Identidad, clase e ideologías lingüísticas en el discurso público gallego

August 30, 2017 | Autor: C. Alvarez Cáccamo | Categoría: Class, Language Ideology, Media Discourse, Galiza
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Identidad, clase e ideologías lingüísticas en el discurso público gallego Celso Alvarez Cáccamo Universidade da Corunha IV Congreso de Lingüística General, Cádiz, 3-6 Abril, 2000 Sesión “Ideologías y prejuicios lingüísticos”, coorganizado por Luisa Martín Rojo y Celso Alvarez Cáccamo Borrador - Abril 2000 Introducción El objetivo de este trabajo es mostrar cómo el discurso de los medios de comunicación públicos gallegos (radio y la televisión) contribuye a construir y mantener las diferencias de clase, dentro de un nuevo orden sociolingüístico, por medio de procedimientos discursivos y tecnológicos que son pistas para nuestra explicitación de ideologías lingüísticas explicativas. El trabajo está basado en la observación de más de 60 horas grabadas de la Televisión Galega y de la Radio Galega en los últimos años. Muchos de estos datos pertenecen al discurso ADPA, Análise do Discurso Público Actual.1 Para ello, en primer lugar, expondré mi visión de las ideologías lingüísticas y de las técnicas para su estudio; de la clase social; y del papel social de la televisión y la radio en Galiza. Ideologías lingüísticas Concibo las ideologías lingüísticas como conjuntos coherentes de postulados o proposiciones sobre el lenguaje, la lengua y las lenguas, su forma y sus funciones y significados sociales. Sería largo exponer el problema fundamental de dónde situar estas ideologías en nuestro análisis. Brevemente, las opciones son: (1) las ideologías están en la mente de los individuos y grupos; ésta es, más o menos, la visión de van Dijk (van Dijk 1998) y de la antropología lingüística norteamericana (Briggs 1992; Gal y Woolard 1995; Woolard 1992; Woolard y Schieffelin 1994); a menudo en esta perspectiva simplemente se suplantan las viejas nociones sociolingüísticas de “actitudes” y “creencias lingüísticas” por “ideologías lingüísticas”, en un esquema más refinado del papel mediador de los saberes en la estratificación social (v. p. ex. Watts 1999); (2) las ideologías están en el discurso y otras prácticas; el problema aquí sería determinar qué prácticas serían “ideológicas” y cuáles no; por ejemplo, es evidente que comer una manzana o saludar afectuosamente a un familiar como lo hacemos habitualmente no parecen prácticas ideológicas; el problema subsecuente sería determinar en función de qué elementos del contexto social podemos deslindar las “prácticas ideológicas” de las “no ideológicas”. Las dos opciones presentan problemas y limitaciones. Por una parte, el contenido de la mente es irrecuperable para el análisis. Si una “ideología” es un “conjunto de ideas”, bastaría con preguntarle a la gente qué ideas tiene sobre la lengua. Las frecuentes contradicciones aparentes entre las prácticas lingüísticas y la manifestación de las propias “ideas” sobre estas prácticas apuntan, más bien, a un cisma metodológicamente insalvable. La solución está en argumentar que no existen tales contradicciones ideológicas en los individuos, porque las ideologías no están ni en sus mentes ni en sus prácticas, sino en un tercer lugar que propongo: (3) Las ideologías lingüísticas están en el análisis. Los conjuntos de proposiciones sobre las

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El proyecto ADPA, de miembros del Área de Linguística Geral de la Universidade da Corunha, estuvo financiado entre 1995 y 1999 por el gobierno autónomo gallego (XUGA10403B94). 1

relaciones entre lengua y sociedad son recuperados por el analista en base a la interpretación (siempre, también, ideológica) de los signos de lo social. En este sentido, no sólo los discursos, sino las otras prácticas y las declaraciones sobre “formas de pensar” son los signos (entre otros) que el analista pone en juego para construir, verdaderamente, representaciones intelectualmente coherentes de lo observado. Como tales entidades abstractas, las proposiciones lingüístico-ideológicas son enunciables (p. ej., “El gallego está subordinado al español”); 2 sin embargo, las enunciaciones constituyen a su vez signos indéxicos, ya no de la realidad social, sino de la propia identidad del investigador en cuanto investigador. Mi objetivo es, por lo tanto, apuntar para la construcción técnica de tales ideologías lingüísticas en el contexto gallego, y asignarles un papel (incomprobable) en la reproducción de la dominación de clase. Concretamente, me nutro de los datos del discurso público de masas por su poder en la configuración de las identidades y en el asentamiento social del consenso. Clases En su estudio sobre la construcción de las realidades de las noticias en la televisión, John Langer (Langer 1998) revisa el reciente trabajo crítico sobre el papel ideológico de los medios de masas, y comienza por reivindicar de nuevo el análisis de clase (p. 25), obscurecido por un interés por otros grupos sociales tal vez más susceptibles de apropiación dirigida, como “las mujeres”o “los emigrantes”. En efecto, hay indicios de que la clase social es la gran variable olvidada en gran parte de la crítica social actual. En el Discourse as Social Interaction de Van Dijk, por ejemplo, (van Dijk 1997), el término class ni siquiera aparece en el índice temático. En el capítulo de Fairclough y Wodak sobre el Análisis Crítico del Discurso se menciona el estudio de las prácticas discursivas en la producción y reproducción de las “relaciones de poder entre (por ejemplo) clases sociales, hombres y mujeres, y mayorías y minorías étnico-culturales” (Fairclough y Wodak 1997, p. 258). 3 Sin embargo, la mayor parte de los ejemplos y casos analizados por el ACD se refieren al discurso sexista, racista o etnocéntrico.4 Como si la clase hubiera dejado de ser una categoría relevante y operativa, a menudo el ACD parece caminar lado a lado con las ideologías neo-capitalistas que reducen la clase a un fenómeno de diferencias marginales, no substanciales, en el mantenimiento del orden social. En Ideology (van Dijk 1998), van Dijk presenta una visión funcionalista de las clases sociales como grupos a los que se accede individualmente a través de la adquisición de recursos materiales y/o

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Estrictamente, las proposiciones lingüístico-ideológicas deben tener como referentes la lengua y la sociedad, y deben predicar sobre ellas en estructuras cuasi-axiomáticas del tipo ejemplificado. La coherencia ideológica es inherente a la ideología como construcción teórica del analista, y, contra el postulado de que “ambiguity and contradiction may be key features of every ideology” (Blommaert 1999, p. 11), quisiera postular que las supuestas contradicciones pertenecen al plano discursivo social, es decir, al de las relaciones entre los diversos vehículos sígnicos que se ponen en juego. Obviamente, son posibles diferentes construcciones ideológicas del discurso en sociedad, como nos muestran repetidamente las exégesis diversas y hasta contradictorias de las múltiples corrientes de análisis, siempre insertas históricamente. 3

