un país a quien no se conquista con engaños y a quien sólo se puede atraer con procederes honrados, por eso los mexicanos estarán, llegado el momento, con el candidato o grupo que ofrezca mayor respeto a la ley. Es deber de todos instruir al pueblo en sus derechos electorales y convencerlo de que los ejercite a partir de la próxima elección, sin importarle cada fracaso, sin que lo desaliente el fraude ni lo intimide la fuerza. Que se demuestre que el pueblo mexicano puede hacer obra de democracia si el Gobierno deja de impedirlo por la fuerza de las armas. Sufragio efectivo. No reelección.115 J. Vasconcelos. Por sus visiones radicales, el periódico sólo se editó durante seis meses, pues Porfirio Díaz mandó cerrar sus oficinas y detener al equipo redactor. Vasconcelos fue avisado a tiempo y pudo huir. Así fue como se convirtió por primera vez en fugitivo, el mismo año en que nació su primer hijo, Juan Ignacio. 116 El activismo político de Vasconcelos no se limitó a sus actividades en el Centro Antirreleccionista. Gracias a su paso por la Escuela de Jurisprudencia, se 115

Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1909). "Nuestros fines". Anti-Reeleccionista(1). Pp. 1.

116

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

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unió a personajes como Antonio Caso (1883-1946), Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) y Alfonso Reyes (1889-1959),117 para crear en 1909 el Ateneo de la Juventud.118 Tanto ellos como Vasconcelos tendrían más adelante un papel decisivo en la vida política y cultural de México. 119 Una de las actividades más destacadas del Ateneo de la Juventud fue la realización en 1910 de las Conferencias del Ateneo de la Juventud, que cerró el 12 de septiembre con la conferencia de José Vasconcelos “Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas”,120 que más que hablar de Gabino Barreda se trata de una reflexión acerca de lo que debería construirse sobre las bases del positivismo, descartando una filosofía que para él fue necesaria, pero que ahora debía ceder el paso al verdadero entendimiento: el del espíritu. Comienza su ponencia exponiendo, para el caso del positivismo, los cuatro problemas que debe resolver una filosofía completa: el del conocimiento, el cosmológico, el de los valores y el psicológico. Del primero afirma: de la edad poética o teleológica del espíritu, en la que el ser humano concibe sus actitudes reflejadas en el universo, el positivismo no logró entender que corresponde a la 117

La lista completa de socios numerarios y correspondientes y la mesa directiva, así como una descripción detallada de sus actividades y funciones puede consultarse en Rojas Garcidueñas, J. (1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. 118

Garciadiego, J. (1996). Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución Mexicana. México: El Colegio de México/UNAM. Pp. 38. 119

De acuerdo con Samuel Ramos, “La obra cultural del ˂˂Ateneo de la Juventud˃˃… debe entenderse como una lucha contra la desmoralización de la época porfirista. Este movimiento intelectual revolucionario se adelantaba a la revolución política que estalló en 1910. […] La obra del Ateneo en su totalidad fue una sacudida que vino a interrumpir la calma soñolienta en el mundo intelectual de México. Propagó ideas nuevas, despertó curiosidades e inquietudes y amplificó la visión que aquí se tenía de los problemas de cultura. Mediante su filosofía tendió a contrarrestar el flujo creciente del utilitarismo, inculcando en la juventud el sentido de los valores del espíritu. El resultado que dio aquella agitación en la década que comienza en 1910, fue elevar el tono y ensanchar el radio de nuestra vida intelectual”. Ramos, S. (1943). Historia de la Filosofía en México. México: UNAM, Imprenta Universitaria. En Rojas Garcidueñas, J. (1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. 120

Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C. D. Michael (Ed.), Los retornos de Ulises. Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México: Secretaría de Educación Pública/Fondo de Cultura Económica.

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naturaleza misma del entendimiento; del segundo concluye que para el positivismo, que describe los fenómenos del mundo, el por qué de las cosas está vedado; de la moral (los valores), el positivismo incorpora tres elementos fundamentales: la solidaridad, el altruismo y la inmortalidad; finalmente, sobre el problema psicológico declara: Por lo que se refiere al problema psicológico, baste recordar que el positivismo creyó en la subordinación radical de lo psíquico a lo biológico, de lo mental a lo orgánico; que el albedrío se explicó como lo es la caída de los cuerpos según la ley de la atracción, sólo que misterioso en apariencia, porque desconocemos las razones múltiples del querer, los motivos que operan en lo que hoy se llamaría la subconsciencia.121 Una vez establecido el pasado filosófico de la nación, se pregunta qué es lo que distingue a la modernidad, que se siente aun cuando no ha pasado medio siglo de la enseñanza del positivismo. Dice entonces:

Creo que nuestra generación tiene derecho a afirmar que debe a sí misma casi todo su adelanto; no es en la escuela donde hemos podido cultivar lo más alto de nuestro espíritu. No es allí donde aún se enseña la moral positivista, donde podríamos recibir las inspiraciones luminosas, el rumor de música honda, el misterio con voz que llena de vitalidad renovada y profusa el sentimiento contemporáneo. El nuevo sentir nos trajo nuestra propia desesperación; el dolor callado de contemplar la vida sin nobleza ni esperanza.122 De acuerdo a la conferencia de 1910, para Vasconcelos, la enseñanza del positivismo promovida por Barrera, no dio al pueblo todo lo que necesitaba, pero sí impidió que se retrocediera “en el camino del mejoramiento”.

121

Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C. Domínguez Michael, Los retornos de Ulises: Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México: FCE. Pág. 47.

122

Op. Cit., pp. 47-48.

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Sigue sus reflexiones tratando de salvar el espacio que separa a las ciencias de las artes y buscando cuál es el mejor camino para encontrar el significado de las cosas. Establece que en un principio la filosofía no se ocupaba de la la cosa en sí,123 sino de su representación, y tras afirmar que “el impuso vital” es inmaterial, asegura que cuando se obra con desinterés se desafían las leyes naturales, en particular la biológica. Concluye: El positivismo de Comte y de Spencer nunca pudo contener nuestras aspiraciones; hoy que, por estar en desacuerdo con los datos de la ciencia misma, se halla sin vitalidad y sin razón, parece que nos libertamos de un peso en la conciencia y que la vida se ha ampliado. El anhelo renovador que nos llena ha comenzado ya a vaciar su indeterminada potencia en los espacios sin confín, donde todo aparece como posible. ¡El mundo que una filosofía bien intencionada, pero estrecha, quiso cerrar; está abierto, pensadores!124 A la luz de sus escritos posteriores, la conferencia de 1910 se lee sobre todo como el principio de una filosofía que seguiría construyendo hasta el último día de su vida; como la flama inicial de una pasión duradera. También en ese año fue perseguido por la policía por publicar en México Nuevo un artículo donde escribió, entre otras cosas, que “el porfirismo es un cadáver y sólo hace falta enterrarlo”.125 Huyó a Nueva York y trabajó como traductor durante tres meses. Cuando regresó a México, supo del fraude electoral con el que Díaz perpetuaba su mandato y se unió al movimiento organizador de la revolución (Plan de San Luis), que debía estallar el 20 de noviembre. Nuevamente fue denunciado y viajó a Estados Unidos, donde fue representante del movimiento maderista en Washington, mas no consiguió su reconocimiento oficial. 126 En 1911, 123

El noúmeno del que se ocupa en Pitágoras. Una teoría del ritmo (1916), llevando a mayores extremos sus reflexiones sobre la ciencia y el arte al afirmar “Por eso el misterio de todo lo creado no lo resuelve la inteligencia ni la experiencia, cuyo ordenado conjunto constituye la ciencia, sino sólo la intuición de belleza; sólo en el arte se contemplan y se funden los géneros, las clases, los números, las ideas y los seres”. 124

Vasconcelos, J. (2010 [1910]). Op. Cit., pág. 56

125

Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1910). La enfermedad del Presidente. México Nuevo, pág. 3.

126

Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 21.

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vuelve a México para formar parte del comité dirigente del ahora Partido Antirreleleccionista, apoyando la designación de Francisco I. Madero como presidente.127 Ese mismo año nace su hija María del Carmen y Vasconcelos comienza su relación con Elena Arizmendi (1884-1898), con quien vivió y viajó los tres años siguientes.128 En 1912, el Ateneo cambia su nombre por el de Ateneo de México, con un sentido de empresa nacionalista que intenta llevar al país hacia el camino liberal y democrático mediante misiones culturales como la Universidad Popular Mexicana, antecedente inmediato de la Secretaría de Educación Pública, que Vasconcelos impulsaría años después.129 En 1913, tras el asesinato de Madero, Vasconcelos decide unirse al movimiento de Venustiano Carranza. Participó en la acción internacional contra el empréstito solicitado por Victoriano Huerta, viajando por su cuenta a Londres y París. Posteriormente aceptó el cargo de director de la ENP que le ofreció Carranza.130 Al tiempo que Carranza y Francisco Villa se imponían militarmente en México, el primero mostraba su deseo de poder. Esta actitud decepcionó a Vasconcelos, quien apoyó la instauración del gobierno pacificador de Eulalio Gutiérrez —rechazado por Carranza — y aceptó, en 1914, el cargo de Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Sin embargo, el gobierno de Gutiérrez fue breve, y al mes de su entrada en México se vio obligado a huir hacia el norte del país, ante la presión de villistas y zapatistas.131 En 1915, coincide como emisario de Gutiérrez en Estados Unidos con los de Villa y Carranza. Durante su estancia, Vasconcelos pide al país vecino la no interferencia en la política interior mexicana; mientras tanto, Gutiérrez renuncia a

127

Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 22.

128

Es la “Adriana” que menciona en su Ulises Criollo, con quien se cree que tuvo una relación entre 1911 y 1916. 129

Ibíd.

