Illich-En el viñedo del texto parte 2 (caps. V a VII)

August 20, 2017 | Autor: R. García de la S... | Categoría: Literature
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Descripción

LECTIIRAESCOLASTICA

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fuere, la introducción nos dice mucho acerca del ambiente social en el que Hugo escribió.3

V. LECTURA ESCOLÁSTICA Er, ppepn DE LEER

Huco AñADE uN pREFACTo Poco después de que Hugo muriera en el claustro de San Víctor, en la orilla izquierda del Sena, en el París de'L-J,42, el abad Guilduino terminaba de preparar una lista de las obras

de Hugo, conservada fi"nalmente en el Merton College de Oxford. Según esta lista, eL Didascolicon no tenía introducción.l Hugo es uno de los escasos autores tempranos de los que se conserva un inventario, y por este motivo se tiende a confiar en é1. Sin embargo, también existe evidencia contraria a este inventario. En algunos manuscritos que se remontan a la época en la que Hugo aún vivía, hay un prefacio al primer capítulo.2 En Ia edición crítica delDidascalicon de Buttimer, esta introducción ocupa sesenta y dos renglones. Es, entonces, un texto importante, ya que sólo unos pocos capítulos del Didascalicon lo exceden en longitud. El prefacio está escrito en el estilo de Hugo, con un tono y una estructura tan características de su obra que se le suele aceptar como auténtico. Sin embargo, los historiadores no se ponen de acuerdo acerca de por qué no aparece en algunos manuscritos. Algunos opinan que Hugo Io escribió para la primera versión, y después intentó suprimirlo. Otros creen que únicamente después de que el Didascallcon hubo pasado de mano en mano durante años, Hugo sintió que necesitaba una introducción, de tal modo que las copias que carecen de elia pertenecerían a los primeros manuscritos. Sea como l Joseph de Ghellinck, "La Table des matiéres de Ia premiére édition des ceuv¡es de Hughes de St.-Victor", "Rech¿rches des sciences religíeuses,1 (1910):

270-289 y 385-39.6. La primera referencia al Did.ascalicon pot sla incipit. 2 R. Goy, Die Uberlieferung der Werhe Hugos uon Sankt Vihtor. Ein Beitrag zur Kommunihationsge schichte des M ittelalters, Monographien zur Geschichte des Mittelalters 14 (Stuttgart, 1976). Un importante estudio de todos los manuscritos de Hugo. 100

Hay muchas personas cuya naturaleza los ha dejado con tan poco talentoa que apenas pueden captar con su entendimiento las cosas más fáciles, y creo que esas personas son de dos tipos. Hay

algunos que, aunque no desconozcan su propia torpeza,s no obstante luchan por conseguir conocimiento con todo el empeño que pueden poner y que, por insistir incansablemente en su esfuer2o,6 merecen obtener como resultado dcl poder de su voluntad lo que de ningún modo podrían tener como resultado de su trabajo. Otros, sin embargo, como saben que no son capaces en modo alguno de acceder a las cosas más altas, descuidan incluso las últimas y, de este modo, viviendo descuidadamente en su propia pereza, pierden cada vez más la luz de la verdad en los asuntos más grandes debido a su rechazo a aprender aquellas cosas pequeñas de las que son capaces.T

Hugo comienza el prefacio con una doble distinción. Hay algunos con mucho menos talento que otros, y entre los torpes, hay dos clases. A los primeros, los humildes, Hugo les ofrece la esperanza de que su disciplina les proporcionará una percepción que irá más aIIá del alcance de su inteligencia.8 A los segundos, los autocomplacientes, los ve yendo de 3 Aún es un placer leer el trabajo de Charles H. Haskins, ,,The Life of Medieval Students Illustrated by Their Letters", Tlrc Amcrican Historical

Reuiew, 3 (1897-1898): 203-229. 4 Multi sunt quos ipsa adeo natura ingenio destitutos reliquit (DB, p. I). 5 Licet suam. hebetuclinem rutn ignorent (DB, p. l). 6 Studio insistentes (DB, p. L). 7

8

DT, prefacio,p. 43. La primera oración del prefacio me suena como una defensa del libro

por parte del autor, provocada por una extraña (y poco conocida) secta académica, Ios cornificianos. Sostenían que la disciplina del estudio era inútil para aquellos que carecían de habilidad, y superflua para los que la poseían. Véase Daniel McGarry, The Metalogicon of John of Salisbury (Betkeley, University of California Press, 1955), pp. 9-33.