“power relations between (for instance) social classes, women and men, and ethnic/cultural majorities and minorities”. Todas las traducciones son mías. 4

“So discourse may, for example, be racist, or sexist...” (p. 258); “...sexist and racist ways of using language” (p. 259). 2

simbólicos. 5. Dado el anclaje cognitivo de las ideologías, el ascenso (¡o descenso!) social parece una cuestión de las personas, alejada de determinaciones materiales estructurales; en van Dijk, la clase como grupo definido estructuralmente se difumina en favor de un agregado de individuos con recursos materiales comunes. Así, los grupos pueden generar “ideologías profesionales” (p. 152) vinculadas a juicios sobre el mantenimiento y acceso a esos recursos como emblemas grupales.6 En definitiva, al situar las ideologías en la mente de las personas, la cuestión clásica de Marx y Engels sobre la determinación social de las ideologías y sobre su papel dominante se sitúa también en el ámbito de lo mental, y se reduce al problema de, ¿cómo pueden las “mentes dominantes” imponer ideologías dominantes sobre las “mentes dominadas”? En mi opinión, la respuesta no puede venir de un marco socio-cognitivo, sino de un marco económico-social, de la mano de las nociones de hegemonía de Gramsci (Gramsci 1971) y de Bourdieu de mercado lingüístico y capital simbólico (Bourdieu 1977; 1990; 1991). En el mercado lingüístico unificado, la lengua legítima y su discurso son patrones de cambio sobre los que las clases construyen su capital simbólico. Las clases están definidas estructuralmente por su papel en la producción y circulación de bienes materiales o intelectuales, y, a mi entender, las caracteriza menos su “cantidad” de capital material o simbólico como la posibilidad estructuralmente determinada de acceso a esas formas de capital. La hegemonía gramsciana es la situación de dominación, obtenida por consentimiento, de un cierto sistema de valores culturales. Sin embargo, la génesis de las “ideas” no radica en las mentes, sino en las prácticas de clase de dominación, resistencia, oposición o connivencia.7

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“Class membership is as complex as the very notion of class and socially constructed in terms of much more than just socio-economic parameters, such as family income, occupation or position. Various types of non-material, symbolic ‘capital’ may be indicative of one’s class, such as status, respect, accent and language use, knowledge of the arts, and so on for the upper and upper middle class, or precisely the relative (real or attributed) lack of such symbolic resources for the lower classes. Changing class, especially upwardly, therefore also requires more than just a change of material resources, as is shown by the negative categorization of nouveaux riches as not really belonging to the upper classes. Indeed, specific upper classes (e.g. of nobility) cannot be entered otherwise than by birth. For others, both material and symbolic capital, such as a good education, a good school, and acquired ‘culture’ may be needed to access the higher class if they did not acquire such resources as ‘born’ class members”. (van Dijk 1998, p. 152). 6

Más adelante (p. 179), van Dijk vuelve a definir las clases en términos de símbolos de estatus: “Thus, if the ‘rich’ are such [dominant] class, we may asssume that they will develop an ideology that is geared towards the maintenance of their special access to social resources, such as capital, income, tax breaks, status, and so on” (p. 179; cursivas añadidas). Dentro de las clases dominantes, los grupos especiales (profesionales, líderes políticos, intelectuales) desarrollan su propia ideología que puede incluir “fragmentos de ideología” (ideology fragments, p. 180) de las clases “ricas”. 7

Obviamente, el combate por la hegemonía en los diversos campos sociales puede dar lugar a posiciones de clase y prácticas discursivas aparentemente contradictorias pero derivadas del propio papel estructural de los grupos en liza, incluso en el interior de ese espacio que podemos llamar las “clases dominantes”. 3

La esfera pública y los medios de masas En Television and the Public Sphere, Peter Dahlgren argumenta que “la televisión es sin duda la institución mediática dominante de la esfera pública moderna” (Dahlgren 1995, p. 23). 8 La esfera pública es un “espacio contingente históricamente, negociado y contestado”, “estructurado por factores macro-sociales y configurado por los medios de masas, en particular la televisión”, pero también “construído socioculturalmente por las prácticas discursivas de la sociedad civil” (p. 23).9 En la televisión, los discursos son producidos públicamente y circulan como tales, pero, inherentemente, son experimentados privadamente, y de ahí su papel estratégico en el disciplinamiento de las identidades. Dentro de la intimidad del cuarto de estar, los parámetros ideológicos del mandato público se internalizan en los diversos grupos sociales de maneras diferenciales y menos accesibles a la observación y la crítica; de ahí, tal vez, el halo cautivador que ha tenido en la crítica reciente post-estructuralista la noción de “polisemia” para destacar el supuesto carácter co-creador, co-constructor de sentido de la interpretación del discurso público. En efecto, el discurso público da las pistas para los posicionamientos diferenciales y la clas-ificación social de sus receptores. Desde este punto de vista, ninguna ideología específica es inmanente a ningún discurso: la ideología emerge como una cartografía del analista al contrastar los textos discursivos con otras evidencias de lo social. Sin embargo, como veremos, la conformación actual de los medios audiovisuales de masas está lejos del ideal habermasiano del “discurso racional” para la constitución de la “ciudadanía” democrática en la esfera pública. En las páginas que siguen, me interesa destacar el triple papel de la televisión y la radio para (1) la constitución de una comunidad imaginada; (2) la expansión de un modelo de lengua y el asentamiento de un orden sociolingüístico; y (3) la territorialización de las clases sociales en sus prácticas discursivas. La televisión y la comunidad imaginada gallega La Televisión de Galicia (TVG) y la Radio Galega (RG) nacieron al amparo del Estatuto de Autonomía de 1981 como órganos públicos de difusión de lo gallego. Tanto la TVG como la RG funcionan mayoritariamente en gallego. Una función primordial ha sido, hasta ahora, la de contribuir a la formación de identidad colectiva, la “comunidad imaginada” de Galiza o, mejor, de Galicia. De la misma manera que la prensa escrita y la literatura de las élites bilingües en las colonias europeas en América y Asia fueron catalizadores de nuevas identidades nacionales, de nuevas “comunidades imaginadas” (Anderson 1983), la TVG y la RG han sido centros neurálgicos de una red invisible pero real de interacciones entre el centro (también geográfico) y las fragmentadas periferias de las identidades sociales gallegas. Por ejemplo, en los programas nocturnos de llamadas abiertas, la radio es la tecnología que reúne las individualidades e incluso soledades de amas de casa insomnes, camioneros en ruta, ancianas viudas solitarias, guardias jurados o taxistas. Lo que ocurrió en Galiza en la noche del 21 al 22 de Mayo de 1997 es revelador de este poder aglutinador de la radio. Esa noche tuvo lugar "A Noite dos Terramotos". Exactamente a la 1:49 horas un terremoto de magnitud 5,1 en la escala de Richter atacó la Comunidad Autónoma de Galicia. En su recorrido, el Terremoto y sus réplicas partieron del llamado Triángulo Sarria-Becerreá-Triacastela, en el Nordeste de Lugo, para llegar hasta 8

