\"Igualdad y no discriminación: Imaginación profética y eclesial del otro mundo posible\" Revista Académica UC Maule, Talca-Chile, Julio 2014 n°46 ISSN 0717-2656, Universidad Católica del Maule, pp. 47-57

July 24, 2017 | Autor: J. Espinosa Arce | Categoría: Teologia, Teologia Contemporânea, Escatologia, Papa Francisco, Profetismo Bíblico
Share Embed


Descripción

IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN IMAGINACIÓN PROFÉTICA Y ECLESIAL DEL OTRO MUNDO POSIBLE EQUALTY AND NO DISCRIMINATION - PROPHETIC AND ECCLESIAL IMAGINATION OF THE OTHER POSSIBLE WORLD

JUAN PABLO ESPINOSA ARCE Licenciado en Educación-Profesor de Religión y Filosofía Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas Universidad Católica del Maule, Talca, Chile. [email protected]

RESUMEN La época actual está sembrada de situaciones de profunda inequidad, desigualdad y discriminación. Frente a ellas, el cristianismo como religión de la misericordia y del Evangelio de la liberación tiene una palabra que decir. Este artículo busca presentar algunas consideraciones bíblicas, teológicas, pastorales y eclesiales sobre el compromiso social que el cristianismo asume frente a las situaciones de injusticia. La actuación de la fe a nivel del devenir histórico, político o cultural está mediada por una visión escatológica de la historia, es

decir, de la comprensión de que otro mundo sigue siendo posible, en el cual la inequidad dará paso a la igualdad y la discriminación al respeto igualitario tanto de hombres como de mujeres, ricos y pobres, jóvenes y ancianos. Este otro mundo posible es y debe ser anunciado como praxis profética eclesialmente situada, es decir, como vivencia, reflexión y celebración comunitaria.

Palabras clave: igualdad, no discriminación, profetismo, Iglesia, Jesús.

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 47

ABSTRACT The present era is saturated with situations of profound inequality, inequity and discrimination. In front of them, Christianity as a religion of mercy and the gospel of liberation has a word to say. This paper aims to present some biblical, theological, pastoral and ecclesiastical considerations on the social commitment that Christianity assumes facing these situations of injustice. The performance of faith at the historical, political and cultural development is mediated by an

eschatological view of history, which is, based on the understanding that having another world is still possible, in which inequality gives way to equality, and discrimination to equal respect for both men and women, rich and poor, young and old. This different world is and should be advertised as ecclesial praxis prophetic located, as an experience, reflection and community celebration. Key words: equality, non-discrimination, prophecy, Church, Jesus.

1. INTRODUCCIÓN Es una necesidad urgente el que las distintas organizaciones sociales, no gubernamentales, y las comunidades de iglesias, asuman el desafío de propiciar un desarrollo íntegro y profundamente humano de cada uno y cada una de los que componemos este sugerente tejido social. En este artículo se presentará brevemente la idea de la imaginación profética del otro mundo posible. ¿Qué quiere decir esto? Desde una óptica cristiana se afirma que Jesucristo, en quien de manera sublime se ha unido verdadera y plenamente la naturaleza humana y la naturaleza divina, constituye el paradigma por el cual se entrecruzan tanto la igualdad como la no discriminación. Jesucristo constituye para la teología cristiana el acontecimiento escatológico por excelencia. Escatología, palabra difícil y que quizás por primera vez se lee. A grandes rasgos, la escatología es “aquel sector de la teología al que incumbe reflexionar sobre el futuro de la promesa aguardado por la esperanza cristiana”(Ruíz de la Peña, 2000, p. 30). Que se aguarde el futuro no quiere expresar que el creyente se desentiende de su devenir histórico, por el contrario, “la escatología (…) solo aliándose con proyectos utópicos queda habilitada para generar una praxis histórica que dé testimonio de la esperanza

pág. 48

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

del reino” (Ruíz de la Peña, 2000, p. 30). Es decir, la escatología necesariamente debe convertirse en un compromiso social especialmente con aquellas situaciones, que, desde la comprensión cristiana, constituyen situaciones de pecado, que en nuestro caso serían la discriminación y las desigualdades propias de una sociedad de mercado, en donde el tener está por sobre el ser. En la escatología, en el creer que otro mundo es posible, posibilidad que comienza en el ya de nuestro hoy y en el Hoy de Dios, tiene lugar por tanto la liberación, la praxis de justicia y verdad, la libertad, que están también implicadas en la Resurrección, en la Nueva Jerusalén, donde, como sostiene el Apocalipsis, se enjugarán todas las lágrimas de los ojos, no habrá muerte, llanto, gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado (Cf. Ap 21,4). A nivel de la historia reciente vemos cómo gran parte de la sociedad no actúa impasible ante situaciones de inequidad, tanto a nivel de la educación o de la salud, o frente a la falta de oportunidades laborales, de participación democrática o cultural. Estas actitudes son discernidas por el cristianismo como signos de los tiempos, es decir, voces del Espíritu de Dios que hablan al creyente de esta época, quien debe discernirlas y ponerlas en práctica. Por lo tanto, el objetivo del estudio fue asumir algunas claves de lectura bíblica, teológica, pastoral y eclesial que nos permitirán ir asumiendo el desafío de la construcción de un mundo nuevo.

