HUELLAS DE LAS COMUNISTAS EN EL MOVIMIENTO DE MUJERES De la Revolución al feminismo contemporáneo

August 16, 2017 | Autor: Ana Cofiño | Categoría: Communism
Share Embed


Descripción

1

HUELLAS DE LAS COMUNISTAS EN EL MOVIMIENTO DE MUJERES
De la Revolución al feminismo contemporáneo

Ana Cofiño,
Ponencia presentada en las Jornadas sobre el PGT
Guatemala, octubre de 2014


La revolución democrática de 1944 indudablemente abrió nuevas avenidas a las guatemaltecas como trabajadoras, integrantes de organizaciones sindicales y campesinas, como estudiantes y personas con derechos. Los diez años de libertad que iniciaron con el derrocamiento de la dictadura de Jorge Ubico (1930-1944) facilitaron el crecimiento de la conciencia ciudadana de las mujeres. Coincido con la doctora Lorena Carrillo cuando afirma que la Revolución hizo que el contenido del concepto de mujeres cambiara. No sólo el contenido, sino las imágenes que la cultura construye, y las imágenes que ellas tienen de sí mismas. El proceso de cambios que inició con la Revolución marcó la aparición de mujeres en espacios sociales antes vedados para ellas, ejerciendo un protagonismo mayor que en años anteriores.
Quienes se adhirieron al comunista Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, fundado en 1949, y se convirtieron en militantes, proyectaron imágenes que cuestionaban el modelo tradicional de mujer, ahora actuando como camaradas o compañeras en diversas organizaciones como sindicatos, organizaciones campesinas y el mismo Partido. Algunas desecharon las creencias heredadas y se declararon ateas; experimentaron la toma de la calle como un espacio ciudadano; se empoderaron con voz y voto. Las imágenes que de ellas se transmitieron en la propaganda anticomunista fue de "hombrunas", comeniños y diabólicas, por anticlericales. En su libro sobre el comunismo en Guatemala, Edgar Ruano dice: "Las mujeres comunistas, repetía incansablemente la prensa oficial, eran amantes, tanto de la vida alegre (bailaban y bebían), como de sus camaradas y jefes comunistas, quienes las compartían entre todos." La impronta que dejaron las comunistas se ha estudiado poco, pero sus huellas van apareciendo en la historia política y cultural, agregándole elementos que nos permiten tener una mirada más integral de la historia reciente de Guatemala.
Con esta ponencia quiero recuperar para el presente a algunas mujeres que colaboraron o militaron en el partido comunista como protagonistas de las luchas que se libraron por la construcción de una sociedad democrática desde las filas del PGT. Evidentemente, será imposible mencionar a todas, tampoco es mi intención hacer un listado ni recorrer aquí el camino del PGT, sino sólo examinar algunos ejemplos para introducirnos en un campo poco estudiado que revela aspectos de la historia que han sido dejados de lado.
Por razones de tiempo voy a limitarme a hacer una breve reflexión sobre la participación política de algunas que estuvieron activas en los años de fundación del partido y durante la revolución, como precursoras de las organizaciones que hoy reivindican los derechos de las mujeres desde posiciones feministas. Considero que ellas fueron pioneras en muchos sentidos y que su quehacer político dejó una herencia cultural a organizaciones del movimiento que hoy las reconocen como antecesoras políticas y referentes simbólicos. Además, sus gestos, conductas y acciones políticas antisistema nos permiten caracterizarlas como transgresoras del sistema dominante.
Las mujeres comunistas del PGT lucharon -al igual que sus compañeros- por construir una sociedad en la que se pusiera fin a las injusticias económico sociales. Juntos formaron parte de una comunidad política, en el sentido de que compartieron principios y trabajaron por los mismos objetivos, se influenciaron y reconocieron mutuamente, participaron en las tareas de la organización, aunque muchas veces lo hicieran en condiciones desiguales. El compañerismo entre mujeres y hombres creó una red que inclusive se tradujo en relaciones de parentesco, formó un tejido social, un sujeto colectivo con identidad política, que es lo que queremos analizar.
En la historiografía sobre el PGT las mujeres aparecen mencionadas tangencialmente, mayormente como víctimas de la represión, y es común que las valoraciones en torno a sus aportes se hagan desde miradas que incluso llegan a menospreciarlas, pero hoy es evidente que sin ellas, la historia no hubiera sido como fue y sin considerarlas, ésta quedaría incompleta.
