Hoyos y tumbas en la Edad del Bronce peninsular: la cuenca del Tajo y el sureste

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Descripción

MENGA 06 CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA AÑO 2015 ISSN 2172-6175

REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY

MENGA 06 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 5 // Número 06 // 2015

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 250 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Crónica y Recensiones. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. La última sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Chronicle and Reviews. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. The last section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Exvoto ibérico. Figurilla femenina realizando un rito de paso. Bronce. Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta (Granada). Fotografía: Carmen Rueda Galán.

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ÍNDICE 07 EDITORIAL 14 DOSSIER: FEMINISMO, MUJERES Y ARQUEOLOGÍA

Coordinado por Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García

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Representaciones figurativas, mujeres y arqueología Trinidad Escoriza-Mateu, Andrea González-Ramírez y Pedro V. Castro-Martínez

33

Arqueología feminista, de las mujeres y del género en la Prehistoria de Andalucía Eva Alarcón García y Margarita Sánchez Romero

61

La Arqueología ibérica y los estudios de género en Andalucía: avances y desafíos Carmen Rísquez Cuenca

92 ESTUDIOS

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95

Datación radiocarbónica y arqueología: la experiencia del Centro Nacional de Aceleradores (Sevilla) Francisco Javier Santos Arévalo, Lidia Agulló García, Aurora Diéguez Ferrari e Isabel Gómez Martínez

113

Paleoecología y cultura material en el complejo tumular prehistórico del Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real) Luis Benítez de Lugo Enrich, Norberto Palomares Zumajo, Honorio Javier Álvarez García, Rosa Barroso Bermejo, María Benito Sánchez, Hugues-Alexandre Blain, Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrmann, Sergio Fernández Martín, José Antonio López Sáez, María Ángeles Galindo-Pellicena, Mª Antonia Garrido Martínez, César Laplana Conesa, Enrique Mata Trujillo, Gabriel Menchén Herreros, Ignacio Montero Ruiz, Jaime Moraleda Sierra, Antonio Morgado Rodríguez, Carlos Odriozola Lloret, Estíbaliz Polo Martín, Mónica Ruiz-Alonso, Paloma Sevilla García,Thomas. X. Schuhmacher y Domingo Carlos Salazar-García

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Hoyos y tumbas en la Edad del Bronce peninsular: la cuenca del Tajo y el sureste Alberto Pérez Villa

168 CRÓNICA 171

Memoria del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera 2014 María del Carmen Andújar Gallego

191

Sobre la orientación de la Cueva del Marimacho (Antequera, Málaga) César Esteban López

201

Nuevas aportaciones al estudio métrico y geométrico del dolmen de Viera (Antequera, Andalucía) José Antonio Benavides López, Francisco Javier Esquivel Sánchez y José Antonio Esquivel Guerrero

211

Evidence of Neolithic Activity at La Peña de los Enamorados (Antequera, Málaga, Spain): Intensive Surface Survey, Geophysics and Geoarchaeology at the Site of Piedras Blancas I Leonardo García Sanjuán, David W. Wheatley, Marta Díaz-Guardamino Uribe, Coronada Mora Molina, Olga Sánchez Liranzo y Kris Strutt

253

Evidencias de asentamiento y prácticas funerarias en los dólmenes de Menga y Viera en la Antigüedad: la intervención de 1988 Gonzalo Aranda Jiménez, Leonardo García Sanjuán, Coronada Mora Molina, María del Carmen Moreno Escobar, José Antonio Riquelme Cantal, Sonia Robles Carrasco y Jacobo Vázquez Paz

290 RECENSIONES 290

Luis Grau Lobo Manuel Ramos Lizana: Guía del Museo de Almería

293

Alfredo Mederos Martín Gonzalo Aranda Jiménez, Sandra Montón-Subías y Margarita Sánchez Romero: The Archaeology of Bronze Age Iberia: Argaric Societies

296

José Suárez Padilla María Oliva Rodríguez Ariza: La Necrópolis Ibérica de Tútugi (2000-2012)

299 NOTICIAS

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DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) EDITORES/EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) COORDINADOR DE RECENSIONES/REVIEWS COORDINATOR José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY María del Carmen Andújar Gallego (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Dolores Camalich Massieu (Universidad de La Laguna) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén) Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna) Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Centro Iberia Graeca, L´Escala, Girona) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla) Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid)

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Robert Chapman (University of Reading) Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) José Luis López Castro (Universidad de Almería) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (Universitat de Barcelona) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura PRODUCCIÓN/PRODUCTION Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Gerencia de Instituciones Patrimoniales Manuela Pliego Sánchez Eva González Lezcano

DISEÑO/DESIGN Carmen Jiménez del Rosal MAQUETACIÓN/COMPOSITION Francisco José Romero Romero (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales) IMPRESIÓN/PRINTING PodiPrint LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Sevilla

Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported Creative Commons. Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes: • Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador.

FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS

• No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales.

Portada / Front cover: Representación femenina de la Cueva de Ardales (Málaga) / Female representation in the Cave of Ardales (Málaga).

• Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada). Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga). Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

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Enterramiento de la UE 2784 del yacimiento de Casa Montero (Madrid) (Cortesía de Susana Consuegra y Pedro Díaz del Río).

ESTUDIOS

HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE Alberto Pérez Villa1

Resumen: Más allá de las evidentes semejanzas formales que presentan los registros funerarios de la Meseta y del Bronce Argárico, subyacen una serie de diferencias que en muchas ocasiones no han sido debidamente reconocidas. En este estudio se analizan ambas, mediante una recopilación sistemática de las características de sus componentes materiales: la estructura, los ajuares y los restos óseos. Se ha tomado como referencia del interior peninsular la cuenca media y alta del Tajo, al ser una zona con un importante número de evidencias funerarias. La comparación nos indica dos distintas respuestas sociales ante la muerte, aunque con algunos puntos en común.

Palabras clave: Arqueología de la Muerte, Edad del Bronce, Península Ibérica, Bronce argárico.

PITS AND GRAVES IN IBERIAN BRONZE AGE: THE TAGUS RIVER BASIN AND THE SOUTH-EAST Abstract: Beyond the formal similarities in the funerary rituals between Central Iberia and the southeastern Argaric Culture, some differences that often have not been properly recognized can be emphasized. In this paper we compare the funerary practices of both social groups throug hits main material components: the structure, rave goods and skeletal remains. For Central Iberia the middle and upper Tagus river basin has been the region considered due to the large number of funerary evidence. The comparison indicates two different social responses to death.

Keywords: Archaeology of Death, Bronze Age, Iberian Peninsula, Argaric Culture.

Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. [[email protected]]

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Recibido: 27/05/2015; Aceptado: 09/09/2015

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ALBERTO PÉREZ VILLA

1. INTRODUCCIÓN Las manifestaciones funerarias en la Meseta durante la Edad del Bronce han protagonizado un gran auge cuantitativo en las últimas décadas, pasándose de unos pocos hallazgos dispersos a un gran volumen de evidencias que en algunos yacimientos pueden ser equiparables a otras regiones como el Sureste o el Bronce Manchego (Aliaga Almela y Megías González, 2011; Blasco Bosqued et al., 2011). Ello ha permitido una necesaria revitalización de las investigaciones en este campo, aplicando metodologías que hasta hace poco se creían poco efectivas con un registro arqueológico considerado como poco representativo. Pero en algunos casos, el empleo de esas herramientas analíticas se ha realizado sobre la base de ciertas asunciones que se han mantenido sin la suficiente verificación. La historiografía tradicional de la Prehistoria Reciente tendía a explicar las características del registro arqueológico de gran parte de la Península, en base a las supuestas influencias “civilizadoras” de ciertos grupos localizados en determinadas áreas geográficas. Así, la investigación de la Edad del Bronce de la Meseta quedaba supeditada a los modelos propuestos para la denominada “cultura argárica”, identificada como uno de los más importantes focos de avances tanto tecnológicos, como económicos o sociales. La lógica difusionista dominaba las tendencias teóricas histórico-culturales, por lo que la explicación resultaba plenamente convincente, a pesar de la evidente simplicidad del argumento. Sus inconvenientes se pusieron de manifiesto hace años (Martínez Navarrete, 1989), razón por la que hoy en día han perdido gran parte de su importancia. Sin embargo, aún se percibe su influencia en algunos aspectos concretos, manteniendo ciertas presunciones sin la suficiente verificación analítica. Un campo en el que su sombra aún se hace sentir con cierta fuerza es en el de las prácticas funerarias (Pérez Villa, en prensa b). La generalización durante la Edad del Bronce de los enterramientos en fosa en la Meseta, se interpretó como una clara influencia de las costumbres argáricas. En ambos casos hay una presencia frecuente de enterramientos en los yacimientos de la Edad del Bronce, realizados en el interior de las áreas de habitación, con los cuerpos normalmente colocados en posición flexionada y recostados sobre uno de sus lados. Esas características son casi exclusivas de algunas regiones específicas, como son la Meseta, el Sureste, las Motillas

