\"Incrustaciones con vidrios de colores en Pilo. Análisis lingüístico y arqueológico de micénico pa-ra-ku-we\"

July 12, 2017 | Autor: Juan Piquero | Categoría: Mycenaean, Mycenaean Greek
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Descripción

Incrustaciones con vidrios de colores en Pilo. Análisis lingüístico y arqueológico de micénico pa-ra-ku-we* Juan Piquero

Universidad Complutense de Madrid Universidad de Alicante

1. Introducción. En este trabajo se propone una interpretación del término micénico pa-raku-we, sobre cuyo significado se han generado, bastantes hipótesis8. Aparece vinculado a ku-wa-no. Ambos términos, atestiguados en dativo singular con valor de instrumental2, hacen referencia a materiales usados como incrustaciones de muebles en la serie Ta de Pilo.

2. Atestiguaciones del término y derivados3. 2.1. El término pa-ra-ku-we hace referencia a un material utilizado para la decoración de muebles: un sillón (Ta 714.1), un escabel4 (Ta 714.3) y tres mesas (Ta 642.1, con la variante gráfica pa-ra-ke-we-q̣ ẹ[, y en Ta 715.3)5. Este material se incrusta en los muebles, lo que se expresa por a-ja-me-no, participio medio-pasivo de un verbo *αἶμι perdido en griego alfabético6. 2.2. En Cnoso (Sp 4451) se documenta un adjetivo pa-ra-ḳụ-we-jo7, que acompaña al dual wo-ra-e, probablemente *ϝώραhε, ‘protecciones’, y que viene determinado * Este trabajo se enmarca en el proyecto «Estudio diacrónico de las instituciones religiosas de la Grecia Antigua y de sus manifestaciones míticas (FFI2013-41251-P)». Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Alberto Bernabé, Ignacio Márquez y Eugenio R. Luján por toda la ayuda prestada en el desarrollo de este trabajo, de cuyos eventuales errores soy el único responsable. 1 Cf. DMic. s.v. 2 Bernabé-Luján (2006: 223 y ss). 3 Hay otras dos atestiguaciones en las que no nos detendremos: una dudosa, KN Od 667, cf. Melena en Bennet et al. (1989: 204 y s.) y Piquero (en prensa 1), y otra sin contexto, KN Xf 5102. 4 Coincidimos con Palaima (2004 :113) y Aura (per litteras), en que probablemente sirven para sentarse. 5 Cf. los textos de Ta en Apéndice 1. 6 Cf. Bernabé-Luján (2012, pp. 634 y ss.). Para un estudio sobre su etimología cf. García Ramón (1994-95). 7 Cf. DMic. s.v.

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por el ideograma *253. Verosímilmente se trata de un adorno que remataba las “alas” o prolongaciones laterales de los carros, y que podría ser de bronce (KN Sp 4452) o de pa-ra-ku8. 2.3. También en Cnoso se atestigua el adjetivo nominativo plural pa-ra-ku-ja (KN Ld 575.b) y su variante gráfica *56-ra-ku-ja9 (Ld 587.2) en relación con el color de unos tejidos (pa-we-a)10. El adjetivo está formado mediante el sufijo –ιος, a partir de un tema en –υ- (pa-ra-ku), y probablemente es un doblete de pa-ra-ḳụ-we-jo (§2.3.)11. 2.4. En cuanto a pa-ra-ku (PY Cn 200.1), sin duda un antropónimo, caben dos opciones en cuanto a su etimología. La más tradicional12, lo interpreta como *Βράχυς, derivado del adjetivo βραχύς. La segunda es que tenga que ver con para-ku-we, y así lo entiende Melena, quien aduce para la poca probabilidad de su relación con βραχύς el hecho de que en eolio esté atestiguado βρόχυς, lo que iría a favor de un mic. **po-ro-ku / **po-ku13.

