Identidad étnica y cultura en una frontera del Caribe: La Guajira 1700-1800

July 4, 2017 | Autor: José Polo Acuña | Categoría: Historia Cultural
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D E L O B S E R VAT O R I O D E L C A R I B E C O L O M B I A N O 8 D I C I E M B R E D E 2 0 0 2 C A R TA G E N A D E I N D I A S

d i re c to r editor as es ores ed ito r ia le s

d i s eño g r á f ico diagramación co l ab or ad ores d e es te n úm e ro

foto grafías

i lu s tr ac io n e s as es or í a e d ito r ia l preprensa i m p re s i ó n canje, suscripciones y correspondencia teléfonos fa x aparta d o a é re o correo electrónico we b site

Alberto Abello Vives Jorge García Usta Enrique Grau Araújo Héctor Rojas Herazo (†) Cecilia López Montaño Adolfo Meisel Roca Carmen Arévalo Correa María del Rosario Guerra de Mesa Soad Louis Lakah Mario Giraldo García Patricia Iriarte Díaz Granados Ariel Castillo Mier Beatriz Bechara de Borge Felipe Merlano de la Ossa Eduardo Polanco Camila Cesarino Costa Gloria Triana José Polo Acuña Adolfo Meisel Roca Juan Carlos Trujillo Dairo Novoa Patricia Iriarte Díaz Granados Cristo Figueroa Sánchez Germán Arciniegas Bibiana Vélez Juan Carlos Guardela Lauren Mendinueta Martín Salas Avila Margarita Vélez Frank Patiño Fabio Zambrano Jorge Nieves Oviedo Giobanna Buenahora Diario El Universal Juan Diego Duque José Polo Acuña Gregorio Hernández de Alba Roberto Pineda Patricia Iriarte Díaz Granados Archivo Javier Moscarella Archivo Edelmira Massa Zapata Archivo Germán Espinosa Archivo Bibiana Vélez Rómulo Bustos Aguirre Escribir Asesores Elograf Ltda Panamericana Formas e Impresos sa Centro, Calle de la Chichería, nº 38- 72, Cartagena, Colombia 6602491 - 6601364 6600695 1549 [email protected] www.ocaribe.org

El material de esta publicación puede ser reproducido parcial o totalmente, citando la fuente y el autor. Las opiniones expresadas en los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen al Observatorio del Caribe Colombiano. Impreso en Colombia, Printed in Colombia, Bogotá, Colombia, diciembre de 2002.

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editorial 5 opinión Entrevista con Totó la momposina Guerrera y cantadora de historias de mar, sabana y río Gloria Triana 7 historia Identidad étnica y cultural en una frontera del Caribe: La Guajira 1700-1800 José Polo 13 Bajo el signo del cóndor: Empresas y empresarios en el Caribe colombiano: 1821-2000 Adolfo Meisel Roca 32 economía y sociedad La crisis del patrón de acumulación en la industria del Caribe colombiano (1990-1999) Juan Carlos Trujillo y Dairo Novoa 47 ciudad y región Conservación y gobernabilidad en las áreas protegidas del Caribe colombiano Patricia Iriarte Díaz Granados 70 c u lt u r a Romanza para murciélagos y La balada del pajarillo de Germán Espinosa: Regreso a la historia reciente y fundación de nuevas geografías narrativas Cristo Figueroa Sánchez 76 Delia Zapata Olivella En la patria del merecumbé Germán Arciniegas 84 Bibiana Vélez Amar es lo único que se opone a la destrucción 88 Poesía 92 noticias 94 la alegria de leer 107 la alegria de bailar 114 mensajes 116 autores 118

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a escritura académica regional, especialmente la de las ciencias sociales, está en crisis. Y la crisis, de la que no nos excluimos, presenta manifestaciones variadas: desde el uso endeble o disperso de las convenciones gramaticales hasta el propio sentido de la escritura, desde la falta de relaciones, posiblemente fructíferas e irradiantes, con otros lenguajes hasta la desatención práctica a las nociones de funcionalidad, gozo y comunicabilidad de la escritura. Son partes de esta crisis prolongada y crónica, que nos lleva con frecuencia a creer que el texto definido como académico, el texto que trae y difunde nuevos conocimientos, debe estar empacado en un lenguaje pedregoso y predecible, custodiado por referencias y autorreferencias casi insufribles, coloquialismos mal usados, revoltillos de lenguaje técnico y lenguaje conversacional, concordancias desquiciadas, extravíos del sujeto, narraciones truncas, anfibologías permanentes, transiciones escolares, altisonancia y almidonamiento del decir, presuntuosidad terminológica. El conocimiento científico, la producción intelectual, la capacidad de análisis crítico que se desarrolla en el seno de nuestras universidades y los institutos de investigación, entre los que nos incluimos, deben buscar y conseguir, en forma innovadora, los géneros, los lenguajes y los estilos que le permitan afianzar su nivel científico pero que le faciliten, igualmente, ser productos comunicables de la inteligencia y el rigor, no esoterismos de ghetto, tics de cofradía, reconfortantes pero inanes. No se trata de desconocer, ni más faltaba, las precisas exigencias de determinados géneros, en los que han terminado recluidos, más por comodidad y rutina que por convicción, numerosos trabajos científicos de la región. En muchas áreas ni siquiera hemos conseguido el nivel primario, el de la redacción correcta pero insabora. Se trata de que la intelectualidad costeña pueda hacer gratamente comunicables los productos de su pensamiento y su investigación. La academia puede, sin vulgarizar su propósito, explorar todos los géneros que le permitan masificar, en forma adecuada, sus hallazgos.

No sabemos por qué permanecemos indiferentes al examen de mal tan extendido y patético, que ha terminado por afectar gran parte de la estructura de producción y divulgación intelectuales de nuestra región. Esta escritura está, en muchos casos, prisionera de la más provincianista interpretación de la cientificidad y del seguimiento acrítico de corrientes de interpretación hasta confundirla con una reeditada noción del texto pétreo y desangelado. Pero sobre todo con sistemas de exposición de información que parecen destinados por encima de todo –en virtud de la ya viciosa impericia o de la apresurada exhibición de las lecturas recientes– no a compartir el gozo del nuevo saber y a conquistar lectores sino a ahuyentarlos, a enredar a estudiantes jóvenes, a envalentonar con frases despectivas a franjas de los sectores dirigentes, a alimentar la autocomplacencia personal por el cumplimiento de la pundonorosa cuartilla que no alcanza la media docena de lectores. Ni rigor ni sabor enseñan muchas de estas páginas en las que sin embargo, es posible detectar un autor bien intencionado y algún dato o muchos datos valiosos, sepultados por la grisura de la prosa. Se han abierto paso lugares comunes tan terribles como “investiga bien pero escribe mal”, con lo cual se trata de explicar, excusándola piadosamente, una conducta epidémica: se saben buscar datos pertinentes, pero se desconocen las gracias de su exposición. Los recursos de la buena retórica están desaparecidos en este campo yermo en el que se ha calcinado buena parte de la producción científica universitaria, que parece, por otro lado, inmune también a las conquistas del lenguaje literario contemporáneo y a las seductoras innovaciones del buen periodismo moderno. Pensamos que la formación del talento investigativo implica la del talento verbal o expositivo. La falta de destreza expresiva no se puede excusar

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alegando apego profesional a la frialdad objetivista de la ciencia cuando tal frialdad es polar e inhabitable, es decir, ilegible. Se desempolva la mayor gloria aldeana de la comunicación: lo que no tiene manera de ser entendido o comunicado debe ser el fruto complejo de mentes superiores. Sin embargo, toda verdad científica puede ser comunicada, de manera grata o cautivante, o cuando menos correcta, comprensible. Al menos éste ha sido el legado de los más grandes divulgadores científicos, para quienes el gran foro de especialistas o la nota de prensa para públicos heterogéneos eran oportunidades igualmente válidas y legítimas para divulgar el conocimiento. Es probable que tan inquietante situación tenga raíces remotas y diversas, pero hoy repercute en las propias posibilidades no sólo de construir un sólido campo de investigación moderno que reúna diferentes saberes sino en las posibilidades de la necesaria participación del intelectual, el investigador social y el científico costeños en la construcción de lo público y en la transformación de las realidades regionales. La obtención del Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” por la revista Aguaita con la crónica de un investigador académico como Ariel Castillo, nos reitera las bondades que las técnicas del periodismo suelen presentar en la aprehensión de la realidad cuando son bien tratadas, y, desde luego, confirma el enriquecimiento que puede ganar cualquier género de expresión cuando desoye los prejuicios y esquemas de la pedestre ortodoxia y aúna conocimiento de la materia, precisión y agilidad expresivas, sentido crítico, mirada rigurosa y diversidad técnica. Estamos seguros de que sin establecer canales sistemáticos de relación y apropiación mutua entre el lenguaje científico, el lenguaje literario y el lenguaje periodístico, sin organizar encuentros, talleres y diálogos entre investigadores, científicos, escritores y periodistas, sin procurar la enseñanza de los más diversos géneros periodísticos y literarios entre los estudiantes de ciencias sociales o del rigor de los métodos de la ciencia entre los estudiantes de periodismo, difícilmente podremos crear la necesaria diversidad de formas y géneros divulgativos y modalidades del relato que permitan comprender a cabalidad la realidad regional y transformarla. a

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Entrevista con Totó, La Momposina Guerrera y cantadora de historias de mar, sabana y río Por Gloria Triana

Con la piel color majagua como los bogas de la piragua del Maestro José Barros, la cabellera de Juana Peinate, la mujer que tenía un gallo que ponía huevos de oro y curaba los niños del mal de ojo; l a sonrisa y l a potencia de l a voz de Miguelina Epalsa, la cantadora de tambora de Altos del Rosario, donde los muchachos lloraban cuando Alejo Durán abandonaba el pueblo; la fortaleza de Libia Vides, su madre, que con el canto y la danza borró las tristezas de su peregrinaje, y la ternura, la sensibilidad y tenacidad de Daniel Bazanta, su padre, que tocaba tambor con la misma pasión y rigor con que elaboraba sus zapatos, Sonia Baz anta, Totó l a Momposina, co n lo s b a i l e s c a n ta d o s d e lo s p u e b l o s ribereños del Magdalena, las cumbias, los bullerengues y los porros, y con su voz ha llenado los escenarios de muchos países de Europa, Asia y América. Totó vive en Bath, una ciudad cerca de Londres desde donde planea sus giras por el mundo.

Totó en plena actuación. FOTO EL UNIVERSAL

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La infancia en Talaigua Bonita tu casa de palma Bonita su varazón Bonita la que está adentro Prenda de mi corazón (versos de los bailes cantados)

Totó, ¿cuando estás en el camerino en Londres antes de salir a cantar en el Barbican Center, por ejemplo, no piensas a veces en tu infancia en Talaigua?

Cuando se está en cualquier lugar del mundo siempre pensamos que vamos a mostrar en el escenario todo lo que aprendimos desde niños, y comenzamos a trasmitir ese sentimiento y esa felicidad. Mis primeros recuerdos de niña en Talaigua donde yo nací se asocian con una casa de techo de palma, una cama de horqueta y un toldillo amarillo, nosotros todos adentro y mi mamá echándonos fresco para protegernos no sé de qué, esa es la visión que conservo entre brumas. Tengo también el recuerdo de mi tío Edulfo, que tú conociste, y el sonido lejano de los tambores cuando los mayores se reunían en el atrio de la iglesia y cantaban y bailaban los chandés para la pascua. Tengo la visión del barco David Arango que recorría el Río Magdalena todo pintado de blanco, con las puertas y ventanas azules, y nosotros embarcándonos, pero lo que no tengo bien claro es si fue en Talaigua o en Barrancabermeja desde donde nosotros dejamos nuestra tierra para nunca volver a vivir en ella.

El comienzo de la peregrinación ¿Por qué salió la familia Bazanta de su pueblo?

Mi mamá dice que salimos de Talaigua por la violencia. Nosotros éramos liberales y había empezado ya la persecución. Eso ocurrió antes de la muerte de Gaitán. La primera etapa vivimos en Barranca. Allí mi padre instaló su taller de zapatería y mi mamá le vendía la comida a los obreros. De Barranca nos fuimos para Villavicencio pues la Troco había encontrado petróleo, 8

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y mi papá decidió instalar su taller allí para hacer los zapatos de los obreros de la petrolera. Pero también allí empezaron a perseguirlo. Recuerdo que una vez tuvimos que escondernos en una finca en Apiay en un granero en medio de un pocotón de bultos de arroz . Un día llegaron al almacén de zapatos unos hombres vestidos de caqui, destrozaron las vitrinas, cogieron a culatazos a mi papá y se lo llevaron. Tengo además la imagen del toque de queda en Villavicencio que era a las 6 de la tarde y después de esta hora empezaban a disparar. Nosotros no nos acostábamos en la cama sino en el suelo, y cuando salíamos para el colegio caminábamos encima de los muertos que yacían debajo de los palos de mango de la plaza. Cuando mataron a Gaitán, a mi papá se lo llevaron para la cárcel porque lo confundieron con alguien parecido a él y que estaba metido en la guerra entre liberales y conservadores. Mi padre era el ser más pacífico del mundo. Fue entonces cuando el doctor Pachón Padilla que era nuestro pediatra nos ayudó a venir a Bogotá y nos consiguió un apartamento de dos piezas en el barrio de las Cruces.

El rechazo al sonido del tambor y al color de la piel ¿Que pasó con la música en esta peregrinación de Talaigua a Barranca, de Barranca a Villavicencio, de Villavicencio a Bogotá?

Mi mamá, mis hermanos y yo llegamos primero a Bogotá, y mi padre se reunió con nosotros después, cuando salió de la cárcel. Yo no entendía en esa época por qué era un delito ser liberal, por qué mi padre debía tener un taller clandestino de zapatería, que era lo único que sabía hacer además de tocar el tambor. En Bogotá empezamos a sentir la necesidad de la música pero cuando de pronto cogíamos un tambor los vecinos gritaban: ¡que se callen esos negritos¡ ¡callen a esos negritos! ¡cállense, negritos!. Y cuando salíamos a la calle nos decían: “negras, corazón de chulo, pensamiento de burro”. En esa época, yo me escondía cuando veía pasar adolescentes de mi edad pues me daba miedo que me dijeran malas palabras. De las Cruces nos fuimos en-

Estefanía Caicedo, maestra del folclor costeño, canta en el suroriente de Cartagena, una imagen que a pesar de las dificultades de la fotografía, registra uno de los instantes más intensos en la vida de la cantadora, al final de sus días. FOTO EL UNIVERSAL

tonces al barrio de la Culebrera. Conseguimos una casa lote, y en la parte de atrás teníamos una huerta donde sembrábamos cebolla, calabaza, papa criolla y de la otra, y nos sentíamos bien pues teníamos otra vez el contacto con la tierra. En Bogotá, la vida empezó a cambiar cuando a mi papá le dijeron que había un barrio donde sólo se fabricaban y vendían zapatos. Entonces nos fuimos a vivir al barrio Restrepo.

El reecuentro con la tradición Totó, mientras te oigo pienso en el desarraigo y en las pérdidas que ocasiona el desplazamiento. ¿Cuándo retoman ustedes las tradiciones de la cultura de los pueblos del río?

Cuando llegamos al barrio Restrepo, mi mamá

encontró al fin el espacio para expresar todo lo que llevaba muy adentro. La casa era grandísima. Un día cualquiera ella nos dijo que se iba para Talaigua, a traer unos tambores, un millero y un gaitero para que nosotros no olvidáramos las tradiciones de nuestro pueblo, y los trajo. Ellos vivieron con nosotros varios meses mientras aprendíamos. Yo tenía entonces como trece años, y cuando ya habíamos aprendido algunos cantos y bailes, mi mamá armó un grupo y nos llevaba a concursos. Ensayábamos con música en vivo, sábados y domingos, en un patio que tenía sembrados cincuenta ciruelos. El primer contrato que tuvimos fue en Usaquén cuando Rojas Pinilla comenzó a hacer conciertos en el parque (por cierto recuerdo que esa presentación nunca la pagaron). De ahí en adelante, empezamos a viajar a las fiestas de otros pueblos en el Tolima, Cundinamarca y Caldas, y mi mamá le puso al grupo, el nombre de “Danzas del Caribe”, que estaba conformado sólo por la familia. A G U A I TA O C H O / D I C I E M B R E 2 0 0 2

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Las fiestas en el patio Totó, ¿por qué la casa de la Familia Bazanta se convierte en aquella época en el sitio de encuentro de toda la gente que estaba vinculada a la cultura popular?

Como los ensayos de los sábados se convertían en fiesta, nuestra casa se volvió el punto de referencia de todos esos muchachos que venían a estudiar a Bogotá desde Mompox, El Banco, San Sebastián, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, que eran los parejos de baile de todas nosotras, y por las noches bailábamos la música de “Pacho” Galán, “Lucho” Bermúdez, los Corraleros de Majagual, la Sonora Curro, la Sonora Matancera, y bailábamos bolero. Mi papá salía con nosotros a comprar los discos para las fiestas y ya entonces existían las grabaciones de acordeoneros como Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, Pacho Rada, Alejo Durán. Mi papá compraba música de banda, pero también a Leo Marini. A nosotras nos gustaba también la música de Los Beatles y los Rolling Stones. Éramos como una esponja abierta a todo tipo de música.

De la escuela del patio a los escenarios ¿Como trasciende ese ambiente musical doméstico y se vuelve una expresión para el público?

Cuando llegó la televisión a Colombia el patio de mi casa fue la escuela que nos permitió participar en un programa que se llamaba “Acuarelas costeñas”, en donde hacíamos música tradicional y se presentaban artistas de la televisión. Nunca se me olvidará que hicimos un montaje donde aparecía Raquel Ercole, nosotros éramos los africanos y yo cantaba la canción “Tembandumba”; el montaje se refería a la manera cómo se integraban las culturas de los esclavos en el Nuevo Mundo. Esa canción fue compuesta por Esteban Cabezas y Alvaro García, y el libretista era Guillermo Valencia Salgado, el “Compae Goyo”, quien manejaba todo el concepto del programa. Como este programa se hacía en vivo todos los sábados, teníamos que cambiar permanentemente el repertorio, hacíamos cumbias, bullerengues, mapalés y además introdujimos también los bailes cantados y los merengues que era

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como se llamaba en esa época la música de acordeón. Como Esteban Cabezas era del Pacifico, aprendimos también arrullos, bundes, currulaos, abozaos, danzas y contradanzas. Creo que fue por este programa que mi papá se volvió amigo de Gustavo Vasco, quien reunía en su casa a intelectuales como Tito de Zubiría, Fabito Lozano Simonelli, y poetas, escritores, pintores. Nosotros íbamos a cantar en sus fiestas. Y cuando mi papá, que se inclinaba por la música de acordeón, empezó a organizar parrandas con los acordeoneros, todos estos personajes iban a nuestra casa. Mi papá, que nació en Magangué, era hijo de un músico de allá, director de una banda y tocaba muy bien el clarinete. Pero las parrandas de mi casa en aquella época no sólo se hacían con acordeón, pues allí llegaban los gaiteros, los milleros, las bandas. Los jóvenes hacíamos matinés bailables, y bailábamos salsa pero también porro y cumbia y, desde luego, vallenato. Al contar esto, mezclo todo porque todo eso se mezcló en esa época. A la casa llegaban Aníbal Velásquez, Náfer Durán, Alejo Durán, Abel Antonio Villa, Emiliano Zuleta, Lorenzo Morales, pero también Delia Zapata que ya había empezado con Manuel, su hermano, su trabajo sobre la cultura popular.

De la escuela del patio a la escuela del río Hay recuerdos inolvidables de ese primer viaje que hicimos las dos cuando recorrimos 11 pueblos ribereños del Río Magdalena y recogimos información sobre 35 danzas y no sé cuántos cantos. ¿Te acuerdas por dónde empezamos?

Eso fue en los comienzos de los años 70. Llegamos en tren a Tamalameque, después por carretera fuimos al puerto y de allí tomamos una chalupa para El Banco, y de aquí a Barranco de Loba donde nos encontramos con Venancia Buenosbarrios, la cantadora del pueblo, que no había vuelto a cantar porque los jóvenes se burlaban de ella y cuando llegamos a su casa estaban bailando el “zumba-que zumba, zumba la pava” porque era el velorio de su nieto que había muerto la noche anterior. Te impresionaste pues nunca habías visto un velorio de angelito.

FOTO JORGE GARCÍA USTA

De allí salimos tristes, y alguien nos dijo que para recoger cantos tradicionales debíamos irnos para Altos del Rosario, un antiguo palenque de negros cimarrones donde había muchas cantadoras y tamboreros. Al llegar al puerto y bajarnos de la chalupa dos mujeres negras vestidas de blanco y con flores en la cabeza se acercaron a recibirnos. Primero habló Miguelina Epalsa y nos dijo con un tono afirmativo y una amplia sonrisa: “hemos venido a recibirlas porque esta mañana cuando Agripina leyó las cartas le salió que hoy venían en busca de nosotras una mujer rubia y una morena, y aquí estamos. ¿Ustedes, qué andan buscando? Venimos a buscar las cantadoras y los tamboreros de este pueblo, respondimos sorprendidas. Pues nosotras somos las principales, dijeron en coro. Entonces empezaron a contarnos todo lo que teníamos que hacer para poderlos escuchar. “Desempeñar” los tambores que estaban empeñados en la tienda del señor Zabaleta, conseguirle los cueros, comprar el ron, que el tamborero principal no tenía sombrero y así no podía tocar, que las cantadoras sin el menticol para refrescarse no cantaban. ¿Te acuerdas de estas historias ? Pasamos tres días cantando y bailando con ellos sólo con una pequeña grabadora, pues ni siquiera teníamos dinero para hacer fotos, y la gente nos veía como un par de locas pues en ese tiempo no estaba de moda la cultura popular. No sé de donde sacábamos la plata para financiar todas estas cosas, pero si sé que en este y otros viajes aprendí los mejores temas que todavía canto en mis viajes por el mundo.

El gaitero José Lara y su esposa. Lara fue uno de los integrantes de la legendaria agrupación "Los gaiteros de San Jacinto", uno de los modelos valorados por Totó tanto en su proceso de formación como en su trayectoria madura como cantadora. FOTO JUAN DIEGO DUQUE

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Cantando por el mundo ¿Cómo fue tu comienzo en los escenarios internacionales?

Fue en el Radio City Music Hall en New York. Fuimos con Delia Zapata y los Gaiteros de San Jacinto. Ensayamos varios meses con un director artístico que vino de ese teatro. Blas Emilio Atehortúa hizo los arreglos musicales. Años más tarde se presentó el viaje a Francia en una semana de Colombia organizada por Air France que incluía una muestra gastrónomica, y tú fuiste conmigo. ¿Te acuerdas que era en un restaurante en Momparnasse y que los franceses mandaban a decir que le bajáramos el tono a los tambores porque con ese ruido ellos no podían comer, y yo lloraba en los intermedios? Cuando Belisario Betancur estuvo de Embajador en España fuimos invitados a un festival en Palos de Moguer y después estuvimos en Francia donde hicimos contacto con un colectivo con el cual cantábamos en la calle, en el mercado de las pulgas, en el Metro, en Marsella, en Lyon. Con ese colectivo hicimos el aprendizaje de la calle. Fue una experiencia dificil pero gratificante. París fue la ciudad que me enseñó a ser más guerrera porque allí comencé a sentir que uno tenía que luchar y prepararse para obtener lo que quería. Pero pienso que mi verdadera etapa de proyección internacional empezó a partir de mi participación en la celebración del premio Nobel de Gabo en Estocolmo. Te acuerdas que después de la actuación en el banquete del Palacio, la Reina Silvia mandó un emisario adonde estábamos comiendo para que me dijera que no fuera a dejar nunca de cantar porque ella nunca olvidaría esa noche. Le dijo a Gabo que quería aprender a bailar cumbia. A nosotros nos extrañó ese interés por nuestra música pero después nos enteramos que la Reina tenía ascendencia brasilera. Estocolmo fue como el reto de una segunda etapa en otro nivel, después de haber hecho los cursos de cantar en la calle. Vino un replanteamiento del trabajo que me hace quedar en París, me matriculo en la Sorbona y estudio organización de espectáculos, historia de la danza, coreografía, ritmo, y descubrí que debía canalizar todo lo que sabía en algo concreto: mejorar la proyección escénica de mis actuaciones, y comienzo a trabajar intensamente en ese sentido.

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¿Cómo fue tu vinculación con World Music?

Después de la presentación en la entrega del premio Nobel recibo por primera vez una invitación para participar en el Womad Festival (World Music Arts & Dance), un festival itinerante de músicas étnicas del mundo que reúne en escenarios de Europa, Asia y América a los más importantes representantes de países muy diversos. En 1991 me invitaron otra vez y esta fue la segunda puerta que se abrió para mí, pues el concepto de Peter Gabriel era precisamente abrir espacios a músicas tradicionales con nuevas propuestas. Esta era la oportunidad que yo necesitaba para consolidar el trabajo que había hecho en los años anteriores. El contacto con los músicos africanos me permitió profundizar y explorar otras sonoridades conservando la estructura rítmica pero enriqueciéndola con la incorporación de otros instrumentos. Un día en Japón canté una canción sobre un instrumento de madera que se llama “manduco”, que usan las mujeres costeñas para lavar la ropa en el río, y cuál no sería mi sorpresa cuando Remmy Ongala, maestro africano del soukous, se me acercó emocionado para decirme que ese mismo ritmo se lo había escuchado a su padre cuando niño. Ese fue el comienzo de varios conciertos que hicimos juntos pues era maravilloso descubrir la comunicación que lograbamos con el lenguaje de los tambores. ¿En ese recorrido por el mundo y con el contacto con músicos de otras latitudes no se te ha ocurrido componer tus propias canciones ?

Yo improvisaba versos y nunca me había atrevido a componer pero un día descubrí que podía contar historias y ponerles melodía. Entonces comencé a acordarme de Estefanía Caicedo, una cantadora con quien tuve una gran amistad, y pensé que era bueno recordar a estos personajes de la historia musical de mi país, y esta historia que compuse vino con melodía pues tenía ya los sonidos del mar de Cartagena, donde vivía Estefanía, los sonidos de su barrio, y así salió esa canción que se llama “Oye Manita”, que aparece en mi último disco. Lo que si tengo bien claro es que yo vine a este mundo sólo para cantar. a

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Identidad étnica y cultura en una frontera del Caribe: La Guajira, 1700-1800* Por José Polo Acuña

Familia guajira con el padre Ángel de la misión capuchina de la Guajira en la inauguración de la exposición con motivo de la celebración del iv Centenario de la Fundación de Bogotá. F O T O : A R C H I V O F O T O G R A F I C O D E G R E G O R I O H E R N Á N D E Z D E A L B A E N P I O N E R O S D E L A A N T R O P O L O G Í A , C O L C U LT U R A BANCO DE LA REPÚBLICA

*Esta ponencia, preparada para la Cátedra del Caribe Colombiano, organizada por el Observatorio del Caribe Colombiano y el Ministerio de Cultura, contiene reflexiones que recogen las hipótesis generales de un proyecto de investigación más amplio sobre Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira, 1700-1850: Una visión etnohistórica, ganador de la iv Convocatoria de las Becas de Investigación Cultural “Héctor Rojas Herazo”, 2002.

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Improvisados puertos de madera, construidos en la Alta Guajira para que los barcos repletos de mercancías provenientes de Aruba, Curazao y Panamá, donde se compra mercancía barata, atraquen en los fondeaderos naturales de la península. Una multitud de indígenas y mestizos descarga las naves con asombrosa rapidez ante la mirada paciente y tranquila de un pequeño grupo de comerciantes, intermediarios algunos, dueños de la mercancía otros. Una vez descargada la mercancía, en los camiones se procede a cubrir el flete con una carpa gigantesca amarrada a la base de los mismos. El camión semeja entonces una caja de Pandora, que deparará sorpresas al ser abierta en su estación final. Después, las máquinas parten en fila india levantando una nube de polvo en medio del ardiente sol que hiere a la Guajira. En otro tiempo, veloces e imponentes camionetas rangers cruzaban el desierto y las polvorientas calles de los municipios guajiros, conducidas por sujetos que ostentaban poder y riqueza. Aquellos hombres compraban artículos suntuarios y construían mansiones en medio de la nada. El valentón guajiro era omnipotente, controlaba y compraba todo. Detrás de él venía su familia, el grupo de parientes y amigos que se beneficiaba de su riqueza. Dos lugares que parecen transportados de otro planeta se revelan a la vista del impávido observador. Grandes buldózeres y maquinaria pesada unen los dos sitios mediante el transporte del oro negro extraído de las entrañas de la tierra guajira, mineral que recorre los mercados de Europa y Estados Unidos en busca de nuevas plazas y buenos precios. A diario, entre Cuestecita y Puerto Bolívar, gente de todos los sexos, colores y edades se mueve alrededor del oro negro, escuchando el ruido de un tren de vagones interminables.

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Esta es una muestra de las imágenes que han tenido los colombianos sobre la Guajira: contrabando, marihuana y carbón. Las dos primeras representan lo ilícito, lo ilegal, lo violento, y han sido difundidas y popularizadas por la música, la literatura y la televisión. Allá en la Guajira arriba Donde nace el contrabando El almirante “Padilla” Llegó a Puerto López y lo dejó arruinao1

La televisión, espacio estratégico en la producción de las imágenes que se hace el país de sí mismo y con las cuales quiere hacerse reconocer de los demás países, ha contribuido también a crear un imaginario sobre la frontera guajira. Adaptando textos más cercanos a la crónica, a la literatura popular de masas que a la literatura erudita, las telenovelas han logrado “nacionalizar” la Guajira con obras como La mala hierba, de Juan Gossaín, adaptada para la televisión por Martha Bossio, que mostró los altibajos de una familia guajira vinculada a la bonanza marimbera, desde su ascenso hasta su decadencia. Otro tanto puede decirse de Guajira, de Fernando Gaitán, trasmitida entre 1995 y 1996, cuya trama gira alrededor del contrabando, el carbón, el mestizaje y las relaciones amorosas en el seno de dos sociedades: la wayúu y la “arijuna”, como designa este vocablo wayunaikii a los no indios, los no wayúu2. 1

El Almirante Padilla, Canción de Rafael Escalona, 1951. Para una discusión sobre la relación entre literatura y televisión colombiana en el marco de la creación de un imaginario nacional véase a Jesús Martín Barbero, “Televisión y literatura nacional”, en: María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ángela 2

La literatura ha ensayado también una visión exótica, romántica, melancólica y bucólica de la tierra de Padilla. El novelista y periodista bogotano Eduardo Zalamea Borda, por ejemplo, la describe como “tierra de sed ardiente, de besos extenuantes, de sol agobiador, de misterio impreciso y de muerte posible. La Guajira, tierra de sol, de sal, de indias y de alcoholes… La Guajira, tierra de beso, de ensueño y de misterio”. Más adelante se refiere a algunos de sus habitantes: “Salen a recibirnos todos los habitantes de El Pájaro. 13 personas en total. Alegres todos, y fajados de mar y de brisas. Se creería que en las venas no llevan sangre, sino un viento verde, color de nordeste. 13 personas: 5 blancos, 3 indias, 3 mestizos y dos negros”3. Gabriel García Márquez describe los primeros días en Macondo: “José Arcadio Buendía ignoraba por completo la geografía de la región. Sabía que hacia el oriente estaba la sierra impenetrable, y al otro lado la antigua ciudad de Riohacha, donde en épocas pasadas Sir Francis Drake se daba al deporte de cazar caimanes a cañonazos, que luego hacía remendar y rellenar de paja para llevárselos a la reina Isabel”4. La otra imagen de la Guajira se ha divulgado con la explotación y exportación de carbón en el complejo del Cerrejón, que representa la civilización, el progreso y la legalidad, y por tanto la presencia del Estado. Y se complementa con la amplia difusión que hace el

Inés Robledo (compiladoras), Literatura y Cultura del siglo XX. Volumen III Hibridez y alteridades, Bogotá, Ministerio de Cultura, 2000, pp. 431-461. 3 Eduardo Zalamea Borda, Cuatro años a bordo de mí mismo, Medellín, Bedout, 1986, pp. 78 y ss. 4 Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Bogotá, Oveja Negra, 1982, p. 14.

sector turístico impulsando la hermosura de los paisajes guajiros. Esta guerra de las imágenes, para utilizar el término acuñado por Gruzinski, no difiere mucho del debate ocurrido en el siglo xix latinoamericano sobre el tema de civilización y barbarie a propósito de los espacios de inclusión y exclusión, es decir, entre espacios mayores donde el control, el orden y la institucionalidad eran las características fundamentales, y espacios menores donde predominaban lo bárbaro, el desorden, la rochela y lo impuro5. Esto no ha permitido entender el problema de las zonas fronterizas como la Guajira, ya que manifestaciones de una herencia de cientos de años son aún penalizadas, criminalizadas y concebidas como contrarias a la lógica de civilización y progreso. Por lo tanto, la investigación del acontecer histórico de la frontera guajira es fundamental para comprender el tejido cultural de la península. Hay, pues, que entender la cultura guajira como parte de una dinámica de procesos históricos agenciados por actores sociales de carne y hueso, vivos, y en espera de ser incorporados a la historia de Colombia y el Caribe6. 5 El término guerra de las imágenes es tomado de Serge Gruzinski, en La guerra de las imágenes: de Blade Runner a Cristóbal Colón 1492-2019, México, Fondo de Cultura Económica, 1994. Para una muestra del debate sobre lo civilizado y lo bárbaro puede verse a Domingo Faustino Sarmiento, Facundo: Civilización y barbarie. Vida de don Juan Facundo Quiroga, México, Porrúa, 1973. 6 En un plano de análisis más amplio, la investigación histórica de los espacios fronterizos colombianos como los Llanos Orientales, el Valle del Patía, el Magdalena Medio y Urabá, entre otros, resulta de gran utilidad para entender constantes históricas como el conflicto armado. Véase el trabajo de María Teresa Uribe “La territorialidad de los conflictos y la violencia en Antioquia”, en: Realidad Social, t. 1, Departamento Administrativo de Planeación, Gobernación de Antioquia, Medellín-Edinalco, 1990; igualmente

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Sostengo que la identidad étnica 7 ha desempeñado un papel importante en la configuración del tejido cultural guajiro, lo cual no sido fortuito, sino el producto de un proceso histórico de larga duración que se comenzó a gestar desde los primeros contactos entre europeos y nativos de la Guajira a finales del siglo xv; sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando lo étnico 8 se

«Las soberanías en disputa, ¿Conflicto de identidades o de derechos?”, en: Gonzalo Sánchez y María Emma Wills (compiladores), Museo, memoria y nación, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 2000, p.p. 455-479. 7

Se entiende la etnicidad como un modo de ser de uno con una cultura si se compara con el modo de ser de otra o de otras culturas. Históricamente la etnicidad puede presentarse como un proceso continuo de referencias del yo cultural y del grupo étnico a otros yoes culturales integrados en sociedades y formas étnicas distintas. No obstante, en su dinámica, esto es, en su historia, la etnicidad asumida colectivamente consistirá en un largo proceso de transformaciones culturales y contactos sociales en los que, de algún modo, varios grupos se disputarán el espacio y los recursos. La problemática de la identidad étnica y de la etnicidad presenta, de modo simultáneo o alterno, una interpretación política a la vez que emocional. En las naciones con etnias que luchan por su independencia política, la etnicidad acelera el dramatismo de las adaptaciones sociales, sobre todo cuando la identidad étnica se presenta como un instrumento de la afirmación de una conciencia de grupo cultural opuesta a otra. Si los efectos primarios que resultan de la actuación social de la etnicidad consisten en reforzar el sistema de identidad del individuo, en los casos en que dicha etnicidad es resistida de modo equivalente por otra igualmente étnica, entonces la acción social abre energías profundas organizadas en torno de ideas históricas sobre la propia identidad cultural. En tal caso, la identidad étnica a que me refiero no es necesariamente equivalente a una idea de nación en el sentido de un grupo de población constituido en Estado o con aspiraciones de organizarlo. Me refiero, mejor, a un grupo con un sistema cultural propio que actúa como conciencia suficiente para establecer una identificación de etnicidad por parte de él mismo y de los individuos pertenecientes a otra identidad étnica. Por ello, la fuerza componente de la etnicidad se asegura por medio de una clase de conciencia que hace posible darle continuidad a través de la diferencia cultural, por medio de la oposición a perderla. La noción de identidad étnica reconoce, por lo tanto, una clase de diferenciación social por la cual el individuo asume su identificación con símbolos específicos de su cultura, y éstos van implícitos en los reconocimientos que hacen de uno otros individuos, mientras sugiere que algunas de las respuestas y expectativas que el individuo obtendrá de otros y se propondrá a sí mismo en el curso de su actuación social son formas simultáneamente latentes y abiertas de expresar la etnicidad. En tal extremo, la identidad étnica es usada como un símbolo clasificatorio de estatus y abarca tanto al individuo como al grupo étnico a que se pertenece. 8 Se entiende lo étnico como un concepto que designa una comunidad que, en gran medida, se perpetúa biológicamente, que

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consolidó como una fuerza y actor social importante en la zona: los wayúu supieron responder a los cambios de un siglo que tuvo particularidades en dos niveles que se retroalimentaron mutuamente, uno externo y otro interno. En el primer nivel estuvo la recomposición del juego político y la transferencia de soberanías entre las grandes potencias europeas; la aparición de una nueva mentalidad en la Corona española con el advenimiento de la dinastía borbónica y, sobre todo, para el caso guajiro, una nueva mirada a las colonias del Caribe tanto por España como por Inglaterra, Francia y Holanda9. El nivel interno lo dio la consolidación del contrabando y el mestizaje. Ahora bien, los wayúu se integraron a este nuevo orden precisamente con estos dos factores que no supusieron la desintegración de la comunidad nativa, y por el contrario la fortalecieron. En consecuencia, los wayúu se apropiaron de un espacio que compartieron con los colonos hispano-criollos y las autoridades militares, civiles y religiosas españolas. De la identidad étnica wayúu se han desprendido elementos culturales identificatorios de la sociedad guajira, encarnados fundamentalmente en los principios de reciprocidad y redistribución de los guajiros10.

comparte valores culturales fundamentales realizados con unidad manifiesta en formas culturales, que integran un campo de comunicación e interacción, y cuenta con miembros que se identifican a sí mismos, son identificados por otros y constituyen una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden. 9 Sobre las reformas borbónicas puede verse a John Lynch, El siglo XVIII : historia de España, XII . Barcelona, Crítica, 1991, especialmente los capítulos 7, 8, 9 y 10: “Carlos III : los límites del absolutismo”; “El Estado borbónico”; “España y América y Carlos IV” y “La crisis de la España borbónica”, pp. 222-377. Del mismo autor, Hispanoamérica 1750-1850: ensayo sobre la sociedad y el Estado, Bogotá, Universidad Nacional, 1987. Anthony McFarlane, Colombia antes de la independencia: economía, sociedad y política bajo el dominio borbón, Bogotá, Banco de la República - El Áncora Editores, 1997. 10 Sobre la Guajira durante el siglo XVIII existe una variedad de artículos, libros, tesis e informes de la época entre los se pueden mencionar los de María Teresa Oliveros de Castro, Goajira. Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes, 1975; Thomás Gómez, “Los indios guajiros y su visión por un militar y un religioso”, en: Langues Néo-Latines, 28, París, 1987, pp. 81-94; Allan Kuethe, “La campaña pacificadora en la frontera de Riohacha (1772-1779)”, en: Huellas, 19, Barranquilla, Universidad del Norte, 1987, pp. 9-17. René de la Pedraja Tomán, “La Guajira en el siglo XIX : indígenas, contrabando y carbón”, en: Desarrollo y Sociedad, 6, Bogotá, Universidad de los Andes, 1981, pp. 327-359. Pablo Ojer, El Golfo de

El contrabando Desde el segundo cuarto del siglo xvii, Holanda, Francia, Inglaterra y luego Dinamarca ocuparon permanentemente algunos territorios en Hispanoamérica que España tenía en relativo abandono, ya porque fueran terrenos inhóspitos o estériles, o porque sus beli-

Venezuela: una síntesis histórica, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1985. José Polo Acuña, Protesta y resistencia indígena en la Guajira 1750-1800. Bogotá, Universidad Nacional, tesis de Maestría en Historia, 1999; “Aspectos históricos de Riohacha durante el período colonial”, en: Historia Caribe, 3, Barranquilla, pp. 33-48; “Contrabando y pacificación indígena en una frontera del Caribe colombiano: La Guajira, 1750-1800”, en: Aguaita, Revista del Observatorio del Caribe Colombiano, Cartagena, 3, 2000, pp. 41-62; “Poblamiento y conflicto social en la frontera guajira 1700-1800”, en El Taller de la Historia, 1, Cartagena, Universidad de Cartagena, 2001, pp. 27-79; “Una mediación fallida: El Cacique Cecilio López Sierra y el conflicto hispano-wayúu en la Guajira 1750-1770”, en: Historia Caribe, 4, Barranquilla, 1999, pp. 67-77; “En defensa de la tierra: colonización y conflicto en la Guajira Siglo XVIII ”, en: La Guajira: Multiétnica y Pluricultural, Riohacha, Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura Guajira, 2000, pp. 105-140; “Los wayúu y los cocina: dos caras diferentes de una misma moneda en la resistencia indígena guajira siglo XVIII ”, en: Anuario colombiano de historia social y de la cultura, 26, Bogotá, Universidad Nacional, 1999, pp. 7-31; Alberto Tarazona, Raza y violencia: un estudio sobre la Guajira durante el siglo XVIII . Bogotá, Universidad Nacional, tesis de pregrado en Antropología, 1975; Eduardo Barrera Monroy, Resistencia, comercio y mestizaje: La Guajira durante la segunda mitad del siglo XVIII , Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2000. Las crónicas tardías de José Nicolás de la Rosa, Floresta de la Santa Iglesia, catedral, ciudad y provincia de Santa Marta, Barranquilla, Biblioteca de Autores Costeños, 1945, y de Antonio Julián, La perla de América, Provincia de Santa Marta, Bogotá, Presidencia de la República, 1951, aportan muchos datos sobre la Guajira durante el siglo XVIII . Los informes de la época, como los de Francisco Silvestre, Descripción del Reyno de Santa fe de Bogotá, Bogotá, Universidad Nacional, 1968, pp. 47, 49,50,51, 52, Antonio de Narváez y La Torre, “Informe sobre la Provincia de Santa Marta y Río del Hacha, 1778”, en: Sergio Elías Ortiz (compilador), Escritos de dos economistas coloniales, Bogotá, Banco de la República, 1965, p.p. 17-65. Antonio de Arévalo, “Descripción y Discurso sobre la Provincia del Río de el Hacha, su historia y su población”, en El Taller de la Historia, 1, Cartagena, Universidad de Cartagena, 2001, p.p. 213-250. Dos obras importantes que aunque no se ocupan directamente de la Guajira si la incluyen en sus temas son las de Lance R Grahn, Contraband, Commerce and Society in New Granada, 17131763, Duke University, Disertación doctoral, microfilm international, 1985, especialmente entre las páginas 17 y 54, y Celestino Araúz Monfante, El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII . 2 tomos, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984, especialmente entre las páginas 87101, 259-280 del tomo 1 y las páginas 137-151, 173-203 del tomo 2.

cosos habitantes impedían poblar, o porque carecían de metales preciosos. Desde muy temprano, en 1602, los holandeses crearon la compañía de las Indias Orientales, “cuya finalidad fundamental era desplazar a Portugal del comercio de las especias, por la ruta del Atlántico meridional y hacerle frente a las compañías pequeñas inglesas en el Báltico”11. Al mismo tiempo se interesaron por las salinas de Araya, en territorios aledaños a Cumaná, en el Caribe venezolano. En 1621, conformaron la Compañía de las Indias Occidentales, que valida el triple método de colonizar, realizar pillaje y contrabandear a gran escala, y se encarga de hostigar las posesiones españolas en América. Su blanco inicial fueron las costas del noroeste de Brasil para aprovechar las plantaciones de azúcar y el potencial de las maderas de tinta para textiles. Entre 1624 y 1625, se apoderaron de Pernambuco, Paraiba, Sergipe, Río Grande del Norte y Manahao. En forma pasajera se establecieron en la Guayana o Costa Salvaje, entre el Orinoco y el Amazonas. En este primer cuarto del siglo xvii fundaron las colonias de Berbice, Esequibo, Pomeroon y Surinam, esta última cedida por Inglaterra en el tratado de Breda en 166712. Luego, en el segundo cuarto del siglo xvii se establecieron en las Antillas Menores y al tiempo que ocupaban a Aruba y Bonaire, desalojaron a los españoles de Curazao. La primera de estas tres islas operó como punta de lanza de sus incursiones por el Caribe y en la Guajira. Los ingleses se apoderaron de otras islas antillanas, como Jamaica que pasó a sus manos en 1655, y Barbados, Bermudas, Anguila, San Cristóbal, San Kitts, Tortuga, Antigua, Nevis, Barbuda y Tobago, desde las cuales afianzaron su presencia en puntos vitales de las costas del Norte y Centroamérica: Laguna de Términos, Bélice, Islas de la Bahía, de Maíz y Mosquitia y las de Providencia y San Andrés, y compartieron la

La mayoría de estos trabajos, pese a que incluyen como actores sociales a los indios guajiros, no ofrece un intento sistemático de reconocer y relacionar la importancia de lo étnico en la “personalidad histórica” y cultural de la península de la Guajira, que es el tema central de nuestras reflexiones. 11 Celestino Araúz Monfante, El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII , Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984, t.1, p. 23. 12

Ibid., p. 26.

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FOTO: ARCHIVO PERSONAL

Portada del periódico Ecos de la misión, órgano del vicariato apostólico de la Guajira, 1947.

Guayana con los holandeses. De todas estas islas, Jamaica fue la más importante al convertirse en eje de actividades de piratería y servir de base al comercio ilícito en el Caribe. A diferencia de Curazao, cuyo suelo era estéril, Jamaica era fértil para el cultivo de la caña de azúcar. Estas dos islas, Curazao y Jamaica, fueron puntos básicos desde donde ingleses y holandeses incursionaron en territorio guajiro. Los franceses se establecieron en San Bartolomé, San Vicente, Dominica, Martinica, Granada, Guadalupe y el norte de Santo Domingo, mientras que los daneses se tomaron Saint Thomas, Santa Cruz y los cayos de San Juan. En consecuencia, las costas de la Península de la Guajira hicieron parte de un conjunto de territorios disputados a España por diversas naciones en el escenario del mar Caribe. En el siglo xviii sucedieron muchos cambios en Europa y en Hispanoamérica. “El Caribe se convirtió en un escenario de primer orden: allí se definieron algunas acciones decisivas en la pugna por el poder mundial; adicionalmente las confrontaciones entre potencias europeas tuvieron un impacto directo en los territorios insulares y ribereños, y provocaron transferencias

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de soberanía”, señala Isabel Batalla13. En efecto, los tratados de paz de Utrecht entre 1713 y 1715, dieron término a la Guerra de Sucesión española y crearon un nuevo equilibrio de poderes. La ‘coparticipación’ fortaleció a Gran Bretaña al concederle mayores ventajas económicas que a Holanda y Francia, que se reflejaron en el contexto internacional del siglo xviii, pues, en el Caribe, por ejemplo, se afirmó el predominio británico. Esta nueva división de poderes obligó a concesiones españolas como dar permiso para que un navío de 500 toneladas con mercancías inglesas fuera enviado cada año a las ferias; o la transferencia, por treinta años, del asiento de los negros, que fue otorgado en 1701 por Felipe V a la compañía francesa de Guinea con el consiguiente rompimiento del monopolio comercial de España con sus colonias14. Los ingleses aprovecharon su influencia en la zona para fortalecer su dominio como se evidenció en 1722, cuando reclamaron al gobierno danés la soberanía sobre las islas de Saint Thomas y Saint John, y en 1730 a Francia sobre las de Barlovento, Santa Lucía, Saint Vincent y Dominica. Su interés por estos puntos era estratégico y económico, pues, desde el siglo xvii, las islas danesas habían servido como puente para colonizar el Caribe y como posibles bases para el ejercicio del contrabando. El papel de Jamaica en la estrategia británica en el Caribe se refleja en que: Fue importante como base de operaciones de los piratas y filibusteros británicos que, auspiciados por la Corona, no dejaban pasar oportunidad de asaltar cuanto convoy español cruzara por el Caribe. Más tarde, ante el aumento del consumo de azúcar en Europa, Jamaica se va convirtiendo poco a poco en gran productor de caña de azúcar y de su principal derivado, el ron. La isla se transforma en un conglomerado de plantaciones con uno de los más altos índices de población esclava15. La actividad de los piratas asentados en la isla disminuyó, pero aumentó el número de tratados de co-

13

Isabel Clemente Batalla, “El Virreinato de la Nueva Granada y las relaciones internacionales en el Caribe”, Huellas, 44, Universidad del Norte, Barranquilla, 1995, pp. 18-27. 14 Ibid., pp. 18-27 15 Gustavo Bell Lemus, “La conexión Jamaiquina y la Nueva Granada 1760-1840”, Huellas, 18, Barranquilla, Universidad del Norte, 1986, pp. 9-19.

