Identidad Evangélica y Cultura Escrita: La editorial de los Hermanos Libres en la Argentina

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Descripción

Capítulo del Libro: Algranti, Joaquín (2013) La Industria del Creer. Sociología de las mercancías religiosas”. Biblos.

Identidad evangélica y cultura escrita: La editorial de los Hermanos Libres en la Argentina

Mariana Espinosa CONICET “Hay libros o textos impresos que se convierten en prácticas o en comportamientos para aquellos que los leen y para aquellos que los escuchan leer; y toda la literatura de la urbanidad, los tratados de comportamiento, los textos que indican las prácticas religiosas (…) son textos que deben volverse gestos (…). De esta manera se ve como la cultura de lo impreso puede articular y gobernar las prácticas más corporales y espontáneas” Roger Chartier, “Cultura escrita, literatura e historia”, p. 45

Introducción Es propio del movimiento de Reforma Protestante, la posibilidad de la exegesis del libro sagrado, la libre interpretación y la creación de una comunidad de creencia basada en la lectura. Surge una forma de religiosidad, no sólo basada en el contacto que favorece la ritualidad colectiva, sino en el acto inédito de una relación con el libro, sea para su lectura oral, silenciosa o la contemplación de un ejemplar antes restringido al ámbito de los especialistas. Al menos dos grandes líneas de transformaciones afectan la relación de una cultura escrita y los protestantismos tempranos en Argentina –los que empiezan a conformar un campo protestante a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX (Bianchi 2004)-. Una, que toma como configuración cultural la expansión de occidente en términos de civilización a los que refiere Norber

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Elias. Este proceso se apoya en la expansión de la cultura escrita como medio para la incorporación de normas y valores, como los tratados de urbanidad y los manuales escolares y encuentra caldo de cultivo para su inserción de este lado del Atlántico en la conformación de los estados y naciones (Chartier 1999: 87). La otra línea de transformaciones es reciente, ubicada a partir del último cuarto del siglo XX y toma la dimensión cultural de los procesos de globalización, la expansión planetaria de los sistemas de producción, distribución y consumo de productos culturales y las nuevas migraciones y diásporas articulando comunidades de pertenencias hasta ahora inéditas (Appadurai 2001). ¿Qué formas toman estás líneas de transformaciones con sus propias cronologías en una articulación local entre identidad evangélica y la cultura escrita? Respecto a la primera, la bibliografía da cuenta de la relación entre evangelización y civilización en la coyuntura de expansión estatal y formación de la nación. La mayoría de las empresas de misionalización portaban un imaginario cultural que equiparaba el cambio religioso a la asimilación de prácticas y valores occidentales, como el vestir, el trabajo sedentario y la familia nuclear (Wright 2008; Ceriani Cernadas 2008, 2011). Buena parte de estas transformaciones se desarrollaron con la ayuda de una gran variedad de literatura, incluyendo el Nuevo Testamento, que circulaba entre la incipiente comunidad de lectores en los poblados y las ciudades que se estaban (re)configurando. Esta línea de transformaciones ayudaría a comprender la emergencia de una identidad evangélica diferenciada de las formas de religiosidad anteriores, donde en general lo escritural no constituía una dimensión relevante.1 Sobre la segunda línea de transformaciones, los grupos religiosos se identifican mutuamente a nivel local y planetario a través de una economía de bienes culturales que hacen visibles y estables las categorías de los sistemas 1

En la Argentina, estas transformaciones serán más relevante en las ciudades por ser los lugares donde primeramente llegan los cambios modernizadores que el Estado impulsó, la escuela pública es el caso paradigmático. Sin embargo, aún en el caso de las comunidades ágrafas es radical el cambio cultural que provocan las misiones evangélicas. En este sentido, hay que tener en cuenta que es muy amplio el espectro de proyectos de misionalización y entre ellos están los intentos por traducir la Biblia a la lengua vernácula. El caso de los Hermanos Libres tiene su particularidad, si bien elijen el norte argentino como primera avanzada misionera, no establecen grandes testimonios entre los indígenas, si en cambio con familias inmigrantes y criollas alfabetizadas o en proceso de alfabetización, de allí la creación de una editorial para su trabajo de expansión.

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simbólicos y las relaciones sociales que constituyen el escenario religioso. Mediante la producción y el consumo, los actores religiosos despliegan prácticas de identificación. 2 En este contexto, no han dejado de tener importancia aquellos bienes que conforman una cultura escrita, como la Biblia, estudios teológicos, revistas, devocionales y folletos, se ha diversificado el soporte (el e-book, la pantalla de la PC, celulares) pero continúa siendo relevante para el mundo evangélico el sostenimiento de una comunidad de pertenencia que se apoye en la producción y consumo de lo escrito, de allí las editoriales religiosas. En el marco de esta segunda línea de transformaciones, el presente artículo se aproxima a las formaciones de identidad y alteridad cultural que protagonizan el grupo evangélico conocido como “Hermanos Libres”, mediante la producción de su editorial más importante. Los Hermanos Libres surgen en Irlanda e Inglaterra en 1825, como escisión de la iglesia establecida, originó su creación el descontento hacia las crecientes denominaciones cristianas y los sistemas pastorales jerárquicos, por lo que desde el comienzo abogaron por la unidad entre los creyentes y no adoptaron más denominación que reunirse en el Nombre de Cristo a orar y celebrar la Cena del Señor. El inicio de la obra en la Argentina estuvo marcado por la llegada del misionero inglés Henry Ewen en 1882. En las primeras décadas del siglo XX se fundaron las primeras asambleas a lo largo del camino que unía Buenos Aires con las provincias del centro y noroeste del país. Siguiendo en general la dinámica de las experiencias de misionalización en la Argentina, la formación de sus congregaciones se desarrolló en el enlace de la propuesta evangélica -en este caso británica- con diversos componentes 2

Estos procesos de identificación son plausibles de ser leídos según las lógicas de identidades políticas de movimientos sociales y de las formas en que se despliegan las minorías culturales en el mundo contemporáneo (Wieviorka 2003; Bengoa 2002). Sin embargo, no hay que perder de vista que responden a la cronología de los procesos histórico-culturales del protestantismo en la Argentina. Siguiendo a Wynarczyk y Semán (1995), en los ’80 si bien la presencia pentecostal ya era importante y el campo evangélico se presentaba como serie de entidades heterogéneas, los elementos que articulaban la identidad empiezan a adquirir una nueva vida. Esta revitalización identitaria encuentra condiciones de posibilidad en algunas circunstancias: se asienta en la sociedad la ecuación “no católico igual a secta”, lo que obligó a la solidaridad entre los distintos grupos evangélicos; al mismo tiempo, el éxito evangelístico del movimiento (neo)pentecostal, con sus nuevos métodos proselitistas, tuvo valor decisivo en las percepciones reciprocas. Esto último indicó la posibilidad real de aprovechar esa circunstancia, adecuarla y/o recharzarla al tiempo en que entró en disputa el “carácter evangélico” (Wynarczyk y Semán 1995: 11-12).

