Imaginario socio histórico de la profesión docente: reflexiones en torno al estado de la cuestión

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Imaginario socio histórico de la profesión docente: reflexiones en torno al estado de la cuestión Alejandro Rabuco Universidad Viña del Mar. Centro de Estudios Educativos Interdisciplinares. [email protected] [email protected] Teléfono: (7)5216990. Resumen Los distintos debates que rondan los parámetros generales de la educación, mantienen en la actualidad distintas líneas y enfoques de pensamiento, algunos de los cuales han tendido a influenciar profundamente los planteamientos ideológicos y culturales de las prácticas pedagógicas de los docentes a nivel socio-histórico. A este decir, que la discusión plateada en la actualidad sobre las problemáticas que subyacen tanto a la formación inicial docente, como a la definición de la identidad profesional del profesorado, tiende a situar la labor docente sobre parámetros fuertemente tecnicista del trabajo pedagógico, situación que contribuye a centrar el foco de las discusiones en aspectos disciplinares distanciados de los nociones de estudios identitarias inherentes al imaginario histórico del profesorado. A partir de los antes reflexionado, surge la necesidad de posicionar la resignificacion del concepto de identidad docente, a partir del estudio socio-histórico de la labor pedagógica en Chile, la estructuración de la escuela como entidad política en constante construcción y el rol que cumple el docente como ente movilizador de experiencias colectivas que influyen en el proceso de enseñanza y aprendizaje; de la misma forma se asume la conjugación del rol docente, bajo una perspectiva reflexiva constante mediante la cual circulan una multiplicidad de factores que terminaran dando forma a aquello que conocemos como identidad docente, concepto que debe ser entendido bajo un contexto altamente complejo y dinámico. Por último, se asume la premisa de que la discusión en torno a la identidad docente contribuye a la formación de los futuros profesores, bajo la idea de que permite ir al rescate de la memoria colectiva y la identidad del profesorado, herramientas claves en el proceso de formación. Palabras claves: Identidad docente, profesionalización, práctica pedagógica.

Imaginario socio-histórico de la profesión docente: reflexiones en torno al estado de la cuestión. El debate actual sobre la educación tiende a plantear la labor docente al interior de parámetros fuertemente ligados a la concepción técnica del trabajo pedagógico, vinculando las problemáticas de la discusión a aspectos disciplinares, y fomentando de esta forma cierto distanciamiento de las nociones de estudios identitarias inherentes al imaginario histórico del profesorado. Tal es este hecho, que la revisión de los distintos planes de estudios emanados desde las bases ministeriales plantea la estructuración de los saberes docentes mediante argumentos fuertemente tecnicistas, como soporte de un sistema de superespecialización vigente en el actual modelo educativo del país. Lo antes mencionado pone de manifiesto la labor institucional del docente, la cual es entendida como clave en el proceso de consecución de resultados por parte de los alumnos, que permitan alcanzar ciertos estándares propuestos por los organismos internacionales referentes a la educación; poniendo énfasis en la dimensión teórica – disciplinar del docente , promoviendo la importancia de hacer de la carrera docente un instrumento para el logro de objetivos estandarizados a través de la enseñanza, situación que en gran medida influye en la forma en que los docentes y futuros docentes se conciben a sí mismo en el marco de su gremio y el impacto que estos tienen en la sociedad en que intervienen. De acuerdo con este contexto, se observa la existencia de un valor identitario a la práctica docente, y de la misma forma se visualiza la necesidad de rescatar los valores socio-históricos que mantiene la profesión docente en Chile. A partir de lo antes discutido, este trabajo propone una mirada reflexiva en torno a la identidad docente y las formas en que culturalmente esta identidad se ha ido modificando en el tiempo, y cómo el estudio de los conceptos de identidad docente y los orígenes sociohistóricos y culturales de esta profesión son útiles para la formación de futuras generaciones de profesores capaces de reflexionar sobre la importancia del quehacer docente. Se propondrá inicialmente una revisión bibliográfica, a partir de lo expuesto por Iván Núñez Prieto en La profesión docente en Chile: Saberes e identidades en su Historia (2007), dando de esta forma la conformación de contextualización sobre la profesionalización docente en un marco histórico, para luego adentrarnos en el análisis del estado de la profesión docente y sus perspectivas a futuro. Pensar en el recorrido socio- histórico de la formación docente, implica necesariamente la realización de un esquema temporal que permita tomar ciertas consideraciones de aquellos procesos sociales vividos en el país, debido a que la caracterización de lo que conocemos como educación formal se nutre de los pergaminos políticos, económicos y culturales que dan forma a la sociedad; siendo quizás uno de los puntos más importantes del trabajo realizado por el investigador Iván Núñez, ya que traslada el estudio histórico de la enseñanza en Chile, hacia la concreción de líneas divisorias que permiten analizar cada etapa en el desarrollo educacional del país; a decir se plantea la definición de cuatro grandes revoluciones a nivel general que han moldeado la educación chilena (Núñez, 2007:2):

