Huete, Raquel y Mantecón, Alejandro (2015) La construcción de la opinión pública sobre el turismo: crítica a la teoría del intercambio social. En Daniel Hiernaux-Nicolas (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica, Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México, pp. 311-325

June 15, 2017 | Autor: Raquel Huete | Categoría: Tourism Studies, Tourism, Turismo, HOTELERIA Y TURISMO
Share Embed


Descripción

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

La construcción de la opinión pública sobre el turismo: Crítica a la teoría del intercambio social Raquel Huete y Alejandro Mantecón1

Introducción Una de las líneas de investigación más prolíficas en los estudios turísticos es la que se interesa por conocer las opiniones acerca de los efectos del turismo en la población de acogida (Harrill, 2004; Rodríguez, 2007). La justificación de lo mismo parte de una premisa básica ligada a planteamientos empresariales privados: si los residentes en los destinos adoptan actitudes contrarias a los intereses de los operadores turísticos, estos corren el riesgo de no alcanzar sus objetivos. Desde una perspectiva sociológica más amplia podría decirse que la actitud de la sociedad local hacia los turistas puede afectar al sistema de interacciones que se genera en el entorno en que “actúan” los turistas y, en consecuencia, alterar considerablemente la experiencia del turismo para todos los actores sociales implicados y, evidentemente, influir negativamente en el nivel de satisfacción de los turistas (Allen et al., 1988; Ap, 1992; Díaz Armas, 2010; Harrill, 2004; Ritchie e Inkari, 2006). Los trabajos realizados suelen abordar la percepción de los efectos económicos (Gilbert y Clark, 1997; Haralambopoulous y Pizam, 1996; Johnson et al., 1994; Liu y Var, 1986; Perdue et al., 1990; Smith y Krannich, 1998; Tosun, 2002), los socioculturales (Brunt y Courtney, 1999; Liu y Var, 1986) y los medioambientales (Bujosa y Rosselló, 2007; Brunt y Courtney, 1999; Gilbert y Clark, 1997; Huete, 2004). Podrían hacerse muchas matizaciones pero, en general, es posible reconocer una mayor concentración de las valoraciones positivas alrededor de las repercusiones económicas y una bastante más crítica de los impactos socioculturales y medioambientales (Andereck et al., 2005; García y Sancho, 2000).

El papel de la Teoría del Intercambio Social en los estudios sobre la percepción del turismo Los estudios dedicados a analizar la valoración de los efectos del turismo por parte de la sociedad “anfitriona” han sido orientados desde diversos enfoques teóricos. Richard Harrill, en uno de los artículos más citados sobre las percepciones y actitudes de los residentes hacia el turismo (Harrill, 2004), hace mención a las tres perspectivas teóricas más importantes sobre las que se han sustentado las investigaciones: 1. Teoría de la Vinculación Comunitaria (Community Attachment): se trata de un modelo interpretativo acerca de los procesos de participación social y de integración en la vida comunitaria que emprenden los turistas, y del sentimiento o afecto que éstos establecen respecto a la comunidad “anfitriona”. 2. Teoría de la Máquina de Crecimiento (Growth Machine Theory): desde este enfoque se pretende elaborar un modelo explicativo en el que se analicen aquellas variables vinculadas al hecho turístico que impulsan y promueven, o impiden y frenan, el desarrollo económico. 1

Universidad de Alicante

Page 1 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

La Teoría del Intercambio Social (en adelante TIS), cuya idea central propone que los residentes apoyarán el desarrollo turístico siempre y cuando perciban que los beneficios esperados serán mayores que los costes (Ap, 1992; Gursoy et al., 2002). La revisión de las investigaciones llevadas a cabo a la luz de la TIS permite observar que los empleados en la industria turística expresan opiniones más positivas sobre el desarrollo turístico que quienes no lo son (Pizam, 1978). La mayoría de los investigadores han confirmado este principio (Andereck y Vogt, 2000; Jurowski et al., 1997; King et al., 1991; Perdue et al., 1990; Sharma y Dyer, 2009) y en general se afirma que quienes se benefician económicamente del turismo, de forma directa, tienden a prestar menos atención a los impactos medioambientales y subrayan los efectos positivos. Si bien es cierto que también se ha sugerido la necesidad de enriquecer la interpretación de los datos utilizando perspectivas ajenas al enfoque predominante de esta teoría, al observarse en ocasiones resultados contradictorios (Andereck et al., 2005). En concreto, Smith y Krannich (1998) afirman que los residentes en comunidades económicamente dependientes del turismo perciben los impactos de forma más negativa que los habitantes en comunidades menos dependientes. Por el contrario, Teye, Sönmez y Sirakaya (2002) llegan a plantear que las personas que trabajan en negocios relacionados con el turismo tienen una actitud más negativa hacia esta actividad. Ciertamente, no existe consenso a la hora de identificar los factores que determinan la percepción del desarrollo turístico por las comunidades receptoras. Por ejemplo, en los estudios que analizan la influencia de la interacción con los turistas algunos investigadores explican que una menor distancia entre las viviendas de los residentes y los lugares más frecuentados por los turistas implica valoraciones más positivas, pues suelen estar habitadas por personas económicamente más dependientes de la actividad turística (Belisle y Hoy, 1980; Mansfeld, 1992). Pero otras investigaciones parecen demostrar justamente lo contrario, argumentando que la actitud negativa se deriva de la mayor proximidad. Según estos expertos, los residentes ven en los turistas una competencia para el consumo de unos recursos escasos y, además, estas personas consideran que la afluencia de turistas es la causa de los problemas de congestión del tráfico, ruidos y otras incomodidades que soportan cada día (Jurowski y Gursoy, 2004). Otro factor estudiado en profundidad es el tiempo de estancia de los residentes en el municipio. Algunos autores concluyen que cuanto más tiempo lleva viviendo una persona en una localidad turística más crítica es su actitud hacia el turismo y, lógicamente, cuanto menos tiempo ha pasado más favorable es la actitud (Brunt y Courtney, 1999; Cavus y Tanrisevdi, 2003; Mansfeld, 1992; Ryan y Montgomery, 1994; Um y Crompton, 1987). Sin embargo, otros estudios explican que los residentes recién llegados son los más críticos (Brougham y Butler, 1981), quizás porque opinan que el turismo puede poner en peligro la tranquilidad que buscan al cambiar de residencia (Faulkner y Tideswell, 1997). Los investigadores que analizan las variables sociodemográficas y socioeconómicas habituales (género, edad, ingresos, ocupación, nivel educativo, ámbito rural o urbano) tampoco han llegado a resultados concluyentes (Liu y Var, 1986; Williams y Lawson, 2001) o los hallazgos son contradictorios entre unos estudios y otros (Harrill y Potts, 2003; Jackson e Inbakaran, 2006; Mason y Cheyne, 2000).

