HUMOR Y POLÍTICA EN LA CARICATURA DEL SIGLO XIX EN COLOMBIA (Iconografía y humorización de la imagen del soldado patriota en la obra “Don Rafael Lazo” de José María Espinosa)

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HUMOR Y POLÍTICA EN LA CARICATURA DEL SIGLO XIX EN COLOMBIA. Iconografía y humorización de la imagen del soldado patriota en la obra “Don Rafael Lazo” de José María Espinosa INTRODUCCIÓN Dentro de la historia del arte colombiano, los dibujos de José María Espinosa se han considerado como una de las primeras aproximaciones a la caricatura debido a la caracterización singular de personajes cotidianos como referentes de la vida urbana del siglo XIX. Estos dibujos dan cuenta de la construcción detallada de gestos, posturas y tipos físicos que describen al personaje retratado como un carácter singular en el paisaje humano de Santa Fe de Bogotá en 1860. Aunque los dibujos de Espinosa son detallados en su caracterización y representación, se torna interesante los tipos de personajes que retrata con singularidades poco idealizadas o solemnes; estos tipos dan indicios del pensamiento urbano que se construye con las luchas independentistas y con el afán de crear una idea de nación e identidad. De las personalidades que Espinosa retrató y que van desde la naciente burguesía hasta los desatinados locos de las calles bogotanas, esta investigación se centrará en el análisis de la caricatura en acuarela sobre papel “Don Rafael Lazo”, en la que se evidencian características de edad, género y elementos particulares (atributos) que desde una primera lectura visual sugieren un soldado patriota caricaturizado, lo cual puede interpretarse como un trato irónico del protagonista y del imaginario independentista del personaje de guerra que lucha por la patria. A partir de este primer análisis visual, se puede inferir que el dibujo y la caricatura en la obra de Espinosa de 1860 es un mecanismo de humorización de lo político, de acuerdo a la coyuntura independentista y entendiendo el papel y participación de Espinosa en el ejército patriota antes de retirarse del servicio y dedicarse a realizar este tipo de obra. En este sentido, se busca describir la iconografía del personaje “Don Rafael Lazo” para proponer la caricatura de Espinosa como mecanismo de humorización del imaginario independentista, y así, de la construcción de la imagen del soldado patriota como figura fundamental para la determinación del sentimiento de identidad en el siglo XIX.

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I.

LAS CARICATURAS DE JOSÉ MARÍA ESPINOSA Y SU GALERÍA DE TIPOS: ESTUDIO DE CASO “DON RAFAEL LAZO”

Participando activamente en las luchas independentistas con el ejército patriota, después de haber estado en la cárcel de Popayán, haber cruzado el departamento del Huila pintando la imagen de San Emigdio para sobrevivir y con un grave problema intestinal, José María Espinosa se retira enfermo de las campañas libertadoras 1 . Así, se consagra al dibujo, además de la miniatura, y se establece en la capital para pasar sus últimos días. Según los historiadores interesados en su vida y obra, e incluso gracias a sus memorias, sabemos que Espinosa desde el principio fue muy observador y se destacó por su detalle para retratar, trabajando muchas veces para las clases altas bogotanas de la época, como lo anota Álvaro Gómez, “Espinosa fue un pintor de sociedad (…) no habían muchos artistas y habían muy pocos daguerrotipos”2 su producción gráfica fue importante no sólo por su calidad sino por las circunstancias en que se desarrolló y por los dos procesos que llevó a cabo: una etapa temprana en la que se dedicó a la representación de personajes militares y escenas de batalla y su etapa posterior en la que, retirado del combate, puso su atención en los personajes cotidianos, simpáticos e irreverentes de la sociedad de Santafé de Bogotá de mediados del siglo XIX. Siendo dispar con respecto a sus caricaturas, su primera producción (la cual es importante para entender la obra a analizar) se caracterizó por la creación de la iconografía más difundida de los personajes de la Independencia que participaron en la consolidación de la República de la Nueva Granada: los generales Nariño, Sucre, Mosquera, Santander, Neira, Paris, Villavicencio, etc. además de la figura más importante del periodo: Simón Bolívar (con más de 30 miniaturas y pinturas), cuyo retrato fue una y otra vez reproducido en litografías, lo que también supuso su estilización, corrección y transformación por los grabadores franceses Thierry Freres y Lemercier3. En este sentido, Espinosa conocía bien el tipo de personaje que estaba retratando y sus características que iban desde su apariencia física, pues en sus memorias él es enfático en la búsqueda de representación exacta de la naturaleza, hasta los atributos que los hacían generales, tenientes o soldados (tal como en su 1

