Imitaciones béticas de sigillata: contextos del I a.C.-II d.C. en la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla

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Descripción

COMER A LA MODA: IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Col·lecció INSTRUMENTA Barcelona 2014

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COMER A LA MODA

IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Francisco José García Fernández Enrique García Vargas (Eds.)

© PUBLICACIONS I EDICIONS DE LA UNIVERSITAT DE BARCELONA, 2014 Adolf Florensa, 2/n; 08028 Barcelona; Tel. 934 035 442; Fax 934 035 446. [email protected] 1ª edición: Barcelona, 2014 Director de la colección: JOSÉ REMESAL. Secretario de la colección: ANTONIO AGUILERA. Diseño de la cubierta: CESCA SIMÓN. Composición y maquetación: SERGI CALZADA. CEIPAC - http://ceipac.ub.edu Unión Europea: ERC Advanced Grant 2013 EPNet 401195. Gobierno de España: DGICYT: PB89-244; PB96-218; APC 1998-119; APC 1999-0033; APC 1999-034; BHA 2000-0731; PGC 2000-2409-E; BHA 2001-5046E; BHA2002-11006E; HUM2004-01662/HIST; HUM200421129E; HUM2005-23853E; HUM2006-27988E; HP2005-0016; HUM2007-30842-E/HIST; HAR2008-00210; HAR2011-24593. MAEX: AECI29/04/P/E; AECI.A/2589/05; AECI.A/4772/06; AECI.A/01437/07; AECI.A/017285/08. Generalitat de Catalunya : Grup de Recerca de Qualitat: SGR 95/200; SGR 99/00426; 2001 SGR 00010; 2005 SGR 01010; 2009 SGR 480; 2014 SGR 218; ACES 98-22/3; ACES 99/00006; 2002ACES 00092; 2006-EXCAV0006; 2006ACD 00069. Esta edición ha contado con la colaboración financiera de los Proyectos de Investigación: “La construcción y evolución de las entidades étnicas en Andalucía en la Antigüedad (siglos VII a.C.-II d.C.)” (HUM-03482), “Identidades étnicas e identidades cívico-políticas en la Hispania romana: el caso de la Turdetania-Betica” (HAR2012-32588) y “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en Turdetania-Bética (Siglos VIII a.C. – II d. C.)” (HAR2011-25708/Hist), integrándose dentro de sus objetivos y difusión. Portada: Fotografía de plato de pescado de figuras rojas procedente de Apulia (ca. 350-325 a.C.) y conservado en el Museo del Louvre (Bibi Saint-Pol). Fotografía de plato de pescado en cerámica tipo Kuass procedente de la c/ Arellano 3 de Carmona (Sevilla) y conservado en el Museo de la Ciudad de Carmona (Violeta Moreno Megías). Composición original de Blanca del Espino Hidalgo. Impresión: Gráficas Rey, S.L. Depósito legal: ISBN: Impreso en España / Printed in Spain.

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada mediante ningún tipo de medio o sistema, sin la autorización previa por escrito del editor.

Índice General

Presentación (F.J. García Fernández, E. García Vargas)

9

Nomenclatura y taxonomía de las cerámicas de imitación hispanorromanas. A modo de psicoanálisis (D. Bernal Casasola)

13

Imitaciones en las vajillas de mesa en la Bahía de Cádiz desde la transición tardoarcaica hasta la época tardopúnica. Actualización de los datos y nuevas propuestas (A. Sáez Romero)

33

Oculto bajo el barniz. Aproximación inicial a las producciones grises de Gadir de época tardoclásica-helenística (siglos -IV/-III) (A. Sáez Romero)

79

El éxito de la vajilla helenística “tipo Kuass” ¿Resultado de la adopción de una moda estética o reflejo de transformaciones culinarias y comensales? (A.Mª Niveau de Villedary y Mariñas)

119

Formas que cambian, engobes que permanecen. Una visión diacrónica de las imitaciones de vajilla de tipo Kuass en el valle del Guadalquivir (V. Moreno Megías)

175

El peso de la tradición: imitación y adaptación de formas helenísticas en la cerámica común turdetana (siglos V-I a.C.) (F.J. García Fernández)

205

Las imitaciones de vajilla de barniz negro en el valle del Guadalquivir (Mª J. Ramos Suárez, E. García Vargas)

239

Las imitaciones locales de Terra Sigillata en la bahía de Cádiz (M. Bustamante Álvarez; E. López Rosendo)

271

Imitaciones béticas de sigillata: contextos del s. I a.C.-II d.C. en la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

301

Imitaciones béticas de African Red Slip Ware: una sucinta aproximación a los contextos de Hispalis (J. Vázquez Paz)

323

7

La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM): últimas producciones béticas de imitación para la mesa (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

333

Epílogo. Mil años de imitaciones: gusto, cultura e identidad (E. García Vargas, F.J. García Fernández)

353

Índices analíticos Índice topográfico Índice de materias Índice de formas cerámicas

371

Láminas

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8

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Imitaciones béticas de sigillata: contextos del s. I a.C.-II d. C. En la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla Jacobo Vázquez Paz Enrique García Vargas Universidad de Sevilla1 1. Introducción y objetivos Son varios ya los trabajos han abordado los diferentes aspectos relacionados con la elaboración de vajillas de mesa que imitan formas de la sigillata altoimperial, en los talleres béticos. En estos estudios se ha incidido en y concretado la definición de una serie de producciones béticas con acabados en rojo, que se incluyen desde hace más de veinte años bajo el término de producciones “Béticas de Imitación Tipo Peñaflor”2 (Martínez 1987; 1989). Estas imitaciones béticas de sigillata serían un grupo cerámico característico en especial (aunque no sólo) del valle del Guadalquivir, ámbito geográfico en el que se viene proponiendo la Este trabajo se ha realizado en el marco de los Grupos de Investigación PAI “De la Turdetania a la Bética” (HUM-152) y “Religio Antiqua. Historia y Arqueología de las Religiones Antiguas del sur de la Península Ibérica” (HUM-650), ambos de la Universidad de Sevilla, y dentro del Proyecto “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en TurdetaniaBética (Siglos VIII a.C.-II d.C.)” (HAR2011-25708/Hist). 1

Bajo la definición de Imitaciones Béticas de Sigillata englobamos al grupo cerámico de las “Tipo Peñaflor”. Hemos desistido de usar el tradicional término “Tipo Peñaflor” ante la constatación, cada vez más firme, de una red de talleres ubicados en distintos puntos del valle del Guadalquivir que de manera sistemática imitan, principalmente, modelos de la sigillata foránea.