3. Etimología de pa-ra-ku-we. 3.1. Ya Ventris14 opinaba que el término pa-ra-ku-we podía estar relacionado con gr. σμάραγδος. Más tarde Melena desarrolla esta misma opinión15. Ambos opinaban, como Frisk y Chantraine16, que σμάραγδος era un préstamo oriental, que relacionaban con acad. barrāqtu y ai. marakatam17, todos ellos relacionados con la raíz semítica *brq, ‘brillar̕. En este mismo sentido, su opinión es que las tres palabras en cada una de sus lenguas significan lo mismo: ‘esmeralda̕. 3.2. El argumento anterior, sin embargo, no está exento de problemas. El CAD18 no atestigua el término antes de época neobabilónica (625-539 a.C.) y lo traduce como ‘gem̕, sin entrar en detalles. Hilprecht19 propone una traducción ‘esmeralda̕ basándose en el griego y en el sánscrito, lo que hace que el argumento sea circular: barrāqtu significa ‘esmeralda̕ a través del griego σμάραγδος. Por otra parte, también Monier-Williams en su diccionario20 pone en relación el sánscrito marakatam con el griego, con que también aquí tenemos un argumento circular: todo tiene que ver con σμάραγδος. 3.3. Lo que tenemos que intentar resolver entonces es ¿a qué se refiere el griego con σμάραγδος? Lo único que sabemos es que, al menos en un primer momento, no 8 Bernabé (1992-93: 143). 9 Melena (1987: 224 y ss.) y Piquero (en prensa 1). 10 Para la interpretación de este término cf. DMic. ss.vv y Luján (1996-1997: 337). 11 Para la formación de este tipo de adjetivos, cf. Ruijgh (1967: 244 y 272 y ss.). Risch (1976: 317) piensa en una hiféresis en lugar de un doblete. 12 Cf. DMic. s.v. y Franceschetti (2012: 249). 13 Melena (2000-2001: 361). 14 Ventris (1955: 117). 15 Melena (1987). 16 GEW s.v. y DÉLG s.v. EDG no aporta ninguna novedad en este sentido. 17 Cf. también Mayrhofer (1967: 587 y s.) 18 CAD s.v. 19 Hilprecht (1898: 30). 20 M-W. s.v.

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significa ‘esmeralda̕. La primera atestiguación nos la transmite Heródoto21, cuando cuenta que navegó a Tiro y que, entre otras ofrendas depositadas en un templo de Heracles22, había dos estelas: una de oro y otra de σμάραγδος. Ya Teofrasto23 se percató de que esta estela no podía ser de esmeralda, debido a su tamaño. Por esto la denomina ψευδὴς σμάραγδος, ‘falsa esmeralda’24.

4. Una nueva etimología para pa-ra-ku y σμάραγδος. 4.1. Tanto LSJ como Chantraine25 advierten de que σμάραγδος es el nombre que se da a la ‘esmeralda̕ y a otras piedras verdes26, y, como hemos dicho (§3), no hay motivos para pensar que en un principio σμάραγδος significara ‘esmeralda̕. 4.2. Aceptamos la opinión común de que pa-ra-ku-we (y sus derivados) y σμάραγδος están posiblemente relacionados27 (§3.1), pero creemos que no tienen que ver con la raíz semítica *brq, ‘brillar̕ con la que sí lo están acad. barrāqtu y heb. bāreqet, sino con la raíz también semítica *wrq, ‘ser de color verde (o amarillo)̕. 4.3. De esta raíz deriva el adj. ac. (w)arqu, ‘verde̕ y el nombre de la piedra atestiguada en los textos eblaítas wa-ru12-ga-tum28, del que trataremos más tarde (§8).

