Identidad Luterana y la Epidemia del VIH y SIDA

July 24, 2017 | Autor: Lisandro Orlov | Categoría: Theology, Liturgical Studies
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Descripción

IDENTIDAD LUTERANA Y LA EPIDEMIA DEL VIH Y SIDA.

En todas y cada una de los documentos, declaraciones y planes de acción que
han surgido desde la comunión luterana, desde un primer momento se tuvo muy
en claro los desafíos que la epidemia del vih y del sida significaba para
la identidad confesional. Siempre se tuvo conciencia de la necesidad de
relacionar las principales afirmaciones de fe que sostienen la vida de las
iglesias luteranas con la forma de proclamar el evangelio a las personas
que estaban siendo afectadas o que ya viven con el vih o con sida.

El centro de la proclamación del Evangelio se construye alrededor de los
testimonios sobre la vida, muerte y resurrección de una persona. Aquel que
conocemos como Jesús de Nazaret es el centro de nuestra fe y su proyecto es
el proyecto de cada una de las comunidades cristianas. Sabemos muy bien que
creemos en una persona y en su mensaje de justicia, solidaridad e
inclusividad.

La justificación por la fe, el núcleo del Evangelio y de nuestra
predicación, es la clara afirmación que solo y únicamente en y con fe en su
persona Dios nos reconcilia, nos perdona, nos justifica y nos santifica.
Solo la fe justifica y solo la fe santifica porque "se enseña que no
podemos lograr el perdón del pecado y la justicia delante de Dios mediante
nuestro mérito, obra y satisfacción, sino que obtenemos el perdón del
pecado y llegamos a ser justos delante de Dios por gracia, por causa de
Cristo mediante la fe, si creemos que Cristo padeció por nosotros y
nosotras, y que por su causa nos perdona el pecado y se nos conceden la
justicia y la vida eterno"[1]. Esta es la principal contenido de nuestra
predicación en el contexto del vih y del sida. Estas son las palabras de
consuelo y esperanza que estamos llamados a pronunciar.

Por supuesto este artículo de la Confesión de Augsburgo está profundamente
enraizada en el Evangelio mismo y la función de este escrito es señalar
aquello que hace a la esencia siempre renovada del mensaje del Nuevo
Testamento: "Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus
discípulos y discípulas, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios y creyendo tengan Vida en su Nombre" (Juan 20:31). Aquí se nos
convoca no a creer en un libro sino en la vida y persona de aquel a través
de quien Dios reconcilia a toda la humanidad consigo. "La voz auténtica y
propia del evangelio dice que el perdón de los pecados lo conseguimos no en
virtud de obras, sino por causa de Cristo, por la fe" [2]. Esta necesidad
de perdón y de mediación es para todos y todas sin distinción alguna. Es un
anuncio universal y no específico para un determinado grupo, como si ese
grupo fuera más vulnerable al pecado que otros y otras.

Es importante pensar como pueden resonar estas palabras en los oídos de las
personas que viven con vih y con sida y como se puede construir una acción
pastoral si nos centramos en este artículo central a la fe cristiana y a la
comunión luterana. Esta es la mayor responsabilidad de nuestro ministerio
cristiano. En definitiva tenemos que responder a la pregunta que Dios nos
hace a través de la epidemia: ¿cómo utilizamos el Evangelio?.

La proclamación del Evangelio tiene como objetivo llevar consuelo y paz a
la vida de todas las personas, sin importar a que grupo pertenezcan. La
espiritualidad luterana en su obediencia evangélica tiene como propio
ayudar a las personas a comprender y vivir de tal modo que tengan la
seguridad que han encontrado ante los ojos de Dios compasión, amor,
inclusión.

El Plan de Acción de la Federación Luterana Mundial: "Compasión,
Conversión, Asistencia. Respuesta de las Iglesias a la pandemia del VIH-
SIDA" intenta definir centrar nuestra comprensión de la realidad en la
naturaleza de los seres humanos y no en determinados actos: "Según la
teología luterana, la iglesia está integrada por aquellos y aquellas que
son santos y pecadores a la vez (simul iustus et peccator). En lugar de
centrarse primordialmente en determinados actos, como los relacionados con
la sexualidad, el pecado es un estado de servidumbre que nos aleja de Dios
y unos de otros". Si el pecado fuera simplemente la trasgresión de un
mandamiento o de una ley, simplemente bastaría para agradar a Dios y tener
acceso a la vida eterna, cumplir con los reglamentos y las constituciones
de la sociedad civil. Este concepto pierde totalmente de vista la
necesidad central y permanente de la mediación de Cristo Jesús. Este debate
se ha vuelto a actualizar cuando predicamos a las personas que viven con
vih y con sida la justificación por la sola fe: "nuestros adversarios nos
condenan porque enseñamos que los seres humanos obtienen remisión de
pecados, no por sus propios méritos, sin por gracia por la fe de
Cristo"[3]. Es necesario recuperar este anuncio y vivir esta afirmación
como para construir sobre este fundamento toda nuestra acción pastoral
junto a las personas que viven con vih y con sida.

En nuestro diálogo con ellos y ellas debemos recordar que todos y todas
hemos sido descalificados de la gracia de Dios. Esa es nuestra situación
común y compartida. Nadie ha sido descalificada un poco más o un poco
menos. Pecado es la falta de fe en Cristo Jesús. "Y cuando él venga probará
al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mi" (Juan 16: 8-9) Este es el centro
del debate entre aquellos y aquellas que queremos estar presentes en medio
de la crisis creada por la epidemia del vih y del sida: "Nuestros
adversarios se fijan sólo en los preceptos de la segunda tabla de la ley,
los cuales se refieren a la justicia civil, que la razón entiende. Y
contentándose con esta justicia piensan que cumplen la ley de Dios. Y
entretanto no se fijan el la primera tabla, que nos manda amar a Dios"[4].

En fidelidad a nuestra comprensión del Evangelio las iglesias luteranas
están llamadas a anunciar con fuerza la primera tabla de la ley que nos
manda amar a Dios, a tener la plena certeza de que Dios escucha nuestras
oraciones. Este anuncio echara fuera nuestro temor. Esta es nuestra razón
de ser.

Pastor Lisandro Orlov
Pastoral Ecuménica VIH-SIDA
Iglesia Evangélica Luterana Unida
Coordinador Regional Para América Latina y el Caribe del Plan de Acción en
VIH-SIDA de la FLM.









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[1] Libro de Concordia. Las Confesiones de la Iglesia Evangélica Luterana.
Editor Dr. A. Meléndez. Concordia. Publishing House. St. Louis. 1989. La
Confesión de Augsburgo. Art. IV. La Justificación.
[2] Idem. La Apología de la Confesión de Augsburgo. 274. pág. 126.
[3] Idem. Apología. Art.IV. La justificación. 1 pág. 77
[4] Idem. Apología. Art. IV. Justificación 34 pág. 83
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