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LECIIURA

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mal en peor: "la ignorancia viene de la debilidad, pero e1 desprecio del conocimiento surge de una voluntad perversa".e Leer es para Hugo más una actividad moral que técnica. Está a1 servicio de la realización personal. Hugo está tan interesado en cómo apoyar a los zoquetes bienintencionados como en evitar que los vanidosos se corrompan. No obstante, hay otro tipo de hombre a quien 1a naturaleza ha enriquecido con un abundante talento, y a quien muestra un fácil camino para alcanzar la verdad. Entre éstos, incluso teniendo en cuenta la desigualdad de sus talentos, no todos tienen la misma virtud o voluntad para cultivar su capacidad natural por medio de Ia práctica y e1 aprendizaje.l0 Después de haber dividido a los torpes en dos clases morales, Hugo clasifica a los que poseen talento según sus cualidades naturales, su virtud y su voluntad. Se dirige entonces hacia dos clases especiales entre los bien dotados: los irresponsables y los socialmente desfavorecidos. Respecto de los capaces: muchos [...] están atrapados en los negociosll y cuidados de este mundo mucho más allá de lo necesario, o se entregan a los vicios y al rlesenfreno sensual del cuerpo; entierran el talento de Dios en la tierra,12 no buscando a partir de él ni el fruto de la sabiduría ni el beneficio de las buenas obras.13

Hugo considera que éstos son ualde detestabiles,"completamente detestables".r¿ Si Hugo hubiera hecho esta afi'rmación refiriéndose sólo a los monjes (muchos de los cuales nunca e

Df

prefacio, p.

$; bB, prefacio, p. l: nescire siquidem infirmitatis

est,

scientiatn uero detestarí, prauae uoluntatis. 10 DB, prefacio' p. l: ion eadem tamen omnibtts uirtus aut uoluntas est per exerciiia et doclrinam naturalem sensuilt excolendi' DT, prefacío, p' 43' Para ei sigrriflcado de exercitium, exercitia, véase Jean Leclercq, "Exercises spirituels] antiquité et haut moyen áge", et Dictionnaire de spiritualité, vol. 4, cols. 1903-1"908 (París, Beauchesne, 1960). 11 Negotia (neg-otium) es Ia negación del ocio, otíum' En este contexto, es la eleccún de uriestilo de vida opuesto al del monje que se comprotnete (uacat) cor el ocio (otium). 12 Mat. 25, 18. 13 DT, prefacío, p. 43. la D.B, prefacio, p. 1-.

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dejaban realmente de ser analfabetos), habría sido sorprendente por su dureza. Pero, como argumentaré a continuación, Hugo se dirige aquí de un modo indirecto al hombre común, a quien culpa siempre y cuando admita negotia (negocios, ocupaciones, distracciones del ocio) que interfieran con la búsqueda del studium, que es otiun't..

