Imaginando el progreso: la empresa eléctrica Siemens & Halske en Mérida, Yucatán, México

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Descripción

Alma Durán-Merk

Imaginando el progreso: la empresa eléctrica Siemens & Halske en Mérida, Yucatán, México1

Universität Augsburg, Alemania [email protected]

En los albores del siglo XX múltiples productos y servicios fueron entendidos como símbolos del arribo del progreso a América Latina. Uno de ellos fue la energía eléctrica. De acuerdo con una narrativa que el autor yucateco Ermilo Abreu Gómez2 nos dejó, la modernidad en forma de la luz eléctrica llegó a Mérida, México, en 1904. El literato cuenta: Una noche, después de la Oración, se juntaron en la Plaza de Armas los vecinos de mi pueblo. Se inauguraba la luz eléctrica. Allí estaban presentes el Gobernador, el alcalde, el jefe de armas y otros señores de copete. El dueño de la planta eléctrica, un alemán alto […] se trepó sobre una tarima y habló de los milagros de la ciencia. Luego izó hasta el tope de un palo, un globo de vidrio. A una señal del gobernador, el globo se encendió. Era la luz eléctrica. (19).

A pesar de su aparente veracidad, la narración debe ser tomada con cuidado. En realidad, la electricidad estuvo disponible desde 1882 en ciertas calles de la capital yucateca, así que no se trataba de una primicia. Además, la persona a quien el autor identifica como dueño de la empresa, no era sino el gerente de ésta. ¿Qué pudo llevar a Abreu Gómez a semejante confusión? Quizá podría entenderse al considerar que el servicio eléctrico había sido un tanto deficiente y apenas

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Una versión previa de este trabajo fue presentada como ponencia en el 4to. Coloquio de Investigación de la RedISCA, en Berna, Suiza, en noviembre de 2013, bajo el título Roles adscritos, experiencias transnacionales e imaginarios sociales: Siemens & Halske en Mérida, Yucatán. La autora desea expresar su agradecimiento al Dr. Luis 2 La obra de Ermilo Abreu Gómez (Mérida, 1894-Ciudad de México, 1971), se centra no solo en la historia de Yucatán, sino que tiene también un carácter etnográfico en la medida que narra vivencias cotidianas.

parcial hasta entonces, por lo cual, en el imaginario social, la luz fue inaugurada en 1904. Podría también ser resultado de la internalización de los roles que la sociedad yucateca dio a los extranjeros y los productos o servicios venidos de afuera durante el llamado Porfiriato extendido (1876-1914). ¿Cómo fue que la energía eléctrica se convirtió en un signo de progreso? ¿Cómo operó la empresa Siemens & Halske en Mérida, Yucatán? ¿En qué medida ese servicio, codificado como un signo de desarrollo, llegó a los habitantes de Yucatán? Éstas son las preguntas que guían este análisis, que consta de cuatro partes: La primera sitúa el fenómeno estudiado en su contexto histórico y cultural. La segunda, investiga el desarrollo del binomio electricidad-modernidad en esta región, mientras que la tercera analiza las operaciones de Siemens & Halske en Yucatán. En el cuarto segmento se considera en qué medida las sociedad yucateca se benefició de la electricidad en aquel tiempo. Desde una perspectiva etnohistórica tanto fuentes primarias como secundarias fueron analizadas para reconstruir esta parte de la historia socio-cultural y económica que une a Alemania y Yucatán.

Yucatán: cerca del Caribe y admirando a Europa

Con sus episodios de separaciones y re-afiliaciones a la República Mexicana, Yucatán fue considerado hasta 1915 como una región con mayor afinidad con Europa y el Caribe que con México, y a la que había que integra al proyecto nacional. Por su ubicación geográfica la península estaba incomunicada por tierra con la capital; dadas sus limitadas riquezas naturales, no sería sino hasta 1880, cuando se inicia el boom del henequén, que el área cobraría importancia a nivel nacional e internacional. Los miembros de los grupos dominantes yucatecos mostraron una clara tendencia a idealizar a Europa desde el siglo XVIII, que fue afianzada durante el Segundo Imperio Mexicano, o sea de 1864 a 1867. Los imaginarios sociales cultivados por las élites meridanas posicionaron a la tecnología, la arquitectura, el arte y la literatura europeas como los modelos a seguir, negando 2

importancia a las grandes diferencias culturales que separaban al viejo mundo de la realidad 3

yucateca (Sánchez Novelo). Durante la dictadura de Porfirio Díaz, esto es, desde 1876 hasta 1911, el positivismo de Auguste Comte, combinado con el darwinismo social de Herbert Spencer, inspiraron las políticas intelectuales; de fondo estaba un modelo de desarrollo económico liberal (Love; Katz; Speckman Guerra). El lema de Díaz –Orden y Progreso– se convirtió también en aspiración de los grupos privilegiados yucatecos que cooperaron con el centro, especialmente entre 1902 y 1908, bajo la 4

gubernatura de Olegario Molina Solís. Este pequeño grupo, conocido como Los Olegaristas, implementó una acepción de la modernidad que favorecía su avance económico, afianzaba su posicionamiento social, y le permitía cimentar un orden político regional –todo esto en detrimento de sus críticos y de las grandes mayorías formadas por mestizos, indígenas y trabajadores extranjeros traídos a la península prácticamente en calidad de esclavos (Pérez de Sarmiento y Savarino Roggero; Quezada). Además, el clan de Los Olegaristas marginaba del poder a la incipiente clase media yucateca, la cual era una de las más reducidas a nivel nacional, alcanzando apenas entre un 3 y un 5% (Joseph 86). La modernidad yucateca requirió ser financiada: éstos recursos llegaron con el cultivo, la comercialización y la exportación del llamado “oro verde”. Si en 1875 apenas se exportaban 5

40,000 pacas de henequén, éstos envíos aumentaron a casi un millón para 1915. Este éxito se debió a la convergencia de nueva tecnología en el raspado de la fibra, mejoras en el embarque, los transportes y las telecomunicaciones, que coincidió con la reducción de producción de sisal de Manila y la gran demanda de henequén por parte de los Estados Unidos (González Navarro; 6

Joseph). Así fue que Yucatán se convirtió por un tiempo en uno de los estados más ricos de México y América Central.

