ILUSTRACIÓN Y LIBERALISMO. UN PROYECTO COMÚN: LA REFORMA DE LA IGLESIA

July 18, 2017 | Autor: V. León Navarro | Categoría: Liberalismo, Ilustración, Miguel Cortés Y López, Tránsito Ilustración-Liberalismo, Clero reformista
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ILUSTRACIÓN Y LIBERALISMO. UN PROYECTO COMÚN: LA REFORMA DE LA IGLESIA Por Vicente León Navarro

A lo largo de los siglos la Iglesia ha visto la necesidad continua de mirarse en el espejo de los primeros tiempos del cristianismo y denunciar los vicios y abusos en que iba cayendo por la acción de los hombres más inclinados a sus propios intereses que a la difusión del mensaje evangélico. Esta inclinación terrena ha sido contestada críticamente tanto desde dentro como desde fuera del sector clerical, demandando reformas y cambios que hiciesen posible la identificación de la Iglesia con sus orígenes. Así hay que entender las voces que se elevan en el Siglo de las Luces, en este sentido, contra una Iglesia reacia a asumir su papel histórico y a perder sus privilegios. He querido oír esas voces desde dos ángulos y tiempos distintos para ver cómo fraguan esos proyectos. Y dentro del marco del próximo tricentenario del nacimiento de D. Gregorio Mayans y Siscar no podía elegir un personaje más apropiado, en un siglo no tan sobrado de figuras relevantes, caracterizado por su dimensión humanista, su afán permanente por estudiar, saber y buscar la verdad desde una postura crítica, y, en fin, por su antiescolasticismo. Pero mi intención no es hacer un elogio al uso de su persona sino señalar su importante papel en la España del siglo XVIII y su proyección en la del XIX: el tránsito de la Ilustración al Liberalismo y la consolidación de éste a través de personajes como por ejemplo Miguel Cortés y López. Los estudios de A. Mestre especialmente y de M. y J.L. Peset sobre el erudito de Oliva, han facilitado la posibilidad de adentrarnos en el conocimiento de este hombre, muy pagado de sí mismo, dicho sea de paso,1 pero clave en la vida cultural y religiosa de su época por su trabajo y magisterio.

1. MAYANS Y LOS PROYECTOS DE REFORMA DE LA IGLESIA D. Gregorio Mayans, dice el profesor A. Mestre, fue un sincero católico y, añadamos, consciente de sus deberes; criticó los abusos del clero en general y del regular en particular, denunciando su ignorancia y relajación; pidió reformas __________ 1

Carta de Mayans a Hermán de 12 de marzo de 1764. Fondo Mayansiano, lib. 124.

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para la Iglesia implicando tanto al monarca como a los obispos, dada la poca voluntad reformadora de la Curia romana y el mal ejemplo que suponía para el universo católico.2 Esta actitud renovadora adquiere un componente dinámico. Por una parte el rey y su jurisdicción para intervenir en asuntos eclesiásticos (regalismo);3 por otra su apuesta por la defensa de la autoridad de los prelados (episcopalismo), verdaderos motores de las reformas, y finalmente la implicación de los laicos, como él mismo (laicismo), conscientes de su papel activo en la Iglesia a través de su trabajo, en este caso su Orador Christiano (1733), aplaudido por muchos y criticado por los más intransigentes, celosos de su monopolio clerical. Desde un punto de vista ideal, incluso utópico, plantea sus posiciones con claridad, pero tiene sus reservas en el mundo real. Episcopalismo sí, pero con precaución. Los obispos no eran, en general, del agrado del de Oliva porque desconocían su función y no se fiaba de su honestidad a la hora de conseguir las mitras. Son ignorantes, ambiciosos, desconocen su oficio y no distinguen entre el poder del rey y del papa 4 (confusión, interesada, entre política y religión). Censura a los prelados del ámbito valenciano con nombres y apellidos: A. Mayoral (Valencia), F. Bertrán (Salamanca), J. Climent (Barcelona), J. Tormo (Orihuela), Fabián y Fuero (Valencia), J. B. Ferrer (Lugo), R. Lasala (auxiliar de Valencia y obispo luego de Solsona). Reprocha sus posturas, comportamientos y actitudes humanas, en muchos casos poco pastorales: nepotismo, ignorancia,5 escolasticismo, espíritu de facción, ambición, etc. Estos defectos los encontramos de manera clara en la correspondencia (entre otras) de Hermán con G. Mayans referida especialmente a J. Climent, F. Bertrán y J. Tormo por citar los más significativos desde una óptica reformista (y hasta cierto punto valenciana). La descripción de este discípulo predilecto de D. Gregorio no puede ser más mordaz y cáustico hacia estos personajes en sus épocas de canónigo e incluso de obispos. Denuncia el poder y las intrigas de la curia valenciana que hacen impensable cualquier atisbo de reforma y se burla de algunos nombramientos episcopales, como el de Asensio Sales, “y si nombran a otros como Aurelio y Climent se tendrá un