Para complejizar la historia del PGT debemos pensar de qué manera se fueron implicando las mujeres en los procesos históricos de dicha organización y estudiar a las que se involucraron en sus luchas políticas: colaboradoras anónimas, obreras y campesinas, estudiantes, maestras y madres de familia que necesitamos buscar e identificar en los recovecos de la historia; pero también intelectuales y activistas que imprimieron sus ideas y le dieron fundamentación teórica a sus concepciones políticas. Es necesario que nos preguntemos por qué y cómo se acercaron las mujeres al PGT y qué consecuencias tuvo para ellas y para otros esa cercanía. En principio, la pregunta que motivó esta investigación fue: ¿Cómo afectó las vidas de las militantes la participación en un partido considerado ilegal y en tanto tal, clandestino y perseguido como enemigo del Estado? La militancia de las mujeres en el PGT es un fenómeno que hoy genera interés para las nuevas generaciones que desean saber lo que sucedió en el pasado reciente. Se han convertido en sujeto de estudio para las ciencias sociales, han dejado de estar ocultas y salen a luz pública como agentes de transformación.
Empiezo mencionando a la maestra Graciela Amaya García y a la escritora Matilde Elena López, ambas nacidas en El Salvador, quienes junto con otros exiliados centroamericanos colaboraron con los comunistas locales para revivir la organización fundada en 1922 como Partido Comunista de Centroamérica, sección Guatemala, partido que la persecución ubiquista exterminó en 1932, con la captura y el fusilamiento de muchos de sus dirigentes.
Las dos participaron en las discusiones y actividades que animaron al movimiento sindical y a las organizaciones de trabajadores al inicio de la Revolución. Allí coincidieron con activistas guatemaltecas como Hortensia Hernández Rojas, quien representaba al sindicato de costureras y que aparece como destacada dirigente en distintas actividades nacionales e internacionales. Existen algunas anécdotas sobre ella como militante del PGT hasta los años ochenta. Sobre ella es necesario indagar más a fondo, puesto que además de militante, fue funcionaria del gobierno revolucionario y fundadora de la Escuela de Trabajo Social en Quetzaltenango.
Por las narraciones y relatos de Graciela García, el comunista salvadoreño Miguel Mármol y el dirigente magisterial Víctor Manuel Gutiérrez, quienes dicen que el grupo de intelectuales salvadoreños contribuyó a formar una nueva generación de marxistas, sabemos que Graciela fue un personaje destacado de la Confederación de Trabajadores de Guatemala CTG y que su trabajo como asesora sindical la llevó a colaborar en la Escuela Claridad, fundada en 1945, para darle formación a "todos los obreros sin distinción de sexo, nacionalidad o ideas políticas y religiosas". Mármol se refiere a ella como alma y corazón de dicha escuela.
Su actividad allí fue fundamental, dado que ya traía la experiencia de Honduras, donde había sido integrante de la sociedad "Cultura Femenina". Igualmente había participado activamente en la fundación del Sindicato de Trabajadoras de la Ahuja (sic), y el de trabajadoras del Servicio Doméstico en San Pedro Sula. En 1930 participó en una Conferencia Nacional de Mujeres en Honduras, con apoyo del Partido Comunista, en la cual se planteó la necesidad de luchar por una legislación que contribuyera a crear mejores condiciones de trabajo, elevar los salarios, establecer jornadas de ocho horas, vacaciones remuneradas, protección a la maternidad, indemnización por accidentes y por despido, etcétera.
El gobierno de Juan José Arévalo (1945-1951) cerró la Escuela Claridad e interrumpió su trabajo en 1946, presionado por los grupos anticomunistas que temían que las intenciones de sus dirigentes fueran "sovietizar el país". No obstante lo anterior, hecho que provocó gran decepción en doña Graciela, relata con entusiasmo que en 1947 se llevó a cabo en Guatemala el Primer Congreso Interamericano de Mujeres, donde hubo representantes "desde el Canadá hasta los países del sur." En dicho congreso una de las tendencias que predominaron fue el pronunciamiento contra la guerra y la lucha por la paz. Agrega la autora que aunque las clases burguesas inculcaban la idea de que "la mujer es inferior al hombre y por lo tanto incapaz de participar de manera activa en la vida social" es menester darle educación para que pueda trabajar y luchar por tener una vida digna.
De su lado, la intelectual Matilde Elena López vino joven a Guatemala, el 21 de octubre de 1944, huyendo de El Salvador, donde el dictador Maximiliano Hernández Martínez (1935 a 1944) perseguía a los opositores de su régimen, entre ellos Matilde Elena, quien con otros compañeros del partido comunista, tomó una estación de radio para anunciar que la dictadura había terminado, en un intento fallido por derrocarla que culminó con la reinstauración de lo que llamaron un martinato sin Martínez.