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del Bronce de La Mancha, así como el Suroeste donde la naturaleza ácida de los suelos provoca que en muchos casos no se conserven los restos óseos (Manuel-Valdés et al., 1998), no presentándose en el resto del registro funerario peninsular. Además, tanto en la Meseta como en el entorno argárico, aparecen ciertas modalidades sepulcrales específicas, como son las inhumaciones en nichos así como las realizadas en el interior de tinajas o urnas, documentadas igualmente en las Motillas de la Mancha. Esas claras similitudes dieron mucha fuerza a la premisa difusionista, permitiéndola pervivir en gran medida hasta nuestros días (Ortiz del Cueto y López Covacho, 1997; Blasco Bosqued, 2004: 366; Aliaga Almela y Megías González, 2011: 180; Ríos et al., 2011-12). La cuestión importante no es la existencia o ausencia de esas semejanzas formales, sino su elevación a la categoría de modelo explicativo. Es decir, si limitarnos a constatar dichas similitudes proponiendo una difusión de las mismas desde un área geográfica a otra, nos aporta alguna información sobre los grupos humanos que habitaron en ambas regiones. Lo fundamental en este caso, al igual que ocurre en otros muchos, es la razón por la que las sociedades de la Edad del Bronce en la Meseta adoptaron esas prácticas funerarias, independientemente de su origen, tanto si las “copiaron” del Sureste como si fueron una respuesta dada por sus propias estructuras sociales. Para comprenderlo es necesario un análisis exhaustivo de las mismas, que nos ayude a identificar las semejanzas y diferencias que puedan existir entre la Meseta y el Bronce argárico. Pero no para emplearlas como medida de las similitudes o disparidades culturales, tal y como hacia la arqueología tradicionalmente, sino tratando de explicarlas en términos sociales (Binford, 2009: 195-196). El estudio va a comparar por tanto las prácticas funerarias de la Edad del Bronce en ambas regiones, con un margen cronológico situado entre el 2200 y el 1200 a.C., dado que a partir de esa fecha las evidencias funerarias en la Meseta son bastante escasas, habiendo igualmente desaparecido las características básicas que definen la denominada Cultura argárica. Ello supone una cierta diferencia entre ambas regiones, ya que mientras en el Sureste ese periodo viene homogeneizado por esa cultura arqueológica argárica, en la Meseta se suceden una serie de clasificaciones crono-culturales, desde los momentos finales del horizonte Campaniforme, pasando por el Bronce Antiguo o Clásico, hasta el

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

Protocogotas y los inicios del Cogotas I. Sin embargo, esas diferenciaciones se han realizado en base a las distintas tipologías cerámicas, en ocasiones con una escasa presencia porcentual en el registro arqueológico. Por el contrario tanto el tipo de asentamiento, como el resto del registro material o las prácticas funerarias, muestran un gran grado de continuidad en ese periodo cronológico únicamente interrumpido en el momento de plenitud de Cogotas I (Díaz del Río, 2001: 33-76). Parece por tanto razonable su estudio en conjunto, más allá de las diferencias en las decoraciones cerámicas (Pérez Villa, en prensa b). Nos vamos a centrar en el componente material del registro funerario (Vicent García, 1995: 15), por lo que se analizarán por separado los tres elementos principales del mismo: las estructuras, los ajuares y los restos óseos. Indudablemente el examen comparativo de esa creciente cantidad de datos, excedería con mucho los límites del presente trabajo. Por ello, se ha

Yacimiento Ampliación Aguas Vivas Arenero de Soto Calle Príncipe 11 Camino de las Yeseras Casa Montero Caserío de Perales del Río Caserío de Perales II El Congosto El Espinillo El Muladar El Negralejo ERAR Butarque Euskalduna Fábrica de Ladrillos Fuente de la Mora Gózquez de Arriba 085 Gózquez de Arriba 087 Humanejos La Dehesa La Loma del Lomo Las Matillas Los Berrocales Los Chorrillos M-45-4 Pista de Motos Presa del Rey Reina I Soto de Henares Tejar del Sastre Terrazas del Manzanares Ventaquemada I Yuncos Sector 22

elegido a la cuenca media y alta del Tajo, básicamente las provincias de Madrid, Toledo y Guadalajara, como referencia del resto de la Meseta. Ello es debido a que en esa zona se concentran gran cantidad de nuevas evidencias funerarias (Cantalapiedra Jiménez e Ísmodes Ezcurra, 2010; Aliaga Almela y Megías González, 2011; Blasco Bosqued et al., 2011; Barroso Bermejo et al., 2011), siendo además un área en el que se han realizado varios estudios referidos a la Prehistoria Reciente (Blasco Bosqued, 1997b, 2004; Díaz del Río, 2001; Aliaga Almela, 2014, Pérez Villa, en prensa b). Por esa razón a partir de este momento cuando nos refiramos genéricamente a la Meseta, debe quedar claro que hacemos referencia a esta región, sin que pretendamos con ello hacer automáticamente extensibles las conclusiones al resto. Para comparar se han recopilado datos de gran número de yacimientos de la totalidad del área geográfica identificada con la “Cultura argárica”, es decir, las provincias de Almería, Granada, Murcia, Jaén y Alicante (Tab. 1).

Cuenca del Tajo Provincia Bibliografía Guadalajara Cantalapiedra Jiménez e Ísmodes Ezcurra, 2010 Madrid Martínez Navarrete y Méndez Madariaga, 1983 Madrid Ortiz del Cueto y López Covacho, 1997; Ortiz et al., 1999 Madrid Blasco Bosqued et al., Eds., 2011 Madrid Consuegra Rodríguez et al., 2004 Madrid Blasco Bosqued et al., 1991 Madrid López Recio et al., 20031 Madrid Martín Bañón, 2007 Madrid Baquedano Beltrán et al., 2000 Madrid Galindo San José y Sánchez Sánchez-Moreno, 20032 Madrid Blasco Bosqued, 1979 Madrid Ungé Plaja y Ruiz Pedraza, 20043 Madrid Almagro Basch, 1960 Madrid Blasco Bosqued et al., 2007 Madrid Vigil-Escalera Guirado, 20034 Madrid Díaz Del Río, comunicación personal Madrid Presas Vías y Consuegra Rodríguez, 20065 Madrid Blasco Bosqued et al., (Eds.), 2011 Madrid Macarro Rodríguez, 2000; Marinas, 2014 Guadalajara Valiente Malla, 1987; 1992 Madrid Díaz del Río et al., 1997; Díaz del Río, 2001 Madrid Aliaga Almela y Megías González, 2011 Madrid Vírseda Sanz, 20066 Madrid Romero Salas et al., 20027 Madrid Vírseda Sanz y Domínguez Alonso, 20088 Madrid Geanini Torres, 1991; Martínez Mendizábal y Rosas González, 1991 Toledo TAR, Trabajos de Arqueología y Restauración, Sin Fecha b9 Madrid Arqueoestudio S. Coop., 201010 Madrid Quero Castro, 1982 Madrid Gaibar-Puertas, 1974 Toledo TAR, Trabajos de Arqueología y Restauración, Sin Fecha a11 Toledo Barroso Bermejo et al., 2011

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ALBERTO PÉREZ VILLA

Sureste Yacimiento Castillo de Lorca Calle Zapatería, 11 de Lorca

Provincia Murcia Murcia

Cerro de la Encina

Granada

Cerro de las Víboras de Bajil Cerro del Rayo Cerro de San Cristóbal Convento de Madres Mercedarias de Lorca Cuesta del Negro El Castillejo (Gádor) Fuente Álamo Gatas Iglesia del Convento de Madres Mercedarias de Lorca Illeta dels Banyets La Almoloya Las Herrerías Los Cipreses Los Tintes Peñalosa Tabayá