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José de la Cruz Porfirio Díaz (Oaxaca, 1830-París, 1915). Olegario Molina Solís (Bolonchén, 1842-Habana, 1925). 5 La exportacion de henequén en 1884 sumó 3’045,304 USD; 950,000 fardos fueron exportados en 1915. Ver también Joseph (gráfica 3), así como Remmers (capítulo VIII). Cada paca de henequén pesaba aprox. 400 libras, de acuerdo con Fergusson (40). 6 Hasta 1870 la fibra de Manila fue usada en combinación con henequén, hasta que en ese año un extenso incendio destruyó buena parte de los plantíos en aquella isla. Adicionalmente, con la Guerra hispano-estadounidense (1898) 4

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El binomio electricidad-modernidad y Siemens & Halske en Yucatán

Para entender el valor conceptual de la electricidad dentro de este discurso modernizador es ineludible tener en cuenta el desarrollo histórico de las condiciones regionales. Un análisis íntegro debe también distinguir tres áreas de servicio que variaron en cuanto a su desarrollo: el alumbrado de áreas públicas, el de las casas habitación, y la iluminación y la energía para uso industrial. Es esencial también contrastar entre el tratamiento de estos servicios en el primer cuadro de Mérida y el encontrado en las calles adyacentes pero más lejanas al centro, en los barrios populares, y en las áreas rurales.

Iluminación y energía antes del Porfiriato Si bien el primer sistema de alumbrado público de Mérida empezó a operar en 1789, éste consistía de apenas cuatro unidades que enfocaban la plaza principal (Ruz Menéndez 23). Hasta mediados del siglo XIX se puede hablar de una relativa similitud de condiciones para sus habitantes, ya que tanto la iluminación de las viviendas como de algunas calles principales se hizo con velas y con lámparas de aceite de higuerilla o de cebo. Fue por los años sesenta que en algunas partes del centro de Mérida fueron instalados los primeros faroles de petróleo, llamados popularmente “de aceite de carbón”; algunos yucatecos con ciertos recursos económicos empezaron a usar quinqués de vidrio importados, mientras que otros, menos afortunados, continuaron usando las lamparillas de barro o de hojalata (ver Suárez Molina 353s). La iluminación pública, aún cerca de la Plaza Grande, dejaba mucho que desear; en las zonas populares era completamente dejada a la voluntad y las posibilidades de quienes ahí vivían. Aunque desde principios de siglo diversos periódicos reportaron quejas de vecinos que temían 7

accidentes dada la penumbra que reinaba, esto nunca llegó a tener repercusiones.

las entregas de provenientes de las Filipinas se vieron paralizadas. Esto provocó una mayor demanda del henequén yucateco. Ver Carstensen y Roazen. 7 Ejemplos de este descontento pueden ser leídos en varios números de El Iris 1869 y de La Revista de Mérida 1874. Al respecto, Suárez Molina (ver 355) afirma que cuando menos hasta 1899 el servicio era deficiente y abundaban las quejas del público. 4

Mientras tanto, en el Yucatán rural imperaba el uso de velas y la utilización de aceite de higuerilla, ambos normalmente de producción local. La fuerza para movilizar equipos de producción era generada por seres humanos o por tracción animal (Arana Bustillo; Bonilla Baak; Domínguez).

Demandando el progreso Con todo y sus descontentos, de alguna forma la electricidad no fue tema de grandes disputas durante buena parte del siglo XIX. El sistema entró en crisis al aumentar las necesidades de producción agrícola y conforme el imaginario social de las élites trató de acrisolar a Mérida como una ciudad rica y avanzada, o sea, en los albores del Porfiriato. Algunos empresarios con buenos nexos a los periódicos de la época empezaron a publicar artículos que describían una gran insatisfacción con la luz y la energía. El argumento principal 8

era que la falta de un buen servicio frenaba el progreso regional. La economía completa dependía de la exportación del henequén, el cual a su vez requería de maquinaria eficiente para procesar la fibra. Necesitaban, asimismo, electrificar bodegas y oficinas en Mérida, en las haciendas y en el recientemente inaugurado puerto de Progreso. Por su parte, las élites yucatecas deseaban mejorar sus estándares de vida. El auge henequenero había permitido a algunos miembros de las clases acomodadas viajar a Europa y a los Estados Unidos, tener acceso a revistas y libros extranjeros, y establecer relaciones de amistad o de negocios con individuos residentes en el otras regiones geográficas y a veces hasta estudiar en aquellos países. Durante esta época el Mayab atrajo también a un buen número de inmigrantes extranjeros –buena parte de ellos se dedicaron al comercio de importación y a ofrecer servicios especializados, lo cual incentivó la creación de una sociedad de consumo en el área (ver Canto Mayén; Durán-Merk). Cotejando sus condiciones de vida con las de otras personas, algunos yucatecos se avergonzaban de que los edificios de gobierno, las plazas y las calles de Mérida

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Son numerosos los ejemplos, tales como el artículo ”Luz incandescente,” La Revista de Mérida, 21 de agosto de 1894. 5

estaban muy obscuras, dejando mucho que desear en comparación con las de otras metrópolis 9

como París o Nueva York. Este tipo de aserciones se entiende al considerar que la iluminación de los espacios urbanos era considerada como un indicador de la “civilización”, un topos comúnmente asociado durante el Porfiriato con el progreso económico. Conjuntamente, esos grupos favorecidos deseaban viviendas bellas, placenteras, modernas, saludables y confortables, que reflejaran su prosperidad. La electricidad se convirtió en un servicio que prometían contribuir a esos objetivos (ver Barceló). Así fue que estos frentes argumentativos –progreso económico, avances urbanos y bienestar doméstico– crearon el binomio “electricidad-modernidad” hacia 1880. Una forma de modernizar, debe decirse, que las élites tenía relativamente clara, ya que los desacuerdos se referían sólo a quienes deberían ser los arquitectos de ese progreso: tres grupos de interés se disputaron el liderazgo hasta 1902; a partir de entonces y hasta 1908 los ya mencionados Olegaristas llevarían la batuta de forma exclusiva. Éstos, según las costumbres de la época, favorecerían su enriquecimiento propio y el de sus allegados y amigos (ver Romero Ibarra et al.; Pérez de Sarmiento y Savarino Roggero). Los oligarcas yucatecos cristalizaron estos cambios de su imaginario en programas políticos: proporcionaron incentivos para producir energía eléctrica, impulsaron importaciones e invirtieron grandes cantidades en infraestructura. Se introdujo un impuesto sobre las ventas del henequén en 1883 (ver Suárez Molina; Wells y Joseph); ésas recaudaciones financiaron muchas obras públicas, algunas de las cuales fueron dotadas con costosas y sofisticadas instalaciones de electricidad, como veremos más adelante.