Espinosa, José María. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la Patria Boba, 1810-1819. Bogotá: Plaza y Janés, 1983. 2 Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. El abanderado pintor 3 Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. Iconografía Republicana

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momento él lo fue). Espinosa exploró a través de la miniatura y el retrato la fuerza, gestualidad y apariencia del detalle de los diferentes rostros a dibujar, algunas veces quejándose de la dificultad para retratar, de la importancia que tenía el producto final para el retratado y de la impaciencia que sufría al ver que la persona buscaba resaltar sus atributos cuando estaba frente a Espinosa, mientras que él buscaba el gesto y la expresión más natural del rostro4. En esta serie de caricaturas, realizadas entre 1856-1860 aproximadamente, Espinosa ya está retratando con gran realismo5 personajes de todo tipo y condición social: periodistas, intelectuales, comerciantes, locos, escritores, contertulios (participantes de tertulias en los pasajes comerciales de la Calle Real), extranjeros y retirados de las filas patriotas de la guerra6. Su observación de los individuos en la calle le lleva a pensar la caracterización en términos de los defectos o rasgos particulares que no exaltan su estatus sino que los muestran precisamente como personas distintas y ocurrentes. Lo interesante de estas caricaturas es la manifestación con un alto contenido sarcástico de todo tipo de “gentes”, pues Espinosa, incluso en la forma que relata sus memorias, tiene un sentido muy desarrollado de la descripción y con esto, de la crítica que pueda realizar siempre que observa. Estos personajes están cargados de posturas, vestidos, gestos, comportamientos e incluso actividades que se realizaban en la época; muestran formas de ser, comportamientos y temperamentos catalogados como indecorosos, inadmisibles o poco aceptables bajo la mirada evaluadora de un artista que al mismo tiempo ejercía como retratista contratado por las clases altas para múltiples tareas relacionadas con la creación de una imagen burguesa para la posteridad: Los retratos que sí me disgustaban eran los de los muertos. El día que iba a hacer uno de estos, cada uno de los dolientes me hacía una explicación diferente sobre el colorido y demás. Tenía que ponerme a trabajar sin dilación; porque si lo iba a entregar cuando ya les hubiera pasado la pesadumbre, no lo querían admitir aunque estuviese idéntico… Así era que inmediatamente que concluía iba a mostrárselo. Lo cogía una señora y decía: „Sí se parece, Señor Espinosa, pero le puso sombras. Él no las tenía; seguramente lo que usted le vio fue la gangrena‟ No, mi señora; es 4

Espinosa, José María. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la Patria Boba, 1810-1819. A pesar de que se considere caricatura y el artista maneje la proporción y el volumen de forma muy cercana a la anatomía facial humana 6 Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. Los contertulios 5