Murcia Almería Granada Murcia Granada Almería Almería Almería

Bibliografía Gallardo Carrillo y González Ballesteros, 2006 Martínez Rodríguez et al., 1996 Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006; Aranda Jiménez et al., 2008 Eiroa García, 1993-94 Schubart, 1980 Aranda Jiménez et al., 2012 Rihuete Herrada et al., 2011 Molina González y Pareja López, 1975 Pérez Casas y Paoletti, 1977; Botella López y Souich, 1977 Pingel et al., 2008; Schubart et al., 1985; 1991; 2000; 2006 Buikstra et al., 1992; Castro Martínez et al., 1991; 1995a; 1995b

Murcia

Martínez Rodríguez y Ponce García, 2002a

Alicante Murcia Almería Murcia Murcia Jaén Alicante

López Padilla et al., 2006 Cuadrado, 1945 Brandherm, 2000 Martínez Rodríguez et al., 1999 Martínez Rodríguez y Ponce García, 2002b Contreras Cortés (Coord.), 2000 Hernández Pérez y López Padilla, 2010

Tab. 1. Yacimientos de ambas regiones incluidos en el estudio, indicando la bibliografía básica de referencia.

1 LÓPEZ RECIO, M., MORÍN DE PABLOS, J. y NICOLÁS CHECA, Mª.E. (2003): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento del Caserío de Perales 2. LAV Madrid-F. Francesa. Tramo: LAV Madrid-Barcelona. Conexión con la LAV Madrid-Sevilla, Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional de Madrid 2003/66, Alcalá de Henares. 2 GALINDO SAN JOSÉ, L. y SÁNCHEZ SÁNCHEZ-MORENO, V.M. (2003): Memoria de excavación arqueológica del yacimiento de “El Muladar”. Obras de ampliación del aeropuerto de Madrid-Barajas. Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional de Madrid 2002/22, Alcalá de Henares. 3 UNGÉ PLAJA, J. y RUIZ PEDRAZA, S. (2004): Informe De La Intervención Arqueológica: Red De Suministro Pos. B-22 A Erar Butarque (Perales Del Río, Getafe, Madrid). Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional 2002/66, Alcalá de Henares. 4 VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. (2003): Memoria de las excavaciones arqueológicas en el yacimiento “Fuente de la Mora” (Leganés, Madrid). Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional 2001/23, Alcalá de Henares. 5 PRESAS VÍAS, M. y CONSUEGRA RODRÍGUEZ, S. (2006): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento prehistórico 087, situado en el parque de ocio de San Martín de la Vega (Madrid). Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional de Madrid 1998/21, Alcalá de Henares. 6 VÍRSEDA SANZ, L. (2006): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento “Los Chorrillos” (Término municipal de Estremera). Memoria de excavación inédita. 7 ROMERO SALAS, H., CASTAÑEDA CLEMENTE, N. y SÁNCHEZ MESEGUER, J. (2002): Memoria de las excavaciones realizadas en el yacimiento M-45-4.(P.K. 1.300 de la Ctra. de Madrid-San Martín de la Vega). Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional 1999/16, Alcalá de Henares. 8 VÍRSEDA SANZ, L. y DOMÍNGUEZ ALONSO, R.M. (2008): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento de Pista de Motos. Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional 2006/23, Alcalá de Henares. 9 TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA Y RESTAURACIÓN (sin fecha b): Informe preliminar de la excavación arqueológica en el yacimiento Reina I afectado por el proyecto de construcción Colector Chovas I, en el T.M. de Seseña, Toledo. Memoria de excavación inédita. 10 ARQUEOESTUDIO S. COOP. (2010): Memoria final de los trabajos de excavación arqueológica en el yacimiento “Soto de Henares”, Torrejón de Ardoz. Expediente de excavación inédito, Museo Arqueológico Regional 2006/32, Alcalá de Henares. 11 TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA Y RESTAURACIÓN (sin fecha a): Memoria del yacimiento arqueológico de Ventaquemada I, Olías del Rey (Toledo). Memoria de excavación inédita.

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

2. COMPARACIÓN ANALÍTICA 2.1. LAS ESTRUCTURAS La primera diferencia que se constata al comparar ambos registros funerarios es la relacionada con la forma de las estructuras. Así, mientras en la Meseta la casi totalidad de ellas son circulares u ovaladas, en el Sureste de la Península suelen presentar formas rectangulares u ovaladas. Además, aunque en la primera región aparecen algunos recubrimientos de grandes bloques de piedra en algunas sepulturas, lo cierto es que no hay ni un solo caso de enterramiento en cista, tan característico del grupo cultural argárico. Únicamente la tumba localizada en la calle Príncipe número 11, en Aranjuez, parece salirse de esa norma al presentar una planta rectangular y una delimitación pétrea en tres de sus cuatro lados (Ortiz et al., 1999). A grandes rasgos es más similar a las cistas argáricas que el resto de sepulturas de la zona, pero no llega a presentar las mismas características, siendo además un caso único y aislado. Por otra parte, son escasas las inhumaciones realizadas dentro de recipientes cerámicos, bastante frecuentes en algunas áreas del Sureste (Chapman, 1991: 269). La ausencia o escasez de ambas modalidades funerarias, que suponen un cierto grado de inversión de trabajo en la elaboración del contenedor funerario, unido a las características de las fosas de inhumación, exactamente idénticas a las consideradas de uso doméstico, ha llevado en ocasiones a proponer que las sepulturas no eran realizadas ex profeso sino reutilizaciones de hoyos posiblemente destinados al almacenaje de alimentos (Díaz del Río, 2001: 162, 292). En un estudio reciente (Pérez Villa, en prensa b) hemos comprobado que las dimensiones de la estructura no están relacionadas con el contenido de la misma, sino que es el cadáver inhumado en ellas el que se adapta al tamaño de la fosa, por lo que se puede concluir que probablemente en su mayor parte son fosas domésticas reutilizadas con fines funerarios. De ser así, ello marcaría una notable diferencia con los grupos del Sureste, donde como hemos visto la abundante presencia de inhumaciones en cista y en contenedores cerámicos indica una clara intencionalidad en la elaboración de las estructuras funerarias.

Para ello se va a extender el citado estudio sobre el grado de adaptación de la estructura funeraria a su contenido, o bien del cadáver a las dimensiones de la tumba, aplicando los mismos análisis al registro funerario argárico y comparándolo con la cuenca del Tajo. Se ha recogido información de ambas regiones, referida en todo momento a enterramientos considerados primarios, ya que los secundarios o alterados están sujetos a una serie de variables no siempre fáciles de identificar. También se han excluido las inhumaciones en urna, frecuentes en el área litoral argárica pero menos numerosas en las zonas del interior (Chapman, 1991: 269) y escasas en la Meseta, ya que la relación entre la estructura y el cadáver viene determinada por ese contenedor funerario, no por la sepultura. Su minoritaria presencia en la cuenca del Tajo, casi exclusivamente centrada en el yacimiento de La Loma del Lomo (Guadalajara) (Valiente Malla, 1987, 1988, 1992), con algunos ejemplos aislados más como en Tejar del Sastre (Madrid) (Quero Castro, 1982) y en Ventaquemada I (Toledo)12, impiden una correcta valoración estadística de los mismos al tener que contrastarlos con un registro funerario como el del Sureste, en el que son abundantes al menos en ciertas áreas. Indudablemente lo ideal sería comparar entidades similares, es decir, ya que en la Meseta se presentan mayoritariamente enterramientos en fosa simple deberían ser contrastadas con el mismo tipo de contenedor funerario del entorno argárico. Sin embargo, ello reduciría considerablemente el tamaño de la población muestral disponible, restringiéndolo sobre todo a las tierras altas del interior del Sureste donde son más habituales las fosas (Chapman, 1991: 269). La capacidad de análisis y los resultados se verían así seriamente comprometidos, por lo que hemos optado por una comparativa más amplia a pesar de los inconvenientes que pueden derivarse de ello. Las variables que se van a tener en cuenta son la longitud de la estructura, que en las de forma ovalada o circular se corresponde con el diámetro máximo, el número de inhumados en ella, su edad, la presencia o ausencia de ajuar y su cantidad, así como la posición del cuerpo referida al ángulo de flexión de las piernas. La elección de la longitud como referencia de las dimensiones de la sepultura, se debe a una

12 TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA Y RESTAURACIÓN (sin fecha a): Memoria del yacimiento arqueológico de Ventaquemada I, Olías del Rey (Toledo). Memoria de excavación inédita.