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ubicación de sus talleres de manufactura, entre los que se conocen o intuyen los de Celti (Peñaflor, Sevilla) Colonia Patricia (Córdoba) o Isturgi (Andújar, Jaén). Fuera de este ámbito geográfico, se ha propuesto la existencia de producciones similares en la bahía de Cádiz y Emerita Augusta (Mérida), ya en Lusitania. Es decir, que los últimos estudios hacen evidente que el fenómeno de las imitaciones béticas de servicios de mesa en sigillata no se circunscribió de manera exclusiva, como se pensó en los inicios de la investigación, a las producciones elaboradas en un único taller ubicado en Celti o en un número extremadamente restringido de alfares entre los que, además de los de Peñaflor, se señalaron los de Isturgi (Bustamante y Huguet 2009, 298; Ruiz 2012, 39-47). Continuando la línea de trabajo iniciada por uno de nosotros acerca de las denominadas series 1ª y 2ª de imitaciones béticas de sigillata (Vázquez et al. 2005), hacemos, ahora una aproximación a las formas de imitación con acabado en rojo halladas en contextos procedentes de la ciudad de Hispalis (Sevilla). En consonancia con las adquisiciones de la investigación en los últimos años, lo hacemos sin considerar que los productos del taller o talleres de Peñaflor (aun concediéndole a éstos) una vitalidad productiva especial, al menos en el estado actual de la investigación), deban ser considerados una categoría especial o diferenciada del resto de las imitaciones béticas de cerámica de barniz rojo. De hecho, quedan incluidas en este trabajo como un “grupo técnico” más dentro de los que el estudio de los materiales de la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Alcázar de Sevilla nos ha permitido distinguir como característicos de la circulación de este tipo de cerámicas durante los dos primeros siglos de nuestra era. La observación a la lupa binocular de las pastas documentadas en los ejemplares de imitaciones béticas de sigillata Itálica en las excavaciones del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla, evidencia, como se ha indicado supra, la existencia de variaciones significativas en la composición y el aspecto general de las pastas cerámicas. Esta circunstancia es atribuible a la existencia de varios talleres productivos desde los que se suministran imitaciones locales a los mercados de Hispalis entre finales del s. I a. C. y el s. II d. C. No existe ninguno localizado en el entorno de Sevilla (excepto el de Peñaflor), pero la variedad de grupos técnicos (infra) es testimonio indirecto, como se ha indicado, de su existencia. En alguno o algunos de estos talleres, debió darse hacia la mitad del s. I a. C. la transición entre las imitaciones locales o regionales de barniz negro (Ramos, en este volumen) y las de barniz rojo que en principio aparecen como simple variante técnica del repertorio formal imitado de las “campanienses”. Así, las excavaciones realizadas en el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla documentaron un fragmento de imitación de la forma de Campaniense B Lamb. 1 con barniz rojo en un contexto (UE 1818) del tercer cuarto del s. I a. C. compuesto por barniz negro itálico y de imitación, terra sigillata itálica negra, lucernas Dressel 2/3 y cerámica de Kuass3. Este hecho nos lleva a plantear que el fenómeno de las imitaciones de sigillata se inicia desde la observación de los últimos modelos en campaniense y Kuass, para finalmente basar la producción en las exitosas importaciones de sigillata itálica4. La “línea” de “imitaciones” sucesivas pasaría, pues, por la reproducción de repertorios gaditanos en barniz rojo (Kuass) desde el s. II a. C. al menos, hasta las

El ejemplar presenta engobe rojo mate al exterior, y engobe/barniz rojo brillante al interior y misma pasta que las imitaciones de Barniz Rojo Pompeyano (forma III de Martínez), y que un borde de imitación de Terra Sigillata Itálica de la forma Consp. 1.1.1 documentado en las mismas excavaciones. 3

4 La imitación en rojo de los servicios de mesa campanienses está constatado en el núcleo productivo de Iesso (Guissona, Lérida) con formas Lamb. 1 y 27ab de pastas beige oxidantes y acabados en engobe rojo de calidad desigual, así como en el de Ilerda (Lérida) con producciones inspiradas en la Campaniense del Círculo de la B, formas Lamb. 1, 2, 5, 5-7, 16 o

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imitaciones de sigillatas, pasando por las de barniz negro, en lo que sería la adaptación a tres “modas” sucesivas de un mismo fenómeno continuado de imitaciones locales de vajilla de mesa. 2. Caracterización formal, técnica y decorativa El estudio de esta producción cerámica se encuentra cada vez más avanzado, habiéndose incidido en la caracterización del fenómeno y en la ubicación de algunos centros alfareros, vislumbrándose un panorama de amplio espectro en lo que respecta a la multiplicidad de los lugares de producción, si bien la evidencia arqueológica es aún escasa o más bien poco visible, con excepción de las producciones llamadas del tipo Peñaflor. Las decoraciones de estas imitaciones béticas de sigillata se basan principalmente en técnicas de burilado y ruedecilla realizadas sobre ejemplares de la segunda serie y presentándose mayoritariamente en el interior de los bordes (tipos Ie-IIe), o al exterior de los cuerpos (imitación de Drag. 29 y 37). No se documentan decoraciones complejas decoradas a molde del tipo de las presentes en las producciones decoradas realizadas en TSI, TSG o TSG. Por lo que hace a los datos técnicos, éstos son aún poco expresivos, en parte por las dificultades que impone al estudio de las pastas y los barnices el estado muy preliminar de la investigación de los contextos de referencia (estando a menudo realizados sobre intervenciones aún en realización), en parte debido a la falta de analíticas arqueométricas adecuadas y suficientes. Bustamante y Huguet (2009, 297-298) distinguieron, en una primera aproximación a esta cuestión, cuatro grupos distintos de pastas. Los fragmentos hallados e identificados en el yacimiento de Sevilla como pertenecientes a la primera y segunda serie de imitaciones de sigillata (Vázquez et al. 2005) han permitido enriquecer este panorama y ampliar el número de grupos reconocibles (que sin duda no agotan un panorama que debió ser extremadamente articulado y complejo para toda la Bética occidental) en función del aspecto macroscópico de las pastas cerámicas. Este panorama en lo que hace a las localizaciones de la ciudad de Sevilla que presentamos es el siguiente: Grupo 1 (Lám. XIV.5): Pasta del valle del Guadalquivir de coloración anaranjada con depuración media y presencia de cal. Se asocia con acabados rojizos mate al exterior y brillante al interior. Se aprecian zonas más oscuras y más claras, normalmente debidas a la presencia de discos de apilamiento. La forma copa Ie de la segunda serie de imitaciones de sigillata presenta decoración de ruedecilla. Este grupo se asocia al taller de Celti (Peñaflor, Sevilla). Grupo 2a: Pasta del valle del Guadalquivir de coloración beige anaranjada con depuración media y presencia de cuarcitas y algo de cal. Se asocia con acabados rojizos mates al exterior e interior. En este grupo no se aprecian zonas más oscuras en lo conservado con excepción de un ejemplar del tipo Ie; se documentan en este grupo copas Ic y IIc de Martínez de la primera serie de imitaciones de sigillata, copas Ie con decoración de ruedecilla de la segunda serie de imitaciones y cuencos de imitación de Drag. 29 con decoración a ruedecilla de la misma serie.

27ab, y de la Terra Sigillata Itálica (Consp. 3.1.1, 7, 10, 11 y 23) con pastas beige rosado o anaranjado con acabados en engobe que oscila entre el rojo y el marrón (Principal 2009, 130-132).