__________ 2 MESTRE, A., Ilustración y Reforma de la Iglesia. Pensamiento político-religioso de don Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781), Valencia 1968, pág. 266. 3 Ib., pág. 361. 4 Ib., pág. 220. Carta de G. Mayans a J. Borrull de 4-II-1747. También J.B. Hermán, discípulo predilecto de G. Mayans le escribía desde su parroquia de Beniarbeig: “Veo a los obispos y consejeros del rey que hay hoi en España tan ignorantes los unos en los cánones y los otros en las leyes que en los siglos bárbaros no se hallaron semejantes”, 24 de abril de 1756. La correspondencia es rica en manifestaciones que ponen en entredicho la labor tanto de los obispos como de los futuros prelados: F. Bertrán, J. Climent, J. Tormo, etc. A. M. V. Serrano Morales 7268 (24). 5 Se ceba en J. Tormo, F. Bertrán, J. Climent o R. Lasala. Anotar que se trata del punto de vista de J.B. Hermán, aceptado también por G. Mayans y otros personajes de la vida valenciana.









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sínodo plenario de África”.6 Considera a F. Bertrán y a J. Tormo sus enemigos que mueven los hilos de una conjura contra él.7 Tampoco era mejor la opinión de Agustín Sales, llamando malvados a Climent y sus discípulos.8 Chocan estas posturas, y otras que podríamos añadir, con los elogios generalizados al episcopado español del siglo XVIII, en especial al carolino, (limosnero, ilustrado, reformista)9 y del interés del monarca por elegir prelados y ministros del altar dignos, aunque no se pueda desligar de su vertiente política e incluso más política que religiosa. Los prelados fueron hombres de su tiempo, perspectiva histórica que no hay que olvidar, y se plegaron, en líneas generales, al poder del monarca y su gobierno. Ahí tenemos la casi unanimidad ante la expulsión y extinción de los jesuitas o las pastorales y edictos a instancias del rey. Se identificaron con su voluntad, aceptando las directrices gubernamentales, fuera para erradicar abusos, supersticiones, o para llevar a cabo mejoras públicas. De ahí el epíteto de regalistas que, en mi opinión, comporta una actitud y una formación intelectual –caso de Mayans– de la que carecía buena parte de los obispos, como se demostrará en acontecimientos posteriores, cuando el soberano, sea el rey o la Nación les exija cambios fundamentales.10 El episcopado fue más bien sumiso y obediente al poder, al patrono, a quien debían en definitiva sus ascensos y acomodos merecidos o inmerecidos.11 No obstante veían con de__________ 6 Hermán a G. Mayans. Beniarbeig 21 de junio de 1756, A. M. V. Serrano Morales 7268 (24). Asensio Sales mantuvo una buena relación epistolar con G. Mayans, MESTRE SANCHIS, A., “La influencia de los ilustrados sobre el episcopado español: El caso de Asensio Sales, obispo de Barcelona”, Miscellanea Historiae Pontificiae, vol. 50 (1983), 303-323. Ib., “Asensio Sales: la actitud ilustrada de un obispo partidario de la Compañía”, Anales Valentinos, nº. 17 (1983) 61-99. LEÓN NAVARRO, V., Luis de Granada y la tradición erasmista en Valencia. El siglo XVIII, Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, Alicante 1986, págs. 96-104. 7 No ahorra críticas contra estos personajes: Climent, Bertrán y Tormo. De éste llegará a decir: “Ese monstruoso obispo de Orihuela maniobra de colegiales y aborto de estos anticolegiales ahora como cántaro nuevo tendrá aceptación más presto será tenido por lo que es en faltar las estacas del Albarda del rucio...”. Hermán a Mayans, 13 de oct. de 1767, A.M.V., Serrano Morales 7268 (25). 8 A. Sales a Mayans, 5-VI-1755, citado por Antonio MESTRE en Ilustración..., págs. 435-436. 9 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, Ariel, Barcelona 1976, págs. 371ss. SARRAILH, J., La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, F.C.E., 4.ª reimpresión, Madrid 1992, págs. 89ss. CALLAHAN, W. J., Iglesia, poder y sociedad en España. 17501874, Ed. Nerea, Madrid 1989, págs. 19-20. 