inicialmente de manera tenue desde la influencia de los Dominicos en esta materia, seguida de una etapa donde se cimientan los primeros pasos para la concreción de un sistema público centrado en el Estado, posteriormente la tercera enfocada en el aumento de cobertura y la forma de proceder ante ello, y finalmente la cuarta respecto a cómo situar el país en el escenario de la economía mundial y en la era de la información; los cuales serán abordados a continuación. Un primer momento se expone como la fundación de la escuela como institución; esta etapa plantea los lineamientos fundacionales de la importación de la escuela durante el siglo XVIII en el Chile republicano (Núñez, 2007). Al respecto Amanda Labarca pone de manifiesto la injerencia que los Dominicos tuvieron en la promoción de la educación, quienes tuvieron la iniciativa de fundar las estructuras del colegio, situación que más tarde se traduciría en la construcción de la Universidad Pontificia de San Miguel, con un fuerte acento en la enseñanza de la gramática y el estudio de la teología y filosofía (Labarca,1938:13), a la orden de los dominicos le somos deudores, no solo de la fundación de la primera Universidad Pontificia, sino también de la introducción de la postulación titular de la enseñanza a nivel de formación de profesores a través de los títulos de bachiller, licenciado maestro y doctor (Labarca, 1939), marcando el atisbo del recorrido fundacional del proceso de enseñanza en el país. Prosiguiendo con la revisión del marco docente, se traslada el punto de atención hacia lo que Iván Núñez mencionaría como una segunda revolución, la cual mantendría un importante rol en la estructuración del sistema público educacional proveniente de la función estatal. La edificación del aparato estatal entorno a la educación, marcaría un cambio clave a la hora de entender el rol de la escuela y la enseñanza bajo los márgenes de lo que se denomina el surgimiento del Estado nación, ya que traería aparejado el surgimiento de nuevas tecnologías políticas y administrativas que direccionarían el futuro de la producción nacional. Siguiendo a Brunner, al salir de la esfera privada, la educación se constituye como una poderosa arma en la formación de las naciones y comienza a tomar el rol de dirigir la secularización de la sociedad (Brunner, 2000:3). En este contexto los espacios estructurales de la educación se convierten en el espacio estratégico del desarrollo político, económico y cultural de la República; la incorporación de la educación al imaginario de las políticas estatales poco a poco iría permeando en la construcción de una clima de demandas externas que terminarían por disponer la esfera educacional chilena a los procesos vividos a nivel global, situación que terminaría por modificar el funcionamiento y las influencias de la empresa educativa nacional. La masificación del sistema escolar marcaría el recorrido de la tercera revolución a analizar, sobre todo por su rápida concreción y el nivel de extensión plasmado en su capacidad de llevar a la mayor cantidad de personas al proceso de escolarización. Partiendo del análisis paralelo a lo que venía sucediendo, en las colinas de los procesos externos al país, luego de

