Igualdad, Educación y Pobreza

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Descripción

Igualdad, Educación y Pobreza Ernesto Navarrete (2015)

Plantear como objetivo, una educación en la que se busca la aceptación del otro como igual es inaceptable; el hecho de que los grupos mayoritarios acepten como iguales a los grupos minorizados; específicamente los grupos sociales que han resultado de los fenómenos migratorios resulta no ser factible pues éstos son los creadores de una diversidad cultural que conlleva i nherentemente a una desigualdad previamente aceptada. Existen dimensiones humanas en las que es posible la igualdad, y algunas otras en las que definitivamente no lo es; el ser humano es igual en cuanto a dignidad, derechos cívicos, políticos y sociales. Sin embargo, la única igualdad que considero posible es la de circunstancias específicas contextuales, pues incluso el concepto “igualdad de oportunidades” resulta semánticamente cuestionable. La igualdad no es posible, simplemente porque los seres humanos no son iguales. Es un axioma; no todos tienen la misma suerte, cuna,país, sexo, o inteligencia, a lo que podríamos añadir un cúmulo de circunstanciasque hacen que no sea posible la igualdad. Marañón (2013) ejemplifica esta imposibilidad con un huerto de pimientos, en el cual se estropean un porcentaje de frutos, y otros quedan para su venta yconsumo. Nadie ha establecido por que unos crecen a la sombra de unas buenashojas, y otros en cambio han crecido al sol radiante todo el tiempo para bien o paramal. Por qué a unos atacan los parásitos, y a otros no. Ahora bien, es verdad que los fenómenos migratorios como acompañantes inherentes al proceso globalizatorio, han creado en la actualidad otro tipo de desigualdades que antes eran quizá impensables, Carbonell afirma que la diversidad

cultural implica desigualdad, implica colectivos

minorizados y por lo tanto también exclusiones, pero pretender aminorar estas exclusiones por medio de modelos educativos que sensibilicen en términos de igualdad es más que utópico (término que se defiende en el texto), absurdo. La construcción de sociedades implica la aceptación de ciertas normas explícitas e implícitas entre las cuales hay desigualdades; pareciera que la necesidad de excluír no puede quitarse por medio de la sensibilización, pero lo que sí puede lograrse es el reconocimiento del otro como humano, la búsqueda

de la diplomacia, el fomento de valores humanos y la promoción de la convivencia entre desiguales, no para convertir al otro en igual que el uno, sino para beneficiar la consciencia de que la desigualdad no es necesariamente destructiva. Podemos plantear como ejemplo el fenómeno de la migración, que en cuanto diversificación de modelos e información es necesaria gracias al conocimiento de diversas y desiguales sociedades, se han podido probar, implementar y desechar modelos educativos, políticos y hasta morales. El inminente proceso globalizatorio implica también la creación de otra sociedad, la global, que contiene en su complejidad y desde su surgimiento barreras que van desde lo lingüístico hasta lo económico. ¿Qué se requiere para ser, además de un ciudadano de determinado país, un ciudadano de la aldea global, merecedor de sus beneficios? El primera instancia el idioma internacional, después, surgirán cada vez más requisitos que agrandarán la brecha de desigualdades, pero aún con ello, la decisión de pertenecer o no sigue siendo un derecho que corresponde solamente al individuo. En este punto, destaquemos que la desigualdad social no se combate con la educación diversas investigaciones como aquellas a las que apela Rivero (1999) dejan de manifiesto dos fenómenos íntimamente ligados: el analfabetismo y la pobreza, algunos que validan al uno como causa del otro y otros más que solamente puntualizan ciertas relaciones existentes entre ambos.

Sin embargo, a pesar de que existen puntos de convergencia entre ambos fenómenos, es defendible la idea de que se ha construido socialmente un concepto de pobreza en el cual se incluye el factor educativo; tal como afirma Bazdresch (2008), La relación entre la educación y la pobreza es una relación construida. No es obvia o “natural”, no obstante la idea muy difundida acerca de que la educación es una de las formas privilegiadas de combatirla.