10 CALLAHAN, W.J., Iglesia, poder..., pág. 128. La jerarquía siente verdadero horror al liberalismo, personificando en él todos los males y desgracias. 11 En este sentido EGIDO, T., “Regalismo y relaciones Iglesia-Estado (siglo XVIII)”, Historia de la Iglesia en España, t. VI. La Iglesia de España de los siglos XVII -XVIII, B.A.C., Madrid 1979, pág. 137. De servilismo habla DOMÍNGUEZ ORTIZ en Sociedad y Estado..., pág. 370. LEÓN NAVARRO, V., “Las visitas ad limina del obispo Felipe Bertrán”, Anales Valentinos, 41, (1995) 105ss. De docilidad y colaborador ideal al equipo Pérez Bayer-Roda señala A. Mestre a Felipe Bertrán. Ver MAYANS Y SISCAR, G., Epistolario VI Mayans y Pérez Bayer, transcripción, notas y estudio preliminar de Antonio Mestre, Valencia 1977, pág. XL.









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sagrado las injerencias políticas en su trabajo pastoral y recorte de los privilegios finiseculares de la Iglesia. Según G. Mayans los obispos debían ser los motores de las reformas de la Iglesia, pero ni todos los prelados eran reformistas, ni ilustrados, ni tampoco estaban en la línea de llevar a cabo cambios significativos.12 Tenían, al menos aparentemente, los mecanismos e instrumentos necesarios pero carecían de la capacidad, autonomía e “ilustración” exigida. Reforma e ilustración se convirtieron en palabras de moda, casi mágicas, mas con distinto significado según quién o quiénes las pronunciasen13 y/o el interés en servirse de ellas. Para el erudito de Oliva había que partir de un cambio de mentalidad con nuevos presupuestos educativos, abiertos a la ciencia, al gusto por el saber, a la crítica, al rigor y a la búsqueda y defensa de la verdad por encima de todo (idea muy cara a M. Cortés). Planes de estudio (libros, autores) que posibilitasen un clero sabio y celoso de su trabajo pastoral útil a la sociedad y al Estado, capaces de ilustrar al pueblo eliminando la ignorancia y la superstición que se desprende de ella y opuesto a los vicios y tradicionales abusos de un clero poderoso. Unos obispos verdaderos pastores, preocupados por su misión evangélica, sabios, rodeados de buenos colaboradores y más próximos a los intereses nacionales que romanos. En fin, una iglesia despojada de sus oropeles y vicios acumulados a lo largo de los siglos, ajena a cualquier poder temporal a ejemplo de los primeros cristianos y que en palabras de J.A. Maravall entraña una transformación de la misma religión.14 Todo un plan de reformas. He señalado que los obispos tenían instrumentos eficaces: la educación (arma de doble filo), control de los ministros, las acciones pastorales y lucha contra la ignorancia y superstición, celebración de sínodos tan necesarios (y al mismo tiempo tan raros) para el funcionamiento de la diócesis, cartas pastorales, predicación, etc. Aspectos que Mayans ponderará como necesarios y criticará, como intelectual, por su escaso y no siempre correcto provecho. La cuestión era saber hasta dónde estaban dispuestos a llegar los prelados en sus reformas, qué medios utilizarían y cuál era su poder real, ya que muchos se quejaban en sus visitas ad limina de la impotencia para solucionar los muchos problemas. __________ 12 Sobre J. Tormo ver MARTÍNEZ GOMIS, M., La Universidad de Orihuela. 1610-1807, II, Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, Alicante 1987, págs. 139ss. En su opinión Tormo no fue un hombre ilustrado como tampoco lo fue F. Bertrán. LEÓN NAVARRO, V., Luis de Granada y la tradición... 13 Por ejemplo G. Mayans criticaba a F. Bertrán en carta al conde de Almodóvar en 1777, tachándole de escolástico y de incapaz para comprender el sentido de las letras y de la ilustración, citado por A. MESTRE en Ilustración..., pág. 234. En este sentido también SAUGNIEUX, J., Les jansenistes et le renouveau de la prédication dans l´Espagne de la seconde moitié du XVIIIe siécle, P.U. de Lyon 1976, págs. 28ss. 14 MARAVALL, J.A., “G. Mayans y la transformación del pensamiento político de la Ilustración”, en Mayans y la Ilustración, Valencia 1981, pág. 68.