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sociales: inmigrantes, criollos y aborígenes de la región del norte en menor medida. Durante la formación y expansión de sus primeras asambleas, sobresalieron por sus innovaciones en el uso de diversos soportes: el coche bíblico, la lancha bíblica, la instalación de carpas en las esquinas, la repartición de folletos en los lugares más recónditos, las predicas al aire libre. Para entonces, aparecen algunas de las instituciones que volverán orgánica la tarea de evangelización y una de las primeras será la Imprenta Evangélica creada en 1898, que continuará hasta la actualidad bajo el nombre de “Librería Editorial Cristiana”. Entonces, el objetivo del trabajo es sumar conocimiento sobre éste grupo, a través de un estudio sobre el lugar de su producción editorial en la construcción de una identidad evangélica. La tarea se desarrolla en tres partes. Primero, se describe la formación institucional de la editorial, desde sus inicios con una imprenta a pedal hasta su actual formación y brazo de una fundación evangélica. En este relato se puede observar la relación entre las etapas de desarrollo de los Hermanos Libres y la editorial como espacio vital de las prácticas de formación y sostenimiento del grupo. En la segunda parte, se ofrece una caracterización sociológica del perfil morfológico y la figuración relacional en la que se inscribe actualmente la editorial, cuestiones que tienden un puente para la comprensión de los productores y la orientación de sus producciones. El tercer apartado ocupa gran parte del artículo y encierra su principal propuesta. Aquí se intenta dar cuenta de la orientación de sentidos de la producción editorial, sentidos tendientes a la (re)creación de una comunidad de pertenencia. El supuesto principal es que, la actual configuración cultural de la globalización permea sobre la heterogeneidad e intereses del campo evangélico habilitando nuevas identidades y revitalizando otras. A lo largo del texto se articulan entrevistas a miembros de la editorial y ancianos de las asambleas, revistas confesionales, publicaciones apologéticas citadas en el texto3 y registros etnográficos sobre la ritualidad de las 3

Buena parte de estos textos son editados por la propia editorial en estudio, llama la atención que formando parte de nuestra unidad de análisis nos servirnos de su producción como fuente de datos, no obstante la especificación de su uso en cada caso esclarece la diferencia entre dato histórico-etnográfico y análisis de contenido. Sobre este aspecto, hay que aclarar que por su eclesiología congregacional, los Hermanos Libres no generaron una institución que unifique los diferentes datos socio-culturales que se encuentran dispersos en bibliotecas familiares y

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asambleas. Estos últimos fueron recogidos en iglesias de las ciudades de Santiago del Estero, Tucumán y Buenos Aires (parte de un trabajo de campo llevado a cabo entre 2008 al 2012 para un proyecto doctoral). De tales registros, apelamos a las prácticas y representaciones concurrentes que atraviesan los espacios estudiados, por esto no se referencia la localidad.

1.

De la imprenta a pedal a la Librería Editorial Cristiana Es posible determinar dos grandes momentos en la configuración social

de la editorial de los Hermanos Libres, que coinciden con el desarrollo del movimiento en el país. Un primer momento, de su nacimiento y formación, desde la década de 1890 a finales de 1940, en que la misma está siendo construida y sostenida por los misioneros extranjeros, especialmente por C. Torre, W. Drake y S.Williams. En el mismo periodo, el trabajo misional se centra en la formación y expansión de las asambleas de los Hermanos en el territorio argentino; y un segundo momento, desde la década de 1950 en adelante, cuando la editorial pasa a la dirección de Carmelo Racciatti, un anciano4 local y al poco tiempo se constituye como brazo de la Fundación Cristiana de Evangelización, coincidiendo con el proceso de nacionalización y consolidación de las asambleas, cuando los lugares de autoridad empiezan a ser ocupados por actores locales, la mayoría de las veces inmigrantes conversos y descendientes de los mismos. El principal mentor de la Imprenta Evangélica fue el misionero inglés William Charles Kirkby Torre, que llega a la Argentina en 1889. Señala Carlos Bisio, anciano e historiador del movimiento, que es Don Carlos Torre quien consolidará la obra de los Hermanos Libres con el establecimiento de la iglesia de Calle Brasil, la iglesia y el hogar de niños en Quilmes y la Imprenta Evangélica (Bisio 1982). Torre había escrito una carta a Gran Bretaña manifestando la necesidad de literatura para la evangelización y desde la iglesia de Dublin respondieron con una máquina impresora a pedal (Racciatti 1981:22), instalándose la misma en 1898 en la iglesia de calle Salado de archivos privados. 4 La figura del anciano es homologa a la de un pastor en otras iglesias evangélicas. Ampliamos sobre esta figura de autoridad cuando describimos el actual perfil de la editorial.

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Buenos Aires (la misma se trasladará luego a la calle Brasil), pasando al poco tiempo a Quilmes, por lo que la imprenta se conocerá como Imprenta Evangélica de Quilmes. En 1911 la publicación metodista El estandarte evangélico ilustraba sobre las variadas publicaciones que la editorial de los Hermanos Libres llevaba a cabo en el país: El Sr. W. K. C. Torre, publica desde 1892 una hoja mensual de propaganda, Rayos de Luz, que, aunque no es un periódico propiamente dicho, y se reparte gratis, merece mencionarse entre ellos, por su carácter de propaganda, su contenido responde fielmente a su titulo. El mismo traducido al portugués, se edita con el título "Rayos de luz” desde 1907, y en su totalidad se distribuye en el Brasil. También publica el señor Torre ocasionalmente un periodiquito mensual dedicado al estudio de asuntos bíblicos, con el título de "El Estudiante". Fue fundada en 1902. La misma imprenta publica un periódico en inglés, titulado "In His Name", con informaciones de la obra para hacerla conocer entre los lectores de habla inglesa aquí y en el extranjero. ( El Estandarte

Evangélico, 1911, n°11, pp:195 en Bisio, Carlos, op. cit., p:39)