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Grupo 3 (Lám. XIV.7): Pasta del valle del Guadalquivir (zona de Carmona-Alcores) de coloración anaranjada con depuración media y presencia de desgrasantes amarillentos procedente de calcarenitas. Este grupo presenta acabados rojizos mate al exterior y brillantes al interior, bastante homogéneos con alguna zona algo más oscura. Se asocia a la copa Ib de Martínez de la primera serie de imitaciones de sigillata. Grupo 4: Pasta del valle del Guadalquivir de coloración anaranjada muy depurada con presencia de cuarcitas y algo de cal. Se presenta con acabados oscuro marrón-rojizo y se asocia de momento sólo al plato IIc de Martínez. Grupo 5a (Lám. XIV.6): Pasta del valle del Guadalquivir de coloración beige con depuración media y desgrasante brillante (mica). Se asocia con acabados rojizos claros poco densos brillante al exterior y mate al interior y con la forma de copa Ic de Martínez. Grupo 5b: Pasta del valle del Guadalquivir de coloración beige con depuración media y desgrasante brillante (mica). Se asocia con imitaciones de Campaniense con acabados rojizos mate al exterior y brillante al interior; acabados marrón mate al exterior y brillante al interior y con decoraciones de losange. Igualmente a este grupo se adscribe un fragmento de borde de plato Id de Martínez de la primera serie de imitaciones que toma como modelo al tipo Conspectus 1 de terra sigillata itálica. La presencia en este grupo de imitaciones de campaniense con acabados en rojo, así como de una imitación de Conspectus 1 nos permite relacionar este grupo de pastas con las producciones iniciales de imitaciones béticas de sigillata itálica. De la segunda serie de imitaciones en sigillata solamente se conservan bases de copas y platos indeterminados. Grupo 6: Pasta del valle del Guadalquivir de coloración anaranjada oscura con depuración media y presencia de cuarcitas. Este grupo presenta acabados rojizos mate al exterior e interior. Se asocia con la copa Ie de Martínez con decoración a la ruedecilla de la segunda serie de imitaciones de sigillata. Grupo 7: Pasta del valle del Guadalquivir de coloración anaranjada con depuración alta y presencia de cuarcitas. Este grupo presenta acabados rojizos mate al exterior y brillante al interior. Se asocia con la copa Ie de Martínez con decoración a la ruedecilla de la segunda serie de imitaciones de sigillata. 3. Antecedentes Las primeras referencias a estas producciones, designadas como “cerámicas de barniz rojo tardío” (Domergue 1967, 62-63, pl. VIII, nº 1-3; 1969, 453-455), “presigillata” (García y Bellido 1970), “imitaciones de vajillas de mesa” (Vegas 1971, 89; 1973, 69) o “cerámicas de barniz rojo julioclaudio” (Remesal et al. 1977), llamaron la atención de los investigadores acerca de unos materiales “significativos” de principios del Alto Imperio (dinastía Julio-Claudia) que con unas características propias reflejaban la presencia en la Bética de una producción de “barniz rojo” que se encontraba fundamentada en la imitación de formas cerámicas coetáneas, destinadas principalmente para la mesa. En la década de los ochenta los trabajos de F. Martínez, orientados específicamente a la definición de esta producción cerámica, se plasmaron en la elaboración de una tabla tipológica básica, y en la propuesta de identificación de la ciudad de Celti como centro alfarero principal o casi exclusivo donde se elaboraría la que él denominó como “Cerámica Bética de Imitación Tipo Peñaflor” (Martínez

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1987; 1989). Sus resultados, publicados de manera escueta aunque con una amplia difusión en el ámbito científico local, sentaron las bases para la comprensión de la eclosión y desarrollo de un fenómeno artesanal dedicado a la imitación en Bética de grupos cerámicos foráneos comercializados a escala local. El interés y el conocimiento acerca de estas producciones tomaron impulso una década después con el trabajo de E. Serrano (1999, 231-233) y con la propuesta de ordenación por tipos elaborada por F. Amores y S. Keay sobre materiales procedentes de intervenciones arqueológicas realizadas en la propia ciudad de Celti (Amores y Keay 1999). Los materiales estudiados certificaron la existencia de distintos grupos iniciales de imitación, caso de la sigillata itálica, o del Barniz Rojo Pompeyano, así como la probable continuidad del fenómeno de emulación de productos alóctonos al menos hasta el s. V d. C., con producciones que formalmente son adscritas a formas de mesa en African Red Slip Ware A, C y D (Amores y Keay 1999, 240; Keay et al. 2000, 94-97)5. Al mismo tiempo se dieron a conocer los resultados de las campañas arqueológicas desarrolladas en Peñaflor (Celti) entre 1987 y 1992 (Keay et al. 2000). En este trabajo S. Keay y A. Romo (2000) tratan el tema de las imitaciones cerámicas de Sigillata, Barniz Rojo Pompeyano, ARS y africana de cocina, indicándose para las imitaciones de ARS A que los análisis cuantitativos sugieren un carácter continuado y regular de estas producciones que perpetuarían una “tradición regional” de imitación de productos cerámicos foráneos (Keay et al. 2000, 94). Sin embargo, el lugar de producción de estas imitaciones de ARS no queda clarificado, aunque se sugiriere que pudieron ser elaboradas en la propia ciudad de Celti, al ser todas las pastas macroscópicamente similares a la de las imitaciones de la sigillata itálica “Tipo Peñaflor” (Keay et al. 2000, 95)6. Estas publicaciones, y el hecho de que en la primera década del siglo XXI se intensificó la dinámica arqueológica de excavación y prospección en las Comunidades Autónomas de Andalucía y Extremadura, han fomentado el interés por conocer y definir estos materiales. Su caracterización en el registro arqueológico se ha incrementado considerablemente siendo cada vez mayor el número de investigaciones dedicadas, total o parcialmente, a estas cerámicas. Los datos que se han ido publicando en los últimos años han supuesto en todos los casos una novedad, ya que de una parte se han dado a conocer imitaciones de sigillata itálica “Tipo Peñaflor” con sigilla en Colonia Patricia (Vargas 2002; Vargas y Moreno 2004), y de otra se ha propuesto la ubicación de talleres productores en la propia Colonia Patricia y en Emerita Augusta (Jerez 2004, 174-175; Vargas y Moreno 2004). La existencia en Colonia Patricia de un centro productor de imitaciones de sigillatas itálicas ha sido argumentada con base en el hallazgo en el registro arqueológico cordobés de amplios repertorios formales procedentes de contextos domésticos y funerarios, así como en la documentación de nuevas formas y la existencia de piezas con sellos. Igualmente, se sustenta en el hallazgo de defectos de

Las imitaciones de formas de mesa gala y de ARS A, C y D documentadas en Celti no fueron, ni han sido tratadas aún en profundidad por lo que en la actualidad existe realmente un gran desconocimiento sobre ellas. El desarrollo de la producción, más allá de las formas que imitan a la Sigillata Itálica y al Barniz Rojo Pompeyano, está en realidad escasamente estudiado, siendo poco más que esbozos en algunas publicaciones. Igual circunstancia ocurre con el tipo Ie/IIe de Martínez que ha sido olvidado de manera metódica por la investigación. 5

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Aunque no se especifica, igual reflexión quizás podría hacerse respecto de las imitaciones béticas en ARS C y D.

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cocción relativos a imitaciones de Barniz Rojo Pompeyano (III de Martínez/Celti Tipo 1)7, y en la presencia de un ejemplar sin revestimiento de la forma I de Martínez/Celti 148. La propuesta emeritense, apoyada en la probable manufactura en la ciudad de sigillata hispánica, y en el hallazgo casual de un pequeño fragmento de producción “híbrida” con 19 x 21 mm (Jerez 2004, 169, 172 y 174-175), es en la actualidad una línea de trabajo que deberá ser confirmada con la aportación de datos nuevos más consistentes. Casi a la par se formuló la propuesta de las series de imitación (Vázquez et al. 2005, 315333) en la que las piezas fueron “tratadas, no como un grupo homogéneo, sino como un compendio de realidades culturales distintas a las cuales hay que emular” (Bustamante y Huguet 2009, 299). En este trabajo de 2005 los materiales, procedentes de una necrópolis astigitana, fueron ordenados en dos series haciendo la primera referencia a formas con antecedentes claramente inspirados en la sigillata itálica y la segunda a formas que emulaban principalmente tipos de la sigillata sudgálica9. Últimas aportaciones han reordenado bajo la denominación de “Barniz Rojo de Tradición Hispana”10 las distintas formas cerámicas conocidas hasta ahora como cerámica de “Tipo Peñaflor” producidas durante el Alto Imperio en cinco “Grupos imitativos de producción”, según se trate de modelos en sigillata itálica, sudgálica, hispánica, vajilla de mesa y cocina, o paredes finas; dejando abierta la incorporación de otros grupos vinculados a imitaciones de ARS A, C y D (Bustamante y Huguet 2009, 300). Igualmente, en este trabajo se propone la posibilidad de que exista un taller de imitación de sigillata itálica en la Bahía Gaditana y se asume la existencia de un fenómeno artesanal amplio con talleres ubicados en distintos puntos de la Baetica o la Lusitania, al menos para la producción de las series de imitaciones de sigillata itálica y de Barniz Rojo Pompeyano11.