A Guatemala llegó con su esposo y otros colegas y compañeros políticos que sintieron alivio de estar en un lugar que había derrocado a la dictadura y que les daba una "generosa y solidaria acogida". Muy pronto fue nombrada para asesorar movimientos obreros y sindicales. Ingresó como estudiante en la recién inaugurada carrera de periodismo en la Universidad de San Carlos y durante ese tiempo colaboró como escritora en el periódico Mediodía, publicando artículos encendidos en su propia sección dominical, La página de la mujer; colaboró también en la Revista Guatemala, fundada por Luis Cardoza y Aragón. Trabajó para el gobierno de Arévalo, escribiendo informes y memorias. En los Apuntes para la historia del PGT, Huberto Alvarado menciona a Matilde Elena López como integrante del Comité Organizador del Partido Comunista de Guatemala y a la ecuatoriana Nela Martínez como dirigentes extranjeras que contribuyeron con los grupos marxistas en las discusiones con el movimiento sindical.
Durante el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán, Matilde Elena entabló amistad estrecha con su esposa, María Vilanova, también salvadoreña, con quien compartieron experiencias personales y políticas en aquellos momentos. Durante esos años, esta intelectual que obtuvo premios de poesía y teatro en los juegos florales de Chiquimula y Quetzaltenango, colaboró con las organizaciones de mujeres, y participó en discusiones sobre la cuestión agraria con el círculo cercano al presidente. Luego de la renuncia de Árbenz en 1954, se asiló en la embajada de Ecuador de donde salió hacia Quito, a su segundo exilio.
Durante sus breves años de trabajo legal, el Partido tuvo un crecimiento vertiginoso debido a que llevó a cabo una política organizativa entre diversos sectores sociales. En los Apuntes queda asentado que el Comité Central formó comisiones de trabajo, una de ellas, la femenina. Según el autor del libro llamado Comunismo en Guatemala, Ronald Schneider, ésta fue dirigida por Irma Chávez, compañera de Bernardo Alvarado Monzón, "una de las dos mujeres del Comité Central del PGT" que estuvo al frente de la Alianza Femenina de Guatemala, AFG, impulsada por otras integrantes del PGT, como María Jerez de Fortuny, Dora Franco, Elsa de Guerra Borges, Concha Castro de Mencos, Hortensia Rojas, Laura Pineda y Liliam Jiménez de Leiva, así como María Vilanova de Árbenz. El autor afirma que para el Partido este era un frente de lucha que permitiría arrebatarle las mujeres al conservadurismo tradicional. Irma Chávez, contadora de profesión, fue una de las impulsoras originarias del PGT, su nombre aparece entre las cuatro mujeres de 43 personas que la historia recoge como firmantes de un documento de fundación.
La AFG fundada en 1947, estuvo afiliada a la Federación Democrática Internacional de Mujeres FDIM, y hasta 1954 estuvo dirigida por integrantes del PGT. En los citados Apuntes Huberto Alvarado dice que dicha organización de masas "impulsa la lucha en defensa de los derechos de la mujer y la niñez." Elsa de Guerra Borges, integrante de la AFG, dice en un testimonio publicado en los años noventa , que no era una organización para competir con los sindicatos sino para darle énfasis a las necesidades específicas y las demandas de la mujer, como el voto, salarios, etc. Recuerda que se reunían con las mujeres en las fincas para explicarles la Reforma Agraria y los procedimientos para que sus esposos pudieran solicitar tierra. Esta organización tuvo una publicación propia y según este relato, sus integrantes estuvieron prestas a defender la revolución en 1954.
María Jerez de Fortuny dice que a la sede de AFG llegaban algunas profesionales, maestras, mujeres del mercado, amas de casa, esposas de líderes políticos y algunas trabajadoras de oficina. La relación con la FDIM les permitió establecer contactos con organizaciones de otros países y ampliar su mirada sobre lo que entonces se denominaba el problema de la mujer.
En 1951 la AFG celebró un Primer Congreso en el que se puso énfasis en las demandas de la infancia. En 1953 se llevó a cabo un segundo congreso nacional donde María Vilanova habló de una organización que agrupara a todas las mujeres democráticas y que luchara por sus derechos, la protección y el bienestar de las mujeres, de sus hogares y de sus hijos. En su discurso afirmó "La suerte de la mujer guatemalteca está particularmente ligada a la suerte de la Revolución de nuestros país."
Como podemos notar, predomina en el discurso una línea de lucha por la defensa del régimen por encima las demandas propias de las mujeres contra la opresión. Sin embargo en su declaración final hay una demanda hacia el gobierno para que los beneficios de la Reforma Agraria lleguen a las mujeres. Antes de la invasión de 1954 la organizacón había iniciado una expansión hacia los departamentos, Escuintla, Cuilapa que eventualmente hubiera permitido articular con otros grupos sociales del país y ampliar su trabajo de masas.
Los años que siguieron a la derrota estuvieron marcados por las persecuciones y el asesinato de una parte de esa generación. Muchas de las mujeres arriba mencionadas tuvieron que salir al exilio o pasar a la rigurosa vida en clandestinidad. No obstante, el PGT en su proceso de reconstrucción, contó con mujeres que mantuvieron el trabajo con las bases, asumiendo los nuevos riesgos que la militancia planteaba.