Torre muere en 1923. Para entonces el misionero inglés Walter Drake, habiendo leído en In His name sobre las necesidades de la imprenta, y teniendo conocimientos en esa área “sintió el llamado” y partió a la Argentina a colaborar con la obra iniciada por Torre, no sólo en la imprenta sino en el Hogar de niños y la iglesia de Quilmes. Walter Drake muere en 1948. Para entonces ya colaboraba en la obra el misionero escocés Samuel Williams. Mientras la Imprenta Evangélica de Quilmes crecía en la producción de folletos, revistas y algunos libros, Samuel Williams crea el Depósito de Libros de Lanús, lugar en donde junto a su esposa habían fundado una iglesia. Williams visualizó la importancia de traducir la literatura evangélica al español, y ocupó buena parte de su tiempo en seleccionar libros, buscar traductores, financiamiento y finalmente, imprimirlos (Racciatti 1981: 61-67) En 1946 Drake informa en la principal revista de los Hermanos Libres El sendero del creyente que la Imprenta Evangélica de Quilmes pasará a fusionarse con la Librería y Editorial de Lanús, en la cita también se puede observar la variedad de publicaciones regulares que la editorial llevaba a cabo bien entrada la década de 1940.

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Nos es grato anunciar que la obra de la imprenta será continuada en su mayor parte. La Librería y Editorial de Lanús, se encargará de la publicación de folletos y ‘Hosannas’,

‘El Despertar’ será publicado por su propia Dirección; ‘Joyas’ será

sustituido por ‘Manantial’, editado por algunos jóvenes; y en cuanto a ‘El Boletín’, es probable que también aparezca en breve un sustituto que será publicado bajo los auspicios de El Sendero del Creyente, como lo es ‘Manantial’. (Drake, W, El Sendero

del Creyente, 1946, n°, 7, p: 218)

La imprenta tomará la forma y nombre de “Librería Editorial Cristiana”, bajo la figura legal de una Sociedad de Responsabilidad Limitada constituida por Walter Drake y Samuel Williams, entre otros misioneros extranjeros, según consta en un documento público de 1947.5 Desde sus rudimentarios inicios en 1898, con la imprenta a pedal traída por Torre, hasta 1947, en que la Imprenta Evangélica ya está configurada como Librería Editorial Cristiana (en adelante LEC) con el trabajo de Drake y Williams, la editorial funcionó en la iglesia de calle Brasil de Buenos Aires, luego en la iglesia de Quilmes y finalmente en la de Lanús. Sin embargo, la importancia de la editorial trascendía los intereses domésticos de estas iglesias, “sirviendo” tanto en la producción y la distribución de literatura a una red de asambleas de Hermanos Libres, que se estaba expandiendo en el país y en algunos países vecinos. A mediados de 1940 da inicio un proceso de nacionalización (o argentinización) de las asambleas de los Hermanos Libres en el país, asociado a la coyuntura política nacional6 y a las demandas de los misioneros para que los creyentes locales empezaran a hacerse cargo de las iglesias y otras Disponible en Bisio, Carlos, Congregados en Su nombre, Librería Editorial Cristiana, Buenos Aires, 2007, p: 394 6 El panorama político nacional de la década del ’40 es complejo y “ambiguo” respecto de las minorías religiosas. Primero con la revolución militar de 1943, la ideología integrista del catolicismo avanza sobre el espacio gubernamental en detrimento de la diversidad religiosa especialmente de los grupos judíos y protestantes marcados como “extranjerizantes”. Durante el Peronismo, la relación de éste con la Iglesia Católica, tal parafrasea Soledad Catoggio, “pasa de un ‘matrimonio feliz’ a un ‘divorcio trágico’”, integrando finalmente al juego político a las minorías, grupos judíos y dentro del campo evangélico, especialmente al pentecostalismo. Entendemos que: el integrismo católico; la cada vez mas extendida teoría de la conspiración de la cual eran acusadas las iglesias protestantes, -ambos venidos desde la década pasada-; y las medidas legales primero en contra y luego, con el peronismo, más afines a la libertad religiosa, influyen en los cambios organizativos e ideológicos de las iglesias evangélicas durante la década del ’40. Véase capítulo IV de Bianchi 2004. 5

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instituciones como la editorial. En el marco de ese proceso, en 1958 la LEC se fusiona con el Establecimiento Gráfico Racciatti y empieza a ser gestionada por ancianos locales y en 1965 se incorpora a la Fundación Cristiana de Evangelización, donde continúa hasta la actualidad. Los ancianos locales Carmelo Racciatti y Eduardo Carbone se harán cargo de la LEC, constituyéndola en brazo de la Fundación Cristiana de Evangelización, sumándose la misma a una serie de instituciones que funcionan en provincia de Buenos Aires: la Iglesia Cristiana Evangélica de Pilar, la Escuela Complejo Evangélico Pilar, el Complejo Evangélico Pilar y el programa de radio Meditaciones Cristianas. Los principales mentores fueron Racciatti

y

Carbone,

actual

director

de

la

Fundación

Cristiana

de

Evangelización y la LEC. A lo largo de su desarrollo la editorial se relacionó con una red internacional de asambleas, tanto en sus inicios distribuyendo sus folletos evangelísticos a las asambleas de Brasil, así como enviando la revista informativa In His name a las asambleas de Inglaterra e Irlanda, en este sentido la editorial cumplía una función de crear y recrear las tramas de relaciones que constituyen un emprendimiento misional. Hoy en día, la editorial no ha dejado de lado esta actividad, en parte de economía simbólica y en parte comercial, sino que al contrario, ha afianzado sus relaciones de intercambio con las asambleas de los países vecinos y de otros continentes, tal nos comentaba en entrevista un anciano de San Martín (provincia de Buenos Aires). Se puede observar la vocación protestante por la palabra escrita en los Hermanos Libres: El sostenimiento de la editorial desde sus inicios a fines del siglo XIX a la actualidad; La variada oferta en publicaciones regulares entrada la década de 1940, según ilustramos en las citas; Asimismo, la ininterrumpida publicación de El Sendero del Creyente desde 1910 hasta 1985 y luego Campo Misionero, ambas distribuidas en las asambleas a lo largo del país, dan cuenta de un lugar privilegiado de la promoción de la cultura escrita en el trabajo de formación, expansión y consolidación de los Hermanos Libres en la Argentina.