la revolución industrial, los requerimientos formativos enfrentaban al país a la necesidad de desarrollar un modelo que sirviera de sustento al movimiento productivo de las fábricas. Los cambios producidos en su mayoría radican en la adopción de un nuevo paradigma que entronca sus consignas en un camino abierto a las transformaciones políticas, es decir el surgimiento de nuevas formas de mantener el poder y legitimar su ejercicio sobre la población, da lugar a una nueva forma de transmitir el ideario cultural nacional en la sociedad chilena, situación que marcaría el paso de un paradigma privado en la administración educacional, a uno público marcado por el alto grado de concentración en la tarea formativa (Brunner,2000:6). Este esquema, presentado bajo la premisa de la masificación del sistema escolar, será el que dará un paso de continuidad, hasta lo que será la llamada cuarta revolución, esto es reflejado en torno a la combinación de proyectos socio-políticos distintos entre sí, como lo son el liberal y socialdemócrata, los cuales integrarán sus idearios políticos y económicos a la marcha de reestructuración educacional. Los aportes entregados por este nuevo contexto, se traducirán como la puerta de entrada a la sociedad del conocimiento y por sobre todo a la era de la globalización, situación que obligaría al modelo de educación chileno a proyectar un profundo remodelamiento con el objetivo de insertar a Chile en las líneas de la sociedad globalizada. Ya adentrados en la contextualización del marco socio –histórico educacional chileno, resulta importante asumir como punto de partida a los debates actuales sobre la problemática educacional, la legitimación de la identidad docente y su importancia para el proceso formativo de los futuros maestros. Los acontecimientos ocurridos durante la mencionada segunda y tercera revolución de Brunner, delimitarían los pasos a seguir en la conformación del rol docente, esto porque el surgimiento de la cultura docente se encuentra estrechamente ligada a la puesta en marcha del llamado Estado docente, aspecto no menor, pensando en el viraje que conlleva esta tarea; sobre todo el esquema de organización que comienza a configurarse a través de las instituciones formadoras. La fuerte necesidad de tener que estructurar la sociedad en base a la conformación de nuevas estructuras políticas, conlleva en sí mismo, la inserción del docente en los parámetros políticos – ideológicos que los grupos gobernantes buscarían definir para la sociedad (Núñez, 2003: 455). La idea de la profesionalización en el ideario de la cultura docente, es concebida precisamente a partir de este espacio, al encontrarse la estructura de la educación ya inmersa en el rol de un ente medular en la conformación de las políticas públicas del país, debía buscar escalar hacia el desarrollo de este sistema escolar, por lo que las primeras medidas embarcadas por esta primera etapa profesional educativa, radicaría en la supervisión y regulación de la labor docente del sector público, lo que Iván Núñez mencionaría como asignación de recursos fiscales para la remuneración de los maestros, la fundación de escuelas normales y generación de instancias de capacitación por parte de los profesores normalistas para la mayoría de los docentes que no provenía del sistema tradicional normalista de la educación. De esta forma, se entregan los primeros pasos hacia la institucionalización de una comunidad

docente, entre los que destacan el aumento en la construcción de escuelas normales y la fundación del instituto pedagógico de la Universidad de Chile, institución que serviría como garante de la profesionalización de los profesores de secundaria. De esta forma, la identidad docente proseguía su despliegue entorno a la fuerte concentración del Estado, plasmando como símbolo de su quehacer en las tareas de expansión del sistema de educación, los conceptos de modernización y reforma, atributos que en forma general compartirán la tesis emanada de Núñez, entorno al establecimiento de un proceso de continuidad y cambios en la escolaridad. Ahora bien, la cultura docente prevaleciente durante las primeras décadas del siglo XX, se constituye como fruto de una extensa construcción, derivada de vivencias y reestructuraciones marcadas en su relación con el desarrollo social, político y económico de la sociedad; se podría decir que la identidad docente forma parte de un esquema sociohistórico, que va evolucionando a medida que las experiencias colectivas circulan sobre la base de acciones de sentir común. Los espacios que los docentes, logren construir dependerán mucho de las caracterizaciones definidas al status que se le otorguen a su rol, siguiendo a Ana María Cerda se puede caracterizar la labor docente a partir de las caracterizaciones de profesionalización, argumento que indicarían la existencia de líneas paralelas que unifican su labor con el valor social, y al mismo tiempo se demuestran competencias con la resolución de problemas y el compromiso formativo. Por otra parte, también se evidencia un proceso de semiprofesionalización, lo cual indicaría la carencia de rasgos característicos identitaria entre los docentes, acercándolos a un proceso de desprofesionalización (Cerda, Silva y Núñez, 1991: 37-38). A través de estas definiciones, entendemos la importancia de la profesionalización entorno a la conformación de la identidad docente, debido a que entregaría una asociación entre el control del ejercicio profesional y la protección de los miembros de la comunidad docente, atributos que entregan al Estado una función clave en el desarrollo, puesto que de este dependería la dimensión organizacional de las normas a seguir, y el debido reconocimiento social a la profesión, siendo el Estado mismo el encargado de fijar el proceso de formación, dotando de autonomía a los docentes para la puesta en práctica de estas planificaciones. Ya adentrándonos en el análisis contemporáneo, de la función docente, surge la importancia de reflexionar a partir de relación laboral del docente como trabajador. En esta dirección, se postula la existencia de ciertas corrientes que señalan el estudio del rol docente, a partir de su condición como trabajador asalariado, insertos en un trayecto profundo de transformaciones a nivel colectivo, tanto a nivel de reestructuraciones en forma práctica y burocrática de su labor, y de violencia ( Cerda, Silva y Núñez, 1991: 44-53). De acuerdo con lo antes explicitado, para abordar el análisis del colectivo docente, se hace imprescindible partir desde el estudio crítico de sus condiciones laborales, el instrumento legal que en este caso rige las prácticas docentes, es el Estatuto nacional docente contemplado en la ley 19.070 de la legislación chilena. A partir de este documento constitucional se atribuye a la función laboral del profesor la sistematización de enseñanza y educación, incluyendo el diagnostico,