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que no hay pintura sin sombras… Su ignorancia, agota la paciencia de un retratista.7 Muchas de estas caricaturas también muestran aquellos personajes cercanos a Espinosa y con quienes compartió la tertulia en los almacenes de telas y víveres en los pasajes de la Calle Real: José Caicedo Rojas y José María Samper, por ejemplo. Este tipo de dibujos conforman lo que Beatriz González ha denominado en su artículo “Visiones paródicas: Risas, demonios, jocosidades y caricaturas” la galería de tipos o un inventario de personalidades que dan cuenta de unos comportamientos, rasgos anatómicos y gestualidades que caracterizan los personajes urbanos del siglo XIX8, primeros retratos de carácter social que registran las costumbres del paisaje humano en los que Espinosa intenta representar un individuo común con una conducta grotesca9. Sin embargo, esta actitud de Espinosa no era exclusiva de él como artista, pues ya en las calles de Bogotá se sentía esa burla por los desposeídos y trastornados mentales, la sensación también era de “calle pestilente e intransitable”10 en la que los locos vivían de la caridad publica y eran parte de la mendicidad. Además, Bogotá era una ciudad de cincuenta mil habitantes en la que podían reconocerse los personajes más ilustres como los más celebrados burlonamente por la opinión pública.11 a. Una caricatura, un imaginario En el caso del dibujo de “Rafael Lazo” hay varias particularidades que deben destacarse a partir del análisis visual y que dan cuenta de la serie de caricaturas como una galería de tipos. La picaresca local bogotana, según las caricaturas de Espinosa, corresponde a una gran variedad de personajes distinguibles entre sí por tres elementos fundamentales: primero, un rol social que cumplen y que está pautado por el vestuario (así estén al margen de lo común: el loco, el mendigo); segundo, una carga gestual intensa en la expresión facial; y tercero, una caracterización en la pose.

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Espinosa, José María. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la Patria Boba, 1810-1819. González, Beatriz. “Visiones paródicas: Risas, demonios, jocosidades y caricaturas”, p. 76. 9 En el sentido taxonómico del término, pues Espinosa no buscaba deformar la idiosincrasia del personaje sino exaltarla mediante la exageración de los atributos que la persona exhibía con su comportamiento natural 10 Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. El abanderado pintor. 11 Cordovez Moure, José María. Reminiscencias de Santafé y Bogotá. 8

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El primer elemento es fundamental en el caso de “Rafael Lazo” porque Espinosa representa un personaje masculino, de edad avanzada, con barba y cabello desaliñados, de contextura gruesa y no tan alto (sobre todo por el largo de las piernas), de tez morena (trigueña) y de postura claramente erguida y estilizada (revisando bien la pose en tres cuartos que se dirige hacia el espectador y que descansa en la pierna izquierda) que denota elegancia en el acto de mostrarse; estos atributos ya nos permiten ver que el personaje pertenece –o pertenecía- a una clase social privilegiada que cuida las buenas maneras y la postura corporal. Esto es muy característico de la imagen de los héroes de independencia que empezaron a crearse después de 1819, cuando se dio la necesidad de exaltar aquellos hombres cultos y entregados a la lucha contra la opresión española colonial; es significativo encontrar en este periodo los trabajos tempranos de Espinosa en el que le encargan retratos de Simón Bolívar, creando una postura con un rostro altivo y mestizo acompañado de un traje militar con insignias que lo acreditan como líder militar y político del momento12. El personaje del héroe, del soldado de la patria y del intelectual local está cargado de la elegancia de los hombres franceses del Imperio Napoleónico junto con la construcción fisionómica del hombre americano mestizo, una fabricación fenotípica de la imagen que caracterizó los retratos de Espinosa y que con su circulación en Francia, fueron esculpidos formalmente a la manera europea13. A razón de este fenómeno, y teniendo en cuenta que esta acuarela de Rafael Lazo es posterior (1856), vemos en la caricatura un tratamiento, si puede decirse, intencional por mostrar al personaje en una pose precisa, representativa de la postura de los héroes republicanos, presentándose ante el espectador como un hombre triunfante seguro de sí mismo y de su rol en la guerra. Es muy interesante de esta pieza, como punto de quiebre con la estética idealizada del soldado de la patria, el giro dramático en la gestualidad: se presenta un rostro demacrado y difuso, un personaje que no tiene una mirada altiva sino perdida en el horizonte, aunque el cuerpo denota una manera solemne de mostrarse, el rostro aparece como el protagonista en términos de color, manejo de volúmenes, sombras y texturas, hay una tensión especial en los ojos que se encuentran a medio cerrar y que miran en dirección 12

González, Beatriz. "Bicentenario del abanderado de Nariño. Iconografía de José María Espinosa, prócer y pintor". 13 Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo. "Héroes, alegorías y batallas 1819-1880. Una tipología de pinturas sobre la independencia", p. 16.