Recientemente hemos estudiado un ejemplar de imitación de Barniz Rojo Pompeyano de la forma III de Martínez con engobe negro por la cocción que procede del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla. Su amortización, en un contexto de relleno compuesto principalmente por materiales domésticos con una total ausencia de evidencias de producción, junto a ejemplares de la misma forma en rojo nos lleva a pensar que determinados “fallos” de cocción que afectan al color, pero no a la funcionalidad de las piezas, no impidieron que en fueran objeto de comercio, por lo que no conviene considerarlos sistemáticamente como “desechos de alfar”. 7

En algunos ejemplares de imitaciones béticas de sigillata, el estado de conservación del engobe/barniz rojizo es malo, debido a su débil consistencia, estando en algunos casos muy perdido. Esta circunstancia ha sido documentada en Emerita Augusta citándose varios ejemplos en los cuales el recubrimiento no se ha conservado más que en algunos puntos de las piezas (Jerez 2004). 8

Con algunas dudas, pues dos piezas completas de la forma Ie de Martínez fueron incluidas en el Grupo mixto de la primera serie por aparecer, formando parte del mismo contexto funerario, junto a dos platos de la forma IIc. Sin embargo, tipológicamente la forma Ie se incluyó en la segunda serie ya que se relacionó con la emulación de la copa Drag. 35 apuntándose la posibilidad de que la técnica de “hojas de hiedra” a la barbotina, que caracteriza a la forma gala, fuera sustituida por bordes lisos o decorados con ruedecilla en la emulación (Vázquez et al. 2005, 322) sin que sea un aspecto satisfactoriamente resuelto. 9

Recientemente se ha propuesto esta denominación para abarcar y redefinir el panorama científico actual de la cerámica “Tipo Peñaflor” (Bustamante y Huguet 2009, 304). Esta nueva nominación retoma la principal característica física, el acabado interno y externo de las piezas en rojo, y añade a la terminología una buscada connotación geo-cultural bajo la que aglutinar la especificidad de estas imitaciones engobadas en rojo. 10

Jordi Principal (2009, 127-143), al tratar el tema de las imitaciones de servicios de mesa en el Mediterráneo Occidental, dedica un pequeño párrafo a las “Sigillatas de Imitación Tipo Peñaflor” aceptando que “El centro de fabricación podría no haber respondido a un único taller…”, pero sin embargo indica que en el caso de Celti (Peñaflor, Sevilla) la producción es segura, mientras que en el de Isturgi (Andújar, Jaén) la posibilidad de producción de estas imitaciones es especulativa (Principal 2009, 138). 11

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Recientemente los últimos trabajos sobre las imitaciones béticas de sigillata se han centrado en la caracterización de los productos elaborados en el taller de Isturgi prestando especial atención a su definición tipológica (Ruiz 2012, 39-47); y en la presentación de los ejemplares documentados en las excavaciones del entorno del teatro romano de Málaga (Gómez 2013). 4. Propuesta tipológica y funcional (Fig. 1) La tabla tipológica al uso se la debemos a F. Martínez (1987-1989), siendo una propuesta aún válida. Sin embargo distintos investigadores han desarrollado otras propuestas; entre otros M. Vegas (1973), F. Amores y S. Keay (1999) o, más recientemente, M. Bustamante y E. Huguet (2009, 301). Al tratarse de formas que imitan tipos conocidos de sigillata altoimperial se han venido estableciendo equivalencias tipológicas que remiten a los modelos imitados, simplificando con ello la clasificación y expresando el criterio de imitación que caracteriza a estas producciones béticas (Vázquez 2004, 219; Vázquez et al. 2005). De esta manera, se han impuesto las equivalencias entre las imitaciones béticas de sigillata itálica -Primera Serie de Imitación- y los tipos recogidos en el Conspectus formarum para las sigillata itálica, o la tipología de Dragendorff -Segunda Serie de Imitación- para las imitaciones de sigillata gala/hispana (Vázquez et al. 2005). Forma Ia de Martinez 1989 (Conspectus 13-14; Forma 1 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Conspectus 13 y Conspectus 14 en sigillata itálica. La Forma Ia es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (fines del s. I a. C.-inicios del s. I d. C.), siendo un producto temprano dentro de la producción de las imitaciones béticas de sigillata. El tipo copa Forma Ia formaría servicio con el plato Forma IIa. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles altos. El labio se desarrolla de manera engrosada al exterior, estando marcado al interior mediante una acanaladura, formando un borde algo exvasado, punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Ia apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos. Forma IIa de Martinez 1989 (Conspectus 2.2; Celti 13 de Amores y Keay 1999; Forma 5 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con el plato Conspectus 2.2 en sigillata itálica. La Forma IIa es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (fines del s. I a. C.-inicios del s. I d. C.), siendo un producto temprano dentro de la producción de imitaciones béticas de sigillata. El plato IIa formaría servicio con la copa Ia. Formalmente, estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera engrosada al exterior, estando marcado al interior mediante una acanaladura, formando un borde algo exvasado punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas que enlazan por medio de un punto de inflexión, a modo de carena, con un fondo tendente a la horizontal. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma IIa apuntan a su empleo como plato destinada en la mesa para recibir semi-líquidos o sólidos. Forma Ib de Martinez 1989 (Conspectus 8.3; Celti 14 de Amores y Keay 1999; Forma 2 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Conspectus 8.3 en sigillata itálica. La Forma Ib es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (cambio de era), siendo en el caso de las imitaciones béticas un producto característico del período Julio-Claudio. La copa Ib formaría servicio con el

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plato IIb. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles altos. El labio se desarrolla de manera circular levemente exvasado al exterior, formando un borde simple de paredes sinuosas en el que presenta la pieza su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes exvasadas muy sinuosos que enlazan con un fondo con pie anular. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Ib apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos. Forma IIb de Martinez 1989 (Conspectus 2.1; Forma 6 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con el plato Conspectus 2.1 en sigillata itálica. La Forma IIb es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (cambio de era), siendo en el caso de las imitaciones béticas un producto característico del período Julio-Claudio. El plato IIb formaría servicio con la copa Ib. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera circular simple, formando un borde algo exvasado punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas sinuosas con resalte al interior en el punto de encuentro con el fondo. La base se desarrolla tendente a la horizontal presentando pie anular. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma IIb apuntan a su empleo como plato destinada en la mesa para recibir líquidos o sólidos. Forma Ic de Martinez 1989 (Conspectus 13-14; Celti 13 de Amores y Keay 1999; Forma 3 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Conspectus 13-14 en sigillata itálica. La Forma Ic es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (cambio de era), siendo en el caso de las imitaciones béticas un producto característico del período Julio-Claudio. La copa Ic formaría servicio con el plato IIc. Formalmente, estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles altos. El labio se desarrolla de manera circular simple, levemente exvasado al exterior en el que presenta la pieza su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes exvasadas levemente convexa que enlazan con un fondo con pie anular y fondo tendente a la horizontal. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Ic apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos. Forma IIc de Martinez 1989 (Conspectus 2.1; Forma 3 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con el plato Conspectus 2.1 en sigillata itálica. La Forma IIc es una forma que se encuentra documentada desde época de Augusto (cambio de era), siendo en el caso de las imitaciones béticas un producto característico del período Julio-Claudio. El tipo plato Forma IIc formaría servicio con la copa Forma Ic. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera circular simple engrosado, formando un borde algo exvasado punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas con resalte al interior en el punto de encuentro con el fondo. La base se desarrolla tendente a la horizontal presentando pie anular. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma IIc apuntan a su empleo como plato destinada en la mesa para recibir líquidos o sólidos. Forma Id de Martinez 1989 (Conspectus 7; Celti 9 de Amores y Keay 1999; Forma 4 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Conspectus 7 en sigillata itálica, así como con la forma de sigillata gala Drag. 33. La Forma Id es una forma que se encuentra documentada desde la primera mitad del s. I d. C. El tipo copa Forma Id formaría servicio con el plato Forma IId. Formalmente estamos ante un tipo