Militancias en un entorno hostil
La militancia de las mujeres en un contexto de guerra tiene particulares características, como se ha estudiado en la antropología de la violencia y de la guerra. Los riesgos para ellas son de otra índole por sus mismas condiciones socioculturales. Para las comunistas significaba el peligro real de padecer torturas sexuales en caso de captura, lo que se demostró en el caso de Rogelia Cruz Martínez, quien fue capturada, torturada, abusada y mutilada con la mayor crueldad, como para sentar precedente y dejar claro qué hacía el ejército con las "guerrilleras comunistas". Si bien las mujeres sabían lo que podía pasarles, asumieron los riesgos y se incorporaron con valor. Una militante de los setenta dice:

…en el caso de las mujeres, era conocido que la violación era lo primero y es algo a lo que yo le he tenido pavor toda mi vida, creo que vivíamos con mucho temor y eso ha marcado mucho nuestra forma de ser porque era un temor que uno tenía que controlar, vencer y no permitir que te inmovilizara y eso te exige tener dureza de carácter más allá de la fragilidad con que la gente está acostumbrada a ver a las mujeres…

El miedo fue una forma de vida, como se titula el libro de Linda Green , una forma de sobrevivencia y un entorno social. Junto con el miedo surgía el valor, la capacidad de enfrentar peligros con decisión. En las memorias de las comunistas aparecen varios sentimientos que se ligan entre sí, pero predomina la determinación por seguir la lucha
En la historia del PGT hay muchísimas mujeres que cayeron víctimas de la represión, al igual que sus compañeros. No obstante, esto no impidió que ejercieran sus militancias con entrega y responsabilidad. Se ha mencionado el documento conocido como Diario Militar, donde se documenta que entre las personas del PGT capturadas hay varias mujeres, una de ellas, Luz Haydée Méndez, una legendaria militante cuya captura es uno de los casos paradigmáticos de la violencia militar.
Aunque hoy no haya tiempo para dedicarle a los años sesenta, es necesario al menos recordar los aportes que hicieron las jóvenes estudiantes que se incorporaron a las luchas de las llamadas Jornadas de Marzo y Abril de 1962, calificadas por algunos analistas como un momento insurreccional. Desde parar camionetas acostándose en las calles, organizar actividades políticas, asistir a manifestaciones, contribuir en tareas de divulgación, proteger gente, controlar al adversario, pasar información y mensajes, hasta cuidar heridos y brindar seguridad fueron tareas ejercidas por mujeres que se incorporaron a la insurrección popular en contra del General Miguel Ydígoras Fuentes (Presidente de 1958 a 1963). El Frente Unido Estudiantil FUEGO aglutinó a mujeres y hombres que concitaron amplio apoyo de sectores de la ciudadanía que se oponían activamente a los abusos de los militares, con lo cual generaron un movimiento popular potente que hizo tambalearse al regimen.
La organización Dolores Bedoya, fundada desde el exilio después del golpe de 1954 contra el gobierno de Arbenz, fue una agrupación de familiares de capturados y presos políticos, que durante el régimen de Peralta Azurdia (Jefe de Facto de 1963 a 1966) luchó a favor de ellos, y dejó semillas para quienes posteriormente las recogieron y fundaron el Grupo de Apoyo Mutuo –GAM- en los años ochenta. En los recuerdos de algunas ex militantes o colaboradoras de los años sesenta, están las diversas actividades (reuniones, gestiones legales, excursiones, visitas) que hacían en la Dolores Bedoya.