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contraria a la posición del cuerpo y que parecen no observar nada especifico. Estas características en el rostro y la expresividad de la mirada se ven en otras caricaturas de Espinosa (el bobo Pasitos o Cesar Rosillo) en las que retrata unas miradas perdidas en la distancia y cargadas de indefinición o fuerza en el gesto. Así, el personaje de Rafael Lazo se encuentra entre la representación de un soldado altivo y orgulloso de su papel como defensor del ideal independentista y como un personaje cualquiera que no tiene fuerza ni decisión en su gesto (mirada) y que por tanto parece ser un limbo entre los actos gloriosos de independencia y la crítica mordaz a esas figuras retiradas del servicio que les queda reclamar una subvención por los años trabajados. Tal como lo relata Espinosa en sus memorias sobre el tiempo en que ya estaba retirado: íbamos los del depósito de retirados de la independencia a la tesorería y nos poníamos en fila a aguardar que nos pagaran… yo me contenté con sacar una vista de la Aduana, en donde era entonces la tesorería, pinté a todos los que salín con sus mochilas llenas y detrás a nosotros, que salíamos tan limpios como habíamos entrado. Los antiguos soldados de la libertad no podrán gozar de los privilegios y recompensas que se reparten en estas velaciones, porque están destinados a sus manumitidos; pero sí podrán tener cuarenta días de perdón y su jubilación eterna.14 II.

PRODUCCIÓN DE IMÁGENES PATRIOTAS: ¿POR QUÉ REPRESENTAR LA INDEPENDENCIA Y SUS PARTICIPANTES?

Los conflictos internos de la naciente república, además de la lucha contra el Imperio Español, reclamaron desde lo local la creación de elementos alegóricos y materiales que dieran cuenta de la voluntad nacional y la autodeterminación como un pueblo sublevado ante el poder colonial. Tales elementos alegóricos explicarían y representarían el imaginario identitario y libertario que sustenta el proyecto independentista y la voluntad de una patria rebelde en contra del poder patriarcal y pedagógico de la monarquía y la iglesia católica española. Lo primero que se incentivó fue la reivindicación de los protagonistas de las guerras en todo su esplendor: desde los héroes militares y caudillos hasta los mártires muertos en las luchas con la represión de Pablo Morillo durante la reconquista. Con esto se buscaba la configuración de una historia local basada en los logros más representativos de una nación basada en el rechazo total a los opresores y la reivindicación de una fuerza 14

Espinosa, José María. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la Patria Boba, 1810-1819.

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creadora política y social que no dependiera desde ningún aspecto de las construcciones ideológicas anteriores a 181015. En este sentido, la existencia de los retratos de Bolívar hechos por Espinosa entre 1828 y 1830 (más de 30 imágenes entre pintura y miniatura) nos hace ver la magnitud de la empresa contundente que fue emplear el arte para la propaganda política y la exaltación de figuras de poder, autoridad y fuerza moral. Espinosa, artista autodidacta, conocedor de las hostilidades que podían surgir en el campo de batalla, y abanderado (soldado encargado de llevar como insignia la bandera y sostenerse firme con ella) comprendía muy bien que el sentimiento nacionalista se manifestaba en todo tipo de glorificación y reivindicación de los personajes, que si bien no podían ser reconocidos porque no había circulación de imágenes tan amplia, la creación de una iconografía ya señala un proceso de mediatización de la imagen para promover una idea, un suceso o una fuente de orgullo social. Durante la centuria decimonónica, la biografía, la historia patria, la fiesta cívica y la poesía patriótica presentaban un conjunto de imágenes, dentro de las cuales había una de rasgo común y prominente: la del patriota.16 Además, sucede en la imagen un interés pedagógico por enseñar las virtudes del héroe para ser imitado en su bravura y proezas, incluso a través de la admiración, el culto y la recordación de su imagen a nivel regional. Lo interesante del período es la valoración del canon europeo: aunque se intentaba implementar una iconografía particular mediante el conocimiento de grabados que llegaban, el artista tenía el ímpetu de manifestar su propia construcción visual como verdad fundamental en la naciente república; así se desdibujó la idea de la copia exacta y se dio la asimilación y construcción de imágenes para permitirle al público un sentimiento de cercanía 17 . Lo costumbrista y las representaciones religiosas (influencia colonial) podían conjugarse con los retratos de próceres, mártires de la independencia, y batallas más representativas para la época (aunque no fueron frecuentes las ya conocidas batallas del puente de Boyacá, por ejemplo). Esto da cuenta del reconocimiento de imágenes anteriores de los procesos independentistas para darle más 15

Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo. "Héroes, alegorías y batallas 1819-1880. Una tipología de pinturas sobre la independencia", p. 23. 16 Tovar Zambrano, Bernardo. "Porque los muertos mandan. El imaginario patriótico de la historia colombiana", p. 150. 17 Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo. "Héroes, alegorías y batallas 1819-1880. Una tipología de pinturas sobre la independencia", p. 23.

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importancia a la imagen histórica catalizadora de un discurso histórico que genera sentido de pertenencia mediante el reconocimiento del esfuerzo propio y la voluntad de libertad. Para 1830, las imágenes que constituían el arte nacional naciente plagaban lo anecdótico, alegórico e histórico en conjunción con una exploración intuitiva del paisaje y sus proporciones, nace la pintura de paisaje para teatralizar las guerras de independencia teniendo como operación la construcción del fondo y la adición de figuras muy pequeñas, compactas y poco expresivas en medio del conjunto. Esto da cuenta de un manejo primario del espacio naturalista del paisaje para escenificar sucesos históricos y una pintura que no tenía más intención que la representación o imitación cuando no se había generado una apropiación del género histórico como fenómeno pictórico. Y menciono justamente esto porque Espinosa empezó a trabajar estos paisajes en 1840 como artificio del momento histórico sin lograr un manejo armónico del espacio y las figuras. Aquella imagen marcaba un pasado, dictaba un presente y preveía un futuro para la nación, otorgaba sentido a la vida del ciudadano, generaba cohesión social, pulsaba la pasión y el sentimiento, movilizaba para la acción hasta la guerra, el heroísmo y el martirio.18 Al revisar las caricaturas, el dibujo de Espinosa da cuenta de un tratamiento muy efectivo, casi psicológico, del rostro y la expresión del personaje, pero el fondo no nos dice mucho de la ciudad, del contexto, de la arquitectura o el paisaje que solían habitar estas personas, lo que enfatiza más la idea de galería de tipos porque concentra la atención en los detalles y facetas del personaje. No obstante, la caricatura de Rafael Lazo adquiere una singularidad y es el paisaje sugerido detrás del personaje, una pequeña estructura arquitectónica al lado inferior derecho que parecería ser un edificio gubernamental a la manera clásica (columnas y grandes domos sobre el techo) más unos personajes (siete hombres) que parecen marchar en fila hacia el edificio. Estas características recuerdan la intención de Espinosa de poner al personaje en un contexto activo (casi teatral) y en una acción específica, dejando el paisaje apenas dibujado para reconocer a Rafael Lazo en una situación ambigua pero consecuente con su personalización como soldado retirado: unas campañas y luchas armadas que se desarrollan al fondo, difuminadas, poco claras, en movimiento mientras el personaje principal posa y exhibe toda la indumentaria de un 18

Tovar Zambrano, Bernardo. "Porque los muertos mandan. El imaginario patriótico de la historia colombiana", p. 151.

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vestido que le pertenece a él por el pasado pero que en su presente se convierte en un recuerdo insuficiente y afanado de su papel como soldado patriota. III.

MOFARSE DE LO POLÍTICO: LA CARICATURA COMO MECANISMO DE HUMORIZACIÓN.