Ensayos, fracasos y aciertos Si la electrificación empezó a ser impulsada en México hacia finales de 1870, ¿ Porqué tardó en Yucatán?

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Ver por ejemplo “Gacetilla,“ La Sociedad, 14 de febrero de 1892. Comentarios en este sentido se encuentran en abundancia en los diarios y revistas yucatecas de la época. 6

De acuerdo con el marco jurídico mexicano establecido por la Constitución de 1857, la introducción de luz y energía era prerrogativa de cada estado (ver Valerio Ulloa 2006). Si bien durante el Porfiriato “se otorgó al sector eléctrico el carácter de servicio público“ (CFE) la tecnología, el capital y los conocimientos necesarios para llevar a cabo ese programa de forma local eran muy reducidos, por lo cual se dependió en gran medida de empresas extranjeras, que con ánimo de lucro operaban en México. En el caso concreto de Yucatán una central hidroeléctrica era imposible, dada su falta de fuentes fluviales; la única opción eran generadores mecánicos. Hacia 1880 el gobierno local empezó a ofrecer incentivos para aquellos empresarios que introdujeran energía eléctrica. El primer beneficiado con una concesión, exenciones de impuestos y contratos fue Leopoldo Albertos quien importó un motor que funcionaba con vapor en 1883. Éste fue instalado en los patios del Palacio Municipal y apenas proporcionaba suficiente energía para abastecer seis lámparas que iluminaban por tres horas la Plaza Mayor, y eso únicamente en las noches sin luna (ver Suárez Molina 354). El servicio, como se entiende, era muy limitado. Quién obtuvo la segunda concesión por parte del Gobierno es discutible: mientras que el historiador Víctor M. Suárez Molina (ver 354) afirma que fue dada a Miguel Espinosa Rendón, quien a su vez contrató a la empresa bostoniana Thompson Houston International Electric Company para hacer las instalaciones básicas del servicio, su colega Raquel Barceló (ver 236) asegura que Espinosa Rendón era el concesionario local de la empresa norteamericana. De cualquier forma, las instalaciones de esa planta fueron inauguradas en 1892, y de su manejo se encargaba Espinosa Rendón con sus dos hijos, Miguel y Manuel Espinosa Espinosa (Suárez Molina 355). Los servicios iniciales apenas alcanzaban para alimentar cuatro calles de la ciudad con algunos focos eléctricos de arco voltaico (ver Ruz Menéndez 23). La iluminación por medio de gas –que en otras ciudades como Londres funcionó bien desde 1807 y en París a partir de 1826– también fue introducida en Mérida, pero bastante tarde, o sea en 1885 (ver Brox 58-76). En dos ocasiones el Gobierno yucateco otorgó concesiones a dos empresas norteamericanas, una de las cuales fue la United Gas and Electric Improvement 7

Company. Como era común en aquel tiempo, ambos comerciantes nombraron representantes locales en Mérida. A pesar de haber obtenido varios contratos residenciales, comerciales y con el gobierno, aparentemente una década más tarde estas empresas estaban fuera de operaciones (ver Suarez Molina 357). Las actividades comerciales de la familia Espinosa tampoco duraron mucho: perdieron sus privilegios en 1899, ante la imposibilidad de financiar una expansión las operaciones. La transferencia de la concesión recayó en la Compañía Yucateca de Luz y Fuerza Eléctrica, formada el 11 de diciembre de 1899 como sociedad anónima de habilidad limitada.

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Al frente de

la asociación estuvieron Rafael Peón Loza y Manuel Peón Cetina, como presidente y gerente de la sociedad respectivamente. Desde su inicio la sociedad declaró tener como objetivo el proporcionar electricidad tanto para servicios públicos como para usos privados; viendo el futuro como prometedor, esperaban mantenerse en operaciones cuando menos por 50 años. El monto de inversión inicial dependerá de qué a fuentes queramos creer: unas revelan apenas 200,000 pesos mexicanos de plata, en tanto que otras indican el doble de esa cantidad.11 De acuerdo con los estatutos de la empresa se emitieron 2,000 acciones a razón de 100 pesos cada una; sin embargo, sólo 600 de ellas fueron pagadas. Lo que resulta claro es que aún y cuando el monto recolectado se hubiese acercado al medio millón de pesos mexicanos de plata esa suma era insuficiente para el tipo de empresa de que se trataba. A manera de comparación: la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora de Chapala fue fundada en 1907 con un capital social de 14 millones de pesos, que fue considerado como modesto (ver Valerio Ulloa 2006: 3). Los ejecutivos de la Compañía de Luz y Fuerza Yucateca ordenaron de inmediato el más moderno equipo a través de la compañía Siemens & Halske en la Ciudad de México. El negocio fue inaugurado el 31 de agosto de 1901 con gran regocijo (ver Montejo Baqueiro), pero en menos de un año éste se encontraba al borde de la quiebra y no podía pagar sus deudas a Siemens &

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SAA, 5269-1, Estatutos de la Compañía Yucateca de Luz y Fuerza Eléctrica, S. A. Lo primero es revelado en SAA, 5269-1, Estatutos de la Compañía Yucateca de Luz y Fuerza Eléctrica S. A., Art. 5. La segunda cifra fue reportada a la central en Berlín por uno de los ejecutivo de S & H a cargo de las negociaciones; ésta información fue proporcionada verbalmente por los empresarios yucatecos, véase SAA, 5269-1, no. 91055 II, Brockmann a Berlín, México, 3 de septiembre de1902.

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Halske.

