Indisciplinar el conocimiento

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Descripción

INDISCIPLINAR EL CONOCIMIENTO: INVESTIGAR DESDE/CON LA PRÁCTICA ARTÍSTICA1 (apuntes para el capítulo olvidado del Informe Gulbenkian) Alex Schlenker Realizador y experimentador audiovisual, escritor y traductor con estudios en Ciencias de la Educación y dirección de cine y realización audiovisual por el Instituto de Artes Visuales de Maehringen, República Federal de Alemania. Magíster en Estudios de la Cultura y actualmente Candidato Doctoral en Estudios Culturales Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito. Se desempeña como docente universitario e investigador en el campo de las visualidades, los estudios culturales, el cine y la literatura. Ha publicado textos sobre pensamiento, teoría visual y artes; ha editado y coordinado varias compilaciones sobre distintos temas en torno al arte y a la imagen.

Intro ¿Cómo se produce el conocimiento? ¿Qué relaciones de poder determinan qué disciplinas/campos participan en tal operación y cuáles se mantienen “al margen”? ¿Cómo desarrollar un ejercicio crítico sobre el mapa epistémico con el que la Modernidad-capitalista ha organizado el conocimiento? ¿Por qué el arte no consta en dicha cartografía? ¿Es acaso posible investigar y generar conocimiento desde el lugar de las prácticas artísticas? ¿Qué consideraciones epistemológicas, éticas, metodológicas implicaría ello? ¿Cómo diseñaron su investigación aquellos proyectos que en la actualidad investigan desde la práctica artística? Este texto recoge un extracto de algunos apuntes preliminares que surgen a partir de distintos encuentros que indagaron por el lugar de las prácticas artísticas en el mapa del conocimiento2 e intenta ponerlos en diálogo con determinados aportes de Immanuel Wallerstein (indisciplinar la ciencia) Rodolfo Kusch (lo tenebroso del acto artístico) y de Walter Mignolo (el desenganche epistémico). Repensar el punto de partida Hace algunos años el pensador Immanuel Wallerstein3 coordinó un proyecto con la Comisión Gulbenkian del cual surgió un libro titulado “Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian”4 el cual presentaba una cartografía actualizada del conocimiento contemporáneo, específicamente de las políticas públicas y académicas que legitiman una determinada “jerarquización del conocimiento”. Entre las principales conclusiones del texto hay dos que me sirven de punto de partida para proponer un debate en torno a la posibilidad de investigar desde/con el arte: 1.- El informe de la Comisión Gulbenkian establece con minuciosidad las rígidas fronteras que se han establecido entre el conocimiento científico (siempre de tipo formal, aquel que se produce en instituciones de ecuación avaladas estatalmente como

Universidades, Escuelas Politécnicas, etc.) y el conocimiento no científico/no-formal, llamado también popular, empírico, común, vulgar, o simplemente “saberes”. 2.- El desarrollo histórico de las formas de producir conocimiento ha impuesto una manera determinada de segmentar a la realidad del mundo para cada disciplina (Ciencias Naturales, Ciencias Exactas, Ciencias Políticas, Sociología, Antropología, Historia, etc.). Para tal división territorial del saber se parte siempre de una premisa incuestionable: quien conoce al mundo está fuera del mismo. Punto de partida para indagar por las formas del conocimiento contemporáneo son las preguntas ¿por qué y para qué deseamos conocer?5 Con la consolidación del Sistema-mundo moderno, el conocimiento dejó de cumplir una función directa para la experiencia de vida; quien conocía/buscaba un determinado conocimiento lo hacía para preservar la vida y mejorar las condiciones de la misma. La sistematización de las distintas formas de conocimiento fue generando una cierta racionalidad a través de una “selección inductiva de la plenitud de la experiencia humana […] recogida en textos sagrados, textos filosóficos y en la sabiduría oral”6. Así el conocimiento no surge como uno que existe “en sí mismo” (conocimiento por el conocimiento), sino como un “conocimiento del mundo”. El sujeto cognoscente no busca acceder al conocimiento de valor universal tan solo, sino conocer para un fin específico, para un estar en el mundo. En el sentido de Heidegger se trata de un Wissen para un Dasein específico. Aún así, la empresa moderna7 del conocimiento interpretó al mismo como herramienta de poder y control con pretensión universal8. Wallerstein advierte el carácter estratégico del conocimiento puesto que “ya no era solamente una lucha sobre quién controlaría el conocimiento de la naturaleza […] sino sobre quién controlaría el conocimiento sobre el mundo humano”9; así este pensador propone a partir de las ideas de E. Mueng, un pensador y catedrático africano, el desafío de descolonizar las ciencias y con ello el conocimiento. El problema central que advierte el autor es que el conocimiento se vuelve universal a partir de un poder que genera tal conocimiento: “los que tienen el poder social tienen una tendencia natural a ver la situación actual como universal, porque los beneficia.”10 Contrario a la pretensión moderna de lograr la abstracción universal, la práctica artística deberá apostar por su potencial desde la especificidad de la experiencia concreta desde la cual irrumpe para desafiar y desestabilizar esas formas de poder. Irrumpir con el arte en la cartografía del conocimiento Conocimiento es siempre conocimiento del mundo. En tal virtud, más allá de

