Huellas africanas en el español caribeño. Estudio comparativo en una comunidad afrodominicana

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Descripción

Huellas africanas en el español caribeño. Estudio comparativo en una comunidad afrodominicana José María SANTOS ROVIRA Universidade de Lisboa

INTRODUCCIÓN La llegada de grandes cantidades de esclavos africanos a América desde el siglo XVI, marcó profundamente la futura configuración étnica, lingüística y cultural del Nuevo Mundo. Dicha mezcla es particularmente evidente en las islas del Caribe, todas ellas marcadas por la amalgama de razas, costumbres, creencias y hablas de una extrema variedad. Las islas caribeñas son, por excelencia, uno de los mejores lugares para estudiar los productos de las interrelaciones humanas. Para el presente estudio nos hemos centrado en una de las tres grandes islas que se conocen con el nombre de Antillas Españolas o Antillas Mayores, la conocida por los indígenas taínos bajo el nombre de Quisqueya, posteriormente rebautizada como La Española, concretamente en su parte oriental, el actual estado de República Dominicana. Esta nación caribeña es, sin lugar a dudas, una fusión de las diversas razas y culturas que la han poblado a lo largo de los siglos, y en la que juega un papel muy destacado la herencia traída de África por las poblaciones aquí desplazadas en diversas oleadas desde finales del siglo XV1 hasta inicios del siglo XIX2.

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Sobre la fecha de inicio de la llegada de esclavos negros a América pueden encontrarse opiniones diversas. Por un lado, hay autores que afirman que su existencia en la isla La Española está documentada desde una fecha tan temprana como 1496 (Larrazábal Blanco 1967: 12). Por otro lado, hay otros autores que retrasan la fecha hasta 1501, argumentando que fue en ese año concreto cuando los Reyes Católicos autorizaron la introducción de esclavos negros en la isla (Duncan 2001: 70). Dicha disparidad se debe, a nuestro modo de ver, al distinto enfoque respecto a qué considerar como primera llegada de esclavos negros, ya que la presencia de estos puede atestiguarse desde los primeros años de la colonización, cuando llegaron acompañando a sus amos en la empresa de la conquista (Navarrete 2005: 34). No obstante, el primer cargamento de esclavos para venta no llegaría hasta algunos años después. 2 Como nota curiosa destacamos que, al contrario de lo que ocurrió en el resto de territorios de la Corona española en América, en Santo Domingo la esclavitud se abolió dos veces, en 1801 y en 1822, coincidiendo con las dos ocupaciones haitianas.

Armonía y contrastes, 99-106.

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NEGACIÓN OFICIAL DE LA HERENCIA AFRICANA A nivel étnico y cultural, la herencia africana es evidente en República Dominicana. De hecho, en el país se han creado diversas asociaciones que defienden con orgullo su origen africano. Incluso la UNESCO ha destacado la importancia de las tradiciones dominicanas que poseen un predominante elemento africano como la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo. No obstante, hasta hace pocos años, la visión oficial, es decir, la emitida por diferentes gobiernos dominicanos, partía de un punto de vista opuesto. Entre 1930 y 1996, época que corresponde, principalmente, a los gobiernos de Trujillo y Balaguer (con breves interludios entre ambos), el elemento africano de la cultura dominicana fue constantemente infravalorado y rechazado. Diversos intelectuales dominicanos describen esta peyorativa visión en sus obras. Bruno Rosario Candelier, Director de la Academia Dominicana de la Lengua, afirma que la manipulación ideológica del trujillato y del balaguerismo “engendró un desprecio por el negro y por lo negro. Desprecio que, paradójicamente, asimilaron inclusive muchos negros” (Rosario Candelier 1974: 30). De la misma opinión se muestra Hugo Tolentino, para quien “maldad, vicio, incultura, no solo constituyeron en esta sociedad atributos naturales del pobre, es decir, del explotado, sino también biológicas del negro” (Tolentino Dipp 1992: 261). Interesante es la obra de Pedro Muamba, quien aclara que “en Republica Dominicana existen dos culturas. La escrita, hispanizante que se niega todavía a reconocer el elemento negro y la cultura vivida del pueblo que es sincrética” (Muamba Tujibikili 1992: 127). Esta contradicción entre lo evidente y la postura oficial negacionista ha sido una constante en la vida de los dominicanos a lo largo de décadas, y cuyas consecuencias llegan hasta la actualidad y afectan incluso a las propias poblaciones afrodominicanas, como veremos posteriormente.