5. La cuestión arqueológica: ¿esmeraldas o turquesas? 5.1. Con el fin de reforzar nuestra hipótesis de que no puede tratarse de esmeraldas (ni de turquesas), vamos examinar brevemente los datos arqueológicos. 5.2. En efecto, no ha aparecido ni una sola esmeralda entre los restos de piedras preciosas de época micénica, aunque sí otro tipo de piedras de color verde, que se usaban en la confección de joyas y sellos29, pero nunca para trabajos de taracea. Parece que la única piedra semipreciosa que se usa para este tipo de trabajos es el denominado “cristal de roca”, un tipo de cuarzo prácticamente transparente que es importado, probablemente, de Creta30. 21 2.44. 22 Identificado con Melkart-Baal por sus atributos de dios guerrero. 23 De lap. 25. 24 Otro texto de Heródoto (3.41) hace mención a la σμάραγδος. Cuenta la historia del pez en cuyas tripas aparece el anillo de Polícrates de Samos, que él mismo había arrojado al mar. Tal vez fuera un anillo con una esmeralda engastada, aunque, visto el uso que Heródoto hace del término σμάραγδος, no está claro. Posiblemente fuera otro tipo de piedra verde. 25 DÉLG s.v. 26 Melena (1987: 225), sugiere que pa-ra-ku-we puede significar ʻblue turquoiseʼ, aunque ya veremos que parece poco probable. 27 Cf. Piquero (en prensa 2). 28 Pasquali (2005: 77 y ss.). 29 Algún tipo de calcedonia como el jaspe, o la malaquita, ambas muy abundantes en Grecia, si bien, a partir de los datos aportados por Stamatatou (2004: 13), no parece que estas piedras fueran muy usadas, frente a otras como la esteatita, la amatista o la carnelia, de otros colores. 30 Burns (2010: 89) y Nicholson-Shaw (2000: 52) sugieren que seguramente parte del cristal de roca encontrado en Egipto es importado de Creta. Probablemente hemos de identificar we-a2-re-jo como ‘cristal de roca’, si bien hay algún problema morfológico (cf. Bernabé-Luján 2008: 203). Conservamos ejemplos de trabajos de taracea con este material entre los restos de los materiales hallados en algunas tumbas de Micenas (cf. Mylonas 1966: 194 y s.y Fig. 136; Stamatatou 2004: 19) y en Tebas (cf. Symeonoglou 1973: 19 y Fig. 270).

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5.3. Yendo un poco más allá, sabemos que en Grecia no hay esmeraldas. De hecho, de haberlas encontrado entre los restos arqueológicos, diríamos que son un producto de importación que viene de Egipto o Mesopotamia. Sin embargo, todo apunta a que en el segundo milenio a.C. no hay esmeraldas en el Mediterráneo, pues las minas egipcias de Sikait-Zubara, que generalmente se esgrimen como argumento para defender la presencia de esmeraldas en el Mediterráneo31, no se explotan hasta la época de los Ptolomeos, y son la única fuente de esmeraldas para Europa, Asia y África hasta la Edad Media, junto con las minas de berilo32 de la India, de las que nos da noticia Plinio el Viejo33. Es difícil fijar una cronología sobre la extracción de esmeraldas en la India, pero posiblemente no podemos remontarla hasta el segundo milenio a.C. ya que, además de la carencia arqueológica, no aparecen mencionadas en los textos védicos. 5.4. Por otra parte, si admitimos, como propone Moorey34, que el uso del berilo, incluidas esmeraldas y aguamarinas, no se da en Mesopotamia antes del periodo seléucida (c. 312-63 a.C.), y que, como hemos visto (§3.2), acad. barrāqtu está atestiguado en época neobabilónica (c. 625-539 a.C.)35, no podemos concluir de ninguna manera que barrāqtu signifique ‘esmeralda’, puesto que la cronología nos falla. 5.5. Queda otra opción, y es que bien podríamos pensar con Melena36 que podría tratarse de turquesas. Sin embargo, aunque hay restos arqueológicos de turquesas en Egipto y Mesopotamia, no las hay en el Egeo37. Por ello creemos que existe una hipótesis más verosímil. 5.6. En vista de lo anterior, pensamos que pa-ra-ku-we hace referencia a ̒pasta de vidrio de color verde̕, posiblemente del color que nosotros denominaríamos “azul turquesa”38 (y tal vez hecho a semejanza de estas como sustituto39), del que conservamos abundantes restos arqueológicos (§6 y Figs. 1 y 2). pa-ra-ku-we suele aparecer junto con ku-wa-no en los textos, posiblemente porque ambos colores se complementarían con un cierto equilibrio en las decoraciones de los muebles (§7).