analizar y replantear las formas de producir jerarquías del conocimiento, cabe recordar que todo sujeto situado temporal y espacialmente en la experiencia específica del mundo vivido genera una forma de conocimiento útil en mayor o menor medida para su vida. Ello incluiría al actor de las prácticas artísticas quien mira al mundo desde su propia experiencia [estética] desde donde “opera como ente que se ‘entona’, o sea que se pone a tono con cierto significado de la totalidad [del mundo] que lo inspira”11. Si el científico busca abstraerse del mundo que investiga, el artista busca zambullirse en el mismo para lograr su comprensión desde la cercanía experiencial12 desde la cual se genera la práctica artística. El acto artístico no se abstrae del mundo, sino que, como parte inherente de una práctica cultural específica, parte del mundo en el que pretende (sobre)vivir: “una cultura tiene en su esencia su razón de ser en algo que es muy profundo, y que consiste en una estrategia para vivir, que un pueblo esgrime con los signos de su cultura. Cultura es una política para vivir. Todo lo que se da en torno a la cultura. Aquello sea la costumbre, el ritual mágico, la producción literaria, incluso la tecnología”13. Este enfoque ya no persigue una estética del arte, sino del acto artístico. Éste no excluye lo que Kusch llama lo tenebroso, sino que lo implica pues contempla el proceso que va de la vivencia del artista a la obra como cosa, una suerte de acto de conciliación en el que se da la “superación de una falla esencial de lo humano, por la que el arte es una solución para un aspecto fallido de la existencia, precisamente aquel por el cual la vida y la inteligencia se oponen”14. Para descolonizar una determinada relación de poder es importante determinar con precisión la manera en que esta se articula. Así, si pretendemos debatir los aportes del arte al conocimiento humano de un determinado tiempoespacio, estamos obligados a determinar el lugar que ocupa el arte en la correspondiente cartografía del conocimiento. Con este planteamiento propongo, antes que debatir si el arte genera o no un determinado conocimiento para la vida, indagar por las relaciones sociales e históricas del poder que controla tal pregunta y se extiende más allá del mismo conocimiento hacia las instituciones modernas que lo delimitan, avalan, legitiman, etc. ¿Quién determina -cómo y dónde- lo que es conocimiento [científico] y lo que no lo es? Si bien el informe de la Comisión advierte las tensiones políticas y de poder surgidas durante los siglos XIX y XX al interior de la Universidad como institución suprema del conocimiento, el mencionado documento no logra profundizar el lugar que en el mapa del conocimiento ocuparía el arte, insinuando tan solo la dimensión de lo cultural: “¿cómo superar las separaciones artificiales erigidas en el siglo XIX entre los reinos […] de los político, lo económico y lo social (socio-cultural).”15 Mientras

Wallerstein plantea el desafío de pensar una ciencia “indisciplinar”, es decir sin fronteras erigidas por las distintas disciplinas, un determinado número de prácticas artísticas se ha planteado ya desde hace varios años una estrategia con pretensión transdisciplinar en la que el artista-investigador apuesta por la dialéctica que se desprende de dos actos: el diálogo y la apropiación. El primero establece relaciones discursivas y conceptuales con la ontología y el correspondiente episteme de las distintas disciplinas del conocimiento, el segundo busca secuestrar sin previo aviso las metodologías y los contenidos útiles para la subversión humana frente al ordenamiento arbitrario del mundo. Irrumpir desde el arte implica entonces entretejer la experiencia específica del acto artístico con aquello que un determinado campo del conocimiento afirma sobre la realidad en que la experiencia se produce. Investigar desde el arte implica finalmente elaborar estrategias (contra)cognitivas que, desde la especificidad de la pregunta que se desprende de la vivencia, desestabilicen los cómodos lugares del conocimiento universal. Esta capacidad transfronteriza le permitiría al artistainvestigador preguntar y responder desde la indagación de “para qué se vive, se lucha o se escribe [y crea]”16. Desenganchar para conocer: desafiar la colonialidad del saber [desde las artes] Walter Mignolo introdujo hace unos años el concepto desenganche como una opción para apartarse, entre otros, de las disputas por el control de la verdad. Mignolo sugiere entenderlo al mismo tiempo “como desprendimiento y apertura. […] Ya no se trata de las puertas que conducen a la verdad (aletheia), sino a otros lugares: a los lugares de la memoria colonial; a las huellas de la herida colonial desde donde se teje el pensamiento des-colonial”17. Hacer arte como una forma de comprensión y explicación del mundo implica pensar el lugar específico de la experiencia vital desde la cual surge el impulso del acto artístico frente a la forma de dominación. Así, el primer paso para pensar/agenciar desde el arte un desenganche pasa por lo que yo llamo “las políticas de la pregunta”. Buena parte del debate en torno al conocimiento se centra en determinar la validez del conocimiento (fiabilidad, precisión, reproductibilidad, universalidad, etc.). Prácticamente nadie pregunta por dos aspectos fundamentales del conocimiento: el sentido y la ética. ¿Por qué queremos saber y cómo obtendremos ese conocimiento? A partir de esta indagación la mirada del artista debe allanar el camino para retornar sobre el Yo, sobre esa selfness tan opuesta a las indagaciones por el otro. Parte del desenganche que sugiere Mignolo pasa por el desafío que debe asumir el artista por reconfigurar el régimen de la mirada moderno-colonial