“[T]elevision . . . is arguably the dominant media institution of the modern public

sphere”. 9

“[The public sphere] is an historically contingent space, negotiated and contested, situated at the interface of an array of vectors. It is structured by macrosocietal factors and shaped by the mass media, especially television. Yet, as I will underscore in later chapters, it is also socioculturally constructed by the discursive practices of civil society”. 4

el occidente, el sur de la C.A.G., y, hacia el oeste, hasta Asturias, Cantabria, incluso Zaragoza, y hacia el sur, hasta Córdoba, vadeando mágicamente la frontera portuguesa del nordeste. Mientras que en la España de las Autonomías el terremoto hacia el sur llegó hasta Andalucía, en su viaje hacia el otro sur se detuvo educadamente en la frontera con Portugal, en Tui, antes de la Valença portuguesa, donde acaba el territorio de las catástrofes naturales administrativamente legítimas. Durante toda la noche, cientos de personas llamaron a la Radio Galega para informar de la situación. El sufrido periodista Xosé Luis Portela dio paso una tras otra a innumerables personas que contaban por lo menudo sus experiencias, y en las que asimilaban el discurso técnico sobre la hora, lugar e intensidad del seísmo y lo hacían parte de su experiencia personal. En cada llamada, la Radio Galega preguntaba su origen geográfico. Durante unos minutos, cada hablante estuvo conectado con un imaginario punto central en el imaginario corazón del país. También imaginariamente, la noche de los terremotos se sembró de mallas de interacción entre la capital de la Comunidad Autónoma Gallega, Santiago de Compostela, y cada villa y aldea del territorio. La institución de la Radio suplantó los servicios civiles, la administración autonómica, y por unas horas el periodista fue el diagnosticador autorizado de la situación, observando los síntomas del problema, y elaborando repetidamente el informe “todo está em calma” con la receta colectiva correspondiente “esteam tranquilos”. El terremoto obviamente no sacudió la Comunidad Autónoma de Galicia, que es una entelequia administrativa, sino las tierras y gentes de Galiza, Portugal y España. Sin embargo, de lo que hablaban las personas y el periodista líder del diálogo, intermediario entre la Ciencia y el Pueblo, era de un fenómeno por fin gallego, de una verdadera seña de identidad de la nueva "Galicia" imaginada por el poder de la radio. Efectivamente, al final de la noche, durante una de las llamadas, el locutor enunció orgullosamente: "Sim, esta é a noite da Radio Galega". A lo que el desobediente ciudadano que hablaba con él en ese momento replicó: "Não, é a Noite dos Terramotos". Sólo a petición de este ciudadano urbano el periodista se puso en contacto con un colega en Portugal para saber si el terremoto también había conseguido ultrapasar, como era el caso, la alta frontera entre un Reino y una República. La construcción del orden sociolingüístico La segunda función fundamental de los medios de masas gallegos es la construcción de un nuevo orden sociolingüístico. En la práctica casi-monolingüe de la televisión, como la de la literatura gallega, se acentúa un ideal falso, imposible en la actualidad. Pero esta ficción casi-monolingüe de la televisión (y, en menor medida, de la radio) es posible, precisamente, porque el resto de los medios de comunicación, la inmensa mayoría, son en español. Tampoco existe en Galiza un medio impreso aglutinador de alta difusión como EL PAÍS o EL MUNDO, portavoces del nacionalismo español, o AVUI, del nacionalismo catalán, o DEIA y EGIN, del nacionalismo vasco. El único diario exclusivamente en gallego es el oficialista (del PP) O CORREO GALEGO, a duras penas nacionalista. El órgano nacionalista A NOSA TERRA tiene escasa difusión. Es decir, el orden sociolingüístico se construye en Galiza fundamentalmente por el discurso mediático audiovisual. Uno de los efectos de la radio y la televisión es, obviamente, la regularización y expansión de un modelo idiomático diferencialista respecto al tronco común gallego-portugués y, por tanto, en esencia simbólicamente español. Hay evidencia de que esta norma es ya reconocida como “o galego de televisião”, y de que el contraste y conflicto entre este gallego y las formas coloquiales entra en maneras documentables en la interacción cotidiana (Domínguez Seco 1997; Domínguez Seco y Herrero Valeiro 1997). Y hay estudios que apuntan al peso de los medios de masas en la variación sociolingüística. Trabajos variacionistas sobre el portugués en Brasil revelan que la exposición a los medios de masas está correlacionado con un mayor uso de variantes regularizadas (concretamente, en la concordancia dentro del Sintagma Nominal y entre Sujeto/Verbo) entre hablantes analfabetos (Naro y Scherre 1996). Como no es de extrañar, sin embargo, los autores apuntan que los hablantes más cercanos a la norma estándar “parecían haber absorbido actitudes e intereses típicos de la clase media, sin haber alcanzado estatus de 5