6. Vidrio en el Egeo: evidencias arqueológicas. 6.1. Hay numerosos restos arqueológicos de vidrios en época micénica, consistentes en cuentas de collares y pulseras o taraceas para ser incrustadas en joyas o, como sabemos por la serie Ta de Pilo, en muebles. Son escasos, sin embargo, los restos de vasos de vidrio40. 31 Cf. por ejemplo Schrader (1979), que en su traducción del Libro III de la Historia de Heródoto, aporta este dato en la n. 220 cuando habla del anillo de Polícrates. 32 Realmente la esmeralda es la variedad de color verde del berilo, mientras que la aguamarina tiene un tono más bien azul. 33 37.20. 34 Moorey (1994: 81). 35 Reallexikon der Assyriologie s.v. Smaragd. 36 Melena (1987: 225). 37 Stamatatou (2004). 38 Sobre la denominación de los colores como un hecho cultural, y no universal, cf. Burge (1979: 81 y ss.). 39 Shotland (2012: 63 y ss.) habla de la Edad de Oro del vidrio. 40 Shortland (2012: 162).

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6.2. Conservamos también restos de vidrios en las excavaciones de Midea41, de Spata42, de Tebas43, de Elateia44, en las tumbas de Micenas45, en Perati46 y en Pilo47, entre otras. Aunque la mayoría de los objetos de vidrio descubiertos son cuentas, hay también bastantes incrustaciones, especialmente en Spata y Pilo48, que es el testimonio que más nos interesa para explicar los términos documentados en la serie de tablillas Ta. 6.3. Conservamos incluso moldes para fabricar objetos de vidrio49, como dos encontrados en Micenas50 (Fig. 1) donde aparecen motivos decorativos que se repiten a menudo en otras ciudades micénicas.

Fig. 1. Molde de piedra de Micenas (NMA 1018)51.

7. Vidrios de colores: ku-wa-no y pa-ra-ku-we. 7.1. Parece haber, pues, dos términos en micénico que hacen referencia a la pasta de vidrio: ku-wa-no (Ta 642.1 y 714.1.3) y pa-ra-ku-we (Ta 714.1.3 y 715.3), ambos atestiguados en dativo singular en las tablillas de la serie Ta de Pilo como adornos de muebles acompañados del término a-ja-me-no, ‘incrustado’ (§2.1). 41 Persson (1942: 198) para un análisis (un tanto primitivo) de estas y p. 148 para un posible horno donde se fabricarían objetos de oro y vidrio. Para cada una de las atestiguaciones por separado cf. Index s.v. Glass, en p. 203. 42 Haussoullier (1878: 189 y ss.). 43 Para un estudio detallado del vidrio de Tebas y Elateia, cf. Nikita-Henderson (2006), donde se sugiere incluso la posibilidad de una “fábrica” de vidrio en Tebas, no solo que un taller donde elaborar objetos. 44 Nikita-Henderson (2006) y Nigthtingale (2009). 45 Schliemann (1880: 157 y ss.) y Mylonas (1966: 246), Index s.v. glass paste. 46 Nigthtingale (en prensa). 47 Cf. Blegen et al. (1973: 262), s.v. PASTE OBJETS, para un catálogo completo de los vidrios encontrados en Pilo. Cf. también análisis moderno de parte del vidrio hallado en la excavación en Poliketri et al. (2011). 48 Cf. para Spata, Haussoullier (1878), la parte dedicada a «Objets en pȃte de verre», y para Pilo, Blegen (1973: 87 y ss. y las Fig. 171-2). 49 También probablemente de oro, puesto que conservamos objetos iguales fabricados en oro o vidrio. 50 Schliemann (1880: 107). 51 Schliemann (1880: 107).