Argumentando que de no reaccionar perderían su dinero, el conglomerado alemán

decidió quedarse a cargo de la empresa, aunque no sin antes asegurarse de que todos los beneficios dados a su antecesora les serían transferidos. En el imaginario corporativo, ésta parecía ser una buena oportunidad para obtener una concesión, especialmente en una región que creían lucrativa. Para entender esa visión por parte de Siemens & Halske, hay que considerar los antecedentes. Desde los años ochenta compañías británicas y alemanas habían mostrado un gran interés por hacer negocios en México, aprovechando la política porfirista de puertas abiertas; esto incluía concesiones, exenciones de impuestos, donación de terrenos, etc. Los porfiristas daban preferencia a compañías europeas, ya que las imaginaba como un contrapeso a la influencia de los Estados Unidos en la economía y política nacional. Entre las empresas alemanas que eran bienvenidas para operar en México, se encontraba Siemens & Halske. Aquí habría también que agregar el rol de la construcción de imaginarios étnicos: buena parte de las élites mexicanas consideraba la ciencia, tecnología y cultural alemanas como el paradigma de la modernidad; los yucatecos, en particular, mostraron sus simpatías a través de preferencias musicales, filosóficas, literarias, y políticas entre otras (ver Durán-Merk). Desde junio de 1902 varios altos ejecutivos de Siemens y sus asesores estuvieron involucrados en largas y complicadas negociaciones para transferir la pequeña planta de luz yucateca. En la transacción también participaron representantes del Banco Alemán Transatlántico, del Deutsche Bank, y del Consulado del Imperio Alemán en México. Durante ese proceso la multinacional berlinesa obtuvo también ayuda tanto de algunos miembros de las élites locales en el poder –por ejemplo, de Juan Francisco Molina Solís, abogado y hermano del Gobernador– como de representantes de la comunidad alemana en Yucatán, entre los que se contaba Félix Faller Rombach, ex cónsul honorario de Alemania en Mérida y poderoso hombre de la negocios en la localidad. Pero no todos veían con buenos ojos la transacción: había quienes deseaban que

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SAA, 5269-1, México a Berlín, 26 de marzo de 1902, Exposé über den gegenwärtigen Stand der Angelegenheiten Central Mérida. 9

el traspaso favoreciera a empresarios locales, otros hubiesen preferido que se vendiese a una empresa norteamericana, y algunos objetaban el que esa compañía alemana en concreto obtuviese la concesión. El punto más álgido de esta disputa quedó de manifiesto en la oposición, durante la asamblea general de abril de 1903, a la decisión de liquidar la Compañía Yucateca de Luz y Fuerza Eléctricas. La acción fue llevada a la corte local, donde un juez la declaró inválida.13

Fotografía 1. Fachada de la planta de Siemens & Halkse en Mérida, Yucatán Fotografa: Alma Durán-Merk, 2013.

Después de cuatro meses adicionales de disputas y fuertes sumas de pesos invertidas en abogados, Siemens & Halske finalmente adquirió en agosto de 1903 la planta eléctrica. Como se puede ver en la fotografía 1, el nombre de la compañía aún se exhibe en la fachada del edificio

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En los legajos SAA, 5269-1, 5135-1, y 5135-2 se encuentran docenas de documentos que detallan las dificultades del proceso en sus diferentes etapas. Como ejemplo, consúltense en especial los siguientes memorándums: 5269-1, Brockmann a Berlín, México, marzo de 1903; ibídem, R. Charubin a Berlín, Mérida, 22 de abril de 1903; ibídem, ídem a ídem, ibídem, 25 de abril de1903. 10

que ocupó, localizado en el cruce de las Calles 61 y 18, en el barrio de la Mejorada. Esta inscripción fue hecha con seguridad alrededor de 1906, cuando las instalaciones fueron ampliadas. El valor original de la planta, estimado 1903 en 677,206.84 pesos oro, fue transferido a la transnacional en pago a las deudas adquiridas por la difunta asociación yucateca. Además, S & H se comprometió a cubrir aproximadamente $25,000 adicionales en deudas a otros acreedores, y a hacer inversiones inmediatas en equipo para aumentar la producción, para lo cual el Banco Alemán Transatlántico invirtió directamente $65,000. Cabe mencionar que el entonces gobernador de Yucatán, Olegario Molina Solís, tenía una larga relación con esa institución bancaria.14

Una década en Yucatán

No se puede considerar a Siemens & Halske como una empresa neófita en el negocio de producción y venta de energía. Cuando en 1894 inauguró su oficina técnica en la Ciudad de México (ver Jacob-Wendler; Hausman), éste era ya un consorcio importante con una basta red de negocios en Alemania, y con experiencia mundial en sitios como India, Rusia, Inglaterra, Japón y España.

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Se puede asumir que para 1903, cuando Siemens adquirió la planta en Yucatán, los

ejecutivos de la trasnacional conocían hasta cierto punto las condiciones de operación en México. Lo que sale a relucir al analizar la información sobre las operaciones en el Mayab es que la aventura comercial en Mérida parece haber sido su primera incursión en el manejo completo de una planta en México, y que la experiencia no fue exitosa desde el punto de vista de la transnacional misma. La realidad yucateca resultó muy distinta a lo que los gerentes del conglomerado imaginaron. Es cierto que inicialmente lograron tener muchos contratos gubernamentales. Si bien

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SAA, 5135-1, “Compañía Yucateca de Luz y Fuerza S. A. en Liquidación,” Diario Oficial de Yucatán, 5 de octubre de 1903; ibídem, ídem, Charubin a Berlín, México, 22 de abril de 1903; ibídem, ídem, Charubin a Berlín, México 25 de abril de 1903; SAA, 5269-1, Peón et al. a Charubin, Mérida, 14 de marzo de 1903. 15 En esa época un peso oro mexicano equivalía a un dólar. 11

algunos de ellos estaban limitados a proporcionar el servicio, la mayoría implicaron también la importación del equipo desde Alemania, así como la instalación y servicio del mismo, lo cual debería resultar rentable. Entre los contratos que establecieron con representantes del gobierno se encontraron la electrificación del Palacio de Gobierno del Estado, del Hospital General O’Horán, de la Penitenciaría Juárez, del Parque El Centenario, del Mercado Municipal Gálvez, del Paseo de Montejo y del Teatro Peón Contreras, entre otras (ver Durán-Merk). El gobierno, sin embargo, resultó un cliente difícil de satisfacer: dudaba que los servicios prestados por Siemens & Halske fueran de la calidad esperada. En 1906, por ejemplo, contrataron Richard Spieler, quien había sido director de S & H Mérida hasta 1904, para que hiciera un análisis de los productos de la multinacional. Spieler criticó fuertemente el trabajo de S & H, con lo cual el gobierno negoció un descuento en los costos y la empresa se vio forzada a incrementar su producción para satisfacer a sus consumidores. En cuanto al servicio a clientes individuales, los grandes hacendados y algunos prósperos negociantes consumieron los productos domésticos, industriales y comerciales de Siemens & Halke. Entre otros contratos importantes se encargaron de diseñar,

importar,

instalar

y

dar

mantenimiento a varios elevadores, entre ellos el del Palacio Cantón, el tercero en ser

Fotografía 2. Elevador del Palacio Cantón Fotógrafo: Stephan Merk, 2011.

instalado en la península. Se trató de un

modelo para pasajeros valuado en 30,500 marcos alemanes en 1906. Los interiores (fotografía 2) fueron diseñados y decorados con todo lujo, incluyendo puertas corrediza, aplicaciones en bronce 12

con incrustación de vidrio, pisos de linóleo y asientos cubiertos de piel. La placa que aún se puede apreciar hasta estos días, muestra con claridad la razón social del fabricante (fotografía 3).16

Fotografía 3. Detalle del interior del elevador del Palacio Cantón, en Mérida Fotógrafo: Stephan Merk, 2011.