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Por su parte los gobiernos ilustrados interesados en las reformas no dudarán en resaltar y afianzar la autoridad episcopal frente a la omnipotente Curia romana (un ejemplo claro lo constituye el decreto de Urquijo de 1799) y controlar de esta guisa la iglesia española (nacionalización).15 Aspecto político que suponía hacer frente a Roma y atraerse al episcopado, que a su vez veía en el gobierno un aliado para llevar a cabo determinados cambios que ellos, por sí mismos, no podían. No obstante, creo, que los obispos eran poco proclives a cambios profundos. Se identificaban, en general, más con las formas tradicionales, con sus defectos y privilegios, con la fe ciega –la fe de los mayores– que con la crítica intelectual (miedo a la ciencia). Porque el clero (una casta) posee el monopolio de descifrar los insondables misterios de la religión y de elaborar las formulaciones válidas de la fe,16 incluso en su ignorancia, utilizándola para mantener su situación, confundiendo palabra de Dios con sus opiniones personales o de escuela en un lenguaje inequívocamente teocrático y, por tanto, excluyente y condenatorio. La religión –no se debe olvidar– se convierte en elemento de control. Muchos obispos llamados “reformistas” mantuvieron una línea religiosa totalmente rigorista ante un mundo, en su opinión, decadente, corrompido (relajación moral) y libertino, expresión del pecado y de una visión negativa de la naturaleza y del hombre, carne de condenación. El rigorismo pinta con los colores más vivos el triste destino del hombre. De ahí que todo su afán se dirija a la salvación (negocio de la salvación), condenando cuanto pueda oponerse a este objetivo: diversiones, modas, lecturas, relaciones, etc. para lo que necesitarán la ayuda sancionadora y coercitiva del poder civil. Desde esta óptica las reformas que se buscan y pretenden giran en torno a la moral. Quien debe cambiar es la sociedad, el hombre. Así, cuando se planteen reformas más serias la jerarquía las mirará con recelo, excepto casos aislados, y adoptará actitudes reaccionarias, condenando las corrientes filosóficas o teológicas sospechosas o las leyes supuestamente contrarias a los principios de la religión. La Iglesia (su jerarquía) se cerrará en sí misma cada vez más frente a un mundo “hostil”, cambiante en todos los aspectos, incluido el religioso (nueva mentalidad). Los afanes reformistas, aun siendo ciertos tienden a centrarse, en gran parte, en la reforma de las costumbres y a condenar cuanto se aparta de su control. Quieren un mundo a su medida, controlado por y para la religión. Existe otro componente no menos importante: el pueblo, destinatario de la acción pastoral. Señala Callahan “que España fuera católica en el siglo XVIII al __________ 15 OLAECHEA, R., El Cardenal Lorenzana en Italia, León 1951, pág. 227. Este autor estudia las interesantes relaciones España-Santa Sede en Las relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del XVIII. La Agencia de Preces, Zaragoza 1965. 16 DEDIEU, J.P., L´administration de la foi. L´Inquisition de Toléde XVIe-XVIIIe siécle, Casa de Velázquez, Madrid 1989, pág. 52.