Indígenas apalaanchi antes de salir a pescar. Expedición al departamento de la Guajira del Ministerio de Educación Nacional y la Universidad de Pensilvania. F O T O : A R C H I V O F O T O G R A F I C O D E G R E G O R I O H E R N Á N D E Z D E A L B A E N P I O N E R O S D E L A A N T R O P O L O G Í A , C O L C U LT U R A - B A N C O D E L A R E P U B L I C A

mercio, de tal forma que las manufacturas inglesas inundaron su mercado y se crearon varias firmas comerciales con socios en Londres y Kingston. Desde ésta última se exportaban azúcar, ron, cacao, esclavos del África y sal de las islas adyacentes, y a ella llegaban cristales, telas, prendas de vestir y cualquier producto que Europa exportara al resto del mundo, lo que la convirtió en un gran depósito de mercancías inglesas en busca de mercados1 6. Hacia allí fueron llevadas las mulas criadas en la Guajira, las perlas pescadas y los esclavos indígenas capturados en la península. Tal actividad requirió el envío de emisarios comerciales desde y hacia Riohacha. Curazao fue para los holandeses lo que Jamaica para los ingleses. A pesar de no contar con agua, se convirtió en un puerto libre por el que circularon los productos de las pequeñas salinas y, fundamentalmente, el palo Brasil. “No obstante, constituyó una valiosa adquisición por su posición estratégica –lo llamamos ventaja posicional–, al estar encima de la tierra firme y

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Ibid., pp. 9-19.

de fácil acceso a las islas antillanas en manos de España, o las que pasaron al poder de Inglaterra, Francia y Dinamarca”, escribe Celestino Araúz17. A las radas de Curazao arribaban cada año entre 30 y 40 navíos y unas 400 balandras dedicadas al tráfico en el Caribe. En este sentido la isla fue un centro importante del comercio clandestino de Holanda en el Caribe, especialmente después del fracaso de la compañía de las Indias Occidentales en Brasil, ya que a los holandeses no les quedó otra alternativa puesto que el tratado de Utrecht relegó su competencia a Europa, excluyéndolos de los mercados hispanos. De Curazao arribaban naves y balandras holandesas a las costas guajiras en busca del palo Brasil que extraían los indios guajiros de los Montes de Oca. La situación internacional del siglo xviii, caracterizada por dos formas de ejercicio comercial, y que posibilitó el surgimiento de la actividad del contrabando en la región caribeña de la Nueva Granada, es descrita por Antonio García:

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Celestino Araúz Monfante, Op. cit., t. I, p. 12.

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Las leyes del desarrollo capitalista demostraron tener mayor fuerza práctica que las leyes prohibitivas, represivas y casuísticas del Estado Español. Desde finales del siglo xviii, (diríamos mas bien desde el principio) el comercio de contrabando –esto es, el correspondiente al nuevo tipo de comercio internacional, promovido e impulsado por potencias europeas forjadas en la revolución industrial y en los victoriosos movimientos democráticos-burgueses en Holanda, Inglaterra y Francia– se convirtió para la Nueva Granada en una forma comercial dominante, no sólo por la regular y franca utilización de las vías ya definitivamente abiertas en la Guajira y el Darién, sino por la casi total suspensión del comercio oficial con la metrópoli18.

En efecto, Antonio de Arévalo, en la segunda mitad del siglo xviii, denunció que en toda la costa de Sotavento y Barlovento de Riohacha fondeaban las balandras extranjeras y españolas en los puertos menores de la Enea, Puerto de la Cruz Vieja, El Pajar, Almidones, Manaure y Tucuraca, Uñama, Carrizal, Rincón del Carpintero, Cabo de la Vela e Iriguani; en los puertos mayores de Bahía Honda y Puerto Taroa, Punta Gallinas, Chimare y Cabo de Chichivacoa; Sabana del Valle, Tucacas y Cojoro19. Es decir, los contrabandistas ingleses y holandeses traficaron libremente toda clase de mercaderías en los puertos naturales de la península guajira de la misma manera en que lo habían hecho en otras zonas de frontera como la Guayana, la Moskitia y el Darién, donde ganaron la confianza y contaron con la ayuda de los indios a quienes estimulaban el odio a las autoridades españolas. Francisco Silvestre describió la situación: La mayor parte de la provincia la ocupan las varias parcialidades de los Barbaros Indios Goagiros, con

18 Antonio García, “El conflicto Hispano-Británico y el ordenamiento capitalista del Caribe”, Antonio García, Los comuneros en la pre-revolución de Independencia, Bogotá, Plaza y Janés, 1981, pp. 119-128. 19 Archivo General de la Nación, Bogotá, en adelante a.g.n., Bogotá, Milicias y Marina 119, f. 452 v., “Informe sobre la situación, condiciones materiales, población e historia de la provincia de Rioacha, por Don Antonio de Arévalo. Año de 1773”. (En adelante esta información se citará como Arévalo, indicando el número del folio). Este informe de Arévalo fue transcrito recientemente en El Taller de la Historia, 1, Cartagena, Universidad de Cartagena, 2001, pp. 213-250.

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considerables porciones de ganado de asta y caballos, copiosas salinas y otros útiles frutos que comercian con los extranjeros, especialmente con los holandeses de Curazao en aquella dilatada costa, y además de los cueros, mulas y caballos, el palo del Brasil, en cuyo cambio los proveen de armas de fuego, pólvora y otros pertrechos: de manera que cada una de aquellas grandes parcialidades inmediatas a la costa, suele tener su propio puerto, a donde vienen los extranjeros a tratar con ellos 20.

En la costa Atlántica de Nicaragua y en la Moskitia, donde se producía añil, zarzaparrilla, caña de azúcar, cueros y maderas, los ingleses establecieron pactos directos con el pueblo indígena miskito21, en la Guayana los neerlandeses suministraron armas a los indios caribes con la contraprestación de recibir el tabaco de Barinas, mulas, cueros y esclavos indios22. En la Alta Guajira, se realizaron negociaciones entre los holandeses y los caciques indígenas pertenecientes a apüshis* poderosos de, …cuyos puertos son poseedores de ellos los rebeldes indios guajiros, quienes con la mayor despotiquez, y desvergüenza, protegen con todas sus fuerzas, despreciando cualquier riesgo, el comercio holandés, por cuya nación se les contribuye con ello, bebidas, y otras cosas; y para asegurar su trato en aquellos puertos, y caletas, pasó y llevaron en el año de cincuenta y dos (1752), con toda comodidad, y atención particular, del indio Caporinche (capitán y cabeza de una gruesa parcialidad que mantiene a sus expensas con el mucho ganado que posee) a la isla de Curazao, e hicieron los holandeses con este indio formal convenio, de que siempre sería su protector, a cuyo fin lo recibieron en aquella isla con muchas fiestas, vistiéndolo, y a los que llevó consigo de su parcialidad, costosamente con Casacas, pelucas y demás, haciéndole a la entrada y salida, una salva de

20 Francisco Silvestre, Descripción del reino de Santafé de Bogotá, Bogotá, Universidad Nacional, 1968, pp. 51. 21 Antonio García, Los comuneros en la pre revolución de independencia, Bogotá, Plaza y Janés, 1981, pp. 119-128. 22 Celestino Araúz Monfante, Op.cit., t. 1, p. 45. * El apüshi es un grupo residencial de hermanos y hermanas maternos, asentados en un territorio en el que tienen sus huertas, pozos de agua y cementerio.

Gregorio Hernández de Alba con un cacique guajiro. Expedición al departamento de la Guajira del Ministerio de Educación Nacional y la Universidad de Pensilvania. FOTO: ARCHIVO FOTOGRAFICO DE GREGORIO HERNÁNDEZ DE ALBA EN PIONEROS DE LA ANTROPOLOGÍA, COLCULTURABANCO DE LA REPUBLICA

quince cañonazos; y lo despacharon con una embarcación armada, después de haberle regalado porción de armas, como fusiles, sables, pólvora y plomo, remitiendo con dicho Caporinche a el indio Majusare (otro capitán de una muy gruesa parcialidad que tiene a su devoción, en mayor número que Caporinche, como es el más poderoso de aquella nación por la muchedumbre de ganado vacuno y caballar y de que mantiene su parcialidad, siendo estos dos indios compañeros y parientes, protegiéndose el uno del otro) algunos presentes y cartas muy afectuosas, para lograr los holandeses tener a su devoción a uno y otro, y asegurar por este medio y protección su trato y comercio ilícito en aquellos parages23.

Entre los géneros que recibían los indios guajiros, como frutos del contrabando, estaban las armas de

fuego, empleadas después en ataques contra los españoles, como en las protestas de 1769, las de Apesi en 1775 y el ataque a Bahía Honda en 1776. La finalidad de estos intercambios no era, pues, sólo comercial sino política, ya que los extranjeros adiestraron a los indios en el manejo de armas y en la planeación de tácticas militares de emboscada contra las autoridades reales. Así, por ejemplo, en octubre de 1775, un capitán inglés de nombre Constantino, que estaba en los puertos de Sabana del Valle y Chimare, en la Alta Guajira, vendió a los indios armas, pedreros y municiones, e instruyó a muchos de ellos en el manejo de los pedreros de barca, “encargándoles las pusiesen en los caminos por donde debían pasar los españoles y que hiciesen excavaciones colocando en ellas rayas envenenadas y que las cubrieran de ramas para que no fuesen conocidas…”24. La extracción del palo Brasil de los Montes de Oca resultaba atractiva y de mayor lucro para los neerlandeses, pues se decía que la variedad y viveza de sus tintes excedían en calidad al que los ingleses sacaban en Campeche. “Los holandeses… han sacado millares de cargas que vendían en curazao a 8, y 10, y hasta 16 pesos”25. De igual forma, por Riohacha salían muchas mulas para las plantaciones de Jamaica y Surinam, y se enviaban clandestinamente a Cuba para ser empleadas en las haciendas de trapiche26. La actividad de los barcos ingleses provenientes de Jamaica que arribaban a un sector costero comprendido entre el Cabo de la Vela y Carrizal tenía por fin pescar tortugas ya que de su caparazón extraía el carey 27. Antonio de Narváez y la Torre había advertido sobre este recurso: Abunda mucho toda esta Costa de las tortugas de carey de que toma el nombre la concha que de ella se saca; pero como no hay gentes dedicadas a su pesca, ni se ha pensado en hacer ésta rama de comercio, solo se consigue tal cual por casualidad cogen los indios; y más bien que nosotros se aprovechan de esta producción de nuestros mares los Ingleses, que en Guayres, y Balandras

24

a.g.n, Bogotá, Milicias y Marina, 11, f. 894 r, año 1775. “Informe de Antonio de Narváez y la Torre sobre la Provincia de Santa Marta y Rioacha, 1778”, Sergio Elías Ortíz, (Comp.), Escritos de dos economistas coloniales, Bogotá, Banco de la República, 1965, p. 27. 25

26 23

a.g.n, Bogotá, Caciques e Indios, 4, f. 647 r y v, año 1757.

27

Sergio Elías Ortíz, Escritos de dos economistas coloniales, p. 28. a.g.n., Bogotá, Milicias y Marina, 20, f. 393 v., año 1773.

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pequeñas vienen a pescar, tortugas a esta Costas en las estaciones favorables…28

La esclavitud y el comercio de esclavos negros por medio del contrabando fue común en la Guajira, pues indios e hispano-criollos de la provincia poseían “piezas» que, en su mayoría, habían sido suministradas por los tratantes extranjeros. A menudo, los guardacostas reales apresaban balandras con mercaderías y negros esclavos. “Más de seis leguas a Sotavento de esta ciudad (Riohacha) tuvo su comandante denuncio sobre una balandra inglesa acosada de un corsario francés, y que su capitán y tripulación, y algunos negros se hallaban en tierra, a lo que su celo dispuso la marcha para la segura recaudación del quinto…”29. Se desconoce el número de esclavos comprados ilícitamente por los indios, pero su magnitud puede ser alta si se considera que las autoridades reales concedieron periódicos indultos a los líderes indígenas que llevaran sus negros a marcar30. Además, existía un comercio de esclavos indígenas capturados por los guajiros y vendidos a extranjeros de Jamaica y Surinam como mano de obra para las plantaciones de caña. Tales indios eran los llamados cocinas, segmento étnico guajiro acusado de ser ladrón y saqueador, y despreciado por los clanes matrilineales wayúu, como lo describe De Arévalo en 1773: estos indios andan dispersos por la tierra haciendo daños sin tener casa ni hacienda ninguna, y son enemigos de todos los demás de la provincia, y en tal manera malquistos, que se agravian éstos de que se les digan que son Cozinas porque esto quiere decir tanto como que son unos levantados ladrones; por cuyas razones está recibido y corriente entre todos, que los hijos pequeños, que les cogen los venden en la costa y a los demás que se los compran (de los cuales hay aquí algunos), y los ingleses han sacado muchos de Bahía Honda y Portete, de los cuales el Jorobado (Capitán Inglés) sacó 60

28

Sergio Elías Ortíz, Op.cit., pp. 31-32. a.g.n, Bogotá, Negros y Esclavos-Panamá, ff. 583-600, año 1757. Petra J. Moreno y Alberto Tarazona, Materiales para el estudio de las relaciones inter-étnicas en la Guajira. Siglo XVIII , Documentos y mapas, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984, p. 57. 30 a.g.n, Bogotá, Milicias y Marina 138, ff. 916-921, año 1753. Moreno y Tarazona, Materiales para el estudio, p. 45. 29

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en diciembre próximo pasado, y todos llevan algunos comprados muy baratos y los llevan a Jamaica y vender por esclavos para Filadelfia y aquella costa31.

La pesca de perlas o actividad del peruleo fue otro rubro importante del comercio ilícito en la Guajira. Se realizaba entre Carrizal (inicialmente fundada en la ciudad de los Remedios o Río de la Hacha y abandonada después por carecer de agua dulce en sus inmediaciones) y el Cabo de la Vela. Recuérdese que, a mediados del siglo xvi, el agotamiento de los ostrales en las costas de Cubagua en Venezuela había determinado el traslado de numerosas familias hispanas a las costas occidentales de la península de la Guajira donde establecieron la pesquería. La mano de obra empleada era de negros esclavos y de indios provenientes del oriente de Venezuela, de las islas Lucayas, Margarita, Trinidad y Santo Domingo. También se ocuparon indios traídos del Brasil, Santa Marta, Valledupar y Mompox, pertenecientes a grupos y pueblos como los onotos, caracas, caquetíos, piritas, cumanagotos, chuaos, guaricos y maracapanes. Esta actividad fue trasladada al suroccidente bordeando la costa hasta quedar en la nueva ciudad de Riohacha, cerca de la desembocadura del río Ranchería –Calancala–, lo que la envolvió en un aire de prosperidad que hizo famosa la calle de la Platería o de la Mar, en donde hábiles enjoyadores procesaban las perlas32. El ambiente de prosperidad fue percibido por las autoridades hispanas que procedieron a establecer una caja real con el fin de obtener el derecho del quinto. Sin embargo, en 1721, a raíz de problemas con los indios buzos, un informe de Don Francisco de Alcantud

31 a.g.n., Santa Fe de Bogotá, Historia Civil 20, f. 452 r., año 1771. 32 Al respecto véase el trabajo de Socorro Vásquez y Hernán Darío Correa, Relaciones de contacto en la Guajira en el siglo XVI: wayúus y arijunas en las pesquerías de perlas en el Cabo de la Vela, Informe presentado a la Pontificia Universidad Javeriana y Colciencias, Bogotá, 1988. De igual forma el reciente artículo de Wilder Guerra Curvelo, “La ranchería de perlas del Cabo de la Vela (15381550)”,en: Huellas, 49-50, Barranquilla, Universidad del Norte, 1997, pp. 33-51. Un estudio más completo sobre las actividades perleras es el de Enrique Otte, Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua, Caracas, Fundación John Boulton, 1977, 620 pp. Así mismo, ver a Antonio Julián, La perla de América Provincia de Santa Marta, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1951, pp. 35-48.

Virginia Gutiérrez en expedición realizada por miembros del Instituto Etnológico Nacional, departamento de la Guajira, 1947. FOTO: ROBERTO PINEDA GIRALDO-ARCHIVO DEL ICAN, EN PIONEROS DE LA ANTROPOLOGÍA, COLCULTURA-BANCO DE LA REPUBLICA

y Gaona, capitán de infantería del batallón fijo de Cartagena, planteó al Virrey la posibilidad de introducir esclavos negros para hacer este trabajo, “por lo que mira a la pesquería de perlas, lo que me parece conveniente es que los cien negros piezas de indias, mandará su majestad fuesen muleques de a dos por uno o tres por dos; que no es necesario sean buzos, que siendo de esta calidad muchos, presto aprenderán y serán ágiles fácilmente para todo el ministerio de buceo…”33. La complicación en el desarrollo de la actividad produjo que, en el siglo xviii, tal explotación desapareciera prácticamente como empresa lucrativa para los españoles debido a que los ostrales estaban en proceso de agotamiento y que los indios guajiros los habían expulsado, y se adueñaron de la costa y de los sitios de pesca. El mayor temor de los españoles consistía en que con el negocio de los ostrales los nativos podían adquirir armas y pólvora. En 1773, Antonio de Arévalo describió el peruleo y su organización bajo la explotación de los indígenas:

33

a.g.n., Bogotá, Miscelánea 60, ff. 576 v y 577r., “Informe de Don Francisco de Alcantud y Gaona al Virrey sobre el estado de la Provincia y ciudad de Riohacha. Año 1721”.

Al amanecer volvió la lancha a tierra. Se mandó aviso a Pacho Gamés a su casa que está a 1_ leguas de la costa, y pasaron a bordo de la balandra seis indios en un cayuco (canoa) grande, […] en tierra se hallaron hasta 120 indios, 12 cayucos, que sirven para la pesca de perlas en aquellas costas; que hay ocasiones, como es en octubre, que está la mar muy sosegada, que salen de 60 a 70 cayucas con dos o tres indios cada uno, a hacer la pesca en tres brazas de fondo y no más; y los vecinos de la ciudad de los Remedios del Río de la Hacha pasan allí a hacer el rescate, llevando varias especies de víveres, coral, abalorios y otras cosas para hacerle. Y es, sin duda, el renglón de conocida utilidad que tienen aquellos vecinos, pero muchos años hace que los quintos de su Majestad no han tenido valor. Esto no hay duda que consiste en poco cuidado y mal gobierno de los que deben celarlos, porque todos buscan utilizarse en este trato.

A renglón seguido, aconsejaba que: Para el fomento de la pesquería de las perlas en aquella costa, para tener este camino del río de la Hacha a Bahía Honda abierto y corriente con el tráfico de los viajeros y tener una centinela continua y avisos frecuentes de los tratantes de la costa, conviene juntar un pueblo de los indios buzos de aquellas cercanías del mando de

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Pacho Gámez, haciéndole a él capitán y teniente al que hubiere34.

Los ingresos dejados de percibir por la Corona española fueron calculados por Antonio de Narváez y la Torre. El total de los valores reales entre los géneros que los extranjeros y los vecinos del Río de la Hacha llevaban a los indios para que éstos les rescataran las perlas, según De Narváez, ascendía a tres mil o cuatro mil pesos, en tanto que las perlas procesadas y taladradas por los enjoyadores sumarían entre 16.000 y 30.000 pesos35. Como se observa, los wayúu se adaptaron perfectamente a las nuevas condiciones establecidas por el contrabando en el siglo xviii en el Caribe. Un informe de Antonio de Arévalo, pacificador de la Guajira entre 1772 y 1776, describe la situación: El rescate de las perlas que hacen a los indios de la Costa del Carrizal el cambio de género, víveres, tabaco y otras cosas semejantes, su beneficio y venta, la del ganado y mulas y el trato ilícito que ha tenido la provincia con extranjeros y los vecinos de la jurisdicción del valle, ha mantenido a los españoles de ella establecidos en esta ciudad y sitios o lugares, comprando los géneros y demás, que han necesitado de ilícito trato con extranjeros, sacando éstos los frutos de la provincia y los que han conducido del Valle de Upar, en lo cual se han empleado de muchos años a esta parte haciendo ya naturaleza envejecida costumbre que han ejercitado sin freno y sin reconocimiento al soberano como sus vasallos, ni a la superioridad del Virrey; considerándose como una rochela separada del dominio real porque siempre han hecho lo que han querido con unos de sus tenientes de gobernadores, doblándolos a su arbitrio, a otros sujetándolos con amenazas, concurriendo todos a la maldad…36.

Indígena de la Guajira. FOTO DE FRANCO BARROS - ARCHIVO DE JOSÉ POLO

El mestizaje La carencia de censos de la primera mitad del siglo xviii y unos pocos datos de la segunda dificultan ha-

34

a.g.n., Bogotá, Historia Civil 20, ff. 537 v y 538 r., año 1773. Sergio Elías Ortiz (comp.), Escrito de dos economistas coloniales, p.33. 36 Arévalo, f. 455 r. 35

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cer una caracterización rigurosa sobre la población en la Guajira de esa centuria, pero se pueden mostrar algunas líneas generales de la tendencia poblacional, señalando cómo el siglo xviii significó también un siglo de mestizaje racial para la Guajira. La hipótesis de trabajo pretende mostrar la importancia de los elementos indígenas wayúu en el proceso de mestizaje, por encima de grupos humanos como los negros y los blancos, lo cual pudo deberse, en nuestra opinión, a que la población indígena en la Guajira fue mucho mayor comparativamente que la de los otros grupos humanos. El censo de 1778 no lo muestra con claridad, entre otras razones porque se basó en el conteo de la población fácilmente identificable o sujeta, y sabemos que la mayoría de los indios guajiros no estaba reducida ni sujeta a ningún tipo de control. Los anexos reproducen algunas cifras en su totalidad. El censo de 1777 realizado sobre la base de ocho poblaciones (Riohacha, sitio de Moreno, la Villa de Pedraza, Sabana del Valle, Sinamaica, Bahía Honda, sitio de Camarones y Boronata), presenta este resultado general: blancos 428; mestizos (catalogados como pardos, zambos, mestizos) 1662; negros, 143; esclavos, 506; indios, 37. Un año más tarde, en 1778, se realiza otro censo ahora sobre diez poblaciones –agregándose dos a las anteriores: Arroyo Cardón y San Pedro de Cototama– cuyo resultado fue este: blancos, 333; indios, 633; mestizos, 2513; esclavos, 469. Sin embargo, se puede pensar y concluir por el momento que la población nativa en la Guajira bien pudo ser la mayoritaria. En este sentido, hacia 1761 Bernardo Ruiz de Noriega hizo un cálculo de los indios, tanto de los que estaban reducidos como de los que no lo estaban, que presentó un resultado de 19.950 indígenas37. En 1779 se efectuó un cálculo de indios guajiros en capacidad de tomar las armas, sobre la base de unos 17 asentamientos indígenas no sujetos, conteo que se hizo a tres manos en distintas épocas. Los resultados fueron los siguientes: según el cómputo del Teniente Coronel Anastasio Cejudo y de Ramón García Pizarro, ambos gobernadores de la provincia de Riohacha, se encontraron 14.970 indios en capacidad

de tomar las armas. El resultado del conteo del capitán de milicias Hilario Suárez y del teniente Juan Rosa Amaya es más conservador y presenta una cifra de 9.600. Y el conteo de Luis Guerrero dio como resultado 5.460 indios. Estas cuatro últimas cifras superan de lejos el número de nativos registrados en los censos de 1777 y 1778. Es más, si arbitrariamente multiplicáramos estas cifras por un coeficiente de dos obtendríamos resultados que dejan muy mal parados los dos censos mencionados: sobre el primer dato el resultado es 39.900 indígenas; el segundo, 29. 940; el tercero, 19.200, y el cuarto ofrece una cifra mucho más conservadora de 10.920. Estas cifras se acercan a las de Antonio de Narváez y la Torre, que calculó el número de indios guajiros en unos 30 mil, y de Francisco Silvestre en unos 40 mil38. De todas formas son cifras tentativas, que deben ser tomadas con reserva, puesto que no existen datos secuenciales del número de habitantes. Al ser mucho más numerosa, con contactos permanentes con extranjeros por el contrabando –por medio del cual adquirían armas de fuego y entrenamiento en el manejo de las mismas, esclavos, licor y toda clase de géneros, además de domesticar y utilizar a la perfección el caballo–, la población nativa se convirtió de hecho en otro poder en la península de la Guajira, disputándole el espacio tanto a los colonos hispano-criollos como a la misma Corona española. Se situó en una posición ventajosa en la que lo étnico logró jalonar un proceso de conformación de una cultura fronteriza, y los elementos culturales wayúu tuvieron mayor preponderancia en el proceso de mestizaje. Un ejemplo ilustra este argumento: es el pueblo de Boronata, originalmente población de indígenas fundada en 1694 por los curas capuchinos en la aldea de San Nicolás de los Menores. Este poblado pasó a ser un pueblo de mestizos donde residían los “caciques mayores” de la “nación guajira”, sujetos mestizos que ostentaba prestigio en la comunidad aborigen, casi siempre descendientes de un apüshi rico y de alguna familia hispana de comerciantes. Estos caciques mayores enfrentaban problemas permanentes con las autoridades civiles, religiosas y militares porque no cumplían cabalmente las funcio-

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Archivo General de Indias, Sevilla, Audiencia de Santa fe, 1128, en: Hermes Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del número: censos y Estadísticas de la Nueva Granada, 1750-1830 **incompleta**.

38 Antonio de Narváez y La Torre, “Informe”, en: Sergio Elías Ortíz, Op. cit., p.36. Francisco Silvestre, Descripción, p.70.

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nes que les habían encomendado: servir de mediadores entre las autoridades españolas y los indios con el objeto de sujetarlos, controlarlos e impedir que hicieran tratos ilícitos con los extranjeros, y dedicarlos a trabajos forzados en las pesquerías de perlas. En esta medida, la presencia del cacique se volvió importante, al punto de que el comandante de Riohacha informó al Virrey sobre la necesidad de entenderse con el cacique Cecilio para facilitar la pacificación y reducción de los indios: Hasta la presente no he conseguido la venida a mi presencia de el cacique de los guajiros, Don Cecilio, por motivo de hallarse enfermo, pero ya mejorado espero la ejecute, pues tengo concebido que este sujeto ha de ser medio para que se facilite la reducción de esta nación a población –admitiendo en cada una de ellas religioso misionero– por el dominio y sequito que tiene en ella; con cuya diligencia se logrará extinguir el continuo trato que ejercen los extranjeros en la costa, sacando la abundancia de palo de brasil y perlería que uno y otro tienen en sus tierras. Y teniendo como tengo noticias seguras de la docilidad e inteligencia del insinuado cacique, no desconfío poder granjearlo a mis disposiciones…39

Sin embargo, las relaciones entre las autoridades españolas y el cacique Cecilio no siempre fueron buenas, a menudo los misioneros y los militares tuvieron dificultades con él, se le acusaba de ser ebrio y poseer varias esposas, de no obligar a los indios al buceo de perlas y de asistir a las misiones capuchinas40. 39 a.g.n., Bogotá, Milicias y Marina 138, f. 906r, año 1754, “Comunicación del comandante de Riohacha, Manuel Martínez de Escobar al Virrey sobre su entendimiento con el Cacique de los Guajiros para facilitar la pacificación”. 40 Sobre este interesante personaje, don Cecilio López Sierra, véase a José Polo Acuña, “Una mediación fallida: las acciones del Cacique Cecilio López Sierra y el conflicto Hispano-wayúu en la Guajira 1750-1770”, en: Historia Caribe, 2, Barranquilla, 1999, pp. 67-77. Para las contradicciones entre el Cacique Cecilio y las autoridades españolas puede consultarse en a.g.n., Bogotá, Milicias y Marina, 124, fl. 213 v. 1765; Milicias y Marina, 138, fls. 916 a 921. 1753; Milicias y Marina, 70, fl. 228 v. 1770. En alguna ocasión el Cacique Cecilio le presentó un plan de sujeción de toda la provincia de Riohacha al Virrey José Solís, en el cual se aliaba con un comerciante andaluz. El plan fue finalmente desechado por el Virrey, quien lo consideró desventajoso para la Corona y debido a que en realidad no confiaba en el cacique Cecilio, a quien acusaban como contrabandista. A este respecto véase a Antonio Julián,

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Las autoridades españolas miraron con malos ojos que en los pueblos de indios vivieran personas que no fueran aborígenes, a quienes consideraban como desordenados e incitadores a la rebelión. De Arévalo planteaba hacia 1776 que aparte de desarmarlos totalmente, en los pueblos no se debía dejar “zambo alguno porque son los peores generalmente”41. El pueblo de Boronata, como dijimos antes, era un caso típico de esta situación. De Arévalo lo denunciaba en los siguientes términos: “Dos vecinos libres de Boronata que llaman españoles, son los peores vasallos que tiene el Rey en esta provincia (aunque hay muchos como ellos solapados y ocultos en esta ciudad [Riohacha]), porque no les conviene por sus fines particulares en que se mantengan en paz los indios por cuya razón conviene tener allí alguna tropa”42. Once de estos vecinos fueron sacados por De Arévalo para que fueran a colonizar

La perla de América Provincia de Santa Marta, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1951, pp. 243-246. Aunque ha sido difícil establecer una cronología exacta con los nombres de los caciques durante el siglo XVIII, se elaboró una secuencia provisional de estos personajes: José de Amuscótegui, nombrado desde 1702 Sargento Mayor de los Guajiros, probablemente corresponde al mismo personaje de nombre Juan de Amuscótegui, quien fue bautizado junto a Luisa de Velasco en 1694 cuando se fundó el pueblo de Boronata en San Nicolás de los Menores. Ellos fueron descritos como los caciques mayores de la nación guajira. A este respecto véase a.g.n. (Bogotá), Historia Eclesiástica, 15, fls. 250 v y 259 r, 1718. Sobre el nombramiento de José de Amuscótegui a.g.n. (Bogotá), Milicias y Marina, 124, fl. 185186. Juan López Sierra, muerto en 1718, véase a.g.n. (Bogotá), Caciques e Indios, 33, fl. 563. Simón López Sierra, capitán indígena en 1719, véase a.g.n., Bogotá, Caciques e Indios, 33, fls. 564-566. José Lorenzo Salguero, cacique en 1718, véase a.g.n., Bogotá, Milicias y Marina, 134, fls. 391-441; así mismo consúltese a José Nicolás de la Rosa, Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta, Barranquilla, Biblioteca de Autores Costeños, 1945, pp. 286. Cecilio López Sierra, quien heredó el cacicazgo de su tío Salguero hacia 1735, véase a José Polo Acuña, “Una mediación fallida…” (ya citado), pp. 67-77. Finalmente, José Francisco de Sierra, cacique entre 1784 y 1788. Se ha establecido que la sucesión hereditaria en estos cargos era determinada por vía uterina, es decir, lo heredaba el sobrino materno del titular, lo que demuestra cómo, siendo los caciques sujetos mestizos, se regían por las leyes parentales Wayúu. 41 Archivo del Servicio Histórico Militar de Madrid, signatura p.7-207 = (5-2-7-3) “Plan de Operaciones que deberán ejecutarse en la provincia del Hacha contra los indios de ella, por Antonio de Arévalo. Julio de 1776”, en María Teresa Oliveros de Castro, Goajira. Mérida, Universidad de los Andes, 1975, ,pp. 179-196. 42 a.g.n., Bogotá, Colonia. Milicias y Marina, Legajo 20. Fl. 502v. 1773.

Indígenas guajiros.

FOTO DE JOSÉ POLO

Bahía Honda, 10 forzados a vivir en Fonseca, Barrancas y Moreno. Pero ni aún así fueron expulsados totalmente de Boronata, pues quedaban “en el monte, hasta el número de 12 a 14 dispersos, viviendo desnudos como los indios a su libertad, con el patrocinio de los indios de aquel pueblo que a influjo de los fugitivos los defienden para perdición de todos; por cuya razón el pueblo de Boronata es el peor de todos y más corto en indios”43. Pero la realidad era más compleja. En los mestizos había una preponderancia de elementos culturales wayúu más que europeos. En numerosos documentos se comprueba esta situación, pero baste mencionar el enfrentamiento ocurrido entre las huestes españolas y una tropa de indios armados que reclamaban la libertad de un zambo llamado Vicente González, vecino del sitio de Boronata, a quien patrocinaba el cacique Don Cecilio López Sierra 44.

43 a.g.n., Bogotá, Colonia. Historia Civil, Legajo 10, fl. 509r.v. 1773.

Eduardo Barrera Monroy ha demostrado que las relaciones de mestizaje antes que debilitar a los indios wayúu los fortaleció, pues eran una forma de establecer alianzas con los blancos y servirse de ellos. Desde este punto de vista, Barrera concibe el mestizaje como una de las formas de resistencia de los indios guajiros ante los españoles45. Es importante tener en cuenta el mestizaje no sólo porque contribuyó a aumentar el pie de fuerza en las tropas guajiras sino porque muestra también que estos mestizos asimilaron en gran parte elementos culturales de la comunidad wayúu, es decir, asumían su práctica social. El abate Antonio Julián

44 a.g.n., Bogotá, Colonia. Milicias y Marina, Legajo 138, fls. 835-838. 1753 . En Petra Moreno y Alberto Tarazona, Materiales para el estudio de las relaciones inter-étnicas en la Guajira, siglo XVIIIDocumentos y mapas, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984, pp. 50-51. 45 Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, Comercio y Resistencia: La Guajira durante la segunda mitad del siglo XVIII , Tesis de Maestría en Historia, Universidad Nacional, 1992. Recientemente se publicó este trabajo con el mismo título, su edición correspondió al recién creado Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

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comprendió esta situación en la segunda mitad del siglo xviii, y con lenguaje peyorativo afirmó que de “ahí proviene que no solamente se aumenta el número de gente entre los guajiros, sino también se multiplica la diversidad de razas temibles de mestizos, de mulatos, de zambos, etc. , los cuales unidos con los guajiros harán siempre más formidable esta nación, y más difícil cada día su conquista”46. Sería interesante un ejercicio comparativo sobre el grado de desarrollo de las relaciones inter-étnicas durante el siglo xviii en otras espacios fronterizos diferentes al Caribe. Ello nos permitiría ver cuáles han sido las estrategias de supervivencia de ciertos grupos aborígenes frente a las políticas de control y sujeción impulsadas por los españoles, pero además, mirar cómo han sido los procesos de construcción de identidades colectivas. Werner Cantor ha hecho un análisis interesante sobre las casi nulas relaciones interétnicas entre los indios y negros en el Bajo y Medio Atrato durante el siglo xviii, y sostiene que, más bien, se presentó un distanciamiento producido por las políticas de segregación de los dos grupos impulsadas por los blancos. Por una parte, los indios rechazaban el pesado trabajo de horticultura y pesca para sostener a las cuadrillas de negros; por otra, los españoles temieron siempre una posible alianza entre ambos grupos para desestabilizar el orden47.

46 Antonio Julián, La perla de América provincia de Santa Marta. Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana,1951, pp. 227228. 47 Erik Werner Cantor, Ni aniquilados ni vencidos: Los Emberá y la gente negra del Atrato bajo el dominio español, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2000. Igual tendencia se observa al leer los informes del padre Joseph Palacios De la Vega sobre el proceso de poblamiento y sujeción entre los indios y negros de la provincia de Cartagena en el período 1787-1788. Joseph Palacios De la Vega, Diario de Viaje entre los indios y negros de la Provincia de Cartagena de Indias en el Nuevo Reino de Granada. 1787-1788, Barranquilla, Ediciones Gobernación del Atlántico, 1994. La primera edición de estos informes fue hecha por Gerardo Reichel-Dolmatoff en 1955 y publicada por editorial ABC. De igual manera puede consultarse a Hugues Sánchez Mejía, “Los rezagos de una sociedad esclavista: cultura, poblamiento y economía en el Caribe colombiano 1750-1900”, ponencia presentada en el IV Seminario de Historia del Caribe colombiano. Cartagena, Universidad de Cartagena, 29 de mayo-junio 1 de 2001.

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Esto fue contrario a lo sucedido con la población negra en la Guajira, que fue, como dijimos, asumida por los wayúu e incluida en su universo socio-cultural. Además, las estructuras de la dominación colonial fueron diferentes en ambas zonas: mientras en la Guajira resultaron débiles, en el Bajo y Medio Atrato estuvieron mucho más consolidadas.

Conclusiones Los wayúu respondieron de excelente forma a la nueva situación política y económica del Caribe durante el siglo xviii. Se adaptaron perfectamente a los contactos con otras culturas y aprendieron de ellas el trato ilícito por medio del cual se abastecían de todo tipo de géneros (armas, pólvora, esclavos, licor, etc). Durante el siglo xvii, domesticaron el caballo, cuyo uso consolidaron en el siglo xviii 48. En tal sentido ocurre el fenómeno que Nathan Wachtel, que sobre la reacción de los indios de Huamanga frente a la conquista española, llama un movimiento dialéctico, donde el pasado se conserva y se reestructura a la vez49. Marshall Sahlins lo denomina la revaloración funcional de las categorías culturales 50. También establecieron alianzas que se pueden denominar como políticas, por medio de pactos directos con los contrabandistas extranjeros. En efecto, los líderes de apüshis poderosos en la Alta Guajira, que controlaban territorialmente puertos naturales como Bahía Honda, Portete y Tucacas, viajaban a menudo a Curazao y Jamaica para entrevistarse con comerciantes y mercaderes de todo género. Este vínculo se estrechaba en la medida en que los wayúu hacían bautizar a

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Este uso fue descrito por José Nicolás de la Rosa: “Gozan la cría de los mejores caballos de aquella comarca y estiman más los que pintan en variedad de colores, porque los tienen por más fuertes y briosos; y así, si un caballo es matizado de cinco pelos, dice el indio amo: Este mi caballo maña cinco caballos, cogiendo cinco menaos; esto es que lo estima en el valor de cinco caballos, porque alcanza en una carrera tantos venados como colores tiene el pelo”. En: José Nicolás de la Rosa, Floresta, pp. 279. 49

Nathan Wachtel, Los vencidos: los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570). Madrid, Alianza América, 1976, pp. 306-309. 50 Marshall Sahlins, Islas de historia.La muerte del capitán Cook. Metáfora, antropología e historia. Barcelona, Gedisa, 1997, p. 11.

sus hijos por los capitanes de las embarcaciones tratantes que arribaban a los mencionados puertos. Un examen cuidadoso de numerosos expedientes del Archivo General de la Nación confirma que la mayoría de los vecindarios wayúu poseía algún grado de parentesco entre sí, de tal forma que si bien no existía entre los indígenas una estructura política centralizada, sí había un alto grado de cohesión social entre los distintos vecindarios. En este orden de ideas las comunidades nativas establecieron lo que Zacarías Moutoquias denomina Redes Ego, tanto dentro como fuera de la comunidad51. Sin duda estos elementos comprueban que lo étnico ha tenido y tiene una importancia significativa en la consolidación de un cierto ethos socio-cultural guajiro, a diferencia del resto de la sociedad caribe colombiana que se identifica como “costeños” frente a los “otros”. Ese ethos guajiro se manifiesta claramente, por ejemplo, en las letras de numerosas canciones vallenatas: “soy guajiro y vivo orgulloso de mi región”; “No sé por qué la Guajira se mete al océano así, como si pelear quisiera, como engreída, como altanera…”; “y yo le canto a mi Guajira…”. El alto grado de cohesión social de las familias guajiras es una manifestación de la influencia del principio de reciprocidad y redistribución propios de la comunidad wayúu: la ley de cobro o de venganza es muestra de ello.

51 Para las alianzas de los líderes indígenas con los comerciantes de Jamaica y Curazao puede consultarse en A.G.N., Bogotá, Caciques e Indios, 4, fl. 647 v. y r. 1757. Con respecto al bautizo de indígenas por tratantes ingleses y holandeses véase “Expedición Fidalgo. Derrotero de las costas de la América septentrional desde Maracaibo hasta el río Chagres, que explica las cartas esféricas de las costas de la Guajira y Provincia del Río de el hacha, Santa Marta, Cartagena de Indias, Darién del Norte y Portobelo”, en: Antonio B. Cuervo, Colección de Documentos Inéditos sobre la Geografía e Historia de Colombia, t. I, Bogotá, 1882, pp. 40-41. El concepto de Redes Ego fue tomado de Zacarías Moutoquias, El concepto de redes en Historia Social: Un instrumento de análisis de la acción colectiva. S.f.p. Copia mecanografiada.

Este complejo entramado de factores sociales, culturales y étnicos que constituyen lo que podríamos llamar “la personalidad histórica y cultural de la Guajira”, ha sido ignorado durante mucho tiempo por el Estado, cuyas políticas “penalizadoras” no sólo han afectado la economía de la zona, sino su mismo sustrato cultural. Un suceso, entre muchos, muestra muy claramente este desconocimiento de la cultura guajira por las políticas estatales. En 1968, las relaciones entre Colombia y Venezuela llegaron a extremos tan delicados por el diferendo de las áreas marinas fronterizas, que el gobierno colombiano envió comisiones cívico-militares a la Guajira para tareas de concientización con la gente de la región, especialmente los indígenas. Al frente del patriótico encargo se puso al General José Joaquín Matallana, quien venía de combatir a las guerrillas del Tolima y del Llano en el sur del país. Cuando ya se consideró que la frontera estaba insuflada de patriotismo, y que los indígenas tenían clara su misión como guardianes de la nación colombiana, se preparó un gran acto en Manaure, con izada de bandera, Himno Nacional y vivas a Colombia. Estaban presentes distinguidos representantes de las Fuerzas Armadas, del Gobierno Nacional y del departamento. Ante un marco tan grandioso y solemne, el General Matallana quiso refrendar el éxito de su misión concientizadora y subió a la tarima con un joven indígena, a quien después de una arenga militar le preguntó: “Guarecuz (amigo, en lengua wayúu), si se inicia la guerra con Venezuela y tú tienes una metralleta como esta en la mano ¿qué harías?” El indígena, orgulloso de su papel, se acercó al micrófono y contestó: “En caso que venga la guerra con Venezuela, yo cojo el fusil y mato bastante cachaco”52. a 52 Ángel Acosta Medina, “El hombre guajiro: Descubrimiento y nacionalización”, en: La Guajira: pluriétnica y multicultural, Riohacha, Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura Guajira, 2000, pp. 57-76.

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Anexos

Convenciones hc soip mc saip sol sola s total b/bp b/pt i/ip 1/pt l/lp l/pt e/ep e/pt

ta b l a 1

Hombres casados Solteros incluso párvulos Mujeres casadas Solteras, incluso párvulas Solteros Solteras Solteros Total Porcentaje de blancos sobre los blancos de la provincia Porcentaje de blancos sobre la población total de la provincia Porcentaje de indios sobre los indios de la provincia Porcentaje de indios sobre la población total de la provincia Porcentaje de libres sobre los libres de la provincia Porcentaje de libres sobre la población total de la provincia Porcentaje de esclavos sobre los esclavos de la provincia Porcentaje de esclavos sobre la población total de la provincia

Censo de la Provincia de Riohacha, 1777

poblaciones Ciudad del Río Hacha

blancos 205

pardos 797

zambos 310

Sitio de Moreno

11

545

211

Villa de Pedraza Fundación de Savana del Valle

19 21

174 16

Fundación de Sinamaica

162

Fundación de Bahía Honda Sitio Camarones Pueblo de Boronata Total

negros 64

esclavos 400

indios 13

mestizos 0

total 1769

17

71

0

0

83 7

6 0

21 0

0 0

1

151

15

1

0

12

5

855 [857] 304 52 [54] 346

10

77

8

23

0

0

0

118

0 0

72 56

31 82

6 26

2 12

0 12

0 13

111 201

428

1888

747

143

506

37

27

3776 [3780]

f u e n t e Hermes Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del número: censos y estadísticas de la Nueva Granada, 1750-1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, pp. 531-535.

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ta b l a 4

Censo de la Provincia de Riohacha, 1778 Libres de varios colores

poblaciones Riohacha Pedraza Bahía Honda Sinamaica Sabana del Valle Moreno Arroyo Cardón Boronata Camarones San Pedro de Cototama Totales

hc 89 29 7 26 3 97 0 29 16 0 296

soip 305 104 43 71 5 230 1 81 38 2 880

mc 107 33 5 29 4 103 0 27 16 0 324

saip 442 109 6 56 3 261 0 102 34 0 1013

total 943 275 61 182 15 691 1 239 104 2 2513

% l/lp 37.52 10.94 2.43 7.24 6.60 27.50 0.04 9.51 4.14 0.08 100.0

% l/pt 23.78 6.93 1.54 4.59 0.38 17.42 0.03 6.03 2.62 0.05 63.36

f u e n t e Hermes Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del número: censos y estadísticas de la Nueva Granada, 1750-1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, pp. ***.

ta b l a 5

Censo de la Provincia de Riohacha, 1778 Indios

poblaciones Riohacha Pedraza Bahía Honda Sinamaica Sabana del Valle Moreno Arroyo Boronata Camarones San Pedro de Cototama Totales

hc 0 0 0 0 0 0 27 25 22 48 122

soip 5 0 0 0 0 0 36 64 36 41 182

mc 2 0 0 0 1 0 38 48 30 48 197

saip 10 0 0 0 0 0 31 46 38 37 162

total 17 0 0 0 1 0 132 183 126 174 633

% i/ip 2.69 0.00 0.00 0.00 0.16 0.00 20.85 28.91 19.91 27.49 100.0

% i/pi 0.43 0.00 0.00 0.00 0.03 0.00 3.33 4.61 3.18 4.39 15.96

f u e n t e Hermes Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del número: censos y estadísticas de la Nueva Granada, 1750-1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, pp. ***.

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31

H

I

S

T

O

R

I

A

Bajo el signo del cóndor: empresas y empresarios en el Caribe colombiano, 1821-2000* Por Adolfo Meisel Roca

Ha desaparecido formalmente la scadta, pero de facto su espíritu sigue viviendo bajo la bandera de la Avianca. Toda una generación de colombianos a la cual le tocó volar bajo el signo del cóndor de la vieja Scadta, la recuerda con cariño. El nuevo cóndor de Avianca levanta sus alas para alcanzar cada día nuevos horizontes, y los colaboradores alemanes sobrevivientes de la Scadta observamos con satisfacción y orgullo el continuo desarrollo de una empresa en cuya fundación y organización tuvimos la satisfacción y el honor de cooperar para bien de Colombia. coronel herbert boy Una historia con alas, 1955

El 26 de octubre de 1997 en Guadalajara, México, en una conferencia ante la Sociedad Internacional de Periodismo el reconocido escritor argentino Tomas Eloy Martínez se refirió a la importancia que tiene para el periodismo la narración de experiencias individuales en la presentacion de las noticias y puso como ejemplo la primera página de la edición del New York Times del domingo 28 de septiembre de 1997, en la cual cuatro de los seis artículos que contenía contaban la

* Una primera versión de este trabajo se presentó en el simposio “Balances y perspectivas de la historia empresarial colombiana. Una mirada desde las regiones”, Universidad de Antioquia-Universidad Eafit, Medellín, 17 y 18 de octubre, 2002. El autor agradece los comentarios de Juan Carlos Jurado y demás asistentes al simposio.