312

Page 2 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

Quienes han tratado de desentrañar este asunto fijándose en la fase de desarrollo en la que se encuentra el destino turístico tampoco han alcanzado un acuerdo definitivo. Si en un principio podría parecer lógico explicar que un desarrollo moderado del turismo tiende a ser percibido positivamente y que, igualmente, a medida que ese desarrollo se intensifica las opiniones se vuelven más negativas (Allen et al., 1988; Diedrich y García-Buades, 2009; Harrill, 2004; Smith y Krannich, 1998), resulta que este argumento también ha sido puesto en duda (Faulkner y Tideswall, 1997; Liu y Var, 1986; Royo y Ruiz, 2009). Aunque, a grandes rasgos, puede decirse que el esquema explicativo que se ha desarrollado a partir de la TIS predomina en los abundantes estudios sobre la percepción social del turismo, el hecho es que la complejidad de la realidad turística y la casi infinita variedad de contextos en la que se manifiesta han impedido, de momento, elaborar explicaciones con validez universal.

El problema La tesis que se plantea en este capítulo es que en la adaptación de la TIS a los estudios turísticos se han obviado algunos de los fundamentos sociológicos en los que se sostiene esta corriente teórica. Los motivos y los efectos de esta situación son complejos. La explicación que aquí se propone es, en gran medida, la consecuencia de la reflexión surgida al hilo de los resultados obtenidos en dos encuestas sobre la percepción social del proceso turístico-inmobiliario entre los residentes de la Comunidad Valenciana, España (Huete, 2010; Mantecón, 2012; Mantecón y Huete, 2011; Marrero y Huete, 2013). La investigación cualitativa sobre la percepción social del turismo ha discurrido por carreteras secundarias y, normalmente, se ha llevado a cabo desde la Sociología y la Antropología Social (Riley y Love, 2000). La avenida principal, sin duda, ha sido ocupada por los estudios cuantitativos (Harrill, 2004). La separación dicotómica entre ambas líneas de trabajo junto a la superconcentración de análisis cuantitativos ha dado lugar a que los desarrollos teóricos más significativos se hayan elaborado a partir de las certezas estadísticas, prescindiendo de las aportaciones de naturaleza cualitativa. Esta situación se torna preocupante cuando el modelo teórico que envuelve al aparato estadístico es la TIS. Una consecuencia fácilmente apreciable es la siguiente. Inspirados en el artículo clásico de Abraham Pizam (1978) y, especialmente, en los de John Ap (1990, 1992), en los últimos veinte años han proliferado los estudios cuantitativos sobre la percepción social de las repercusiones generadas por la actividad turística entre las poblaciones “anfitrionas”. En muchos de estos trabajos se lleva a cabo una adaptación pragmática y demasiado somera de algunas ideas de la TIS a la interpretación de datos estadísticos; una interpretación que rara vez se complementa con información cualitativa acerca del contexto cultural, político e ideológico en el que los datos cuantitativos se insertan. La matematización del sustrato empírico en el que se sostiene la TIS está íntimamente relacionada con la aportación de conclusiones “sólidas” que se espera (y exige) de una investigación cuantitativa, aunque esa solidez sea el resultado de un modelo explicativo en cuyo punto de partida se han obviado o asumido ideas que requerirían una mayor discusión. La matematización que desde los estudios turísticos se ha hecho de la TIS no deja de ser una prolongación de lo que antes ha ocurrido en la propia Sociología, sobre todo debido a la influencia de determinadas escuelas psicológicas y económicas que han generado una corriente analítica 313

Page 3 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

conocida como la Teoría de la Elección Racional (en adelante TER). Sucede a continuación que las diferentes aplicaciones de la TER o de las distintas versiones matematizadas de la TIS generan resultados desconcertantes, por su variedad y su carácter contradictorio. Es entonces cuando empieza a plantearse la conveniencia de complementar y enriquecer las ideas de la TIS con elementos que se suponen externos a ella, cuando en realidad esos elementos tendrían que haberse integrado desde un principio. El problema, en definitiva, radica en la incapacidad de integrar en el modelo teórico las dimensiones culturales que envuelven a la dinámica turística y, por añadidura, en la incapacidad para analizar esas dimensiones articulando la investigación cuantitativa con la cualitativa. En las páginas siguientes se desgrana este argumento a través de la profundización en los orígenes y principales vicisitudes por las que ha pasado la TIS, como desarrollo teórico propio de la Sociología.

Teoría del Intercambio Social Aunque hay algunas discusiones y matices sobre la paternidad de la idea, lo habitual es identificar el origen de esta tradición teórica con la publicación de dos libros: Social Behavior, de George C. Homans (1961) y Exchange and Power in Social Life, de Peter M. Blau (1964). A grandes rasgos, el común denominador de estos trabajos reside en la aceptación de dos supuestos sobre la naturaleza de las relaciones sociales: 1. La unidad de análisis fundamental que explica un fenómeno social es el individuo. 2. La formación, consolidación y permanencia de cualquier relación interpersonal se sustenta sobre un criterio hedonista.