AFRICANISMOS Y GLOBALIZACIÓN Centrándonos ya específicamente en el nivel lingüístico, el legado africano en el español dominicano es un tema poco estudiado en comparación con el interés despertado por el legado arahuaco o taíno. Obras dedicadas específicamente al legado indígena en el español dominicano se han escrito varias, tales como Para la historia de los indigenismos, de Pedro Henríquez Ureña (1938); Indigenismos, de Emilio Tejera (1977); Pequeño diccionario de palabras indoantillanas, de Rodolfo Domingo Cambiaso (1998); Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína, de Rafael García Bidó (2010), a la par que innumerables artículos. Sin embargo, sobre la influencia de las lenguas africanas en el español dominicano apenas tenemos una monografía, la de William Megenney África en Santo Domingo: su herencia lingüística (1990), por lo que tenemos que encontrar la información sobre los africanismos del español dominicano en otras obras más generales como el libro de John Lipski (2005) A history of Afro-Hispanic language, el de Manuel Alvar El español en la República Dominicana. Estudios, encuestas, textos (2000) y en diversos artículos, entre los que destacamos: “La africanía del español caribeño: estado de la cuestión” de John Lipski (2001) y “Africanismos lingüísticos en la República Dominicana” de Irene Pérez Guerra (1989).

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No hay prácticamente estudios de campo sobre los africanismos usados en la República Dominicana en el último decenio, lo que nos llevó a preguntarnos si los datos expuestos en los trabajos consultados seguirían vigentes, ya que todos los estudios consultados coincidían en afirmar que el índice de mortalidad de los africanismos es muy alto. Un segundo impulso para la elaboración del presente trabajo fue la constatación de que las lenguas plurinacionales, es decir, aquellas habladas en diversos países, como es el caso del español, están sufriendo una acusada tendencia hacia la globalización lingüística, especialmente en los últimos quince años. Los motivos obvios de dicha globalización son la irrupción de la tecnología y la comunicación mundial en todos los ámbitos de la vida, lo que ha desencadenado una globalización de las propias lenguas. Hace apenas tres décadas, un dominicano solo tenía acceso a la información emitida por las televisiones dominicanas, leía periódicos dominicanos y conversaba, casi exclusivamente, con otros dominicanos. Esta situación favorecía el conocimiento profundo de la lengua en su variedad dialectal específica, contribuyendo al mantenimiento de la misma, incluyendo los africanismos que le eran propios. Por el contrario, hoy en día, un dominicano enciende la televisión y encuentra programas y películas, tanto producidos en República Dominicana como en España, Colombia o Argentina; si quiere leer el periódico, algo que hará seguramente en Internet, accederá a periódicos nacionales, pero también a otros procedentes de cualquier lugar del mundo hispanohablante. Como los seres humanos no somos estáticos, sino maleables, y el input que recibimos moldea nuestra competencia lingüística, el contacto constante con muestras de lengua diferentes a nuestra propia variedad dialectal alterará nuestra lengua, incrementando aquellos aspectos compartidos por otras variedades dialectales (ya que nuestro contacto con ellos será muy frecuente), y disminuyendo los que sean específicos y, por lo tanto, escasos. Este es un fenómeno muy bien descrito también para otras lenguas, como nuestran los trabajos de Stig Hjarvard The globalization of language (2004) y Nikolas Coupland Language and globalization (2011). En el caso concreto del español, contamos con las obras de Joaquín Garrido Lengua y globalización: inglés global y español pluricéntrico (2010) y de Humberto López Morales La globalización del léxico hispánico (2006).