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2. La editorial en la trama de las asambleas: caracterización actual de la Librería Editorial Cristiana Para describir el perfil de la editorial optamos por un análisis sociológico, atento a los aspectos morfológicos y los entramados sociales y políticos en que se inscriben los Hermanos Libres, esto es, las relaciones en que se ponen en juego oportunidades de poder y prestigio social (Algranti 2011). No existe entre los Hermanos Libres una jerarquía pastoral formalizada que dirija las iglesias, los lugares de autoridad son ocupados por la figura del anciano, el sobreveedor y los líderes de ministerios. La máxima autoridad es la del anciano. Pero esta posición no constituye un cargo regular sino que es ocupado por las personas que en mérito de su “trayectoria y testimonio”7 han ganado

el

reconocimiento

social

de

la

membresía.

Los

aspectos

congregacionales y doctrinales de las asambleas se resuelven en las comisiones de las Conferencias Nacionales, conformadas por los ancianos mas destacados del país. Además de las Conferencias, los resultados de un estudio teológico (Roldan 1996), señalan que el medio desde donde se han podido sostener los lazos religiosos y sociales y difundir a todas las asambleas del país una visión “oficial” en lo teológico -y por lo tanto con influencias en la práctica y en las representaciones- fue justamente la revista mensual El sendero del creyente, auspiciada por la LEC. Aunque cada asamblea se declara autónoma, se sitúan en un fluido entramado de interacción entre actores individuales y colectivos 8: ancianos, familias, comisiones de las Conferencias Generales, las comisiones de organización de los campamentos y retiros regulares para los creyentes (ancianos, matrimonios y jóvenes) y por supuesto otras asambleas. Estos 7

Esta “trayectoria y testimonio” son definidos en la práctica subjetiva y contextualmente por los miembros de la iglesia. En otro trabajo, hemos planteado la hipótesis de que al momento de elegir quienes ocuparan lugares de autoridad, operan el capital económico y la red de relaciones de parentescos ligada a las familias pioneras (Espinosa 2012). 8 También existen organizaciones con personaría jurídica como la FEMA (Fundación Evangélica Misionera Argentina) que fue creada por los misioneros extranjeros y continúa con este nombre, más adelante aparecen FICEA (1986 Federación de Iglesias Cristianas Evangélicas Argentinas) y finalmente CONICERA (1995 Comisión Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas de la República Argentina) con funciones de coordinadoras nacionales.

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actores recrean reglas de interacción y una configuración social que principalmente se distribuye entre quienes poseen el capital religioso y quienes no. En toda esta trama de relaciones es donde intervienen los bienes materiales y simbólicos como dispositivos para construir y sedimentar una identidad grupal, como veremos más adelante. Ahora bien, ¿cómo se despliega la LEC en estos aspectos morfológicos y en el contexto relacional descripto? La LEC presenta una organización centralizada y bajo la autoridad de los ancianos de la Fundación Cristiana de Evangelización. No obstante, las funciones de la editorial se resuelven en la interacción con otros ancianos que monopolizan el capital religioso, social y económico en el entramado social descripto. A diferencia de las editoriales denominacionales, la LEC se potencia en la interacción con la red de asambleas, descartando una configuración morfológica de emprendimiento familiar, así también como mera extensión de una iglesia. Aunque en los últimos años hubo cierto crecimiento en las prácticas expeditivas y eficaces propias de un emprendimiento privado, como por ejemplo la construcción de una página web y renovadas ofertas editoriales, la LEC no responde a las particularidades de una editorial comercial ni a las reglas del mercado editorial.9 “Somos una editorial conservadora”, explica la encargada de administración de la LEC. Actualmente, es la Fundación Cristiana de Evangelización, la que en su carácter de fundación sin fines de lucro solventa y da un margen de protección económica a las actividades de la editorial. Dicho de otro modo la administración económica de la editorial es gobierno de la fundación. En cuando a los entramados sociales en los que se inscribe, aunque la LEC esté principalmente dirigida por los especialistas, los ancianos de la Fundación, interacciona con todos los actores que componen los Hermanos Libres, quienes intervienen de distintos modos en el quehacer editorial. En 9

Este aspecto es interesante para la comparación con otras editoriales cristianas y seculares, pues el emprendimiento económico no va más allá de su autoconservación y abastecimiento de su público, por lo cual los quiebres económicos que arrasaron a las editoriales nacionales en 1999 y en el 2002, según sus actores, no significaron cambios negativos, aunque si notaron la merma de sus stock de libros importados, sin marcar esto una diferencia fundamental en la constitución de sus catálogos. Esta dificultad en la importación aparece también actualmente. (Véase Becerra et al 2003: 55-84).

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cuando a la producción, lo ancianos más reconocidos por las asambleas del país colaboran en la elaboración de artículos, informes de las obras y misiones e incluso eligen la LEC para publicar sus libros, por lo general en la categoría de “estudios bíblicos” e historias de vida de los misioneros extranjeros y las asambleas. En la distribución y venta, las iglesias y algunos miembros “encomendados”10 ayudan en la repartición de las revistas, boletines y aquellos productos que son más demandados en sus iglesias, como la revista Campo misionero. Asimismo, la propia LEC se encarga de distribuir y vender sus productos desde su área de exposición y ventas ubicada en la ciudad de Buenos Aires. Por último, son los creyentes Hermanos Libres sus exclusivos consumidores. La LEC mantiene cierta homología estructural con el espacio social que compone los Hermanos Libres. Así como las iglesias pregonan una horizontalidad entre los creyentes, la editorial no presenta un organigrama empresarial ni una comisión jerárquica que la dirija. No obstante, la “igualdad en el sacerdocio” y las características asamblearias tienen mayor sentido en dirección de diferenciarse de “los otros” evangélicos y católicos que al interior de las mismas asambleas, en donde tales características aparecen como eficacia simbólica de la naturalización de la desposesión objetiva del capital religioso (Bourdieu 1971). Del mismo modo, en la LEC son los especialistas los que centralizan el quehacer editorial, por lo tanto los ancianos aparecen como portadores de un canon de prácticas y creencias que se mediatizan en los bienes que produce la editorial hacia los creyentes en general de la denominación. Antes de avanzar a la tercera parte del artículo, es importante tener en cuenta que esta descripción del perfil actual de la editorial corresponde -en parte- a la formación iniciada entre 1950-60, cuando la editorial se fusiona con el Establecimiento Gráfico Racciatti y luego cuando pasa a manos de la Fundación Cristiana de Evangelización, desde entonces la editorial está bajo la misma dirección. En el próximo apartado observaremos que en aquellos años (1960), ante los incipientes cambios del campo religioso, los Hermanos Libres 10

No es un trabajo regular y puede hacerlo un líder, un creyente que dispone de tiempo, un creyente que esté en contacto con la LEC, y/o alguien en quien un anciano o líder delegue esa tarea.