clase media de ningún modo efectivo” (:223-224).10 No conozco trabajos semejantes en Galiza. Sin embargo, con todo, la función de la televisión y la radio excede la de expandir una norma regularizada, para llegar, como veremos, a constituir un procedimiento general de clas-ificación social a través del idioma. La territorialización de las clases y audiencias La primera manera obvia en que los medios radiofónico y televisivo imponen una clasificación social viene de la mano de las propias características tecnológicas. Como se ha argumentado, la televisión es una “forma cultural” (Williams 1990 [1974]) y, como tal, está sujeta a la lógica de control y apropiación. A pesar de nuestra familiarización con ambos medios, es evidente que como recursos (a diferencia, por ejemplo, de la Internet) están distribuídos desigualmente, tanto en el extremo de la producción cultural como de la recepción. La tecnología, como veremos, impone sobre el mensaje características formales susceptibles de manipulación. En el extremo de la producción, la tecnología genera lenguaje “limpio”, ordenado y ejemplar. En el extremo de la recepción, las posibilidades de los medios respectivos dependerán del acceso social a la tecnología. Por ejemplo, la televisión gallega emite algunos programas en Dual, sobre todo películas. Una primera clasificación de las audiencias se basa en su acceso a televisores estéreo, económicamente más caros y simbólicamente más propios, como indicadores de estatus, de las clases cultivadas caracterizadas por un interés por el “contenido” alto (música en estéreo, películas en versión original). Mientras la mayor parte de la población escucha las películas dobladas en gallego, sólo las clases cultas podrán escucharlas en inglés para practicar su identificación creciente con la lengua internacional por excelencia. Más sintomático es el siguiente ejemplo: en una entrevista del periodista Carlos Luis Rodríguez con el ex-dirigente de la revolución portuguesa de 1974, el general comunista Otello Saraiva de Carvalho, la emisión se realizó también en Dual. En el canal común de cualquier televisor se recibía el doblaje de Saraiva de Carvalho a la variedad gallega común (AltoGallego, como expondré a continuación). Obviamente, el periodista gallego demostraba comprender perfectamente al político portugués. Sin embargo, por el canal privado y exclusivo del Dual, se podía recibir la voz original de Saraiva de Carvalho en una variedad portuguesa norteña de la lengua. La audiencia quedaba así falazmente clasificada entre, por una parte, una “Audiencia Mono” mayoritaria, que no podría entender portugués, y, por otra, una “Audiencia Estéreo”, las élites educadas (el periodista y los poseedores de un equipo adecuado). Al margen de que los televidentes con tales equipos eligieran el canal A o el B, “propio” o “ajeno”, el hecho es que la propia tecnología de emisión les daba la oportunidad de optar. El procedimiento tecnológico territorializador, además, coloca lo portugués al mismo nivel que lo inglés, como “extranjero”, y entra al servicio de la construcción política de “Galicia” como una entidad administrativa dentro del Reino de España, no como parte de la comunidad lingüístico-cultural gallegoportuguesa. Se ha remarcado repetidamente el propio papel del consumo televisivo como forma de identidad. Elegir el canal A o el B para una película o una entrevista es una forma de auto-posicionamiento, como lo es elegir mantenerse despierto hasta más de la medianoche para ver alguno de los pocos programas con contenido cultural como Etcétera (programa de arte y cultura), Milenio (sobre historia reciente y política) o A Chave (programa de debate). Dahlgren (Dahlgren 1995, p. 58) cuestiona el propio potencial del medio televisivo para crear contenidos de altura dentro de una esfera pública ideal como espacio común de la “ciudadanía”. En este sentido, distingue entre dos tipos de programas de charla o talk-shows, orientados a clases distintas: los

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“[These speakers] seemed to have absorbed attitudes and interests typical of the middle class, without, however, actually achieving middle class status in any real way”. 6

programas de charla “de élite” (élite talk shows) frente a los programas “populares” o “vox-pop” (voxpop talk-shows; Dahlgren 1995, pp. 62-67). Dentro de los primeros, la TVG emite el único en su género, A Chave, los jueves sobre a 1:30 de la madrugada. Durante una hora, cuatro o seis sesudos contertulios, generalmente hombres, debaten sobre cuestiones como la economía, la identidad gallega, la emigración, la Internet, la ley electoral, la literatura o el amor. El programa, modelado explícitamente sobre el extinto La Clave de José Luis Balbín, se aproxima más al espacio ideal habermasiano de la esfera pública como espacio de debate racional y de formación de opinión. Por su parte, los programas vox-pop, de carácter “terapéutico” (p. 63, 66), son inherentemente heteroglósicos, incluyen debate, narrativas, confrontación e intimidad, y representan “una esfera pública ... que media entre las experiencias de la vida diaria y el poder establecido” (Dahlgren 1995, p. 66) 11 . Un programa representativo de los programas de charla “populares” es Tardes con Ana Kiro, que se emite en la sobremesa. El tipo de lenguaje y de contrastes semióticos discursivos establecidos en cada tipo de programa es específico. En las páginas que siguen, discutiremos el procedimiento discursivo general de clas-ificación en los diversos géneros televisivos y radiofónicos: el contraste estratégico entre el BajoGallego y el AltoGallego como códigos comunicativos interpretativos y re-productores de las identidades de clase. BajoGallego frente a AltoGallego El procedimiento general de construcción de la diferencia es el establecimiento de contrastes discursivos entre dos sistemas de significación que podemos llamar BajoGallego y AltoGallego. Debo resaltar que estos sistemas no son definidos sólo estructuralmente, sino en términos de su localidad en cada evento o tipo de evento mediático. Por lo general, el AltoGallego se identifica con una variedad regularizada del gallego-portugués de Galiza (el “gallego común”), mientras dentro del BajoGallego se encuentra lo dialectal, lo irregular y lo coloquial. BajoGallego y tecnología Como comentábamos anteriormente, la propia tecnología impone características formales en el mensaje. John Fiske (Fiske 1994), al analizar la manipulación tecnológica ejercida sobre el material audiovisual de un videoaficionado en el caso del apaleamiento del afro-americano Rodney King por varios policías, establece las categorías de video-high (video-alto) y video-low (video-bajo). El videobajo del videoaficionado emerge en su “autenticidad” y crudeza. Por el contrario, el video-alto de los abogados de la defensa y de la televisión, producido con el material bruto del video-bajo, representa una intervención tecnológica que segmenta manipulativamente la narrativa real del apaleamiento para destacar la “brutalidad animal” del propio apaleado. Quisiera apropiar las nociones de Fiske para referirme al audio-alto y al audio-bajo de la radio. El audio-alto es el producido directamente por los estudios de la RG; emite en estéreo, a una frecuencia por canal de aproximadamente 20.000 Hz (en calidad de CD, propia para música). En el audio-alto se produce paradigmáticamente el AltoGallego de los medios de comunicación, el de los periodistas y otros locutores públicos autorizados. Frente a este audio-alto nítido y regularizado, las audiencias participan a veces en los programas con llamadas telefónicas. En la radio, las llamadas del público llegan en audio-bajo, por teléfono, con sus 8.000 Hz de frecuencia frente a los 20.000 Hz de la radio estéreo. La baja frecuencia del audio-bajo