Es posible entonces, decir que hubo ciertos avances. Sin embargo, la crisis de 1907 estancó el desarrollo de Siemens en el Mayab. Este fuerte declive económico mundial dejó sentir sus efectos en Yucatán por aproximadamente tres años: redujo drásticamente la capacidad de inversión, llevó a muchas empresas e individuos a la bancarrota, y limitó los gastos tanto del Gobierno como de la población (ver Suárez Molina; Hernández Camacho; Anaya Merchant). Además, la electrificación de casas habitación no funcionaba muy bien. Dado que los costos por el servicio de electricidad se encontraban fuera del presupuesto de muchos yucatecos, numerosas

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SAA 6797-2, SSW a S & H, Finanzabteilung, Berlín, 12 de abril de1906; ibídem, ibídem, S & H Berlín a General Cantón, 12 de abril de 1906; ibídem, Berlín SSW a S & H, Finanzabteilung, Berlín, 9 de mayo de 1906; ibídem, S & H a Brauns, 23 de julio de1906. 13

familias siguieron utilizando velas, aceite o gas hidrógeno cuando menos hasta 1910 (ver Ruz Menéndez 23). La transnacional enfrentó múltiples problemas en Mérida. Era urgente expandir las instalaciones y traer más motores y personal de Alemania: esto implicó considerables aumentos en la inversión. Además, la importación de productos básicos para el funcionamiento de la planta, tales como el carbón, resultó mucho más costoso de lo que habían calculado; a su vez, los plazos de entrega se prolongaban más de lo esperado.17 Asimismo, las relaciones humanas resultaron un reto. Hubo múltiples fricciones entre los ejecutivos en Berlín y algunos de los directivos que trasladaron desde Europa. Las utilidades de la empresa fueron también sangradas por actos de corrupción interna, robo de energía cometida por algunos usuarios, y frecuentes violaciones de contratos residenciales, que generaban grandes gastos a la multinacional.18 Sobre las interacciones locales se puede resumir que, por una parte, los dirigentes establecieron ágilmente relaciones con las élite en el poder de las cuales dependían, dado que la mayor parte de los contratos provenían de los gobiernos estatal y locales. Se trató de una clara estrategia para ganar la confianza y el apoyo de los poderosos de la región.19 En el Yucatán olegarista, esto significaba también el acceso a las familias con mayores recursos económicos, quienes podían comprar sus productos. Por la otra parte, varios de los ejecutivos de Siemens & Halske tuvieron problemas para entender la mentalidad local, e implementaron procedimientos

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Esta problemática es tratada en numerosos documentos. Véase, entre otros, SAA, 5269-1, Seyfarth a Jarke, Leipzig, 15 de junio de 1903; ibídem, 6797-2, 31 de agosto de 1906, Mérida, Kosten-kalkulation der Cardiff-Kohle vs. Eureka-Kohle. 18 Consúltese por ejemplo: SAA, 5135, Ritter a Cía. Telefónica y Telegráfica Yucateca, Mérida, 5 de octubre de 1903; ibídem, S & H Berlín a Brockmann, Berlín, 17 de noviembre de 1903; ibídem, Ritter a Compañía Telefónica y Telegráfica Yucateca, Mérida, 19 de octubre de 1903; AGEY, PJ, Mérida, 1910, caja 71, documento no. 48. “Siemens & Halske vs. The Mérida Yucatán Water Company,” Diario Oficial del Gobierno del Estado de Yucatán, 18 de febrero de 1910; AGEY, PJ, Mérida, Juzgado Primero de 1era Instancia, 1910, caja 71, exp. 48, Juicio ordinario mercantil, Siemens & Halske S.A. vs. Susano Zapata; ibídem, PE, Gobernación, caja 495, S & H to Secretaría General de Gobierno del Estado de Yucatán, Mérida, 6 de febrero de 1905; ibídem, ídem, ídem, caja 495, S & H, Memorándum, Mérida, 10 de marzo de 1906; ibídem, ídem, ídem, caja 517, S & H to Gobierno, Mérida, 8 de agosto de1906; ibídem, ídem, ídem, caja 624, Rolando Garza, Director de la Penitenciaría a Gobierno, Mérida, 22 de julio de 1909; ibídem, ídem, ídem, caja 700, S & H a Enrique Muñoz, Mérida, 5 de agosto de 1910. 19 Entre ellos se encontraron el entonces gobernador Olegario Molina Solís y los reconocidos abogados Pastor Esquivel, y Juan Molina Solís. 14

que la comunidad receptora percibió como agresivos, como por ejemplo variaciones en los 20

términos de los contratos de servicios y alzas de precios.

Fotografía 4. Empleados y ejecutivos de Siemens & Halske en Mérida Fotógrafo: Wilhelm Schirp Laabs. Wilhelm Schirp Laabs Photo Collection, Universität Augsburg.

Si bien la planta eléctrica contaba con apenas unos 20 empleados hacia 1903, durante la década que fue manejada por Siemens y Halske llegó a aumentar sus miembros a alrededor de 100 personas (fotografía 4), convirtiéndose en un importante empleador en la ciudad. A pesar de que la sucursal obtuvo muchos contratos públicos y algunos privados, parece ser que éstos no fueron tan rentables ni tan numerosos como se había esperado. Muchos de los esfuerzos que los ejecutivos locales hicieron para aumentar los ingresos de la empresa y expandir sus áreas de acción no fructificaron. Daré aquí solo dos ejemplo: Por un par de años el gigante alemán perseveró en obtener el contrato para la electrificación del sistema de tranvías: éste fue otorgado a otros contratistas mejor conectados con las élites locales. Intentó también ofrecer sus

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Ver: “El contrato de la luz eléctrica,” La Revista de Mérida, 13 de junio de 1905; SAA, 5261-1, Mérida a Berlín, 23 de julio de 1905; ibídem, 5269-1, Peón a Brockmann, Mérida, 20 de abril de 1903. 15

servicios iluminando anuncios publicitarios en áreas públicas; aunque algunos empresarios expresaron interés, hubo pocas asignaciones concretas.