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que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera apuntada simple, formando un borde exvasado punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas que enlazan con una base tendente a la horizontal presentando pie anular. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Id apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos. Forma IId de Martinez 1989 (Conspectus 1.1; Celti 3 de Amores y Keay 1999; Forma 8 de Bustamante y Huguet 2009). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con el plato Conspectus 1.1 en sigillata itálica. La Forma IId es una forma que se encuentra documentada desde la primera mitad del s. I d. C., aunque se debe indicar que el modelo Conspectus 1.1 se produce durante la segunda mitad avanzada del s. I a. C. El tipo plato Forma IId formaría servicio con la copa Forma Id. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera apuntada simple, formando un borde exvasado punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes rectas exvasadas que enlazan con una base tendente a la horizontal presentando pie anular. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma IId apuntan a su empleo como plato destinada en la mesa para recibir líquidos o sólidos. Forma Ie de Martínez 1989 (Forma imitación Drag. 35). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Drag. 35 en sigillata gala/hispana. La Forma Ie es una forma que se encuentra documentada desde mediados/segunda mitad del s. I d. C. El tipo copa Forma Ie formaría servicio con el plato Forma IIe. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles altos. El labio se desarrolla de manera exvasada siendo el borde saliente y curvado, punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes curvas que enlazan con una base tendente a la horizontal presentando pie anular. En la zona interior del borde se suelen presentar decoraciones a la ruedecilla/burilada. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Ie apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos. Forma IIe de Martínez 1989 (Forma imitación Drag. 36). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con el plato Drag. 36 en sigillata gala/hispana. La Forma IIe es una forma que se encuentra documentada desde mediados/segunda mitad del s. I d. C. El tipo plato Forma IIe formaría servicio con la copa Forma Ie. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, con perfiles bajos. El labio se desarrolla de manera exvasada siendo el borde saliente y curvado, punto en el que el tipo presenta su mayor diámetro. El cuerpo se desarrolla con paredes curvas que enlazan con una base tendente a la horizontal presentando pie anular. En la zona interior del borde se suelen presentar decoraciones a la ruedecilla/burilada. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma IIe apuntan a su empleo como plato destinada en la mesa para recibir líquidos o sólidos. Forma imitación Dragendorff 24/25 (Fig. 4, 1). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Esta forma se ha relacionado con la copa Drag. 24/25 en sigillata gala/hispana. La Forma imitación Drag. 24/25 se encuentra documentada desde mediados del s. I d. C. y durante toda la segunda mitad del mismo. Formalmente estamos ante un tipo que reproduce fielmente el modelo al que imita, presentando un baquetón en la zona media del cuerpo. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma Drag. 24/25 apuntan a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos.

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Forma imitación Dragendorff 29 (Fig. 4, 2-4). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005).Esta forma se ha relacionado con el cuenco decorado Drag. 29 en sigillata gala/hispana. La Forma imitación Drag. 29 es una forma que se encuentra documentada para la segunda mitad del s. I d. C.Formalmente, estamos ante un tipo que reproduce fielmente el modelo al que imita, con la excepción de la decoración a molde, que en el caso de las imitaciones béticas se sustituye por una decoración a la ruedecilla/burilado. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma imitación Drag. 29 apuntan a su empleo como cuenco destinada en la mesa para recibir líquidos o sólidos. Forma imitación Dragendorff 37 (Fig. 4, 5). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005).Esta forma se ha relacionado con el cuenco decorado Drag. 37 en sigillata gala/hispana. La Forma imitación Drag. 37 es una forma que se encuentra documentada en la segunda mitad del s. I d. C. Formalmente estamos ante un tipo que reproduce el modelo al que imita, con la excepción de la decoración a molde que en el caso de las imitaciones béticas se sustituye por una decoración a la ruedecilla/burilado. Funcionalmente, la morfología de los ejemplares de la Forma imitación Drag. 37 apuntan a su empleo como cuenco destinado en la mesa para recibir líquidos o sólidos. 5. Contextos de uso y cronología (Fig. 2 y Lám. XIV) Los materiales que tratamos en este trabajo proceden de las excavaciones realizadas en plaza de la Encarnación de Sevilla y en el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla12. En todos los casos las piezas han sido documentadas en niveles arqueológicos, por lo que para la definición de los contextos de hallazgo se han de tener en cuenta los materiales que acompañaban a los ejemplares de imitaciones béticas de sigillata. Los ejemplares procedentes de la Plaza de la Encarnación de Sevilla se han documentado en contextos de amortización de ambientes domésticos cuyos estratos formaban parte de niveles de subida de cotas para la remodelación o formalización de nuevos espacios domésticos. En el caso de los materiales procedentes del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla sucede algo parecido, ya que las piezas proceden de niveles de remodelación de estructuras tardorrepublicanas de almacenamiento relacionadas con el antiguo puerto de Hispalis, así como de rellenos de colmatación y remodelación de estructuras y pavimentos para la subida de cotas del terreno. Forma Ia de Martinez 1989 (Fig. 2, 1 y Lám. XIV, 1). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. En el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla se le asigna una datación de finales del s. I a. C.-inicios del s. I d. C. Forma Ib de Martinez 1989 (Fig. 2, 2-4). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Se trata junto con el tipo IIb, con el que forma servicio, de la forma en cerámica bética de imitación de sigillata mejor representada en los contextos analizados de Sevilla, estando muy presente en los contextos iniciales de la primera mitad del s. I d. C. del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla y de la primera mitad-mediados del s. I d. C. de la Plaza de la Encarnación de Sevilla. La forma Ib se documenta junto a la forma IIb y III de Martínez en cerámica bética de imitación; formas Ritt. 5, Drag. 17, 27 y decorada Drag. 29 en sigillata gálica; así como con lucerna de volutas de tipo indefinido. A su

El total de fragmentos recuperados en esta intervención, incluyendo imitaciones de Barniz Rojo Pompeyano del tipo III de Martínez, supera los 400 ejemplares que, por sus características, han sido adscritas a esta producción aunque en muchos casos se trata de material residual registrado en niveles datados entre el s. III y la Edad Media (s. XI-XII d. C.). Las formas que presentamos han sido recuperadas en las primeras fases crono-culturales que se desarrollan entre el segundo cuarto del s. I y el II d. C. En el caso del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla este grupo cerámica es cuantitativamente significativo, estando presente entre la segunda mitad del s. I a. C. avanzado y el s. II d. C. 12