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inician un proceso de afirmación identitaria y que, por la configuración morfológica y relacional descripta, este proceso será proyectado por los especialistas de la red de asambleas. En consecuencia, creemos que los ancianos de la Fundación y por lo tanto de la LEC, tienen un rol decisivo al producir la literatura que circula entre los creyentes.

3. La editorial en la construcción identitaria La presencia de la literatura a lo largo del desarrollo histórico de las asambleas de los Hermanos Libres, trasluce una cultura escrita amplia que se crea y se recrea en el cotidiano, del cual la editorial es motor protagónico al ofrecer una variedad de productos para cada momento de la vida del creyente, como el material para las escuelas dominicales y el libro Meditaciones para el devocional diario. Cabe preguntarse ¿qué rol juegan los bienes materiales y simbólicos producidos por la Librería Editorial Cristiana (LEC) en la (re)creación de una comunidad de pertenencia?, ¿Sobre qué visión de si mismos y de los “otros” se construye el grupo religioso a partir de las prácticas de una cultura escrita que produce la editorial? En este apartado se observa la coyuntura histórica de la década de 1960, cuando se abre un proceso de relectura de la historia de los Hermanos Libres que tiende a la reafirmación de la propia identidad frente a la diversificación y extensión del campo evangélico. A la luz de este proceso se torna inteligible la orientación de las prácticas y representaciones en torno a establecer fronteras identitarias que la editorial lleva adelante actualmente. Como se desarrollará más adelante, se trata de una orientación hacia la tradición que aparece puesta en juego en las producciones y en el trabajo librero de la LEC. Finalmente, se trabaja sobre el caso del libro del himnario como objeto arquetípico de esta orientación hacia la tradición. Un proceso de “cierre” Los misioneros extranjeros que llegaron a la Argentina entre 1892 y la década de 1940, momento en que empieza el traspaso de autoridad a los 12

ancianos locales, dejaron una serie de principios congregacionales que constituyen marcas de identificación en el discurso institucional: (A) se rehúsan a reconocer denominaciones pues constituyen principios de exclusión, no de inclusión; (B) se aboga por la unidad de la Iglesia de Dios, que es el cuerpo de Cristo, del cual El es la cabeza y cada creyente miembro; (C) sólo se reconoce la autoridad de la Palabra de Dios, leales a la persona y obra del Señor Jesucristo; (D) se comparte la Cena del Señor con todo aquel a quien Cristo ha recibido en su iglesia; (F) libertad al ejercicio del sacerdocio para todo creyente; (G) la actividad evangelística está gobernada por los principios encontrados en la Palabra de Dios (Bisio 1982:12). Además de estos elementos del discurso institucional de las asambleas que colaboran no sin contradicciones a la configuración de identidad, existen algunos diacríticos típicos de las reuniones de cultos: se encuentra prohibido el ministerio público de las mujeres, quienes se distinguen en el mundo evangélico por la utilización de un velo que cubre la cabellera y la utilización del himnario para la alabanza y adoración; las predicas de los ancianos para la edificación de los creyentes y el tradicional mensaje de salvación de los domingos.

Estas

prácticas

se

desarrollan

en

un

ritual

tendiente

a

descorporeizar las formas de expresión (Douglas 1988:81), un movimiento contrario a las agrupaciones pentecostales y neopentecotales. Estas

prácticas

diacríticas

no

constituyen

en

absoluto

rituales

homogéneos en todas las asambleas del país, sin embargo, en las iglesias visitadas no se deja de observar alguno de estos elementos (juntos, por separado o con matices), más aún, consideramos que construyen diferencia a fin de establecer fronteras entre quienes son evangélicos Hermanos Libres y quienes pentecostales u otros evangélicos. En la actualidad existen tensiones en el interior de las asambleas por la variabilidad de estos “usos”. En ocasiones la tensión se manifiesta en holgadas discusiones donde se argumenta a favor o en contra, apelando a la “tradición” y a las interpretaciones de las cartas de los Apóstoles en el Nuevo Testamento, otras veces solo queda revelada en el lazo social y en un halo de lo no dicho pero sobreentendido. Para comprender mejor estas tensiones, que avistan un momento de revitalización identitaria, destacamos el proceso desencadenado entre los Hermanos Libres a partir de la década del ’60. 13

Lo que se llamó “eclosión” del pentecostalismo y el neopentecostalismo en la década del ‘80, respondió a una expansión que se venía manifestando desde la década anterior. Los pentecostales empezaron a mostrarse, mediante la utilización de variados medios de comunicación, desafiando la utilización y la noción de la esfera pública. El neopentecostalismo produjo profundas trasformaciones e influencias sobre el resto del campo evangélico con sus innovaciones en las doctrinas y en las prácticas, principalmente se destacaron las doctrinas de la “prosperidad” y la “guerra espiritual”, ambas actuando con las nuevas formas de mediatizar la religión que adaptaron del campo cultural (Bianchi 2004:247 y véase Algranti 2010). Asimismo, en el campo católico, la Conferencia de Medellín (1968) había dado relativa legitimidad a la renovación teológica expresada por, entre otros movimientos, la Renovación Carismática Católica, caracterizada por una radicalización de la experiencia individual, la avidez por los dones del Espíritu Santo, emocionalismos expresados con el cuerpo y el fundamentalismo bíblico, tomando distancia y en tensión con el discurso institucional y clerical (Mallimaci 1993). Estas nuevas formas de experiencias religiosas en Argentina pusieron en alerta a los Hermanos Libres, preocupados por la distorsión de la “sana doctrina” y las temidas influencias de las renovadas prácticas de embodiment del evangelio, tal fueron los ritos catárticos y la glosolalia. Pasamos a citar al anciano e historiador Carlos Bisio en el marco de una publicación colectiva titulada “Congregados en su Nombre” a propósito del 125° aniversario de las asambleas de los Hermanos en el país, La generación que nos precedió tuvo que tomar una decisión, y lo hizo. A partir de la década de 1960, ante la confusión originada por la irrupción de movimientos interdenominacionales con compromisos pentecostales y el avance del movimiento carismático, la mayoría de estos hermanos, preventivamente, revieron el alcance de sus respectivos ministerios. Transcurridos más de cuarenta años podemos decir que no se equivocaron. El desarrollo de los diversos dones de estos hermanos en medio de las asambleas es lo que ha permitido que el movimiento de los hermanos en Argentina llegara a sus 125 años con homogénea existencia. (Bisio 2007:12)