A pnsen DE Los

REDUCIT)os rNGRFrsos

Para otros, la falta de riqueza familiar y los ingresos reducidosls disminuyen las oportunidades para aprender. [Hugo es consciente del hecho de que el ocio que recomienda precisa ciertas conüciones materiales.l Sin embargo, no creemos que estas [personas] puedan ser totalmente excusadas por sus circunstancias, ya que vemos que muchos trabajan con hambre, sed y desnudez para obtener el fruto del conocimiento.16

El studium legendi, según }Iugo, es una vocación dirigida a todos y que se traduce en eI deber de aprender. "Todos", sean torpes o brillantes, más o menos capaces, sea su voluntad fuerte o débil, serán culpables si renunciar a avan.zar en el conocimiento. Nadie antes de Hugo había formulado en términos tales la doctrina de un deber universal de aprender. AI hacer referencia al asunto de la desigualdad económica, Hugo manifiesta con claridad que no se dirige a una comunidad monástica cerrada. En un monasterio de1 siglo xrr, el origen podría contar para el status social del monje dentro de Ia abadía; pero sus recursos económicos independientes no afectarían las condiciones de la vida cotidiana de los individuos. Si el novicio tenía talento, podía desarrollar libremente sus habilidades de escritura cualquiera que fuese su origen familiar. Muchos novicios entraban en el convento a los siete años, adquirían esas habilidades siendo niños, y después hacían votos para quedarse toda su vida(stabilitas) en eI monasterio en el que habían entrado. "La falta de riqueza r5 Census, 16

sustento.

D?, prefacio, pp. 43-44.

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familiar y los ingresos reducidos" y, como consecuencia,"ttabajar con hambre, sed y desnudez", no era el destino de1 novicio. Hugo no se está dirigiendo aquí a los monjes, sino a la gente en general, a los habitantes de una floreciente y bulliciosa ciudad medieval..Entre los ciudadanos, obviamente, las condiciones económicas determinan el ocio del que se dispone para el estudio. lIna cosa es cuando una persona no es capaz

o,

para hablar con

más propiedad, no es capaz de aprender con facilidad [discerel; V otra, cuándo es capaz pero no está dispuesta a aprendet fscire]' Del mismo modo que es más glorioso aferrarse a la sabiduría a fuerza de voluntad. aunque no se tenga ningún recurso en el que apoyarse, así, es ciertamente más odioso disfrutar de talento nat"rál y tener abundante riqueza y, sin embargo, acabar siendo

un torpe debido a la holgazaneria [torpere otio].l1

Obviamente, sería erróneo ver en Hugo a un defensor de la educación universal, o de 1o que hoy entendemos por "cultura"'

Sin embargo, en su tratado, De studio legendi, Hugo habla

de una llamada universal aI aprendizaje' Sin duda, la idea de que "todos los hombres" estárr llamados a aprender algo específico está implícita en la doctrina de la Iglésia. Todo el mundo está llamado a la fe y a profesarla' El

Islam, en un sentido formal, ha dado una expresión específica aI deber de aprender: los musulmanes deben conocer las oraciones que recitan cinco veces a1 día, sea en comunidad o completamente solos. Hugo, en el París del siglo xrr, define el deber de aprender como ei deber de leer' Que Hugo piense en los ciudadanos, y no sóIo en los novicios que se convertirán en canónigos o en otros niños hospedados

con ellos, también resulta plausible debido a algo más: la forma totalmente distinta que Hugo utiliza para dirigirse a los jóvenes que han dejado sus familias para ser miembros de la comunidad de San VÍctor'

El

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ceNóNtco REGUI-AR EDIFICA A TRAvÉs DE su "LECTro"

EI tratado de Hugo De institutione nouitiorum' se dirige a los recién llegados "d.el mundo".l8 Casi en cada página se subraya o se insinúa Ia llamada especial y poco común que esos niños han aceptado. Mientras la introducción del Didascalicon' insta a todos aquellos que entran en contacto con Hugo a que acepten el stud,ium como un deber, De institutione sttbraya la obligación que tiene un grupo selecto. Enfatiza las presuposiciones normales en el claustro de San Víctor, durante la generación de Hugo, sobre eI propósito de Ia vida comunitaria, de la vida ! sus miembros.le El studium, como parte esencial medio I papara un él es canónigo, a por aspirante el Lscogida | ra recuperar la imagen de Dios en sí mismo, una semej anza I que el pecado había oscurecido.zo Pero en su studium, el novi- \ no é. sólo responsable del estado de su alma; con el ejemplo "io que da según cómo se aplique al estudio, tiene la tarea especial de "edificar" Ia comunidad ciudadana'21