La Unión Nacional de Mujeres de Guatemala, UNAMG es una de las organizaciones nacionales de mujeres cuya historia está ligada a la de las militantes del PGT. Muchas de sus fundadoras fueron integrantes del partido que -siguiendo sus orientaciones- fundaron dicha agrupación que tuvo como objetivos la defensa de los derechos de las mujeres, la atención a sus demandas específicas y el fortalecimiento de un movimiento que apoyara las luchas políticas por la democracia en Guatemala. Aunque fue una iniciativa partidaria, no era la organización de las mujeres comunistas, sino una organización supuestamente autónoma e independiente que se enfocaba en el trabajo con las mujeres. Entre sus fundadoras estuvieron Silvia Gálvez, cuyo nombre lleva su Escuela de Formación y Olga Jiménez, integrante histórica del Comité Central del PGT. Según informaciones recogidas entre algunas entrevistadas y en un documento no publicado de la UNAMG, su trabajo se enfocó en la ciudad de Guatemala, en las diferentes colonias de las áreas marginales como La Florida, El Milagro, Sakerti, Incienso, Carolingia, Tierra Nueva, y en la Universidad de San Carlos.
De 1977 a 1979 se llevaron a cabo actividades que consolidaron esta organización, a través de encuentros y asambleas en los que se estudió y discutió sobre la situación de las mujeres según su ubicación y se hicieron sistematizaciones sobre lo recogido. Olga Jiménez Muñoz, Aura Azucena Bolaños, Silvia Gálvez, Lourdes Martínez, Norma García Mainieri, Guadalupe Navas, Rita Navarro, Norma Cabrera, y muchas más, docentes en ese entonces, y estudiantes como Aura Marina Vides, Ana Gladis Ollas, Betty Florián, conformaron un equipo de trabajo que junto a otros sectores de la USAC, lograron organizar el Primer Encuentro de Mujeres Universitarias en 1979, durante el régimen del sanguinario Lucas García.
Estos fueron los prolegómenos para la fundación, en marzo de1980 de la UNAMG, con una asamblea en la que se aprobaron estatutos, formas organizativas, plataforma política y objetivos, y se eligió a Aura Azucena Bolaños como Secretaria General. El trabajo previo las había dotado de información para establecer sus líneas de acción en los distintos ámbitos donde se movían. En ese momento la consigna fue: ¡Por nuestra lucha social, viva la mujer combativa! Hoy la UNAMG es una organización en la que diversas corrientes del feminismo contemporáneo han sido estudiadas y discutidas. Muchas de sus integrantes se reconocen abiertamente como feministas, asumiendo a la vez su herencia personal y política de las comunistas que la fundaron y de las que las antecedieron. Hoy día justamente, han pasado por otra etapa en el juicio que se lleva contra los militares, autores de la esclavitud sexual en el caso Sepur Zarco.
En el movimiento de mujeres y entre las feministas de este siglo, hay quienes provienen del PGT o se consideran como sus herederas y todavía hoy se identifican como mujeres de izquierda, luchan por una sociedad más equitativa, reclaman los derechos plenos de todas las personas, participan en la toma de decisiones políticas, impugnan la impunidad y hacen propuestas para construir una sociedad más justa. Reivindican su pasado comunista y lo valoran -desde posiciones críticas algunas- como escuela de formación política, y lo consideran un periodo excepcional de sus vidas. Dado que todavía existe persecución política hacia dirigentes de los movimientos sociales, y que el anticomunismo parece resurgir, no nombramos a las mujeres que en su momento fueron integrantes del PGT. Hacer trabajo de campo en estas condiciones requiere tomar precauciones especiales y guardar la identidad de quienes colaboraron en la organización.
Con esta breve intervención que ya concluye, vemos que hay un recorrido histórico político que viene desde los primeros pasos de las precursoras y fundadoras del Partido, pasa por los azarosos años de la lucha armada y la violencia contrainsurgente, mismo que nos permite establecer algunas rutas por las que ha transitado la participación política de las mujeres. Las huellas de las comunistas en la historia reciente de Guatemala marcan un camino que viene desde la revolución y llega hasta el feminismo. Falta indagar mucho más sobre los procesos en los que mujeres y hombres comunistas se implicaron "en cuerpo y alma" con el proyecto del establecer el socialismo. Lo que ellas mismas digan nos dará idea de cómo lo vivieron, sintieron y pensaron. Eso es fundamental también para la historia política, social y cultural del país.
Ana Cofiño, Antigua Guatemala, septiembre 2014