Este relato refiere a un proceso de “cierre” entre las iglesias, que en la práctica, consistió en ser “prudentes” en las relaciones que siempre hubo con otras denominaciones y “aceitar las relaciones entre las propias asambleas”,

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como nos relataba un anciano. Este proceso es dirigido por los ancianos de los Hermanos Libres, que observaban que ya habían “perdido algunas asambleas”, influenciadas por los nuevos movimientos religiosos. El proceso de afirmación de la propia identidad aparece claramente frente a la alterización del pentecostalismo y neopentecostalismo, en el marco de la diversificación y de los profundos cambios de los protestantismos. Meyer y Moors (2006) señalan que las políticas de diferencia son centrales para el desarrollo del espacio religioso actual, identidades e intereses particulares de distintos grupos son puestos en juego en sus intentos por tomar una posición, constituyendo una nueva esfera pública. La discusión no sucede solamente entre los religioso vs lo secular, sino en una gran variedad de posiciones entre grupos religiosos. Se trata de un espacio que resulta de las fuerzas entre varios grupos con identidades específicas, inherentemente inestable, envuelto en procesos continuos de construcción y reconstrucción, de negociación y contestación. El proceso de demarcación de una frontera identitaria de los Hermanos Libres se inscribe en esta idea de espacio evangélico no sólo diverso sino de identidades en construcción, negociación y contestación. A continuación, pasamos a explorar la atribución de sentidos a los bienes producido por la Librería Editorial Cristiana, en tanto parte del proceso de relectura de la propia historia de las asambleas desencadenado en los ‘60. La “tradición” en la producción editorial Wiewiorka (2003:17-32) plantea que esta producción de identidades colectivas, de afirmaciones culturales, ésta ligada a lo que podría ser su contrario: el ascenso del individualismo moderno. En este registro, pero con la preocupación centrada en la religión, Daniele Hervieu-Léger (2005) señala que la modernidad, que define el advenimiento del sujeto autónomo y la afirmación del individuo independiente, también suscita la necesidad individual y colectiva de referirse a la autoridad de una tradición. La incertidumbre estructuralmente vinculada a la dinámica del cambio refuerza esta exigencia, pluralizando las demandas de significados individuales y colectivos.

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En este contexto, Hervieu-Léger describe tanto aquellos grupos religiosos con afirmaciones de una subjetividad individual, con cierta tendencia a la atomización del creer, la relajación de la autoridad heterónoma de la tradición, como así también el fenómeno contrario, ambos en el marco de las formas de creer inscriptas en la modernidad. Aunque para la autora la apelación a la tradición como autoridad forma parte constitutiva de su noción de religión,11 hay varias formas en que aparece vinculada a la religión contemporáneamente. Citando a Louis-Marie Chauver, Hervieu-Léger (2005:147) señala que la tradición no sólo se reduce a un corpus jerarquizado de referencias fundacionales instituidas como los textos sagrados y rituales inmutables (tradición tradicionada), sino que designa un proceso hermenéutico a través del cual una comunidad humana relee sus prácticas rituales, los relatos de su propia historia o incluso las elaboraciones teóricas recibidas de su tradición instituida (la tradición tradicionante). Bengoa (2002: 21), pensando en las minorías culturales en el mundo contemporáneo, señala que las antiguas adscripciones se redefinen adoptando el camino de la multiculturalidad y otras el camino de la afirmación de identidades entendidas como únicas e inmutables, hacen de la identidad construida como “tradicional”

la aceptable, se trata por lo general de un

rechazo a la modernidad y la globalización. Y agrega que, estas últimas son reinterpretaciones modernas de la identidad y que es necesario comprender que cada grupo reescribe su propia historia a partir del mundo que le toca vivir. Ante la aparición de teologías heterodoxas y nuevas prácticas rituales, aparece la “tradición” como noción nativa y diacrítico de identificación en la producción escrita de los Hermanos Libres. Se observa que las publicaciones y el trabajo librero de la LEC está orientado a la tradición, en el sentido de que su trabajo editorial refuerza la autoridad de sus principios doctrinarios, de sus formas congregacionales, de sus orígenes en los misioneros extranjeros y reivindica las primeras familias inmigrantes y criollas conversas, permitiendo inscribir a las actuales asambleas en una continuidad con su origen. 11

Para la autora la religión es un código de sentido que se funda y expresa la continuidad social al situar fuera del tiempo el origen del mundo, el modo de expresar esa “continuidad” la convierte en una modalidad del creer que apela a la autoridad legitimadora de la tradición.

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Respecto a la producción de la editorial, esta orientación hacia la tradición se puede observar en la gran variedad de libros sobre la historia de las asambleas y sus pioneros y el himnario para alabanza y adoración. Asimismo, los estudios bíblicos para líderes y aprendices de la “Palabra” y la impresión y distribución del material para estudio bíblico de Emáus12, están orientados a los intereses teológicos que originaron al grupo. Otras publicaciones regulares, como la revista mensual Campo Misionero, el devocional semestral Meditaciones, material didáctico para la escuela dominical, “bibliogramas” y poesía (para la recreación), están destinadas a los miembros de las asambleas, aunque cualquier otro creyente evangélico podría consumirlo. Sin embargo, el registro de producción antepone los temas que incumben a las asambleas, incluso las revistas y el devocional ayudan a instalar líneas de trabajo a nivel nacional e internacional. Se parte de un conocimiento previo de la Biblia, algo que a un neófito podría abrumar y se comunica información relevante sólo para las asambleas, como aniversarios de iglesias y fechas de campamentos. Decía un anciano sobre las publicaciones de la LEC, “todo el material es de estricta base bíblica y se procura la unidad de las asambleas”, interpretamos entonces que además del fundamentalismo bíblico, la literatura aspira a mantener el lazo social en término de una comunidad de pertenencia. En el trabajo librero de la LEC, también puede observarse la atribución de autoridad a la tradición. Con el exponencial crecimiento de grandes e internacionales editoriales cristianas en un espacio evangélico diversificado, la LEC se ve en la tarea de elegir cuidadosamente el material a importar, optando por la literatura fundamentalista y desechando aquellas más “comerciales” de orientación “psicológica” y de “autoyuda”. Entre las editoriales presentes en sus anaqueles se encuentran: Llamada de Media Noche, Porta Voz, CLIE, Holman, Grupo Nelson, UNILIT, Mundo Hispano y Patmos. Sobre sus catálogos se lleva a cabo un procedimiento de selección, que consiste en “encomendar” a algunos miembros de las iglesias con conocimiento en la “Palabra” y que dispongan de tiempo, a leer los libros y hacer un informe a la editorial, de tal forma se resguarda la “sana doctrina”. 12

Se trata de una escuela bíblica por correspondencia internacional inserta en la red de las asambleas de los Hermanos Libres en el mundo.

