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CVC. Rinconete. Cultura y tradiciones. Huevos contra rocas: apodos burlescos y tonterías legendarias (1), por José Luis Garrosa Gude.
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Martes, 28 de mayo de 2013 BUSCAR EN RINCONETE
CULTURA Y TRADICIONES
Huevos contra rocas: apodos burlescos y tonterías legendarias (1) Por José Luis Garrosa Gude
En 1862, un hispanista francés, el barón Davillier, y el célebre ilustrador Gustave Doré emprendieron un largo viaje por las tierras de una España que aún conservaba numerosos retazos románticos. Ambos amigos fueron enviando sus impresiones a la editorial Hachette, que fue publicándolas, en forma de entregas, de 1862 a 1873 en la revista Le Tour du Monde. Un año más tarde, Hachette las editó de forma conjunta y el libro obtuvo un rápido éxito y fue traducido, pocos meses después, al italiano y, más tarde, al inglés y al danés. El Viaje por España es un precioso archivo de estampas pintorescas y de testimonios sociohistóricos, pero incluye también un apreciable volumen de datos folclóricos. Veamos uno de ellos, correspondiente a la provincia de Cádiz: Después de Tarifa atravesamos una comarca árida y desolada hasta el pueblo de Vejer. Los habitantes, a los que se tiene por algo zafios, son llamados tardíos, palabra que les enfurece. He aquí cómo se explica el origen de su apodo: Se ve en Vejer un peñón surcado de manchas amarillentas. Como este peñón molestaba a los habitantes, quisieron echarle abajo, y a falta de otros proyectiles emplearon huevos. Habiéndose agotado todos los huevos del país, la mitad de los trabajadores se dirigió al pueblo vecino para buscar más. Y como tardaron, al regreso se les recibió gritándoles: «¡Llegad, tardíos!». Abandonaron su trabajo, pero los tardíos aseguran que las marcas de los huevos siempre estarán visibles sobre la roca.
Esta narración, sin embargo, no surge de un hipotético trabajo de campo de los viajeros galos, sino que fue obtenida de los trabajos de Fernán Caballero. En efecto, los anteriores apuntes sobre el apodo de los oriundos de Vejer, y sobre los de otras localidades gaditanas, ya fueron publicados en 1859 por la novelista española, insigne precursora también de los estudios folclóricos hispánicos, en el libro Cuentos y poesías populares andaluces. Davillier lo aclara así en el párrafo que situó a continuación, cuando se refiere a los sobrenombres de los residentes en Medina Sidonia y en Conil: No hay ciudad de Andalucía que no tenga su pequeña leyenda de esta clase, acompañada de algún mote más o menos grotesco. Los alrededores de Cádiz son especialmente ricos a este respecto. Así, los habitantes de Medina Sidonia son llamados zorros, y los de Conil desechados. Fernán Caballero, célebre novelista, ha pintado de una manera encantadora este lado pintoresco de las costumbres andaluzas.
Ahora bien, esta curiosa creencia no se ha documentado únicamente en Andalucía. De este modo, Tomás de la Torre Aparicio incluye en Gentilicios españoles el apodo de abubilleros para los vecinos de la población conquense de Olmedilla del Campo, y da esta causa para tan llamativa denominación: Porque una vieja natural de esta villa, pretendió romper una gran piedra a base de huevazos, para sacar una abubilla que había debajo. Y según cuentan cuando los vecinos vieron que la piedra se había agrietado, alguien ordenó: ¡Ve por los huevos de la tía María que son de dos yemas!
Parecidas ocurrencias se achacan a los abubillos; es decir, a los habitantes de Olivares de Júcar, también en Cuenca, y a los de Valdelaguna, de la provincia de Madrid. En concreto estos últimos oyeron a la abubilla bajo una peña y pensaron que podría ser la Virgen María y quisieron impedir que se marchara a Burgos (sin que sepamos el porqué de este destino), por lo que intentaron obligarla a salir de su escondite mediante el consabido lanzamiento de huevos. Tantos estrellaron contra la piedra, que las claras y las yemas arrastraron incluso una carreta tirada por bueyes y los pobres animales perecieron ahogados. Por su parte, la roca, llamada aún en la actualidad la Peña Huevera, iba cayendo a pedazos y la abubilla escapó por un grieta, momento en el que los paisanos descubrieron que se trataba de un simple pájaro y que no estaban ante una aparición de la Virgen. Precisamente también en la provincia de Burgos, existen un par de localidades (Huidobro y Poza de la Sal), en las que se repite la tradición de los huevos usados a modo de proyectiles. Esta es una historia, procedente de Huidobro, de las varias de este tipo que se recogen en Héroes, santos, moros y brujas (Leyendas épicas, históricas y mágicas de la tradición oral de Burgos), de José Manuel Pedrosa, César Javier Palacios y Elías Rubio: Un señor que venía con los carros antiguamente, y no sé lo que le pasó, que si se le vulcó, o que no vendía los huevos, o algo de eso, y empezó a estrellarlos todos contra el risco, como que tiraba piedras, hasta que hizo el agujero ese. Y por eso, por ahí, por ese agujero, pasó el tren [de la línea Santander Mediterráneo] sin romper lo de arriba.
En el próximo rinconete continuaremos recorriendo diferentes parajes del norte
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CVC. Rinconete. Cultura y tradiciones. Huevos contra rocas: apodos burlescos y tonterías legendarias (1), por José Luis Garrosa Gude. de España a la caza de más versiones de estas divertidas proezas atribuidas a algunos paisanos, fruto del ingenio y, qué duda cabe, también de la mala idea de sus vecinos. Ver todos los artículos de «Huevos contra rocas»
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