130

Ibíd.

131

Ibíd.

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la presidencia, dejando el poder en manos de Carranza. La inesperada decisión del Presidente frustró profundamente a Vasconcelos, por lo que decidió quedarse en Nueva York y dedicarse al estudio de la filosofía griega, 132 que sería de gran importancia para su obra literaria.133 En 1915, la Conferencia Panamericana resuelve la necesidad de que México cuente con estabilidad política y el 19 de octubre de ese año, el presidente Woodrow Wilson de los Estados Unidos reconoce a Carranza como presidente de México. Es entonces cuando Vasconcelos, siempre conciliador, se vincula nuevamente con el carrancismo y poco después acepta el cargo de agente confidencial del presidente ante el gobierno inglés para evitar que se otorgara a Victoriano Huerta cualquier ayuda. Con este propósito viaja a Inglaterra, Francia y España, y obtiene la promesa del gobierno francés de negar su apoyo a Huerta. Al regresar a México acepta la dirección de la ENP de la Ciudad de México, pero pronto renueva sus críticas a Carranza, lo que ocasiona su arresto y exilio a los Estados Unidos. En 1917, se dedicó a escribir Prometeo vencedor (1916), El monismo estético (1918), y Estudios indostánicos (1920),134 en los que profundiza sobre el desarrollo espiritual que debe prevalecer sobre la filosofía científica. Así lo expresa en su introducción a El monismo estético:135 Fui educado en la creencia de que ya no es posible construir nuevos sistemas de filosofía. La escuela inglesa, empirista, evolucionista y plagada de cabezas menores de ensayistas, nos condenaba a concebir el mundo como una sucesión de hechos que deben ser expresados en estilo narrativo y detallista. La relatividad del conocimiento científico, invadiendo las soberanas esferas de la filosofía, transformaba los principios lógicos, la moral y el gusto; y todo el pensamiento ligado tan sólo por las leyes de la

132

Ibíd.

133

Ibíd.

134

Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.

135

Vasconcelos, J. (2010 [1920]). "El monismo estético". En Los retornos de Ulises. Una antología de José Vasconcelos (pp. 128-151). México: SEP/FCE.

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materia sensible asumía el aspecto inerte, equilibrado y profuso de un polvo de nebulosa. 136 También en este escrito reafirma su desprecio por las teorías evolutivas darwinistas, y la filosofía y el actuar de los positivistas; sin embargo, no descarta del todo los conocimientos producidos por la ciencia, sino que propone, en cambio, su incorporación en una nueva filosofía. Durante su estancia en Estados Unidos residió en Los Ángeles y San Diego ejerciendo como abogado hasta 1920, cuando Álvaro Obregón lo llamó a México tras haber asesinado a Carranza. A su regreso, Vasconcelos fue nombrado rector de la Universidad Nacional por el presidente provisional Adolfo de la Huerta, 137 cargo que asumió —como todos los puestos públicos que ocuparía a partir de entonces— con un profundo sentido nacionalista y un deseo insaciable de construir una nueva sociedad, que enalteciera el espíritu de los hombres a través de la cultura. Durante su discurso de toma de posesión como rector138 de Universidad Nacional de México expresó:

136

“La mayor parte de las perplejidades que hemos padecido aquí en la América proceden de nuestra educación imperfecta; de la ausencia de criterio histórico y de sentido de proporción. Sólo así se explica que llegáramos a ser tan obtusos como los positivistas. Para estos señores la experiencia humana, anterior a Bacon o a Comte, no tiene ningún valor; el saber comienza con los análisis celulares de Darwin, y no obstante que se saquea a Kant para fundar el agnosticismo, se habla en seguida de él como de un autor alemán “que leí después de escritos mis primeros principios”. La filosofía, el cristianismo, el pensamiento oriental, los grandes movimientos históricos, todo esto, era la letra muerta para los sabios miopes y para los spencerianos bizcos. En fin, una filosofía primitiva y provinciana con pretensiones de universalismo, porque representaba el poderío material de una raza de comerciantes, antimística, antiheróica y antirreligiosa. Lamentable es que hayamos perdido veinte o treinta años de nuestra vida espiritual en todos estos seudocientificismos de cretinos; pero si las filosofías fundadas en unas cuantas hipótesis científicas no resultaron dignas de la historia del pensamiento humano, es muy distinto el juicio que debemos formar de los postulados propiamente científicos; estos contienen grandes y definitivas verdades que necesariamente han de formar parte de todo pensamiento de lo futuro. La verdadera ciencia no nos dice que no hagamos más filosofía, que no hagamos más metafísica, sino que nos da elementos firmes para hacer todo eso, con método más acertado que el de nuestros antecesores”. Ibíd. 137

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.

138

Una vez más, en sus palabras asoma la filosofía que desborda La raza cósmica; ese desprecio irrenunciable por la opresión de unos sobre otros: “La Revolución ya no quiere, como en sus días de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios. La Revolución anda ahora en busca de

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En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo.139 Y así lo hizo. Como rector inicia una gran actividad en pro de la educación y la cultura del pueblo mexicano basada en la campaña nacional contra el analfabetismo, la presentación del Proyecto de Ley para federalizar la enseñanza, y la creación de la Secretaría de Educación Pública, que fue aprobada en 1921, ocupando el cargo de secretario el propio Vasconcelos.140 Como secretario de Educación Pública instituyó misiones culturales que pretendían llevar maestros a todos los rincones del país. También decidió impulsar el arte, por lo que a partir de 1922, se empezaron a pintar los principales edificios

los sabios. Mas tengamos también presente que el pueblo sólo estima a los sabios de verdad, no a los egoístas que usan la inteligencia para alcanzar predominio injusto, sino a los que saben sacrificar algo en beneficio de sus semejantes. Las revoluciones contemporáneas quieren a los sabios y quieren a los artistas, pero a condición de que el saber y el arte sirvan para mejorar la condición de los hombres. El sabio que usa de su ciencia para justificar la opresión y el artista que prostituye su genio para divertir al amo injusto, no son dignos del respeto de sus semejantes, no merecen la gloria. La clase de arte que el pueblo venera es el arte libre y magnífico de los grandes altivos que no han conocido ni señor ni bajeza. […] Los hombres libres no queremos ver sobre la faz de la tierra ni amos ni esclavos, ni vencedores ni vencidos, debemos juntarnos para trabajar y prosperar. Seamos los iniciadores de una cruzada de educación pública, los inspiradores de un entusiasmo cultura semejante al fervor que ayer ponía nuestra raza en las empresas de la religión y la conquista. No hablo solamente de la educación escolar. Al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben a favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la potencia de cada cerebro que piensa. […] Trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y pensamiento alto: he allí nuestro propósito”. Vasconcelos, J. (2009). Discursos 1920-1950. México: Trillas. Pág. 12. 139

Ibíd.

140

Sobre su paso por las instituciones de educación —que es en definitiva su labor más conocida y su más importante legado—, es mucho lo que puede decirse. Desde el reclutamiento de profesores voluntarios y de mujeres que apoyaron la campaña de alfabetización, ya fuera en la escuela o en sus casas; la amplísima labor de educación que se realizó sobre salud e higiene, y los comedores escolares financiados por los propios profesores, para que los niños pudiesen estudiar sin la distracción del hambre y la malnutrición, la labor impulsada por Vasconcelos fue titánica y merece sin duda un estudio aparte. Para conocer a profundidad qué fue lo que aconteció entre 1920 y 1925 en la vida de José Vasconcelos y el impacto que tuvo en la sociedad y la cultura mexicanas, puede consultarse Fell, C. (2009 [1989]). José Vasconcelos: Los años del águila (1920-1925). Educación, cultura e Iberoamericanismo en el México Postrevolucionario. México: Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México.

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adscritos a la Secretaría por los muralistas Orozco, Siqueiros, Rivera, y Alva del Canal, por mencionar algunos.141 En 1921, fundó una editorial para publicar libros clásicos, la revista El Maestro, y estableció los nuevos escudo y lema de nuestra Universidad, en los que inmortaliza su convicción más profunda, que exploraría ampliamente en La raza cósmica: la idea de que toda América Latina debe trabajar junta hacia el bienestar y la unidad espiritual, para crear una nueva sociedad de hombres verdaderamente libres. Así lo expresó en el Boletín de la Universidad publicado en julio de 1921, con fecha del 21 de abril del mismo año: Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de organización de los pueblos, sustituyendo las antiguas nacionalidades, que son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria con la gran patria hispanoamericana que representará una nueva expresión de los destinos humanos, se resuelve que el escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de América Latina con la leyenda “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”. Se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Sostendrán el escudo un águila y un cóndor, apoyado todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca.142 Como menciona la circular, en el nuevo escudo (Figura 1) se observan orgullosos un águila mexicana y un cóndor andino, que representan la unidad entre México y América Latina, así como un mapa en el centro que incluye a toda la región; en oposición al escudo anterior (Figura 2), que rezaba “Patriae scientiae que amor salus populi est”, el conocimiento y el amor a la patria son la salud del pueblo.

141

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.

142

Vasconcelos, J. (2009). Op. Cit., pág. 15.

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Figura 1. Nuevo escudo y lema de la Universidad Nacional de México. La palabra “Autónoma” se agregó más tarde, cuando se alcanzó la autonomía universitaria (parcialmente en 1929 y de manera total en 1933).143

143

UNAM. (2009). Acerca de la UNAM. Recuperado el 2014 de junio de 24, de UNAM en el tiempo. Cronología histórica de la UNAM: http://www.unam.mx/acercaunam/es/unam_tiempo/unam/antecedentes.html

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Figura 2. Antiguo escudo y lema de la Universidad Nacional de México.