Lorena Carrillo Padilla. Luchas de las guatemaltecas del siglo XX. Mirada al trabajo y la participación política de las mujeres. Ediciones del Pensativo, Guatemala, junio de 2004. Pág.
Edgar Ruano Najarro: Comunismo y movimiento obrero en la vida de Antonio Obando Sánchez 1922-1932. Ediciones del Pensativo, Antigua Guatemala, 2007. (página 32).
Graciela García. Las luchas revolucionarias de la Nueva Guatemala, México, 1962. (fotocopia sin dato editorial) Pág. 79
ibid. Pág. 34
Ronald Schneider. Communism in Guatemala, 1944-1954. The Foreign Research Institute, Univ. of Pennsylvania, Octagon Books, N.Y. 1979. Pág. 110.
Huberto Alvarado Arellano. Apuntes para la historia del Partido Guatemalteco del Trabajo. Guatemala, 1975. Pág. 22
Norma Stoltz Chinchilla. Nuestras utopías, mujeres guatemaltecas del siglo XX. Organización de mujeres Tierra Viva, Guatemala, 1998. P. 54.
op.cit. P. 151.
"La primera dama de Guatemala habla a la Alianza Femenina". La Nación, sábado 5 diciembre de 1953.

Testimonio de una militante del PGT. En: José Domingo Carrillo: La rebelión frente al espejo. Desigualdad social, diversidad étnica y subordinación de género en la guerrilla guatemalteca de Guatemala (1960-1996). Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2008.
Linda Green. El miedo como forma de vida, viudas mayas en las áreas rurales de Guatemala. Ediciones del Pensativo, Antigua Guatemala, 2014.
Ver el testimonio de su hija, Wendy Méndez, integrante de la organización H.I.J.O.S. de Guatemala.
Posteriormente se conformó una Fundación Dolores Bedoya en los años ochenta, cuyos objetivos e integración son diferentes.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.