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En cuanto a las biblias, la editorial se resistió a incorporar la Nueva Versión Internacional como aquellas biblias comentadas, muy comunes en los circuitos editoriales neopentecostales, atribuyendo autoridad solamente a la traducción de Reina y Valera de 1960. La LEC se encarga de distribuir sólo las editadas por las Sociedades Bíblicas Unidas, una organización mundial continuadora de la otrora Sociedad Bíblica Británica y Extranjera de la cuál los misioneros de los Hermanos Libres fueron mentores en la Argentina, como Charles Torre el fundador de la editorial. El caso del himnario: entre la afirmación identitaria y la permeabilidad de la “industria de la alabanza” En la primera etapa de la editorial, el misionero inglés Gilberto M. L. Lear lleva a cabo el mayor trabajo de traducción, adaptación de letra y música del himnario. Se conoce que en 1927 se publica una segunda edición del mismo, llegando en 1950 hasta una quinta edición. A lo largo del siglo XX, bajo la autoridad de los misioneros extranjeros y de los ancianos locales, la editorial no dejo de publicar y distribuir este libro. En su versión actual, está compuesto por 517 himnos, los que se separan en las siguientes secciones: himnos para el testimonio del evangelio; para la edificación de los creyentes; para adoración y alabanza; ocasiones especiales y escuela dominical; primer, segundo y tercer suplemento, que son a himnos que se fueron agregando; y finalmente los coros. Es un libro muy particular entre todo el abanico de literatura de la LEC, en tanto promueve no solo una cultura escrita sino prácticas rituales orales y colectivas mezclándose entonces con los intereses de otros sub-campos sociales del mundo religioso como el de la alabanza y adoración. Durante la segunda mitad del siglo XX, los ministerios de alabanza y adoración de los Hermanos Libres han sido espacios susceptibles de disputas y negociación, la guitarra eléctrica, la batería y otros instrumentos fueron incorporándose al por entonces exclusivo órgano y flauta no sin conflicto. La situación se profundizó con la llegada de un organizado comercio de la música cristiana a gran escala llamado “industria de la alabanza” (Garma Navarro 2000), generando nuevas condiciones que habilitaron y deshabilitaron cambios en los rituales religiosos. 18

En el caso de los Hermanos Libres, la discusión por la forma, orientada a los instrumentos que se utilizan, se desplazó hacia el contenido, las letras de las canciones. Actualmente, desde las posiciones de los especialistas se señala con valoración negativa que muchas de las canciones de esta nueva industria se centran en el “yo” y en las emociones. Lo que se contrasta con una valoración positiva del himnario: “los himnos son cristocéntricos”. También, en un extremo, algunas canciones son acusadas directamente de no tener ningún fundamento bíblico. Esta preocupación empieza a constituirse en tema del grupo de especialistas de la Fundación Cristiana de Evangelización y la LEC, y es trasladado a los espacios de socialización como los campamentos, las reuniones especiales que se organizan a nivel inter-iglesia y a la literatura que produce la LEC. En todos estos espacios se aconseja a los jóvenes a utilizar el himnario: “La riqueza destacada del contenido de Himnos y Cánticos del evangelio, permite contar para cada ocasión de actividad cristiana, o uso individual con letras y música adecuada con expresión correcta de sana doctrina en forma fácilmente cantable”.13 “Pedido de oración (…) Por los grupos de alabanza en cada congregación y las bandas de música, para que podamos utilizar música de nuestras asambleas en las reuniones.”

Revista Campo Misionero, Marzo 2012, p: 33

El himnario junto al velo en la cabellera de las mujeres, son los símbolos diacríticos que contribuyen contemporáneamente a sedimentar una identidad orientada a la tradición. Pero a diferencia del velo, donde las discusiones sobre su uso pueden argumentarse apelando a pasajes bíblicos, el uso a favor del himnario responde exclusivamente a la reafirmación de una práctica heredada a los misioneros ingleses, es decir, el origen de los Hermanos Libres en la Argentina. No obstante esta política proyectada por los especialistas, la gran mayoría de las asambleas en el momento de alabanza y adoración combinan canciones de la “industria de alabanza” con los himnos, sin dejar de resolver las tensiones por esto. Los ministerios de alabanza están ocupados y liderados la mayoría de las veces por jóvenes entre 18-30 años que no parecieran 13

http://www.asambleasdehermanos.org.ar/himnos.html

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mostrar la misma preocupación que sus ancianos, sin embargo no por eso dejan de lado el uso del himnario.14 Al respecto, se observa que al interior de las asambleas el himnario no sólo está presente en la alabanza y adoración, sino que asoma en varios momentos de la trayectoria de un creyente, con la particularidad de contribuir una distinción social (¿fronteras identitarias interiores?). Aparece como un objeto naturalizado para los “creyentes de cuna”, no así para el neófito que observa con sorpresa que cada miembro carga dos libros de cuidadosa encuadernación: la Biblia y el himnario. Luego del ritual del bautismo al “recién llegado”, se le obsequia un ejemplar del mismo. Se percibió en muchas ocasiones al “recién llegado” portando su himnario como bandera de pertenencia y luego se corroboró esta apreciación con miembros de distintas asambleas. Por último, en las reuniones especiales de jóvenes, al juego de recitar de memoria pasajes bíblicos se le suma recitar versos del himnario, quienes tendrán ventaja son los que desde niños han concurrido a la Escuela Dominical, no así el nuevos conversos. Entonces, el himnario aparece trazando una distinción de los “creyentes de cuna” frente a “los recién llegados”, y para estos últimos, resulta convocante su uso para salir de la marcación negativa. Probablemente esta y otras dinámicas al interior de las tramas de interacción entre miembros y asambleas conviertan al himnario en un objeto favorito para simbolizar la pertenencia y unidad que los Hermanos Libres intentan proyectar hacia el campo evangélico más amplio. Desde la LEC, el himnario aparece como un objeto prototípico, en tanto medio y diacrítico para la construcción de una identidad socio-religiosa orientada a la tradición y por lo tanto de demarcación de una frontera identitaria en el complejo subjetivo de las iglesias evangélicas. No obstante, aunque los ancianos de la LEC convoquen a los fieles a utilizarlo y estos mismos lo encuentren como objeto de distinción legítima y legitimante, la influencia de la industria de la música evangélica no deja de permear entre las asambleas. Sobre esto último cabe una última nota: en las asambleas visitadas, antes de iniciar la reunión de culto de domingo por la noche, momento en que algunos Esto sugiere un asunto intergeneracional y lo dilemas que el mismo encierra, cuestiones que exceden los objetivos de este artículo. 14