2. IMAGINACIÓN PROFÉTICA El teólogo Walter Brueggemann, en su obra La imaginación profética (1983), pretende mostrar que la vocación de los profetas, comenzando por Moisés hasta Jesús, es una realidad que se confronta con los desafíos de la sociedad contemporánea. Así, él sostiene que “la tarea del ministerio profético consiste en propiciar, alimentar y evocar una conciencia y una percepción de la realidad que sean alternativas a las del entorno cultural dominante” (Cf. Brueggemann, 1983, p. 12). En la voz del profeta tiene cabida el llamado a la creación de una comunidad nueva que tenga como fundamento la igualdad, el respeto por los derechos de la persona humana, especialmente del pobre, del huérfano, de la viuda o del extranjero. El profeta bíblico no se ubica como un adivino a largo plazo, sino que es fundamentalmente un sujeto de la escucha y del discernimiento de su propia historia y del contexto histórico en el cual se desenvuelve. Dos actitudes marcan su vocación, a saber, el anuncio de la Palabra de Dios y la denuncia que él realiza de aquellas actitudes que suponen una violación sistemática a la dignidad de sus hermanos y hermanas de raza.

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 49

2.1. El Éxodo Un primer elemento a analizar será el acontecimiento del Éxodo y de la vocación profética de Moisés. A él Dios le dice: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para subirlo a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8). Dios escucha y siente en su corazón de padre/madre al pobre cuando este lo invoca. Dios presta atención a los que sienten que en ellos la discriminación y la desigualdad se ha hecho carne y por ello envía al profeta para que este forme al pueblo libre que se diferencia diametralmente del imperio. Lo que Moisés hace es desmantelar “la política de opresión y explotación a base de oponerle una política de justicia y compasión” (Brueggemann, 1983, p. 17) El Dios del pueblo de Israel propone por tanto una teología y una sociología alternativa, fundada en el sentido mismo de ser pueblo, es decir, y haciendo eco de las palabras del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, “Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida de una comunidad humana”(EG113). La comunidad alternativa al sistema (el pueblo de Israel y la Iglesia), está llamada a respetar y velar por la igualdad y la no discriminación, no como una tarea excluyente, sino que como una tarea de todos.

2.2. El profeta Amós Sería una empresa demasiado grande realizar una interpretación de cada profeta. Para efectos de este artículo se presentará la figura de Amós, profeta del 750 a.C. aproximadamente, que es llamado el profeta de la justicia social. Recibe este apelativo por levantar su voz y sostener que un sistema social que está basado en la explotación no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Pero no se queda en la crítica solamente, sino que propone un sistema fundado en la solidaridad. Ese sistema tendrá futuro ya que comprendemos en clave de fe que tras esa búsqueda de la solidaridad y la justicia late la intervención de Dios en la historia humana. Dios exige también una justicia social y da a los creyentes entrañas de misericordia, de manera que optemos por la justicia entre los hombres y mujeres. El profeta de la justicia social nos dice: “Porque venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisan contra el polvo de la tierra la cabeza de los débiles, y desvían el camino de los humildes (…) profanando mi santo Nombre”

pág. 50

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

(Am 2,7). ¿Cómo entender esto? Que se asimile la violencia contra el pobre y la profanación del Nombre de Dios quiere decir, que Dios toma partido por los pobres y por los que viven la discriminación, es más, Él mismo está presente y actuando en ellos. Dios en el profeta propone la comunidad nueva que debe ansiar el dinamismo de la Pascua definitiva, es decir, el paso de una condición marcada por el pecado, traducido en desigualdad y marginación, a un estado de plenitud y libertad.