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147

ALBERTO PÉREZ VILLA

300

250

200

150

100

50

0 1

2

Sureste 16

0,45

14

0,4

0,35 0,3 0,25 0,2 0,15 0,1

0,2

6

0,15

4

0,1

264,13

252,54

240,95

229,36

217,78

206,19

194,60

183,01

171,42

159,84

148,25

136,66

125,07

0 113,48

0,05

0 90,31

2

0

101,90

0,05

253,93

244,98

236,03

227,07

218,12

209,17

200,21

191,26

182,31

173,35

164,40

155,45

146,49

137,54

128,59

119,63

110,68

92,77

83,82

101,73

74,87

65,91

56,96

48,01

39,06

0

0,25

8

78,72

2

10

67,13

4

0,3

55,54

6

0,35

12

43,96

8

32,37

10

0,45 0,4

9,19

12

20,78

Tajo

Fig. 1. Diagrama de caja y bigotes de la longitud de las estructuras de cada región por separado. La caja está formada por los tres cuartiles, los bigotes señalan los valores máximo y mínimo dentro del margen de 1,5 veces el rango intercuartílico, la línea discontinua verde indica la media y los puntos rojos señalan los valores atípicos. Debajo los histogramas de frecuencias comparándolos con la distribución normal.

cuestión práctica ya que es la medida que más se cita en la bibliografía, muchas veces de hecho es la única. Indudablemente sería mejor usar en el análisis el volumen total de la tumba, pero la escasez de información al respecto lo hace bastante complicado, principalmente en la Meseta donde las estructuras presentan habitualmente formas irregulares. En total se han recopilado datos de 75 fosas funerarias de la cuenca del Tajo y 64 del Sureste. El número no es demasiado elevado, dada la falta de información o de publicación de la misma en muchos yacimientos. Sin embargo, es suficiente para obtener algunas conclusiones válidas. También conviene recordar que no se trata de un estudio pormenorizado del registro funerario de ambas regiones, sino de un análisis con el fin de identificar pautas que

148

puedan ser semejantes o diferentes en cada caso. Por ello, las inferencias que se hagan a partir de las mismas, estarán sujetas a una completa verificación en trabajos más extensos y detallados. En primer lugar es necesario comprobar la variabilidad interna que existe en las estructuras funerarias de cada región, para posteriormente compararlas entre sí (Fig. 1) y tratar de definir en cada caso las posibles causas. Aparentemente hay una mayor diferencia de longitudes en el Sureste, ya que presenta un valor máximo de 260 cm y mínimo de 45 cm, con una media de 113,48 cm. Por su parte en la cuenca del Tajo la distancia es menor, entre 240 y 98 cm con 146,49 cm de media. Sin embargo, en la Meseta la distribución de la mayor parte de los casos, es decir los que se encuentran en el rango

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

260

Cuenca del Tajo

240

220

L ongitud de la fosa

200

180

160

140 Individual 120

Doble

100

80 1

250

3

5

7

9

11 13 15 17 19 21 23 25 27 29 31 33 35 37 39 41 43 45 47 49 51 53 55 57

Sureste

230 210

L ongitud de la fosa

190 170 150 130 110 90

Individual

70 Doble 50 30 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39

Fig.2. Distribución de las longitudes de las tumbas diferenciadas entre individuales y dobles, en cada región por separado.

intercuartílico, se produce en torno a la media aritmética aunque con unas frecuencias irregulares con respecto a una distribución normal. Todos los casos entran dentro de los márgenes por lo que no se producen valores atípicos. Por el contrario en el Sureste la mayoría de los ejemplos se concentran justo por debajo de la media, en el rango

definido por una desviación típica (es decir entre 67,14 y 113,47 cm de longitud), donde se sitúan 33 de los 64 ejemplos analizados (el 51,56%). Además, se constatan cuatro valores atípicos, por encima de los márgenes constituidos por la suma de 1,5 veces el rango intercuartílico y el de las tres desviaciones típicas. En ambas regiones se constata una cierta

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149

ALBERTO PÉREZ VILLA

tendencia hacia una distribución asimétrica positiva en las frecuencias, más acentuada en el Sureste debido a la presencia de los valores atípicos. El siguiente paso es tratar de entender las causas de esa variabilidad interna, analizando cómo se relacionan las dimensiones de la estructura, definidas por su longitud, con los otros componentes materiales del registro funerario, es decir los cadáveres inhumados y los objetos de ajuar. La primera causa normal de variación en el tamaño de la sepultura es lógicamente el número de individuos enterrados en ella. Para analizarlo se han incluido únicamente los enterramientos individuales y dobles, ya que los triples y cuádruples son cuantitativamente más escasos (Fig. 2). Las distribuciones gráficas de las muestras no parecen indicar claras diferencias, por lo que es necesario valorarlas estadísticamente. Para ello hemos optado por el Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA), una técnica paramétrica de comparación de distribuciones entre dos poblaciones muestrales (Tab. 2). El resultado indica que en la cuenca media y alta del Tajo

las diferencias entre tumbas individuales y dobles no son significativas, ya que el valor de la probabilidad es de 0,249 (superior por tanto al 0,05 que marcaría el nivel de significación estadística), siendo el valor de F de 1,354 inferior al que resultaría crítico (3,980). El caso del Sureste es completamente diferente, ya que el p-valor es de 0,002, inferior al 0,05 de significación, mientras que F es superior (10,756) al nivel crítico (4,023). Se puede suponer con ello que el número de cuerpos que se van a introducir en la sepultura, determinan en parte la longitud de la misma en el ámbito argárico pero no en la Meseta. El tamaño de la estructura de inhumación también puede venir condicionado por la edad del difunto, debido principalmente a las diferencias en el tamaño del cuerpo, pero también al posible estatus social adquirido en vida que lógicamente será mayor en individuos de más edad. Para verificarlo hemos relacionado la longitud de la sepultura con la edad de los individuos inhumados, utilizando únicamente los enterramientos individuales ya que en el resto, al incluir más de un cuerpo, puede verse

Análisis de varianza de un factor (Cuenca del Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Individual

58

8721

150,362

1447,112

Doble

13

1787

137,462

633,436

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos Dentro de los grupos TOTAL

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

1767,373

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

1767,373

90086,627

69

1305,603

91854

70

F

1,354

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,249

3,980

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,002

4,023

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Individual

39

3869

99,205

1085,062

Doble

16

2178

136,125

2331,183

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

Entre grupos

15464,727

1

15464,727

Dentro de los grupos

76200,109

53

1437,738

TOTAL

91664,836

54

F

10,756

Tab. 2. Análisis de la variancia de los enterramientos individuales y dobles, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

150

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

300

Cuenca del Tajo

250

L ongitud de la fosa

200 R² = 0,078 150

100

50

0 0

10

20

30

40

50

60

Edad del difunto

180

Sureste

160 140

L ongitud de la fosa

120 100 R² = 0,002 80 60 40 20 0 0

10

20

30

40

50

60

Edad del difunto

Fig. 3. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con la edad del individuo inhumado en ella.

alterada esa relación (Fig. 3). Los datos son bastante concluyentes en ambas regiones, no pudiendo detectarse en ninguno de los dos casos una relación clara entre las variables, ya que en ambos el coeficiente de determinación (r2) es muy bajo (0,0784 en la cuenca del Tajo y 0,0029 en el entorno argárico). En el Sureste resulta especialmente significativo, ya

que sí se ha detectado esa relación en la necrópolis de Gatas (Almería) (Buikstra et al., 1992: 273-274; Castro Martínez et al., 1995a: 148-149, 162). Hay que tener en cuenta que nosotros hemos considerado sólo la longitud y no el volumen total de la estructura. Además, hemos excluido los enterramientos en urna, que representan la mitad de los localiza-

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ALBERTO PÉREZ VILLA

dos en ese yacimiento. Se ha comprobado que en el Sureste el volumen del contenedor cerámico varía en relación con la edad del difunto (Lull et al., 2004: 252-254), por lo que en ese caso sí habría una relación entre las variables, pero que no parece ser extensible al resto de modalidades sepulcrales.