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menos en un sentido formal parece fuera de toda duda”.17 No era posible la disidencia. Por tanto, católico era todo aquel que era español.18 El adjetivo formal adquiere verdadero significado y poco o nada tiene que ver con el conocimiento real de la religión cristiana. Se practica porque así está mandado pero de forma rutinaria; no cabe más posibilidad que “cumplir con parroquia”. Así pues, religión única, ignorancia y superstición se confundían en un todo religioso y sacral que la Iglesia toleraba, consentía y, en ocasiones fomentaba (consciente o inconscientemente), como expresión de devoción y piedad popular. Esto es, el ideal evangélico transformado en un conjunto de devociones que incluso escapaban al control de la iglesia oficial, pero se justificaba con el fin de atraer y sujetar al conjunto del pueblo (boato litúrgico, lujo, piedad barroca), manifestación del poder divino. La devoción servía de justificación a desmanes condenados por obispos como el de Salamanca, F. Bertrán o el de Ciudad Rodrigo 19 en torno a hermandades, cofradías, procesiones, etc. Tampoco salía bien parado el clero (innumerables testimonios nos lo confirman), tanto doctrinal como moral o afectivamente. La exigencia de una fe ciega impedía deslindar los límites entre lo elemental y lo superfluo, tendiendo a revalorizar los sentimientos por encima de la inteligencia, lo fácil antes que lo verdadero, las creencias antes que la fe. En esta dirección los obispos potenciaron las misiones, voluntad de erradicar la ignorancia, cuyo contenido efectista (miedo, terror, ira divina, etc.) pone en duda sus resultados y manifiesta cuán lejos estaba la realidad de los deseos y la jerarquía de una reforma más amplia que la simple referencia a las costumbres (en clave inmovilista) a la que aludían continuamente (F. Bertrán). Práctica misoneista que no se debe confundir pues con reforma.

2. DE LA ILUSTRACIÓN AL LIBERALISMO. MIGUEL CORTÉS Frente a la visión mayansiana y a la realidad existente no podemos negar el interés y celo mostrado (al menos aparentemente) por algunos prelados en el campo de la oratoria,20 de la educación, del control sobre la elección de sus colaboradores (cuando se podía), en la práctica de los ejercicios espirituales, de las __________ 17

CALLAHAN, W.J., Iglesia, poder..., pág. 58. Subrayado mío. MURRI, R., La política clerical y la democracia, Madrid 1911, págs. 40ss. 19 LEÓN NAVARRO, V., “Las visitas...”. FARID ABBAD, “La confrerie condamnée ou une spontaneité festive confisquée. Un autre aspect de l´Espagne a la fin de l´Ancien Regimen”, Melanges de la Casa de Velázquez, 13 (1977) 366ss. 20 “Ya he visto la pastoral del obispo de Salamanca. Su doctrina especulativa es bellísima pero los obispos debemos también procurar que se evite en la práctica el mal modo de predicar poniendo cuidado en mirar a quiénes se dan las licencias...”, A. Sales-Mayans, 16-VI-1764, citado por MESTRE, A., “Asensio Sales...”, págs. 66-67. 18