3. Jesús de Nazaret: Proyecto de humanidad en contra de la discriminación y la desigualdad Por la fe sabemos y tratamos de comprender que en la única persona de Jesús de Nazaret, Dios ha venido al mundo de manera plena. En la única persona de Jesús, la naturaleza divina y la naturaleza humana están presentes verdadera y plenamente. En sintonía con el objetivo de estas líneas, se asume que la humanidad de Jesús y su reconocimiento “es más precisamente una cuestión de fe en la liberación del ser humano de la maldad y de la injusticia” (Costadoat, 1997, p. 163). Sostener que una determinada persona es muy humana, significa que podemos reconocer en ella determinadas acciones que se fundan en la acogida, misericordia, justicia, tolerancia, en el diálogo, en la capacidad de perdonar y amar hasta el extremo. Jesús de Nazaret es plenamente humano porque plenifica estas dimensiones de la humanidad que vive la igualdad y la no discriminación. Dicha plenitud le viene de la naturaleza divina, que lleva a la perfección lo humano. Así, Jesús es la máxima expresión de la humanidad. Los creyentes estamos llamados a vivir dicha humanización, especialmente con aquellos que por causas del sistema/imperio viven la deshumanización. El anuncio del Reino de Dios no es otra cosa que la llamada a la fe en que otro mundo es posible. El Reino de Dios, que está fundado en la igualdad y en la no discriminación, acontece ya en la persona de Jesús y en la misión de los creyentes, pero todavía no en plenitud. No hay que desanimarse, ya que vamos caminando juntos hacia ella, a veces a tropezones, a veces a pie firme. ¿Qué signos concretos de la praxis de Jesús representan el respaldo a la igualdad y la no discriminación?

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 51

3.1. Jesús, los pobres y pecadores públicos Si se realiza un recorrido rápido toda la vida de Jesús fue realizada desde los pecadores públicos. En relación a la sociedad palestinense del siglo I, Boff (1987) afirma: La sociedad de su tiempo (del de Jesús) estaba muy estratificada. Se dividía en prójimos y no prójimos, puros e impuros, judíos y extranjeros, hombres y mujeres, observantes de la ley y pueblo ignorante, hombres de profesiones mal vistas, enfermos considerados como pecadores (p. 29). Jesús se identificará con el Mesías que anuncia la buena nueva a los pobres. Es este el Mesías de la promesa contenida en el libro del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, porque Yahvé me ha ungido. Me ha enviado con buenas noticias para los humildes, para sanar a los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación” (Is 61, 1). Por la Encarnación del Verbo, Dios se sitúa precisamente del lado de los pobres, de los pecadores públicos, de los transgresores de la ley. La misma vida de Jesús ilumina esta opción preferencial. Nació en un pesebre y fue reconocido por los pastores, vivió en una aldea que ni siquiera era reconocida como lugar del que saliese algo bueno, trabajó con sus manos en el oficio de su padre, anunció el Reino a los últimos: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Noticia” (Lc 7, 22). Al final de su vida muere colgado de un árbol como maldito de Dios y lo hace fuera de la ciudad. Con estas acciones, lo que Jesús realiza es hacerse parte del mundo de los últimos, de los fracasados. Recupera sus relatos, sus palabras y propone una sociedad y una comunidad nueva que es alternativa a la lógica del imperio. Es la comunidad de la Iglesia.

3.2. Jesús y las mujeres La mujer en los tiempos de Jesús, y en muchas de las sociedades actuales, representaba un sujeto socialmente marginado. Dichos populares como “a quien Dios castiga le da por mujer una Nazarena” o plegarias cotidianas de los varones judíos que sostenían “gracias Señor por no haberme hecho esclavo, pagano o

pág. 52

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

mujer”, expresaban un imaginario que legalizaba la discriminación cometida contra la mujer. Con Jesús esto cambia y otorga a la mujer un lugar teológico y social nacido del Reino y del Evangelio. Es tal la novedad de Jesús que este incorpora mujeres en su comunidad itinerante. No son solamente Magdalena, Juana y Susana, sino que son otras muchas que acompañan a los apóstoles y al Maestro. Así Jesús les devuelve su dignidad y les da carta de ciudadanía. Se analizará el texto de Lucas 8,1-3. En estos versículos se evidencia cuál es la principal función de Jesús. Él es un caminante que predica junto a los Doce el Reino de Dios. Se repite la tónica de la novedad. Este mensaje es una liberación para el pueblo, que estaba condicionado a permanecer como un agente pasivo de la acción divina, entendiendo por “pasivo” el estado de ser mero receptor de leyes articuladas desde la conveniencia de grupos de poder. El pueblo frente a las leyes no es protagonista, sino que es esclavo. En relación al tema de las mujeres, nos dice Alois Stöger (1970): “Los rabinos excluían a las mujeres del círculo de sus discípulos. No las juzgaban aptas para el estudio de la ley. ‘El que enseña a su hija la ley, le enseña el vicio’” (p. 221). La actitud de Jesús de incorporar mujeres, marca un precedente que a los ojos de Israel era una afrenta contra sus valores más fundamentales. Es más, el que se las nombre en lista y con sus nombres propios nos hace pensar en las listas de varones que son discípulos, con lo cual ellas también adquieren ese rango. Nos continúa diciendo Stöger (1970): “El séquito de las mujeres da testimonio de la voluntad y la misión de Jesús, que pone al alcance de las mujeres la doctrina y la salvación” (p. 221), y esto es porque Jesús vino a rescatar y a liberar a los despreciados, a las mujeres. La figura femenina para la nueva comunidad es además la primera testigo de la Resurrección, y esto no es un dato menor, ya que la mujer no podía ser testigo. A nivel de Iglesia, un porcentaje importante de miembros lo representa la mujer. Eso es un signo a considerar para pensar la sociedad fundada en la igualdad y en la no discriminación.