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7.2. Se ha sugerido varias veces que ku-wa-no significa ‘lapislázuli̕, a partir del testimonio de κύανος que nos ofrece Teofrasto cuando habla de esta piedra52 y de unos cuantos fragmentos de lapislázuli que han aparecido en las excavaciones arqueológicas53. Sin embargo, los testimonios más antiguos en gr. alf. nos hacen dudar. Homero cita κύανος cuando describe la coraza de Agamenón54, que podría ser de oro, estaño y lapislázuli, o más probablemente ‘de esmalte de color azul̕, como plantean LSJ55, y como parece desprenderse de los testimonios arqueológicos que tenemos de algunas armas56. Por otra parte, tenemos muy pocos fragmentos de lapislázuli en el Egeo, de forma que es arriesgado suponer que un material tan escaso y caro fuera a servir para taracear muebles, sino que más bien lo haría el vidrio de color azul lapislázuli57. 7.3. Encontramos también en la serie Ta de Pilo un adjetivo de materia ku-wa-nijo- (Ta 714.3), *κυϝανιος (gr. alf. κυάνεος) con un sufijo -ιος (cf. lesb. χρύσιος)58, que concuerda con el término po-ni-ki-pi, ‘con palmeras̕, referido a un sillón taraceado, entre otras cosas, con ̒palmeras de vidrio azul̕. 7.4. Conservamos también un compuesto de ku-wa-no: ku-wa-no-wo-ko-i, dativo plural de un apelativo de persona en las tablillas de la serie Oi de Micenas (Oi 701.7, 702.4, 703.2 y 704.4), que hemos de interpretar como ‘artesanos que trabajan con el κύανος’59. Los moldes hallados en Micenas (Fig. 1) y la atestiguación de unos ‘trabajadores del κύανος̕, son motivos suficientes para creer que en Micenas había artesanos dedicados a la elaboración de objetos con el vidrio que llegaría en lingotes desde algún puerto del cercano Oriente (Ugarit, Tiro), semejantes a los del pecio de Uluburun60. 7.5. Si bien sobre ku-wa-no hace tiempo que se vienen vertiendo opiniones a favor del vidrio azul61, no ocurre lo mismo con pa-ra-ku-we. Decíamos que la conjetura más aceptada últimamente a partir de lo dicho por Ventris62 y recogido por Melena63, es que pa-ra-ku significa ‘esmeralda’ o ‘turquesa̕, pero ya hemos demostrado la inverosimilitud de esta hipótesis (§3 y §5). Una solución intermedia ofrece Palaima64 cuando propone una traducción ‘emerald-color paste’, esto es, admite la etimología de acad. barrāqtu / σμάραγδος = ‘esmeralda’, pero no cree que las incrustaciones sean de esmeralda. 52 De lap. 39. Halleux (1969: 58 y ss.) ofrece poderosas razones para pensar que se trata de azurita y no de lapislázuli, aunque Teofrasto tal vez hable de las dos al tiempo. 53 Symeonoglou (1973: 66 y ss. y Fig. 267-8-9), y Stamatatou (2004: 13). 54 Il. 11.24. 55 LSJ s.v. Lo mismo ocurre con el testimonio de Od. 7.87, referido a un friso azul en un muro. 56 Mylonas (1966: 194-5 y Fig. 140). 57 Pero cf. Melena (1975: 199). Cf. CAD s.v. uqnȗ para evidencias textuales de muebles taraceados con lapislázuli, o ¿vidrio de color azul? 58 Chantraine (1933: 53). 59 Cf. DMic. s.v. 60 Pulak (2001: 25 y ss). 61 Halleux (1969). 62 Ventris (1955: 117); Docs. 340. 63 Melena (1987: 224 y ss.). 64 Palaima (2004: 115).