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noticia a través de la experiencia de un solo individuo. El quinto artículo narraba la historia de una familia y el último se refería a unos acuerdos sobre impuestos entre líderes republicanos del Congreso de los Estados Unidos. En su opinión, las noticias mejor contadas son “aquellas que revelan, a través de la experiencia de una sola persona, todo lo que hace falta saber”. Refiriéndose a las noticias presentadas por medio de individuos particulares en la edición mencionada, Martínez puntualizó1: Lo que buscaban aquellos artículos era que el lector identificara un destino ajeno con su propio destino. Que el lector dijera: a mi también puede pasarme esto. Cuando leemos que hubo cien mil víctimas en un maremoto en Bangladesh, el dato nos asombra pero no nos conmueve. Si leyéramos, en cambio, la tragedia de una mujer que ha quedado sola en el mundo después del maremoto y siguiéramos paso a paso la historia de sus pérdidas, sabríamos todo lo que hay que saber sobre ese maremoto y todo lo que hay que saber sobre el azar y las desgracias involuntarias y repentinas.

Como historiador económico lo que a mí me atrae de la historia empresarial es que nos permite bajar del nivel abstracto y cuantitativo, en el cual se desenvuelve

1

Tomás Eloy Martinez, “Periodismo y Narración: Desafíos para el siglo xxi”, Conferencia ante la Asamblea de la sip el 26 de octubre de 1997 en Guadalajara, México.

Aerofotografía de Barranquilla, en la década de 1920, tomada desde un avión de Scadta. FOTO: UNA HISTORIA CON ALAS, DE HERBERT BOY, 1955.

la nueva historia económica, al caso individual, al drama cotidiano de los seres humanos en todas sus dimensiones. En esa medida, la historia económica y la historia empresarial son complementarias, las dos caras de una misma actividad, el nivel macro y el nivel micro. Además, la historia empresarial nos permite observar las actuaciones de los únicos agentes históricos que la hacen: los individuos. Todos los demás agentes históricos, clases sociales, grupos étnicos y raciales, empresas, mercados, son sólo abstracciones y sus acciones son la sumatoria de muchas acciones individuales. En los últimos veinte años se ha producido una gran efervescencia en la producción académica acerca de los empresarios y empresas que desarrollaron su actividad económica en la Costa Caribe de Colombia. En este trabajo me propongo revisar y discutir algunos de los principales artículos y libros que se publicaron sobre historia empresarial del Caribe colombiano entre 1982 y 2002. Mi objetivo principal es leer estos trabajos como conjunto, con el ánimo de establecer una interpretación global de la experiencia empresarial costeña en el periodo republicano. Para ello, además de establecer las principales conclusiones derivadas de los trabajos sobre empresas y empresarios, contextualizo esos aportes en el marco de lo que hemos aprendido en las últimas décadas sobre historia económica de la región Caribe. Todo lo anterior nos lleva a una nueva visión del empresariado costeño como un grupo en cuyas filas, a lo largo de los siglos xix y xx, se encuentran numerosos miembros con una sólida tradición mercantil,

amplia formación técnica y comercial, visión cosmopolita, abiertos a la innovación, dispuestos a participar en empresas asociativas, con gran sentido de la oportunidad económica y capacidad para asumir riesgos. Primero haré un análisis descriptivo y cuantitativo de 34 artículos y libros (la lista completa se presenta en el apéndice), con el fin de establecer algunas regularidades o vacíos 2. Después abordaré el análisis del tipo de fuentes utilizadas en la reciente literatura sobre historia empresarial del Caribe colombiano. Muchas de esas fuentes estaban casi inexploradas hasta la fecha. Así mismo, expongo algunas de las dificultades y obstáculos a la hora de tratar de tener acceso a algunos de los tipos de fuentes mencionadas. En la siguiente sección se realiza un balance de los principales temas y regularidades que surgen de leer como conjunto la reciente producción académica sobre el empresariado costeño y se interpretan esas conclusiones a la luz de la reciente literatura sobre la historia económica de la región y en relación con la pregunta que ha orientado buena parte de la misma: ¿Por qué se rezagó la economía de la Costa Caribe colombiana con respecto a la de la zona andina del país en el siglo xx? Al final se presentan las conclusiones y se señalan algunos vacíos en los estudios sobre empresas y empresarios en el Caribe colombiano.

2

Esta lista no pretende ser exhaustiva sino representativa del tipo de trabajos publicados en este campo en el periodo 19822002.

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En 1982, hace exactamente 20 años, la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales, faes, publicó el libro Los estudios regionales en Colombia: El caso de Antioquia, que recogió los trabajos presentados en un simposio que se celebró en Medellín con una temática similar a la del título mencionado. En ese simposio estuvieron presentes la mayor parte de los historiadores más influyentes del país en ese momento e importantes historiadores norteamericanos especialistas en Colombia, como Frank Safford, Charles Bergquist y Ann Twinam. En su intervención el profesor Jaime Jaramillo Uribe 3 recalcó que: …nuestra historiografía regional, por varias razones ha tenido notables limitaciones y restricciones geográficas. En efecto, gran parte de sus estudios han recaído sobre dos regiones: Antioquia y Cundinamarca, esta última identificada prácticamente con Bogotá. Sobre otras regiones, todas ellas de gran importancia para la historia nacional y de gran originalidad geográfica,

Aeropuerto de Veranillo en Barranquilla, década del veinte.

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El vacío anotado por Jaramillo Uribe era especialmente notorio en los estudios empresariales, terreno en el cual la hegemonía antioqueña fue absoluta durante las décadas de 1960 y 1970 cuando ante el éxito económico de esa región en la primera mitad del siglo xx, muchos científicos sociales extranjeros y antioqueños trataron de contestar la pregunta: ¿Por qué los antioqueños? En esa literatura se destacan entre otros los trabajos de James Parsons (1950), Everett Hagen (1962), Alvaro López Toro (1970), Frank Safford (1977), Roger Brew (1977) y Ann Twinam (1982). Afortunadamente, lo que hemos presenciado a partir de 1982 es un auge sin precedentes en los estudios sobre historia empresarial del Caribe colombiano, con lo cual se ha demostrado que “el empresariado y el espíritu empresarial no fue patrimonio exclusivo de los habitantes de una región”4 del país. En este artículo me propongo analizar esa última literatura.

FOTO: O T R O C Ó N D O R S O B R E L O S A N D E S , D E G U S TAV O A R I A S D E G R E I F F, F I D U C A F E .

3 Jaime Jaramillo Uribe, “Visión sintética de la tarea investigativa desarrollada sobre la región antioqueña”, en: Los estudios regionales en Colombia: El caso antioqueño, faes, Medellín, 1982, p. 2.

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económica y cultural tenemos grandes vacíos.

4 Véase el prólogo de un evaluador anónimo al ensayo de Joaquín Viloria, ”Empresas y empresarios de Santa Marta durante el siglo xix: El caso de la familia de Mier”, Monografías de Administración, Universidad de los Andes, nº 65, Agosto, 2002.

Los señores Diego y Miguel Martínez Recuero y una parte del personal de la Oficina de Cartagena. FOTO: CARTAGENA 400 AÑOS Y EL ANTIGUO BOLÍVAR.

Análisis descriptivo y cuantitativo de la producción académica sobre empresas y empresarios en el Caribe en 1982-2002 Tras dos décadas de intensa actividad en el campo de la investigación sobre historia empresarial costeña resulta sorprendente constatar que en este campo no hay un sólo trabajo académico con anterioridad a 1982. Tal vez ello ayude a explicar el amplio y merecido reconocimiento que ha tenido el artículo pionero de Manuel Rodríguez y Jorge Restrepo “Los empresarios extranjeros de Barranquilla, 1820-1900”, publicado precisamente en 1982. Quizás el único trabajo que habría que rescatar del periodo anterior por sus aportes a nuestro conocimiento de la actividad económica de un individuo innovador y emprendedor es la biografía El general Burgos (1965), de Remberto Burgos Puche.5 Aunque se trata principalmente de una biografía política, el autor, quien era hijo del general Burgos, tuvo acceso a una inmensa cantidad de documentos familiares que le permitieron reconstruir parte de la evo-

5

Remberto Burgos Puche, El general Burgos, Gobernación de Bolívar-Instituto Internacional de Estudios del Caribe, Cartagena, 2000.

lución económica de la Hacienda Berástegui, el principal patrimonio de esa familia ganadera del Sinú. En esta sección haré un sencillo análisis descriptivo de los que a mi juicio son algunos de los artículos y libros más representativos sobre la historia empresarial costeña escritos entre 1982 y el 2002. La lista de 34 trabajos se incluye como apéndice del presente artículo. La primera característica que quiero destacar acerca de los trabajos incluidos en la lista es que el 73.5% fue escrito por autores de la región, aunque en tres casos en asocio con autores extranjeros o de otras regiones colombianas. Además, sólo el 6.% son de autoría de académicos extranjeros. Esto contrasta con lo sucedido en Antioquia, donde los trabajos de los norteamericanos y europeos han sido cruciales en el desarrollo de toda la literatura sobre el tema empresarial en esa región. Desde el punto de vista temporal, los trabajos están concentrados en forma abrumadora en el periodo 1870-1950, 28 en total contra 4 del periodo 1820-1870. Como es apenas entendible, sólo 2 trabajos se refieren al periodo 1950-2002. En el Cuadro 1 se presenta una clasificación de los empresarios por el origen étnico o nacional. ¿Qué llama la atención en el Cuadro 1? En primera instancia que los extranjeros e inmigrantes tienen una amplia participación ya que hay 14, es decir, el 41.2% del total. También sobresale que sólo medio artículo, el de

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Fawcett y Posada, se refiera a la actividad empresarial de los árabes, desde el punto de vista cuantitativo el primer grupo de inmigrantes en la Costa en el siglo xx (el resto del artículo de Fawcett y Posada se refiere a los inmigrantes judíos).

cuadro 1 Clasificación por origen étnico o nacional de los empresarios origen Colombianos costeños Estados Unidos Otros extranjeros Judios inmigrantes Árabes inmigrantes Otras regiones de Colombia No aplica Total

nº 14 7 5 1.5 0.5 1 5 34

n o t a Este cuadro se refiere al apéndice.

En el grupo de empresarios clasificados como colombianos costeños (Cuadro 2) se evidencia que la mayoría son de Cartagena. Esto es entendible por la abrumadora presencia de extranjeros en Barranquilla y por la continuidad, con todo y la crisis por la cual atravesó la ciudad después de la independencia, de una elite mercantil en Cartagena, como lo atestiguan los casos, entre otros, de las familias Pombo, del Castillo, Vélez, y de Francisco Martín.

cuadro 2 Origen de las empresas y empresarios clasificados como colombianos costeños en el Cuadro 1 origen Cartagena Sinú Sabanas de Bolívar Barranquilla Santa Marta No aplica Total

nº 6 2 2 2 1 1 14

nota Esta categoría arbitraria, como todo sistema de clasificación, excluye a todos los extranjeros más una sociedad de empresarios antioqueños.

Por último, quiero mencionar algo que ha estado completamente ausente de la literatura sobre la activi-

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dad empresarial en la Costa Caribe y que me parece una omisión protuberante. Resulta sorprendente que en una región donde a finales del siglo xviii se clasificó al 90% de la población como indígena, negra o mezclada, aparentemente fueran blancos todos los empresarios no inmigrantes referenciados en los estudios en discusión. Para ilustrar lo anterior veamos los cinco casos de trabajos que estudian empresarios que no eran inmigrantes: el de Manuel Julián de Mier, Juan de Francisco Martín, Ernesto Cortissoz, Diego Martínez y José Vicente Mogollón. Los dos primeros eran hijos de inmigrantes españoles y el tercero de inmigrantes sefarditas. Diego Martínez era bisnieto del Coronel del Regimiento Fijo de Cartagena, José C. Martínez, quien murió luchando por la causa patriota durante la independencia. De tal forma que de los cinco casos en mención sólo Mogollón se salía “de los cánones socialmente aceptados”, pues aunque provenía de una familia prestante, ya que era bisnieto del prócer de la independencia de Cartagena Ignacio Cavero, su padre nunca se casó con su madre y fue criado por su abuela materna6. Mogollón se casó con María Paulina de Zubiría, perteneciente a una familia descendiente de españoles asentados en Cartagena desde el siglo xviii, pero tuvo que hacerle frente a la oposición de la familia de la novia, ya que inicialmente no lo consideraron del mismo nivel social. Por lo tanto, el caso de Mogollón es atípico, aunque no se sale de una de las normas que se cumple en los cinco casos analizados: todos eran miembros de un grupo social minoritario en la región, las personas consideradas de raza blanca o, al menos, como “blancos de la tierra” 7. El mundo empresarial de la Costa parece contrastar con el mundo de la política, donde desde la inde-

6 Rodolfo Segovia y Claudia Navarro, “J. V. Mogollón & Cia., Ensuciando papel”, en Carlos Dávila, editor, Ensayos de historia empresarial de Colombia, en publicación. 7 Por “blancos de la tierra” nos referimos en este contexto a aquellas personas con algún grado de ancestros africanos pero que tanto por su fenotipo como por sus características culturales habían sido aceptadas en la elite. En algunas casos es posible que hubieran referencias, privadas o públicas, a que ciertas personas eran “realmente mulatas”, aunque su pertenencia a la elite social fuera un hecho que no se cuestionaba. Por ejemplo, este tipo de personas podían ser miembros prestantes de los clubes sociales más exclusivos y casarse con miembros de las familias más tradicionales.

pendencia misma los mulatos, zambos y mestizos, e incluso negros libres, empezaron a jugar un papel muy visible. La misma apertura racial parece haberse presentado en las fuerzas armadas y las profesiones liberales. La duda existente es si la actividad empresarial era más excluyente que otras esferas de la sociedad o si no hemos estudiado suficientemente bien la historia empresarial de la región y no hemos detectado aún la presencia de empresarios de origen racial diferente al de blanco o “blanco de la tierra”. Es probable que la respuesta sea que ambas circunstancias estén presentes, es decir, que había mayor exclusividad racial por parte de la elite empresarial, pero también que no se han realizado estudios sobre empresarios mulatos, negros y mestizos.

Fuentes primarias utilizadas La utilización de nuevas fuentes escritas, muchas de ellas completamente desconocidas, es una de las fortalezas más claras de la literatura reciente sobre historia empresarial en el Caribe colombiano. Esas fuentes las podemos agrupar en cuatro grandes categorías: notariales, prensa, archivos institucionales y archivos familiares. En mi opinión, cada una de estas fuentes tiene fortalezas y debilidades normalmente, razón por lo cual el ideal es poder usar el mayor número de ellas, ya que resultan complementarias entre sí.

La tradición oral de las familias estudiadas y de sus empleados, y de clientes y personas que estuvieron relacionadas con ellas de diversas maneras, es una fuente primaria esencial que los investigadores deben saber aprovechar con tacto, pero también con sentido crítico. En efecto, a menudo no sólo lo que se dice, sino también lo que se calla puede ser útil para el investigador. Pero sobre todo, pienso que la tradición oral puede dar pistas y orientar al investigador hacia algunos temas. Mi propia experiencia es que este tipo de testimonios tiene un valor muy variable, de acuerdo con las características personales del entrevistado. Por último, señalaría que a menudo pequeños detalles que se obtienen por esa vía nos acercan a la dimensión humana de los actores, algo que no siempre se logra obtener de las fuentes escritas. Por supuesto, como todas las fuentes, su autenticidad debe ser confirmada. Las fuentes notariales son muy importantes en varios de los trabajos incluidos en el apéndice. Por ejemplo, en el de Sergio Solano sobre la Fábrica de Tejidos Obregón se utiliza ese tipo de fuente para establecer la fecha de constitución de la sociedad, socios, capital, reformas e inversiones. También es evidente el uso de esta fuente en el trabajo de Joaquín Viloria, “Ganaderos y Comerciantes en Sincelejo, 1880-1920”. Sin embargo, a menudo más allá de los nombres de los propietarios, capitales aportados y fechas, es poco lo

El burro y la hélice. FOTO: IMAGEN TEMPORAL DE BARRANQUILLA SIGLO XX, DE ALFREDO DE LA ESPRIELLA.

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Lorica desde el cielo, década del veinte. FOTO: UNA HISTORIA CON ALAS, DE HERBERT BOY, 1955.

que se obtiene de las fuentes notariales y por tal motivo es necesario complementarlas con otras fuentes para lograr una visión precisa de la marcha de los negocios, sus ventas, costos y rentabilidades. Los archivos extranjeros, tanto los oficiales como los de las empresas, constituyen las fuentes esenciales en varios trabajos y el necesario complemento en otros. En particular, habría que destacar que los escritos más recientes de Marcelo Bucheli están basados en los archivos de la United Fruit Company. Parece ser que Bucheli es el primer investigador que ha tenido acceso a los archivos de esa empresa, por ello los resultados de sus investigaciones, de la cual los artículos mencionados en el apéndice son sólo avances parciales, serán seguramente de la mayor relevancia para los estudios acerca de la actividad empresarial en el Caribe colombiano en el siglo xx. A pesar del gran avance para la historia industrial de Cartagena que representa la investigación de Maria Teresa Ripoll de Lemaitre y Javier Báez sobre el desarrollo de la ciudad como puerto petrolero y luego como polo petroquímico, todavía hay mucho por estudiar sobre el enorme papel de la Andian Corporation en la economía de la ciudad entre 1926 y 1974. Es muy probable que los archivos de esa empresa canadiense, filial de la Exxon, se encuentren en Canadá, ya que allí estaba ubicada la casa matriz de la Andian. El investigador que logre ubicarlos podrá realizar un aporte enorme a la historia económica, social, política y urbanística de Cartagena, ya que durante la década de 1920 esa ciudad se asemejó en muchos aspectos a un company town de la Andian.

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En su artículo sobre la Scadta, Stefan Rinke utilizó los archivos de la fábrica de aviones Junkers en Dessau, los del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania y los de la Lufthansa. Es posible que en Avianca reposen al menos una parte de los archivos de la Scadta, con lo cual se podrían investigar otros aspectos del desarrollo de esa empresa germano-barranquillera. Infortunadamente, el clima, las actitudes de algunos administradores y la ausencia hasta épocas recientes de archivos históricos en la región, ha producido la desaparición de buena parte de los archivos empresariales. A finales de la década de 1980, cuando investigaba la historia de los bancos de Barranquilla, algunas pistas me llevaron hasta la Superintendencia Bancaria en un esfuerzo por encontrar los archivos del Banco Comercial de Barranquilla, fundado en 1905, y sin lugar a dudas el más importante banco local en toda la historia de ese puerto. Casualmente una amiga era en ese momento una alta funcionaria de la Superintendencia Bancaria, y entonces la llamé para ver si me podía confirmar que los archivos del Banco Comercial de Barranquilla estaban en poder de la Superbancaria. Con mucha pena me confesó que hacía un año, debido a los altos costos de bodegaje que se estaban pagando, ella misma había ordenado que esos archivos fueran incinerados. Por esos riesgos, en nuestro medio es de crucial importancia que los historiadores estén siempre atentos a encontrar nuevos archivos8. De los trabajos en discusión, tal vez los que con mayor provecho utilizaron la prensa de la época fueron los artículos de Manuel Rodríguez y Jorge

8

Afortunadamente, no en todos los casos los archivos desaparecen, como sucedió con los del Banco Comercial de Barranquilla. En una de mis investigaciones pude establecer que una de la fuentes primarias que estaba buscando estaba lista para ser destruida, lo cual no se había hecho por falta de tiempo del funcionario a cuyo “cuidado” estaban los papeles. La investigación sirvió, entre otras cosas, para salvar esa valiosa documentación.

El comerciante David Dáger y su secretario. Su casa comercial fue fundada en 1900. FOTO: CARTAGENA 400 AÑOS Y EL ANTIGUO BOLÍVAR.

Restrepo sobre los empresarios de Cartagena y Barranquilla en el siglo xix. Fuera de la prensa de la época, prácticamente la única otra fuente utilizada por dichos autores fueron los informes de los cónsules norteamericanos. Finalmente, me quiero referir a la que en mi concepto ha sido la fuente primaria de mayor importancia para las investigaciones sobre empresarios en la Costa, tanto por el volumen como por su contenido: los archivos familiares. Buena parte de los trabajos incluidos en la lista que analizamos y que han contribuido a ampliar enormemente nuestros conocimientos acerca de las actividades, el talante y las prácticas de los empresarios que desplegaron su actividad económica en la Costa Caribe de Colombia están basados en fuentes primarias que estaban en poder de los descendientes de los empresarios o de sus allegados. Por ejemplo, la mayor parte de la documentación utilizada por Ripoll de Lemaitre estaba en poder de las familias de los empresarios y no había sido utilizada hasta la fecha por los investigadores. En el trabajo sobre Rafael del Castillo y Compañía, por ejemplo esta historiadora cartagenera tuvo a su disposición el archivo contable de dicha firma. Al respecto, dice Ripoll de Lemaitre9: La principal fuente primaria que he utilizado ha sido el archivo de contabilidad de Rafael del Castillo & Co., conservado por la familia del Castillo, y que contiene los Diarios y Mayores desde la fundación dela primera tienda de telas, en noviembre de 1861, hasta los libros contables de 1960: cien años de actividad comercial anotados en 95 volúmenes…

9 María Teresa Ripoll de Lemaitre, “El comercio y las redes familiares en Cartagena: Rafael del Castillo & Compañía, 1861-1960”, Aguaita, Revista del Observatorio del Caribe, nº4, diciembre, 2000, p. 58.

El de Rafael del Castillo & Co. es, sin lugar a dudas, el archivo empresarial más importante existente en la Costa Caribe colombiana hasta el presente, y uno de los más importantes del país, por el horizonte temporal que abarca, y por el estado de conservación en que se encuentra…

Otro trabajo que fue posible escribir debido al acceso que tuvo el historiador a un archivo privado hasta ese momento desconocido es el de Eduardo Posada Carbó sobre Karl C. Parrish, el ingeniero de Iowa que en asocio con capitalista locales como Manuel de la Rosa, hizo de la Barranquilla de los años 1920 y 1930 una de las ciudades urbanísticamente más modernas de Colombia. Pienso que una de las fuentes primarias más útiles y que casi siempre conservan los descendientes de los empresarios, incluso más que los documentos escritos, son las fotografías. En ellas se pueden apreciar los establecimientos comerciales y fabriles, las tecnologías, infraestructura de transporte, cultivos y viviendas de los propietarios y sus trabajadores y muchas más cosas de importancia para el historiador económico. Todavía deben existir cientos de fotografías en poder de las familias de la Costa, de otras regiones de Colombia y del exterior que pueden ser de gran utilidad para los investigadores de la historia empresarial costeña. Ejemplo de un trabajo que se enriqueció mucho con el uso de fotografías familiares es el bellísimo libro que narra la historia de la hacienda cafetera “Vista Nieve” en la Sierra Nevada de Santa Marta. El libro, titulado Vista Nieve, escrito por el biólogo samario-

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norteamericano Melbourne R. Carriker, profesor emérito de la Universidad de Delaware, cuenta la historia de la Hacienda “Vista Nieve” donde su padre, un ornitólogo enamorado de la Sierra Nevada, cultivó café a comienzos del siglo xix. El autor también era nieto del ingeniero norteamericano Orlando Flye, quien inició en 1898 la Hacienda Cincinnati en la Sierra Nevada de Santa Marta para cultivar café. Las fotografías de las casas, cultivos, caminos y propietarios de las haciendas “Vista Nieve” y “Cincinnati” nos acercan más que cualquier texto escrito a una parte del mundo rural costeño hasta ahora poco conocida, y sobre la que hacía no mucho tiempo Joaquín Viloria había llamado la atención en su artículo “Aspectos históricos del café en la Sierra Nevada de Santa Marta”, Historia Caribe, nº3, Barranquilla, 1998. No me extenderé en la discusión de otros casos en los que los archivos familiares fueron fundamentales para las investigaciones, como el de Adelaida Sourdís sobre los judíos sefardíes, Meisel-Viloria y Held,10 María Teresa Ripoll de Lemaitre y los Pombo, o esta última historiadora y Diego Martínez Camargo. Sin embargo, quiero enfatizar que salvo algunos archivos de empresas extranjeras que se puedan encontrar y tal vez el de algunas pocas empresas locales, en los próximos años las mayores posibilidades para avanzar en la historia empresarial costeña estarán abiertas para aquellos investigadores que con inteligencia, tacto y persistencia puedan tener acceso al gran número de documentos, fotografías y recuerdos de los cuales son depositarias las familias de la región.

Principales temas en la reciente literatura sobre empresas y empresarios en el Caribe colombiano Considero que varios de los temas tratados en la reciente literatura sobre historia empresarial de la Costa

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En caso del estudio sobre Adolfo Held, paradójicamente los archivos a que tuvimos acceso los investigadores no estaban en manos de sus descendientes sino de las familias Oeding y Oeding Kuethe, descendientes de empleados alemanes de los Held. En parte ello se explica, por el trauma económico que representó la Segunda Guerra Mundial para los Held, por la expropiación de su patrimonio por parte del gobierno de Colombia, debido a las presiones de Estados Unidos, ya que los Held eran ciudadanos de Alemania.

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Caribe sólo es posible apreciarlos claramente cuando se leen estos trabajos en conjunto. La primera característica que quiero destacar es la fuerte presencia de extranjeros en la experiencia empresarial de la Costa. Por supuesto, esto fue especialmente marcado en la Barranquilla de la segunda mitad del xix y anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, desde los primeros años de la república también en Cartagena, Santa Marta y las zonas rurales de la región se sintió la presencia extranjera en el comercio internacional y en la actividad agropecuaria, comercial e industrial. Estos extranjeros se asociaban a menudo con empresarios locales en distintas empresas y proyectos como lo atestigua la historia de la Scadta. Un segundo tema destacable es el gran capital humano existente en los empresarios de distintas épocas, ya sean ellos inmigrantes o nativos. Muchos de los nativos, por ejemplo, adquirieron los conocimientos necesarios para sus actividades en largos periodos de estudios, prácticas empresariales o viajes de observación y familiarización con técnicas y maquinarias. Por ejemplo, Ernesto Cortissoz quien fuera gerente del Banco de Crédito Mercantil y uno de sus principales accionistas, estudió comercio en Bremen, y además de alemán sabía francés, inglés e italiano11. En el caso de la familia Obregón, quien fundó en 1910 una importante empresa textilera en Barranquilla, que fue la primera del país en la década de 1920, se encuentra que dos de los hijos de Evaristo Obregón, Rafael y Mauricio, estudiaron ingeniería mecánica y eléctrica en Inglaterra12. Muchas veces, los extranjeros traían conocimientos y experiencias empresariales adquiridas como empleados de firmas en sus países de origen, donde a menudo se habían iniciado como aprendices a temprana edad. Además, muchos de los locales eran miembros de familias con una larga tradición comercial que en nuestro país se remontaba a la era anterior a la independencia, como eran los casos de las familias cartageneras del Castillo, Pombo, de la Espriella, o las samarias de Mier, Obregón, Noguera y Díaz Granados. 11

Miguel García Bustamante, Ernesto Cortissoz, Conquistador de utopías, Lerner, Bogotá, 1994. 12 Sergio Solano, “Familia empresarial y desarrollo industrial en el Caribe colombiano. El caso de la Fábrica de Tejidos Obregón”, Historia y cultura, Universidad de Cartagena, 1, 1993.

Grupo de empleados de la Oficina Central de la Andian Corporation.

Un tercer aspecto que habría que mencionar es que no hay ninguna evidencia empírica que muestre que en la actividad agropecuaria las prácticas empresariales y las tecnologías aplicadas por los empresarios nativos de la Costa fueran muy distintas a las de los extranjeros o personas de otras regiones del país. Por ejemplo, en el estudio de Gloria Isabel Ocampo sobre la Hacienda Marta Magdalena, dedicada a la ganadería en el Sinú y que era propiedad de la familia Ospina de Medellín, se encuentra un uso extensivo de la tierra y una relativamente baja absorción de mano de obra. Algo similar sucedía en la Hacienda Jesús del Río, ganadería del alemán Adolfo Held en Zambrano, Bolívar. Es decir, que las condiciones ecológicas y climáticas eran el elemento más importante detrás de la existencia de una ganadería extensiva en la región y no la supuesta mentalidad precapitalista de los ganaderos costeños. A partir de la década de 1940 muchas de las empresas ubicadas en la región atravesaron épocas difíciles, que en gran número de casos implicó el cierre de las mismas. Los casos de Tejidos Obregón, J.V. Mogollón y Cia., y los ingenios de Sincerín y Berástegui, son ejemplos importantes de esos cierres. En la tradición oral costeña, y a veces en trabajos académicos sin desarrollos sistemáticos y sin sustentación empírica, se ofrecen dos tipos de explicaciones para estos fracasos económicos: la falta de capacidad

FOTO: C A R TA G E N A 4 0 0 A Ñ O S Y E L A N T I G U O B O L Í VA R .

o de orientación empresarial de las nuevas generaciones de propietarios y la existencia de un movimiento sindical que elevaba los costos laborales y entorpecía el avance tecnológico. Es lamentable, por ejemplo, que en un excelente trabajo de historia económica, la tesis doctoral de David S.C. Chu sobre los efectos de la Gran Depresión en la industrialización de Argentina y Colombia, con una evidencia anecdótica frágil13, ese autor deje entrever que la causa principal para el lento crecimiento de Tejidos Obregón en la década de 1930 fue que los hijos de la familia Obregón “no tenían interés en el manejo de la compañía, radicándose en Europa, donde recibían mensualmente su giro”14. Toda la información que tiene al respecto Chu proviene de una entrevista con uno de los empleados de Tejidos Obregón. Lo que tal vez no sabía Chu, o por lo menos no le advierte al lector es que los hijos de la familia Obregón fueron los fundadores de la empresa en 1909, cuando ya su padre, Evaristo Obregón Díaz Granados había muerto. Tampoco menciona, o tal vez desconocía que aunque tres miembros de la familia se radicaron en España, 13 David S.C. Chu, The Great Depression and Industrialization in Latin America: Responses to Relative Price Incentives in Argentina and Colombia, 1930-1945, Ph.D. Dissertation, Yale University, 1972. 14

Ibíd.,p. 213.

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Julián Patrón, uno de los más poderosos hacendados de las sabanas de Sucre. FOTO: CARTAGENA 400 AÑOS Y EL ANTIGUO BOLÍVAR.

uno de ellos, Mauricio, murió en 1924 cuando la empresa estaba en plena expansión y otro, Pedro Manuel, no era socio de la firma. Por último, tampoco se refiere a los dos hermanos Obregón Arjona, Rafael y Gregorio, que permanecieron al frente de los negocios en Barranquilla15. En forma implícita Chu le imputa el rezago de Tejidos Obregón a la falta de talento empresarial de sus propietarios. Es más, contrasta a los Obregón con los Echavarría, esos sí, según él, interesados en permanecer al frente de sus negocios. En la actualidad contamos con evidencia muy sólida, y que Chu no conoció, que muestra que desde comienzos de la década de 1930 la economía de Barranquilla, y del departamento del Atlántico, se rezagó en su pib per-cápita con respecto al resto del país16. Además, desde la década de 1910, con el ascenso de la economía cafetera, la economía costeña tuvo un ritmo de crecimiento económico mucho menor que la del interior del país, que se reflejó en mercados regionales muy poco dinámicos, lo cual fue la base de la pérdida del dinamismo industrial barranquillero. Me he detenido en la anécdota mal narrada por Chu sobre Tejidos Obregón, por cuanto en el fondo se alimenta de estereotipos muy arraigados en el país, por razones que trataremos de explicar en las conclusiones. Cuando se analiza el caso de la United Fruit Company en la Zona Bananera de Santa Marta se evidencia que ante circunstancias económicas adversas de naturaleza estructural, a pesar de que se tenga talento

15 Sergio Paolo Solano, “Familia empresarial y desarrollo industrial en el Caribe colombiano. El caso de la Fábrica de Tejidos Obregón”, Historia y Cultura , Universidad de Cartagena, nº 1, 1993. 16

Adolfo Meisel Roca, editor, Regiones, ciudades y crecimiento económico en Colombia , Banco de la República, Colección de Economía Regional, Bogotá, 2001, p. 30.

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empresarial los resultados tienden a ser negativos. Entre finales del siglo xix y la década de 1960, es decir, desde que comenzó operaciones en la Zona Bananera del Magdalena la United Fruit Company fue la compañía más exitosa del mundo en la producción, transporte y comercialización del banano. Sin embargo, su desempeño económico en la Zona Bananera no fue demasiado exitoso durante años y como resultado terminó retirándose del lugar en la década de 1960. En uno de los trabajos de Marcelo Bucheli se muestra que desde finales de los años 1940 la tasa bruta de ganancia tenía una tendencia decreciente y que ésta se tornó negativa a fines de los años 195017. En un perio17

Marcelo Bucheli, “United Fruit Company in Colombia: Institutional Changes and Profitability in an International Context”, lasa, Chicago, September 24-26, 1998, Graph 13.

do anterior, 1935-1950, hay evidencia también de que la rentabilidad debía estar bajando ya que el precio internacional del banano convertido a pesos constantes presentó una tendencia decreciente18. La razón de esa tendencia decreciente fue el auge de las exportaciones de café durante el periodo 1910-1950, cuando crecieron al 6.1% anual en términos reales. Como resultado, en Colombia se presentó en la primera mitad del siglo xix una situación conocida en la literatura económica como la “enfermedad holandesa”. La principal consecuencia de este fenómeno es que aquellos sectores exportadores que no están en auge pierden participación. Eso ocurrió exactamente en Colombia entre 1910 y 1950, cuando el café desplazó a todos los otros productos. Desde el punto de vista regional ese resultado fue especialmente perjudicial para la Costa Caribe ya que sus suelos no son muy aptos para el cultivo de café. Ante esa situación, ni siquiera la capacidad empresarial de la United Fruit Company era suficiente para frenar la caída de la rentabilidad en los cultivos de banano19.

Conclusiones En este artículo se hizo una revisión de la amplia literatura sobre historia empresarial del Caribe colombiano publicada en el periodo 1982-2002. Considero que la principal conclusión que se puede extraer de esa producción académica es que en la región, en distintos periodos de la vida republicana, se han desempeñado empresarios extranjeros y locales con gran capacidad para innovar en los negocios, asumir riesgos e invertir en diferentes campos de la economía, tanto en forma individual como asociada. Por lo tanto, no

18 Adolfo Meisel, “Dutch Disease and Banana Exports in the Colombian Caribbean, 1910-1950”, Borradores de economía, Banco de la República, nº 108, 1998. 19 En el trabajo de Bucheli de 1998 se argumenta que la caída en la rentabilidad de la United Fruit Company en la Zona Bananera fue producto de una creciente actividad sindical. Sin embargo, la evidencia que presenta es anecdótica y poco convincente. En ese sentido su estilo de argumentación en este punto se parece más al de los historiadores tradicionales que al de la nueva historia económica, que suele basarse en argumentos económicos explícitos sustentados con evidencia estadística sistemática. Ese último estilo de argumentación rigurosa es el que encontramos en otras secciones de ese mismo trabajo.

parece haber evidencia de que el rezago económico de los departamentos costeños que se presentó respecto del resto del país a lo largo de casi todo el siglo xx tenga su origen en la falta de capacidad empresarial de sus elites. De lo que si hay evidencia muy clara es del rezago económico costeño en el siglo pasado y de sus causas. En primera instancia, hay que señalar que a mediados de la década de 1920 el pib per-cápita de la Costa Caribe debía ser similar al del resto del país, de acuerdo con la información disponible para variables económicas tales como los depósitos bancarios reales percápita20. Sin embargo, con el ascenso de la economía cafetera las exportaciones de la Costa Caribe perdieron competitividad debido a la revaluación del peso que generó el auge cafetero. Además, el reemplazo de Barranquilla por Buenaventura como principal puerto del país, que para las exportaciones ocurrió a partir de la década de 1930, llevó al estancamiento de una ciudad que había sido el motor de la economía costeña desde fines del siglo xix. Hemos señalado que en la literatura académica no hay evidencia de una falta de capacidad empresarial en la Costa Caribe, sin embargo, es común encontrar alusiones en ese sentido. Incluso en ambientes académicos, personas provenientes de otras regiones evocan repetidamente las características culturales de los costeños, tanto de las clases trabajadoras como de sus elites empresariales, para tratar de explicar la falta de dinamismo económico de la región en las últimas décadas. Este tipo de análisis simplista en la cual se señala al costeño como “el otro”, por supuesto inferior (“la Costa es otro país”, es ya un lugar común en el catálogo de los prejuicios colombianos), es una de las manifestaciones del triunfo económico y político que el café le permitió a las zonas andinas del país en el siglo xx. En países con niveles de desarrollo muy desiguales es común encontrar juicios culturales que señalan a unas regiones como exponentes de actitudes que limitan su crecimiento económico. Tal vez el caso más estudiado es el de Italia, donde al Mezzogiorno, la región

20 Jaime Bonet y Adolfo Meisel, “La convergencia regional en Colombia, Una visión de largo plazo, 1926-1995”, en Adolfo Meisel, editor, Regiones, ciudades y crecimiento económico en Colombia , Banco de la República, Colección de Economía Regional, Bogotá, 2001, p. 30.

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sur de ese país, se le señala a veces por tener una cultura donde “la sensación domina todo...se dejan llevar por la naturaleza ofuscante...”21. Algo así como lo que en 1934 el escritor antioqueño Luis López de Mesa22 le imputaba a la cultura de los costeños: El temperamento costeño se da todo en expansivo gesto. En poco se recata y esconde, en casi todo se pronuncia explosivamente: en el hablar, en el reír, en el amor fulminante y fugaz, en el fervor político de una hora, en el acento tribunicio de sus hombres, en el derroche de palabras, de alabanza y vituperio, de dinero, en fin, porque son de suyo generosos, gastadores, sin cuento, imprevisores... y eternamente simpáticos como toda exaltación de vida.

Los modelos de superioridad cultural regionales o nacionales surgen de imposiciones que se logran por medio del poder político y económico. Los trabajos del crítico literario de origen palestino Edward Said han sido muy importantes para entender cómo los sistemas de representación del “otro” responden a una lógica y deben ser entendidos como un discurso. Para analizar los escritos sobre el Oriente, Said utilizó los aportes de Michel Foucault sobre las interrelaciones entre el conocimiento y el poder, y de Antonio Gramsci sobre la hegemonía. Su conclusión es que esa literatura orientalista expresa23: “Una voluntad... no sólo para entender lo que era no-europeo, sino también de controlar y manipular lo que era manifiestamente diferente”. Los estereotipos que conforman buena parte del discurso con el cual algunos autores de las regiones andinas pretenden con frecuencia homogeneizar la cultura de los habitantes del Caribe colombiano responden a una lógica orientalista. Por esa razón, los trabajos de Said son de enorme vigencia en nuestro medio. La gran ventaja de muchos de los trabajos sobre historia empresarial mencionados en este artículo es que al mostrarnos personajes de carne y hueso ilustran en for21 Jane Schneider, editor, Italy´s “Southern Question”. Orientalism in One Country , Berg, usa, 1998, p. 4. 22 Luis López de Mesa, De cómo se ha formado la nación colombiana , Editorial Bedout, Medellín, 1970, p. 23 Edward Moustafa Bayoumian and Andrew Rubin, editors, The Edward Said Reader , Vintage Books, usa, 2000, p.64.

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ma clara que los estereotipos que suponen una cultura empresarial costeña homogénea, con una esencia inmutable e intrínsecamente diferenciada de la de las zonas andinas del país no corresponde a la realidad. A pesar de los notables avances logrados en el periodo 1982-2002 en los estudios sobre empresas y empresarios del Caribe colombiano todavía subsisten vacíos protuberantes. En primera instancia, quiero resaltar que hay muchísimo que aprender y estudiar sobre el aporte de los inmigrantes árabes al desarrollo económico y a la conformación del empresariado costeño. Desde la última década del siglo xix, los árabes se convirtieron en el grupo de inmigrantes más numeroso de la Costa norte colombiana, influyendo de manera decisiva en todas las esferas de la vida de la región. Por ello, es un tanto sorprendente que no exista a la fecha una sola monografía dedicada a estudiar la vida de un empresario árabe en el Caribe colombiano. Personas como Elías M. Muvdi, Salomón Ganem, Salim Bechara, y muchos más, tuvieron una influencia enorme en la actividad económica de la región a comienzos del siglo xx, y sus vidas y actividades comerciales deberían ser investigadas para saber más del impacto positivo de esa corriente inmigratoria en la Costa Caribe. Habría que tener en cuenta que tal vez porque su número fue mucho mayor que el de otros inmigrantes, los árabes se esparcieron por toda la Costa, estableciéndose también en poblaciones intermedias de gran vitalidad mercantil, como Magangué, Lorica, Sincelejo, y Ayapel. Otro grupo que merece estudiarse es el de los judíos Ashkenazi, que se asentaron desde la década de 1930 en Barranquilla y han cumplido un papel protagónico en la industria y el comercio de la ciudad. También llamaría la atención sobre la necesidad de investigar a los inmigrantes franceses, ya que fueron importantes en el Sinú, sur de la Guajira y Cartagena. También es muy importante analizar el papel de la raza en la conformación del empresariado costeño ya que hasta la fecha no se cuentan con estudios que ilustren al respecto. Pero quizás el mayor vacío que afrontamos actualmente es el estudio de la ganadería y los ganaderos. Durante mucho tiempo, la ganadería fue el primer renglón de la economía costeña. Sin embargo, encontramos muy pocos estudios de caso sobre haciendas ganaderas o ganaderos. En parte eso se debe a las grandes limitaciones de fuentes, ya que sólo en el caso

de las principales se llevaba una contabilidad y unos archivos organizados. Sin embargo, deben existir entre los descendientes de ganaderos importantes de la región como Julián Patrón, Arturo García, Francisco Burgos, muchos documentos que podrían servir para el propósito de reconstruir la historia económica de la hacienda ganadera costeña. Por esa razón, pienso que en los próximos años los avances más importantes en

la historia de la hacienda ganadera, y en general de toda la historia empresarial de la Costa, se harán sobre la base de fuentes primarias que en este momento deben estar en poder de las familias de la región. Ubicarlas antes de que el comején y las reducciones de espacio que implican los traslados de casas a apartamentos es un enorme reto para los historiadores interesados en esta región de Colombia. a

Apéndice Algunos articulos y libros sobre historia empresarial en el Caribe colombiano publicados en las ultimas dos décadas (1982-2002) autores

título

publicación

Bell Lemus, Gustavo y Ripoll de Lemaitre, María Teresa

“Los herederos del poder: Juan de Francisco Martín, 1799-1869”

Blanco, Wilson

“Comercio e inmigración en la provincia costeña. Los italianos en El Carmen de Bolívar: el caso de los Volpe” “La United Fruit Company en Colombia” “Empresas multinacionales y enclaves agrícolas: el caso de la United Fruit en Magdalena y Urabá (1948-1968)” “United Fruit Company in Colombia: Institutional Changes and Profitabilility in an International Context” “United Fruit Company and Local Politics in Colombia, 1900-1970” Vista Nieve

Próximo a publicarse en: Ensayos de de Historia Empresarial de Colombia, Carlos Dávila (editor), 2002. El Taller de la Historia, nº2, Universidad de Cartagena, 2002.

Brungardt, Maurice P. Bucheli, Marcelo Bucheli, Marcelo Bucheli, Marcelo Carriker, Melbourne R. Conde, Jorge y Solano, Sergio Fawcett, Louise y Posada Carbo, Eduardo

Elite empresarial y desarrollo industrial en Barranquilla, 1875-1930 “Árabes y judíos en el desarrollo del Caribe colombiano, 1850-1950”

Isaza, José Fernando y Salcedo, Luis Eduardo Machado, Aldalberto

Sucedió en la Costa Atlántica, los albores de la industria petrolera en Colombia “La exportación de carne en el Packing House de Coveñas, 1918-1938”

Meisel Roca, Adolfo y Posada Carbo, Eduardo

“Los bancos de la Costa Caribe, 1873-1925”

Meisel Roca, Adolfo y Viloria De la Hoz, Joaquín

“Barranquilla Hanseática: el caso de un empresario alemán”

Meisel, Adolfo, y Viloria De la Hoz, Joaquín

“Los alemanes en el Caribe colombiano: el caso de Adolfo Held, 1880-1927”

Innovar, nº 5, junio, 1995. Monografías, 40, Facultad de Administración Universidad de los Andes, 1994. lasa, Chicago, 1998, (mimeo). Stanford University, Departament of History, 2000 (mimeo). Federación Nacional de Cafeteros, Bogotá, 2002. Ediciones Uniatlántico, Barranquilla, 1993. Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, vol xxxv nº49, 1998. El Áncora Editores, Bogotá, 1991. Monografía de grado, Departamento de Economía, Universidad Tecnológica de Bolívar, 1989. En Fabio Sánchez (editor), Ensayos de historia monetaria y bancaria en Colombia, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1994. Próximo a publicarse en: Ensayos de Historia Empresarial de Colombia, Carlos Dávila (editor), 2002. Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, nº 49, Bogotá, 1998.

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Molina, Luis Fernando Ocampo, Gloria Isabel Posada Carbo, Eduardo Posada Carbo, Eduardo

“Ganaderos y empresarios en el Caribe colombiano, 1850-1950”

Restrepo, Jorge y Rodríguez, Manuel

“La actividad comercial y el grupo de comerciantes de Cartagena a fines del siglo xix” “Amalgamarse al alma de Colombia. Scadta y los principios de la aviación en Colombia, 1919-1940” “El Central Colombia: inicios de la industrialización en el Caribe colombiano”

Rinke, Stefan Ripoll de Lemaitre, María Teresa Ripoll de Lemaitre, María Teresa Ripoll de Lemaitre, María Teresa Ripoll de Lemaitre, María Teresa Ripoll de Lemaitre, María Teresa y Báez Ramirez Javier Eduardo Rodríguez, Manuel y Restrepo, Jorge Segovia, Rodolfo y Navarro, Claudia Solano de las Aguas, Sergio Sourdis Nájera, Adelaida Sourdis, Adelaida Viloria De la Hoz, Joaquín Viloria De la Hoz, Joaquín Viloria de la Hoz, Joaquin Zambrano, Milton

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“El viejo Mainero. Actividad empresarial de Juan Bautista Mainero y Truco en Bolívar, 1860-1918” “Cuando Marta era Marta…: la instauración de la hacienda en el Valle del Sinú (Caribe colombiano), 1881-1956” “Karl Parrish: Un empresario colombiano en los años veinte”

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Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, nº17, Bogotá, 1988. Universidad de Antioquia, Medellín, 1999. Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, vol xxiii, 1986. Próximo a publicarse en: Ensayos de Historia Empresarial de Colombia, Carlos Dávila (editor), 2002. Estudios Sociales, i, 1, 1986. Innovar, nº 10, julio-diciembre, 1997.

Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, nº 47, Bogotá, 1997. “Diego Martínez Camargo pionero de la Huellas, Universidad del Norte, industria petrolera en el Caribe colombiano” Barranquilla, nº 62, 2001. “El comercio y las redes familiares en Revista Aguaita, Observatorio del Cartagena: Rafael del Castillo & Cia., Caribe Colombiano, nº4, 1861-1960” Cartagena, 2000. “La tradición mercantil en Cartagena” En Haroldo Calvo y Adolfo Meisel, editores, Cartagena de Indias en el siglo XIX , 2002. Desarrollo industrial y cultura empresarial Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Cartagena, la Andian Corporation Seccional del Caribe, Cartagena, y la Refinería de Mamonal, 1920-2000 2001. “Los empresarios extranjeros Desarrollo y Sociedad, Uniandes, 8, de Barranquilla, 1820-1900” 1982. “J.V: Mogollón & Cia., 1900-1930. Próximo a publicarse en: Ensayos de Ensuciando papeles” Historia Empresarial de Colombia, Carlos Dávila (editor). “Familia empresarial y desarrollo industrial Historia y Cultura, Revista de la en el Caribe colombiano. El caso de la Facultad de Humanidades, UniverFábrica de Tejidos Obregón” sidad de Cartagena, nº 1, 1993. “Los judíos sefarditas en Barranquilla. Boletín Cultural y Bibliográfico, El caso de Jacob y Ernesto Cortissoz” Biblioteca Luis Angel Arango, nº49, Bogotá, 1998. El registro oculto de los sefardíes del Caribe en Academia Colombiana de Historia, la formación de la nación Colombia, 1813-1886 Bogotá, 2001. “Empresarios de Santa Marta: el caso de Revista Aguaita, nº 5, Cartagena, Joaquín y Manuel Julián de Mier, 1800-1896” 2001. “Ganaderos y comerciantes en Sincelejo, Cuadernos de Historia Económica y 1880-1920” Empresarial, nº 8, Cartagena, 2001. “Aspectos históricos del café en Historia Caribe, nº 3, Barranquilla, la Sierra Nevada de Santa Marta” 1998. El desarrollo del empresariado Universidad del Atlántico, en Barranquilla, 1880-1945 Barranquilla, 1998.

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La crisis del patrón de acumulación en la industria del Caribe colombiano, 1990-1999* La década de los noventa trajo consigo la prolongación y, particularmente en el segundo quinquenio, el agravamiento de la crisis industrial desatada desde comienzos de los años ochenta. Las reformas económicas asociadas al patrón de desarrollo aperturista que se implementaron en esa década, y que auguraban la conversión del Caribe colombiano en la región industrial y exportadora por excelencia, dada su proximidad a los puertos, no presentaron los resultados esperados. La evidencia confirma que la industria tendió a concentrarse aún más en la zona andina y, dado que en las etapas iniciales del proceso aperturista el sector industrial de la región presentaba grandes deficiencias, se profundiza un proceso de desindustrialización relativa, que, debido al carácter estructural de los problemas afrontados, está lejos de superarse. Factores como el desplome de la inversión industrial que propicia la caída en la producción y con ella la pérdida de participación de la industria regional en el agregado nacional, la caída en el margen de ganancia –mark up–, la reducción sustancial en la utilización de la capacidad instalada, la escasa incorporación de cambio técnico y el desastroso desempeño del comercio exterior, se convierten en los elementos explicativos de la crisis de acumulación industrial en el Caribe colombiano durante la década de los noventa.

* Este artículo es un resumen del trabajo de grado de maestría en economía titulado “El Estancamiento de la Industria Manufacturera en el Caribe Colombiano, 1990-1998” realizado por Juan Carlos Trujillo en el marco del convenio interinstitucional Universidad Nacional de Colombia - Observatorio del Caribe Colombiano.

FOTO: COSTA 2000, EVOCACIÓN Y DESTINO DEL CARIBE. NUESTRO MUNDO

Por Juan Carlos Trujillo y Dairo Novoa Pérez

La industria costeña no presentó los resultados esperados como producto de las reformas económicas asociadas al patrón de desarrollo aperturista. En la gráfica, un aspecto de Propilco en la zona industrial de Mamonal en Cartagena. FOTO CARTAGENA INDUSTRIAL, DE JAIME BORDA Y GUILLERMO DURÁN

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cuadro 1 Dinámica de la Inversión Bruta en la Industria Nacional y Regional (Tasas promedio de Crecimiento Anual) Industria nacional

Industria regional

Períodos

Inversión bruta total

Inversión bruta total

Sin 351

Sin 390

1990-1994 1995-1998 1990-1998

0.52% -14.21% -2.09%

3.56% -15.90% -1.67%

10.82% -28.30% -3.38%

4.16% -21.87% -3.33%

Sin 351 - 390 14.51% -41.74% -8.14%

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

Comportamiento de la Inversión Industrial1 Las vicisitudes experimentadas por la industria manufacturera regional se palpan en forma fehaciente al observar la dinámica de la inversión bruta industrial. Los indicadores de crecimiento registrados en el Cuadro 1 constatan la relativa fragilidad del flujo

1 En el tratamiento de la inversión bruta de la industria regional, se identifican cuatro grandes grupos de inversión según activos: inversión en maquinaria y equipo, inversión en edificios y estructuras, inversión en equipo de oficina y sistemas e inversión en equipo de transporte. Estas categorías de activos fueron deflactadas con los índices de formación bruta de capital fijo (ifbk), provistos por el dane, tomando como año base 1990.

48

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de inversión durante los noventa. Las periodizaciones utilizadas en este análisis son las siguientes: 1990-94, 1995-98 y 1990-98. En general, el primero de estos subperíodos coincide con la implantación de las primeras medidas liberacionistas y caracteriza el comportamiento dinámico del sector en la corta expansión previamente mencionada y además presagia la crisis que se suscita en el subperíodo 1995-98. Así, en este último lapso la industria regional acusa los signos más severos de la recesión, alcanzando una tasa de desinversión promedio de 15.9%. Este desplome de la inversión bruta industrial se convierte así en un elemento consubstancial con la dramática pérdida de participación de la industria en el pib regional (Gráfico 1). Un resultado interesante se presenta al excluir del total de la inversión bruta regional los sectores de sustancias químicas industriales (ciiu 351) –que han jalonado tradicionalmente el desarrollo industrial de

gráfico 1 Participación Media de los Grandes Sectores Económicos en el pib Regional

Participación (porcentaje)

Con el fin de evaluar cada uno de estos factores, el presente artículo analiza la evolución de la actividad industrial en la región Caribe a lo largo de los noventa. El artículo aborda, en primer lugar, el comportamiento de variables como la inversión industrial, la composición e intensidad de la inversión y la relación capital-producto. Enseguida se evalúa el desempeño de la industria regional, haciendo hincapié en los resultados que arrojó la productividad total de los factores y el modelo propuesto sobre los determinantes del cambio técnico. Prosigue con el análisis del impacto sectorial de las demandas interna y externa, deteniéndose un poco en la evolución del comercio exterior por sectores industriales. Para finalizar, a modo de conclusión, se plantean los hallazgos más relevantes y se brinda al lector un glosario con la terminología técnica utilizada.

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Agropecuario

Minería

Industria

Servicios

fuente Cálculo de los autores con base en dane-Cuentas Nacionales.

la región– y el de otras industrias manufactureras (ciiu 390) –sesgado por la inclusión del sector de refinerías de petróleo–. Las cifras del Cuadro 1 destacan una vez más el confinamiento de la acumulación en las ramas consolidadas durante las primeras fases de la sustitución de importaciones –alimentos, principalmente-, ligadas fuertemente a la evolución de la demanda doméstica. Tal es el caso del quinquenio 1990-94, que registra una tasa de crecimiento promedio de la inversión sin ciiu351 y ciiu 390 de 14.5%, sustancialmente mayor que el indicador de la inversión total (3.56%), mostrando así el impacto del boom de la demanda nacional que siguió a las estrategias de desregulación comercial emprendidas en dicho período. Lo mismo es evidente para los años 1995-1998 cuando, al reorientar el modelo aperturista y ponerle freno a la excesiva liberación de los mercados de factores2, se propicia la declinación de la demanda agregada con el consecuente retroceso en la dinámica inversionista que en ese lapso registra un crecimiento real atípico de -41.74%. Sobre el impacto de la demanda interna se volverá más adelante.

Composición de la Inversión Industrial y Formación de Capital En términos generales, la consolidación de la industria ha estado asociada al avance paulatino en la inversión sectorial, haciéndose más evidente cuando el sector productivo de un país (o región) se expone a la competencia externa, resultando indispensable la intensificación de los requerimientos de inversión do-

2 Es conveniente señalar que hasta 1994 el país crecía basado en el incremento sostenido de la demanda doméstica, consecuencia entre otros factores del aumento del gasto público, pero con graves problemas de revaluación o de deterioro en la cuenta corriente de la balanza de pagos financiada parcialmente por la apertura de la cuenta de capital. No obstante, la administración Samper mantuvo el proceso de apertura desde 1994 esta vez reorientando los objetivos de política económica en el control de la demanda agregada y de la revaluación a través de un freno a los flujos de capital y el aumento del ahorro interno vía incremento de las tasas de interés. Para mayores detalles, véase Garay, Luis (director). Colombia: Estructura Industrial e Internacionalización, 1967-1996. Departamento Nacional de Planeación, Colciencias, Consejería Económica y de Competitividad, Ministerio de Comercio Exterior, Ministerio de Hacienda y Crédito Público, Proexport. Bogotá, Julio de 1998, pp. 37-38.

méstica que permitan lograr procesos de adaptación tecnológica y por esta vía, desarrollar ventajas competitivas dinámicas3. En este sentido, la inversión industrial debe cumplir un papel de vaso comunicante por medio del cual se introducen los cambios tecnológicos que el aparato productivo necesita para ser competitivo. A partir de 1990 la evolución de la inversión industrial total en el Caribe colombiano muestra importantes variaciones cíclicas (Gráfico 2). Cabe resaltar la suave caída de esta variable en 1992, su intensa recuperación en 1993, su retroceso en 1994 y los fuertes ciclos que exhibe hasta 1998. Sería muy difícil intentar darle una explicación válida a semejante volatilidad en el comportamiento de la inversión durante esos años, máxime cuando no existen datos sobre la utilización de la capacidad instalada en la industria regional para ese período. No obstante, se podría afirmar que frente a la pérdida de mercados internos y externos, muchos empresarios del sector intentaron compensar su deterioro competitivo cambiando de equipos, aprovechando las facilidades de acceso al crédito de inversión4. Tal argumento puede tomar fuerza al observar que tanto la inversión en maquinaria y equipo como el acervo total de capital registraron tasas de crecimiento promedio anual positivas del orden de 7.3% y 4.3%, respectivamente (Cuadro 2). En el cuatrienio 1995-98, cuando la apertura se consolidó, las cosas no resultaron mejores para la dinámica inversionista. Durante este período se registraron retrocesos sin precedentes en el crecimiento real de la inversión bruta, de la inversión en maquinaria y equipo, y del acervo de capital, los dos primeros alcanzando tasas negativas. De particular importancia en este período es el año 1997 cuando la inversión bruta cae -48.6%, –la tasa más baja registrada desde 1974– y la inversión en maquinaria y equipo desciende a una tasa de -48.9% –superada sólo por la lograda en 1984, de -49.4%–, al tiempo que el acervo de capital mostró por primera vez –desde que existen cifras para la industria regional– un índice de crecimiento negativo

3

Un argumento en favor de una estrategia para el fortalecimiento de la inversión doméstica en el marco de los procesos de apertura puede verse en Rodrik, Dani. Cómo hacer que la apertura funcione, Ediciones Tercer Mundo-odc, Bogotá, 2000. 4 Garay, Luis, op. cit., p. 120.

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49

Barranquilla, puerto marítimo y fluvial en la desembocadura del río Magdalena. COSTA 2000, EVOCACIÓN Y DESTINO DEL CARIBE. NUESTRO MUNDO

50

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gráfico 2 Crecimiento de la producción y de la inversión industrial en el Caribe colombiano

1998

1997

1996

1995

1994

1993

1992

1991

Inversión bruta Acervo de capital

1990

1989

1988

1987

1986

1985

1984

1983

1982

40 30 20 10 0 -10 -20 -30 -40 -50

1981

Producción bruta Inversión en maquinaria y equipo

1980

5 Según la clasificación por uso o destino económico (cuode) de los sectores industriales a un nivel de desagregación de tres dígitos del Código de Identificación Industrial Uniforme (ciiu), se identifican cinco grandes grupos de bienes industriales, a saber: bienes de consumo durable (bcd), bienes de consumo no durable (bcnd), bienes intermedios (bi), bienes de capital (bk) y bienes asociados al transporte (bat).

y los asociados al transporte muestran en este período un comportamiento decreciente en la inversión. Durante el período 1990-1994, los sectores agrupados en los bienes de consumo no durable y bienes de capital fueron los que presentaron mejor desempeño en la inversión industrial, identificándose, en el primer grupo de bienes, la fabricación de productos alimenticios por presentar crecimientos en la inversión y en el acervo de capital, de 8% y 6.5% anual, respectivamente. Este desempeño sectorial es justificable si se tiene en cuenta que la producción de la industria de alimentos se orienta hacia el mercado interno y que la demanda doméstica en ese período evolucionó de manera considerable. Por su parte, los bienes de ca-

Porcentaje

(-2.1%). Este protuberante desplome incidiría en las subsecuentes caídas de la producción bruta –de -0.3% en 1998 y de -4.0% en 1999– a pesar de que la inversión repunta en 1998, aunque con un ligero impacto en el acervo de capital que crece apenas 0.6% ese año. En los sectores agrupados por tipo de bien5, la inversión industrial presentó en el período 1990-94 un desempeño significativamente mayor al período previo (1985-89), destacándose el buen desempeño del grupo de bienes de capital que creció 57.4% en promedio anual. (Cuadro 2). En particular, los bienes intermedios registraron crecimientos negativos en sus gastos de inversión, un fenómeno explicable por el deterioro competitivo que sufrió este grupo de bienes como resultado de la revaluación del tipo de cambio, dado el carácter transable de su producción. Un ejemplo de esta dramática situación fue lo ocurrido en el sector de sustancias químicas, cuyos niveles de inversión fueron notablemente reducidos entre 1990 y 1994 –desciende de 32 a 16 millardos de pesos de 1990– aun cuando el acervo de capital creció ligeramente durante el mismo lapso. De igual forma, los bienes de consumo durable

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

cuadro 2 Crecimiento promedio anual de la inversión, el Acervo de capital y la producción industrial

BCD BCND BI BK BAT Total industria

Acervo de capital Tasa de crecimiento promedio

Inversión industrial Tasa de crecimiento promedio

Tipo de bien

1980-84

1985-89

1990-94

1995-98

1990-98

1980-98

-20.6% -6.0% 17.7% 1.5% 21.1% 9.9%

11.4% 36.0% -7.6% 12.8% 69.9% -0.6%

-9.1% 24.9% -5.3% 57.4% -30.6% 3.6%

-26.5% -42.9% -9.8% -16.2% -39.5% -15.9%

-7.4% -13.8% 0.2% 46.3% -21.5% -1.7%

-9.0% -5.6% 5.1% -1.1% -9.0% 2.6%

1980-84 1985-89 0.8% 9.4% 15.2% 4.9% 25.7% 13.2%

4.2% 3.4% 1.8% 8.8% 3.5% 2.5%

1990-94 5.1% 8.9% 2.7% 3.4% 2.6% 4.3%

1995-98 -1.2% 0.8% 0.6% 3.7% -8.0% 0.5%

Producción industrial Tasa de crecimiento promedio 1990-98 1980-98 2.9% 5.6% 2.4% 3.6% -2.6% 3.1%

4.2% 5.6% 5.3% 4.2% 4.2% 5.2%

1980-84 1985-89

1990-94

1995-98

18.3% 5.7% 7.0% 6.5% 16.8% 7.4%

-2.9% 7.4% 1.2% -1.6% -29.9% 2.1%

-0.1% 4.6% -0.1% 11.3% -5.4% 1.8%

-8.1% 2.3% 0.9% -2.3% 11.4% 0.9%

1990-98 1980-98 -1.6% 7.2% 2.7% 0.7% -9.5% 3.5%

1.1% 5.3% 3.3% 0.9% 1.1% 3.7%

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

pital evidenciaron el mayor dinamismo de la inversión en la industria regional jalonado exclusivamente por el sector de construcción de maquinaria no eléctrica en donde la inversión creció a una tasa media de 12.8% anual. Entre 1995 y 1998, la inversión manufacturera mostró un agudo retroceso en el conjunto de la industria. Todos los grupos de bienes experimentaron crecimientos negativos en la inversión, destacándose la abrupta caída en los bienes de consumo no durable (42.9%). Sin embargo, se aprecia por un lado, que a nivel regional el acervo de capital no decreció en la misma proporción de la inversión, y por otro, que conforme a lo visto en el gráfico 2, la inversión en maquinaria y equipo decreció sustancialmente entre 1995 y 1997, lo que demuestra que el resto de rubros de la inversión contribuyeron en buena medida a que la caída en el acervo de capital no fuera más pronunciada6. En general, con pocas excepciones, los sectores industriales presentaron reducciones significativas en sus niveles de inversión, particularmente entre 1996 y 1997, y se recuperaron paulatinamente en los años posteriores pero con dramáticas consecuencias en los ritmos de producción. Nótese que entre 1995 y 1998 la producción manufacturera regional logra apenas

6

En efecto, aun cuando las inversiones en edificios y estructuras y en equipos de transporte ostentaron crecimientos negativos durante el período 1990-1998, la inversión en equipos de oficina y sistemas creció durante el mismo lapso a una tasa de 13% promedio anual, convirtiéndose en el segundo rubro de inversión más dinámico de la industria regional en los noventa. El crecimiento sostenido de este tipo de inversión alude a la intensificación en el uso de tecnologías informáticas por parte de un buen número de empresas regionales sin que el efecto haya sido suficiente para enfrentar el deterioro progresivo de la industria regional en su conjunto.

una tasa de crecimiento de 1.8% promedio anual (Cuadro 2). En síntesis, durante la segunda mitad de los noventa, la industria manufacturera regional evidencia claros síntomas de aletargamiento, sustentados en buena medida en el bajo dinamismo de la inversión –que decrece a una tasa promedio de -1.7% anual entre 1990 y 1998– al que subyace el pobre desempeño de la inversión en maquinaria y equipo, que durante el mismo período registra una caída de -4.2% anual. De manera similar, en la primera fase del período aperturista (1990-94), la inversión bruta total de la industria nacional mostró un buen desempeño, alcanzando un crecimiento de 2.6% promedio anual 7, un punto por debajo del guarismo observado en esta variable a nivel regional. Sin embargo, en el período 1994-98, al igual que en la industria regional, la dinámica de la inversión bruta industrial nacional decae ostensiblemente8.

Intensidad de la Inversión y del Capital La intensidad de la inversión, definida como la relación entre la inversión y la producción, es un indicador que permite evidenciar las adiciones a la capacidad productiva provistas por el flujo de inversión respecto a cada unidad de producto obtenida, o qué porción de la producción se reinvierte. En particular, este indicador refleja la dinámica de incorporación de nuevos patrones técnicos y tecnológicos al conjunto de la estructura industrial. 7

Garay, Luis, op. cit., p.538. Malaver, Florentino. Dinámica y transformaciones de la Industria Colombiana, en Cuadernos de Economía nº 36, Universidad Nacional, Bogotá, 2002, p. 17. 8

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51

Aspecto de la producción en Polymer, zona industrial de Mamonal. FOTO CARTAGENA INDUSTRIAL, DE JAIME BORDA Y GUILLERMO DURÁN

Desde los inicios de la década del noventa, la intensidad de la inversión en la industria del Caribe colombiano ha mostrado un discreto desempeño logrando tan sólo una tasa de 6.2% promedio anual entre 1990 y 1998 (Gráfico 3). Un análisis más detallado de la evolución de este indicador permite caracterizar sus distintas fases: la primera, entre 1990 y 1992, en la cual el estancamiento de la inversión bruta es la principal causa de la inercia exhibida; una segunda fase en 1993, cuando la intensidad de la inversión registra una tasa de 9.2% –la más alta desde 1983– gracias a las masivas inversiones en maquinaria y equipo durante ese año; un fuerte retroceso en 1994 debido fundamentalmente a la caída

en la inversión bruta; un leve repunte en 1995 y finalmente, a partir de 1996, un desplome vertiginoso en la intensidad de la inversión, resultado de la descomunal reducción en la dinámica de la inversión entre 1996 y 1998 –principalmente en 1997 cuando ésta toca fondo– y la relativa estabilidad observada en la producción bruta durante ese breve período. Ahora bien, la parsimoniosa incorporación de capital por la vía de la inversión bruta se percibe más claramente al observar el comportamiento de la intensidad de capital (k/l) –relación entre el acervo de capital y el número de trabajadores– (Gráfico 4). Concretamente, se aprecia en primera instancia en 1992

gráfico 3

gráfico 4

Intensidad de la inversión industrial Región Caribe

Intensidad de capital (k/l) con y sin ciiu 390 Región Caribe

100

Miles de pesos constantes por empleado

20.000

60

40

20

0

16.000 14.000 12.000 10.000 8.000 6.000 K/L

4.000

K/L sin CIIU 390 2.000

A G U A I TA O C H O / D I C I E M B R E 2 0 0 2

1998

1997

1996

1995

1994

1993

1992

1991

1990

1989

1988

1987

1986

1985

1984

1983

1982

1981

1998

1997

1996

1995

1994

1993

1992

1991

1990

1989

1988

1987

1986

1985

1984

1983

0

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnpdde.

52

18.000

1980

Porcentaje

80

Deflactor utilizado: ifbk base 1990. fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

cuadro 3 Comportamiento de la intensidad de capital y la inversión en maquinaria y equipo

BCD BCND BI BK BAT Total industria

Acervo de capital Tasa de crecimiento promedio

Inversión industrial Tasa de crecimiento promedio

Tipo de bien

1980-84

1985-89

1990-94

1995-98

1990-98

1980-98

-20.6% -6.0% 17.7% 1.5% 21.1% 9.9%

11.4% 36.0% -7.6% 12.8% 69.9% -0.6%

-9.1% 24.9% -5.3% 57.4% -30.6% 3.6%

-26.5% -42.9% -9.8% -16.2% -39.5% -15.9%

-7.4% -13.8% 0.2% 46.3% -21.5% -1.7%

-9.0% -5.6% 5.1% -1.1% -9.0% 2.6%

1980-84 1985-89 0.8% 9.4% 15.2% 4.9% 25.7% 13.2%

4.2% 3.4% 1.8% 8.8% 3.5% 2.5%

1990-94 5.1% 8.9% 2.7% 3.4% 2.6% 4.3%

1995-98 -1.2% 0.8% 0.6% 3.7% -8.0% 0.5%

Producción industrial Tasa de crecimiento promedio 1990-98 1980-98 2.9% 5.6% 2.4% 3.6% -2.6% 3.1%

4.2% 5.6% 5.3% 4.2% 4.2% 5.2%

1980-84 1985-89

1990-94

1995-98

18.3% 5.7% 7.0% 6.5% 16.8% 7.4%

-2.9% 7.4% 1.2% -1.6% -29.9% 2.1%

-0.1% 4.6% -0.1% 11.3% -5.4% 1.8%

-8.1% 2.3% 0.9% -2.3% 11.4% 0.9%

1990-98 1980-98 -1.6% 7.2% 2.7% 0.7% -9.5% 3.5%

1.1% 5.3% 3.3% 0.9% 1.1% 3.7%

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

una dramática caída que obedece a una mayor dinámica en la generación de empleo respecto al crecimiento en el acervo de capital y, en segunda instancia, una relativa estabilidad de la intensidad de capital como resultado del estancamiento en los ritmos de crecimiento tanto del acervo de capital como del empleo manufacturero –entendiendo el empleo manufacturero como la suma de los empleos permanentes y temporales–. Tal proceso podría reflejar la exigua variación en los patrones técnicos de la industria regional como quiera que, por un lado, la acumulación de capital estaba estancada, y por otro, se advierten caídas sustanciales en la utilización de la capacidad instalada de la industria a partir de 1997 –tema que se aborda más adelante–. Al analizar la dinámica de la intensidad de capital por tipo de bien se aprecia, a partir de los noventa, una extraordinaria desaceleración en todos los grupos frente al desempeño logrado en la década anterior, lo que sugiere nuevamente la escasa importancia que la industria regional concedió al mejoramiento en la eficiencia de los factores de producción (Cuadro 3). No obstante, las cuantiosas inversiones en maquinaria y equipo en los años 1993 y 1995 contribuyeron en buena medida a profundizar la especialización tecnológica en algunas ramas de la industria. Dentro de los grupos de bienes, los intermedios y los de consumo no durable presentan claras tendencias a la intensificación de capital, en los cuales se destacan los sectores de sustancias químicas (351), refinerías de petróleo (353) y alimentos excepto bebidas (311). Nuestra investigación permite afirmar entonces que la apertura económica y la desregulación emprendidas en los noventa no incentivaron en los empresarios regionales la modernización de la industria –aumentos significativos en k/l– por la vía de mayores gastos en inversión incorporadora de cambio tecnológico con una

grave incidencia en el crecimiento sectorial y en la eficiencia productiva de las empresas.

Desempeño de la Industria Regional en los Noventa9 Otro de los determinantes fundamentales de la inversión por el lado de la demanda es la rentabilidad, representada en la tasa de beneficio. En efecto, la rentabilidad de la actividad manufacturera depende de la evolución de la demanda toda vez que una mayor actividad económica incrementa la masa de ganancias, aumentando en consecuencia, y para un nivel determinado de acervo de capital, la tasa de beneficios. En el cálculo de la tasa de beneficio y el margen de ganancia se usó la metodología aplicada por Chica10 para la industria nacional, en la cual se sigue un marco analítico postkeynesiano-estructuralista. El Cuadro 4 muestra los resultados del desempeño industrial de la región durante los noventa. En primera instancia, entre 1990 y 1991, se presenta una leve caída en la productividad del capital acompañada de un incremento en el costo laboral unitario; así mismo, la tasa salarial y la productividad laboral experimentan

9

Para el análisis de la rentabilidad en la industria regional se acoge como marco analítico la visión postkeynesiana, según la cual las decisiones de inversión están determinadas por factores de demanda y rentabilidad y donde la factibilidad en la implementación de estas decisiones depende de factores financieros y de disponibilidad de divisas. Éstos últimos factores se excluyen del presente análisis en razón de la escasa información que se dispone a escala regional. Una amplia revisión de la evidencia empírica en favor de las restricciones de demanda sobre la inversión puede verse en Junankar, Raja. “Investment: theories and evidence”, Mcmillan, Essex, 1972. 10 Véase Ricardo Chica. “El desarrollo industrial colombiano, 19581980”, en Desarrollo y Sociedad, nº 12, Bogotá, 1984, p. 94.

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cuadro 4 Indicadores de desempeño industrial Año

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

Productividad laboral* 4.6 1.0 17.0 2.5 -4.1 30.5 -0.4 10.3 5.7 4.3

Tasa salarial*

1.3 3.2 -4.2 8.8 -1.2 7.1 7.3 2.2 4.5 6.7

Región Caribe Costo Laboral unitario* -3.2 2.2 -18.1 6.2 3.0 -18.0 7.7 -7.3 -1.1 2.3

(Porcentajes)

Productividad del capital* -0.9 -1.2 16.1 -8.5 -6.2 19.2 -5.2 11.1 -0.1 -9.2 **

Utilización capacidad instalada n.r n.r n.r n.r n.r n.r n.r 76.9 73.8 71.9

Tasa de beneficio 3.2 2.8 12.9 2.4 9.8 6.2 9.0 11.1 7.8 3.8 **

Margen de ganancia 7.36 1.73 31.67 6.06 1.71 14.37 21.05 25.38 17.63 9.5

n.r.: No se dispone de información estadística. * Tasas de crecimiento. ** Calculado con acervo de capital proyectado. nota La utilización de la capacidad instalada fue tomada de la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta de la andi. fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dnp-dde.

tímidos incrementos, situación en la que todavía se carece de suficientes elementos de juicio para visualizar el impacto aperturista en el contexto industrial. En 1992, se manifiesta un inusitado incremento tanto en la tasa de beneficio como en el margen de ganancia, atribuible a los menores gastos industriales y a la reducción en el costo de la mano de obra como efectivamente se evidencia en la caída de la tasa salarial. No obstante, al año siguiente estos dos indicadores se debilitan ostensiblemente, situación que obedece esta vez a los mayores incrementos en los gastos y las remuneraciones del sector frente a un retroceso en la dinámica del valor agregado11. A partir de 1994 empieza a configurarse un escenario distinto para la industria regional ya que tanto la tasa de beneficio como el margen de ganancia se recuperan e inician un notable proceso de crecimiento que se extiende hasta 1997. Simultáneamente, desde 1994 se observan repuntes intermitentes en la productividad del capital, causados principalmente por las variaciones en el valor agregado. El crecimiento de la tasa salarial desde 1995 se debe principalmente a las mayores caídas en el empleo manufacturero. Así mismo, la productividad laboral –cuya evolución se explica tam11 Al respecto, cabe señalar que entre el total de gastos industriales de la región, los costos laborales de administración y ventas y el rubro de otros gastos de administración y ventas crecieron conjuntamente casi el 50% entre 1992 y 1993. En particular, en este último rubro se destaca la dinámica creciente de los costos en los servicios públicos, en los arrendamientos de bienes inmuebles y en el alquiler de maquinaria y equipo al amparo de las presiones inflacionistas de estos años.

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bién por la mayor variación en el empleo respecto al valor agregado– muestra alzas notorias durante este lapso, aunque no de manera sostenida. A ello hay que agregar como hecho favorable para la competitividad industrial el retroceso sustancial en el costo laboral unitario en 1995 y la tendencia decreciente que exhibe desde ese entonces. La combinación de estos eventos en la industria regional desde 1993 hasta los inicios de 1997 permite hablar entonces de una leve mejora en las condiciones de realización, liderada esencialmente por la recuperación paulatina de los salarios y por el incremento en la tasa de beneficio. No obstante, el panorama empieza a deteriorarse desde 1997 como consecuencia del “recalentamiento” de la economía nacional. En 1998, los descensos simultáneos en la tasa de beneficio y en el margen de ganancia se producen justo en el momento en que la participación de las remuneraciones en el valor agregado –o el costo laboral unitario– venía deteriorándose y cuando no era muy clara la tendencia al aumento en la intensidad de capital en la producción. Así mismo, las reducciones sistemáticas en el uso de la capacidad instalada se agregan a esta desafortunada situación que a estas alturas remite necesariamente a un problema de formación de demanda por bienes industriales. Adicionalmente, entre 1997 y 1999 se nota una tendencia creciente en la tasa salarial concomitante con menores crecimientos en la productividad laboral, llegando incluso la primera a estar por encima de la segunda en 1999. Esta situación presiona la caída del margen de ganancia en este último año con funestas consecuencias para la inversión y el empleo manufacturero.

Sin duda, los brotes recesivos surgidos en la economía nacional desde 1996 transmitieron la erosión progresiva de la demanda agregada al sector industrial de la región por la vía de la rentabilidad, convirtiéndolo en una actividad poco atractiva para la inversión12.

Productividad total de los factores y cambio técnico El modelo de crecimiento neoclásico se ha constituido en el marco analítico dominante respecto a la medición de la tasa de cambio técnico tanto en el plano teórico como en el empírico. En este sentido, la importancia de este modelo –a partir de los artículos de Solow sobre la función de producción y el cambio técnico13– radica en que bajo los supuestos tradicionales de: 1) competencia perfecta en los mercados de productos y de factores, 2) rendimientos constantes a escala, 3) optimización de largo plazo de las firmas y ausencia de externalidades en la producción y 4) progreso técnico no incorporado a los bienes de capital, la tasa de cambio técnico es igual al residuo no explicado por el crecimiento de los factores productivos, es decir, la productividad total de los factores (en adelante, ptf). Asumiendo entonces una función de producción –forma paramétrica de la tecnología–, el cambio en los insumos productivos genera movimientos a lo largo de esta función de producción en tanto que la variación positiva en el residuo (ptf) representa un desplazamiento ascendente de la función de producción manteniendo constantes los precios de los factores. Tal desplazamiento implica cierto grado de progreso técnico, el cual posee dos connotaciones: 1) es neutral, lo que significa que las innovaciones no ahorran relativa-

12 Desde luego, existen factores de orden estructural en la región como la inadecuada provisión de infraestructura pública y el escaso nivel de formación del recurso humano que indefectiblemente inciden en la baja rentabilidad. Sobre estos y otros temas relevantes para la región puede consultarse Calvo, Haroldo y Meisel, Adolfo (Eds.) “El Rezago de la Costa Caribe Colombiana”. Banco de la República, Fundesarrollo, Universidad del Norte, Universidad Jorge Tadeo Lozano. Bogotá, 1999. 13 Robert Solow (1956). “A contribution to the theory of Economic growth”, Quarterly journal of economics, 70, pp. 65-94; Robert Solow ( 1957 ). “ Technical change and the aggregate production function”, Review of economics and statistics, 23, pp. 101-108.

mente un factor específico, y 2) no incorporado, es decir, que los insumos de producción son por igual eficientes en el tiempo. En otras palabras, no se tienen en cuenta las variaciones en la calidad de los insumos. Es de advertir que se hará referencia al cambio técnico (o dinamismo tecnológico) sólo a las variaciones positivas en la ptf, dejando por fuera del análisis el nivel absoluto de ésta (eficiencia productiva).

Productividad total de los factores Antes de analizar los resultados de la ptf para la industria regional, es conveniente señalar que existen dos enfoques en la literatura neoclásica sobre la medición del cambio técnico: 1) el basado en números índice, también llamado no paramétrico, que intenta descomponer el producto entre sus fuentes sin suponer a priori una forma funcional específica para la tecnología y 2) el paramétrico, que utiliza formas funcionales específicas de la tecnología para, a partir de éstas, deducir ecuaciones paramétricas de cambio técnico. En este estudio, recurrimos al enfoque paramétrico que permite medir la tasa de cambio técnico a través del residuo. Sin embargo, esta metodología ha recibido duras críticas desde sus inicios14, pero su utilización, al menos para el caso colombiano, continúa siendo aceptada entre los estudiosos de la industria nacional15. Aún así, hay que aclarar que dentro de este enfoque el comportamiento de la ptf es apenas un reflejo de la dinámica del cambio técnico y no debería

14 Para una extensa revisión de las criticas a esta metodología de medición, véase Jan Fagerberg. “Technology and international differences in growth rates”, Journal of economic literature, vol. xxxii, September, 1994, pp. 1147-1175. 15 En particular, véanse los trabajos de Juan Echavarría. Cambio técnico, inversión y reestructuración en Colombia, en Coyuntura Económica, vol. xx, nº 2, Junio de 1990; Guillermo Bonilla. “Tendencias de la productividad en la industria manufacturera colombiana”, en Luis J. Garay (Ed.) Estrategia industrial e inserción internacional, Fescol, Bogotá, 1992; Ricardo Chica. “Crecimiento de la productividad y cambio técnico en la industria manufacturera colombiana”, en Ricardo Chica. El Crecimiento de la Productividad en Colombia, dnp, Bogotá, 1996, y Luis J. Garay (coord.), 1998, op. cit. Un intento de medición de la tasa de cambio técnico para la industria colombiana utilizando el enfoque no paramétrico puede verse en Carlos Pombo. “Productividad industrial en Colombia: una aplicación de números índices”, en: Revista de economía del Rosario, vol 2, nº 1, junio de 1999.

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confundirse con el concepto mismo de él16; razón por la cual la aplicación de esta metodología responde más a un criterio de aproximación al desempeño innovador de la industria regional en general. Se propone entonces una función de producción (o tecnología) del tipo Cobb-Douglas de la forma: Qt=At * Ktα * Mtβ * Ltγ

Donde Qt: producción bruta real; At: PTF; Kt: acervo de capital; Mt: materias primas; Lt: personal ocupado; el subíndice t representa el tiempo en años; los superíndices α, β y γ expresan los rendimientos o productividades marginales de los respectivos factores de producción. Bajo el ya mencionado supuesto de rendimientos constantes a escala se tiene que: α + β + γ = 1. Operando algebraicamente la función de producción se llega a establecer la siguiente ecuación lineal de cambio técnico: dLnAt dLnQt dLnMt dLnLt dLnKt -α -β -γ dt = dt dt dt dt

A partir de esta ecuación se obtiene el conocido índice de Divisia:











A Q K -β M -γ L -α A = Q M L K

Los resultados de la aplicación de esta fórmula para cada uno de los sectores que conforman la industria regional se presentan en el cuadro 5. Durante la década de los noventa, el desempeño de la industria del Caribe colombiano en materia de incorporación tecnológica no se correspondió con los pronósticos de los teóricos promotores de la política liberacionista. En efecto, las cifras confirman que tanto para el período de apertura como para la fase postaperturista, el cambio técnico en la industria regional no evidenció impactos sustanciales que le per16 Sobre el concepto general de cambio técnico puede verse Alvaro Zerda. Apertura, nuevas tecnologías y empleo, Fescol, Bogotá, 1992, cap. 4.

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mitieran consolidar progresivamente mayores niveles de competitividad y aprovechar las externalidades provenientes de su ventaja comparativa –y estratégica– de localización geográfica en el marco de la globalización de la economía. No obstante, si se analiza con mayor detalle la evolución de la ptf por sectores durante el período de apertura, puede verse cómo algunos de éstos mostraron un notable incremento de esta variable frente a lo que ocurrió en el período inmediatamente anterior. Tales cifras corroboran entonces los procesos de reestructuración acometidos por algunos de estos sectores en la medida en que se reacomodaban a una nueva estructura de mercado más competitiva. Entre los sectores que le imprimieron mayor dinamismo a la innovación se destacan aquellos considerados intensivos en capital como sustancias químicas (351), fabricación de otros productos minerales no metálicos (369) e industrias básicas de hierro y acero –ferroniquel– (371), sectores que de alguna manera aprovecharon la coyuntura revaluacionista de esta etapa para gestar importantes procesos de incorporación de equipo. Así mismo, otros sectores presentaron interesantes dinámicas innovadoras como el caso de bebidas (313) favorecido como se sabe por la no transabilidad de sus productos; el sector de confecciones (322), que vio irónicamente afectada su competitividad externa por la revaluación cambiaria17, y los sectores de fabricación de muebles (332) y de imprentas y editoriales (342) que también observaron desempeños significativos respecto a la incorporación de cambio técnico. Durante la fase postaperturista, se rezaga la dinámica tecnológica de los sectores mencionados. En general, los sectores líderes de la industria regional – químicos (351), otras industrias manufactureras (390), alimentos (311) y bebidas (313)– presentan sendas caídas en la ptf. Una vez se replantea la apertura y em17 Cabe señalar que este sector industrial, importante para la región por su alta participación exportadora desde finales de los ochenta, no pudo resarcirse de los efectos perversos del proceso revaluacionista con el buen desempeño en materia de innovación tecnológica, y quedó en una posición poco competitiva en los mercados externos con el agravante de ver disminuida su participación en el mercado doméstico a causa de la afluencia masiva de importaciones textiles y el descomunal incremento en los niveles de contrabando. Al respecto, véase Ramos, José. El comercio internacional del Caribe Colombiano. Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2001, pp.57-59.

cuadro 5 Variación porcentual de la Productividad total factorial en la Industria regional (Tasas de crecimiento promedio) CIIU 322 324 332 342 352 BCD 311 312 313 BCND 321 331 341 351 356 369 371 390 BI 381 382 383 BK 355 384 BAT Total Industria

1981-1984

1985-1989

1981-1989

1990-1994

1995-1998

1990-1998

1981-1998

-0.51 4.68 -0.04 0.79 -0.81 0.01 -2.77 -1.23 -1.20 1.94 0.18

3.72 -2.19 2.56 5.89 -0.88 1.76 0.33 0.16 4.02 1.61 0.35 -3.37 -0.43 3.76 -1.09 5.32 7.01 -0.46 1.41 -4.61 -0.02 1.77 -1.13 -1.45 -5.16 -3.40

-3.46 1.83 1.14 -2.63 1.29 -0.44 -1.77 -0.46 2.09 0.04 0.47 11.90 -6.13 -2.56 -5.29 -0.45 -0.71 -9.84 -0.71 -11.48 8.17 0.83 -0.94 -4.61 5.99 -3.55

2.40 0.90 0.60 0.79 -1.32 -0.65 0.06 0.41 0.32 0.27 -0.25 0.45 -1.95 0.20 -1.07 0.55 2.11 -0.15 -0.25 -4.55 0.97 5.04 0.53 -6.35 -0.48 -2.87

0.87 -0.58 0.47 -0.13 0.35 0.15 -0.11 0.26 1.25 0.46 0.85 1.24 -0.65 -0.04 -0.95 -1.17 1.44 0.21 0.87 -1.96 1.59 1.23 0.35 -3.06 2.81 0.05

0.00

0.73

-0.75

-0.06

0.19

4.54 -3.86 -0.45 -9.69 3.88 -1.27 -2.30 4.83 -7.69 -1.25 7.14 3.39 3.57 0.39 -2.40 -4.69 10.38 7.55 2.84 12.64 -12.22 -2.52 1.43 2.94 15.41 8.45

4.47 1.10 -1.82 -5.24 -2.89 -0.69 -0.20 2.80 -6.52 -1.08 -2.83 7.91 -1.16 -1.50 -2.15

3.48 -2.49 -0.10 -3.72 0.14 -0.55 -0.27 1.10 -2.21 -0.33 -0.72 4.36 0.88 0.22 -1.96

3.64 3.34 -1.25 0.75 0.93 -3.81 2.86 -4.70 -3.16 -1.15 -2.23

1.47

-0.32

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam.

pieza a desvanecerse la burbuja consumista con el subsecuente retroceso progresivo de la demanda agregada, las empresas regionales se vieron forzadas a concentrarse en la reducción de costos –principalmente los costos variables– con el fin de mantener la posición lograda en el período precedente, aunque esta vez en un mercado con mayores restricciones, restándole relativa importancia a las actividades de innovación18. A manera de comparación, las variaciones de la ptf en la industria regional se encuentran en niveles inferiores a los registrados para el agregado manufacturero nacional19. En el plano regional, los resultados obtenidos para la ptf no difieren significativamente de los trabajos precedentes de Novoa, y de Quesada y Rosado20. De esta forma, las exiguas variaciones en la ptf a lo largo de las dos últimas décadas estarían rati18

Sobre este aspecto, véase Juan C. Trujillo, op. cit., p.33. En su reciente estudio, Malaver encuentra las siguientes variaciones de la ptf para la industria nacional: en el período 1990-94, 1.7%; para 1994-98, 6% y para 1990-98, 3.6%. Véase Malaver, op. cit., p. 14, cuadro 4. 19

ficando no sólo el estancamiento estructural de esta variable sino también, y más grave aún, el rezago tecnológico de la industria regional.

Determinantes del Cambio Técnico en la Industria Regional Para establecer el impacto de las medidas de liberalización comercial de los noventa sobre el cambio técnico en la industria caribeña, se hicieron estimaciones econométricas aplicando un modelo similar a los utilizados para la industria nacional por Echavarría, Bonilla y Garay 21. Los cálculos para la industria regio-

20

Dairo Novoa. Crecimiento industrial y productividad factorial en la industria manufacturera del Caribe Colombiano, 1974-1996. Tesis de grado. Programa de Economía, Universidad de Cartagena, 1999, p.94, cuadro 17; Victor Quesada y Luis Rosado. Productividad y cambio técnico en la industria manufacturera de la Costa Atlántica, 19741991. Tesis de Magister en Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, 1996, p.36, cuadro 3.2. 21 Juan Echavarría. Op. cit., pp.115-124; Manuel Bonilla. Op. cit., pp.320-327; Luis Garay. Op. cit., pp.550-552.

A G U A I TA O C H O / D I C I E M B R E 2 0 0 2

57

nal se realizaron con un nivel de desagregación a tres dígitos del ciiu tomando como base los registros de la Encuesta Anual Manufacturera. El modelo que se propone es el siguiente:

de que en los noventa éstos se tornan positivos. Este resultado parece indicar que la composición de capital no ejerció mayor influencia en el desarrollo tecnológico de la industria regional durante esta década.

d lnPTF = C + β 1 *d lnVA+ β 2 *d lnINSK+ β 3 *d lnPL+ β 4 *d lnPK+ β 5 *d lnAPEX+ β 6 *d lnPI

donde: PTF VA INSK PL PK APEX PI

productividad total de los factores. valor agregado intensidad de capital. productividad laboral. productividad del capital. coeficiente de apertura exportadora. coeficiente de penetración de importaciones.

Los resultados obtenidos para el total de la industria regional aparecen resumidos en el Cuadro 6. La relación funcional entre el cambio técnico y el valor agregado –positiva y significativa en todos los períodos y en la mayoría de los modelos– verifica el cumplimiento de la Ley de Kaldor, según la cual el lento (rápido) crecimiento del producto incide negativamente (positivamente) en la dinámica innovadora de la industria. En esencia, ésta es la relación que podría explicar la baja incorporación de cambio técnico en la industria regional y, de contera, su estancamiento durante los noventa. De los resultados sobre las variables de apertura –tasa de apertura exportadora y tasa de penetración de importaciones– se desprende que el cambio técnico no fue influenciado por las crecientes medidas de liberalización comercial. De hecho, sólo la penetración de importaciones registra un coeficiente positivo muy bajo en el período de apertura económica y no es estadísticamente significativo. Para el resto de períodos del análisis, estas dos variables revelan una alta inelasticidad en la relación cambio técnico-apertura. Más aún, estas estimaciones confirman la nimia importancia del comercio exterior en el desarrollo tecnológico de la manufactura regional en su conjunto. Sobre la intensidad de capital cabe decir que sus coeficientes no resultaron estadísticamente significativos en ninguno de los subperíodos analizados, a pesar 21 Juan Echavarría. Op. cit., pp.115-124; Manuel Bonilla. Op. cit., pp.320-327; Luis Garay. Op. cit., pp.550-552.

58

A G U A I TA O C H O / D I C I E M B R E 2 0 0 2

En cuanto a las productividades factoriales, queda claro que el cambio técnico fue liderado durante los ochenta y el primer cuatrienio de los noventa por la productividad del capital –mayor valor agregado en relación con la inversión–. Sin embargo, en el período 1995-98 la productividad laboral comienza a presentar un coeficiente positivo y significativo, lo que corrobora sin duda el deterioro continuo en los niveles de empleo conjuntamente con la caída –aunque en menor proporción– en la dinámica del valor agregado durante este lapso. De esta forma, la modificación de las relaciones tecnológicas y en especial la reducción de la mano de obra industrial –de carácter permanente– a partir del segundo lustro de los noventa afectó positivamente el pobre desempeño de la industria regional en materia de dinamismo tecnológico.