sobre la propia existencia. Si la ciencia moderna busca a un otro al que mirará desde la distancia epistémica y ontológica, el arte actual podría asumir desde su accionar que no puede haber “otro”, porque el “otro” es parte de “nosotros”, ese nosotros que hace el estudio.18” Así, investigar desde el arte, implica pensar y accionar unas políticas de existencia que nos permiten indagar desde el acto artístico en ese nosotros cuya existencia será puesta en diálogo con otras miradas similares. Conocer el propio lugar de existencia y creación es el punto de partida para entender que “solo un universalismo pluralista nos permitirá captar la riqueza de las realidades sociales en que vivimos y hemos vivido [y creado]”19. […] Bibliografía. Kusch, Rodolfo, “Anotaciones para una estética de lo americano”, en Kenos: revista digital, No. 1, Buenos Aires, 2003. -------------------, Geocultura del Hombre Americano, Buenos Aires, Fernando García Gambeiro,1978. Mignolo, Walter, El pensamiento des-colonial, desprendimiento y apertura: un manifiesto, 2005, documento digital disponible en www.tristestopicos.org Wallerstein, Immanuel, Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian, 1995, México: Siglo XXI. ---------------------------, Impensar las Ciencias Sociales, Siglo XXI, México D.F., 1998.

Notas:

                                                                                                                1

El presente texto es un extracto del proyecto “Pensar el arte desde el arte” en Plataforma Abierta de la memoria, Investigación para la Tesis Doctoral en Estudios Culturales Latinoamericanos, UASB, Quito. 2 Hay tres eventos principales a partir de los cuales elaboré estos apuntes: el Encuentro Internacional “Estéticas Decoloniales” realizado en la Academia Superior de Artes de Bogotá en Noviembre de 2010; el Encuentro Internacional “pensar-actuar decolonial desde el sur” realizado en la Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador en julio del 2011; y la reunión de trabajo con miembros de la Red decolonial de Berlín realizada en ese ciudad en julio de 2012. 3 Immanuel Wallerstein se ha centrado durante varias décadas en analizar las relaciones de asimetría que permiten la aparición de lo que él llama el sistema-mundo: “El capitalismo, la característica definitoria del sistema-mundo moderno, es un sistema no equitativo por definición.” Ver: Immanuel Wallerstein, Impensar las Ciencias Sociales, Siglo XXI, México D.F., 1998. 4 Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian, 1995, México: Siglo XXI. 5 Durante una recopilación de testimonios orales de la memoria colectiva que realicé hace unos años en la provincia ecuatoriana de Esmeraldas fui confrontado en más de una ocasión por testimoniantes ancianos con las contrapreguntas: “¿Quién pregunta?, ¿Para qué quiere saber? ¿Qué va a hacer con lo contado?

                                                                                                                6

Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 3. Wallerstein señala con insistencia que “La ciencia [social] es una empresa del mundo moderno”. Ver Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 4. 8  Wallerstein demuestra la profunda relación entre conocer y controlar el mundo: “la realización práctica del progreso en los asuntos humanos por medio del avance tecnológico dependía de la cognoscibilidad y explorabilidad del mundo.” Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. p. 6. 9  Ibíd.   10 Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 63. 11 Rodolfo Kusch, Geocultura del Hombre Americano, Bs. Aires, Fernado García Gambeiro,1978, p. 119. 12 Kusch le sale al paso a la presunción moderna de un arte universal que mira al mundo desde “fuera del mundo”, aclarando que la experiencia específica del artista americano surge cuando se crea desde la “urgencia de vivir”. Para Kusch el acto artístico de la experiencia vital “implica polaridad, porque parte de la vida como absoluto y se traduce en una cosa incrustada en una sociedad”. Ver Rodolfo Kusch, “Anotaciones para una estética de lo americano”, en Kenos: revista digital, No. 1, Bs. Aires, 2003, p. 3. 13 Rodolfo Kusch, Geocultura del Hombre Americano, p. 104. 14 Rodolfo Kusch, “Anotaciones para una estética de lo americano”, p. 3. 15 Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 83. 16 Rodolfo Kusch, “Anotaciones para una estética de lo americano”, p. 3. 17 Walter Mignolo, El pensamiento des-colonial, desprendimiento y apertura: un manifiesto, 2005, documento digital disponible en www.tristestopicos.org 18 Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 63.   19  Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian p. 66.   7

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