Del reto a la revisión de expectativas Probablemente uno de los conflictos más fuertes que enfrentó la empresa se produjo en 1910. La gigante berlinesa tenía el monopolio en el Mayab, cuando en marzo de ese año el empresario Enrique Schöndube solicitó la concesión para abrir una segunda planta eléctrica. Según los planes, ésta serviría no sólo a Mérida sino también a otros distritos.21 Schöndube fue un emigrante de la clase media baja quien llegó a México procedente de Hamburgo en calidad de empleado. Tras contraer matrimonio con la hija de una familia mexicana acomodada, se convirtió en un poderoso hacendado y realizó productivos negocios en Colima y Jalisco (ver Ortoll; Preciado Mora; Schöndube Baumbach). Schöndube importaba máquinas de vapor alemanas hacia México desde 1903 y había prosperado hasta tal punto que en unos cuantos años abrió su propia empresa bajo la razón social de Schöndube & Neugebauer.22 La documentación muestra claramente que a pesar de que Siemens & Halske utilizó todo tipo de recursos posibles para bloquear la iniciativa de su competidor, el Congreso del Estado de Yucatán aprobó la petición de Schöndube en marzo de 1911. Esto obedeció a las mejores condiciones que el empresario de Rodensleben proponía y a una cierta insatisfacción de algunos sectores con los servicios prestados por S & H.23 No obstante, Schöndube no pudo reunir el capital necesario para iniciar operaciones en el Mayab dentro del plazo de un año que se le había concedido.

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AGEY, PE, Gobernación, 1910, caja 700, exp. Planta eléctrica. Enrique Schöndube se presentó ante las autoridades como Representante General de la Allgemeine Elektrizitäts-Gesellschaft (AEG) en la Ciudad de México, cf. Bundesarchiv Berlin-Lichterfelde, S/901/3905, Schöndube a Auswärtiges Amt, Berlín, 30 de marzo de 1900. Entre otras obras, celebró un contrato para instalar la planta eléctrica del estado de Colima. 22 “Contrato celebrado entre el Ejecutivo y el señor Enrique Schöndube para la instalación de una planta eléctrica en el Estado”, Periódico Oficial El Estado de Colima, 24 de agosto y 7 de septiembre de 1912, pp. 318-321 y 326-327, (Gieseler). 23 AGEY, PE, Gobernación, 1910, caja 700, Decreto 24 del H. Congreso del Estado; ibídem, ídem, ídem, 1910-1914, caja 700, Expediente de la concesión para establecer una planta de energía eléctrica que se le otorgó a Enrique Schöndube; ibídem, ídem, ídem, caja 749, 1911, Decreto no. 101, del 17 de octubre. 16

Este capitalista alemán, a través de su representante y compatriota Ricardo Spieler,24 solicitó en junio de 1912 una extensión para el inicio de operaciones, dado que los inversores europeos miraban con reservas los avances de la Revolución Mexicana, y empezaban a dudar si tenía sentido arriesgar su dinero.25 Cierto que este conflicto armado no afectó a Yucatán sino hasta años más tarde; sin embargo, los europeos se mostraron cautos. La última información sobre la aventura mercantil de Schöndube en Yucatán indica que el gobierno le dio seis meses más de plazo; hasta ahora se desconoce el porqué el proyecto a partir de ahí se estancó.26 Así fue que Siemens & Halske pudo mantener su monopolio regional en la península por algunos meses más. Schöndube continuó viviendo en México y siguió haciendo negocios en esta línea económica cuando menos hasta 1924 (ver Gieseler). La forma en que Siemens & Halske llevó a cabo sus operaciones en Yucatán generó también rivalidades con varios poderosos subgrupos locales. El primer grupo que se sintió afectado fue el formado por varios comerciantes –tanto yucatecos como extranjeros– que consideraban a la multinacional como competencia, ya que también ofrecía productos de iluminación decorativos, elevadores y motores, tanto en su sala de ventas abierta al público (fotografía 5), como por catálogo y por ordenes especiales. El segundo fue el conjunto formado por ciertos grandes contratistas, usualmente ligados a poderosas camarillas locales, con quienes

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Richard Spieler (Berlín, 1873 – ?), llegó a Yucatán en 1902 con un contrato para trabajar con Siemens & Halske por dos años. Era ingeniero titulado, y fue director de la planta en Mérida hasta 1904. Su esposa Berta Wenger (Wertingen, 1883 – ?) vino con él; fue aquí donde su hija Rita Maria Ylse nació en 1902. La correspondencia entre Spieler y sus supervisores en Berlín revela serios problemas de comunicación. Los directivos en la central no mostraban empatía con sus empleados en la península. Esto, aunado al papel jugado por Spieler en la revisión ordenada por el gobierno a los precios de Siemens & Halske en la península en 1906–discutida en este texto– explicaría que algunas de las dificultades experimentadas entre 1910 y 1912 haya sido influenciadas por la animosidad que existía entre Spieler y sus ex patrones. Cf. AHRCEY, Mérida, Nacimientos, 1902, libro 79, no. 1536; SAA, 5135-1, Spieler a Berlín, 29 de octubre de 1902; ibídem, ídem, Charubin a Brockmann, Berlín, 11 de julio de 1903; ibídem, ídem, Spieler a Berlín, Mérida, 21 de octubre de 1903; ibídem, ídem, Brockmann a Charubin, México, 12. de diciembre de 1903; ibídem, ídem, S & H a Berlín, México, 8 de marzo de 1904; ibídem, 6797-2, Bericht über die vom Ayuntamiento ernannte Kommission zur Revision des städtischen Lichtdienstes, n.d. 25 AGEY, PE, Gobernación, 1910, caja 700, Spieler al Gobernador del Estado de Yucatán, Mérida, 26 de junio de 1912. 26 Schöndube y Spieler continuaron haciendo negocios juntos por varios años. En1910 instalaron el servicio eléctrico en Tampico, Tamaulipas. Durante la Primera Guerra Mundial, Spieler fue incluido en las Listas Negras británicas. Periódico Oficial de Tamaulipas, 29 de octubre de 1912, 25 de abril de 1917, y 3 de septiembre de 1930; The London Gazette, 4 de abril de 1919; AGN, SG, SXX, DM, A, caja 25, exp. 82. 17

Siemens & Halske rivalizaba para obtener contratos. El tercero sub-grupo envolvió a algunos miembros de las élites regionales, aunque con diferentes agendas. Por una parte, los llamados “tradicionalistas” o “regionalistas,” quienes no veían con buenos ojos la entrada de capitales e 27

influencia extranjera en la economía peninsular.