x

1s Esta breve pero detallada obra de unas veinte páginas (PL, 176,925L' gb2B) se o.opu áu 1o que los novicios deberían hacer en varias situaciones, cómo deberían vestir, comportarse, hablar, estudiar y comer' 1e Véase PL, t76,928A. Sobre Ia historia del monasterio de San Víctor' véase Fourier Ílonnard, I/isr oire de l'Abbaye royale et de l'ordre des Chanoiñig"iU* de St. Viitor de paris. premidre période 1013-1500 (París, Sa"ii ,áái",iSOZl. Sobre eI Didos calicon de Hugo dentro del nuevo enfoque de Ia u¿ase Jean Chátillon, "Le Didascalicon de Hugues de Saint"".áíu"ru, erLa Pensée encyclopédique au moyetl dge (Neuchátel, Baconniére' Victor", pp. 63-76" -1966), 20'bi'institutione, prólogo; PL, 17 6, 925-926' Elredio de Rieval, Speculum clmritatis,Iibro i caps". 3-5; PL, 195, 507C-510B' Véase también, Elrey áio de Rieval, Op"ra o*nio, vol. l, Opera ascetica, A Hoste, O' S' B' C' H' De speculo caritatis, libro 1, cap' 1 lgil): Brepols, i.f¡"t, Á¿t. (furnhout, 'D, (pp. 1á1ó; ani*o, libio 3, núms.28-á9 (p 743); núm' 44 (p' 751)' (p. 7b4). núms. 50-51 Acerca del-camino que lleva desde la "región de Ia ocultación" a la respara Ia t";;;;i¿; áe h imagen de Dios y la semejanza en el lector, véase, siécle 72" au ressemblance et Image Jávelet, Robert Víctár, San de ;;;;;i. Anselm d Attain cte Litle (2 vols.; París, Letouzay,l'967), vol' 1, pp'

ie

St.

266-269 y notas; vol. 2, PP. 288 Y ss. --i'-oáinr", q,rá tu trádrr." coáo "enseñar",llegó

17

DT, prefacio, p. 44.

a signifrcar en la Iglesia ,,predicar". Instruere (instruir), y ocasionalmente también tádo Iatina sobrá iirt¡tu"r" lpreparar), se usaba para Ia actividad por la cual el profesor ins-

[*

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Cuando Hugo se dirige a los novicios, quiere que estudien corüm deo et coram hominibus. Coram significa,,ánte los ojos,, o "en presencia" de Dios y los hombres. Al deber universai de

todos los hombres de aprender o estudiar, le corresponde aquí el deber del canónigo regular de enseñar: con su modo de vida (uita) y su sabiduría (d,octrina), con sus palabras (uerbo) y su ejemplo (exemplo).22 Hugo concibe el estudio de sus discípulos como una actividad que es social porque es ejemplar. Hugo dice en la introducción que con los primeros tres libros del Didascaricon, instruye afrector en las reglas que se deben observar al seleccionar y leer los libros .uáu_ res, y en las secciones siguientes,.,enseña cómo debe leer las Sagradas Escrituras el que busca en ellas la corrección de sus costumbres y una forma de vida,,.23 Cuando se dirige a sus_novicios, Hugo tiene en cuenta su vocación, esto es,*lo que ellos un día enseñarán a otros a través del ejemplo de suforma uiuendi.2a Hugo redefine aquí el propósito de la vida en el claustro con el espíritu de un nuevo tipo de comunidad eclesial a la que pertenece, la de los canónigos agustinos. Utiliza el len_ guaje tradicional, pero con un énfasis radicalmente innovatruÍa

a alguien que estaba en el papel de alumno. Aunque Hugo utiliza ambos,,te11in9s, sul¡raya la labor alt cterigo .orrá iu ¿" rcá¡n"ió.'