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“a public sphere . . . which mediates between the experiences of everyday life and established power”. 7

preserva la resolución suficiente para interpretar el habla, pero impone la opacidad, el “acento cerrado” de los desposeídos. Paradigmáticamente, también, es en audio-bajo cómo nos llegan las voces de las identidades de la noche, la poliglosia social gallega, es decir, el BajoGallego del público. A Noite dos Terramotos es, en este sentido, un magnífico documento de la variedad socio-dialectal del BajoGallego frente a la unicidad del AltoGallego: la nitidez determinada tecnológicamente de la radio o la televisión emblemiza el “acento abierto”, neutral, común, de la nueva Galiza imaginada. Variedad frente a unicidad, opacidad frente a nitidez. Como veremos, dos formas de legitimidad mutuamente necesarias. BajoGallego, AltoGallego y géneros televisivos En programas de entretenimiento general o de humor (Luar, A Repanocha, Con Perdón), el BajoGallego es el sistema por excelencia del código del humor. Aquí el BajoGallego está caracterizado por dos rasgos lingüísticos tradicionales fundamentales: el seseo y la geada, es decir, la inexistencia de la interdental / /, y la realización fricativa /h/ de la oclusiva /g/. En gallego de seseo y geada, por ejemplo, “gato” es algo así como “hato”, y “certo”, “serto”, “cego” es “seho” /    /. De la misma manera que en la cultura popular española el “gracioso” prototípico es andaluz, en los medios gallegos el “gracioso” usa BajoGallego de seseo y geada. En el programa de radio Os Ventura, el humorista Bernal enactúa él mismo, en rápida y habilísima progresión, las voces de toda una familia gallega, Ventura, que encapsula el cambio sociolingüístico en progreso. En la primera generación, los Abuelos, sobre todo el hombre, utilizan BajoGallego de geada, de curvas prosódicas circunflejas; la Abuela salpica también de numerosas irregularidades léxicas del tipo “narasténia” por ‘neurastenia’, es decir, los emblemas de la “ignorancia” (sobre todo la ignorancia femenina), que su hijo se apresta a corregir con explicaciones condescendientes. Los Padres, la segunda generación, usan AltoGallego sin geada, con prosodia plana y dicción radiofónica. Nos imaginamos a una pareja de unos cincuenta años, instalados en la normalidad urbana, que ha dejado atrás las heridas y penurias de clase de sus padres rurales. Por fin, el Hijo, la tercera generación, tampoco usa ya geada. Por último, el BajoGallego de los públicos del plató televisivo contrasta simbólicamente con el AltoGallego de los locutores en programas de “infotenimiento” (infotainment) como Tardes con Ana Kiro o el propagandístico Galeguidade. En Tardes con Ana Kiro, el AltoGallego es el de la conductora del programa y el de aquellos personajes que hablan español; simbólicamente, gallego regularizado y español regularizado comparten el mismo espacio de clase. De hecho, el propio mensaje de recepción del contestador automático del programa es un verdadero ejercicio de hibridación estructural, que representa simbólicamente lo Alto. Me tomé la molestia de llamar al programa y grabarlo. Una voz joven con fonética española y entonación propia de agente de ventas telefónicas dice: “Chamou o teléfono do programa Ana Kiro. Se desea participar, diga o temá do que quere falar, e a continuaciom deixe-nos o seu nombre, a població, onde vive, e o seo número de teléfono. Nos poremos em contacto com vostede o antes posible” Una traducción equivalente al español sería la siguiente: “Llamó el teléfono del programa Ana Kiro. Si deseja participar, diga el tema del que quiere hablar, y a continuación déjenos su nome, la població, dónde vive, y so número de teléfono. Pondrémonos en contacto con usted lo antes posible”. En el programa Galeguidade, personas mayores de extracción rural o marinera reencuentran por obra y magia de la TVG a familiares emigrados a América a quienes no habían visto en décadas. La TVG ha hecho la labor de localizarlos y de pagarles un billete de ida y vuelta a la tan distinta Patria, ahora surcada de autovías y repetidores telefónicos. Los reencuentros ante el ojo panóptico de la 8

cámara, ante nuestro ojo panóptico, son enormemente emotivos. Antes y después del evento, los periodistas entrevistan a unos y otros, con preguntas directas sobre las experiencias familiares. En un verdadero code-switching, con frecuencia los periodistas administran los recursos lingüísticos, espaciales, quinésicos y posturales para clas-ificar el mundo de la televisión y de la realidad.12 La periodista se dirige a los familiares gallegos, dispuestos frente a la cámara. Sentada en diagonal, orienta la mirada hacia ellos, de escorzo al espectador, se acerca incluso más a ellos, y utiliza lo que podríamos llamar “código íntimo” en tono condescendiente para extraer de los invitados, generalmente ancianos, breves comentarios sobre sus experiencias pasadas. El tono de la periodista recuerda el baby-talk de las madres; los invitados responden habitualmente en BajoGallego, es decir, en su variedad dialectal o en una aproximación altamente interferida del español que intenta remedar la formalidad del evento público. Luego la periodista vuelve a dividir el mundo entre Ellos y Nosotros, se gira para mirar a la cámara, retoma el AltoGallego como “código público”, y abre simbólicamente el espacio para que desde nuestro ojo panóptico continuemos contemplando el espectáculo de la autenticidad. La periodista se apropia estratégicamente del BajoGallego para establecer la alianza de la condescendencia hacia las clases populares. Por el contrario, éstas en general no están en condiciones sociales de apropiarse del AltoGallego. En contraste, cuando la persona entrevistada es un profesional de la ciencia, la cultura o el arte que ha encontrado el éxito fuera de Galiza, no existe tal juego entre AltoGallego y BajoGallego, pues este profesional es como Nosotros. Lenguajes legítimos, Astérix y Doctor en Alaska Pero sin duda el programa más rico y transparente en procedimientos discursivos de clasificación social es la popular serie Mareas Vivas, y a ella quisiera dedicarle las páginas que restan. Mareas Vivas es la narrativa colectiva de un pueblo marinero en la Costa da Morte, en el Finisterre gallego, llamado Portozás, allí pronunciado “Portosás”. La serie se filma en el pueblo de Laxe. Obviamente, todos en “Portosás” hablan gallego, pero veremos cómo se articula en el programa el contraste simbólico y social entre lo Alto y lo Bajo, entre dos conductas de clase, entre dos formas distintas de prestigio y legitimidad social. Mareas Vivas es una mezcla rústica, enxebre, de Astérix y Doctor en Alaska. El programa (y este trabajo) podría comenzar: “Estamos en el año 2000 después de Cristo. Toda Galiza está ocupada por los españoles. ¿Toda Galiza? No, una pequeña aldea del noroeste resiste al invasor”. Como en la página cero de los volúmenes de Astérix, en la cortinilla de entrada al programa, un mapa antiguo de Galiza muestra el Finisterre, con una área circular iluminada sobre un punto designado Portozás. Portozás comienza a existir. Luego, como también como en Astérix, se van sucediendo en la pantalla las imágenes de casi los veinte personajes principales: el Juez, la Doctora, la Alcaldesa, la Dependienta, los Marineros, el Industrial, el Percebero Furtivo, el Dueño del Bar, los Niños... El juego de contrastes entre BajoGallego y AltoGallego funciona en Portozás de la siguiente manera: La mayoría de los personajes hablan BajoGallego, la variedad local y localmente legítima, con seseo, geada y una fonética y, sobre todo, una prosodia reconocible como “auténtica”, es decir, gallegoportuguesa. En contraste, unos pocos hablan el también legítimo AltoGallego, sin geada ni seseo, de origen urbano, y prosodia más española. Éstos son el Juez, la Doctora, el Maestro, el Juez Substituto, la Joven Locutora de Radio, el Joven Locutor de Radio, los Foráneos y los Personajes Famosos: 13