Si bien la mitad del siglo XIX ya había tenido su desarrollo iconográfico sobre las batallas, héroes y mártires de la Independencia, aún estaba por construirse un conjunto de imágenes propias de los circuitos sociales urbanos pues, además de reconocer una imagen nacional en los héroes, la observación de lo cotidiano, de las ocupaciones y modos de vida en el campo y la ciudad se estaban consolidando fuertemente en la literatura y el arte. ¿Cómo penetrar lo cotidiano para representarlo? ¿Para qué representarlo? Incluso la idea de observación responde a la empresa visual de generar imágenes para agregar lo local como parte de una identidad nacional propia, reconocimiento que debía ser registrado y circunstancialmente clasificado para el entendimiento científico del territorio y sus gentes. En el trabajo de Espinosa es destacable cómo esa mirada que en su edad temprana idealizaba a los patriotas y les adjudicaba honor y altivez, en sus trabajos posteriores la mirada a esos héroes se convierte en una lupa del deterioro de la imagen del héroe, representándolo en su estampa añeja, cargada de nostalgia por el pasado y olvido de su importancia y trascendencia histórica. La imagen del soldado empieza a envejecer, mientras el personaje conserva las insignias y el porte pero no el dominio de las condiciones con las que había superado los impases de la guerra. Es decir, la postura corporal, el sombrero mezclado con las plumas y el color, la corbata a medio atar, dos o tres medallas sobre un abrigo que pareciera celebrar el suceso visten al personaje de una sensación de olvido y desorden muy propia de los soldados retirados, quienes fueron echados al olvido después de servir a la patria. En el caso de Rafael Lazo, él no porta un uniforme, pero porta el recuerdo y la idea central del abandono de los intereses propios por su convicción de servidor de la nación. Lo anterior describe entonces la forma en que Espinosa construye una imagen que si desde lo formal podemos describir como naturalista, proporcional en la representación, con un manejo de color muy perceptivo y detallista, con una composición bastante balanceada entre el primer plano donde está el personaje y un plano al fondo que enmarca a don Rafael, 9

como caricatura emplea unos elementos para destacar atributos, más que deformar o exagerar el personaje. Beatriz González en su texto cita a Bornemann para definir qué es y cómo funciona la caricatura: En esta búsqueda de placer, Carracci describe tres instancias, hasta llegar a lo que llamó “caricatura”: la primera, la naturaleza; la segunda, la copia literal de la naturaleza, y la tercera, la alteración de su forma por medio de la acumulación de defectos, sin quitar nada de su parecido. Annibale Carracci habla de la tercera instancia “como causa del placer, es decir, la caricatura.19 Lo anterior ya nos muestra que Espinosa está trabajando bajo los parámetros de lo que le brinda la observación: definir la naturaleza del individuo en su expresión más simple, luego copiar sus atributos más prominentes y acumular los defectos, señalarlos, esquematizarlos como elementos substanciales de esa naturaleza copiada… no recurre a la demonización de lo absurdo, sino a la descripción de lo imperfecto, o como lo señalaría Bernardo Zambrano “Revestir a un personaje con las insignias de los muertos ilustres”.20 La humorización entonces funciona como estrategia para hablar de una condición usual en la cotidianidad urbana de mediados de siglo XIX, cuando los soldados independentistas por su alejamiento de lo político quedan en el olvido y en la miseria, y deambulan en las calles bogotanas recordando las glorias y mostrando las penas. En este caso, la caricatura preside a la idealización del personaje, lo muestra en su condición más abyecta y caracteriza toda la construcción política (la imagen del patriota) para describirla en el abandono y la ironía de este fenómeno. Podría haber surgido la risa al verlo, pero más allá de la risa, hay una parodia de las ideas políticas que ennoblecen a unos y deslegitiman a otros.