HIPÓTESIS DE TRABAJO Teniendo en cuenta todo lo hasta aquí expuesto, nuestra hipótesis de trabajo fue la siguiente: el alto índice de mortalidad de los africanismos, sumado a la globalización lingüística que está sufriendo el español de forma generalizada, dará como consecuencia que los africanismos utilizados hoy en día en República Dominicana deberán ser muchos menos que los utilizados hace años, por lo que los datos ofrecidos en los trabajos previamente mencionados deben ser actualizados.

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METODOLOGÍA DE TRABAJO Además de los trabajos de Megenney (1990), Lipski (2001 y 2005), Pérez Guerra (1989) y Granda (1978 y 1994), herramientas básicas para nuestro trabajo fueron el Diccionario del español dominicano (Academia Dominicana de la Lengua 2013), una obra publicada en fecha muy reciente y que recoge una gran cantidad de africanismos presentes en obras literarias bien conocidas en el país, y que fueron comunes en su momento, y varios diccionarios de dominicanismos (Deive 1977, Uribe 1996, Inoa 2010), donde pudimos encontrar un amplio vocabulario de procedencia, en principio, africana, con términos que son o fueron utilizados en el español dominicano. Además, consultamos otras referencias con valiosa información para nuestra investigación, tales como Alba (1992), Araús Puente (2005), Ramírez Luengo (2007), etc. Con todo este material, elaboramos un cuestionario que incluía algunos datos estadísticos sobre los informantes, así como un listado de cuarenta africanismos, con sus ejemplos de uso. La elección de los africanismos que serían incluidos en nuestro estudio se basó en los siguientes principios: ― No incluimos aquellos africanismos que consideramos de uso generalizado en gran parte del ámbito hispánico, tales como: abombarse, conga, chimpancé, dengue, mambo. ― Tampoco incluimos aquellos africanismos que, aunque no son de uso generalizado en el ámbito hispánico, sí lo son en República Dominicana, formando parte intrínseca de su cultura, tales como: bachata, guineo, mangú, merengue. ― Escogimos aquellos términos que aparecen citados como africanismos en varias fuentes. Aquí nos gustaría mencionar que, en algunas ocasiones, la procedencia de determinados términos es debatida, no siendo considerados como africanismos en todas las fuentes estudiadas. Un buen ejemplo de ello es la palabra burundanga, que es considerada de procedencia africana por varios autores (Megenney 1990, Alba 1992, etc.), pero de honda raíz española por otros (Zamora Vicente 1989, Frago Gracia 1999). Así, tenemos también el término cua, que Megenney (1990) y Alba (1992) consideran africanismo, pero Bidó (2005) considera indigenismo, o motete, que el DRAE considera de procedencia náhuatl, pero Megenney (1990), Alba (1992) y el Diccionario del español dominicano consideran africanismo.

TRABAJO DE CAMPO Con las herramientas mencionadas, en el mes de noviembre de 2014 viajamos a Santo Domingo para realizar una investigación de campo que confirmara o desmintiera nuestra hipótesis de trabajo. Nuestro objetivo principal era conseguir una serie de muestras suficientemente amplia, y que incluyera también a miembros de comunidades afrodominicanas, ya que debía ser en ellas donde, a priori, más se deberían mantener vivos los africanismos.