Las implicaciones de ambos supuestos nos llevan a entender la esencia de cualquier interacción social como un intercambio recíproco de recursos o recompensas (pérdidas y ganancias, alegrías y disgustos, castigos y premios) entre individuos que toman decisiones a partir de análisis racionales con el objetivo de maximizar sus beneficios personales y reducir sus costes. La contribución de Blau respecto a las formulaciones iniciales de Homans tiene que ver con la ampliación de la perspectiva desde posiciones más psicosociológicas (micro) a otros niveles más societarios (macro). Para Homans, las conductas sociales son aquellas que se basan en la interacción espontánea entre dos personas que esperan obtener alguna recompensa la una de la otra. Entonces, la relación se mantiene cuando la expectativa inicial se ve confirmada. Las actividades a intercambiar son casi ilimitadas, pero lo más importante es tener en cuenta el valor que cada persona que participa en la interacción concede a los resultados que obtiene de la interacción. Para Blau, en cambio, no todas las conductas sociales pueden ser entendidas como relaciones de intercambio. Es decir, Blau limita el número de relaciones sociales que considera intercambios. Al respecto, cree que el punto de partida de Homans es demasiado simple al no distinguir entre, al menos, tres niveles elementales de interacción que normalmente se suceden cronológicamente en el transcurso de una situación social: 1º. Un nivel más primitivo vinculado a la influencia de los factores afectivoemocionales previos a la concreción de la interacción. La presencia de sentimientos de simpatía y aprobación mutua pueden estar ligados a la esperanza de obtener 314

Page 4 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

recompensas futuras, pero en sí mismos esos sentimientos no son intercambios. De hecho, cuando la “aprobación social” pasa a ser intercambiada pierde su valor original de sinceridad al ser presa de otros intereses. 2º. Para Blau, el intercambio social está formado por “las acciones voluntarias de los individuos que obedecen a los resultados que se espera que proporcionen y que, por término general, proporcionan” (1964: 91). Por lo tanto, cuando Blau habla de intercambio social se refiere a una interacción intencionada y no tanto a cualquier interacción espontánea en la que de manera más o menos consciente se intercambia algo. 3º. Las interacciones que constituyen relaciones de intercambio devienen con el tiempo en relaciones sociales desiguales (asimétricas), marcadas por el desequilibrio entre posiciones de estatus y poder susceptibles de trascender el nivel de la interacción estrictamente individual. El desarrollo de este tercer nivel es probablemente la contribución más significativa de Blau a la idea inicial de Homans.

La lógica del argumento de Blau se parecería a la siguiente: como me caes bien, entonces, en un segundo momento, pienso en la posibilidad de establecer una relación de intercambio contigo que, pasado el tiempo, acabará por acentuar las diferencias entre ambos; si esas diferencias continúan agrandándose terminaremos por establecer una relación de poder unilateral por la cual uno de los dos ocupará una posición de clara dependencia respecto al otro. El desarrollo de este argumento puede ser útil para interpretar las relaciones que se establecen entre “anfitriones” e “invitados” en el sistema turístico. Una de las claves reside en la importancia que Blau le concede a la dimensión temporal. Es decir, no se trata meramente de identificar la fase de desarrollo en la que se encuentra el destino turístico. Además, resulta crucial elaborar una aproximación histórica a la evolución del proceso turístico en el lugar, prestando atención al modo en el que cada uno de los subsistemas sociales (urbano, demográfico, político, cultural, económico, etc.) se ha transformado desde el momento inicial de “simpatía” por el turismo (tendría que explicitarse si esa simpatía alguna vez existió, y en qué elementos se sostenía) hasta el proceso de configuración de las desigualdades (¿qué desigualdades?) entre los diferentes actores sociales implicados en el sistema. Según Homans, Blau confunde la aparente diversidad de formas que adquieren las relaciones de intercambio con la esencia misma del intercambio social. De hecho, Blau llega a considerar que los distintos niveles de complejidad que adquieren las interacciones sociales producen seis tipos de relaciones interpersonales: 1. Las asociaciones elementales. Son las etapas iniciales de cualquier relación. Se trata de interacciones basadas en procesos psicológicos básicos (“primitivos”) de atracción mutua que, no obstante, están influidos por las expectativas de recibir recompensas. 2. El intercambio social propiamente dicho. Son las relaciones en las que existe reciprocidad y equivalencia, y cuyo objeto son los servicios instrumentales (únicas recompensas sociales que, por ser extrínsecas a la relación, son susceptibles de ser intercambiadas). 3. Los procesos de poder. Surgen del intercambio cuando una de las partes no puede corresponder al servicio recibido y queda en una situación de obligación hacia la otra. Una derivación de esta situación de gran interés para la comprensión de las interacciones que se suceden en el sistema turístico es la que tiene que ver con las situaciones grupales: cuando ciertos miembros han hecho Aportaciones tan importantes que los demás están obligados a corresponder (piénsese en las dinámicas que se