CONCLUSIÓN Si bien se considera a Espinosa como precursor de la caricatura en Colombia, este tipo de gráfica que él propone funciona desde los contenidos descriptivos e irónicos y materializa en la forma una visión naturalista del personaje, con una carga expresiva en la gestualidad. Hay asuntos diversos que Espinosa observó en las calles y que los retrata con 19

González, Beatriz. “Visiones paródicas: Risas, demonios, jocosidades y caricaturas”. 74. Tovar Zambrano, Bernardo. "Porque los muertos mandan. El imaginario patriótico de la historia colombiana", p. 130. 20

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ingenuidad y acopio subjetivo: los periodistas imprudentes, los intelectuales no tan inteligentes, los políticos como arpías, los locos como niños cándidos, y un sinfín de personajes que aparecen como un conjunto o inventario de personalidades absurdos pero tan cotidianos como las tertulias en el comercio del centro de la ciudad: “La tertulia me perjudica” ponían los tenderos en las entradas para ahuyentar las conversaciones y la falta de clientes.21 En este juego de caracterizaciones y descripciones psicológicas, Espinosa va de lo glorioso a lo miserable, retratando el estado de las cosas, fenómenos casi familiares porque los vive personalmente y porque hace parte del conjunto de hombres que luchó y que vio el surgimiento de una república libre, independiente e insurrecta frente a la potencia colonial española. En este sentido, Espinosa y sus caricaturas se encuentran en la demostración de lo absurdo cuando se plantea la idealización de los próceres, de los héroes y el colombiano insigne, aunque lo más interesante es que Espinosa haya sido el precursor también de una iconografía del Libertador. Finalmente, las caricaturas de Espinosa permiten entender la construcción social de aquellos estereotipos que caracterizan y empiezan a conformar una sociedad urbana ligada a las diferencias de clase y la defensa del estatus con las cuales se plantea el desafío de entender estas individualidades en un contexto donde la igualdad y la identidad se difundían como ideal de la república. Por tanto, la caricatura como mecanismo de humorización va más allá de la risa y de producir placer burlesco en el tipo retratado, sino en el reconocimiento de valores políticos que configuran una sociedad y que el artista describe como defectos, como imperfecciones sociales y maneras de ser que pueden debatirse en la imagen y en la misma moral de los individuos.

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Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. Los contertulios.

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Anexo 1

José María Espinosa Don Rafael Lazo Acuarela y tinta sobre papel; 18 X 11 cm. Passe partout en cartón arte.

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Bibliografía Barney-Cabrera, E. "Arte documental e ilustración gráfica". En Historia del Arte Colombiano. Tomo 6, 1265-1288. Bogotá: Salvat Editores, 1975. Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo. "Héroes, alegorías y batallas 1819-1880. Una tipología de pinturas sobre la independencia". En Historia, trabajo, sociedad y cultura. Ensayos interdisciplinarios, V. 1, 13-33. Medellín: La Carrera, 2008. Cordovez Moure, José María. Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Bogotá: Organización Continental de los Festivales de Libros, [1960?]. 243 p. Espinosa, José María. Memorias de un abanderado. Recuerdos de la Patria Boba, 18101819. Bogotá: Plaza y Janés, 1983. Gómez Hurtado, Álvaro. Gloria, arte y humor en José María Espinosa. Bogotá: Banco Cafetero, 1968. González, Beatriz. "Bicentenario del abanderado de Nariño. Iconografía de José María Espinosa, prócer y pintor". Revista Credencial Historia. No. 81, septiembre (1996): 4-6. ______________. José María Espinosa. Abanderado del arte en el siglo XIX. Bogotá: Museo Nacional de Colombia, Banco de la República: Áncora, 1998. ______________. La caricatura en Colombia a partir de la independencia. Bogotá: Biblioteca Luis Ángel Arango, 2009. ______________. “Visiones paródicas: Risas, demonios, jocosidades y caricaturas”. Revista de Estudios Sociales, Universidad de los Andes (2008): 72-79. Consultado marzo 10, 2015. http://res.uniandes.edu.co/view.php/550/index.php?id=550 Thibaud, Clement. "Formas de guerra y construcción de identidades políticas. La guerra de Independencia (Venezuela y Nueva Granada 1810-1825)". Revista Análisis Político, No. 45, enero-abril (2000): 35-44.

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Tovar Zambrano, Bernardo. "Porque los muertos mandan. El imaginario patriótico de la historia colombiana". En Pensar el pasado, 125-171. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1997.

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