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7.6. Teniendo en cuenta la doble posibilidad de un significado ‘lapislázuli’ o ‘color lapislázuli’ que se plantea en los textos acadios, ugaríticos, egipcios y griegos, creemos que lo más probable es que el significado ‘color lapislázuli’ derive del que hace referencia a un concreto, esto es, la roca ‘lapislázuli’. Por un procedimiento similar al que ocurre con ku-wa-no, creemos que pa-ra-ku-we hace referencia en micénico a ‘vidrio de color verde’, cuyo significado podría derivar de un material concreto: la piedra verde wa-ru12-ga-tum atestiguada en el archivo de Ebla65, cuyo nombre deriva de la misma raíz *wrq que proponemos para pa-ra-ku-we66.

8. El paralelo eblaíta. 8.1. El dato que creemos más importante para fundamentar nuestra hipótesis de relacionar pa-ra-ku-we con la raíz *wrq, y de poner el nombre en relación con un material como en el caso de ku-wa-no (§7.6), es que en los textos de Ebla (c. 2300 a.C.) aparece una piedra, wa-ru12-ga-tum, que deriva de esta misma raíz que proponemos, y además se usa en contextos similares a los del pa-ra-ku-we. Si bien no sabemos de qué piedra se trata exactamente, “pare almeno assicurare che questa pietra aveva un colore verde”67. 8.2. Efectivamente el uso de la piedra wa-ru12-ga-tum es muy semejante al del para-ku-we: se utiliza para confeccionar tejidos y para hacer incrustaciones. Tenemos una «placcheta» posiblemente decorada con esta piedra y, tal vez, unas «briglie» (?)68 de un carro ceremonial, y también aparecen varios documentos con «fili (di lino)» de color verde69, un paralelo muy cercano a las telas pa-ra-ku-ja70.

9. Una “palabra viajera”: del acadio al minoico, del minoico al micénico. 9.1. Aunque hemos tratado este tema con detenimiento en otro lugar71, es preciso dar aquí alguna pincelada sobre el asunto. 9.2. Podríamos reconstruir los hechos de la siguiente forma. Los minoicos toman el término pa-ra-ku-we y sus derivados (§2) de una palabra semítica que hace referencia a una piedra de color verde, y que se construiría con la raíz semítica *wrq, ‘ser de color verde (o amarillo)̕ , como el término eblaíta wa-ru12-ga-tum, vel sim. Podría objetarse que el acad. pierde la semiconsonante inicial w- antes de 1500 a.C.72, una época muy anterior a los documentos de Pilo (1200 a.C.), y esta es una de las 65 Pasquali (2005: 77 y ss.). 66 Para el proceso cognitivo que hace que del nombre de un material concreto derive la denominación de algo abstracto como un color, cf. Warburton (2008), y Piquero (en prensa 1). 67 Pasquali (2005: 81). 68 En función de cómo se interprete el término níg-anše-aka. 69 Pasquali (2005: 79 y s). 70 Pasquali (2005: 79). Sobre las telas pa-ra-ku-ja /*56-ra-ku-ja hemos tratado ampliamente en otro trabajo, donde tratamos también de paralelos con algunas telas de Anatolia, cf. Piquero (en prensa 1). 71 Piquero (en prensa 1). 72 De hecho ya en los textos de Kanes, del periodo Paleoasirio (c. 1800 a.C.), referidos a telas verdes, unas veces aparece y otras no. Cf. Piquero (en prensa 1).