Por otro lado, y por último, se encontraban

algunos de aquellos que estuvieron asociados con la disuelta Compañía Yucateca de Luz y Fuerza. En el lapso de una década, la pequeña planta en Mérida se concretizó como muy complicada para manejar a distancia. Los retos fueron múltiples: problemas de coordinación con las oficinas centrales en Berlín, con otras identidades gubernamentales y con

proveedores,

falta

de

confianza en algunos asesores locales, además de lo que la multinacional

berlinesa

consideraba como altos costos operacionales

y

mantenimiento Fotografía 5. Sala de ventas de Siemens & Halske en Mérida Fotógrafo: Wilhelm Schirp Laabs. Wilhelm Schirp Laabs Photo Collection. Universität Augsburg.

contrastaban

de que

contra

bajos

ingresos. 28 La economía local no facilitaba una expansión a

27

Quizá el ejemplo más conocido de este tipo de expresiones de orgullo regionalista es el episodio cuando el empresario Manuel Dondé se vanaglorió de que ningún extranjero había colaborado en ninguna capacidad en la construcción de la línea de ferrocarril de Mérida a Progreso, en el proyecto, lo cual era erróneo. Ver Wells (160). 28 Ver por ejemplo: “Siemens & Halske vs. The Mérida Yucatán Water Company,” Diario Oficial del Gobierno del Estado de Yucatán, 18 de febrero de 1910; AGEY, PJ, Mérida, Juzgado Primero de 1era Instancia, 1910, caja 71, exp. 48, Juicio ordinario mercantil, Siemens & Halske S.A. vs. Susano Zapata; ibídem, PE, Gobernación, caja 495, S & H a Secretaría General de Gobierno del Estado de Yucatán, Mérida, 6 de septiembre de 1905; ibídem, ídem, ídem, caja 495, S & H, Memorándum, Mérida, 10 de marzo de1906; ibídem, ídem, ídem, caja 517, S & H al Gobierno, Mérida, 8 de agosto de 1906; ibídem, ídem, ídem, caja 571, S & H al Gobierno, Mérida, 22 de enero de 1907; ibídem, ídem, ídem, caja 578, S & H al Gobierno, Mérida, 21 de febrero de 1907; ibídem, ídem, ídem, caja 578, S & H, Contrato, Mérida, 18 de marzo de 1907; ibídem, ídem, ídem, caja 624, Rolando Garza, Director de la Penitenciaría al Gobierno, Mérida, 22 de julio de 1909; ibídem, ídem, ídem, caja 700, S & H a Enrique Muñoz, Mérida, 5 de agosto de 1910; SAA, 5131-1, Mérida, 5 de octubre de 1903, Ritter a la Compañía Telefónica y Telegráfica Yucateca. 18

servicios residenciales amplia y estable: la reducida clase media que podía pagar por sus servicios, las abruptas bajas y altas que conlleva la dependencia total de un monocultivo, y la concentración del poder en manos de un grupo oligárquico acabaron por bloquear los sueños de progreso de éstos empresarios. En contraste con la disputada situación en el suroeste mexicano, los negocios manejados por Siemens & Halske desde la Ciudad de México crecieron notablemente entre 1902 y 1914. Además, la multinacional logró abrir iniciar sus operaciones en Guadalajara, en 1911, y en Monterrey, en 1913 (ver Ulloa 2002: 79; Siemens). A estas alturas la cuestión de si tenía sentido mantener la planta en Mérida se volvió más aguda. Así fue que para 1913 Siemens & Halske decidió transferir la unidad en Mérida a la empresa británica J. C. White & Company por un total de 170,000 libras esterlinas. Sin embargo, el vendedor solo recibió el depósito, o sea 40,000. Alegando una caída en el precio de las propiedades, y una severa reducción en los ingresos, el comprador británico solicitó una extensión para el pago del resto, que con la llegada de la Segunda Guerra Mundial aparentemente no sería entregado nunca.

Luz y obscuridad

Cabe preguntar ahora: ¿Se puede aquilatar la introducción de energía eléctrica en Yucatán con el progreso? ¿Como afectaron los productos de Siemens & Halske la vida de los yucatecos? Aquí habría que distinguir entre aquellos pertenecientes a las capas superiores y quienes formaban parte de los grupos subalternos. Para las personas acomodadas la energía eléctrica significó cambios en la vida laboral, social y familiar. Los grandes negocios podían pagar los servicios de la transnacional, que costaban alrededor de $120 pesos oro al mes.29 La producción y comercialización del henequén

29

PROHISPEN, R y B, libro de caja 1910; AGEY, JC, 1913, vol. 65 exp. 27, Compañía de Electricidad de Mérida vs. Enrique Castro. 19

fueron impulsados, significando ahorros de entre un 50 y un 100% para los empresarios. Esto les ayudó a mantener bajos costos de producción y altos márgenes de ganancia. El poder adquisitivo de los ya de por si acaudalados sectores aumentó, así como su consumo suntuario. La economía regional manejó un alto circulante durante tiempos de bonanza, pero también se vio confrontada con serias recesiones dada la falta de diversificación productiva y la insipiencia bancaria. Otro efecto es que las élites yucatecas modificaron su estilo de vivir, buscando no solo la higiene, el confort y la belleza, sino creando signos de distinción, y uno de ellos fue la instalación de luz eléctrica, la cual contrataban “para demostrar su espíritu progresista, más que para tener luz” (Barceló). La vida cotidiana se extendió en la noche, y la socialización en casa aumento; nuevos productos entraron en el mercado, como ciertos aparatos domésticos, el hielo, o la fotografía nocturna con iluminación. Estos cambios se dieron entre las clases burguesas en Mérida, en algunas haciendas cercanas a la capital, en Valladolid y en el Puerto de Progreso, o sea, en las áreas de mayor influencia económica de la región.