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Para obtener resultados referentes al español dominicano general, visitamos la Universidad Autonóma de Santo Domingo (UASD), la primera universidad que se creó en el Nuevo Mundo. Allí entrevistamos a varios alumnos y profesores, de forma que pudiéramos obtener resultados de diferentes franjas etarias. Igualmente, entrevistamos también a varios trabajadores del hotel en el que nos alojamos, para obtener resultados no solo de personas de alto nivel socio-cultural, sino que incluyeran todos los estratos socioeconómicos. De la misma forma, a principios de diciembre nos trasladamos a la población de Concepción de la Vega, y en la Universidad Católica Tecnológica del Cibao (UCATECI) continuamos nuestras entrevistas. En total, conseguimos entrevistar a 43 personas. Además del cuestionario léxico general, con 19 de los entrevistados mantuvimos una conversación más extensa y prolongada, con el objetivo de averiguar si tienen conciencia del origen africano de algunas de las palabras que utilizan habitualmente y sus opiniones personales con respecto a la herencia africana en República Dominicana, material que será explotado en futuros trabajos. Queriendo obtener un mayor espectro de muestras, el mismo cuestionario que pasamos personalmente fue colocado en Internet, a través de Google Drive, y pedimos a todos los entrevistados que reenviaran este enlace a sus contactos, consiguiendo así ampliar el total de respuestas hasta los 107 individuos, de todas las procedencias geográficas de la República Dominicana, de casi todas las franjas etarias, y de todos los estratos socioeconómicos. Ya que uno de los puntos clave de nuestra investigación residía en la comparación entre el uso de los africanismos en el español dominicano general y en las comunidades afrodominicanas, nos lanzamos también a encontrar individuos de estas comunidades que respondiesen a nuestro cuestionario. Por mediación de la Academia Dominicana de la Lengua conseguimos entrar en contacto con varios miembros de la comunidad afrodominicana de Mata los Indios, al norte de Santo Domingo. Esta comunidad, ubicada en una región que recibió el nombre de Sabana Perdida del Espíritu Santo, estuvo poblada por esclavos africanos y sus descendientes desde principios del siglo XVI. Muchos procedían directamente del Congo, Dahomey y Angola, y a los que se les llamó comúnmente como los congos. Vinieron estos a trabajar en los bateyes, las plantaciones de azúcar de la zona, y hablaban diferentes lenguas africanas. Su adquisición del español fue parcial, creando una jerga que recibió el nombre de pororó, con expresiones tan curiosas como pobo duce (azúcar) o pobo amago (café). Por ello, es un lugar excepcional para nuestra investigación. Allí nos desplazamos tres días y tuvimos la oportunidad de entrevistar a gentes de diversas edades y generaciones. Mención destacada merece la extensa entrevista que mantuvimos con Víctor Julio Sánchez Piñeyro, ya que fue una de las personas que ayudaron a William Megenney en la elaboración de la obra antes mencionada, África en Santo Domingo: su herencia lingüística (1990), y poseedor de unos amplísimos conocimientos sobre esta comunidad, sus orígenes y su habla. Con su ayuda, conseguimos entrar en contacto con diversos miembros de dicha comunidad, y entrevistarlos, consiguiendo un total de 28 informantes afrodominicanos. Al igual que hicimos con 19 de los entrevistados dentro del apartado del español dominicano general, también seleccionamos 18 individuos de las comunidades afrodominicanas para mantener con ellos una conversación más extensa, que no quedase circunscrita exclusivamente al cuestionario léxico general. Nuestra intención era acceder a su visión del

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legado africano, no solo en el país, sino en su propia comunidad, y sus sentimientos y pensamientos al respecto. Al igual que dijimos anteriormente, este material será desarrollado en posteriores trabajos. No obstante, creemos necesario hacer un inciso por la transcendencia que tienen algunos de los datos recogidos: la casi totalidad de los miembros de la comunidad afrodominicana de Mata los Indios no considera que tengan un legado africano especial, diferente al del dominicano general, ni a nivel lingüístico, ni a nivel cultural, rechazando explícitamente las actitudes y comportamientos de sus antepasados, y considerándose cien por cien dominicanos, sin atisbo alguno de africanidad. Esto sirve para confirmar el presupuesto mencionado al inicio de nuestro trabajo, según el cual el rechazo a la negritud de épocas pasadas, por el cual todo lo africano era símbolo de rechazo y marginación, sigue presente, asumido incluso por las comunidades afrodominicanas.

ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS Los datos obtenidos en nuestro viaje, más los obtenidos posteriormente a través de la encuesta en línea que mencionamos, arrojaron unos resultados muy homogéneos, con poca variación con respecto a la procedencia geográfica, la edad o el estatus socio-económico de los encuestados, por lo que, de forma simplificada, los resultados son los que presentamos a continuación. De los 40 africanismos estudiados y que, según los trabajos consultados eran de uso común hace dos décadas: Africanismos Usado habitualmente

Español dominicano general

Comunidades afrodominicanas

17 (18-34)

18 (18-34) 19 (35-49) 20 (+50) 11 (18-34) 12 (35-49) 14 (+50) 11 (18-34) 10 (35-49) 6 (+50)

18 (+35) 0 (18-34)

Conocido pero no usado

2 (+35) 23 (18-34)

No conocido

20 (+35)

Como podemos ver en este gráfico, el uso de los africanismos en el español dominicano general ha caído de forma alarmante con respecto a los datos recogidos hace dos o tres décadas. En el español dominicano general, los menores de 35 años apenas usan 17 de los 40 africanismos estudiados, desconociendo los otros 23. En el caso de los mayores de 35 años, usan 18 términos, conocen pero no usan dos de ellos, y desconocen la existencia de los otros 20. En el caso de los afrodominicanos, su uso activo es muy similar. Los menores de 35 años usan apenas 18 términos, los mayores de 35 y menores 50 usan 19, y los mayores de 50

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usan 20 africanismos. La gran diferencia radica en el conocimiento pasivo de las palabras de procedencia africana. Así, lo menores de 35 años conocen 11 de ellas, 12 en el caso de los mayores de 35 y menores de 50, y 14 en el caso de los mayores de 50 años. Por lo ello, los términos desconocidos para esta comunidad son únicamente 11 para los menores de 35, 10 para los mayores de 35 y menores de 50, y 6 para los mayores de 50.

CONCLUSIONES Teniendo en cuenta todo lo hasta aquí expuesto, no podemos menos que afirmar que el número de africanismos utilizados hoy en día en República Dominicana, de forma general, es evidentemente inferior al de hace unas décadas, tal y como muestran los trabajos que nos sirvieron de referencia. Esta decadencia llega también a las comunidades afrodominicanas, donde los jóvenes mantienen una lengua que en muy poco se diferencia del español dominicano general. La diferencia más notable que encontramos a nivel lingüístico entre el español dominicano general y el de las comunidades afrodominicanas se centra, casi exclusivamente, en el conocimiento pasivo, ya que el activo es muy semejante. La diferencia en el vocabulario pasivo de los afrodominicanos puede deberse al contacto mucho más frecuente y estrecho con muestras de lengua del pasado, las cuales contenían gran cantidad de africanismos, fosilizados en forma de rituales y cánticos que aún siguen siendo utilizados en diversas celebraciones, pero que no muestran el estado de la lengua en el presente. De la misma forma, se percibe una disminución evidente en el conocimiento y uso de los africanismos cuanto más jóvenes son los sujetos encuestados, tanto en el español dominicano general como en las comunidades afrodominicanas. Si aplicamos las leyes de vitalidad lingüística enunciadas por Fishman (1991) al caso concreto de los africanismos, podemos entender que, una vez que una palabra deja de formar parte del vocabulario activo de una comunidad y de ser usada en contextos diversos, permaneciendo únicamente en el vocabulario pasivo (en este caso, utilizada exclusivamente en cánticos y fórmulas rituales heredadas), dicha palabra puede considerarse en extinción. Por todo ello, podemos decir que los africanismos del español dominicano son una parte del rico acervo léxico dominicano que se encuentra en serio peligro de extinción (o ya se han extinguido muchos de ellos), estableciendo como causas de dicha extinción tanto el alto índice de mortalidad de los africanismos a nivel general, como la globalización que están sufriendo las lenguas plurinacionales en el siglo XXI.

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