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conferencias morales, en la denuncia de abusos, en la actividad y dedicación pastoral –como hemos demostrado en otros estudios–, etc., que aunque tuvo un alcance limitado coadyuvó (especialmente a través de los nuevos planes de estudios) a modificar el panorama religioso, ideológico e intelectual de los últimos años del XVIII, coincidiendo con los acontecimientos revolucionarios de Francia y sus repercusiones en España (“pánico de Floridablanca”). Tanto laicos como clérigos encontraron el caldo de cultivo para desarrollar unas ideas que poco a poco se había asentado a través de maestros y discípulos, a través de libros (autorizados o prohibidos) periódicos o correspondencia que difundieron las corrientes de pensamiento capaces de cambiar los fundamentos del orden social existente. La influencia de Mayans a través de su magisterio, directa o indirectamente, fue fundamental para una generación que, formada en los últimos años del XVIII, desarrolló sus ideas en los inicios del siglo siguiente cargadas de contenidos asumidos intelectualmente de forma especial a partir del Sínodo de Pistoya (1786),21 tan alabado como criticado, que supuso un aldabonazo en la conciencia de la Iglesia y de la sociedad. Jurisdicción episcopal, patronato real, supremacía del concilio sobre el papa, por ejemplo, adquirían todo su peso, a los que se unían derecho civil, soberanía nacional, igualdad, libertad, etc. Es decir, vida e interés intelectual.22 Éste es el caso de Miguel Cortés y López, (podríamos hablar de otros) influido por las corrientes de pensamiento españolas, francesas, inglesas o italianas 23 y paradigma de este cambio. Fue educado en las ideas llamadas modernas 24 y se comprometió con el liberalismo como proyecto político frente al absolutismo y con la reforma de la Iglesia como meta religiosa, partiendo de la necesidad de supeditarla, en su aspecto terreno, a la sociedad civil en su sentido más radical, buscando sus orígenes apostólicos y resaltando el carácter __________ 21 MESTRE, A., “La repercusión del Sínodo de Pistoia en España”, en Il Sinodo di Pistoia del 1786, Herder Editrici, Roma 1991, págs. 425-439. 22 LA PARRA, E., La alianza de Godoy con los revolucionarios. (España y Francia a fines del siglo XVIII), C.S.I.C., Madrid 1992, recoge este ambiente en las páginas 55ss. 23 Señalo solamente los datos más significativos de su biografía por razones de espacio, pero es mi intención presentar una amplia biografía de este personaje. Lo incluyo aquí por considerarlo valenciano de adopción, ya que desarrolló su actividad política y religiosa entre Segorbe y Valencia. Miguel Cortés y López nació en Camarena (provincia y obispado de Teruel) en 1777 y murió en la misma localidad en 1854. En 1801 se presentó a las canongías de las catedrales de Valencia y Teruel. En 1806 a la de Segorbe, consiguiéndola al año siguiente. Desde 1801 se instala en Segorbe como cura de Pina y catedrático del seminario de Segorbe. En 1814 fue acusado a la Inquisición por liberal. En 1820 fue elegido diputado por Aragón hasta que en Mayo de 1822 lo fue como diputado provincial por Valencia; 1823 que tuvo que exiliarse. De nuevo participó en la política durante el Estatuto Real y en 1843 como senador: en abril de 1843 por Teruel y en octubre por Castellón. En 1836 fue nombrado canónigo de la catedral de Valencia. Cargo que desempeñó hasta su muerte. Escribió varias obras; algunas han quedado manuscritas, entre ellas la que hemos utilizado. 24 Noticias de Segorbe por un sacerdote de la Diócesis, Segorbe 1975 (reimpresión), págs. 709-710.