315

Page 5 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

generan entre los grupos empresariales locales y transnacionales, las élites políticas -en sus distintos niveles: municipal, provincial, autonómico y estatal-, los residentes y los turistas). El resultado es que el grupo se estratifica y quienes han ocupado posiciones de poder empiezan a ejercerlo. Se produce entonces un proceso de “diferenciación” entre los que tienen el poder y los que no lo tienen, y otro proceso de “competición” entre los que tienen el poder, por aumentar sus cotas de poder. 4. El intercambio secundario. Se distingue del intercambio social propiamente dicho porque en este caso las relaciones de intercambio están sujetas a unas normas de justicia. Es decir, (y he aquí donde entroncamos con el tema de la legitimación), un bien o servicio ya no se da a cambio de otro de valor similar, sino a cambio de lo que las normas comunes, grupales o sociales estipulan. De tal forma, la búsqueda del beneficio personal al margen de la norma social lo único que conlleva es la desaprobación social. Sobre esta cuestión resulta interesante profundizar en el análisis de los procesos de legitimación social de las dinámicas turísticas (para el caso español pueden consultarse los trabajos de Huete, 2010; Huete et al., 2008; Mantecón, 2008a, 2008b, 2010, 2012). 5. El intercambio indirecto. Es una combinación de los dos tipos anteriores: no basta con conseguir el poder, también es necesario legitimarlo para que se vuelva estable. Blau pone el ejemplo del líder que, tras conseguir el poder gracias a las recompensas que proporciona a los miembros del grupo, continúa ejerciéndolo en su beneficio y sin imponer sobre ellos demandas excesivas. Cuando esto sucede, los miembros obedecen al líder, pero esta obediencia no es un intercambio directo, sino indirecto, basado en el intercambio entre el grupo y el líder (obediencia a cambio de servicios) y entre el grupo y cada miembro individual (obediencia a cambio de aprobación social). Un argumento a propósito de este asunto en relación con los procesos turístico-residenciales puede hallarse en Mazón et al., 2009. 6. El intercambio en las grandes asociaciones. Tiene una naturaleza distinta a las anteriores, pues se suele dar sin que haya interacción directa entre las partes, la cual se sustituye por el “consenso valorativo” como nexo entre los participantes. En el ámbito del sistema turístico ese consenso puede ser el resultado de una “sedimentación” de los discursos constituidos como hegemónicos, a partir de los cuales se ha orientado la producción del contexto de legitimación (ver Mantecón, 2008b).

En estos seis tipos, y en líneas muy generales, se pueden reconocer intercambios basados en cuestiones afectivas, instrumentales, exigencias unilaterales y en la búsqueda de la adecuación con lo socialmente deseable. La perspectiva de Blau, llamada por él “emergentista” permite explicar los fenómenos de interacción yendo desde los más sencillos hasta los más complejos. Por lo tanto, algunas preguntas concretas que deben dirigir la investigación son: ¿Qué tipo de relaciones de intercambio predominan en el contexto socioturístico de nuestro estudio? ¿Cómo se han gestado esas relaciones? ¿Cuáles son las características sociológicas de las posiciones (de los actores) que protagonizan la interacción? El concepto de “emergentismo” implica para Blau una comprensión tanto de las condiciones iniciales en las que se conforma un sistema de relaciones (motivaciones, expectativas de recompensa, etc.) como de los procesos de cambio que ocurren y que se vinculan con las interacciones de los individuos y los subgrupos. De acuerdo 316

Page 6 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

con estos supuestos, convendría analizar los modos por los cuales la red de intercambios que hoy da forma al sistema turístico (así como su legitimación social) es consecuencia de la evolución de un sistema cuyo origen se remonta décadas atrás (y cuya justificación inicial no se explica exactamente igual que en la actualidad). Otra distinción interesante que plantea Blau (inspirado en el trabajo antropológico de Malinowski) es la que diferencia entre recompensas intrínsecas y extrínsecas: 1. Intrínsecas: tienen que ver con procesos de atracción relacionados con las características de la persona (consustanciales o inherentes a ella). 2. Extrínsecas: lo que se busca es algo que de forma coyuntural u ocasional está conectado con la persona con la que interactuamos, pero que en realidad es perfectamente separable de ella.

Obviamente, la escala de grises entre ambos tipos es amplia y comprende desde las relaciones basadas en el desinterés absoluto hasta aquellas otras basadas en un interés total (un interés instrumental-económico, se entiende). La distinción entre recompensas intrínsecas y extrínsecas obliga a dar respuesta a la pregunta básica ¿qué es lo que se intercambia? Al respecto hay que considerar dos cuestiones elementales: a) que el valor del objeto que se intercambia sea subjetivo y relativo a los actores que participan en la interacción o que no sea así; es decir, que lo que sea que se intercambie tenga un valor más particular o más universal, y b) el nivel de concreción: que el recurso o el objeto a intercambiar tenga un carácter más material o más simbólico. Algunos economistas se interesaron por las ideas de Homans y su posible aplicación para los análisis microeconómicos. Blau se hizo eco de esas ideas y planteó la posibilidad de ordenar los tipos de situaciones en las que una persona se encuentra atendiendo a su grado de complejidad. Según este criterio, la primera situación es aquella en la que el sujeto está solo frente a una elección entre dos bienes; a continuación viene otra en la que interactúa con una sola persona y, finalmente, aquella en la que interactúa con muchos más. Después, otros autores han hablado de intercambios sociales restringidos, diádicos, bilaterales, generalizados, multilaterales o en red (de hecho, la integración de la TIS con el Network Analysis ha dado lugar a una fructífera línea de trabajo). Así pues, la relación de intercambio depende también del contexto micro en el que se suceden las relaciones. Por ejemplo, la percepción que una persona tenga de los efectos del turismo variará en función del número de familiares de un individuo que dependan económicamente de la actividad turística.

Teoría del Intercambio Social vs. Teoría de la Elección Racional Las reflexiones críticas que se han hecho, desde la Sociología, acerca del rumbo que ha tomado la TIS en los últimos años tienen que ver con su progresivo alejamiento o renuncia a ofrecer una explicación esencialmente sociológica para, en su lugar, afirmarse como un subproducto intelectual de las corrientes económicas asociadas a la TER, que conciben al ser humano como una especie de “homo economicus” en estado puro. Si bien, otros opinan que en realidad es la TER la que sería un subproducto de la TIS. En 1994 Blau publicó otro libro en el que apunta que la gran diferencia entre los intercambios sociales y los económicos está en que los primeros llevan aparejadas obligaciones implícitas y difusas (más allá de los aspectos materiales) mientras que en los económicos las condiciones están desde el principio