Por sus acciones en pro de la educación y su marcado iberoamericanismo, en 1923, estudiantes de Colombia, Perú y Panamá le otorgaron el título de Maestro de la Juventud de América.144 Sin embargo, los roces y rompimientos con varios de sus colaboradores —Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Lombardo Toledano, y Diego Rivera—, y los cambios en la política de Álvaro Obregón, que limitaron el presupuesto de la Secretaría a tal grado que ya no sería posible continuar varios de los proyectos educativos, llevaron a Vasconcelos renunciar a la Secretaría en julio de 1924. De acuerdo con Claude Fell: Su partida frenaría —por cierto menos en lo cuantitativo que en lo cualitativo— el impulso de la educación y la difusión cultural en México. Le 144

“La Cuarta Asamblea de Estudiantes, ansiosa de dar una prueba definitiva e inequívoca de solidaridad hispanoamericana, y profundamente entusiasmada por la obra admirable realizada desde México y con proyecciones sobre el sur del continente por el señor licenciado Vasconcelos, acuerda: proclamar su nombre como Maestro de la Juventud de Colombia y hacer un llamamiento a las federaciones estudiantiles de América para que sigan su ejemplo.” "Instalación de la Cuarta Asamblea de Estudiantes, Proclamó a Vasconcelos Maestro de la Juventud". (15 de mayo de 1923). El Diario Nacional. En Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 570.

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faltó tiempo. Su obra habría tenido alcances aún mayores si hubiese podido continuar algunos años más. Según revela Pedro Henríquez Ureña en una carta inédita a Alfonso Reyes —17 de noviembre de 1923—, Vasconcelos hubiere querido continuar a la cabeza de la SEP tras el periodo de Obregón para proseguir su trabajo, pero también para presentar en condiciones óptimas su candidatura a la presidencia de la República en 1928. Mas, según Henríquez Ureña, Vasconcelos no pudo soportar el aislamiento político en que se encontró a su regreso de Sudamérica: “La realidad es que él se sintió aislado, postergado, y deshechos sus sueños de candidatura presidencial, y hasta quizás de poder continuar en el gobierno, con lo cual su candidatura, de no ser en 1924, sería en 1928.” 145 El mismo año que dejó la Secretaría contendió como candidato al gobierno del Estado de Oaxaca, pero la campaña fue un fracaso y decidió nuevamente dedicarse a escribir. Aceptó la corresponsalía en el extranjero de El Universal y se exilió voluntariamente hasta 1929.146 Durante esos años recorrió Europa, llegando hasta Estambul, y residió un tiempo en París, desde donde enviaba artículos llenos de insultos contra Plutarco Elías Calles por haber llevado a México, decía, a un nivel más degradado que el Porfiriato.147 También imparte conferencias en universidades y publica La raza cósmica (1925), Indología (1927) y Tratado de metafísica (1929). La raza cósmica intenta definir el lugar de América Latina en el marco de la cultura mundial y la importancia del mestizaje para la creación de una nueva raza, descendiente directa del pueblo atlante, que significará la unidad y culminación espiritual de la humanidad. Indología es una ampliación de La raza cósmica que propone el ascenso hacia la quinta raza, para lo cual las civilizaciones deben atravesar primero los estados de barbarie, democrático, económico, técnico y estético, del que emana la raza cósmica. En el capítulo siguiente se describe y analiza el contenido de La raza cósmica, bajo una perspectiva biológica, basada en lo propuesto por Ruiz y Ayala en El núcleo duro del darwinismo, a fin de explorar la influencia de la teoría de la 145

Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 668.

146

Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.

147

Ibíd.

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evolución de Charles Darwin en el pensamiento del filósofo mexicano José Vasconcelos. Aunque sumamente interesante, Indología no será objeto del análisis del presente trabajo.

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Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario La raza cósmica es un ejemplo de la influencia de la teoría de la evolución de Darwin en la literatura mexicana. En ella, Vasconcelos expresa su rechazo al darwinismo como justificación de la superioridad de las razas europeas, sin oponerse a la evolución; y propone, en cambio, el mestizaje como camino hacia una quinta raza universal, que supere a todas las anteriores. Con base en lo anterior, este tercer capítulo explora la relación entre ciencia y literatura, mediante un análisis retrospectivo de La raza cósmica, desde una perspectiva biológica.

De la obra En 1922, el presidente Álvaro Obregón (1880-1928) designó a Vasconcelos como embajador especial para representar a México en la celebración del aniversario de la Independencia de Brasil y la ceremonia de toma de posesión del presidente argentino Marcelo Alvear (1868-1942), quien sustituye a Hipólito Yrigoyen. Así, de agosto a diciembre de ese año, el entonces secretario de Educación recorre ambos países latinoamericanos, así como Chile y Uruguay.148 A su regreso, después de abandonar su cargo en la Secretaría de Educación Pública en 1924, Vasconcelos revisa sus notas de viaje, y tras complementarlas con los artículos publicados en la prensa de los países visitados —la mayoría de los cuales habían sido reproducidos en el Boletín de la SEP—, y añadir un breve ensayo introductorio sobre el surgimiento de una quinta raza,149 publica La raza cósmica, en 1925. La raza cósmica consta principalmente de dos secciones: “El mestizaje”, en la que expone su teoría sobre la conformación de una quinta raza universal que llevará a la humanidad hacia un estado superior del espíritu; y “Notas de viaje”,

148

Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 595.

149

Op. Cit., pág. 639.

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que alberga la descripción de su viaje por América Latina y las reflexiones que lo llevaron a concebir “la raza cósmica”. Para el presente trabajo, se consultó la cuarta edición de la obra (1948), 150 que incluye un breve prólogo de escritura posterior al término de la Segunda Guerra Mundial, en el que Vasconcelos afirma: Es tesis central del presente libro que las distintas razas del mundo tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto con la selección de cada uno de los pueblos existentes. Se publicó por primera vez tal presagio en la época en que prevalecía en el mundo científico la doctrina darwinista de la selección natural que salva a los aptos, condena a los débiles; doctrina que, llevada al terreno social por Gobineau, dio origen a la teoría del ario puro, defendida por los ingleses, llevada a imposición aberrante por el nazismo. Contra esta teoría surgieron en Francia biólogos como Leclerc de Sablon y Nöuy, que interpretan la evolución en forma diversa del darwinismo, acaso opuesta al darwinismo. Por su parte, los hechos sociales de los últimos años, muy particularmente el fracaso de la última gran guerra, que a todos dejó disgustados, cuando no arruinados, han determinado una corriente de doctrinas más humanas. Y se da el caso de que aun darwinistas distinguidos, viejos sostenedores del espencerianismo, que desdeñaban a las razas de color y las mestizas, militan hoy en asociaciones internacionales, que como la Unesco, proclaman la necesidad de abolir toda discriminación racial y de educar a todos los hombres 151 en igualdad, lo que no es otra cosa que la vieja doctrina católica que afirmó la aptitud del indio para los sacramentos y por lo mismo su derecho de casarse con blanca o con amarilla.

Queda claro entonces que Vasconcelos no desconoce ni está en desacuerdo con la idea de la evolución, pero sí con su utilización para justificar la opresión de los pueblos, que él asocia directamente con Darwin y sus teorías.

150

Vasconcelos, J. (2007 [1925]). La raza cósmica (4 ed.). México: Porrúa.

151

Cuando se habla de “hombres” en la obra de Vasconcelos y en el presente trabajo se utiliza la acepción patriarcal en la que la palabra engloba tanto al hombre como a la mujer, y que significa en realidad “la humanidad” o “el ser humano”.

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Cabe resaltar que, aunque las premoniciones de Vasconcelos tienen una carga fuertemente espiritualista —que ya ha sido analizada por otros autores 152— este trabajo no se ocupa de dicho aspecto de la filosofía vasconceliana; y se aboca, en cambio, a identificar cuál fue la influencia de los planteamientos evolutivos de Darwin en el discurso de Vasconcelos; aún cuando queda claro que sus concepciones distan de ser darwinistas.

El Mestizaje La primera sección del libro comienza con el “Origen y objeto del continente. Latinos y sajones. Probable misión de ambas razas. La quinta raza o raza cósmica”, y la afirmación de que de acuerdo con “geólogos autorizados” el continente americano alberga zonas tan antiguas que preceden a los pueblos de Oriente y Europa. En particular se refiere a la región de los Andes y a los asentamientos mayas, quechuas y toltecas, que dice son descendientes de la civilización atlante, de la que se habla en los diálogos de Platón.153

152

Amador Saavedra, B. (Octubre de 2013). La cultura y la misión iberoamericana en La raza cósmica: Un acercamiento al espiritualismo de José Vasconcelos. Tesis para obtener el título de Licenciada en Filosofía. México: Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM. 153

“… los dioses echaron suertes sobre las diferentes partes de la tierra; que los unos obtuvieron un territorio grande, otros uno pequeño, y que todos establecieron templos y sacrificios. Neptuno, a quien correspondió la Atlántida, colocó en una parte de esta isla los hijos que había tenido de una mortal. […] Hizo muros y fosos con tierra y agua del mar alternativamente, unos más pequeños, otros más grandes, dos de tierra y tres de agua, ocupando el centro de la isla, de manera que todas sus partes se encontraran a igual distancia del mismo. La hizo por lo tanto inaccesible, porque entonces no se conocían ni las naves ni el arte de conducirlas. […] Estos hijos de Neptuno y sus descendientes; sometieron en estos mares otras muchas islas y extendieron su dominación más allá, según hemos dicho, hasta Egipto y la Tirrenia. […] Era tal la inmensidad de riquezas que ninguna familia real ha poseído ni poseerá jamás una cosa semejante. […] todos los perfumes que la tierra produce hoy, en cualquier lugar que sea, raíces, yerbas, plantas, jugos destilados por las flores o los frutos, se producían y criaban en la isla […]; todos estos divinos y admirables tesoros se producían en cantidad infinita en esta isla, que florecía entonces en algún punto a la luz del sol. […] No se podía, sin llenarse de admiración, contemplar tanta grandeza y belleza tanta. […] Pero cuando la esencia divina se fue aminorando por la mezcla continua con la naturaleza mortal; cuando la humanidad superó en mucho; entonces, impotentes para soportar la prosperidad presente, degeneraron.” (1872). “Critias”. En Platón, Obras completas de platón (P. d. Azcárate, Trad., ed. facsimilar, Vol. 2, pp. 265-291). Madrid: Medina y Navarro Editores.