4. La Iglesia y su vocación profética que apuesta por la igualdad y la no discriminación La prolongación histórica de la misión profética de Jesús es la Iglesia, comunidad de creyentes y bautizados. Ella tiene la vocación de ser signo y esperanza de este otro mundo posible. Pero seamos sinceros, ya la Iglesia ha fallado muchas veces

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 53

a su vocación y los acontecimientos que lo demuestran bien los conocemos. No podemos sentirnos orgullosos de ello, pero, como hemos pretendido señalar más arriba, creemos todavía en el otro mundo posible. Creemos en la reconstrucción de nuestra Iglesia. ¿En qué Iglesia creemos? En aquella que está conversando las problemáticas de la contingencia. En la propositiva y en la dialogante. En la que trata de ser fiel a su Señor a pesar de las debilidades propias de nuestro ser hombres. Creemos que la Iglesia debe escuchar la voz de Jesús, de los Santos, del Papa Francisco. En esa Iglesia que está llamada a “hacer lío” como ha sostenido en el último tiempo el Papa Francisco. Creemos en la Iglesia que tiene en cuenta que está en el mundo, y que comprende que la mundanidad indica su realidad creatural más fundamental. Pero también se debe ser justos, ya que la Iglesia también ha sido testigo del otro mundo posible. Basta pensar en la realidad de las comunidades eclesiales de base en tiempos de dictadura. Sacerdotes como Mariano Puga, el “cura de la Legua”; André Jarlán y Pierre Dubois en la Victoria; obispos como Enrique Alvear, Raúl Silva Henríquez, Carlos Camus o Alfonso Baeza; mujeres y hombres catequistas, animadoras y animadores litúrgicos, sacristanas, profetas y profetisas que esperaron, creyeron y anunciaron el mundo que venía y que se fundaba en el respeto de la igualdad de todos y todas. A nivel de teologías, la Teología Latinoamericana o de la Liberación y su opción preferencial por los pobres marcan pautas de acción. La Iglesia está llamada a encarnarse en cada realidad, ya que Dios en Jesús se encarnó abarcando todo lo humano, con lo cual comprendemos que no hay nada humano que no le interese a Dios. Así, el Vaticano II (1962-1965), acontecimiento eclesial que supuso el diálogo fraterno entre la Iglesia y el mundo, en su Constitución Pastoral1 Gaudium et Spes (GS) sostiene: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar

1

pág. 54

El calificativo de “pastoral” representa una verdadera revolución en los documentos magisteriales. Es la primera constitución que lleva el tema de lo “pastoral” y para el Concilio representó el espíritu que regiría su discusión y posterior ejecución.

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia (GS 1).