317

Page 7 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

estipuladas de modo mucho más claro. El hecho de que los intercambios sociales vayan ligados a esa especie de ambigüedad o inespecificidad provoca que las relaciones de intercambio de ese tipo difícilmente se lleven a cabo a menos que se asienten sobre Vínculos de confianza sólidos. El estudio de esas condiciones “inespecíficas” es uno de los retos ante los que se enfrenta la investigación sociológica, y especialmente la Sociología del Turismo. En los modelos explicativos realizados desde la TER se conciben las interacciones como el resultado de la distribución del poder entre actores sociales particulares que tienen a su disposición recursos materiales gracias a su inserción en una o varias redes de intercambio (exchange networks) en las que se producen conexiones positivas (cooperación) y negativas (competición y conflicto). En este sentido, las versiones de la TIS desarrolladas desde los enfoques de la TER son incompatibles con los principios de la Sociología de inspiración weberiana según los cuales el poder no es una mera extensión del capital económico. El poder tendría que ver no tanto con los recursos materiales propios y la posición que se ocupa en una red, como con la habilidad de algunos actores para controlar, en momentos concretos, recursos determinados que muchas veces están claramente ligados a aspectos simbólicos. Como puede apreciarse, la TIS entronca más fácilmente con la línea argumental que liga la sociología de Weber con la de Simmel -su concepción de los intercambios económicos como un medio para establecer relaciones sociales-, Veblen -la emulación y la importancia del estatus- y Bourdieu -y su distinción entre las formas de capital económico, social, cultural y simbólico-, e incluso con las ideas de Marx sobre el fetichismo de las mercancías. La TIS, en tanto que teoría sociológica, también se diferencia de la TER en que combina un enfoque micro-macro sobre los procesos de intercambio. Ese enfoque asume que los intercambios (incluidos los económicos) tienen lugar no solamente entre individuos (como suele interpretarse en la TER y en los modelos “behavioristas”) sino también entre familias, grupos sociales, organizaciones de todo tipo y sociedades en su conjunto. Como se ha comentado, los análisis realizados desde la TIS asumen un punto de vista histórico que abarca tanto a actores sociales individuales como colectivos. Las deficiencias de la aplicación de la TER para explicar fenómenos sociológicos se ejemplifican en los intentos por trasplantar la idea económica de la racionalidad y de la búsqueda de la maximización de los beneficios al análisis de situaciones sociales (como las vinculadas con las dinámicas turísticas) en las que intervienen variables fundamentales relacionadas con las emociones, los vínculos afectivos, los aspectos simbólicos, las convenciones y un largo etcétera de elementos “noracionales” que difícilmente encajan en los esquemas de la TER. Los intercambios no son necesariamente intercambios económicos, también se intercambian elementos socioculturales. Además, el contexto en el que tienen lugar los intercambios no es el contexto de un mercado perfecto: los aspectos extraeconómicos (culturales y simbólicos) son muchas veces más importantes. Incidiendo en este asunto, se subraya que la investigación histórica, sociológica y antropológica ha mostrado cómo los intercambios económicos son, a menudo, el resultado de procesos de construcción sociocultural (ideológica) relacionados con la percepción de los actores implicados en la interacción, el capital simbólico, el compromiso con determinados valores compartidos por la comunidad, etc. El dinero, el precio, el beneficio y otras variables asociadas no son variables puras del 318

Page 8 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

mercado, sino lo que Weber llamaba “categorías sociológicas de la acción económica” susceptibles de ser activadas por factores socioculturales. Considerando esta idea, se evidencia que uno de los principales problemas de la TER es su frecuente tratamiento del poder como un fenómeno personal y microscópico. En realidad, las interpretaciones subjetivas más que las condiciones estructurales objetivas del intercambio son las que definen el poder (como se apuntaba anteriormente, el estudio de la construcción social de la legitimación se revela como una tarea estrechamente ligada a la aplicación de la TIS). Todo esto nos lleva a considerar que muchas de las corrientes actuales de la TIS sean versiones de la TER y de los modelos de la psicología social “behaviorista”. Así se desprende de la proliferación de modelos económicos y behavioristas (para los que las reglas del mercado -oferta y demanda- son proyecciones de ciertas predisposiciones psicológicas que orientan el comportamiento humano como resultado de determinadas respuestas a estímulos específicos). En este sentido, la TIS tiende a combinarse con el behaviorismo y con principios prestados por la microeconomía (riqueza, beneficios, utilidad, costes, mercado, etc.). El desafío entonces está en rescatar a la TIS del reduccionismo economicista pseudomatemático, utilitarista, hedonista y behaviorista, para volver a integrarla en la tradición sociológica y antropológica. Los procesos que tienen lugar entre los grupos y dentro de los grupos (más allá de los intercambios individuales de elementos materiales) son más difíciles de comprender y abordar que las transacciones económicas que tienen lugar teóricamente en un supuesto mercado perfecto. Un camino intermedio al que están apuntando economistas interesados por la TER y la TIS es la reorientación de la concepción del “homo economicus”. Es decir, su concepción tradicional como un sujeto racional, egoísta y hedonista es sustituida por otra en la que entran en juego no solo atributos instrumentales-utilitaristas sino otros relacionados con el altruismo, las emociones, lo afectivo (especialmente la confianza) y la consideración de los valores sociales. Al respecto, las decisiones basadas en cálculos de costes y beneficios serían más la excepción que la regla. Curiosamente, algunos seguidores de la TER estarían llamando “homo sociologicus” a este nuevo (para ellos) actor social, en lugar del viejo “homo economicus”. Se trataría de un intento por reubicar como objeto de análisis fundamental a los aspectos no materiales que acompañan a los materiales en los procesos de intercambio. Milan Zafirovski, sociólogo experto en la TIS, se ha referido irónicamente a esta situación como “un tipo de expedición déjà vu para redescubrir América” (2005: 2).

Vías alternativas Más arriba se ha aludido a determinadas ampliaciones de la TIS relacionadas con los llamados intercambios entre colectivos y, particularmente, los intercambios multilaterales. En este apartado se comentan las aportaciones de una corriente de pensamiento sociológico que, si bien, difícilmente puede aplicarse directamente a la investigación empírica del sistema turístico, sí que contiene elementos de interés y que, de alguna manera, amplían creativamente el campo de posibilidades a tener en consideración en la investigación de los intercambios sociales vinculados a la actividad turística.