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De acuerdo con Vasconcelos, en un principio, todas las razas estaban unidas en un solo continente: la negra del Sur (lemurios), la de los hombres rojos (atlantes), los amarillos y los blancos. Para él: Explica mejor el proceso de los pueblos esta profunda hipótesis legendaria que las elucubraciones de geólogos como Ameghino, que ponen el origen del hombre en “la Patagonia”, una tierra que desde luego se sabe es de formación geológica reciente. En cambio, la versión de los Imperios étnicos de la prehistoria se afirma extraordinariamente con la teoría de Wagner de la traslación de los continentes.154

Entonces, afirma, es de suponer que “en determinada región de una masa continua se desarrolla una raza que después de progresar y decaer era sustituida por otra”,155 y al separarse esta gran masa de tierra se generó la distribución actual de las razas humanas; por lo que no sería necesario recurrir a la hipótesis de migraciones de un continente a otro, que, en su pensamiento, son absurdas. 156 Para él, la teoría de Wagner también implica que los pueblos latinoamericanos sean descendientes del imperio atlante —cuyas huellas, según el autor, aún son visibles en sitios como Chichén Itzá y Palenque—, ya que “la comunicación entre Australia, la India y Madagascar se interrumpió antes que la comunicación entre América del sur y el África”,157 lo que confirma que “el sitio de la civilización lemuriana”158 se desvaneció antes del florecimiento de la Atlántida, dado que éste es el último continente que desapareció, como lo demuestra el que el Atlántico sea el mar de formación más reciente.159

En Timeo, se narra también cómo los dioses “purificaron la tierra por medio de las aguas”, destruyendo lo que fuera el imperio atltante; y de los pocos que se salvaron fue que surgió la gran ciudad de Atenas. (1872). “Timeo”. En Platón, Obras completas de Platón (P. d. Azcárate, Trad., Facsimilar ed., Vol. 2, pp. 148-264). Madrid: Medina y Navarro Editores. 154

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 3.

155

Ibíd.

156

Ibíd.

157

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 4.

158

Ibíd.

159

Ibíd.

66

Tras estos sucesos, de acuerdo con Vasconcelos, la raza de los atlantes floreció y prosperó en América, hasta que cumplió su ciclo y decayó en los imperios azteca e inca. Fue entonces cuando “la civilización intensa se trasladó a otros sitios; deslumbró en Egipto; se ensanchó en la India y en Grecia injertando razas nuevas.160 Este proceso de mestizaje, según Vasconcelos, consistió de cuatro etapas y generó cuatro troncos (Figura 3): el negro, el mongol, el blanco y el indio.

Figura 3. Etapas de mestizaje y troncos raciales.

El recuento del autor demuestra, en primer lugar, que estaba convencido de la existencia de las diferentes razas humanas; y en segundo, que atribuye su “evolución” por hibridación, principalmente, a motivos biogeográficos. No existe para él un aislamiento reproductivo, pero sí uno geográfico, que se mantiene vigente hasta que las razas se volvieron a encontrar tras el descubrimiento de América. Es en la civilización blanca, la colonizadora, en la que se concentran todos sus esfuerzos de análisis, ya que —según su pensamiento— es emigradora y, aunque se cree llamada a predominar, como otras razas se creyeron antes que ella, ha sentado “las bases materiales y morales para la unión de todos los 160

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 5.

67

hombres en una quinta raza universal, fruto de las anteriores y superación de todo lo pasado”,161 a la que él denomina “la raza cósmica”. Es evidente que el desprecio de Vasconcelos por los aires de superioridad del “hombre blanco” no le impide establecer, quizá de manera inconsciente, la superioridad espiritual de la raza que nacerá de América.

Procede a explorar la

relación entre latinos (españoles y portugueses) y sajones (ingleses y holandeses), analizando la historia como una pugna entre ambos pueblos por el dominio del mundo, que “ha llegado a ser, sigue siendo nuestra época, pugna de instituciones, de propósitos e ideales”.162 Uno de estos ideales, el más representativo

para

Vasconcelos

es

el

pensamiento

científico,

y

muy

particularmente el darwinismo, que el sajón utiliza para respaldar su superioridad sobre todas las demás razas.163 Camino al presagio que constituye la tesis central de esta obra, habla sobre cómo el latino se ha dejado vencer por el sajón, sobre todo, por falta de unidad: Despojados de la antigua grandeza, nos ufanamos de un patriotismo exclusivamente nacional, y ni siquiera advertimos los peligros que amenazan a nuestra raza en conjunto. […] Se perdió la mayor de las batallas el día que cada una de las repúblicas ibéricas se lanzó a hacer vida propia, vida desligada de sus hermanos, concentrando tratados y recibiendo beneficios falsos, sin atender a los intereses comunes de la raza. […] Ni siquiera se ha podido lograr la unidad nacional de los cinco pueblos centroamericanos, porque no ha querido darnos su venia un extraño, y porque nos falta el patriotismo verdadero que sacrifique el presente al porvenir.164

No es entonces que Vasconcelos no sienta un “instinto” patriótico, sino que su patriotismo es regional y se limita a Latinoamérica, ya que Norteamérica, con

161

Ibíd.

162

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 6.

163

Op. Cit., pp. 28, 29, 31.

164

Op. Cit., pág. 7.

68

sus pretensiones de dominación —que han resultado más que ciertas— le incomoda lo mismo que los ingleses, que en ella establecieron colonias. En su visión del mundo, el sajón ha prosperado porque ha sabido mantenerse unido y trabajar hacia un fin común, con ideales comunes: La separación política nunca ha sido entre ellos obstáculo para que en el asunto de la común misión étnica se mantengan unidos y acordes. La emancipación, en vez de debilitar a la gran raza, la bifurcó, la multiplicó, la desbordó poderosa sobre el mundo.165

Sobra decir que cuando se elige un enemigo común, es imposible ver en el los diferentes matices, aun cuando estos se hayan dejado o archivado para más tarde por el establecimiento de alianza políticas. El gran obstáculo para la unión de los latinos, dice Vasconcelos, es la geografía accidentada del continente; y para vencer las barreras es necesario, primero, poner el orden el espíritu. Es su convicción que todas las razas cumplen sobre la tierra un propósito, y una vez completada su misión desaparecen para no regresar más. Es ese el destino que él ve para el sajón cuando afirma: Los días de los blancos puros, los vencedores de hoy, están tan contados como lo estuvieron los de sus antecesores. Al cumplir su destino de mecanizar al mundo, ellos mismos han puesto, sin saberlo, las bases de un periodo nuevo, el periodo de la fusión y la mezcla de todos los pueblos. El indio no tiene otra puerta hacia el porvenir que la puerta de la cultura moderna, ni otro camino que el camino ya desbrozado de la civilización latina. También el blanco tendrá que deponer su orgullo, y buscará progreso y redención posterior en el alma de sus hermanos de las otras castas, y se confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades superiores de la especie, en cada una de las modalidades que tornan múltiple la revelación y más poderoso el genio.166

El párrafo anterior sugiere que para Vasconcelos, la evolución es teleológica, tiene un fin y un propósito. Cada raza cumplió un papel en la historia, y 165

Op. Cit., pág. 10.

166

Op. Cit., pág. 13.

69

cuando se llegue al fin último, su existencia y la división en variedades ya no serán necesarias. Por supuesto, todo ello será posible gracias a las características de hermandad que definen a la cultura latinoamericana. El fin último de la historia, dice, “es lograr la fusión de los pueblos y las culturas”. Y es por eso que nuestra civilización (la latina) está llamada a asimilar y fusionar a todas las razas para crear un nuevo tipo de hombres, alega Vasconcelos, una quinta raza. De acuerdo con su teoría, el español tiene una “abundancia de amor” que le permitió cruzarse con el indio y con el negro para crear una raza nueva; a diferencia del inglés, que sólo se cruza con el blanco y logró así el exterminio del indígena.167 Para el autor, la estética y el espíritu van ligados, y será así como se conformará esa raza superior que será unión de todas las anteriores: mediante una selección que permitirá el cruce de lo bello con lo bello, siguiendo una “ley del gusto”: el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no estará ya sujeto a la necesidad sino al gusto; en el último caso a la curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una persona entre la multitud.168

También la estética en el arte y la cultura tendrán un papel central en la nueva civilización, pues significan la exaltación del espíritu. Habla por ejemplo de la nueva arquitectura: La conquista del trópico transformará todos los aspectos de la vida; la arquitectura abandonará la ojiva, la bóveda, y en general, la techumbre, que responde a la necesidad de buscar abrigo; se desarrollará otra vez la pirámide; se levantarán columnatas en inútiles alardes de belleza y quizá construcciones en caracol, porque la nueva estética tratará de amoldarse a

167

Op. Cit., pág. 14.

168

Op. Cit., pág. 23.