Otra posible fuente de variación en la longitud de la sepultura puede ser la presencia o ausencia de ajuar funerario, además de su cuantía. Esto es así ya que sí aceptamos la presencia de ajuares como un indicador de la diferenciación social entre los individuos inhumados, está debería refle-

Cuenca del Tajo

300

Sin ajuar Con ajuar

250

200

150

100

50

0 0

10

20

250

30

40

50

60

Sureste Sin ajuar Con ajuar

200

150

100

50

0 0

5

10

15

20

25

30

Fig. 4. Distribución de las longitudes de las estructuras diferenciada entre las que no tienen ajuar y las que sí. La línea punteada indica la media y los recuadros el rango de la desviación típica.

152

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

jarse igualmente en el contenedor funerario (Lull y Picazo, 1989: 17).En está ocasión también hemos trabajado exclusivamente con los enterramientos individuales, por la misma razón que lo hicimos anteriormente (Fig. 4). En el primer caso, el de su presencia o ausencia, se comprueba que la distribución de los ejemplos en la Meseta presenta algunas diferencias entre los que contienen ajuar y los que no. Sin embargo la variación es mínima, situándose las dos medias muy próximas entre sí. Vemos además que las dos únicas tumbas con ajuar que se salen del rango de las desviaciones típicas, presentan valores que entran dentro de la variabilidad general de las sepulturas sin ofrendas. Entre las argáricas la situación es muy similar, encontrándose todos los enterramientos sin ajuar dentro de los márgenes formados por la distribución de las tumbas con ajuar. Únicamente hay una sepultura que contiene ofrenda funeraria que se aparta bastante de ambas distribuciones, en concreto la Tumba 1 de Fuente Álamo, aunque hay que tener en cuenta que es una de las cuatro que presentaba un valor atípico en la distribución general de

las longitudes. Para verificarlo estadísticamente hemos recurrido también al Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA) (Tab. 3). El resultado indica un p-valor de 0,533 en la cuenca del Tajo y de 0,697 en el Sureste, en ambos casos superior al 0,05 de significación estadística, con un valor de F de 0,393 en la primera región y de 0,154 en la segunda, los dos muy por debajo de sus niveles críticos (4,013 y 4,105 respectivamente). Podemos concluir que en ambas regiones no se muestra diferencias significativas, presentando longitudes similares las tumbas con ajuar y sin él. Sí llama la atención la distinta proporción entre la Meseta y el Sureste, siendo las sepulturas con ajuar bastante escasas en el primer caso, mientras que resultan mayoritarias en el entorno argárico. Con respecto al número de objetos que acompañan al difunto, su baja presencia y cantidad impide un correcto análisis en la cuenca del Tajo, por lo que nos hemos limitado a hacerlo en el Sureste. Al igual que con la presencia, no parece existir una clara relación entre el tamaño de la tumba y

Análisis de varianza de un factor (Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Sin ajuar

51

7609

149,196

1454,521

Con ajuar

7

1112

158,857

1530,810

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

574,500

1

574,500

Dentro de los grupos

81910,896

56

1462,695

TOTAL

82485,397

57

F

0,393

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,533

4,013

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,697

4,105

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

Sin ajuar

11

1128

102,545

810,273

Con ajuar

28

2741

97,893

1220,692

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

170,953

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

170,953 1109,768

Dentro de los grupos

41061,406

37

TOTAL

41232,359

38

F

0,154

Tab. 3. Análisis de la variancia de los enterramientos sin ajuar y con ajuar, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

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ALBERTO PÉREZ VILLA

180

Sureste

160 140 L ongitud de la estructura

R² = 0,017 120 100 80 60 40 20 0 0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Número de objetos en el ajuar

Fig. 5. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con el número de objetos de ajuar.

la “riqueza” cuantitativa de los ajuares (Fig. 5), ya que el coeficiente de determinación (r2) es de tan solo 0,0175. En definitiva, en ninguna de las dos regiones parece cumplirse la máxima que acabamos de exponer, no reflejándose en el tamaño de la estructura la posición social del difunto representada por sus ajuares. Queda claro por tanto que en la Meseta, o al menos en la cuenca del Tajo, la longitud de la fosa funeraria no está determinada en ningún caso por el contenido de la misma. Por el contrario en el Sureste, parece que las dimensiones de la estructura vienen exclusivamente condicionadas por el número de individuos inhumados en ella, salvo en el caso de las urnas. Por tanto cabe preguntarse si es el cuerpo del difunto el que se adapta en cierta medida a la sepultura, adoptando posturas más o menos flexionadas según el tamaño. Para verificarlo hemos relacionado la longitud de las tumbas con el grado de flexión de las piernas de los cadáveres, tratando de comprobar que relación puede haber entre ambas variables. Esta ha sido una de las partes más complicadas del estudio, no por sí misma sino por la dificultad de obtener datos precisos al respecto. A la falta de información en muchos casos de las dimensiones de la estructura funeraria, hay que unir en esta ocasión la casi total ausencia de

154

aclaraciones precisas sobre la posición exacta de los cuerpos, más allá de las habituales y genéricas expresiones del tipo “flexionado”, “muy flexionado”, etc. Por ello se ha tenido que recurrir a la documentación gráfica de los yacimientos, cuando estaba disponible y ofrecía una mínima calidad, para calcular el grado exacto que forman las piernas, en su caso el fémur, con el resto del cuerpo. Ello introduce indudablemente un cierto grado de incertidumbre en los datos. A pesar de los problemas, los resultados son suficientemente claros (Fig. 6). En la Meseta el coeficiente de determinación presenta un valor medio (r2=0,43), mientras que en el registro argárico es bastante menor (r2=0,20). A pesar de la evidente diferencia entre ambos, no es suficiente como para afirmar que en la primera región exista una relación clara entre las variables. Por ello hemos optado por realizar un nuevo Análisis de la Varianza con un factor (ANOVA) (Tab. 4), en el que hemos diferenciado entre cuerpos con una posición semiflexionada (los que presentan un ángulo entre las piernas y el cuerpo de entre 179º y 90º), y los que adoptan una postura flexionada (entre 89º y 1º). Se han excluido los que se situaron extendidos (180º) y los altamente flexionados (0º), dada su escasa representación cuantitativa. El resultado

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

Cuenca del Tajo

300

250 R² = 0,430 L ongitud de la fosa

200

150

100

50

0 0

20

40

60

80

100

120

140

160

180

Ángulo de disposición del cadáver

160

Sureste

140 R² = 0,203

L ongitud de la fosa

120

100

80

60

40

20

0 0

20

40

60

80

100

120

140

Ángulo de disposición del cadáver

Fig. 6. Distribución de las longitudes de las estructuras relacionada con el grado de flexión de las piernas.

en la cuenca del Tajo indica una relación significativa entre las variables (p-valor de 0,048 inferior al 0,05 de significación estadística, con un valor de F de 4,569 por encima del nivel crítico de 4,494). Por su parte en el Sureste la situación es distinta (p-valor de 0,056 superior por tanto al 0,05 de sig-

nificación estadística, con un valor de F de 4,407 inferior al nivel crítico de 4,667). Ello indica que en la Meseta, al menos en cierta medida, el grado de flexión de las piernas viene condicionado por las dimensiones de la tumba, algo que no ocurre en el entorno argárico.

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155

ALBERTO PÉREZ VILLA

Análisis de varianza de un factor (Cuenca del Tajo) RESUMEN GRUPOS

CUENTA

Semiflexionados (1790 - 900) Flexionados (890 - 10)

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

7

1236

176,571

2183,619

11

1516

137,818

939,364

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

Entre grupos

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

6424,427

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

1

6424,427 1405,959

Dentro de los grupos

22495,351

16

TOTAL

28919,778

17

F

4,569

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,048

4,494

PROBABILIDAD

VALOR CRÍTICO PARA F

0,056

4,667

Análisis de varianza de un factor (Sureste) RESUMEN GRUPOS

Semiflexionados (1790 - 900) Flexionados (890 - 10)

CUENTA

SUMA

PROMEDIO

VARIANZA

3

360

120

700

12

1129

94,083

304,992

ANÁLISIS DE VARIANZA ORIGEN DE LAS VARIACIONES

SUMA DE CUADRADOS

GRADOS DE LIBERTAD

PROMEDIO DE LOS CUADRADOS

Entre grupos

1612,017

1

1612,017

Dentro de los grupos

4754,917

13

365,763

TOTAL

6366,933

14

F

4,407

Tab. 4. Análisis de la variancia en la longitud de las fosas según la posición del cuerpo, tanto en la cuenca del Tajo como en el Sureste.