319

Page 9 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

Desde unas coordenadas espacio-temporales ajenas al desarrollo de la TIS y de la TER aparece una línea de investigación denominada Teoría del Actor Red/Actor Network Theory (en adelante ANT). Este enfoque es producto del grupo de estudio sobre ciencia, tecnología y sociedad que, a principios de la década de 1980, formó Bruno Latour con Michel Callon, John Law y otros investigadores. No obstante, se ha considerado que el planteamiento de multilateralidad en la TIS puede verse enriquecida con algunas propuestas procedentes de la ANT. En concreto, se hace referencia a varias ideas difusas acerca de las interacciones que se establecen entre las personas que ocupan el espacio turístico y los objetos (el entorno) que configuran ese espacio. Quizá, estas cuestiones sencillamente puedan operativizarse en el cuestionario de una encuesta como preguntas relativas a la valoración de los cambios en la morfología urbana inducidos por el desarrollo turístico, aunque en el momento de escribir estas líneas, más bien se está pensando en la investigación cualitativa en el ámbito de la Sociomorfología de lo urbano aplicada al estudio sociológico del turismo (Mira, 1992 y Mazón et al., 2011). La ANT es una teoría sociológica que se distingue de las teorías de redes tradicionales porque incluye como sujetos de la interacción no únicamente a personas (o actores sociales colectivos formados por personas) sino que también incluye, en igualdad de condiciones, a objetos. Así, Latour y sus colegas en lugar de hablar de “actores”, y para distinguir su parcela, prefieren hablar de “actantes” (actants) (Latour, 2005). La ANT trata de redes heterogéneas que incluyen a elementos de diferente naturaleza que establecen conexiones entre sí. Estas redes comparten aspectos sociales y técnicos que deben ser tratados de forma inseparable. Por ejemplo, cuando se entra en un supermercado para comprar algo inmediatamente se establece una red de interacciones inseparables y más o menos conscientes con los dependientes en cada una de las secciones, con los cajeros, con el dinero, con la ropa que llevan puesta los empleados, con las estanterías, con la infinidad de productos que se ven (y se tocan) antes de hacer la selección final de productos que van a comprarse. Las razones que guían la decisión del investigador para ver qué elementos integran su análisis (en calidad de actantes) residen en criterios subjetivos del propio investigador (esto constituye un serio problema metodológico, pero al fin y al cabo el problema de selección es consustancial a la mayoría de los enfoques teóricos). En realidad, la ANT no explica “por qué” se forma la red sino “cómo” funciona la red. La ANT ha sido descrita como una aproximación metodológica “semióticomaterial” (material-semiotic method). Esto es quizá su rasgo más distintivo y significa que se ocupa de relaciones que son al mismo tiempo materiales (entre cosas) y semióticas (entre conceptos). Por ejemplo, las interacciones que se establecen en una sucursal bancaria implican a personas, a sus ideas y también a una serie de elementos tecnológicos. Y todo ello forma una única red de interacciones. La ANT pretende explicar cómo las redes semiótico-materiales actúan de forma integrada como un todo. Los actores de la red están constantemente haciéndose y rehaciéndose, pues de lo contrario la red se disolvería (la sucursal necesita que vaya gente todos los días, que los ordenadores se enciendan…). Se asume que las relaciones que se establecen no son intrínsecamente coherentes y que, de hecho, se producen conflictos (las condiciones de trabajo en la sucursal no son buenas, el software de los ordenadores se hace incompatible…). Desde este punto de vista, no 320

Page 10 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

seria difícil plantear razonamientos parecidos para la investigación turística. Aunque la ANT no sea el eje orientador del trabajo, sí que puede sugerir alguna idea de interés o, en su defecto, abrir la perspectiva con la que se plantea la relación entre el sujeto y el objeto de la investigación. De tal modo, la ANT insiste en la capacidad para interactuar de lo “no humano”. Los críticos dicen que la agencia (la intencionalidad de la acción) es una propiedad distintiva de los humanos que nos diferencia de los animales o las cosas. Los seguidores de la ANT se defienden de esta crítica diciendo que ellos no atribuyen intencionalidad o propiedades similares a lo “no humano”, que su concepción de la agencia no presupone intencionalidad, que ellos no restringen la agencia como una propiedad exclusiva ni de los seres humanos ni de los “objetos” no humanos, sino que emerge en las asociaciones heterogéneas que se establecen entre unos y otros. En concreto, Latour ha tratado de rebatir esta crítica diciendo que su idea de red se remonta a la utilización de la palabra francesa “réseau” por Diderot, quien la usaba para describir las relaciones entre cuerpos y materias, y así romper con la división cartesiana entre materia y espíritu (res cogitans y res extensa). En fin, otras críticas tienen que ver con la no distinción entre los diferentes niveles de importancia de los distintos actores dentro de una red o con el ya comentado exceso de subjetividad a la hora de identificar precisamente cuáles son los actores de la red con los que merece la pena trabajar.

Conclusión En este capítulo se ha planteado una reflexión acerca de la controvertida aplicación de la TIS a los estudios sobre la percepción social de las repercusiones generadas por las dinámicas turísticas. La controversia en cuestión reside en la decisión que han tomado los estudiosos del turismo de despojar a la TIS de algunas de las propiedades que la definen como una tradición sociológica. Se ha intentado explicar cómo esta situación se relaciona con la evolución intelectual de la investigación turística y, también, de la propia teoría sociológica. Situaciones como las descritas en las páginas anteriores se explican, en gran parte, por la decisión adoptada por algunos investigadores de matematizar todos los aspectos de la vida social, o bien tomar en consideración únicamente aquellos análisis que trabajan con datos cuantitativos. La decisión adquiere un carácter completamente equívoco cuando además se decide prescindir radicalmente de las aportaciones formalizadas con información no matematizada. Así es como se incurre en el viejo absurdo en virtud del cual se achaca a la realidad la responsabilidad principal de que un modelo teórico no explique correctamente la realidad que modela. Las lecciones ofrecidas por la historia del pensamiento sociológico clásico a menudo ayudan a aclarar problemas como los que aquí se han abordado. El caso tratado permite recordar la figura de Vilfredo Pareto (1848-1923), un hombre que desempeñó un papel significativo en la institucionalización científica tanto de la Sociología como de la Economía. Para cerrar este capítulo se ha creído oportuno recuperar alguna idea de su Teoría de la Acción Social. Pareto mantenía que en el comportamiento de los seres humanos podían distinguirse dos grandes tipos de acciones: las lógicas (racionales, orientadas coherentemente de acuerdo a un objetivo propuesto) y las no lógicas (son todas las demás, aquellas en las que resulta complicado discernir, de acuerdo a supuestos racionales, qué es lo que orienta o motiva la acción emprendida). Pareto enseguida comprendió que la mayoría de las