4.1 Pastoral profética del anuncio y de la denuncia La Iglesia toma de su fundador Jesús el ser profeta, signo de humanidad, encuentro, fraternidad y respeto por los derechos fundamentales de la persona humana, valoración que viene de que cada uno de nosotros somos imagen y semejanza de Dios (Cf. Gn 1,26-27). Así, para realizar una pastoral de anuncio, la primera tarea de la Iglesia es la de testimoniar y sostener con la palabra y con el ejemplo el mensaje evangélico de paz y de justicia ante los derechos del hombre (…) La pastoral del anuncio encontrará su mayor vigor en el poner en evidencia que el fundamento cristiano de la teoría de los derechos del hombre es el respeto a la persona humana entendida como fin y no como medio de la sociedad (Comisión Pontificia Justicia y Paz, 1976, p. 60). Este es el primer y necesario paso que la Iglesia debe poner en práctica. Ver a la persona humana como imagen y semejanza de Dios, asegura el respeto a la igualdad y la no discriminación. Paz y justicia constituyen así el anuncio del Reino que está ya presente en el mundo. Por su parte, “la defensa de los derechos del hombre que la Iglesia considera un deber irrenunciable, implica la denuncia de las violaciones cometidas o en acto” (Comisión Pontificia Justicia y Paz, 1976, p. 63). Este es el porqué de la labor de los creyentes que quieren defender a cada uno y cada una, desde el no nacido hasta el fin natural de cada uno de nosotros. El discernimiento hecho en clave de fe permitirá comprender que Jesús de Nazaret, Dios y Hombre verdadero, está en cada uno de los hombres y mujeres, y que cada acción de injusticia a él mismo se le realiza. Una Iglesia más humana y que en dicha humanidad encuentre su vocación de santidad, será una Iglesia más parecida al movimiento de Jesús.

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 55

4.2. La Iglesia del papa Francisco Sin duda la figura del papa Francisco ha significado esto de reconstruir la Iglesia. El mismo nombre que escogió al momento de ser electo como obispo de Roma ya expresa este deseo. Francisco, el poverello, el pobrecito de Asís, fue llamado por el Dios de Jesucristo a reconstruir la Iglesia en su tiempo. Quisiera también dedicarle este último apartado a Francisco, específicamente desde su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Francisco sostiene: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad” (EG 186). La fe cristológica en el Dios que humaniza y que proyecta la humanidad nos debe mover, desde la interpelación, a reconocer que nuestra vocación más profunda como creyentes debe estar iluminada por la medida del pobre, de los últimos, de los que no son tratados con igualdad, de los discriminados, cualquiera sea su rostro. La Iglesia que quiera ser fiel testigo de su Señor debe por tanto vivir del diálogo y de la cercanía fraterna con todos. La misión cristiana es presentada por Francisco cuando sostiene que cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo (EG 187). Estar atentos al clamor del pobre es asumir la actitud de Dios en el Éxodo, quien al escuchar al que experimenta la desigualdad envía a su profeta para liberarlo. Escuchar no es solo utilizar el sentido del oído, sino que es poner toda nuestra vida en sintonía con la otra persona, especialmente con aquellos a quienes nadie escucha. Todos estamos llamados dentro de nuestras posibilidades a escuchar, ser dóciles y estar atentos a las necesidades de nuestros semejantes. En cada lugar en el que nos desarrollemos, estamos llamados a “hacer lío”, como sostiene el Papa Francisco, a revertir situaciones de inhumanidad para que la persona humana pase a condiciones mejores, a vivir un desarrollo verdaderamente integral. Francisco ya nos está invitando a dar el paso.

pág. 56

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

5. CONSIDERACIONES FINALES Al finalizar este camino, quedarnos simplemente con una intuición y un desafío. La tarea común de trabajar por defender la igualdad de todos y todas impidiendo la discriminación representa un llamado profético que los creyentes comprendemos como una voz del Espíritu que resuena en el hoy de nuestra historia. El don profético que hemos querido señalar y la orientación escatológica de anunciar y creer en el otro mundo posible, hace de cada uno y de cada una de nosotros profetas que proclaman que el Señor ya está liberando a los pobres, anunciándoles el año de gracia y el perdón. Que el esfuerzo mancomunado de todos nosotros nos permita desarrollar políticas públicas que influyan decisivamente en el presente y futuro de nuestro país, las que, iluminadas por el Evangelio de Jesucristo y el Reino de Dios, favorezcan la liberación integral como elemento propio del otro mundo posible que se anuncia profética y eclesialmente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BOFF, L. (1981). Jesucristo y la liberación del hombre. Madrid: Ediciones Cristiandad. BRUEGGEMANN, W. (1983). La Imaginación Profética. España: Sal Terrae. COMISIÓN PONTIFICIA JUSTICIA Y PAZ. (1976). La Iglesia y los derechos del hombre. Santiago de Chile: Instituto Chileno de Estudios Humanísticos. COSTADOAT, J. (1997). Características y alcances de la humanidad de Jesucristo. Teología y Vida , XXXVIII, 163 - 174 FRANCISCO. (2013). Evangelii Gaudium. Santiago de Chile: San Pablo. STÖGER, A. (1970). El Evangelio según San Lucas. Barcelona: Herder. RUÍZ DE LA PEÑA, J.L. (2000). La Pascua de la creación, escatología. Madrid: BAC.

UCMaule - Revista Académica N°46 - Julio 2014

pág. 57

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.