2.2. LOS AJUARES Tanto en este apartado como en el siguiente, si se han tenido en cuenta los enterramientos en urna dentro de la recopilación de datos que hemos realizado. En el estudio de las estructuras ya nos pudimos hacer una idea de la desigual presencia de ajuares entre la cuenca del Tajo y el Sureste. En concreto, en la primera región cuentan con ajuar el 18,06% de las sepulturas, mientras que en los yacimientos argáricos el 59,59% de las tumbas contenían algún objeto como ofrenda. Es un porcentaje casi idéntico al obtenido en el estudio realizado en la necrópolis de Gatas, donde se calculó que el 59,46% de las sepulturas del yacimiento poseían algún ajuar funerario (Castro Martínez et al., 1995a). En la cuenca media y alta del Tajo, los ajuares funerarios suman un total de 51 objetos. Ello supone una media de 1,38 objetos por cada difunto, que se reduce a 0,25 si tenemos en cuenta al conjunto de la población enterrada. En el Sureste hemos contabilizado 627 objetos, lo que supone un promedio de 3,07

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objetos por individuo con ajuar, 1,98 si contabilizamos al conjunto de la población. Esto ya nos proporciona una panorámica aproximada de las distintas capacidades de acumulación de bienes materiales. En ambas regiones el elemento material más frecuente que acompaña a los difuntos es la cerámica, presente en el 78,38% de las tumbas argáricas. Es un valor claramente superior al obtenido en la Meseta, que es de un 46,43%, lo que representa el 37,25% del total de objetos depositados como ofrenda. El panorama queda aún más claro si comparamos los elementos metálicos. En la cuenca del Tajo aparecen en el 14,29% de los ajuares, representando el 11,76% de los objetos de ofrenda funeraria. En la mayoría de los casos se trata de punzones realizados en cobre o bronce, siendo muy escasas las armas que sólo aparecen en algún caso. En concreto contamos únicamente con las dos puntas de lanza de bronce del enterramiento de Terrazas del Manzanares (Gaibar-Puertas, 1974), de cronología dudosa, y una punta de flecha de cobre del yacimiento de

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Los Chorrillos13, localizada en el relleno de la fosa y sin conexión directa con los restos óseos, por lo que podría considerarse como parte del material de colmatación de la estructura más que como un auténtico ajuar funerario. En todos los ejemplos los objetos metálicos aparecen vinculados a individuos adultos, casi siempre masculinos. La situación es muy diferente en el entorno argárico, ya que el 64,86% de las tumbas con ajuar contenían algún elemento metálico. Es frecuente la presencia de distintos tipos de armas, así como adornos personales y punzones, no sólo realizados en bronce o cobre como ocurre en la Meseta, ya que también aparecen algunos elementos elaborados en plata y oro. En general aparecen asociados a cualquiera de los sexos, siendo más frecuentes en individuos adultos pero sin estar ausentes en enterramientos infantiles. Sin embargo sí se dan ciertas regularidades en esas asociaciones, siendo las alabardas y las hachas exclusivamente masculinas, los punzones principalmente femeninos, mientras que los puñales aparecen asociados a individuos de cualquier sexo y edad (Lull, 1997-1998: 71). Resulta interesante la diferencia en la presencia de los punzones metálicos, ya que en el Sureste se encuentran mayoritariamente en enterramientos femeninos, de forma estadísticamente significativa, con un amplio rango de edad de los individuos inhumados incluyendo por tanto un cierto número de subadultos (Montón-Subías, 2010). Sin embargo, en la cuenca del Tajo su presencia es casi exclusiva de enterramientos masculinos y adultos. Hay que tener en cuenta que se trata de un útil aparentemente de uso cotidiano, que aparece también en contextos domésticos o al menos no funerarios, por lo que las desigualdades en los ajuares entre las dos regiones deben responder a factores sociales o ideológicos. Por otra parte, en lo referente al uso del oro para la elaboración de adornos personales, en la cuenca del Tajo se documentan algunos pocos ejemplos en enterramientos con ajuares campaniformes de estilo Ciempozuelos, concretamente en los yacimientos de Camino de las Yeseras y Humanejos, ambos en la Comunidad de Madrid, mayoritariamente asociados también a individuos adultos y masculinos (Blasco Bosqued et al., 2011), a diferencia de lo que ocurre en el entorno argárico. Probablemente se correspondan

con los momentos finales del Calcolítico, desapareciendo ese tipo de objetos durante la Edad del Bronce. Aparte de estas evidentes diferencias entre las dos regiones, existen otras similitudes igualmente importantes. La primera es que la gran mayoría de los objetos de ajuar son elementos “tecnómicos” (Binford, 1962: 219-220), entendidos como aquellos que son propios de las actividades económicas y productivas, entre los que podemos incluir la cerámica y toda una serie de útiles elaborados en distintas materias primas. También son habituales los artefactos “sociotécnicos” que nos remiten a la naturaleza social del individuo enterrado, casi siempre en forma de objetos de adorno personal. Estos últimos son más frecuentes en el Sureste, aunque tienen también una cierta presencia en la cuenca del Tajo. En ambas áreas hay una total ausencia de artefactos “ideotécnicos”, que hagan alusión a los sistemas ideológicos o religiosos de las sociedades que realizaron los enterramientos. Es una característica que ya se ha identificado en el registro argárico (Gilman, 2013:22), pero también en el Suroeste donde se ha interpretado como un cambio en la ideología funeraria, desplazándose el énfasis puesto en los ídolos habituales en los enterramientos colectivos calcolíticos, hacia objetos de uso personal durante la Edad del Bronce (García Sanjuán, 2006: 162). El segundo punto en común entre la Meseta y el entorno argárico lo encontramos en la vinculación entre los ajuares y la edad del difunto (Fig. 7). Al comparar en las dos regiones la presencia de elementos de ofrenda distribuida por rangos de edad, con el peso porcentual que suponen esos mismos rangos en los datos demográficos, comprobamos que existe una clara relación. En la cuenca del Tajo los individuos maduros y seniles representan el 10,88% de la población enterrada, sin embargo concentran el 23,22% de los objetos de ajuar. Por su parte los infantiles suman el 38,78% del total de individuos, disponiendo únicamente del 27,90% de las ofrendas. En el Sureste la situación es muy similar, ya que los maduros y seniles suponen el 22,43% de la población enterrada, pero acumulan el 30,92% de los objetos de ajuar. Por su parte los infantiles representan el 37,85% de la población, mientras que sus ofrendas funerarias suman el 19,72% de todos los objetos de ajuar.

13 VÍRSEDA SANZ, L. (2006): Memoria de la intervención arqueológica en el yacimiento “Los Chorrillos” (Término municipal de Estremera). Memoria de excavación inédita.

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Cuenca del Tajo 50,00 43,54

45,00 40,00

36,66

35,00 30,00 25,00

23,13 19,35

20,00

15,07 15,00

11,56 8,55

10,00 5,00

12,22 8,15

8,16

6,80

4,08

2,72

0,00 Perinatal

Infantil 1

Infantil 2

Juvenil Población

Adulto

Maduro

Senil

Ajuares

Sureste 50,00 45,00 40,00 35,51 36,06 35,00 30,00

27,10

25,66

25,00 20,00

17,76 14,71

15,00 10,00 5,00

13,29

7,01 3,74

4,67 5,27

4,21

3,51 1,50

0,00 Perinatal

Infantil 1

Infantil 2

Juvenil Población

Adulto

Maduro

Senil

Ajuares

Fig. 7. Distribución porcentual de la población enterrada y los objetos de ajuar, diferenciados por rangos de edad.