La Demanda en la Industria Regional Ahora, abordamos la crisis industrial analizada antes desde la perspectiva de la demanda regional. Para

Cartagena, la oportunidad portuaria. FOTO: ASI ES CARTAGENA DE INDIAS- EDICIONES GAMMA

cuadro 6 Determinante del Cambio Técnico en la Industria Manufacturera del Caribe colombiano, 1982-1998 (Por Subperíodos) Variable dependiente: ptf 1982-1989 Constante Valor agregado Coeficiente exportador Penetración de importaciones Intensidad de capital Productividad del capital Productividad laboral

[1] -0.019865 0.565039**

[2] -0.019462 0.559757** -0.007297 -0.00098

[3] 0.001408

R2 ajustado

0.34159

0.335241

0.007019

0.337648

1990-1994 Constante Valor agregado Coeficiente exportador Penetración de importaciones Intensidad de capital Productividad del capital Productividad laboral

[1] 0.000878 0.430674**

[2] -0.00146 0.426941** -0.00763 0.009261

[3] 0.014378

[4] [5] 0.000887 0.030558 0.439102** -0.070219 0.432241**

R2 ajustado

0.435314

0.427846

0.005324

1995-1998 Constante Valor agregado Coeficiente exportador Penetración de importaciones Intensidad de capital Productividad del capital Productividad laboral

[1] -0.016288 0.112395*

[2] -0.020016 0.171214* 0.052949 0.030935

[3] -0.007665

R2 ajustado

0.044803

0.0373

-0.015062

1990-1998 Constante Valor agregado Coeficiente exportador Penetración de importaciones Intensidad de capital Productividad del capital Productividad laboral

[1] -0.005648 0.221739**

[2] -0.011716 0.23927** 0.012656 0.021978

[3] 0.003228

R2 ajustado

0.163421 0.165514

[5] 0.005775

[6] -0.003281 0.203372

[7] -0.0120145 0.573978**

0.484086** -0.002193

0.33704**

0.368806

0.378526

0.346352

[6] 0.035078

[7] 0.00068

-0.01891 -0.016456 -0.008821 -0.011074

-0.036864 0.010914 0.024564 0.442321** -0.004173

0.501093**

0.430405

0.534868

0.534266

0.432341

[4] -0.020657 0.152334*

[5] -0.032505

[6] -0.010715 -0.277351

[7] -0.03848 0.473664**

0.50373** 0.096481**

0.400498**

0.038693

0.518162

0.12143

0.389541

[4] -0.007665 0.258242**

[5] 0.004716

[6] 0.013423 -0.203946*

[7] -0.008191 0.286192**

0.314656*** 0.028339**

0.432746

0.315679

0.250572

-0.004356

-0.003401 -0.040909 0.079974 0.0917**

-0.031824 0.007409 0.082204

0.000602

* Estadísticamente significativo al 95% ** Estadísticamente significativo al 99%

tal efecto, nuestro análisis se divide en dos partes: una primera centrada en el estudio de los componentes de la demanda industrial en la región y sus fuentes de crecimiento, y una segunda en el examen del deterioro comercial de la industria como resultado de la erosión de su competitividad. DEMANDA INTERNA

El crecimiento de la demanda es un factor clave en el proceso de acumulación industrial22, por lo cual es importante analizar las fuentes del crecimiento de la 22

[4] -0.019054 0.561747**

Nuevamente se pone de relieve el marco analítico “postkeynesiano”, según el cual la demanda es un factor imprescindible en el análisis de las crisis de acumulación industrial.

0.165542

0.026316** 0.229551

fuente Cálculo de los autor es con base en dane-eam.

demanda, las cuales se clasifican en tres grupos: demanda doméstica, sustitución de importaciones, y exportaciones. En el Cuadro 7 se puede observar la participación de cada fuente de la demanda al crecimiento de la producción bruta industrial del Caribe colombiano para distintos subperíodos. Además se presentan las contribuciones en términos porcentuales y en su aporte a la tasa de crecimiento del producto. Las participaciones del cuadro muestran la gran importancia de la demanda doméstica en la tasa de crecimiento de la producción industrial de la región, no sólo porque representa la fuente principal para todos los subperíodos, sino también porque su importancia crece en la medida en que se revierte el proceso

A G U A I TA O C H O / D I C I E M B R E 2 0 0 2

59

cuadro 7 Descomposición del Agregado Manufacturero según Fuentes de Crecimiento Región Caribe

1.2 1.1 0.6 2.2

7.7 2.1 1.9 3.4

nota Los registros de expor taciones e impor taciones fuer on tomados de la D irección de I mpuestos y A duanas Nacionales –dian-. Estos registros son de origen, lo que significa que las exportaciones corr esponden a cada uno de los depar tamentos de la región y las importaciones a las demandadas por éstos. fuente Cálculo de los autor es con base en dane-eam.

de sustitución de importaciones. Así, en el período 1990-94, la sustitución de importaciones contribuye negativamente al crecimiento en -479.3%, lo cual representa un efecto recesivo de 10.1 puntos, de tal forma que el producto habría crecido en un hipotético 12.3% en lugar del 2.1% al cual creció sino hubiera sido por el efecto negativo de la sustitución de importaciones. Se observa además la pérdida de dinamismo de esta última fuente, y la caída sustancial en la contribución de la demanda doméstica, a lo largo del período 1995-99.

gráfico 5b Evolución de los Salarios Reales en la Industria Región Caribe

gráfico 5a

Salario mínimo 48.000

90.000.000

46.000

40.000

40.000.000 30.000.000

38.000

20.000.000 36.000 34.000

1998

38.000

0

1996

10.000.000

1980

43.000

33.000

Pesos de 1990

42.000

50.000.000

1994

48.000

60.000.000

1992

Empleo temporal

44.000

70.000.000

1990

Miles de pesos de 1990

80.000.000

53.000

Número de empleados

Salario empleados permanantes

Salario industrial 100.000.000

Evolución del Empleo Manufacturero Región Caribe

Empleo permanente

Salario obreros permanantes

1988

1.2 -10.1 -1.6 -5.1

1986

5.3 11.2 2.9 6.3

100.0 100.0 100.0 100.0

1984

1980-89 1990-94 1995-99 1990-99

Total

Sustitución de Exportaciones importaciones 15.6 16.1 51.0 -479.3 33.6 -87.5 64.1 -149.4

1982

1980-89 1990-94 1995-99 1990-99

Demanda doméstica 68.4 528.3 153.8 185.3

Subperíodos

No obstante, los retrocesos tanto en la demanda doméstica como en la sustitución de importaciones fueron acompañados por la débil contribución de las exportaciones como fuente de crecimiento, que, a pesar de ser positiva en el período 1995-99, no alcanza a contrarrestar la presión de las importaciones, lo que implica en forma manifiesta el deterioro en la balanza comercial de la industria regional. De la mano del estancamiento industrial va la pérdida de dinamismo de la demanda interna que depende, en buena medida, del nivel de empleo y de la tasa de salario real. Así, la formación de la demanda en la región Caribe se ha visto afectada por la dramática caída en el empleo manufacturero desde 1994 con una creciente temporalidad en las ocupaciones generadas por el sector que se extiende desde 1994 hasta 199723 (Gráfico 5a). La situación se agudiza después, y sólo entre 1997 y 1999 se pierden 7.923 puestos de trabajo en las dos categorías de empleo. No obstante, este considerable deterioro en los niveles de empleo estuvo acompañado por una evolución especialmente favorable en las condiciones de remuneración de los trabajadores industriales (Gráfico 5b). Así, el aumento del poder adquisitivo del fondo salarial de la industria li-

28.000 23.000

Deflactor utilizado: ipp base 1990. fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam.

18.000

Deflactor utilizado: ipp base 1990. fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam.

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1998

1996

1994

1992

1990

1988

1986

1984

1982

1980

13.000

23 Como consecuencia de la aprobación de la ley 50 de 1990 que flexibilizó el mercado laboral desde 1992 formando parte integral de la estrategia aperturista con miras a la racionalización de los costos empresariales.

Instalaciones de Rafael del Castillo y cia. s.a., sobresaliente industria harinera de la región costeña. FOTO CARTAGENA INDUSTRIAL, DE JAIME BORDA Y GUILLERMO DURÁN

gado al proceso deflacionista de la segunda mitad del decenio24 no alcanzó a compensar la “destorcida” en el empleo, lo que aunado al exiguo crecimiento del producto y a la caída en los niveles de inversión contribuyen a la profundización de la crisis estructural que ya padecía la industria caribeña.

demanda externa: a u g e d e l a s i m p o r ta c i o n e s y d e t e r i o r o e x p o r ta d o r Las dificultades por las que atravesó la industria del Caribe colombiano a lo largo de los noventa se reflejaron marcadamente en el deterioro de su competitividad

24

Situación también observable en los salarios reales de la economía en general durante ese período. Sobre este aspecto, véase López, Hugo. Características y Determinantes de la Oferta Laboral Colombiana y su Relación con la Dinámica del Desempleo, en Urrutia, Miguel (Ed.). Empleo y Economía, Memorias del Seminario, Banco de la República, Bogotá, dc, 2001, pp.158-159.

comercial. Como se observa en el cuadro 8, la participación de las exportaciones industriales regionales en las nacionales declinó de manera dramática entre 1990 y 1999 al tiempo que la participación importadora mantuvo una relativa estabilidad en el mismo período. En forma similar, el coeficiente exportador, que registra sus niveles más altos entre 1990 y 1991, cae abruptamente en 1992, año a partir del cual se estanca; por su parte, el coeficiente importador muestra un vertiginoso incremento entre 1991 y 1992 y presenta luego una suave tendencia decreciente. A partir de estos indicadores, es claro que la apertura económica no significó, como se esperaba, un jalonamiento para las exportaciones manufactureras en las empresas de la región habida cuenta de su cercanía a los puertos. Al contrario, se evidencia una dramática arremetida de las importaciones industriales especialmente en 1992 cuando éstas alcanzan un crecimiento de 140% (Gráfico 6). Este descomunal incremento en las importaciones, que afectó el crecimiento industrial,

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61

cuadro 8

gráfico 6

Comercio Exterior Manufacturero Región Caribe (Porcentajes)

Crecimiento de las Exportaciones e Importaciones Industriales de la Región Caribe y Comportamiento del Índice de Tasa de Cambio Real

Años

1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

Participación Participación Exportaciones Importaciones Región/Nación Región/Nación 31.08 26.00 47.49 35.30 32.31 30.40 31.30 34.59 40.02 39.95 39.87 40.13 30.50 23.88 26.54 26.52 27.98 24.98 23.58 25.49

Coeficiente Exportador

9.07 9.33 9.72 12.55 14.27 9.68 12.04 13.59 11.17 11.07 12.00 12.19 23.28 11.16 12.47 14.36 11.78 13.65 13.59 16.56

14.88 11.87 19.49 10.02 8.44 10.09 16.33 16.47 18.90 22.58 28.84 37.32 24.17 23.08 21.96 23.42 22.20 20.88 22.20 26.66

Coeficiente Importador 15.57 17.46 19.55 19.69 20.68 14.10 24.14 21.50 17.50 17.46 21.05 20.86 44.74 37.25 38.45 42.53 32.31 39.26 40.51 41.23

fuente Cálculo de los autores con base en dane-eam, dian.

revela el menor grado de integración vertical de la industria regional que, en condiciones de apertura, permite prescindir de las barreras a la entrada de empresas a través del control de materias primas, insumos y bienes de capital25. Este proceso explica a su vez la reorganización y la racionalización de los costos de producción que acometieron las empresas regionales y que se verifica durante la segunda mitad de la década. A partir de 1995, la dinámica del comercio exterior industrial empieza a desvanecerse al mismo tiempo que asoman las primeras señales inequívocas de la recesión. Ahora bien, si se analiza con mayor detenimiento el dinamismo exportador de la industria regional en el período de apertura económica, se puede confirmar con nitidez que la competitividad internacional de los bienes manufacturados se vio afectada en parte por la desmejora sustancial de los precios relativos originada en la sobrevaluación real del peso –legado de la apertura sin par en la cuenta de capitales26–. En efecto, el Gráfico 5 muestra cómo el ritmo de las exportaciones

25 Corchuelo, Alberto. “El Proceso de Industrialización y la Apertura”, en: Revista Economía Colombiana, nº 248, Julio-Agosto de 1994, p.114. 26 Fenómeno concomitante con lo acaecido en la industria nacional. Véase Florentino Malaver. Op. cit., p.2, cuadro 1.

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Importaciones

Exportaciones

ITCR

140 120 100 80 60 40 20 0 -20 -40 -60

140 120 100 80 60 40 20 0

fuente Cálculo de los autores con base en dian, Banco de la República.

gráfico 7 Balanza Comercial Manufacturera Región Caribe

1.000.000.000 0 -1.000.000.000 -2.000.000.000 -3.000.000.000 -4.000.000.000 -5.000.000.000 1980-84

1985-89

1988-91

1980-89

1990-94

1995-99

1990-99

fuente Cálculo de los autores con base en dian.

está fuertemente atado a la evolución de la tasa de cambio real aunque reaccionando en forma tardía durante los noventa. Nótese que para 1998 las exportaciones industriales empiezan a repuntar débilmente luego de producirse el quiebre en la tendencia revaluacionista en tanto que las importaciones ya venían en franco descenso desde 1997. Por su parte, el inusitado vigor de las importaciones al inicio de la década revela también su rápida respuesta a la rebaja en las posiciones arancelarias como consecuencia de la estrategia aperturista. En suma, lo que se advierte en el fondo es la incapacidad de la industria regional para crear ventajas competitivas dinámicas en el corto plazo así como una oferta exportable sólida que le permitiese compensar la ava-

lancha importadora, máxime en un entorno macroeconómico adverso al desarrollo industrial27. Esta desafortunada combinación de deterioro en el intercambio comercial de la industria del Caribe colombiano se plasma de manera contundente al observar los resultados de su balanza comercial. Como se aprecia en el Gráfico 7, en los noventa el déficit comercial se cuadruplicó en relación con la década anterior. También es claro que la “destorcida” en el comercio exterior se propicia desde la segunda mitad de los noventa luego de haberse socavado la incipiente estructura exportadora de la industria regional. Ahora bien, sólo en el período 1988-91 se observa un superávit comercial que coincide con la época de mayor esplendor en el comportamiento de las exportaciones en los últimos veinte años, llegando a una tasa de crecimiento promedio anual de 29%. En consecuencia, es innegable que la estrategia aperturista de los noventa le propinó un severo golpe a la manufactura regional, dejando comprometidos en el mediano plazo los esfuerzos orientados a fomentar el desarrollo exportador desde esta zona del país.

Un vistazo al desempeño comercial por sectores y tipo de Bienes En el ámbito sectorial se puede deducir que el patrón de comercio exterior de la industria del Caribe colombiano tiene en general características de tipo intraindustrial ya que los sectores con las mayores participaciones en las importaciones son los que poseen también los más altos coeficientes de exportación dado su peso específico en el agregado industrial28 (Cuadro 9). Entre estos sectores cabe mencionar el de Otros productos químicos (352), Textiles (321), Sustancias químicas industriales (351) y Ferroniquel (371) y, aunque con una baja participación en la industria, el sector de Fa-

27

Además de la revaluación que se extiende hasta 1998, también incidieron en la pérdida de competitividad de las exportaciones industriales factores como los aumentos recurrentes en las tasas de interés, las continuas reformas tributarias encaminadas a corregir el déficit fiscal, el rezago en la infraestructura pública regional, la inseguridad y la corrupción. 28 Característica que históricamente ha sido observada en el agregado manufacturero nacional. Al respecto, véase Garay, Luis, op. cit., p. 519

bricación de maquinaria eléctrica (383). Por su parte, los sectores de Confecciones (322), Calzado (324) y Otros productos minerales no metálicos (369) muestran también un alto grado de participación exportadora pero han mantenido paralelamente una apertura importadora relativamente baja desde los ochenta. Así, los sectores más intensivos en importaciones son a su vez los más intensivos en capital, lo que implicó que los mayores beneficios del discreto desempeño exportador de la industria en general quedaran en manos de estos últimos. Así, sectores como Químicos, Ferroniquel y Maquinaria eléctrica enfrentaron tipos de cambio real más favorables en el sentido de abaratar los costos de producción por la vía de las importaciones de insumos y de bienes de inversión que, de alguna manera, los hizo relativamente más competitivos. Por tipo de bien, cabe decir que los bienes intermedios siguen conservando el mayor flujo comercial en la industria regional. Dentro de esta categoría, la apertura económica significó una expansión exportadora en sectores como Ferroniquel, Sustancias químicas y Textiles, aunque la penetración de importaciones creció también considerablemente en los dos últimos. La categoría de bienes de consumo durable registra un alto desempeño exportador durante la apertura, influenciada enormemente por el sector de Confecciones. La participación exportadora de este sector casi se triplica en los primeros años de los noventa respecto al promedio de la década anterior. Sin embargo, este auge exportador se debilita posteriormente y cae a participaciones nunca antes vistas para este sector y queda en 1998 por fuera de la clasificación de los renglones de mayor importancia exportadora en la industria del Caribe colombiano29. Los bienes de consumo no durable también muestran un tímido repunte exportador durante la apertura, encabezados esencialmente por el sector de Alimentos. Luego su participación se estabiliza aunque permanece alta con relación a la de los ochenta. Su penetración importadora se mantiene estable en los noventa. De otro lado, los bienes de capital presentan una fuerte expansión importadora desde los primeros años de la apertura; incluso la participación de las importaciones para esta clase de bienes se incrementa en el segundo lustro del decenio. Así las cosas, es de esperar, siguiendo

29

Ramos, José, op. cit., pp. 66-67.

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las prescripciones de Rodrik30, que la dinámica de asimilación tecnológica por la vía de las importaciones de bienes de capital mejore significativamente en la industria regional en los años venideros, aunque hay que reconocer también que ese proceso no ocurre en forma espontánea. Por último, los bienes asociados al transporte exhiben altas tasas de penetración importadora que afloran masivamente desde el período aperturista y se refuerzan desde entonces. Entre las importaciones más dinámicas se destacan las de llantas y las de equipo y material de transporte. Finalmente, se debe reconocer que los sectores más representativos en la industria regional resultan ser de inconveniente desarrollo exportador en términos del bajo valor social presente en su expansión exportadora –químicos, textiles, ferroniquel, confecciones, alimentos– o de un desarrollo sobredimensionado frente a una dinámica comercial intersectorial más afín con ventajas de elasticidad ingreso y de progreso técnico.

Conclusiones Durante la década de los noventa la industria manufacturera del Caribe colombiano tuvo que enfrentarse a un contexto competitivo mucho más exigente y a un entorno macroeconómico menos favorable que el existente en el período de sustitución de importaciones. Este nuevo escenario produjo, como se ha visto, un retroceso sensible en el desempeño de sus principales indicadores agregados. En este sentido, se necesita explorar el significado de los resultados obtenidos para establecer criterios que permitan viabilizar la profundización y la competitividad del sector industrial en esta importante zona geográfica del país. A continuación se destacan algunos resultados pertinentes en términos de sus implicaciones. La crisis desatada a partir de 1995 provocó la reducción y posterior parálisis de la inversión bruta y del crecimiento en el acervo de capital. La racionalización e intensificación en los procesos de trabajo se pusieron a la orden del día, mermando el nivel de empleo y explicando así el aumento en la productividad laboral. Contrariamente, la disminución en la capacidad instalada desde 1997, como fruto de problemas relativos a

30

64

Dani Rodrik, op. cit., p. 19.

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la formación de la demanda por bienes manufacturados, redujo el ritmo de crecimiento de la productividad del capital desde ese año y de paso su contribución al desempeño innovador (variaciones en la ptf) de la industria regional en general. Ahora bien, si los retrocesos en la productividad del capital fueron compensados en parte por el crecimiento de la productividad laboral y la tendencia decreciente en el costo laboral unitario desde 1995, los mayores incrementos en la tasa salarial respecto a la productividad laboral comprimieron fuertemente el margen de ganancia configurando un escenario poco favorable para la inversión industrial. Esta situación empeora a partir de 1997 con la sucesión de quiebras y concordatos en varias empresas manufactureras importantes de la región, la mayoría de ellas medianas, incluso llegando algunas a acogerse a los mecanismos de salvamento contemplados en la Ley 550 de 199931. El desempeño tecnológico de la industria regional aproximado por los cambios en la ptf es una muestra más del rezago del sector. Se confirma la vigencia de la Ley de Kaldor: la industria no creció y por ello no pudo aprovechar economías de escala, al tiempo que fue imposible incorporar avances tecnológicos en un escenario de lento crecimiento. De otro lado, se mostró cómo las variaciones de la ptf (dinamismo tecnológico) en los ochenta y durante la apertura económica se debieron a la mayor productividad del capital con la productividad laboral relativamente estancada. Por el contrario, en la segunda mitad de los noventa la productividad laboral empieza a explicar parcialmente los cambios en la dinámica tecnológica como resultado de la caída sustancial en los niveles de empleo. No obstante, en la década el nivel de cambio técnico de la industria regional en conjunto fue deplorable. Los sectores que más se esforzaron por incorporar tecnología durante la fase aperturista no lo hacen en el período siguiente. Las mayores tasas de actualización tecnológica se presentaron en los sectores considerados tradicionales en la industria regional como químicos, ferroniquel, bebidas, confecciones, muebles e imprentas y editoriales.

31 Según la Superintendencia de Sociedades, de 41 empresas regionales que a 31 de agosto de 2002 se han acogido a acuerdos de reestructuración desde la implementación de la Ley 550, 9 pertenecen al sector manufacturero, y éstas son empresas medianas y con capital exclusivamente regional.

cuadro 9 Comercio exterior manufacturero por sectores Región Caribe Coeficiente exportador

Coeficiente importador

CIIU

1985-89

1980-89

1990-94

1995-99

1990-99

1985-89

1980-89

1990-94

1995-99

1990-99

322 324 332 342 352 BCD 311 312 313 BCND 321 331 341 351 356 369 371 390 BI 381 382 383 BK 355 384 BAT Total Industria

109.32 59.35 19.50 7.39 16.59 42.43 11.22 029 0.06 3.85 31.49 12.79 5.95 15.09 8.75 35.36 238.95 5.41 44.22 8.77 5.77 1.86 5.46 4.00 6.85 5.42

78.53 51.74 10.94 4.36 15.84 32.28 11.81 0.75 0.05 4.20 25.94 11.77 5.90 11.78 11.67 31.62 147.52 13.34 32.44 13.18 6.97 3.15 7.77 2.83 3.55 3.19

287.27 82.18 7.02 11.86 20.31 81.73 22.13 0.75 1.34 8.07 61.68 6.95 3.28 27.80 9.81 37.46 287.33 9.14 55.43 37.76 16.09 23.97 25.94 8.65 3.60 6.12

57.49 63.18 3.89 1.67 28.62 30.97 16.11 0.23 1.41 5.91 52.10 9.78 6.88 37.28 16.97 29.01 175.22 7.55 41.85 20.29 20.36 86.36 42.34 1.17 6.64 3.90

172.38 72.68 5.45 6.76 24.47 56.35 19.12 0.49 1.38 6.99 56.89 8.36 5.08 32.54 13.39 33.23 231.27 8.35 48.64 29.03 18.23 55.16 34.14 4.91 5.12 5.01

3.33 2.71 0.52 13.01 20.63 8.85 2.40 1.74 0.83 1.70 6.11 0.70 23.34 26.14 1.88 2.56 117.81 5.29 22.98 25.16 224.65 128.33 126.05 384.96 66.17 225.57

1.71 1.96 0.96 10.21 23.95 8.17 4.90 1.26 0.60 2.30 8.18 2.53 19.18 23.07 1.96 2.18 210.71 6.42 34.28 32.09 323.20 142.28 165.86 273.13 80.03 176.58

13.81 3.87 5.98 35.74 43.72 20.63 4.40 5.84 0.68 3.64 31.95 3.09 31.93 46.09 7.52 5.61 166.58 14.80 38.45 54.34 356.74 414.34 275.14 424.65 312.17 368.41

10.16 8.94 19.23 47.17 49.01 26.90 5.80 7.12 2.96 5.29 33.07 8.18 43.04 53.61 9.07 5.38 128.00 18.28 37.33 94.74 601.41 592.67 429.61 609.57 418.57 514.07

11.98 6.41 12.61 41.46 46.37 23.76 5.10 6.48 1.82 4.47 32.51 5.63 37.49 49.85 8.30 5.50 147.29 16.54 37.89 74.54 479.08 503.50 352.37 517.11 365.37 441.24

28.80

22.06

46.02

30.58

38.30

50.39

55.74

94.47

131.71

113.09

fuente Cálculo de los autores con base en dane, dian.

La descomposición del agregado manufacturero de la región por tipos de demanda revela la estrecha vinculación del crecimiento del producto industrial a la demanda doméstica. Así, mientras esta última contribuyó a impulsar el robusto crecimiento de los primeros años de la apertura, en la fase postaperturista su desaceleración produjo la pérdida de dinamismo de la industria en general. Por su parte, la sustitución de importaciones se muestra como una fuente refractaria a la dinámica industrial y, como era de esperarse, se evidenció la debilidad de las exportaciones como fuente del crecimiento industrial. De ahí que el deterioro exportador y la expansión de las importaciones se reflejaran en el abultado déficit comercial de los noventa. Durante gran parte de la década, la distorsión de los precios relativos con el rezago cambiario infligió a los bienes industriales de exportación una violenta caída en su competitividad. Este desolador panorama de la industria regional obliga entonces a pensar en la necesidad de una estrategia que recupere por un lado, los incentivos a la inversión sectorial a través de estímulos fiscales y de me-

joramiento del entorno mesoeconómico, y por otro, que propicie firmemente la reactivación de la demanda doméstica como potenciador del crecimiento industrial. No menos importante sería recobrar en forma parcial y selectiva la estrategia de sustitución de importaciones para profundizar la transformación productiva de la industria regional y en particular los sectores productores de bienes intermedios y bienes de capital. Desde luego, este tipo de estrategia deberá contemplar mecanismos que inhiban el surgimiento de ineficiencias en los sectores que resultan prioritarios para los objetivos de la política industrial del país. Por último, se sugiere la importancia de consolidar un sistema de innovación regional que ayude en la promoción y adaptación de nuevas tecnologías y nuevas estructuras organizacionales en las empresas regionales, para crear una cultura de competitividad industrial por la vía de una mayor productividad, y cuyo esfuerzo se vea reflejado en el crecimiento sostenido de las exportaciones como fuente alterna de expansión de la producción, aprovechando de esta manera la ventaja estratégica de la localización geográfica del Caribe colombiano. a

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Glosario Acervo de capital Es el valor monetario que tienen todos los edificios, máquinas, equipos y existencias en un período de tiempo determinado. Es el resultado de inversiones realizadas en el pasado menos el efecto del desgaste periódico que sufren dichos activos como consecuencia de su uso en el proceso productivo o por obsolescencia tecnológica (lo que técnicamente se denomina depreciación). Bienes de capital También conocidos como bienes de inversión, constituyen una forma de capital físico que incluye la maquinaria y los edificios utilizados en la producción. Son bienes que se utilizan para producir otros bienes. Bienes de consumo durable Son bienes de consumo adquiridos por las economías domésticas que generan flujos de servicio tanto en la actualidad como en el futuro. Bienes de consumo no durable Son bienes de consumo adquiridos por las economías domésticas y se usan con bastante rapidez. Bienes intermedios Son mercancías compradas para ser vendidas de nuevo o ser utilizadas en la producción y venta de otros bienes. Capacidad instalada Se define como el nivel del producto alcanzable al utilizar totalmente los factores variables de la producción, dada la tecnología instalada y manteniendo los factores fijos en sus niveles corrientes. Clasificación Internacional Industrial Uniforme (CIIU) Clasificación uniforme de las actividades económicas por procesos productivos. Su objetivo principal es proporcionar un conjunto de categorías de activida-

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des que se pueda utilizar al elaborar estadísticas sobre ellas. Tiene por objeto satisfacer las necesidades de quienes buscan datos clasificados sobre categorías comparables internacionalmente de tipos específicos de actividades económicas. Coeficiente exportador (CX) Indica el porcentaje de la producción industrial (QB) que tiene como destino el mercado internacional – exportaciones (X)–. Se calcula así: X CX= * 100 QB

Coeficiente importador (CM) Indica la participación de las importaciones (M) en la producción bruta industrial (QB). Se calcula así: CM=

M * 100 QB

Costo laboral unitario (CLU) Representa la participación de las remuneraciones totales (RT) en el valor agregado de la industria (VA). Se calcula así: CLU=

RT * 100 VA

Demanda doméstica También llamada demanda interna, se define en términos del consumo aparente que resulta de sustraer del valor de la producción bruta total (PIB) más las importaciones (consumo importado), el valor de las exportaciones (ventas externas). Empleados permanentes Se refiere a los empleados contratados a término indefinido que figuran en la nómina del 15 de noviembre o la fecha más próxima a ésta para la cual se dispone de datos.

Empleados temporales Son los contratados a término fijo directamente por el establecimiento industrial o a través de agencias o empresas especializadas en el suministro de personal. Gastos industriales (GI) Los gastos industriales incluyen, energía comprada, otros energéticos consumidos, gastos por subcontratación industrial, gastos por labores industriales a domicilio, gastos por servicio de reparación y mantenimiento, accesorios y repuestos consumidos, servicios públicos, honorarios y servicios técnicos, papelería y suministros de oficina, publicidad y propaganda, impuestos directos, seguros, depreciación causada, arrendamiento de bienes inmuebles y alquiler de maquinaria y equipo. Índice de tasa de cambio real (ITCR) Corresponde al indicador de precios relativos que mide los cambios en la competitividad de los productos nacionales, de acuerdo con la evolución de los precios y tasas de cambio externos e internos. Industria manufacturera Para efectos de la investigación estadística, se define como la transformación mecánica o química de sustancias orgánicas e inorgánicas en productos nuevos, ya sea que el trabajo se efectúe con máquinas o a mano, en fábrica o a domicilio, o que los productos se vendan al por mayor o al por menor. Incluye el montaje de las partes que componen los productos manufacturados, excepto en los casos en que tal actividad sea propia del sector de la construcción. Intensidad de capital (INSK) Calculada como la relación entre el acervo de capital (SK) y el número de empleados industriales (L). La intensidad de capital determina el nivel de equipamiento por trabajador en la estructura productiva. Se calcula así:

INSK=

SK L

Inversión bruta Corresponde a la suma de las inversiones en activos fijos. Estos se han dividido a partir de 1992, en no depreciables (terrenos, construcciones en curso, maquinaria y equipo en montaje y otros no depreciables) y depreciables (edificios y estructuras, maquinaria y equipo, equipo de transporte, equipo de oficina y de sistemas y otros depreciables). Margen de ganancia (MG) También conocido como mark up, es un excedente de los beneficios de la industria sobre los costos variables. Se calcula así: MG=

VA — RT — GI (CI + RT + GI)/4

donde : VA: Valor agregado industrial RT: Remuneraciones totales GI: Gastos industriales CI: Consumo intermedio El denominador de la fórmula, conocido como capital de trabajo, se divide entre cuatro, que representa el número de veces que éste rota al año. Producción bruta (QB) El cálculo del valor de la producción bruta corresponde al valor de todos los productos y subproductos elaborados por el establecimiento durante el año valorados a precio de venta en fábrica (sin incluir los impuestos indirectos), realizados para otros, más el valor de la energía eléctrica vendida, más el valor de otros ingresos operacionales, más el valor del inventario final de productos en proceso de fabricación, menos el valor del inventario inicial de productos en proceso de fabricación, más el valor de los ingresos causados por CERT.

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Glosario [continuación] Productividad del capital (PK) Se entiende como la eficiencia del factor capital, señalando la contribución que cada unidad del acervo de capital (SK) hace al valor agregado (VA). Se calcula así: PK=

VA SK

Productividad laboral Hace referencia a la eficiencia del factor trabajo, al reflejar la contribución que cada unidad de trabajo (L) hace al valor agregado (VA). Se calcula así: PL=

VA L

Productividad total factorial (PTF) Incorpora al análisis de generación del producto o del valor agregado no sólo la eficiencia de los trabajadores, sino también la inversión en maquinaria y equipos, mejoras técnicas y efectividad en los procesos productivos. Tasa salarial (TW) También conocida como remuneración media, representa el promedio de las remuneraciones totales (RT) de la industria por trabajador (L). Se calcula así: TW=

RT L

Tasa de beneficio(TB) Es un excedente de los beneficios netos de la industria sobre los costos de capital. Se calcula así:

TB=

VA — RT — G SK

donde: VA: Valor agregado industrial RT: Remuneraciones totales

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GI: Gastos industriales SK: Acervo de capital. Utilización de la capacidad instalada (UCI) Refleja el tiempo que cuando el sistema productivo está técnicamente disponible, se encuentra siendo utilizado en la labor productiva. Es decir, es el tiempo que el sistema productivo está técnicamente disponible. Durante todo el tiempo de operación no siempre el sistema productivo funciona a capacidad máxima, hay determinados períodos en que se puede estar explotando solamente un porcentaje determinado de esa capacidad. Para efectos de este estudio, la UCI de la industria regional fue calculada como el promedio de los registros obtenidos para Barranquilla y Cartagena, ponderado por las respectivas participaciones sectoriales de estas dos ciudades en el agregado manufacturero regional. Su fuente es la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta de la ANDI que sólo muestra registros desagregados a partir de 1997. Valor agregado (VA) Corresponde al valor de los ingresos recibidos por el uso de los factores productivos (tierra, capital, trabajo, organización empresarial), participantes en el proceso de producción durante el período estudiado. El DANE obtiene el valor agregado de la industria manufacturera deduciendo del valor de la producción bruta el valor del consumo intermedio, definido éste último como el resultado de adicionar en unidades monetarias el rubro de materias primas y el consumo de energía eléctrica.

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Conservación y gobernabilidad en las áreas protegidas del Caribe colombiano* Por Patricia Iriarte

Que el Estado colombiano destine tres millones de pesos al año a la protección de un ecosistema que abastece de agua a varias poblaciones de la alta Guajira (zona desértica, cero servicios), es digno de calificarse como realismo trágico. La misma suma reciben otras áreas protegidas del Caribe que hacen parte del Sistema Nacional de Parques; a pesar de que esta región alberga el 71% de las fuentes abastecedoras de agua de todo el país. Eso ameritaría que todos los humedales de la costa estuvieran protegidos y que la entidad encargada de administrarlos contara con los recursos necesarios. Pero en este campo, como en tantos otros de la vida nacional, la respuesta institucional va en contravía de las necesidades que presenta la realidad. Saber que tenemos 10 áreas protegidas1 en la región es una buena noticia –aunque la mayoría de los parques tienen la respetable edad de 35 años. De todas maneras, falta mucho para que la “noticia” sea la mejor: sólo 2.75% de toda el área terrestre de la región Caribe se encuentra protegido (6.350 Kms2 de 132.288 Kms2), y en el área marina solamente 1.257 Kms2 están bajo el cuidado de la Unidad de Parques Nacionales del Ministerio del Medio Ambiente. Si hablamos de la

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El concepto de área protegida empleado aquí se refiere a las diferentes categorías contempladas en el Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales: parque nacional, reserva natural, santuario de fauna y flora, vía parque y área natural única, pero existen otras categorías propuestas por las entidades territoriales y la sociedad civil y que se encuentran en proceso de reglamentación.

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línea costera, sólo están protegidos 91 de los 1.600 kilómetros de longitud que tiene la Costa Caribe desde Cabo Tiburón, en Panamá, hasta el río Sillamana en Venezuela. No queremos abusar de las cifras, pero es necesario recurrir a ellas para entrar de lleno en materia: la Dirección Territorial Costa Atlántica (aún el Ministerio no ha evolucionado hacia el concepto de región caribe) tiene 97 funcionarios para desarrollar su labor, pero no todos son guardaparques, lo que quiere decir que cada uno de éstos tiene que velar por unos 80 Kms2 de territorio. ¿Qué hace un funcionario de parques en eso que llaman área protegida? En un día corriente, un jefe de área puede pasar de un decomiso de madera en la Carretera Troncal a la reunión con una organización de mujeres que se han organizado para producir conserva de fruta, y de allí a un recorrido con expertos que adelantan una investigación científica, y de éste a una reunión con la Corporación Autónoma Regional para coordinar un proyecto conjunto, y al final de la tarde preparar viaje a Santa Marta para asistir a un taller de capacitación. A la semana siguiente es posible que tenga que sofocar un incendio forestal o un problema de seguridad de uno de sus funcionarios, y prepararse para una reunión de varios días con los miembros de una comunidad indígena. ¿Qué condiciones le ofrece el Estado a estas personas para que desarrollen su trabajo? Entre 1996 y 2001 el presupuesto de la Dirección Territorial disminuyó en 75%, lo que da una idea de las restricciones

La Ciénaga Grande. En los humedales del Caribe colombiano está el 71% de las fuentes de agua del país.

operativas y logísticas que deben sortear para conservar cierta capacidad de respuesta y de movilización. El Parque Nacional Macuira (ejemplo con el que empezamos esta nota), con una extensión de 25.000 hectáreas, cuenta con tres funcionarios, una motocicleta y un presupuesto de tres millones de pesos al año. Entre tanto, los que tienen un vehículo están obligados a racionalizar los recorridos por falta de plata para la gasolina y los peajes, ya que sus presupuestos no superan en mucho al de la Macuira. El equipo de la Vía Parque isla de Salamanca, que debe recorrer permanentemente el trayecto de carretera que atraviesa el parque, tuvo que buscar un atajo paralelo a la vía para evitar el pago del peaje, pues de lo contrario este costo acabaría en pocos meses con su exiguo presupuesto. Hace unos años estuvo a punto de concretarse un acuerdo con la Concesión Vial, que le permitiría al parque obtener recursos a través de una pequeña sobretasa al peaje, pero la Gobernación del Magdalena se negó a firmarlo porque los dineros serían recaudados por el Fondo Nacional Ambiental y no por el departamento. Todo ello en virtud de un sistema de asignación de recursos en el que sólo se salvan aquellos que generan ingresos por concepto de entradas, como el Tayrona o Corales del Rosario. De cualquier modo, como todos los colombianos, los parques tienen que rebuscarse la vida, ya sea a través de la gestión de proyectos, la cooperación internacional u otros mecanismos. Pese a estas debilidades, a las que se suman las difíciles condiciones laborales, la “gente de parques” como

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les dice la comunidad, asume su responsabilidad con un nivel de compromiso que deberían imitar muchas instituciones en el país. Los obstáculos a su labor son pan de cada día, la violencia se atraviesa y trata de imponerles sus reglas, las presiones de los sectores políticos y productivos se dejan sentir. Los actores armados los siguen de cerca. Y todo esto es enfrentado nada más que con el uniforme y la mística. Las insignias del ministerio y de la Unidad de Parques en la camisa azul son toda su protección, y su armamento lo conforman el Código de Recursos Naturales, la Ley 99 y la neutralidad frente al conflicto. No obstante, la voluntad no hace menos vulnerable a nadie en un país como Colombia. En 1995 fue asesinado el jefe del parque Tayrona, Héctor Vargas. El pasado 20 de agosto el eln secuestró al jefe del Parque Nacional Utría, Efraim Rodríguez y a 26 excursionistas. En Ciénaga y Salamanca los funcionarios deben tomar precauciones extremas durante las salidas de campo, y el robo de equipos, lanchas y motores en algunas zonas ponen en aprietos a las compañías aseguradoras.

Parques ¿para qué? La creación de áreas protegidas es una estrategia del Estado para sustraer de la dinámica productiva aquellas porciones del territorio que poseen valores naturales y culturales dignos de conservar. La mayoría de las 47 áreas que tiene actualmente el país se encuentra en zonas estratégicas para la conservación del agua

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Parque Tayrona.

Islas Del Rosario.

FOTO ALDO BRANDO, EL CARIBE COLOMBIANO, REALIDAD AMBIENTAL Y DESARROLLO, CORPES.

FOTO ANDRÉS LEJONA, ASÍ ES CARTAGENA DE INDIAS, EDICIONES GAMMA.

o de la diversidad biológica y cultural. Pero no son regiones deshabitadas, y esta es una realidad que ha obligado a revisar conceptos considerados paradigmáticos en esta materia, como el de la incompatibilidad entre conservación y desarrollo. El problema no está en la presencia de comunidades indígenas u otros grupos étnicos que han ocupado ancestralmente el territorio y cuyas prácticas tradicionales de manejo de los recursos hoy son reconocidas por el Estado como fundamentales en la tarea de conservación. La política de Parques con la Gente, formulada en 1998, es clara en ese sentido, y permite hacer afirmaciones como esta, que encontramos en la página web de la institución: “Los grupos humanos habitantes de las áreas protegidas son los aliados estratégicos para conservarlas. Con ellos, concertadamente y entendiendo las diversas maneras que tienen de entender la naturaleza, sumado a los esfuerzos de entidades gubernamentales y no gubernamentales, organizaciones internacionales y la comunidad científica, se espera conservar efectivamente las áreas del sistema de Parques Nacionales Naturales y generar en ellas oportunidades para el desarrollo social participativo y la conservación de tradiciones culturales”.

El mayor reto para esta política lo plantea la presencia de otros grupos sociales que dependen de la extracción de los recursos naturales para su supervivencia pero que lo hacen de una manera que agota los recursos. Es el caso de los pescadores que usan dinamita o trasmallos no permitidos o que capturan las especies por debajo de las medidas que aseguran su reproducción. Es el caso de los “leñeros” que extraen mangle en la isla de Salamanca para hacer carbón. O de los cazadores y madereros de Los Colorados. Es el caso de los colonos que no conocen los suelos de la Sierra Nevada y siembran de modo inadecuado; o el de las plantaciones de banano y palma que hacen mal uso de los insumos químicos y terminan por envenenar la Ciénaga Grande de Santa Marta. En algunos lugares el dilema es conservar o sobrevivir; en otros, conservar o producir. Lo cierto es que en cada uno hay que buscar soluciones técnicas y estrategias educativas para minimizar el impacto sin afectar la supervivencia de la gente. En algunas ocasiones se debió reemplazar ciertas actividades dañinas por otras que sin afectar, generan recursos económicos para las familias asentadas en los parques. Lo que se ha hecho en Corales del Rosario con la capacitación de mujeres

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recicladoras y jóvenes ecoguías es un ejemplo claro de esta estrategia. Quizás sea el momento de ilustrar a los lectores sobre los efectos prácticos que tiene la diferencia entre un parque y un santuario: mientras en el primero se permite desarrollar ciertas actividades económicas, siempre que no afecten la conservación del área (por ejemplo, el ecoturismo), en el segundo estas actividades son altamente restringidas. Así, mientras en el Tayrona o Corales existe cierta infraestructura turística, en los santuarios sólo se permite el aprovechamiento para fines de subsistencia. Las visitas son controladas y no hay infraestructura, mucho menos de vivienda. Sin embargo, en este caso la realidad tampoco se comporta como lo dicta la norma. ¿Cómo puede haber tres barrios y varias fincas dentro del Santuario Los Colorados? Por un lado, porque ya estaban allí cuando se creó el santuario y por otro, porque alguien vendió lotes a los campesinos de la zona después de haberse declarado el área protegida y algunos políticos cambiaron votos por tierra o materiales de construcción para que se construyeran las casas, según lo relataron varios lugareños a la Corporación Desarrollo Solidario de Cartagena, la cual hizo en 1998 un diagnóstico rural de las áreas de amortiguación del santuario. Esto implica que el Estado debe recuperar esa zona para la conservación por la vía del saneamiento, como lo debe hacer en el Tayrona, pero el Estado nunca parece dispuesto a destinar esos recursos. Un funcionario de Parques nos aseguraba que con un día del Plan Colombia podría sanearse el Tayrona, terminando con un conflicto que desde hace décadas desgasta a la institución y a los propietarios.

Frente a las armas, el discurso Realidades como la supervivencia de la gente o las actividades de los grupos al margen de ley le exigen a la institución un esfuerzo enorme en el campo de la legitimidad. Trabajar a nombre del Estado en zonas donde éste siempre ha sido el gran ausente es disputarle al hambre y a los grupos armados la “legitimidad” que estos han tomado por la fuerza. Pero hacerlo además en condiciones de desventaja y debilidad es algo que aún el país no ha valorado. Mantener la gobernabilidad de unas áreas controladas por el paramilitarismo o la guerrilla requiere un

esfuerzo mayúsculo, sobre todo cuando el otro tiene armas largas y motores de 75 caballos, y el funcionario sólo tiene un discurso y un motor de 24. En ese caso, el discurso tiene que ser más fuerte que los fusiles. Uno de los argumentos, con rango de artillería pesada, es el que propone el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap)2: …es necesario que la intervención de Parques trascienda las fronteras de las áreas que protege y logre la articulación y reconocimiento explícito por parte de los distintos grupos humanos, de su importancia para el desarrollo regional y nacional. Esto sugiere un cambio fundamental en la noción tradicional de conservación –basado principalmente en herramientas jurídicas y prohibitivas, que en su mayoría centraban las acciones y esfuerzos hacia la gestión interna del área protegida, generando en muchas ocasiones una visión aislada y desarticulada de la realidad regional– y que ahora avance en la participación del desarrollo regional con una visión territorial, donde los parques son un componente fundamental en la resolución de conflictos a partir de la dimensión ambiental 3.

Quizás todavía no se ha logrado en todas parte esa gobernabilidad, pero en alianza con las organizaciones sociales y con autoridad técnica –un campo que nadie le disputa– la Unidad de Parques ha construido procesos socioambientales cuyo impacto ya comienza a percibirse. Algunos mecanismos creados en la región al amparo de esta política son verdaderos ejemplos de participación y concertación que recogen experiencias y lecciones aprendidas para el manejo de ecoregiones estratégicas. El Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, que se traslapa con los resguardos, cuenta con una política de participación social indígena que es

2 El Sinap es un proceso en construcción capaz de interpretar el conocimiento y prácticas de las comunidades tradicionales e incorporarlos en los criterios de planificación del territorio, en la cartografía, en los planes de manejo y en la proyección de nuevas áreas. Se desarrolla y aplica a nivel regional bajo el concepto de Sistema Regional de Areas Protegidas (Sirap). 3 Sub-región 2 Sierra Nevada de Santa Marta. Sistema Regional de Áreas Protegidas (Sirap) del Caribe colombiano. Documento borrador.

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producto de un arduo trabajo entre estas organizaciones y las autoridades ambientales. Cuenta con un Consejo Ambiental Regional (car) donde participan las tres gobernaciones involucradas, las organizaciones indígenas de la sierra y La Guajira, ong, los ministerios del Interior y del Ambiente, el dnp y las corporaciones autónomas regionales, entre otros. A su vez, el car de la sierra cuenta con un comité técnico que coordina las agendas y hace seguimiento de los acuerdos. En este espacio, donde la Unidad de Parques es sólo uno de los actores, se discuten todas las decisiones relacionadas con la sierra, y en lo que hace al Consejo Territorial de Cabildos (ctc)4, es la única instancia válida de negociación con el Estado. Allí, el año pasado, se debatió una de las decisiones más trascendentales que haya tomado el pueblo indígena en relación con el manejo del territorio, y que el país tampoco conoció: la negativa a recibir los recursos de la Comunidad Europea para un proyecto de desarrollo sostenible que incluía recursos, entre otros, para el saneamiento de resguardos. Las razones de más peso esgrimidas por las autoridades tradicionales para tomar la decisión fueron la falta de claridad del proyecto frente al reconocimiento del indígena como autoridad del resguardo, y su convicción de que para conservar la sierra no se requiere dinero sino el fortalecimiento de las culturas que la han conservado ancestralmente. Otro ejemplo de manejo concertado es el que se da en el Tayrona a través del Plan de Ordenamiento Ecoturístico, considerado como una estrategia para la resolución de conflictos de uso y ocupación. El plan cuenta con un Comité Consultivo en el que participan la Unidad de Parques, la Cámara de Comercio de Santa Marta, la Alcaldía de esa ciudad y representantes de los propietarios legítimos y de los prestadores de servicios. Se han organizado tres mesas temáticas: la

4 El ctc es un instrumento creado por las organizaciones indígenas de la Sierra “para afianzar el proceso unificador de los cuatro pueblos y para la construcción de la entidad territorial indígena de la Sierra. Este Consejo será un ente rector y regulador de los programas, proyectos, acciones y actividades que se propongan para el territorio tradicional, y ha de ser el único vocero a la hora de interlocutar con el Estado en torno a los problemas y asuntos globales que afecten el territorio tradicional indígena de la Sierra” (Declaración conjunta de las cuatro organizaciones indígenas de la Sierra para la interlocución con el Estado y la sociedad nacional. Valledupar, noviembre de 1999).