"

Uarolrne Walker Bynum, Dorcre Vcrbo et Exetnplo: "á¿¡ni"í, An Aspect of H3ruar_d Theotogical Stuáies Sl rrrtiisoulal T::!1,! rress, 9":,rry^Spiritu.ottty, Dcnolar 1U'l9). Vease también Caroline Waiker Bynum. ,.The Soiri_ tuality of Regurar canons in the Tterfth century' Á r¡"í-Ápp."".i.'i"¡¿.-

dieualia et Humanistica, n. s. 11 (rg7}): B-24. Lá diferencia Ér""i"i""i." los canónigos y. los monjes no reside en que los .á.ro.rrgo. reclamen el derecno o el deber de predicar, ni en que discutan et sermón con más frecuencia en sus tratado s de i,stitutione nouiciorum, sino en que aflrman qu" et exemplo es un componente funáamental áe su 1". y"rpg fi¿ur"

,á;;;

tu*_

bién, Marie-Dominrque Chenu, ,,Moines, cle.es ef-laics u,,"i¿u. .ur.ufo,.r. iu-iu vie_évangéliqre", Reuue d,,histoire eccléiiastique, 49 (1984): Sg-SO; -W. E Apostolica t riversity or óissert"t, Church Hir;rry, 2i Y:Pglrylt.1TheYita (1955): 15-31; Zoltan Alszegy, ,,Die Theológie des WorÍe. ¡"i ¿"' *iií"Ulter-ljclgn Theoiogen,,, T heoligie uncl predi[t, t95B: 238_2b7 . 2s DT, prefacío, p. 45- Deiide docet quaiítár bgere d.ebeat sacram scriptu.ram is qui in ea correctionem morum su.oru,tn ,t for-o*-iiurr¿l"qírr¿ (DB, p.3). 2a véase Marie-Dominique chenu, "civilisation urbaine et théorogie. L'École de Saint-Victor au x¡r" siécle,, , Ánnales: économies, sociétés, ciuilisa_

tio ns, 29 (L97 4): t25S-1268.

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dor. Al subrayar eL exemplum como la tarea del maestro y la aedificatio como su resultado en toda la comunidad ciudadana, Hugo reconoce que los nuevos canónigos regulares, y no sólo é1 como persona, se encuentran sobre Ia l.t""g 4i"ir"4g saffqlá-¿ecturaragpjstica y la escolástica. La Regla de san Be'nitó-ññ-§uffiréGiplícitamente que un monje debería ser un ejemplo para los otros.25 Y tampoco presenta la vida monástica como un ejemplo moral para la gente que "vive en el mundo". El respeto al compañero monje, la tolerancia con su debilidad, el amor mutuo y Ia obediencia al abad son las caracterÍsticas del monje ideal, tal como Benito lo define en su Regla. Dentro de la antigua tradición benedictina, si el monje que practica la virtud tuviera que estar pendiente del ejemplo que pudiera dar fuera del claustro, perdería parte de su independencia y de su libertad. San Bernardo, contemporáneo de Hugo, lleva esta vieja tradición al siglo xrr. Él también escribió un tratado sobre Ia formación de los novicios. Su mismo tÍtulo indica la diferencia en el énfasis: De gradibus humilitaúis le habla a1 aspirante a benedictino acerca de los "grados de la humildad", y nunca sugiere que el monje debería preocuparse de edificar su comunidad o el pueblo más allá de los muros del claustro. El De institutione de Hugo, sin embargo, está repleto de interés por la influencia que el canónigo ejerce a través de la ediflcación. La comunidad de Hugo no vive según la Regla de san Benito, sino según la Regla atribuida a san AgustÍn, que vivió doscientos años antes. Benito escribió su Reg1a después de Ia decadencia del imperio romano, tras la prácticamente desaparecida vida urbana romana cn la Europa occidental. La escribió para comunidades de una doccna de rnonjes cada una, que a menudo vivían en zonas despobladas y se tenían que procurar su propio sustento recuperando para la agricultura tierras baldías. No había demasiada gente a quien 25 Un estudio terminológico de Ia Regla benedictina muestra que no es educare Iatareadelmaestro, sínoregere (guiar), sert¡ire(sewír)oinstruere (instruir). Véase B. Jaspert, "La tradizione letteraria dei termini audire, aedificare, tnetnorare, uacare", Reuiew of Benedictine Studies, 6-7 (L977-1978).