En cualquier caso parece claro que, si bien los ajuares no son ni mucho menos exclusivos de los individuos adultos, la capacidad de acumular bienes amortizables en la muerte está vinculada con la edad del individuo enterrado, y por tanto con la mayor oportunidad de la adquisición en vida de esos objetos, tal y como ya se ha señalado en el caso del Sureste (Gilman,

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2013:18). La importancia de la edad en la diferenciación social de los individuos es típica de sociedades poco jerarquizadas, y aunque puede mantenerse en cierta medida en grupos estratificados, en estos últimos suele perder trascendencia en la configuración del estatus individual en favor otros factores (Binford, 1971: 21; Appleby, 2011: 232). Eso es precisamente lo

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que se ha propuesto en el entorno argárico, restringiendo la importancia de la edad a “ciertos sectores sociales”, por lo que resultaría un elemento secundario en la diferenciación social dentro de una“estructura general de desigualdad” (Lull et al., 2004: 263267). Sin embargo, esa explicación no es factible en el caso de la cuenca del Tajo, ya que en ningún momento se identifican otros rasgos de jerarquización social. Las similitudes en los datos provenientes de ambas áreas, podrían indicar que en la sociedad argárica la edad seguía suponiendo un factor de estatus mucho más importante de lo que se ha propuesto.

2.3. LA POBLACIÓN ENTERRADA Uno de los principales problemas al que nos enfrentamos al realizar un estudio del registro funerario, es la duda acerca de su representatividad. Habitualmente se ha aceptado, tanto en la Meseta como en el Sureste, que este tipo de enterramiento estaba reservado únicamente a una parte de la población, dado el número relativamente escaso de individuos inhumados (Blasco Bosqued et al., 1991: 69; Chapman, 1991: 274). La puntual presencia de restos humanos de la Edad del Bronce en estructuras de enterramiento

colectivo, detectada tanto en la cuenca media y alta del Tajo (Bueno Ramírez et al., 2005) como en el área argárica (Aranda Jiménez, 2013), parecía confirmar dicha suposición. Sin embargo en el primero de esos casos, se ha demostrado que la población enterrada en este periodo muestra grandes similitudes con datos demográficos obtenidos de grupos etnográficos, por lo que parece que no existe ningún sesgo cultural en el acceso a la inhumación (Pérez Villa, en prensa a). La cuestión es entonces comprobar si existen diferencias o semejanzas entre la población enterrada en el Tajo con la que recibió sepultura en el Sureste. Para ello hemos recopilado información de ambas regiones, referente a los estudios antropológicos de los restos óseos. En total contamos con 147 individuos de la cuenca del Tajo y 214 del entorno argárico, provenientes de los yacimientos recogidos en este estudio (Tab. 1). Con esa información hemos comparado las curvas de mortalidad de la población, divididas en rangos de edad genéricos para evitar los problemas derivados de los márgenes de error en las estimaciones de edad (Fig. 8). Además hemos empleado el test de Kolmogorov-Smirnov, una prueba no paramétrica de significación estadística que resulta adecuada para la comparación de las distribuciones

100,00

90,00

80,00

70,00

60,00

50,00

40,00

30,00

20,00

10,00

0,00 Perinatal (0-6 meses) Infantil 1 (0,6-6 años) Infantil 2 (7-12 años) Juvenil (13-18 años) Adulto (19-40 años) Maduro (41-60 años) Cuenca del Tajo

Senil ( 61 años)

Sureste

Fig. 8. Comparación de las curvas de mortalidad de la cuenca media y alta del Tajo y del Sureste.

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Edades

Totales Tajo

Porcentajes

Acumulados

Sureste

Tajo

Sureste

Tajo

Sureste

Diferencia

F

6

8

0,04

0,04

0,04

0,04

0,00

I1

34

58

0,23

0,27

0,27

0,31

-0,04

I2

17

15

0,12

0,07

0,39

0,38

0,01

J

10

9

0,07

0,04

0,46

0,42

0,04

A

64

76

0,44

0,36

0,89

0,78

0,12

M

12

38

0,08

0,18

0,97

0,95

0,02

S

4

10

0,03

0,05

1,00

1,00

0,00

TOTALES

147

214

1

1

Dmax0,05

0,15

Tab. 5. Prueba de Kolmogorov-Smirnov comparando las poblaciones enterradas en la cuenca del Tajo y en el Sureste de la Península Ibéricadurante la Edad del Bronce.

de edad en poblaciones (Chamberlain, 2006: 43-44) (Tab. 5). Las semejanzas son evidentes, situándose ambas distribuciones en valores muy similares, tal y como demuestran los datos estadísticos, ya que las diferencias entre los porcentajes acumulados de las distribuciones por edad en ningún caso alcanzan el límite crítico (Dmax0,05 = 0,15). Por otra parte, la población enterrada en la cuenca media y alta del Tajo presenta un índice de masculinidad, es decir una proporción entre hombres y mujeres, perfectamente compatible con una población real, presentando un valor de entre 87,23:100 y 91,67:100 según la distinta confianza que otorguemos a los análisis antropológicos (Pérez Villa, en prensa a). En el Sureste la ratio sexual que hemos calculado para este estudio, basada en los datos demográficos recogidos, es de 106,49:100. Es casi idéntica a la media de la población española entre 1975 y 2011, que se sitúa en 106,96:100, (según el Instituto Nacional de Estadística www.ine.es), ligeramente superior al 104:100 que presentan los Tsembaga Maring de Nueva Guinea y algo inferior a los 119:100 calculados para la Edad del Bronce en la Península Ibérica (Pérez Villa, en prensa a). No parece existir por tanto un acceso diferencial al enterramiento en ninguna de las dos áreas, al menos en virtud a la edad o al sexo de los individuos fallecidos. Puede deducirse entonces que, independientemente de la reutilización de sepulturas colectivas por estas comunidades, lo cierto es que una parte significativa de la población tenía un pleno acceso a las prácticas funerarias individualizadas. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que toda o la mayor parte de la población fuese enterrada así, ya que los

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cálculos realizados en el Sureste parecen indicar lo contrario (Chapman, 1991: 274, Cuadro 25). Lo único que implica es que no se detecta un claro sesgo de carácter cultural en el acceso a ese tipo de inhumación, independientemente de la convivencia en los mismos periodos de distintas modalidades sepulcrales. Esa parece ser la mejor explicación posible a la aparente contradicción, previamente identificada en el entorno argárico (Gilman, 2013:18), entre el escaso número de inhumaciones que parece implicar un tratamiento selectivo de determinados difuntos, y el hecho de que las características de las estructuras de edad y sexo de la población enterrada se puedan corresponder con una población preindustrial (Pérez Villa, en prensa a).

CONCLUSIONES Es necesario volver a recordar que lo que hemos tratado de obtener no son respuestas definitivas, sino únicamente identificar determinadas pautas en el registro funerario de ambas regiones, con el fin de poder compararlas para ver el grado de similitud o diferencia entre ellas. Por tanto, todas las conclusiones deberán ser verificadas en estudios más completos, determinando hasta qué punto pueden ser o no significativas. Lo que se ha intentado es contextualizar la Edad del Bronce de la Meseta dentro del panorama peninsular, yendo más allá de los habituales análisis particulares centrados en yacimientos concretos o áreas geográficas limitadas. La elección del Bronce argárico como referencia comparativa se debe a su importante registro arqueológico, que ha provocado que muchas veces se le utilice como referente sin un suficiente carácter crítico.