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jurídica, que se ocupa del tema de la titularidad de los predios y de buscar estrategias legales para el saneamiento del parque; la ecoturística, que se encarga de manejar el tema del uso público, la zonificación, la capacidad de carga y la formación de los actores sociales; y la mesa de operación y gestión, que se concentra en el tema del control y la protección del área. Así mismo, se conformó otro mecanismo cuya función es aplicar las sanciones dentro de los procesos que se adelantan por la ocupación y uso ilegal del área. Allí intervienen la Alcaldía, la Procuraduría, la Dimar, el das y la Fiscalía. Por último, el Tayrona viene adelantando un proceso de concertación con los las organizaciones de pescadores, guías, dueños de restaurantes, arrieros, comerciantes, lancheros, etc., con el fin de ordenar sus actividades y cualificar los servicios que prestan. Este trabajo implica capacitarlos y carnetizar a las personas que demuestren su capacidad para trabajar en el área protegida bajo las condiciones que ésta requiere. También en Corales del Rosario, Los Colorados y la Ciénaga Grande de Santa Marta se adelantan procesos de concertación, participación ciudadana y coordinación interinstitucional que convocan agentes públicos y privados alrededor de la conservación. En el caso de Ciénaga, por ejemplo, donde existen 15 frentes de conflicto, se destaca la iniciativa de la Agenda Común, liderada por la Gobernación del Magdalena. Este espacio ha hecho grandes avances para superar la desarticulación y duplicación de acciones que tradicionalmente se había presentado entre las 25 organizaciones e instituciones que confluyen en torno a la recuperación del complejo lagunar y la atención de sus poblaciones. En todos estos escenarios se está poniendo a prueba la efectividad de los instrumentos de participación ciudadana creados por la Constitución del 91 y la Ley 99 del 93, porque quizás no existe otro sector en el país que haya hecho un uso han intenso de ellos como el sector ambiental5 para dirimir los conflictos de intere-

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Mecanismos como las audiencias públicas, las acciones populares, las acciones de cumplimiento y la participación de las comunidades indígenas y afrocolombianas en los procesos de otorgamiento de licencias ambientales, han sido profusamente utilizados desde 1994, tanto por las organizaciones sociales como por los sectores público y privado.

ses que se presentan en torno a los proyectos o iniciativas que afectan el entorno. El medio ambiente, el uso del suelo, el aprovechamiento de los recursos biológicos y por tanto, las áreas protegidas, son asuntos que están en el centro de los conflictos territoriales que en este momento histórico ponen en jaque a la nación colombiana. Los mismos actores armados que buscan el con-

trol del territorio pretenden abrogarse también el control de los caños que riegan las fincas, de la pesca de ciénagas y litorales, de la tala de los bosques. Así ha sido en la Amazonia y el Pacífico y así es ahora en predios del Caribe. Y hay una fuerza solitaria tratando de mantener para el Estado de Derecho la potestad de proteger lo que es de todos los colombianos. a

Cuáles son y dónde están

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ayrona, Islas del Rosario y Providencia son nombres familiares para miles de colombianos que han pasado allí sus vacaciones alguna vez, o que sin haberlos visitado, los reconocen como sitios de descanso y recreación. En cambio, la Ciénaga Grande y la Sierra Nevada de Santa Marta se distinguen tanto por su importancia ecológica como por los brotes de violencia que en los últimos años han cobrado cientos de víctimas entre pescadores, indígenas y campesinos. A la Isla de Salamanca se le asocia con vastas extensiones de manglar destruido, y existe alguna noción de que ese desastre fue ocasionado por la construcción de la Troncal del Caribe. Los Flamencos, la Macuira y Los Colorados son bastante menos conocidos, y por último, nadie en la región Caribe ha oído hablar todavía de un nuevo

santuario llamado Mono Hernández6. De los lugares que hemos mencionado, al único que se le conoce como parque es al Tayrona, pero tal vez la opinión pública ignore que junto a él existen otras nueve áreas protegidas en la región, entre parques y santuarios de fauna y flora, algunas de ellas creadas hace más de 30 años. Pongamos orden, entonces, en esta presentación: además del Tayrona, el Caribe colombiano

6 El área se localiza entre Sucre y Bolívar, en jurisdicción de los municipios de San Onofre y Arjona respectivamente. Hace parte del delta del Canal del Dique y posee una superficie aproximada de 3.850 hectáreas. Incluye, principalmente, áreas de manglar, bosques de corcho (Pterocarpus officinalis), playones aluviales y fluviomarinos, pantanos salobres y de aguas dulces, ciénagas y caños. El 5 de agosto de este año fue declarado santuario y bautizado así en honor a Jorge Hernández Camacho, conocido como el “Mono” Hernández, quien fue uno de los creadores del Sistema Nacional de Parques y uno de los científicos más importantes que haya tenido el país. Murió en septiembre del 2001 mientras hacía un recorrido por el área.

cuenta con cuatro P A R Q U E S N A C I O N A L E S : Macuira, en la Alta Guajira; Old Providence Mc Bean Lagoon, en la isla de Providencia; la Sierra Nevada de Santa Marta y Corales del Rosario y San Bernardo. En el grupo de los SANTUARIOS están la Ciénaga Grande de Santa Marta, Los Colorados (en Bolívar), Los Flamencos (en La Guajira) y el “Mono” Hernández, entre Bolívar y Sucre. Algunas de estas áreas ostentan además otros títulos que acreditan su importancia internacional. El Parque Nacional Old Providence Mc Bean Lagoon pertenece a la reserva de la Biosfera del Archipiélago de San Andrés y Providencia; la Sierra Nevada es también reserva de la biosfera, categoría que se extiende al Tayrona, y la Ciénaga Grande, además de santuario y reserva de la biosfera, está incluida en el Convenio Ramsar como uno de los humedales más importantes del mundo.

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Romanza para murciélagos y la balada del pajarillo de Germán Espinosa: Regreso a la historia reciente yPorfundación Giobanna Buenahorade nuevas geografías narrativas Por Cristo Figueroa Sánchez

La recurrente contraposición esfera local-esfera global constituye uno de los ejes estructurantes del universo literario y de la visión de mundo de Germán Espinosa; su amplia producción lírica, narrativa, ensayística, biográfica, periodística y de traducción desde 1954 hasta el año 2001, se levanta sobre una tensión dialéctica entre temporalidades hispanoamericanas e historiografías eurocéntricas, imaginarios del colonizado y posiciones del colonizador, sensibilidad criolla y racionalismo filosófico, cultura caribeña y tradición occidental, referentes colombianos y arquetipos clásicos. Dicho universo literario no sólo constituye una referencia indiscutible en nuestra cultura contemporánea, sino que gracias a las potencialidades de la función poética del lenguaje, hace posible la percepción de procesos irresueltos en el devenir del subcontinente hispanoamericano, la enunciación imaginaria de la historia, el descubrimiento de significados ocultos en situaciones concluidas y el establecimiento de nuevas conexiones que logran afirmar un presente y proyectar un futuro, sin olvidar nunca el peso de un pasado lleno de conflictos, desconocimientos y exclusiones1. 1 En nuestro trabajo “El universo literario de Germán Espinosa: un referente indiscutible de la cultura colombiana contemporánea” (2001, 9-38), se analiza la producción lírica, la ensayística y especialmente toda la narrativa de Germán Espinosa, referenciando bibliografía crítica al respecto.

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Las siguientes reflexiones pretenden abordar la narrativa reciente de Germán Espinosa –el libro de relatos Romanza para murciélagos (1999) y la novela La balada del pajarillo (2000)–; su reconocida trayectoria dentro de las posibilidades del género, conforma un modelo del quehacer literario centrado en el trabajo miniaturista del lenguaje, en el diálogo cultural y en la creación de estructuras significativas capaces de resituar la historia, recrear la memoria colectiva o disparar la imaginación hasta enunciar inéditamente una realidad que nos toca de cerca.

Durante más de 35 años, Germán Espinosa se ha dedicado a la creación rigurosa del cuento en tanto género literario autónomo, el cual comporta una visión englobante a partir de una percepción sincrónica de la realidad; en este proceso el autor dilata y contrae el estatuto del género centrándose en una búsqueda constante de significación a través de motivos lejanos o cercanos, localizados en contextos conocidos, desconocidos, ficticios, históricos, regionales o legendarios, a través de formalizaciones que mezclan el relato convencional, el cuento artefacto, el minicuento y formas mixtas como la nouvelle y el relato de largo aliento2 . En todos los casos, las estrategias narrativas, los datos escondidos y los procesos de enunciación se aglutinan para interesar al lector y conducirlo casi siempre a una revelación, que unas veces lo sorprende, otras le crea dudas inquietantes o lo sumerge en la incertidumbre. En efecto, su primer libro La noche de la trapa (1965) incursiona en lo fantástico, la magia o el guiño cercano a la ciencia-ficción como categorías universales que permiten remover realidades locales y resituarlas en ámbitos amplios de la historia y de la cultura: el mago que logra avivar la bestia que vive en todos los hombres, la inversión de la teoría de Taine o el traslado bradburiano de la civilización humana a planetas lejanos. En El naipe negro (1988) la prosa se desnuda aún más para apuntar hacia la esfera sicológica sin abandonar la dimensión fantástica. Las formas narrativas se multiplican –cuentos breves, relatos clásicos, versiones provenientes de tradiciones orales, reelaboración de testimonios, etc.–, para abordar diversidad de tópicos: el hombre como mera alusión del universo; el hombre y el universo como poseedores de infinidad de dobles; el cruce enigmático de temporalidades; la imposibili-

2 César Valencia Solanilla (1998) se detiene en la amplitud temática de la cuentística de Germán Espinosa, hasta El naipe negro, libro de 1988; señala sus conexiones con el relato fantástico, con la denominada literatura de ciencia-ficción y destaca de manera especial la confluencia “de una escritura tradicional pero con una visión totalmente moderna en la composición del texto literario” (72). Dicha confluencia se realiza por la voluntad de expresar una idea a través de la enunciación de una anécdota, por el papel paratextual y a la vez intratextual que cumplen los epígrafes y por una recurrente visión paradojal de la existencia.

FOTO CARTAGENA, UN SIGLO DE IMÁGENES - BANCO DE LA REPÚBLICA

De los primeros cuentos a Romanza para murciélagos

Interior de una casa en el centro de Cartagena, 1920, de autor anónimo. Cartagena es uno de los escenarios primordiales en la narrativa de Germán Espinosa.

dad de contrariar el destino, el trastoque de valores y la obsesión por escudriñar el pasado. Germán Espinosa nos sorprende con Romanza para murciélagos, (1999), libro integrado por tres relatos cercanos a la “nouvelle”,3 caracterizados por el control narrativo, primera persona focalizadora, ningún hilo suelto y conciencia de escritura; incluso el título mismo, Romanza, inspirado en la música, mediación estética cara a Germán Espinosa, alude a una cierta brevedad de la composición instrumental cantada por una sola voz; y a su vez, la referencia al murciélago, motivo también fascinante para el autor, contiene connotaciones asociadas con el misterio y con visiones ominosas que contrarían la regularidad y la lógica humanas. Los motivos desencadenantes de una visión de mundo no sólo son de rancia estirpe literaria, sino que se sitúan en nuestra historia reciente: la hipnosis regresiva como forma de resistencia ante el destino inexorable, en Una ficción perdurable, relato desarrollado en una ciudad hidalga, análoga a Popayán, en las décadas del sesenta y setenta del siglo xx; la imposibilidad de desestemporalizar leyendas políticas sostenidas con creces en Por amor a la momia, relato ubicado entre fines del siglo xix y comienzos del xx en un pequeño y pobre país caribeño gobernado desde París por un presidente que desconoce al pueblo que lo llevó al poder; y la afirmación suprema de la propia voluntad en aras de violentar la tradición y enfrentarse a lo desconocido, en Romanza para murciélagos, relato localizado en la Bogotá de la segunda mitad del siglo xx que sufre el impacto del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Los tres

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relatos se unifican a través de dos motivos recurrentes: la reflexión y vivencia del proceso de escritura y la preocupación por vencer los rigores de la temporalidad. En Una ficción perdurable, el narrador protagonista se pregunta por el sentido de la escritura en un intento por suprimir el límite que separa la ficción de la realidad. Durante la hipnosis regresiva a la que se somete para conocer al asesino de su esposa, se sitúa en un tiempo diferente al que gobierna el mundo cotidiano; cree encontrarse suspendido en la atemporalidad, lo cual no sólo le ocasiona felicidad al sentir que permanece con su amada compañera, sino que el adelanto temporal que logra durante la regresión se constituye en profecía para el tiempo real. Precisamente, la escritura, proveniente del yo espiritual ubicado más allá de la vigilia, propicia otro nivel de conciencia más lúcido, capaz de cambiarle el rumbo al destino antes de que las cosas sucedan. El narrador de Por amor a la momia recurre al poder de la escritura para desacralizar la figura de un presidente ausente de su país, sin embargo, la leyenda tejida alrededor de aquél lo hace perdurable en la memoria colectiva que lo inmortaliza, pese al atraso económico y social que significa sostener su imagen; de allí, la dualidad del punto de vista del que narra implicado en la historia: odia al personaje real que disimuló su decadencia moral, su pobreza intelectual, y no se comprometió con las funciones de su investidura, pero al mismo tiempo adora a la momia disecada que durante 15 años simuló ser la figura presidencial para alimentar las esperanzas del pueblo sometido. La voz narradora-protagonista de Romanza para murciélagos duda del poder objetivador de la escritura, pues sabe que la subjetividad y la fantasía al intervenir en la génesis de aquélla, desplazan significantes o invierten significados. En este caso, la escritura no representa el tiempo por años, sino por el impacto de los acontecimientos ocurridos en ellos acercándose así a una forma de la eternidad. Por eso, el relato es la reconstrucción del amor incestuoso entre el narradorprotagonista y la hermana; mientras él se vampiriza, ella sufre una mutación luciferina que concluye con el nacimiento del niño satánico, quien ni siquiera necesita respirar, pues él y sus padres han abandonado el tiempo de los hombres para situarse en las tinieblas de la inmortalidad.

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Tanto la preocupación por el proceso de escritura y sus posibles efectos, como el desplazamiento de referentes a la época contemporánea con la consecuente reescritura de viejos motivos literarios para resituar el carácter criollo de nuestra cultura en el mundo globalizado, vinculan Romanza para murciélagos con la propuesta de la última novela, La balada del pajarillo.

De la novelización del pasado a La balada del pajarillo Los treinta años del trayecto novelístico de Germán Espinosa se sustentan en la elaboración miniaturista del lenguaje, cuya factura barroca absorbe multitud de referentes culturales, se regodea en el detalle expresivo para enmarcar circunstancias sicológicas y sociales, amplía el espacio-tiempo y desborda la significación a través de complejos simbolismos que permiten la convivencia de opuestos, desnudan contradicciones y traen al presente significados reprimidos o expulsados de la conciencia colectiva. A su vez, la novedad de las estructuras narrativas se apoya en el aprovechamiento del poder de la ficción para señalar aspectos problemáticos de la historia y para lograr sorprendentes reinvenciones del pasado en su conexión con las incertidumbres del presente4 . De esta manera se crea una tensión entre el presente histórico de Espinosa y las recreaciones que hace del pasado como “condición necesaria para la consolidación de su memoria privada y pública” (Álvarez, 568). Entre Los cortejos del diablo (1970), la primera novela de Espinosa y la célebre La tejedora de coronas (1982), la tercera, se establece una continuidad temática y se evidencia una evolución hacia la madurez literaria que caracteriza al autor. Mientras el referente de Los cortejos del diablo lo constituye la historia de 4

Precisamente, desde esta perspectiva, Sarah González de Mojica emprende la lectura de Los cortejos del diablo y La tejedora de coronas, señalando en la primera el poder de fuerzas históricas anónimas, que si bien debilitan una hegemonía, no alcanzan a destruir sus efectos en nuestro débil acceso a la modernidad; la segunda novela le permite percibir un legado de absolutismo y de políticas totalitarias, cuyas conductas disociativas y corruptas impidieron la formación de individuos ciudadanos; de esta forma, es posible leer tanto El signo del pez como Sinfonía desde el nuevo mundo, la primera en cuanto a los orígenes y proyecciones del cristianismo, y la segunda en relación con las contradicciones de largo alcance generadas en la ideología republicana (1992, 115-143).

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Espinosa con el escritor Dario Ruiz, en París.

Cartagena durante los siglos xvi y xvii, con énfasis en el papel de la Inquisición, en La tejedora de coronas se reelabora esta misma historia desde finales del siglo xvii hasta la plenitud del siglo xviii, centrándose en el problemático y difícil acceso de los criollos a las ideas de la Ilustración5. A su vez, Sinfonía desde el nuevo mundo (1990) continúa la línea de regreso al pasado, para abordar ahora la ideología romántica que animó la formación de las repúblicas hispanoamericanas durante el primer tercio del siglo xix. La estrategia estética para el caso es, nuevamente, ficcionalizar la historia, enfatizando la historización de la imaginación. Como es usual en Espinosa, el cruce de puntos de vista evidencia un proceso dinámico de influencias y transculturaciones mutuas entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En 1991 publica una novela de concentrada trama narrativa, La tragedia de Belinda Elsner, en la cual desplaza el referente al momento contemporáneo –de inicios de la década del setenta a inicios de la década del noventa del siglo xx–, inaugurando así un nuevo foco

5 Para conocer perspectivas interpretativas de estas dos novelas, véase el libro colectivo de Clara Lucía Calvo, Cristo Rafael Figueroa, Sarah González de Mojica, Luz Mery Giraldo, Blanca Inés Gómez y Carolina Torres: Seis estudios sobre La tejedora de coronas. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana. Fundación Fumio-Ito, 1992.

de atención narrativa: la ciudad capital de Colombia como emblema de una sociedad en crisis, en contraste con la preocupación anterior de ficcionalizar a Cartagena durante la Colonia. Por su parte, Los ojos del basilisco (1992) y La lluvia en el rastrojo (1994), dos novelas de apretada tensión narrativa, focalizan a Bogotá en distintos momentos de su historia con el objeto de evidenciar tensiones internas en la conformación de su modernidad fracturada y de desnudar las deformaciones sociales que se generan en el interior de las clases decadentes en sus luchas por el poder económico. En la primera una retrospección de mediano alcance logra recrear un fresco de Bogotá entre finales del siglo xviii y la primera mitad del siglo xix. De la mezcla de anécdotas y situaciones dramáticas resulta el contrapunteo de una persistente tradición anacrónica y las dinámicas de una modernización posible, en medio de la interminable lucha de conservadores y liberales. En La lluvia en el rastrojo, Espinosa opera a través del procedimiento del esperpento, que en este caso vierte la acción en un discurso de carácter alucinante, centrado en reflejar las deformaciones sociales y síquicas de la sociedad bogotana de mediados del siglo xx. La creación novelística de Germán Espinosa desemboca en La balada del pajarillo (2000), que no pretende enunciar profecías desde el pasado, ni se vale de dispositivos paródicos, ni de complejos juegos estructurales con el espacio o con el tiempo, sino que se nutre de referentes contemporáneos, ubicados en un espacio latinoamericano durante los últimos 20 años del siglo xx. Dicho espacio está representado en una ciudad innominada que, como Cartagena o como La Habana, posee playa y malecón, y como Bogotá u otra urbe análoga, tiene seis millones de habitantes, una moderna infraestructura urbana, industrias culturales, vida intelectual, agencias de viaje, cadenas hoteleras, medios de comunicación, narcotraficantes, pandillas. En la composición de La balada del pajarillo se reescriben, resemantizándolos en un presente intensamente vivido, mitemas o relatos provenientes de la antigüedad clásica, de la historia medieval de Occidente, de las culturas precolombinas y de comunidades étnicas actuales, si bien los ámbitos representados parecen acercarse a las dinámicas de la globalización, quizá por eso mismo, Espinosa enfatiza de nuevo el punto de vista del criollo hispanoamericano frente a un eurocentrismo que quiere conservar rasgos hegemó-

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nicos y excluyentes. Al recurrir al viejo truco de los manuscritos encontrados, da paso a una primera persona bajo cuyo proceso enunciativo se implica de diferentes maneras para matizar asuntos y temas que le han obsesionado siempre: la función de la literatura en el individuo y en la sociedad, la burocratización del arte, el academicismo paralizante, la individualidad del artista, la potencia creadora de la fantasía, el acceso a lo desconocido, el carácter híbrido de la cultura criolla, es quizá en este sentido que César Valencia (2001, 59) señala la densidad de la novela como representación “de una paleografía de la cultura en que todos los signos están implicados”. Ahora bien, los dos manuscritos de Braulio Cendales, uno de 1990 en dos momentos y otro de 1994, escritos desde la prisión, se mediatizan a través de la Balada, asumida como género lírico y a la vez como estructura musical. Desde la perspectiva poética, este género de origen medieval contiene un asunto amoroso formalizado en rimas variadas, que rematan en estribillos persistentes el mismo núcleo temático. Desde la perspectiva musical, es una pieza cantada, polifónica, también con recurrencia periódica del asunto central. En términos estructurales la confesión de Braulio Cendales no es más que la reconstrucción de su fracturado itinerario amoroso con Mabel Auselou, poetisa catalana, esposa del pintor Primitivo Drago, y a la vez, el lamento por las terribles consecuencias que ella trajo a su vida. Como en la Balada, repite insistentemente el motivo que lo llevó a escribir, recapitula con frecuencia las incertidumbres que lo habitan, las inquietudes que no resuelve y su decadencia física y moral desde el momento en que la relación con Mabel descentró su vida. Así mismo, el texto establece una polifonía de puntos de vista de Cendales consigo mismo y con quienes lo rodean de manera directa o con quienes entra en contacto. En tanto relato, los manuscritos de Braulio Cendales pueden leerse a la manera de un rito de iniciación o viaje iniciático, en particular como un Descenso a los infiernos, así lo señala al referirse al canto vi de La Eneida (252). Dicho carácter se refuerza con alusiones míticas, visiones sobrenaturales, estados de trance, coincidencias enigmáticas, sueños premonitorios, delirios, indicios incomprensibles, etc. Toda iniciación consiste en “un ingreso, un aprendizaje, el comienzo de una experiencia destinada a continuar” (Reis, 21);

Espinosa con su amigo, el novelista nicaragüense Segio Ramírez.

supone el paso o el tránsito de un estado a otro, su objetivo principal es obtener conocimiento a través de la prototípica estructura de sufrimiento, muerte y resurrección rituales. Dicho modelo6 está en la base de los manuscritos de Cendales, quien establece un diálogo permanente con un lector posible, donde insiste en la sinceridad que lo anima a confesarse, señala la necesidad imperiosa de recuperar la imagen de Mabel, de reivindicarse ante sí mismo y ante los demás, de purificar sus culpas, de hallar comprensión en los otros y sobre todo de enseñar con el ejemplo a los inadvertidos. 6 De acuerdo con Josep Flericgla (28-29), el esquema puntual de la trayectoria iniciática, si bien puede presentar variantes, incluye: 1) Llamado al futuro iniciado, el cual se produce por vocación, enfermedad, crisis o razones de herencia; 2) Obligatoriedad del iniciado a corresponder el llamado, aún a costa de la propia vida; 3) Alejamiento de los valores sociales ordinarios que regían la vida y la consecuente vivencia de otra realidad paralela, usualmente sagrada; 4) Retorno a la vida cotidiana con el conocimiento y la revelación adquiridos, que se ponen generalmente al servicio de los demás. Este esquema puede incluir trances, de hecho incluye sufrimientos, enfrentamientos con el dolor y el miedo, superación de pruebas difíciles. Precisamente, en la trayectoria de Cendales se constata este proceso.

El primero de los signos que recibe Cendales como llamado iniciático lo constituye la irrupción de Primitivo Drago en su oficina, cuyo aspecto de vampiro melancólico lo seduce y al mismo tiempo lo atemoriza su aire de intemporalidad que parece situarlo por fuera de la vida. Luego, el sueño angustiante de la Cierva Blanca y la solicitud que le hace Eliseo Verano de reparar una pintura de La Virgen del Amparo, lo perturban por completo7. Mientras en el sueño no puede tocar la cierva, en la vigilia lo extraña el rostro lascivo de la Madona, alejado no sólo del prototipo mariano, sino sensualmente enmarcado en colores dionisíacos que obstruyen figuras de ángeles y querubines. Posteriormente, el sueño del puente ruinoso en que una fuerza superior lo induce a cruzarlo, coincide con el descubrimiento de una superposición de pinturas en el cuadro que restaura: una versión erótico-tropical de la Venus de Boticelli se asoma por entre los ropajes sacros de la Virgen del Amparo. De inmediato sobreviene el encuentro con Mabel Auselou que lo estremece, a primera vista se enamora locamente de ella y descubre impresionado el parecido de su rostro con el de la ambigua Venus del lienzo. Después de varios encuentros y de velados procesos de mutua seducción, la trayectoria descendente de Braulio Cendales inicia un ritmo acelerado la noche en que posee a Mabel cerca

7 En la novela abundan indicios misteriosos y extrañas coincidencias, que implican conexiones intratextuales y potencian la interpretabilidad del texto; entre otros, destacamos en la primera parte dos de estas señales, fundamentales en nuestra interpretación: a) La figura y la actitud de Eliseo Verano reproducen condensadamente el estado final de conversión del iniciado en los misterios perversos; a Cendales lo impresionan la dentadura amarillenta y el aire intemporal de Eliseo Verano; incluso, para llegar a la casa de éste debe transitar un camino tétrico, descender por oscuras escaleras, traspasar umbrales y portones, como si en verdad descendiera a un submundo sombrío y atemorizante (34-38); b) Desde el primer encuentro con Primitivo Drago, Cendales identifica su aspecto, su rostro y su prepotencia con lo monstruoso como afirmación suprema de individualidad que excluye al otro; por eso su condición de vampiro, más que una cualidad zoomórfica, se aloja en su conciencia, desprecia y desconoce lo que representan los puntos de vista de Cendales: las peculiaridades de la cultura hispanoamericana. A Cendales lo molesta sobremanera el discurso de este europeo que no sólo se regodea en sí mismo, sino que señala constantemente la ausencia de clasicismo en la cultura criolla como signo de atraso e inferioridad. Mientras el vampiro se aferra a su visión intemporal divorciada del dinamismo histórico, Cendales se aferra a la vida y a sus contingencias, y desde esta ubicación mide la distancia insalvable entre los dos (52-64).

del cadáver de su sirvienta, ritual demoníaco que en su conjunción de Eros y Thánatos sella definitivamente el pacto del personaje con el mal. Así pues, la primera parte del manuscrito de 1990, denominada significativamente Las bodas de Epimeteo establece la conexión mítica entre el héroe clásico y el personaje novelesco: el primero se muestra sordo ante la advertencia de su hermano Prometeo de no aceptar ninguna dádiva de los dioses, y al casarse con Pandora firma su desdicha8 ; de igual manera Braulio Cendales, imprudente e irreflexivo, se une a Mabel, iniciando así la vertiginosa caída de su vida. La segunda parte del manuscrito de 1990, El cielo que me tienes prometido, se concentra en la segregación social de Cendales: borra por completo la pintura de la Virgen del Amparo y se queda con la versión original de la Venus lasciva, identificada cada vez más con Mabel… ella le enseña la infinita capacidad de ser libres, de no respetar ninguna norma, de entregarse a todo tipo de arrebatos dionisíacos –desafueros sexuales, escándalos públicos y comportamientos inescrupulosos–; el espíritu de Cendales se compromete con el culto de la Diosa Blanca, la cierva del sueño, coincidencia de opuestos, cuyo abrazo definitivo es la muerte, divinidad que inspiró a trovadores provenzales y a grandes poetas: Petrarca, Dante, Silecius, Novalis, Coleridge, Keats, Rimbaud, Graves, y la Diosa es además la amante invisible de los chamanes9. Como iniciado, Cendales tiene dos experiencias fundamentales, el trance del opio cuando sólo oye la voz de Mabel pronunciando su nombre y la estimulación de la coca que desata su sexualidad. A Cendales lo habita el horror al descubrir en el cuadro del pajarillo muerto aprisionado en un muro de ladrillo la representación del asesinato de Mabel, obsesión que desemboca en dolor total cuando contempla el otro cuadro creado por Primitivo Drago, en el cual el cadáver de aquélla parece abandonado a la

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Para una ampliación de los significados culturales de Epimeteo y de Pandora, véase Enciclopedia Universal Europeo Americana, 1970, vol. 20, pp. 310-312; vol. 41, p. 750; vol. 43, pp. 402-403. 9 César Valencia detiene su mirada en la tradición de la Diosa Blanca de la poesía, la cual en la novela se transforma en dispositivo narrativo; el tratamiento erudito que Espinosa da a este tópico permite caracterizar la novela como “narrativa de ideas”, suspendida entre lo apolineo y lo dionisíaco, el amor y la muerte (2001, 61-63).

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humedad. De aquí en adelante son inminentes el resquebrajamiento y la degradación de Cendales: pierde el trabajo, se desprestigia socialmente, lo abandona la seguridad de otros tiempos y se convierte en un alcohólico consumado. En verdad, el cielo prometido se ha trocado en un infierno de locura y desesperación. Ahora bien, el título mismo del manuscrito de 1994, La caja de Pandora, extrapola su significación mítica a la actualidad de Braulio Cendales, pues los males esparcidos lo persiguen implacablemente tornando vertiginosa su caída: humillante encarcelamiento, incomprensión de los amigos, impotencia sexual, adicción a la coca y luego al crak, en fin, despojamiento de su ser y de las pertenencias que lo relacionaban con el mundo; fuerzas oscuras desvían el sentido de sus acciones y lo llevan a tocar fondo. Después de expulsar demonios interiores y de convocar el fantasma de Mabel durante el rito purificador de la danza del Tetembé y de la bebida del Caudalupi, su descenso queda suspendido en una revelación dolorosa, la cual no es del todo transmisible ni genera un nuevo proyecto de vida, capaz de potenciar las acciones de quien se ha iniciado en los misterios. Sin embargo, la rica polisemia del texto abre todo tipo de posibilidades: inspirado en contradicciones del pensamiento de Virgilio con respecto a la fatalidad, que descubre en La Eneida (396), no tiene claro si su caída es producto del destino inexorable o de su incapacidad para actuar; si bien en la vigilia cruza el puente desvencijado de la perversidad –su relación con Mabel–, no sucede lo mismo en el sueño, donde las fuerzas de la vida lo atraen más que el juego paralizante de la eternidad. A su vez, al descubrir la falsedad y la traición de Mabel decide asesinarla rompiendo así la cadena de malignidad10. Nunca sabremos si en esta caja de Pandora quedó escondida la esperanza de un futuro menos trágico; no obstante, la sinceridad que anima la escritura de los manuscritos constata que Cendales es el portador de una cultura abierta, dispuesta a trasformar lo foráneo en hibridaciones sig-

10 En este momento de la novela conocemos la degradación de la Diosa Blanca: Mabel Auselou es sólo el seudónimo de María Montserrat Pérez, para homenajear a los poetas provenzales; alcohólica por vocación y prostituta consumada, traicionó a su primer marido con Primitivo Drago y a éste con Cendales, quien sabe ahora que a su vez ella lo traicionaba con Wingo, su amante actual (509-516).

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nificativas, siempre joven, capaz de mirar el mundo con la sorpresa de los ojos del niño, mientras que Mabel Auselou y Primitivo Drago representan un vampirismo cultural excluyente que disminuye sus miradas inmovilizándolos en un anacronismo incapaz de situarse en las vicisitudes del tiempo y de la historia11. La muerte “ritual” de Cendales hace emerger una nueva conciencia, en la cual la hybris podrá ser expulsada cuando se perciba que no dinamiza la vida, sino la soledad y el aislamiento; entonces Epimeteo –Cendales, guiado nuevamente por Prometeo, podrá decidir su destino en aras de celebrar la vida y no la muerte12. En este sentido, la escritura de los manuscritos y su evidente deseo de encontrar recepción en los lectores, puede leerse como un exorcismo liberador orientado hacia la afirmación de la vitalidad de la cultura criolla representada por Cendales, y orientado también hacia la negación de un discurso eurocéntrico sustentado en la inmovilidad de un poder hegemónico, que todavía parece desconocer la voz y la diferencia del otro, quien ya ha descolonizado su historia y su imaginación. a

11 A través del motivo recurrente de reuniones de amigos en almuerzos, cenas y conversatorios sobre asuntos culturales o del recorrido por sitios y museos de la moderna ciudad criolla representada en la novela, Espinosa desliza puntos de vista contrapuestos que relocalizan y revaloran las peculiaridades de la cultura hispanoamericana entre los intersticios del mundo globalizado de la actualidad: además de lo señalado en la nota 7 de este trabajo, es importante destacar la discusión en la cual Primitivo Drago piensa que quizá sólo en el siglo xxii América podrá competir con Europa, pues en estas latitudes no ha sido posible todavía crear la idea auténtica del Estado; Cendales reconoce que aunque de manera fracturada, sí hemos accedido a variantes del Estado moderno, pero de ninguna manera hemos llegado a crear el horror de los hornos crematorios (57–58); en otro momento Cendales sostiene frente a Drago la capacidad de resistencia que hemos tenido frente a la simbiosis cultural por lo que implica de subordinación, en cambio sí hemos privilegiado la hibridación porque a través suyo se crean significados que juntan procedencias heterogéneas con herencias propias hasta conformar nuevos símbolos culturales (167-170). Así pues, la implicación ideológica del autor en las discusiones de los personajes pone de relieve la necesidad de afirmar las condiciones concretas y la localización específica del espacio hispanoamericano frente al peligro de una homogeneización cultural generada por quienes detentan el máximo poder económico en el mundo globalizado. 12 Los 33 años que tiene Cendales cuando sufre el dolor de su caída existencial (415) lo aproximan simbólicamente a Cristo, arquetipo del redentor, que a esa misma edad inicia las acciones que lo conducen a asumir en el calvario el dolor de todos para lograr la redención de los hombres.

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Delia Zapata Olivella En la patria del merecumbé* GiobannaArciniegas Buenahora Por Germán

Una de las primeras visiones de la importancia cultural del trabajo de Delia Zapata Olivella la dio Germán Arciniegas, también uno de los primeros biógrafos del Caribe. Una muestra de generosidad relacional entre el pensador andino y la creadora caribe. Los dos ya no están con nosotros. Aguaita enlaza sus obras y trayectorias en estas páginas afectuosas.

Delia Zapata Olivella reunió una vez treinta y cinco mil pesos. ¿Treinta y cinco mil pesos? No lo puedo creer. Pues así fue: treinta y cinco mil pesos. Tomó un avión y se fue a París. Iban ella, Manuel y sus veinticinco negritos. Llegaron a París en invierno. Andaban con blusas y camisas blancas, como en Cartagena. Bailaron una cumbia, y se acabó el frío. De París volaron a Moscú, al festival folklórico internacional. Los cosacos que bailan la mitad en la tierra y la mitad en el aire se pusieron en cuclillas a mirarlos. Les bailaron un porro, y la revolución roja se quedó pálida. Los invitaron a Pekín, a la Mongolia interior. Bailaron el mapalé, y al día siguiente en los periódicos salieron las columnas llenas de palitos anunciando el descubrimiento de América. Cincuenta mil personas desfilaron por un museo para ver el cañaemillero, la gaita y los tambores a cuyo son Delia baila con sus diablitos cumbia, mapalé, fandango, porro, bullerengue, merecumbé. Juan, el hermano de Delia, contaba las aventuras de estas giras, y leía a sus amigos las cartas de

* Tomado del libro de Germán Arciniegas, Nueva imagen del Caribe (1970).

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Alemania Occidental, que la cumbia está parándole los pelos a los alemanes de cabeza de cepillo. Una criada que le oía salió a contar la historia por el barrio Getsemaní: La Delia bailó en Mojcú, la Delia bailó en Pequí.

A poco ya se bailaba con algún comentario: Y dijo el señor Kruché: miércolé, y dijo el chino don Miau: ¡miau!

En el alma de esta gente ronda el tambor de tal manera que cuando Juan Zapata Olivella habla, su palabra es un merecumbé. Si se pudiera grabar lo que dice Juan, se bailaría hasta el polo. Una vez fue él, como médico, a un congreso de pediatría, a Copenhague. Como era una asamblea internacional, la reina les dio un agasajo. “¡Qué locura!”, me dice Juan, “le di la mano, y ¡era una reina de carne y hueso!” Hubo un baile, y seis danesas se le acercaron, temblando. Como si llegaran al misterio nocturno. Querían que Juan las bailara. Las bailó. Lo que sigue

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FOTO ARCHIVO EDELMIRA MASSA ZAPATA

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FOTO ARCHIVO EL ESPECTADOR

Delia en Bogotá.

será ya leyenda danesa de las torres rubias que rozaron el trópico. Ramón de Zubiría dormía y no dormía en una mecedora, y pudo sorprender a la negra del servicio que cantaba el romance de “Yo soy la viudita del conde Laurel...”, de esta manera. Un joven de Cuba – me mandó un papel Mandando decir – me case con él. Y yo le contesto – en otro papel Que yo sí me caso – pero no con él. Cásate, mija, – que yo te daré Zapatos y medias – color de café…

La negra cantaba y bailaba. Barría y bailaba. Es más fácil trabajar cantando. Y sin bailar, ¿cómo es vivir?

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Hay aquí una fábrica de jabones que trabaja veinticuatro horas al día. Es una de las más grandes de Sudamérica. La maquinaria es formidable: por un tubo sale la glicerina, por otro tubo sale el jabón. “Empezó”, me cuenta el propio Tito de Zubiría, “con once negras que amasaban pasta en una mesa y Daniel Lemaitre que hacía los versos. Los jabones se vendían por los danzones que escribía el dueño. El danzón de las cremas decía: Quitan manchas y espinillas pequitas y tal, y quitan hasta la mancha del pecado original…

“La vendedora de cremas y jabones era Pepa Simanca, que hacía sus pedidos en telegramas así:

‘Manda jabón Manoblanca –Que lo piden como agua. –Mis saludos a Maruja. –Tu atenta, Pepa Simanca’. Hoy, las maquinarias de la fábrica se mueven con aceite, pero cuando comenzó, el motor para las once negras era el cantar”. Se anuncia para estos meses un concurso nacional del Folklore en Colombia. Un distinguido universitario que hizo sus estudios de Filosofía en la Sorbona, y baila merecumbé, se ha encargado de preparar el conjunto cartagenero. Comenzó a organizarlo en una es-

Tal vez fue la primera en llevar el folclor al escenario. Recuerdo que trabajaba en el Teatro de la Comedia. Allí la conocí y aprendí mucho de su trabajo. Soy una admiradora de su obra. Sonia Osorio Directora Ballet de Colombia Su trabajo no se quedó en el escenario. Fue una investigadora que abrió los escenarios urbanos a las tradiciones populares y logró reconocimiento inter-nacional. Es una pérdida irreparable… La tristeza es grandísima para la cultura popular. Ella fue pionera junto con Manuel, su hermano, en la promoción y difusión de la cultura popular desde lo local al resto del mundo. Ella y Manuel siempre trabajaron juntos poniendo en escena e investigando como lo hizo en lo teórico el maestro Guillermo Abadía. Fue la primera persona que llevó a los Gaiteros de San Jacinto a Europa, fue quien llevó las danzas folclóricas de las calles a los teatros. Gloria Triana Antropóloga Asesora Fundación bat

cuela del barrio Getsemaní. Hoy no sabe qué hacer, pues se han presentado para las eliminatorias veintisiete conjuntos. Algunos vienen con creaciones de su propia imaginativa. Y por las noches, cuando se está practicando, la escuela parece un infierno –cumbia, mapalé, fandango, porro, bullerengue, merecumbé...en donde se ve como un náufrago sobreaguando al pobre santo sacerdote que tiene a su cargo el edificio de las pruebas. a ¡Bendita la patria del merecumbé!

Conocimos la realidad de la danza negra colombiana a través de ella. En mi niñez, fue uno de los pocos artistas auténticos que pude ver. Tenía ese privilegio de transmitir a través de la danza la belleza de la vida. Con ella descubrimos un país. Peter Palacios Bailarín contemporáneo Es una pérdida nacional muy grande. Fue una mujer que desde los 15 años difundió y rescató la cultura colombiana y llevó la representación no sólo de Colombia, sino de América al mundo. La muerte de Delia es una pérdida irreparable que entristece a los colombianos de todas las razas. Los llaneros, las personas de la regiones Andina y Pacífica, todos lamentamos su muerte. La madre del folclor. Eso era Delia Zapata. Esperanza Biohó Directora General de la Fundación Colombia Negra La familia Zapata Olivella representa en la cultura colombiana una saga lle-

na de potencialidades que se ha ido manifestando a lo largo de los años en muy diversos quehaceres de la cultura, unas veces en la narrativa, como es el caso de Manuel, médico y caminante por todos los caminos del mundo de la expresión estética; como es, igualmente, el caso de Juan, narrador, espejo de la mejor realidad colombiana en la actividad diplomática, y Delia, quien siempre estuvo presente en aquellas manifestaciones relacionadas con el rescate de las tradiciones populares, de manera especial en el campo de la danza. Ese espacio, particularmente en lo relacionado con la expresión de las negritudes, fue llenado de manera abundante y fulgurante, por Delia. Tuve el privilegio de verla en distintos escenarios nacionales e internacionales, de verla en teatros europeos y percibir la fascinación que diversos públicos sentían ante esas manifestaciones vivenciales de la más profunda filosofía plástica. Es una gran pérdida para el mundo de la cultura la muerte de Delia Zapata Olivella. Pero su huella queda de manera perenne en la historia de la cultura. Belisario Betancur Ex presidente de Colombia

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Bibiana Vélez. Amar es lo único que se opone a la destrucción Por Redacción Aguaita 1

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Bibiana Vélez es una de las más importantes pintoras del Caribe colombiano. Ha creado una obra personal, llena de sugerencias y aperturas sobre nuestro mundo, alejándolo de toda mirada estereotípica y llenando sus elementos de nuevas significaciones. Aguaita ofrece un panorama de miradas sobre esta obra singular, desde los certeros augurios de la legendaria crítica de arte, Raquel Tibol y las visiones del maestro Enrique Grau hasta las valoraciones informadas de contemporáneos de Vélez, como Eduardo Hernández y Dalmiro Lora.

Bibiana Vélez, pintora cartagenera.

1 Aguaita agradece a la realizadora audiovisual Marta Yances, quien hizo la compilación de la información sobre la pintora. La revista es responsable de la selección y edición de los textos.

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FOTO ARCHIVO PERSONAL

Sorpresa fecunda de los vínculos: la pintura de Bibiana Vélez se ha inspirado, entre otros muchos elementos, en formas de la pintura popular cartagenera.

Yo cuando niña encontraba caracoles y piedras en las playas. Ahora ya no hay caracoles, ahora encuentro chancletas . En los años ochenta estaba muy interesada en toda la estética popular cartagenera y de todo el país. Me influenció muchísimo la decoración de los buses, con todos los flequitos colgando, con muchos objetos dispuestos uno al lado del otro, mucha mezcla de material, y mezcla de imágenes. De pronto encuentra uno a la Virgen al lado del “Che” Guevara, y casi nunca falta un zapatico colgando. Yo creo que allí empezó mi acercamiento al zapato. La chancleta es, por excelencia, el zapato de la Costa, lo más cómodo que hay. ¿Quién no ha usado las abarcas trespuntás? Caminando por las playas de Cartagena y de toda la Costa me fui encontrando chancletas y sucumbí a la tentación de recogerlas. Estaba, como dije, influenciada por toda la estética popular y creo que el material kitsch por excelencia es el plástico, que se ha prestado para todas las imitaciones, y las chancletas eran plástico de colores. Yo veo las chancletas, cuyo material industrial ha sido trabajado ya por la intemperie y la naturaleza, como una pintura hecha por el tiempo. Mi pintura se encontró con los colores de las chancletas.

Flotar en el mar es meditar, es cargarme de energía, estar en un estado de oración, de compenetración

con un elemento como el agua. De todas maneras, el mar es símbolo indiscutible de vida, el mar es vida, el mar es regazo, es maternal, es el seno. Es como un símbolo de flotar en la vida. Este es un mar arquetípico. No es una playa en algún sitio, sino como una playa en el alma. Podríamos decir que es el sentimiento oceánico. El borde de la playa es como el borde del mundo. Ya el mar no es el mundo, el mar es la vida… Y en el mar bailo. Claro, porque la ingravidez del agua es incomparable para bailar. Siempre he querido hacer un ballet en el agua, o siempre lo hago. Mirar olas es un oficio zen y un oficio cartagenero también. Se necesita tener ocio para mirar el mar. Es un tiempo sagrado. Tener tiempo para mirar el mar y tener tiempo para meterse al mar. Eso siento cuando me meto en el mar y cuando lo pinto. Bibiana, vid e o d o cume nta l , 1 9 9 2

A mí me gusta pintar flores. Las flores son un tema colorido. Yo las pinto en el mar uniendo el bodegón con el paisaje. Las flores han estado ligadas siempre al culto y al amor que es lo mismo. Las flores son ofrendas a la divinidad, ofrendas a la pachamama, y

Pintándome, acrílico sobre lienzo, 81 x 92 centímetros, 2002.

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representan exactamente lo que es para mí la pintura: una ofrenda. Para mí hacer una pintura es hacer una ofrenda. Credo, vi deo documental , 1 9 9 9

Creo que en Colombia falta el paisaje moderno. Hay un paisaje tradicional de acuarelitas y eso, y hay un paisaje bueno, con sus tropicalismos. Pero un paisaje con meditación, tanto en la composición como en la estructura, comienza a darse en la cartagenera Bibiana Vélez Covo, una artista extraordinariamente talentosa. Esta muchacha vendrá a revolucionar el paisaje en Colombia. Trabaja la perspectiva curvilínea y creo que no hay en el paisaje colombiano alguien que trabaje así. En Dificultad inicial hace una gran perspectiva curvilínea de casi 360 grados. Su autorretrato, en la parte inferior, está hecho a la Mantegna. En realidad es autobiográfico. Paleta y pincel en mano, pinta todos los problemas que tiene con respecto al paisaje. Raquel Tib o l Crítica mexicana, Jurado del XXXII Salón Nacional de Artistas 1989. Ofrenda, acrílico sobre lienzo, 81 x 92 centímetros, 2002.

Es un mundo panteísta en donde todos los sentidos están a flor de piel: tacto, olfato, sonido y sexo. Su siempre autorretrato está en la mitad de esa vorágine tropical. Ella es el centro de su universo. Si sus obras se pusieran en fila, una al lado de la otra, hasta completar un círculo, se encontraría el espectador en un mundo virtual sin principio ni fin, envuelto en una experiencia bella y única. ¡Qué maravilla! E nr ique G r au Pintor, (en el catálogo de Credo, Museo de Arte Moderno de Cartagena, 1998).

Es una pintura que trasciende lo local, lo narrativo, lo anecdótico para convertir lo caribe –una identidad particular–, en una propuesta universal también. Su relación con el mar es de identidad. Como el mar, su obra también es cambiante y al mismo tiempo tiene una unidad permanente, como el mar. La referencia personal es constante en su obra. El autorretrato: siempre se retrata ella misma, todo lo que toca lo vuelve ella misma, es una manera también de apropiarlo, de relacionarse con eso y de relacionarse con todo. Es un arquetipo, no es un retrato personal. E d ua rd o H e r ná nde z (en Credo, video documental de Luis Ernesto Arocha, Telecaribe, 1999).

La perspectiva de Bibiana Vélez nos sumerge en una visión que sólo obtenemos cuando miramos hacia arriba acostados en la arena de la playa como quien juega a contar estrellas en una noche de luna. Es una perspectiva que muestra otra faceta del paisaje. Una perspectiva con puntos de fuga que

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se pierden en un horizonte personal y atrevido, y que, aparte de ser su propuesta para la plástica del momento y de constituirse como uno de los valores de su estética, mantiene también un espíritu de búsqueda incesante proveniente desde su niñez cuando paseaba boca-arriba en las noches de amigas y juegos. Aquello que inicialmente era un placer, lleva al camino de convertirse en lenguaje. Tal pareciera que sus obras perderían todo su encanto visual sin la perspectiva usada. Emplea visiones en “picada” como otras imágenes virtuales en donde se indaga también por ángulos diferentes de la visión.