No es así, las ideas de pobreza y de educación son constructos asociados a supuestos e intenciones sociales que responden a los intereses de los grupos dominantes, quizá más arraigado desde la llegada del modelo neoliberal; la definición de pobreza conlleva la falta de acceso o dominio de los requisitos básicos para mantener un nivel de vida aceptable: comida, medios de comunicación, educación pero más importante aún; oportunidades de educación, información y recreo.

Esto significa que una persona es pobre si no tiene suficiente comida o si carece de acceso a medios de comunicación, si no tiene oportunidad de vacacionar quizá; pero por supuesto también está el factor

de los ingresos como medida representativa de la pobreza, porque brinda los medios para asegurar la atención debida a las demás necesidades básicas, incluyendo la necesidad de la educación.

Sin embargo en México, la mayoría de las estrategias para combatir la pobreza, no dedican atención a la generación de ingresos a través de la educación --en oficios, por ejemplo-- como la principal solución del problema. Por el contrario, es notable cómo desde hace por lo menos una década, la preocupación está en proporcionar compensaciones a los pobres mediante programas con fin de entregarles algún tipo de ayuda compensatoria alimenticia y de salud; esto no casa definitivamente con la afirmación de que la educación ofrece mejores oportunidades ocupacionales (y por mejores se entiende “mejor pagadas”)

Por ello, es para mí más aceptable la afirmación de la existencia de una pobreza histórica que no necesariamente se combate con educación.

Entender el fenómeno educativo, necesariamente implica el surgimiento de teorías que se contraponen, y es también lógico que las perspectivas teóricas dependan del posicionamiento del sujeto en la realidad a observarse. Es decir, visto desde el macrosistema, en una visión totalizadora pudiera parecer que todo funciona con respecto a las formas dominantes, y es precisamente este planteamiento el que sostiene la teoría de la reproducción, una negación de los esfuerzos que se realizan para que la escuela contribuya a cambiar la sociedad. Sin embargo posicionándose en un enfoque individualista, apelando a lo microsistemático, serán observables fenómenos como la selección cultural y por supuesto, la resistencia de las clase, el negar que la escuela legitima la jerarquía de clases y se convierte en un elemento de movilidad social. De estas dos afirmaciones surgen preguntas interesantes ¿Existe la movilidad social? ¿La escuela es el elemento que la permite? ¿La jerarquía de clases es permanente? ¿La escuela es el elemento que la legitima? Aunque pudiere sonar disparatado, considero que la respuesta a estas cuatro preguntas es la misma: Sí, pero la validez del sí depende del plano en el que ubiquemos al fenómeno educativo, el diacrónico o el sincrónico, pues la permanencia de las jerarquías es estable en el estudio diacrónico, pero posicionándonos en el análisis histórico, podremos dar cuenta de su mutabilidad. Y en ambas características, la mutabilidad e inmutabilidad de la permanencia jerárquica , la escuela es el factor determinante por antonomasia.

Hayamos una pista en comprender esta propuesta de una educación ambivalente y dicotómica si nos planteamos que la educación es un fenómeno social en el que las generaciones experimentadas preparan a las jóvenes tanto para insertarse en la sociedad como para transformarla, pero para ello debemos dejar de lado la concepción errónea de que en nuestra sociedad post-absolutamente-todo, cada ser humano tienen el mismo potencial, pues son precisamente aquellos con el potencial (no determinado por su clase social) los que pueden lograr la movilidad, y aquellos sin el potencial, los agentes legitimadores de las jerarquías establecidas. FUENTES CONSULTADAS Bazdresch, M. (2008) Educación y Pobreza, una relación conflictiva. México: ITESO Rivero, J (1999) Educación, desarrollo humanoy pobreza. Edcuación y Exclusión en América Latina.

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