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miembros acomodan los bancos, ordenan el salón y otros miembros van llegando, se puede escuchar de fondo a Lilly Goodman, Jesús Adrián Romero, Marcos Witt y otros artistas de la industria musical cristiana. Luego, al iniciar la alabanza y adoración, se apaga la música de fondo y se entonan canciones ya típicas del circuito evangelical -algunas también promocionadas por la industria de la alabanza- y los infaltables himnos.

Conclusiones El artículo intentó sumar conocimiento sobre los Hermanos Libres, más precisamente sobre el vínculo entre la construcción de su identidad evangélica y la cultura escrita. Una agrupación evangélica de temprana aparición en el país que crea su propia editorial como instrumento vital de su actividad en la Argentina. Sobre un planteo de las líneas de transformaciones que convoca tal relación, la propuesta principal fue trabajar sobre un corte contemporáneo y argumentar que, la configuración de la identidad en base a bienes culturales que produce la Librería Editorial Cristiana recrea la “tradición” como diacrítico distintivo de los Hermanos Libres en el espacio social dinámico que componen actualmente las minorías evangélicas en la Argentina. Para llevar a cabo esto, decidimos un trabajo en tres partes que constituyen al mismo tiempo dimensiones complementarias del fenómeno: la trayectoria histórica de la editorial; la configuración morfológica y relacional; y finalmente el acento en los aspectos identitarios. La primera parte permitió observar que existen dos momentos institucionales de la LEC, que coinciden con los procesos sociales del movimiento: una primera etapa ente 1880 y 1940, de formación y expansión de las asambleas, donde la editorial esta siendo gestionada por los misioneros extranjeros, y un segundo momento abierto en la década de 1950 en que pasa a manos de los ancianos locales. Se resalta que a lo largo del siglo XX la editorial mantuvo intercambios en una red de asambleas a nivel internacional, pensando en las formaciones identitarias, resulta ineludible preguntarnos: ¿cuál

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fue la relación que la editorial mantuvo con otros grupos evangélicos y si esto se vio reflejado en los bienes de su producción? No se puede dejar de observar, que en las primeras décadas del siglo XX los Hermanos Libres están muy vinculados con los bautistas, anglicanos, prebisterianos y metodistas (Canclini 2003) y los datos dan cuenta de que la producción de la editorial se dirige a la actividad proselitista. Por el contrario, en los últimos treinta años15, se observa un afilado distanciamiento con el campo evangélico, expresado en una suerte de invisibilización del “otro” evangélico y en la afirmación de los propios rasgos doctrinales y congregacionales, esto es, (re)creación de fronteras identitarias. Asimismo, nuestro análisis de la producción actual da cuenta de que la mayor parte del catálogo está destinado al creyente de las asambleas no así a la evangelización del inconverso. Esto sugiere un primer momento de apertura al campo evangélico y de dirección proselitista de la editorial, liderado por los misioneros extranjeros y un segundo momento, de repliegue ante una mayor diversificación del campo religioso y de una producción editorial orientada hacia el interior de las asambleas

liderada

por

los

ancianos

locales.

De

desarrollar

más

exhaustivamente esta planteo, se ofrecería un análisis procesual, donde la editorial, en tanto productora y sostenedora de una cultura escrita en el campo religioso, ocuparía un lugar privilegiado en la construcción de identidad en el largo plazo. También, se enriquecería el análisis actual de la LEC como instancia institucional de proyección de una identidad orientada a fortalecer la unidad frente a un diverso. Yendo hacia un análisis del estado actual de las relaciones sociales, se observa que la LEC mantiene cierta homología estructural con el espacio social que componen los Hermanos Libres, de tal modo los ancianos centralizan la dirección de la editorial. Si sumamos al análisis, la atribución de sentidos de la editorial orientados a la tradición, podemos decir que los ancianos locales aparecen como portadores y herederos del canon de creencias y prácticas enseñados por los misioneros, con la firme voluntad de no dejar de trasmitir tales habitus en un contexto evangélico diverso y aún sin un rumbo muy claro. Más precisamente desde 1982, cuando se cumplen 100 años de la llegada al país del primer misionero. Los festejos de los aniversarios de varias asambleas en el país que van desde la fecha marcada a la actualidad, favoreció la revitalización identitaria del colectivo. 15

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En el último apartado, se observa que en la década de 1960, desde la preocupación de los ancianos, se abre un proceso de relectura de la propia historia de los Hermanos Libres, donde se reafirma la identidad frente a la alterización del pentecostalismo y el neopentecostalismo. En este marco, describimos cómo los ancianos que dirigen la LEC orientan las producciones y el trabajo librero hacia la tradición. Finalmente, se plantea que entre los bienes de la LEC circulando entre los Hermanos Libres, es el himnario el que mayor carga diacrítica tiene para una política de la diferencia. La inclinación y defensa sobre su uso, sobre todo frente a la influencia de la industria de la alabanza, es una defensa a las enseñanzas de los misioneros extranjeros quienes fundaron las primeras iglesias, por lo tanto de atribución de autoridad a la tradición sin tener que recurrir a la mediación bíblica ni doctrinal. Dicho de otro modo, el uso del himnario no remite a un registro bíblico ni de una práctica sostenida por la doctrina, se trata de un objeto simbólico complejo de un soporte escrito pero de actuación oral, que teje un hilo de memoria entre los actuales creyentes con los orígenes de los Hermanos Libres en la Argentina.

Anexo de imágenes

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Imagen 1

Imagen 1: Mujeres con velo durante la celebración de la Cena del Señor

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Imagen 2: Mujer con himnario alabando en la Cena del Señor

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