70

la curva sin fin de la espiral, que representa el anhelo libre; el triunfo del ser en la conquista del infinito.169

En la forma de las construcciones, él ve reflejada la opresión que deriva de la división. La libertad que ha de venir de la hibridación que producirá una sola raza homogénea significa libertad. De allí las construcciones abiertas que profetisa para el futuro. La ley del gusto y la estética corresponde al tercero de tres periodos que establece en la historia de las civilizaciones: el periodo estético. El primero es el de la violencia (el material), en el que un pueblo trata de imponerse a otro por medio de la fuerza; y el segundo es el de la razón (el periodo intelectual), que coloca a la lógica como guía principal de las conductas humanas, y que es, de acuerdo con el autor, el periodo en el que se encuentra la humanidad actualmente. Concluye la sección con el planteamiento de que los tres periodos de la historia simbolizan “la ley de los tres estados”, y mediante el ejercicio de esta triple ley se llegará en América, antes que en ningún otro sitio, “a la creación de una raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”. 170

Notas de viaje Continúa la obra con sus “notas de viaje”, que son en esencia una descripción de su visita a Brasil y Argentina en 1922; enfocada principalmente al enorme placer estético y espiritual que sintió durante el recorrido. Aquellas reflexiones que son pertinentes para el tema que nos convoca se detallan más adelante, por lo que esta sección consiste en un trazo general del recorrido de Vasconcelos, a modo de contexto. La sección comienza con una “premonición”, en la que explica que años antes de iniciado su viaje, durante su destierro a Nueva York, se sintió llamado a 169

Op. Cit., pág. 20.

170

Op. Cit., pág. 35.

71

visitar América del Sur, y desde entonces soñaba con recorrer sus paisajes; hasta que dos o tres años más tarde fue nombrado embajador en una misión especial a Brasil y Argentina, y finalmente pudo presenciar sus maravillas. El recorrido de Vasconcelos por Sudamérica (Figura 4) inicia en Brasil, a donde llegó por barco al puerto de Bahía. Destaca al leer su experiencia que aún antes de desembarcar estaba convencido de que al sur del continente encontraría la promesa de un futuro. En esos términos narra su discusión a bordo con un antropólogo del Instituto XX de Washington D.C.: Hablamos de Río de Janeiro, que nos aguarda luminoso y risueño; pero él se acuerda de Nueva York y asegura, con toda la autoridad de su ciencia evolutiva que hacia el tipo neoyorquino tienden o deben tender todas las ciudades futuras. […] Pocas noches antes el darwinista había afirmado, en conferencia pomposa, que la evolución no ha terminado, continúa su proceso en el cerebro humano. Según los datos más recientes, decía, el peso del cerebro sigue aumentando; el tipo humano se perfecciona, siendo lo más adelantado en la raza blanca, y ya dentro de la raza blanca, lo más perfecto está en los Estados Unidos, y ya dentro de los Estados Unidos, allí donde es más pura la cepa, más o menos por el Tennessee; estos recuerdos me provocan una carcajada, y le digo: —Desengáñese, profesor, la civilización fracasó en Norteamérica y se está trasplantando como siempre, hacia el Sur. Esto lo va usted a comprobar cuando regrese a Nueva York, después de conocer Sudamérica.171

De Bahía se traslada a Río de Janeiro, que describe como una gran y hermosa ciudad, y donde visita “la punta más hermosa de todo el planeta”: el Peñón de Pan de Azúcar; y observa playa Botafogo.

171

Op. Cit., pág. 44.

72

Figura 4. Principales zonas visitadas por Vasconcelos durante su viaje por América del Sur, en 1922. La numeración corresponde al orden de visita. El viaje comienza en Bahía con el número 1 y termina en Buenos Aires con el 21.

73

Sigue su trayecto a São Paulo, una de las dos regiones cercanas a la capital que se compromete a visitar, debido a la limitación de tiempo. Allí visita una Escuela Normal, una cárcel, el Instituto Butantan de investigación biomédica, el Teatro Municipal, un parque y una biblioteca en las campiñas, y la hacienda “Fazenda de Chapadao”. También viaja brevemente con sus anfitriones a Paranaíba172 a visitar los talleres donde se elaboraban las piezas de ferrocarril. A donde va lo acompañan muestras de hermandad y honores al pueblo mexicano, actitud que lo complace y conmueve profundamente. De São Paulo dice “… cuna de brasileños ilustres, fecundo en la historia del país y colmena del presente. […] Su escudo podría ser el martillo de forja, el cafeto que despierta el espíritu y la estrella que orienta la civilización”.173 Hay que recordar que todas estas visitas se inscriben en un “tour” oficial organizado por el Estado, por lo que si había pobreza, injusticia o desigualdades no llegó a presenciarlas; y en su mente, el Brasil no albergaba sino maravillas. Viaja después a Santos para presidir el final de la sesión de la “Bolsa de café”, tras lo cual logra escaparse de las comitivas y recorre la playa. A su regreso a São Paulo visita la Universidad Paulista, antes de retornar a Río de Janeiro para celebrar el Centenario de la Independencia brasileña, que es uno de los dos grandes objetivos oficiales de su viaje. Tras observar los preparativos para el Centenario, antes de la fiesta visita Minas Gerais, que describe como el Guanajuato de Brasil, cuyo exterior es pobre, “aunque su interior sea muy rico”; y después de visitar tres poblaciones llega a Bello Horizonte, la capital del Estado. Esa ciudad la encuentra grande y próspera, aunque, a su juicio, aún hace falta que llegue más gente para poblarla. El día 172

Aunque existe registro histórico del recorrido de Vasconcelos por Brasil y Argentina, ya que la prensa lo seguía fielmente, el recorrido aquí trazado se basa únicamente en lo que él declara en La raza cósmica, por lo que se marcó la ciudad de Paranaíba creyendo que se trata de la población a la que se refiere el autor cuando dice: “¿Fue en Paranahybo, o en algún sitio de nombre semejante cercano a San Paulo?”. Op. Cit., pág. 65. 173

Op. Cit., p. 54.

74

siguiente a su llegada lo dedica a visitar escuelas, en compañía del ministro de Instrucción Pública, Alfonso Penha. También en Bello Horizonte realiza su visita oficial a Artur da Silva Bernardes, presidente saliente de Minas Gerais y el doceavo presidente electo de Brasil. De Bello Horizonte se dirige a Ouro Preto. Allí conoció la Escuela de Minas y el Museo de la Escuela, cuya colección de minerales lo dejó complacido. De esta ciudad concluye que “quizá sea Ouro Preto la única ciudad del Brasil que recuerda el pasado. En todas las demás, como en sus bosques y cielos, el Brasil es porvenir”. Continúa su recorrido pasando por Queluz —que recorre a pie por unas horas—, hasta llegar a Barbacena. En las afueras inaugura un manicomio, cuya estética, al estilo holandés, lo ofende profundamente. Regresa luego a la ciudad principal y sigue su viaje hacia el Oriente. Pasa por Juiz de Fore, Copacabana, Petrópolis y Corcovado, hasta llegar de nuevo a Río de Janeiro, donde asiste al desfile militar que celebra el Centenario de la Independencia. La Escuela Militar de Brasil no fue parte del programa, y a los mexicanos se les concedió el honor de escoltar al Presidente, lo que conmovió a Vasconcelos. En Río de Janeiro visita también la isla de Paquetá, antes de partir por tierra en ferrocarril hasta Uruguay. Durante la trayectoria aprecia Passo Fundo, el Paraná, Río Grande, Puerto Alegre y Santa Ana do Livramento, antes de llegar, finalmente, a Buenos Aires, Argentina. De Argentina se expresa con el placer esperado, aunque con menos candor que de Brasil. Su primera visita oficial es a Yrigoyen, el presidente saliente. Después se dirige a Córdoba y hace una breve parada de sólo cuarenta minutos en la ciudad de Rosario, que le recuerda a Tampico. Al llegar a Córdoba elogia la arquitectura, mezcla de coloniaje y modernidad; pero sobre todo señala las virtudes del movimiento universitario estudiantil en Argentina. De regreso en Buenos Aires atiende compromisos políticos y asiste gustoso a una fiesta teatral organizada por la Unión Nacional Argentina, que le parece 75

similar a los eventos llevados a cabo en México por el entonces Secretario de Educación Pública; y a una celebración en la Universidad de La Plata. Quizá el sitio argentino que guardaba para Vasconcelos mayor interés fueron las cataratas de Iguazú, que quería visitar desde que se encontraba en Los Ángeles. En sus propias palabras “el Iguazú es la mayor fuerza virgen y libre que hasta hoy se conoce; el pueblo que domine el Iguazú será el pueblo de América”. De tal manera que insiste en visitar las cataratas, aún en contra de los deseos de sus huéspedes, que deseaban que pasara más tiempo en Buenos Aires. Inicia el camino en ferrocarril y continúa en un ferry que atraviesa el Paraná. Durante el recorrido divisa el puerto uruguayo de Salto y visita Concordia por treinta minutos. Asimismo, aprecia la región de Entre Ríos, se detiene brevemente en Paso de los Libres, y asiste a un desfile de alumnos y maestros en Posadas. Desde este poblado ve a lo lejos el puerto paraguayo de Concepción, que no visita por falta de tiempo y porque entonces se hallaba situado por los rebeldes que se levantaron en armas contra el gobierno durante la guerra civil paraguaya. Finalmente, el barco atraca en Puerto Aguirre, desde donde se dirige a las cataratas y se maravilla con el peñón Bella Vista; los saltos Lanusse, Bossetti, Los Tres Mosqueteros, Unión, Belgrano, Floriano Peixoto; la Garganta del Diablo, y todos los demás elementos que componen el paisaje. El viaje termina de regreso en Buenos Aires, que califica como “nuestro París, la capital de nuestra América”, en “el pensamiento argentino”: el último subcapítulo de la obra.