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vez la forma Ib también se relaciona en contextos de mediados-inicios de la segunda mitad del s. I d. C. con las formas Conspectus 7 y 20 en sigillata itálica; así como con los tipos Ritt. 8, Drag. 15/17, 18, 24/25, 27 y decoradas 29, 30 y 37 en sigillata sudgálica; así como con una lucerna Deneuve VG. En un contexto algo más reciente de la segunda mitad del s. I d. C. se halla además la forma Ib junto a los tipos Drag. 24/25, 35 y decorada 37 en sigillata hispánica; así como lucerna Dressel 12-13 y ánforas Dressel 20 y Beltrán IIB. Finalmente esta forma Ib se encuentra ya como material residual en contextos de finales del s. I d. C.-s. II d. C. con ejemplares de la forma 37 en cerámica bética de imitación de sigillata; Drag. 18, 27 y 36 en sigillata sudgálica; formas 15/17, 27 y 37 en sigillata hispánica; formas Hayes 8A en ARS A13; y cazuela Ostia III, fig. 267 (Hayes 197) en africana de cocina. Forma IIb de Martinez 1989 (Fig. 2, 5-8). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Se trata junto con el tipo Ib, con el que forma servicio, de la forma en cerámica bética de imitación de sigillata mejor representada en los contextos analizados de Sevilla, estando muy presente en los contextos iniciales de la primera mitad del s. I d. C. del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla y de la primera mitad-mediados del s. I d. C. de la Plaza de la Encarnación de Sevilla. Esta forma se documenta en los mismos contextos junto a la forma Ib y III de Martínez en cerámica bética de imitación; Ritt. 5, Drag. 27 y decorada 29 en sigillata sudgálica, así como con un fragmento de lucerna de volutas de la primera mitad del s. I d. C. Igualmente se halla en contextos de finales del s. I d. C.-primera mitad del II d. C. siendo en estos casos considerada como material residual, con presencia de sigillata sudgálica Ritt. 14 y decorada Drag. 37; sigillata hispánica formas 2, 8, 15/17 y 37; así como importaciones africanas de cocina, cazuelas Hayes 23A y Ostia III, fig. 267 (Hayes 197), y tapadera Ostia I, fig. 261; y ARS A formas Hayes 3B y 8A. Forma Ic de Martinez 1989 (Fig. 2, 9-10). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. Se le asigna una datación centrada en el s. I d. C. (dinastía Julio-Claudia). Forma IIc de Martinez 1989 (Fig. 2, 11). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. Se le asigna la misma datación que al tipo Ic. Forma Id de Martinez 1989 (Fig. 3, 1-2). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. En el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla se documenta en niveles de la primera mitad-mediados del s. I d. C. junto al tipo Ib de Martínez en cerámica bética de imitación; formas Drag. 15/17, 18, 24/25, 27 y decorada 29 y 37 en sigillata sudgálica; ánforas Haltern 70; así como lucernas Dressel 11/14 y 12-13. En la plaza de la Encarnación de Sevilla la forma Id se encuentra documentada en niveles de la segunda mitad avanzada del s. I d. C., estando presente junto a las formas de sigillata sudgálica Drag. 24/25 y 27; tipo III de Martínez de imitación de barniz rojo pompeyano; y fragmentos de cerámica africana de cocina indeterminados, siendo en este contexto posiblemente residual el tipo Id. Forma IId de Martinez 1989 (Fig. 3, 3). Primera Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. El ejemplar documentado en el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla presenta una sección que la aproxima claramente a

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African Red Slip (sigillata africana).

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modelos itálicos de la forma Conspectus 1.1 y la aleja del tipo asignado por Martínez. Se documenta en un estrato datado en la segunda mitad avanzada del s. I a. C. Forma Ie de Martinez 1989 (Fig. 3, 4-10 y Lám. XIV, 2). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma bien representada en los contextos analizados de Sevilla. En la Plaza de la Encarnación se documenta en contextos de la segunda mitad del s. I d. C.-II d. C. formando conjunto con formas del tipo III de Martínez e imitación de 29 en cerámica bética de imitación; formas Drag. 18, 24/25, 27, 35, 36, y decorada 37 en sigillata sudgálica; formas 2, 15/17, 18, 24/25, 27, 35, 36, y decoradas 29, 30 y 37 en sigillata hispánica; así como cerámicas africanas de cocina de las formas de cazuela Hayes 23A, Ostia III, fig. 267 y tapadera Ostia I, fig. 261, y de ARS A de la forma Hayes 8A, ánforas Dressel 14 y 20, Haltern 70, Beltrán IIA y IIB, y G-4 gala y un fragmento de lucerna Dressel 1213 con asa de luna. En otro de los contextos se halla el tipo Ie de Martínez junto al tipo III de Martínez, las formas Drag. 15/17 y decorada Drag. 37 en sigillata sudgálica; formas 15/17 y 27 en sigillata hispánica; así como con las formas de africana de cocina Hayes 23A, 23B, 199 y Ostia I, fig. 261 y Hayes 8A en ARS A. Este tipo Ie también se registra con los tipos Drag. 18, 27 y decorada 29 en sigillata sudgálica; formas 27 y decoradas 29 y 37B en sigillata hispánica; Hayes 2 y 8A en ARS A; Hayes 23A, Ostia III, fig. 267 y Ostia I, fig. 261 en africana de cocina y un fragmento de lucerna Dressel 15/16. Forma IIe de Martinez 1989 (Fig. 3, 11). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. Se le asigna la misma datación que al tipo Ie. Forma imitación Dragendorff 24/25 (Fig. 4, 1 y Lám. XIV, 3). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla, aunque su presencia es cada vez más significativa. En la Plaza de la Encarnación se documenta en contextos del último cuarto del s. I d. C.-II d. C. formando conjunto con fragmentos de cuenco Drag. 37 en sigillata sudgálica; forma decorada 29 en sigillata hispánica; y producciones de ARS A de la forma de cuenco Hayes 8A. En otro contexto la imitación de Drag. 24/25 se registra junto a las formas Luni 5 en Barniz Rojo Pompeyano; Drag. 18 y 27 en sigillata sudgálica; formas 15/17, 27, y decorada 37 en sigillata hispánica; así como Hayes 23B y Ostia I, fig. 261 en africana de cocina. Igualmente se halla un fragmento de este tipo junto al tipo III de Martínez en cerámica bética de imitación de Barniz Rojo Pompeyano; formas Drag. 15/17, 18, 4/22, 24/25, 27, 35, 36 y decorada 29 y 37 en sigillata sudgálica; formas 24/25 y 36 en sigillata hispánica; así como ánforas Dressel 20, 28 y Beltrán IIB. En otro contexto encontramos esta forma imitación 24/25 junto a la Drag. 18, 27, 35, 36 y decorada 37 en sigillata sudgálica; lucerna de volutas Dressel 11; paredes finas Mayet XXXVIII; tapadera en africana de cocina Ostia I, fig. 261 y ánforas de las formas Dressel 20 y 20 parva, Haltern 70, Beltrán IIB y G-4 gala. Forma imitación Dragendorff 29 (Fig. 4, 2-4 y Lám. XIV, 4). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. En la Plaza de la Encarnación se documenta en contextos de finales del s. I d. C.-II d. C. formando conjunto con fragmentos de cerámica bética de imitación de las formas Ic, Id, Ie y III de Martínez; formas Drag. 15/17, 18, 24/25, 27, 35, 36 y decorada 37 en sigillata sudgálica; formas 2, 15/17, 18, 24/25, 27, 35, 36, y decorada 29, 30 y 37 en sigillata hispánica; formas Hayes 3B, 4A (Atlante Tav. XIII, 7. p. 23) y 8A en ARS A; Hayes 23a, Ostia I, fig. 261, Ostia III, fig. 267 en africana de cocina; ánforas G-4 de importación gala; y un asa de lucerna Dressel 12-13.

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Forma imitación Dragendorff 37 (Fig. 4, 5). Segunda Serie de Imitación (Vázquez et al. 2005). Forma escasamente representada en los contextos analizados de Sevilla. En la Plaza de la Encarnación se documenta junto a la forma Ib y III de Martínez, e imitación de ARS A Hayes 8A en cerámica bética de imitación; formas 18, 27, 35 y decorada 37 en sigillata hispánica; cuenco Hayes 8A en ARS A; y tapadera Ostia I, fig. 261 y cazuela Ostia III, fig. 267 en africana de cocina, así como un fragmento de lucerna de volutas. Estos materiales arrojan una datación genérica centrada principalmente entre finales del s. I d. C. y la primera mitad del s. II d. C. 6. Implicaciones económicas, sociales y culturales Para la “eclosión” de las producciones de sigillata de imitación béticas se ha propuesto como trasfondo social una “evolución autóctona propiciada por un intenso deseo de asimilarse a la sociedad romana” (Bustamante y Huguet 2009, 304). Esta afirmación no parece adecuada al conjunto de las imitaciones de barniz rojo bético, sino más bien a la primera serie de imitación que parecen combinar soluciones técnicas enraizadas en la tradición local de imitaciones de Kuass14 al respecto de los barnices con innovaciones derivadas de una inspiración formal en los repertorios de las sigillatas itálicas y del llamado Barniz Rojo Pompeyano. Este compromiso entre soluciones técnicas vernáculas (bruñidos, alisados, cocciones reductoras para conseguir superficies grises y negras) combinadas con morfologías exógenas (también en este caso itálicas) se observa en el caso de las imitaciones tardorrepublicanas de barnices negros itálicos (Ramos, en este volumen) en el Bajo Guadalquivir, si bien, como ha señalado V. Moreno (Moreno Megías, en este volumen) se trataría del reflejo de una cierta dualidad socio-cultural del mundo indígena, escorado hacia una mayor asimilación de los gustos itálicos en el caso de las imitaciones de barniz negro y un deseo más o menos formalizado de mantener las tradiciones vernáculas, en el caso de los usuarios del repertorio de la Kuass más tardía y de las imitaciones de sigillatas más antiguas que parecen compartir detalles formales específicos como los bordes ranurados o escalonados. Que barnices negros de imitación y sigillatas de imitación de la primera serie estuviesen destinadas a públicos diferentes (si es que esto fue así) no significa que fueran fabricadas en alfares diferentes, pues de momento no existen más evidencias acerca de la coexistencia de ambas producciones en los mismos centros productores que los escasos fragmentos de imitaciones de sigillata (copa las copas Ib y Id) asociadas a un plato de imitación de barniz negro también de imitación de la forma Lamboglia 5/7 en los vertederos del alfar de la Calle Doctor Fleming 11-13 de Carmona, datados en época tempranoaugustea y donde la coexistencia de producciones anfóricas de tradición turdetana de la forma Pellicer D y ya romanas del tipo Haltern 70 garantiza el carácter “híbrido de este centro productor en el que el peso de las producciones pintadas turdetanas es aún mayoritario. Pero nada garantiza, al contrario que las