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En Análisis del mensaje televisivo, Baggaley y Duck apuntan que el control del espacio es un índice del estatus o poder (Baggaley y Duck 1979 [1976], p. 84). 13

Los equivalentes aproximados de estos AltoGallego y BajoGallego serían, por ejemplo, el estándar andaluz sevillano frente a hablas de Huelva o Córdoba. 9

LENGUAJE E IDENTIDADES EN MAREAS VIVAS LENGUAJE LEGÍTIMO LOCAL (prestigio encubierto)

GENERAL (prestigio patente)

BajoGallego

AltoGallego

Alcaldesa, de profesión pescantina (Celia)

Juez (Andrés)

Industrial local (Ramón Couto)

Juez Substituto (Carlos)

Licenciado en Derecho sin ejercer (Ladislao Couto)

Maestro (Xurxo)

Dependienta de supermercado

Doctora (Berta)

Trabajadores de la cooperativa del varadero

Joven Locutora de Radio, estudiante (Ana)

Secretaria del Juzgado (Pitusa)

Joven Locutor de Radio, estudiante (Chano)

Adolescentes estudiantes (Paula Couto)

Foráneos (bretón, japonés)

Niños estudiantes (Iria, Fito)

Personajes Famosos (Arsenio Iglesias, Cristina Pato)

LENGUAJE ILEGÍTIMO

Gallego Hiperespañolizado

Español

Marineros de diversas edades (Mangüi, Melgacho) Dueño del Bar Petróleo (Celso Puga, Petróleo) Esposa de Petróleo, de origen colombiano (Belinda Romero) Percebero Furtivo (Evaristo Currás)

Víctor Currás, primo de Evaristo; nacido en Portozás, vive en Vigo desde hace años; regresa a la villa en un episodio.

Es decir, la clasificación social que se establece es doble: por una parte, entre las clases ilustradas y las clases populares; por otra, entre lo foráneo y lo local. El Juez, por ejemplo, es de Corunha; la Doctora, de Vigo. Los Foráneos incluyen extranjeros (el Japonés, el Bretón) que aparecen por el programa hablando gallego regularizado, nunca local. Por su parte, los Personajes Famosos (el entrenador de fútbol Arsenio Iglesias, la gaiteira Cristina Pato) introducen lo real del mundo real en lo real de Portozás. El personaje paradigmático del grupo es el Percebero Furtivo Evaristo Currás, encarnado por el excelente actor Miguel de Lira. Desde su atuendo harapiento hasta sus hábitos de bebedor (moderado) de vino, y, característicamente, su lenguaje, en Currás se condensan los atributos 10

estereotípicos étnicos y de clase del BajoGallego, para activar en nosotros una solidaridad entrañable con su vida, sus avatares, su saber nativo del mundo y sus artes picarescas para evadir legalmente la justicia. De alguna manera, parecería que Evaristo Currás emblemiza el BajoGallego Profundo; sin embargo, no es detectable un contraste notable entre él y el resto de los personajes y sus experiencias de clase. Es decir, Currás (y en menor medida el dueño del bar, Petróleo) representa una galleguidad que sólo se revela como hipercaracterizada en el medio de la televisión, donde los extremos reales se nivelan, pero que responde sin embargo a conductas lingüísticas y sociales verdaderas. En contraste, el BajoGallego de algunos otros personajes (sin duda encarnados por actores menos dúctiles) es una estilización efectiva de las formas de habla local. Por debajo del gallego “se nota” fuertemente el español. El BajoGallego, sin embargo, es presentado como legítimo, aunque con una forma de legitimidad distinta del AltoGallego de las clases ilustradas. Como en la Martha’s Vineyard de Labov (Labov 1972), el “prestigio encubierto” (Trudgill 1974) en la comunidad es más fuerte que las necesidades de (imposible) ascenso social a través de la asimilación lingüistica. El hijo del Industrial, Ladislao Couto, por ejemplo, es Licenciado en Derecho, pero casi no ejerce, y dedica su tiempo a la dirección de la tienda familiar de efectos navales. Por su parte, el AltoGallego del Juez, la Doctora y el Maestro son también legítimos, como modelo de rección social, en la medida en que estas clases estén integradas en la vida comunitaria. De hecho, el Juez acaba de casarse con la Dependienta. Frente a lo que acontece en el mundo real, ni el Juez, ni la Doctora ni el Maestro acaban de asimilar sus formas lingüísticas al BajoGallego local: Bilingüismo Armónico en funcionamiento. La clas-ificación lingüística del mundo, el nuevo orden sociolingüístico propuesto, emerge claramente en un episodio reciente, que me interesa comentar especialmente. En él, un primo carnal de Evaristo Currás, llamado épicamente Víctor, también oriundo de Portozás, regresa temporalmente a la villa desde Vigo, donde lleva asentado muchos años. El personaje también es representado por el actor Miguel de Lira. Víctor Currás encarna el desarraigado, el desidentificado socialmente, el upwardly mobile “trepa” que quiere hacer fortuna en la ciudad casándose con una mujer rica y trae consigo señales semióticas de clase culta: vestimenta elegante, gafas, 14 perilla, y, sobre todo, un lenguaje ilegítimo que ya no es el AltoGallego de la tribu. El gallego de Víctor presenta una fonética aún más española, con                desvelarización de las nasales finales ([ ] por [ ], “Quem é?”, [ ], “com        Evaristo”), despalatalización de la fricativa / / ([ ] por [  ]), una prosodia característicamente urbana española, y un léxico hiperliterario como “caminheira”, “lembrar”, “fermoso”. En breve, Víctor Currás representa el alter ego ilegítimo de Evaristo Currás. En Mareas Vivas, como en la realidad, la clasificación de los grupos es semióticamente ejercida primeramente a través de lo visual. El canal visual es el más inmediato y evidente para el reconocimiento de señales semióticas de extracción de clase: incluye vestimenta, adornos, pero también maquillaje, apariencia física general, y señales quinésicos y posturales previos al lenguaje. Todas estas señales coocurren con el discurso para conformar los códigos del BajoGallego y del AltoGallego. En este sentido, la entrada de Víctor en el Bar Petróleo, centro social del pueblo y de la serie, es memorable. Nadie, excepto Ladislao y Evaristo, sabían de su llegada. Su parecido con Evaristo confunde a todos, y comienzan las bromas y risas sobre su nueva y elegante apariencia. En un momento dado, ante esta situación, Víctor consigue decir en educada dicción urbana:

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Un estudio de psicología social revela que las personas con gafas son percibidas a primera impresión como más inteligentes. Se utilizan actores con gafas, por ejemplo, en anuncios de analgésicos contra el dolor de cabeza del trabajo intelectual (Baggaley y Duck 1979 [1976], p. 85; citando a G. R. Thornton (1944), “The effect of wearing glasses on judgements of personality traits of people seen briefly”. Journal of Applied Psychology, vol. 28; la referencia está incompleta en el original). 11

Víctor Currás: Perdón, creo que hai un-ha confusión. El choque entre identidad social asumida y lenguaje desata las desaforadas risas de los portocenses. Sólo cuando Víctor Currás declina “uma chiquita” de vino y pide un descafeinado, los lugareños comprenden que esta persona no puede ser Evaristo, y la más típica anagnóresis (el reconocimiento) de la tragedia clásica se desenvuelve. En algunos momentos, Evaristo y Víctor comparten escenario. El contraste entre BajoGallego y Lenguaje No-Legítimo se observa en secuencias como la siguiente: Víctor: non home, estas cousas son fermosas de lembrar, tamp- tampouco hai que ofender-se Evaristo: são preciosas homem, digho-che eu quee La ubicación contigua del gallego hiper-españolizado y del español dentro del campo de lo NoLegítimo se observa en la siguiente secuencia. Como he indicado, en Portozás nunca nadie habla español. En un momento determinado Víctor Currás recibe una llamada en su teléfono móvil, otro símbolo de estatus:

  15 Víctor Currás: Quen é? [ ] Ah, eres tú. ¿Entonces ya no estás enfadada? Era su novia de Vigo. Frente a análisis clásicos que encontrarían en esta secuencia codeswitching, interaccionalmente no hay tal: para Víctor y para Portozás, su gallego hiper-españolizado y su español comparten el mismo espacio simbólico como marcas de clase, de foraneidad y de ilegitimidad, frente a la “mismidad” de las hablas de Portozás. Al terminar su conversación entra en la habitación la Secretaria del Juzgado, Pitusa, que está encandilada con Víctor, y le pregunta con quién hablaba. Víctor miente, y luego excusa su partida: Víctor Currás: Teño que solucionar una cousa con con Evaristo

                   [ ] De nuevo, la diferencia ilegítima del personaje como representante de un grupo social queda de nuevo       marcada por su gallego simbólicamente español: [ ] por [ ]y[ ] por [ ]. Víctor, el foráneo, revela sus malas artes al intentar engatusar amorosamente a la pobre Pitusa, y abandona el pueblo precipitadamente. Clasificación y experiencia de clase La clasificación del espacio social de Portozás por parte de los espectadores se fundamenta en la experiencia diversa de la lectura del texto televisivo. Desde una perspectiva hermenéutica, siguiendo a Ricoeur, Tony Wilson (Wilson 1993) argumenta que la lectura parte de la “posesión previa de un horizonte” (p. 47), que en términos pragmáticos es un conjunto de presuposiciones culturales sobre la identidad y sus relaciones con la lengua. Entender un texto es, para Ricoeur, “recibir un yo ampliado por la apropiación de los mundos propuestos que despliega la interpretación”.16 Es decir, el proceso de

15

La pronunciación gallega propia (en este caso, el BajoGallego) sería [

16

 

]

“[To] understand is to ‘receive a self enlarged by the appropriation of the proposed worlds which interpretation unfolds’” (Wilson 1993, p. 47, citando a Paul Ricoeur (1983), 12

naturalización de la ideología lingüística que asigna BajoGallego a las clases populares se fundamenta en la interpelación y posterior re-conocimiento y asunción de la identidad, de ese “uno mismo”, “yo” o self ampliado por el mundo ficticio coherente del texto televisivo. Para esto, la multiplicidad de personajes y experiencias en Mareas Vivas garantiza la interpretación múltiple y el re-conocimiento de lo individual a expensas de lo social. Wilson argumenta, en relación a los seriales continuos (continual serials) de la TV que “su gran número de personajes permite una proliferación de puntos de vista, cada uno de los cuales tiene el potencial de funcionar como un punto de identificación posible para el espectador” (Wilson 1993, p. 48).17 En Mareas Vivas, la experiencia social común de clase queda subsumida en esta multiplicidad de experiencias individuales. El ejemplo paradigmático de esta identidad de clase es tal vez Evaristo Currás, pero a través de su hipercaracterización entra en juego el distanciamiento discursivo necesario para que el espectador, a pesar de hablar casi como él (o precisamente por ello) se des-reconozca de él y de su destino social en los márgenes de la subsistencia y de lo legal. Conclusiones Desde una hermenéutica de la recepción, las diversas experiencias de clase, género, etc., pueden subyacer a lecturas distintas de la forma de este nuevo orden sociolingüístico. En su visión extrema, una crítica cultural que enfatice el dialogismo puede argumentar que somos los receptores quienes construímos el sentido del producto cultural público. Sin embargo, nuestras experiencias particulares son en efecto, en su inserción social, experiencias de clase: de clases trabajadoras, de clases intelectuales, de élites económicas. Es en virtud de la experiencia de clase que el gallego de seseo y geada es re-semiotizado como BajoGallego legítimo, y que el gallego común urbano es re-semiotizado como AltoGallego legítimo. Esta doble legitimidad enmascara el papel estabilizador de la variación sociolingüística, en un nuevo orden sociolingüístico y político-lingüístico donde, precisamente, lo político explícito y las prácticas reflexivas de clase están prácticamente ausentes. En segundo lugar, como en los talk-shows, los docudramas o los reality-shows sensacionalistas, en Mareas Vivas lo privado entra primero en lo público, ingresa en lo privado de la sala de estar en forma de discurso televisivo estilizado, y vuelve a salir a lo público en forma de metadiscursos sobre el lenguaje y las lenguas de la televisión. Es ahí donde se encuentran opiniones abrumadoramente coincidentes sobre que el gallego de Mareas Vivas, por ejemplo, “é autêntico”, que “é assim como fala a gente”. Acentuando este “efecto de realidad”, en Mareas Vivas lo real y lo ficcional se entrecruzan constantemente. En un episodio los personajes Evaristo Currás y Pitusa aparecen en el programa real de la TVG “Tequelexóu”, un concurso musical y de danza. La televisión dentro de la televisión borra las fronteras entre los espacios respectivos de la calle y del tubo catódico. Si Currás fue a la TVG, podríamos encontrarlo en cualquier momento en nuestra calle, visitando nuestra ciudad. Es decir, no encontraríamos al actor ficticio Miguel de Lira, sino al gallego real Evaristo Currás. Nos sorprendería, entonces, que Lira no hablase como Currás, y acusaríamos al actor de atreverse a pretender no ser Currás cuando en realidad lo es. En este juego de sentidos, el impostor es el actor Lira, no Currás. De la misma manera, personas de la vida pública como el entrenador Arsenio Iglesias o la gaiteira Cristina Pato entran en el mundo de Portozás, demostrándonos entonces que Portozás es tan real como nuestra sala de estar, desde la cual entramos en el reducto esencializado e indómito del finisterre atlántico que “Hermeneutics and the critique of ideology”, en Hermeneutics and the Human Sciences, ed. por J. B. Thompson, Cambridge: Cambridge University Press, p. 94). 17