Vasconcelos y el problema de la raza Al leer en ensayo de Vasconcelos, salta a la vista que la raza para él es una entidad no sólo importante, sino primordial para explicar la evolución cultural del ser humano. Siendo “la raza” la unidad principal en la que se expresa la profecía vasconceliana de la raza cósmica, es preciso definir qué es aquello a lo que se refiere como “raza”. 76

Aunque, como ya se mencionó, el autor considera cuatro razas que coexisten al momento de escribir su obra y cuatro troncales, delimitadas entre ellas por el color de la piel, habla también de otras razas, que se caracterizan por su ubicación geográfica, cultura, religión y alianzas políticas. De acuerdo con Claude Fell “en la mente de Vasconcelos, [la raza] es una amalgama de conceptos de ‘cultura’, ‘civilización’, ‘pueblo’, ‘costumbres’, ‘lengua’”.174 Así, habla, por ejemplo, de la raza de los egipcios, las razas europeas, el negro, el blanco, el hombre rojo, el amarillo, la raza latina, la raza iberoamericana, y la raza hebrea, por mencionar algunas. Para él las razas parecen ser “variedades”, en las que no existen barreras biológicas para la reproducción; aunque cuando habla del surgimiento de las razas actuales sí menciona barreras geográficas. Para Vasconcelos, las barreras son más bien intelectuales, ya que menciona que “el mestizaje de factores muy disimiles tarda mucho en plasmar”.175 Con “disímiles” se refiere a las diferencias culturales. Sin embargo, no se trata de barreras impenetrables, pues afirma que “los mestizajes más contradictorios pueden resolverse benéficamente siempre que el factor espiritual contribuya a levantarlos”.176 En el componente espiritual menciona a la religión, específicamente a la religión católica. Esto significa que el autor da mayor importancia a la cultura, la educación y la religión como definitorios de la raza que al color de la piel y otros rasgos físicos. Lo que concuerda con lo propuesto por Fell.

Vasconcelos y el darwinismo: el caso de La raza cósmica A la luz del pensamiento expresado en el resto de su obra, no es de sorprender que el desprecio de Vasconcelos por el positivismo —y por el darwinismo en particular— asome reiteradamente a lo largo de La raza cósmica. En una época

174

Fell, C. Op. Cit., pág. 639.

175

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. XVII.

176

Ibíd.

77

de definiciones nacionalistas, en México como en toda América Latina,177 el darwinismo es para el autor el estandarte del enemigo cuando afirma: En la época contemporánea, cuando el orgullo de los actuales amos del mundo afirma por la boca de sus hombres de ciencia la superioridad étnica y mental del blanco del Norte, cualquier profesor puede comprobar que los grupos de niños y de jóvenes descendientes de escandinavos, holandeses e ingleses de las universidades norteamericanas son mucho más lentos, casi torpes, comparados con los niños y jóvenes mestizos del Sur.178

Estas declaraciones parecen provenir de un odio casi irracional y un prejuicio profundo hacia los sajones que nubla el pensamiento, ya que aunque habla de unidad y de algo que cada raza puede aportar al porvenir, al mismo tiempo descalifica deliberadamente al blanco y, en particular al europeo. Es curioso también que pese a su rechazo verbal al positivismo adopta frecuentemente “el método” en sus elucubraciones, como al iniciar el análisis sobre el destino de la raza, cuando dice: “ensayemos, pues, explicaciones, no con fantasía de novelista, pero sí con intuición que se apoya en los datos de la historia y la ciencia”,179 ya que, en su pensamiento, “sólo un salto del espíritu, nutrido de datos, podrá darnos una visión que nos levante por encima de la microideología del especialista”.180 La explicación tan criticada por él mismo cuando se expresa en boca de los “hombres de ciencia” se convierte en válida e indispensable para sus propias reflexiones. Más adelante, al dividir la historia en tres periodos, sostiene que durante el primero y el segundo —el material y el intelectual— “a causa del aislamiento y de

177

Rodriguez de Magis, M. E. (Oct de 1964). "México y las Corrientes Nacionalistas en América Latina". Journal of Inter-American Studies, 6(4), 521-527. 178

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.

179

Op. Cit., pág. 5.

180

Ibíd.

78

la guerra, la especie humana vive en cierto sentido conforme a las leyes darwinianas”;181 y del último asevera que: Los ingleses, que sólo ven el presente del mundo externo, no vacilaron en aplicar teorías zoológicas al campo de la sociología humana. Si la falsa traslación de la ley fisiológica a la zona del espíritu fuese aceptable, entonces hablar de la incorporación étnica del negro sería tanto como defender el retroceso. La teoría inglesa supone, implícita o francamente, que el negro es una especie de eslabón que está más cerca del mono que del hombre rubio. No queda por lo mismo, otro recurso que hacerlo desaparecer. En cambio, el blanco, particularmente el blanco de habla inglesa, es presentado como el término sublime de la evolución humana. 182

Destaca en estas reflexiones que no hay un rechazo explícito a las teorías zoológicas, sino a su aplicación al campo de la sociología humana; lo que sugiere además que conoce la diferencia entre darwinismo y lo que hoy llamamos darwinismo social —que él refiere en más de una ocasión como spencerianismo—, aunque la distinción no siempre se hace evidente. Al expresar su opinión sobre lo que juzga son los ideales del pueblo inglés, habla de cómo la teoría de Darwin sirvió para justificar la superioridad de los pueblos europeos: La misma ciencia oficial es en cada época un reflejo de esa soberbia de la raza dominante. Los hebreos fundaron la creencia de su superioridad en oráculos y promesas divinas. Los ingleses radican la suya en observaciones relativas a los animales domésticos. De la observación de cruzamientos y variedades hereditarias de dichos animales fue saliendo el darwinismo, primero como una modesta teoría zoológica, después como biología social que otorga la preponderancia definitiva al inglés sobre todas las demás razas. Todo imperialismo necesita de una filosofía que lo justifique. […] Los británicos predican la selección natural, con la consecuencia tácita de que el reino del mundo corresponde por derecho natural y divino al dolicocéfalo de las Islas y sus descendientes. […] Nosotros nos hemos educado bajo la filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere de una manera sincera, 181

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.

182

Op. Cit., pág. 28.

79

pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros. De esta suerte, nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la decadencia irreparable del oriental. La rebelión de las armas no fue seguida de la rebelión de las conciencias.183

Más aún, incorpora en su argumento las teorías del científico anti-darwinista contemporáneo Jakob von Uexküll (1864-1944),184 y el pensamiento de Gregor Mendel (1822-1884) para justificar la existencia de un plan en la naturaleza, y aclara que esto “contraría el darwinismo, por lo menos, en la interpretación de los darwinistas que niegan que la Naturaleza obedezca a un plan”. 185 Es decir que conoce la diferencia entre la teoría de la evolución como la expresó Darwin y el uso político-ideológico que se hizo de ella; además de que claramente se mantiene al tanto de los avances científicos. Tal vez por ello no adopta el darwinismo en su discurso, sino que sostiene una postura evolucionista no darwiniana que pareciera incluso más cercana —como él mismo afirma— al mendelismo, por basarse en la hibridación. De la “ley de Mendel” afirma que debe formar parte del nuevo patriotismo, pues de la defensa de “la intervención de factores vitales en la rueda motriz físicoquímica”186 interpreta que “las distintas facultades del espíritu toman parte en los

183

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 29.

184

En 1920, el biólogo y estético estonio-alemán Jakob Johann von Uexküll desarrolla el concepto de Umwelt para explicar la relación entre el animal y el medio con base en la percepción, de manera que cada animal reconoce su propio mundo de forma diferente a la del ser humano. El círculo funcional de la relación del animal con el medio se compone de un mundo de percepción (Merkwelt) y uno de acción (Wirkwelt), en los que se comprende al sujeto y la cosa. El animal sólo percibe lo que debe percibir y todo el resto es ignorado, por lo que su interacción con el mundo se limita a las elementos que le son relevantes. A lo largo de su carrera, Uexküll ataca abiertamente al darwinismo en incontables ocasiones, declarando incluso en 1951 que “hay que borrar al darwinismo de la serie de las teorías científicas”. Para mayor referencia se puede consultar: Heredia, J. M. (2011). “Etología animal, ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll”. Filosofia e História da Biologia, 6(1), 69-86. 185

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 32.

186

Ibíd.

80

procesos del destino”,187 y se convierte para él en una de las tendencias del futuro: mendelismo en biología y socialismo en el gobierno, que junto con los factores espirituales llevarán al surgimiento de la quinta raza. Es tal su rechazo al darwinismo —que asocia con el dominio sajón y norteamericano del mundo— que provoca fricciones en su recorrido por Brasil y Argentina. La primera sucedió en el barco que lo llevaría a Bahía, con un antropólogo norteamericano; y la segunda durante su conferencia en la ciudad de Córdoba, en respuesta a las palabras de un profesor europeo que habló sobre la moral fundada en la ciencia de los positivistas. Sobre su propia conferencia afirma: Mis odios científicos se desbordaron; me burlé del darwinismo spenceriano, juzgándolo como una moral zoológica, que debe ser superada mediante las dotes de la conciencia y la revelación cristiana. Expliqué cómo toda la educación pública de México había sido reorganizada conforme a la tesis de la igualdad del indio y el blanco, y en consciente oposición de la doctrina contraria que ciertos países profesan como una parte de la campaña del imperialismo para la conquista de los mercados. 188

De manera que, durante su viaje por América Latina, siempre que Vasconcelos se siente adverso a algo o a alguien tiene que ver uno con dos motivos, que además para él se encuentran interconectados: el darwinismo y la injusticia.