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cristiano por encima del católico, corrompido desde el siglo XVI por el uso partidista y sectario. La Iglesia, sociedad sobrenatural, se concilia con todos los gobiernos. Carece de autoridad política y se somete a las leyes emanadas de la soberanía, que regulan la religión y el culto. No cabe poder eclesiástico, en sus distintas formas, en un estado civil. Es el principio de un cambio sustancial que arrebata a la Iglesia (también al clero) sus privilegios y la sitúa en el lugar que le corresponde en la sociedad civil. Así pues, la Inquisición (símbolo de la intolerancia) es innecesaria porque atenta contra los principios fundamentales del nuevo Estado, de los derechos del individuo y se opone diametralmente al espíritu del Evangelio. Los liberales, con más o menos acierto, pusieron todo su empeño en renovar la Iglesia haciendo de ella una institución eficaz y del clero un instrumento de progreso al servicio de la Nación y del mismo Estado, de acuerdo con la tradición ilustrada. Un nuevo modelo de Iglesia para una nueva sociedad. No obstante aquélla (en su jerarquía) manifestará su oposición más radical, tal como hemos expuesto, y lo mostrará de forma revanchista tras la Guerra de la Independencia.25 Miguel Cortés expresaba así sus ideas: “El cristianismo no trastorna ni muda en los imperios un solo elemento ni una sola máxima del orden puramente civil que encuentre establecido. Ningún privilegio, ninguna exención adquiere el hombre por haber adoptado esta religión. Ella le deja en el mismo estado noble, plebeyo, ciudadano o esclavo en que le encuentre. Todas las ventajas y privilegios que produce pertenecen al orden sobrenatural, tales como hacerle ciudadano del cielo, de Dios, cuando antes lo era solamente de la tierra”. Este carácter sobrenatural ajeno a cualquier poder terreno supone la búsqueda de la pureza de la Iglesia y su sujeción a la autoridad civil (regalismo puro). En este mismo sentido se expresaba V. Palmieri 26 al que sigue M. Cortés, en nuestra opinión. En el capítulo XLII indica cómo la religión cristiana se concilia con todos los gobiernos porque el cristianismo (pocas veces usan el término catolicismo) no entiende de jurisdicciones temporales sino que su ámbito es exclusivamente espiritual y como tal sometido a la autoridad legalmente establecida. No tiene potestad para castigar en el terreno civil porque los cristianos son ciudadanos sometidos a las leyes civiles y ningún ministro de la Iglesia tiene privilegios por el simple hecho de serlo. Los privilegios responden a los siglos oscuros del cristianismo. Esta misma línea es la que defiende el autor de Teoría de __________ 25

HERRERO, J., Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid 1971. PALMIERI, V., La libertad y la ley o fundamentos sólidos de la felicidad social en los de la religión católica, traducción del italiano que publica el ciudadano D. Antonio Bernabeu, Imprenta que fue de García, Madrid 1821, cap. XLII. Destacado jansenista participó en el Sínodo de Pistoya. 26









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una constitución política. Por una parte somete la Iglesia a la Nación y, por otra, señala la necesidad de una gran reforma para quitarle “millones de errores que la tienen envuelta, que son contra la felicidad de los pueblos y que llevan al fanatismo, al crimen y al egoísmo”.27 Para M. Cortés, los pastores, los ministros, los sacerdotes de esta religión aunque sellados con un carácter divino por medio del cual son consagrados a las funciones del culto público, por esta consagración no dejan de pertenecer y ser miembros de la sociedad civil. Los obispos y presbíteros igual que el resto de los ciudadanos quedan hábiles y dispuestos para obtener y desempeñar los mismos empleos civiles y las mismas profesiones y oficios públicos, no exigiendo de ellos su jerarquía otra cosa que el desempeñarlos con más pureza, con más desinterés y honor.28 El cristianismo hace a los hombres mejores ciudadanos; más virtuosos y les implica (contra las críticas de Rousseau) en los asuntos públicos y civiles.29 El clero no constituye ningún cuerpo o casta especial ni es merecedor de privilegios, ni es paladín del fanatismo ni de la violencia, porque la religión odia la coacción y se muestra tolerante con los demás aunque no esté de acuerdo con sus ideas religiosas o culto.30 Un cristianismo así entendido huye de cualquier fanatismo y se funda en la verdad y en la caridad. Pero esta idea del cristianismo él no la ve por ninguna parte, parece no existir. Y sigue M. Cortés: “Más es cierto que es digna de compasión nuestra desgraciada edad y que de más de llorar las necias opiniones de nuestros tiempos en que se cree que Dios ha de menester el patrocinio y apoyo de las fuerzas humanas y que para defender la Iglesia de Jesucristo es necesario echar mano de la autoridad secular. Decidme, os ruego, obispos que os tenéis por tales ¿de qué recursos se valieron los apóstoles para predicar el Evangelio?... Ahora la Iglesia amenaza con cárceles y destierros, la que antes era perseguida, ahora persigue”.31 __________ 27 Teoría de una constitución política para España por un español, Venancio Oliveres, Valencia 1821, págs. 59ss y 204ss. En la introducción se fecha el 29 de octubre de 1805 y firma R. d. l. SS. G. P. Debo la utilización de este texto a Cayetano Más que prepara una edición del mismo. Su autor A. Soto. En este mismo sentido POSSE, J.A., Discurso sobre la Constitución que dixo don..., oficina de don Antonio Rodríguez, La Coruña 1813. 28 Ib., este autor habla en el mismo sentido, págs. 62ss. Se regula la autoridad eclesiástica para evitar que abuse de sus facultades. 29 ROUSSEAU, J.J., Contrato social, Espasa Calpe, Madrid, 1975, cap., VIII. 30 Entre otras cosas porque “Una religión... que permite al hombre a forzar la creencia del hombre es una religión falsa”, en Cornelia Bororquia o la víctima de la Inquisición, edición, introducción y notas de G. Dufour, Instituto de Cultura “Juan Gil- Albert”, Alicante 1987, pág. 152. 31 CORTÉS, M., Sociabilidad del cristianismo o concordia de la Iglesia con todas las sociedades y gobiernos, sean o de derecho monárquicos o republicanos y la fuerza que presenta esta reli-