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razones por las que creemos que el préstamo es anterior, quizá en torno a 2000 a.C. 9.3. La otra razón es que uno de los derivados de pa-ra-ku-we, pa-ra-ku-ja, aparece con la variante gráfica *56-ra-ku-ja en KN Ld 587. Aunque no hay acuerdo en la interpretación del silabograma *5673, la mayoría de los estudiosos admite que debe reconstruirse una sílaba ba74, y que su interpretación ha de ser esta también en los documentos de la lineal A. Parece, pues, que el término pa-ra-ku-we y sus derivados han sido tomados directamente de la lengua minoica, y la vacilación pa / *56 apunta aún más en esa dirección75. A su vez los minoicos tomarían el término semítico de Anatolia o algún punto del Levante.

10. Conclusiones. 10.1 A partir de lo estudiado en este trabajo, hemos de concluir, por un lado, que ni ku-wa-no ni pa-ra-ku-we hacen referencia a piedras preciosas, sino a sus sucedáneos en pasta de vidrio de colores, azul y verde respectivamente. 10.2. Este convencimiento parte de la inmensa cantidad de vidrios hallados entre los restos arqueológicos, mientras que los de lapislázuli en el Egeo son muy escasos, y ni siquiera tenemos una sola esmeralda o turquesa como para mantener las hipótesis tradicionales (§5). Los fragmentos de taraceas de vidrio encontrados en algunas excavaciones arqueológicas (§6), y los lingotes de vidrio de colores rescatados del pecio de Uluburun76 (Figs. 2 y 3) y de Amarna (Fig. 4), apuntan claramente en esta dirección.

Fig. 2. Lingotes de vidrio de color ku-wa-no y pa-ra-ku-we 77. 73 Lejeune-Godart (1997), TOP I, 207 y s.; 259 y s. proponen un valor ko2 basándose en el corpus de Tebas. Cf. la extensa crítica de Melena (en prensa). Para una posible interpretación del «additional Linear B syllabary», cf. Melena (2014: 16 y s). 74 Melena (1987: 212 y 224 y ss.); Witczak (1993: 167) y Hajnal (1993: 111 y s.). cf. también Melena (en prensa). 75 Cf. Piquero (en prensa 2). 76 Pulak (2001). 77 Gentileza de A. Bernabé.

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Fig. 3. Lingote de vidrio de color pa-ra-ku-we 78.

Fig. 4. Vidrios de colores de Amarna con muestras de color azul y verde entre otros79.

11. Apéndice 1 PY Ta 642 .1 to-pe-za , ra-e-ja , we-a-re-ja , a-ja-me-na , a2-ṛọ[ ]ụ-do-pi , ku-wa-no -qe, pa-ra-ke-we-qẹ[ ̣ [ ]e-ne-wo , pe-[ PY Ta 714 .1 to-no , we-a2-re-jo , a-ja-me-no , ku-wa-no , pa-ra-ku-we-qe , ku-ru-so-qe , o-pi-ke-re-mi-ni-ja .2 a-ja-me-na , ku-ru-so , a-di-ri-ja-pi , se-re-mo-ka-ra-o-re-qe , ku-ru-so ̣, , ku-ru-so-qe , po-ni-ki-pi 1̣ .3 ku-wa-ni-jo-qe , po-ni-ki-pi 1 ta-ra-nu , a-ja-me-no , ku-wa-no , pa-ra-ku-we-qe , ku-ru-so-qe , ku-ru-sa-pi-qe , 78 Bodrum Museum of Underwater Archaeology. 79 Cf. el catálogo: http://www.accessingvirtualegypt.ucl.ac.uk/detail/details/index_no_login.php?objectid=U C__6524__&accesscheck=%2Fdetail%2Fdetails%2Findex.php

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ko-no-ni-pi 1 PY Ta 715 .3 to-pe-zo , mi-ra2 , a-pi-qo-to , pu-ko-so , e-ke-e , e-ne-wo-pe-zo , to-qi-de-jo , a-ja-me-no , pa-ra-ku-we 2

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