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Pero este “progreso” no alcanzó a todos los yucatecos por igual. Es cierto que el alumbrado eléctrico en el Paseo de Montejo y en las áreas públicas centrales de Mérida mejoró, comprendiendo 320 focos de arco de 800 bujías; esto llevó a algunos autores simpatizantes del gobierno a describir entusiásticamente a Mérida como la ciudad de provincia con el sistema de iluminación más completo de su tiempo, restándole importancia al hecho de que los barrios populares meridanos siguieron siendo iluminados por apenas 459 faroles con luz de petróleo (ver de Zayas 320-321). Si consideramos que un empleado ganaba entre 8 y 40 pesos mensuales, y que el costo mínimo por cuatro horas de electricidad en la noche era de ocho pesos al mes, es posible deducir que sólo quienes pertenecían a las clases acomodadas, que eran la minoría, podían pagar el servicio residencial. Así es que para la mayoría de los yucatecos, la única posibilidad de “disfrutar” de la electricidad era cuando iban al centro de noche, o bien durante las fiestas de los diferentes barrios populares, en las que había algunos carruseles eléctricos. Cierto

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“La electricidad en las haciendas,” Diario Yucateco, 5 de mayo de 1910. Se estima que en 1908 Siemens & Halske proporcionaba una potencia diaria a unas 13,000 lámparas incandescentes a las casas habitación de las clases acomodadas. 20

que la luz “llegaba a las grandes haciendas”, pero esto se refería a la casa principal, el área de procesamiento y las oficinas y no a las humildes chozas de los trabajadores, quienes muchas siguieron iluminándose con velas hasta ya entrados los años treinta (ver Corona Baeza 13). El “progreso” tampoco alcanzó durante el Porfiriato a quienes vivían en haciendas o ranchos de tamaño medio y pequeño, ni a los habitantes de muchos, pueblos, villas y parajes (ver Arana Bustillo; Bonilla Baak; Domínguez; Hansen y Bastarrachea; Kramer 177; Redfield). Estos datos reflejan cómo en la vida cotidiana es posible encontrar diferencias en la experiencia del “desarrollo” y cómo éstas se encuentran relacionadas con ciertos indicadores socioeconómicos.

Deliberaciones finales

Como ha demostrado este artículo, lejos de lo que se pensaban en 1902, Siemens & Halske no encontró en Mérida un mercado fácil de conquistar. Si bien las operaciones progresaron en algunos aspectos, los problemas mercadotécnicos y logísticos, además de las altas demandas de capitalización, llevaron a la empresa berlinesa a traspasar la pequeña planta después de una apenas década de operaciones. El imaginario del progreso mercantil multinacional fue retado por las realidades regionales. Se trata, entonces, de la historia de una modernidad fracasada, que de alguna forma rompe con la visión tradicional de expansión alemana en Latinoamérica como exitosa. Esto podría explicar el porqué hasta ahora nadie se había interesado por desenmarañar desde Alemania este capítulo de la historia empresarial transnacional. Allá, los malogrados ímpetus de progreso económico y empresarial de Siemens & Halske en Mérida no forman parte de la historia corporativa. Como se ha expuesto, muchos habitantes de la península tampoco vieron la promesa porfirista del “progreso” tampoco cumplida. ¿Cómo explicar, entonces, que la historiografía regional no es más crítica cuando trata este tema? En mi opinión, se debe a que hasta el momento son dos las aproximaciones normalmente seguidas: una, que continúa aceptando la idea de 21

“progreso” como traída de fuera y conceptualizada como comodidades para las clases altas, y la otra que, como resultado de un marcado regionalismo, se permite grandes lagunas al contar la historia de la electrificación del Mayab. El primer caso se puede ver al revisitar la cita de Ermilo Abreu Gómez (ver 19) con que se inició este análisis. Ésta nos permite reflexionar sobre las formas en que los imaginarios sociales en relación a la “modernidad” porfiriana yacen en el fondo de narrativas culturales que hasta ahora tienen influencia. Abreu Gómez, nacido en una familia de clase media, percibió –aún y cuando erróneamente– la inauguración del servicio de luz eléctrica en Mérida, no así la gente humilde. Los hombres importantes que encabezaban el evento eran los representantes del gobierno local, pero quien “trajo la modernidad,” se subió a la tarima –posición privilegiada desde donde pudo dirigirse a los demás– y habló sobre el progreso, era un alemán. La promesa de mejoras que el extranjero hizo estaba ligada a la ciencia forastera, y no al conocimiento oriundo. Los habitantes locales sirvieron como espectadores o comparsa, pero no como líderes; aquí habría que hacer una excepción aunque modesta: el gobernador dio una señal, pero eso fue todo. El texto de Abreu Gómez reproduce los roles sociales asignados en el Yucatán de aquella época: el extranjero y sus productos como motores de acción y avance; lo local como subalterno y pasivo. Las nociones expresadas por el escritor yucateco han sido mecánicamente repetidas en buena parte de la historiografía local década tras décadas sin buscar material adicional en archivos para comprobarlas: quienes se han visto influenciados por él, escriben sobre el “progreso” que la energía eléctrica trajo a Yucatán y se refieren a Siemens & Halske como una empresa pionera y triunfadora. En contraste, algunos escritores tradicionalistas o regionalistas omiten el nombre de la transnacional berlinesa, congelan sus relatos en los años antes de 1903, o bien eluden completamente el período entre 1902 y 1913. Trabajando con métodos de la etnohistoria, este ensayo ha recobrado y analizado la historia de Siemens & Halske en Yucatán: los datos y los recuerdos ligados a la presencia de esa empresa y lo que significó para algunos. La fachada del edificio, ahora propiedad de la Compañía Federal 22

de Electricidad, aún nos refiere su historia; cientos de documentos en ambos lados del Atlántico proporcionan datos importantes; decenas de fotos de la planta misma y de algunos de quienes trabajaron ahí forman parte de la colección fotográfica de la Universidad de Augsburgo. Asimismo, múltiples descendientes de algunos empleados del consorcio alemán recuerdan historias –tanto positivas como negativas– que han sido transmitidas por generaciones. Se han expuesto también algunas de las aspiraciones y prácticas relacionadas con la electricidad como un indicador del “progreso” en el Yucatán porfiriano, abarcando tanto los discursos como los silencios que fueron generados alrededor de esa experiencia. Al reflexionar sobre ello, las experiencias de la multinacional, de las élites locales y de grupos subalternos que han sido considerados, se llega a la conclusión de que el “desarrollo” prometido falló para la mayoría.

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