Las producciones de “Tipo Kuass” están siendo consideradas por la investigación dentro del fenómeno de formalización de talleres “protocampanienses” que aparecerían durante el período helenístico (finales del s. IV a. C.-III a. C.) en distintos puntos del Mediterráneo. Sin embargo las cerámicas “Tipo Kuass” no comparten las principales características que definen a dichas producciones protocampanienses, caso de las pastas reductoras y los acabados en barniz negro. Aunque es evidente que formalmente la producción de “Tipo Kuass” emula algunas formas áticas, y que una vez consolidada la producción, en su desarrollo posterior comienza también la producción de determinadas formas que emulan a servicios de mesa de la cerámica de barniz negro Campaniense, los talleres que producen la “Tipo Kuass” conceptualmente no pueden ser considerados dentro del círculo de las “protocampanienses” ya que es un fenómeno que se formaliza en la Bahía de Cádiz cuando los originales, inicialmente cerámica ática y posteriormente campaniense, ya existen. En la Bahía de Cádiz sin embargo se trata de un fenómeno en el que talleres cerámicos activan una producción de corte helenístico con una idiosincrasia propia (“Tipo Kuass”), que a nuestro entender no se debe relacionar con el fenómeno de formalización de talleres “protocampanienses”. El propio prefijo “Proto” indica que estaríamos ante los modelos que inspirarían o evolucionarían hacia algo posterior, es decir, estaríamos ante unos talleres en los que se están dando los pasos previos hacia una producción concreta (Campaniense) y no es el caso. 14

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ánforas y las cerámicas turdetanas pintadas, que los fragmentos de imitaciones de campaniense y de sigillata fuesen producidos en este alfar, pues junto a las producciones locales se documentan en los vertederos importaciones de lucernas y de campanienses y sigillatas “verdaderas”. Diferente es el caso de la segunda serie de imitaciones, características de época Julio-Claudia avanzada y Flavia. En estos momentos, la romanización era ya un fenómeno largamente consolidado en la provincia y finalmente sancionado con la municipalización general de Hispania en época de Vespasiano. Pensamos que esta segunda época de imitaciones de sigillatas puede caracterizarse menos como una de imitación de formas foráneas en el seno de estructuras productivas indígenas, caso tal vez de la primera serie, que como una de funcionamiento “a la romana” de los talleres alfareros del Guadalquivir. Serían contemporáneas, pues, de las producciones de comunes, lucernas, ánforas olearias (Dressel 20) y de derivados de la uva (Haltern 70) en un momento en que las tradicionales cerámicas decoradas a bandas rojas propias del mundo turdetano se encuentras casi desaparecidas. Desde época final de Tiberio y, ya con claridad desde la de Claudio, el “traslado” de los grandes centros productores de ánforas a las campiñas de los ríos navegables y la reconversión, con un paralelo crecimiento en tamaño, de las alfarerías suburbanas, dotó seguramente a la infraestructura alfarera bética occidental de los medios técnicos y de la posibilidad económica de producir repertorios de cerámicas barnizadas a imitación de las últimas producciones itálicas y de las gálicas que iban llegando a los puertos principales de la región, si bien no conocemos ninguna de estas producciones de imitación (cuyos barnices son significativamente diferentes de los de las producciones de “Peñaflor” en muchos de los casos) en contextos primarios de producción cerámica. Desde el punto de vista económico, estas series avanzadas (segunda mitad del s. I y s. II d. C.) se integrarían ya en un fenómenos general característico de la nueva realidad socio-económica que se estaba consolidando en el valle del Guadalquivir, caracterizada por una reactivación del comercio interno y de los mercados ciudadanos a partir de la presencia de mayor cantidad de moneda en circulación, de la mejora de las vías de comunicación terrestres y del acondicionamiento de los ríos navegables (Guadalquivir y Genil) que ahora permitían una navegación sin trabas hasta las cercanías de córdoba y Écija. Ello redundó en una distribución más densa de cerámicas hacia los emplazamientos cada vez más romanizados del valle (Vázquez et al. 2005, 318). Es decir, que el éxito de las cerámicas de importación itálica entre la población del valle del Guadalquivir y el consiguiente cambio en los hábitos de consumo, acompañó a las grandes mutaciones estructurales, convergiendo todas estas líneas en la reorientación productiva de los talleres béticos ante la oportunidad de manufacturar e incorporar a la red de distribución de bienes de consumo nuevas producciones basadas en la imitación de formas foráneas demandadas y aceptadas por el consumidor (Vázquez 2006, 1659). La constitución de una red de talleres cerámicos trabajando “a la romana” impuso incluso una serie de soluciones técnicas muy diferentes a las que se observan en las producciones de imitación de barniz negro y las primeras series de sigillatas que perduraran, como propiamente provinciales, incluso más allá de la desvinculación de la Bética con respecto al centro del Imperio a partir de los años de las invasiones bárbaras. Nos referimos a las técnicas de ruedecilla y burilado que se extienden ahora como solución decorativa generalizada en estos vasos de imitación. Volverán a aparecer hacia mediados del s. IV d. C. asociadas a otras producciones, las constitutivas de la clase denominada Terra Sigillata Hispanica Tardía Meridional que alcanzarán en circulación hasta los años iniciales del s. VI d. C. (Vázquez y García Vargas, en este volumen) y que serán continuadoras, al menos en lo referente a los