321

Page 11 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

acciones que emprenden las personas pertenecen a la segunda categoría, si bien, esas acciones tienden a ser racionalizadas a posteriori. Los hallazgos de la ciencia moderna han demostrado que las ideas de Pareto son ciertas. Las emociones, los instintos, los estados de ánimo… son los factores que más influyen en nuestras decisiones, en nuestros comportamientos, en nuestras actitudes, en fin, en nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Hasta que las teorías explicativas de la realidad social no asuman las implicaciones de esta situación difícilmente llegarán a tomar conciencia de sus verdaderas capacidades y limitaciones. Los problemas comentados a propósito de la adaptación de la TIS a los estudios turísticos representan un buen ejemplo de ello.

Bibliografía Allen, L.R.; Long, P.T.; Perdue, R.R. y Kieselbach, S. (1988), “The impact of tourism development on residents perceptions of community life”. Journal of Travel Research, núm. 27(1), pp. 16-21. Andereck, K.L. y Vogt, C.A. (2000), “The relationship between residents attitudes towards tourism and tourism development options”. Journal of Travel Research, núm. 39(3), pp. 27-36. _________; Valentine, K.M.; Knopf, R.C. y Vogt, C.A. (2005), “Residents' perceptions of community tourism impacts”, Annals of Tourism Research, núm. 32(4), pp. 10561076. Ap, J. (1990), “Residents perceptions research on the social impacts of tourism”. Annals of Tourism Research, núm. 17(4), pp. 610-616. _________. (1992), “Residents perceptions on tourism impacts”. Annals of Tourism Research, núm. 19(4), pp. 665-690. Belisle, F. y Hoy, D. (1980), “The Perceived Impact of Tourism by Residents”. Annals of Tourism Research, núm. 7(1), pp. 83-101. Blau, P.M. (1964). Exchange and power in social life. New York: Wiley. Brougham, J.E. y Butler, R.W. (1981), “A segmentation analysis of resident attitudes to social impact of tourism”. Annals of Tourism Research, núm. 8(4), pp. 569-590. Brunt, P. y Courtney, P. (1999), “Host Perceptions of Sociocultural Impacts”. Annals of Tourism Research, núm. 26(3), pp. 493-515. Bujosa, A. y Rosselló, J. (2007), “Modelling environmental attitudes toward tourism”. Tourism Management, núm. 28(3), pp. 688-695. Cavus, S. y Tanrisevdi, A. (2003), “Residents' Attitudes toward Tourism Development: A Case Study in Kusadasi, Turkey”. Tourism Analysis, núm. 7, pp. 259-269. Díaz Armas, R. (2010). “La actitud del residente en el destino turístico de Tenerife: evaluación y tendencia”. Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, núm. 8(4), pp. 431-444. Diedrich, A. y García-Buades, E. (2009), “Local perceptions of tourism as indicators of destination decline”. Tourism Management, núm. 30(4), pp. 512-521. Faulkner, B. y Tideswell, C. (1997), “A framework for monitoring community impacts of tourism”. Journal of Sustainable Tourism, núm. 5(1), pp. 3-28. García, G. y Sancho, A. (2000), Un estudio de los impactos que genera el turismo sobre la población local. Ponencia presentada en el 5th International Forum on Tourism Statistics, Glasgow [en línea]

322

Page 12 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

, consultado el 10 de octubre de 2010. Gilbert, D. y Clark, M. (1997), “An Exploratory Examination of Urban Tourism Impact, with Reference to Residents Attitudes in the Cities of Canterbury and Guildford”. Cities, núm. 14(6), pp. 343-352. Gursoy, D.; Jurowski, C. y Uysal, M. (2002), “Resident Attitudes: A Structural Modeling Approach”. Annals of Tourism Research, núm. 29(1), pp. 79-105. Haralambopoulous, N. y Pizam, A. (1996), “Perceived impacts of tourism: The case of Samos”. Annals of Tourism Research, núm. 23(3), pp. 503-526. Harrill, R. (2004), “Residents’ Attitudes toward Tourism Development: A Literature Review with Implications for Tourism Planning”. Journal of Planning Literature, núm. 18(3), pp. 251-266. _________ y Potts, T. (2003), “Tourism Planning in Historic Districts: Attitudes Toward Tourism Development in Charleston”. Journal of American Planning Association, núm. 69(3), pp. 233-244. Homans, G.C. (1961), Social Behaviour: Its Elementary Forms. New York: Harcourt, Brace & World. Huete, R. (2004), “La imagen social del impacto del turismo sobre el medio ambiente”, pp. 287-298. En Álvarez Sousa, A. (ed.). Turismo, ocio y deporte. La Coruña: Universidad de La Coruña. _________. (2010), “Opiniones y actitudes ante el turismo residencial en el sur de la Comunidad Valenciana”. Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, núm. 8(4), pp. 445-461. _________.; Mantecón, A. y Mazón, T. (2008), “¿De qué hablamos cuando hablamos de turismo residencial?” Cuadernos de Turismo, núm. 22, pp. 101-121. Jackson, M.S. e Inbakaran R.J. (2006), “Evaluating Residents’ Attitudes and Intentions to Act Toward Tourism Development in Regional Victoria, Australia”. International Journal of Tourism Research, núm. 8(5), pp. 355-366. Johnson, J.D.; Snepenger, D.J. y Akis, S. (1994), “Residents' perceptions of tourism development”. Annals of Tourism Research, núm. 21(3), pp. 629-642. Jurowski, C. y Gursoy, D. (2004), “Distance effects on residents’ attitudes toward tourism”. Annals of Tourism Research, núm. 31(2), pp. 296-312. _________; Uysal, M. y Williams, D. (1997), “A Theoretical Analysis of Host Community Resident Reactions to Tourism”. Journal of Travel Research, núm. 36(2), pp. 3-11. King, B.; Pizam, A. y Milman, A. (1991) “Social impacts of tourism: host perceptions”. Annals of Tourism Research, núm. 20(4), pp. 650-665. Latour, B. (2005), Reassembling the social: an introduction to Actor-network theory. Oxford: Oxford University Press. Liu, J. y Var, T. (1986), “Residents Attitudes Toward Tourism Impacts in Hawaii”. Annals of Tourism Research, núm. 13(2), pp. 193-214. Mansfeld, Y. (1992), “Group-Differentiated Perceptions of Social Impacts Related to Tourism Development”. The Professional Geographer, núm. 44(4), pp. 377-392. Mantecón, A. (2008a), La experiencia del turismo. Un estudio sociológico sobre el proceso turístico-residencial. Barcelona: Icaria.