Bibiana Vélez

1975-1977 Taller de David Manzur, Bogotá 1981-1983 Ecole Supérieur des Beaux Arts, París 1989 Taller de dibujo con José Luis Cuevas, México d.f.

exposiciones individuales

1991 1992 1993 1994 1996 1997

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1999

Da l miro L o r a La perspectiva como una propuesta visual.

[ Cartagena, 1956 ]

estudios

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Porque tanto plasma escenas de amor, como otras situaciones cotidianas; pero el enigma se revela es con la perspectiva. Son visiones desde arriba, como si miráramos a través de un lente convexo por distintas ventanas de un mismo edificio y descubriéramos piernas que pisan un tapete, una mano con una brocha, a una caracucha dialogando con la arena tibia, a un caracol con un rastro baboso y a la huella que dejó la pareja arrastrada por la ola caliente del amor.

Galería Banco Ganadero, Cartagena Centro Colombo Americano, Medellín Galería Banco Ganadero, Cartagena Museo Arte Moderno, Cartagena Galería La Oficina, Medellín Museo Arte Moderno, Cartagena Galería La Oficina, Medellín Galería Garcés Velázquez, Bogotá Museo de Arte Moderno, La Tertulia, Cali Centro de Arte Actual, Pereira Galería Chica Morales, Cartagena Galería Elida Lara. Barranquilla Mar a la Vista, Sala Suramericana, Medellín Galería Jenni Vilá, Cali Ofertorio, Galería Museo de Arte Moderno, Bogotá Reunión de Países No Alineados. Centro de Convenciones, Cartagena Galería Jenni Vilá, Cali El silencio de los Jaguares. Banco de la República, Pasto Olas. Museo de Arte Moderno. Barranquilla. Homenaje al cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Museo de la Ciudad, Quito, Ecuador Credo. Museo de Arte Moderno, Cartagena Bolívar Gallery. Kingston Jamaica Comunión. Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo, Santa Marta Mar de leva.

Instalación multimedia. Museo de Arte Moderno, Cartagena 2000 Más allá: caminando impunemente bajo las palmeras Sala Ojival. Ministerio de Administración Interna, Lisboa, Portugal Consulado de Colombia. Barcelona, España Castillo de Vajdahunyad. Museo de Agricultura, Budapest. 2001 Más allá: caminando impunemente bajo las palmeras Galería Estudio. Palacio de Cultura y Ciencias. Varsovia, Polonia Enka Renaissance Galery, Estambul. 2001 Más allá: caminando impunemente bajo las palmeras Estocolmo, Suecia Berlín, Alemania

colecciones Banco de la República Museo de Arte Moderno, La Tertulia, Cali Museo de Arte Moderno, Medellín Museo de Arte Moderno, Cartagena Museo de Arte Moderno, Barranquilla Museo de Bellas Artes Caracas Museo de Arte Religioso, Convento San Pedro Claver, Cartagena Colecciones particulares en América y Europa

distinciones Primer Premio xxxii Salón Nacional de Artistas, 1989 Primera Mención v Salón Rabinovich mam, Medellín, 1985 Primer Premio iv Salón de Artistas de la Costa, Universidad Autónoma del Caribe, Barranquilla, 1983 Mención Salón Regional. Museo de Arte Moderno, Cartagena, 1995

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Poesía Ilustraciones de Rómulo Bustos Aguirre

Acta de nacimiento Por Giobanna Buenahora

De igual modo Nombro padre o madre En ambos enfrentada no puedo ser Trono o Altar. Con las manos manchadas de inocencia Lo que tomo del aire me espanta. ¿Quién irá en mi lugar? El cordero no es propicio aún Pero las sombras insisten Y estoy sola Como en el principio Cuando la luz resbalaba En el cuchillo de Caín. Del aire al agua del agua al aire ¡Pobre cuerpo suelto en sí mismo! Caduco Vencido Corrupto Desde siempre. De la luz a la sombra de la sombra a la luz Y después El grito primero. Lauren Mendinueta

Gris En estos días en que sufro en que he desnudado mi alma a las tormentas en que a veces me siento grande con la soberbia y la rabia que guarda el que soporta Quisiera encontrar un culpable a quien poder colgar de un árbol un punto, un dios miserable al que quejarme una ira suprema que me parta. Margarita Vélez

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En cualquier parte el tiempo es el infinito en el espíritu de la brisa La quietud purifica Quién perdona a Dios a esos que se asoman para recibir un poco de comida en esta navidad La imagen está al servicio del verbo se aproxima hasta tu mesa rodea tus días y te asalta Qué metáforas le podemos brindar a esta juventud, a esta vida en estos barrios con nombres de árboles y pájaros. Martín Sal as Avila

Oración i

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Señor, hazme digno de los supermercados Déjame hallar sentido en lo que conversa la gente al fondo y en el feedback de los altavoces donde nos dan felicidad en paquetes y donde sueltan odas a los champúes. Déjame acudir al festejo de las registradoras, al afelpado sigilo de los monederos. Al enredo de los delicatessen de moteadas grosuras ¡Oh, galerías de bocas bebiendo gaseosas alegrísimas! A mí me queda, por ahora, la pálida imprecación de los vegetarianos. Yo lato, Señor, yo estoy vivo, como estuvo el jamón que tiembla en su gancho. Déjame estar aferrado a la cintura de los carritos repletos Haz que pertenezca al cielo de las canastas fungibles Al fluido de los envases, al aplauso cósmico de los mostradores Ampárame cuando me interne en el bosque de las bisuterías no retornables. Soy capaz de responder amorosamente a los maniquíes De acariciar sus corazones de escayola. No permitas que mi crédito diezme La pobreza me hace distante de la realidad.

Señor, he hallado este maní en la mesita del delicatessen –Aún está aceitoso–. ¿Cuál fue tu trama al germinarlo? ¿Cuál tu intención al dejarlo desamparado entre tanta confusión? Ambos somos huérfanos entre tanto destino ¿Qué intentas enseñarme, Señor? De forma perfecta has hecho esta coincidencia en la que el maní y yo hallamos compañía. ¿Qué buscamos afanados apenas ponemos el pie en el día? ¿Rosas? Nosotros no sabemos si la espina tiembla al lado nuestro. ¿Cuál es el gesto que nos dobla hacia la vida o hacia la muerte? ¿Qué buscamos? Señor ¿qué buscamos? ¡Señor, pónte la mano de visera! ¡Señor, acelera el pedal! ¡Aplaude! ¡Señor, alza el barrio y baila! ¡Ráscanos la oreja y silba! ¡Abre una sandía! Sólo sentimos tu señuelo en relámpagos… ¿Por qué en pleno abandono vemos por fin Tu grandeza?

Juan Carlos Guardela

Tapicería Romero A Lember Sacar el anuncio con esa fe que sólo es dable en las horas iniciales del día. Esperar las minucias que vendrán: estos cojines, estas telas. Caminar en medio de los muebles sedentarios que ornarán otras alegrías. Recordar el día en el que se fue a Caracas, siguiendo los caminos del barrio y alguna propensión hereditaria que lo hace triste. Ver el crecimiento del álbum familiar y el abigarramiento de sus espacios en el taller. Pensar, creer, fingir, medir –aún ajena– la felicidad. Frank Patiño

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cinco años del observatorio del caribe colombiano

Un lustro buscando sinergias alrededor de los saberes sobre el Caribe de Colombia [1997-2002] Por Redacción Aguaita

El Caribe colombiano necesita una institución de carácter regional dedicada a pensarlo. El atraso económico y la pobreza de sus habitantes exigen esfuerzos permanentes y sistemáticos en el campo del conocimiento como contribución a la superación de sus ancestrales dificultades. Un proyecto para la creación de un centro de estudios regionales presentado desde la región fue incorporado por el gobierno nacional a las Estrategias para la gente Caribe –EsCaribe en 1997. Bajo estas orientaciones de política, el Departamento Nacional de Planeación, dnp, el Instituto Colombiano para el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología “Francisco José de Caldas” –Colciencias– y el Fondo Nacional de Proyectos de Desarrollo –Fonade– auspiciaron el nacimiento del Observatorio del Caribe Colombiano promovido por las cámaras de Comercio de Cartagena y Sincelejo, las universidades del Atlántico y Cartagena, la Funda-

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ción Probarranquilla, la Cooperativa Agroindustrial de Cereté, la dirección ejecutiva de la Asociación Nacional de Industriales de Cartagena y un grupo de intelectuales y artistas de la región. El 15 de diciembre de 1997 se fundó en Cartagena de Indias el Observatorio como centro científico, humanista y cultural, y la forma de una entidad privada, independiente, sin ánimo de lucro. Al patrimonio aportado por entidades y personas de la región se sumó un capital semilla aportado por Colciencias que duFOTO FERNANDO MERCADO

“Celebro al Observatorio del Caribe Colombiano, institución a la que profeso admiración genuina por la tarea quijotesca que viene cumpliendo con rigor científico sin hacerle concesiones al folclorismo pernicioso y sin caer tampoco en las tentaciones pintorescas”. Juan Gossaín

El Maestro Enrique Grau Araújo, co-fundador del Observatorio, diseñador del logotipo institucional y primer presidente de su Consejo Directivo.

rante un lustro se ha invertido y multiplicado para generar y divulgar el conocimiento sobre el Caribe de Colombia. El Observatorio del Caribe Colombiano es un centro que realiza y estimula investigaciones sobre la región, acopia y organiza datos sobre su estado, relaciona entre sí a los investigadores que la estudian y adelanta programas orientados a la apropiación pública del conocimiento sobre el Caribe colombiano. Sus actuaciones han dado al Observatorio una presencia nacional y obedecen a una concepción plural e incluyente en el estudio de la región, puesto que hacer contribuciones desde el conocimiento a la sociedad del futuro exige el acercamiento de múltiples visiones. De ahí que las dinámicas culturales de esta región rica y diversa sean consideradas por el Observatorio como fundamentales para retomar la senda de la prosperidad y reafirmar su pertenencia al Caribe. A continuación presentamos un breve resumen de la labor realizada durante los cinco años de existencia:

Más de treinta investigaciones Desde 1998, cuando se instala en Cartagena, el Observatorio ha adelantado una serie de investigaciones sobre el Caribe colombiano, que han permitido hacer una contribución al conocimiento, un proceso que no solamente ha formado investigadores sino que ha dado sustento técnico y científico a las acciones del Observatorio. Las investigaciones han contado con la

asesoría de prestigiosos investigadores colombianos, entre ellos Luis Jorge Garay, Fabio Zambrano, Martha Madrid Malo De Andreis, Cristo Figueroa. En estos 5 años, el Observatorio ha cumplido con su objetivo de convertirse en uno de los más importantes centros de investigación regional. La labor investigativa ha tenido las siguientes características y proyecciones: • Evaluación de los resultados de las políticas públicas descentralistas, y seguimiento y evaluación al estado de la región. Desde sus primeros momentos adelanta estudios sobre las principales tendencias del desarrollo económico y social. Su primera publicación El Caribe colombiano, la realidad regional al final del siglo XX fue comentada por el economista e investigador Haroldo Calvo Stevenson: “Una radiografía estadística que revela la región como la más atrasada del país y que debe ser referencia obligada para todo el que se interese en los problemas de la Costa”. • Conformación de un grupo de estudio sobre la industria manufacturera, que adelanta la más amplia y profunda investigación que se haya realizado sobre este importante sector de la economía. Al publicarse el libro Estructura Industrial del Caribe Colombiano (19741996), Gabriel Misas Arango lo describió como: “un hecho destacado en la investigación sobre el desarrollo manufacturero en el país. El trabajo da importantes luces sobre la naturaleza y las características del desarrollo industrial colombiano”. • Continuación de estudios anteriores sobre el proceso de poblamiento de la región y la conformación de su sistema urbano-regional. Cecilia López Montaño, ex directora del Departamento Nacional de Planeación, decidida gestora para hacer del Observatorio una realidad.

María del Socorro Guerra de Mesa, presidenta del Consejo Directivo del Observatorio, durante la Cátedra del Caribe que se dictó en la Cámara de Comercio de su ciudad natal, Sincelejo.

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• Reflexión sobre el estado de las principales ciudades e impulso a procesos locales para repensar el desarrollo urbano. Cuando se publica el libro Poblamiento y ciudades del Caribe colombiano, Luis Mauricio Cuervo, director del Cider de la Universidad de los Andes, sostiene: “…este trabajo nos alienta a pensar que se ha dado un paso adelante y que se impone resolver cómo continuar en esta apasionante, estimulante pero siempre arriesgada tarea de construcción de un saber urbano plural e incluyente”. • Evaluación de los resultados de las políticas públicas descentralistas. • Evaluación de la gestión educativa de las entidades territoriales. • Investigaciones culturales que se adelantan por medio de becas. • Estrategias ambientales para el desarrollo sostenible. Sobre la labor del Observatorio, el escritor Roberto Burgos Cantor ha escrito: “Son pocas las regiones del país que cuentan con un laboratorio en producción constante de hipótesis y de ideas de primera mano para trazar una carta de navegación hacia las soluciones de justicia y prosperidad”.

Cuatro convocatorias, diez becas En homenaje al gran artista caribeño Héctor Rojas Herazo y para estimular la investigación cultural sobre el Caribe colombiano, el Observatorio y el Ministerio de Cultura han convocado durante cuatro años las becas de investigación cultural que llevan el nombre del maestro. Es el primer programa regional de becas de este tipo que se realiza en Colombia, y ha estimulado masivas participaciones de la comunidad científica regional, consolidando líneas de investigación antecedentes y abriendo nuevas. De igual manera, las becas han permitido el surgimiento de nuevas técnicas de investigación de las realidades regionales, como la fotografía, el reconocimiento de líneas como los estudios culturales y los de economía y cultura, y el abordaje de nuevos objetos de estudio no considerados por la ortodoxia investigativa. Como resultado de este proceso se han hecho investigaciones que amplían el conocimiento sobre la región. De esta forma, temas como las prácticas culturales de la pesca artesanal, el uso de recipien-

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Ariel Castillo Mier, profesor e investigador de la Universidad del Atlántico, coordinador de la Cátedra del Caribe y colaborador permanente del Observatorio. Atrás, fotografía de Héctor Rojas Herazo, en cuyo nombre el Observatorio bautizó una de sus salas.

tes y empaques en la historia social del campo costeño, la dinámica cultural de los puertos, los imaginarios híbridos de las culturas populares en las ciudades costeñas, la exuberante producción de las artes plásticas regionales, la presencia y las relaciones entre industria cultural y música popular han sido reconocidos como preocupaciones investigativas legítimas para conocer la región. Los trabajos becados fueron los siguientes: Primera Convocato ria 1999 “Costa Caribe, ingenio, pesca y tradición” Andrés Lejona “Contextos sociales y lingüísticos del Caribe colombiano” María Trillos Amaya S e g u n d a C o n vo c ato ri a 2 0 0 0 “Las artes visuales del Caribe Colombiano” Eduardo Márceles Daconte “Imaginarios híbridos: el discurso anónimo de las voces populares en Cartagena de Indias” Jorge Enrique Nieves “La risa trágica entre Luis Carlos López y Raúl Gómez Jattin” Gustavo Tatis Guerra Te rc e r a C o n vo c ato ri a 2 0 0 1 “Tambucos, seretas y cafongos; recipientes, soportes y empaques del antiguo departamento de Bolívar” Cristo Hoyos “Puerto, sociedad y conflicto en el Caribe colombiano (1850-1930)”. Sergio Paolo Solano de las Aguas

Además de realizarse en 13 ciudades de la Costa en 120 ocasiones, la Cátedra del Caribe Colombiano, llegó también a los barrios populares de Cartagena. Aquí, en el Centro Cultural Las Palmeras en la zona suroriental de esta ciudad.

1997-2002 Cuarta Convocato ria 2002 “Los caminos de la memoria. La música campesina del Caribe colombiano: gaitas, cumbias, tamboras y música de acordeón. El caso del departamento del Cesar” Hughes Sánchez Mejía y Adriana Santos Delgado “Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira, 1700-1800: una visión etnohistórica” José Polo Acuña “El futuro económico y cultural de la industria discográfica de Cartagena: entre la champeta y la pared” Mauricio Soto y Carmen Abril Gutiérrez

La red fue concebida desde los orígenes del Observatorio cuando se identificaron los profesionales dedicados al estudio sobre la región y fue publicado en 1998 el Directorio de Profesionales para la investigación. Luego, en el Plan Estratégico Institucional se define con claridad la visión del Observatorio como un colectivo de investigadores que estudian la región Caribe desde distintas disciplinas. Y con esa perspectiva ha trabajado el Observatorio. Además, a lo largo de los cinco años, la entidad ha recibido a más de una docena de investigadores de universidades colombianas y extranjeras como pasantes de investigación, quienes desarrollan destrezas y adelantan sus trabajos como parte de las líneas definidas por el Observatorio.

Más de 100 investigadores en red 120 Cátedras del Caribe Creada recientemente, con la coordinación del Observatorio, la red Ocaribe aglutina a los investigadores que se ocupan del estudio del Caribe colombiano desde diversas perspectivas, con el propósito de construir un gran sistema de saberes sobre la región en sus aspectos culturales, sociales, económicos y ambientales. La red es un proyecto conjunto con el Sistema Universitario Estatal del Caribe integrado por la Universidad del Atlántico, la Universidad de Cartagena, la Universidad de Córdoba, la Universidad de la Guajira, la Universidad del Magdalena, la Universidad Nacional de Colombia sede San Andrés, la Universidad Popular del Cesar y la Universidad de Sucre.

Al cumplirse los cinco años, el Observatorio llega a la realización de la Cátedra del Caribe nº 120. La Cátedra fue concebida como “una tribuna del conocimiento y las ideas de la región Caribe Colombiana y busca la relación fecunda y coherente entre visiones y disciplinas, escrituras y pensamientos, ciencia y artes: una pluralidad que desborde los esquemas tradicionales y permita un nuevo horizonte analítico, riguroso y verídico pero múltiple y dialogante”. La cátedra ha sido una sistemática contribución a la apropiación social del conocimiento, ha facilitado el encuentro de investigadores y públicos en 13 ciudades de la región, ha llevado

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a los investigadores a sus regiones objeto de estudio con la consiguiente devolución del conocimiento, ha propiciado el encuentro entre investigadores, y se ha convertido en uno de los más importantes y fecundos eventos culturales de todo el Caribe colombiano. Como consecuencia de ese intenso proceso, ha establecido una atmósfera apropiada para la revaloración del conocimiento y ha permitido dibujar un nuevo, amplio e imprevisto mapa sobre el conocimiento de la región costeña. Mediante convenio, la Universidad del Atlántico, la Universidad de Cartagena y la Universidad del Magdalena apoyan en la orientación y realización de este programa del Observatorio, organizado de manera concertada con el Ministerio de Cultura. También ha contado con el apoyo irrestricto del Banco de la República, las cámaras de comercio de Sincelejo, Montería y Magangué, el patrocinio de la Alianza Summa, y el apoyo de las universidades públicas de la región. La Cátedra ha contado con la participación de Germán Espinosa, Ramón Illán Bacca, Roberto Burgos Cantor, Eduardo Posada Carbó, Cecilia López Montaño, Adolfo Meisel Roca, María del Carmen Borrego Plá, María del Rosario Guerra, María Trillos Amaya, Egberto Bermúdez, Adelaida Sourdís, Alejandro Jadad Bechara, Jorge García Usta, Alvaro Medina, Alvaro Miranda, Ariel Castillo Mier, Fabio Zambrano, Eduardo Márceles Daconte, Alicia Dussán de Reichel Dolmatoff, Oscar Collazos, Germán Márquez, Francisco Avella, Weildler Guerra, Rómulo Bustos, Consuelo Posada, Eduino Carbonó, Julio Marino Barragán, José Polo Acuña, Jorge Nieves Oviedo, Cristo Figueroa, Cristo Hoyos, Alberto Abello Vives, Heriberto Fiorillo, William Fortich, Julio Sierra Domínguez, Claudia Mosquera, Rafaela Vos, Julio Escamilla, Enrique Muñoz, Estrella de los Ríos, Julio Oñate Martínez, Germán Bustamante Patrón, Sara González, Javier Báez, Numas Armando Gil, Gonzalo Restrepo, Pacho Bottía, Marta Yances, Amilkar Caballero, Adolfo González, Stella Salazar, Silvana Giaimo, Ana María Groot, Carl Langebaeck, Gustavo Tatis Guerra, Numas Armando Gil, Graciela Maglia, Guillermo Carbó, Edgar Rey Sinning, Catalina Reyes, entre otros. En 2002, la Cátedra se desarrolló también en la Universidad Nacional de Bogotá como una asignatura, que con la dirección del profesor Fabio Zambrano, fue ofrecida en el primer semestre a más de 150 estudiantes. La Cátedra acompañó también a la Universi-

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dad Nacional y su Instituto de Estudios Caribeños de San Andrés en la primera promoción de la maestría en estudios del Caribe. La compilación de la memoria del primer año de la Cátedra, realizada por su cordinador Ariel Castillo, fue publicada por el Observatorio con el título de Respirando el Caribe.

Libros Desde el primer momento, el Observatorio ha estimulado la apropiación social del conocimiento sobre la región. Por ello, ha hecho énfasis en sus publicaciones: 9 libros y 20 cuadernillos, de un apreciable cuidado formal, que han circulado masivamente en ferias del libro, centros educativos, bibliotecas, centros culturales, investigadores, periodistas, empresarios y funcionarios públicos. Al visitar las instalaciones del Observatorio y conocer sus publicaciones, Álvaro Uribe Vélez, actual presidente de la República, comentó en comunicación escrita enviada posteriormente: “Quedé muy gratamente sorprendido por la seriedad y la profundidad con las que ustedes han estudiado los temas relacionados con su región”. Los libros publicados son los siguientes: Barranquilla: Lecturas urbanas. Luis E.Sánchez Bonnet. Compilador. 2002 Resultados de la descentralización municipal en el Caribe colombiano. Martha Madrid Malo De Andreis y Luz Helena Díaz Rocca. Editoras. 2002 Ayer y hoy del Caribe colombiano en sus lenguas. María Trillos Amaya. 2001

En esta sede de la Calle de la Chichería en Cartagena, el Observatorio llega a sus cinco años de existencia.

Respirando el Caribe. Memorias de la Cátedra del Caribe colombiano. Ariel Castillo Mier. 2001 Poblamiento y ciudades del Caribe colombiano. Alberto Abello Vives y Silvana Giaimo Chávez. Compiladores. 2000 Estructura Industrial del Caribe colombiano (19741996). Alberto Abello Vives y otros. 2000 El Caribe colombiano, la realidad regional al final del siglo XX . Cecilia López Montaño y Alberto Abello Vives. Directores. 1998 La Costa que queremos. Reflexiones sobre el Caribe colombiano en el umbral del 2000. Cecilia López Montaño y Alberto Abello Vives. Editores. 1998 Directorio de profesionales para la investigación en el Caribe colombiano. Alberto Abello Vives y Jorge Iván Zapata. 1998 Además, este fin de año aparece el libro con la investigación ganadora de la beca de investigación cultural “Héctor Rojas Herazo”, Tambucos, seretas y cafongos; recipientes, soportes y empaques del antiguo departamento de Bolívar, de Cristo Hoyos, que será publicado por Ediciones Gamma y Crown Colombia.

La revista Aguaita Con esta edición, la revista institucional Aguaita llega al número 8. Sobre su carácter y forma, El Espectador escribió: “En Cartagena se está haciendo una revista que vale la pena leer y elogiar. Se trata de Aguaita, la revista del Observatorio del Caribe Colombiano (…) lo que parece ser una producción muy regional, de talla internacional (…) Nada hay que envidiar con res-

pecto a revistas que se producen en la capital y tienen circulación nacional, pues la profundidad, investigación y seriedad de sus textos la proyectan hacia un mercado con mejores perspectivas. Estas producciones merecen ser apoyadas” y El Tiempo señaló: “Aguaita, una revista que se defiende sola”. La revista Aguaita fue concebida desde sus inicios como una forma no sólo de promover las investigaciones científicas rigurosas sobre la región sino la de contribuir a replantear la noción del lenguaje académico, la de abrir el espacio de la relación entre disciplinas y lenguajes, la de combinar los géneros y fundar las secciones que resultaran indispensables para ofrecer una visión integral de la región costeña. Espacio plural por definición, Aguaita ha tratado, en sus múltiples dimensiones, de unir a la región sobre la base de artículos revelatorios, serios, ágiles, basados también en la diversidad de autores y regiones. Una revista que pueda atender las múltiples disciplinas desde las que se mira, estudia, sueña, interroga, debate y propone la región, pero también las perspectivas y los enfoques, las ideas y los estilos y también los géneros; esto último resulta particularmente importante ante la necesidad de combinar el rigor académico, tan necesario en medio de una tradición de culto, discreto o abierto, a la superficie y a la ocurrencia esporádica, con un lenguaje que, sin perder la bondad de ese rigor, permita la comunicación, logre relacionarse con un público amplio y diverso, e incida sobre la realidad. Desde un principio entendimos que se trataba de propiciar un acercamiento entre nuestros peque-

Jorge García Usta, editor de la revista Aguaita y colaborador del Observatorio.

La revista Aguaita y una de las series de publicaciones del Observatorio.

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ños aportes y los aportes de la comunidad de científicos sociales y artistas que están haciendo de nuestro Caribe no sólo una de las regiones más estudiadas de Colombia, tal vez la más, sino de nuestro Caribe uno de los más estudiados del ahora llamado Gran Caribe. En sus ocho números han estado entrelazadas la historia, la economía y los estudios sobre la vida en sociedad, con géneros como artículos de investigación, ensayos, perfiles, crónicas, reportajes, opinión, crítica, comentarios, reseñas. Los artículos de Eduardo Posada Carbó, Joaquín Viloria de la Hoz, Weilder Guerra Curbelo, María Teresa Ripoll de Lemaitre, José Polo, Jorge Conde, Luis Alarcón o Adriana Santos, destacados estudiosos de nuestra historia, se encuentran con los trabajos económicos de Cecilia López Montaño, María del Rosario Guerra de Mesa, Jaime Bonnet, Marta Madrid Malo De Andreis, y los novedosos estudios sobre las culturas híbridas de Jorge Nieves, sobre las poblaciones negras de Elizabeth Cunin, sobre la construcción de identidad a través del baile y de la música champeta de Claudia Mosquera y Marion Provansal, sobre las mujeres de Sahagún en Córdoba y sobre los signos culturales de la olvidada tradición festiva del once de noviembre de Cartagena escrito por Enrique Muñoz. Al lado de la fundación de pueblos, encontramos historias empresariales, problemas fronterizos, insistencia en el tratamiento de la industria manufacturera, desarrollos científicos, preocupación por nuestra situación ambiental como se aprecia en los artículos de Eduino Carbonó y Jaime Polanía, y un permanente contacto con el Gran Caribe gracias a los aportes de Francisco Avella Esquivel, Thomas Klak y Neville Duncan. Están siempre las letras, he ahí los aportes de Ariel Castillo, Ramón Illán Bacca, Fanny Buitrago, Pedro Badrán, José Luis Garcés y Francisco Pinaud; los paladares contados sabrosamente por Estrella de los Ríos y los sonidos musicales. Siempre hay y habrá un espacio para la poesía que ha sido inaugurado por Rómulo Bustos Aguirre, Patricia Iriarte, Luis Mizar, Miguel Angel López, Jaime Manrique Ardila, Miguel Iriarte y Meira Delmar; para la indagativa y reveladora paleta de los artistas plásticos que han mostrado Cristo Hoyos, Teresa Sánchez, Heriberto Cogollo, Delcy Morelos, Mario Zabaleta, Roberto Angulo y Ruby Rumié.

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Una de las secciones más emotivas, aquella en la que recordamos a quienes ya no nos acompañan pero gracias a los cuales seguimos viviendo, la inauguramos, en ese marzo de 1999,con el artículo titulado Hace falta Alfredo, dedicado por supuesto a Alfredo Gómez Zurek, una de las figuras centrales del desarrollo cultural de Barranquilla. Y también en esa sección nos han hecho falta Cecilia Porras, Momo del Villar, Eligio –el “Yiyo”– García Márquez y Héctor Rojas Herazo. En fin, de la mano de Jorge García Usta, nuestro editor, se ha realizado esta travesía, enlazando tanto las herencias vigentes del pensamiento y la reflexión como de la creación, en el empeño de contribuir a trazar el reconocimiento integral de una región, y reconciliarla con sus mejores cosas, las que iluminan mejor sus posibilidades de desarrollo, pues es imposible pensar en un futuro social y económico distinto, sin considerar que lo cultural debe ser parte fundamental del proceso de desarrollo, y establecerse como una prioridad multidisciplinaria de la organización social. En esa búsqueda de replantear el lenguaje académico, Ariel Castillo Mier, colega de esta universidad, coordinador de la Cátedra del Caribe, compañero en todas estas decisiones fundamentales y coordinador de la Cátedra del Caribe, nos ha dado una gran lección sobre la doble relación enriquecedora entre ciencia y periodismo, con su crónica El vía crucis feliz de Derek Walcott en el Caribe colombiano, que lo hizo merecer del Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” del año 2002, y llena de orgullo a Aguaita y al Observatorio.

El trabajo interinstitucional ha sido factor clave en las proyecciones del Observatorio. En la gráfica, a la izquierda, la directora del área cultural del Banco de la República en Cartagena, Silvia Marín, en acto realizado en el Museo del Oro, al lado del médico José María Caraballo y el director del Observatorio Alberto Abello, y a la derecha, ponentes y organizadores del primer seminario sobre “La cultura en Cartagena, siglos XX y XXI”: Elena Lepesquer, jefe de Bienestar de la Universidad de Cartagena, los investigadores culturales Silvio Sánchez, Ignacio Abello y Sergio de Zubiría, y el jefe de la sección de Cultura de la Universidad de Cartagena, Freddy Badrán.

1997-2002 Otro elemento básico considerado ha sido el cuidado de la forma, la estética, conscientes de que una revista científica y cultural puede y debe y es también una obra de la belleza, y que contenido y forma no deben ser separados con el pretexto de que el conocimiento científico puede ir empacado en envoltorios deleznables y sin el rigor procedimental contemporáneo.

Trabajo interinstitucional De igual forma, el Observatorio ha adelantado una política de trabajo interinstitucional en toda la región. Además de las universidades públicas y las cámaras de comercio, ha contado con el apoyo del Banco de la República. En el caso de Cartagena, se han realizado varios actos de gran significación para la cultura de la región. Conjuntamente con la Universidad de Cartagena, la División de Bienestar y la sección de Cultura –y la vinculación especial de los funcionarios Elena Lepesquer y Freddy Badrán– y del Banco de la Repúbli-

ca, de su gerente Adolfo Meisel, y de la directora del área cultural, Silvia Marín, se han adelantado eventos de la trascendencia de dos seminarios sobre el tema “La cultura en Cartagena siglos xx y xxi”, con participación de más de 150 investigadores culturales, creadores artísticos y gestores culturales, y con sede en la biblioteca Bartolomé Calvo y el Museo del Oro; un seminario sobre “Las relaciones entre periodismo y literatura” (que contó con la participación, entre otros, de Juan Gossaín, Juan José Hoyos, Alberto Salcedo, Heriberto Fiorillo, Ernesto McCausland, Fernando Guerra, José Luis Garcés, Blanca Brunal, Sigifredo Eusse, Ramón Illán Bacca, y tuvo más de 160 asistentes diarios), con sede en el Aula Máxima de la Universidad de Cartagena, y un seminario-concierto “Música sabanera: músicos, bandas y orquestas”, al cual se vinculó también la Fundación Hermandad Sabanera. a

En el programa de la Cátedra del Caribe Colombiano, el destacado investigador musical Egberto Bermúdez presentó su investigación sobre “La historia de la música del Caribe’ el 8 de noviembre en la sala de lectura de la Biblioteca de la Guajira, y el 15 de noviembre en la Universidad Nacional de Colombia sede San Andrés.

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cuatro años de la cátedra del caribe

Cátedras y libros que abren nuevas perspectivas sobre la Costa Por Redacción Aguaita

A la Cátedra sobre cómo se escribió la Historia doble de la Costa, asistieron el investigador Fabio Zambrano, el director del Observatorio, Alberto Abello, el rector de la Universidad del Atlántico, Juan Romero, Orlando Fals y la vicerrectora de la Universidad del Atlántico, Elvira Chois.

Una variada gama de temas que comprendió más de 25 conferencias en ciudades capitales y municipios de la región sobre la economía, la literatura, la historia, la música y la obra de algunos de los personajes más destacados en el Caribe colombiano, fue el balance del segundo semestre de actividades de la Cátedra del Caribe, el programa de apropiación pública del conocimiento del Observatorio del Caribe Colombiano. Con el programa desarrollado durante el segundo semestre, la Cátedra cumplió cuatro años llevando conocimiento calificado a las ciudades y municipios de la Costa Caribe, con lo cual contribuye a ampliar el entendimiento de los rasgos esenciales de la caribeñidad colombiana. Con un estudio sobre la Panorámica económica y comercial de Centroamérica y el Caribe colombiano se abrió el jueves 27 de junio la programación del segundo semestre de la Cátedra. El investigador Camilo Acevedo presentó en el Auditorio Central de la

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El escritor Jairo Mercado ofreció su amplia y profunda investigación sobre la historia y características del cuento en el Caribe Colombiano. Mercado habló ante una numerosa asistencia en el Teatro Amira de la Rosa, el 23 de julio.

Universidad del Magdalena un balance del estado de la economía y del intercambio de bienes y servicios entre estos dos integrantes de la Cuenca del Caribe, caracterizado hasta el momento por un largo filón de oportunidades inexploradas. El martes 23 y el jueves 25 de julio, el escritor sucreño Jairo Mercado dictó la conferencia sobre el Cuento en el Caribe colombiano, una visión retrospectiva y actual de este notable género de la literatura en el cual la región ha brindado varios de los más valiosos exponentes del país. El acto se realizó en Barranquilla, en el Teatro Amira de la Rosa, y en Cartagena, en la Casa Bolívar. Una semana después, el 2 y 10 de agosto, el investigador musical Enrique Muñoz Velez dictó en bibliotecas públicas de barrios populares de Cartagena su conferencia La champeta: la verdad del cuerpo, un recorrido por los orígenes y el desarrollo sociocultural de esta expresión musical que constituye uno de los más

El historiador Sergio Solano trató, en el programa de la Cátedra, uno de los más apasionantes temas de la historia costeña, Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe colombiano. Solano habló el 11 de septiembre en el Museo del Oro de Cartagena.

Más de cien personas se dieron cita el 10 de septiembre en el Museo del Oro de Cartagena para escuchar la conferencia del pintor e investigador cultural Cristo Hoyos sobre Tambucos, seretas y cafongos; recipientes, soportes y empaques del antiguo departamento de Bolívar, una reveladora investigación sobre la utilidad, recursividad y estética de los utensilios del campo costeño.

interesantes movimientos culturales de la ciudad a finales del siglo xx y principios del xxi. La Cátedra dedicó buena parte de sus esfuerzos a divulgar el conocimiento producido sobre la música del Caribe colombiano. Como Muñoz sobre la champeta, el investigador y profesor universitario Jorge Nieves, expuso el 28 de agosto, también en Cartagena, una Aproximación a la música sabanera. Y dos días después, el 30 de agosto, el reconocido investigador musical William Fortich habló sobre las Bandas populares de música del Caribe colombiano, cuyo papel en el largo proceso de divulgación de ritmos caribeños ha sido tan importante como el de las orquestas y otras agrupacioLa investigación Tambucos, seretas y cafongos; recipientes, soportes y empaques del antiguo departamento de Bolívar, de Cristo Hoyos, ha sido publicado por Ediciones Gamma y Crown Colombia. La investigación ganó la beca de investigación cultural “Héctor Rojas Herazo”, convocada por el Observatorio del Caribe Colombiano y el Ministerio de Cultura.

nes musicales urbanas. Ambas cátedras se ofrecieron en el marco de uno de los más importantes seminarios sobre la música sabanera, organizado por el Banco de la República, la Universidad de Cartagena, la Fundación Hermandad Sabanera y el Observatorio. En septiembre, en el marco de la Cátedra del Caribe se presentaron trabajos sobre la literatura, la cultura y la historia costeñas. Graciela Maglia, investigadora literaria de nacionalidad argentina, expuso sobre Rostros y rastros del Nobel, Gabriel García Marquez 20 años después. En esta conmemoración, se hizo una mesa redonda con la participación de los escritores Roberto Burgos Cantor, Ariel Castillo, Jorge García Usta y Cristo García.

El investigador cordobés William Fortich y el prestigioso músico Miguel Emiro Naranjo se encontraron en el seminario “Música sabanera: músicos, bandas y orquestas”. Naranjo presentó un análisis de la música de banda y dirigió el concierto didáctico que ofreció la banda 19 de marzo que él fundó y dirige, y Fortich presentó una Cátedra del Caribe sobre la historia del porro.

El investigador Jorge Nieves presentó, en el marco de la Cátedra, una reveladora y documentada conferencia sobre ritmos, figuras, orquestas y formatos de la música sabanera. A su lado, otro de los conferencistas invitados, Inis Amador.

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El investigador musical Enrique Muñoz hizo un recorrido grato y lleno de información y sugerencias sobre la música champeta, en la biblioteca del Centro Cultural Las Palmeras en el suroriente de Cartagena, donde estuvo acompañado por el director del centro Orlando González, y el director del Observatorio Alberto Abello. Con asistencia de habitantes de esa amplia zona cartagenera, y de músicos, bailarines, investigadores de esa y otras zonas de la ciudad, la Cátedra se trasladó a los barrios populares de Cartagena para promover el conocimiento y apropiación de expresiones significativas del mundo costeño.

El pintor e investigador cultural cordobés Cristo Hoyos y el historiador barranquillero Sergio Solano, ganadores en 2001 de la Beca de Investigación Cultural “Héctor Rojas Herazo” entregada por el Observatorio del Caribe Colombiano y el Ministerio de Cultura, presentaron en el Museo del Oro de Cartagena los trabajos Tambucos, seretas y cafongos: recipientes, soportes y empaques del Antiguo Departamento de Bolívar y Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe colombiano, los días 10 y 11 de septiembre respectivamente. Los resultados de la investigación de Hoyos fueron presentados en una exposición de varios días en el Museo del Oro del Banco de la República. El jueves 26 de septiembre, el investigador musical Egberto Bermúdez presentó una aproximación histórica sobre Qué es y qué no es la música vallenata, en el Auditorio Vicente Arroyo de la Universidad Popular del Cesar, en Valledupar. El mismo día y en el Hotel Royal de Barranquilla, el prestante sociólogo barranquillero, una de las figuras más importantes de la in-

La banda 19 de marzo de Laguneta ofreció un concierto didáctico en el marco del seminario sobre la música sabanera, realizado en el Museo del Oro de Cartagena y organizado por el Banco de la República, la Universidad de Cartagena, la Fundación Hermandad Sabanera y el Observatorio.

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El investigador musical Enrique Muñoz habló sobre la música champeta, en la biblioteca Jorge Artel, ubicada en el barrio El Socorro, al suroccidente de Cartagena, donde estuvo acompañado por el director del centro Wilfrido Padilla, y la coordinadora de la Cátedra Lucy Porras.

vestigación social costeña en el siglo xx, Orlando Fals Borda y el historiador bogotano Fabio Zambrano, disertaron sobre Cómo se escribió la Historia Doble de la Costa, el libro capital de la obra de Fals Borda. Durante octubre la Cátedra itineró por Riohacha, Montería y Barranquilla. En la primera ciudad, el 16 de octubre, Vicente Pérez Silva presentó en la Universidad de la Guajira su investigación Jorge Isaacs: explorador del litoral Caribe y descubridor de las hulleras de la Guajira. En Montería, el investigador cordobés Cristo Figueroa expuso el jueves 17 de octubre sobre La narrativa de Roberto Burgos Cantor y la Nueva Fundación de Cartagena. Burgos Cantor es uno de los escritores costeños más importantes en la actualidad. Por su parte, en Barranquilla, la investigadora Catalina Reyes presentó las conclusiones de su trabajo histórico sobre Soberanía, ciudades y territorios en las provincias del Caribe colombiano durante la primera República, 1808-1815. La presentación de Reyes se realizó en el Auditorio Mario Santo Domingo del Antiguo Edi-

ficio de la Aduana Nacional y un mes después en la Universidad Popular del Cesar, en Valledupar. Justamente, durante noviembre en las ciudades de Riohacha y San Andrés Islas, el investigador musical Egberto Bermúdez expuso sobre La historia de la música del Caribe. Una aproximación teórica, y el pintor cordobés Cristo Hoyos realizó nuevamente la exposición y dictó la conferencia sobre Tambucos, seretas y cafongos: recipientes, soportes y empaques del Antiguo Departamento de Bolívar. El trabajo de Hoyos, un recorrido sobre la

geografía y la historia social del campo costeño en lo que hoy comprende los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba, se presentó también en Sincelejo, Cereté y Montería durante el mismo mes. A finales de noviembre, en auditorios de las universidades del Magdalena, del Atlántico y de Cartagena, se programaron las conclusiones de la investigación sobre los Resultados de la descentralización municipal en el Caribe colombiano, a cargo de la investigadora Martha Madrid. a

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F a v o r c o n s i g n a r e l v a l o r d e l a s u s c r i p c i ó n e n l a C u e n t a d e A h o r ro n º 8 3 0 0 0 8 7 1 1 8 - 2 d e l B a n c o d e O c c i d e n t e e n C o l o m b i a a n o m b re del O B S E R V AT O R I O D E L C A R I B E C O L O M B I A N O y enviar el recibo al fax [5] 6600695 anexando este cupón diligenciado.

M AY O R E S I N F O R M E S

O B S E R VAT O R I O D E L CARIBE COLOMBIANO

www.ocaribe.org [email protected] Centro, Calle de la Chichería nº 38-72 Cartagena Colombia tels (5) 6601364 y 6602491 fax (5) 6600695

NOMBRE DE LA SUSCRIPCIÓN

D I R E C C I Ó N PA R A E N V Í O

CIUDAD

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PA Í S

CORREO ELECTRÓNICO

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Revista Aguaita gana Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” Por Redacción Aguaita La revista Aguaita del Observatorio del Caribe Colombiano ganó el Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar” en la modalidad de mejor reportaje cultural en prensa con el trabajo El vía crucis feliz de Derek Walcott en el Caribe colombiano, escrito por el investigador Ariel Castillo. La crónica fue publicada en el número 5 de Aguaita. “La crónica ganadora surgió de un sentimiento de pesar, casi de indignación, frente al trato displicenMomento en el que el escritor Ariel Castillo recibe el Premio Nacional de Periodismo “Simón te que dieron muchos medios de Bolívar”, y saluda al vicepresidente de la República Francisco Santos. Castillo es profesor de la comunicación a la visita que hizo Universidad del Atlántico y cordinador de la Cátedra del Caribe del Observatorio del Caribe Colombiano, las universidades estatales de la región y el Ministerio de Cultura. al Caribe colombiano uno de los más grandes poetas de habla inhasta la fecha, la revista ha divulgado trabajos perteneglesa, Derek Walcott, ganador del Premio Nobel de cientes a las más variadas disciplinas y géneros, busLiteratura”, dijo Alberto Abello, director del Observatorio. cando que el rigor investigativo se una a la solvencia y recursividad del lenguaje, en un esfuerzo por enconCastillo es miembro del Consejo Editorial de la trar mejores vías a una cualificada masificación de los revista Aguaita y coordinador de la Cátedra del Caribe Colombiano, que organizan el Observatorio, las saberes sobre la región y al encuentro multidisciplinario indispensable para repensar la región de manera más universidades estatales de la región y el Ministerio de integral. Cultura. Es profesor de la Universidad del Atlántico y uno de los más prestigiosos investigadores literarios Castillo, nacido en Barranquilla, es uno de los más serios críticos de la literatura caribeña y colomde la costa. biana, a la que ha dedicado muchos años de investi“El Observatorio está complacido por el premio a Ariel, quien es uno de los investigadores de gran rigor gación y sobre la cual ha escrito diversos ensayos, publicados en revistas nacionales e internacionales. y conocimiento de nuestra cultura, un crítico de una Ha hecho estudios de Maestría en Letras Iberoamerigran disciplina y entusiasmo, y con un fervoroso sentimiento por el mundo costeño”, agregó Abello. “Precanas de la unam de México y de doctorado en Letras Hispánicas de El Colegio de México. Es también mios como éste ponen de relieve la evidencia de que el editor del libro de crítica literaria de Carlos J. María, uso de las herramientas del periodismo es importantísimo para la escritura académica y la divulgación cienFeedback, La literatura colombiana antes y después de García Márquez. Ha escrito artículos sobre la obra de tífica, y que el uso del método científico puede servir, Alvaro Mutis, José Félix Fuenmayor, Rojas Herazo, de muchas maneras, al trabajo periodístico”. Es la primera vez que la revista Aguaita participa Illán Bacca, y varios ensayos sobre músicas y músicos del Caribe colombiano. a en un premio de periodismo. Desde su nacimiento

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La metodología de la Historia doble de la Costa Historia doble de la Costa [ 4 to m o s ] , de Orlando Fals Borda universidad nacional de colombia, banco de la república, el áncora editores, 2002

Las reflexiones que Orlando Fals Borda ha hecho sobre el Caribe colombiano no se han limitado a Historia doble de la Costa, su obra más conocida. En efecto, desde 1973 Fals inicia sus estudios sobre esta región cuando, bajo la forma de un impreso mimeografiado, se publicó en la Universidad de Córdoba el trabajo Modos de producción y formaciones sociales concretas en la Costa Atlántica Colombiana. Si bien se trataba de una publicación de circulación restringida, marca el inicio de las preocupaciones de Fals sobre estos temas. Posteriormente, esta misma obra aparece con el título de Capitalismo Hacienda y Poblamiento en la Costa Atlántica (Bogotá, Punta de Lanza, 1976), la que aunque salió con un formato editorial bastante deficiente, –especialmente por la mala edición de los mapas que la acompañan– se convirtió en una entrada analítica que generó una renovación en las miradas

sobre la historia de las dinámicas espaciales de nuestro Caribe. Con esta obra, Fals inició la difusión de su trabajo sobre esta región. Allí se investigaba sobre el poblamiento costeño durante la colonia, la expansión de la hacienda costeña y los orígenes del capitalismo en esta región, y se hacía énfasis en la lectura histórica de las dinámicas espaciales y la complejidad de los procesos sociales allí sucedidos. Estos temas serán retomados luego en la Historia Doble de la Costa, donde gran parte de los procesos serán tratados en detalle. En efecto, al finalizar 1979 salió publicado el primer tomo de la Historia doble de la Costa, con el título de Mompox y Loba. A este le siguieron en 1981 el tomo 1i, El Presidente Nieto; en 1984 el tomo 1ii, Resistencia en el San Jorge, y el tomo 1v en 1986, Retorno a la Tierra, todos publicados en el sello editorial Carlos Valencia Editores.