“[T]heir large number of characters allows a proliferation of points of view, each of which is allowed to function as a possible point of identification for the viewer”. 13

resume toda la Galiza idealizada. La persuasión, es decir, la transformación de la experiencia común, de base económica de clase, en “puntos de vista particulares”, y el juego de identificación y distanciamiento, no opera por la coerción de unas “mentes” sobre otras, sino por el poder interpelador de los discursos que genera prácticas de consentimiento con el orden sociolingüístico. Las categorías Altas y Bajas construídas, cartografiadas contra las conductas de los personajes, son los instrumentos para nuestros posicionamientos diversos. El discurso, por tanto, contiene el germen de la clasificación ideológico-social. Para unos, Portozás será un reflejo de su mundo, un momento y lugar de evasión y terapia que les previene de cuestionar el entorno; de cuestionar, por ejemplo, por qué continúan apoyando mayoritariamente a partidos cuya política de clase amenaza sistemáticamente los tejidos económicos y estructuras sociales tradicionales gallegas. Para las clases intelectuales nacionalistas, Portozás es una ficción útil para la llamada “normalización” del idioma y la cultura. Para unos pocos, por fin, un índice divertido de los dispositivos públicos de persuasión en cualquier sociedad burocratizada moderna. Aunque en esencia estas respuestas posibles son prácticas de clase, Portozás y otros lugares míticos se experimentan en la privacidad diaria, después del trabajo, antes del sueño, lejos del espacio social. Por eso ninguna lectura crítica de la persuasión televisiva, como la presente, puede articular una respuesta efectiva de las propias clases implicadas. En Mareas Vivas, el “prestigio encubierto” del BajoGallego es asumido como “propio” y, por tanto, sujeto al imperio de la tradición que se debe mantener. Sin embargo, por sí solo, el BajoGallego nunca podría tener carta de legitimidad para la condensación de la identidad “común” que invisibiliza el conflicto de clase. Como una Galiza monolingüe (es decir, en BajoGallego) es imposible, para que el BajoGallego funcione como legítimo y “real” debe coexistir dialécticamente con el AltoGallego, que toma, en la oposición semiótica, la forma de lo “neutro” y por tanto lo “común”: es decir, de lo ejemplar. En la naturalización del nuevo orden sociolingüístico, el mecanismo general de “divide y vencerás” propuesto por Van Dijk (van Dijk 1998, pp. 179ss) no parece operar fielmente en Mareas Vivas y otras muestras del discurso mediático gallego. Por una parte, el programa refuerza la solidaridad de grupo (lo “local” frente a lo “foráneo”) pero, al mismo tiempo, apropia el indicativo de clase del BajoGallego (con la geada y el seseo) para extenderlo al ámbito “interclasista” de Portozás: tanto la Alcaldesa como el cacique Industrial hablan de manera semejante. La “normalidad” y naturalización surgen de la coexistencia de dos líneas codales (AltoGallego y BajoGallego) que intersectan las líneas sociales: el Juez (urbano) se casa con la Dependienta; la Doctora (urbana) se enamora fugazmente del Dueño del Bar. En un sentido, Mareas Vivas es una pequeña metáfora de la nación, una mímesis del mito oficial del Bilingüismo Armónico entre gallego y español, pero aplicado ahora a la estratificación social entre lo simbólicamente AltoGallego (es decir, Español) y lo simbólicamente BajoGallego (es decir, Gallego). Lo expuesto nos ofrece finalmente el material bruto para tratar de explicitar la ideología lingüística que explica este orden sociolingüístico gallego. Se trata, sin duda, de una ideología acomodaticia, no de resistencia; de estabilidad, no de “normalización”; una ideología de clase, y en ese sentido, “nacional”. Pero no de la nación gallega en el sentido de proyecto político, sino, como veremos, de las élites nacionales españolas, en su reducción de los conflictos sociolingüísticos de clase a excrecencias molestas pero necesarias para la articulación del mercado lingüístico y cultural unificado. Algunos de los postulados de esta ideología se pueden resumir como sigue: -el gallego es diverso -el gallego alto es una forma de español alto; el español alto es una forma de gallego alto -el gallego bajo es una forma necesaria de diferencia -esta diversidad del gallego está en función de la jerarquización social de clase -existen básicamente dos tipos de lenguaje: el nuestro, y el suyo -existen básicamente dos tipos de grupos sociales: los que “saben”, y los que no “saben” 14

-es legítimo hablar como habla la clase de uno -es legítimo, porque unos seguirán teniendo el poder de la palabra y otros seguirán escuchándola; porque unos seguirán teniendo el micrófono y otros el receptor de televisión -resistir es fútil. En definitiva, como en todo discurso público dirigido, el precipitado ideológico que mejor explica los datos que acabo de narrar es la ideología nacionalista de clase. Nacionalista española, por supuesto. Portozás podrá seguir siendo sin riesgos el pueblecito monolingüe de los galos porque, fuera, incluyendo nuestro cuarto de estar, casi toda la Galia seguirá estando ocupada por los romanos.

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