En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento vasconceliano Aunque Vasconcelos no formula una teoría sobre la evolución del hombre y los animales ni se expresa, por lo general, en términos estrictamente darwinistas, para efectos del presente trabajo, se interpreta la “teoría” de la raza cósmica bajo una mirada biológica —inserta en el darwinismo— a fin de analizar su contenido en los 187

Ibíd.

188

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 124.

81

términos que se establecen en El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala (Capítulo I), que evidentemente no abarcan la obra de Vasconcelos, aún cuando es claramente evolucionista.

El caso del hombre En La raza cósmica poco se habla de las especies zoológicas —y aún menos de las que componen otros reinos— como algo más que elementos que embellecen el paisaje. Sin embargo, en el caso del hombre hay un esfuerzo importante por determinar los procesos que llevarán a la creación de una quinta raza. En cuanto al surgimiento primero del hombre y de otras especies, Vasconcelos afirma que todo fue creado por una “fuerza que asciende”. Gracias a ella todo en la creación es hermoso, y el único error es el hombre, a menos que sólo sea un tránsito. Asimismo, al visitar las playas más allá de Copacabana reflexiona que “la Naturaleza crea por géneros, no por individuos”. A lo largo de la obra no se aprecian conceptos centrales para el darwinismo; pero sí secundarios, que aunque con modificaciones, pueden identificarse dentro de la explicación vasconceliana de la formación de razas. Por ejemplo, al tratar de explicar el mestizaje, cómo ha venido sucediendo a lo largo de la historia y cómo será en el futuro, considera el factor de la variación y piensa, tal vez sin advertirlo, en términos de cuasi-selección natural, artificial y sexual; como se explica a continuación.

Variación Para Vasconcelos hay variedades entre los hombres, que se identifican sobre todo con el color de piel, el instinto y las inclinaciones del espíritu. Como se vio en el apartado de Mestizaje, clasifica los tipos humanos en cuatro troncos iniciales (negro, rojo, amarillo y blanco) y cuatro razas actuales (negro, oriental, blanco e indio), que son diferentes de las iniciales. Dos de las razas actuales (blanco e 82

indio) descienden del tronco de la raza blanca, mientras que la raza de los hombres rojos se extinguió en América.189 Pese a las diferencias identificadas, es claro que para Vasconcelos la especie humana es una sola cuando declara: “el blanco tendrá que deponer su orgullo, y buscará progreso y redención posterior en el alma de sus hermanos de otras castas, y se confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades superiores de la especie”;190 pero el que sea una sola no le impide ver en la variedad que ubica en América Latina una raza superior a las demás. Con las variedades de hombres que se encuentran en la naturaleza, Vasconcelos vaticina una mezcla que llevará a una raza universal, que ya no se va a definir sólo por el color de la piel o por rasgos particulares. Esta raza, la raza definitiva, culminación de todo lo pasado, requiere de ciertas condiciones para surgir. En sus propias palabras: Para acercarnos a este propósito sublime es preciso ir creando, como si dijéramos, el tejido celular que ha de servir de carne y sostén a la nueva aparición biológica. Ya fin de crear ese tejido proteico, maleable, profundo, etéreo y esencial, será menester que la raza iberoamericana se penetre de su misión y la abrace como un misticismo.191

Es decir, que, aunque no habla de eliminar deliberadamente las razas inferiores, éstas sí tenderán a desaparecer, de manera natural, al unirse —o diluirse— con la raza latina. Habla también de la aparición de variaciones por el “cruce de contrarios”, lo que amplía las posibilidades disponibles para la cruza humana. Este concepto se explora a mayor detalle en la sección de selección sexual; sin embargo, es preciso

189

Cuando Vasconcelos habla del “indio” se refiere a veces al indígena latinoamericano y otras al indostán; sin embargo, no parece considerar al indígena como una raza, ya que, aun cuando dice que desciende del hombre rojo, queda fuera en el recuento de los tipos humanos. 190

Op. Cit., pág.13.

191

Op. Cit., pág.17.

83

destacar que en este punto se manifiesta el concepto de azar, entendido como el surgimiento de variedades sin un rumbo ni un propósito determinado. En el pensamiento de Vasconcelos, durante el proceso de mestizaje que llevará a la quinta raza, las variaciones al azar que surgieron por el cruce de contrarios se seleccionarán conforme a la ley del gusto. Es decir que las variaciones no aumentan la posibilidad de supervivencia, pero sí la de reproducción.

Selección artificial Al hacer un recuento de los procesos de la historia, Vasconcelos habla del esfuerzo infructífero de los sajones por construir castas de raza pura. Al respecto, afirma: La Historia demuestra que estas selecciones prolongadas y rigurosas dan tipos de refinamiento físico, curiosos, pero sin vigor; bellos con una extraña belleza, como la casta brahmánica milenaria, pero a la postre decadentes.192

Esta selección rigurosa para perfeccionar la raza y mantener su pureza, no es sino la selección artificial del hombre sobre sí mismo para favorecer los caracteres que le resultan más dignos mediante limitaciones arbitrarias y barreras sociales en la selección de parejas reproductivas.193

192

Ibíd.

193

En 1904, Francis Galton definió la eugenesia como “la ciencia que se ocupa de todas las influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza y también de aquellas que las desarrollan hasta su máximo provecho” (Galton, F. (Jul de 1904). "Eugenics: Its Definition, Scope, and Aims". The American Journal of Sociology, 10(1), 1-25). A partir de la década de 1920, el movimiento cobró fuerza en México, siendo Vasconcelos uno de sus clásicos representantes. Para un análisis más amplio sobre el movimiento eugenético en el México de la primera mital del siglo XX se puede consultar: Urías Horcasitas, B. (2007). Historias Secretas Del Racismo en México (1920-1950). México: Tusquets Editores.

84

Selección natural Una vez expuesto el planteamiento del surgimiento de una quinta raza en el continente iberoamericano, Vasconcelos procede a analizar cómo y por qué prosperará el mestizaje en América, y declara: Después de examinar las potencialidades remotas y próximas de la raza mixta que habita el continente iberoamericano y el destino que la lleva a convertirse en la primera raza síntesis del globo, se hace necesario investigar si el medio físico en el que se desarrolla dicha estirpe corresponde a los fines que le marca su bioética. La extensión de que ya dispone es enorme; no hay, desde luego, problema de superficie. La circunstancia de que sus costas no tienen muchos puertos de primera clase, casi no tiene importancia, dados los adelantos crecientes de la ingeniería. En cambio, lo que es fundamental abunda en cantidad superior, sin duda, a cualquiera otra región de la tierra; recursos naturales, superficie cultivable y fértil, agua y clima. Sobre este último factor se adelantará, desde luego, una objeción: el clima, se dirá, es adverso a la nueva raza, porque la mayor parte de las tierras disponibles está situada en la región más cálida del globo. Sin embargo, tal es, precisamente, la ventaja y el secreto de su futuro. Las grandes civilizaciones se iniciaron entre trópicos y la civilización final volverá al trópico. La nueva raza comenzará a cumplir su destino a medida que se inventen los nuevos medios de combatir el calor en lo que tiene de hostil para el hombre, pero dejándole todo su poderío benéfico para la producción de vida. El triunfo del blanco se inició con la conquista de la nieve y del frío. La base de la civilización blanca es el combustible. Sirvió primeramente de protección en los largos inviernos; después se advirtió que tenía una fuerza capaz de ser utilizada no sólo en el abrigo, sino también en el trabajo; entonces nació el motor, y de esta suerte, del fogón y de la estufa procede todo el maquinismo que está transformando el mundo. […] La lucha ruda contra el medio obligó al blanco a dedicar sus aptitudes a la conquista de la naturaleza temporal, y esto precisamente constituye el aporte del blanco a la civilización del futuro. […] La ciencia de los blancos invertirá alguna vez los métodos que empleó para alcanzar el dominio del fuego y aprovechará nieves condensadas o corrientes de electroquimia, o gases casi de magia sutil, para destruir moscas y alimañas, para disipar el bochorno y la fiebre. Entonces la Humanidad entera se derramará sobre el trópico, y en la inmensidad solemne de sus paisajes, las almas conquistarán la plenitud.194 194

Op. Cit., pág. 19-20

85

La lucha contra el medio que se pretende ganar con ayuda de la tecnología blanca determina la supervivencia o perecimiento de los individuos. Para el autor, entonces, el mantener condiciones favorables permitirá el desarrollo gradual del proceso de mestizaje, hasta alcanzar esa raza universal a la que debe aspirarse. Aunque considera una lucha contra el medio que determina la supervivencia y el éxito de la especie humana, Vasconcelos no es claro en cuanto a la reproducción diferencial de individuos, por lo que no podría hablarse de selección natural per se.