Tenemos así, en poco más de una década, la publicación de una obra que va suscitar diversas polémicas por el método empleado, por la visión de la otra Costa, –la que no está en el litoral–, por la llamada al debate, por poner en discusión el papel de los académicos y su relación con los procesos sociales, en especial los del campo. La primera apuesta metodoló-gica del autor es la de la utilización de dos canales de lectura. En el primer tomo, el libro abre con la advertencia de la presentación de dos estilos o canales diferentes de comunicación. En las páginas impares, canal a, se presenta el relato, la descripción, el ambiente, la anécdota. En las páginas pares, canal b, se presenta la interpretación teórica, los conceptos, las fuentes y la metodología de la obra. El autor recomienda la lectura independiente, de corrido. Esta apuesta comunicativa, completa-

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mente novedosa, no deja de ser interesante, tanto por la calidad literaria del relato que se ofrece en el canal a, como por la diferencia radical en los estilos si se comparan los dos canales. Así, encontramos que el a le pone rostro a los procesos, –al incluir gentes de carne y hueso, lugares concretos, situaciones específicas,– al análisis impersonal, general y falto de gentes que tiene el canal b. Queda la pregunta si se logró que los lectores de esta obra fueran diferenciados, según las formaciones de las personas, vale decir si los sectores populares leyeron el canal a. ¿Habría tenido efecto diferente si se publica en un solo tomo la versión a y en otro la versión b? Esta es una pregunta que no tiene fácil respuesta. La segunda apuesta metodológica se refiere al tema del espacio. De manera clara y contundente, Fals se lanza con el tema del escenario geográfico de los acontecimientos que va a tratar, es decir el tema de la región. Al comenzar el Tomo I afirma que “la primera línea teórica se refiere al concepto de región, aplicado a la llamada depresión momposina… El concepto de región, que a primera vista parece obvio, debe reconocerse y estudiarse seriamente, porque tiene implicaciones importantes para la práctica política, el frente ideológico y la planeación económica y social”. Más adelante precisa que no puede entenderse “una formación social sin expresiones geográficas, políticas y temporales concretas: se mueve cada vez en un tiempo, en un espacio, y en una estructura social determinados” (p. 18 b). Esta entrada analítica se ha convertido en un aporte metodológico definitivo, no sólo para la comprensión de la historia de Caribe colombiano, sino que a partir de este trabajo Fals se ha convertido en el intelectual que más ha reflexionado sobre el tema de la región, y sus diversas obras son re108

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ferencias obligadas para quienes se acercan a esta temática. Por ello, al abordar el tema de la depresión momposina, el autor la analiza desde su realidad, como un territorio que se siente y se vive desde la Colonia, y en donde, como una especie de recipiente, se superponen lo geográfico, lo histórico, lo social y lo económico, expresado en las comunidades, que, a su vez, forma parte de la región costeña. Fals la califica como una sub región. Es decir, el autor propone el juego de los recipientes de lo regional y las escalas más pequeñas. Además, el reconocer las características propias de la sub región remite al tema del desarrollo desigual en el interior de la región. El reconocimiento de la especificidad territorial de esta sub región lleva al autor a otra apuesta metodológica, el de la cultura anfibia, vista como un conjunto de conductas, creencias y prácticas relacionadas con la utilización de la oferta ambiental que posee este territorio. Es esta cultura anfibia la que explica el tipo de poblamiento que allí se encuentra, así como su persistencia en este espacio, remontándose al período prehispánico. Con estas apuestas, el autor plantea una técnica de investigación, que combina la información sobre los hechos con la reflexión y la comunicación basadas en observaciones. Junto con otras técnicas, Fals construye la metodología que denomina investigación acción participativa, iap, una propuesta que va a tener un indiscutible impacto en la forma cómo las ciencias sociales han sido utilizadas en la investigación en nuestro país, luego de ser formulada por Fals. La aplicación de este método no es fácil en una sociedad sin archivos. Para ello el autor recurre a lo que denomina el archivo de baúl, técnica que va a utilizar profusamente en el desarrollo de esta Historia Doble.

Una característica de este primer tomo es el propósito de difundir la metodología aplicada. En efecto, cada capítulo va acompañado con una explicación de la metodología aplicada. El segundo tomo, El Presidente Nieto, desata una gran polémica, que se inicia desde el título y la carátula escogida, y sigue en el contenido. Allí se registran los acontecimientos históricos más importantes de la historia regional, como la crisis de Cartagena, el auge de las Sabanas, la competencia entre los poderes que se dan entre la provincia y la capital, la dislocación de las élites, el caudillismo provincial, el clientelismo y, en especial, la conciencia de que se pertenece a una región que forma parte de una nación. Igual que en el anterior, donde el autor ofrece variados aportes al conocimiento de la historia del Caribe, acá, nos abre igualmente a nuevos temas. Antes del libro pocos conocíamos el caso de Juan José Nieto. Además, Fals introduce el tema de la provincia para comprender a Cartagena, las lógicas en la transmisión del discurso. El tratamiento de los sucesos históricos que escoge el autor para sustentar sus tesis lo llevan a plantear las diferencias en los tres niveles de pertenencia que se pueden encontrar a mediados del siglo xix: la nación, la región y lo local. Al igual que los contenidos de los otros tres tomos, en el rescate del personaje se retorna a la narrativa y se muestra la riqueza de la cotidianidad costeña. En conjunto, se trata de una obra que utiliza un estilo audaz e innovador, que combina diferentes estrategias de comunicación: la profusa ilustración empleada en los libros; y las dos versiones, una dirigida a lectores con mayor formación, y otra, analítica, dirigida a intelectuales y gentes comprometidas con el cambio social.

Las herramientas teóricas que utiliza el autor están signadas por la interdisciplinariedad. Esa relación de las culturas anfibias con su medio, el aprovechamiento de las ofertas ambientales que realiza este poblamiento, se mueven en las largas duraciones de cientos de años, que anteceden a los procesos hispánicos y republicanos, y se remontan a los pobladores originales, de quienes se van a heredar técnicas y formas de vida que están aún presentes. Los métodos provenientes de la historia son utilizados continuamente, en especial para el manejo de las temporalidades, las diferentes duraciones, y para el manejo de las fuentes de archivos y bibliotecas. Esta obra se caracteriza por la consulta minuciosa de varios archivos nacionales y extranjeros, lo cual se puede constatar al consultar el fondo documental que se encuentra en la Biblioteca del Banco de la República en Montería,

donde reposa toda la documentación que Fals recogió en los archivos y bibliotecas que consultó. La geografía va a mostrar su utilidad en la definición de las territorialidades: región y sub región, que queda consignada en la elaboración de mapas, que ilustran los diferentes tomos, y en especial en el libro antecesor de esta obra, como es el de Capitalismo, hacienda y poblamiento en la Costa Atlántica. En el conjunto de estos trabajos se encuentra la relación tiempo-espacio, es decir procesos sociales y conformación territorial, con lo cual queda claro que el territorio es un espacio culturizado, socialmente construido, semantizado por una sociedad particular. Los mapas de la expansión de la hacienda, la reducción de la territorialidad indígena, la presencia de enclaves extranjeros, dejan de ser simples ilustraciones de las publicaciones, para convertirse en parte indisociable de los textos.

Por supuesto que la sociología se encuentra en todas las páginas. Siendo el autor uno de los sociólogos más importantes de Latinoamérica, el método sociológico atraviesa todos los temas: medir, pesar, cuantificar los procesos sociales es lo que hace el autor. A su vez, el trabajo de campo toma prestado de la antropología la observación y el registro etnográfico de las sociedades que estudia. La reedición de esta obra –prueba que superan pocos libros– muestra la vigencia que, luego de dos décadas de su aparición original, tiene la Historia doble de la Costa. Con ello, uno de los propósitos del autor, el de mostrar a la región como un recipiente de sentimiento y vivencias de sus habitantes, queda demostrado. fabio zambrano pantoja *Este texto fue leído el 26 de septiembre de 2002 en Barranquilla en el marco del Programa de la Cátedra del Caribe Colombiano.

Aciertos y generalizaciones en un libro meritorio Música, raza y nación. Música tropical en Colombia, de Peter Wade v i c e p re s i d e n c i a d e l a re p ú b l i c a , d n p, p ro g r a m a p l a n c a r i b e , 2002 Oportuna la publicación de este trabajo del antropólogo británico Peter Wade1 conocido entre nosotros por sus ponencias sobre la música en Colombia2 y especialmente por su libro Gente negra, nación mestiza: las identidades raciales en Colombia3 . El libro Música, raza y nación música tropical en Colombia aparece en esta versión en español con traducción del investigador musical Adolfo González Henríquez. Como lo plantea Wade en el primer capítulo, el trabajo “busca explicar cómo y por qué razón la música del Caribe colombiano (…) se convirtió en el epicentro del reper-

torio de música popular en Colombia” (p. 41). Para ello el autor parte de exponer en la “Introducción” algunas ideas que entrecruzan discusiones actuales sobre nación y nacionalismos, homogeneidad y heterogeneidad, y las articulaciones complejas de raza y nación, género, sexualidad y música y el papel del “capitalismo musical” en las interacciones en que estos componentes producen “identidad”. El libro intenta responder a su pregunta estratégica examinando la situación de la Costa Caribe en el contexto de la nación colombiana para tratar de dilucidar el papel que

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juega la “música costeña”. Pasando rápidamente por algunas de las explicaciones que distintos estudiosos han ensayado sobre el origen de las modalidades musicales costeñas dominantes (porro, cumbia y vallenato) Wade examina la situación social de Barranquilla (1920-1940) para mirar la relación entre transformaciones sociales y cambio musical en la música costeña del mismo período. Luego describe el proceso de conquista del interior andino del país por la música costeña de Lucho Bermúdez, José Barros, Pacho Galán entre otros, destacando la importancia del desplazamiento de Bermúdez a Bogotá y Medellín. Luego trata las reacciones y contrareacciones de diferentes sectores ante esta irrupción musical para pasar al papel de la industria fonográfica (en el capitalismo musical que ha planteado antes) y las alteraciones que ésta impone en la producción musical de las principales figuras costeñas de la época así como en sus mejores discípulos del interior andino. Cabe destacar el interés de Wade por una producción musical habitualmente desestimada en los estudios sobre música del Caribe colombiano: los grupos del llamado “sonido paisa” y el importante papel de las disqueras basadas en Medellín en este proceso. Después el autor se ocupa de lo que quizá constituye la parte menos consistente de su ejercicio explicativo, el examen de “los costeños y la música costeña en el interior: rechazo y adaptación (1950-1980)”. A partir de entrevistas con personas de distintas edades y oficios y otras fuentes, Wade intenta trazar una descripción etnográfica del mundo mental y emocional en sus conexiones con lo familiar-social tanto de migrantes costeños como de usuarios andinos de música costeña, sin alcanzar la 110

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precisión y amplitud comprensiva que pedía Geertz para la “descripción densa”. A pesar de ello, la atención que Wade presta a las relaciones entre música costeña, corporeidad y estereotipos sobre lo negro, la sexualidad y la región, son del mayor interés y ameritan una profundización. El texto concluye con un ejercicio de interpretación especulativa sobre los últimos cambios en la música del Caribe colombiano en el que aventura explicaciones muy limitadas de estos fenómenos al reducir dinámicas complejas que obedecen a múltiples factores a una simple y más o menos comercial vuelta nostálgica al pasado en el marco de los reconocimientos oficiales a la constitución multicultural de la nación colombiana. La reflexión final presentada en la “Conclusión: escribir sobre música colombiana” es muy interesante por la evaluación crítica certera que hace de los tipos de discursos que suelen producirse sobre las prácticas y los procesos musicales. Señalando las limitaciones de la mayoría de los enfoques acostumbrados, Wade dice: “…he intentado narrar una historia donde, dentro de las limitaciones prácticas y metodológicas que condicionaron mi investigación, puedan verificarse ciertos hechos y se puedan criticar ideas y categorías gratuitas. Por supuesto, lo he intentado desde una perspectiva particular, la del antropólogo en el contexto de las teorías sobre sociedad y cultura de finales del siglo xx. Desde esta perspectiva se abren a la discusión categorías como tradición, modernidad, autenticidad y corrupción comercial” (p. 300). Yo quisiera añadir también categorías como nación, identidad, raza y género. Tal vez el problema mayor del libro sea su exceso de generalidad. A partir de datos que bien pueden emplearse para ilustrar procesos especí-

ficos, Wade entra a postular explicaciones que abarcan grandes períodos de tiempo. Así, también, como del estudio antropológico hecho en tres ciudades (importantes sin duda para los procesos estudiados) induce conclusiones que pretende válidas para la nación en su conjunto. Finalmente, teniendo en cuenta que el libro Música, raza y nación: música tropical en Colombia fue dirigido inicialmente a un público de habla inglesa, pueden entenderse las varias aclaraciones e ilustraciones que podrían parecer redundantes para el lector caribeño colombiano. Pero por eso mismo, el libro de Wade tiene el inmenso mérito de referenciar muchos trabajos de autores colombianos y caribeños (más de 100), lo que no es frecuente dado el habitual desconocimiento de los autores anglosajones hacia la producción intelectual “periférica”, aun cuando se ocupen de temas “nuestros”. Además, es muy positivo que temas como la música del Caribe colombiano y los procesos regionales y nacionales merezcan una atención seria y sistemática como la que dedica el antropólogo británico en este libro cuya lectura recomendamos. Resta sólo esperar que las entidades auspiciadoras de la obra (Vicepresidencia de la República, Departamento Nacional de Planeación, Programa Plan Caribe) pongan este mismo empeño en publicar trabajos de estudiosos colombianos y particularmente de la Costa Caribe de Colombia. jorge nieves oviedo 1 Publicado por la Vicepresidencia de la República, Departamento Nacional de Planeación, Programa Plan Caribe, Bogotá, 2002. 2 Por ejemplo “Lo negro, la música y la identidad nacional? Tres momentos en la historia de Colombia”, en el xi Congreso Colombiano de Historia, Bogotá, agosto de 2000. 3 Ediciones Uniandes, Universidad de Antioquia, Siglo del Hombre, Bogotá, 1997.

Atridas y Altapuyas en el Caribe Disfrázate como quieras, de Ramón Illán Bacca e d i to r i a l p l a n e ta , 2 0 0 2 , 2 0 5 p á g i n a s. La última novela de Ramón Illán Bacca, Disfrázate como quieras, puede parecer un relato más sobre el carnaval de Barranquilla. A los ojos de un lector desprevenido, y que no haya leído sus dos novelas anteriores, Deborah Cruel (1990) y Maracas en la ópera (1996), el libro será solo el relato humorístico de un crimen pasional ocurrido en época de carnaval. Sin embargo, Disfrázate como quieras va más allá de esta incomprensión precipitada. La novela está compuesta de 19 capítulos, de los cuales 4 son columnas de prensa firmadas con los seudónimos de Nakonia y Freud Silvestre (Infante de Lara y el profesor Clemente Narro son quienes usan el seudónimo de Freud Silvetre) que le sirven al autor para contarnos, en un primer plano narrativo, las causas de la muerte de Jerónimo Carazúa (Savonarola), Mecoro Montes, Marta La Noche y el suicidio de Infante

de Lara Müller. Los tres primeros mueren en una noche de carnaval con la canción “Era Marta la reina...” como pieza musical de fondo, y de aquí, se desprende una novela de tintes policíacos, en primera instancia, con un surtido de personajes que van a complicar la trama en un escenario tragicómico, en el cual el carnaval es el único espacio posible para la historia. La relajación –y el cambio– de hábitos y costumbres que propone el carnaval facilitan que pasen desapercibidos personajes y situaciones que en días corrientes no hubieran escapado a la morbosa curiosidad caribeña, así la reconstrucción del motivo de los crímenes se complica en manos de un inspector inepto, Sócrates Bruno Manos Albas, un ayudante con aspiraciones de Watson, Robespierre Vaquero; un dudoso profesor de antropología, Clemente Narro, y un

joven inspector experto en el cine de Buñuel y con pretensiones de periodista, Goering Bermúdez Díaz Granados, quien es asesinado en Riohacha por esbirros de Tabaré Carazúa, pues descubre que uno de los crímenes fue cometido por el

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segundo del terrateniente, Diamelo Iguarán. El libro nos introduce en una imbricada trama policíaca con la historia de espionaje vivida por Gunter Müller –quien ya había aparecido en Deborah Cruel involucrado en otro caso de espionaje– después de la Segunda Guerra Mundial, su enamoramiento primero de Larissa, y después de Frida, dueña del cabaré más famoso de Barranquilla, una imagen difusa, débil y con poca fuerza literaria, pero relacionada con la idea de las grandes madamas dueñas de cabarés, que ya habían aparecido en Maracas en la ópera. Los crímenes obedecen a una simple confusión: Infante de Lara confunde a su madre Mecoro con Marta La Noche, de quien está perdidamente enamorado, y la asesina. Igualmente al saber esto, Savonarola se suicida rociando su cuerpo con gasolina y prendiéndose fuego. En el desarrollo de la novela nos enteramos de que la muerta no es Marta La Noche, prostituta protegida por el “mal poeta” Agamenón Rosado – y vuelve aquí la intertextualidad– sino su hermano gemelo, a quien asesinó Diamelo Iguarán, después de descubrir que era un hombre y además estaba enamorado de él. La historia de Gunter permite al autor introducir referentes nacionales como la Masacre de las Bananeras, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, las disputas electorales entre conservadores y liberales, y el Frente Nacional, que le sirven al autor para caracterizar a sus personajes haciéndolos protagonistas de los hechos desde la orilla de lo inverosímil y dándole al texto una carga de ironía y sarcasmo, convirtiendo los hechos históricos en episodios cotidianos, en situaciones salpicadas por el humor baccano y el lenguaje coloquial.

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El uso del género epistolar, de las notas de prensa, para descubrir la causa de los asesinatos, establece una marca de distancia con la oralidad, es decir, con el uso del chisme –que tiene presencia absoluta en Deborah Cruel– para resolver las situaciones. Este distanciamiento le sirve al autor en doble vía: primero, valora la importancia de la fuente escrita, del libro, y la coloca como elemento de modernidad en una ciudad donde aún lo premoderno presenta fuertes raigambres; pero, por otra parte, esa misma distinción se usa para establecer relaciones entre dos culturas, la letrada y la oral, mostrando que la una no se superpone a la otra, que tienen un espacio propio de acción y que los límites en el Caribe se diluyen fácilmente, pues lo que consideramos como parte de la cultura letrada bien puede convertirse en un elemento de la oralidad, recrearse desde allí y adquirir nuevas perspectivas y pretensiones, lo cual también funciona en vía contraria. En un plano narrativo de fondo, matizado y desdibujado por la historia policíaca, se esconde el verdadero motivo de la obra: contar la historia de la familia Altapuya por su último descendiente Sócrates Bruno Manos Albas. En la novela se compara la historia familiar de los Altapuya con los Atridas, otorgándole a los primeros características de los descendientes de Atreo. Los Altapuya van muriendo en un mar de fracasos, agobiados por una posición social descendente. Es una familia conformada por perdedores, personajes grises y dementes, culpables –como el General Florentino Altapuya, abuelo de Bruno– de la Masacre de las Bananeras, y un Bruno angustiado por su intrascendente existencia. Si en la literatura griega se participa en la Guerra de Troya por la defensa de Helena, en Disfrá-

zate como quieras, los personajes se destruyen entre sí por el amor de Marta Gilda, una reina de belleza enceguecedora. Sócrates Bruno Manos Albas, quien no posee siquiera el recurso del humor, es un ser sin aspiraciones, goloso, está perdidamente enamorado de Marta Larissa, pero no correspondido, tiene inclinaciones homosexuales y voyeuristas, y está abrasado por la desesperanza, la soledad y la certeza de que se le pasó el tiempo sin alcanzar a sentirse bien consigo mismo, a sentir eso que otros llaman la felicidad, y que para él se reducía a mirar el crepúsculo desde Playa Blanca y a remontarse en una cometa por los cielos. Desafortunadamente, Bruno pierde el único momento de eternidad en su vida y debe resignarse a vivir en una pensión rodeado de revistas pornográficas, y periódicos viejos y libros; la puerta verde no se vuelve a abrir nunca más para él. Los últimos Atridas en el Caribe, los Altapuya, tienen un sabor familiar conocido. En su historia hay, reactualizados y en un espacio moderno, rastros de Cien años de soledad. Bruno revela su saga familiar como quien descubre un secreto en documentos antiguos, o, y esta es la magia del libro, en una sala de cine ante la sorpresa de una película mexicana de los años 70, ambientada por los boleros de Agustín Lara. Ramón Illán Bacca inicia la construcción de su universo narrativo con Deborah Kruel, y elabora un continuo con sus dos novelas posteriores y su libro de cuentos Marihuana para Göering, en las que el lector deberá estar atento para entender las estrategias discursivas usadas y las referencias intertextuales a su propia obra, a la mitología griega y a la narrativa del Caribe. Maracas en la

ópera y ahora, Disfrázate como quieras, conforman una especie de continuación de la historia que se inició en Deborah Kruel, y aunque con trazados literarios diferentes, hay entre las novelas afinidades temáticas y

estilísticas, recurrencia de anécdotas, personajes y frases, presencia del cine mexicano y de Hollywood, y una mirada cinematográfica de la realidad, que hacen pensar que Bacca está entregando por capítulos (novelas)

una obra, la verdadera novela, de la cual estas tres son sólo partes de una gran aventura narrativa.

giobanna buenahora

Prisma documentado sobre el siglo xi x cartagenero Cartagena de Indias en el siglo X I X , u n i ve r s i d a d j o rg e ta d e o lo z a n o - s e cc i o n a l d e l c a r i b e , b a n co d e l a re p ú b l i c a , 2 0 0 2 El seminario sobre la Historia de Cartagena, que organizan la Universidad Jorge Tadeo Lozano, seccional del Caribe, y el Banco de la República de Cartagena se ha convertido en una de las más calificadas citas académicas que se realizan en el Caribe colombiano para entender los pormenores más diversos de la historia de una ciudad. Destacados historiadores y escritores han participado desde 1997 en los tres simposios realizados hasta la fecha. El simposio además tiene el propósito de “despertar el interés de la comunidad en el estudio objetivo del pasado”. Pero la ventaja de este simposio, además de convocar a estudiosos respetables, es la diversidad de los temas: la economía, la vida urbana, la cultura, la vida política y social, con lo cual la visión de cada período histórico tratado desborda rígidos esquemas y límites equivocados; las ventajas de la metodología empleada, que impide “sopetear” los temas y convoca al diálogo profundo, pausado y esclarecedor. No, se trata, pues, de una reunión bien organizada, con temas atractivos y expositores reconocidos, y un nivel creciente en su calidad. Y con éste ya son tres seminarios y tres libros, que funcionan como cartas de navegación para entender la tormentosa evolución de la vida cartagenera en los últimos siglos.

Haroldo Calvo, rector de la ujtl, seccional del Caribe, y Adolfo Meisel, gerente del Banco de la República en Cartagena, son los editores de este valioso libro, que contiene las memorias del tercer seminario referido a “Cartagena de Indias en el siglo xix”. El libro comienza con un revelador estudio de la historiadora norteamericana Aline Helg sobre el general Padilla en la Cartagena de 1820 y culmina con otra también reveladora y polémica mesa redonda sobre la visión que presentó el sociólogo Orlando Fals Borda sobre el Presidente Juan José Nieto. Pero ya para entonces hemos leído investigaciones tan documentadas y escritas con tanta solvencia como “Núñez y Cartagena en la política nacional”, de Eduardo Posada Carbó; “La vida urbana en Cartagena en el siglo xix”, de Alberto Samudio”; “Epidemias y salud pública en Cartagena en el siglo xix”, de Alvaro Casas; “A la sombra de la Popa: el declive de Cartagena en el siglo xix”, de Haroldo Calvo, o “La tradición mercantil en Cartagena en el siglo xix”, de María Teresa Ripoll de Lemaitre. Los comentarios de José Polo, Carlos Méndez, Silvia Arango, Luis Javier Ortiz y Carlos Dávila amplían favorablemente la comprensión de las investigaciones publicadas y proponen nuevas miradas.

“El siglo xix cartagenero –escriben Calvo y Meisel en el prólogo del libro– presenta un reto diferente cuando se pretende caracterizarlo y abrazarlo en categorías que le den algún sentido. Porque el siglo xix fue, desde sus inicios, una época de dolorosos ajustes de la ciudad a la pérdida de sus privilegios coloniales, a los enormes costos humanos, económicos y políticos que le significó el movimiento emancipador y a la lenta y traumática organización de la nueva República”. a

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Alé Kumá, imprescindible

Alé Kumá Cantoras, un disco compacto dedicado a Héctor Rojas Herazo, uno de los poetas más importantes de Hispanoamérica fallecido en el presente año, reúne 16 interpretaciones de cantaoras de la calidad de Etelvina Maldonado, una prolífica compositora bullerenguera de Santa Ana, Bolívar; Benigna Solís,

cantadora guapireña quien aprendió de su abuela, Margarita Cuero “Mamaita” el oficio; Martina Camargo, antaora de San Martín de Loba, Bolívar, y Gloria Perea, del Carmen del Atrato, Chocó. Las cuatro proponen un retorno a las raíces musicales en el amplísimo tema de lo negro y lo tradicional en las dos orillas de Colombia. En Alé Kumá la tradición y lo nuevo se encuentran. “El canto femenino, dentro de la diversidad musical de los litorales colombianos, está firmemente arraigado a las tradiciones populares, en especial aquellas que tienen una marcada influencia de origen africano. En el complejo de los aires de tambora, el papel de la mujer es notoriamente mayoritario, tanto en la voz principal como en la masa del coro

acompañante; esto también se evidencia en otros bailes cantaos de la Costa Caribe, como el bullerengue” –dice la presentación de este disco, mientras que en el Pacífico “se destaca un importante número de solistas que acompañadas por los más variados formatos instrumentales, han contribuido considerablemente a la permanencia de su tradición popular”. Es una hermosa muestra de la síntesis poética, el ímpetu comunitario y la belleza de la tradición, basada en los aires de tambora golpiá, fandango de lengua, aguabajo, cumbia sentá, currulao, bullerengue sentao, juga, abozao, bunde, guacherna, chalupa, berroche y otros. La calidad de la producción es apreciable, así como la respetuosa pulcritud de la información gráfica que acompaña al disco. Los arreglos, la dirección y la producción musical están a cargo de Freddy Henríquez, y la producción y dirección general, de Leonardo Gómez.

Para quitarse el sombrero La tarea cultural que ha desarrollado la Gobernación de Córdoba y la Secretaría Departamental de Cultura en materia de recuperación y divulgación de las raíces musicales de dicha región es ejemplarizante. La escritora Soad Louis ha orientado este

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magnífico esfuerzo que ya nos ha dado varias obras notables, como los discos dedicados a los decimeros y al trovador Pablo Flórez, y que ahora nos vuelve a sorprender con dos joyas musicales que no deberían faltar en los centros culturales, bibliotecas y

emisoras de la Costa Caribe. El disco sobre los decimeros mostraba la calidad interpretativa y las distintas modalidades del canto, la picardía y el trazo sentimental de estos cultores populares. El de Flórez reiteraba las bondades de uno de los mayores ju-

glares de Colombia en el siglo veinte. Ahora, la cantata sacra Ciénaga de Oro, un trabajo del maestro Francisco Zumaqué, incursiona en un género poco difundido entre nosotros. Es la primera obra producida como disco dentro del proyecto de Zumaqué titulado El taller de las utopías. Consta de nueve movimientos, y fue escrita con recursos musicales populares de la región cordobesa en unión

con elementos y técnicas universales tanto europeas como americanas, “en un formato sinfónico-coral para lograr la exaltación de las expresiones raizales que nos caracterizan”, dicen los productores de la obra. La estructura de la obra está determinada por la cronología de las manifestaciones religiosas del pueblo Ciénaga de Oro. Las obras que incluye son Ciénaga de Oro, Reina y madre, Jesucristo es el

rey, En el huerto de los olivos, El silencio de Dios, Con lágrimas, La soledad de María, Alleluia, Epílogo. La otra obra es una sorpresa llamada Cantos de tierra y magia, que reúne cantos negros de Uré, música de banda de hojitas, música de violina, y obras de los Hermanos Izquierdo y de Marcelino Vertel. Se trata de una de las más apetitosas muestras de la música folclórica de los ríos Sinú y San Jorge. Los cantos de los negros uresanos expresan el sentimiento y la sensibilidad mágico-religiosa. De otro lado, la creatividad y versatilidad del músico sinuano le permite apropiarse de cualquier elemento natural para convertirlo en instrumento musical en su forma original o elaborada. Como ocurre con la hoja, parte sustancial de los vegetales, que los sinuanos, gracias a su virtuosismo, convierten en instrumento musical para interpretar porros, fandangos, puyas y cumbias. Los conjuntos de violina, que provienen de mediados del siglo xix, están esparcidos hoy por las riberas del Sinú y el San Jorge, y constituyen una tradición que aparece en los festivales folclóricos. El conjunto Siete notas musicales de Pueblo Bujo toca el arco con una cuerda de napa tensada, donde se golpea con una varita haciendo con la boca a manera de resonancia. Con el arco, que se hace de una rama delgada de totumo o membrillo, los Hermanos Izquierdo hicieron el conjunto Siete notas musicales, con el que han interpretado el más auténtico repertorio musical de Córdoba. Y finalmente Marcelino Vertel (1924-1996) y su pito embrujado. Vertel fue un virtuoso del pito atravesao. Y este disco lo recuerda. Una obra plena de raíces y resonancias, un canto a una de las riquezas musicales más variadas de Colombia y un acto de fe en lo propio como parte trascendente del mundo. a

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Estupendo el material de la revista Aguaita. Quiero suscribirme. Los felicito por el esfuerzo de coordinar a tantas personas para hacer esta revista que, desde ya, podemos calificar como indispensable. Alvaro Burgos, escritor , cali Estoy haciendo llegar mis felicitaciones sinceras por el extraordinario contenido de la revista en su última edición. Rafael Oñate Rivero investigador de la música vallenata, bogotá Mil felicitaciones, qué bueno qué hayan logrado tanto éxito en tan corto tiempo, porque la verdad es que el Observatorio ya es conocido por todo el mundo, y ustedes saben que es muy difícil que algo costeño sea reconocido por estas tierras. Un abrazo grande. José Ignacio Abello investigador cultural, universidad de los andes, bogotá

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Necesito un ejemplar de la revista para comentarla en mi columna literaria. Vale pues. Eliseo Cardona, crítico musical, el nuevo herald, miami Los felicito por su excelente trabajo. Los conocí leyendo en Semana.com la entrevista que Alberto Abello le hizo a Carlos Vives. Me pareció espectacular y decidí buscar la publicación original, para encontrarme con tan maravilloso espacio en el que se muestra la cultura costeña. Soy estudiante de Comunicación Social de Uniautónoma en Barranquilla, y estoy muy interesado en vincularme a ustedes de alguna manera, o mantener comunicación permanente. Carlos Navarro Rueda barranquilla Felicitaciones por la empresa. ¿Cómo haría para seguir recibiendo la revista en Miami? ¿Qué tipo de colaboración podría prestarles? Silvia Casabianca médica y escritora, miami

Felicitaciones, qué rico tener la revista. María Cristina Cuevas antropóloga, san andrés Aguaita se ve muy interesante. Me gustaría obtener una copia. Soy escritora barranquillera residente en Miami. La antología Palabras Frescas, de Editorial Planeta, incluye uno de mis cuentos. ¿Cómo consigo una copia de la revista? Beatriz Elena Mendoza escritora, miami Envié un mensaje con dos motivos: para felicitarlos por el premio “Simón Bolivar” y para decirles que me gustó mucho el programa de televisión de Carlos Vives pues nunca había visto una entrevista tan emotiva, tan clara y al mismo tiempo tan profunda. La edición del programa también me gustó y felicito al equipo que trabajó, especialmente a Marta Yances. Gloria Triana investigadora cultural y realizadora audiovisual, bogotá

Mensajes por la obtención del Premio “Simón Bolívar” Bogotá, 27 de septiembre de 2002 Señor Ariel Castillo: Aprovecho esta misiva para felicitarlo por ser el ganador del premio a Mejor reportaje cultural en prensa otorgado en los Premios de Periodismo “Simón Bolívar”. Observando el desarrollo de algunos suplementos periodísticos que circulan a nivel mundial se podría afirmar que todo periodismo es, en definitiva, un fe-

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nómeno cultural por sus orígenes, objetivos y procedimientos. Sin embargo, en Colombia es una opción muy poco reconocida dada la inmediatez de la mayoría de los medios de comunicación. Colombia es un país rico en historias. Sin embargo, la violencia que nos aqueja desde hace tanto tiempo ha hecho que nos acostumbremos a lo inmediato y a olvidar, con igual rapidez, los sucesos. El país necesita

conocer su historia para saber sus orígenes y comprender su desarrollo. En tal sentido el trabajo periodístico realizado por usted merece la doble distinción de retomar nuestra historia, rica en matices, y la de rescatar la cultura típica del Caribe colombiano. Con un abrazo fraternal, Álvaro Uribe Vélez presidente de la república de colombia

Bogotá, septiembre de 2002 Apreciado Ariel: Quería compartir con usted unas pequeñas líneas para felicitarlo por la obtención del Premio “Simón Bolívar” de Periodismo. Sin duda en la difícil y no siempre gratificante labor periodística tenemos, como en este caso, recompensas a nuestro diario esfuerzo de informar equilibradamente. Permítanos desde el Canal Caracol reconocer su compromiso con la labor de registrar de una forma balanceada los hechos, como usted bien lo sabe hacer y de eso es muestra su Felicitaciones. Aguaita es una de las las revistas culturales de excelencia en este país. Tramítenle por favor a Ariel mi saludo de felicitaciones. Un abrazo, Luis Armando Soto ministerio de cultura, bogotá Felicitaciones. Luis Mauricio Cuervo director del cider, universidad de los andes, bogotá Felicitaciones. Es justo reconocimiento a un trabajo muy profesional y amor por el Caribe. Un abrazo, Leonardo Luque asesor empresarial, cali Los felicito mucho. Aguaita es una publicación realmente valiosa, siempre lo he creído así, y me alegra que tenga esta distinción. Un abrazo. Marta Madrid Malo De Andreis consultora, bogotá Qué alegría saber que se han ganado ese merecido premio a todos sus esfuerzos, desveladas, trabajo, dedicación, empeño, sacrificios, y a la buena calidad de la revista Aguaita, y por

más reciente premio, sólo me queda desearle los mejores éxitos en su futura labor y reiterarle mi felicitación por tan merecido galardón. Con sincero aprecio, de su colega, Paulo Laserna Phillips Bogotá, 27 de septiembre de 2002 Señor Ariel Castillo: Como colega reconozco el esfuerzo de trabajos como el suyo por rescatar la historia de Colombia. En un país como el nuestro acostumbrado a la violencia y en donde la continua sucesión de noticias negativas, han supuesto a mi estimado amigo Ariel Castillo, hijo de mi admirado profesor de español cuando pasé por las aulas de la Universidad del Atlántico (long time ago). La verdad es que tanto la revista como sus colaboradores y la labor del Observatorio se merecerían más premios, becas, auxilios, y todos los fondos que se necesitan para proseguir y aumentar los numerosos servicios que ustedes prestan a una comunidad sedienta de este tipo de ayuda. Eduardo Márceles Daconte escritor, periodista y crítico de arte, nueva york Felicitaciones por el premio “Simón Bolivar”. Agradezco que hagan extensivo este mensaje a Ariel, con un estrecho abrazo, Eduardo Posada Carbó historiador, inglaterra ¡Enhorabuena! Bien merecido. Un abrazo, Alberto Chueca Mora, oficial residente del banco mundial en colombia Mis felicitaciones a la Revista Aguaita, por su premio más que merecido, nuestro amigo y colega Ariel es una persona integral, todo lo suyo tiene

provocado que el público en general olvide su propia historia, trabajos como el suyo merecen el reconocimiento nacional.Es importante, además, rescatar el periodismo cultural en un país acostumbrado a un periodismo frío y, en muchos casos, sensacionalista. La investigación es parte fundamental de la labor periodística y en Colombia no deberíamos darnos el lujo de olvidar. Con un abrazo fraternal, Ricardo Galán secretario de prensa presidencia de la república de colombia

calidad y proyección. Reiteradas felicitaciones. Cristo Figueroa crítico literario, universidad javeriana, bogotá Felicitaciones para todos. Francisco Avella investigador universidad nacional, san andrés isla Felicitaciones por este premio. Alberto Maldonado consultor en asuntos de planeación, bogotá Reciban un caluroso saludo. Quiero felicitarlos por lo del premio de la revista y también por lo de Ariel, todo ello ha sido muy merecido. Felicitaciones. José Polo historiador, cartagena Hoy leí la noticia del premio “Simón Bolívar” para Ariel, que entiendo como extensivo a todos, porque han alentado la revista y forma parte de su proyecto. Congratulaciones, me produce una gran alegría. Un gran abrazo, Fabio Zambrano investigador, universidad nacional, bogotá

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GLORIA TRIANA

ADOLFO MEISEL

Bogotá. Se graduó en Sociología con especialización en Antropología Social en la Universidad Nacional de Colombia. Estudió en la Universidad de Texas y en el Colegio de México en el área de estudios latinoamericanos. Profesora y fundadora del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional. Directora e investigadora de la Sección de Etnografía del Instituto de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional. Profesora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional. La mayor parte de su trabajo ha estado orientado a la investigación y registro audiovisual de las culturas populares de Colombia. Su aporte más importante ha sido su trabajo de antropología visual. Yurupari (serie en cine para televisión), Aluna y Alé-Kuma son documentales que constituyen un valioso patrimonio de imágenes en donde están registradas las más importantes manifestaciones populares expresadas en la música, la danza y las tradiciones festivas. Por su trabajo ha recibido varias veces el premio “Simón Bolívar” y el India Catalina del Festival de Cine de Cartagena.

Barranquilla, 1954. Economista de la Universidad de los Andes, magíster y doctor en Economía de la Universidad de Illinois, y candidato a doctor en sociología de la Universidad de Yale. Ha publicado, entre otros libros, El Banco de la República: antecedentes, evolución y estructura (1990), Política, políticos y desarrollo socio-económico de la Costa Atlántica: una visión histórica (1989). Es compilador, con Haroldo Calvo, de los libros de historia Historiografía de Cartagena de Indias, Cartagena de Indias en el siglo X X , y Cartagena de Indias en el siglo X IX, y de economía El rezago de la Costa Caribe colombiana. E-mail: [email protected] JUAN CARLOS TRUJILLO

Barranquilla. Economista. Candidato a Magíster en Economía de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente se desempeña como pasante de investigación en el Observatorio del Caribe Colombiano, donde realiza una investigación sobre el impacto de la apertura económica en la crisis de la industria manufacturera regional. E-mail: [email protected]

JOSÉ POLO

Barranquilla, 1970. Licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, 1992. Magíster en Historia de la Universidad Nacional. Fue profesor de historia de la Universidad del Atlántico. Ha sido director del programa de historia de la Universidad de Cartagena. Becario del Fondo Mixto de Cultura de la Guajira para la investigación “La vida fronteriza en la Guajira, 1750-1800”. Ha dirigido la revista El taller de la historia, del programa de historia de la Universidad de Cartagena. Es autor de las investigaciones “Protesta y resistencia indígena en la Guajira, 1750-1800”, “Historia y multimedios: un acercamiento entre las voces del pasado y la tecnología futura”, “Los wayúu y los cocina: dos caras diferentes de una misma moneda en la resistencia indígena guajira, siglo xviii”, “Poblamiento y conflicto social en la frontera guajira, 1700-1800”. E-mail: [email protected]

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DAIRO NOVOA PÉREZ

Magangué. Economista de la Universidad de Cartagena. Es investigador económico del Observatorio del Caribe Colombiano. Hace parte del Comité Técnico y Comité Editorial de los Cuadernos de Coyuntura Económica y Social. Ha participado en investigaciones sobre economía regional, ha sido asesor de la Secretaría de Planeación Distrital de Cartagena. Es coautor del libro Estructura industrial del Caribe colombiano 19741996, y del Cuaderno Regional nº 15 La industria manufacturera del Caribe colombiano 1980-1999: Una nota técnica sobre el sector de sustancias químicas (C I I U 351). Es autor del estudio Crecimiento industrial y productividad factorial en el Caribe colombiano 1974-1996. Cursa estudios de posgrado en Finanzas en la Universidad de Cartagena. E-mail: [email protected]

PAT R I C I A I R I A RT E DÍAZ GRANADOS

Sincé, Sucre. Comunicadora Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Desarrolló su carrera periodística en Bogotá, donde residió entre 1982 y 2000. Allí estuvo vinculada a diversos medios escritos y a entidades como el Ministerio del Medio Ambiente, el Departamento Nacional de Planeación y la Universidad Javeriana, entre otros. Sus temas de interés han sido el medio ambiente, la ciencia, la cultura y el desarrollo. Es autora del libro Manual para cubrir la guerra y la paz (1999) y de tres poemarios: Mal de amores (1992), Territorio de Delirio (1998) y Libro de viaje, aún inédito. Es coordinadora del proyecto de formulación de la Estrategia de comunicaciones para las áreas protegidas de la región Caribe, ejecutado por el Observatorio del Caribe y la Dirección Territorial Costa Atlántica de la Unidad de Parques. E-mail: [email protected] GERMÁN ARCINIEGAS

Bogotá, 1990-1999. Fundó la Federación de Estudiantes de Colombia. Se doctoró en la Escuela Nacional de Derecho. Fue representante a la Cámara, diplomático en Gran Bretaña, Argentina, Italia, Venezuela, Israel y Santa Sede, y ministro de Educación en los periodos 19421943 y 1945-1946. Fue director del periódico El Tiempo y de numerosas revistas, muchas de las cuales fundó. Miembro de diversas academias, recibió importantes premios internacionales, como el Cabot de Estados Unidos, el Alberdi-Sarmiento de Argentina, el Hammarskjöld de Suecia, el Madonnina de Italia y el Alfonso Reyes de México. Desde la publicación de El estudiante de la mesa redonda, en 1932, hasta la aparición de América nació entre libros, en 1997, Arciniegas publicó prácticamente un libro por año. Su infatigable labor se reflejó, además, en centenares de ensayos, artículos, prólogos, discursos y disertaciones académicas y universitarias. Escribió además Diario de un peatón (1936), América, tierra firme (1937), Los comuneros (1938), Jiménez de Quesada (1939), Entre la libertad y el miedo (1955), Nueva imagen del Caribe (1970).

CRISTO FIGUEROA SÁNCHEZ

Sahagún, Córdoba. Es licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana, e hizo maestría y doctorado en literatura de la misma universidad. Es director actual de la Maestría en Literatura de la Universidad Javeriana y del Programa de Humanidades de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Es profesor de literatura hispanoamericana de los siglos xix y xx; de narrativa colombiana, explicación de textos y de barroco literario latinoamericano. Ha publicado artículos sobre autores como Sábato, Cortázar, Rulfo y Arguedas; estudios del barroco colonial (Domínguez Camargo, Sor Juana Inés de la Cruz) y del neobarroco latinoamericano (Carpentier, Lezama, Sarduy, Arenas). Ha sido jurado de los premios nacionales de cultura del Ministerio de Cultura, en las modalidades de ensayo y novela. BIBIANA VÉLEZ

Ver información biográfica en el artículo “Bibiana Vélez: Amar es lo único que se opone a la destrucción” en esta edición de Aguaita. JUAN CARLOS GUARDEL A

San Juan Nepomuceno, Bolívar. Poeta, periodista. Estudios en Filosofía y Letras. Hizo parte del taller literario Candil, de la Universidad de Cartagena. Estuvo vinculado a El Periódico de Cartagena. Ganó el premio de periodismo “Alvaro Cepeda Samudio”, 2000. Ha publicado poemas, crónicas y reportajes en diarios de la costa. Publicó el libro de poemas Sitio de brujo. E-mail: [email protected] L AU R E N M E N D I N U E TA

Poeta y ensayista. Desarrolla en Barranquilla su tarea de divulgación cultural y literaria. Ha dado recitales de su poesía en Colombia y el exterior. Ha dirigido talleres sobre creación literaria y lectura en varias partes de la región.

M A R G A R I TA V É L E Z

Sincelejo. Poeta. Hizo estudios de Derecho en la Universidad de Cartagena, en donde participó en el taller literario Candil y desarrolló labores como actriz del Teatro Estudio de la Universidad de Cartagena. Ha dirigido talleres de creación literaria. Publicó el libro de poemas Los ángeles sólo bajan una vez. F R A N K PAT I Ñ O

Cartagena. Poeta, ensayista, cuentista. Profesional en Lingüística y literatura, graduado en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Cartagena. Fundó y dirigió la revista noventaynueve. Sus poemas han sido incluidos en antologías como Oscuro es el canto de la lluvia, Los bordes de babel e Inventario a contraluz, y sus cuentos en la antología De acá para allá, del Ministerio de Cultura. Ha ganado el Premio Departamental de Cuento, organizado por el Ministerio de Cultura, 1999, y el Concurso de Poesía “Jorge Artel”, de la Secretaría de Educación de Cartagena, 1998. Fue coordinador del magazín radial cultural Días de radio. Ha publicado los libros Historias de ruidos y piedras y Papeles secundarios, ambos de poesía. Su novela Los días del naufragio ganó el premio de novela organizado por el Instituto Distrital de Cultura de Cartagena en 2001. Ha publicado varios cuentos del libro inédito Historias de la avenida Heredia. Es docente de las universidades Jorge Tadeo Lozano, seccional del Caribe, y Santo Tomás, sede Cartagena. E-mail: [email protected] FA B I O Z A M B R A N O

Profesor de la Universidad Nacional. Estudió en la Universidad de Sorbona, París i. Es autor de La historia de Bogotá, tomo iii, de la Fundación Misión Colombia. Ha sido profesor invitado de la Universidad de Sorbona y de la escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia. Es miembro de número de la Academia de Historia de Bogotá. Es coautor de Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia.

Lingüística y Literatura, y profesor de semiótica, de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Cartagena. Es coordinador de Urdimbre, Grupo de Estudios Socio-culturales. Investigador cultural. Ha ganado la beca de investigación “Héctor Rojas Herazo” del Observatorio del Caribe Colombiano y el Ministerio de Cultura. Entre sus publicaciones están: Acerca de la competencia sociocultural, y Literatura indígena o textualidad amerindia, en la revista Historia y Cultura; Folclor: entre la tradición y el consumo, en Revista Unicarta, ambas de la Universidad de Cartagena. Ha sido ponente en diversos eventos nacionales e internacionales. Publicará este año el libro Travesías nómadas en las semiosis musicales del Caribe. E-mail: [email protected] GIOBANNA BUENAHORA

Cartagena. Profesional en Lingüística y Literatura de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de Cartagena. Ganó el Concurso de Cuento Universitario de Cartagena, con la obra Seis en 1998. Ponente en el Seminario de Historia Regional del Caribe, Cartagena, y el iv Coloquio de Educación, Barranquilla. Cofundadora de la revista noventaynueve, Cartagena. Especialista en el tema del mundo femenino en el siglo xix en Cartagena, sobre el que ha escrito ensayos como Educación femenina en Cartagena en el siglo XIX , De espejos, flores y amores: Escritoras del Caribe colombiano en el siglo XIX . Coautora del libro Desorden en la plaza (2001). Poemas suyos aparecieron en Los bordes de Babel, antología de poesía joven de Cartagena. E-mail: [email protected] RÓMULO BUSTOS

Santa Catalina, Bolívar. Pintor, poeta y profesor universitario. Premio Nacional de Poesía. Autor de los libros de poesía El oscuro sello de Dios, Lunación del amor, En el traspatio del cielo, y de la antología Palabra que golpea un color imaginario. a

M A RT I N S A L A S Á V I L A

Montería. Poeta, ensayista y divulgador cultural. Fundó y dirige el taller literario Siembra, en el que participan jóvenes escritores de Cartagena. Es el creador del Festival Internacional de Poesía de Cartagena.

JORGE NIEVES OVIEDO

Barranquilla, 1952. Licenciado en Literatura y Lengua Española, Universidad del Cauca, Popayán, y Maestro en Etnoliteratura, Universidad de Nariño, Pasto. Ha sido director del Programa de

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