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acabados superficiales, no tanto de las sigillatas altoimperiales como de las imitaciones de cerámica de cocina africana corrientes en la región desde mediados del s. II d. C. y que se documentan en talleres con estructuras productivas y repertorios cerámicos propios de la alfarería romana provincial bética. Por lo demás, la conjunción entre una amplia oferta de productos cerámicos barnizados de importación ajenos a la tradición alfarera hispana y el aumento del consumo y la demanda de dichos productos la que estimularía la introducción entre los productos de la alfarería bética de repertorios engobados en rojo, seguramente como consecuencia de una necesidad real de productos de este tipo en los mercados ante una creciente demanda. Aún así, el hecho de introducir en el mercado y poner a la venta servicios cerámicos distinguibles fácilmente, entonces como hoy, de las series “originales” de importación, descarta que los alfareros béticos intentasen enmascarar sus productos haciéndolos pasar como foráneos. Más bien se trataría de poner a la venta una producción local ventajosa por su menor coste y que no incluía, en lo que sabemos, elementos decorados con apliques o moldes. Se ha propuesto al respecto, mediante la comparación entre los materiales procedentes de un centro administrativo minero, y los procedentes de un hábitat minero asociado, que el “Barniz Rojo de Tradición Hispana” (imitaciones béticas de sigillata) tendría en el mercado menor coste que los modelos imitados al haber mayor presencia de imitaciones en un ambiente de población con poder adquisitivo bajo (Bustamante y Huguet 2009, 305). Sin negar esta constatación, hay que hacer constar el abrumador peso de las cerámicas de barniz rojo “verdaderas” en los contextos urbanos de referencia, donde además se sitúan los únicos centros de producción detectados y/o propuestos. La formalización de una costumbre autóctona imitativa pudo responder también en parte a un estrategia de los productores locales mediante la cual éstos pretendiesen asegurar la introducción y venta de parte de su producción cerámica al acogerse, muy probablemente, a la oferta y demanda que se generaba en los productos de importación con los nuevos hábitos de consumo. En los primeros momentos en los talleres béticos de imitaciones de sigillata, debe sin duda radicar una clara conciencia de los cambios que en la población se estaban produciendo a la hora de adquirir repertorios cerámicos de mesa y cocina, siendo la activación productiva reflejo de la transformación de la población en lo económico-social, que sería propiciada por el comercio y el rápido desarrollo de los mercados urbanos y rurales15.

Se ha afirmado sin embargo que esta producción se desarrollaría probablemente como consecuencia de “paliar la carencia de productos cerámicos en el mercado, en un período o intervalo que bien pudiera situarse entre las extintas vajillas procedentes de Italia, y la comercialización de los primeros recipientes de T.S. Hispánica” (Jerez 2004, 174); estando su difusión en “una especie de mercado interior, centrado en dos áreas bien definidas: Bética y Lusitania, zonas o circuitos, donde obviamente no se registra una especial fluidez de mercancías foráneas” (Jerez 2004, 174). Sin entrar a valorar el estado actual de la investigación sobre la realidad económico-comercial de la Lusitania entre los principados de Augusto y Claudio/Nerón, sí debemos indicar que para la Bética se trata de un período de prosperidad comercial ampliamente documentado en el registro arqueológico. La llegada de importaciones de cerámica común doméstica, de cocina, así como de mesa al Valle del Guadalquivir desde mediado del s. I a. C. a mediados del s. I d. C. y durante las décadas posteriores es una constante, mostrando la existencia de un suministro activo de estas clases cerámicas. El aumento del comercio de importaciones cerámicas, tanto en la costa como en el interior de la Bética, en contraste con el alto número de imitaciones de sigillata itálica documentadas en Celti, fueron las premisas básicas que llevaron a S. J. Keay a la afirmación de que “In the other words, even though imports were available, the population at Celti had a clear preferente for local interpretations of foreign forms” (Keay 2000, 200). Al no poder ser aplicada para todos los contextos urbanos (y rurales) de la Bética la existencia de una carestía de importaciones cerámicas foráneas (y ni siquiera una preminencia cuantitativa de las importaciones sobre las vajillas imitadas), debemos considerar que lo que en estas producciones parece más bien subyacer es un intento, relativamente exitoso, de reconversión de la oferta local con el objeto de ofrecer un producto similar al que está teniendo mayor demanda o éxito, siendo la fluidez e intensidad del propio comercio bético la que permitió que estos productos de imitación llegaran a alcanzar las costas del Mediterráneo y el Atlántico hacia centros de consumo en el Norte de África, el Nordeste de la Península Ibérica y la Península Italiana. Es el caso de Ampurias (Sanmartí-Gregó 197415

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La consolidación de los talleres en época Julio-Claudia se concreta en la continuación de la producción de la 1ª serie de imitaciones (de sigillata itálica), que sobrepasa los límites cronológicos de los propios tipos foráneos a los que imita. Es el caso de la forma 14 de Amores y Keay, característica de los niveles de la primera mitad del s. I d. C. que sin embargo está presente en niveles flavios tempranos de la Plaza de la Encarnación de Sevilla y de la calle San Felipe 1A de Carmona, siendo ya residuales a fines del s. I-inicios del II d. C. Se trata por tanto, de una producción que alcanza el tercer cuarto del I d. C. desapareciendo progresivamente durante la dinastía Flavia. Esta serie de imitaciones de sigillata itálica, bien consolidada en la Bética desde época de Augusto, difiere sin embargo de las siguientes series de imitación de sigillata que encuentran a partir de la segunda mitad del s. I d. C. un nicho comercial distinto. La consolidación de la importación de sigillata gálica durante el período Julio-Claudio, y la posterior activación de un gran centro alfarero de sigillata hispánica en Isturgi (Andújar, Jaén) introdujeron nuevos formas en los servicios de mesa que podían ser adquiridos en la Bética. El alto índice de comercio de Sigillata Gala, y la existencia del taller en Isturgi debió favorecer el fin de las imitaciones béticas de Sigillata Itálica, y provocar la aparición de nuevas imitaciones, basadas en las nuevas formas, que aparentemente tuvieron menor aceptación en el mercado siendo su éxito en principio escaso. Los tipos I/IIe de Martínez y las imitaciones de las formas Drag. 24/25, 29 o 37 son muy escasos en el registro arqueológico de la Plaza de la Encarnación de Sevilla o del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla, siendo materiales “anecdóticos” que sin embargo reflejan la continuidad en la producción de imitaciones béticas de sigillata durante la segunda mitad del s. I d. C. alcanzando el s. II d. C. La prolongación en el tiempo de la manufactura de productos cerámicos béticos con acabados en rojo que emulan formas foráneas y se adaptan morfológicamente a la demanda y cambios del mercado, implica que existió en los maestros de alfar del Valle del Guadalquivir una continua reflexión acerca de los productos que abastecían a la provincia, y por lo tanto un alto conocimiento de la realidad artesanal y comercial de su tiempo. La sigillata bética de imitación para la mesa vería reducida su producción en la segunda mitad del s. I d. C. y primera mitad del s. II d. C. hasta ser una manufactura anecdótica que alcanzaría el s. V d. C. Aun así, los talleres béticos de imitación de productos foráneos no se diluyeron con la disminución drástica de la producción de imitaciones de sigillata de mesa, sino que, con otras técnicas y acabados, volvieron a reorientarse hacia la producción de imitaciones de cerámicas africanas de cocina frente a las cuales llegan a ser mayoritarias (al menos con respecto a determinadas formas básicas) a lo largo de la segunda mitad del s. III d. C. 7. Bibliografía F. Amores Carredano; S. Keay, Las sigillatas de imitación tipo Peñaflor o una serie de hispánicas precoces, en: M. Roca; M.I. Fernández (coord.), Terra Sigillata Hispánica: centros de fabricación y producciones altoimperiales, Málaga 1999, 235- 252. M. Bustamante Álvarez; E. Huguet Enguita, Las cerámicas tipo Peñaflor, en: D. Bernal; A. Ribera (eds.), Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestión, Cádiz 2009 [2008], 297-307. D. Colls; R. Étienne; R. Lequement; B. lion; F. mayet, L’épave de Port Vendres et le commerce de la Bétique à l’époque de Claude (Archaeonautica I), Paris 1977.

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Figura 1. Tabla de formas de la cerámica “Tipo Peñaflor”. A partir de Martínez 1989.

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Figura 2. Formas documentadas sigillata bética de imitación (Primera Serie de Imitación). 1, 4, 10, 11: Patio de Banderas (Sevilla); 2-3, 5-9: Plaza de la Encarnación (Sevilla).

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Figura 3. Formas documentadas sigillata bética de imitación (Primera y Segunda Serie de Imitación). 1-2, 5-7, 11: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 3-4, 8-10: Patio de Banderas (Sevilla).

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Figura 4. Formas documentadas sigillata bética de imitación (Segunda Serie de Imitación). 1-3, 5: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 4: Patio de Banderas (Sevilla).

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