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En su opinión lo que sucede es fruto del fanatismo que se ha introducido en la Iglesia por obra de sus hijos y la han corrompido. Mira a los tiempos apostólicos y critica el poder de Roma y su corrupción. Y como buen defensor del episcopalismo conciliarista niega la infabilidad del papa y le atribuye tan sólo una primacía de honor y de dignidad. El cuidado de la religión depende de los obispos quienes deben gobernar sus iglesias, para evitar el abuso de poder, a través de los sínodos y concilios y contando con sus párrocos. En su Memoria 32 señalaba algunos puntos concretos en este sentido para que se tuviesen en cuenta a la hora de elaborar la Constitución española de 1812. Con ello apostaba por un cambio radical en la concepción de la Iglesia, de sus relaciones con el poder temporal y, como señala E. La Parra, afrontar la reforma sin recurrir a Roma.33 Los cambios, recordemos a Mayans, no pueden venir de la Curia romana sino de las iglesias nacionales a través de los concilios con el apoyo del poder civil que debe velar y regular la religión y el culto, dado el papel que ambos tienen para el hombre y para la sociedad en opinión de M. Cortés, Soto o Palmieri. Y al igual que éste el canónigo de Segorbe no puede entender la existencia del hombre recto y virtuoso sin religión. Ahora bien, debe conocerla y para ello es necesaria una instrucción adecuada que permita asumir intelectualmente su conocimiento para que desaparezca la ignorancia, causa de todos los males. Sus planteamientos son tanto de carácter teológico como canónico. Son la culminación de un ideario intelectual ilustrado que se plasma de forma natural en un proyecto político, el liberalismo (primacía de la sociedad civil) y en la búsqueda del verdadero espíritu de la Iglesia, sea nacional o universal. Parafraseando a E. La Parra podríamos decir que en el ámbito de las Cortes de Cádiz, al sustrato ideológico de la Ilustración, se unió la idea de libertad puesta al servicio de un reformismo religioso que buscaba una Iglesia como la de los primeros siglos.34

________________________________________________________________ gión a todas las potestades para la conservación del orden y de la justicia, Archivo Catedral de Valencia, ms. 320, cap. 15. 32 Ib., Memoria de D... acerca de la Constitución, 1811, A.G.C.E., legajo 7, n.º 12. 33 LA PARRA, E., “La reforma de la Iglesia en la crisis del Antiguo Régimen”, en La Ilustración española, Ed. de A. Alberola y E. La Parra, Instituto de Cultura “Juan Gil Albert”, Alicante 1986, pág. 358, del mismo, El primer liberalismo y la Iglesia. Las Cortes de Cádiz, Alicante 1985, págs. 67ss. 34 LA PARRA, E., El primer liberalismo..., pág. 32.







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