planificación, ejecución y evaluación de los mismos procesos (ley 19.070). Es decir, se estipulan como condiciones esenciales de la condición docente, la rutinización del trabajo, su parcelación y jerarquización en pos de la superespecialización de su actividad, es decir existe un cierto sentido de homologación del rol profesional del docente a la realidad lógica y racionalizadora del capital, aspecto que acentuaría la separación de la labor productiva de conocimiento patente a la función educativa por parte del profesor, trasladando la función educativa a un margen exclusivo de ejecución técnica docente. El sentido tecnocrático inserto en el modelamiento de la educación, ha conllevado a un fuerte enfrentamiento en este caso entre docente y empleador, visibilizando en este proceso formas de resistencia que con el tiempo se han impregnado al interior de la memoria colectiva, tendiendo a direccionar la identidad del esquema docente, así es posible percibir la presencia de otro aspecto importante a la hora de problematizar la concepción de identidad docente que atraviesa la realidad chilena, las nuevas condiciones de trabajo enraizadas en los cambios producidos a nivel político y social tanto a nivel interno como externo del horizonte global. (Cerda, Silva y Núñez, 1991: 55-60). Así, de manera sucinta podemos interrelacionar el panorama actual docente con el modelo de sociedad que tenemos a través de dos prototipos de docentes; un grupo que concibe la pedagogía como un talento innato que conlleva una mirada paternalista hacia los alumnos como seres desamparados por la sociedad que deben ser refugiados en la escuela; y otro grupo que se caracteriza por un fuerte componente academicista el cual impregna a los estudiantes de una necesidad de movilidad social, la cual se refleja en los movimientos que reivindican la profesionalización como medio de salir de la pobreza. A su vez, ambos estereotipos contribuyen de igual manera al modelo mercantil que tenemos; el primero desde la idea de que un primer grupo de personas que está en situación ‘privilegiada’ debe hacerse cargo de las necesidades básicas de las personas en estado de vulnerabilidad mayoritariamente a través de aportes económicos, y el segundo a través de la tecnificación del aprendizaje, el cual lejos de formar personas pensantes y sintientes, forma individuos con una capacidad de endeudamiento. Para concluir, adoptamos en forma de análisis crítico la idea de rol docente bajo una perspectiva reflexiva constante, en la que circulan una multiplicidad de factores que terminarán dando forma a lo que hoy concebimos como identidad docente, como por ejemplo la inclusión de conceptos tan conflictivo dentro de esta labor como profesional, técnico y operativo, terminan por dar cuenta de los proceso de transformaciones vividas, procesos que se posicionan en la memoria colectiva de las nuevas generaciones de profesores, y es que concebimos que en la formación inicial docente, es fundamental el rescate de la memoria docente a través de la complejizacion de su identidad, ya que esto permitiría a los estudiantes conectar sus procesos de aprendizaje con el fortalecimiento de una identidad que más allá de entregar características legales e históricas acerca de una profesión, permite la construcción del sentimiento de apropiación de las experiencias colectivas que dan forma a lo que en un futuro no muy lejano tendrán que enfrentar. De esta forma, se entregaría la oportunidad de

enfrentar la carrera docente, no como una fragmentación entre lo disciplinar teórico, y lo técnico pedagógico, sino más bien se entregaría una visión amplia de la docencia deducida como un complemento entre ambas visiones, esto quiere decir un profesional que transmite a la sociedad y se constituye como agente dinamizador de ella, aportando a su evolución constante. Referencias Bibliográficas -

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Amanda Labarca. Historia de la enseñanza en Chile. Publicaciones Universidad de Chile, ediciones universitarias Santiago 1939. Brunner, J. J. (2003). La educación al encuentro de las nuevas tecnologías. Las nuevas tecnologías y el futuro de la educación. Cerda, A. M., Silva, M. D. L. L., & Núñez, I. (1991). El sistema escolar y la profesión docente. Santiago, Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación. Prieto, I. N. (2007). LA Profesión DOCENTE EN CHILE: SABERES E IDENTIDADES EN SU HISTORIA. Revista Pensamiento Educativo, 150. Iván Núñez. El profesorado, su gremio y la reforma de los noventa: presiones de cambio y evolución de la cultura docente. En políticas educacionales en el cambio de siglo: la reforma al sistema educacional de Chile. Editorial universitaria 2003. Ley, N. 19.070, de 1 de julio de 1991. Estatuto de los Profesionales de la Educación, arts, 5-6 y 7.

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