x

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dar ejemplo en el oscuro periodo que se desarrolla entre la caída del imperio romano y Ia llegada de los invasores árabes y mongoles. La Regla de Agustín fue escrita antes de que esa civilización se derrumb ara.26 Él y sus compañeros se educaron aún en el espíritu de la ciudadanía. En la Regla se menciona la ayuda mutua y la importancia de la mutua influencia entre hermanos.zT Para Agustín, "la conciencia y la reputación son dos cosas distintas. La conciencia es para ti, la reputación para tu vecino. Aquel que confía en su conciencia pero descuida su reputación es cruel [...]. Ante todo, da ejemplo con tus obras".28 Los canónigos regulares, que aparecen con la reforma de las viejas ciudades medievales, eligen la Regla de san Agustín y no la de san Benito. Les preocupa el ejemplo que dan a aquellos a quienes predican.2e Hugo es uno de los principales artífices de esta renovación. Vive con este nuevo interés en el ejemplo dado mediante el compromiso con la lectio diuina, poco antes de que lalectio diuina se dividiera entrelalectio spiritualis, que es la oración, y el studium, que se convierte en la adquisición de conocimiento. Esta división hace posible que Hugo hable del canónigo-como-estudiante como de un individuo que contribuye con su ejemplo a la edificación de una ciudad de principios del siglo 26

xrr.30 Dos generaciones

más

Henri-Irénée Marrou, Saint Augustin et la fin de la culture antique,

4" ed. (ParÍs, Boccard, 1958). 27 Melchoire Verheijen, ed., Praeceptum, 2 vols.

(París, 1967); vol. r, pp. 115-119,423,426-428. 28 Citado en Walker B¡mum, "The Spirituality of Regular Canons in the T\¡¡elfth Century", p. 15. 2e Anselmo de Havelberg, "Epistola Apologetica" (PL, 188, 1229A): el canónigo regular "siendo generalmente buscado por gente ruda, es elegido y aceptado, y como una linterna brillando en un lugar oscuro, enseñando por la palabra y el ejemplo, es amado y honrado'. Véase también G. Severino, "La discussione d.egli ordines di Anselmo de Havelberg", Bolletino dell' Istituto Storico ltaliano per il Medioeuo e Archiuo Muratoriano, 78 (1967), pp.75-122. 30 Los monasterios benedictinos aceptaban ocasionalmente novicios que no iban a convertirse en monjes. Los canónigos abrieron primero escuelas para estos novicios en sus claustros. R. Grégoire, "Scuola e educazione giovanile nei monasteri dal sec. rv aI xrr", en Esperienze di pedagogia cristiana nella storia, I (1983), pp.9-44; Richard W. Southern, "The Schools of Paris and the School of Chartres", ert Renaissance and Renewal in the Twelfth

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tarde, el studium.legendi ya no podrá articular o mediar en una relación de ese tipo entre los cultos y los incultos. La lectura pierde en el siglo xrrl su analogía con la campana que todos los habitantes del pueblo oyen y recuerdan, aunque su función principal fuera la de regular las horas de las oraciones canónicas en el claustro. La lectura escolástica se convierte entonces en una tarea profesional para especialistas; especialistas que, definidos como clérigos profesionales, no son un ejemplo edificante para eI hombre de la calle. Se definen a sí mismos como gente que hace algo especial que excluye a los legos. PeseNor¡ r,e rá
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