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Las modalidades de enterramiento individualizadas, que no necesariamente individuales, aparecen ocasionalmente en varios periodos y regiones peninsulares. Sin embargo, se ha comprobado su recurrente presencia en los yacimientos de la Edad del Bronce en gran parte de la Meseta, principalmente en los tradicionalmente adscritos al Bronce Clásico (Díaz del Río, 2001: 150). Es una característica en común que presentan los registros funerarios tanto del Sureste como del Suroeste, siendo las únicas áreas regionales donde el uso de esa forma de enterramiento se hace común durante este periodo. Si bien se continúan reutilizando puntualmente las sepulturas colectivas, lo cierto es que desde finales del III Milenio hasta la mitad del II Milenio en las tres zonas se generaliza la inhumación individualizada dentro de las áreas habitacionales (Balsera et al., 2015: 144-146). Sin embargo, se pueden detectar algunas diferencias evidentes entre los registros funerarios del Tajo y del entorno argárico. En la primera región nos encontramos con estructuras funerarias que son fosas domésticas reutilizadas, posiblemente construidas originalmente como espacios de almacenamiento de alimentos. No hay por tanto una inversión de trabajo en la realización de los contenedores funerarios, más allá de mínimas labores de acondicionamiento o las realizadas en las inhumaciones en urna o en nicho. En concordancia con eso los ajuares son escasos y poco importantes, sin mostrar un acceso diferencial a los mismos salvo en función de la edad del difunto. La mayoritaria presencia en ellos de elementos que nos remiten a la esfera productiva de esos grupos está claramente relacionada con la realización de los enterramientos en silos de almacenaje, dentro de las zonas de trabajo de sus entornos familiares más inmediatos. Tampoco se pueden detectar sesgos en la población enterrada, por lo que no debían de existir unas restricciones claras en esa modalidad funeraria. De todo ello podemos deducir que nos encontramos con unos grupos sociales sin grandes desigualdades que no reflejan ningún tipo de jerarquización en sus prácticas mortuorias. Por su parte en el Sureste hay una mayor elaboración de las estructuras funerarias, con la habitual presencia de inhumaciones en cista y en urna, las primeras inexistentes en el Tajo y las segundas muy escasas. Los ajuares son muy abundantes e impor-

tantes, con la habitual presencia de armas y adornos corporales metálicos. Las diferencias cuantitativas y cualitativas que se pueden detectar en los mismos pueden reflejar desigualdades sociales. Sin embargo, el acceso a la inhumación no estaba restringido a un segmento determinado de la población, sino que aparentemente todo el mundo podía ser enterrado de esa manera. El alcance de esa jerarquización es difícil de establecer desde la perspectiva de este estudio. La relación detectada entre la edad y la capacidad de acumular objetos en el ajuar parece indicar una cierta limitación en la importancia de otros factores a la hora de determinar el estatus de un individuo. Sin embargo, la presencia de enterramientos infantiles con cuantiosos ajuares demuestra que esos factores existen independientemente de su influencia. Un buen ejemplo de ello es el enterramiento nº 6 del yacimiento Los Cipreses (Lorca, Murcia) que presentaba como ajuar un puñal de cobre, un brazalete del mismo material y dos recipientes cerámicos (Martínez Rodríguez, 1999). Pero aparte de las claras diferencias que existen basadas en los distintos sistemas sociales de cada una de estos grupos, existen algunas semejanzas igualmente evidentes. En ambas áreas la estructura funeraria ha dejado de tener importancia en favor de otros componentes del registro. Frente a los monumentos megalíticos del Neolítico y Calcolítico, las tumbas pasan a ser subterráneas e invisibles externamente, en un proceso que en la Meseta se ha denominado de “ocultación de la muerte” (Díaz del Río, 2001: 148-149), pero que también se ha identificado en el Suroeste definiéndolo como “desmonumentalización” funeraria (García Sanjuán, 2006). Es un fenómeno mucho más acentuado en la primera región donde como hemos visto la inversión de trabajo en las sepulturas es mínima. En el entorno argárico sigue habiendo un cierto interés en las estructuras, principalmente en las habituales cistas, aunque mucho menor que en periodos anteriores. Vemos así que en el Sureste la longitud de la tumba varía según el número de inhumados, a pesar de que en algunos casos los enterramientos no individuales corresponden a reutilizaciones posteriores de la misma tumba, a veces realizadas muchos años después de la primera (Lull, 19971998). Sin embargo, no ocurre lo mismo con la edad o el ajuar de los difuntos, lo que parece indicarnos que el prestigio social se manifiesta en las ofrendas pero no en la propia estructura.

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Esto está relacionado con otra de las características comunes a las dos áreas geográficas. Frente a los enterramientos colectivos y situados fuera de los poblados habituales hasta este momento, en la Edad del Bronce las inhumaciones se individualizan realizándolas en el interior de las zonas habitacionales. En el mundo argárico se hacen incluso debajo de las viviendas, aunque no faltan ejemplos de algunas situadas en tramos libres de edificaciones (Lull, 1997-1998: 72). Esto se interpretó como una sustitución de las relaciones de parentesco de los clanes calcolíticos por otras de dependencia basadas en las funciones sociales del individuo (Lull, 1983: 456-457). La responsabilidad del enterramiento deja de estar en manos de grandes segmentos del grupo social unidos por el parentesco, para pasar a ser una responsabilidad del entorno familiar del difunto, bien se trate de una familia nuclear o extensa, estando todo este entramado doméstico integrado por unas instituciones políticas de mayor envergadura (Lull, 1997-1998).

ter doméstico-individual” (Díaz del Río, 2001: 292), que no sería exclusivo de la Meseta sino que podría detectarse igualmente en el Sureste. Se vincula de esta manera a los antepasados con la unidad habitacional y productiva básica, bien en la propia vivienda como en el entorno argárico o bien en estructuras de almacenaje de alimentos en la Meseta.

Los modelos teóricos del difusionismo extendieron esta explicación a la otra región, la Meseta, ya que si las características formales de las prácticas funerarias eran similares, debían serlo también las causas culturales que las motivaron. Pero como hemos tenido ocasión de demostrar, esa explicación resulta insostenible al simplificar demasiado dos trayectorias de transformación social diferentes, aunque tengan aspectos en común.

En definitiva, vemos que las semejanzas formales en las formas de inhumación presentes en las dos regiones, pueden responder a procesos similares de transformación social. Pero más allá de esas similitudes, existen una serie de profundas diferencias entre ambas comunidades, en un caso tendente a un mantenimiento de las desigualdades y en el otro hacia su disolución en favor de una organización más equilibrada. Desde este punto de vista, poco importa si las comunidades de la cuenca del Tajo “copiaron” o no las modalidades sepulcrales del ámbito argárico. Lo que importa es que responden a una dinámica social divergente con respecto a la del Sureste, aunque ambas compartan un mismo proceso en común.

Efectivamente, en los dos casos se parte de una situación similar, que coincide en el tiempo con el abandono de los grandes poblados monumentales, del tipo de Los Millares en el Sureste o los recintos de fosos de la Meseta. Este fenómeno tiene lugar en la segunda mitad del III Milenio, de manera sincrónica con el abandono generalizado de las estructuras funerarias igualmente monumentales (Balsera et al., 2015). Parece por tanto que, tal y como se ha propuesto para el Sureste, en ambas regiones los grandes grupos de descendencia perdieron su papel protagonista en la configuración social en un proceso que se ha denominado la “ruina de los linajes” (Gilman, 2001: 81). Ello se traduce en una transformación de las prácticas funerarias, que abandonan la “colectivización de la muerte” que se percibe en los monumentos megalíticos y las cuevas sepulcrales, típicos de la Meseta y gran parte de la Península durante el Neolítico Final y el Calcolítico. Frente a ello en la Edad del Bronce parecen reflejar un “carác-

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Sin embargo ahí terminan las similitudes, ya que en cada región el proceso seguirá una trayectoria totalmente diferente. En el Sureste se traducirá en un mantenimiento y transformación de un cierto tipo de desigualdad entre los individuos, ahora tal vez más institucionalizada. Por el contrario, en el interior peninsular desembocó en un sistema en el que se acentuó la tendencia hacia la escisión de los segmentos en unidades autónomas vinculadas por la “solidaridad mecánica” (Sahlins, 1961: 342), por lo que quedaba poco espacio de maniobra para la institucionalización de ningún tipo de liderazgo, provocando una organización social con pocas disimetrías.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación con referencia HAR201347776-R “Dieta y movilidad humana en la prehistoria de la Península Ibérica (3100-1500 ANE). Los casos de la cuenca media del Tajo y el Alto Guadalquivir” financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Debo agradecer al investigador principal de ese proyecto, Pedro Díaz del Río, sus comentarios al primer borrador de este artículo. También quisiera agradecer los comentarios de los evaluadores anónimos, ya que han contribuido notablemente a mejorar el artículo.

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HOYOS Y TUMBAS EN LA EDAD DEL BRONCE PENINSULAR: LA CUENCA DEL TAJO Y EL SURESTE

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