323

Page 13 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

_________. (2008b), “Procesos de urbanización turística. Aproximación cualitativa al contexto ideológico”. Papers. Revista de Sociología, núm. 89, pp. 127-144. _________. (2010), “Tourist modernisation and social legitimation in Spain”. International Journal of Tourism Research, núm. 12(5), pp. 617-626. _________. (2012), “El nexo entre urbanización y turismo. Análisis de la opinión pública”. Papers. Revista de Sociología, núm. 97(1), pp. 249-272. _________ y Huete, R. (2011), “Sociological insights on residential tourism: host society attitudes in a mature destination”. European Journal of Tourism Research, núm. 4(2), pp. 109-122. Marrero, J.R. y Huete, R. (2013), La opinión pública sobre el empleo turístico en la Comunidad Valenciana. Cuadernos de Turismo, núm. 32: 189-206. Mason, P. y Cheyne, J. (2000), “Residents’ Attitudes to Proposed Tourism Development”. Annals of Tourism Research, núm. 27(2), pp. 391-411. Mazón, T., Huete, R., Mantecón, A. y Jorge, E. (2009), “Legitimación y crisis en la urbanización de las regiones turísticas mediterráneas”, pp. 399-412. En Mazón, T.; Huete, R. y Mantecón, A. (eds.). Turismo, urbanización y estilos de vida. Las nuevas formas de movilidad residencial. Barcelona: Icaria. Mazón, T.; Huete, R. y Mantecón, A. (eds.) (2011), Construir una nueva vida. Los espacios del turismo y la migración residencial. Santander: Milrazones. Mira, E. (1992), Turismo, arquitectura, espacio y sociedad. Entre la modernización y la crisis [Tesis doctoral]. Alicante: Universidad de Alicante, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Perdue, R.; Long, P. y Allen, L. (1990), “Resident Support for Tourism Development”. Annals of Tourism Research, núm. 17(4), pp. 586-599. Pizam, A. (1978), “Tourism's Impacts: The Social Costs to the Destination Community as Perceived by Its Residents”. Journal of Travel Research, núm. 16(4), pp. 8-12. Riley, R.W. y Love, L.L. (2000), “The State of Qualitative Tourism Research”. Annals of Tourism Research, núm. 27(1), pp. 164-187. Ritchie, B.W. e Inkari, M. (2006), “Host community attitudes toward tourism and cultural tourism development: the case of the Lewes District, Southern England”. International Journal of Tourism Research, núm. 8(1), pp. 27-44. Rodríguez, P. (2007), Los andaluces y el turismo: percepción social del turismo en Andalucía. Sevilla: Consejería de Turismo, Comercio y Deporte. Royo, M. y Ruiz, M.E. (2009), “Actitud del residente hacia el turismo y el visitante: factores determinantes en el turismo y excursionismo rural-cultural”. Cuadernos de Turismo, núm. 23, pp. 217-236. Ryan, C. y Montgomery, D. (1994), “The Attitude of Bakewell Residents to Tourism and Issues in Community Response Tourism”. Tourism Management, núm. 15(5), pp. 358-369. Sharma, B. y Dyer, P. (2009), “Residents’ involvement in tourism and their perceptions of tourism impacts”. Benchmarking: An International Journal, núm. 16(3), pp. 351-371. Smith, M. y Krannich, R. (1998), “Tourism Dependence and Resident Attitudes”. Annals of Tourism Research, núm. 25(4), pp. 783-802. Teye, V.; Sönmez, S.F. y Sirakaya, E. (2002), “Residents’ Attitudes Toward Tourism Development”. Annals of Tourism Research, núm. 29(3), pp. 668-688.

324

Page 14 of 15

Hiernaux-Nicolas, D. (coord.) Turismo, sociedad y territorio: una lectura crítica Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, México.

Tosun, C. (2002), “Host perceptions of impacts: A Comparative Tourism Study”. Annals of Tourism Research, núm. 29(1), pp. 231-253. Um, S. y Crompton, J. L. (1987). “Measuring resident's attachment levels in a host community”. Journal of Travel Research, 26, 27-29 Williams, J. y Lawson, R. (2001), “Community Issues and Resident Opinions of Tourism”. Annals of Tourism Research, núm. 28(2), pp. 269-290. Zafirovski, M. (2005), “Social Exchange Theory under Scrutiny: A Positive Critique of its Economic-Behaviorist Formulations”. Electronic Journal of Sociology .

325

Page 15 of 15

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.