Selección sexual Quizá el tipo de selección más importante para la premonición de Vasconcelos de una quinta raza sea la selección sexual, ya que la teoría depende del favorecimiento de ciertos caracteres sobre otros para la reproducción, como puede apreciarse cuando dice: Una mezcla de razas consumada de acuerdo con las leyes de la comodidad social, la simpatía y la belleza, conducirá a la formación de un tipo superior a todos los que han existido. El cruce de contrarios conforme a la ley mendeliana de la herencia, producirá variaciones discontinuas y sumamente complejas, como son múltiples y diversos los elementos de la cruza humana. Pero esto mismo es garantía de las posibilidades sin límites que un instinto bien orientado ofrece para la perfección gradual de la especie. […] Uniones fundadas en la capacidad y la belleza de los tipos, tendrían que producir un gran número de individuos dotados con las cualidades dominantes. Eligiendo en seguida, no con la reflexión, sino con el gusto, las cualidades que deseamos hacer predominar, los tipos de selección se irán multiplicando, a medida que los recesivos tenderán a desaparecer. Los vástagos recesivos ya no se unirán entre sí, sino a su vez irían en busca de mejoramiento rápido, o extinguirían voluntariamente todo deseo de reproducción física. La conciencia misma de la especie irá desarrollando un mendelismo astuto, así que se vea libre del apremio físico, de la ignorancia y de la miseria, y de esta suerte, en muy pocas generaciones desaparecerán las monstruosidades; lo que hoy es normal llegará a parecer abominable. Los tipos bajos de la especie serán 86

absorbidos por el tipo superior. […] Se operaría en esta forma una selección por el gusto, mucho más eficaz que la brutal selección darwiniana, que sólo es válida, si acaso, para las especies inferiores, pero ya no para el hombre.195

De acuerdo con Vasconcelos, “los muy feos no procrearán, no desearán procrear”196; de manera que sólo lo que es bello será deseable y se procederá conforme a la ley del gusto, resultando en una reproducción diferencial que favorecerá aquellos caracteres que se consideren favorables para los fines superiores de la especie, y producirá una suerte de eugenesia natural.

El reino animal Aunque en el caso del ser humano Vasconcelos habla de mestizaje y de cambios graduales que bien orientados pueden llevar al mejoramiento de la especie, no es sino hasta que reflexiona sobre los animales cuando considera la posibilidad de cambios acumulativos que llevan a la transformación de una especie en otra. Este no es el tema de su obra, por lo que no es de sorprender que se exprese poco sobre el asunto; sin embargo, cuando visita las playas brasileñas de camino a Santos reflexiona: Por enfrente pasa el misterio del ave, que, según dicen los biólogos contemporáneos, es posterior al mamífero; pero mirad cómo es ciego su vuelo; no es un paso adelante. Si el ave ha llegado la última, la evolución está contradicha. O se trata de un ser que se desvió de la corriente porque ya no puede superar al hombre, o se apresuró demasiado y no ha logrado su objeto. De todas maneras es un caso fallido. La potencia se impacientó, tal vez, de la larga y estéril experiencia del hombre, y se echó a vencer la sola resistencia física, sin cuidarse de superar el ingenio. Se adelantó sin tino, fabricó el ala, pero se quedó sin terminar una mente digna del vuelo. Siguió la corriente física y descuidó el impulso trascendental; por eso el mirar de las aves es triste o simplemente bestial. El pensamiento es un ensayo más poderoso que el vuelo; supera el poder del ala. Aunque esto 195

Op. Cit., pág. 27-28.

196

Op. Cit., pág. 26.

87

último no sea mucha ventaja, el pensamiento cuenta también con otra aventura. Un día escapará de esta vida para ir a insertarse en un organismo menos torpe que el nuestro, y más afín del espíritu.

Queda claro entonces que para Vasconcelos la evolución es un proceso lineal

—o de cadena del ser— con un propósito y una potencia o fuerza superior

que lo guía, pero sobre todo destaca que, por más tergiversado que conceptualice el proceso, abraza la idea de transmutabilidad de las especies.

Vasconcelos y el núcleo duro del darwinismo Si se analiza el pensamiento expresado por Vasconcelos en La raza cósmica bajo el microscopio de El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala (Tabla 2) que se encuentra resumido en el capítulo primero de esta tesis, se observa que no cumple con ninguno de los parámetros esenciales, pero sí con dos de los secundarios (variación y extinción) y dos de los puntos a considerar (selección sexual y diferenciación clara entre selección natural y selección artificial); por lo que no podría ser considerado como darwinista, ya que no existe una aceptación clara de los conceptos de selección natural y azar, aun cuando se consideran otros factores (de manera quizá accidental o incluso inconsciente).

Tabla 2. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis de las concepciones darwinistas El núcleo duro del darwinismo

Selección natural Azar

Variación Lucha por la existencia Divergencia de carácter

Parámetros esenciales Entendida como proceso acumulativo oportunista, no azaroso, con capacidad creadora; y no direccional (diseño sin proyecto). Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito determinados. Parámetros secundarios Causada por la acción directa del medio, el uso y desuso de los órganos o la variación espontánea. Sobreproducción de descendencia que junto con la limitación de recursos genera competencia. Especialización en la explotación de recursos.

La raza cósmica No

No

Sí No No

88

Producción de nuevas especies por aislamiento geográfico o aislamiento en un mismo ambiente debido a las preferencias de tipo ecológico. Extinción Gradualidad estricta del proceso evolutivo. Progreso Rechazo explícito a la "tendencia al progreso". Puntos a considerar "Todas las especies se reproducen en mayor proporción de la que es posible sobrevivir en un territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos, provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de Argumento alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su número de descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación de la especie en ese nuevo sentido". Diferenciación Entendiendo que la selección natural no sigue un clara entre rumbo determinado y la selección artificial está selección natural y direccionada por el ser humano para su propio selección artificial beneficio. Competencia en una población entre individuos del Selección sexual mismo género que resulta en la reproducción diferencial y no en la muerte del competidor.

No

Especiación

Sí No No





89

Conclusiones Gracias a la confrontación político-ideológica entre los intelectuales del Porfiriato y la nueva generación de revolucionarios, en el México de principios del siglo XX, el darwinismo se convirtió en el estandarte de la opresión y la desigualdad. En una amenaza para el creciente sentido nacionalista que caracterizó al país una vez concluida la etapa armada de la Revolución Mexicana. Para Vasconcelos, el positivismo era motivo de desprecio, y el “darwinismo spenceriano” la justificación filosófica —errada, por supuesto— de la superioridad sajona. Era tal su odio por la filosofía de los “científicos” y por el darwinismo — aplicado a la sociología humana—, que moldeó su pensamiento e influenció su obra intelectual y su trabajo como Secretario de Educación. En La raza cósmica cristalizan sus ideas sobre la formación de una cultura universal que signifique la expresión máxima y libre del espíritu, no mediante la superioridad de un pueblo sobre otro, sino a través del mestizaje; argumento que Vasconcelos venía desarrollando desde tiempo atrás, e incluso se manifiesta en la conferencia sobre Gabino Barreda que impartió en 1910. Destaca en el ensayo que Vasconcelos no se opone a la teoría de la evolución de Darwin aplicada a las especies zoológicas, pero sí a todo aquello que concierne al ser humano. Pese a ello, mantiene un pensamiento marcadamente evolucionista, que no puede clasificarse como darwiniano. Para Vasconcelos, el mecanismo principal para el surgimiento de nuevas variedades es la hibridación; de manera que se observa un discurso más acorde con el mendelismo que con las teorías de Darwin. Con base en estas observaciones, en mi opinión, la influencia de las teorías evolucionistas no darwinianas en los intelectuales mexicanos de principios del siglo XX es un ángulo que valdría la pena explorar en futuras investigaciones; y para hacerlo, salta a la vista que hace falta desarrollar herramientas metodológicas adecuadas que permitan clasificar los discursos evolucionistas que se separan de la corriente darwinista. Un “núcleo duro” de mayor espectro, o algún otro criterio definitorio.

90

Cabe resaltar que, al pensar en el proceso que llevará a la formación de la quinta raza, aunque tergiversados, Vasconcelos piensa en términos de cuasiselección natural, selección artificial y sexual. Asimismo, considera factores como la variación, pero no en el sentido estrictamente darwiniano, ya que poco reflexiona sobre el azar. Esto es consistente con lo establecido por Thomas F. Glick y Mark G. Henderson197, pues Vasconcelos experimenta cierta ansiedad o resistencia como resultado de su exposición al darwinismo —o a lo que él entendía como darwinismo—, mientras que hay una adaptación o apropiación del discurso del darwinismo spenceriano por parte de los intelectuales y políticos del Porfiriato. Bajo el modelo de Glick y Henderson, en el caso de Vasconcelos, la recepción se da bajo una lógica correctiva, es decir “como limitación o revisión cuasi-científica del contenido teórico original de una idea, y/o como combinación de resistencia y apropiación”. Es gracias a su papel e influencia como figura pública que se traslapa otra lógica: la extensional, que implica “apropiaciones culturales o artísticas en los ambientes políticos y sociales, incluyendo apropiaciones más restringidamente literarias y artísticas”. De acuerdo con el propio Vasconcelos, la educación en México fue reorganizada siguiendo una tesis contraria a la del darwinismo de los sajones, lo que significa que el darwinismo, como él lo entendía, jugó un papel central en la conformación de la educación en México y en los planes y programas de estudio, ya que Vasconcelos fue el impulsor y promotor por excelencia de la educación y la cultura en el territorio nacional. Su marcado iberoamericanismo y su pensamiento, guiado por un rechazo profundo al darwinismo spenceriano, fijaron el rumbo que seguiría lo que ahora es la Universidad Nacional Autónoma de México, que hoy carga todavía en su escudo la marca del deseo de conformar una raza universal, culminación de todo lo pasado. En el propio edificio de la Secretaría de Educación 197

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91

Pública aún pueden verse los tableros esculpidos por

Manuel Centurión, que

representan las culturas griega, española, azteca e indostánica, que Vasconcelos piensa deberán unirse para crear una cultura universal y armoniosa, amorosa y sintética.198 De esta forma, se comprueba que, si bien Vasconcelos no era darwinista, la teoría de la evolución de Darwin y, sobre todo, su aplicación al campo de la sociología humana, influenciaron el pensamiento y la filosofía del autor, así como su vida y obra; y mediante su conducto, contribuyeron a moldear la educación en el país y lo que hoy conocemos como “la cultura mexicana”.

198

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